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HERNÁN JAVIER CANDILORO

Introducción a Nietzsche: "El nacimiento de la tragedia"

28-4-2021
CLASE 1

TEMA: "Cuando la tragedia deviene comedia: el pesimismo de la risa".

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA: - Friedrich Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, en: Obras


completas. Volumen 1: Escritos de juventud, trad. Joan B. Llinares et al., Madrid: Tecnos,
2011, pp. 329-351.

Fotografía de Nietzsche tomada en 1872, año de publicación de El nacimiento de la tragedia. Con


27 años, había sido nombrado profesor de filología clásica en la Universidad de Basilea, Suiza.

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Imagen de la portada de la primera edición de El nacimiento de la tragedia, editada por la editorial
de E. W. Fritzsche en la ciudad de Leipzig.

• Les pido que, por favor, presten atención al dibujo del "Prometeo desencadenado" que
ilustra esa primera edición.
◦ Volvamos a verlo en detalle.

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• Se trata, pues, de Prometeo, el titán que robó el fuego a los dioses para devolvérselo a los
seres humanos.

• Empecemos señalando que los titanes son la primera generación de los dioses griegos.
◦ El más joven de ellos es Crono -el tiempo- quien, con la ayuda de su madre, Gea -la
tierra-, castró y derrocó a su padre, Urano -el cielo-, apoderándose de su trono.

• Ante ello Urano profetizó que los propios hijos de Crono se rebelarían contra su
gobierno al igual que éste lo había hecho frente a su padre.
◦ Para evitar entonces que la historia se repitiera, Crono se tragaba enteros a sus hijos a
medida que nacían de su esposa y hermana Rea.

• A continuación podemos ver las que posiblemente sean las dos representaciones más
conocidas de esta historia de Crono, llamado Saturno por los romanos, comiéndose a sus
hijos.

"Saturno devorando a su hijo" de Peter Paul Rubens (1636-1638) - Museo del Prado, Madrid

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"Saturno devorando a su hijo" de Francisco de Goya (1819-1823) - Museo del Prado, Madrid.

• Rea logró, sin embargo, esconder a uno de sus hijos, entregándole a Crono en su lugar una
piedra envuelta con pañales.
◦ Ese hijo no era otro que Zeus, el futuro rey de los dioses, quien fue ocultado por su
propia madre en una cueva en la isla de Creta.

• Cuando Zeus fue mayor, su primera esposa y también prima, la oceánide Metis, le dio a
Crono una poción especial que provocó que vomitara a los hijos que se había tragado.
◦ Esos hijos vomitados se alzaron junto a Zeus contra los titanes, dando así comienzo a la
famosa "Titanomaquia", es decir, a la "Guerra Titánica" por la cual los nuevos dioses,
los Olímpicos, se impusieron sobre los viejos dividiéndose el mundo.

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• Los nuevos dioses encerraron a los derrotados en las más hondas profundidades del
inframundo: en el Tártaro.
◦ Los titanes que habían permanecido neutrales no fueron castigados.
▪ Y Prometeo, que se había puesto del lado de Zeus, permaneció libre.
• Esa libertad nos salió muy cara a los seres humanos ya que, como veremos
enseguida, de ella provienen todos los males que, hasta hoy, nos asedian.

• C. García Gual, Introducción a la mitología griega, Madrid: Alianza, 2004, pp.

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• De aquí provienen, decíamos, todos los males que nos asedian hasta hoy.

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◦ Enfermedades y calamidades que, como bien dice García Gual, vagan entre los humanos
"en silencio y al azar", sin logos, es decir -podemos adelantarlo-, sin posibilidad de
explicarlos, ni mucho menos de contenerlos o de dominarlos a través de ningún saber.
▪ Males frente a los cuales no hay sabiduría posible.

• Males en los que, como dice el propio Zeus, todavía hoy nos solazamos y gozamos muchas
veces.
◦ Males que están más allá de nuestro gobierno, de nuestra capacidad de dominio y de
nuestra ciencia.
▪ Males que se nos imponen contra nuestra voluntad, a los que no les encontramos
ninguna explicación, ni mucho menos remedio: males que son constitutivos de la
existencia, que vienen con ella.

