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CONTENIDO
1. El carácter
2. Entender el carácter
3. Ejemplos de un carácter apropiado
4. La edificación del carácter
5. Un carácter útil al Señor
6. Derrocar la manera de ser para manifestar la función
7. Cultivar un carácter apropiado a fin de tener contacto con la gente
PREFACIO
Los mensajes que componen este libro fueron dados entre 1953 y 1968 en dos
ciudades, Manila, las Filipinas y en Taipéi, Taiwán; fueron traducidos del chino.
CAPÍTULO UNO
EL CARÁCTER
EL PRIMER GRUPO:
GENUINO, EXACTO, ESTRICTO
1. Genuino
2. Exacto
3. Estricto
1. Diligente
Pocas personas son diligentes; la mayoría prefiere el recreo a la labor. Una vez
que una persona se vuelve perezosa, no puede lograr nada. Romanos 12:11 dice:
“En el celo, no perezosos” y Proverbios 6:6 dice: “Mira la hormiga, perezoso,
observa sus caminos y sé sabio”. ¿Por qué la pereza, la glotonería y el dormir
van juntos (Tit. 1:12)? Se debe a que todas las personas perezosas se
compadecen y se aman a sí mismas, y por eso naturalmente aman el comer y el
dormir. Sin embargo, 2 Tesalonicenses 3:10 dice: “Si alguno no quiere trabajar,
tampoco coma”. Los cuatro puntos mencionados anteriormente se relacionan
con disciplinarse severamente a uno mismo.
2. Amplio
Es muy fácil que la persona que posee los rasgos de carácter mencionados
anteriormente, se convierta en una persona estrecha. Por consiguiente, él debe
prestar atención en tener un carácter “amplio”. El idioma chino utiliza una
expresión que significa “océano” para ilustrar que la capacidad de una persona
puede ser tan amplia como el océano. “Dios dio a Salomón [...] tan dilatado
corazón como la arena que está a la orilla del mar” (1 R. 4:29). Ya que la arena
rodea el mar, el requisito bíblico en cuanto a ser amplio es mayor que el
transmitido por la expresión china. El impacto que puede tener la obra que haga
una persona durante toda su vida, depende mucho con el hecho de si esa
persona es amplia o estrecha. Una persona de mente estrecha nunca puede
lograr grandes cosas.
3. Fino
Una persona con una capacidad amplia a menudo no es fina, lo cual lleva a la
negligencia y a una pérdida inevitable. Uno debe ser amplio pero no áspero, fino
pero no una persona dada a pequeñeces.
EL TERCER GRUPO:
ESTABLE, PACIENTE, PROFUNDO
1. Estable
3. Profundo
EL CUARTO GRUPO:
PURO, JUSTO, CALMADO
1. Puro
Deuteronomio 22:9 dice: “No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea
que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña”.
Dios nunca se complace con los hombres que hacen un trabajo impuro. Al final,
los motivos ocultos siempre crean problemas.
2. Justo
El corazón humano casi siempre es tempestuoso, por lo que una persona que
sirve al Señor tiene que permanecer calmada en su mente, parte emotiva y
voluntad, a fin de tomar las medidas adecuadas relacionadas con los asuntos
importantes. Una persona que no sea calmada no puede resistir la incitación
externa y la influencia que viene de afuera. La manera de permanecer calmados
es: (1) no actuar rápidamente y (2) no creer en los rumores, los cuales
inevitablemente causan agitación.
EL QUINTO GRUPO:
SENCILLO, CORPORATIVO, ABIERTO
1. Sencillo
Ser sencillo y enfocado está relacionado a ser puro, justo y calmado. Una
persona no debe empezar a hacer una tarea o si la hace debe hacerla de todo
corazón. Una persona tiene que ser sencilla, sea que esté estudiando,
administrando una casa o haciendo negocios. La sencillez permite la
concentración, lo cual a su vez produce resultados positivos. Una persona que
no tiene un sólo propósito nunca puede ejecutar bien una tarea.
2. Corporativo
3. Abierto
Un creyente abierto puede recibir ayuda espiritual. Cuanto más abierto esté,
más ayuda recibe y más útil será. ¡Qué importante es tener un carácter abierto al
estar entre los creyentes! Sin embargo, esto no puede ser una apertura natural y
sin restricción, sino que debe ser como las puertas y las ventanas que se pueden
abrir y cerrar con facilidad.
EL SEXTO GRUPO:
AFECTUOSO, ARDIENTE, ADAPTABLE
1. Afectuoso
El afecto implica tanto cercanía como amor. En particular, ser afectuoso es dar
énfasis al cuidado, simpatía e intimidad que uno tenga por otros. Una persona
sin una preocupación íntima por otros no los puede traer a la salvación por
medio del evangelio. Tal persona tampoco puede ser un hermano responsable
en la iglesia.
2. Ardiente
Ser ardiente va más allá de ser afectuoso. El afecto está en el corazón, pero ser
ardiente implica una acción externa que resueltamente trae a otros a la
salvación y los ayuda a alcanzar la meta. Ser ardiente es ser ferviente y
poderoso.
3. Adaptable
1. Fuerte
La fuerza aquí denota firmeza, no se refiere a dureza. Una persona debe ser
fuerte pero no dura, es decir, fuerte en voluntad pero no dura de corazón. El
apóstol Pablo dijo: “Sed hombres maduros, sed fuertes” (lit.) (1 Co. 16:13).
2. Flexible
La fuerza debe ser igualada con la flexibilidad. Un dicho chino dice: “Hay que
templar la fuerza con la flexibilidad”. La fuerza sin la flexibilidad es dureza, la
cual inevitablemente echa a perder las cosas, mientras que la flexibilidad sin la
fuerza resulta en blandura, que también es inútil. La correa de un reloj es firme
y flexible a la vez, capaz de doblarse o estirarse según se requiera.
3. Sumiso
El que da órdenes asume una gran responsabilidad; mientras que aquellos que
las reciben, no asumen ninguna. Es una bendición escuchar a otros y ser
cubierto en todo.
EL OCTAVO GRUPO: SUFRIDO, HUMILDE, POBRE
1. Sufrido
El sufrimiento obra maravillas interminables. Hay algunas cosas por las que no
podemos pasar sin tener sufrimientos. Cuanto más sufra una persona, más útil
será. Aquel que no esté dispuesto a sufrir no podrá lograr grandes hazañas. Hay
un proverbio antiguo muy apropiado para esto, que dice: “El que sobrelleva los
peores sufrimientos es el mejor entre los hombres”.
2. Humilde
Una persona debe tener metas altas, pero debe conducirse de manera humilde.
Romanos 12:16 dice que debemos “asociarnos con los humildes”. Podemos
ayudar a otros sólo si tomamos una posición humilde. No importa cuán
respetada sea o en que alta estima se tenga a una persona, ésta debe tomar una
posición humilde. Esto no quiere decir que debemos aparentar ser humildes,
más bien es confesar genuinamente de corazón que no tenemos nada de que
jactarnos.
En 1 Pedro 5:5 dice: “Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da gracia”.
3. Pobre
El mundo codicia posición y riquezas, pero un cristiano debe estar contento con
la pobreza y aún debe escoger la pobreza, la cual tiene tanto utilidad como
deleite. Sin embargo, uno no debe llegar a ser pobre por ser perezoso. Tal
pobreza es despreciable y vana. Es raro y precioso ver personas que son pobres
por causa del Señor, aun cuando tienen la habilidad o la oportunidad de ser
ricos. De la misma categoría son aquellos que practican gastar todo su dinero
para el Señor. La vida de Cristo es una vida que escoge ser pobre. Considere
cómo Él dejó Su trono para nacer en un pesebre y vivir en Nazaret,
experimentando así todas las privaciones de la vida humana.
EL NOVENO GRUPO:
CONSTANTE, PERSEVERANTE, QUE SOPORTA
1. Constante
Uno que puede perseverar, puede aguantar maltrato. No maltrata a los demás,
pero persevera cuando lo maltratan. Un joven no debe evitar el maltrato y tomar
el camino fácil; más bien, debe sufrir el abuso voluntariamente. Mientras más
difícil sea la lección, más profunda y beneficiosa será.
3. Que soporta
Una persona de carácter tiene que ser capaz de soportar presión. Para que algo
sea sólido y fuerte, primeramente tiene que ser presionado. Un diamante es
formado al estar bajo presiones intensas. Aquello que crece sin restricción
generalmente no es hermoso. Sin embargo, no invite a que otros lo presionen;
más bien, usted mismo debe ponerse bajo la presión. La combinación de los
cinco rasgos del carácter anteriores —sufrido, humilde, pobre, constante y
perseverante— le da a una persona la habilidad de soportar la presión.
