Está en la página 1de 25

Hallazgos

ISSN: 1794-3841
revistahallazgos@usantotomas.edu.co
Universidad Santo Tomás
Colombia

Rendón, María Isabel; Agudelo, Jessica


Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios
Hallazgos, vol. 8, núm. 16, julio-diciembre, 2011, pp. 219-242
Universidad Santo Tomás
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=413835206013

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Evaluación e intervención en crisis: retos para los
contextos universitarios
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo*

R
Recibido: 2 de junio de 2011 Una crisis se caracteriza por una falla temporal en los recursos
Evaluado: 10 de julio de 2011
Aceptado: 29 de julio de 2011 habituales de afrontamiento de una situación especí ca. El ries-
go de efectos adversos se incrementa en caso de no recibir una
atención de primeros auxilios psicológicos que minimice la pro-
babilidad de daño y maximice las oportunidades de cambio. Por
ello, es necesario disponer de un esquema de nido de atención
en crisis, de manera que quienes asumen su manejo cuenten con
una orientación e caz basada en un soporte teórico y empírico.

Este artículo apunta en esa dirección: ofrecer un panorama con-


ceptual sobre la crisis y una descripción de las tareas propias de
la evaluación y la intervención. También se presenta la Terapia
de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus iniciales en inglés)
como una alternativa de abordaje centrada en valores, y se for-
mula una serie de retos propios del trabajo con individuos en
crisis en contextos universitarios.

P 
Crisis, primeros auxilios psicológicos, intervención en crisis, Te-
rapia de Aceptación y Compromiso, contexto universitario

* Investigadoras de la Facultad de Psicología de la Universidad Santo Tomás. Grupo de Investigación “Psicología, Salud y Calidad de Vida”, Línea de
Investigación: Bienestar, Cultura y Desarrollo.

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 219
Crisis assessment and intervention: challenges for
higher education contexts
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

A
A crisis is characterized by a temporary failure in the usual Recibido: 2 de junio de 2011
Evaluado: 10 de julio de 2011
coping resources to deal with a di cult situation. The risk of Aceptado: 29 de julio de 2011
adverse e ects increase if the individual does not receive psy-
chological rst aid to minimize the likelihood of damage and
maximize the opportunities for change. For these reasons, it is
necessary to provide a well-de ned guideline based on theo-
retical and empirical evidence for the sta in charge of crisis
situations.

This paper aims at this goal by o ering a conceptual overview


of the crisis and a description of the main tasks involved in as-
sessment and intervention. Acceptance and Commitment The-
rapy (ACT) is presented as an alternative approach based on
values, and a series of particular challenges in the work with
individuals in crisis in higher education contexts is discussed.

Kw
Crisis, psychological rst aid, crisis intervention, Acceptance
and Commitment Therapy, higher education context

220
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

I blación que se pretende cubrir, la manera en


que ésta accede a los servicios de este tipo,
Vivimos en una época de eventos produc- la infraestructura dispuesta para ello y la
tores de crisis inherentes a la vida humana naturaleza misma de las crisis más frecuen-
y a la sociedad contemporánea (Roberts y tes (Paladino y Barrio-Minton, 2008).
Oens, 2005). Los individuos en crisis im-
ponen una serie de retos que hacen necesa- Dado este panorama, resulta pertinente
rio disponer de herramientas para la toma contar con una aproximación viable en el
de decisiones críticas, en consonancia con contexto universitario que permita brindar
el hecho de que tales personas pueden estar un apoyo e caz en situaciones de crisis y
haciendo un último esfuerzo por buscar o que sea, al mismo tiempo, un abordaje teó-
aceptar ayuda y, por tanto, encontrarse mo- rica y empíricamente soportado. Desde esta
tivados para intentar algo diferente. lógica, en el presente artículo se presentan
conceptos relevantes, tales como crisis, sui-
En consecuencia, la intervención debe cons- cidio y a nes, se describe el abordaje de
tituir una oportunidad para enfocarse en el ACT y se esbozan retos para los contextos
momento presente, evaluar ágilmente los universitarios.
problemas y recursos del individuo, plan-
tear metas y estrategias de afrontamiento ¿Q   ?1
alternativas, desarrollar una alianza de tra-
bajo y construir a partir de las fortalezas En los inicios del siglo XX, uno de los pri-
(Roberts y Oens, 2005). Esto, pese a que meros autores en explicar la perturbación
eventualmente el individuo en crisis puede psicológica como resultado de la exposición
encontrarse vulnerable y susceptible a múl- a factores psicosociales –principalmente
tiples in uencias, lo cual, al mismo tiempo, aquellos presentes durante la infancia– fue
incrementa el riesgo de efectos iatrogénicos Freud, cuyo modelo aportó bases importan-
de una intervención. tes para la comprensión y abordaje del des-
equilibrio emocional (Ho , 2001).
Todas estas razones apuntan a la necesidad
de un abordaje sistemático y bien funda- Si bien estas primeras aproximaciones acer-
mentado que permita dar cuenta, de una caron a los clínicos a la noción de crisis, la
manera rigurosa y socialmente responsable, intervención en este campo inició formal-
del impacto logrado, considerando espe- mente con el trabajo pionero de Lindemann
cialmente que la mayoría de los servicios y Caplan entre los años cuarenta y sesenta.
de intervención en crisis deben prestarse en En 1944 Erich Lindemann formuló la Teoría
condiciones de limitación de recursos, tiem- de la crisis a partir de su trabajo con sobre-
po, personal e infraestructura. vivientes del incendio de Cocoanut Grove,
Boston. En los años sesenta Gerald Caplan
Por otro lado, aunque la intervención en
crisis comparte una serie de componentes 1 El presente trabajo se enfoca en las crisis derivadas de circunstan-
comunes en diversos ámbitos clínicos, en cias diferentes al manejo de desastres. En este último caso usual-
el contexto universitario adquiere un matiz mente se requieren, en primera instancia, servicios de rescate; sólo
con el transcurrir del tiempo van emergiendo las necesidades psi-
particular, dadas las características de la po- cológicas y las reacciones de los involucrados (Roberts y Ottens,
2005).

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 221
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

expandió el trabajo de Lindemann y fue el sultado radicalmente positivo o negativo”


primer clínico en describir y documentar (1996: 16).
estadios de la reacción de crisis: a) aumento
inicial de la tensión luego del evento preci- En la misma línea, Roberts de ne crisis
pitante; b) interrupción en la vida cotidiana; como
c) estancamiento e incapacidad para resol-
interrupción aguda del equilibrio psi-
ver la crisis rápidamente; d) mayor tensión, cológico en la cual los mecanismos
depresión o colapso mental (Caplan, 1961). usuales de afrontamiento fallan y exis-
te evidencia de malestar y deterioro
Posteriormente, los modelos humanistas funcional. La reacción subjetiva a la ex-
contribuyeron a modi car la comprensión periencia vital estresante compromete
la estabilidad del individuo y su habili-
de la perturbación psicológica anclada en
dad para afrontar o funcionar. La prin-
la noción de enfermedad mental. Auto- cipal causa de una crisis es un evento
res como Maslow (1970) y Erickson (1973) intensamente estresante, traumático o
aportaron lo que se puede considerar como peligroso, pero también deben darse
otras dos condiciones: 1) percepción
los lineamientos básicos en la teoría de la
del individuo de que el evento es la
crisis, en la medida en que agregaron la causa de la alteración, y 2) inhabilidad
dimensión de las capacidades del ser hu- para resolver la situación mediante sus
mano para aprender y crecer a través del mecanismos usuales de afrontamiento
ciclo vital (Ho , 2001). Paralelamente, Ho- (2005: 778).
rowitz (1975) describió el estado de crisis
En términos generales, todas las de nicio-
como una sucesión de etapas consistentes
nes apuntan al desequilibrio, desorganiza-
en: a) impacto inicial: reacciones inmediatas
ción y confusión que caracterizan a la crisis,
como desorden emocional, comportamen-
pero, al mismo tiempo, reconocen que even-
tal y cognitivo; respuestas de negación; b)
tualmente se alcanzará alguna forma de re-
intrusión: recuerdos, sueños, activación y
organización, bien sea positiva o negativa,
dolor emocional relacionados con la situa-
tanto para el individuo como para su entor-
ción traumática; c) elaboración: el individuo
no inmediato, en función del contexto cul-
verbaliza y comparte sentimientos y pensa-
tural y de los factores psicosociales (Ho ,
mientos sobre el suceso, y lo acepta e incor-
2001; Rubin y Bloch, 1998; Slaikeu, 1996).
pora en su vida.
El resultado de la crisis depende de su natu-
A partir de estos trabajos pioneros se han
raleza. Las situaciones de crisis varían en in-
propuesto variaciones y aportes a la de ni-
tensidad y temporalidad, y pueden ser des-
ción de crisis, permitiendo que actualmente
encadenadas por distintos tipos de eventos
exista un consenso relativo frente a los ele-
presentados súbita, insidiosa o progresiva-
mentos que la caracterizan. Slaikeu la de -
mente (Ho , 2001). La crisis puede ocurrir
ne como un “estado temporal de trastorno
a partir de eventos con potencial práctica-
y desorganización, caracterizado principal-
mente universal para desestabilizar o a par-
mente por una incapacidad para manejar
tir de sucesos que no provocarían el mismo
situaciones particulares utilizando métodos
impacto en diferentes individuos, pero sí en
acostumbrados para la solución de proble-
uno particular, debido a la interacción de
mas y por el potencial para obtener un re-
diversas circunstancias (Slaikeu, 1996).