• Salvo uno que gracias a un último reflejo de Pandora permaneció guardado en el fondo del
ánfora.
◦ Ese último reflejo nos salvó del que, en esta existencia terrible y sin remedio, no puede
sino ser el peor de los males: la esperanza.

• No hay, pues, esperanza.


◦ Lo cual no puede sino ser algo bueno, un último gesto de piedad hacia nosotros que
proviene de ese tardío reflejo de Pandora al cerrar el ánfora.
▪ En esta existencia terrible y sin remedio, no hay nada peor o que genere más
sufrimiento que tener esperanzas.

◦ ¡Gracias Pandora por haber cerrado el ánfora a tiempo y habernos así enseñado
que en este infierno conviene no tener esperanza!
▪ "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate", "dejen toda esperanza los que entren", reza
la advertencia que, según Dante en su Divina Comedia, está escrita en las puertas del
infierno.

• A Prometeo, por su parte, no le fue mucho mejor.

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◦ Como castigo por su desobediencia -por su compasión y su solidaridad hacia nosotros,
los seres humanos- Zeus lo mandó encadenar sobre una escarpada cima del remoto
Cáucaso, donde un águila lo visitaba cada día para desgarrarle el hígado con sus uñas
y su pico.
▪ Pero Prometeo era inmortal, así que ese hígado le crecía durante la noche, para
volver a ser devorado durante el día, manteniendo a Prometeo inmerso en el
sufrimiento eterno.
• Ese es el precio que se paga por la inmortalidad: el sufrimiento eterno.

"Prometeo encadenado" de Peter Paul Rubens (1611-1618) - Museo de Arte de Filadelfia

• Esta es entonces la historia de Prometeo, el titán amigo de los hombres, que se encuentra
cifrada en la imagen que figura en la portada de la primera edición de El nacimiento de la
tragedia.
◦ No la perdamos de vista ya que su impronta volverá a aparecer muchas veces a lo largo
del texto.
▪ Dicho esto podemos ahora abrir el libro y leer su primera página.

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• A diferencia de la tercera edición de El nacimiento de la tragedia, a la que Nietzsche
antepuso un nuevo prólogo titulado "Ensayo de autocrítica" del que extraeremos la última
cita que leeremos la clase de hoy, tanto en la primera como en la segunda edición, el libro
comienza con un Prólogo a Richard Wagner, el compositor alemán por aquel entonces
también residente en Suiza y al que Nietzsche frecuentaba en noches signadas por largas
charlas.
◦ Ese prólogo a Richard Wagner tiene la forma de una carta que oficia a la vez de
dedicatoria.

• F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, p. 337:

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• Quisiera destacar dos cuestiones que se encuentran contenidas en esta carta-prólogo:

1. En primer lugar, mencionemos el hecho de que este libro esté no sólo dedicado a
Wagner, sino que se desarrolle enteramente en un diálogo con él.
1.1. Cada palabra de este libro fue pensada y meditada, dirigida a Wagner.
1.1.1. Así pues, lo primero que tenemos que pensar es esta presencia fantasmática
de Wagner y su vínculo con el tema del libro: la tragedia griega.

Casa de la familia Wagner en Tribschen, Lucerna, Suiza.

2. En segundo lugar, tenemos que pensar qué hace allí la imagen del Prometeo
desencadenado y qué papel desempeña en El nacimiento de la tragedia.

• Vayamos entonces a la primera cuestión y hagamos la siguiente pregunta:

1. ¿Qué vincula a la tragedia griega con Richard Wagner?

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• La respuesta es sencilla y al mismo tiempo vacía: Nietzsche.
◦ En efecto, ese vínculo entre la tragedia griega y la música de Richard Wagner es una de
las tesis principales de su libro.
▪ ¿Pero en qué se basa ese vínculo?

• Puesto sencillamente, digamos que para Nietzsche la música de Wagner logra tocar el
nervio último de la existencia, hasta entonces sólo excitado cabalmente por los griegos en
la tragedia.
◦ Lo digo entonces una vez más: la música de Wagner toca y excita el nervio último de
la existencia.
▪ Un nervio que fue tocado por primera vez por los griegos, produciendo una serie de
descargas magníficas que todavía hoy no dejan de resonar pero que no habría sido
vuelto a tocar con la misma intensidad hasta la aparición de Wagner.

