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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE SINALOA

INGENIERÍA EN BIOTECNOLOGÍA

ESTANCIAS II

Epidemics- The Dynamics of Infectious Diseases, Modulo 6

Docente: Manuel de Jesús Sol Hernández

Nombre del Alumno:

Cabanillas Flores Roberto

Matricula: 2018030711

BT 7-1

Mazatlán, Sinaloa, Diciembre del 2020


Con el fin de frenar la propagación de una epidemia en los seres humanos o
detenerla por completo, las autoridades de salud pública a menudo recurrirán a
intervenciones no-farmacéuticas. Algunas de ellas son: las restricciones de viaje,
especialmente en viajes aéreos, cierres de escuelas y cuarentenas. Lo que todas
estas intervenciones tienen en común es que afectan a las personas que no están
enfermas, y así, el beneficio de estas medidas debe sopesarse cuidadosamente

Restricciones de viajes aéreos

Una de las principales razones por las que las epidemias se pueden propagar tan
rápido y convertirse en pandemias es que vivimos en un mundo globalizado y
altamente conectado. La demanda de viajes aéreos nunca ha sido tan alta. La
Asociación Internacional de Transporte Aéreo, IATA (siglas en inglés), estimó que
habrá 3.91 mil millones de pasajeros que viajarán en avión en 2017. Eso es
aproximadamente 930 millones más que los 2.98 mil millones de pasajeros
transportados por las aerolíneas en 2012. Se puede imaginar lo que esto significa
para las enfermedades infecciosas. Nunca ha habido un momento en la historia de
este planeta en que un agente infeccioso pudiera viajar más rápido alrededor del
mundo que hoy. Lo bueno del transporte aéreo es que está completamente bajo
nuestro control. Reducir el transporte aéreo es muy costoso, pero es posible.

Cierre temporal de escuelas

Se sabe que las escuelas desempeñan un papel importante en la propagación de


algunas enfermedades porque son entornos de alta densidad con un alto potencial
de transmisión de enfermedades.

El argumento más sólido para el efecto mitigador de los cierres escolares en los
incidentes de enfermedades proviene de la observación de los datos de la
encuesta de enfermedades durante las vacaciones, una vez que las escuelas
están cerradas. Por ejemplo, se ha demostrado que los días festivos pueden llevar
a una reducción sustancial en la tasa de transmisión de la influenza a los niños.
Desde una perspectiva de salud pública, tiene mucho sentido tratar de replicar
este efecto cuando la amenaza de una epidemia es muy alta.
Cuarentena

La cuarentena es una forma más fuerte de aislamiento. El aislamiento se refiere a


la separación de personas que tienen una enfermedad, mientras que la
cuarentena se refiere a la separación de personas que han estado expuestas a la
enfermedad, lo que significa que la cuarentena típicamente afecta a muchas más
personas que el aislamiento.

En los últimos tiempos, los casos más famosos de cuarentena ocurrieron en 2014,
cuando ocurrió un brote de Ébola en algunas partes de África Occidental. En un
momento, Sierra Leona puso en cuarentena a más de un millón de personas, más
de un tercio de la población del país. Otro ejemplo más reciente es el brote de
MERS en Corea del Sur que ha enviado a miles de personas a cuarentena.

Una vez más, lo que todas estas medidas tienen en común, restricción de viajes
aéreos, cierres de escuelas, y cuarentenas, es que pueden afectar fácilmente a un
número extremadamente grande de personas. Todas estas medidas tienen
enormes costos económicos, y el efecto de todas estas medidas no siempre es
100% claro, simplemente porque no tenemos mucha experiencia con ellos, y
porque obviamente no podemos hacer experimentos. Esta es una situación en la
que los modelos computacionales son útiles. Estos son modelos donde se simula
el mundo real en la computadora y puedes probar los efectos de varias estrategias
bajo los supuestos en los que se basa el modelo.

A partir de estos modelos, tenemos un buen entendimiento de que esas medidas


pueden ser muy efectivas, especialmente cuando se emplean temprano durante
un brote.

El problema práctico es que estas medidas son altamente impopulares porque


afectan la vida de las personas hasta el punto en que se pueden restringir las
libertades individuales, y eso obviamente nunca es popular. Por lo tanto, estas
medidas deben sopesarse con cuidado y ese es probablemente uno de los
trabajos más difíciles para cualquier funcionario de salud pública.
Pero al final del día es reconfortante saber que, incluso en ausencia de
medicamentos y vacunas, tendríamos estas herramientas no-farmacéuticas para
combatir la propagación de enfermedades.