222
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

Por otra parte, Slaikeu (1996), retomando el Premisa 2: la comprensión del impacto debe
trabajo inicial de Erikson (1973), propone tener en cuenta el efecto recíproco que ocu-
dividir las crisis en dos tipos. Por un lado, rre entre individuos y sistemas afectados
crisis circunstanciales, que se caracterizan por el evento. Este efecto implica, a su vez,
por surgir de eventos inesperados; por el la interacción entre las relaciones prima-
otro, crisis del desarrollo, relacionadas con rias (directas) y secundarias (mediadas por
el cambio de una etapa de vida a otra. En algún componente) y el grado de cambio
el primer caso, la crisis es repentina y tiene disparado por el evento. Independiente-
una cualidad de urgencia. Una respuesta de mente de su naturaleza, si las relaciones son
crisis en estas circunstancias puede incluir de soporte, el impacto puede reducirse; si
manifestaciones de estrés postraumático, son obstructivas, éste aumenta. El grado de
tales como re-experimentación, hiperactiva- cambio tiene que ver con la interrupción
ción, evitación, ansiedad, ira y aturdimien- causada en el funcionamiento a corto y a
to (Brown y Rainer, 2006; Stapleton, Lating, largo plazo.
Kirkhart y Everly, 2006). En el segundo caso,
el individuo se estanca o progresa como Premisa 3: el tiempo in uye directamente en
persona, desde los estadios tempranos de el impacto. Los dos elementos a considerar
con anza-descon anza hasta el último es- son: la cantidad de tiempo que ha pasado
tadio en el que re exiona sobre sus contri- desde el evento y las ocasiones especiales,
buciones propias al mundo (Erikson, 1973). tales como aniversarios, cumpleaños, etc.
En este sentido, se considera que el tiempo
Para comprender la naturaleza, impacto y es una variable moderadora del impacto
desarrollo de la crisis se han propuesto al- (Myer y Moore, 2006).
gunos modelos teóricos. Uno de ellos es el
de Myer y Moore (2006), quienes sostienen ¿Q  ú 
que es necesario incorporar una visión con-   ?
textual en la comprensión de la crisis. For-
mulan así la Teoría de la Crisis en Contexto En consonancia con estas de niciones de
(TCC), que provee una perspectiva ecológi- crisis se han planteado unas tareas a cum-
ca para comprender la situación global, sin plir en las fases de evaluación e interven-
ignorar la importancia del individuo. ción. Si bien es cierto que en la práctica am-
bas fases no están claramente separadas, es
La perspectiva de la TCC plantea que el necesario presentarlas de esta manera, a n
efecto de la crisis supone una interacción de exponer organizadamente sus caracte-
entre individuo, sistema, comunidad y par- rísticas. Así, en este apartado se hará énfa-
ticipantes, lo que se puede comprender me- sis en la evaluación, incluyendo el suicidio;
diante tres premisas básicas: y en el siguiente se pondrá el acento en la
intervención.
Premisa 1: el impacto de la crisis en los in-
dividuos y en los sistemas relacionados de- Como se evidenció en el apartado anterior,
pende de la proximidad física y de la per- durante la crisis fallan las estrategias de
cepción de signi cado atribuido al evento. afrontamiento del individuo, motivo por
el cual la ayuda externa puede ser crucial,

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 223
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

pues éste se halla en un estado de vulnera- Prioridad 4: no hay ningún pensamiento por
bilidad y sugestionabilidad (Slaikeu, 1996). dañar a otros o a sí mismo, como tampoco
hay síntomas psiquiátricos y crisis situacio-
Desde esta lógica, resulta esencial determi- nales (véase Dykeman, 2005).
nar con precisión y agilidad el tipo de ayu-
da que se requiere. Se debe llevar a cabo una En esta misma línea, el modelo ACT de
evaluación concienzuda que minimice la Dykeman (2005) se compone de tres grupos
adivinación, reduzca la confusión, permita de tareas para el abordaje de situaciones de
organizar la información, provea una base crisis: a) evaluación de necesidades inme-
para diseñar planes de acción, disminuya diatas y amenazas a la seguridad pública, al
la ansiedad del clínico y permita obtener igual que identi cación y contacto con indi-
un panorama de factores protectores y del viduos ambivalentes respecto a la necesidad
nivel de funcionamiento global (Dykeman, de buscar ayuda; b) contacto con grupos de
2005; Paladino y Barrio-Minton, 2008). soporte y servicios de asistencia, además
de acompañamiento para el despliegue de
Comúnmente, la evaluación en casos de cri- estrategias adaptativas de afrontamiento; c)
sis implica un proceso de toma de decisio- indagación sobre reacciones traumáticas al
nes inmediatas, con el n de determinar la evento, con el n de minimizar secuelas a
letalidad y remitir al individuo –o no hacer- mediano y largo plazo.
lo en absoluto– a hospitalización de emer-
gencia, consulta externa, grupo de soporte La evaluación debe proveer información a
o agencia de servicio social (Liese, 1995). los clínicos para contactar al individuo en
En cualquier caso, el objetivo es establecer el lugar donde se encuentra, identi car los
prioridades con base en un criterio sólido. factores precipitantes de la crisis que man-
Se puede establecer, entonces, uno de los si- tienen la desorganización y el sufrimiento,
guientes cuatro niveles de prioridad: evaluar el riesgo para el individuo mismo
o para otros (ideación y/o gestos suicidas
Prioridad 1: peticiones de asistencia inme- y homicidas, por ejemplo), determinar la
diata por parte de la policía y de los servi- aproximación más efectiva en el momen-
cios de emergencia, intentos de suicidio en to (hospitalización, medicación, primeros
progreso, homicidas o suicidas con los me- auxilios psicológicos, etc.), identi car los
dios disponibles, individuos guiados por recursos necesarios para resolver la situa-
alucinaciones o violentos. ción, estabilizar el funcionamiento, facili-
tar un cambio constructivo y evaluar el rol,
Prioridad 2: individuos capaces de procurar- disponibilidad y funcionalidad de las redes
se seguridad y con un soporte con able y de soporte (Myer y Conte, 2006; Roberts y
disponible, aunque pueden estar alucinan- Oens, 2005; Slaikeu, 1996).
do, delirando o ser incapaces de satisfacer
sus necesidades básicas. Ho (2001), por su parte, divide estas tareas
en dos niveles de evaluación. El primero de
Prioridad 3: individuos con ideación suicida ellos puede ser llevado a cabo por cualquier
fugaz (pero sin un plan viable), depresión persona que se encuentre en la situación y
mayor o desórdenes del estado de ánimo. está orientado hacia la identi cación de la

224
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

situación estresante, la determinación del duo, el uso de drogas o alcohol, el impacto


riesgo potencial para el individuo u otros de la crisis en el entorno del individuo y los
involucrados y el impacto de la situación en métodos y recursos de afrontamiento dis-
todos ellos. ponibles (Slaikeu, 1996; Kulic, 2005).

El segundo nivel implica un abordaje por En el mismo orden de ideas, Myer y Conte
parte de personal cali cado y está orientado (2006) proponen su Triage Assessment System
hacia la identi cación de los orígenes de la (TAS), en el cual se asume que las reaccio-
crisis (eventos amenazantes que se presen- nes a los eventos provocadores de crisis se
taron y su naturaleza situacional o transicio- pueden apreciar en los dominios afectivo,
nal), su desarrollo (fase inicial, aguda o de conductual y cognitivo. De esta manera, el
resolución), manifestaciones (interpretación TAS funciona como una guía para la iden-
de los eventos amenazantes, estrategias de ti cación de interacciones complejas entre
afrontamiento desplegadas, expresión en los tres dominios. Se considera que las re-
los dominios emocional, afectivo, cognitivo, acciones afectivas pueden ser ira-hostilidad,
comportamental y biofísico) y característi- ansiedad-miedo, tristeza-melancolía, y que
cas del medio (condiciones ambientales y la expresión de estos sentimientos puede
socioculturales). En la misma línea, Roberts variar, partiendo de ser prácticamente im-
(2000, 2005) propone evaluar la letalidad, es- perceptibles, hasta llegar a ser extremada-
tablecer rapport, identi car los precipitantes mente severos.
de la crisis, manejar emociones y sentimien-
tos, generar y explorar alternativas e imple- Las reacciones conductuales, por su par-
mentar y monitorear un plan de acción. te, suelen ser de inmovilidad, evitación o
aproximación. La inmovilidad se de ne
Una estrategia de valoración ampliamen- como “estar paralizado o incapaz de sos-
te reportada en la literatura es el enfoque tener cualquier intento consistente para re-
multimodal BASIC ID de Lazarus (1976, solver la crisis”. La evitación es “un intento
1992), en el cual se evalúan sistemática- activo por escapar o eludir los problemas
mente comportamientos (funcionamiento asociados con la crisis”. La aproximación
general, excesos, carencias, fortalezas, debi- se de ne como “intentos activos por resol-
lidades), respuestas afectivas (sentimientos ver los problemas resultantes de la crisis”
y emociones sobre la situación y la vida en (Myer y Conte, 2006: 960).
general), sensaciones, imágenes y cognicio-
nes (sobre el pasado, el presente y el futu- Por último, las reacciones en el dominio
ro), relaciones interpersonales (cantidad y cognitivo pueden clasi carse en transgre-
calidad de relaciones sociales) e in uencias sión, amenaza o pérdida. La transgresión
biológicas, además de los factores especí - se de ne como “ofensa degradante contra
cos de riesgo suicida. mí o contra los míos” (Lazarus, 1992: 26). La
amenaza es “potencial, algo que ocurrirá en
Según este esquema, la evaluación implica el futuro […] una catástrofe” (Myer y Conte,
también la valoración de los soportes y es- 2006: 960). La percepción de pérdida “im-
tresores ambientales, las necesidades médi- plica que ocurrió en el pasado y es irrevoca-
cas y fármacos que esté tomando el indivi- ble” (Myer y Conte, 2006: 960).

