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*La Carta de Philippe Vernier*

Si eres un discípulo del Maestro, a ti te toca iluminar la tierra. No tienes que


lamentarte por cada cosa que el mundo carece; tú estás ahí para traerle lo que
necesita … Ahí donde reine el odio, la maldad y la discordia tú pondrás amor,
perdón y paz. Por la mentira darás la Verdad; por el desencanto la esperanza,
ante la duda traerás fe; donde hay dolor, darás gozo. Si tú eres un humilde
siervo de Dios, todas estas virtudes de luz te acompañarán. ¡No te atemorices
ante tan vasta misión! No eres realmente el encargado de su cumplimiento. Tú
solo portas la antorcha. El fuego, aun si arde en ti, aun si te abrasa, jamás es
encendido por ti. Te usa a ti como usa el aceite de la lámpara. Tú lo sostienes,
lo alientas, lo llevas de un lado a otro, pero es el fuego el que trabaja, el que da
luz al mundo, y a ti mismo a la vez … No seas lámpara obstruida que sofoca y
apaga la luz; lámpara tímida o avergonzada que se esconde bajo el cesto;
enciéndete y brilla delante de los hombres; levanta en alto el fuego de Dios.

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