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Tema 1-0,3 Cómo se escribió, géneros literarios

Tema 1-0,3 Cómo se escribió, géneros literarios

¿En qué idiomas se escribió la Biblia?


Los textos que componen La Biblia fueron escritos en tres idiomas. Dos son de origen semítico: el hebreo y el
arameo. El restante es de origen indoeuropeo: el griego.
Los libros del Antiguo Testamento se escribieron casi todos en hebreo, salvo algunas partes, en arameo. Estas
partes las encontramos en los libros de Daniel y de Esdras.
En el idioma griego, fueron escritos los libros de Sabiduría y II Macabeos. Los libros Deuterocanónicos no se
incluyen en el canon de la Biblia hebrea, sino que se conocen a través de su traducción griega (llamada de los
Setenta), aunque es posible que los originales, hoy perdidos, estuvieran en hebreo.
Todos los libros del Nuevo Testamento se escribieron en griego. Algunos de los evangelios incluyen algunas
palabras o expresiones en arameo, pero son muy pocas.
El hebreo constituyó la lengua que adoptaron los israelitas al llegar a la tierra de Canaán. Hasta la época del
destierro, el pueblo hablaba en hebreo, y los libros se escribían en el mismo idioma. Luego del destierro, el pueblo
comienza a hablar en arameo, y el hebreo se convierte en la lengua escrita y culta.
El arameo es un idioma procedente de la región sirio-arábiga, que comienza a ser utilizado en la diplomacia y en el
comercio internacional a partir del siglo VII a.C. El imperio persa lo utilizó para unificar las relaciones entre los
distintos países que tenía bajo su órbita de dominio. En Israel, el arameo sustituye al hebreo como lengua popular
después del destierro. Sin embargo, la Ley (los escritos bíblicos) siguió escribiéndose y leyéndose en hebreo. De
allí la necesidad de crear escuelas para que el pueblo aprendiese hebreo y conociera la Biblia. Al frente de estas
escuelas estaban los escribas (quienes realizaban las copias de los escritos bíblicos) y los Maestros de la Ley. Su
influencia en el pueblo es creciente a partir de la vuelta del destierro, y llegan a convertirse en verdaderos guías del
pueblo.
El griego sustituye al arameo como idioma oficial, luego de las conquistas de Alejandro Magno, hacia el 330 a.C.
El griego utilizado en la Biblia no es el griego clásico, sino una versión más simplificada y popular llamada griego
koiné. Este era el idioma común a los pueblos del Mediterráneo para los intercambios comerciales y culturales, y
fue utilizado entre los siglos IV a.C. y VI d.C.
“El Antiguo Testamento está escrito en hebreo (con algunos pasajes en arameo), excepto algunos libros en griego.
Al texto hebreo se le llama a veces ‘texto masorético’ (los ‘masoretas’ son unos sabios que, a partir del siglo VII
d.C., pusieron vocales para facilitar la lectura del hebreo que, como el árabe, sólo se escribe normalmente con
consonantes).
El Antiguo Testamento fue traducido al griego a partir del siglo III a.C. en Alejandría. Esta traducción, muy
cuidada, es llamada de ‘los Setenta’, debido a los 70 sabios que, según la leyenda, tradujeron el texto hebreo del
Pentateuco. Se conocen otras traducciones griegas antiguas: las de Aquila, de Símaco, de Teodoción.
El Nuevo Testamento fue escrito íntegramente en griego, en la lengua ‘común’ de aquella época, que no es el
griego clásico (a veces se le llama a esta lengua griega ‘koiné’ o ‘común’).
La traducción latina de la Biblia se hizo en diversas épocas. La llamada ‘Vulgata’ (o ‘edición vulgarizada’) es
obra de san Jerónimo, entre los siglos IV y V.”

¿Qué materiales se usaban para escribir?


El material más utilizado en tiempos del Antiguo Testamento eran los rollos de papiro.