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 225
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

Bonynge y Thurber (2010), por su parte cionado, autoin igido y deliberado, cuyo
recomiendan considerar si la crisis es agu- resultado es la muerte (OMS, 2010).
da, para lo cual proponen la indagación
en aspectos como la existencia de un plan A través de dicho acto el individuo espera
para lesionarse, la letalidad del mismo, la lograr cambios, aunque la intención puede
historia de intentos previos, la presencia de ser vaga o ambigua, es decir, no siempre la
impulsividad y/o alucinaciones, la histo- persona quiere morir, sino que puede que-
ria de agresión, los planes para agredir, el rer, más bien, dejar de ser consciente (OMS,
temperamento, la desesperanza, los signos 2006).
vegetativos, la motivación, la capacidad de
razonamiento, la orientación, el contenido La Organización Mundial de la Salud (2010)
del pensamiento, la anhedonia, la toma de considera que el comportamiento suicida
decisiones, la historia de intervenciones incluye tanto la ideación como las tentati-
terapéuticas previas, el funcionamiento vas. Agrega que usualmente se da un desa-
en distintos dominios, el funcionamiento rrollo desde los pensamientos de realizarlo,
de la red de soporte y la disposición para hasta la tentativa de consumar el suicidio.
responder preguntas y participar en el Esta última implica acciones para amena-
tratamiento. zar la propia vida o dar esa apariencia y,
en este sentido, constituye una petición de
ayuda, ya que el individuo quiere provocar
El caso del suicidio
cambios que hagan su vida más soportable
Uno de los desafíos más comunes durante (OMS, 2006).
la evaluación e intervención en crisis es el
En general, se considera intento de suicidio
suicidio. Este fenómeno se considera como
el acto que el individuo realiza en forma
el producto de una desesperanza profunda
voluntaria para hacerse daño y buscar la
en una situación existencial percibida como
muerte (Gómez et ál., 2002). A medida que
irremediable y acompañada por una altera-
la ideación progresa, el individuo puede
ción en los mecanismos usuales de afronta-
pasar de hablar o actuar en forma simbóli-
miento y en los patrones de pensamiento,
ca, a crear y ejecutar un plan. El grado en el
razón por la cual el individuo se muestra
que una persona experimenta ideación sui-
incapaz de solucionar problemas (Barón,
cida se categoriza en niveles de letalidad.
2000; Paladino y Barrio-Minton, 2008).
En teoría, el nivel de letalidad se incrementa
Se trata de un acto intencional en el cual signi cativamente a medida que los planes
la persona planea y ejecuta una autolesión suicidas se tornan más especí cos, los me-
fatal (Dubugras, 2007), al ser incapaz de dios se vuelven más accesibles, se deteriora
dominar una situación percibida como in- el soporte social y el individuo muestra una
soportable y al estar convencida de que no historia de intentos; aunque no necesaria-
existe salida. La conducta suicida se de ne mente existe una relación lineal y causal en-
entonces como “todo comportamiento de tre la ideación suicida y el intento (Paladino
autoagresión con intencionalidad y conoci- y Barrio-Minton, 2008).
miento de lo que se realiza” (García et ál.,
En cuanto a la ideación y el comportamiento
2007: 611), es decir, implica un acto inten-
suicida, sus causas se han reportado desde

226
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

distintas clases de situaciones particulares era mayor en hombres, pero la conducta


y factores personales, sociales o demográ - suicida era más frecuente en mujeres.
cos. Se han asociado con el intento de sui-
cidio factores como la depresión y la ansie- En Colombia se encontró en 2009 que por
dad (moderada y grave, ya sea en el último cada cuatro hombres que se quitan la vida
año o durante toda la vida), alcoholismo, se suicida una mujer, y que en el momen-
esquizofrenia, trastorno límite de personali- to de elegir el mecanismo letal las mujeres
dad, trastorno antisocial de la personalidad, eligen primero intoxicarse, luego ahorcarse
impulsividad, agresividad, enfermedades y, por último, dispararse con un arma de
crónicas (OMS, 2006) y la consulta médica fuego. Por su parte, los hombres eligen pri-
previa “por nervios” (Gómez, et ál., 2002). mero ahorcarse, luego dispararse y, por úl-
timo, intoxicarse con sustancias alteradoras
En el caso de adolescentes suicidas, los fac- del sistema nervioso central. De 1845 perso-
tores psicosociales de riesgo son disolución nas que se quitaron la vida en Colombia en
de la familia nuclear en la temprana infan- 2009, 365 eran mujeres y 1480 eran hombres
cia, que implica una carencia afectiva por (Valenzuela, 2009), razón por la cual puede
ausencia física y emocional de ambos pa- pensarse que independientemente de que
dres; deserción afectiva de adultos signi - las mujeres lo intenten más, los hombres
cativos a lo largo de la vida del adolescente; pueden ser más efectivos en función de la
en ocasiones, madres frías y rechazantes; la letalidad del método escogido.
sensación de estar “de más” (Barón, 2000).
Por otra parte, García et ál. (2007) hallaron
Otras características en los adolescentes sui- que hombres y mujeres suicidas no se dife-
cidas son baja autoestima, estrés, depresión, renciaban en el nivel educativo, estado civil
desesperanza, problemas académicos, pro- u ocupación. El estudio de la OMS (2006)
blemas familiares, problemas nancieros, reportó que los divorciados, los viudos, los
ajuste a la vida universitaria, presión ejer- desempleados y los solteros presentaban un
cida por ellos mismos y por otras personas mayor riesgo de suicidarse que los casados.
signi cativas para tener un buen desem-
peño escolar, familias para las que el logro En consonancia con estos factores asociados
social es predominante, aislamiento social, al riesgo de suicidio se debe plantear una
escasas relaciones interpersonales y di - estrategia e caz de evaluación que permita
cultades en las relaciones amorosas (Barón, una predicción con able a partir de la cual
2000; Paladino y Barrio-Minton, 2008). sea posible diseñar estrategias de preven-
ción efectivas, tanto de la muerte como de
En cuanto al género, algunos estudios han la incapacidad y costos que generan los in-
mostrado que la prevalencia del intento de tentos (García et ál., 2007).
suicidio es signi cativamente más alta en
mujeres y niñas. Sin embargo, el género no Dado que el propósito del suicidio es es-
se asocia signi cativamente con la inciden- capar a un dolor psicológico intolerable,
cia de los intentos (Gómez et ál., 2002). De la evaluación debe promover esta com-
igual manera, García et ál. (2007) y la OMS prensión, en tanto hace sentir al individuo
(2006) encontraron que el riesgo de suicido seguro y aceptado (Young y Lester, 2001).

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 227
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

Concretamente deben formularse preguntas personalidad y exposición al suicidio (di-


acerca de pensamientos y acciones recientes rectamente o a través de los medios).
deliberadas para causarse daño, al igual que
debe proyectarse una esperanza acerca de En relación con estos factores, Joiner et ál.
que las cosas mejoren (Dykeman, 2005). (2007) sostienen que siempre se debe explo-
rar el deseo e intención de cometer suicidio
En cuanto a los factores especí cos que (deseo de morir, no tener razones para vi-
permiten estimar el riesgo suicida, que vir, sentirse atrapado, sentir que no existen
han de explorarse durante la evaluación, alternativas o escape, sentimientos de sole-
García et ál. (2007), Joiner et ál. (2007), dad intolerable, dolor psicológico intenso,
OMS (2006) y Bryan (2007) especi can desesperanza, percibirse como una carga
los siguientes: bajo nivel educativo y pér- para los demás) y la capacidad (no temer a
dida del empleo, problemas en el funcio- la realización o intento, sentido de compe-
namiento familiar, las redes sociales y los tencia para realizar el acto, disponibilidad
sistemas de apoyo, eventos vitales adver- de recursos y oportunidad, preparación y
sos (abusos, catástrofes naturales, guerras, especi cidad para planear el intento).
pérdidas interpersonales, nancieras o de
identidad, problemas de salud), historia De igual manera, es necesario indagar fac-
previa de diagnósticos psiquiátricos, sín- tores protectores, inhibidores y alternati-
tomas del espectro hipomaníaco, esqui- vas, siendo uno de estos la ambivalencia en
zofrenia, características de personalidad términos del deseo de vivir, el cual puede
límite o antisocial, agitación, pensamien- posicionarse en la medida en que el indivi-
to desorganizado, irritabilidad, insomnio, duo perciba apoyo inmediato, tenga metas
comportamiento temerario (especialmente para el futuro y establezca un compromiso
si ocurren en el contexto de un episodio con quien le está ayudando (Joiner et ál.,
depresivo), duración y estructuración de 2007). También es importante indagar sobre
la ideación suicida (riesgo incrementado factores protectores como el soporte social,
cuando hay mayor especi cidad). las habilidades de solución de problemas,
la historia de habilidades de afrontamiento,
De igual manera, letalidad del método sui- la participación activa en el tratamiento, la
cida considerado o utilizado, disponibilidad presencia de esperanza, los niños en el ho-
de medios fatales, antecedentes de intentos gar, el embarazo, el compromiso religioso,
previos, letalidad de los medios usados y la satisfacción vital, el contacto con la reali-
resultados percibidos, abuso de sustancias dad, el miedo a la desaprobación y el miedo
psicoactivas, violencia o agresividad hacia al suicidio o a la muerte (Bryan, 2007).
otros, cambios drásticos en los estados de
ánimo, reporte frecuente de desesperanza, Por otra parte, según Gutiérrez, Watkins y
comportamientos preparatorios (por ejem- Collera (2004), la asociación entre depresión
plo, regalar pertenencias, despedirse), pér- y suicidio justi ca la necesidad de identi car
dida del contacto con la realidad (alucina- y tratar aquellos individuos en riesgo, con
ciones y delirios), rabia, agitación repentina, el n de implementar estrategias de preven-
antecedentes de conducta suicida en fami- ción ajustadas a sus condiciones particula-
liares o personas cercanas, características de res. A este respecto, la OMS (2010) propone
ampliar el espectro de estados afectivos a

