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Spencer Johnson www.librosm ar avillosos.com ¿Quien se ha llevado m i queso?

1 Preparado por Pat ricio Barros


Ant onio Bravo
Spencer Johnson www.librosm ar avillosos.com ¿Quien se ha llevado m i queso?

¿QUI EN SE H A LLEVAD O M I QUESO?


Spe n ce r Joh n son

Una m anera sorprendent e de afront ar el cam bio en el t rabaj o y en la vida privada

Los planes m ej or t razados de los


rat ones y de las personas, a m e-
nudo se t uercen
ROBERT BURNS, 1759- 1796

La vida no es un pasillo rect o y fácil por el que


viaj am os libres y sin obst áculos, sino un laberin-
t o de pasaj es en el que debem os hallar nuest ro
cam ino, perdidos y confundidos, una y ot ra vez
at rapados en un callej ón sin salida.
Pero, si t enem os fe, Dios siem pre nos abrirá una
puert a que aunque t al vez no sea la que quería-
m os, al final será buena para nosot ros.
A. J. CRONI N

LA H I STORI A QUE H AY D ETRÁS D EL CUEN TO


( Ke n n e t h Bla n cha r d)
Me encant a poder cont aros " la hist oria que hay det rás del cuent o" ¿Quién se ha lle-
vado m i queso?, porque eso significa que el libro ya est á escrit o y t odos podem os
acercarnos a él para leerlo, disfrut arlo y com ent arlo con los dem ás.
Est o es algo que yo siem pre había querido que ocurriera, desde la prim era vez que
Spencer Johnson, hace ya años, m e cont ó su fant ást ica hist oria del " queso" , ant es
de que escribiéram os j unt os “ El ej ecut ivo al m inut o” .

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Recuerdo que pensé lo bueno que era el relat o y lo út il que sería para m í desde
aquel m om ent o. ¿Quién se ha llevado m i queso? es un cuent o sobre el cam bio que
t iene lugar en un laberint o donde cuat ro divert idos personaj es buscan queso. El
queso es una m et áfora de lo que uno quiere t ener en la vida, ya sea un t rabaj o, una
relación am orosa, dinero, una gran casa, libert ad, salud, reconocim ient o, paz int er-
ior o incluso una act ividad com o correr o j ugar al golf.
Cada uno de nosot ros t iene su propia idea de lo que es el queso, y va t ras él porque
cree que le hace feliz. Si lo consigue, casi siem pre se encariña con él. Y si lo pierde
o se lo quit an, la experiencia suele result ar t raum át ica.
En el cuent o, el " laberint o" represent a el lugar donde pasas el t iem po en busca de lo
que deseas. Puede ser la organización en la que t rabaj as, la com unidad en la que
vives o las relaciones que m ant ienes en t u vida.
En m is charlas por t odo el m undo narro la hist oria del queso y m uchas veces la gen-
t e m e dice lo m ucho que les ha cam biado la vida.
Lo creas o no, est e relat o ha salvado carreras, m at rim onios e incluso vidas.
Uno de los m uchos ej em plos reales es el de Charlie Jones, el respet ado locut or de la
cadena t elevisiva NBC, quien confesó que escuchar el cuent o ¿Quién se ha llevado
m i queso? salvó su carrera.
Lo que ocurrió fue lo siguient e: Charlie se había esforzado m ucho y hecho un buen
t rabaj o ret ransm it iendo las pruebas de at let ism o de unos Juegos Olím picos. Por eso,
cuando su j efe le dij o que había sido apart ado de esa especialidad deport iva y que
en los siguient es Juegos t endría que encargarse de las ret ransm isiones de nat ación
y salt os, se quedó m uy sorprendido y se enfadó.
Com o no conocía t an bien esos deport es, se sint ió frust rado. El hecho de que no
reconocieran que había realizado una buena labor lo irrit ó. Le parecía inj ust o, y la
ira em pezó a afect ar t odo lo que hacía. Ent onces le cont aron el cuent o ¿Quién se ha
llevado m i queso? Después de oírlo, se rió de sí m ism o y cam bió de act it ud... Advir-
t ió que lo único que había ocurrido era que su j efe " le había m ovido el queso" , y se
adapt ó. Aprendió sobre esos dos nuevos deport es y, en el proceso, descubrió que
hacer algo nuevo lo rej uvenecía.
Su Jefe no t ardó en reconocer su act it ud y energía nuevas y en aum ent ar sus ret ri-
buciones. Disfrut ó de m ás éxit o que nunca y se hizo una excelent e reput ación com o

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com ent arist a. Est a es una de las innum erables hist orias reales que he oído acerca
del im pact o que ha t enido est e cuent o en m uchas personas, en t odos los ám bit os de
la vida, desde el profesional hast a el am oroso.
Tengo t ant a fe en la fuerza de ¿Quién se ha llevado m i queso? que hace poco regalé
un ej em plar de una edición previa del libro a t odas las personas ( unas 200) que
t rabaj an en nuest ra em presa. ¿Por qué? Porque, com o t oda em presa que aspire no
sólo a sobrevivir, sino a ser com pet it iva, Blanchard Training & Developm ent est á
cam biando const ant em ent e. Nos m ueven " el queso" sin parar. Mient ras que en el
pasado queríam os em pleados leales, hoy necesit am os personas flexibles que no se-
an posesivas con " la m anera de hacer las cosas aquí" .
Y, com o t odos sabem os, vivir en una perm anent e cat arat a de cam bios suele ser es-
t resant e, a m enos que las personas t engan una m anera de ver el cam bio que las
ayude a com prenderlo. Y aquí es precisam ent e donde ent ra en acción el cuent o del
" queso" .
Cuando les hablé a m is am igos del cuent o y lo leyeron, casi not é que em pezaban a
desprenderse de energía negat iva. Una t ras ot ra, t odas las personas de la em presa
se acercaron para darm e las gracias por el libro y para decirm e lo m ucho que les
había ayudado a cont em plar desde una perspect iva diferent e los cam bios que se
producían en nuest ra em presa.
Est a breve parábola se lee en m uy poco t iem po, pero su im pact o puede ser m uy
profundo.
El libro est á dividido en t res part es.
En la prim era, la reunión, unos ant iguos com pañeros de inst it ut o hablan de cóm o
afront an los cam bios que se producen en sus respect ivas vidas.
La segunda part e es el cuent o en sí. El cuent o: ¿Quién se ha llevado m i queso? y
const it uye el núcleo del libro.
En la t ercera part e, " El debat e" . La gent e com ent a lo que el cuent o ha significado
para ella y cóm o va a ut ilizarlo en su t rabaj o y en su vida.
Algunos lect ores del m anuscrit o prefirieron det enerse al final del cuent o y no leer " El
debat e" , a fin de int erpret ar el significado por sí m ism os. Ot ros disfrut aron leyéndo-
lo porque les est im uló a pensar sobre cóm o poner en práct ica en su sit uación lo que
les había enseñado el relat o.

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En cualquier caso, espero que cada vez que releas ¿Quién se ha llevado m i queso?
encuent res algo nuevo y út il en el cuent o, t al com o m e ocurre a m í y que eso t e
ayude a afront ar el cam bio y a t ener éxit o, sea lo que sea el éxit o para t i.
Con m is m ej ores deseos, espero que disfrut es con lo que encuent res. Ah, y recuer-
da: ¡m uévet e cuando se m ueva el queso!

Ken Blanchard
San Diego, 1998

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La Re u n ión. ( Ch ica go)


En Chicago, un soleado dom ingo, hom bres y m uj eres que habían ido j unt os al inst i-
t ut o se reunieron para alm orzar t ras haber asist ido a un act o oficial en el cent ro la
noche ant erior.
Querían saber m ás cosas de la vida de sus ex com pañeros de clase. Después de
m uchas brom as y una gran com ida, ent ablaron una int eresant e conversación. Ánge-
la que había sido una de las personas m ás populares de la clase, dij o: - La vida ha
seguido una t rayect oria m uy dist int a de la que yo pensaba cuando íbam os al inst it u-
t o. Han cam biado m uchas cosas.
- Es ciert o, convino Nat han.
Los dem ás sabían que Nat han había cont inuado con el negocio fam iliar, que funcio-
naba com o siem pre, y que desde que ellos recordaban est aba int egrado en la co-
m unidad.
Por eso los sorprendió verlo preocupado.
- Pero ¿habéis not ado que cuando las cosas cam bian nosot ros no querem os cam -
biar?- prosiguió.
- Creo que nos resist im os al cam bio porque cam biar nos da m iedo - apunt ó Carlos.
- Tú eras el capit án del equipo de fút bol, Carlos - dij o Jessica - Nunca hubiera pensa-
do que algún día llegarías a hablar de m iedo.
Todos rieron al advert ir que, aunque habían t om ado direcciones dist int as ( desde ser
am a de casa hast a t rabaj ar de ej ecut ivo en una em presa) , experim ent aban sensa-
ciones sim ilares.
Cada uno de ellos int ent aba afront ar los cam bios inesperados que se est aban pro-
duciendo en su vida en los últ im os años. Y casi t odos los asist ent es adm it ieron que
no habían encont rado una buena m anera de hacerlo.
- A m í t am bién m e daban m iedo los cam bios - int ervino Michael - Cuando se produj o
un gran cam bio en nuest ra em presa, no supim os qué hacer. Seguim os act uando
com o siem pre y casi lo perdim os t odo. Pero ent onces m e cont aron un cuent o que lo
cam bió t odo.
- ¿En serio? - pregunt ó Nat han.
- Sí. El cuent o alt eró la m anera en que yo m iraba los cam bios, y a part ir de ese m o-
m ent o las cosas m ej oraron rápidam ent e... En m i t rabaj o y en m i vida.