Esta especie de junco crece en zonas pantanosas. Con los tallos se fabricaba el papel más común de aquellos
tiempos. Se cortaba en tiras que se disponían sobre maderas para ser golpeadas. Después, estas tiras rectangulares
se unían por los extremos para formar un rollo. El clima contribuía a que se deterioraran, por lo cual había copistas
que se encargaban de copiar los manuscritos de los textos sagrados. El trabajo de copista era muy meticuloso y
exigía una gran atención y un severo control  de calidad para impedir posibles errores. Los copistas copiaban una
columna de texto al lado de la otra, a lo ancho del rollo. Por lo tanto, para leer el texto había que desenrollarlo.
Los rollos también podían fabricarse sobre cuero o pieles, cortados en tiras y cosidos.
En el año 1947, se produjo un importante descubrimiento en la zona del Mar Muerto. En unas cuevas cercanas a
Qumrán, se encontraron los manuscritos más antiguos del Antiguo Testamento. En esta zona, en la época de Jesús,
vivía un grupo religioso.  Cuando los romanos derrotaron a los judíos en la guerra de los años 66-73 d.C.,
escondieron los rollos en estas cuevas para conservarlos. Se encontraron copias de casi todos los libros del Antiguo
Testamento, salvo el de Ester, y otros rollos con valiosas informaciones de la vida cotidiana en esos días o con
comentarios de los textos bíblicos. Hasta este descubrimiento, los manuscritos más antiguos que se poseían datan de
los siglos IX y X d.C. Es interesante la comprobación de que el texto bíblico había cambiado muy poco en este
largo tiempo. Muestra del trabajo meticuloso de los copistas.
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Los primeros trabajos de los libros del nuevo Testamento seguramente fueron realizados en estos mismos
materiales.
Alrededor del año 200, aparece una creación romana, el Codex, que se asemeja a nuestros libros actuales. Son
planchas de cuero rectangulares,  estiradas y cosidas en un costado para formar un bloque encuadernado. Su uso era
mucho más práctico que los antiguos rollos, y pronto se extendieron las copias.
Hoy en día, se conservan colecciones de papiros, que datan de los siglos II y III d.C., con textos del Nuevo
Testamento. Pero los manuscritos más completos son códices que todavía se conservan, de alrededor del siglo IV
d.C.
Los Géneros Literarios
Al acercarnos a los textos bíblicos, es de suma importancia tener en cuenta la forma que utiliza el autor para
expresar su mensaje.
La Biblia es una colección de 73 libros, escritos por diferentes personas, en diferentes lugares y épocas. Los
contextos históricos y culturales en los que nacieron los escritos que componen la Biblia son muy diversos. Hasta
podemos encontrar, en un mismo libro, partes correspondientes a distintos autores y momentos históricos (recordar
lo visto en el tema anterior con relación a la formación de los libros del Pentateuco).
La Palabra de Dios llega hasta nosotros a través de la pluma de diferentes personas, convocadas por Dios para esa
tarea, que viven en distintas circunstancias históricas y se expresan literariamente por medio de diversas formas de
escribir.
Para comprender los textos y descubrir el mensaje de Dios es imprescindible tener en cuenta la manera en que el
autor se expresa y escribe.
“No es lo mismo leer un libro de poesías que de historia, o una novela, una obra de teatro, una carta o un código
de leyes. Ante cada uno tomamos una actitud diferente. Sería un grave error leer una novela tomándola al pie de la
letra como si fuera una historia realmente sucedida; y tomaríamos por loco al que quisiera considerar como leyes
civiles los entusiasmos románticos de unas poesías de amor. Pues este error lo cometemos con frecuencia cuando
leemos la Biblia como si todo estuviera escrito en la misma clase de género literario. Uno es el lenguaje
expresado en un libro de profecías y otro distinto el que usa un libro de leyes como el Levítico. Si se trata de un
libro de género poético, como los Salmos, no podemos tomar sus palabras del mismo modo que las de una carta de
San Pablo.