1. Claro
2. Magnánimo
Ser magnánimo es parecido a ser amplio. Ser amplio es tolerar a otros, y ser
magnánimo es no ser cruel con otros. Al relacionarse con otras personas, se
debe complementar el afecto, el ser ardiente y ser adaptable con la
magnanimidad. Sin un carácter magnánimo es difícil vivir una vida que ame a
los enemigos. Una persona cruel siempre es celosa, mientras que una persona
magnánima puede perdonar. Es permisible que se hable a otros con severidad,
pero nunca con crueldad. Tampoco se debe ser tontamente bondadoso.
3. Sobrio
Una persona sobria no es frívola. Cualquier cosa que haga una persona sobria
tiene peso. Si un asunto es importante o insignificante, su importancia y peso
depende de quién sea la persona que lo maneje. Aun un asunto insignificante
que esté en manos de una persona sobria, será tomado en serio por otros; por el
contrario, un asunto significativo que esté en manos de una persona liviana,
será considerado por otros como algo insignificante. Para aprender a ser una
persona sobria, lo primero que debemos hacer es no expresar opiniones de
forma liviana; segundo, no debemos juzgar o criticar con ligereza; y tercero,
debemos hablar despacio y con precisión. Esto no quiere decir que no debemos
hablar, sino que debemos hablar con discreción.
La persona que es sobria está protegida, debido a que las malas tentaciones no
le llegan fácilmente. Especialmente en el caso de las jóvenes, la sobriedad les
trae protección, mientras que ser livianas les invita a ser dañadas.
CAPÍTULO DOS
ENTENDER EL CARÁCTER
Nuestro carácter está constituido de nuestra naturaleza innata más los hábitos
que hemos adquiridos. La manera de ser es innata, pero el carácter es algo que
se cultiva. El carácter de una persona es treinta por ciento natural y setenta por
ciento hábito. Por esta razón, un joven tiene que prestar mucha atención a la
edificación de su carácter. Una persona de más de cincuenta años ya tiene una
personalidad establecida con un patrón definido que ha sido desarrollado a
través de toda su vida; mientras que en una persona joven, la naturaleza innata
se manifiesta más que los hábitos adquiridos. Mientras más una persona crece,
despliega menos de su naturaleza y más de sus hábitos. Por consiguiente, los
hábitos adquiridos son más importantes que la naturaleza innata. En general, el
carácter de una persona de más de veinte años ya es más hábitos que naturaleza.
Nunca descuide su vivir diario, porque éste edifica sus hábitos. Por ejemplo, si
un niño es puesto en un hogar chino, será echado en un molde chino. El mismo
niño puesto en una familia de otra nacionalidad se parecerá a una persona de
esa nacionalidad cuando crezca. Al considerar el asunto del carácter, tenemos
que prestar atención a nuestra vida diaria, la cual es capaz de moldear nuestro
carácter. Nuestra utilidad a Dios se determina por cuán compatible sea nuestro
carácter con Él.
LO QUE ES ESENCIAL DEL CARÁCTER
PARA EL SERVICIO DEL SEÑOR
¿Qué es ser genuino? Esto denota ser consistente por dentro y por fuera. Hay
muchas ocasiones en que no se miente, pero tampoco se es genuino. Una
persona que no es genuina es inservible en las manos del Señor. Moisés fue una
persona muy genuina. Cuando bajó del monte de Sinaí, él rompió con ira las dos
tablas de la ley. Él era igual por dentro y por fuera. Es imposible encontrar un
caso en la Biblia donde Moisés no fuera completamente consistente en todo su
ser. Una persona genuina es sólida y confiable. Sin embargo, esto no significa
que tenga la libertad para perder la paciencia. Comportarse de una manera
agradable cuando realmente se está irritado es fingir y es ser falso. Algunas
personas pueden hablarle a dos personas sobre el mismo tema de dos maneras
diferentes, y aunque no tengan la intención de engañar, no hablan
genuinamente. Los que sirven al Señor tienen que cultivar un carácter genuino.
Al enfrentar ciertos asuntos, tal vez nos abstengamos de hablar algo debido a
nuestro temor de Dios. Sin embargo, cuando hablamos tenemos que ser
genuinos.
Es muy difícil ser exacto con respecto al tiempo, las palabras y los números.
Muchas cosas son hechas sólo para salir del paso. Esta actitud de “más o menos”
es muy dañina. Una persona no puede ser “más o menos”, sino que debe ser
exacta. Lograr el noventa y nueve por ciento de una tarea, dejando un por ciento
sin completar es lo mismo que no haberla hecho. Debemos desarrollar un
carácter que no sea descuidado, sino absolutamente exacto. Tenemos que ser
exactos tanto en palabra como en hecho.
Ser genuino hace a una persona firme y la exactitud la hace fuerte. Ser estricto
es la práctica de ser genuino y exacto. Alguien que es descuidado nunca puede
practicar ser genuino y exacto. Para hacer todo de forma genuina y exacta se
requiere de un carácter estricto. Todo lo que pasa por las manos de una persona
descuidada se hace inexacto y le falta el elemento de ser genuino. Debido a que
una persona descuidada no es estricta, se debe descartar todo lo que diga. Aun
su estudio de la Biblia es descuidado. Los que son estrictos reciben luz mientras
estudian la Biblia. Ellos nunca dejan pasar las cosas. Cuando surgen los
problemas, proceden a resolverlos y llegan siempre a la raíz del asunto. Una
persona descuidada, quien por lo general es curiosa y vive en su imaginación,
nunca puede resolver problemas. Una persona estricta nunca se entromete en
los asuntos que no le conciernen, ni tampoco abriga pensamientos ociosos, sino
más bien ejecuta su tarea seria y exactamente.
4. Diligente: no perezoso
D. L. Moody dijo: “Todavía tengo que ver que una persona perezosa se salve”.
Algunas personas son en realidad demasiado perezosas para creer y para pedir;
por ende, pierden un asunto tan grande como su salvación. Es difícil encontrar
una persona perezosa que tenga mucha búsqueda espiritual.
Alguien que practica ser genuino, exacto, estricto y diligente puede convertirse
fácilmente en alguien estrecho. Por naturaleza todas las personas descuidadas
son amplias. Sin embargo, los que sirven al Señor necesitan ser amplios en su
carácter. El corazón de Salomón era tan amplio como la arena de la playa. Ya
que la arena rodea el mar, tiene que ser más ancha que el mar. Tenemos que
practicar ser amplios. Sólo la gente que es amplia puede descubrir las grandes
cosas en la Biblia. Una persona estrecha sólo puede estudiar los asuntos triviales
y dar mensajes de temas menores; además, puede hacer que un mensaje de un
tema principal sea insignificante. Un obrero tiene que aprender a ser amplio
para estudiar la Biblia con una perspectiva amplia y para estudiar los puntos
importantes en las Escrituras; tiene que aprender a prestar atención a las cosas
importantes y debe ser magnánimo para con la gente. Una persona así posee
una perspectiva amplia, y su manera de guiar a otros y su conocimiento del
Señor también son amplios.
Aunque no debemos ser estrechos, sí debemos ser finos. En los últimos dos mil
años, los que han sido grandemente usados por el Señor fueron amplios y finos,
mientras que los que fueron estrechos y toscos invariablemente fueron de poco
uso. El Señor nos guía según la gracia que Dios nos da. Sin embargo, a menudo,
Su guianza depende de nuestro carácter. Algunos hermanos y hermanas pueden
estudiar la Biblia y orar, pero no pueden asumir responsabilidades. Debido a su
carácter, no nos atrevemos a confiarle los negocios del Señor. Ellos reciben
mucha gracia y saben cómo orar, pero no han edificado el carácter apropiado
que los capacite para llevar a cabo las cosas. A pesar de que pueden ser
colocados en algunas áreas de servicio, no se les puede confiar el servicio. El
servicio del Señor requiere que una persona sea amplia y fina. Para estudiar
bien la Biblia, uno tiene que buscar la base bíblica de cualquier asunto con un
ojo amplio y fino.
Ser estable equivale a ser firme, inconmovible e incambiable. ¡Qué vida tan
estable vivió el Señor en la tierra! Él no fue incitado por la sugerencia de Sus
hermanos de que subiera a Jerusalén a ganar reputación, y cuando Sus
opositores trataron de apedrearlo, Él salió caminando de en medio de ellos. Si
nosotros hubiéramos estado en esa situación, hubiéramos sido apedreados o
hubiéramos salido huyendo rápidamente. Cuando el Señor supo que Lázaro
estaba enfermo, permaneció en el mismo lugar por dos días más. Nuestro Señor
nunca actuó de modo vacilante. Él fue estable. Los que conocen la voluntad de
Dios no serán dominados por el pánico. Una persona inestable es como una
caña en el desierto soplada por el viento. Una persona así, que nunca es firme o
estable, se inclina hacia el oeste cuando sopla el viento del este y hacia el este
cuando sopla el del oeste. Una persona que fluctúa nunca puede entender la
voluntad de Dios. No puede trabajar con otros ni puede servir a la iglesia.