• Así pues, no perdamos de vista lo siguiente:


◦ Para Nietzsche, la música de Wagner excita potencias que previamente sólo habían
sido tocadas por los griegos y que, habiendo perdido intensidad durante la historia
posterior, en el siglo XIX se encontraban prácticamente exhaustas.
▪ De esto versarían esos diálogos entre Nietzsche y Wagner, a saber: sobre la
posibilidad de volver a invocar esas potencias de la existencia a través del arte.
• Y podemos adelantarlo desde ahora: en el texto de Nietzsche esas potencias
terribles, monstruosas, ingobernables e incontenibles, ese nervio último de la
existencia tomará el nombre de Dioniso.

• Dioniso, un dios de proveniencia extranjera, oriental, asiática.


◦ Dios de la vegetación y de la exuberancia, de la desmesura y la ruptura con todo límite.
▪ Dios de lo inconmensurable, de la plenitud abierta e ilimitada, del desborde y el
exceso, de lo incontenible.
• Un dios que fue despedazado por los titanes, que lo atrajeron hacia ellos con
juguetes y frutas; un dios desmembrado, descuartizado, escindido en partes, a
decir verdad, en tantas partes como las cosas que existen en el mundo.

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◦ Un dios inconmensurable, ilimitado y exuberante, que resulta continuamente
desmembrado en partes, en las cosas individuales que nos rodean, en
nosotros mismos, en el dios de la forma, la medida y el límite: en Apolo.

• "A través de las hendiduras de una realidad que ya no es viable, habla un mundo
voluntariamente sibilino", escribirá en 1925 Antonin Artaud en su Carta a los poderes.

• Detrás de esta realidad despedazada en la que nos movemos cotidianamente -Apolo-, habita
oculta otra realidad "sibilina", loca y salvaje, orgiástica, excesiva y desmesurada: Dioniso.
◦ El fondo terrible de lo real, el nervio de la existencia.
▪ El Uno-originario [Ur-Eine], como lo llamará Nietzsche en El nacimiento de la
tragedia.
• Y a esa otra realidad, a ese Uno-originario que se despedaza continuamente en
este mundo de la individuación, los griegos accedieron a través de una
experiencia de éxtasis, vibrando y agitándose al son de una música rítmica,
frenética e hipnótica -el ditirambo- que animaba la tragedia.

• C. García Gual, Introducción a la mitología griega, Madrid: Alianza, 2004, p. 132:

• Tratemos de escuchar esa música rítmica entrando por nuestros oídos.


◦ Dejémonos llevar por la agitación que imprime en nuestro cuerpo.
▪ Se trata, pues, de una música de trance que insufla en quienes la oyen un
sentimiento de dolorosa voluptuosidad.
• Un éxtasis místico en el que se juega la pérdida de la individualidad y la
reconciliación con lo Uno-originario.
◦ Con Dioniso: el fondo terrible de la existencia.

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▪ Una experiencia mística y un éxtasis que trae consigo el presentimiento
de que más allá de los límites de nuestra piel nos espera un orgasmo
mortal e infinito, absoluto, pleno y definitivo.
• Escuchando esa música, dejándola resonar en nuestro cuerpo,
embriagados de un goce infinito que nos desborda haciéndonos vibrar
al son de lo más profundo de la existencia, querríamos arrancarnos la
piel y fundirnos definitivamente con ese éxtasis gozoso sin igual.

• No perdamos de vista la ambigüedad de este goce extático.


◦ Por una parte, presentimos la posibilidad de ir más allá de nosotros mismos y fundirnos
con el absoluto.
▪ Pero por otra parte, ese presentimiento expresa nuestra impotencia de gozar
absolutamente.
• La impotencia de que seamos nosotros, en nuestra individualidad, los que lleguen
hasta el absoluto.
◦ Es necesario perderse.

