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LA GUERRA DEL PACIFICO

Horacio Just iniano Aguirre


Vice­Alm irant e (R ) *

A.— INTRODUCCION

os permitiremos in­ en concebir, preparar y dirigir las grandes ma­


tentar algunas defi­ niobras, enlazando el conjunto de las fuerzas y
niciones y exponer elementos en el campo bélico para som eterla
otros antecedentes voluntad del adversario.
tendientes a facilitar Napoleón es quien realmente impone su
la comprensión de la naturaleza de la guerra y carácter a la guerra moderna que hasta entonces
de la estrategia, con el propósito de entender había sido sólo una acción de los ejércitos. La
mejor a quienes tuvieron la responsabilidad de población civil contribuía indudablemente con
concebirla y conducirla en los diferentes dinero, recursos generales y hombres, pero nada
niveles. más se movilizaba. Las naciones sufrían los ri­
El Estado condiciona su accionar político gores de J a guerra igual que ahora y siempre,
al logro de ciertos objetivos —los objetivos na­ pero su participación era más pasiva, sin movili­
cionales—, tras cuya obtención tendrá que en­ zar sus fuerzas vivas, recursos y potencialidades
frentar seguramente innumerables dificultades y en un esfuerzo conjunto.
metas contrapuestas y antagónicas. Con las guerras del Imperio, el conflicto
La pasión que anida en el núcleo humano se hizo total, siendo ese el factor de fuerza de
y la fuerza volitiva que lo mueve, jamás pueden los pueblos bárbaros cuando luchaban contra
est ar ausent es; el gobernant e no hace más que naciones civilizadas. Así una Francia arruinada
aunar y orientar esas fuerzas cuando ellas aflo­ y desgarrada logra vencer a coaliciones europeas
ran espontáneamente como respuesta ante una poderosas.:
grave amenaza o como exigencia imperiosa de Otra característica de las guerras napo­
desarrollo. El cuerpo social, como el humano, leónicas es que fueron guerras absolutas. No se
tienen parecidas y similares reacciones. concebía la victoria si no se aniquilaba total­
Clausewitz fue el primero en señalar la na­ mente el poder adversario capturando su capi­
turaleza política de la guerra en su génesis y tal. Se jugaba el todo por el todo, única forma
conducción, definiéndola como instrumento de concebible y considerada además un método
la p olít ica que const it uye un act o violent o des­ superior de guerra, el único aceptable para los
tinado a forzar al adversario a someterse a nues­ grandes capitanes. Sin embargo, el anhelo de lle­
tra voluntad. En esencia, la estrategia consiste gar a Moscú fue su perdición.