Los géneros literarios son, pues, las diversas formas en que puede expresarse un autor al escribir, según sea la
intención que él busca en sus escritos. Todos nosotros usamos diversos géneros literarios según sea nuestra
intención. Así, el enamorado se dirige a la enamorada de muy distinta forma de la de un periodista que da una
información, o de la forma en que un médico escribe una receta. Sería necio quien interpretase todos los lenguajes
de la misma manera.”
Esto de los géneros literarios se aclara con algunos ejemplos sencillos:
 Nadie, al abrir un libro de historia, espera encontrar el texto escrito en forma de poesía y rimado...
 No esperamos encontrar el mismo lenguaje, estilo, formas de expresión en un diario que en el texto de la
Constitución...
 Un libro de Ciencia, por ejemplo, un libro de Biología, tendrá un vocabulario específico muy diferente del
de una novela...
En definitiva, cuando accedemos a un texto escrito, nuestra actitud mental y nuestra disposición para entender
varían según cómo identifiquemos a ese texto, dentro de las posibles variantes que conocemos.
Un grave problema de interpretación de la Biblia ha sido olvidar los géneros literarios que componen los diversos
escritos y confundir un relato mítico o poético con una tesis histórica o científica. Esto resulta muy claro al pensar
en las controversias que han generado, y lo siguen haciendo, los textos bíblicos del Génesis sobre la creación. Se
intenta, equivocadamente, dar respuestas científicas, desde un texto que no pretende ser científico, sino transmitir el
mensaje de que Dios creó el universo, ¡expresado en un bello relato nacido en una cultura de hace casi tres mil
años!
Muchos equívocos, como el señalado a manera de ejemplo, se han presentado a lo largo de la historia por no tener
en cuenta los géneros literarios en que fueron escritos los textos bíblicos.
El Concilio Vaticano II, en su Constitución Dogmática que habla de las Sagradas Escrituras, Dei Verbum, nos
recomienda con claridad y firmeza:
“Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana,
para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con
atención qué pretendieron expresar realmente los autores y qué quiso Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los autores, entre otras cosas hay que atender a los géneros literarios,
puesto que la verdad se propone y se expresa ya de maneras diversas en los textos de diverso género histórico,
profético, poético o en otras formas de hablar.
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Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar el autor en cada circunstancia,
según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época.
Pues, para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender
cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del
autor, como a las que en aquella época solían usarse en el trato cotidiano de los hombres”. Dei Verbum, 12

Los autores sagrados se expresan con la mentalidad de su tiempo. Para desentrañar el mensaje de los textos bíblicos
y encontrar su relación iluminadora con lo que vivimos hoy, debemos  identificar el género literario en que fue
escrito el texto.
Según el género, varían el lenguaje y el vocabulario utilizados. En libros históricos, tendremos más referencias a
sucesos, fechas, lugares y personajes. En libros poéticos, encontraremos metáforas, comparaciones, figuras
literarias diversas que habrá que interpretar; a veces, lo que el autor siente y transmite es una experiencia que
podemos compartir (por ejemplo, en algunos Salmos). Los libros de leyes nos abrirán las puertas a una variedad de
disposiciones sociales, religiosas, rituales, relacionadas con la higiene, con la vida cotidiana, con la moral. Los
libros proféticos nos hablarán de la visión de la historia según  la mirada de Dios, muchas veces, con imágenes y
lenguajes figurados, que habrá que interpretar conociendo la realidad de la época. En las cartas, tendremos que
poner atención en el autor, los destinatarios, los temas que se desarrollan...
La Biblia es muy rica en géneros literarios, y podemos encontrar distintas clasificaciones. Lo que importa es que
quede clara la necesidad de conocerlos para interpretar la Palabra de Dios con fidelidad a la intención original del
autor que Dios mismo ha inspirado. Los autores no expresan el género con el que escriben, por lo tanto, es tarea de
los que leen la Biblia identificarlo y conocerlo (que es lo que nos pide el Concilio en el texto citado).
Los géneros literarios son una clave que no podemos dejar de lado a la hora de leer e interpretar un  texto bíblico.