• Ese goce extático nos pone en el límite de nuestra piel, haciendo que deseemos fundirnos
con el absoluto y, a la vez, revelándonos que nuestra individualidad es sufrimiento e
impotencia de ese gozo pleno.
◦ Goce, decía, del límite de nuestra piel: un placer tan excesivo que sólo puede
atravesarnos dolorosamente.
▪ Nosotros mismos somos el obstáculo que nos separa de la plenitud.
• El sufrimiento proviene de los límites de nuestra piel, de nuestra propia
imposibilidad del absoluto.
◦ La invocación a Dioniso hace patente entonces, que la existencia individual
está desgarrada y sufre por no poder fundirse con el absoluto.

• Lo destaco entonces una vez más: esa experiencia mística y extática que tiene lugar cuando
la música abre el fondo último y terrible de la existencia, nos revela que más allá de nosotros
se abre el absoluto y que lo único que nos separa de él es nuestra propia piel, que

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querríamos entonces dejar atrás junto con nuestra propia individualidad sufriente para de ese
modo reconciliarnos con lo Uno-originario, lo único verdaderamente existente.

• Nuestra existencia individual es vivida como el único obstáculo para un goce pleno y, en ese
sentido, es vivida como sufrimiento.
◦ Como el sufrimiento inherente a la orgía, característica también de los cultos
dionisíacos: el sufrimiento de no poder despedazarse para fundirse en un goce sin igual.
▪ La orgía es, pues, sufrimiento: imposibilidad de gozar plenamente de todo lo que nos
es dado.
• Un placer voluptuoso y desmesurado que sólo puede ser vivido
dolorosamente.

• Sin embargo, esta experiencia extática, orgiástica, sublime, desmesurada y sufriente del
absoluto fue apagándose lentamente después de la tragedia.
◦ Y los grandes responsables de que eso sucediera tienen, para Nietzsche, dos nombres
claros: se trata de Sócrates y del cristianismo.

• Ambos han conducido al apaciguamiento de Dioniso, o mejor, a su enmascaramiento


definitivo tras la máscara de Apolo.
◦ Un enmascaramiento casi completo de Dioniso que en el siglo XIX tomará la forma del
confort propio de la vida burguesa, que se encuentra en las antípodas de la existencia
trágica de un Prometeo o de un Edipo.
▪ En este sentido, si Dioniso expresa la esencia sufriente que atraviesa a la existencia,
Apolo enmascara ese sufrimiento bajo la ficción de la posibilidad de dominarlo a
través del conocimiento -Sócrates- o de la moral -el cristianismo-.

• Desde entonces el ser humano se ha refugiado en la ciencia, creyendo que así podría
dominar las potencias irrefrenables de la naturaleza.
◦ Y, sin embargo -como sabemos todos- esas potencias irrefrenables siempre vuelven.
▪ Esas potencias terribles de la existencia, potencias monstruosas, revelan a la ciencia
como absolutamente impotente, frágil, banal y estúpida.

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• El sujeto burgués cree que se trata sólo de un error de cálculo, que es cuestión de
esperar a que la ciencia siga "progresando" para que el ser humano pueda
entonces triunfar definitivamente sobre lo terrible de la existencia.

• Sin embargo, en ese mundo burgués de seguridades en el que lo horroroso de la existencia


parece haber sido sometido por el poder del hombre; en ese mundo de confort en el que el
arte ha devenido mero entretenimiento y en el que la religión se ha vuelto charlatanería; la
música de Wagner vuelve a abrir la existencia del hombre a una experiencia mística.

• Wagner reabre lo indómito de la existencia, lo ingobernable y monstruoso.


◦ Más de dos milenios después, vuelve a invocar a Dioniso.
▪ Le abre paso a través de la música, permitiendo que vuelva a aparecer todo eso frente
a lo cual el ser humano no tenía absolutamente ninguna chance de triunfar y que
permanecía oculto, enmascarado detrás de las promesas de la ciencia o del
cristianismo.