El autor solicita dejar constancia que para la elaboración del presente artículo contó con el valioso aporte
personal del Contralmirante Sr. Francisco GHISOLFO Araya y Capitanes de Fragata Srs. Alfredo GALLE­
GOS Villalobos, Mario MOMBERG Díaz, Jorge ARANCIBIA Reyes y Germán GODDARD Dufeu.
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También hoy las guerras son totales y la ne mediante una victoria militar, la decisión se
nación ent era se debe preparar para enfrentar- lograría creando y explotando una situación
las con sus rigores y sacrificios, y la marcha nor­ que acarrée antes su desintegración moral para
mal del pais debe modificar su curso para orien­ llevarlo a aceptar las condiciones que se le quie­
tar sus mejores esfuerzos hacia la lucha que se ren imponer. Para alcanzar dicho propósito, la
avecina. estrategia dispone de una amplia gama de me­
Sin embargo, como ocurre ahora, cuando dios materiales y morales, que van desde el
la potencia de las armas ofensivas ha superado bombardeo nuclear hasta una simple demos­
con creces a las capacidades de los medios de­ tración de fuerza, presencia militar, guerra
fensivos, las guerras difícilmente pueden ser ab- psicológica, guerra económica u otras formas
solut as, se pena de que no haya vencedores sino de presión.
únicament e vencidos.
En la actualidad se concibe una estrate­
Esto ha llevado a las grandes potencias a gia total al más alto nivel nacional, encargada
no arriesgar sus intereses vitales, dirimiendo de la dirección de la guerra total en la que par­
sus dif erencias perif érica y marginalment e en la ticipa la nación en armas a través de los cuatro
estrategia del peón de ajedrez, como en los campos de acción o frentes: político, económi­
casos de Corea, Vietnam y Cuba, co, interno y militar. Es la estrategia de los
Lo s países menos fuert es t ambién han Jefes de Gobierno asesorados por los Ministros
debido lim it ar sus guerras, no ya en violen­ respectivos y los Comandantes en Jefes de las
cías, sino en sus objet ivos y esf uerzos hacién­ Fuerzas Armadas.
dolos compat ibles con su capacidad y eco n o ­ En consecuencia, la guerra, en su acep­
m ía. ción tradicional basada en el empleo de fuerzas
Ni Chile, Perú y Bolivia u ot ro país suda­ militares, no vendría a constituir en todos los
mericano podrían hoy prolongar una guerra casos la continuación de la política, sino que
por años o conquistar todo un país preten- podría ser empleada alternativamente con di­
diendo aniquilar int egralment e su poderío; la versos tipos de acción o presión de la más
dependencia tecnológica, la capacidad eco- Variada forma e intensidad, en uno o más de
nómica y la event ual int ervención de las los cuatro frentes mencionados, integrados
grandes pot encias no permit en, en principio, dentro del campo de la estrategia total.
desarrollar guerras absolut as en la act ualidad, Esta última comprendería, a su vez, dos
Las naciones en conf lict o deben confor­ tipos distintos de estrategia: una directa en la
marse con un objet ivo lim it ado, el que puede que prima el empleo de fuerzas militares y
consist ir a veces en una porción del t errit orio otra indirecta en la que la fuerza militar puede
enemigo, no m uy sensible, de manera que se le estar totalmente ausente o incidir en grado
pueda inducir fácilmente a abandonarlo cuando mucho menos significativo que los demás cam­
los esf uerzos de la guerra superen el valor pos de acción para lograr la decisión.
asignado a él.
Ante este tipo de guerra, compleja, y so­
Por ot ra part e, hoy no se concibe un cam­
bre t odo tan onerosa, el país que decida ir a un
po t an reducido como el purament e m ilit ar
conf lict o deberá t ener muy present e los sigu ien­
para aplicar la est rat egia ant e la realidad de la
t e s aspect os:
guerra f ría y ant e el desaparecimient o simul­
táneo de la gran guerra y de la verdadera paz, a) Para qué se lucha, es decir, cuál es el
según la expresión de Raym ond Aron. objet ivo polít ico.
El mariscal Foch ha expresado que estra­ b) La preparación y motivación de toda la
tegia es el art e de la dialéct ica de las volunt a­ nación para enfrentar los rigores y esfuerzos de
des que emplean la f uerza para resolver un con­ la empresa.
flicto. c) El logro de una gran capacidad de
André Beauf re ha señalado que lo esencial dirección á nivel Gobierno y Altos Mandos mi­
es convencer al adversario de que emprender o litares.
proseguir la lucha es inút il. d) La creación de fuerzas móviles y po­
Inversamente a la militar y romántica tentes.
concepción de Clausewit z, en la cual el quiebre e) Ventaja de asumir y mantener la inicia-
de la voluntad de lucha del adversario se obtie­ tiva pol ítica y estratégica.
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f ) Evit ar que al f inal de la guerra se pro­ El país vivía una situación interna, normal
duzcan vacíos políticos o económicos que cons- y ordenada, pero dentro de una completa ines­
tituyan causas potenciales de nuevos conflictos. tabilidad política, cuyos efectos iban a ejercer
Varias de estas consideraciones t enían una influencia negativa durante la guerra.
plena validez en 1878 y el panorama general En el Perú, algunos mandatarios impu­
que hemos esbozado hasta aquí nos ayudará sieron transitoriamente el orden el que fatal­
a entender esta guerra en particular para saber mente desaparecía con ellos. El sentimiento de
si fué bien conducida o pudo haberlo sido me- nacionalidad era eliminado por la ambición y la
jor. corrupción.
En Bol ivia ocurría algo sim ilar con la
B.—EL CONFLICTO ausencia de probidad y de ideales superiores,
dominando el egoísmo y la vanidad.
1 — SITU A CIO N D E LOS B E L IG E R A N T E S .
c.— Frente económico.
La situación en que Chile se encontraba
en la época que nos preocupa está expuesta en Los efectos de la crisis de 1873 afectaban
forma muy clara y precisa en la Historia de todavía a Chile, habiendo desaparecido definiti­
Francisco A. Encina; de modo que sólo nos li­ vamente la convertibilidad del papel moneda y
mitaremos a señalar brevemente algunas conclu­ reducido en un 50% los presupuest os del
siones relativas a los cuatro campos básicos de Ejército y la Armada.
la actividad nacional de los beligerantes. Es notable que el país haya podido afron­
tar la guerra solamente con sus recursos ordina­
rios, 52 millones de pesos en papel moneda y
a. — Frente diplomático. con empréstitos internos, siéndole posible ade­
más continuar con el servicio de sus deudas ex­
La situación del frente diplomático de terna e interna.
Chile era de un notorio debilitamiento para sos­ La situación económica del Perú era la
tener sus derechos en el campo internacional, bancarrota, habiéndose desarrollado la gestión
debido a un exagerado sentido americanista de financiera en una atmósfera de inmoralidades y
la élite dirigente que se había apartado por escándalos diversos. El producto de la venta del
completo del carácter netamente nacionalista guano resultaba insuficiente para el servicio de
del gobierno portaliano. Esta debilidad se mani­ las deuda contraídas.
festó particularmente respecto a las ambiciones La carencia de datos estadísticos y la re­
argentinas sobre la Patagonia, que prácticamen­ trasada estructura de su administración impi­
te fué cedida en definitiva por Chile a través del den representar con cifras la capacidad econó­
pact o Fierro­Sarrat ea ant e la inminencia del mica boliviana.
conflicto con Perú y Bolivia.
La act it ud belicist a de esta últ im a no de­
bió ofrecer dudas, lo mismo sus esfuerzos con­ d.~ Frent e b élico.
cretos por comprometer a Perú, sin lograr con­
vencer a Argentina de participar en el conflicto, El enganche voluntario constituia la base
al menos en forma directa. humana en Chile, t ant o del Ejércit o d e Línea
como de la Marina de Guerra.
b. — Frente interno. El Ejército permanentemente contaba
con 2.200 hombres, de los cuales 400 eran ofi­
El Presidente Aníbal Pinto llamó al go­ ciales, y estaba organizado en cinco batallones
bierno al gabinete encabezado por Belisario de infantería, dos regimientos de caballería y
Prats y constituido por los liberales que apo­ un batallón de artillería. La Guardia Nacional,
yaron anteriormente ai gobierno de Errázuriz, que debía constituir su primera reserva, había
neutralizando así la división en dos núcleos que sido reducida a 6.600 plazas.
afectaba a ese partido y excluyendo a radicales Para armarlo existían 12.500 fusiles y la
y conservadores pero permitiendo a los naciona- caballería contaba con 2.000 carabinas.
les. En los Arsenales de Santiago existían