A continuación, brindamos una lista de los más representativos. Existen muchas clasificaciones de géneros
literarios presentes en la Biblia, nosotros optamos por una sencilla, que puede ser ampliada.

> Histórico
Este género es de los más extendidos en la Biblia. Muchas de sus partes son narraciones y relatos de hechos
históricos reales o imaginarios, que intentan descubrirnos el sentido que la historia y las cosas que pasan tienen
desde la mirada de Dios y su proyecto salvador.
Existen varios subgéneros dentro del histórico: relatos populares, épicos, memorias, biografías, y otros.
Lo encontramos en todos los libros del Antiguo Testamento denominados históricos (Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1
y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, etc.), en algunas partes de los libros del Pentateuco (con excepción del Levítico); y en el
Nuevo, en los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles.
Ejemplos:
“Cuando Samuel se puso viejo dejó a sus hijos como jueces de Israel. El mayor de sus hijos se llamaba
Joel y el otro se llamaba Abias, y juzgaban en Bersebá. 
Pero no fueron igual que su padre. Buscaban el dinero, aceptaban regalos y violaban la justicia.
Se reunieron, pues, los jefes de Israel y fueron a Ramá, donde estaba Samuel, y le dijeron: ‘Tú ya
estás viejo y tus hijos no siguen tus ejemplos. Pues bien, danos un rey para que nos gobierne, como
hacen los reyes en todos los países’”. 1 Sam. 8, 1-5
“En ese tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vinieron a atacar a Jerusalén,
cercando la ciudad. Nabucodonosor llegó cuando la ciudad estaba sitiada por su gente. Joaquín, rey
de Judá, se rindió junto con su madre, sus servidores, sus jefes y sus funcionarios. Era el octavo año
del reinado de Nabucodonosor. Este los detuvo y se llevó los tesoros de la Casa de Yahvéh y de la casa
del rey. Además, destruyó todos los objetos de oro que había hecho Salomón, rey de Israel, para el
altar de Yahvéh. Así se cumplió la palabra que Yahvéh había dicho. Nabucodonosor llevó al destierro
a todos los jefes y notables, herreros, cerrajeros, a todos los hombres de valor y aptos para la
guerra. Un total de diez mil fueron desterrados a Babilonia. Solamente quedó la parte más pobre de
la población”. 2 Re. 24, 10-14

> Legislativo
También llamado jurídico. Alude a la serie de leyes y preceptos que regulaban la vida del pueblo. Muchas de ellas
tienen elementos comunes a otros pueblos vecinos, aunque encontramos características propias. Se entremezclan
con narraciones, sin constituir un libro determinado y separado, al estilo de nuestros actuales códigos de leyes.
Abarcan muchos aspectos de la vida cotidiana, de la higiene, de la moral, del culto y los ritos.
Se encuentra presente en cuatro de los libros del Pentateuco: Exodo, Levítico (especialmente), Números y
Deuteronomio.
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Ejemplos:
“Entonces Dios dijo todas estas palabras: ‘Yo soy Yahvéh tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de esclavitud.
- No tengas otros dioses fuera de mí.
- No te hagas estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra. No te postres ante
esos dioses, ni les des culto, porque Yo, Yahvéh, tu Dios, soy un Dios celoso. Yo castigo hijos, nietos y biznietos
por la maldad de los padres cuando se rebelan contra mí.  Pero doy mi favor hasta mil generaciones para
aquellos que me aman y observan mis mandamientos.
- No tomes en vano el nombre de Yahvéh, tu Dios, porque Yahvéh no dejará sin castigo a aquel que toma su
nombre en vano.
- El día del Descanso será para ti un día sagrado: para que te acuerdes de mí. Trabaja seis días y en ellos haz
tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso, consagrado a Yahvéh, tu Dios. Que nadie trabaje. Ni tú, ni
tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales,  ni los forasteros que viven en tu país. Pues
en seis días Yahveh hizo el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos, pero el séptimo día Yahvéh
descansó,  y por eso bendijo el sábado y lo hizo sagrado.
- Respeta a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra que Yahvéh, tu Dios, te da.
