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felicidad” RESUMEN
Epicuro: Samos 341 - Atenas 270
Empieza con el platonismo, luego va a cumplir servicios militares obligatorios para la
patria, donde conoce y se amiga con el poeta cómico Menandro.
Volvió a Samos pero su familia se había ido a Colofón, forzada al exilio.
Tristeza por eso, pero allí conoció, en una ciudad vecina, la teoría del átomo, de
Nausífanes (Teos, 321-311).
De allí pasó a Mitilene, en Lesbos, para propagar su propia doctrina.
Luego fue a Lámpsaco, donde incorporó de Anaxágoras (450) a su sistema filosófico.
Va en 306 a Atenas (muere ahí mismo) y busca acomodarse entre las escuelas reinantes
del momento: la Academia platónica y el Liceo aristotélico.
Contexto histórico:
La Grecia del IV a. C. había cambiado respecto de la pujanza del siglo anterior. El
concepto de ciudad-estado estaba acabado: Grecia = una sola entidad política, que se
movería a los solos dictados de un único señor, el monarca macedónico, ahora Filipo
(351-336 a. C.) y luego Alejandro (336-323 a. C.).
Los regalos que a aquella sociedad trajo la situación de guerra permanente fueron la
inseguridad física, la ruina, la pobreza y el desconcierto.
Además, los espíritus de los hombres seguían ligados al culto, temor y respeto a los
dioses, de los que no se esperaba nada de bueno.
También al temor a la muerte y lo que ocurría luego con el alma.
El optimismo y los favores que existían por parte de los dioses en el siglo pasado, ya no
existían.
Los dioses encadenaban más que liberaban a las personas.
En épocas anteriores, en la fase de la ciudad-estado, el individuo entretenía su tiempo en
las ocupaciones políticas cotidianas, y en tales entretenimientos daba satisfacción
también a sus preocupaciones religiosas, dado que ambas facetas, política y religión,
operaban al unísono.
Con el helenismo, esta situación cambia: Al entretenimiento de antaño sucede el vacío
de ahora, y al sentimiento de estar al abrigo de los dioses y de tener asegurada su
benevolencia sigue ahora la soledad y el sentirse desangelados.
Ante este panorama poco alentador, aparecen varias “soluciones” médicas y filosóficas:
Escepticismo: la enfermedad no tiene remedio, entonces solo resta reconocerlo y
aceptarlo con resignación.
Cinismo: vuelta a la vida primitiva, de adaptación a la naturaleza y seguir dictados
simples, para evitar el encadenamiento humano.
Estoicismo (de Zenón de Citión): propugnaba la rendición del hombre para echarse en
brazos del príncipe helenístico y de la omnipotente ordenación cósmica, en el concierto
de la cual el hombre era un juguete que quedaba a su arbitrio.
Obras de Epicuro:
● 300 rollos o libros.
● Sobre la naturaleza, 37 libros. Poco o nada conservado, solo mediado por
Diógenes Laercio en sus opúsculos, Lucrecio, etc.
● Epístola a Heródoto
● Epístola a Pitocles
● Epístola a Meneceo
● las llamadas Máximas Capitales.
● Colección de dichos breves y concisos, descubiertos en 1888, que, en honor del
lugar en que fueron hallados, reciben el nombre de Sentencias Vaticanas.
Teoría del átomo > construye un vasto, riguroso y fecundo sistema filosófico, capaz de
facilitar al máximo la vida afectiva, justamente por haber removido de ella gracias a la
ciencia física todos los obstáculos.
En todos sus escritos discurre más o menos prolijamente sobre la naturaleza de las
cosas.
Pregunta 3
Según Epicuro, las cosas objeto de conocimiento, proyectan a partir de sí mismas y
como parte de sí mismas unos efluvios que afectan y llegan al sujeto investigador bajo
la especie de sensaciones, sentimientos e imágenes. Esto es, el acto de conocimiento es
facultado por esta operación previa que consiste en el choque de los átomos de los
cuerpos exteriores con los del sujeto pensante.
Esta operación proporciona al sujeto pensante el material que le sirve de soporte:
sensaciones, sentimientos, imágenes.