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2.800.000 cartuchos y no se podía fabricar ca­ Los buques peruanos est aban mal conser­
ñones ni municiones en general. vados, siendo necesario alistarlos para entrar en
Su entrenamiento lo realizaba en Arauco, campaña lo qucTué casi completado en marzo
impidiendo las incursiones de los indígenas en del mismo año. Para esto contaban con un exce­
contra de las poblaciones de la comarca. Para lente dique en Callao, el que por su capacidad
ello debía fraccionarse en pequeñas guarnicio­ de levante permitía efectuar la carena a todas
nes, !|o que no proporcionaba oportunidad de las unidades navales. La Armada tenía un aco­
práctica én ejercicios y operaciones de grandes pio de seis mil proyectiles de artillería.
El Ejército boliviano era de 1.300 plazas,
unidades.
La Escuadra chilena estaba constituida distribuidas en tres cuerpos de infantería y
por los blindados Cochrane y Blanco, las corbe­ dos de caballería incompletos. La Guardia Cívi­
tas O ’Higgins, Chacabuco, Esmeralda y Abtao ca, aunque de existencia muy irregular, era de
y las cañoneras Magallanes y Covadonga. Sólo 54.000 hombres.
los blindados y la Magallanes estaban en con­ 2 . - GENESIS DEL CONFLICTO.
diciones relativamente aceptables pero los de­
más buques se encontraban con sus calderas a.— Causas reales y lejanas.
en mal estado y sus cascos sin calafatear ni
1 ) Problemas limítrofes con Bolivia.
carenar.
Aunque la imprecisión de los mapas colo­
La Escuadra.ef ect uaba ejercicios de con­
niales ha sido mencionado como origen de pro­
junto, aunque ellos eran más escasos de lo que
blemas limítrofes con Bolivia, numerosos ante;
hubiese sido deseable debido a razones de
cedentes históricos permiten comprobar que
econom ía.
Chile jamás fué limítrofe con ésta y que como
En 1879 el Ejército peruano contaba con
colonia, ya sea Audiencia de Charcas o parte del
4.300 plazas de soldados y suboficiales y 1.300
Virreinato del Plata, nunca tuvo acceso al mar
de oficiales, todo lo cual completaba aproxima­
ni a puerto oceánico alguno.
damente 5.600 hombres. Ese Ejército de L í ­
Fué Sucre quien, al margen de toda nor­
nea estaba integrado por; siete batallones de in­
ma de derecho internacional, ocupó Cobija im­
fantería, tres regimientos de caballería y dos
pulsándolo como puerto franco bajo la sobera­
regimientos de artillería. La Guardia Nacional
nía de Bolivia, lo que no fué rechazado oportu­
contaba con 65.000 hombres. La infantería del
namente por Chile preocupado de la situación
Ejército de Línea estaba armada con distintos
anárquica imperante después de la abdicación
modelos de fusiles y la caballería contaba con
de O ’Higgins.
900 carabinas; al igual que la chilena estaba
armada con sables, pero no con lanzas. El Ejér­
2) Pugna económica con Perú.
cito de Línea peruano estaba desplegado en L i­
Chile siempre ejerció soberanía sobre el
ma, Chorrilos, Cuzco, Junín y Lámbayeque y
desierto de Atacama hasta el río Loa, según el
contaba con alrededor de un millón de tiros de
primer censo de 1813 en Caleta Paposo, según la
munición menor pero no existían fábricas de
publicación efectuada en 1817 por el Subdele­
municiones en el país.
Los peruanos reclutaban generalmente gado de Copiapó de! bando de la Independencia
para su Ejército gran número de negros y mu­ promulgado por O ’Higgins y de acuerdo con el
latos, cuya disciplina era regular y pobre su bloqueo del litoral peruano desde Guayaquil a
adiestramiento, y que no había sido entrenado la latitud. 21 °4 8 ’ Sur, dispuesto y proclamado
para operar con grandes unidades. en 1819 y 1820.
La Armada estaba conformada por los • Consolidada su situación política interna,
blindados Independencia y Huáscar, las Chile continuo con la búsqueda y explotación
corbetas Unión y Pilcomayo y los monito­ de los recursos mineros y del guano en la zona,
res Manco Capac y Atahualpa. Sus transportes lo que, al no permitir monopolios al Perú,
eran el Chalaco y el Limeña, contando además constituye quizás el origen más profundo del
con el Talismán, pequeño buque de 300 to­ conflicto. Todo lo cual se vio agravado con la
neladas. Las baterías del Callao se hallaban fue­ subscripción del pacto secreto de alianza entre
ra de servicio hasta marzo de 1879. Perú y Bolivia de 1873.
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3) La crisis financiera del Perú. Fué este impulso hecho cuerpo en la Nación, lo
La crisis financiera y económica paraliza­ que actuó como fuerza avasalladora, al carecer
ba a! Perú desde 1870 habiendo crecido seria­ de una conducción intelectual firme y acertada.
mente su endeudamiento, para salvar lo cual, el Llevaron la guerra a su fase f inal: e! aniquila­
Presidente Pardo estableció en 1873 el estanco miento del poderío militar del Perú, la ocupa­
del salit re, asegurando su m onopolio y el del ción de su capital y, finalmente eLquiebre de
guano mediante el pacto secreto con Bolivia su voluntad de lucha después de casi 5 años de
antes mencionado. guerra.
En consecuencia, salió en defensa de su Por otra parte, su conducción estratégica
aliado, aduciendo que Chile intentaba adue­ fué, como es lógico, la más afectada por la fal­
ñarse de su litoral. Adoptó, por lo tanto, diver­ ta de orientación política. Una guerra que pudo
sas medidas de alistamiento en el país y realizó durar menos de un año, se prolongó excesiva c
las gestiones tendientes a la adquisición de ma­ innecesariamente. Interferencias diversas en­
terial bélico en el extranjero, intentando a la trabaron las operaciones, y la imposibilidad de
vez entorpecer esfuerzos chilenos realizados visualizar el objetivo estratégico final impidió
con fines similares. lograr la unidad y economía de esfuerzos que
eran necesarios. Se marchó hacia adelante en
4) Actividad y esfuerzos chilenos en la fuerza, con arrojo y heroísmo, pero a costa de
zona. mucha sangre y esfuerzo.
A partir de 1846 el esfuerzo de brazos y No fué una guerra total, ya que el país,
capitales transformó en un emporio de riquezas excepción hecha de la contribución en hombres
un territorio inhóspito, llegándose en 1878 a y medios, no alteró fundamentalmente su ritmo
una sit uación en la que la mayor parte de la po­ de vida, salvo por el impacto de los aconteci­
blación, empresarios, brazos y capitales eran mientos que sacudían cada cierto tiempo a la
chilenos en Antofagasta. Nación. Fué una guerra expedicionaria en un
desierto inhóspito y fronterizo, pero no fué una
b.— Causas inmediatas o aparentes. guerra absoluta al estilo napoleónico, porque
estuvo ausente el propósito.
Las causas inmediatas y aparentes que Con ella, Perú buscaba obtener la hege-
precipitaron la iniciación del conflicto fueron, monía en el Pacífico Sur y lograr e! monopolio
respecto a Chile, el remate de las salitreras de del salitre, lo que lo ponía indudablemente en
la Compañía dispuesto por las autoridades bo­ oposición con Chile, que se había mantenido
livianas al negarse aquélla a aceptar el grava­ desde su Independencia como la mayor poten-
men de 10 centavos por quintal y, por parte de cia marítima en esta área dei océano.
Bolivia, la ocupación de Antofagasta por fuer­ Bolivia iba a la lucha para buscar el domi-
zas chilenas el 14 de febrero de 1879. n¡o de los territorios situados entre los paralelos
23 y 25° Sur, lo que requería la ocupación mi-
2 . - CONDUCCION POLITICO- lit ar y luego la explot ación económ ica de esos
ESTRATEGICA. territorios.
Este objetivo la oponía a Chile, que ya
a.—Los Objetivos. ocupaba de hecho y por derecho esa zona, pero
no la identificaba con Perú que tenía similares
Podría decirse que lo que caracterizó a intereses.
esta guerra fué la carencia de objetivos claros y El objetivo político del gobierno chileno,
definidos, a! menos por parte de Chile. Quizás como se dijo, no fue definido en un comienzo.
éstos estaban subyacentes y se fueron configu­ No se tenía intenciones de carácter hegemóní-
rando poco a poco y antes de que los gober­ co, ni se ambicionaba la conquista de territo-
nantes de la época tuvieran la visión política rios. Solamente se trataba de reafirmar su sobe­
necesaria para percatarse del fondo o raíz del ranía y defender los derechos de sus connacío:
problema, el pueblo, con una intuición verdade­ nales. A medida que avanzaba la guerra y el
ramente asombrosa, comprendió que la guerra éxito acompañaba a nuestras armas, las metas
perseguía un logro, que había una meta que es­ fueron definiéndose, hasta que con claridad se
taba en juego, una razón más allá de lo material. vislumbró el objetivo final y el anhelo nacional;
LA GUERRA DEL PACIFICO 15