• Aquello que tortura y despedaza continuamente al ser humano, rompiéndole el espinazo una
y otra vez contra las rocas de la existencia.
◦ Lo indómito, las potencias terribles de la existencia, lo impenetrable por la ciencia y el
conocimiento.
▪ La música de Wagner recuerda así el sufrimiento inherente a la existencia individual,
su imposibilidad de plenitud y de triunfo y, a la vez, su apertura mística y gozosa
al Uno-originario.
• Luego de más de dos milenios -dos milenios sin un solo nuevo dios, como dirá
Nietzsche en El Anticristo, y hay que pensar al "anticristo" como una de las
formas de Dioniso-; decía pues que ha sido recién la música de Richard Wagner
la que, luego de más de dos milenios en los que la existencia fue tornándose gris,
apagada, confortable y sin sentido, ha logrado volver a despertar por primera vez
ese nervio oculto, sufriente y gozoso de la existencia.
◦ Las potencias terribles de la existencia ante las cuales la vida choca una y
otra vez y, chocando una y otra vez, se anima y se levanta y se vuelve más
fuerte, más heroica y más artística.

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• Decíamos entonces que la música de Wagner vuelve a excitar las potencias dionisíacas luego
de dos milenios, asordinadas tras la seguridad de una vida "burguesa" que ha hecho del arte
un simple pasatiempo.
◦ Pero tengamos también en cuenta que si la tragedia griega dio a luz a la historia de
occidente, la música de Wagner, para Nietzsche, se presenta como el inicio de una nueva
historia.
▪ Tocando el mismo nervio excitado por los griegos, la música de Wagner contiene en
sí la ruptura con la historia acontecida hasta aquí y el inicio de una nueva
historia.

• La música de Wagner implica entonces una profunda ruptura histórica y, a la vez, una
renovación cultural que ubicará a Alemania en el centro de esa nueva fase de la humanidad,
de una humanidad que, afirmando lo terrible de la existencia, habrá roto con el cristianismo
para volverse heroica.
◦ Tengamos en cuenta, entonces, que no se trata sólo de dar inicio a un nuevo período
histórico, sino que también se trata de darle a Alemania una nueva identidad que hará
estallar el incipiente capitalismo, mercantilismo e igualitarismo burgués que traen la
modernización y la industrialización de la segunda mitad de siglo XIX.

• Tenemos entonces la respuesta a la primera pregunta: ¿Por qué la tragedia griega y


Wagner?

◦ Porque con su música Wagner vuelve a tocar el nervio último de la existencia.


▪ Vuelve a invocar a Dioniso, ese fondo terrible de la existencia.
• Ese fondo que, rompiendo con las falsas seguridades de la burguesía, nos revela
como existencia sufriente expuesta al peligro de lo ingobernable.
◦ Y que hace todo eso, por supuesto, a instancias de una obra de arte que
cumple una función ritual, y ya no meramente estética.
▪ En efecto, como habrán notado tanto la tragedia griega -que formaba
parte del culto a Dioniso- como la obra de arte total [Gesamtkunstwerk]

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wagneriana, son entendidas por Nietzsche como la invocación y a la vez
como la expresión de la trascendencia, esto es, del absoluto; y en ningún
caso como un mero entretenimiento burgués.
• La auténtica obra de arte es para Nietzsche un elemento de culto y
una invocación a las potencias terribles de la existencia.

• Vayamos, ahora sí, a la segunda pregunta.

2. ¿Por qué Prometeo?

• Tal vez un fragmento del Discurso Rectoral en el que Martin Heidegger cita la tragedia
Prometeo encadenado de Esquilo pueda sernos de ayuda.

• M. Heidegger, La autoafirmación de la universidad alemana, trad. R. Rodríguez, Madrid:


Tecnos, 1989.

• La sabiduría de ese "primer filósofo" que habría sido Prometeo es que "el saber es más
débil que la necesidad".
◦ Existen potencias ingobernables ante las cuales la ciencia y todas las capacidades del ser
humano fracasan necesariamente.

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▪ El Prometeo desencadenado es el emblema de la liberación de las potencias titánicas
y dionisíacas que laten debajo de la falsa seguridad del saber.
• Lo ingobernable, lo terrible, lo monstruoso, lo inexplicable e indominable.
◦ La necesidad que se impone sobre la ciencia y el saber.