Una persona debe tener empuje y dinamismo, pero no debe ser ansiosa. Para
lograr esto se requiere práctica. Un carácter producido por la paciencia es
invaluable. No debemos llegar rápidamente a conclusiones con respecto a
personas y asuntos, ya que después de esperar, sólo por unos días más, surgirá
la verdadera situación. Tenemos que aprender a ser pacientes cuando estamos
en necesidad. Si somos pacientes cuando estemos en necesidad, nunca
tendremos que solicitar un préstamo. Cuando Pablo le escribió a los corintios,
aunque se sintió cargado y presionado, no obstante fue paciente. Los que sirven
al Señor tienen que poseer tal cualidad. Muchas personas hacen un gran clamor
al pasar por pequeños maltratos, dando a conocer hasta el más mínimo de sus
problemas, y hacen un juicio instantáneo con respecto a cualquier asunto que se
les presente. Las personas así son inútiles. Ser pacientes es esperar. Es diferente
de ser lento. Ya sea que alguien tenga una manera de ser rápida o lenta, tiene
que aprender a ser paciente. Ser lento es dejar pasar las oportunidades; y esto es
algo por lo cual hay que tomar medidas para dejar de ser lento. Una persona
paciente es presta y ágil. Tenemos que ser pacientes antes de que la oportunidad
surja, y debemos aprovecharla inmediatamente que se presente. Mientras
servimos diariamente a la iglesia, debemos esperar pacientemente con respecto
a todas las situaciones que enfrentamos y a los resultados de nuestra obra. No
debemos estar ansiosos antes de que llegue el tiempo de la cosecha ni tampoco
debemos relajarnos y ser perezosos. Debemos estar llenos de sentimientos hacia
la gente y los asuntos con los que nos involucramos. Debemos ser sensibles y
preocuparnos, y debemos tener una previsión apropiada. Debemos terminar
cualquier obra que tengamos que hacer y dejarle el resto al tiempo. En muchos
aspectos el tiempo representa a Dios.
Los que deseen ser personas correctas, y especialmente ser personas de peso en
la mano del Señor, tienen que poseer todas las nueve características
mencionadas anteriormente. Sin estas nueve cualidades, no seremos iluminados
al estudiar la Biblia; ni tampoco cumpliremos los requisitos de la vida espiritual
al tratar con la gente, los objetos y la obra del Señor. Además, es muy probable
que no tengamos mucho crecimiento espiritual. Nuestro ser debe corresponder
con el trabajo que queremos llevar a cabo, y nuestro carácter tiene que ser una
pareja a los asuntos que planeamos hacer. En un carácter que es apropiado para
el uso del Señor, los hábitos adquiridos son mucho más importantes que la
naturaleza innata. Pero todo esto depende de la edificación de un carácter que
sea apropiado para el Señor.
CAPÍTULO TRES
En este capítulo vamos a considerar qué tipo de carácter tenía el Señor Jesús
mientras estuvo en la tierra. Es posible que pensemos que nosotros, los que
servimos al Señor, necesitamos un carácter apropiado, pero que el Señor no
tenía tal necesidad. Sin embargo, si leemos cuidadosamente los cuatro
Evangelios, podemos ver que mientras el Señor estuvo en la tierra, Su servicio
ante Dios dependió en gran manera de Su carácter.
EL EJEMPLO DEL CARÁCTER DEL SEÑOR
Cuando alguien busca un amigo, a menudo busca en la otra persona una manera
de ser agradable, pero no necesariamente busca un carácter apropiado.
Usualmente se preocupa por su manera de ser y no de su carácter. Por ejemplo,
una persona no tiene que ser madrugadora para que sea su amigo. Puede que
esa persona regularmente se levante y se acueste a tiempo, pero si su manera de
ser no es agradable, usted no querrá tener amistad con ella. Por tanto, al hacer
amigos a lo primero que uno presta atención es la manera de ser de la persona.
Sin embargo, cuando contrata a alguien para hacer un trabajo en la casa, ¿acaso
se preocupa de su personalidad? De ninguna manera. Puede que sea gentil,
paciente, amoroso y moderado, pero si es perezoso, descuidado, lento y
olvidadizo, ¿lo contrataría? Al considerar darle un empleo a alguien, no sólo
consideramos su manera de ser, sino también su carácter. La gentileza y la
amabilidad se encuentran en su manera de ser. Pero también es necesario que
sea diligente, presto en su trabajo y uno que ocupa su lugar en todo momento,
los cuales son rasgos que se necesitan en su carácter.
En los escritos del apóstol Pablo, sus epístolas que hablan del Señor Jesús,
también podemos ver al escritor mismo. Aunque todas las epístolas de Pablo
tratan de Cristo, éstas también nos permiten ver a Pablo. Además, no pienso que
las epístolas de Pedro necesitan ser designadas, pues con tan sólo leerlas
inmediatamente se puede reconocer quien es el escritor. Lo mismo sucede con
los escritos de Pablo. Podemos ver a los apóstoles a través de las epístolas que
escribieron, debido a que ellos portaron a Cristo, y Cristo fue quien vivió a
través de ellos. Moisés vio la visión del fuego ardiendo en la zarza, y éste fue el
principio conforme al cual todas las epístolas de los apóstoles fueron escritas.
Por un lado, Cristo usó a Pablo como aquel que lo sostenía poniéndose a Sí
mismo en Pablo. Por otro lado, Pablo expresó a Cristo en su vivir. Debido a estos
dos puntos, cada vez que los apóstoles hablaban acerca de Cristo, no podían
evitar que ellos mismos fuesen vistos.
Existen dos líneas en la Biblia. Una línea tiene que ver con sostener a Cristo y la
otra con expresar a Cristo en nuestro vivir. Expresar a Cristo en nuestro vivir es
un asunto de vida, mientras que sostener a Cristo es un asunto de carácter. Con
cada apóstol existen tanto el carácter como la vida. Con respecto al carácter,
Pablo fue usado por Cristo; él portó a Cristo y fue uno que sostenía a Cristo. En
cuanto a la vida, Pablo tomó a Cristo como su vida; vivió en Cristo y Cristo vivió
en él. Por eso, cuando leemos las epístolas de Pablo, no es difícil reconocer que
algunos asuntos en ellas están relacionados al carácter y otros a la vida. Por
ejemplo, Pablo dijo: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y
espíritu de mansedumbre?” (1 Co. 4:21); también dijo: “¿Quién está débil, y yo
no estoy débil? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no ardo?” (2 Co. 11:29); y:
“Pero cuando Cefas vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de
condenar” (Gá. 2:11). Estas palabras reflejan cierto carácter. Por otro lado, Pablo
dijo: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para
que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Co. 4:10), y
también: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la
misma imagen, como por el Señor Espíritu” (2 Co. 3:18). Estas palabras se
refieren a la vida. En ciertas partes de las epístolas de Pablo encontramos su
carácter como siervo de Dios: fuerte, responsable, serio, intolerante a los
errores, honesto, dispuesto a reprender a otros cara a cara. En otros lugares
vemos la vida misma que él llevó. No podemos tener sólo la vida sin un carácter
apropiado; tampoco podemos tener un buen carácter sin la vida.
Un día en Manila, mientras iba en el carro con unos hermanos hacia el campo,
vimos una catedral católica elegante, ubicada en una pequeña colina. Los
hermanos me llevaron a visitar el lugar. Cuando entré, vi varias monjas vestidas
de blanco arrodilladas. No se movían en nada y parecían irreales, hasta que las
miré cuidadosamente. Eran tan expertas en lo que practicaban que no se
movían ni un poquito. Las observamos por largo rato hasta que una de ellas se
levantó. Nos quedamos atónitos mientras observábamos la manera en que
caminaba. Lo hacía con una serenidad y compostura que sería imposible de
imitar. Mientras se disponía a tomar la Biblia, su paso, su postura y
movimientos merecían nuestro más profundo respeto y admiración. ¡Qué
conducta tan maravillosa! Si no hubiese conocido al Señor, ese día hubiera
decidido hacerme católico. Creo que si algunos incrédulos vieran a esas monjas
y a nosotros, ellos llegarían a la conclusión de que los cristianos no son tan
respetables como los católicos. Sin embargo, los que conocen a Cristo se darán
cuenta que tal conducta no era vida, sino, en el mejor de los casos, un carácter
que ha sido desarrollado. Un buen carácter carente de vida no tiene valor; pero
la vida sin un carácter apropiado es igualmente inútil. No importa cuánto
sepamos acerca de Cristo, no podremos ministrar Cristo si no tenemos un
carácter apropiado.
