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Jacopo Garcia ALVAREZ Departamento de,Geoprafia dela Universidad Auténoma de Madrid La corematica y la nueva geografia regional francesa Resuaten La coremiiica se ha difundido en Francia como la nueva corriente tebrico-metodoldgica de la Geograffa, Su foemulacién original es obra de Roger Brune. integra elementos procedentes de la Teorta General 4e Sistemas. e] estructuraismo, la semiologia espacial, y la modeliza- ‘cin grifica y cantogréfica,uplicados al anilisis geogrtico regional Las curacteriticas propias de la eoriay la activa participacicn de Bru- ret en las instancias politicas estatales de investigaciGn durante Tos si 80, culminads con la fundacién del Gu-Rect.s, han potenciado su difusion mis alli de las aulas universtarias, incluyendo a Tos res- tates niveles educsivos y a medios piblicos y privados relacionados ‘con fx ordenacién del terior, RESUME La chorématique et la nowvelle géographie régionale franguise.~ La chorématique ses repandue en France comme le nouvelle tendance: théorique-métodologique de la Géographie. Sa formulation originale, 3 ‘charge de Roger Brunet, integre des éléments de la Théorie Général des Systdmes, du structuraisme, de la séimiologie spatiale. et de la mo- dglisation graphique et cartogeaphique. drigés vers analyse géogra- phique régionale. Les caractéristiques de la the6rie et lr remarquable participation de Brunet dans la politique de recherche officielle pendant les années 80, culminge avec la création du Gip-Rec.us. ont fav 1 INTRODUCCION ‘ E N ENERO de 1995 salfa a fa luz. con el cardctet mio- nogrifico y la petiodicidad trimestral habituales, el niimero 76 de la conocida revista francesa Hérodote, es- pecializada en temas geopoliticos, y ura de las publica ciones de corte radical mas importantes de entre las va- rias surgidas en la geograffa europea y norteamericana Eria, 48 (199%), pigs. 5.35 sa diffusion au-dala de "Université, en ineluan¢ les retants niveaux educatifs et quelques coNectfsratachés & Faménagement du teritoire ABSTRACT, Corematies and rhe new regional geography in France.- Corema- ties has spread in France as the new theorieal-methodological trend in Geography. Formulated by Roger Brune, it assembles elements from General Systems Theory, strcturalism, spatial semiology. and graph cal and cartographycal models, applied t0 regional geographical analysis. The features ofthe theory as well as Brune’: active patici- pation in State research policy during the 80s, which was culminated in the foundation of GiP-RECLUs, have allowed its difussion beyond the University, including the rest of Education levels and some groups ‘elated to regional planning Palabras clave /Motselé/ Key words Francia, geografia regional, coremitia, teoria de sistemas, semio- logfa espacial, modelos grSticos, renovacion diseiplina. France, géographie régionae, chorématique. systemique, sémiolo- ge spatiale, modeles geaphiques, renovation disciplinaie. France, regional geography, corematics, Systems Theory. spatial semiology. praphie models. renovation. durante los afios més activos de la ola marxista de la isciplina, a mediados de los 70. El asunto elegido para Ja ocasi6n Hevaba el sugestivo y enigmitico titulo de «Los gedgrafos, la Ciencia y la ilusién», acompaitado, cen el margen inferior derecho de la portada, por una so- nora. expeditiva, € inequivoca llamada: «Chorématique, stop». En el articulo introductorio, que funciona inva- riablemente a modo de editorial y de presentacién de las A cuestiones debatidas en Ia revista, el director de la mis- ma. Yves Lacoste, polemizaba sobre las querellas y ri- validades epistemoldgicas intemas desarrolladas dentro de la denominada «Escuela geogréfica francesa» duran- te el periodo de entreguerras tos aiios posteriores a la muerte de Vidal—, asi como sobre la diversificacién de corrientes y de alternativas al modelo dominante opera- da en la disciplina durante los afios 60 y 70, que nunca trascendieron, a juicio de Lacoste, a «un verdadero de- bate en el seno de Ia corporacién», més allé de las preo- cupaciones y discusiones cientificas «de un limitado mi- mero de gedgrafos reputados». «En realidad —afada—, es actualmente cuando se desarolla el primer gran debate entre Ios gedgrafos, inluidos no solamente los gedgrafos “fsicos", sino también numerosos colegas que en- sefian geografia, con la historia, en los colegios e institutos. Este bate resulta del interés y malestar que suscita, al mismo tiempo, el poder adquirdo, stbitamente, desde hace algunos afios, po los ceampeones de una concepein nueva y “recentrada” de la Geogra- fia, que. segin ellos, se convertria al fin en una verdadera cien- cia, Se trata de lo que Tos promotores de tals ideas y desu funda- dor. Roger Brunet, llaman la geografia coremdtica» (LACOsT: 10995 a. 6-7) ‘Tras la advertencia, el autor prosegufa con un répido recottido por el origen y evolucién de esta corriente, y en particular por su reciente y fulgurante difusién entre determinados sectores privilegiados de la sociedad fran- cesa: desde el Ambito estrictamente individual, universi tario, y epistemolégico en que surgi6, a principio de los 70, los resultados de «la coremiticay —denominacién, a secas, preferida por sus principales representantes, em- pezando por el propio Brunet— se habrian extendido, sobre todo desde finales de los 80, a la ensefianza oficial primaria y secundaria, a ciertas instancias politicas esta {ales y regionales con competencias en la ordenacién del, territorio, ¢ incluso a algunos medios empresariales y de negocios relacionados © no con éstas. El articulo —co- ‘mo los ocho que le seguian en el mismo nimero— re- vestia un tono abiertamente condenatorio, en el que no faltaban descalificaciones personales, excomuniones su- twarias, 0 declaraciones pretendidamente salvifi bre los riesgos geopoliticos, educativos, disciplinare de «la deriva coremitica». Los calificativos sobre la misma eran rotundos: «ambicién totalizante>, arrogan- cia intelectual, «manipulaci6n gréfica» y catastrofista de la realidad, «simplismo caricatural>, «gargarismo bal, «denigracién sistemética» de la geografia fisica, «pseudobjetivismo», «vocacién publicitaria, si no mer- cantil», «determinismo del espacio», etc, etc. A la caby za. y en el trasfondo de todas, 1a acusacién que inspiraba el titulo del monogrétfico: «Para nosotros, es importante denunciarla y asumir la defensa de la Geografia>, escri- bia Lacoste. «Es preciso combatir la hegemonia corem tica, denunciando la ilusién cientifica sobre la cual se funda». ‘Aun prescindiendo de cualquier juicio de valor sobre el mismo, el ejemplar de Hérodote resucita, sin duda, fantasmas que pareefan trasnochados de la historia de la disciplina. No era el primer ataque directo sobre tal ob- jetivo —el propio Lacoste habfa abierto la polémica, a rafe de una critica bibliografica, en un articulo dos afios anterior (Lacoste; 1993)—, pero si, desde luego. el més, extenso, diverso y colectivo (y hasta lo que sabemos, el tinico, por ahora, de estas caracteristicas). Cuando estén todavia cercanos los reclamos anarquistas 0 dadafstas en la ciencia (Feyerabend), cuando las filosofias postmo- demas han celebrado la invocacién al relativismo (Lyo- tard, Vattimo) en el conocimiento, y desde dentro de la Geografia se ha diagnosticado el «pluralismo ecléct (Racine), 0 estimulado incluso el «eclecticismo escépti- co» (Gregory), no es desde luego usual que una revista consagre hoy dfa un ntimero casi completo 150 paginas— al cuestionamiento y anatema de una de- terminada ) y «global» (fisica y humana) en sus preocupacio- nes, a la cual se adscribirfa este grupo, la perspectiva coremética apareceria, segiin este autor, «como una suerte de investigacién formal, a remolque de diversas ciencias sociales y centrada sobre un espacio social con- cebido de manera demasiado estrecha y abstracta» (La- coste; 1995a, 19). En todo caso, y dejando aparte las evidentes conexiones de «los coreméticos» con determi- nados planteamientos del universo positivista (en esp cial con la teorfa de sistemas), lo indiscutible lo mas original, en muchos sentidos— es que la reflexién sobre las auténticas dimensiones de esta corriente permite y coste mismo, en una interpretaciGn sospe- LA.COREMATICA Y LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAL FRANCESA 1 s alld de la vertiente meramente exige saltar mucho m te6rica o académica Porque la coremdtica —su principal mentor, Roger Brunet, ha querido recordarlo recientemente— es s6lo cuina fraecié> en un proyecto, en una prictica, bastante mas amplios sobre el conjunto de la diseiplina'. Un pro- yecto que atafie a la construccién de «un enfoque te6ri co global de la Geograffa» (Bruner; 1996, 32). a su es- tatuto cientifico y profesional, a su funcién educativa y, en definitiva, a su imagen y a su valoracidn por parte de la sociedad francesa, Articulado en tomo a la figura de Brunet y a la que éste, su principal impulsor, ha calif do como «la mas importante novedad institucional de los afios ochenta en la geografia francesa»*, el Gir-Re- CLUS. ese programa ha pretendido conjugar, sobre Ia idea de wn arecentramiento» («recentrage) disciplinar, dos objetivos: de un ado, profundizar en las posibilida- des de mediacién entre la exigencia te6rica y la deman- da social; de otto, revitalizar y renovar