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María tomó una libra de Así dice el Señor: «Mirad a mi El Señor es mi luz y mi
perfume de nardo, auténtico y siervo, a quien sostengo; mi salvación, ¿a quién temeré? El
costoso, le ungió a Jesús los elegido, a quien prefiero. Señor es la defensa de mi vida,
pies y se los enjugó con su Sobre él he puesto mi espíritu, ¿quién me hará temblar?
cabellera. Y la casa se llenó de para que traiga el derecho a
la fragancia del perfume. las naciones. No gritará, no Cuando me asaltan los
clamará, no voceará por las malvados para devorar mi
calles. carne, ellos, enemigos y
adversarios, tropiezan y caen.
MARTES SANTO
Juan 13, 21-33. 36-38 Isaías 49, 1-6 Sal 70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15 y
17
En aquel tiempo, Jesús, Escuchadme, islas; atended, R. Mi boca contará tu
profundamente conmovido, pueblos lejanos: Estaba yo en salvación, Señor.
dijo: - «Os aseguro que uno de el vientre, y el Señor me llamó;
vosotros me va a entregar.» en las entrañas maternas, y A ti, Señor, me acojo: no
Los discípulos se miraron unos pronunció mi nombre. Hizo de quede yo derrotado para
a otros perplejos, por no saber mi boca una espada afilada, siempre; tú que eres justo,
de quién lo decía. me escondió en la sombra de líbrame y ponme a salvo,
su mano; me hizo flecha inclina a mí tu oído, y
bruñida, me guardó en su sálvame.
aljaba y me dijo: «Tú eres mi
siervo, de quien estoy Sé tú mi roca de refugio, el
orgulloso.» Mientras yo alcázar donde me salve,
pensaba: «En vano me he porque mi peña y mi alcázar
cansado, en viento y en nada eres tú. Dios mío, líbrame de
he gastado mis fuerzas», en la mano perversa.
realidad mi derecho lo llevaba
el Señor, mi salario lo tenía mi Porque tú, Dios mío, fuiste mi
Dios. Y ahora habla el Señor, esperanza y mi confianza,
que desde el vientre me formó Señor, desde mi juventud. En
siervo suyo, para que le trajese el vientre materno ya me
a Jacob, para que le reuniese a apoyaba en ti, en el seno tú
Israel -tanto me honró el me sostenías.
Señor, y mi Dios fue mi fuerza-:
«Es poco que seas mi siervo y Mi boca contará tu auxilio, y
restablezcas las tribus de Jacob todo el día tu salvación. Dios
y conviertas a los mío, me instruiste desde mi
supervivientes de Israel; te juventud, y hasta hoy relato
hago luz de las naciones, para tus maravillas.
que mi salvación alcance hasta
el confín de la tierra.»
Uno de ellos, el que Jesús
tanto amaba, estaba reclinado
a la mesa junto a su pecho.
Simón Pedro le hizo señas para
que averiguase por quién lo
decía. Entonces él, apoyándose
en el pecho de Jesús, le
preguntó: - «Señor, ¿quién
es?» Le contestó Jesús: -
«Aquel a quien yo le dé este
trozo de pan untado.» Y,
untando el pan, se lo dio a
Judas, hijo de Simón el
Iscariote. Detrás del pan, entró
en él Satanás. Entonces Jesús
le dijo: - «Lo que tienes que
hacer hazlo en seguida.»
Ninguno de los comensales
entendió a qué se refería.
Como Judas guardaba la bolsa,
algunos suponían que Jesús le
encargaba comprar lo
necesario para la fiesta o dar
algo a los pobres.
Judas, después de tomar el
pan, salió inmediatamente. Era
de noche. Cuando salió, dijo
Jesús: - «Ahora es glorificado el
Hijo del hombre, y Dios es
glorificado en él. Si Dios es
glorificado en él, también Dios
lo glorificará en sí mismo:
pronto lo glorificará. Hijos
míos, me queda poco de estar
con vosotros. Me buscaréis,
pero lo que dije a los judíos os
lo digo ahora a vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no
podéis ir"» Simón Pedro le
dijo: - «Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió: - «Adonde
yo voy no me puedes
acompañar ahora, me
acompañarás más tarde.»
Pedro replicó: - «Señor, ¿por
qué no puedo acompañarte
ahora? Daré mi vida por ti.»
Jesús le contestó: - «¿Con que
darás tu vida por mí? Te
aseguro que no cantará el gallo
antes que me hayas negado
tres veces.»