A FIN DE SERVIR AL SEÑOR SE NECESITA QUE SE EDIFIQUE EL
CARÁCTER
¿Qué clase de obra planeamos realizar? ¿Esperamos llevar a cabo una obra que
sea valiosa y tenga peso, o pensamos realizar una obra superficial? En el servicio
del Señor existe la necesidad no solamente del conocimiento del Señor, sino
también de un carácter que porte al Señor. La Biblia requiere que los ancianos
sean sobrios. ¿Es esto un asunto de carácter o de vida? Ciertamente es un
asunto de carácter y no de vida. Una persona puede ser evidentemente salva,
pero aun así ser frívola; otra, puede oponerse al Señor Jesús y, sin embargo,
tener un carácter sobrio. Si estas dos personas se levantaran y hablaran a una
multitud, ¿cuál se ganaría la confianza de la gente? No hay duda que sería el
opositor. ¿Por qué? Debido a que es sobrio. En esta ilustración nos podemos dar
cuenta inmediatamente que nuestra utilidad en las manos del Señor se basa en
nuestro carácter y necesitamos de nuestro carácter para poder ministrar vida a
otros. Obviamente, sin vida nada es ministrado, pero la vida tampoco puede ser
impartida sin un carácter apropiado.
Hay que admitir que estamos cortos en la vida, pero siento fuertemente que
existe una carencia severa, y que es aún una carencia desesperada, en nuestro
carácter. Por ejemplo, conforme a mi observación, algunos hermanos jóvenes no
han aprendido nada acerca de tener buenos modales. En su contacto con la
gente parece que no tienen la sensibilidad de quién es mayor y quién es más
joven. Consideran que mostrar respeto es vergonzoso y que la cortesía no es
democrática. Les preocupa poco si la persona que está ante ellos es el director
de una escuela o un decano. Les aseguro que tales personas están terminadas;
no pueden servir al Señor.
Hermanos jóvenes, en sus dormitorios donde viven, ¿son amables con sus
compañeros de escuela? Aunque no los visito todos los días, puedo decir que
basado en mis limitadas observaciones, yo sé cómo viven. Por favor,
perdónenme por decirles esto, pero ustedes carecen del todo de un carácter
apropiado. Admito que es posible que no peleen o discutan; pero también me
atrevo a decir que su carácter no ha sido edificado. Para desarrollar su carácter,
ustedes tienen que seguir las reglas que regulan en qué cama van a dormir,
dónde deben colgar su ropa y dónde deben guardar su maleta. Deben regirse
por las reglas de la escuela. Pueden pensar que éstos son asuntos sin
importancia, pero si no se ejercitan en estas cosas en su vivir cotidiano, serán
absolutamente inútiles para Dios. Carecerán de un carácter que obedece las
reglas. Pueden tirar libremente sus zapatos bajo la cama de otro, y pueden
colgar su camisa en el poste de la cama de otro y tal vez hasta la chaqueta de
otros aparezca en su área. Créanme, esta clase de persona nunca podrá realizar
ninguna obra.
Obedecer las reglas está en el lado pasivo. Por el lado positivo, necesitamos ser
corteses. Debemos apresurarnos a hacer los trabajos desagradables y dejar que
otros hagan los fáciles. Esto no es vida; es solamente una señal de un buen
carácter. Pero si no se edifica tal carácter en nosotros, no podemos abrigar la
esperanza de servir al Señor apropiadamente. Si usted no es una persona
regulada, su predicación también será indisciplinada. Si usted es desordenado,
lo que predica también será desorganizado.
LA DIFERENCIA Y LA RELACIÓN
QUE EXISTE ENTRE EL CARÁCTER Y LA VIDA
Sin embargo, tenemos que darnos cuenta de que la vida y el carácter no son
independientes el uno del otro. La vida divina puede influir en nuestro carácter
y en muchas ocasiones, hasta puede reemplazarlo. No obstante, el carácter no
puede afectar la vida divina ni puede sustituirla. A menudo, la espiritualidad de
una persona espiritual se convierte en su carácter y reemplaza su carácter. Éste
fue el caso del Señor Jesús. El carácter del Señor Jesús fue casi una expresión de
Su vida. Podemos decir que los aspectos del carácter del Señor, según se relatan
en Marcos, eran la expresión de Su vida. En otras palabras, la mayor parte de Su
vida fue también Su carácter.
Por lo general, una persona que ama al Señor, al principio busca la vida. Luego,
gradualmente se da cuenta que su carácter es lo que lo limita impartir el Señor a
otros. Entonces cambia la manera de conducirse; es decir, comienza a
desarrollar su carácter. Al principio, este tipo de edificación del carácter es
mayormente un esfuerzo humano. Pero a medida que crece en el Señor y la vida
interior se fortalece, su carácter es introducido poco a poco en la vida. Con el
tiempo, la vida dentro de él se mezcla con su carácter exterior. Al llegar a este
punto, su sobriedad exterior procede de su vida interior. Su cortesía exterior y
su sentido de orden también son el resultado de la vida que está en su interior.
Su carácter está constituido predominantemente con el elemento interno de
vida. Ésta fue la realidad de nuestro Señor cuando estaba en la tierra y tiene que
haber sido la realidad de Pablo. Nuestra necesidad actual delante del Señor es
prestar atención al hecho de que en el servicio del Señor, si no tenemos vida,
entonces no tenemos nada que ministrarle a otros. De igual manera, si tenemos
solamente vida pero carecemos de un carácter apropiado, no hay manera de
ministrar. En el servicio del Señor existe la necesidad tanto de vida como la de
un carácter apropiado. Por lo tanto, tenemos que edificar cabalmente nuestro
carácter y nuestra conducta humana.
CAPÍTULO CUATRO
En este capítulo abarcaremos las cosas que una persona que sirve debe edificar
delante del Señor. Un servidor primero tiene que ser edificado apropiadamente
a fin de ser útil en la mano del Señor.
Hemos dicho que si alguien desea ser usado por el Señor tiene que darse cuenta
de que su vida natural no puede ser usada en la mano del Señor y que delante
del Señor él mismo es totalmente corrupto. La vida natural no es más que una
zarza y el yo es solamente lepra. Sin embargo, cada verdad en la Biblia tiene dos
lados, mostrándonos primero algo en cierto aspecto y luego algo más en otro
aspecto. Los dos aspectos son verdad. Cualquier doctrina que no tenga dos lados
es defectuosa. Hay dos aspectos relacionados con nuestra utilidad en la mano
del Señor. Un aspecto acerca del cual hemos escuchado mucho es el
quebrantamiento del yo. Es posible que anteriormente usted haya sentido que
era talentoso y muy capaz o que era mejor que otros. Pero ahora ha recibido una
visión de que su vida natural no es nada más que una zarza, y que su yo es sólo
lepra. Una vez que se da cuenta de esto, espontáneamente caerá y se
desplomará. Desplomarse es ser quebrantado. En realidad, Dios siempre
resplandece sobre nosotros y nos guía en el principio del quebrantamiento. Por
un lado, la Biblia nos presenta que una persona que sirve al Señor tiene que ser
quebrantada adecuadamente. Es cierto que su vida natural, su yo, su
temperamento y su manera de ser necesitan ser tocados, quebrantados, y
derribados por el Señor. Pero por otro lado la Biblia nos muestra que algo debe
ser edificado en la persona que sirve al Señor. Esta edificación no sólo se refiere
a la constitución interna de la vida del Señor, sino también al desarrollo de su
carácter. ¿Qué significa esto? Tenemos que abarcar esto en más detalle.
Primero, tal como el fuego ardía sobre la zarza sin consumirla, nosotros
debemos ver que Dios nunca usará lo nuestro para la obra que Él quiere que
realicemos; por lo que, no podemos añadir nada a la obra de Dios. Sin embargo,
cuando Dios nos usa tenemos que ser apropiados para Su uso. A pesar de que la
zarza no era el combustible para el fuego, no obstante la zarza sostenía y
mostraba las llamas. Hermanos y hermanas, por favor recuerden que cuando
Dios los usa para lograr Su obra, ustedes no pueden añadir nada de lo suyo, ya
que lo que tienen no beneficia la obra de Dios. Sin embargo, por otro lado,
podría ser cuestionable si ustedes pueden ser usados por el Señor y si serán
capaces de realizar Su obra.
Por ejemplo, si pongo una Biblia, un himnario y un vaso de agua sobre una
mesa, la mesa nunca añadirá una gota de agua a mi vaso, ni un versículo o un
capítulo a mi Biblia ni un himno al himnario. Pero he aquí un problema: si la
mesa está inclinada, no podré poner el vaso sobre ella. En cierto sentido, no
puedo usar la mesa en absoluto porque ella no añade nada a mi Biblia, mi vaso o
mi himnario. Sin embargo, queda por ver si puedo poner firmemente mi Biblia,
vaso o himnario en la mesa.