teéricamente la geogratia regional como forma distintiva y nuclear del quehacer geogritfico, Por esos motivos, el interés general de una apro macién, 0 cuando menos de una «sensibilidad> de tipo contextual (en el sentido definido por Berdoulay)’ a las vicisitudes del mismo —es decir, una aproximacién que otorgue un papel central a las relaciones mutuas entre ta sociedad y el pensamiento cientifico— deviene en este caso, pricticamente, una exigencia. La ciencia no deja de ser «una actividad social compleja», y anali- zarla tinica © prioritariamente en términos de su Iégica interna significaria desvincularla de su historia y de su geografia, o sea, descontextualizarla. En esa linea, y con inteneién esquematica, Matie-Claire Robic ha plan- teado recientemente interpretar la evolucién de las ideas geograficas —y de la ciencia, en general— como el producto de tres esferas fundamentales dialéetica- mente imbricadas: la préctica o interés solicitado: el « intelectual o el lenguaje movilizable: y «la Beurer (996), pie 3 ste autor hay echo ode geografiacoremstica gue le an puesto autores come J, Schcibhingo Ls ote, ura singed lamentable» et su opinion, porque cairo am ‘enfogue por am atv que no coeresponde mis que a una parte La difsion «eesta Faceiin —afde~ ba Go acho mis alé de lo que ne expr eto no me pds i wransformar la Parte en el Ld, i jugar a Maeno dee uel puesto qu eneventa completamente rac les isa de “eseucl'» > B inciso intelectual y lingiiist co del citado esquema, la dimensién mas propiamente académica); en segundo lugar, su relacién eon las dife- rentes practicas sociales extr micas sobre las que se ha proyectado y con el contexto histérico general — «la naturaleza de la referencia»—, analizados conjunta- mente con su discusin y oposicién erfticas; y. por iti ‘mo, el proyecto disciplinar en el que se inscribe y la sig, nificacién del mismo en el contexto de las transforma. ciones recientes de la geografia regional francesa y an- glosajona, 1 LA COREMATICA Y LA PRACTICA CIENTIFICA. FUNDAMENTOS TEORICO-METODOLOGICOS Aunque en su formalizacién explicita no aparece formulada hasta 1980, en un articulo publicado en L'Es- pace géographique (BRUNET; 1980), la teoria coremati- ca culmina, en realidad, todo un conjunto de investiga- ciones desarrolladas por Brunet, especialmente desde fi- rales de los afos 60, en relacién con las posibilidades de la teoria sistémica, ef estructuralismo, la semiologi espacial, la cartografia y la modelizacién gréfica en la Jo que conozco erica eferenia bloga deca al especto lo de Toms Cotizo (1993), en la evs Alii, que ineluye te ensayo de modelizacin apis ala reid astriana, Fuera de clo ls evsta Darumenss Andis Gegraficu ba publicado una accin a featulén de un arcu de Maryse Clary (1995), una de las representantes mis cstacus de a vertiente didsctia de la coriem- Los das 28, 29 y 30 de unio de 1993, el Departamento de Geografia de a Universidad de Alaléorgnizd bajo ba dzecisn del profesor J. Bosque Sena, us Seminario sobre satin. ein de cores en Geografis, vinculada ala dscipina de Cartgrai, dl gue esconozeo ealguir tips de resuladoexrito. Pr lo dems, Geogratia Ui ‘sal RECLS» ha sido objeto de pas eeferencias en RIUDOR (1988); y MEN bey Mocint (1991, Mailage leu de hava Producten de bien: Production facie tinmobilére Creation desbiens Reveo, de vies Hobitet Fig, 1. El sistema de «produccisn y «dominacién» del espacio Gn Roger Brunet (1990. pig. 32). Cuatro aeciones bisicas asocia das (habitar apropiarse, explotar e «intercambiar») son coordinadas por una quinta, el modo o modos de gestion (entendidos en sentido amplio: cultural, politico, social, econdmico, etc). Cust estructaras espaciales les corresponden: el «aaillage» (0 conjunto de divisiones terrtoriales definida por los sistemas de propiedad y gestion, desde el parcelario al estado) el «treillager 0 «quadrilage (es deci la redes de intereambio, ciculacién y comunicacin) ls lugares de trabajo: y los de habitat Sus relaciones respectivas definen otras acciones de no- tuble relevancia geogrifica (pe, la relackén entre el intercambio y Is cexplotacion comporta la circulacion de bienes) Trellage geografia regional’. La exposicién més elaborada de la misma ~y del conjunto de su concepcién geografica— se encuentra en el libro introductorio de la Géographie Universelle, el proyecto bibliografico y editorial mas ambicioso concebido hasta el momento por el Gre-RE- cus. |. EL REFERENTE POSITIVISTA: , del gr. kho- ra) a cada una de esas «estructuras elementales del es- pacio geografico», representables por medio de un mo: delo grafico. A esta acepcién conceptual de la palabra le afade, por extensién, una segunda: la de corema como el propio modelo u objeto grafico con que se representa laestructura, de la argumentaci6n La manifiesta connotacién lingiifstica del término no resulta, en modo alguno, casual o secundaria: en el pro- yecto tedrico de Brunet, los coremas se conciben, expre- Samente, como los signos sobre los que cuales fundar «una semiologia de la organizacién del espacio». Bs de cir, constituirian a la geografia, lo que los fonemas, los morfemas 0 los texemas constituyen a la lingiistica, una especie de unidades mivimas de organizacién espacial. Y la coremdtica, de acuerdo von la definicién més for malizada que se ha ofrecido de ella, una «gramitica de los coremas. (Una) ciencia o arte del tratamiento de los coremas y de la interpretacién de | ales por el reconocimiento y composicién de los core mas» (BRUNET et al.; 1992, 97) S estructuras espa- “Los coremas, que forman la escritura del mundo, s¢ repre sentan por medio de algunas figuras clave. Es preciso aprenderlas para comprender la geografia del mundo, Esos signos consti ‘como ef alfabto de Ia geografia, por el cual "se escriben las Fr: mas de los espacios producidos por las soviedudes» (BRUNET 1990, 118), Como en las citadas «leyes del espacio geografico, la logica de tales estructuras es social. «Los coremas ex- * Bruner (1980), pig. 262. Sobre las conexions entre la eat y ase inolngitica francesa, que fueron especialmente fecundas ene nals de los (60 y prinipns de fos 70, puede verse Monoais. y RACINe. 192) y Chavis (1974), este tkime denvo del monogrifico que pace gévgraphique dedi 3 Ia semitica del poise presan unas acciones, unos proyectos, unos resultados», (© mas precisamente, expresan las diferentes «ldgicas» (acciones, estrategias) sociales clementales de control o « 0 evenesinta angina ecuatorial, segtin Deze y GowDaRD (1990, pigs. 10-1D). sdiatamem sensible: no se encuentra ese eorema mas que en ler tos maillages y quadritages, que haven tabla rasa del medion, co- ‘mo los wazados urbanos en damere, Las configuraciones geomé- twicamente desordenadas, en «puzzle, refljastan en extremo la ‘multiplicidad de las acciones y determinaciones (fisieas burma idad, ba identidad geoméirica de las légicas, «leyese, drdenes y modelos espaciales tipo (Ubud, 118-119), res) que «desfiguran frecuentemente, en la ExpresiGn simultanea de unos proyectos o estrate~ gias y de sus resultados, la combinacién —«composi- cidn», Seguin prefiere Brunet, en el sentido de dialéetica interactiva— particular de varios de los coremas estruc~ ura y confiere especifidad a cada extensién concreta del espacio geografico, pudigndose reconocer en éste diferentes escalas niveles de organizacién (local, co mareal, regional, continental, mundial, ete). Los luga- res, o las regiones (como el resto de los niveles de orga- nizacién espacial, cualesquiera que se definan y consi: deren), geogrificos concretos, auténticas «estructuras de estruc~ turas», 0 dicho de otro modo, unas estructuras comple- jjas y particulares de esas estructuras elementales y ge- nerales que son los coremas. La combinacin de éstos (la identidad de la regiGn, en definitiva) es, en sentido riguroso, siempre nica, aunque Brunet distingue entre combinaciones «singulares» 0 «especificas» (cualquier espacio tomado por si mismo: una regiGn determinada resultarfan, pues, en tanto en cuanto espacios una ciudad determinada, ete), por un lado; y, por otro, determinadas combinaciones mas o menos recurrentes ¥ habituales, los corotipos (chorotypes), concept con el ‘que Brunet denomina a aquellas «configuraciones espa- ciales-tipo ... que traducen la existencia de una solu- cidn (ms 0 menos) comin a unos problemas de organi- zacién particulares»: la ciudad éabe, la ciudad del Ter cer Mundo, las organizaciones urbanas recogidas por los modelos de la Escuela de Chicago, las tres megalé~ polis mundiales, los oasis saharianos, los espacios de estuatios y deltas, los espacios de piedemonie, ta isla tropical [fig. 3.1], las hoyas andinas [fig. 3.2], la huerta levantina, etc’ En el conjunto del proyecto geografico del autor, la coremética constituirfa, sobre 100, una teoria y un mé- todo experimental para aprehender, investigar y repre- sentar modelos de organizacién espacial particulares (es decir, regionales, en sentido amplio, sean corotipicos © no) como composicién de unes modelos de organiza~ cién espacial que, aunque elementales (en el sentido de minimos ¢ irreductibles), femiten a procesos, leyes y modelos de vocacién tedrica y general (como los de gravitacién). Lo cual le indujo a considerarla, desde su primera formalizacién explicita, «una via hacia la cién de la contradiccién entre los métodos deductivos y (los) induetivos, entre los enfoques nomotéticos y (los) idiogrdficos» (Bruner: 1980, 253). Bs preciso sumergin en las estructuras singulares de wn es- pocio particul del espacio en xen ‘una manitestacién local Be la inter para encontrar en él las estructuras elementales representa Jn de leyes y de als, «Cada estructura particulae ° Baus (190, 195), Las corotpos constiirian, en expeesin del aor verdadras fami de formas» 0 «especies de expacion»,pongue son estuct ras ie «se repiten, con escsas variciones.en un nimero de casos eevido, [Algunos ejemplos de ete ip de modelos pucden verse en Baron, DELER y “Tutky (1991, 68.70; BRocARO a. (1995); BRUNET (1990, pig. 120), COUT y Diss (1904): Dene y GoxbaRD (1990); y MOLLARD (1993) LA COREMATICA Y LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAL FRANCESA, b espaciales generales. No hay ninguna contradiceién entre lo que serfa una ciencia de lo general y un arte de lo particular, Existe una ciencia geogrifica, cuyos fundamentos teéricos se consolidan poco a poco. Si ésta busca identifiear unas esteuctueas y unas di rimicas, no es tanto para describirlas como para comprender los procesos y reconocer en ella unas afnidades comuness (BRUNET 1990, pags. 90 y 124-125). 