A veces, intentamos controlar las enfermedades infecciosas motivando al público


a participar en comportamientos específicos. Por ejemplo, no es raro que las
agencias de salud se comuniquen con el público para influir en su
comportamiento, al que nos referiremos como: "una campaña". En general, es
más probable que las campañas sean efectivas, cuando se diseñan para un
objetivo específico y para un público-objetivo bien definido y limitado. Las teorías
pueden proporcionar orientación práctica, sobre cómo tomar decisiones, sobre qué
incluir en la campaña y por qué deben tener éxito.

La primera decisión es tener claro el Objetivo de tu campaña. Si tu objetivo es


cambiar las creencias, como la credibilidad de una organización, o aumentar el
conocimiento, como aprender sobre un nuevo agente patógeno, entonces
necesitas una teoría desarrollada para estos objetivos. Incluso al limitarnos al
comportamiento, hay múltiples teorías en las ciencias sociales disponibles, que
pueden proporcionar más detalles y orientación específica, dependiendo de tu
objetivo. Dicho esto, imagina que queremos motivar a un público objetivo, a
participar en un comportamiento específico. El comportamiento se relaciona con el
control de enfermedades infecciosas, a menudo se centra en la transmisión
limitada, como quedarse en casa, si estás infectado, y participar en una buena
higiene y saneamiento, vacunarse y completar los tratamientos prescritos. Es más
probable que un público-objetivo tome medidas, especialmente acciones nuevas o
diferentes si están motivados y se sientan eficacia con respecto a la acción
recomendada. La gente tiene muchas motivaciones. Una motivación relevante
para las infecciones emergentes es sentirse amenazado y atemorizado. La
eficacia, por otro lado, es el sentimiento de capacidad, que puede relacionarse con
uno mismo o con la acción.

En general, si tu campaña atrae la atención de tu público-objetivo, lo procesarán


de una u otra manera, considerarán de manera crítica, sistemática y crítica el
problema en sus argumentos, o reaccionarán a señales irrelevantes que no sean
un problema.

¿Por qué quieres que consideren tu campaña cuidadosamente? En general, una


consideración cuidadosa aumenta el impacto de tu contenido, reduce la influencia
de factores irrelevantes, aumenta la influencia de tu campaña y la hace resistente
a las campañas futuras, por parte de otros. Un problema que se presenta es que
es mucho más difícil de desencadenar, mucho menos mantener este tipo de
atención cuidadosa. En general, las personas consideran cuidadosamente los
mensajes, cubren los temas que más les interesan. Sin embargo, incluso cuando
seleccionas estos temas, hay muchas cosas que impiden un procesamiento
cuidadoso. Los inhibidores pueden ser personales, como falta de sueño,
situacionales, como mucho ruido, o contextuales, como recibir muchos mensajes
simultáneamente.

Cuando las personas no son cuidadosas al procesar sistemáticamente tu


campaña, utilizan otra cosa para guiar sus decisiones. Estas atajos heurísticos o
mentales, a menudo no tienen nada que ver con el tema de tu campaña. Un
ejemplo es la prueba social. La gente tiende a hacer lo que ven: "todos los demás
lo hacen". Esto nos lleva a saber por qué saber tu público-objetivo, tu objetivo y
una teoría pueden juntos proporcionar penetración. Si tu público-objetivo presta
especial atención a tu campaña y puedes proporcionar argumentos sólidos en tu
campaña, puedes ver resultados más fuertes, duraderos y resistentes.

¿Cuáles son los argumentos fuertes? Son creíbles, envolventes y lógicos. En este
caso, es importante transmitir la lógica de cómo tu acción recomendada es factible
y efectiva, y usar fuentes que tu audiencia considere creíbles.

Si su público-objetivo está prestando atención cuidadosamente, y llenas tu


campaña con señales heurísticas, es probable que detecten todas estas señales
débiles e irrelevantes y que rechacen tu campaña por completo.

Si tu público-objetivo no puede, o no está dispuesto a pensar detenidamente sobre


tu campaña, entonces llena tu campaña con heurísticas, relevantes para ellos, y
haz que tu comportamiento, lo más inmediato y fácil de completar que sea posible.
Prepárate para darles la vacuna, justo después de que procesen tu campaña.
Espera a que vayan por el pasillo y tu influencia podría haber desaparecido.

En resumen, las teorías proporcionan una guía práctica sobre quién, qué, cuándo,
dónde, por qué y cómo diseñar una campaña efectiva. El análisis de audiencia
proporciona orientación sobre cómo adaptar tu contenido y entregarlo a tu
objetivo.