Así que nunca suponga que está claro acerca de la enseñanza del Señor y diga:
“Bueno, somos simplemente zarzas; no tenemos función alguna en la obra de
Dios y no podemos añadir resplandor a Su fuego. Somos sólo personas sobre las
cuales el fuego de Dios puede brillar tan brillante como Él desee. De todas
maneras, Él no nos usa como combustible. Somos simplemente zarzas sin
ninguna responsabilidad”. Temo que muchos santos tengan tal concepto. Si lo
tienen, están equivocados. Es cierto que la mesa no añade nada al contenido de
la Biblia, al himnario o al vaso cuando los pongo sobre ella. Sin embargo, si la
mesa no está apropiadamente nivelada y estable, no podré usarla. Por un lado,
no utilizo nada de la mesa, aunque por otro lado, tengo que usarla. De igual
manera, aunque Dios no usa lo que tenemos, nuestra condición y situación
apropiadas nos califican para ser usados por Él.
Recuerden, el hecho de que el fuego de Dios arda sobre una zarza en particular
es un asunto condicional. No se imaginen que Dios arderá sobre cualquier zarza;
no es así. El fuego de Dios ardía sobre Moisés, pero no necesariamente arderá
sobre usted. Aunque Dios no usó a Moisés como combustible, Él pudo arder
sobre él. Sin embargo, es posible que Él no arda sobre usted.
Esto ilustra que a pesar de que el fuego ardía sobre la zarza, no usaba la zarza
como su combustible. Sin embargo, existe la necesidad de prestar atención a la
zarza misma. Dios necesitó un siervo como Moisés a fin de dar a los israelitas un
juego completo y detallado de leyes. Todos los estudiantes de abogacía
consideran que la ley romana es un requisito para sus estudios, y la ley romana
deriva sus principios del Antiguo Testamento. Aun hasta el día de hoy, ninguna
ley es más completa o más elevada que la ley de Moisés, debido a que la ley
escrita por Moisés era de Dios. La pregunta es esta: Si Moisés no hubiera sido
educado con el conocimiento de aquel tiempo, y en vez de ser así hubiera sido
un campesino ignorante, ¿cree que Dios lo hubiera usado? No creo que hubiese
sido posible.
Cuando fui salvo, encontré gente que tenía la idea de que la educación era
innecesaria. Ellos pensaban que si tenemos el amor de Dios, todo está bien; de
nada sirve ser educado. Éste es un concepto equivocado. Sin duda, es el fuego el
que arde sobre la zarza, pero aun así, la zarza tiene que ser apta para que Dios
encienda Su fuego sobre ella. Algunas zarzas llenan los requisitos, mientras que
otras no. El fuego de la liberación de los israelitas por Dios y la promulgación de
la ley sólo podía arder sobre Moisés, y nadie más, porque no había otra persona
capacitada para ello.
Me gustaría dar otro ejemplo. Supongamos que está lloviendo y que usted ha
puesto varias vasijas debajo de la canaleta para recoger el agua de la lluvia.
Todas las vasijas se llenarán rápidamente. Sin embargo, si algunas de las vasijas
tienen grietas y están llenas de agujeros, ¿se quedará el agua en ellas? No. La
filtración contrabalancea lo que se llena, y a pesar de cuánto llueva, toda el agua
que llega a las vasijas finalmente se saldrá. Es fácil ver que tales recipientes son
inadecuados. Suponga que otras vasijas no sólo están quebradas y tienen
filtraciones, sino que son casi planas, no tienen profundidad. Ciertamente toda
el agua se saldrá a pesar de que la lluvia continúa. Tales vasijas no llenan los
requisitos de retener agua. Necesitamos agua para bañarnos, lavar ropa y regar
plantas. Es cierto que las vasijas mismas no pueden producir agua, y es cierto
que lo que en realidad usamos no son las vasijas sino el agua. Usamos agua todo
el año. No usamos nada de las vasijas excepto el agua que cae en ellas. Sin
embargo, desde otro punto de vista, la habilidad de las vasijas para retener el
agua depende de si ellas satisfacen los requisitos o no. Algunas pueden retener
agua, mientras que otras no.
Ahora veamos unos cuantos puntos que necesitan ser edificados en nosotros,
todos los cuales son esenciales, y si carecemos aun uno de ellos no seremos
útiles a Dios.
EL ASUNTO DE LA EDUCACIÓN
Uno que desee ser usado por Dios, por lo menos tiene que recibir cierta
educación. Es difícil que una persona ignorante, que no ha desarrollado su
mente por medio de la educación, sea útil a Dios. Ser educado es una condición
que debemos satisfacer para que Dios nos pueda usar. Aunque parece que todos
reconocemos este hecho, aun así necesito añadir algunas palabras.
Estoy de acuerdo que si una persona que no tiene un espíritu fuerte es de poca
utilidad en la mano del Señor. Lo mismo es cierto de uno que carece de una
mente fuerte y de un entendimiento claro, o de uno que es físicamente débil.
Necesitamos ser edificados en nuestro espíritu, alma y cuerpo antes de que
podamos ser útiles a Dios. Sin embargo, lo que estamos discutiendo aquí no está
relacionado al espíritu, al alma o al cuerpo, sino al carácter. Si su carácter es
deficiente, no será de mucha utilidad en la mano del Señor. Entonces, ¿qué es el
carácter? Es la manera que uno se comporta como persona, más la persona que
está detrás de tal comportamiento. El carácter de una persona es su manera de
ser, la cual ha llegado a ser su manera de vivir.
Permítanme darles otro ejemplo pequeño, algo que he observado muchas veces.
Le pedí a un hermano que le llevara una carta a otro hermano. Después de unos
días me encontré con él y le pregunté si había entregado el mensaje. Me
contestó: “Oh, se me olvidó completamente”. No piensen que esto es un asunto
insignificante. Esto nos revela su condición como también su carácter. En
principio, una persona cuyo carácter ha sido disciplinado y edificado, primero
considerará su propia habilidad de hacer un trabajo antes de aceptar el pedido.
Si no lo puede hacer, no aceptará la petición; pero si puede, lo hará
inmediatamente. Debo rechazar una petición o debo aceptarla y llevarla a cabo
aun si tuviera que ir al infierno para hacerlo. ¿Piensa que Dios le confiaría algo a
una persona que aceptará una petición descuidadamente, y que después no
cumplirá su palabra? ¿Creen que Dios pueda confiarle Su obra? En otras
palabras, ¿tal persona podría recibir la comisión de Dios o la dirección de Dios?
De ninguna manera.
LA PEREZA
En este momento tengo que pedirles a todos ustedes, aun a los chinos, que me
perdonen por lo que voy a decirles. Hoy en día nuestro país no es lo
suficientemente fuerte, no es lo que debiera de ser. Estamos progresando
lentamente en la política, la economía, la condición social y la educación. ¿Por
qué es así? En lugar de criticar a los líderes del gobierno, tenemos que culpar a
nuestro carácter nacional. Tenemos que entender que los chinos tienen un
carácter pobre; somos irresponsables, frívolos y perezosos; nosotros le pasamos
las responsabilidades a otros. Con este tipo de carácter, ¿cómo vamos a tener
éxito en edificar una nación? Creo que nuestro país sería fuerte si todos los que
tienen una educación promedio fueran diligentes.
Mi punto es éste, ya que nosotros los chinos hemos nacido en esa situación,
cuando servimos a Dios, encontramos muchos problemas. Ya que hemos sido
criados en tal ambiente, si internamente no somos revolucionados por completo
y si traemos nuestro carácter nacional al servicio del Señor, nuestro servicio
nunca tendrá éxito. Éste es un carácter inapropiado. Este asunto me entristece
profundamente. En nuestra situación actual probablemente hagamos
insignificante un trabajo grande y hagamos desaparecer un trabajo pequeño.
Esto está totalmente relacionado con nuestro carácter.
NO SER FERVOROSOS
Otra situación común es que la mayoría de ustedes no hacen las cosas con
fervor; carecen de agresividad y simplemente tratan de hacer las cosas para
cumplir con las justas. Siempre comienzan algo y no la terminan; sus
pertenencias están desordenadas. Y cuando dicen que no tienen tiempo es
porque son muy relajados y pierden el tiempo. Si es así hermanos y hermanas
como ustedes hacen las cosas, ¿será diferente su estudio de la Biblia? Si hacen
las cosas descuidadamente, ¿cómo van a ser cuidadosos en su estudio de la
Biblia? Su carácter será igual en todo lo que hagan.
El Señor Jesús dijo que el que es fiel en lo poco será fiel en lo mucho (Lc. 16:10).
Si su vestido, su casa y las cosas que hace revela que usted es una persona
descuidada y pasiva, ¿cómo puede ser agresivo en su servicio al Señor? Es casi
imposible. Si no ha edificado un carácter apropiado, sólo podrá dar un mensaje
ordinario y no un mensaje prevaleciente. Sus oraciones también serán
ordinarias, no serán prevalecientes. Ellos serán los mismos hoy como lo fueron
hace dos años, sin mostrar ningún progreso. Hermanos, tenemos que mejorar
nuestro carácter; de lo contrario, no tendremos ningún logro. Aun si recibimos
gracia, no podremos ministrar esa gracia en espíritu, porque simplemente no
estamos calificados.