k - Concepción general de la guerra. tar de Tarapacá, de la rica región salitrera y


del litoral entre ios paralelos 23 y 26 había lle­
En la concepción general, las operaciones gado a ser lá única garantía para Chile de
militares dependían de las operaciones navales; asegurar una indemnización adecuada por los
luego, la guerra se desarrollaría en dos fases su­ sacrificios y el costo de la guerra. Para preve­
cesivas: la campaña m arít im a y la t errest re. nir una intervención extranjera que impidiese
Era necesario lograr la decisión en el mar un acuerdo con Perú y Bolívia, lo mejor era
a fin de que conquistando su dominio, Chile ocuparla inmediatamente.
pudiera explotarlo en su beneficio, transpor
Errores políticos, diplomáticos, tácticos
tando su ejército y bastimentos al teatro de y estratégicos prolongaron la guerra innece­
operaciones. sariamente y la campaña de Tarapacá deri­
Tal era la concepción del gobierno y vó en la de Tacna y Arica; ésta en la de Lima
también la de Williams Rebolledo, el Coman­ y, finalmente en la de la Sierra, que terminó
dante en Jefe de la Escuadra. Sólo diferían en cuatro años después.
el mét odo.
El plan del Gob ierno era dest ruir la Es­ Si el objetivo era la conquista de Tara­
cuadra peruana en el Callao mientras los buques pacá, debió haberse consolidado ese territo­
rio, ocupándolo primero militarmente previa
aún estuvieran sometidos a reparaciones o, en
derrota de la fuerzas enemigas en presencia,
todo caso, bloquearla en sus fondeaderos. Si
y consolidando luego lo ocupado. Perú sin
esta operación daba resultados, se enviaría
flota y sin posibilidades por lo tanto dé refor­
rápidamente una división de 4000 a 5000
zar o maniobrar por mar, se hubiera visto obli­
hombres a Iquique en convoyes que ya se
gado al choque frontal y a desplazar sus fuer­
alistaban en Valparaíso para adueñarse de la
zas desde Lima al frente por malos y vulnera­
región salitrera del Perú en Tarapacá, área
bles caminos. En esa situación habría sido
geográfica que pasaba a constituirse así en el
imposible continuar la lucha y habría tenido
objetivo estratégico.
que desistir como consecuencia obligada del
Este pían, en su concepción era excelente,
desgast e.
pero Williams Rebolledo no concordaba con
él por razones netamente profesionales que, Si, por el contrario, se pensaba llegar a
lógicament e, el Gobierno no podía apreciar Lima y, como conquistadores, quebrantar la
y que analizaremos más adelante. voluntad de lucha en forma tan radical como
definitiva, el curso de acción más convenien-
c.— Campaña marítima. te debió haber sido golpear primero el corazón
del Perú, desembarcando en Ancón u otra área
Iquique, Punta Gruesa y Angamos revis­ próxim a al Callao.
ten aisladamente verdadera importancia por las
La guerra es un drama apasionante y
repercusiones estratégicas, morales y políticas
quiérase o no, no podemos evitar la tentación
que tuvieron para el desarrollo de Ja guerra,
de reflexionar sobre lo que habría ocurrido si
proporcionando a! Ejército la necesaria mo­
Chile, en lugar de volcar tanto esfuerzo hacia
vilidad estratégica para atacar al adversario en
Lima se hubiera quedado en Tarapacá, consoli­
su propio territorio y contar con un abasteci­
dado ese objetivo y, todavía intacto en su vigor
miento adecuado y oportuno.
y espíritu, y con un ejército ya aguerrido y
probado en combate, se hubiera vuelto hacia
La Campaña Terrestre.
el sur, hacia la heladas estepas patagónicas.

Conquist ado el dom inio de! m ar, el Ej ér ­ No debemos olvidar que en 1879 nuestros
cito se movilizó rápidamente, pero la opinión enemigos fueron tres: uno de ellos actuó exito­
pública ya hacía sonar su voz exigiendo una samente en el campo diplomático, y únicamen­
ofensiva sobre Callao y Lim a para decidir en el te dos fueron derrotados por las armas.
palacio de los Virreyes la suert e del Perú. El Ganar la guerra es importante pero lo es
Gobierno, por su parte, partía de la idea de que mas aún ganar la paz. La primera compete
no se había id o a la guerra aspirando con­ normalmente al militar, la segunda, es responsa­
quistas ter rito r ial es, pero que la posesión miíi­ bilidad fundamental del estadista.
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4 .- O P ER A C IO N ES N A V A L E S . terminadas circunstancias en que la naturaleza


de la guerra en el mar obliga frecuentemente
a modificar la orientación teórica de las opera­
ciones, de modo de enfrentar en la mejor forma
El caráct er geográfico esencial de Chile y posible la realidad que se viva.
el Perú y de los teatros de operaciones respecti­ A diferencia de lo que ocurre en tierra, la
vos, por su condición insular más que marítima, fuerza naval que no desea comprometerse en
representaba una dependencia absoluta de las úna acción decisiva, está en mejores condiciones
comunicaciones marítimas. Esto determinó para eludir la batalla, retirándose a su base o a
una fundamental gravitación de las operaciones otras áreas en las que el adversario se vea obliga­
navales en el conf lict o. A sí lo ha señalado re i te­ do a af ront ar riesgos inacept ables si persiste en
radamente la historia de nuestra República des­ buscarla.
de los albores de la Independencia hasta nues­ Una sana estrategia aconseja, en tal caso,
tros días. no desperdiciar esf uerzos excesivam ent e per­
Esta realidad resulta tan evidente que ha sistentes, ni correr riesgos inaceptables para lo­
sido destacada por numerosas personalidades calizar, interceptar y destruir un adversario que
nacionales y extranjeras conocidas por su elude el encuentro. Por el contrario, puede
erudición respecto a la importancia del domi­ ser más conveniente acometer sin demora la rea­
nio del mar, comenzando por el ilustre padre lización de otras operaciones más urgentes y
de la Patria Libertador General Bernardo esenciales para la suerte de la guerra, adoptando
O ’Higgins. simultáneamente con ellas toda acción tendien-
diente a lograr la destrucción de la fuerza ene­
Es interesante también citar la opinión de miga en caso de que se presente a intente in­
Gabriel Darrieus, Capitán de Navio de la Ar­ terferir las operaciones; la importancia de éstas
mada francesa, que se refiere a la guerra entre puede constituir un apremio de significación
Chile y Perú en los siguientes términos: “ Esta estratégica que la obligue a concurrir y aún, a
campaña naval, aunque en un campo restrin­ af ront ar la decisión.
gido, nos proporciona el caso de una excelente Las consideraciones expuestas tienen una
lección de estrategia, que agrega una nueva directa relación con las primeras operaciones
contribucjón a la demostración de la utilidad navales por parte de Chile, tanto respecto al
de una marina. Como quiera que sea, la pér­
plan inicial del gobierno como a la orientación
dida de la Independencia, destruyendo el
que el Comandant e en Jefe debió imprimirles
equilibrio de la fuerza naval en favor de Chile,
ante una flota que rehuyó la acción, ¡nicialmen-
cambió el giro de los acontecimientos y seña­
te, debido a que no se encontraba lista según
ló el fin del conflicto, que nada podía im­
el Presidente Prado informaba a sus conciuda­
pedir, como no fuese la reconstrucción de
danos y, posteriormente, porque se consideraba
la flota peruana".
inferior en potencial a la chilena.
Quizás, el pensamiento visionario de El plan de destruir la Escuadra peruana en
Diego Portales contribuyó también en gran me­ el Callao fué desestimado por e! Almirante por­
dida a impulsar con prioridad la denominada que, en su concepto, las baterías de esa base y
campaña marítima, antes de emprender cual­ la situación de las unidades navales enemigas,
quier operación terrestre de envergadura, se­ lejos de estar desmantelada como han sostenido
gún sus precisas instrucciones ai Almirante algunos historiadores, estaban en condiciones
Blanco Encalada al iniciar la guerra contra la operativas desde el 14 de marzo de 1879. Esta
Confederación Perú-Boliviana expresadas así: apreciación se basaba en lo informado aKGo-
“ Las fuerzas navales deben operar antes que las bierno repetida y oportunamente por nuestro
militares dando golpes decisivos; debemos do­ dinámico Ministro en Lima, Joaquín Godoy,
minar para siempre en el Pacífico; ésta debe ser cuyos diversos mensajes expresaban textual­
su máxima ahora y ojalá fuera la de Chile para mente; “ La Escuadra; peruana se encuentra
siempre” . reunida y list a en el Callao, donde t ant o sus
Sin embargo, lo que aparece muy claro unidades como las baterías terrestres efectúan
en principio puede no ser aconsejable ante de­ frecuentes prácticas de tiro”.
LA GUERRA DEL PACIFICO 17