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" Ent onces divulgué el cuent o ent re algunas personas de m i em presa, que hicieron lo
propio con ot ras aj enas a ella, y enseguida las cosas em pezaron a funcionar m ucho
m ej or porque t odos nos adapt am os m ej or al cam bio. Y m uchos dicen lo m ism o que
yo: que los ha ayudado en la vida privada.
- ¿De qué cuent o se t rat a? - pregunt ó Ángela.
- Se llam a ¿Quién se ha llevado m i queso? Todos se echaron a reír.
- Me gust aría oírlo, dij o Carlos, ¿por qué no nos lo cuent as ahora?
- Desde luego - respondió Michael- . Será un placer para m í... No es dem asiado largo.
Y Michael em pezó a cont ar el cuent o.

El Cu e n t o
Érase una vez un país m uy lej ano en el que vivían cuat ro personaj es. Todos corrían
por un laberint o en busca del queso con que se alim ent aban y que los hacía felices.
Dos de ellos eran rat ones, y se llam aban Oliendo y Corriendo ( Oli y Corri para sus
am igos) ; los ot ros dos eran personit as, seres del t am año de los rat ones, pero que
t enían un aspect o y una m anera de act uar m uy parecidos a los de los hum anos ac-
t uales. Sus nom bres eran Kif y Kof.
Debido a su pequeño t am año, result aba difícil ver qué est aban haciendo, pero si
m irabas de cerca descubrías cosas asom brosas.
Tant o los rat ones com o las personit as se pasaban el día en el laberint o buscando su
queso favorit o.
Oli y Corri, los rat ones, aunque sólo poseían cerebro de roedores, t enían m uy buen
inst int o y buscaban el queso seco y curado que t ant o gust a a esos anim alit os.
Kif y Kof, las personit as, ut ilizaban un cerebro replet o de creencias para buscar un
t ipo m uy dist int o de Queso - con m ayúscula - , que ellos creían que los haría ser feli-
ces y t riunfar.
Por dist int os que fueran los rat ones y las personit as, t enían algo en com ún: t odas
las m añanas se ponían su chándal y sus zapat illas deport ivas, salían de su casit a y
se precipit aban corriendo hacia el laberint o en busca de su queso favorit o.
El laberint o era un dédalo de pasillos y salas, y algunas de ellas cont enían delicioso
queso. Pero t am bién había rincones oscuros y callej ones sin salida que no llevaban
a ningún sit io. Era un lugar en el que result aba m uy fácil perderse. Sin em bargo,

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para los que daban con el cam ino, el laberint o albergaba secret os que les perm it ían
disfrut ar de una vida m ej or.
Para buscar queso, Oli y Corri, los rat ones, ut ilizaban el sencillo pero ineficaz m ét o-
do del t ant eo. Recorrían un pasillo y si est aba vacío, daban m edia vuelt a y recorrían
el siguient e.
Oli olfat eaba el aire con su gran hocico a fin de averiguar en qué dirección había que
ir para encont rar queso, y Corri se abalanzaba hacia allí. Com o im aginaréis, se
perdían, daban m uchas vuelt as inút iles y a m enudo chocaban cont ra las paredes.
Sin em bargo, Kif y Kof, las dos personit as, ut ilizaban un m ét odo dist int o que se ba-
saba en su capacidad de pensar y aprender de las experiencias pasadas, aunque a
veces sus creencias y em ociones los confundían.
Con el t iem po, siguiendo cada uno su propio m ét odo, t odos encont raron lo que hab-
ían est ado buscando: un día, al final de uno de los pasillos, en la Cent ral Quesera
" Q" , dieron con el t ipo de queso que querían.
A part ir de ent onces, los rat ones y las personit as se ponían t odas las m añanas sus
prendas deport ivas y se dirigían a la Cent ral Quesera " Q" . Al poco, aquello se había
convert ido en una cost um bre para t odos.
Oli y Corri se despert aban t em prano t odas las m añanas, com o siem pre, y corrían
por el laberint o siguiendo la m ism a rut a.
Cuando llegaban a su dest ino, los rat ones se quit aban las zapat illas y se las colga-
ban del cuello para t enerlas a m ano en el m om ent o en que volvieran a necesit arías.
Luego, se dedicaban a disfrut ar del queso.
Al principio, Kif y Kof t am bién iban corriendo t odos los días hast a la Cent ral Quesera
" Q" para paladear los nuevos y sabrosos bocados que los aguardaban.
Pero, al cabo de un t iem po, las personit as fueron cam biando de cost um bres. Kif y
Kof se despert aban cada día m ás t arde, se vest ían m ás despacio e iban cam inando
hacia la Cent ral Quesera " Q" . Al fin y al cabo, sabían dónde est aba el queso y cóm o
llegar hast a él.
No t enían ni idea de la procedencia del queso ni sabían quién lo ponía allí. Sim ple-
m ent e suponían que est aría en su lugar.
Todas las m añanas, cuando llegaban a la Quesera " Q" , Kif y Kof se ponían cóm odos,
com o si est uvieran en casa. Colgaban sus chándales, guardaban las zapat illas y se

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ponían las pant uflas. Com o ya habían encont rado el queso, cada vez se sent ían m ás
a gust o.
- Est o es una m aravilla, dij o Kif. Aquí t enem os queso suficient e para t oda la vida.
Las personit as se sent ían felices y cont ent as, pensando que est aban a salvo para
siem pre. No t ardaron m ucho en considerar suyo el queso que habían encont rado en
la Cent ral Quesera " Q" , y había t al cant idad alm acenada allí que, poco después,
t rasladaron su casa cerca de la cent ral y const ruyeron una vida social alrededor de
ella.
Para sent irse m ás a gust o, Kif y Kof decoraron las paredes con frases e incluso pin-
t aron t rozos de queso que los hacían sonreír. Una de las frases decía: " Tener Queso
Hace Feliz" . En ocasiones, Kif y Kof llevaban a sus am igos a ver los t rozos de queso
que se apilaban en la Cent ral Quesera " Q" . Unas veces los com part ían con ellos y
ot ras, no.
- Nos m erecem os est e queso, dij o Kif. Realm ent e t uvim os que t rabaj ar m uy duro y
durant e m ucho t iem po para conseguirlo.
Tras est as palabras, cogió un t rozo y se lo com ió.
Después, Kif se quedó dorm ido, com o solía ocurrirle. Todas las noches, las personi-
t as volvían a casa cargadas de queso, y t odas las m añanas regresaban confiadas, a
por m ás a la Cent ral Quesera " Q" .
Todo siguió igual durant e algún t iem po. Pero al cabo de unos m eses, la confianza de
Kif y Kof se convirt ió en arrogancia. Se sent ían t an a gust o que ni siquiera advert ían
lo que est aba ocurriendo.
El t iem po pasaba, y Oli y Corri seguían haciendo lo m ism o t odos los días.
Por la m añana, llegaban t em prano a la Cent ral Quesera " Q" y husm eaban, escarba-
ban e inspeccionaban la zona para ver si había habido cam bios con respect o al día
ant erior. Luego se sent aban y se ponían a m ordisquear queso.
Una m añana, llegaron a la Cent ral quesera " Q" y descubrieron que no había Queso.
No les sorprendió. Com o habían not ado que las reservas de queso habían ido dism i-
nuyendo poco a poco, Oli y Corri est aban preparados para lo inevit able e, inst int i-
vam ent e, enseguida supieron lo que t enían que hacer.
Se m iraron el uno al ot ro, cogieron las zapat illas deport ivas que llevaban at adas al
cuello, se las calzaron y se las anudaron.

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Los rat ones no se perdían en análisis profundos de las cosas. Y t am poco t enían que
cargar con com plicados sist em as de creencias.
Para los rat ones, t ant o el problem a com o la solución eran sim ples. La sit uación en la
Cent ral Quesera " Q" había cam biado. Por lo t ant o, Oli y Corri decidieron cam biar.
Am bos asom aron la cabeza por el laberint o. Ent onces, Oli alzó el hocico, husm eó y
asint ió con la cabeza, t ras lo cual, Corri se lanzó a correr por el laberint o y Oli lo
siguió lo m ás de prisa que pudo.
Ya se habían puest o en m archa en busca de queso nuevo, ese m ism o día, m ás t ar-
de, Kif y Kof hicieron su aparición en la Cent ral Quesera " Q" . No habían prest ado
at ención a los pequeños cam bios que habían ido produciéndose y, por lo t ant o, da-
ban por sent ido que su queso seguiría allí.
La nueva sit uación los pilló t ot alm ent e desprevenidos.
- ¿Qué? ¿No hay Queso? - grit ó Kif - . ¿No hay queso? - repit ió m uy enoj ado, com o si
grit ando fuese a conseguir que alguien se lo devolviera- . ¿Quién se ha llevado m i
queso? - bram ó, indignado. Finalm ent e, con los brazos en j arras y el rost ro enroj eci-
do de ira, vociferó: ¡Est o no es j ust o! Kof sacudió negat ivam ent e la cabeza con ges-
t o de incredulidad. Él t am bién había dado por supuest o que en la Cent ral Quesera
" Q" habría queso, y se quedó paralizado por la sorpresa. No est aba preparado para
aquello.
Kif grit aba algo, pero Kof no quería escucharlo. No t enía ganas de enfrent arse a lo
que t enía delant e, así que se desconect ó de la realidad.
La conduct a de las personit as no era agradable ni product iva, pero sí com prensible.
Encont rar queso no había sido fácil, y para las personit as eso significaba m ucho m ás
que t ener t odos los días la cant idad necesaria del m ism o.
Para las personit as, encont rar queso era dar con la m anera de obt ener lo que creían
que necesit aban para ser felices. Cada una t enía, según fueran sus gust os, su pro-
pia idea de lo que significaba el queso.
Para algunas, encont rar queso era poseer cosas m at eriales. Para ot ras disfrut ar de
buena salud o alcanzar la paz int erior.
Para Kof, el queso significaba sim plem ent e sent irse a salvo, t ener algún día una es-
t upenda fam ilia y una confort able casa en la calle Cheddar.

