Ese extraordinario encuentro: la poesía a la luz del futuro
Hablar sobre el poema, escucharlo, augurar en ello la mejor y más completa
manera de cercar la realidad y depararnos sus secretos. No para obtenerlos y jugar con ellos, sino para evocarlos, en susurros mientras nos llenamos de asombro. Sobre qué quisiéramos hablar ahora que todo relumbra con la oscuridad del desastre. De qué decir lo más preciado, lo más noble. Indecisos nos movemos, sabiendo lo que no nos gustaría encontrar, pero sin muchas certezas de aquello que buscamos. ¿Qué es la poesía ante eso? ¿Cómo la poesía puede tejer aquello que no salve? ¿De qué forma lo hace? ¿A qué nos referimos con salvarnos? Para una sociedad que aún apuesta sin retorno hacia la propia destrucción, ¿qué depara el poema, qué construye -a pesar de todo- esa intensidad que deslumbra, ese fulgor que revela y esa certeza que no está solo en la mente sino en todo el cuerpo, en las manos, en el corazón y en la lumbre intuida de la noche? Me gustaría en estas páginas reparar en la forma en que la poesía nos ha ido revelando estaciones para el futuro, relacionar lo que antes pensábamos desconectado o sin una unión evidente. Me gustaría que pudiéramos adentrarnos en las evocaciones que el poema ha podido nombrar y desde ahí, trazar los posibles caminos para una sociedad que recupere su destino creativo, su destino de abrazo, en suma: esa vitalidad que es propia de la consciencia.