- No mates.
- No andes con la mujer de tu prójimo.
- No robes.
- No des falso testimonio contra tu prójimo.
- No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro.  No codicies
nada de lo que le pertenece”. Ex. 20, 1-17
“Yavé habló a Moisés: ‘Cuando ustedes cosechen, no sieguen hasta la misma orilla del campo,  ni recojan las
espigas caídas. Tampoco rebusquen en sus viñas, ni recojan de sus huertos las frutas caídas. Las dejarán para
los pobres y los forasteros. No hurtarán, no mentirán, ni se engañarán mutuamente. No jurarán en falso por
mi nombre porque esto sería deshonrar el nombre de tu Dios. ¡Yo soy Yahvéh! No oprimirás ni despojarás a tu
prójimo. No retendrás el salario del jornalero hasta el día siguiente. No injuriarás al sordo, ni pondrás
tropiezos al ciego, sino que temerás a tu Dios. Si eres juez, no hagas injusticias, ni en favor del pobre ni del
rico. Con justicia juzgarás a tu prójimo. No calumniarás a tu prójimo ni buscarás medios legales para hacerlo
desaparecer. No odies en tu corazón a tu hermano; corrígelo más bien; con esto no llegarás a cometer faltas
contra tu prójimo. No te vengarás ni guardarás rencor contra tus compatriotas, sino que más bien amarás a tu
prójimo como a ti mismo, pues Yo soy Yahvéh’ ”. Lev. 19, 9-18
> Profético
El género profético o profecía  ocupa un vasto sector del Antiguo Testamento.
El profeta es portavoz de la palabra de Dios, la que comunica al pueblo mediante oráculos. Es común que inicie su
mensaje con las palabras:
“Así habla Yahvéh...”, “Estas fueron sus palabras...”, “Escuchen la palabra de Yahvéh..”, “Yahvéh me dirigió
estas palabras...”;
Tras lo cual el profeta comunica la voluntad de Dios, a través de la denuncia de alguna situación de pecado, o el
anuncio de la salvación prometida, o el anuncio de alguna calamidad. Sus palabras pueden ser de alegría o de
aflicción. Muchas veces utilizan imágenes simbólicas para expresar la palabra de Dios.
Encontramos numerosos ejemplos de este género en los libros proféticos: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, y otros.
Ejemplos:
“¡Cielos y tierra oigan! Escuchen la queja de Yahvéh: Crié hijos hasta hacerlos hombres pero se rebelaron
contra mí. El buey conoce a su dueños y el burro, el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo
no comprende”.  Is. 1, 2-3
“Palabra que Yahvéh dirigió a Jeremías: ‘Levántate y baja a la casa del que trabaja la greda: allí te haré oír
mis palabras’. Bajé, pues, donde el alfarero, que estaba haciendo un trabajo al torno. Pero el cántaro que
estaba haciendo le salió mal, mientras amoldaba la greda. Lo volvió entonces a empezar, transformándolo en
otro cántaro a su gusto.  Yahvéh, entonces, me dirigió esta palabra: ‘Yo puedo hacer lo mismo contigo, pueblo
de Israel; como el barro en la mano del alfarero, así eres tú en mi mano. A veces yo hablo, respecto de algún
reino, o de alguna nación, amenazando con destruir y arrancar. Mas ellos cambian su proceder, dejando la
maldad que yo denunciaba. Entonces, yo también cambio mis proyectos y ya no les quiero causar ningún
mal.  Otras veces, yo hablo respecto de alguna nación, o de algún reino, prometiendo edificar y plantar.  Mas
ellos hacen lo que me desagrada y dejan de escuchar mi voz. Entonces yo también me arrepiento y ya no
quiero hacerles el bien que prometía’. Pues bien, oigan lo que dice Yahvéh a la gente de Judá y a los
habitantes de Jerusalén: ‘Sepan que yo estoy preparando contra ustedes una desgracia. Arrepiéntanse cada
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uno de su mal proceder, y mejoren su conducta y sus obras’. Pero ellos respondieron: ‘¡Basta! Nosotros
haremos según nos parezca y cada uno seguirá sus propias ideas, por malas que sean’”. Jer. 18, 1-12
> Sapiencial o Sabiduría
La sabiduría que nos presenta la Biblia tiene mucho que ver con el sentido común y la experiencia que se recoge en
el caminar de la vida. Tiene muchos puntos de contacto con la sabiduría oriental, y como ella, a través de sentencias
cortas, sencillas y populares, parecidas a nuestros refranes, busca aconsejar para alcanzar la felicidad y la plenitud
de la vida.