Me doy cuenta que mi hablar ha sido un poco fragmentado, pero espero que de
ahora en adelante aprovechen cada ocasión, grande o pequeña, para edificar su
carácter de manera que sean vasos apropiados para el uso de Dios. Debido a su
carácter, no reciben mucha luz al leer la Biblia, mientras que otros sí la reciben.
Simplemente pasan rápidamente por el capítulo 1 de Mateo que habla de la
genealogía de Cristo. ¿Por qué el Evangelio de Mateo habla de la genealogía de
Cristo, mientras que el de Juan no? Una persona con un carácter buscador
ciertamente hará preguntas al llegar a este pasaje. Que el Señor tenga
misericordia de nosotros. Sólo puedo establecer un principio aquí, no puedo
hablar con muchos detalles. Simplemente recuerden que nuestra utilidad a Dios
será manifestada solamente cuando tengamos un carácter apropiado para Su
uso.
CAPÍTULO CINCO
Quisiera repetir que el Señor nunca utiliza lo que tenemos. Éste es el significado
del fuego que ardía sobre la zarza sin consumirla. El fuego ardía sobre la zarza,
pero no utilizaba los elementos de la zarza como combustible. No piensen que
su destreza, sabiduría, talento y virtudes puedan ser el material que Dios use.
No es así. Nada nuestro puede contribuir a nuestra utilidad al Señor. El Señor
quiere que le sirvamos, pero no desea que ministremos de lo que tenemos. Más
bien, Él quiere que ministremos lo que Él tiene. Ministrar a otros lo que
tenemos en nosotros mismos es sumamente ofensivo a Dios. Como indicó Pablo
en 2 Corintios 4, esto sería predicarnos a nosotros mismos, ministrarnos a
nosotros mismos y no al Señor, y Él lo condena.
Moisés era igual. Él no dependía de su propia manera de hacer las cosas para
tratar con Faraón; más bien, era la autoridad de Dios manifestada a través de
Moisés la que trataba con Faraón. Faraón no se enfrentaba con la habilidad, el
talento ni la sabiduría de Moisés, sino que encontró en Moisés algo que no era
Moisés, esto es, era el fuego que ardía sobre la zarza.
El mismo principio se aplica a todos los que sirvieron al Señor en el Antiguo y el
Nuevo Testamentos. Ninguno de los profetas antiguotestamentarios, ya sea
Jeremías, Isaías, Daniel o cualquier otro, podía traer a la obra del Señor su
propia destreza, sabiduría o habilidad. En otras palabras, lo que aquellos
profetas predicaron no fue su propia habilidad, sabiduría ni destreza, sino a
Jehová, quien venía sobre ellos y a las palabras de Jehová. Además, en el Nuevo
Testamento, Pedro, Jacobo, Juan y Pablo no podían añadir nada de ellos
mismos al servicio del Señor. Lo que ellos ministraban a los santos y a las
iglesias era solamente Cristo mismo. Este punto tiene que estar bien claro.
La cruz trabaja en nosotros para tratar específicamente con este asunto; nos
quebranta y nos aniquila para tratar con este punto mismo. La cruz quebranta
nuestra propia sabiduría y derriba nuestra persona que es tan capaz. ¿Por qué?
Debido a que si nuestra destreza, sabiduría y habilidad no son subyugadas por el
Señor, lo que hagamos definitivamente será de nosotros mismos y no del Señor.
Por ejemplo, si Dios hubiese usado a Moisés a la edad de cuarenta años para
salvar a Israel, su servicio hubiese estado lleno de su propia habilidad, destreza,
sabiduría y conocimiento. Por ende, Dios le permitió chocar contra la pared. Ésa
fue la cruz que quebrantó su talento, habilidad, sabiduría y destreza. Moisés fue
un príncipe en el palacio y un capitán en el ejército. Sin embargo, fue
disciplinado y se convirtió en un peregrino y en un pastor en el desierto. Dios
utilizó todas estas experiencias para quebrantarlo.
Tenemos que ver que cuando servimos en la iglesia y participamos en la obra del
Señor, de ninguna manera podemos ministrar lo que poseemos en nosotros
mismos. En cualquier momento en que mezclemos lo que tenemos con el
servicio del Señor, la cruz vendrá a nosotros. Esto es muy difícil de entender,
porque Dios desea que trabajemos en Su obra, pero no quiere lo que nosotros
tenemos.
El otro lado de este asunto es que aunque el Señor no desea usar lo que
tenemos, Él quiere que le seamos útiles. Después de mucha consideración ante
el Señor, creo que el asunto de ser “útil al dueño” tiene mucho que ver con el
carácter de una persona. Nuestro talento y habilidad no se deben mezclar con el
servicio del Señor. Sin embargo, nuestro carácter puede determinar si somos
adecuados para ser útiles al Señor. El carácter de algunas personas le es útil,
mientras que el de otros no. Aunque los que sirven al Señor no pueden traer lo
que tienen al servicio, su carácter sí tiene que ser adecuado para el uso del
Señor. Por esta razón, he estado repitiendo que para que seamos útiles al
Dueño, tenemos que edificar un carácter que sea útil para Él. Hermanos y
hermanas, tenemos una gran responsabilidad en este asunto.
¿Qué tipo de persona es útil al Señor? Por lo menos hay cuatro aspectos.
Primero, uno tiene que amar y desear al Señor. Si no ama ni desea al Señor, ni
siquiera podemos hablar de serle útil. No necesitamos abarcar este asunto
básico aquí. Segundo, uno tiene que tener una visión del Señor y un encuentro
con Él. Necesita tener una revelación de que el propósito eterno de Dios es
forjar a Cristo en nosotros y expresarlo a través de nosotros. Esto es importante.
He conocido a muchos santos que aman al Señor, pero que no han visto a este
Cristo de Dios. Solamente han visto a Jesús su Salvador, no al Cristo de Dios.
Puede ser que sean fervientes y llenos de amor, pero en su servicio no ministran
al Señor a otros, porque no han visto a este Cristo y no han recibido esta
revelación. Para ser útil en las manos del Señor, una persona tiene que ver la
revelación respecto a Cristo. Tercero, su yo, su persona, debe haber sido
quebrantado por la cruz. Tiene que darse cuenta de que cualquier cosa que
tenga y que proceda de él no puede ser traída al servicio del Señor. Su ser
natural tiene que haber sido terminado en la cruz. Sólo aquellos que han visto su
carne y su hombre natural se dan cuenta de cuán preciosa es la cruz. Solamente
cuando usted ha visto que es carnal y que no es más que una zarza de espinos,
un leproso y un hombre natural, entonces atesorará la experiencia de la cruz. A
esto se le puede llamar la revelación del hombre natural o la revelación de la
cruz. Después de tener un corazón para amar al Señor, tiene que tener por lo
menos dos revelaciones, una con respecto a Cristo y la otra con respecto al yo, el
cual también se relaciona con la cruz. No puede carecer de ninguno de estos tres
aspectos.
Sin embargo, estos tres aspectos no son suficientes. Si cuenta con éstos, tal vez
pudiera hacer algo de valor, pero no algo extenso. Ciertamente impartirá y
ministrará a Cristo, pero tal vez sea solamente una vez al año o a una persona en
seis meses.
Suponga que hay un hermano que ama sinceramente al Señor y que no está
ocupado con el mundo. Él ha sido iluminado, ha visto al Cristo de Dios y ve que
Cristo es el propósito de Dios en este universo, y que este Cristo tiene que ser
forjado en los hombres y ser expresado desde ellos. Él tiene verdaderamente la
revelación de Cristo. También ve que lo que más estorba a Cristo es su yo, su
carne y su vida natural, y al ver esto cae derrotado; y posee el conocimiento de
su vida natural, lo cual es la revelación de la cruz. Al encontrarse con este
hermano, usted siempre siente que el Señor es muy dulce, muy precioso y muy
grandioso. Sin embargo, ve cierta peculiaridad en este hermano. Por ejemplo, si
le pregunta si tiene tiempo para ayudar a algunos hermanos que lo necesitan, él
contestará: “Bien, bien”. Pero se olvida de ello tan pronto se va a su casa. Esto yo
lo vi que sucedió en realidad. Este hermano verdaderamente ama al Señor,
recibe misericordia y se ve a sí mismo y ve el camino de la cruz; pero algo le falta
que lo hace inútil al Dueño.
Es posible que este mismo hermano un día llegue a ser un anciano. Entonces, tal
vez un hermano se acerque a decirle: “Cierta hermana tiene un problema serio
relacionado con el matrimonio. Estaba comprometida con alguien, pero ahora
está comprometida con otro. ¿Qué cree usted que debemos hacer?”. Quizás él
diga: “Bueno, busquemos al Señor”. Luego, otro hermano viene y le dice: “La
familia de cierto hermano está pasando por dificultades, él perdió su trabajo.
