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Nuestra infancia transcurrió con el deseo de tener cabellos largos y lacios. Todas las princesas de
los cuentos siempre tuvieron cabellos ¨largos, lacios y sedosos”. La Bella durmiente, Cenicienta,
Ariel, Pocahontas, Rapunzel y otras tenían en común sus “hermosos cabellos.
Esas eran las imágenes de mujeres hermosas que nos construyeron y que construimos.
Nuestra ausencia en la televisión, en la publicidad y en la calle, en los libros e imágenes en la
escuela así como la ausencia de imágenes positivas que nos reflejaran y con las cuales
pudiéramos sentirnos identificadas, fueron una constante durante nuestra infancia. .
Recuerdo las sesiones de tías, primas y amigas en donde entre cafés y sopas de abuelas se
discutieron características y se hicieron comparaciones entre los cabellos de las unas y de las otras
utilizando adjetivos negativos para los cabellos más crespos y otros adjetivos más benévolos para
los menos crespos o más suaves.
Entiendo sin embargo, que todo esto va mucho más allá de nuestro cabello. Se trata de establecer
y reconocer patrones diferentes de belleza, de desaprender comportamientos y prácticas que
fueron convertidas en ¨normales¨ y que van en contra de nuestra propia naturaleza. Se trata
de recorrer el camino al revés y volver a apropiarnos de nuestros propios cuerpos, de nuestra propia
imagen, de nuestra propia historia. Es imperativo repensarnos desde una perspectiva propia, desde
nuestras diferencias como pueblos.
PREGUNTAS
b. ¿Por qué creen que quien escribe el relato llegó a creer que “cuando las mujeres negras llevan su
cabello crespo libremente, esta “desarreglado”, “despeinado” y es “informal”? ¿Por qué eligió
dejar crecer su cabello? ¿Fue fácil ese proceso? ¿Por qué?
c. ¿Qué significa que la identidad es una construcción. ¿Cómo influyeron en ella los diferentes
ámbitos de socialización (su familia, grupos de amigos, etc)?
Fuente: https://campus.belgrano.ort.edu.ar/cienciassociales/articulo/988097/identidades