Cuanto más conozcas a tu público-objetivo, a través de la investigación y los


grupos de enfoque, más podrás anticipar, cómo procesarán tu campaña, cuánto
esfuerzo hará tu objetivo para ellos y cómo reaccionarán ante tus elecciones de
campaña. Finalmente, siempre es una buena idea realizar una prueba piloto de tu
campaña y evaluarla cuidadosamente, antes de que se proporcione al público, y
continuar monitoreando sus efectos, una vez que esté en acción.

Una forma sencilla de evitar las enfermedades infecciosas es evitar la fuente de la


contaminación. Elegir vivir la vida de un ermitaño sobre una roca en medio de
algún desierto distante reduciría drásticamente tus posibilidades de infectarte.
Aunque también te impediría tener vida social.

Si no podemos ser ermitaños, ¿existen comportamientos que reduzcan la


transmisión? Esta pregunta ha sido considerada tanto por Marcel como Rachel.

¿Podemos observar a otros grupos sociales como las hormigas y preguntarnos


cómo usan su comportamiento para combatir las enfermedades?

Una sociedad, la de las hormigas cortadoras de hojas, sobresale puesto que ellas
poseen un cuidado de la salud motivado por comportamiento remarcablemente
efectivo. Estos insectos inventaron la agricultura hace aproximadamente 65
millones de años, cuando domesticaron el hongo que convirtieron en su principal
fuente de alimento.

Para acelerar el crecimiento de este hongo, las hormigas obreras recolectan hojas
y cuidadosamente las cortan en trocitos para que el hongo se alimente de ellas.
Depender exclusivamente de una única fuente de alimento es potencialmente
peligroso. Así que para prevenir infecciones para la comida, estas hormigas se
han convertido en maestras jardineras. Deshierbando y cuidando sus granjas
constantemente. Las hormigas obreras buscan esporas infecciosas de un
asqueroso hongo llamado Escovopsis, y las eliminan inmediatamente. Ellas han
evolucionado una relación con las bacterias que viven sobre su piel y les
proporcionan antibióticos cuando se los piden, entonces ellas los usan en su
guerra contra los parásitos.

Cuando áreas enteras de su colonia caen víctimas, las hormigas pueden tapiar
esa parte del nido y dejar morir a sus hermanas. En vez de arriesgarse a que
transmitan la infección a otras zonas de la colonia. Entonces, los comportamientos
pueden ser efectuados pero requieren que el grupo actúe cohesionadamente.

A veces, el comportamiento defensivo puede ser algo individual. Una buena


historia es la infección de las abejas por parte de una mosca parasitaria
denominada conópida. El interior de la colmena es siempre cálido y acogedor,
alrededor de 30 °C o 86 °F. Esto aceleraría la velocidad de crecimiento a la que el
parásito se desarrolla y la abeja moriría rápidamente.

Para disminuir el crecimiento, la abeja infectada opta por pasar las noches sola
fuera de la colmena como defensa de comportamiento para alargar su vida y
aumentar su valor en la colonia.

Otros van más allá cuando buscan una cura. Los babuinos y otros animales,
incluso las orugas y las hormigas son capaces de automedicarse.

Los babuinos infectados con parásitos intestinales recolectan ciertas plantas que
poseen algunos repugnantes químicos.

Al ingerir dichas plantas venenosas, reducen la carga de la enfermedad puesto


que los venenos eliminan los parásitos intestinales.

Estos comportamientos aparecen cuando los animales ya han sido infectados.


Entonces, ¿pueden los animales evitar la enfermedad? Esto es lo que muchos
herbívoros que se alimentan de hierba hacen. Como puedes imaginar, alimentarse
de hierba implica riesgo de alimentarse de excrementos. En respuesta, estos
herbívoros pueden ser muy selectivos y evitar hierba con parásitos. Ha sido
demostrado que las ovejas embarazadas evitan la hierba infectada más
acusadamente y que este rechazo es más pronunciado durante el primer trimestre
del embarazo, cuando el potencial daño de una infección al feto en desarrollo es
mayor

¿Qué hay acerca de los humanos? ¿Poseemos esos comportamientos? Claro que
si, podemos vacunar poblaciones enteras, iniciar campañas en favor del lavado de
manos o promover el uso de preservativos. Pero esto son comportamientos
inteligentes, dependientes de la ciencia, el lenguaje y la comunicación.
¿Poseemos comportamientos primitivos que han evolucionado incluso antes de
volvernos inteligentes? Psicólogos como Steven Pinkerton piensan que sí. Él y
otros muchos consideran la sensación de disgusto como un comportamiento que
evolucionó en los humanos para prevenir la ingestión de parásitos. Como Pinker
dice, el disgusto es nuestra microbiología intuitiva, una manera de evitar
enfermedades.