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Para Kif, significaba convert irse en un Gran Queso con ot ros a su cargo y t ener una
herm osa m ansión en lo alt o de las colinas Cam em bert , Com o el queso era m uy im -
port ant e para ellos, las dos personit as se pasaron m ucho t iem po decidiendo qué
hacer. Al principio, lo único que se les ocurrió fue inspeccionar a fondo la Cent ral
Quesera " Q" para com probar si realm ent e el queso había desaparecido.
Mient ras que Oli y Corri ya se habían puest o en m archa, Kif y Kof cont inuaban vaci-
lando y t it ubeando.
Despot ricaron y se quej aron de lo inj ust o que era t odo lo ocurrido, y Kof em pezó a
deprim irse. ¿Qué sucedería si al día siguient e t am poco encont raban el queso? Había
hecho m uchos planes para el fut uro basados en aquel queso.
Las personit as no daban crédit o a lo que veían. ¿Cóm o podía haber ocurrido aque-
llo? Nadie las había avisado. No est aba bien. Se suponía que esas cosas no t enían
que pasar.
Aquella noche, Kif y Kof volvieron a casa, ham brient os y desanim ados; pero, ant es
de m archarse de la Cent ral Quesera " Q" , Kof escribió en la pared:

Cuant o m ás im port ant e es el queso para uno,


m ás se desea conservarlo

Al día siguient e, Kif y Kof salieron de sus respect ivas casas y volvieron a la Cent ral
Quesera " Q" , donde esperaban encont rar, de una m anera o de ot ra, su queso.
Pero la sit uación no había cam biado: el queso seguía sin est ar allí. Las personit as no
sabían qué hacer. Kif y Kof se quedaron paralizados, inm óviles com o est at uas.
Kof cerró los oj os lo m ás fuert e que pudo y se t apó los oídos con las m anos. Quería
desconect ar de t odo. Se negaba a reconocer que las reservas de queso habían ido
dism inuyendo de m anera gradual. Est aba convencido de que habían desaparecido
de repent e.
Kif analizó la sit uación una y ot ra vez, y, al final, su com plicado cerebro dot ado de
un enorm e sist em a de creencias em pezó a funcionar.
- ¿Por qué m e han hecho est o? - se pregunt ó- . ¿Qué est á pasando aquí?
Kof abrió los oj os, m iró a su alrededor e inquirió:

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- Por ciert o, ¿dónde est án Oli y Corri? ¿Crees que saben algo que nosot ros no sabe-
m os?
- ¿Qué quieres que sepan? - espet ó Kif en t ono de desprecio - . No son m ás que ra-
t ones.
Reaccionan ant e lo que ocurre. Nosot ros som os personit as, som os especiales.
Tendríam os que ser capaces de dar con la solución. Adem ás, m erecem os m ej or
suert e que ellos. Est o no debería ocurrirnos, y si nos ocurre, al m enos t endríam os
que recibir una com pensación.
- ¿Por qué t endríam os que recibir una com pensación? - quiso saber Kof.
- Porque t enem os derecho.
- ¿Derecho a qué? - pregunt ó Kof.
- Tenem os derecho a nuest ro queso.
- ¿Por qué? - insist ió Kof.
- Porque est e problem a no lo hem os causado nosot ros - respondió Kif- , Alguien ha
provocado est a sit uación y nosot ros t enem os que sacar algún provecho de ella.
- Tal vez sería m ej or no analizar t ant o la sit uación. Lo que deberíam os hacer es po-
nernos en m archa de inm ediat o y buscar queso nuevo - Sugirió Kof.
- Oh, no - repuso Kif- . Voy a llegar al fondo de t odo est o.
Mient ras Kif y Kof seguían discut iendo lo que debían hacer, Oli y Corri ya se habían
puest o en m archa y habían recorrido m uchos pasillos, buscando queso en t odas las
cent rales queseras que encont raban en su cam ino.
No pensaban en ot ra cosa que no fuera encont rar queso nuevo. Pasaron m ucho
t iem po sin encont rar nada hast a que, al final, llegaron a una zona del laberint o en la
que nunca habían est ado: la Cent ral Quesera " N" .
Al ent rar profirieron un grit o de alegría. Habían encont rado lo que est aban buscan-
do: una gran reserva de queso.
No podían dar crédit o a sus oj os. Era la cant idad m ás grande de queso que los rat o-
nes habían vist o en t oda su vida.
Mient ras, Kif y Kof seguían en la Cent ral Quesera " Q" evaluando la sit uación. Em pe-
zaban a sufrir los efect os de la falt a de queso. Cada vez est aban m ás frust rados y
enfadados, y se culpaban el uno al ot ro de la sit uación en la que se hallaban.

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De vez en cuando, Kof se acordaba de sus am igos los rat ones, y se pregunt aba sí
Oli y Corri ya habrían encont rado Queso. Pensaba que debían de est ar pasando
m om ent os m uy duros, porque correr por el laberint o siem pre conllevaba incert i-
dum bre, pero t am bién sabía que no est arían en apuros m ucho t iem po.
A veces Kof im aginaba que Oli y Corri habían encont rado queso nuevo y los veía
disfrut ando de él. Pensaba en lo bien que le sent aría andar a la avent ura por el la-
berint o y encont rar un nuevo queso. Casi podía saborearlo.
Cuant o m ás clara era la im agen que Kof t enía de sí m ism o encont rando y probando
el nuevo queso, m ás ganas le ent raban de m archarse de la Cent ral Quesera " Q" . -
¡Vám onos! - exclam ó de repent e.
- No - replicó Kif rápidam ent e - . Est oy bien aquí, es un lugar cóm odo y conocido.
Adem ás, salir ahí fuera es peligroso.
- No, no lo es - repuso Kof- . Hem os recorrido ya m uchas zonas del laberint o, y po-
dem os hacerlo ot ra vez.
- Soy dem asiado viej o para eso - dij o Kif - . Y no t engo ningún int erés en perderm e
ni en engañarm e a m i m ism o. ¿Tú sí?
Est as palabras hicieron que Kof volviera a sent ir m iedo al fracaso, y sus esperanzas
de encont rar queso nuevo se desvanecieron.
Así que las personit as siguieron haciendo t odos los días lo m ism o que habían hecho
hast a ent onces: ir a la Cent ral Quesera " Q" , no encont rar queso y volver a casa,
llevando consigo sus desasosiegos y frust raciones.
I nt ent aron negar lo que est aba ocurriendo, pero cada vez les cost aba m ás conciliar
el sueño, y por la m añana t enía n m enos energía y est aban m ás irrit ables.
Sus casas no eran los sit ios acogedores que habían sido. Las personit as sufrían de
insom nio, y cuando conseguían dorm ir t enían pesadillas en las que no encont raban
el queso.
Pero Kif y Kof seguían volviendo t odos los días a la Cent ral Quesera " Q" y, una vez
allí, se lim it aban a esperar.
- Si nos esforzáram os un poco - dij o Kif - , t al vez descubriríam os que en realidad las
cosas no han cam biado t ant o. Es probable que el queso est é cerca. Quizás est á es-
condido det rás de la pared.

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Al día siguient e, Kif y Kof volvieron con herram ient as. Kif suj et ó el cincel y Kof gol-
peó con el m art illo hast a que hicieron un aguj ero en la pared de la Cent ral Quesera
" Q" . Miraron a t ravés de él, pero no encont raron el queso.
Se sint ieron decepcionados, pero creían que podían solucionar el problem a. Por eso
em pezaban a t rabaj ar m ás t em prano, lo hacían con m ás ahínco y acababan m ás
t arde, pero lo único que consiguieron fue t ener un enorm e aguj ero en la pared.
Kof em pezó a com prender la diferencia ent re act ividad y product ividad.
- Tal vez - dij o Kif - , lo único que deberíam os hacer es quedarnos sent ados y ver qué
pasa. Tarde o t em prano, t endrán que volver a poner el queso.
Kof quería creer que Kif t enía razón, así que t odas las noches se iba a casa a des-
cansar y a la m añana siguient e volvía con su am igo, de m ala gana, a la Cent ral
Quesera " Q" , pero el queso seguía sin aparecer.
Las personit as est aban cada vez m ás débiles debido al ham bre y al est rés. Kof em -
pezaba a cansarse de esperar que la sit uación m ej orase.
Com enzaba a com prender que cuant o m ás t iem po est uvieran sin queso, peor se
encont rarían.
Kof sabía que est aban perdiendo la agudeza. Finalm ent e, un día Kof em pezó a reír-
se de sí m ism o. " Mírat e, Kof, m írat e - se decía - . Cada día hago las m ism as cosas,
una y ot ra vez, y m e pregunt o por qué la sit uación no m ej ora. Si est o no fuera t an
ridículo, sería incluso divert ido." A Kof no le gust aba la idea de t ener que correr de
nuevo por el laberint o, porque sabía que se perdería y no t enía ninguna cert eza de
que fuera a encont rar m ás queso, pero, al ver lo est úpido que se est aba volviendo
por culpa del m iedo, t uvo que reírse de si m ism o.
- ¿Dónde has puest o nuest ros chándales y las zapat illas deport ivas? - le pregunt ó a
Kif.
Tardaron m ucho t iem po en dar con ellos porque, cuando t iem po at rás habían en-
cont rado queso en la Cent ral Quesera " Q" , los habían guardado al fondo del t odo
pensando que ya no los necesit arían nunca m ás.
Cuando Kif vio a su am igo poniéndose el chándal, le pregunt ó:
- No irás a salir al laberint o ot ra vez, ¿verdad? ¿Por qué no t e quedas aquí conm igo,
esperando que devuelvan el queso?