3. LA PREVALENCIA DE LOS ENFOQUES ESTRUCTURAL Y SISTEMICO Como el autor ha recordado recientemente, «la core- mnatica procede de una preocupacién por la investiga- cién y comunicacién cient fundado sobre el andlisis estructural y sistémico de las formas espaciales creadas por la accidn de las socieda- des» (BRUNET; 1996, 31). La trayectoria del pensami to brunetiano, y de la préctica corematica en general, no se comprenden bien sin el referente de lo que significé la introduccién de los enfoques sistémicos, originatios del mbito anglosajén, en la renovacién de 1a geogratia francesa de finales de los 60, tamizados en mayor a me- nor medida por el auge de los planteamientos estructura listas entre las ciencias sociales del pais. En un contexto marcado férreamente por el agotamiento de la tradicién historicista y por un cierto galocentrismo, la converg cia de ambas corrientes y 10s contactos con otras ramas del conocimiento por entonces mas dindmicas y presti- giadas académicamente (como Ia ecologia, ta lingiifstica © Ia economia), canalizaron las primeras incorporacio: nes positivistas en la geografia fisica (G. Bertrand, Tri cart) y geografia regional (Brunet, Dauphiné, Dumo: lard) francesas", icas, de un esfuerzo racionall = Brunet ha sido, por ejemplo, uno de los partidarios mas firmes de la postura objetivista en el clasico debate suscitado acerca de la auténtica naturaleza del concepto de regi6n: «esos conjuntos geogrificos —ha afirmado en referencia a las regiones— existen. y lo que las dife- rentcia, las produce y las reproduce tiene todos los carac~ teres de un sistema (BRUNET, 1979, 401); el enfogue sistémico deviene un itil te6rico privilegiado para su comprensién porque, entre otros motivos, incide en los conceptos de organizacién ¢ interaccién dinémica entre los elementos, se opone al reduccionismo y al determi- rnismo de causas o de efectos, permite superar las con- tradicciones geogréficas entre lo general y lo particular, ease Care, (1990, 31-32), CLAvAL (1984: Geom (1988); y Gow? evita poner un acento excesivo en la génesis histérica, y facilita la comunicacién con otras ciencias (Ibid, 406: BRUNET et al, 1992, 428)" La parte tercera del volumen introductorio de la Géographie Universelle se consagra enteramente a si tematizar la concepcién teérica personal del autor sobre tales planteamientos; el libro que le sucede en el mismo Volumen, a cargo de Olivier Dollfus, constituye, de he- cho, una interpretacién general del mundo —o mas exactamente, del «Sistema Mundo»—, escrita explicita- mente en términos sistémicos. La conexién entre éstos y la teorfa de partida arranca de la distincién entre estruc- lura y sistema: la estructura es el objeto concreto; su sistema, el conjunto de fuerzas 0 energfas que lo sostie- ne. Traducido a términos geogrificos, cada estructura espacial particular (producto de la composicién conereta ¥ tinica de coremas o estructuras elementales) es soste- nida por un sistema de energfa, expresién de la accién de cuatro grandes fuerzas productivas: trabajo, capital, informacién y recursos (0 expresado de otro modo: po- blacién, medios de produccién —de los que la organi- zacién del territorio forma parte— y recursos). Brunet acufia y propone el nombre de gedn para de- nominar a toda estructura geografica particular de la que se pueda identificar un sistema propio", y sostiene que la observacién empfrica e intuitiva permite reconocer unos tamafios, escalas o niveles principales de manifes- taciGn de los geones: los lugares, comarcas, regiones. naciones, grandes regiones. etc, hasta llegar al planeta considerado en su conjunto. En ei supuesto del autor, «todo espacio esté estructurado y su sisiema puede ser definido» (BRUNET; 1990, 160). Los limites del ge6n (que viene a significar, en definitiva, una formulacién sistémica de las escalas territoriales al uso) son por defi- nicién fluidos (dependen de los umbrales a partir de los que aparezcan, en un espacio dado, unos fenémenos nuevos) y no tienen por qué coincidir necesariamente con los limites de actuacién de las estructuras politico- administrativas paralelas, es decir: la région-systeme (el ge6n) no se solapa exactamente con la unidad de gestion al caso, 0 région-maile, El sistema que define a la pri- mera pone en relacién, a través de las fuerzas producti- vas citadas, un conjunto de lugares (entendidos aqui en sentido amplio, como puntos diferenciables en el espa: cio), canalizadas aquéllas e intercomunicados éstos por Sobve las sgriicaciones de este debate desde los nos 60, ase ML os (1990) y Now (199, Leming figurs por primera ve on BRENT (1990, pg 158 4 ERiA tuna serie de caminos, que considerados conjuntamente a los lugares forman las redes geogréficas («onjunto de relaciones Jigadas a unos lugares»). Finalmente, la si- tuacién de cada lugar en el espacio, asi como buena par- te de sus caracteristicas especiicas, se definen por la in- cidencia y la interferencia sobre ese punto de lo que Brunet denomina campos geogréficos, entendidos estos «en el sentido de campos de fuerzas», 0 sea, camo los espacios respectivos de influencia de cada fenémene ge ografico particular (fisico, econémico, cultural, politice. ete) (Ibid. 173). El proceder de los gedgrafos «coreméticos» en el andlisis regional, que pormenorizaremos en el epigrafe siguiente, no puede ser comprendido sin este referente te6rico y lingliistico. Sobre todo en lo que respecta al énfasis y a la renovadora dimensién seméntica y expli- cativa atribuidas a los conceptos de «situacién» y de «campo geogréfico», explicitamente planteadas: frente al cardcter absoluto y estdtico de la «posicién» —su concepto complementario en la tarea geografica primera y obligada de la localizacién—, que se limita a ofrecer Jas coordenadas sobre el plano, la situacién de un lugar s siempre relativa y dindmica, es decir, implica remitir- se al conjunto de las relaciones que mantiene en el mo- mento dado con otros lugares, inmediatos 0 no, de su entorno geogrifico de influent a (Su «milieu», en un sentido més amplio que el clisico). El indiscutible po- tencial de este planteamiento radica sobre todo en su va loracién expresa de la relatividad geogesfica y temporal de todo sistema o escenario espacial, al situarlo respecto a los procesos 0 dindmicas que operan decisivamente desde su ambito externo, a su mismo nivel 0 a sus esea- las inferiores (los metasistemas englobantes). H{.] 10 eiencia de la situaciin geug) fica es por defi central en nuestro trabajo. Todo lugar est situado en relacién a ftros lugares «unos ejes, a unos Tlyjs, a unas rupturas, yen los campos extienden por el Mundo, Esos campos son unas enlidades geogrificas de primer orden, y como tales deben est diarse. Proceden de! dominio social (la extensién geogratica las formaciones soviales, de las estructuras familiares, ete), culty ral o politico (@l eampo del Islam, un comportamiento electoral regional, el), econsmico (un modo de produccisn, un conjunto de intercambios comerciales, ete), natural (la zonacién bioclimt a, Jas grandes configuraciones del ch sieve. La resonancia (de estos campos) en un lugar constituye el ‘medio (milieu) de! lugar... El lugar estar inmerso, de algtin mo- do. en un cierto alimero de campos, que se pueden identifica, y que contibuyen a orientar sus dindmicis, La composicin de fos campos... no determina el lugar, o el tetterio: pero le aporta al- ‘gunas determinaciones, mis 0 menos obstaculizadoras o dinami- zaudoras, que ls politicas y estrategias deherian tener en cuenta» (Bruxr: 1989, 95-96) [énfasis del autor Desde esta interpretacién, un ejercicio inieidtico de los estudios regionales coremdticos mas ortodoxos suele consistir en identificar, seleccionar y describir antes que nada aquellos «campos de situacién» cuya interferencia se considere més decisiva en la caracterizacién del siste- ‘ma espacial estudiado, en el momento dado [fig. 4]. Pe- ro aunque en su formulacién tedrica el concepto se pre: suma a priori abierto y cualitativamente amplio, lo ciei to es que la prdctica del mismo se ha revelado hasta el momento m noritaria, confusa y parcial, reverdeciendo algunas de Tas limitaciones de la primera geograffa ana- litica. La relativa juventud de ta teorfa, por un lado, y la dificultad de ajustar a los modelos grificos subsiguien- tes un vocabulario que procede esencialmente de la fisi- ca, la topoiogfa, Ia geometria 0 la economia espacial (campos y fuerzas, ejes y flujos, centros y periferias, au- reolas y gradientes, direcciones y vacfos), por otro, sue. le reducir el seftalado gjercicio a la contextualizacién de los espacios estudiados respecto de los principales pro- cesos, freas, polos y ejes de crisis o desarrollo econ6mi co y demogrifico que les afectan. Obsticulo epistemo- logico que, trastadado a la esfera de la planificaci6n y la ordenacién territorial, se convierte en el principal de sus atractivos y posibilidades de éxito. 