La Escuadra chilena se vería ante un Este contraataque mayor peruano, en su


riesgo inaceptable, que comprometería seria- defensiva en el mar, consistió en accionar
mente las operaciones terrestres y la guerra en contra parte de la fuerza chilena buscando su
caso de fracaso, debido a que las unidades te­ desgaste para intentar su posterior destrucción.
nían sus fondos sucios y no podían desarrollar Su fracaso redujo a Grau al campo de la guerra
su andar máximo. Además carecían de un grado de corso y a las operaciones estratégicamente
mínimo aceptable de apoyo logístico como era defensivas. Dada la extensión del medio, las
principalmente el carbón, elemento indispensa­ denominadas "correrías" del Huáscar, unido al
ble para el éxito de una ofensiva de movimien­ genio táctico de Grau, fueron exitosas hasta el
to contra un objetivo distante, que obligaba a 8 de octubre de 1879, fecha en que Chile con­
operar tan alejado de la base de operaciones. quistó definitivamente el dominio del mar con
Esta resolución, basada en una serena y su captura.
fría apreciación de la situación, debió ser adop­ A sí desapareció el poder naval peruano,
tada con decisión, carácter y alto sentido de lo cual, en adelante, significó plena libertad de
responsabilidad por el Almirante Williams Re­ acción para la realización de las operaciones
bolledo, en cuyas manos el Gobierno había en­ terrestres.
tregado amplias facultades para conducir la Por eso Iquique y Angamos constituyen
guerra marítima. Dicho ataque constituía una los dos hitos más significativos en el desarrollo
níera recomendación y en ningún caso fue, ni de las primeras operaciones y de la guerra, ya
podría haber sido, una orden superior perento­ que la primera representó la mitad del logro y la
ria. segunda, la culminación de las operaciones chi­
Por el contrario, se estableció el bloqueo lenas tendientes a la conquista del dominio del
de Iquique y se realizó la destrucción de ele­ m ar .
mentos de carguío en diversos puertos del lito­ Debe reiterarse que estos dos éxitos es­
ral. Estas operaciones caen dentro del ejercicio tratégicos, pese a su significación, no debieron
del dominio del mar, que no es privilegio exclu­ constituir exigencias previas para el desembarco
sivo del más fuerte, no logrando sin embargo, de Pisagua ya que éste pudo haber sido realiza­
atraer a la Escuadra enemiga para destruirla. do en el momento estratégico adecuado, con o
Ellas tuvieron más bien un resultado sin la oposición de Grau. De haberse interpues­
negativo, pues Grau tuvo tiempo para mejorar to, nuestra Escuadra lo habría destruido dentro
el alistamiento de sus naves y se completó el de su misión de cobertura.
transporte de tropas y el establecimiento de Las operaciones navales desarrolladas pos­
Arica como base de operaciones. La presión del teriormente tienen una directa relación con la
Gobierno y de la opinión pública obligaron, seguridad del transporte de las fuerzas terres­
finalmente a Williams a realizar su ofensiva con­ tres requeridas para las campañas sucesivas
tra el Callao, con los resultados conocidos que antes mencionadas. En posesión del dominio
condujeron a los acontecimientos.de Iquique. del mar, la libertad de acción de las fuerzas chi­
Esta acción, que debe ser comprendida lenas fué amplía, pero dado el carácter de re-
agrupando en una sola lo acaecido en dos áreas lativo e imperfecto de éste, no era posible negar
tan próximas entre sí como Iquique y Punta absolutamente su uso al adversario. De modo
Gruesa, constituye una batalla, porque batalla que su ejericicio y las operaciones de pro­
naval es la denominación que corresponde a yección contra objetivos ubicados en territo­
una acción de significación estratégica. El éxito rio enemigo constituyen el centro de grave­
moral y material que tuvieron ambos episodios dad de la actividad naval durante el resto del
respectivamente, modificaron de manera subs­ conf lict o.
tancial la situación estratégica naval. El poder Por sus características y gravitación espe­
naval adversario fué reducido severamente y cial, cabe destacar dos de ellas: una es la expe­
Chile conquistó el dominio virtual del mar. dición que, al mando del entonces Capitán
Su repercusión excedió los límites na­ de Navio Patricio Lynch, fué realizada con­
cionales y en lo moral dice Encina: "el alma del tra el litoral norte del Perú, con 2.500 soldados
héroe se transformó en Iquique en el alma del de caballería y artillería embarcados en los
pueblo chileno” . transportes [tata y Copiapó, apoyados por las
18 REVISTA DE MARINA (ENERO­FEBRERO 1980)

corbet as Chacabuco y O ’Higgins. Su misión b.— Campaña de Tarapacá.