En nuestra moderna era de ciudades densamente pobladas, necesitamos algo


más que disgusto, chili y cocinar para mantenernos libres de enfermedades
infecciosas. Necesitamos comunidades médicas nacionales coordinadas a nivel
internacional basadas en el mejor y más reciente conocimiento científico. Aún así,
es interesante y divertido pensar acerca del comportamiento y cómo otros
animales utilizan esta herramienta tan flexible cuando se enfrentan a las
enfermedades.

Algunas de las enfermedades más importantes de la humanidad son trasmitidas


entre las personas por otros animales como pulgas, caracoles y, en particular,
mosquitos. Las enfermedades transmitidas por mosquitos han cambiado a lo largo
de la historia, al igual que su control.

Aún hoy en día, 200 millones de personas contraen anualmente malaria 100
millones sufren dengue y 200,000 fiebre amarilla. La mayoría de estas
enfermedades son ubicuas a los trópicos pero también existen enfermedades
importantes, poco frecuentes, como el Virus del Nilo Occidental y el Chikungunya
que pueden ser transmitidos por mosquitos incluso en países ricos. Para las
enfermedades transmitidas por vectores como la malaria existen dos opciones
para su control. Una de ellas es intentar curarla enfermedad con medicamentos o
proteger al paciente con vacunas. Este enfoque centrado en el paciente es más
natural para el personal facultativo y es el enfoque que ha concentrado la mayor
atención e investigación. Pero la otra opción es ir tras los mosquitos.

Parte de la razón por la que el control de los mosquitos puede ser tan efectivo se
debe a que el enfoque centrado en el paciente no siempre es posible. Hay buenos
medicamentos para tratar la malaria pero, no existe vacuna por el momento. Para
la fiebre amarilla existe una buena vacuna pero no medicamentos. Para el dengue
no existen ni medicamentos ni vacuna. E incluso cuando disponemos de
medicamentos, como el caso de la malaria, algunas personas pueden tener
parásitos en su sangre y no estar enfermas. Estos portadores asintomáticos son
muy difíciles de encontrar. Pueden mantener los parásitos dentro de la comunidad.
La idea de una administración masiva de medicamentos donde todos en una
región reciben medicación podría funcionar, pero la inmigración puede reintroducir
el parásito de la malaria. El control de la malaria sólo con medicamentos es difícil.

Pero la principal razón por la que el control de los mosquitos puede ser tan
efectiva para controlar las enfermedades transmitidas por vectores viene desde el
campo de la Biología. Para que la transmisión funcione, un montón de cosas
deben suceder. Por ejemplo, los mosquitos deben infectarse en primera instancia
picando a una persona infecciosa, no una persona sin infectar o una vaca que no
tendría malaria humana. Después, para causar un nuevo caso de malaria, los
mosquitos deben picar a una persona susceptible, no a una vaca o una persona
ya infectada. Estos dos picotazos deben sucederse.

Aún más, estos picotazos deben sucederse en el momento correcto. Algo que
encuentro increíble es que todos los parásitos importantes transmitidos por
vectores necesitan algún tiempo para desarrollarse dentro del mosquito durante
ese tiempo no son infecciosos. Para la malaria, este tiempo varía entre diez días y
varias semanas, dependiendo de un montón de cosas. Pero en particular, la
temperatura experimentada por el mosquito mientras incuba al parásito. Dos
semanas es la media. Piensa lo que ello significa. Durante las dos semanas
después de que infectó con parásitos de la malaria el mosquito no es peligroso
para los humanos. Sólo después de que los parásitos finalmente migren a su
aparato bucal es capaz de producir una nueva infección. Dos semanas enteras.
En la mayor parte del mundo, eso es más que la media de vida de un mosquito.
Es una de las mayores ironías por Ataturk en persona, de la malaria, la mayoría de
las poblaciones de mosquitos no sobreviven lo suficiente para transmitir malaria.
Difícilmente algún mosquito encontraría malaria, quizás solo un pequeño
porcentaje, y de esos, difícilmente alguno sobreviviría suficiente para pasarlo de
nuevo a los humanos.