¿Qué debemos hacer?”. Es posible que él conteste: “Bueno, vamos a orar. Si el
Señor no hace algo, ¿qué podemos hacer nosotros?”. No piense que no existen
hermanos así. Me da temor cuidar de los asuntos de la iglesia con tales
hermanos y hermanas. Cuando lo hago, inevitablemente me frustro. ¿Cuál es el
problema con ellos? ¿Están carentes de amor para con el Señor o carecen del
conocimiento de Cristo? ¿O es que no conocen la cruz lo suficiente? No es nada
de esto, el problema radica totalmente en su carácter.
Durante todos estos años hemos estado estudiando el asunto del servicio. Por
medio de indagar e investigar continuamente, hemos llegado a la conclusión de
que los cuatro aspectos anteriores son todos indispensables. Sin embargo, es
asombroso ver que el cuarto aspecto, el aspecto del carácter, a menudo se
rechaza o descuida con facilidad. Muchos suponen que siempre y cuando amen
al Señor, vean a Cristo y conozcan el camino de la cruz, han alcanzado la cima.
No obstante, los primeros tres aspectos son insuficientes. Un cocinero tiene que
tomar cuatro pasos para preparar una comida: primero, tiene que salir a
comprar al mercado; segundo, tiene que remover muchas cosas, tales como las
hojas de los tallos, las escamas de los pescados y las raíces de los vegetales;
tercero, necesita cocinar la comida; y cuarto, tiene que preparar las sillas, los
platos, los palillos y las cucharas. ¿Por qué hace falta el cuarto paso?
Ciertamente, el cocinero no va a servir los cubiertos y la mesa como comida. Sin
embargo, sin palillos, cucharas, platos y una mesa, no se puede servir la cena
apropiadamente. Estos utensilios que se usan para comer ilustran el carácter de
aquellos que servimos al Señor. Sin ellos, la comida se quedará en las cacerolas.
Aun se podría comer, pero no se disfrutaría. Nadie se comería los palillos y las
cucharas juntamente con la comida; eso sería terrible. Le servimos una cena a
las personas para que puedan comer la comida, pero no los utensilios. De
manera similar, no ministramos a otros nuestro carácter, pero les llevamos a
Cristo por medio de nuestro carácter.
Por ejemplo, puede ser que cierto hermano sea distraído y olvidadizo. ¿Puede su
carácter olvidadizo reemplazar al Cristo que él conoce interiormente? De ningún
modo; pero su carácter afecta grandemente su servicio. Tiene que compensar
esta falta si quiere ser adecuado para el uso del Señor. Tiene que aprender a
recordar cosas. Debe llevar una libreta en el bolsillo para anotar las cosas que se
tiene que hacer. Éste es solamente un ejemplo pequeño.
Es claro que más adelante, cuando Moisés llegó a ser el siervo más grande de
Dios, su carácter fue muy fuerte y capaz, así como fino, cabal y compasivo. La
ley de Moisés es muy alta y está llena de detalles. Cuando habló de las ofrendas,
hasta dio instrucciones de cómo manejar el estiércol. Discutió plenamente cómo
tratar con los problemas que puede enfrentar una mujer antes de estar
comprometida, después de estar comprometida pero antes de casarse, y después
de estar casada. Cuando vuelva a leer el Pentateuco de Moisés, note que su
carácter era fuerte y transparente; al mismo tiempo también era fino, cabal y
adaptable. Ésta es la razón por la que el fuego de Jehová podía arder y
manifestarse en él.
Menciono esto repetidamente debido a que a lo largo de los siglos los que sirven
al Señor han descuidado el asunto del carácter. Levantarse temprano en la
mañana no es un aspecto de la vida espiritual; tampoco lo es recordar aquello
que las personas le han encargado. Éstos son asuntos del carácter. La vida
espiritual es el Cristo que ha sido constituido en usted, el Cristo que ha visto, el
Cristo que ha conocido, el Cristo con el cual está lleno. El punto que queremos
ver aquí es éste: si ha visto a Cristo y está ministrando Cristo a otros, ¿qué tipo
de carácter debe tener para poder ser útil?
Ahora llegamos a Pablo en el Nuevo Testamento. ¿No creen que al leer las
catorce epístolas de Pablo tocan un carácter especial? ¿No perciben en ellas a un
hombre que es tierno, que ayuda, que se adapta y que es franco? Él estaba lleno
de Cristo, y el fuego de Cristo ardía dentro de él y sobre él. Sin embargo, lo que
las personas percibían era un carácter diligente, una mente que trabajaba, una
persona lista para hablar con franqueza, uno que cuidaba de otros y que estaba
dispuesto a adaptarse a otros. Estos puntos del carácter constituyen la persona
de Pablo. A veces podía ser extremadamente severo. Una vez preguntó: “¿Iré a
vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Co. 4:21). En
otros momentos estaba lleno de gentileza. También preguntó: “¿Quién está
débil, y yo no estoy débil? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no ardo?” (2 Co.
11:29). ¡Qué persona tan responsable y concienzuda era él!
Muchas personas están dispuestas a encargarse de las tareas grandes pero no las
pequeñas. Esto también es una deficiencia del carácter. Si desea hacer
solamente las cosas grandes y no las triviales, está acabado. Cualquiera que es
útil en las manos del Señor tiene que ser completamente amplio por un lado, y
extremadamente fino por el otro. Así como la ley de Moisés. Debe hacer bien los
trabajos menores, y también debe llevar a cabo los encargos más grandes. Su
carácter necesita ser disciplinado en este punto. Si encuentra placer solamente
en predicar al Cristo todo-inclusivo y Su muerte todo-inclusiva en la cruz, pero
no está dispuesto a encargarse de tareas triviales en su vida diaria, hay una
deficiencia en su carácter.
Además, existen aquellos que son descuidados en todo; esta característica los
hace inapropiados para el uso de Dios. Ustedes deben adaptarse a otros, pero no
deben tolerar el descuido. Si usted dio un mensaje pobre la noche anterior, no se
puede excusar y dejarlo pasar descuidadamente. Debe condenarse a sí mismo,
comprendiendo que no fue aceptable. A esto se le puede llamar una actitud
progresiva. Algunas personas no tienen esto en su carácter y por ende no son
útiles al Señor.
Nunca piensen que es más fácil ser uno que vigila la iglesia, predicar el
evangelio o salvar almas, que hacer negocios mundanos. Esto es absolutamente
falso. Al principio cuando fui salvo, aunque todavía no había recibido el llamado
del Señor, por Su gracia, ya disfrutaba la lectura de la Biblia, iba a reuniones y, a
veces, predicaba el evangelio. Conocí a un compañero de clases que había
perdido su empleo por causa de su temperamento y su personalidad. Él vino a
verme y me preguntó: “Tu estás relacionado con cierta denominación; ahora
que perdí mi trabajo, ¿podrías recomendarme a ellos como predicador?”.
Cuando escuché esto me quedé mudo. La suposición común hoy en día es que es
más fácil predicar el evangelio y servir a la iglesia que hacer cualquier otra cosa;
parece que no hay necesidad de un carácter apropiado y que tal trabajo se puede
hacer de manera descuidada. Me dijeron que cualquiera que haya sido
predicador por tres años no es capaz de hacer otra cosa. Debemos
avergonzarnos de estas cosas.
Tenemos que ver que para servir al Señor, predicar el evangelio, vigilar la iglesia
y salvar almas, el mayor de los requisitos es tener un carácter humano
apropiado. Para hacer estas cosas, más que para cualquier otro tipo de trabajo,
se requiere diligencia, seriedad, perseverancia, valor, sacrificio propio, negarse a
uno mismo, solicitud, consideración, ser progresivos y mejorar diariamente. Si
estas cualidades no están en su carácter, será de poca importancia el estar
disponible o no para el servicio del Señor.
CAPÍTULO SEIS
La manera de ser es otro problema serio entre nosotros. Estoy seguro que todos
hemos visto claramente el camino del recobro del Señor y que nuestros motivos
son puros. Tomaremos este camino aun si esto significara tener que morir o dar
nuestras propias vidas. Aun así, según mi observación, hay un gran problema
entre nosotros: nuestra manera de ser, nuestra naturaleza. Sin duda, nuestro
destino es tomar este camino, pero el grado al cual el Señor pueda obtener lo
que Él desea en nosotros depende de cuánto nuestra manera de ser ha sido
vencida, y nuestra naturaleza ha sido quebrantada. El grado al cual nuestra
manera de ser ha sido vencida determina cuánto se manifestará nuestra
función. Entiendo muy bien que el obstáculo básico para la manifestación de
nuestra función es la falta de quebrantamiento en nuestra manera de ser. Todos
han escuchado mensajes sobre el quebrantamiento y tienen claridad en cuanto a
los mismos, pero casi nadie ha sido quebrantado.