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- Mira, Kif, no ent iendes lo que pasa. Yo t am poco quería verlo, pero ahora m e doy
cuent a de que ya no nos devolverán aquel queso. Ese queso pert enece al pasado y
ha llegado la hora de encont rar uno nuevo.
- Pero ¿y si no hay m ás? - repuso Kif- . Y aun en caso de que haya, ¿y si no lo en-
cuent ras?
- No lo sé - respondió Kof.
Se había form ulado m iles de veces esas dos pregunt as y em pezó a sent ir de nuevo
el m iedo que lo paralizaba.
Luego em pezó a pensar en encont rar un queso nuevo y en t odas las cosas buenas
que eso significaría.
Ent onces hizo acopio de fuerzas y dij o:
- A veces, las cosas cam bian y nunca vuelven a ser com o ant es. Creo que est am os
en una sit uación de est e t ipo, Kif. ¡Así es la vida! La vida se m ueve y nosot ros t am -
bién debernos hacerlo.
Kof m iró a su dem acrado com pañero e int ent ó hacerlo ent rar en razón, pero el m ie-
do de Kif se había convert ido en ira y no quiso escucharle.
Kof no quería ser brusco con su am igo, pero no pudo evit ar reírse de lo est úpida-
m ent e que am bos se est aban com port ando.
Mient ras Kof se preparaba para salir, em pezó a sent irse m ás vivo al t om ar concien-
cia de que por fin era capaz de reírse de sí m ism o, vencer el m iedo y seguir adelan-
t e.
- ¡Ha llegado el m om ent o de volver al laberint o! - anunció.
Kif no se rió ni reaccionó. Kof cogió una pequeña piedra afilada y escribió un pen-
sam ient o serio en la pared para que su am igo reflexionase sobre él. Tal com o t enía
por cost um bre, Kof incluso dibuj ó un t rozo de queso alrededor de las palabras con
la esperanza de hacer sonreír a Kif y de anim arlo a buscar un nuevo queso, pero su
am igo no quiso m irar.
En la pared se leía:

Sin no cam bias t e ext in-


gues

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A cont inuación, Kof asom ó la cabeza y observó el laberint o con ansiedad. Pensó en
cóm o había llegado a aquella sit uación de carencia de queso.
Había creído que posiblem ent e no hubiera queso en el laberint o o que no iba a ser
capaz de encont rarlo. Aquellos pensam ient os llenos de m iedo lo est aban paralizando
y acabarían por m at arlo.
Kof sonrió. Sabía que Kif se est aba pregunt ando: " ¿Quién se ha llevado m i queso?" ,
pero lo que él se pregunt aba era: " ¿Por qué no m e puse en m archa ant es, por qué
no m e m oví cuando lo hizo el queso?" .
Al adent rarse en el laberint o, Kof m iró hacia at rás, conscient e de la com odidad del
espacio que dej aba, y se sint ió at raído hacia aquel t errit orio conocido pese a que
llevaba m ucho t iem po allí sin encont rar queso.
Kof se sent ía cada vez m ás angust iado, y se pregunt ó si realm ent e quería volver al
laberint o. Escribió una frase en la pared que t enía delant e y se quedó un rat o
m irándola.
" ¿Qué harías si no t uvieses m iedo?" Pensó en ello.
Sabía que, a veces, un poco de m iedo es bueno. Cuando t ienes m iedo de que las
cosas em peoren si no haces algo, el m iedo puede incit art e a la acción. Pero, cuando
t e im pide hacer algo, el m iedo no es bueno.
Miró hacia la derecha. Era una zona del laberint o en la que nunca había est ado y
sint ió m iedo. Ent onces, respiró hondo y se adent ró en el laberint o, avanzando con
paso veloz hacia lo desconocido.
Mient ras int ent aba encont rar el buen cam ino, lo prim ero que pensó fue que t al vez
se habían quedado esperando dem asiado t iem po en la Cent ral Quesera " Q" . Hacía
t ant o t iem po que no com ía queso que se encont raba débil. Recorrer el laberint o le
exigió m ás t iem po y esfuerzo de lo acost um brado. Decidió que si alguna vez volvía
a pasarle algo parecido; se adapt aría al cam bio m ás deprisa. Eso facilit aría las co-
sas.
" Más vale t arde que nunca" , se dij o con una exangüe sonrisa.
Durant e los días sucesivos, Kof encont ró un poco de queso aquí y allá, pero no eran
cant idades que durasen m ucho t iem po. Esperaba encont rar una buena ración para
llevársela a Kif y anim arlo a que volviera al laberint o.

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Pero Kof t odavía no había recuperado la suficient e confianza en sí m ism o. Tuvo que
adm it ir que se desorient aba en el laberint o. Las cosas parecían haber cam biado
desde la últ im a vez que había est ado allí.
Just o cuando pensaba que había encont rado la dirección correct a, se perdía en los
pasillos. Era com o si diera dos pasos adelant e y uno at rás. Era t odo un ret o, pero
t uvo que adm it ir que volver a recorrer el laberint o en busca de queso no era t an
t errible com o había t em ido.
Con el paso del t iem po, em pezó a pregunt arse si la esperanza de encont rar queso
nuevo era realist a. ¿No sería un sueño?: De inm ediat o se echó a reír, al darse cuen-
t a de que llevaba t ant o t iem po sin dorm ir que era im posible que soñase.
Cada vez que em pezaba a desalent arse, se recordaba a sí m ism o que lo que est aba
haciendo, por incóm odo que le result ase en aquel m om ent o, era m ucho m ej or que
quedarse de brazos cruzados sin queso. Est aba t om ando las riendas de su vida en
vez de dej ar sim plem ent e que las cosas ocurrieran.
Luego se recordó que si Oli y Corri eran capaces de avent urarse, él t am bién lo era.
Más t arde, Kof reconst ruyó los hechos y llegó a la conclusión de que el queso de la
Cent ral Quesera " Q" no había desaparecido de la noche a la m añana, com o había
creído al principio. En los últ im os t iem pos, había cada vez m enos queso y adem ás,
el que quedaba, ya no sabia t an bien. Tal vez el queso había em pezado a enm o-
hecerse y él no lo había not ado. Tuvo que adm it ir, sin em bargo, que si hubiera que-
rido se habría percat ado de lo que est aba ocurriendo. Pero no lo había hecho.
En aquel m om ent o com prendió que el cam bio no lo habría pillado por sorpresa si se
hubiera fij ado en que est e se iba produciendo gradualm ent e y lo hubiese previst o.
Quizás era eso lo que Oli y Corri habían hecho.
Se det uvo a descansar y escribió en la pared del laberint o:

Huele el queso a m enudo para saber


cuándo em pieza a enm ohecerse

Cuando llevaba sin encont rar queso durant e un t iem po que le pareció m uy largo,
Kof llegó a una inm ensa Cent ral Quesera que t enía un aspect o prom et edor. Pero
cuando ent ró sufrió una gran decepción al ver que est aba t ot alm ent e vacía.

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" Ya he t enido est a sensación de vacío con dem asiada frecuencia" , pensó, con ganas
de abandonar la búsqueda.
A Kof em pezaban a flaquearle las fuerzas. Sabía que est aba perdido y t em ía no so-
brevivir. Pensó en dar m archa at rás y regresar a la Cent ral Quesera " Q" . Al m enos,
si lo conseguía y Kif est aba aún allí, no se sent iría t an solo.
Ent onces volvió a form ularse la m ism a pregunt a de ant es: " ¿Qué haría si no t uviera
m iedo?" .
Tenía m iedo m ás a m enudo de lo que est aba dispuest o a adm it ir. No siem pre est a-
ba seguro de qué era lo que le daba m iedo, pero en aquel est ado de debilidad supo
que t enía m iedo de seguir avanzando solo.
Kof no se percat aba, pero se est aba quedando at rás por culpa de sus m iedos.
Se pregunt ó si Kif se habría m ovido o seguiría paralizado por sus m iedos. Ent onces,
Kof recordó las ocasiones en que se había sent ido m ás a gust o en el laberint o.
Siem pre habían sido felices est ando en m ovim ient o. Escribió una frase en la pared,
sabiendo que era t ant o un recordat orio para sí m ism o com o una señal por si su
com pañero Kif se decidía a seguirlo:

Avanzar en una dirección nueva para


encont rar un nuevo queso

Kof m iró el oscuro corredor y fue conscient e de su m iedo. ¿Qué le esperaba ahí de-
nt ro? ¿Est aba vacío? O peor aún: ¿había peligros escondidos? Em pezó a im aginar
t odo t ipo de cosas at erradoras que podían ocurrirle. Cada vez sent ía m ás pavor.
Ent onces se rió de sí m ism o. Com prendió que lo único que hacían sus m iedos era
em peorar las cosas. Por eso, hizo lo que hubiera hecho de no t ener m iedo: avanzó
en una nueva dirección.
Cuando em pezó a correr por el oscuro pasillo, una sonrisa se dibuj ó en sus labios.
Kof t odavía no lo com prendía, pero est aba descubriendo lo que alim ent aba su alm a.
Se sent ía libre y t enía confianza en lo que le aguardaba, aunque no supiera exact a-
m ent e qué era.
Para su sorpresa, vio que cada vez se lo pasaba m ej or.