228
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

considerar, y caracteriza el estado de ánimo para llevar a cabo el plan; acción que debe
de los suicidas en términos de ambivalen- realizar hasta que la persona haya recibido
cia, impulsividad (tendencia de acción tem- evaluación y tratamiento completos.
poral y como reacción a eventos negativos
puntuales) y rigidez (falta de exibilidad En conjunto, la información anterior ayuda
que di culta identi car alternativas). a determinar si se debe actuar inmediata-
mente o no para garantizar la seguridad.
La evaluación del riesgo suicida implica De manera simultánea, es importante eva-
una constante disposición del clínico para luar las fortalezas y las razones para vivir
indagar persistentemente sobre la ideación o no hacer daño (Paladino y Barrio-Minton,
y sentimientos asociados, con el n de no 2008). Además de evaluar el riesgo de suici-
pasar por alto comunicaciones indirectas dio se debe evaluar el riesgo de homicidio
del individuo (Joiner et ál., 2007). Evaluar la o de comportamiento violento en general,
letalidad implica, antes que todo, determi- dirigido a sí mismo o a otros (Kulic, 2005).
nar si el individuo ha puesto en marcha un
plan suicida. Si no es así, se debe evaluar el ¿C   
potencial para causarse daño o si ha mostra-   ?
do signos de alarma (OMS, 2010; Paladino y
Barrio-Minton, 2008). Una crisis puede representar al mismo tiem-
po un peligro y una oportunidad (Slaikeu,
En esta fase es pertinente preguntar direc- 1996). De ahí que la intervención pueda o fa-
tamente por pensamientos y sentimientos vorecer el funcionamiento o poner al indivi-
suicidas, con el n de instigar la charla so- duo en riesgo de resultados adversos. Dada
bre la ideación, recoger información acerca esta doble posibilidad, diferentes autores se
de la naturaleza y grado de desarrollo de la han preocupado por desarrollar estrategias
misma, estimar la fortaleza de la idea de in- estructuradas para la toma de decisiones en
igirse un daño mortal, valorar la letalidad situaciones de crisis, con el n de eliminar
del plan, preguntar por el historial suicida o controlar los riesgos inherentes a la des-
y tomar en consideración factores de riesgo estabilización temporal del individuo, por
y protección (OMS, 2010; Paladino y Barrio- ejemplo Kulic (2005) y Leenaars (1994).
Minton, 2008).
La intervención en crisis, además, debe te-
El componente nal de la evaluación inclu- ner en cuenta las diferencias individuales en
ye la valoración de la intención de llevar los estilos de afrontamiento, de manera que
a cabo el plan. Esto se puede evaluar con las estrategias de intervención se adapten a
preguntas sobre el resultado percibido (del las particularidades de cada caso (Slaikeu,
tipo “¿qué esperarías que pasara si…?”) 1996). En términos generales, las metas de
y sobre el grado declarado o percibido de la intervención son ayudar al individuo a
compromiso con el plan suicida (ejemplo: transformar su nivel de afrontamiento, inte-
“¿piensas hacerlo hoy?”). Según Paladino y grar la crisis de manera funcional en su vida
Barrio-Minton (2008), el entrevistador debe (Slaikeu, 1996) y promover un cambio que
trabajar en la construcción de una alianza disminuya la posibilidad de comportamien-
fuerte que vele por la seguridad del indivi- to suicida en el futuro (Sawicki, 1988). Todo
duo, pidiéndole que le entregue los medios esto puede implicar que el clínico tome

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 229
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

decisiones difíciles en un tiempo limitado 2004) han argumentado que en ocasiones no


(Brown y Rainer, 2006), razón por la cual sólo pueden ser inefectivas, sino que inclu-
debe contar con su ciente destreza para so pueden exacerbar el riesgo de suicidio,
identi car de manera precisa las necesida- en virtud del distanciamiento, marginaliza-
des inmediatas y movilizar los recursos de ción y estigma que pueden producir.
ayuda (Leenaars, 1994; Slaikeu, 1996).
En general, cuando los factores del entorno
Al respecto, Slaikeu de ne la intervención no se pueden cambiar, la intervención se
en crisis así: dirige a fortalecer las estrategias de los
individuos para manejar sucesos críticos
Proceso de ayuda dirigido a auxiliar
y, en este sentido, las primeras semanas y
a una persona o familia a sobrevivir
un suceso traumático, de modo que la meses ofrecen oportunidades únicas para
probabilidad de efectos debilitantes se in uir en la eventual resolución de la crisis
minimiza y la probabilidad de creci- (Slaikeu, 1996).
miento (nuevas habilidades, perspecti-
vas y opciones en la vida) se maximiza Los distintos abordajes propuestos a través
(1996: 6).
del tiempo implican aproximaciones breves
y orientadas a soluciones. Además, la inter-
Además, es “un proceso sistemático de so-
vención en crisis ha permanecido casi siem-
lución de problemas que ocurre en el con-
pre ateórica, lo cual permite a los clínicos
texto de una relación” (Leenaars, 1994: 341).
conducirla como una extensión de su mo-
La construcción de dicho vínculo con el in-
dalidad terapéutica, en la cual deben aplicar
dividuo en crisis resulta fundamental a lo
un conjunto de habilidades clínicas comu-
largo del proceso, ya que es con base en éste
nes e independientes de las aproximaciones
que se construye una alianza en la cual el
teóricas particulares (Kulic, 2005; Roberts y
clínico trabaja activamente para fomentar
Oens, 2005).
en el consultante la idea de que existen al-
ternativas y para promover el apego emo-
La intervención en crisis contempla una serie
cional a ellas (Leenaars, 1994).
de tareas y fases sobre las que existe un re-
lativo consenso en la literatura. Por ejemplo,
Durante el proceso de intervención resulta
Leenaars (1994) propone como tareas de la
fundamental tomar en consideración las ex-
intervención, en primer lugar, establecer una
pectativas del individuo en crisis e incorpo-
relación en la que no se juzgue al individuo;
rar sus preferencias hasta donde sea posible
en segundo lugar, explorar la percepción
(Agar-Jacomb y Read, 2009).
sobre la situación y rede nirla como una ex-
En cuanto al impacto general de las inter- periencia dolorosa pero tolerable; en tercer
venciones se puede a rmar que existe poca lugar, identi car opciones y desarrollar un
documentación sobre programas basados plan de acción; por último, hacer un cierre
en la evidencia y no se ha desarrollado sis- que garantice el seguimiento posterior.
temáticamente el efecto iatrogénico de algu-
Slaikeu (1996), por su parte, propone como
nas intervenciones, aunque se presume que
tareas básicas: supervivencia física, ex-
puede darse (Roberts y Everly, 2006). Algu-
presión de los sentimientos relacionados
nos autores (por ejemplo, Rogers y Soyka,
con la crisis, dominio cognoscitivo de la

230
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

experiencia completa y ajustes conductua- En último término, el propósito de estas ta-


les o interpersonales para la vida futura. reas es monitorear la disponibilidad para
el cambio, teniendo en cuenta siempre los
En una perspectiva similar, Roberts (2002) factores culturales, porque si bien la inter-
divide la intervención en siete estadios. En vención está dirigida al individuo, también
el primero de ellos la tarea fundamental debe incluir la evaluación del entorno in-
consiste en evaluar la letalidad. En el se- mediato y de las relaciones interpersonales
gundo estadio se trabaja activamente por el (Dykeman, 2005).
establecimiento de un buen rapport median-
te la escucha activa, lo que implica propor- Como puede verse, los modelos de inter-
cionar respeto y aceptación, empezar por vención en crisis comparten en general dos
donde la persona quiera hacerlo y mostrar- fases (Scheye, 2002). Una fase inicial, carac-
se neutral. En el estadio tres se identi can terizada por la construcción de una rela-
problemas especí cos y precipitantes, y se ción, la de nición y evaluación de la crisis y
permite al consultante contar la historia con el planteamiento de metas y de un plan de
sus propias palabras e identi car momen- acción. En esta fase el clínico u orientador
tos en la narración en los que como persona explora el signi cado e importancia de la
ha funcionado mejor. En el estadio cuatro crisis, y permite ventilar y validar emocio-
se ahonda en la identi cación, validación y nes, lo cual hace posible el alivio emotivo
denominación de emociones. En el estadio necesario para involucrarse en la de nición
cinco se exploran alternativas. En el seis se de metas y estrategias. En la segunda fase,
diseña e implementa un plan de acción, se denominada fase de acción, se recolecta in-
hace un contrato de seguridad, se retiran formación adicional para tomar decisiones,
medios letales –si es el caso– y se proporcio- se analizan las posibles barreras para la im-
na asistencia de la manera menos restrictiva plementación y los recursos disponibles, se
posible, todo en aras de empoderar al indi- identi can fortalezas en el individuo y se
viduo en el manejo de la crisis. Por último, construye e implementa un plan de acción.
en el estadio siete se realiza un seguimiento.
Por otra parte, es importante diferenciar los
En general, la idea de Roberts (2002) es in- niveles y momentos de intervención posi-
tervenir en el menor tiempo posible, a tra- bles en situaciones de crisis, es decir, lo que
vés de la menor cantidad de contactos, de se ha denominado intervención de primera y
manera que lo que propone es un esquema segunda instancia, en tanto implican propó-
limitado en el tiempo y dirigido hacia el sitos y estrategias diferentes. En el primer
cumplimiento de metas. caso, la meta es restablecer las posibilidades
de afrontamiento, razón por la cual tiene un
Dykeman (2005) y Bryan (2007) proponen carácter más limitado; mientras que la meta
un esquema de abordaje más simple, que de la segunda es la resolución de la crisis,
incluye tareas como de nir el problema, ga- por lo que se enfoca directamente en las es-
rantizar la seguridad del individuo, proveer trategias para aprender ésta e integrarla en
soporte o fomentar el contacto con redes na- el devenir vital (Slaikeu, 1996).
turales, examinar alternativas, hacer planes
y fomentar el compromiso con los mismos. En este orden de ideas, la intervención
de primera instancia corresponde a los