Por ejemplo, algunos de los hermanos y hermanas tienen una manera de ser que
no se lleva bien con otros. Ellos no se oponen ni atacan a otros, ni tienen la
intención de molestar a nadie. Pero su manera de ser les impide mezclarse con
otros. Ellos dirían: “O yo lo hago y lo hago todo, o usted lo hace y lo hace por
completo. Si fracasa es su responsabilidad, y si yo fracaso es mi desgracia”. Hoy
en día hay muchos así. Tal naturaleza innata es un problema muy serio en la
obra del Señor. Tenemos que darnos cuenta de que la base de la obra del Señor
es el principio del Cuerpo. ¿Cómo es que no podemos coordinar juntos? Algunos
hermanos comentan que es muy difícil servir en coordinación en la iglesia en
Taipéi porque muchas hermanas mayores interfieren. Hay algo de verdad en
esto. Si alguien viene a Taipéi a servir, tienen a los ancianos encima, los líderes
de grupo abajo y a los responsables por el salón de reunión en el medio;
probablemente será presionado y exprimido por todos lados. No es de extrañar
que muchos se sientan como si no pudieran continuar su servicio en Taipéi. Éste
es un caso que tiene que ver con la manera de ser. Si su manera de ser no ha
sido quebrantada, nunca podrá coordinar con otros.
Cierto tipo de persona es tímida por naturaleza. Según la gracia y el don que ha
recibido, ya debería haberse manifestado en ella cierto ministerio. Aunque en
realidad puede llevar una carga de mil libras, sólo lleva veinte. Su naturaleza es
como una planta sensible, siempre se retrae, siempre se retira y su utilidad se
detiene. El otro tipo de personas son aquellos que se atreven a emprender
cualquier cosa. Aceptan todo lo que se les confía. Aun si se les da la tierra y la
luna, no tienen temor. Al final, puesto que en realidad están limitados en su
habilidad, en lugar de efectuar el trabajo, lo echan a perder.
Aunque los chinos son inteligentes y capaces, nuestro carácter nacional está
marcado por una habilidad de hacer las cosas de forma apresurada y deficiente.
Tal vez, la situación actual en Taiwán ha mejorado. Sin embargo, los chinos
generalmente comienzan un trabajo bien, pero a menudo lo concluyen de una
manera descuidada. Hace años, la seda fina que se producía en Shantung,
inicialmente pesaba treinta y ocho onzas por rollo. Gradualmente se redujo la
cantidad de seda y más tarde se mezcló con almidón. Con el tiempo, el rollo
contenía sólo doce onzas de seda, y la calidad bajó a tal grado que la gente ya no
la quería más. Hacer las cosas apresuradamente significa terminar una tarea
descuidadamente en tres días, cuando normalmente tomaría una semana
completarla. Los japoneses no son así. Ellos laboran diez días para terminar un
trabajo que requiere sólo una semana trabajando hasta que el resultado sea
perfecto. Su carácter nacional es verdaderamente impresionante.
¿Y qué de los americanos? Ellos también son serios en su trabajo. Ellos hacen
un trabajo seriamente o no lo hacen. No consideran ningún trabajo secundario.
Por lo tanto, una vez que comienzan es difícil para un americano cambiar de
dirección. Una vez que comenzó un trabajo según las instrucciones que usted le
ha dado, es casi imposible que cambie. Si le indica que cambie de dirección, se
molestará y dirá: “Me dijo que fuera al sur, ¿por qué ahora me dice que vaya al
norte?”. Al tratar con los americanos, usted debe saber a dónde va; si hace un
cambio a medio camino le traerá problemas, ya que no harán lo correcto. Por
otro lado, si es un chino el que está haciendo el trabajo, usted puede permitirse
el lujo de cambiar veintiocho veces. Los chinos son muy capaces en este aspecto;
no importa cuantas veces quiera cambiar, ellos lo entenderán aun antes de que
usted lo ponga en claro. Éste es un talento de los chinos, pero el resultado final
rara vez es satisfactorio.
El local de reunión de la iglesia en Los Ángeles se limpia todos los sábados. Los
santos no vienen de una manera descuidada; se visten con ropa de trabajo y
trabajan seriamente. Esta seriedad es la razón de su éxito. Ellos son
responsables, no bromean. Hacen las cosas cabalmente o no las hacen. En lo
que respecta a los chinos, nosotros somos mayormente evasivos y no somos
absolutos.
Algunas personas no saben cómo utilizar su ambiente; más bien, esperan que el
ambiente se ajuste a ellos. Ellos se rehúsan a trabajar mientras las
circunstancias no sean perfectas o las condiciones no sean adecuadas. Usted
tiene que darse cuenta que en nuestro trabajo es casi imposible tener un
ambiente perfecto, debido a que no tenemos una organización. ¿Cómo podemos
esperar condiciones perfectas cuando prácticamente, siempre estamos en
necesidad? En términos militares, rara vez estamos ocupados en batallas
convencionales, sino en conflictos de guerrillas. No tenemos un ejército regular,
sólo tropas de guerrillas. Todo depende de cuán flexibles seamos para
adaptarnos a nuestras circunstancias y ajustarnos a todos los ambientes.
CAPÍTULO SIETE
Uno que sirve al Señor necesita tener un carácter bueno que le guste tener
contacto con la gente. A algunos por naturaleza les gusta relacionarse con otros,
pero esto es algo natural. Al no estar en resurrección de nada sirve. En nuestro
servicio necesitamos que Dios nos quebrante al grado que nos guste tener
contacto con la gente. Hablando en términos que no son espirituales,
necesitamos tomar medidas con respecto a nosotros mismos y obligarnos a
tener contacto con las personas.
Le pedí a un hermano que me dijera cuántos santos del exterior habían venido a
la conferencia y también le pregunté si había hablado con ellos. Él me dijo que
sólo había hecho contacto con dos santos de Hong Kong y otro de Indonesia;
además no conocía sus nombres. No piensen que estoy exagerando. Es aquí
donde yace nuestro problema. Creo que este hermano me permitiría decir que
tener contacto con la gente no es algo fácil. Este problema no es sólo de este
hermano, sino también nos afecta a todos nosotros. Mientras estamos aquí en
este entrenamiento, muchos hermanos jóvenes que sirven al Señor están
comiendo en el mismo comedor y son entrenados en el mismo salón de clases
que los demás. Los hermanos que vienen del exterior han venido no sólo para
escuchar mensajes, sino también para buscar comunión. Por regla general,
todos deberíamos sentir la responsabilidad de tener comunión con ellos y de
ayudarlos. Pero lamentablemente, nos encontramos con un muro sólido que el
Espíritu casi no puede derribar. Simplemente no tenemos el carácter para
hablar con la gente.
A ciertos hermanos y hermanas, no es que no les guste tener contacto con otros,
sino que sólo les gusta relacionarse con unos cuantos hermanos con los cuales
son íntimos. Por ejemplo, al hermano Wu le gusta mucho hablar con el hermano
Chow, y al hermano Chow también le gusta mucho contactar al hermano Wu. El
hermano Chow no sólo conoce el nombre del hermano Wu, sino que lo conoce
bien por dentro y por fuera. No hay nada del hermano Wu que él no conozca.
Sin embargo, con respecto a los hermanos de Indonesia, le da igual si se
apellidan Liu o Wang. Tampoco recuerda bien cuántos son los hermanos que
hay aquí de Manila o de los Estados Unidos. Él no sabe en qué cuarto se están
hospedando. Después de haber estado con ellos por meses, ni siquiera les ha
preguntado sus nombres. ¿Cómo podemos servir al Señor con esta clase de
carácter?
Durante el entrenamiento en Kou Lin en 1948 y 1949, el hermano Nee nos dijo
en una de las lecciones que para ser útiles en la mano del Señor, necesitamos
tener interés en las personas. Nos debe gustar estudiar a las personas y tener
interés en ellas. En particular, siempre debemos tener contacto con los nuevos.
Cuando una persona así ayuda a los nuevos, está feliz. Se acontenta con sólo
hablarles. Necesitamos tener esta clase de temperamento; de otro modo,
nuestro servicio será frustrado grandemente.
Hermanos, tienen que aprender a tener esta clase de carácter; de otro modo,
créanme, serán de poco uso. Tener contacto con el Señor es una cosa y tener
contacto con la gente es otra. Nuestro contacto con el Señor nunca debe
reemplazar nuestro contacto con las personas. Cuando nuestro Señor Jesús
estuvo en la tierra, siempre mantuvo estas dos clases de contacto. El Señor
nunca fue a ningún lugar sin tener contacto con la gente. Adondequiera que Él
iba, tenía contacto con otros. Si no tenía contacto con alguien, era algo
intencional conforme a la voluntad de Dios, porque Él vivió bajo el gobierno de
la voluntad de Dios. Él tenía contacto con las personas en todo lugar. Adaptaba
Sus mensajes a las volubles circunstancias hablando las palabras adecuadas
para cada tipo de persona y para cada ocasión. Su hablar nunca fue monótono o
fijo, tampoco fue según una fórmula definida. Él estaba disponible en todo
momento, por lo tanto, Él podía dar gracia en todo momento y podía tener
contacto con todo tipo de personas.