• F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, pp. 349-350:

• Por debajo del "conócete a ti mismo" apolíneo, esto es, por debajo del saber y de la ciencia,
de la técnica y de la capacidad de dominio, Dioniso insiste.
◦ La necesidad que se impone y derrumba toda forma de conocimiento.
▪ Las fuerzas "titánicas" y "bárbaras" encarnadas por Prometeo.

• Apolo es el límite y la medida, la forma y la figura, el conocimiento y la ciencia.


◦ Una máscara que, detrás, esconde la potencia desmesurada e ingobernable,
incognoscible, inexplicable y absolutamente ciega de Dioniso.

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• La tragedia nos enseña así que los más astutos y sabios, los más hábiles e inteligentes,
propiamente los héroes de la época dorada de Grecia -que incluso ellos, que sobre todo
ellos- fracasan y sufren las penas más grandes.

◦ Nadie triunfa frente a las fuerzas elementales de la existencia.

• Prometeo, el titán que devolvió el fuego, y con él la técnica, la ciencia y el conocimiento a


los seres humanos, pagó su astucia con el sufrimiento eterno.
◦ Edipo, quien con su sabiduría -y sólo con ella-, es decir, sin ninguna ayuda de los
dioses, y en ese sentido con soberbia e impiedad, descifró el enigma de la esfinge, pagó
su inteligencia volviéndose asesino de su padre, esposo de su madre y, finalmente,
clavándose un broche en los ojos.
▪ Todavía Orestes pagará la astucia de su bisabuelo Tántalo, que robó néctar y
ambrosía -la comida de los dioses- para dársela a los mortales.
• Y pagará la maldición de su familia -la famosa "maldición de los atridas"-
debiendo matar a su madre, Clitemnestra, esposa infiel y asesina de Agamenón.

• Digamos, en suma, que si algo enseña la tragedia es que ni siquiera el más astuto de los
hombres, o el más sabio e inteligente de los titanes puede, con toda su ciencia, burlar a las
potencias ingobernables de la existencia.
◦ Los únicos que pueden creer eso son Jesús, que volvió de la muerte, y Sócrates que en el
Fedón hace de ella la instancia para el conocimiento pleno.

• Los demás, y los héroes trágicos en particular -Prometeo y Edipo, por caso- se hunden
heroicamente en el abismo de la existencia, sin posibilidad de sobreponerse a él.
◦ Y a decir verdad, allí reside su heroicidad misma, a saber: en que afirman su
existencia hundiéndose en el abismo.
▪ Si algo enseña la tragedia, decíamos recién, es que el fracaso siempre triunfa.

• F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, pp. 345-346:

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• Esta es la paradójica sabiduría de la tragedia griega: la sabiduría de que la sabiduría
absoluta es imposible para el hombre, de que la vida no puede expulsar de sí el
sufrimiento al que ni el más astuto de los seres humanos o de los titanes es capaz de
sobreponerse.
◦ Si no pudieron Prometeo o Edipo, ¿qué nos haría creer que podríamos nosotros?
▪ ¿Qué engaño mágico, qué encantamiento o qué hechizo nos llevó a creer que
podríamos nosotros?

• Esta es, decía, la sabiduría trágica: al final siempre triunfa el fracaso, amo y señor que
domina todo lo existente.
◦ El saber es siempre más débil que la necesidad: la ciencia fracasa inexorablemente
ante el fondo impenetrable de la existencia.
▪ Ante Dioniso: lo monstruoso y terrible, la catástrofe, tanto más profunda y trágica,
cuanto más se lo intente dominar.

• Como ese absoluto que presentimos en el éxtasis místico, lo mejor es para nosotros
completamente inalcanzable.
◦ La vida es sufrimiento y no hay nada que podamos hacer para remediarlo.
▪ El mal, la necesidad, lo terrible y monstruoso, lo desmesurado, lo que no tiene
explicación, la violencia última de la existencia frente a la cual somos absolutamente
impotentes es constitutiva de la existencia y no hay nada que podamos hacer más que
enfrentarnos y perecer frente a ella.
• Perecer en su seno, como perece todo lo que existe.