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- ¿Por qué m e sient o t an bien? - se pregunt ó - . No t engo ni una pizca de queso ni sé


hacia dónde voy.
No t ardó en com prender por qué se sent ía de aquel m odo. Y se ent ret uvo para es-
cribir de nuevo en la pared:

Cuando dej as at rás el m iedo, t e sient es libre

Kof com prendió que había sido prisionero de su propio m iedo. Avanzar en una di-
rección nueva lo había liberado.
En ese m om ent o not ó la brisa que corría por aquella part e del laberint o y le pareció
refrescant e. Respiró hondo unas cuant as veces y se sint ió revit alizado. Después de
haber dej ado at rás el m iedo, t odo result ó m ucho m ás agradable de lo que él había
pensado que seria.
Hacía m ucho t iem po que no se sent ía de aquella m anera. Casi habla olvidado lo di-
vert ido que era.
Para que t odo fuera aún m ej or, Kof em pezó a hacer un dibuj o en su m ent e. Se veía
con t odo det alle y gran realism o, sent ado en m edio de un m ont ón de sus quesos
favorit os, desde el cheddar hast a el brie. Se vio com iendo de t odos los quesos que
le gust aban y disfrut ó con lo que vio. Luego im aginó lo felicísim o que lo harían t odos
aquellos sabores.
Cuant o m ás clara veía la im agen del nuevo queso, m ás real se volvía y m ás pre-
sent ía que iba a encont rarlo.
Kof escribió de nuevo en la pared:

I m aginarse disfrut ando el queso nuevo, ant es


incluso de encont rarlo, conduce hacia él.

“ ¿Por qué no lo había hecho ant es?" , se pregunt ó.


Ent onces, echó a correr por el laberint o con m ás energía y agilidad. Al poco localizó
ot ra Cent ral Quesera en cuya puert a vio, con gran excit ación, unos pedacit os de un
nuevo queso.

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Vio t ipos de queso que no conocía pero que t enían un aspect o fant ást ico. Los probó
y le parecieron deliciosos. Com ió de casi t odos y se guardó unos t rozos en el bolsillo
para m ás t arde y quizá para com part irlos con su am igo Kif. Em pezó a recuperar las
fuerzas.
Ent ró en la Cent ral Quesera m uy excit ado, pero, para su const ernación, descubrió
que est aba vacía. Allí ya había est ado alguien y sólo había dej ado unos pedazos pe-
queños del nuevo queso.
Com prendió que si se hubiera m ovido ant es, con t oda probabilidad, habría encon-
t rado allí m ás cant idad de queso.
Kof decidió volver at rás y averiguar si Kif est aba dispuest o a acom pañarlo. Mient ras
desandaba el cam ino, se det uvo y escribió en la pared:

Cuant o ant es se olvida el queso viej o,


ant es se encuent ra el nuevo queso

Al cabo de un rat o, Kof llegó a la Cent ral Quesera " Q" y encont ró allí a Kif. Le ofreció
unos pedazos de queso, pero su am igo los rechazó.
Kif le agradeció el gest o, pero dij o:
- No creo que m e gust e ese nuevo queso. No est oy acost um brado a él. Yo quiero
que m e devuelvan m i queso, y no voy a cam biar de act it ud hast a que eso ocurra.
Kof decepcionado sacudió la cabeza, y volvió a salir solo. Mient ras regresaba al pun-
t o m ás alej ado del laberint o al que había llegado, aunque echaba de m enos a su
am igo, le gust aba lo que iba descubriendo. I ncluso ant es de encont rar lo que espe-
raba que fuese una gran reserva de queso nuevo, sí es que llegaba a encont rarla,
sabía que no era sólo t ener queso lo que le hacía sent irse feliz. Se sent ía feliz por-
que no lo dom inaba el m iedo y porque le gust aba lo que est aba haciendo en aque-
llos m om ent os.
Al darse cuent a de ello, no se sint ió t an débil com o cuando est aba sin queso en la
Cent ral Quesera " Q" . El m ero hecho de saber que no perm it ía que el m iedo lo para-
lizase y que había t om ado una nueva dirección le daba fuerzas.
En esos inst ant es supo que encont rar lo que necesit aba era sólo cuest ión de t iem po.
De hecho, ya había encont rado lo que buscaba.

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Sonrió y escribió en la pared: “ Es m ás seguro buscar en el laberint o que quedarse


de brazos cruzados sin queso” Kof advirt ió de nuevo, com o ya había hecho ant es,
que lo que nos da m iedo nunca es t an m alo com o im aginam os. El m iedo que dej a-
m os crecer en nuest ra m ent e es peor que la sit uación real.
Había t em ido t ant o no encont rar queso que ni siquiera se había at revido a buscarlo.
Sin em bargo, desde que había em pezado el recorrido había encont rado queso sufi-
cient e para, sobrevivir. Y esperaba encont rar m ás. Mirar hacia delant e era excit an-
t e.
Su ant igua m anera de pensar se había vist o afect ada por t em ores y preocupacio-
nes. Ant es pensaba en la posibilidad de no t ener bast ant e queso o de que no le du-
rase el t iem po necesario.
Solía pensar m ás en lo que podía ir m al que en lo que podía ir bien. Pero eso había
cam biado desde que dej ó la Cent ral Quesera " Q" .
Ant es pensaba que el queso no debía m overse nunca de su sit io y que los cam bios
no eran buenos.
Ahora veía que era nat ural que se produj eran cam bios const ant es, t ant o si uno los
esperaba com o si no. Los cam bios sólo podían sorprendert e si no los esperabas ni
cont abas con ellos.
Cuando advirt ió que su sist em a de creencias había cam biado, hizo una pausa para
escribir en la pared:

Las viej as creencias no conducen al nuevo queso

Kof t odavía no había encont rado nada de queso, pero m ient ras corría por el laberin-
t o pensó en lo que había aprendido hast a ent onces.
Advirt ió que las nuevas creencias est im ulaban conduct as nuevas. Se est aba com -
port ando de m anera m uy dist int a que cuando volvía día t ras día a la m ism a Cent ral
Quesera vacía.
Supo que, al cam biar de creencias, había cam biado de form a de act uar. Todo de-
pendía de lo que decidiera creer. Escribió de nuevo en la pared:

Cuando ves que puedes encont rar nuevo queso y

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disfrut ar de él, cam bias de t rayect oria

Kof supo que, si hubiera acept ado ant es el cam bio y hubiese salido enseguida de la
Cent ral Quesera " Q" , ahora se encont raría m ucho m ej or. Se sent iría m ás fuert e físi-
ca y m ent alm ent e y habría afront ado m ej or el ret o de buscar un nuevo queso. En
realidad, si hubiera previst o el cam bio, en vez de perder el t iem po negando que es-
t e se hubiera producido, probablem ent e ya habría encont rado lo que buscaba.
Hizo acopio de fuerzas y decidió explorar las zonas m ás desconocidas del laberint o.
Encont ró pedazos de queso aquí y allá, y recuperó el ánim o y la confianza en si
m ism o.
Mient ras pensaba en el cam ino que llevaba recorrido desde que había salido de la
Cent ral Quesera " Q" , se alegró de haber escrit o frases en diversos punt os. Esperaba
que esas frases le indicaran el cam ino a Kif si est e decidía salir en busca de queso.
Se det uvo y escribió en la pared lo que llevaba t iem po pensando:

Not ar en seguida los pequeños cam bios ayuda a adapt arse a


los cam bios m ás grandes que est án por llegar.