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 231
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

primeros auxilios psicológicos, cuya intención sente y el futuro inmediato, con el n


es reducir el nivel de estrés experimentado, de identi car y jerarquizar necesidades
proporcionar apoyo, reducir el peligro de a corto, mediano y largo plazo. En esta
muerte y el comportamiento desadaptativo fase la atención debe ponerse tanto en
y enlazar a la persona en crisis con los re- las fortalezas como en las debilidades.
cursos de ayuda. Estas acciones deben ser
implementadas lo más pronto posible luego 3. Sondear posibles soluciones: identi car
de iniciada y percibida la crisis (Dykeman, alternativas de solución tanto para las
2005; Slaikeu, 1996). necesidades inmediatas como para las
que pueden aplazarse.
En estos primeros momentos de contacto
con el individuo en crisis se debe permitir la 4. Asistir en la ejecución de pasos concretos:
expresión emocional, ya que esto contribu- ayudar a la persona a ejecutar alguna
ye a construir la con anza necesaria para la acción concreta para manejar la crisis.
intervención; además se deben normalizar La meta es que el individuo haga tan-
las reacciones del individuo. Todo ello con to como pueda por sí mismo, de modo
el propósito de optimizar el funcionamien- que el clínico u orientador asume un
to de la intervención, sin relegar la impor- papel más activo sólo gradualmente en
tancia de remitir a los servicios pertinentes, la medida que estima que se ha dete-
apoyarse en recursos culturales disponibles riorado signi cativamente la capacidad
(tales como rituales, servicios religiosos, para tomar decisiones y actuar.
etc.) y asegurarse de que el individuo no
será abandonado luego de la intervención 5. Seguimiento: diseñar un plan para ve-
inicial (Dykeman, 2005). ri car el progreso y estar en contacto
posteriormente.
Las intervenciones de primera instancia son
cortas y efectivas al principio de la crisis, Durante los primeros auxilios psicológi-
y pueden ser implementadas por personal cos, cuando se trata de riesgo bajo de suicidio
debidamente entrenado, aunque no sean (ideación sin plan o medios), la OMS (2006)
psicólogos (Slaikeu, 1996). Según este autor, recomienda centrarse en las fortalezas y en
los primeros auxilios psicológicos siguen la forma en que el individuo ha resuelto sus
un modelo básico de solución de problemas problemas previamente. Cuando el riesgo
de cinco pasos: es moderado (ideación con plan general),
la recomendación es usar la ambivalencia
1. Realizar un contacto psicológico: escuchar entre vivir y morir como un ancla vital, ex-
activamente, validar la descripción de plorar alternativas, ganar tiempo, pactar un
la situación y los sentimientos suscita- contrato de no daño, movilizar la red de so-
dos por la misma, procurar alivio emo- porte y remitir si es el caso. Cuando el riesgo
cional y encauzar las energías de la per- es elevado (ideación, plan de nido, medios y
sona hacia una acción efectiva. momento especi cado e inmediato), lo más
importante es no dejar solo al individuo, re-
2. Analizar las dimensiones del problema: tirar los medios letales y hacer arreglos para
indagar en el pasado inmediato, el pre- la hospitalización.

232
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

La remisión o la hospitalización se consi- En esta segunda instancia el terapeuta asiste


deran pertinentes cuando hay enfermedad a la persona para comprender aquellos as-
psiquiátrica, historia de intentos previos, pectos vitales que han sido violados por la
historia familiar de suicidio o carencia de crisis y promueve el desarrollo de un nuevo
apoyo social. Siempre es necesario explicar concepto de sí mismo y del mundo (Slaikeu,
la decisión al individuo, tratar de conseguir 1996). Además, el clínico se enfoca a promo-
su asentimiento, localizar a alguien que sea ver el desarrollo de habilidades de solución
especialmente comprensivo con él y asegu- de problemas y de tolerancia al malestar,
rar un contacto periódico. todo ello con base en un modelo colabo-
rativo que enfatiza en la importancia de la
Durante una intervención en crisis es im- relación terapéutica y el involucramiento
portante que el clínico no se “escandalice”, de las redes de soporte social (Bryan, 2007;
que evite interrumpir, introducir “casos Dykeman, 2005). Respecto a esto último
parecidos”, ser condescendiente, hacer cabe mencionar que usualmente se asume
comentarios indiscretos o preguntas ten- que una intervención formal es más impor-
denciosas, retar, asegurar que “todo estará tante que usar el sistema de soporte natural
bien”, trivializar el problema, prometer se- del individuo; sin embargo, la combinación
creto o dejar sola a la persona (OMS, 2006). de ambas fuentes de ayuda se asocia con
una mejor resolución de la crisis (Dykeman,
Recomendaciones similares ofrece la Se- 2005).
cretaria Distrital de Salud, agregando que
la primera persona que entra en contacto U   
con un individuo en crisis no debe temer    
preguntar directamente si éste ha pensado :  T 
en matarse, así como no debe subestimar A  C
el riesgo, desa ar al individuo, asumir una
actitud de burla, crítica o reproche o mini- Cuando se piensa en un individuo en crisis,
mizar los motivos argumentados. inevitablemente una de las primeras cosas
que se toma en consideración es el hecho de
Por otra parte, la intervención de segunda que está sufriendo. El clínico, por su parte,
instancia se re ere a un proceso terapéuti- al estar inmerso en una matriz cultural, al-
co breve que va más allá de la restauración berga una postura sobre el sufrimiento que
del afrontamiento inmediato y se dirige a la inevitablemente repercute en sus acciones
resolución de la crisis, de modo tal que el in- profesionales. De ahí la importancia de evi-
dividuo pueda enfrentar crisis posteriores – denciar la naturaleza de dicha postura y de
en la medida de lo posible– con sus propios sus implicaciones en la interacción con indi-
recursos y prevenir así estilos de vida desa- viduos en crisis.
daptativos (Roberts y Everly, 2006; Slaikeu,
1996). Las características de este tipo de in- En la ACT, orientación terapéutica de
tervención implican que ésta sólo puede ser raigambre analítica-comportamental, se
llevada a cabo por profesionales entrenados plantea que en nuestro mundo la felicidad
en psicoterapia. se equipara con la ausencia de dolor, de

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 233
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

preocupaciones, de insatisfacción. El bien- guien de, dichos eventos se convierten en


estar y el estar feliz se consideran como lo auténticas barreras que deben ser elimina-
“normal”; el sufrimiento es visto como lo das, en lugar de implicarse en comporta-
“anormal”, porque se relaciona con senti- mientos signi cativos (Páez et ál., 2006). El
mientos de incapacidad e impotencia, se individuo –y en nuestro caso el individuo
concibe como lo contrario de la salud men- en crisis– invierte toda su energía en con-
tal y se vive como algo opuesto e incompati- trolar un sufrimiento que lo desborda, aun
ble con la “disposición para actuar” (Wilson cuando dichos intentos de control restrinjan
y Luciano, 2002). sus posibilidades de contactar otro tipo de
experiencias e, incluso, de actuar en función
En relación con el sufrimiento se tiende a de metas de valor a largo plazo.
desplegar un conjunto de estrategias de evi-
tación experiencial, fenómeno que consiste en Según Wilson y Luciano (2002), el problema
una serie de acciones dirigidas a alterar la radica justamente en que son los intentos de
frecuencia, forma o sensibilidad situacional control los que exacerban el sufrimiento, en
de los eventos privados etiquetados como la medida en que para lograrlos es necesa-
negativos (pensamientos, sensaciones, emo- rio contactar a éste; para saber si se ha teni-
ciones, recuerdos, etc.), aun cuando hacerlo do éxito en el control hay que volver nueva-
causa problemas a largo plazo, ya que dichos mente sobre el sufrimiento, de manera que
intentos de control alivian temporalmente el la trampa es insuperable.
malestar, pero a largo plazo éste se hace cró-
nico (Biglan, Hayes y Pistorello, 2008). Los autores agregan que el sufrimiento es
una experiencia posible únicamente para
Como a rman Wilson y Luciano (2002), el seres verbales como los humanos. A rman
concepto de sufrimiento está centrado en que el lenguaje ha permitido a la especie
las sensaciones y no en las acciones, por lo humana sobrevivir en un mundo cada vez
cual se deriva lógicamente y se promueve más complejo, pero también ha hecho posi-
que los individuos orienten su vida a desha- bles formas de sufrimiento que no presen-
cerse de todo aquello que sea fuente de ma- tan otras especies.
lestar. En esto se incluyen los propios even-
tos privados, que presuntamente deben ser Desde la perspectiva de la ACT, lo impor-
superados, eliminados o controlados siem- tante no es evitar el sufrimiento, sino elegir
pre que tengan una naturaleza “negativa”, qué hacer ante los eventos privados, lo que
porque sólo así se podrá llevar una vida constituye la elección entre intentar contro-
plena e ideal. En pocas palabras: la vida se lar los eventos privados o actuar a pesar de
orienta a deshacerse del sufrimiento, en lu- ellos y en función de aquello que se valora
gar de actuar a pesar de él; tal posibilidad (Wilson y Luciano, 2002). Esto implicaría
no suele contemplarse como factible. que la intervención en crisis no debería for-
mar parte del patrón cultural de replicación
El comportamiento de evitación se apoya en de los intentos de control del sufrimiento.
la regla que establece que los eventos pri- Más bien debe constituir un nuevo escena-
vados vividos como aversivos son la causa rio verbal en el cual se connote de manera
de los problemas psicológicos. Por consi- menos restrictiva la experiencia por la cual