Entonces un montón de eventos razonablemente improbables deben sucederse


para que la malaria se transmita. Un mosquito debe contraer malaria en primer
lugar, luego debe vivir suficiente para volverse infeccioso y entonces debe picar a
una persona susceptible, y así en adelante. Esto significa que si podemos reducir
el número de mosquitos, si podemos reducir el tiempo de vida de estos o si
podemos reducir las probabilidades de picadura, entonces podremos tener un
gran impacto en la transmisión de la malaria. Todo esto es porque si haces que
estas situaciones poco probables sean aún menos probables, el efecto
multiplicado crea un gran impacto y es por ello que el control de los mosquitos
puede ser una tan buena manera de controlar las enfermedades transmitidas por
vectores e incluso más efectivo que tratar a los pacientes.

Existe una gran cantidad de formas de controlar los mosquitos. Puedes intentar
reducir la densidad de mosquitos. Una forma importante de hacerlo es atacar a los
mosquitos en sus lugares de reproducción. Los huevos de mosquitos y sus larvas
viven en masas de agua. Cambios ambientales a gran escala como el drenado de
pantanos pueden ser altamente efectivos. Así fue como la malaria fue erradicada
de mayor parte de Europa y los Estados Unidos.

También es posible envenenar sistemáticamente sus larvas. En 1930, en el


noreste de Brasil, el mosquito africano de la malaria, Anopheles gambiae, fue
accidentalmente introducido a través de barcos procedentes de África occidental.
Se expandió por un área equivalente a la superficie de Suiza y produjo vastas
epidemias de malaria, con cientos de miles de casos. Quizás 20,000 muertes y
pánico masivo donde la gente simplemente huía. Increíblemente, en gobierno
brasileño y el Instituto Rockefeller decidieron deshacerse hasta del último de los
mosquitos. Fred Soper, uno de los héroes de la medicina tropical, organizó una
gran armada de personas para poner insecticida en cada charco en un área,
recordemos, del tamaño de Suiza. Y después de varios años funcionó. Acabaron
con todos y cada uno de los mosquitos.

Hoy en día los insecticidas rociados sobre mosquiteras pueden durar alrededor de
5 años.

Pero el problema principal es que los mosquitos se vuelven resistentes a los


insecticidas. En la década de 1950, el DDT fue proclamado como la solución a la
malaria. Era milagroso lo que le sucedía a los mosquitos cuando era rociado sobre
las paredes de las casas. Pero tan solo unos años después, la gente pudo
observar mosquitos paseando sobre el DDT, sobre las superficies que eliminaban
a todos esos mosquitos tan sólo unos años antes.

Hoy en día se buscan alternativas: nueva química y nuevas tecnologías. El control


del vector puede ser altamente efectivo e incluso conducir a la erradicación
siempre que la transmisión no sea tan intensa desde el inicio.

El impacto de la vacunación en un individuo está bien caracterizado. Los


anticuerpos que tú desarrollas para la vacuna deberían protegerte de la infección
por el patógeno vivo. Y, en general, el impacto protector de la vacunación a nivel
de la población está bien caracterizado por el fenómeno de la "inmunidad del
rebaño". Por lo que, teniendo una gran proporción de individuos inmunes en la
población, se proporciona protección indirecta para los restantes susceptibles al
reducir la probabilidad de que entren en contacto con un individuo infeccioso.
Sin embargo, el cambio en la tasa de transmisión y distribución de la infección
dentro de la población como consecuencia de la vacunación puede tener una
variedad de impactos, no todos son los que son inmediatamente intuitivos.

Una consecuencia importante de la vacunación y la inmunidad del rebaño es que


la fuerza general de la infección, la tasa per cápita a la que los individuos
susceptibles contraen la infección, disminuye en la población.

A medida que disminuye la fuerza de la infección, aumenta la cantidad media de


tiempo hasta que se produce una nueva infección. Y como consecuencia la edad
promedio, en que los individuos se infectan, aumenta. Para las infecciones que
producen enfermedades más graves o que tienen complicaciones más
significativas en los bebés, este fenómeno puede resultar en una reducción aún
mayor de las complicaciones secundarias que sólo debido a la reducción de los
casos.

La interacción entre la vacunación y la edad de la infección puede llevar a un


aumento de la tasa de complicaciones si las consecuencias de la enfermedad son
más graves en las personas mayores.

El ejemplo más famoso de este fenómeno es visto en las complicaciones


asociadas con la infección por rubeola o sarampión alemán. Las infecciones por
rubeola conducen a una fiebre y erupciones relativamente leves en bebés y niños.
Pero si las mujeres embarazadas están infectadas con rubeola, tienen un mayor
riesgo de contraer una gran variedad de defectos congénitos conocidos
colectivamente como: "Síndrome de Rubeola Congénita" o CRS (en inglés).