En esos m om ent os, Kof ya se había liberado del pasado y se est aba adapt ando al
fut uro. Avanzó por el laberint o con m ás energía y a m ayor velocidad. Y al poco, lo
que est aba esperando ocurrió.
Cuando ya le parecía que llevaba t oda la vida en el laberint o, su viaj e ( o al m enos
aquella part e del viaj e) t erm inó rápida y felizm ent e.
¡Encont ró un nuevo queso en la Cent ral Quesera " N" .!
Al ent rar, se quedó pasm ado por lo que vio. Había las m ont añas m ás grandes de
queso que hubiera vist o j am ás. No los reconoció t odos, ya que algunos eran t ot al-
m ent e nuevos para él.
Por unos m om ent os se pregunt ó si aquello era real o sólo product o de su im agina-
ción, pero ent onces vio a Oli y Corri. Oli le dio la bienvenida con un m ovim ient o de
la cabeza, y Corri lo saludó con la pat a. Sus abult adas barriguit as indicaban que lle-
vaban allí m ucho t iem po. Kof les devolvió el saludo y enseguida se puso a probar
sus quesos favorit os. Se quit ó las zapat illas y el chándal y lo dobló cuidadosam ent e,

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dej ándolo a su lado por si lo necesit aba de nuevo. Cuando hubo com ido hast a la
saciedad, cogió un pedazo del nuevo queso y lo alzó hacia el cielo en señal de brin-
dis.
- ¡Por el cam bio! Mient ras saboreaba el nuevo queso, Kof pensó en t odo lo que había
aprendido. Se percat ó de que, m ient ras había t enido m iedo del cam bio, se había
aferrado a la ilusión de un queso viej o que ya no exist ía.
¿Qué lo había hecho cam biar? ¿Había sido el m iedo a m orir de ham bre? " Bueno, eso
t am bién ha cont ribuido" , se dij o Kof.
Ent onces se echó a reír y se dio cuent a de que había em pezado a cam biar cuando
había aprendido a reírse de sí m ism o y de lo m al que est aba act uando. Advirt ió que
la m anera m ás rápida de cam biar es reírse de la propia est upidez. Después de
hacerlo, uno ya es libre y puede seguir avanzando.
Supo que había aprendido algo m uy út il de Oli y Corri, sus am igos los rat ones, so-
bre el hecho de avanzar. Los rat ones llevaban una vida sim ple. No analizaban en
exceso ni com plicaban dem asiado las cosas. Cuando la sit uación cam bió y el queso
se m ovió de sit io, ellos hicieron lo m ism o. Kof prom et ió no olvidar eso. Ent onces
ut ilizó su m aravilloso cerebro para hacer algo que las personit as pueden hacer m e-
j or que los rat ones. Reflexionó sobre los errores com et idos en el pasado y los ut ilizó
para t razar un plan para su fut uro. Supo que uno podía aprender a convivir con el
cam bio.
Uno podía ser m ás conscient e de la necesidad de conservar las cosas sencillas, ser
m ás flexible y m overse m ás deprisa.
No servía de nada com plicar las cosas o confundirse a uno m ism o con creencias que
dan m iedo. Si uno advert ía cuándo em pezaban a producirse los cam bios pequeños,
est aría m ás preparado para el gran cam bio que ant es o después seguram ent e se
produciría.
Kof se dio cuent a de que era necesario adapt arse deprisa, porque si uno no lo hacía,
t al vez no podría adapt arse j am ás.
Tuvo que adm it ir que el inhibidor m ás grande de los cam bios est á dent ro de uno
m ism o y que las cosas no m ej oran para uno m ient ras uno no cam bia. Pero lo m ás
im port ant e de t odo era que, cuando t e quedabas sin el queso viej o, en ot ro lugar
siem pre había un nuevo queso, aunque en el m om ent o de la pérdida no lo vieras. Y

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que t e verías recom pensado con ese queso nuevo t an pront o com o dej abas at rás los
m iedos y disfrut abas con la avent ura de la búsqueda.
Supo que el m iedo es algo que uno debe respet ar, ya que t e apart a del peligro ver-
dadero, pero advirt ió que casi t odos sus m iedos eran irracionales y que lo habían
apart ado del cam bio, cuando lo que él realm ent e necesit aba era cam biar.
Cuando se produj o el cam bio, no le había gust ado, pero ahora com prendía que hab-
ía sido una bendición, ya que lo había llevado a encont rar un queso m ej or.
I ncluso había encont rado una part e m ej or de sí m ism o. Mient ras Kof pasaba revist a
a lo que había aprendido, se acordó de su am igo Kif. Se pregunt ó si habría leído
algunas de las frases que había escrit o en las paredes de la Cent ral Quesera " Q" y
del laberint o.
¿Habría decidido liberarse del m iedo y salir de la quesera? ¿Habría ent rado en el
laberint o y descubiert o que su vida podía ser m ej or? Kof pensó en la posibilidad de
volver, a la Cent ral Quesera " Q" y t rat ar de encont rar a Kif, suponiendo que diera
con el cam ino de vuelt a hacia allí. Si encont raba a su am igo, t al vez podría enseñar-
le la m anera de salir del apuro. Pero después se dio cuent a de que ya había int ent a-
do que su am igo cam biara.
Kif t enía que encont rar su propio cam ino, prescindiendo de las com odidades y de-
j ando los m iedos at rás. Nadie podía hacerlo por él, ni convencerlo de que lo hiciera.
De una m anera u ot ra, t enía que ver por si m ism o las vent aj as de cam biar.
Kof sabía que había dej ado un buen rast ro por el cam ino para que Kif lo siguiera. Lo
único que est e t enía que hacer era leer las frases que él había escrit o en la pared.
Se dirigió hacia la pared m ás grande de la Cent ral Quesera " N" y escribió un resu-
m en de t odo lo que había aprendido. A cont inuación dibuj ó un gran pedazo de que-
so alrededor de t odos los pensam ient os que se le habían hecho evident es, y sonrió
al cont em plar el conj unt o.

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1 . El ca m bio e s u n h e ch o. El queso se m ueve const ant em ent e.


2 . Pr e vé e l ca m bio. Perm anece alert a a los m ovim ient os del queso.
3 . Con t r ola e l ca m bio. Huele el queso a m enudo para saber si est á
enm oheciendo.
4 . Adá pt a t e r á pida m e n t e a l ca m bio. Cuant o ant es se olvida el
queso viej o, ant es se disfrut a del nuevo.
5 . ¡Ca m bia ! Muévet e cuando se m ueve el queso.
6 . ¡D isfr u t a de l ca m bio! Saborea la avent ura y disfrut a del nuevo
queso.
7 . Pr e pá r a t e pa r a ca m bia r r á pida m e n t e y disfr u t a r ot r a ve z. El
queso se m ueve const ant em ent e.

Kof advirt ió lo lej os que había llegado desde que saliera de la Cent ral Quesera " Q"
en la que había dej ado a Kif, pero supo que le sería fácil com et er el m ism o error si
no est aba at ent o. Así pues, t odos los días inspeccionaba la Cent ral Quesera " N" para
saber en qué est ado se encont raba el queso. I ba a hacer t odo lo posible para im pe-
dir que el cam bio lo pillase desprevenido.
Aún quedaba m ucho queso, pero Kof salía a m enudo al laberint o y exploraba nue-
vas zonas para est ar en cont act o con lo que ocurría a su alrededor. Advert ía que era
m ás seguro est ar al corrient e de sus posibilidades reales que aislarse, en su zona
segura y confort able.
De pront o le pareció oír ruido de m ovim ient o en el laberint o. El ruido era cada vez
m ás fuert e, y advirt ió que se acercaba alguien.
¿Seria Kif? ¿Est aría a punt o de doblar la esquina? Kof rezó una oración y esperó,
com o t ant as veces había hecho, que su am igo finalm ent e hubiese sido capaz de...
¡m overse con el queso y disfrut arlo!

El D e ba t e
Ese m ism o día, m ás t arde... cuando Michael t erm inó de cont ar el cuent o, m iró a su
alrededor y vio que sus ant iguos com pañeros de clase sonreían.
Algunos le dieron las gracias y le dij eron que les había sido de gran ut ilidad.
- ¿Y si nos encont ráram os m ás t arde y lo com ent áram os? - propuso Nat han.

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A t odos les pareció bien la idea, y quedaron para t om ar algo j unt os ant es de cenar.
Esa noche, se reunieron en el bar de un hot el y em pezaron a brom ear con la idea de
buscar su " queso" y verse m et idos en el laberint o.
- Ent onces, ¿qué personaj e del cuent o seríais? ¿Oli, Corri, Kif o Kof? - pregunt ó Ánge-
la a t odo el grupo.
- Bueno, est a t arde he est ado pensando en ello - respondió Carlos - Y he recordado
que, ant es de t ener la t ienda de art ículos deport ivos, sufrí un duro encuent ro con el
cam bio. No fui Oli, porque no m e lo olí y no vi el cam bio desde el principio. Y t am -
poco fui Corri, porque no em prendí acción de inm ediat o.
Creo que fui m ás com o Kif: quería quedarm e en el t errit orio conocido. La verdad es
que no quería afront ar el cam bio. Ni siquiera quería verlo.
Michael, que t enía la sensación de que apenas había pasado t iem po desde que Car-
los y él fueran t an am igos en el inst it ut o, le pregunt ó:
- ¿A qué t e refieres, Carlos?
- A un cam bio inesperado de t rabaj o - respondió est e.
- ¿Te despidieron? - pregunt ó Michael solt ando una carcaj ada.
- Bueno, digam os que no quería salir en busca de nuevo queso. Tenía buenas razo-
nes para creer que no se produciría ningún cam bio. Por eso, cuando est e se produj o
m e afect ó m uchísim o.
Algunos de sus com pañeros de clase, que habían est ado callados desde el principio,
se sint ieron m ás cóm odos y em pezaron a cont ar sus experiencias, ent re ellos Frank,
que se había hecho m ilit ar.
- Kif m e recuerda a un am igo m ío - com ent ó - . Su depart am ent o iba a desaparecer,
pero él se negaba a verlo. - Todos los días despedían a personal de su sección. Todo
el m undo le hablaba de las grandes oport unidades que había en la em presa para los
que querían ser flexibles, pero él no creía que debiera cam biar. Fue el único al que
le sorprendió la desaparición del depart am ent o. Ahora le est á cost ando m ucho
adapt arse a un cam bio que, según él, no t enía que haberse producido.
- Yo t am bién era de las que creían que eso no iba a pasarm e a m í - dij o Jessica - ,
pero lo ciert o es que m i " queso" se ha m ovido, y m ás de una vez.
Todos rieron except o Nat han.