consistió en accionar ofensivamente contra el
litoral, destruyendo muelles, ferrocarriles y A la luz de estos objetivos y de los éxitos
otras instalaciones, e imponiendo contribucio­ mencionados, podemos intentar el análisis de
nes de guerra en dinero y especies, para lo cual la campaña de Tarapacá, que es la.materiali­
estaba facultado para internarse hasta 25 kms. zación del deseo de obtener territorios para
Sus operaciones abarcaron Chimbóte, Islas asegurar el límite Norte del país.
Lobos, Paita, Eten, Malabrigo, Pacasmayo, Lo anterior queda de manifiesto con la
Salaverry, Trujillo y Quilca, consiguiendo carta del Presidente Pinto a Sotomayor de
infligir daños de significación política, estra­ fecha 23 de septiembre, que dice: “ Destruido el
tégica y económica. Ejército peruano y demás de ese departamento,
La otra operación es el bloqueo de El considero concluida la guerra”.
Callao, que duró más de nueve meses y que Para cumplir este anhelo, el plan chileno
fue suspendido recién cuando las tropas vic­ previo efectuar un desembarco al norte de Jqui-
toriosas en Chorrillos y Mira flores hicieron su que, puerto en cuyas proximidades se encon­
entrada en Lima. Su propósito era lograr el traba concentrado el Ejercito aliado de Tarapa­
aislamiento del teatro de operaciones central cá para penetrar en el desierto cortando inicial-
del Perú, para contribuir al éxito dé las opera­ mente la retirada del enemigo y, luego, blo­
ciones terrestres. Sin embargo, cabe destacar quearlo y destruirlo en Iquique.
el gran desgaste de las fuerzas bloqueadoras La primera fase de este plan está represen­
como consecuencia de la duración y caracterís­ tada por el,exitoso desembarco de Pisagua el 2
ticas negativas de ja operación. En efecto, pese de noviembre y la consolidación de la posición
al dominio del mar logrado, las amenazas hasta Hospicio, incluyendo también la acción
fueron severas y permanentes, constituidas por victoriosa de nuestra caballería en Pampa Ger-
lo que en estrategia marítima se denomina la mania el 6 del mismo mes.
reacción de la tierra sobre el mar. Ello repre­ Al ocurrir estos sucesos, el Mando Aliado
senta el conjunto de acciones ofensivas que, había decidido concentrar al norte de Pisagua
basadas en su litoral, las fuerzas adversarias el Ejército de Tarapacá con las fuerzas de Tac­
son capaces de realizar para desgastar a las na y Arica, ordenándosele a! General Buendía
fuerzas bloqueadoras. Unido esto a las exi­ abandonar Iquique y dirigirse a Tacna.
gencias de apoyo logístíco lejano, las some­ Como la guerra en el desierto está muy
ten a una severa prueba. condicionada por la necesidad de asegurar las
aguadas, parte de las fuerzas chilenas pasó de
5 . - CAM PAÑAS T E R R E S T R E S . Hospicio a Dolores, desde donde se continua­
ría al sur para dom inar Pozo Almonte, La
a.— Introducción. Noria y cerrar el cerco de Iquique.

Reivindicado el territorio nacional de La retirada del Ejército Aliado y la falta


' Antofagasta y eliminado el poder naval perua­ de informaciones sobre el enemigo condujeron
no en los combates de Punta Gruesa y Anga­ a la batalla de Dolores, la cual por la distribu­
rrios, cabe recordar el acuerdo adoptado por ción de fuerzas del momento; presentó ai
el Consejo de Estado el 13 de Abril de 1879, Ejército chileño en inferioridad numérica ante
referente al Objetivo Político de guerra que sus enemigos.
decía a la letra: El éxito táctico chileno corrigió errores
"‘Asegurar la posesión del territorio al sur estratégicos cometidos y consolidó la conquis­
del paralelo 23° Sur y lograr la abrogación del ta de Tarapacá, siendo el puerto de Iquique
Tratado Secreto de 1873. Eventualmente, de ocupado el 23 de noviembre. El hecho de no
acuerdo con el desarrollo de la guerra, si se explotarse el triunfo permitió al enemigo reti­
derrotara a la Armada peruana o se lograra rar sus fuerzas y concentrarlas en Tarapacá,
que Bolivia se retirara de la Alianza, obtener antes de continuar su retirada al Norte.
compensaciones territoriales del Perú para Nuevamente la falta de informaciones
asegurar que este país deje de ser una ame­ y un tardío intento de cortar la retirada de los
naza en el equilibrio sudamericano”. vecinos, decidió al Mando chileno a enviar un

i '
LA GUERRA DEL PACIFICO 19

destacamento que, por su reducido número y El asalto y toma de Arica e! día 7 de ju­
una increíble imprevisión logística, fue derro­ nio vino a cerrar la campaña de Tacna dejando
tad o en el combat e de Tarapacá, el que, sin en m anos chilenas d esd e el valle del Sama al
modificar el resultado de la campaña, signi- sur, con lo cual se había logrado un espacio
ficó un doloroso golpe para nuest ras arm as. de seguridad que permitía consolidar la ex-
Si t uviéramos que precisar el t ermino de plotación de los ricos territorios conquistados
esta campaña, bien podría ser la llegada de en la campaña anterior.
Buendía a Arica el 17 de diciembre con los
3.700 hombres restantes de su ejército. d.— Campaña de Lima.
Dicha campaña, con un cost o de 1.029
bajas, entre muertos y heridos, dio a Chile la El fracaso de las negociaciones tendientes
posesión; de t errit orios hast a la Quebrada de a poner término al conflicto decidió a! Gobier­
Camarones y el control del salitre. Para los no a efectuar el asalto final a la capital peruana
Aliados, significó una crisis política que de­ para imponer las condiciones de paz.
rribó a sus Presidentes y la acentuación de la Para lograr lo anterior, se dispuso el tras-
mala sit uación económ ica, agravado t odo lado por mar de una vanguardia de 12.0 0 0 hom­
esto por un fuert e debilit am ient o moral de bres al puerto de Pisco, operación que quedó
sus frentes internos. cumplida el 19 de noviembre.
El grueso del Ejército de Operaciones se
c.— Campaña de Tacna y Arica. embarcó para ser trasladado a Chílca, donde se
reuniría el 22 de diciembre con la vanguardia
Resuelta la continuación de la guerra, el que se desplazaría por tierra desde Pisco. Luego
plan chileno consistió a grandes rasgos en de una serie de malentendidos, el Ejercito chi­
desarrollar una ofensiva sobre Moquegua, leno de 26.413 hombres se concentró el 27 de
dest ruir las fuerzas enemigas y capt urar Arica, diciembre en el valle de Lurín, inmediatamen-
para cum plir lo cual, nuest ro Ejércit o fue te al sur de Lim a.
t ransport ado por mar a Ilo el 25 de Febrero; en Por su parte, el Mando Aliado, al com­
ese puert o est ableció su principal base de prender que la amenaza se materializaría desde
operaciones, y desde allí inició la penet ración el sur, concentró en ese sector el Ejército de
hacia Moquegua, desplazamiento que condujo Línea de 20.000 hombres, con la misión de
al combat e de. Lo s Angeles el 22 de marzo, y la defenser la línea de Chorrillos, en tanto crea­
vict oria de Baquedano sobre Gamarra, dejó ba un Ejército de Reserva de 12.000 hombres
virt ualm ent e aislado al Ejércit o Aliado acanto­­ para cubrir u n a segunda línea defensiva en
nado ent re Tacna y Arica. Mira flores.
Ant e est a sit uación, el M ando chileno de­ Después de m últ iples discusiones del plan
cidió ef ect uar una ofensiva t endient e a conquis­ de batalla y otros tantos reconocimientos, se
tar el valle del Sam a, Tacna y f inalm ent e Arica. decidió aplicar e! plan del General Baquedano,
Por su parte los Aliados conformaron el el cual consistía nuevamente en un asalto fron­
Primer Ejér cit o del Sur, que con 15.650 hom­ tal a las posiciones enemigas, descartando el
bres, t enía por misión def ender Tacna y Arica. envolvimiento recomendado por el Ministro
El Segundo Ejér cit o , al mando del Coronel Vergara.
Leiva con base en Arequipa y compuest o por La victoria que definió la situación en
3.200 hombres, debía host igar la ret aguardia favor de las armas chilenas cobró en este caso
chilena. 3.318 bajas. Los analistas militares estiman que
Estas operaciones , tuvieron su desenlace fue de mucho mejor realización que concep­
en la batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880, ción. Después de 24 horas perdidas en intentos
en la que, aplicando una discutida táctica de para obtener la rendición incondicional de la
asalto frontal y con un costo de 2,000 bajas, capital, se jnició el 15 de enero el ataque a las
se derrotaron las fuerzas enemigas. defensas de Miraflores. Era ésta una acción que
Esta batalla, junto con representar el tér* no podía tener otro resultado que el aniquila-
mino de la participación de Bolívia, marcó el miento de las fuerzas de defensa del Perú.
fin de las pret ensiones Aliadas de éxit o en el El 17 de enero de 1881 en la tarde las
conf lict o. tropas chilenas entraron a Lima.
20 REVISTA DE MARINA (ENERO­FEBRERO 1980)