En una población no vacunada, la infección por rubeola se concentra en gran


medida en los bebés, y es raro que una mujer llegue a la edad reproductiva sin
haber estado previamente infectada y, por lo tanto, inmune.

Sin embargo, en las poblaciones vacunadas, la prevalencia general de infección


disminuye, y la probabilidad de que una mujer no vacunada llegue a la edad
reproductiva sin estar expuesta a la rubeola aumenta.
Por supuesto, si las tasas de vacunación son muy altas, es decir, cerca del umbral
crítico de inmunidad del rebaño, la rubeola probablemente se extinguiría en esa
población y la infección dejaría de ser una preocupación importante.

Sin embargo, entre el punto de introducción de la vacuna y la eliminación local,


existe el riesgo de que los incidentes de CRS aumenten como consecuencia de la
vacunación.

No todos los patógenos o vacunas producen inmunidad de por vida. Es por esta
razón, que recibimos inmunizaciones de refuerzo a lo largo de nuestras vidas. La
potenciación es algo que ocurre naturalmente también. Si un individuo es
actualmente inmune a un patógeno y está naturalmente expuesto a ese patógeno,
su sistema inmunológico reaccionará de la misma manera que una vacuna de
refuerzo. Sin embargo, la vacunación exitosa a nivel de la población reduce la
incidencia de infección en la población y la probabilidad de que un individuo se
encuentre con un refuerzo natural.

El aumento de la vacunación y la reducción asociada de la prevalencia de la


infección pueden llevar a un aumento de las tasas de extinción local de la
transmisión debido a la posibilidad aleatoria. Es decir, la posibilidad de que todos
los individuos infectados no se pongan en contacto y transmitan con éxito a un
individuo susceptible.

En general, esto es algo bueno, a medida que acelera la velocidad a la que se


elimina la infección de las poblaciones.

Sin embargo, esta extinción local rara vez ocurre en todas partes al mismo tiempo,
y siempre existe el riesgo de reintroducción de la infección de una población que
todavía tiene una infección endémica. La consecuencia de esta dinámica es que la
población susceptible puede acumularse en poblaciones después de la extinción
local. Por lo tanto, pueden producirse brotes subsiguientes siempre y cuando se
reintroduzca la infección. Algo que puede ser difícil de predecir de año en año, y
los brotes pueden ser más grandes de lo esperado porque la población
susceptible creció durante el tiempo en que la infección estuvo localmente
ausente.

Por lo tanto, aunque la vacunación necesariamente reducirá el número promedio


de infecciones a largo plazo, puede aumentar la variabilidad en los casos de un
año a otro.

La combinación de ambas direcciones, esto es, la inmunidad individual y los


efectos indirectos como la inmunidad de rebaño, significa que las consecuencias
de los programas de vacunación no siempre son fáciles de predecir. Los
programas de salud pública exitosos deben intentar anticipar estos cambios en la
dinámica de transmisión y hacer los ajustes necesarios. Por ejemplo, tener
cuidado al introducir vacunas para patógenos que pueden tener consecuencias
más graves en los adultos, introducir vacunas de refuerzo para mantener la
inmunidad en ausencia de refuerzo natural y aumentar la vigilancia para la
detección de brotes después de la eliminación local.

Prevenir un brote puede parecer siempre lo correcto que hay que hacer. El desafío
ético y la respuesta epidémica surgen de la cuestión de si es más útil prevenir que
alguien se enferme en el futuro que tratar a alguien que está enfermo ahora, o
simplemente asignar esos recursos para atender otras necesidades sociales como
vivienda, alimentación, saneamiento y seguridad.

La compensación entre la atención preventiva y el tratamiento de necesidades


agudas está siempre presente, pero a menudo es más evidente en emergencias
humanitarias. Debido a esto, la Organización Mundial de la Salud ha desarrollado
directrices para las consideraciones éticas para los programas de vacunas en
emergencias humanitarias agudas. Eso sirve como un buen resumen de muchos
de los temas que deben estar considerados en las respuestas a brotes en general.

La experiencia ha demostrado que las poblaciones corren el riesgo de brotes de


enfermedades infecciosas en tiempos de crisis, como la inestabilidad política, las
crisis de refugiados y los desastres naturales, debido a que la infraestructura
básica de salud a menudo se ve interrumpida o ausente, las prácticas de
saneamiento son difíciles de mantener y las poblaciones a menudo se vuelven
concurridas.