El segundo canto (Is 49,1-6) está en labios del mismo Siervo, que es consciente de haber
sido elegido desde el seno materno para una misión concreta: ser en manos de Dios como
una espada, como una saeta, para conseguir sus fines; tiene que unificar al pueblo de
Israel y hacer que vuelva a Dios y, además, ser luz de las naciones. Pero aquí ya aparece un
elemento que en el primer canto sólo se podía leer entre líneas: las dificultades que va a
tener el Siervo. Habla de fatiga y de dudas: ¿será en vano todo lo que va a hacer?
¿resultará todo un fracaso? "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis
fuerzas". Pero triunfa la confianza en Dios: "Mi Dios era mi fuerza".
En el segundo canto del «Siervo paciente» (49,1-9), paralelo al anterior, hay una auto
presentación en la que se describe la llamada y vocación por parte de Dios. En este
soliloquio de un creyente agobiado por la sensación de la inutilidad de sus esfuerzos
aparece el estilo de las confesiones de Jeremías, llamado al ministerio por absoluta
iniciativa de Dios (vocación prenatal), pero lanzado a un ministerio estéril. La respuesta
paradójica de Dios es la ampliación del campo de su trabajo: no sólo Israel será el
destinatario de la salvación que anuncia su palabra, sino todas las naciones. A través del
gran «desprecio», Dios redime a todos los pueblos (49,7).
Este es el segundo de los "Cantos del Siervo sufriente" (véase Is 42.1-9 n.). En la primera
parte del poema (vs. 1-4), el Siervo da testimonio de la misión que ha recibido del Señor y
describe su desilusión por su aparente fracaso. En la segunda parte (vs. 5-6), el Señor lo
reconforta asegurándole que no ha trabajado ni sufrido en vano.
Desde entonces ya tenía nombre propio, misión concreta que realizar. Dios preparó su
instrumento como el guerrero sus armas. Su espada será la palabra, con efecto cortante y
doloroso, ajeno a la violencia física y eficaz con la violencia moral. Acariciado
constantemente como acaricia el guerrero la empuñadura de su espada. Corvirtiéndolo en
saeta mimada, guardada con predilección para los momentos difíciles.
Pero basta de imágenes y metáforas. Mi siervo eres tú. Apenas pronunciada esta
identificación, la reaccionaria postura del siervo nos sorprende. "Yo me dije". Es el
desaliento humano. Es el "pase de mi este cáliz". Es la impotencia humana experimentada,
que inmediatamente se pone en las manos de Dios en quien sólo está la recompensa. Ni el
que siembra ni el que riega. Lo humano es precioso cuando lo robustece Dios.
Le salvará la confianza en Dios: «mi salario lo tenía mi Dios». Confianza que subraya muy
bien el salmo: «a ti, Señor, me acojo, no quede yo derrotado para siempre... sé tú mi roca
de refugio... porque tú fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud».
Este salmo pertenece al género literario de los salmos de lamentación individual. El
salmista está en un gran problema y acude al Señor con la confianza que le dio el haberse
apoyado en el Señor desde antes de nacer. Ahora anciano también confía en que el Señor
no lo rechazará y lo librará de los enemigos que atentan contra su vida y se burlan de él.
Ciertamente el anciano ha perdido algunas facultades pero esto no significa que el Señor
lo haya abandonado. Antes bien, sus canas son garantía de la experiencia y prueba de
sabiduría. El seguirá alabando al Señor y pregonando sus obras para que las generaciones
lo reconozcan por siempre.
También en él podemos constatar la «crisis» que se notaba en el canto de Isaias. Jesús no
tuvo aparentemente muchos éxitos. Algunos creyeron en él, es verdad, pero las clases
dirigentes, no. Hoy escuchamos que uno le va a traicionar: lo anuncia él mismo,
«profundamente conmovido». También sabemos qué van a hacer sus seguidores más
cercanos: uno le negará cobardemente, a pesar de que en ese momento asegura con
presunción: «daré mi vida por ti». Los otros huirán al verle detenido y clavado en la cruz.
La queja del Siervo («en vano me he cansado») se repite en sus labios: «¿no habéis podido
velar una hora conmigo?... Padre, ¿por qué me has abandonado?». En verdad «era de
noche». A pesar de que él es la Luz.
Jesús no pierde el ánimo, a pesar de que presiente lo que significa para el grupo su
ausencia y la traición. Y entre contradicciones, nos da la lección de que cuando una obra
está marcada con la justicia del Padre, éste se encargará, junto con su Espíritu, de no
dejarla morir, pese a las amenazas. Es la fe en su Padre quien lleva a Jesús más allá de la
derrota. Y es la justicia de su causa quien mantiene viva su esperanza. Una causa no deja
de ser justa porque sea traicionada. El gran peligro de una causa es que pierda en su
interior el contenido de justicia y quede así igualada a una causa más de lucha por el
poder.