Encontramos este género literario en los libros de Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría.
Ejemplos:
“El hijo inteligente escucha los consejos de su padre, el burlón no escucha la reprensión. Por el fruto de su
boca, el hombre gusta el bien, pero los traidores se alimentan de violencia. El que vigila su boca conserva su
vida, el que habla mucho se pierde.  El flojo espera, pero vano es su deseo; por el contrario, los trabajadores
desean y son colmados”.  Prov. 13, 1-4
“Hay un tiempo para cada cosa, y un momento para hacerla bajo el cielo: Hay un tiempo de nacer y tiempo
para morir; tiempo para plantar, y tiempo para arrancar lo plantado. Un tiempo para dar muerte, y un tiempo
para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir. Un tiempo para llorar y otro para reír; un
tiempo para los lamentos, y otro para las danzas.” Ecl. 3, 1-4
> Apocalíptico
Este género está emparentado con el profético, aunque tiene elementos característicos y diferenciales.
En griego, apocalipsis, quiere decir revelación, manifestación, explicación. El autor de un apocalipsis mira al futuro
para poder explicar el presente y brindar esperanza. Son escritos que surgen en tiempos de persecución, y su
finalidad es contribuir a fortalecer a los lectores, anticipando el triunfo final de Dios y sus seguidores. El lenguaje y
el vocabulario que utilizan están plagados de imágenes y símbolos. Son comunes las visiones y revelaciones en
sueños. Los números, los colores, las figuras tienen un significado que hay que desentrañar.
El texto se parece a uno de esos mensajes cifrados en clave, que hay que leer y releer para entender. Sucede que
muchas de las imágenes o símbolos utilizados no tienen para nosotros la relevancia que poseían para los lectores a
los cuales se dirigió originalmente el escrito. Por lo tanto, es necesario conocer estos códigos, símbolos para
comprender el mensaje y permitir que también a nosotros se “nos corra el velo” y podamos descubrir lo que Dios
nos quiere transmitir en estos relatos.
En el Antiguo Testamento, encontramos este género en el libro de Daniel, y en el Nuevo, en el Apocalipsis de san
Juan. Hay textos más cortos presentes en Isaías (capítulos 24-27) y Marcos (capítulo 13).
Ejemplos:
“El año primero del reinado de Baltasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones en su mente,
mientras dormía en su lecho. En cuanto despertó, puso el sueño por escrito...Seguí contemplando
la visión nocturna:En la nube del cielo venía uno, como un hijo de hombre. Se dirigió al Ancianoy
fue llevado a su presencia. A él se le dio poder, honor y reino; y todos los pueblos y las
naciones de todos los idiomas le sirvieron. Su poder es para siempre y que nunca pasará; y su
reino jamás será derribado”. Dan. 7, 1.13-14
“Se apoderó de mí el Espíritu, el día del Señor, y oí a mis espaldas una voz que sonaba como una
trompeta: ‘Escribe en un libro lo que veas y manda ese libro a las siete Iglesias de Efeso, Esmirna,
Pérgamo, Tiatira, Sardos, Filadelfia y Laodicea’. Me volví para ver quién me hablaba; detrás de
mí había siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros vi a uno que es como Hijo del
Hombre, con un vestido que le llegaba hasta los pies y un cinturón de oro a la altura del pecho. Su
cabeza y sus cabellos son blancos, como lana blanca como la nieve, y sus ojos parecen llamas de
fuego. Sus pies son semejantes a bronce pulido, cuando está en horno ardiente. Su voz es como un
estruendo de grandes olas...” Ap. 1, 10-14

> Cartas o Género Epistolar


Este género lo encontramos en el Nuevo Testamento con numerosos ejemplos.