Para lo sólido:
Así resulta que cada sensación particular se demuestra acertada o errónea si está en
consonancia o disiente de aquellas hermanas suyas, previas a ella, que se demostraron
correctas.
Por otro lado, los objetos sólidos pero demasiado sutiles emanan efluvios finos que
llegan al ser pensante bajo la forma de arquetipos o imágenes de los objetos en cuestión.
Ahora bien, al igual que acontecía con las sensaciones, tampoco las imágenes, a pesar
de proceder de los cuerpos exteriores, garantizan por sí veracidad.
Para dilucidar si las imágenes son correctas o falsas deben ser contrastadas con las
imágenes inamovibles asentadas dentro de nosotros mismos.
Un todo armónico.
Para hablar del movimiento del universo, recurre al vacío para explicarlo:
El movimiento es eterno, porque eterno es el vacío y el átomo dotado de peso.
Consecuencia del movimiento eterno de los átomos es que el Universo se mueve a
instancias e impulsos propios. De donde queda excluida la creencia de que los dioses
son los ordenadores y motores del Universo.
Pero, por otro lado, descubre Epicuro dos modalidades de movimiento de los átomos:
● uno regular, predeterminado, invariable,
● otro que se substrae a esa necesidad.
Afirma Long que no hay texto alguno del propio Epicuro que aluda a este movimiento
particular de los átomos que se sustrae a aquel otro movimiento regular, liberador del
hombre de las garras de la necesidad, sino sólo el de Lucrecio. Ahora bien, las palabras
clave utilizadas por Lucrecio para dar cuenta del origen de ese movimiento espontáneo,
no encadenado, son declinando (libro 2, línea 253) y clinamen (libro 2, línea 292).
Entonces hay un movimiento regular y otro que se le contrapone, que lo contrarresta: un
movimiento espontáneo originado en razón de que los átomos en cuestión están
inclinados (keklimenai) respecto a los otros átomos con los que entrechocan.
Inferimos de ello que Epicuro utiliza esta teoría para, por un lado, liberarse del
determinismo, que reduce al hombre a mera marioneta, y, por otro, para dar cuenta de la
libertad individual.
Pregunta 4:
Por este camino llega a la conclusión de que la muerte no toca a la vida, por lo que
mientras vivimos la muerte nos es extraña, y cuando la muerte es, nosotros no somos.
Por tanto, separados cuerpo y alma, ni el cuerpo ni el alma sienten, ni, en consecuencia,
sufren. Por lo mismo, tampoco aquí hay razón para temer.
También esto cabe decir de los dioses. Tampoco ellos son cosa de temer.
Pero con los solos datos aportados hasta aquí no se da la felicidad en el gozo, que, según
Epicuro, es lo único a que aspira el hombre y lo único que conlleva su plena realización.
Los conocimientos sobre la auténtica cualidad de las cosas esenciales nos proporcionan
los fundamentos principales de la imperturbabilidad, plataforma necesaria para el
asentamiento del gozo, imperturbabilidad también proporcionada por un modelo de
conducta humana que rehúye ella misma crearse motivos o situaciones que la
produzcan o favorezcan.
Así, el conocimiento debe librarnos de los motivos ancestrales de inquietud y también
enseñarnos a rehuir toda conducta que lleve en sí génesis de turbación.
En este sentido Epicuro aconseja, incluso con el ejemplo, el desinterés por la política,
dado que conlleva una vida de cuidados, contrarios a la quietud y gozo. La satisfacción
de los deseos es cosa buena.
Extensión del epicureísmo: Cicerón es testigo de que «los epicúreos (romanos) se han
apoderado de Italia entera por medio de sus escritos». Esto ocurría en el siglo I a. C.
Efectivamente, en esta época destacan dos epicúreos: Filodemo de Gádara y Lucrecio.
De Lucrecio, muerto en el 53 a. C., sólo hay que decir que, gracias a su excepcional
talento científico y literario, consiguió verter al latín, en su impar poema De rerum
natura, la doctrina de Epicuro y darle proyección universal.