234
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

atraviesa el individuo, a quien ha de acom- no obtenerse, mientras que los segundos, si-
pañársele en el proceso de vivir acorde con guiendo a Wilson y Luciano, son
sus valores.
direcciones vitales globales, elegidas,
deseadas y construidas verbalmente
Esta forma de entender el papel que des-
[…] los valores no pueden ser conse-
empeña el clínico impone la necesidad de guidos como un objeto. La calidad de
examinar en detalle las contingencias socia- vida, la realización personal o el desa-
les en las cuales han surgido y se mantienen rrollo de una relación de compromiso e
las propias experiencias. De igual manera intimidad nunca se completan del todo
y perfectamente, no son tareas que se
implica aceptar que tanto los eventos pri- acaben en algún momento, que termi-
vados como las reacciones ante ellos son nen, sino que siempre se podrá tener
construcciones sociales que tienen sentido una mejor calidad de vida, crecer profe-
únicamente en el sistema verbal en el que sionalmente o enriquecer una relación.
Los valores no tienen n, están siempre
un individuo ha sido socializado.
presentes como horizonte y por eso son
útiles: están siempre disponibles para
Como se ha venido mostrando, la tarea dar un sentido al comportamiento,
del clínico es acompañar al individuo en impregnar las acciones de dirección y
el proceso de vivir acorde con sus valores. propósito, aportar vitalidad a la con-
ducta momento a momento (2002).
Cualquier abordaje de estos implica una
comprensión de los procesos psicológicos
Así, los valores implican exibilidad psico-
involucrados en su construcción y en la
lógica, son elecciones que se instauran pro-
historia a partir de la cual se han creado,
gresivamente en el comportamiento, se ma-
es decir, un análisis funcional que permita
terializan en metas concretas que se pueden
comprenderlos como un fenómeno conduc-
o no alcanzar y que requieren acciones es-
tual que se da en el plano del lenguaje en un
pecí cas para avanzar en dirección a ellas.
contexto actual e histórico particular (Lei-
Dicho de otro modo, valorar es actuar, es
gland, 2005; Páez et ál., 2006).
un modo de comportamiento que hace más
probable otro tipo de conductas, tales como
Los humanos guiamos nuestra conducta no
la acción comprometida cuando hay di -
sólo por las consecuencias naturales direc-
cultades y las consecuencias deseadas son
tamente experimentadas, sino también por
remotas o sutiles (Páez et ál., 2006).
las consecuencias verbalmente construidas
como valores (Páez et ál. 2006). En la pers-
Desde esta perspectiva, la clari cación de
pectiva de ACT se considera que los valo-
valores en cualquier proceso terapéutico
res están circunscritos a la vida y situación
resulta fundamental en tanto se relaciona
particular de cada individuo, por lo cual no
directamente con el cambio comportamen-
necesariamente tienen un carácter univer-
tal. La anterior clari cación supone un aná-
sal, aunque sí lo sea el proceso que los cons-
lisis del lenguaje en el sentido de examinar
truye: el lenguaje.
la forma en que el individuo construye los
valores en su historia de socialización, así
En este proceso es importante diferenciar
como la creación de un contexto socio-ver-
las metas de los valores. Las primeras son
bal en el que se estructuren unos nuevos o
eventos especí cos deseados que pueden o

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 235
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

se compartan los existentes. También impli- veen el criterio para que consultante y tera-
ca, en último término, una historia conduc- peuta juzguen si la forma en que el primero
tual compartida que sólo es posible en el se comporta verbalmente es “verdadera”.
contexto de una alianza en la cual terapeuta De este modo, lo que diga será verdadero
e individuo se posicionen como pares, pero en la medida en que pueda vivir de forma
también reconozcan que las construcciones acorde con sus valores y no en función de
de dicha matriz no son prescripciones y que la evitación del malestar (Páez et ál., 2006).
en aras de una vida valiosa es posible elegir
unas metas diferentes a la eliminación del Por consiguiente, las tareas del terapeuta
malestar a toda costa (cfr. Leigland, 2005) ACT son mostrar a la persona los bene cios
de abrirse al malestar inherente, de actuar
Es así como la intervención constituye un en dirección hacia lo que importa (Páez et
contexto que construye una nueva historia ál., 2006); de igual manera, acompañar en el
de aprendizaje mediado socialmente por el proceso de descubrir que es una ganancia
terapeuta, quien a través de diferentes téc- la habilidad de entrar en contacto con pen-
nicas crea las condiciones para la derivación samientos y sentimientos indeseables y, al
de nuevas relaciones en función de las cua- mismo tiempo, de actuar en función de lo
les se gane exibilidad en el comportamien- que valora, en tanto posibilita un comporta-
to, en lugar de restringirlo a los intentos de miento exible (Biglan et ál., 2008).
control del malestar.
Para lograr estos objetivos, en ACT se em-
Ahora bien, en ACT todo el proceso terapéu- plea un conjunto de metáforas y ejercicios
tico parte del supuesto de que el problema experienciales orientados a promover la
del individuo no es que tenga ciertos pensa- “liberación” del control rígido de las reglas
mientos o sentimientos que se valoran nega- verbales que causan di cultades (Biglan et
tivamente, sino justamente el modo en que la ál., 2008). Los procesos psicológicos aborda-
persona reacciona ante esos eventos privados. dos en ACT, además de la construcción de
Además, se asume que estos no causan otros valores, son:
comportamientos, sino que constituyen, jun-
to con la acción pública, el comportamiento Aceptación: conciencia activa de los eventos
del organismo como un todo en un contexto privados, sin intentar cambiar su frecuencia
especí co (Páez et ál., 2006). No se trata de o forma (Hayes y Biglan, 2008). No es un n
“reestructurar” al individuo para que vea en sí misma; se trata de soltar el control para
las cosas de otra manera (probablemente la que sea posible responder de manera más
manera en que el terapeuta cree que debería exible a la experiencia en curso (Biglan et
ser o que considera más racional); tampoco se ál., 2008).
trata de contradecir o demostrar al individuo
cuál es “la verdad” sobre los problemas. Defusión cognitiva: alteración de las funciones
indeseables de los eventos privados, como
En este orden de ideas, el terapeuta ACT no también alteración de su forma, frecuencia o
considera que la verdad sea una correspon- sensibilidad situacional (Biglan et ál., 2008).
dencia entre la forma de hablar y los even- Implica cambiar el modo en que la persona
tos. Se trata, más bien, del cumplimiento de interactúa o se relaciona con tales eventos,
nes deseados, y son los valores los que pro- mediante la creación de contextos en los

236
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

cuales estas funciones inútiles se disminu- comparte los desafíos que pueda tener cual-
yen. Esto deriva en un apego debilitado a los quier servicio de este tipo en otros ámbitos.
eventos privados (Hayes y Biglan, 2008). No obstante, las características de los jóve-
nes universitarios y la forma y circunstan-
Estar presente: contacto continuo y no evalua- cias en que usualmente se prestan estos ser-
tivo con los eventos tal como van ocurrien- vicios en la universidad ameritan realizar
do, con la meta de experimentar el mundo una serie de consideraciones que si bien son
directamente. Para ello se emplea el lenguaje aplicables a la crisis en general, adquieren
únicamente para notar y describir los even- matices particulares cuando se trata del di-
tos, no para predecirlos y juzgarlos (Hayes y seño e implementación de servicios de bien-
Biglan, 2008). Así, se fomenta activamente el estar universitario.
sentido del Yo como proceso, esto es, la des-
cripción desapegada y no evaluativa de los En primer lugar, es importante plantearse
eventos privados (Biglan et ál., 2008). la responsabilidad ética de quienes entran
en contacto con estudiantes en crisis. La
Yo como contexto: perspectiva del hablante literatura ha mostrado que los individuos
que se convierte en un contexto para cono- en crisis son susceptibles a la sugestión, lo
cer verbalmente, haciendo posible la con- cual justi ca la necesidad de implementar
ciencia o discriminación del ujo de la pro- una intervención fundamentada conceptual
pia experiencia, sin apegarse a ella (Biglan y empíricamente, que sea e caz y prevenga
et ál., 2008; Hayes y Biglan, 2008). resultados iatrogénicos potenciales, los que
podrían ocurrir si se procede únicamente a
Acción comprometida: desarrollo de acciones partir de la intuición (Kulic, 2005). En este
ligadas a los valores elegidos. Se emplean mé- sentido es muy importante que personal
todos tradicionales de cambio que eventual- profesional y para-profesional reciba un
mente enfrentan al individuo con una serie de entrenamiento especí co y cuente con una
barreras psicológicas (Hayes y Biglan, 2008). guía con able y válida para evaluar la cri-
sis, predecir el riesgo de un resultado ad-
Existe un creciente cuerpo de evidencia
verso e intervenir oportuna y e cazmente.
sobre la e cacia de ACT en múltiples pro-
blemáticas, así como sobre la e cacia de sus Lo anterior implica que las instituciones
componentes aplicados individualmente universitarias deben invertir en la forma-
(Biglan et ál., 2008). En virtud de dicha evi- ción del personal encargado de los servicios
dencia resulta viable plantear la posibilidad de bienestar en materia de crisis, como tam-
de aplicar algunos de sus componentes en bién en la investigación y fundamentación
determinadas problemáticas, incluidas las de las estrategias implementadas. Contar
situaciones de crisis. con una guía teórica y empíricamente so-
portada permite, además, adelantar pro-
R    cesos sistemáticos de investigación que
  alimenten las estrategias de prevención de
la deserción universitaria, una de las tareas
A simple vista podría parecer que el diseño
fundamentales de las instituciones de edu-
e implementación de servicios de interven-
cación superior.
ción en crisis en contextos universitarios