MIERCOLES SANTO
Mateo 26, 14-25 Isaías 50,4-9a Sal 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34
En aquel tiempo, uno de los R. Señor, que me escuche tu
Doce, llamado judas Iscariote, gran bondad el día de tu favor.
fue a los sumos sacerdotes y
les propuso: - «¿Qué estáis
dispuestos a darme, si os lo
entrego?» Ellos se ajustaron
con él en treinta monedas. Y
desde entonces andaba
buscando ocasión propicia
para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se Mi Señor me ha dado una Por ti he aguantado afrentas,
acercaron los discípulos a lengua de iniciado, para saber la vergüenza cubrió mi rostro.
Jesús y le preguntaron: - decir al abatido una palabra de Soy un extraño para mis
«¿Dónde quieres que te aliento. Cada mañana me hermanos, un extranjero para
preparemos la cena de espabila el oído, para que los hijos de mi madre; porque
Pascua?» Él contestó: - «ld a escuche como los iniciados. El me devora el celo de tu
la ciudad, a casa de Fulano, y Señor me abrió el oído; yo no templo, y las afrentas con que
decidle: "El Maestro dice: Mi resistí ni me eché atrás: ofrecí te afrentan caen sobre mí.
momento está cerca; deseo la espalda a los que me
celebrar la Pascua en tu casa apaleaban, las mejillas a los La afrenta me destroza el
con mis discípulos."» Los que mesaban mi barba; no me corazón, y desfallezco. Espero
discípulos cumplieron las tapé el rostro ante ultrajes ni compasión, y no la hay;
instrucciones de Jesús y salivazos. consoladores, y no los
prepararon la Pascua. Al encuentro. En mi comida me
atardecer se puso a la mesa echaron hiel, para mi sed me
con los Doce. dieron vinagre.
Mientras comían dijo: - «Os El Señor me ayuda, por eso no Alabaré el nombre de Dios con
aseguro que uno de vosotros sentía los ultrajes; por eso cantos, proclamaré su
me va a entregar.» Ellos, endurecí el rostro como grandeza con acción de
consternados, se pusieron a pedernal, sabiendo que no gracias. Miradlo, los humildes,
preguntarle uno tras otro: - quedaría defraudado. Tengo y alegraos, buscad al Señor, y
«¿Soy yo acaso, Señor?» Él cerca a mi defensor, ¿quién revivirá vuestro corazón. Que
respondió: - «El que ha pleiteará contra mí? el Señor escucha a sus pobres,
mojado en la misma fuente Comparezcamos juntos. ¿Quién no desprecia a sus cautivos.
que yo, ése me va a entregar. tiene algo contra mí? Que se
El Hijo del hombre se va, me acerque. Mirad, el Señor
como está escrito de él; pero, me ayuda, ¿quién me
¡ay del que va a entregar al condenará?
Hijo del hombre!; más le
valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó judas, el
que lo iba a entregar: - «¿Soy
yo acaso, Maestro?» Él
respondió: - «Tú lo has
dicho.»
JUEVES SANTO
Juan 13, 1-15 Éxodo 12, 1-8. 11-14 Sal 115, 12-13. 15- 1 Corintios 11, 23-26
16be. 17-18
Antes de la fiesta de la En aquellos días, dijo R. El cáliz de la
Pascua, sabiendo Jesús el Señor a Moisés y a bendición es
que había llegado la hora Aarón en tierra de comunión con la
de pasar de este mundo Egipto: –«Este mes sangre de Cristo.
al Padre, habiendo será para vosotros el
amado a los suyos que principal de los meses; ¿Cómo pagaré al
estaban en el mundo, los será para vosotros el Señor todo el bien
amó hasta el extremo. primer mes del año. que me ha hecho?
Decid a toda la Alzaré la copa de la
asamblea de Israel: "El salvación, invocando
diez de este mes cada su nombre.
uno procurará un
animal para su familia, Mucho le cuesta al
uno por casa. Si la Señor la muerte de
familia es demasiado sus fieles. Señor, yo
pequeña para soy tu siervo, hijo de
comérselo, que se tu esclava; rompiste
junte con el vecino de mis cadenas,
casa, hasta completar
el número de
personas; y cada uno
comerá su parte hasta
terminarlo. Será un
animal sin defecto,
macho, de un año,
cordero o cabrito. Lo
guardaréis hasta el día
catorce del mes, y
toda la asamblea de
Israel lo matará al
atardecer.