Constituye un envío escrito a un destinatario, que puede ser una persona o una comunidad, por lo general, lejana en
la distancia.
Existe una cierta familiaridad en el trato. Aparecen saludos personales, dedicatorias, agradecimientos. Hay quienes
distinguen las cartas, en las que está presente este trato familiar (ejemplo, “A los Corintios”), de las epístolas, que
no lo tienen (ejemplo, “A los Hebreos”).
En las cartas aparecen consejos, instrucciones, aclaraciones, exhortaciones y llamados a la esperanza, así como
reflexiones sobre temas más doctrinales de la fe.
Ejemplos:
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“Ante todo doy gracias a mi Dios, por intermedio de Cristo Jesús, por todos ustedes, porque la fe
de ustedes es famosa en el mundo entero. A cada momento los recuerdo en mis oraciones; de eso,
Dios es testigo, al que sirvo de corazón como encargado de la Buena Nueva de su Hijo. Y
constantemente le ruego que, por fin, algún día, si es de su voluntad, me allane el camino para
visitarlos. Tengo muchas ganas de verlos para comunicarles algún don espiritual que los haga más
firmes. De hecho, tanto ustedes como yo nos vamos a animar a compartir nuestra fe común”.
Rom. 1, 8-12
“Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el amor, no sería
más que bronce que resuena y campana que toca. Si yo tuviera el don de profecías, conociendo las
cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes,
pero me faltara el amor, nada soy. Si reparto todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi
propio cuerpo para ser quemado, 
pero sin tener amor, de nada me sirve.” 1 Cor. 13, 1-3
> Lírico o poético
La expresión poética también tiene su lugar, y destacado, en la Biblia. En distintos textos, encontramos la presencia
de cantos, oraciones, poesías, poemas, con claros elementos religiosos producto de la experiencia de la fe.
Los representantes por excelencia de este género son los Salmos, por su cantidad y calidad literaria. También,
hallamos este género en el libro del Cantar de los Cantares, Lamentaciones, y en cantos diseminados en otros libros,
como el canto que sigue al paso del Mar Rojo, en Ex. 15,  o el cántico de Ana, en 1 Sam. 2, 1 ss; o el cántico de
María, en Lc. 1, 46-55.
Ejemplos:
“El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos él me hace reposar y adonde brota agua
fresca me conduce. Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige por amor de su
nombre”. Sal. 23 (22), 1-3
“¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! Tus ojos son como palomas detrás de tu velo. Tus
cabellos, como un rebaño de cabras que ondulan por las pendientes de Galaad. Tus dientes, ovejas
esquiladas que acaban de bañarse, cada una lleva su par de mellizos y ninguna va sola”. Cant. 4, 1-2
A la hora de leer un texto...
 Identificar el momento histórico en que fue escrito. (Para esto nos ayudan mucho las introducciones que
existen en la Biblia, al comienzo de cada libro.)
 Relacionar la forma literaria que presenta el texto con alguno de los géneros literarios que describimos.
 Orientar las preguntas con las que trabajemos el texto de acuerdo con el género literario (Por ejemplo: si es
histórico: ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quiénes? ¿con qué otros sucesos se relaciona lo leído?; si es un texto
poético: ¿Utiliza imágenes? ¿Cuáles? ¿Qué significan?) El texto define las  preguntas que nos ayudarán a
interpretarlo.
 Descubrir el mensaje que el autor quiso transmitir con el texto a sus compañeros de época.
 Aplicar el texto y su mensaje a nuestra situación actual, ¿qué quiere decirnos este texto hoy?
Tener en cuenta que el saltear los pasos y pasar de la lectura del texto directamente a lo que nos quiere decir hoy,
muchas veces, lleva a mal interpretar los textos bíblicos.

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