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 237
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

Lo anterior también resulta importante en prensión de los procesos psicológicos invo-


la medida en que se han reportado pocos lucrados en la terapia, de manera tal que el
esfuerzos por desarrollar estrategias e ins- conocimiento generado no sólo bene ciaría a
trumentos empíricamente soportados para la comunidad universitaria, sino a los poten-
situaciones de crisis (Dykeman, 2005; Kulic, ciales usuarios externos a quienes se exten-
2005; Myer y Conte, 2006; Roberts, 2002); diera un abordaje bien fundamentado. Esto
no siempre se conoce la efectividad de las incrementaría la probabilidad de impacto,
guías o protocolos implementados, se igno- en términos de proyección social responsa-
ra hasta qué punto los esquemas de evalua- ble y de uso y visibilidad del conocimiento
ción apoyan a los clínicos en la predicción generado en el contexto universitario.
del riesgo y sólo en algunas ocasiones se
plantean medidas de resultado claramente Otros retos especí cos del contexto univer-
especi cadas (Bonynge y Thurber, 2010). sitario tienen que ver con el hecho de que
Por estas razones podría ser difícil susten- el grupo poblacional que se atiende –ado-
tar las intervenciones llevadas a cabo, que lescentes y jóvenes– es uno de los más vul-
suelen estar fundamentadas únicamente en nerables en términos de riesgo de suicidio
la experiencia e intuición de los clínicos – (Gómez, et ál., 2002; OMS, 2006; Valenzuela,
experimentados, principiantes o practican- 2009). De ahí que sea necesario analizar el
tes–, pero no en un cuerpo de evidencia a fa- tipo de atención que puede proveerse y el
vor del tipo de intervención implementada. criterio de oportunidad con el que se brinda.

Una guía para la intervención en crisis cons- Una característica que deben tener los pro-
tituye un mapa para el clínico, que le permi- gramas escolares en general es su sensibili-
te responder de manera ética a la situación, dad frente a las diferencias culturales, sean
visualizar las implicaciones de cada paso, éstas de índole étnico, lingüístico o de otro
hacer ajustes y disponer de estrategias. Con tipo (por ejemplo, tribus urbanas, comu-
ello, es más factible enfocarse en el deterioro nidades religiosas). Los programas deben
e inestabilidad del individuo de una manera ajustarse a las experiencias únicas, creen-
lógica, ordenada y efectiva, evitando el asis- cias, normas, valores, tradiciones y lenguaje
tencialismo y la implementación de tecno- de cada individuo. Se debe tener en cuenta
logías derivadas del sentido común (Hayes, que quienes más necesitan atención son los
1997; Kulic, 2005; Roberts y Oens, 2005). que probablemente menos la buscarán (Ca-
nada et ál., 2007).
De igual manera, la investigación en este
campo permitiría comprender mejor las ha- Además, las estrategias de intervención en
bilidades necesarias para la intervención en crisis en contextos universitarios deben ir
crisis, lo cual redundaría en propuestas con- más allá de la prevención del suicidio: de-
cretas de entrenamiento (véase Bryan, 2007; ben abarcar todas las dimensiones de una
Mishara et ál., 2007; Neimeyer, Fortner y crisis, ya que las situaciones que suelen
Melby, 2001; Roberts, 2005; Scheye, 2002). desencadenarlas pueden ser particulares
de un momento especí co de la vida de los
En segundo lugar, la investigación, en el jóvenes y tratarse de eventos que no necesa-
caso particular del abordaje terapéutico aquí riamente originarían una desorganización
propuesto (ACT), permitiría una mejor com- funcional de la misma magnitud en otras

238
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

personas. En muchos casos se trata de un ta las crisis (aunque no se espera lo mismo


sufrimiento que se considera insoportable con los problemas de largo alcance). En el
y que si bien no se materializa en intentos entrenamiento se enfatiza en el papel de la
suicidas, sí conlleva una alteración signi - lealtad, se promueve una re exión acerca
cativa en el funcionamiento cotidiano, en de la con dencialidad como una prueba de
actividades tales como asistir a clases, estu- ella y se muestra que salvar la vida es un
diar, socializar, etc. tipo de lealtad de orden superior. El pro-
grama muestra cómo guardar información
Para el caso colombiano, Valenzuela (2009) sobre una posible amenaza de suicidio no
ha reportado como motivo frecuente para el constituye una ayuda ni para el individuo
intento de suicidio y el suicidio consumado ni para las personas que lo quieren.
la ruptura de una relación afectiva. Presu-
miblemente, eventos como éste pueden su- Una di cultad con este abordaje, según re-
marse a otros estresores vitales, tales como portan los mismos autores, es que los jóve-
las demandas de adaptación en la vida uni- nes pueden carecer de la madurez y el juicio
versitaria, la presión académica y las rela- necesarios para intervenir exitosamente. Sin
ciones eventualmente con ictivas con fami- embargo, podría pensarse en esta estrategia
lia y pares. La acumulación de situaciones como un esquema adecuado para crisis en
culmina en una crisis para estos jóvenes. las que el riesgo suicida es bajo y el papel de
los “consejeros” está más orientado a facili-
Por otra parte, no es su ciente con diseñar tar el manejo de estresores cotidianos, iden-
e implementar programas de atención en ti car y priorizar problemas, re exionar
crisis, sino que también es necesario diseñar sobre cuáles pueden cambiarse y con cuáles
estrategias para promover la búsqueda de se debe aprender a vivir. Por todas estas ra-
ayuda, especialmente si se tiene en cuenta zones, valdría la pena iniciar una línea de
que cuando se mani estan señales de an- indagación acerca de la e cacia de las rutas
gustia las intervenciones tempranas tienen de ayuda en las que participan activamente
un impacto signi cativo en el curso de las los pares y amigos.
ideaciones suicidas y de la crisis en general
(cfr. Roswarski, 2009). Igualmente, en este Para terminar, es importante resaltar que el
tipo de situaciones resulta esencial trabajar personal de la institución educativa tiene
para eliminar el estigma relacionado con pe- la oportunidad de detectar la presencia de
dir apoyo y demostrar los efectos positivos una crisis en virtud de su contacto continuo
de este acto (Roswarski, 2009; Slaikeu, 1996). con los afectados, hecho que lo pone en una
situación privilegiada para intervenir y ca-
Para responder a este reto vale la pena con- nalizar la situación como una oportunidad
siderar en los contextos universitarios pro- de aprendizaje que probablemente nunca
gramas como el Immediate Strategic Inter- se repita (Paladino y Barrio-Minton, 2008).
vention (ISI), propuesto por Strip, Swassing Tampoco debe perderse de vista el hecho de
y Kidder (1991), consistente en entrenar que la efectividad de los servicios de aten-
adolescentes con el n de que puedan asis- ción depende, en gran medida, de la coordi-
tir a sus amigos cuando están en problemas. nación con otras redes y recursos comunita-
La intervención pretende que los jóvenes rios (Slaikeu, 1996).
identi quen y resuelvan de forma inmedia-

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 239
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