VIERNES SANTO
Juan 18, 1 - 19, 42 52, 13-53, 12 Sal 30, 2 y 6. 12-13. Heb 4, 14-16; 5, 7-9
15-16. 17 y 25
C. En aquel tiempo, Mirad, mi siervo tendrá R. Padre, a tus manos Hermanos:
salió Jesús con sus éxito, subirá y crecerá encomiendo mi Mantengamos la
discípulos al otro lado mucho. Como muchos espíritu. confesión de la fe,
del torrente Cedrón, se espantaron de él, ya que tenemos un
donde había un huerto, porque desfigurado no A ti, Señor, me acojo: sumo sacerdote
y entraron allí él y sus parecía hombre, ni no quede yo nunca grande, que ha
discípulos. Judas, el tenía aspecto humano, defraudado; tú, que atravesado el cielo,
traidor, conocía así asombrará a eres justo, ponme a Jesús, Hijo de Dios.
también el sitio, porque muchos pueblos, ante salvo. A tus manos No tenemos un
Jesús se reunía a él los reyes cerrarán la encomiendo mi sumo sacerdote
menudo allí con sus boca, al ver algo espíritu: tú, el Dios incapaz de
discípulos. Judas inenarrable y leal, me librarás. compadecerse de
entonces, tomando la contemplar algo nuestras
patrulla y unos guardias inaudito. ¿Quién creyó Soy la burla de todos debilidades, sino
de los sumos nuestro anuncio?, ¿a mis enemigos, la que ha sido probado
sacerdotes y de los quién se reveló el brazo irrisión de mis en todo
fariseos, entró allá con del Señor? Creció en su vecinos, el espanto de exactamente como
faroles, antorchas y presencia como brote, mis conocidos; me nosotros, menos en
armas. Jesús, sabiendo como raíz en tierra ven por la calle, y el pecado. Por eso,
todo lo que venía sobre árida, sin figura, sin escapan de mí. Me acerquémonos con
él, se adelantó y les belleza. Lo vimos sin han olvidado como a seguridad al trono
dijo: + –«¿A quién aspecto atrayente, un muerto, me han de la gracia, para
buscáis?» C. Le despreciado y evitado desechado como a un alcanzar
contestaron: S. –«A de los hombres, como cacharro inútil. misericordia y
Jesús, el Nazareno.» C. un hombre de dolores, encontrar gracia
Les dijo Jesús: + –«Yo acostumbrado a Pero yo confío en ti, que nos auxilie
soy.» C. Estaba también sufrimientos, ante el Señor, te digo: «Tú oportunamente.
con ellos Judas, el cual se ocultan los eres mi Dios.» En tu Cristo, en los días de
traidor. Al decirles «Yo rostros, despreciado y mano están mis su vida mortal, a
soy» retrocedieron y desestimado. Él azares; líbrame de los gritos y con
cayeron a tierra. Les soportó nuestros enemigos que me lágrimas, presentó
preguntó otra vez: + sufrimientos y aguantó persiguen. oraciones y súplicas
–«¿A quién buscáis?» C. nuestros dolores; al que podía salvarlo
Ellos dijeron: S. –«A nosotros lo estimamos Haz brillar tu rostro de la muerte,
Jesús, el Nazareno.» C. leproso, herido de Dios sobre tu siervo, cuando en su
Jesús contestó: + –«Os y humillado; pero él fue sálvame por tu angustia fue
he dicho que soy yo. Si traspasado por misericordia. Sed escuchado. Él, a
me buscáis a mí, dejad nuestras rebeliones, fuertes y valientes de pesar de ser Hijo,
marchar ando a éstos. » triturado por nuestros corazón, los que aprendió, sufriendo,
C. Y así se cumplió lo crímenes. Nuestro esperáis en el Señor a obedecer. Y,
que había dicho: «No castigo saludable cayó llevado a la
he perdido a ninguno sobre él, sus cicatrices consumación, se ha
de los que me diste. » nos curaron. Todos convertido para
Entonces Simón Pedro, errábamos como todos los que le
que llevaba una ovejas, cada uno obedecen en autor
espada, la sacó e hirió siguiendo su camino; y de salvación eterna.
