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Autor: 

Silvia García
Edades: 
A partir de 6 años
Valores:
cultura, justicia
Laura quería conocer la razón
por la que, al gritar dentro de
una cueva, escuchaba lo que
llamaban “eco”. Como no había
nada que no estuviese en los
libros, allí se fue, a la biblioteca
en busca de su respuesta.

Hace mucho tiempo, en un


remoto lugar del Monte Helicón
había una ninfa de la montaña
que se llamaba Eco. La habían
criado otras ninfas y había sido
educada por las Musas, las que
inspiran a los poetas. Con el
paso de los años Eco se
convirtió en una chica muy
hermosa con una preciosa voz.
Todo aquel que la escuchaba se quedaba embelesado.

Era muy charlatana y juguetona y solía entretener a la diosa de la guerra


Hera mientras su esposo Zeus, el dios del Olimpo, se iba con otras
mujeres. Además, Hera tenía miedo de que Zeus se enamorase de Eco si
llegaba a escuchar su maravillosa voz. Un día, Zeus estaba en el bosque
con las ninfas y apareció Hera muy enfadada. Como siempre solía hacer,
Eco entretuvo a Hera mientras Zeus huía. Pero Hera se dio cuenta del
engaño. Muy enfadada, quiso vengarse de Eco:

—Has tratado de engañarme y te mereces un castigo. A partir de ahora


perderás el control sobre tu voz. Te condeno a responder con la última
palabra que escuches durante toda la eternidad—dijo Hera iracunda.

Tras recibir la maldición, Eco se refugió en una cueva cerca de un riachuelo.


Por allí solía pasar Narciso, un joven muy presumido. De hecho, un adivino
llamado Tiresias había predicho que ver su propia imagen reflejada en un
espejo sería su perdición. Por lo tanto, durante toda su infancia, le había
mantenido alejado de espejos y objetos en los que pudiera verse reflejado.
Eco, al verle pasar por su cueva, se enamoró de él.

Le seguía de lejos, pero un día, sin querer, pisó una ramita seca y con el
ruido Narciso la descubrió. Le preguntó por qué lo seguía, pero Eco solo
pudo repetir las últimas palabras. Finalmente, con ayuda de los animales
del bosque, Eco pudo confesar su amor a Narciso. Él se rio de ella y la ninfa
regresó a su cueva llorando. Allí permaneció sin moverse hasta que se
consumió y fue su voz lo único que se quedó flotando en el aire.

O tra
versión del mito dice que Eco era una ninfa del agua y que sí hablaba
cuando conoció a Narciso. Eco pidió ayuda a Afrodita, la diosa del amor,
para conquistar al joven. Afrodita hizo que Narciso le prestase atención por
unos minutos, tiempo durante el cual Eco debería enamorarle. No lo logró
y, como consecuencia, Afrodita la condenó a repetir durante toda la
eternidad las últimas palabras de los hombres.

Narciso fue castigado por haberse reído de la ninfa. La diosa Némesis hizo
que de repente le entrara una sed enorme. El joven fue a beber a un
riachuelo y, al beber, vio su imagen reflejada en el agua. Como había
predicho Tiresias, quedó tan admirado por su propia imagen que ahí se
quedó paralizado para siempre.

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