Al decidir si iniciar o no una intervención basada en una vacuna, uno debe


considerar el bien que se puede hacer, pero también evitar hacer cualquier daño.

Debemos preguntar primero: ¿Existe algún riesgo demostrado? Para


enfermedades que se propagan rápidamente, como el sarampión y el cólera, el
uso de la vacunación para prevenir o retardar la propagación de la epidemia
puede estar justificado para prevenir la enfermedad y la muerte.

Pero cualquier intervención conlleva riesgos, y uno debe evaluar el riesgo del
brote específico según la naturaleza de la enfermedad y las condiciones
epidemiológicas locales, la probabilidad de transmisión, la gravedad de la
enfermedad y la duración de la enfermedad.

Una intervención, cuando no es necesaria, puede quitar recursos de otras


necesidades públicas. El no ayudar cuando es posible y justificado viola el
principio de no hacer daño. Un principio rector en respuestas de crisis debería ser
la asignación justa de recursos básicos. Este es un problema particularmente
cuando las vacunas escasean.

Con la vacunación, se podría pensar en esto, en términos de distribución


equitativa de la vacuna en sí, o distribución de la vacuna que resulta en la
distribución más equitativa del riesgo.

Distribuir las vacunas de manera más equitativa, es decir, asegurar que todos
tengan las mismas posibilidades de vacunación, puede entrar en conflicto con los
objetivos utilitarios de ayudar a los más necesitados o prevenir la propagación, ya
que algunas personas tienen un mayor riesgo de infección, un mayor riesgo de
enfermedad grave si están infectadas o una mayor probabilidad de transmitir a
otros si están infectadas.

Durante el brote de influenza H1N1 de 2009, hubo un vigoroso debate sobre la


asignación a aquellos que tenían más probabilidades de estar en riesgo de
infección, como los trabajadores sanitarios. Aquellos que eran más propensos a
verse gravemente afectados por la infección, como los bebés y los ancianos. Y
aquellos que eran más propensos a transmitir, como los escolares. Para quien la
vacunación tendría el mayor beneficio indirecto para otros, la asignación de
recursos escasos siempre presenta desafíos y, a menudo, decisiones difíciles. La
toma de decisiones transparentes para las comunidades afectadas por estas
decisiones puede mejorar el compromiso y el cumplimiento. Esto es más fácil
decirlo que hacerlo, pero siempre debe ser un objetivo a alcanzar.

Las intervenciones de salud pública deben equilibrar el bien del individuo con el
bien de la comunidad. Esto puede presentar conflictos cuando las intervenciones
podrían limitar la autonomía individual en beneficio del bien público.

Los brotes en las crisis humanitarias presentan oportunidades para aprender a


facilitar la gestión actual o responder mejor a las amenazas futuras. Sin embargo,
uno debe equilibrar el beneficio de tal aprendizaje, con la asignación de recursos
fuera de las actividades de cuidado y prevención.

La vigilancia de enfermedades y programas se puede justificar fácilmente, en la


medida en que permiten la evaluación de la crisis actual y la detección de casos
que requerirían atención, y pueden indicar vacíos en el esfuerzo de control.

Cuando comenzó un brote de sarampión en Malawi en 2010, la respuesta inicial


fue vacunar a niños menores de cinco años, porque los niños mayores son más
propensos a ser inmunes.

Sin embargo, el análisis en tiempo real de los datos de casos por parte de
epidemiólogos indicó que una gran proporción de los casos se produjo en niños
mayores, y la respuesta a la vacunación se extendió a todos los niños menores de
15 años.

Por lo tanto, la asignación temprana de recursos para la vigilancia y el análisis


permitió una respuesta global más efectiva a los brotes.

Los tratamientos experimentales y los tratamientos terapéuticos pueden ser


tentadores de usar durante crisis y brotes cuando las vacunas y medicamentos
convencionales pueden escasear. Sin embargo, uno debe equilibrar el potencial
para hacer el bien con métodos experimentales contra la capacidad conocida de
las estrategias convencionales para funcionar.

Para evaluar el beneficio de una nueva vacuna o terapia, deberá ser evaluada
contra una persona que no la reciba o que reciba un placebo. Claramente, durante
un brote o en momentos de alto riesgo de brotes, puede que no sea factible o ético
suspender el tratamiento de algunas personas para facilitar el aprendizaje. Incluso
si acelera el tratamiento de los demás en el futuro.