al criado del sumo el Señor cargó sobre él
sacerdote, cortándole todos nuestros
la oreja derecha. Este crímenes. Maltratado,
criado se llamaba voluntariamente se
Malco. Dijo entonces humillaba y no abría la
Jesús a Pedro: + boca; como cordero
–«Mete la espada en la llevado al matadero,
vaina. El cáliz que me como oveja ante el
ha dado mi Padre, ¿no esquilador, enmudecía
lo voy a beber?» y no abría la boca. Sin
Llevaron a Jesús defensa, sin justicia, se
primero a Anás C. La lo llevaron,
patrulla, el tribuno y los Introducción
guardias de los judíos Fray Juan Huarte
prendieron a Jesús, lo Osácar Convento de
ataron y lo llevaron San Esteban
primero a Anás, porque (Salamanca)
era suegro de Caifás, ¿quien meditó en su
sumo sacerdote aquel destino? Lo arrancaron
año; era Caifás el que de la tierra de los vivos,
había dado a los judíos por los pecados de mi
este consejo: pueblo lo hirieron. Le
«Conviene que muera dieron sepultura con
un solo hombre por el los malvados, y una
pueblo.» Simón Pedro y tumba con los
otro discípulo seguían a malhechores, aunque
Jesús. Este discípulo era no había cometido
conocido del sumo crímenes ni hubo
sacerdote y entró con engaño en su boca. El
Jesús en el palacio del Señor quiso triturarlo
sumo con el sufrimiento, y
sacerdote, mientras entregar su vida como
Pedro se quedó fuera a expiación; verá su
la puerta. Salió el otro descendencia,
discípulo, el conocido prolongará sus años, lo
del sumo sacerdote, que el Señor quiere
habló a la portera e prosperará por su
hizo entrar a Pedro. La mano. Por los trabajos
criada que hacía de de su alma verá la luz,
portera dijo entonces a el justo se saciará de
Pedro: S. –«¿No eres tú conocimiento. Mi
también de los siervo justificará a
discípulos de ese muchos, porque cargó
hombre?» C. Él dijo: S. con los crímenes de
–«No lo soy.» C. Los ellos. Le daré una
criados y los guardias multitud como parte, y
habían encendido un tendrá como despojo
brasero, por que hacía una muchedumbre.
frío, y se calentaban. Porque expuso su vida
También Pedro estaba a la muerte y fue
con ellos de pie, contado entre los
calentándose. El sumo pecadores, él tomó el
sacerdote interrogó a pecado de muchos e
Jesús acerca de sus intercedió por los
discípulos y de la pecadores.
doctrina. Jesús le
contestó: + –«Yo he
hablado abiertamente
al mundo; yo he
enseñado con-
tinuamente en la
sinagoga y en el
templo, donde se
reúnen todos los judíos,
y no he dicho nada a
escondidas. ¿Por qué
me interrogas a mí?
Interroga a los que me
han oído, de qué les he
hablado. Ellos saben lo
que he dicho yo.» C.
Apenas dijo esto, uno
de los guardias que
estaba allí le dio una
bofetada a Jesús,
diciendo: S. –«¿Así
contestas al sumo
sacerdote?» C. Jesús
respondió: + –«Si he
faltado al hablar,
muestra en qué he
faltado; pero si he
hablado como se debe,
¿por qué me pegas?» C.
Entonces Anás lo envió
atado a Caifás, sumo
sacerdote. ¿No eres tú
también de sus
discípulos? No lo soy C.
Simón Pedro estaba en
pie, calentándose, y le
dijeron: S. –«¿No eres
tú también de sus
discípulos?» C. Él lo
negó, diciendo: S. –«No
lo soy.» C. Uno de los
criados del sumo
sacerdote, pariente de
aquel a quien Pedro le
cortó la oreja, le dijo: S.
–«¿No te he visto yo
con él en el huerto?» C.
Pedro volvió a negar, y
enseguida cantó un
gallo. Mi reino no es de
este mundo C. Llevaron
a Jesús de casa de
Caifás al pretorio. Era el
amanecer, y ellos no
entraron en el pretorio
para no incurrir en
impureza y poder así
comer la Pascua. Salió
Pilato afuera, adonde
estaban ellos, y dijo: S.
–«¿Qué acusación
presentáis contra este
hombre?» C. Le
contestaron: S. –«Si
éste no fuera un
malhechor, no te lo
entregaríamos.» C.
Pilato les dijo: S.
–«Lleváoslo vosotros y
juzgadlo según vuestra
ley.» C. Los judíos le
dijeron: S. –«No
estamos autorizados
para dar muerte a
nadie.» C. Y así se
cumplió lo que habla
dicho Jesús, indicando
de qué muerte iba a
morir. Entró otra vez
Pilato en el pretorio,
llamó a Jesús y le dijo:
S. –«¿Eres tú el rey de
los judíos?» C. Jesús le
contestó: + –«¿Dices
eso por tu cuenta o te
lo han dicho otros de
mí?» C. Pilato replicó:
S. –«¿Acaso soy yo
judío? Tu gente y los
sumos sacerdotes te
han entregado a mí;
¿qué has hecho?» C.
Jesús le contestó: +
–«Mi reino no es de
este mundo. Si mi reino
fuera de este mundo,
mi guardia habría
luchado para que no
cayera en manos de los
judíos. Pero mi reino no
es de aquí.» C. Pilato le
dijo: S. –«Conque, ¿tú
eres rey?» C. Jesús le
contestó: + –«Tú lo
dices: soy rey. Yo para
esto he nacido y para
esto he venido al
mundo: para ser testigo
de la verdad. Todo el
que es de la verdad
escucha mi voz.» C.