4. LA MODELIZACION COREMATICA: ENTRE LA COMUNICACION Y La HEURISTICA (CARTO) GRAFICAS El verdadero papel que desempeiia lo estrictamente grifico dentro de la perspectiva corematica ha revestido no pocas ambivalencias y ambigtledades, que han afadi- do confusidn tanto a la préetica como a la eritica de la misma, Brunet ha matizado recientemente que la core- matica podria prescindir de figuras, porque de lo que se trata en principio es «imaginar abstractamente» unas configuraciones y remitirlas a unos conceptos y teorfas, nerales del tipo ya seftalado. «En la modelizacién grd- fica, no es lo grafico lo que cuenta, es la modelizacién» (BRUNET; 1996, 29). Pero ha reconocido igualmente, apostillado esas mismas observaciones, que prescindir del diseio implicarfa una pérdida «en la capacidad de comunicaciGn y. ereo, por experiencia, en la de descu- brimiento». Y s6lo desde este punto de vista puede ser valorada una de las aportaciones mas genuinas e innova- doras de esta corriente, que ha sido calificada por algtin autor como una auténtica «heuristica grdfica de la geo- grafia» (REYMOND; 1996 a, 17) Por lo que toca al mayor © menor potencial comuni- cador de la coremitica, éste no radica tanto en la utiliza- A COREMATICA ¥ LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAL FRANCES Is Fic. 4, Representaciin absiracta de los «campos de sitaacién de las regiones de Champagne y Languedoe (BRUNET, 1990, pig, 124). A/ La ne se sta, segtin Brunet: en la Europa desarrllada, aunque lejos de su eje principal y e secundario de los espasios indus- reconversion: en la Francia focunda» (es decir Ia de mayor dinamismo y potencial demos: en fade baja cual 6n profesional: bao la Grbita de dependencia ue Paris y sobre la gran diagonal deprimida que atraviesa Francia entera de suroeste a noroeste: cel hie histérico de relaciones, a menudo confictivis,entee Ia capital y Europa cently sobre una de principales rutas hitoricws entre el Me- diterrinco y el mar del Nort, B/ El Languedoc no pertenece. mas que en pa plenamente al «Mi div social, econdmico y cultural, lo que explica certs retrasos y debilidades hit6riegs, Participa de varias stuaciones aetualmente provechosas los espacios atructivos por sus euulidudes naturales; el «bulevae mediterréneo» que enluza Espafa con Italia fija residencialmente el turismo: el 1 Europa (mais) wcesarolladan, y peters desarrollo industrial que se prolong desde la costs levantina a la mitad norte de hala (los Hamados «Norte de fos Suzes»); la Grbita de las teen polis, con potentes universes y alta cualificacién profesional: Ios flujos de migrantes Norte-Sur y Sue-Norte, Esta limita, entre la Europa central y la suroecidental, por el macizo ceatral (zona en declive econémico-demogrifico, aunque también con recursos naturales de importancia) ysontommedda por a actividid de varias metipotis de peso (Lyon, Marsella, Barcelona o incluso Toulouse) cidn aislada de modelos simbélicos y figurativos de francesa desde los aftos 30 (MARCONIS; 195, 1 conceptos geogriticos mas © menos abstractos (estruc- En éstos se persegu‘a explotar al maxi turas, sistemas, campos, etc), sino en su utilizacién car- des descriptivas del mapa, introduciendo la representa: tognifica, Mas alla dei corema —que funciona como su cién de elementos estructurales y dinémicos. El propio modelo teérico y grafico director—. el principal de los Brunet aport6 entre sus publicaciones ms tempranas un instrumentos elaborados a tal efecto ha sido el mapa- tratado ejemplar en ese sentido, algunas de cuyas pro- modelo (carte-modele). que en sentido amplio es la ex-_puestas introductorias Ia de avanzar cartogrificamen- presién cartogrifica de un corema, y enel mas estricto y te hacia una «geografia regional comparada», por ejem- utilizado es la expresién cartogrifica que modeliza el plo— anticipan ya ideas nucleares de lo que constituye conjunto de la organizacién espacial representada (es actualmente su planteamiento teérico mas acabado decir, la combinaci6n de los coremas en un espacio da- (BRUNET, 1962). Pero la I6gica constructiva y funcional do) (BRUNET; 1986 y 1987). En esa segunda acepcién, la que subyace a los mapas-modelo es bastante diferente representacién del mapi-modelo constituye ademds la de la que aquellos croquis, que se concebfan eminente- culminacién de la tarea coremética, su objetivo Gltimo, mente con cardcter descriptivo, bien como restimenes su resultado final, el equivalente cartogréfico —por asi mds © menos simplificados y selectivos, bien como abi- decirlo— de lo que significaba la sintesis regional en el garradas y exhaustivas acumulaciones de simbolos —y discurso literario de la geografia clasica. los propuestos en aquella obra son buen ejemplo de El precedente de este tipo de figura se encuentra pre- _ello— representando decenas de elementos y de varia- cisamente, como ha advertido Marconis, en los denomi- bles de todo tipo. nados «croquis de sintesis», una de las preocupaciones, La descripcién del procedimiento de modelizacion cartogriticas més innovadoras de la geografia regional (carlo) grifica para Hegar a los mapas-modelo nos set- 124), 10 las posibilida- vira para ilustrar los rasgos fundamentales del «méto- do» coremético. Antes que nada, y por chocante que pueda parecer, cabe afirmar que no existe un método coremético en sentido estricto, sino mds bien unos mé- todos y una prictica corematicas: aparte de algunas orientaciones metodolégicas de conjunto (BRUNET; 1986 y 1987), la relativa flexibilidad de interpretaciones con los que han sido practicada de hecho la teoria al conducitla hacia el anilisis de casos, no permite definir un cuerpo perfectamente definido y unitario sobre dicha practica. El método puede aplicarse al anélisis de un determi nado tipo de organizaci6n espacial (p. e.. una regién, una ciudad), 0 a la de la distribucién espacial de un fe~ némeno conereto (p. e.. fa natalidad en Europa, el sector ndustrial en Francia), y a cualquier escala geogr: En principio, se parte de tas premisa de que «modelizar tun espacio (0 la distribucién de un fenémeno) implica investigar sus estructuras y sus dindmicas fundamenta- Jes» (BRUNET; 1986, 2). Aunque el proceso del razon: miento modelizador haya sido calificado a grandes ras 208 de hipotético-deductivo, por el acento que pone des- de el principio sobre la referencia de lo particular a unos modelos generales, asi como sobre la utilizacién y verificacién continuas de hipétesis a partir de unos po- cos conceptos de base. parece mas preciso afirmar que su funcionamiento es dialéctico, en sentido estricto: es decir, exige una comunicaci6n constante entre el mode. lo y la realidad, entre el marco tedrico general y Ia espe- cifidad del objeto de estudio, entre la deduccién y la in duceién Ante el espacio o el fenémeno estudiado, el investi- gador coremético suele comenzar, como vimos anterior- mente, definiendo la situacién del mismo respecto de aquellas dindmicas y espacios cuya influencia se consi- dera decisiva (los campos de situacién). Junto con esa mn de partida y los conocimientos ¢ in- formaciones convencionales disponibles sobre el objeto particular, cl investigador intenta abstraer y descompo- net las configuraciones observadas guidndose, en mayor ‘© menor medida, por el abanico de los coremas de base, solos 0 combinados entre si. A priori, esa biisqueda de estructuras elementales hace especial hincapié en la lee tura e interpretaciGn de las distribuciones espaciales ob- servables por cartografia (basica 0 temética), que se de puran geométricamente y representan a juicio de lo que el investigador considera sus estructuras y dinémicas clementales: se trata de interrogarse «qué hay detrés de la forma» de una distribucién espacial, y si ésta puede corresponderse con alguno de los coremas conocidos 0 contextualizaci su composicién, La controvertida tabla de los 28 core- mas se considera de manera abierta, orientativa y provi sional, ¢ incluso otros autores han propuesto, posterior- mente, otras tablas, modificaciones 0 alternativas de ta original”. El criterio pretende ser lo més selectivo posi- ble, y en general, media docena de coremas basta para dar cuenta de lo esencial de la organizacién del territo- rio 0 fendmeno estudiado, dependiendo de lo que consi- dere el autor [figs. 5.1, 5.2. y 6] Aunque cada caso se asume como iinico en sf, y en principio cualquier componente es susceptible de esa se- leccién, algunos elementos que suelen considerarse tructurantes, y por tanto constitutivos de coremas parti- culares, son: la referida situacién con respecto a otras reas influyentes (poniendo en préctica, en general, los modelos de centro-periferia); el medio fisico, cuando existan en él disimetrias, gradientes u obstaculos que se consideren esenciales sobre Ia organizaci6n de las acti vidades humanas (zonaciones ecol6gicas y bioclimat en latitud o altitud, pasos o barreras montafiosas, re- cursos y medios con una especial facilidad 0 dificultad de explotacién); la localizacién de los princi tros urbanos y econémicos y su posible jerarquizacién; la disposicién general de los usos y aprovechamientos, los ejes de comunicacién y relacién econémica: la dife- renciacién espacial de esferas etnoculturales y socioeco- ndmicas; los desequilibrios en el nivel de riqueza o de: sarrollo; las dindmicas espaciales actuales 0 recientes més relevamtes (crecimiento 0 crisis, polarizacién-de: centralizaci6n, integraci6n-desintegraci6n entre areas, procesos de ocupacién o colonizacién de tierras, etc). En determinados casos. se pretende explicitamente in- troducir la génesis y evoluci6n hist6rica de la organiza- cidn espacial analizada, denomindndose a tales modelos graficos con el nombre de cronocoremas, concepto acu fiado por H. Théry. jes cen- tica es fuertemente geomeétrica y abstracta. EI investiga dor elige desde el principio una superficie de trabajo lo mas simple y neutra posible (un efteulo, wn cuadrado, Por ejemplo. a de Cua. eta (1990), venta ula molizacion de estructura rales. a FONtANABON; (1994), sigplificada con vsts la ens aanza primar y secundaria "Sos conemasapurcen como was extucturs del espacio de os hon ide expoco geogrdico en el senso restngidoindiewdo ia. por analogia, Uamar fsiomorfemas ls cotiguacions 0 es: treturae de orden estrctamente natural 0 fsa, regidas por sus propos mec russ y Heyes. (BRUNET; 1990, 121), Ex la pedetica se ha solid tlizar tum bene nombre de creas pa designs, LA COREMATICA Y LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAL FRANCESA, [a B “3 ® ® 7 ia. 1, — La décomposition ex modéler glémentaires du TD modéle epécifique de Uorgonisetion de espace francais. A. Effet dlaxe rhénan et ses dérivés — B, Gradients (de nature différente) des champs. soclo- ceulturls «Nord s el #Sud » \ © Modéle centre-périphérie et orbites de gravitation par rapport 4 Ja capitale dans un Etat fortement centralisé (P, r périphérle da centre; C,,.: centres de la périphérie au centie = orbile det evilies de la couronnes: P périphétie; C, : centres de la périphérie —~ orbite des métropoles provineiales, diter ed'équilibre») D. Dissymétrie du couple des aires naturelles d'attraction= croissance (Bassin parisien) et de réptlsion thautes terres dde la partie contre-sud) E. Biles de fermeture (surtout c6té espagnol) et ouverture (courants maritimes actif) (Cf. art cilé note (1), 1973), Fic. 5.1. Dos ejemplos tempranos de modelizacién coremtica, A/ A la izquierda, los seis crema de base 0 racturas clementalesde orgs sono clisico, segtin R. BRUNET (1973 y 1980, pig. 256), B/ A la derecha. ep (a pane su ido por R. Ferra para la modelizaciin de Esparia, hasta Vegar a un cuadrado, en parte nizecién espacial de Francia, representados sobee el hex petior (figs. A-F), el proceso de abstraccién geométria: acbitrario y en parte basado en el fuss estructural otorgado al cvadrante Billao-Madkid-Valeneia-Barcelona (FeRRAS, 1986, pig. 286; y 1991, pig. 316). En la parte inferior, ls site coremas de base reconoeios por el autor ya resumir lo esencial dela organizacién espacial espaiola: 1 Sur y Oeste Exe (Atntico-Meditercineo}: 3. EI proceso histori de coloeizacidn y posterior expan sin colonial 4. Bl gradienteelimtico-humdico NO-SE: 5, Los efectos de la barrerapirenaica y del eje de desarrollo industrial Pais Vasco-Cata uf; 6, El modelo geavitatorio de oreanizacién de la red urbana y el sistema de comunicaciones, en toro a la capital: ¥ 7. La polaizacién Norte Sur en relacin a los ejes de desarrollo europeas. Lx moxelizaccin completa inclufa ademis la combinaciOn Ue estos coremas de base mis complejos, un modelo sinttico Final y una propuesia de egionalizacién, enormemente diseuible, yy 2. Los gradientes socivecondmicos Norte un rectingulo) para representar el territorio estudiado, entre forma y modelo, segtin las interpretaciones que ya depurando simplemente Jos contornos originales 0 describiéramos en el epfgrafe inicial. Por poner algunos guidndose por hipstesis de partida sobre las conexiones ejemplos, y siguiendo el primero de esos dos criterios, ws ER 2 one tags ® Selita 3. eden mene tenon note Fic. 5.2. Los seis coremas de base y el mapa-modelo resultante (ntegracién de los anteriores) del terrtorio colombiano, segin JP, Deler, en BATAMLLow etal. (1991. pigs, 296-257). Brunet modeliza Francia acudiendo al hexagono clésico; Ferras y Théry utilizan el cuadrado en sus estudios res- pectivos sobre Espaiia y Brasil, y Marchand el rectngu- lo para el caso de Irlanda, El «modelo de isla tropical» —ano de los corotipos predilectos de la coremtica— se representa en el marco de un cifculo; el de las zonas de estuario por un trangulo, Lo mismo ocurre con la representacién subsiguiente de las estructuras y dindmicas seleccionadas: junto a la nbologia habitual de la cartografia convencional (el punto para expresar asentamientos, la linea pera marcar limites 0 caminos), la cartografia corematica hace abun- dante uso de flechas (para marcar flujos y direcciones); i A isolineas (para indicar zonificaciones espaciales y gra dientes en la intensidad de un fenémeno): circulos y au- reolas (que son expresiones sencillas de la gravitaci6n): simbolos positivos y negativos (para marcar fenémenos de polarizacién —atraceién/repulsién— y variacién crecimiento/decrecimiento—); y arcos (que enlazan puntos con una cierta afinidad, 0 sefialan una orienta- (Mapre- MonbE: 1986, 1). La modelizacién grafica adquiere sw plena identidad geogratica desde la dimension cartogra- fica, a la cual enriquece, al mismo tiempo, atribuyéndo- Ja un potencial privilegiado. «Para qué disefiar los mapas? —se preguntaba otro de 10s rms destacados representantes de la coremitica— ;Para coms ‘car, para mostrar de modo mas sintético que por un largo discuts0 tun Fendmeno que cobra su sentido en el espacio? Desde luce. ¥ ya es mucho, Pero también porque trazindolos revelamos —y se hos revela 4 veces— unas esteueturas poco aparentes en Ia docu ‘mentacién que manejibamos: la carografia es también una heu- ristca, sobre todo cuando los medios moderos de eileulo y de trazado permiten librarse de las tareas repetitivas y acelerar la producci6n de imagenes, para concentrarse mejor sobte su anli- sis. Este puede apoyarse en la construccién y combinacivn de co romas, un buen medio para hacer aflora las estructura distingui- das por el andlisis e incluirlas en un modelo global» (THERY: 1986, 14) Bajo sus peculiares formalizaciones graficas, sisté- micas y no cuantitativas, el planteamiento coremético atina y reverdece, de este modo, aspiraciones de cutio °S Tatny (1986 y 1988) y BAIL.0N 1a (1991. 389-393) Oo comple ‘onereo en ea inca fa fee el estitn de BEN eal. 1993) sobre la regia 4: Borgata a Six Frances Industials ese ech pea ena en tee a Teak omnedtemnens dee sin aan econ used Seabee necro ‘Go mae i Sieroter bes seen Palette are sciainpiieroneamepirtaw fn" —e 5 ‘Mocs femme fanny ‘stem mar Fic. 6. Un ejemplo de modelizaciin aplicada al ansliss de un fe- 1némeno conereto: el empleo indusrial en Francia, seguin R. Brunet [en Brunet, R. y Sallis, J. (Dirs). (1986): France, les dswamiques du te rrivoire, Montpellier, Ge-RECLUS] diverso: de un lado, las argumentaciones de algunos de los mentores principales de la geograffa analitica en fa- vor de «un paradigma de la geografia basado en mode- Jos», frente a lo que entendfan como el «paradigma cli- sico» de la geografia, «basado en clasificaciones» de elementos, formas o lugares (CHORLEY y HAGETT: 1967, 27-29), De otro, relacionado con el anterior, la biisque- da de una perspectiva geogréfica regional de cardcter «general» y «comparado» —una suerte de «geogratia general de las Formas espaciales», en expresién de Bru- net—. frente a la concepcidn idiogrifica y separativa de Ja antigua monografia regional. Aspiraciones ambas que cabe enmarcar en la idea matriz de «recentrary la disciplina sobre las ciencias sociales, es decit, «sobre las obras humanas» y «alrededor del objeto regional re- pensado», doténdola de un estatuto te6rico de base que, alejandola de los planteamientos genuinamente empiris- tas y naturalistas de la geografia clisica, permita al mis- mo tiempo replantear y fortalecer su valoracién, aplica- cién y utilidad publicas. Reflexionaremos sobre todos estos elementos a lo largo de la segunda parte de este estudio. ML COREMATICA Y SOCIEDAD. DE LA INSTITUCIONALIZACION A LA CRITICA Recuperemos algunas de las consideraciones intro- ductorias. Si la corematica hubiera permanecido en el terreno de lo estrictamente académico y universitario, dificilmente podrfan comprenderse determinados aspee: tos de su formulacién te6rico-metodolégica, 0 de sus modos retéricos y discursivos; dificilmente también el celo condenatorio de sus atacantes, la implicacién de colectivos profesionales diversos en el mismo (el presi- dente de la Asociacién francesa de geografia f presentantes de los diversos niveles de ensefianza) o el terminante stop! de la citada portada de Hérodote; difi cilmente, desde