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- Tal vez ese sea el m eollo del asunt o - dij o est e últ im o- . Todos est am os expuest os
al cam bio. Me gust aría que m i fam ilia y yo hubiéram os escuchado ant es est e cuen-
t o. Por desgracia, no quisim os ver los cam bios que se iban a producir en nuest ro
negocio y ahora ya es dem asiado t arde. Hem os t enido que cerrar varias t iendas.
Aquello sorprendió a sus am igos, ya que creían que Nat han t enía la suert e de ser el
propiet ario de una em presa segura con la que siem pre podría cont ar.
- ¿Qué ocurrió? - quiso saber Jessica.
- De pront o, cuando m ont aron en la ciudad un hiperm ercado, con sus enorm es exis-
t encias y sus baj os precios, nuest ra cadena de pequeñas t iendas quedó obsolet a. No
pudim os com pet ir con esa gran superficie. Ahora veo que, en vez de reaccionar co-
m o Oli y Corri, reaccionam os com o Kif. Nos quedam os donde est ábam os y no cam -
biam os. I nt ent am os no hacer caso de lo que ocurría, y ahora t enem os problem as.
Kof habría podido enseñarnos un par de lecciones.
Laura, que en la act ualidad era una im port ant e m uj er de negocios, había escuchado
con at ención y decidió finalm ent e int ervenir en la conversación.
- Est a t arde, yo t am bién he est ado pensando en el cuent o que nos ha narrado Mi-
chael - dij o - .
Me he pregunt ado qué t engo que hacer para parecerm e m ás a Kof y ver cuáles son
m is errores; reírm e de m í m ism a; cam biar y hacer m ej or las cosas. Me gust aría sa-
ber una cosa. ¿A cuánt os de vosot ros os da m iedo el cam bio? Nadie respondió, por
lo que Laura sugirió: - Que levant e la m ano quien t enga m iedo del cam bio.
Sólo se alzó una.
- Bueno, parece que al m enos hay una persona sincera en el grupo - prosiguió Laura
- . Tal vez os gust e m ás la pregunt a siguient e: ¿cuánt os de los que est áis aquí pens-
áis que los dem ás t ienen m iedo del cam bio? - Todos levant aron la m ano y luego se
echaron a reír - . Bien, ¿y est o qué significa?
- Significa negación - respondió Nat han.
- A veces ni siquiera som os conscient es de que t enem os m iedo - Adm it ió Michael- . Yo
no sabía que lo t enía. La prim era vez que oí el cuent o, lo que m ás m e gust ó fue la
pregunt a: " ¿Qué harías si no t uvieses m iedo?" .
- Lo que yo he sacado en claro del cuent o - int ervino Jessica - es que los cam bios se
producen t ant o si m e dan m iedo com o si m e gust an.

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Recuerdo que, hace unos años, cuando m i em presa vendía enciclopedias, una per-
sona int ent ó convencernos de que t eníam os que edit ar nuest ra enciclopedia en CD y
venderla m ucho m ás barat a. El cost e sería m enor, y m ucha m ás gent e podría per-
m it irse com prarla, pero t odos nos resist im os a ello.
- ¿Por qué esa resist encia? - quiso saber Nat han.
- Porque creíam os que la colum na vert ebral del negocio era la red de vendedores,
las personas que vendían puert a a puert a. Mant ener esa red de vendedores depend-
ía de las elevadas com isiones que est os cobraban por colocar en el m ercado un pro-
duct o caro. Llevábam os m ucho t iem po funcionando así y pensábam os que podía
durar siem pre.
- Ese era vuest ro " queso" - dij o Nat han.
- Sí y queríam os aferrarnos a él. Pensándolo ahora, de form a ret rospect iva, veo que
no se t rat ó sólo de que " nos m ovieran el queso" , sino de que el " queso" t iene vida
propia y, al final, se acaba. Y lo que ocurrió fue que nosot ros no cam biam os, pero
un com pet idor sí lo hizo y nuest ras vent as cayeron en picada.
Hem os pasado una época m uy difícil. Ahora va a producirse ot ro gran cam bio en la
indust ria, y en la em presa nadie quiere afront arlo. No m e gust a. Es posible que
pront o m e quede sin t rabaj o.
- ¡Pues t endrás que salir al laberint o! Dij o Carlos. Los dem ás rieron, Jessica incluida.
Carlos se volvió hacia ella y le dij o:
- Es im port ant e ser capaz de reírse de uno m ism o.
- Eso es lo que m ás m e ha im pact ado del cuent o. - t erció Frank - . Yo m e t om o dem a-
siado en serio. Kof pudo cam biar a part ir del m om ent o en que fue capaz de reírse
de sí m ism o y de lo que est aba haciendo.
- ¿Creéis que Kif llega a cam biar y sale a buscar queso nuevo? - pregunt ó Ángela.
- Yo creo que sí - respondió Elaine.
- Pues yo creo que no dij o Cory. Hay personas que nunca cam bian y pagan un precio
m uy alt o por ello. En m i práct ica m édica veo a gent e com o Kif. Creen que t ienen
derecho a su " queso" . Cuando el queso se m ueve, se sient en víct im as y culpan a los
dem ás. Se ponen enferm as con m ás frecuencia que las personas que superan los
m iedos y siguen avanzando.

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- Me parece dij o Nat han, en voz m uy baj a, com o si hablara consigo m ism o, que la
cuest ión es: " ¿De qué debem os prescindir y qué debem os seguir buscando?" .
Transcurrieron unos m inut os sin que nadie dij era nada.
- Tengo que adm it ir - int ervino finalm ent e Nat han - que había vist o lo que est aba ocu-
rriendo en ot ras part es del país, pero esperaba que a nosot ros no nos afect aría. Su-
pongo que es m ucho m ej or iniciar el cam bio m ient ras uno t odavía puede int ent ar
reaccionar y adapt arse a él. Tal vez deberíam os m over cada uno nuest ro propio
queso.
- ¿Qué quieres decir? - pregunt ó Frank.
- No puedo dej ar de pregunt arm e dónde est aríam os hoy si hubiésem os vendido los
t errenos de nuest ras pequeñas t iendas y hubiéram os const ruido una gran superficie
com ercial para com pet ir con las m ej ores del sect or - repuso Nat han.
- Tal vez sea ese el significado de lo que Kof escribió en la pared - dij o Laura - . " Sa-
borea la avent ura y m uévet e cuando se m ueva el queso."
- Yo creo que algunas cosas no deberían cam biar - t erció Frank - . Por ej em plo, yo
quiero aferrarm e a m is valores básicos. Sin em bargo, ahora veo que habría sido
m ej or para m í si hubiese em pezado m ucho ant es a m overm e cuando lo hizo el
" queso" .
- Michael, la hist oria del queso es m uy int eresant e - com ent ó Richard, el escépt ico
de la clase- , pero ¿cóm o la aplicast e en el caso concret o de t u em presa? El grupo
t odavía no lo sabía, pero Richard se est aba enfrent ando a algunos cam bios. Hacía
poco que se había separado de su m uj er, y en esos m om ent os int ent aba equilibrar
su carrera profesional con la crianza de sus hij os adolescent es.
- Veréis, yo pensaba que m i m isión era ir resolviendo los problem as cot idianos a
m edida que surgían, cuando, en vez de eso, t endría que haber m irado hacia el fut u-
ro al t iem po que prest aba at ención a la dirección que est ábam os t om ando - replicó
Michael - . Y sí, claro que m e dediqué a solucionar problem as las veint icuat ro horas
del día. La sit uación no era en absolut o divert ida. Vivía en un m undo de com pet en-
cia inexorable y no podía salirm e de él, los cam bios se producen t ant o si m e dan
m iedo com o si m e gust an.
Sin em bargo, después de escuchar ¿Quién se ha llevado m i queso? y ver cóm o
cam bia Kof, advert í que m i m isión era dibuj ar una im agen del " nuevo queso" . Y

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conseguir que esa im agen fuera t an clara y realist a que t ant o yo com o las personas
con las que t rabaj aba pudiéram os disfrut ar del cam bio y t riunfar j unt os.
- Es m uy int eresant e com ent ó Ángela - . Porque, para m í, el punt o culm inant e de la
hist oria es cuando Kof dej a at rás sus m iedos y se visualiza encont rando el " nuevo
queso" . Ent onces, correr por el laberint o le da m enos m iedo y disfrut a haciéndolo. Y
finalm ent e, encuent ra algo m ej or.
Richard, que había perm anecido con el ent recej o fruncido durant e t oda la conversa-
ción, com ent ó:
- Mi j efa no cesa de decirm e que la em presa debe cam biar. Creo que lo que en reali-
dad m e est á diciendo es que yo debo cam biar, pero yo m e niego a hacerle caso.
Creo que nunca he sabido cuál es el " nuevo queso" hacia el que quiere que m e
m ueva. Ni t am poco en qué va a beneficiarm e ese cam bio.
Tengo que adm it ir que m e gust a la idea de visualizar un " nuevo queso" e im aginar-
se a uno m ism o disfrut ando de él - dij o Richard con una leve sonrisa- . Eso lo ilum ina
t odo. At enúa los m iedos y hace que t e sient as m ás int eresado en cont ribuir a que se
produzca el cam bio. Tal vez pueda ut ilizar est a hist oria en casa - añadió- . Al pare-
cer, m is hij os creen que en su vida no debería cam biar nada. Est án enfadados. Su-
pongo que t ienen m iedo de lo que les depara el fut uro. Tal vez no he hecho un dibu-
j o realist a para ellos del nuevo queso. Probablem ent e porque ni yo m ism o lo he vis-
t o t odavía.
El grupo perm aneció unos inst ant es en silencio y algunos de sus m iem bros pensa-
ron en su vida fam iliar.
- Bueno - int ervino Elaine - , aquí casi t odo el m undo ha hablado del t rabaj o, pero a
m í la hist oria m e ha hecho pensar en m i vida privada. Creo que m i relación act ual
es " queso viej o" y est á realm ent e enm ohecido.
- A m í m e pasa lo m ism o - dij o Cory riendo- . Supongo que t engo que liberarm e de
una relación negat iva.
- O quizás el queso viej o sean sim plem ent e las act it udes viej as - replicó Ángela - . De
lo que verdaderam ent e t enem os que liberarnos es de la conduct a que sigue propi-
ciando relaciones negat ivas. Y a part ir de aquí, avanzar hacia una m anera m ej or de
pensar y de act uar.