e.— Campaña de la Sierra, tos c inconsecuencias, si se lo refiere a la victo­


ria militar que llevó al Almirante Patricio Lynch
El General Avelino Cáceres había forma­ a dirigir la vida pública del Perú reducida ya to­
do un ejército de 3.000 o 4.000 soldados regu­ da resistencia organizada. En las actividades po­
lares que, basados en la sierra peruana, impedía líticas finales, necesariamente facilitadas por el
todo acuerdo con c! invasor. Este hecho impul­ triunfo inapelable de las armas, falta una orien­
só ai Gobierno de Chile a disponer una campaña tación tendiente a consolidar, en lo político, el
con el propósito de eliminar los últimos focos triunfo militar. Es preciso recordar que en esa
de resistencia peruana, la que sería iniciada con­ época, la cuestión de la guerra del Pacificó se
tra Junín durante la primera quincena de ene­ ventilaba dentro del marco negativo resultante
ro de 1882 mediante una hábil maniobra con- de la pasión política irrefrenable, la lucha rcli-
cebida por el Almirante Lynch. Las dificulta­ giosa y los vaivenes de la política interna.
des del terreno y clima impidieron su realiza­ Una vez más, los intereses políticos y
ción en la forma prevista, siendo necesario per­ económicos foráneos pretendieron imponer sus
seguir al enemigo en su retirada hacia los cerros propias condiciones, satisfaciendo sus apetitos,
de Pucará, pero sin lograr la decisión. Después sin miramientos para con los legítimos dere­
de ello y de múltiples sacrificios, nuestras tro­ chos del vencedor y, ni siquiera, de las expec­
pas abandonaron la sierra, sufriendo, aparte de tativas razonables de los vencidos. Terrible
las penurias físicas, el dolor de dejar tras ellos experiencia aquélla, y mentís rotundo contra
a los 77 héroes de La Concepción. quienes quieren cobijar la seguridad del Esta­
Una segunda fase de esta campaña po­ do bajo el alero de la Comunidad Internacio­
demos situarla en la nueva ofensiva montada nal y sus pretendidos órganos de expresión.
contra el General Cáceres, luego de oponerse
éste a la tentativa del General Iglesias de firmar b.— Los Tratados transitorios de paz.
la paz con Chile.
En esta oportunidad, la División del Ge­ La victoria de las armas chilenas legitima
neral Gorostiaga, integrada por 1.600 hombres, en forma indiscutible las exigencias territoriales
se vi ó enfrentada a los 4.000 soldados de Cá­ de Chile a sus derrotados adversarios. Aniqui­
ceres el 10 de julio de 1883 en la acción que la lada la resistencia militar aliada se formaliza la
historia conoce como la batalla de Huamachu- firma del Tratado de Ancón entre Chile y el
co. Perú el 20 de octubre de 1883, que, en parte
En ésta, un resultado inicialmente desfa­ esencial, establece la cesión perpetua e incon­
vorable, gracias al valor y al empuje de nues­ dicional de la provincia de Tarapacá a Chile y la
tros soldados, se transformó en resonante vic­ realización de un plebiscito a diez años plazo
toria. Ella significó la eliminación definitiva de para definir el status definitivo de Tacna y
tos últimos esfuerzos de resistencia armada del Arica. A este tratado, sigue el de tregua, firma-
Perú. do entre Chile y Bolívia el 4 de abril de 1884,
Esta campaña ha permitido destacar n íti­ que al término de una guerra victoriosa sólo
damente lo que debe entenderse por voluntad consagra en su texto la soberanía de Chile sobre
,de lucha, coraje, esfuerzo y heroísmo. No debe los territorios comprendidos entre el paralelo
olvidarse que su exitoso resultado permitió lle­ 23 Sur y la desembocadura del río Loa, es
gar a! Tratado de Ancón. decir, sobre aquéllo que Te pertenecía por
derecho, presencia y actividad.
6 . - T ER M IN O D E L C O N F L IC T O . Así, se da el contrasentido que, dueño del
Ejército y la Escuadra más poderosa de Hispa­
a.— La actividad política previa a la firma de noamérica y disponiendo de los recursos del
de los Tr at ad o s. guano y del salitre, Chile renuncia motu proprio
a sus títulos sobre los 700.000 kilómetros cua­
La paz acept able para los Est ados belige­ drados de la Patagonia a fin de cortar la eterna
rantes, responsabilidad insoslayable de la diplo­ disputa de los límites con la Argentina. Vence­
m a cia y del nivel superior de la conducción po­ dor en la contienda del Pacífico, sólo toma
lític a del país, se manifestó en el caso chileno las provincias de Antofagasta y Tarapacá, po­
ven un epílogo infortunado por sus procedimien- bladas en un 80% por chilenos.
LA GUERRA DEL PACIFICO 21