Pilato le dijo: S. –«Y,
¿qué es la verdad?» C.
Dicho esto, salió otra
vez adonde estaban los
judíos y les dijo: S. –«Yo
no encuentro en él
ninguna culpa. Es
costumbre entre
vosotros que por
Pascua ponga a uno en
libertad. ¿Queréis que
os suelte al rey de los
judíos?» C. Volvieron a
gritar: S. –«A ése no, a
Barrabás.» C. El tal
Barrabás era un
bandido. ¡Salve, rey de
los judíos! C. Entonces
Pilato tomó a Jesús y lo
mandó azotar. Y los
soldados trenzaron una
corona de espinas, se la
pusieron en la cabeza y
le echaron por encima
un manto color
púrpura; y,
acercándose a él, le
decían: S. –«¡Salve, rey
de los judíos!» C. Y le
daban bofetadas. Pilato
salió otra vez afuera y
les dijo: S. –«Mirad, os
lo saco afuera, para que
sepáis que no
encuentro en él
ninguna culpa.» C. Y
salió Jesús afuera,
llevando la corona de
espinas y el manto
color púrpura. Pilato les
dijo: S. –«Aquí lo
tenéis.» C. Cuando lo
vieron los sumos
sacerdotes y los
guardias, gritaron: S.
–«¡Crucifícalo,
crucifícalo!» C. Pilato
les dijo: S. –«Lleváoslo
vosotros y crucificadlo,
porque yo no
encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le
contestaron: S.
–«Nosotros tenemos
una ley, y según esa ley
tiene que morir, porque
se ha declarado Hijo de
Dios.» C. Cuando Pilato
oyó estas palabras, se
asustó aún más y,
entrando otra vez en el
pretorio, dijo a Jesús: S.
–«¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio
respuesta. Y Pilato le
dijo: S. –«¿A mí no me
hablas? ¿No sabes que
tengo autoridad para
soltarte y autoridad
para crucificarte?» C.
Jesús le contestó: +
–«No tendrías ninguna
autoridad sobre mí, si
no te la hubieran dado
de lo alto. Por eso el
que me ha entregado a
ti tiene un pecado
mayor.» ¡Fuera, fuera;
crucifícalo! C. Desde
este momento Pilato
trataba de soltarlo,
pero los judíos
gritaban: S. –«Si sueltas
a ése, no eres amigo del
César. Todo el que se
declara rey está contra
el César.» C. Pilato
entonces, al oír estas
palabras, sacó afuera a
Jesús y lo sentó en el
tribunal, en el sitio que
llaman «el Enlosado»
(en hebreo
Gábbata). Era el día de
la Preparación de la
Pascua, hacia el
mediodía. Y dijo Pilato
a los judíos: S. –«Aquí
tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron: S.
–«¡Fuera, fuera;
crucifícalo!» C. Pilato
les dijo: S. –«¿A vuestro
rey voy a crucificar?» C.
Contestaron los sumos
sacerdotes: S. –«No
tenemos más rey que al
César.» C. Entonces se
lo entregó para que lo
crucificaran. Lo
crucificaron, y con él a
otros dos C. Tomaron a
Jesús, y él, cargando
con la cruz, salió al sitio
llamado «de la
Calavera» (que en
hebreo se dice
Gólgota), donde lo
crucificaron; y con él a
otros dos, uno a cada
lado, y en medio, Jesús.
Y Pilato escribió un
letrero y lo puso
encima de la cruz; en él
estaba morir, escrito:
«Jesús, el Nazareno, el
rey de los judíos.»
Leyeron el letrero
muchos judíos, porque
estaba cerca el lugar
donde crucificaron a
Jesús, y estaba escrito
en hebreo, latín y
griego. Entonces los
sumos sacerdotes de
los judíos dijeron a
Pilato: S. –«No escribas
"El rey de los judíos",
sino "Éste ha dicho: Soy
el rey de los judíos".» C.
Pilato les contestó: S.
–«Lo escrito, escrito
está.» Se repartieron
mis ropas C. Los
soldados, cuando
crucificaron a Jesús,
cogieron su ropa,
haciendo cuatro partes,
una para cada soldado,
y apartaron la túnica.
Era una túnica sin
costura, tejida toda de
una pieza de arriba
abajo. Y se dijeron: S.