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- ¡Claro! - exclam ó Cory- . ¡Tienes t oda la razón! El nuevo queso es una relación
nueva con la m ism a persona.
- Em piezo a pensar que est a hist oria t iene m uchas m ás lect uras de las que en un
principio creía - dij o Richard- . Me gust a la idea de liberarse de una conduct a viej a
en vez de hacerlo de la relación. “ Repet ir la m ism a conduct a dará siem pre los m is-
m os result ados.” En vez de cam biar de t rabaj o, t al vez yo podría ser una de las per-
sonas que ayuden a la em presa a cam biar. Si lo hubiera hecho, a buen seguro que
ahora t endría un em pleo m ucho m ej or.
Ent onces Becky, que vivía en ot ra ciudad pero había vuelt o a la suya para la reu-
nión, dij o:
- Mient ras escuchaba el cuent o y vuest ros com ent arios, he t enido que reírm e de m í
m ism a. He sido com o Kif durant e m ucho t iem po, siem pre dudando y vacilando y
con m iedo a cam biar. No m e había dado cuent a de que a casi t odos nos pasa lo
m ism o. Me t em o que he t ransm it ido a m is hij os esa m anera de act uar sin saberlo
siquiera. Si ahora pienso en ello, veo que los cam bios t e llevan a un lugar nuevo y
m ej or, aunque cuando se producen t em es que no sea así.
Recuerdo cuando nuest ro hij o est aba est udiando el segundo curso en la universi-
dad. Debido al t rabaj o de m i m arido, t uvim os que dej ar I llinois y est ablecernos en
Verm ont . Nuest ro hij o est aba m uy t rist e por t ener que dej ar a sus am igos. Adem ás,
era una est rella de la nat ación y en Verm ont no había equipo de ese deport e. Se
enfadó con nosot ros y nos culpó del t raslado.
Pero, al final, se enam oró de las m ont añas de Verm ont , aprendió a esquiar, esquió
con el equipo de la universidad y ahora vive feliz en Colorado. Si hubiéram os escu-
chado t odos j unt os el cuent o del queso, m i fam ilia se habría ahorrado m uchas t en-
siones.
- Cuando llegue a casa - dij o Jessica - , se lo cont aré a los m íos y les pregunt aré a
m is hij os si creen que soy Oli, Corri, Kif o Kof, y quién creen que son ellos. Podría-
m os hablar de lo que pensam os que es queso viej o en nuest ra fam ilia y de cual
podría ser el nuevo queso.
- Es una buena idea - I nt ervino Richard.
- Me parece que voy a ser m ás com o Kof: m e m overé cuando se m ueva el queso y
disfrut aré de él - com ent ó Frank - . Y voy a cont arles est a hist oria a m is am igos, que

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est án preocupados porque t ienen que dej ar el Ej ércit o y por lo que el cam bio su-
pondrá para ellos. Seguro que provoca int eresant es discusiones.
- Sí, así fue t al com o m ej oram os la em presa dij o Michael- . Nos reunim os varias ve-
ces para discut ir qué habíam os sacado en claro de la hist oria del queso y para deci-
dir cóm o podíam os aplicarla a nuest ra sit uación concret a. Est uvo m uy bien porque
pudim os ut ilizar un lenguaj e que result aba divert ido para hablar del cam bio. En rea-
lidad, result ó m uy efect ivo. Sobre t odo cuando lo divulgam os por t oda la em presa.
- ¿Y eso? Quiso saber Nat han.
- Cuant o m ás nos baj ábam os en la escala j erárquica de la organización, encont rá-
bam os a m ás personas que se sent ían con m enos poder. Era com prensible que el
cam bio les diera m ucho m iedo, ya que consideraban que se les im ponía desde arri-
ba. Por eso se resist ían a él. Dicho en pocas palabras: “ cuando el cam bio se im po-
ne, la gent e se opone” . Lo único que m e queda por decir es que oj alá hubiera cono-
cido ant es est e cuent o.
- ¿Por qué? - pregunt ó Carlos.
- Porque - prosiguió Michael - cuando nos dispusim os a cam biar, la em presa había
llegado a un punt o t al que t uvim os que prescindir de m uchos em pleados, ent re ellos
algunos am igos. Fue m uy duro para t odos. Sin em bargo, práct icam ent e t odo el
m undo, los que se quedaron y los que se m archaron, dij o que el cuent o del queso le
había ayudado a ver las cosas de ot ro m odo y a adapt arse m ej or a ellas. Los que
t uvieron que buscar un nuevo em pleo dij eron que al principio les result ó m uy duro,
pero que recordar la hist oria les fue de gran ayuda.
- ¿Qué fue lo que m ás los ayudó? - pregunt ó Ángela.
- Una vez dej aron at rás el m iedo - replicó Michael - , m e dij eron que lo m ej or fue ad-
vert ir que el m undo est aba lleno de nuevo queso esperando que alguien lo encon-
t rara. Que form arse una im agen m ent al del nuevo queso hacía que se sint ieran m e-
j or; en las ent revist as de t rabaj o t enían m ás confianza en sí m ism os, y algunos en-
cont raron un t rabaj o m ej or.
- ¿Y aquellos que se quedaron en t u em presa? - pregunt ó Laura.
- Pues en vez de quej arse de los cam bios que est aban produciéndose - respondió Mi-
chael - , decían: " Nos han m ovido el queso. Vam os a buscar uno nuevo" . De ese
m odo ahorram os m ucho t iem po y reduj im os las t ensiones.

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Al poco, las personas que se habían resist ido al cam bio em pezaron a verle las ven-
t aj as e incluso colaboraron en la t area de llevarlo a cabo.
- ¿Por qué crees que ocurrió? dij o Cory.
- Creo que en gran part e se debió a la presión que pueden ej ercer los com pañeros
en una em presa.
- ¿Qué ocurre en casi t odas las em presas cuando es la dirección la que anuncia el
cam bio? ¿Qué opina la gent e del cam bio? ¿Que es una buena idea o una m ala idea?
- Una m ala idea - respondió Frank.
- Sí convino Michael - . ¿Por qué?
- Porque la gent e quiere que las cosas sean siem pre igual y cree que el cam bio le
perj udicará - dij o Carlos- . Cuando una persona list a dice que cam biar es m ala idea,
las dem ás dicen lo m ism o.
- Sí, t al vez no piensen lo m ism o - añadió Michael- , pero se m uest ran de acuerdo
para parecer list as. Ese es el t ipo de presión que se da ent re com pañeros y que
com bat e los cam bios en cualquier em presa.
- En las fam ilias puede ocurrir lo m ism o ent re padres e hij os - int ervino Becky. Y lue-
go pregunt ó:
- ¿Fueron m uy dist int as las cosas cuando la gent e leyó el cuent o del queso?
- Cam biaron de inm ediat o. Porque nadie quería parecerse a Kif - cont est ó Michael
sim plem ent e.
Todos rieron, incluido Nat han, que dij o:
- Ese es un punt o int eresant e. En m i fam ilia nadie querrá parecerse a Kif. Es posible
incluso que cam bien. ¿Por qué no nos cont ast e est a hist oria en la reunión ant erior?
Est oy convencido de que puede funcionar.
- Cuando vim os lo bien que nos había funcionado a nosot ros - dij o Michael- , les pa-
sam os la hist oria a algunas personas con las que queríam os hacer negocios porque
sabíam os que en sus em presas t am bién est aban produciéndose cam bios. Les suge-
rim os que nosot ros podíam os ser su " nuevo queso" , es decir, unos socios m ej ores
con los que t riunfar j unt os.
Eso le dio algunas ideas a Jessica y le recordó que t enía que hacer unas llam adas
para unas vent as a prim era hora de la m añana. Consult ó el reloj y dij o:

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- Bueno, es el m om ent o de que m e vaya de est a Cent ral Quesera en busca de nuevo
queso.
Todos se echaron a reír y se despidieron. Muchos querían seguir conversando, pero
t enían que m archarse. Al hacerlo, volvieron a agradecerle a Michael que les hubiera
cont ado el cuent o.
- Me alegro m ucho de que lo hayáis encont rado t an út il - les dij o él- y espero que
pront o t engáis la oport unidad de com part irlo con ot ros.

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