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La carta insta a los discípulos del Maestro a iluminar el mundo trayendo amor, perdón y paz donde haya odio, maldad y discordia, y verdad, esperanza y fe donde haya mentira, desencanto y duda. Aunque la misión parece vasta, los discípulos solo portan la antorcha mientras que es el fuego de Dios el que trabaja y da luz; por lo tanto, no deben atemorizarse y deben encenderse y brillar delante de los hombres levantando en alto el fuego de Dios.
Descripción original:
Una reflexión de autor sobre su relación con el Maestr
La carta insta a los discípulos del Maestro a iluminar el mundo trayendo amor, perdón y paz donde haya odio, maldad y discordia, y verdad, esperanza y fe donde haya mentira, desencanto y duda. Aunque la misión parece vasta, los discípulos solo portan la antorcha mientras que es el fuego de Dios el que trabaja y da luz; por lo tanto, no deben atemorizarse y deben encenderse y brillar delante de los hombres levantando en alto el fuego de Dios.
La carta insta a los discípulos del Maestro a iluminar el mundo trayendo amor, perdón y paz donde haya odio, maldad y discordia, y verdad, esperanza y fe donde haya mentira, desencanto y duda. Aunque la misión parece vasta, los discípulos solo portan la antorcha mientras que es el fuego de Dios el que trabaja y da luz; por lo tanto, no deben atemorizarse y deben encenderse y brillar delante de los hombres levantando en alto el fuego de Dios.
Si eres un discípulo del Maestro, a ti te toca iluminar la tierra. No tienes que
lamentarte por cada cosa que el mundo carece; tú estás ahí para traerle lo que necesita … Ahí donde reine el odio, la maldad y la discordia tú pondrás amor, perdón y paz. Por la mentira darás la Verdad; por el desencanto la esperanza, ante la duda traerás fe; donde hay dolor, darás gozo. Si tú eres un humilde siervo de Dios, todas estas virtudes de luz te acompañarán. ¡No te atemorices ante tan vasta misión! No eres realmente el encargado de su cumplimiento. Tú solo portas la antorcha. El fuego, aun si arde en ti, aun si te abrasa, jamás es encendido por ti. Te usa a ti como usa el aceite de la lámpara. Tú lo sostienes, lo alientas, lo llevas de un lado a otro, pero es el fuego el que trabaja, el que da luz al mundo, y a ti mismo a la vez … No seas lámpara obstruida que sofoca y apaga la luz; lámpara tímida o avergonzada que se esconde bajo el cesto; enciéndete y brilla delante de los hombres; levanta en alto el fuego de Dios.