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• Aquí reside, habrán notado, el pesimismo del texto.
◦ Y, sin embargo, a diferencia del "pesimismo de la debilidad" de Schopenhauer o del
cristianismo, que sostiene que la vida es sufrimiento y que entonces sólo nos queda
negarla; en El nacimiento de la tragedia Nietzsche sostiene un pesimismo de la fuerza,
esto es, un pesimismo afirmativo.

• Dotados excepcionalmente para el sufrimiento, a diferencia del cristianismo los griegos no


negaron esta existencia terrible para plantear la promesa de una vida futura y más plena en el
paraíso.
◦ Dicho más concretamente: los griegos no negaron esta vida sufriente para afirmar
una vida posterior más plena.
▪ Por el contrario, la belleza de su gesto, consiste en que fueron trágicos hasta el final
y que, como ese Prometeo desencadenado, afirmaron esta misma existencia
sufriente.
• Y la afirmaron conjuntamente con este sufrimiento insoslayable.
◦ ¿Pero cómo pudieron hacerlo?

• Amaron incluso sus dolores y los afirmaron.


◦ Dijeron de esos dolores, como dirá el propio Nietzsche algunos años después cuando
introduzca el pensamiento del "eterno retorno": "quiero que vuelva".
▪ O como lo dice aquí mismo en El nacimiento de la tragedia: inmersos en la pesadilla
de la existencia, los griegos vislumbraron que se trataba de un sueño y se dijeron
"quiero seguir soñando".

• F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, p. 339:

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• El instinto filosófico, ese instinto que nació en Grecia en la época de la tragedia, permite
entrever el carácter traslúcido de nuestra existencia.
◦ Vislumbrar que este mundo sufriente del desgarramiento en individualidades es sólo
aparente: un juego o un sueño.
▪ Los griegos descubrieron que esta realidad, con sus dolores y sus alegrías, es sueño;
y quisieron seguir soñándola hasta el final.
• Y habiéndose dado cuenta de que era todo un sueño, un engaño y mera
apariencia, rieron.

• Rieron con la risa con la que ríen los pesimistas.

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◦ Con una risa ácida y estridente como la del Sileno.
▪ Les leo entonces un fragmento del "Ensayo de autocrítica" que Nietzsche introduce
al comienzo de la tercera edición de El nacimiento de la tragedia de 1886.

• F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, pp. 335-336:

• Ante una existencia que es sufrimiento, los griegos rieron.


◦ Con esa risa estridente de Sileno.
▪ Una risa estridente y desmesurada que duele en todo el cuerpo.
• Ante la catástrofe, rieron.
◦ Prometeo siendo devorado por el águila, riendo.
▪ Edipo caminando al destierro, riendo.
• En su punto más álgido, la tragedia devino comedia.

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◦ Riendo, los griegos redimieron a la existencia de su sufrimiento.

• Los griegos descubrieron los sueños.


◦ Y habiendo descubierto el engaño en el que habían caído -el engaño de creerse
demasiado importantes en una existencia enorme y desbordante-, rieron de sus propios
temores.
▪ De sus angustias cotidianas y de sus preocupaciones burguesas, de sus sufrimientos
más terribles.
• Rieron, jugaron, bailaron y cantaron.
◦ Hicieron una pirueta, saltaron y se pusieron cabeza abajo, poniéndose la
tierra de corona.
▪ Se santificaron con una risa que, si bien todavía no deja de resonar, ya
casi no se escucha.

• ¿Vislumbramos todavía esta sensación traslúcida del sueño o ya nos hemos vuelto
demasiado serios, demasiado científicos, demasiado verdaderos?
◦ ¿Queremos seguir soñando?
▪ ¿Coronamos alguna vez nuestras cabezas con este sueño?
• ¿Somos ya lo suficientemente pesimistas para empezar a reír?
◦ A reír con una risa que esté más allá del bien y del mal.
▪ A reír como ríe el Sileno, o como reirá Zaratustra -el único caso de un
bebé que, según cuenta Plinio el viejo, nació riendo.
• O como también ríe Walter White, el personaje de Breaking Bad
cuando se da cuenta de que, una vez más, está completamente
perdido.

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