Este fue el caso en los ensayos de vacunas durante el brote de Ébola de 2014. Al
final, se emplearon dos estrategias, en diseños de ensayos, para superar el dilema
ético. En uno, el llamado: "Diseño de Cuña escalonada", las tasas de infección en
aquellos que han recibido la vacuna son comparadas con las que recibirán la
vacuna, pero aún no por razones de logística. Una estrategia alternativa, la de
otorgar un control activo cuando una vacuna comprobada que brinda protección
contra otra enfermedad, se administró a quienes no recibieron la vacuna
experimental contra el Ébola.

Esta estrategia tuvo la mejor oportunidad de obtener resultados rápidos que


pueden beneficiar a la comunidad, pero a sabiendas dejó a algunas personas en
el estudio desprotegidas.

Si bien estos problemas se habían impuesto en el contexto de crisis, los


problemas éticos también siguen presentes fuera de ese entorno. Todavía hay que
considerar formas de distribuir la prevención y el tratamiento que maximice los
beneficios y minimice los costos para el individuo y la sociedad, que también sean
equitativos y transparentes.

Al final, no hay una respuesta simple a la pregunta de: ¿Cuál es la mejor manera?
La consideración de estos principios éticos en el diseño y evaluación de la
intervención de salud pública es probable que al menos nos guíe hacia una mejor
manera.

El virus del Herpes humano 1 y 2, que son más conocidos como: Herpes Simplex
Virus o HSV.
El HSV es mejor conocido por causar lesiones orales y genitales, que se repiten
una y otra vez. La infección oral por HSV es muy común, con aproximadamente el
70% de los adultos en los Estados Unidos, mostrando evidencia en el sistema
inmunológico, de infección pasada o presente por HSV1.

La infección por el virus del herpes genital es menos común, pero está en
aumento. En la actualidad, aproximadamente uno de cada cinco adultos en los
EE. UU. ha estado expuesto al HSV genital. Los Centros para el Control de
Enfermedades estiman que tres cuartas partes de un millón de nuevas infecciones
genitales por HSV ocurren cada año, con aproximadamente la mitad de estas
personas, jóvenes menores de 25 años. Como la infección por HSV dura toda la
vida, el número de personas infectadas por HSV sólo aumentará, a menos que
encontremos una manera de bloquear la propagación viral o de vacunar a la
gente.

HSV es un virus de ADN grande, con una capa de proteína llamada: tegumento,
que está rodeada por una envoltura de lípidos grasos. Esa envoltura hace la
infección del virus, pero también es susceptible de secarse.

Por lo tanto, sólo puedes contraer el HSV a través del contacto cercano y húmedo,
como besarse y en el sexo.

Lo que hace que el HSV sea un virus molesto, es que no se detiene al causar
lesiones en la piel o lesiones genitales. Además de replicarse en la piel, donde
puedes verlo y sentirlo, el virus también es recogido por tus terminaciones
nerviosas. Tu sistema nervioso incluye tu cerebro, médula espinal y los nervios
periféricos que se conectan a todas las partes de tu cuerpo.

Dentro de tus nervios y neuronas, el HSV establece una forma especial de


infección latente, donde permanece en silencio por un tiempo.

Ese tiempo puede ser tan corto como una semana o tan largo como una década o
toda una vida.
El virus puede reactivarse en cualquier momento, generalmente cuando estás bajo
estrés, y sale a través de los mismos nervios por los que entró por primera vez,
para reinfectar la piel y llegar a un nuevo huésped.

La razón por la cual la infección dura toda la vida, es porque la infección latente
del HSV en las células nerviosas o neuronas, nunca puede ser eliminado por tu
sistema inmunológico.

Los médicos pueden recetarte un medicamento llamado: Acyclovir, para tratar las
lesiones que ves y sientes en tu piel, pero ese medicamento sólo funciona en el
virus de replicación activa, no en la etapa latente en las neuronas.

El Acyclovir y sus derivados funcionan esencialmente como un tratamiento de


banda adhesiva para la infección, acortan la duración de la lesión y te ayudan a
curarte más rápido, pero no tratan la fuente subyacente de la infección.

Para eso, necesitamos desarrollar terapias que funcionen en las neuronas,


bloqueando la reactivación o aumentando la respuesta inmune para controlar la
infección.

Esperamos utilizar los nuevos conocimientos de la biodiversidad para mejorar la


defensa de vacunas y medicamentos, para que la próxima generación de terapias
esté diseñada para combatir no sólo una, sino todas las cepas y tipos de HSV.

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