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Frases que desestabilizan

A tiempo de empezar nuevas gestiones en los gobiernos subnacionales la


mayoría procura hacer buena letra y mostrar la mejor gala posible en cuanto a
vestimenta o discurso de ocasión se refiere, sin embargo, existe una letanía
muy recurrente que viene desde el nivel central del Estado, a propósito de la
alocución del presidente Arce Catacora en un evento en Potosí hace un par de
semanas: “Hoy vivimos en paz y tranquilidad, hoy estamos tranquilos,
queremos trabajar, pero la derecha no duerme hermanos, la derecha está ahí,
está trabajando, quiere desestabilizarnos, por eso más que nunca unidad
hermanos entre todos nosotros”.
No se trata de santificar o satanizar a unos u otros, pues las palabras no
respaldadas se las lleva el viento, sin embargo, se hace preocupante que el
máximo mandatario del país siga un discurso polarizante jugando a la falsa
dicotomía como estrategia de llegar a “sus hermanos” en vez de dirigir un
discurso integrador que beneficie al país; ¿pero qué le podemos pedir a quien
no entiende la leyenda de nuestra moneda: “la unión es la fuerza”? No es
precisamente cordura o sensatez. Asimismo, y pese a tener como compañero
gobernante al denominado filósofo andino don David Choquehuanca, quien
esgrimía en campaña que el cóndor necesita de sus dos alas para volar –
haciendo alusión a la izquierda y a la derecha política – prometiendo gobernar
para toda Bolivia; no obstante, nada de ello sucede en este periodo de
gobierno.
De este modo, no solamente existiría una limitación en la comprensión de lo
que Bolivia necesita, sino que retornaríamos a la vieja retórica de dar vueltas
persiguiéndonos unos a otros, a nombre de la tan mentada justicia pero que
desapareció de los estrados judiciales hace ya mucho, quedando su recuerdo o
invocación a través de uno que otro argumento que se realiza en su nombre.
No es menor la responsabilidad de las flamantes autoridades subnacionales
recientemente electas, ya que se han dedicado a remover a servidores públicos
afines a la lógica política de autoridades cambiadas, poniendo a sus acólitos;
pero no han asumido el reto de establecer una agenda de trabajo coherente y
sobre todo técnica, dadas las circunstancias de crisis sanitaria que enfrentamos
como Estado. Parece un lamento solitario el pedido de alcaldes y gobernadores
que solicitan reunirse con ministros o el presidente, para remediar las falencias
locales de un nivel de gobierno y de otro.
Usted como ciudadano se preguntará ¿qué podría hacer una autoridad
recientemente posesionada o de qué debería preocuparse el presidente del
Estado Boliviano? Pues, para comenzar, hay un mandato constitucional
claramente estipulado como deberes (Artículo 108.I) para todo boliviano:
conocer, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes; precepto
raramente cumplido puesto que lo menos pensado a la hora de ejercer el poder
es pensar normativamente. Ahora bien, derivado de este mandato ineludible
para todo ciudadano, pero más aun para una autoridad, esta el convocar a un
Consejo Nacional de Autonomías (CNA), atribución que le corresponde al
Presidente del Estado conforme lo establece el artículo 124 de la Ley Marco de
Autonomías “Andrés Ibáñez”. De este modo, parece que ni los asesores del
presidente Arce Catacora ni las rutilantes autoridades subnacionales,
recuerdan que esta instancia consultiva, serviría para coordinar, deliberar,
proponer y concertar todas las demandas que la ciudadanía necesita. Legitimar
esta instancia gubernamental es una necesidad prioritaria, aunque invisible a
ojos de los actuales gobernantes.
Entonces, no hay un olvido personal solamente, sino una negligencia evidente
y clara de que no se quiere ejercer el poder para servir, sino para servirse y
tergiversar la realidad, usando una verbosidad engañosa que pervierte el
sentido de esperar construir un futuro; tal cual puede comprobarse con la
repentina renuncia del Viceministro de Autonomías David Pérez Rapu –
privilegiando los objetivos mayores de la revolución según sus propias palabras
– y la posesión casi inmediata del excandidato a gobernador por Tarija, Álvaro
Ruiz.
No hay un apego a la institucionalidad, porque esta no existe, ya no hay un
norte anclado al principio de legalidad, porque se ha matizado con la
interpretación plural de la realidad, en definitiva, hoy vemos remar solas a
nuestras autoridades como si quisieran consolidar un heroísmo que no poseen;
esperemos que las grandes palabras lleguen al límite de la razón de sus
ciudadanos, porque la verdad no fue un buen inicio de gestión, tan rebosante
de palabras, pero tan ausente de acciones concretas en la tambaleante forma
de ejercer la política en Bolivia.

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