–«No la rasguemos,
sino echemos a suerte,
a ver a quién le toca. »
C. Así se cumplió la
Escritura: «Se
repartieron mis ropas y
echaron a suerte mi
túnica.» Esto hicieron
los soldados. Ahí tienes
a tu hijo. Ahí tienes a tu
madre C. Junto a la cruz
de Jesús estaban su
madre, la hermana de
su madre, María, la de
Cleofás, y María, la
Magdalena. Jesús, al
ver a su madre y cerca
al discípulo que tanto
quería, dijo a su madre:
+ –«Mujer, ahí tienes a
tu hijo.» C. Luego, dijo
al discípulo: + –«Ahí
tienes a tu madre.» C. Y
desde aquella hora, el
discípulo la recibió en
su casa. Está cumplido
C. Después de esto,
sabiendo Jesús que
todo había llegado a su
término, para que se
cumpliera la Escritura
dijo: + –«Tengo sed.» C.
Había allí un jarro lleno
de vinagre. Y, sujetando
una esponja empapada
en vinagre a una cana
de hisopo, se la
acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el
vinagre, dijo: + –«Está
cumplido.» C. E,
inclinando la cabeza,
entregó el espíritu.
Todos se arrodillan, y se
hace una pausa. Y al
punto salió sangre y
agua C. Los judíos
entonces, como era el
día de la Preparación,
para que no se
quedaran los cuerpos
en la cruz el sábado,
porque aquel sábado
era un día solemne,
pidieron a Pilato que
les quebraran las
piernas y que los
quitaran. Fueron los
soldados, le quebraron
las piernas al primero y
luego al otro que
habían crucificado con
él; pero al llegar a
Jesús, viendo que ya
había muerto, no le
quebraron las piernas,
sino que uno de los
soldados, con la lanza,
le traspasó el costado, y
al punto salió sangre y
agua. El que lo vio da
testimonio, y su
testimonio es
verdadero, y él sabe
que dice verdad, para
que también vosotros
creáis. Esto ocurrió
para que se cumpliera
la Escritura: «No le
quebrarán un hueso»; y
en otro lugar la
Escritura dice: «Mirarán
al que atravesaron.»
Vendaron todo el
cuerpo de Jesús, con los
aromas C. Después de
esto, José de Arimatea,
que era discípulo
clandestino de Jesús
por miedo a los judíos,
pidió a Pilato que le
dejara llevarse el
cuerpo de Jesús. Y
Pilato lo autorizó. Él fue
entonces y se llevó el
cuerpo. Llegó también
Nicodemo, el que había
ido a verlo de noche, y
trajo unas cien libras de
una mixtura de mirra y
áloe. Tomaron el
cuerpo de Jesús y lo
vendaron todo, con los
aromas, según se
acostumbra a enterrar
entre los judíos. Había
un huerto en el sitio
donde lo crucificaron, y
en el huerto un
sepulcro nuevo donde
nadie había sido
enterrado todavía. Y
como para los judíos
era el día de la
Preparación, y el
sepulcro estaba cerca,
pusieron allí a Jesús.
Las tres partes en que se divide la liturgia de este viernes, expresan perfectamente el sentido de la
celebración. La liturgia de la palabra nos pone en contacto con los hechos que estamos
conmemorando en este día de Viernes Santo. La adoración de la cruz nos lleva al reconocimiento
de un hecho insólito que tenemos que tratar de asimilar y desentrañar. La comunión nos recuerda
que la principal ceremonia litúrgica de nuestra religión es la celebración de una muerte, en la que
podemos descubrir la Vida.
¿Qué añade la muerte de Jesús al mensaje de Jesús? Aporta una dosis de autenticidad. Sin esa
muerte y sin las circunstancias que la envolvieron, hubiera sido mucho más difícil para los
discípulos dar el salto a la experiencia pascual. La muerte de Jesús es sobre todo un argumento
definitivo a favor del AMOR. En la muerte, Jesús dejó absolutamente claro que el servicio
incondicional a los demás era más importante que la misma vida biológica. Aquí podemos y
debemos encontrar el verdadero sentido de esa muerte, no en el pago a Dios de una deuda que
nosotros habíamos adquirido por nuestros pecados.