R Erikson, E. (1973). Infancia y sociedad. Bue-


nos Aires: Ediciones Horme.
Agar-Jacomb, K. y Read, J. (2009). Mental García, J., Palacio, C., Arias, S., Ocampo, M.,
Health Crisis Services: What do Service Calle, J., Restrepo, D., Vargas, G. y Ló-
Users Need When in Crisis? Journal of pez, C. (2007). Características asociadas
Mental Health, 18(2), 99-110. al riesgo de suicidio valorado clínica-
Barón, O. (2000). Adolescencia y suicidio. mente en personas con intento reciente.
Psicología desde el Caribe, 6, 48-69. Revista Colombiana de Psiquiatría, XXXVI
Biglan, A., Hayes, S.C. y Pistorello, S. (2008). (4), 610-627.
Acceptance and Commitment Therapy: Gómez, C., Malagón, N., Bohórquez, A.,
Implications for Prevention Science. Diazgranados N., Ospina, M. y Fernán-
Prevention Science, 9(3), 139-152. dez, C. (2002). Factores asociados al in-
Bonynge, E.R. y Thurber, S. (2010). Develop- tento de suicidio en la población colom-
ment of a Measure for Mental Health biana. Revista Colombiana de Psiquiatría,
Crisis Assessment: Preliminary Psycho- XXXI(4), 271-286.
metrics of the Crisis Acuity Scale. Psy- Gutiérrez, P., Watkins, R. y Collera, D.
chology Journal, 7(1), 15-30. (2004). Suicide Risk Screening in an Ur-
Brown, F. y Rainer, J. (2006). Too Much to ban High School. Suicide & Life-Threate-
Bear: An Introduction to Crisis Inter- ning Behavior, 34(4), 421-428.
vention and Therapy. Journal of Clinical Hayes, S.C. (1997). Technology, Theory, and
Psychology: In Session, 62(8), 953-957. the Alleviation of Human Su ering: We
Bryan, C.J. (2007). Empirically-Based Outpa- Still Have Such a Long Way to Go. Beha-
tient Treatment for a Patient at Risk for vior Therapy, 28, 517-525.
Suicide: The Case of “John”. Pragmatic Hayes, S.C. y Biglan, A. (2008). Acceptan-
Case Studies in Psychotherapy, 3(2), 1-40. ce and Commitment Therapy: Model,
Canada, M., Allen, M., Money, K., Annan- Data, and Extension to the Prevention
dale, N., Fischer, L. y Young, E.L. (2007). of Suicide. Revista Brasileira de Terapia
Crisis Intervention for Students of Di- Comportamental e Cognitiva, 10(1), 81-
verse Backgrounds: School Counselor´s 102.
Concerns. Brief Treatment and Crisis In- Ho , L.A. (2001). People in Crisis. San Fran-
tervention, 7(1), 12-24. cisco: Jossey-Bass.
Caplan, G. (1961). An Approach to Commu- Horowitz, M.J. (1975). Diagnosis and
nity Mental Health. Nueva York: Grune Treatment of Stress Response Syndro-
and Straon. mes: General Principles. En Parad, H.J.,
Dubugras, S. (2007) Homicidio seguido de Resnick, H.P. y Parad, L.G. (Eds.) Emer-
suicidio. Universitas Psychologica, 6(2), gency and Disaster Management: A mental
231-244. Health Sourcebook. Bowie (Estados Uni-
dos): The Charles Press Publishers.
Dykeman, B.F. (2005). Cultural Implications
of Crisis Intervention. Journal of Instruc- Joiner, T., Kalafat, J., Draper, J., Stokes, H.,
tional Psychology, 32(1), 45-48. Knudson, M., Berman, A.L. y McKeon,
R. (2007). Establishing Standards for the

240
María Isabel Rendón, Jessica Agudelo

Assessment of Suicide Risk Among Ca- Myer, R.A. y Conte, C. (2006). Assessment
llers to the National Suicide Prevention for Crisis Intervention. Journal of Clinical
Lifeline. Suicide & Life-Threatening Beha- Psychology: In Session, 62(8), 959-970.
vior, 37(3), 353-365. Myer, R.A. y Moore, H.B. (2006). Crisis in
Kulic, K.R. (2005). The Crisis Interven- Context Theory: An Ecological Model.
tion Semi-Structured Interview. Brief Journal of Counseling and Development,
Treatment and Crisis Intervention, 5(2), 84(2), 139-146.
143-157. Neimeyer, R.A., Fortner, B. y Melby, D.
Lazarus, A.A. (1976). Multimodal Behavior (2001). Personal and Professional Fac-
Therapy. Nueva York: Springer. tors and Suicide Intervention Skills.
Lazarus, A.A. (1992). The Multimodal Suicide & Life-Threatening Behavior, 31(1),
Approach to the Treatment of Minor 71-82.
Depression. American Journal of Psycho- Organización Mundial de la Salud (OMS)
therapy, 46, 50–57. (2006). Prevención del suicidio. Recursos
Leenaars, A. (1994). Crisis Intervention with para consejeros. Recuperado de hp://
Highly Lethal Suicidal People. Death www.who.int/mental_health
Studies, 18, 341-360. Organización Mundial de la Salud (OMS)
Leigland, S. (2005). Variables of which va- (2010). Prevención del suicidio. Un instru-
lues are a function. The Behavior Analyst, mento para trabajadores de atención prima-
28(2), 133-142. ria en salud. Recuperado de hp://www.
who.int/mental_health/prevention/sui-
Liese, B.S. (1995) Integrating Crisis Inter-
cide/supre_miss_protocol_spanish.pdf
vention, Cognitive Therapy and Triage.
En Roberts, A.R. (Ed.) Crisis Intervention Paladino, D. y Barrio-Minton, C.A. (2008).
and Time-Limited Cognitive Treatment. Comprehensive College Student Sui-
Thousand Oaks (Estados Unidos, Cali- cide Assessment: Application of the
fornia): Sage. BASIC ID. Journal of American College
Health, 56(6), 643-650.
Lindemann, E. (1944). Symptomatology
and Management of Acute Grief. Ame- Páez, M., Gutiérrez, O., Valdivia, S. y Lucia-
rican Journal of Psychiatry, 101, 141–148. no, C. (2006). Terapia de Aceptación y
Compromiso (ACT) y la importancia de
Maslow, A. (1970). Motivación y personalidad.
los valores personales en el contexto de
Madrid: Ediciones Díaz de Santos.
la terapia psicológica. International Jour-
Mishara, B.L., Chagnon, F., Daigle, M., Ba-
nal of Psychology and Psychological Thera-
lan, B.B., Raymond, S., Marcoux, I.,
py, 6(1), 1-20.
Bardon, C., Campbell, J.K. y Berman,
Roberts, A.R. (Ed.) (2000). Crisis Intervention
A. (2007). Comparing Models of Hel-
Handbook: Assessment, Treatment, and Re-
per Behavior to Actual Practice in Te-
search. 2a. ed. Nueva York: Oxford Uni-
lephone Crisis Intervention: A Silent
versity Press.
Monitoring Study of Calls to the U.S.
1-800-SUICIDE Network. Suicide and Roberts, A.R. (2002). Assessment, Crisis In-
Life-Threatening Behavior, 37(3), 291-307. tervention, and Trauma Treatment: The
Integrative ACT Intervention Model.

HALLAZGOS / Año 8, núm. 16 / Bogotá, D.C. / Universidad Santo Tomás / pp. 219-242 241
Evaluación e intervención en crisis: retos para los contextos universitarios

Brief Treatment and Crisis Intervention, Sawicki, S. (1988). E ective Crisis Interven-
2(1), 1-21. tion. Adolescence, 23, 83-88.
Roberts, A.R. (2005). Bridging the Past and Scheye, A.M. (2002). Approaching Complex
Present to the Future of Crisis Inter- Cases with a Crisis Intervention Model
vention and Crisis Management. En and Teamwork: A Commentary. Journal
Roberts, A.R. (Ed.) Crisis Intervention of Genetic Counseling, 11(5), 369-376.
Handbook: Assessment, Treatment, and Re- Secretaria de Distrital de Salud (s.f.). Manual
search. 3a. ed. Nueva York: Oxford Uni- del Primer Respondiente. Recuperado de
versity Press. hp://www.saludcapital.gov.co
Roberts, A.R. y Everly, G.S. (2006). A Meta- Slaikeu, K. (1996). Intervención en crisis.
Analysis of 36 Crisis Intervention Stu- México: Editorial El Manual Moderno.
dies. Brief Treatment and Crisis Interven-
Stapleton, A.B., Lating, J., Kirkhart, M. y
tion, 6(1), 10-21.
Everly, G.S. (2006). E ects of Medical
Roberts, A.R. y Oens, A.J. (2005). The Se- Crisis Intervention on Anxiety, Depres-
ven-Stage Crisis Intervention Model: A sion and Posraumatic Stress Symp-
Road Map to Goal Aainment, Problem toms: A Meta-Analysis. Psychiatry Quar-
Solving, and Crisis Resolution. Brief terly, 77, 231-238.
Treatment and Crisis Intervention, 5(4),
Strip, C., Swassing, R. y Kidder, R. (1991).
329-339.
Female Adolescents Counseling Female
Rogers, J.R. y Soyka, K.M. (2004). “One Size Adolescents: A First Step in Emotional
Fits All”: An Existential-Constructivist Crisis Intervention. Roeper Review, 3(3),
Perspective on the Crisis Intervention 124-128.
Approach with Suicidal Individuals.
Valenzuela, D.M. (2009). Suicidio, Colombia.
Journal of Contemporary Psychotherapy,
Epidemiología del Suicidio. Bogotá: Ins-
34(1), 7-22.
tituto Nacional de Medicina Legal y
Roswarski, T. (2009). The Role of Help and Ciencias Forenses.
Gope in Prevention and Early Interven-
Young, L. y Lester, D. (2001). Gestalt The-
tion with Suicidal Adolescents: Implica-
rapy Approaches to Crisis Intervention
tions for Mental Health Counsellors. Jo-
with Suicidal Clients. Brief Treatment
urnal of Mental Health Counseling, 31(1),
and Crisis Intervention, 1(1), 65-74.
34-46.
Wilson, K.G. y Luciano. M.C. (2002). Terapia
Rubin, B. y Bloch, E. (1998). Intervención en
de aceptación y compromiso (ACT). Ma-
crisis y respuesta al trauma. Teoría y prácti-
drid: Ediciones Pirámide.
ca. Bilbao: Desclée de Brouwer.

242

También podría gustarte