luego, Nevado a lo crematistico, la pro- yeccién piiblica o editorial de sus ideas y creacione: Examinadas desde la esfera de la prdctica y los intereses sociales solicitados, 0 desde la de lo que Robie lamaba «la naturaleza de la referencia», la renovacisn epistemo: logica y la difusién institucional de la coremtiea fuera de la educacién superior proceden, por un lado, de —e invitan a— una reflexién detenida en torno a la funcién de la imagen y de la informacién geografica en la socie- dad francesa. El que dicha renovaci6n-difusién haya Me- gado a plantearse, o cuando menos a concretarse pat- cialmente, ha tenido lugar, por otro, en el marco de una serie de circunstancias eventuales directamente relacio- nadas con ta posicién y trayectoria profesionales de st. principal inspirador, aunque este mismo haya rechazado el concepto de Escuela 1. EL «lnroRME GODELIER» Y LA CONSTITUCION DEL Gip-RecLus Con precedentes académicos de no poca importancia —como la fundacién de la revista L’Espace géographi- que, en 1972—, los dos hitos que marcan el comienzo de fa institucionalizacién del proyecto geogrifico de Brunet mas alld de las aulas universitarias son el Infor ime sobre el estado de las Ciencias Humanas y Sociales, de 1982, y la creacién del GiP-RECLUS, materializaci6n de determinadas propuestas elaboradas en dicho docu mento, en 1984, El informe en cuestidn era el resultado de un amplio movimiento de teflexién al mas alto nivel institucional suscitado en el marco de la renovacién politica del pafs tras las clecciones presidenciales de mayo-junio de 1981, que dieron Ia victoria al Partido Socialista, rom- piendo un ciclo de més de treima afios de hegemonia ininterrumpida de los partidos de centro-derecha. Roger Brunet (nac. 1931), sntiguo profesor en las Universida, des de Toulouse y Reims. miembro fundador y director de la citada revista. y por entonces director de investiga- cidn en el Cys de Parfs, entré como consejero técnico de Ciencias Humanas y Sociales en el gabinete del nue- vo Ministro de Investigacién y Tecnologia, Jean-Pierre Chevénement. Y en calidad de tal le fue confiada la re- daccidn del capitulo correspondiente a la Geogratia. co- mo parte de ese macro-informe de mas de 400 paginas sobre la situacién nacional de las ciencias humanas y sociales, encargado por el ministro y bajo la direceién al del antropélogo Maurice Godelier, de quien to- mé su nombre. El contenido resumido de aquel capitulo fue publicado en L’Espace géographique (BRUNET, 1982), y su lectura, que incorporaba los resultados de mas de 150 encuestas efectuadas entre gedgrafos, ofrece claves imprescindibles para entender con perspectiva hist6rica la relacién de fuerzas, orientaciones y posicio- nes enfrentadas en Ia agitada geografia francesa de los 70 y comienzos de los 80. Al presentar el panorama de las condiciones y ele- , Bru- net sefialaba, entre otras cosas, la confusién social y la impresién de heterogeneidad respecto de su imagen pti- blica; un estatuto cientifico bajo, muy inferior a su nivel cientifico real; el provincianismo acusado de ideas y de lengua (falta de contacto con otras disciplinas y pafses): la escasez generalizada de reflexién te6rica; el dominio muy mayoritario de los intereses universitarios; la falta de utilidad préctica de su ensefianza escolar, capitaliza- da por el mero «entrenamiento de la memoria»: y el fraccionamiento geogritfico y la falta de medios de los grupos de investigacién, Se acusaba a la geogratia de haber vivido largo tiempo (BRUNET, 1986, pig. 4). Ejemplos ilustrativos con exa oienacion pusden verse en BRUM (CORB by 1904), RENEE (1988): JaLaaeRr y WrssheRG (1995), tenciles —o interogase sobre el he- LA COREMATICA Y LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAE. FRANCESA 2 agsonl esi rool page ser de Sete Fic. 7. Divulgada desde 1989, hajo versiones algo diferentes. por diversos documentos de la Datar y el Git-RECLLS, esta representacién de las estructuras y dinsimicas fundamentals de Buropa Occidental. claborada por R. Brunet, se convini ripidamente en la tas conocida y pol ca de las imigenes coremiticasaplicadas a la ordenacién y prospectiva territorial (BRUNET; 1987. 2 edic., pg. 57]. El mapa interpretaba como s«megalspolis» la conurbacign Inglatera-Rhin-Norte de Italia (popularizada entee Tos politicos y 4os medios de opinisn pablieos de Francia como por la forma y el color con que se publics originalmente en los documentos de la Datak), considerada el gje econdmico-polt- 0 vertebrador y dominador de la Europa contemporinea. Aungue afectada en la actualidad por un proceso de desplazamicato hacia el sur, a 63+ sa dela reestructuracién industrial de los dtimos 20-30 aos, esta dorsal al lo histGricamente is formacién de otto ejes paralelos yen cierto modo dependientes (p. ,, el de Paris-Lyon-Marsela), En la imagen se devinva tambien la emergencia de nuevos imbjtos de desarollo (el arco mediterraneo comprendid entre el levante espn, et Golfo de Génova y la mitad norte de Malia —lo que el autor Hamabs, los «Nortes de los Sures»— y una 6rbita de tendporis; se trazaban tos cinturones y ejes principales de subdesarrolio y crisis: y se proponian algunas estrategias ¥ programas de accin futuro para paliar tales desequlibris e integrar a los paises del Este en el marco deseable de un modelo europeo policén- trico, Esta y otras interpretaciones a ella asociadas han inspirada determinados argumentos teritoriales de la DATAR; reclamado la atenci6n de po- itcos, medios empesaiales y de comunicacion; y sscitado incluso a apariign de réplicas contatiadas por el earicer excesivamente alarmisia de algunos de sus mensajes. 1a sbanana azul Midi-Pyrénées), ha significado, por otra parte, fa difu- sidn de los resultados especificos de la corematica a un extenso espectro de la opinién piblica y hasta los me- dios de comunicacién de masas, al tiempo que ha trasta- dado el debate sobre la misma al terreno geopolitice y ha suscitado algunas de las criticas més aceradas por parte de sus detractores. En ellas entraremos en el capi: tulo siguiente B) La renovacidn de los modelos de ensefanza de la geografia en la educacién primaria y secundaria ha fig- rado desde el principio entre las preocupaciones priori- larias del proyecto coremitico. El Gir-Recttls ha esti- mulado la formacién de eqiripos pedagdgicos asociados; ha editado un manual sobre la utilizacin escolar de la modelizacién gréfica (CLARY, et al.; 1988); ha difundido a través de las paginas de Mappemonde los resultados de algunas experiencias concretas desarrolladas en esa linea (CLary, 1989 y 1995: BOULANGER ef al., 1994; FONTANABONA, 1994); y ha consagrado ua mimero mo- nogréfico de L’Espace géographique a debatit el pano- rama de la ensefianza geog texto de la profunda reflexién lle ifica en Francia, en el con ida a cabo, a fines de Jos 80, por una Comisién ministerial constituida a tal fin (L'Espace: GtocRaPnigue, 1989). Desde finales de la pa- ada década, la «corematica didéctica» —expresién con la que J.-P. Capmeil ha definido a esta rama particular de la corriente— Aabria experimentado «una penetra cidn sistemética» en la institucién escolar y sus prin pales organismos de formacién y control (Inspection pé- dagogique régionale, MAPEEN, IUFM)*; asi como una «evolucién fulgurante» en el plano editorial, pasando «de la ausencia a la omnipresencia en los manuales es- colares». En ese escaso tiempo, se habria convertido en scuna suerte de docirina oficial» y en el «discurso domi- nante> de la geogtafia en los niveles no universitarios (CavMet., 1995, 63; CHANTIN, 1995, 67), Los presupuestos de la corematica didactica® no di- fieren de la teoria general. Sus defensores abogan por subvertir el cardcter en buena medida deseriptivo, acu mulativo y memoristico de fos programas escolares tra- dicionafes, asf como el enorme peso que ha mantenido la geografia fisica y las perspectivas naturalistas en sus contenidos. La coremética didactica defiende lo que ha denominado una epistemologia constructivista del co- rnocimiento, basada en el dominio de unas matrices 0 re: des conceptuales selectivas (agrupacién de grandes ca- tegorias de fenémenos: fugar, cantidad, espacio, territo- rio, distancia, escala, estructura, medio ambiente, repre~ sentacién...) y en ta utilizacién de la modelizaci6n gea- fica, mediante las cuales profundizar en las capacidades de abstracci6n y generalizacién de los alumnos, A tra- és de los modelos, 10s conceptos de la realidad geogrs- fica concreta o visible y sus distribuciones deben ser in- EI Maven cs la Mision Académique de Formation des Profestous de Education Nationale. Ejerce un funeion aia ent dfn de nuevas mete Aologis ytéenicas dite, através de curso de frmcin 0 perfescona ‘mien para Ys profesores, Lov IuP nse Universtaie de Formation des Maies),equvalen as escueles niveslrias de magistero on Espa 2 Sobre los presupucstos pedagsigies de la corcmétia, puede verse Cuaty (F969 y 1995): Chany. y FERNS (1989), y BOULANGER eta (oP i, pig. 4). EREA terpretaddos en funcién de unos cuantos conceptos geo- graficos abstractos, de tipo estructural y dindmico (ejes, flujos, nudos. hitos, centtos, periferias, disimetrias, con- tactos, rupturas...): un rio 0 una carretera como eje, una ciudad como polo de atracci6n, una frontera como direa de ruptara o intercambio, ete. Uno de sus ejercicios predilectos consiste