VIGILIA PASCUAL
Mateo 28, 1-10 Génesis 1, Génesis 22, Éxodo 14, 15 Isaías 54, Isaías 55, Bar 3, 9- Ez 36,
1 - 2, 2 1-18 - 15, 1 5-14 1-11 15. 32 - 4, 16-28
4
En la Al principio En aquellos En aquellos El que te Así dice el Escucha, cuando
madrugada del creó Dios el días, Dios días, dijo el hizo te Señor: Israel, les haga
sábado, al cielo y la puso a Señor a tomará por «Oíd, mandatos ver mi
alborear el tierra. La prueba a Moisés: –« esposa; su sedientos de vida; santidad
primer día de la tierra era Abrahán, ¿Por qué nombre es todos, presta al
semana, fueron un caos llamándole: sigues Señor de acudid por oídos castigar
María informe; –«¡Abrahán! clamando a los agua, para os. Os
Magdalena y la sobre la faz » Él mí? Di a los ejércitos. también los aprender recogeré
otra María a ver del abismo, respondió: israelitas que Tu que no prudencia de entre
el sepulcro. Y la tiniebla. –«Aquí me se pongan en redentor es tenéis . ¿A qué las
de pronto Y el aliento tienes.» Dios marcha. Y tú, el Santo de dinero: se debe, naciones
tembló de Dios se le dijo: alza tu Israel, se venid, Israel, , os
fuertemente la cernía –«Toma a tu cayado, llama Dios comprad que estés reuniré
tierra, pues un sobre la faz hijo único, al extiende tu de toda la trigo, aún en de todos
ángel del Señor, de las que quieres, mano sobre tierra. comed sin país los
bajando del aguas. Y a Isaac, y el mar y Como a pagar vino enemigo, países, y
cielo y dijo Dios: vete al país divídelo, mujer y leche de que os
acercándose, –«Que de Moria y para que los abandonad balde. ¿Por envejezca llevaré a
corrió la piedra exista la ofrécemelo israelitas a y abatida qué gastáis s en tierra vuestra
y se sentó luz.» Y la allí en entren en te vuelve a dinero en extranjer tierra.
encima. Su luz existió. sacrificio en medio del llamar el lo que no a, que Derrama
aspecto era de Y vio Dios uno de los mar a pie Señor; alimenta, y estés ré sobre
relámpago y su que la luz montes que enjuto. Que como a el salario contamin vosotros
vestido blanco era buena. yo te yo voy a esposa de en lo que ado entre un agua
como la nieve; indicaré. » endurecer el juventud, no da los pura
los centinelas corazón de repudiada hartura? muertos, que os
temblaron de los egipcios –dice tu y te purificar
miedo y para que los Dios–. Por cuenten á: de
quedaron como persigan, y un instante con los todas
muertos. me cubriré te habitante vuestras
de gloria a abandoné, s del inmundi
costa del pero con abismo? cias e
Faraón y de gran cariño Es que idolatría
todo su te reuniré. abandona s os he
ejército, de ste la de
sus carros y fuente de purificar
de los la . Y os
guerreros… sabiduría. daré un
corazón
nuevo, y
os
infundir
é un
espíritu
nuevo;
arrancar
é de
vuestra
carne el
corazón
de
piedra, y
os daré
un
corazón
de
carne.
El ángel habló a
las mujeres:
–«Vosotras, no
temáis; ya sé
que buscáis a
Jesús, el
crucificado. No
está aquí. Ha
resucitado,
como había
dicho. Venid a
ver el sitio
donde yacía e
id aprisa a decir
a sus discípulos:
"Ha resucitado
de entre los
muertos y va
por delante de
vosotros a
Galilea. Allí lo
veréis." Mirad,
os lo he
anunciado.»
Ellas se
marcharon a
toda prisa del
sepulcro;
impresionadas
y llenas de
alegría,
corrieron a
anunciarlo a los
discípulos. De
pronto, Jesús
les salió al
encuentro y les
dijo:
–«Alegraos.»
Ellas se
acercaron, se
postraron ante
él y le
abrazaron los
pies. Jesús les
dijo: –«No
tengáis miedo:
id a comunicar
a mis hermanos
que vayan a
Galilea; allí me
verán.»
Rom 6, 3-11 Sal 103, 1 Sal 15, 5 y 8. Sal Ex 15, 1 Sal 29, 2 y Sal Is 12, 2 Sal 18, 8. Sal 41,
2a. 5 6. 10 y 9 10. 11 R. 2. 3 4. 5 6. 17 4. 5 6. 11 y 3. 4bcd. 5 6 9. 10. 11 3. 5bcd;
Hermanos: Los 12. 13 14. Protégeme, 18 R. 12a y 13b R. Sacaréis (R.: Jn 6, 42, 3. 4
que por el 24 y 35c R. Dios mío, Cantaré al R. Te aguas con 68) R. (R.: 41,
bautismo nos Envía tu que me Señor, ensalzaré, gozo de las Señor, tú 2)
incorporamos a espíritu, refugio en ti. sublime es su Señor, fuentes de tienes R. Como
Cristo fuimos Señor, y victoria. porque me la palabras busca la
incorporados a repuebla la has librado. salvación. de vida cierva
su muerte. Por faz de la eterna. corrient
el bautismo tierra. es de
fuimos agua,
sepultados con
él en la muerte,
para que, así
como Cristo fue
resucitado de
entre los
muertos por la
gloria del
Padre, así
también
nosotros
andemos en
una vida nueva.
Sal 117, 1 2.
l6ab 17. 22 23
R. Aleluya,
aleluya,
aleluya. Dad
gracias al Señor
porque es
bueno, porque
es eterna su
misericordia.