c.~ Los instrumentos definitivos de la paz. Una nación amante de la paz, en la que
no hay cabida para afán expansionist a alguno,
En 1904, veinte años después de la tregua está obligada a deducir conclusiones de las ex­
y tras largas negociaciones, se f irma el t rat ado periencias con el propósito de poder corregir ios
definitivo entre Chile y Bolivia, el que junto errores cometidos. A sí será posible adoptar;
con consagrar e( dominio absoluto y perpetuo oportunamente medidas tendientes a mantener
de Chile sobre los t errit orios ocupados en virt ud una paz digna y estable, y lograr de ese modo
del Pacto de Tregua, determina a la vez indem­ seguridad para su desarrollo, forma de vida, bie­
nizaciones económicas apreciables y facilidades nestar y prosperidad a que tienen derecho sus
de tránsito comercial que han constituido desde ciudadanos.
ent onces una pesada carga para el erario na* Debemos dest acar que, hoy como ayer,
cional. No sin razón se pregunta Conrado Ríos nuestros anhelos de paz con todas las naciones
Gallardo, si otras naciones han procedido con amigas son profundamente sinceros, pero no de­
igual magnanimidad y dando plazo ilimitado al ben ser interpretadas erróneamente como un
vencido. “ Sin remontarnos demasiado en la his- signo de debilidad, El pueblo chileno, que ha sa­
toria, ¿fueron más generosos los aliados con bido enfrentar las amenazas con coraje, defen­
Francia en 1814? En sesenta días t uvo que fir- derá con toda energía su seguridad y soberanía
mar una paz con las bayonet as desnudas en su impulsado por su conocida fuerza moral y cohe­
casa” . sión, cualquiera sea el origen del element o p er ­
Cincuenta años después, se suscribe el turbador que pretendiese amenazarlas nueva-
t rat ado definít ivQ con el Perú el 3 de junio ment e.
de 1929, que zanja la única cuestión pendien- 2.— El conocimiento de la naturaleza de
te ent re ambos países, cual era la suert e de los la guerra, de la estrategia y de las características
t errit orios de Tacn a y Arica; pero, paralelamen­ del eventual conflicto constituyen una respon­
t e, int roduce obligaciones para Chile, inacept a­ sabilidad compartida entre políticos y militares.
bles para un país vencedor. Es obligación de aquéllos señalárselas a éstos,
La política internacional tiene su tarea coordinando la acción de todos los frentes o
específ ica y primordial en la discusión y fíniqui­ campos de acción para la concepción, prepara-
tación de la paz y sobre ella recae, a! igual que ción y desarrollo de la estrategia total.
en la est rat egia m ilit ar, el juicio hist órico relati­ 3.— Es la esencia de este conf lict o que
vo a sus éxit os y fracasos. Es deplorable que la nos preocupa, la que debe orientar al estadista
magnanimidad chilena hacia Bolivia haya en­ en la selección de los elementos más adecuados
contrado como único eco en ese país, la agita- para enfrentarlo, tanto los medios políticos, co­
ción sist emát ica, est rident e e irracional del pro* mo los económicos, psicológicos y militares
blema de su mediterraneidad y del revisionismo para su empleo coordinado y/o alternativo, si
de los t rat ados. El Chile de hoy, con volunt ad ' esto último resulta más aconsejable.
férrea e irrenunciable espíritu d,e soberanía, se 4 .— Por otra parte, la elección de cierto
opondrá al revisionismo, por principio, noacep­ objetivo estratégico, que puede ser muy adecua­
t ando ot ro fin que no derive del acuerdo bilate­ da para un conflicto, puede ser totalmente ina­
ral ent re los ex­beligerant es dent ro del marco propiada para otro, aún entre los mismos beli­
del respet o y armonía f undament al para lograr­ gerantes.
5.— La ética en general, la rectitud en los
procedimientos, el respeto de la palabra empe­
C.-CO NCLUSIO NES. ñada, de la justicia y del derecho, la vía pacífi­
ca para la solución de las controversias y el re­
1.— Séan os permit ido d est acar a cont i­ chazo de la violencia y de la guerra, constituyen
nuación algunas reflexiones finales respecto a la normas de conducta propias de pueblos nobles.,
lección que nos deja el conf lict o. pero la dura realidad obliga a reconocer que no
El estudio de la guerra del Pacífico es de siempre ocurre así y que, por el contrarío, los
vit al int erés para comprender su t rascendencia. intereses particulares de los Estados los llevan a
hist órica, casi comparable a la de las guerras de veces a apartarse de ellas. El gobernante está
la Independencia, pues su desenlace convirt ió a obligado entonces a ser realista y objetivo, sin
Chile en pot encia sudamericana. forjarse ilusiones respecto a pretendidas buenas
22 REVISTA DE MARINA (ENERO­FEBRERO 1980)

Intenciones de eventuales adversarios, que po- Cuentan, por último, con la capacidad
drían no ser acreedores de nuestra fe y confian­ operativa requerida para entraren acción tan
za. pronto arriban al área de operaciones, sin nece­
sidad de ningún alistamiento previo.
6 .— El potencial general nacional consti­
D.— Finalm ent e, deseamos unirnos a
tuye el más sólido respaldo para una política
quienes nos han precedido, rindiendo un respe­
exterior orientada particularmente hacia la se­
tuoso homenaje a nuestros héroes nacionales,
guridad nacional.
como asimismo a tantos hombres valiosos anó­
Es oportuno destacar la especial relevan­ nimos, civiles y militares, que actuando con es­
cia, que dentro de dicho potencial reviste el po­ fuerzo y patriotismo ejemplares en todos los
der naval, especialmente para naciones m aríti­ niveles, aún sin participar en forma permanen­
mas, porque las particulares características de te en las operaciones bélicas, lograron el triun­
las fuerzas navales Ies permiten ejercer una gra­ fo de la causa de Chile al superar toda clase de
vitación muy significativa, que conviene tener obstáculos en sus respectivos campos de acción.
presente para explotarlas cuando sea necesario. Contribuyeron así a que la nación saliese airosa
en una empresa, que, a pesar de no haber sido
La primera es su flexibilidad, desde el
tal vez apreciada inicialm ent e en todo su alcan­
punto de vista del derecho internacional; en el
ce y trascendencia, fue enfrentada con decisión,
sentido de que pueden ser desplegadas sin violar
abnegación y alto sentido de responsabilidad y
la integridad territorial de otros Estados. La
nos legaron así un futuro positivo y una honro­
fuerza, bajo el horizonte, aún sin ser vista gra­
sa tradición, junto con una lección inolvidable
vita frente a determinadas crisis.
para todos sus compatriotas.
En segundo lugar, cuentan con una flexi­ Comprendamos el mandato de la geogra­
bilidad logística muy adecuada, lo que las in­ fía y la tradición v afrontemos el desafío que
dependiza en grado suficiente de su base y les significa ser ciudadano de esta nación insular,
permite ejercer un efecto más persistente, por consciente de que esta responsabilidad no es
períodos prolongados. exclusiva del gobernante sino de todos y cada
Asimismo, su movilidad puede ser explo­ uno de los chilenos. A sí sabremos contribuir
tada sin restricciones, basado en el libre uso de con nuestra capacidad y esfuerzo, a satisfacer
la alta mar internacional. los superiores intereses de la Patria.

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