en que el alumno pueda ser capaz de describir un espacio geogré. fico dado utilizando esos conceptos, partiendo inicial- mente de fas representaciones cartogeificas 0 fotografi cas convencionales; seleccionarlos; y reproducirlos s« gin su criterio mediante unas pocas figuras graficas de referencia, sencillas y ficilmente memorizables. Se in. siste también en el trabajo a diferentes escalas y en la idea de sistema. De este modo, 1a modelizacién coremé- tica permite simultdneamente organizar y hacer operati- vos los conocimientos adquiridos por la teoria; estimvla la capacidad de abstra «utilizar mo- delos es practicar una geografia conceptual», ha escrito Clary (1995, 20); y facilita el acceso a la represent cién de la realidad geogréfica sin necesidad de una hab lidad matemitica, lingitistica 0 grifica especial mn del alusrino 3. HERODOTE Y LA CRITICA ANTI-COREMATICA: {CIENCIA GEOGRAFICA © ARTE DE LA COMUNICACION? Partiendo de ese marco de progresiva penetracién social, y retomando una distincién expositiva desarrolla- da en el presente estudio, el aluvi6n de criticas aglutin: do en el entorno de Hérodote se puede examinar desde la triple significacién prictica —tientifica-geopolitica- educativa-— que ha revestido la corriente corematica. La reflexién que el sefialado monogrifico ha pretendido suscitar no ha estado desprovista de simplificaciones, lecturas parciales, tonos catastrofistas y reduccionismos, maniqueos: hace tiempo que sobre esta revista, nucleada en torno a la Universidad de Paris-vil, pesan las som bras del sensacionalismo, los devaneos oportunistas y el progresivo pratagonismo intelectual de su director®, Pe ro ha tenido, sin duda, la virtud de plantear algunas de las limitaciones, debilidades y riesgos del discurso y la prictica coremdticas; de esclatecer explicitamente la po- sicién de determinados colectivos e intereses frente a las mismas (interpretarlo en términos de escuelas 0 de su- puestas alternativas excluyentes del tipo geogratta «acti ® Vase el nical de JC). Boyer (1986) dics extn pubiccion con ‘casi desu décino aniversario,pareckio — extras easulidad?—en LF LA COREMATICA Y LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAL FRANCES 25 va»/geogratia «formal», como hace Lacoste, resulta exagerado, ademas de engatioso); y, sobre todo, de r cionar su éxito y receptividad piblicas con algunas de las claves definitorias de la coyuntura hist6rica actual A} Buena parte de las criticas dirigidas hacia la core- matica desde el pasto de vista més estrictamente cientt fico (epistemoldgico y metodotsgico), han resucitado, a menudo de forma un tanto fécil y ligera, los argumentos generales desplegados en los 60 y 70 contra la Nueva Geogtafia. Algtin autor se ha referido, de hecho, a esta corriente como una suerte de «vestidura modemista de la economia espacial» (Marconts; 1995, 112). La idea de que «el espacio (geogrifico) tiene sus propias leyes» (Brunet) ha sido malinterpretada por ese mismo detra tor —cierto es que la ambigiiedad 0 el excesivo acento narrativo de determinadas sentencias de la Géographie Universelle han podido contribuir a ello— en términos neodeterministas (Jbid., 114). O en todo caso, se entien- de que los argumentos justificadores de estas eyes, co- mo la de la gravitacién, son reduccionistas y amparan una visién economicista de la sociedad y del territorio, cn detrimento de las instancias culturales, politicas 0 ni turales. Y por afiadidura, en opinidn de Sivignon: «es el estatuto de la Historia en la explicacién geografica lo que esté en juego. En su Logica profunda, el ejercicio de los coremas es a-histérica, aunque los defensores de la corematica hayan intentado poner en prictica unos “cro- nogramas” para compensar esa falta: las figuras funda- mentales de los coremas deben ser vélidas para todos los tiempos y lugares» (SiviGNon; 1995, 109) Otra de las acusaciones recurrentes en ese mismo sentido se refiere a Ia aspiracién de cientificidad perse- guida y proclamada por el proyecto disciplinar brun no —Io que Lacoste ha llamado «la ilusién cientificay y Chantin (1995, 67) «la fuerza aparente del pseudo-obje- tivismoy—. Aspiracién que, segiin sus detractores, tiene mucho de proselitismo, es decir, obedece en gran medi- da a sus afanes explicitos de respetabilidad y receptivi dad social: y que modula tas peculiaridades de! vocabu- lario coremético, repleto, como hemos visto, de expre- siones importadas de la fisica mecanica, las cuales, apli- cadas a la geografia, resultarfan mas «cientifistas que cientificas». En relacién con ello, Lacoste y Sivignon han criticado «la arrogancia intelectual» 0 «la ambicién totalizante> implicitas en ciertas proposiciones funda- cionales de la teorfa —como la pretensién de que es pre: ciso aprender los coremas para conocer «el alfabeto de 1a geografia»—, asi como lo que consideran un estilo de argumentacién frecuentemente «expeditivor, grandilo- cuente y salpicado de lagunas, contradicciones 0 ambi- giiedades inexcusables, Ironizando sobre el «ilusionis- mo cientifico» de la préctica coremética, Giblin y et & reetor de Hérodote se han referido a Brunet como «le grand chorémateur» (LACOSTE: 1993, 247). Un tercer punto esencial en la eritica del proyecto disciplinar de la corematica atafte al deterioro del estatt- to de la Geografia fisica. Segin Charles Lecoeur, el en- tonces presidente de la Asociacién francesa de geografia fisiea, «los defensores de una “geografia nueva” —en alusién directa a los coreméticos— intentan eliminar de sus razonamientos todo andtisis de la configuracién fis ca y de las modalidades de su evolucién» (LEcoEUR; 1995, 39). Para Mn que esta co- rriente tiene de la geograffa, como «ciencia social», ha venido acompafiada de una estrategia general de exclu- sign, empobrecimiento ¢ incluso de «denigracién siste matica» de los conceptos y paradigmas naturalistas de la disciplina. La muestra més rotunda de ello la representa la obra Les mots de la géographie (BRUNET et al.; 1992), considerada de alguna forma como el diccionario «ofi- ial» de la perspectiva corematica, en el que la geografi fisica ha sido presentada de wna manera marginal, ana- crdnica, simplista y en ocasiones hasta ridicula. Inter lada con Ia polémica cientifica y la voluntad de renova- cién de los estudios regionales, la corematica proyecta- ria también, segtin Lecoeur, una estrategia de poder en- caminada a reducir el tradicional peso de los ge6grafos, fisicos en las instituciones académicas y educativas. te autor, la concep Un cuarto y tiltimo grupo de objeciones, de entre las, de cardcter mas propiamente cientifico, cuestionan la naturaleza semiolégica y cartogrdfica de las construc ciones coreméticas, asi como el verdadero interés geo- gréfico de sus resultados: — En relacién con lo primero, y fuera del marco de Heérodote, Jolivet y Nicolas-Obadia (1991) han conside- rado equfvoca 0 poco rigurosa la cualidad de «signos» que Brunet pretende atribuir a los coremas, tanto en su acepcién conceptual como en la gréfica, Esta atribucién seria desde luego incorrecta si se aceptase la definicién lingiistica més estricta de signo, es decir, la de objeto creado con voluntad de comunicar, lo cual, como Brunet ha reconocido, no es el caso de la organizacién del espa- cio, Pero ademés, ain aceptando una definicién menos rigida de signo, que incluya también los elementos no intencionales, debe recordarse que la teo mi tencia de conexiones regulares entre los resultados de ciertos procesos sociales de dominacién territorial y iertas configuraciones espaciales ¢lementales observa- de los core- e basa en una serie de hipdtesis relativas a la exis- 26 ER bles. Y que en el estadio actual de la teoria esas cone- xiones pern +n todavia, precisamente, en ese nivel hipotético y poco preciso: la relacién significante-signi- ficado admite demasiadas interpretaciones. y para una misma forma espacial podrfan teconocerse procesos ge- néticos muy diversos. Ms confuso todavia, por lo que respecta ya a la acepcién gréfica del témino, es el hecho de que los e tudios regionales de casos han presentado un uso ambi- valente de determinadas figuras corematicas; ello impli- ca que un mismo corema (grafico) ha sido interpretado en funcién de un discurso diametralmente puesto, sin cambiar el disefio, © que un mismo mensaje ha sido € presado por coremas o disefios diferentes. Utilizados asf, los coremas no han alcanzado a ser, por tanto, sig nos, ni acaso, todavia, indices, sino representaciones, esencialmente simbdlicas. ‘Bn sus utilizaciones actuales los coremas han perdido el contacto eon la localizacisn de los ob: jetos geogrificos (Ius cosas) que se supone representan, Su forma ro evoca nada rea en el esprit de aquellos gue no Comparten les -concluyen estos autores, ideas del que las disena, Su signficacién sibs 43), ica, por el contra fio, es exteemadamente fuerte» (bid, — Respecto de lo segundo, las representaciones co- remiticas han sido especialmente criticadas por su es- quematismo grafico. Haciendo una generalizacién cuestionable, diversos autores han tomado la as popu- lar € influyente de ellas, el mapa-modelo de las dinami- cas y estructuras fundamentales de Europa occidental (aquel en que se acuiaba el concepto de Ia megalépolis Inglaterra-Rhin-ltalia), creado por Brunet y divulgado por la Dara, como ejemplo paradigmético de uno de los vicios y riesgos principales de la coremética [fig. 7] Profundizando la observacién de Jolivet y Nicolas, la critica de Hérodote considera que tales representa nes no funcionan segtin una légica geogritica de locali- zaci6n precisa de los lugares y fenémenos. sino segin tuna légica que privilegia el equilibrio de conjunto de la composicién gréfica: la abstraccién geométrica de los contornos y el trazado de ejes, circulos, arcos, ete, mis ‘© menos puros. «impondrian» implicitamente unos cri- terios de localizacién cartografica dificiles de reflejar y de aplicar a la distribucién espacial real de los hechos geogrificos, mas que a riesgo de cometer simplificacio: nes o deformaciones importantes sobre la informacién, Capmeil ha comparado la I6gica de estas representacio- nes con el constructivismo artistico; Giblin se a referi- do a su «grafismo» geometrizante y «simplismo carica- tural», en el que la forma Mega a imponerse sobre el fondo. Por este motivo, segin Capmeil, la practica corema- tica «tiene, en efecto, necesidad de un cierto alejamien- to con lo real para resultar crefble, lo que explica que permanezca a menudo a pequefia escala (regiones, pai- su ausencia de localizacién precisa confrontada a un conocimiento mejor del terreno por sus usuarios perjudicarfan su credibilidad» (CaPMEIL, 1995, 63). El mismo autor ha ironizado sobre la preten- dida capacidad heuristica y referencial de la famosa ta bla de los 28 coremas de base, «el alfabeto» del mundo segiin la metéfora brunetiana; para Capmeil —utilizan- do una expresién sarcastica inspirada en el I6gico con el que la corematica bautiz6 a la referida megalspolis—, esa supuesta capacidad acaba forzando de hecho a «la biisqueda de la banana perdida», es de- cir, «la necesidad (para los coreméticos) de encontrar en el mundo real el pequefio Meccano de los coremas,, con sus formas geométricas basicas tan tranquilizado- ras» (Ibid., 63) ses o continentes B) Examinadas desde el terreno social. politico 0 pe- dagégico, las consecuencias de ese grafismo adquieren un cariz més alarmante. Retomenos, por lo que toca al plano politico, el ialado: para los eriticos de Heérodote, las representaciones coremiticas del territorio europeo y sus mensajes han servido de forma tendencio- sa y sibilina a los intereses de la Datar, en el seno de los documentos que se utilizaron recientemente para orientar y difundir pablicamente las directrices naciona- les de ordenacién. Entre otras cosas, el diagndstico y el mapa-modelo de Brunet, recogido en ellos, excluye de la megal6polis Londres-Milin (el principal eje de desa: rrollo continental) a la aglomeracién parisina; acusa ala polarizaci nplo n capitalina de provocar la «esterilizaciém» de su entomo; y denuncia el riesgo de «dislocacién» na- ional alrededor de lo que el llama ta «diagonal del v cfo», que atravesaria las regiones centrales y sudorienta- les de Francia, Beatrice Giblin (1994 y 1995a) ha pr tendido demostrar la falsedad «catastrofista» de tal imgenes y mensajes, a los cuales ha dedicado el sarcis- tico calificativo de «gargarismo verbab»; el alarmismo que han generado entre determinadas instancias polit cas regionales; y la manipulacién que le Dara (como otganismo de la administracién central) ha efectuado a través de ellos para tratar de justificar ante la 0 piiblica la necesidad de reincorporar la ordenacién del territorio en manos del estado, después de una década en que las leyes de descentralizacién Ia han trasferido en buena parte a las regiones. Los ejemplos en esta direc- cin se han extendido a determinados Consejos Regio: nales. Y como ha resumido esta autora, «las represent LA COREMATICA Y LA NUEVA GEOGRAFIA REGIONAL FRANCESA, ciones simplistas conducen a falsos diagndsticos y, por ende, a malas decisiones» (Ibid.; 1995 a, 33). C) En el plano educativo, las criticas dirigidas a la coremética han abundado sobre todo en ta velocidad y el celo desmedidos con el que ésta se ha introducido en las instituciones y programas, haciendo generalizada la pereepcién de que nos encontramos ante una nueva geo- grafia oficial. Marconis y Chantin han aftadido adem: Un riesgo pedagégico, constatado, segtin ellos, empirica- mente: el «efecto anestesiante» que puede Hegar a ejer ver sobre Ia capacidad eritica de los alumnos una inter- pretacion del mundo en ta que priman las nociones de orden y de ley. y en la que tiende a eludirse las cuestio- nes que proceden de lo contradictorio, lo incierto, 10 complejo. lo especitico, el desorden... En el contexto de su desarrollo todavia incipiente, los planteamientos de la didactica corematica ante determinados temas han red cido de hecho la explicacién de los componentes ideol6- gicos y sociales, mostrando las dificultades de aplic cin escolar de una teorfa que, sobre el papel, reivindica precisamente fa idea de trasladar el protagonismo a los, actores humanos. En los niveles no superiores de la en- sefianza, sobre todo, el abuso de unas representaciones, estructurales y, por esencia, no figurativas, gno encerra- ria el peligro de reducir la geografia «a una geometria abstracta de Iineas y de puntos, representando lugares sin clima, sin relieves, sin paisajes serfan unas simples unidades elementales que nos con. tentarfamos con contar y clasificar en funcién de sabios modelos estadisticos?» (MARconis; 1995, 129). y euyos hombres D) Examinemos por ltimo lo que determinadas in- terpretaciones de la critica contra-coremética han apun- tado en relacién con la dialéctica interactiva entre el discurso cientifico, las précticas sociales que los susten- tan y el contexto histérico en que se desarrollan. La ma- yorfa de ellas se situarian en el nivel de los hechos: la aparente sencillez compositiva de las tepresentaciones, coreméticas, junto con su lenguaje —cargado tanto de referencias cientificas como de sugestivas metéforas y simmiles— le confieren un enorme poder comunicativo y evocador entre politicos, tecnécratas y medios de comu- nicaci6r: publica, e incluso entre profesores y especialis tas, Transmiten wna sensacién de facilidad aun preten- diendo expresar la naturaleza profunda (las estructuras) del territorio, por lo que median como interlocutores re- lativamente cémodos en un contexto disciplinary social progresivamente abrumado por la masividad de fuentes ¢ informaciones, y en cual ef desarrollo de las tecnolo- gias digitales y de los medios de comunicacién de masas ha conferido un privilegio inusitado a las imégenes en general, en perjuicio de las formas discursivas literarias, En un nivel més hipotético, algtin autor ha planteado explicitamente ta similitud existente entre los modelos, grdficos coremdticos de base y las figuras geométricas elementales (puntos. lineas, polfgonos) con las que ope ra la moderna cartografia informatizada para tratar y representar los elementos geogrificos (GIBLIN: 1995 b, 89-92). La cuestién de en qué medida las segundas (es decir, el medio tecnolégico de reproduccién) han podido influir sobre la formalizacién de los primeros (que son un medio de inteleccién de la realidad, una teoria inter- pretativa de las configuraciones geogréficas), resulta cuando menos ineludible, més atin considerando que el Gip-Rectus ha potenciado desde el principio el desarro- Ilo de ta cartografia automética (los atlas coremdticos de Brasil, Espafia y China fueron uno de sus primeros productos visibles) y los sistemas de informacién geo- grdfica. Segdin la hipstesis de Giblin, la herramienta téc- nica intervendria aqui no sélo como transmisor de las ideas, sino también como su condicionante activo, es decir: los patrones de representacién de los programas informaticos habrian moldeado poderosamente la teoria, © por lo menos su dimensién grfica. A fuerza de descomponer las informaciones geogrificas en elementos geométricos de base para informatizarios y reconsivir Tos mapas. quizés Brunet y su equipo hayan pensado, por analo- sia, que (oda la diversidad del mustdo podta descomponerse en 28 elementos de base, las estructuras elementales o coremas, cuya comibinacin puede varigr hasta el infinito» (Ib, 92), Junto a este condicionamiento técnico, la légica compositiva de las imagenes y los provocadores mensa- jes corematicos traslucirfan igualmente —de acuerdo ‘con una de las interpretaciones més eriticas y negativas que se ha hecho de los mismos—, el peso determinante de sus necesidades de promocién social. Capmeil ha de- nunciado su «vocacién fundatentalmente publicitaria, incluso mercantil», convencido de que es en ellos en donde «la coremética se tevela como lo que es de he- cho: una simple representacién, en el pleno sentido dei término». «¢Bn el fondo —se preguntaba este autor—, no es el principal talento de sus promotores su sentido agudo del marketing y suc pacidad excepcional de concebir un producto particularmente aadaplado a su mercado? Tras un discurso mas cienifista que cient cla, de hecho, una préctiea muy eficaz del lobbying. fun dada sobre una habil comprensisn de las demandas reales 0 pei sibles de los consumidores de mapas. El earicter sparentemente ‘lave-en-mano™ de muchos de los esyuemas corematicos explica iados y més habitwados a lectura de eortas notas de sintesis preparadas que a reflexion 1995, 64), Fico. sere su éxito cuando se drige « un pablico de decisores ap 2 largas y complejas» (CAPMEL

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