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Historia, Servicios básicos y

Telecomunicaciones
Por:SERVICIOS BÁSICOS

Una etnia fundada


antes de Jesucristo

La nación aymara ocupaba


la meseta andina del lago
Titicaca desde épocas
precolombinas; sus
miembros estaban
repartidos por el occidente
de Bolivia, el sur del Perú y
el norte de Chile. Sus
pueblos ancestrales de
esos tiempos eran: aullaga,
ayaviri, cana, canchi,
caranga, charca, chicha,
larilari, lupaca, umasuyus,
La plaza principal del municipio de Jesús de Machaca. Sitio donde se instalan el pacaje, pacasa y quillaca
inmueble de la Alcaldía, la iglesia colonial y el mercado comunal.

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www.99polls.com Machaca, comenta que una
característica de su nación
es la rebeldía. “Corre por
nuestra sangre”.

Sus palabras tienen sustento. En marzo de 1921, Jesús de Machaca fue el escenario de
una revuelta indígena contra la esclavitud liderada por los hacendados de la zona.
“Nuestros abuelos se rebelaron y a los capataces los amarraron y los metieron al horno.
Nos contaron que se los comieron vivos. Hasta tenemos héroes de esa época: Faustino
Llanque, Marcelo Llanque… Nosotros hemos iniciado la liberación en el país del siglo
anterior para que no haya patrones”.

“Es que no aguantaron nuestros abuelos que sus mujeres sean aprovechadas por los
hacendados. Aparte, si uno se rebelaba, les quemaban sus casas. En 1921, los
machaqueños nos hemos hecho sentir en la historia, y seguimos haciéndonos sentir
porque somos aymaras como nuestros antepasados”. Actualmente, Jesús de Machaca es
considerado un municipio indígena originario, tras el empoderamiento que adoptaron
sus autoridades locales en la Alcaldía desde hace un decenio.

La conquista incaica

La nación aymara o kolla, según la enciclopedia Wikipedia, ocupaba la meseta andina


del lago Titicaca desde épocas precolombinas; incluso sus miembros estaban repartidos
por el occidente de Bolivia, el sur del Perú y el norte de Chile. Sus pueblos de esos
tiempos eran: aullaga, ayaviri, cana, canchi, caranga, charca, chicha, larilari, lupaca,
umasuyus, pacaje, pacasa y quillaca. Unidos, éstos conformaban el mítico Qullasuyo,
que luego pasaría a ser parte del Imperio Inca.

La civilización aymara de entonces está asociada a Tiwanaku por los historiadores,


territorio que fue fundado aproximadamente en el 200 antes de Cristo como una
pequeña villa y creció hasta edificarse como una urbe entre el 300 y 500 después de
Cristo, logrando así un importante poder regional de más de seis kilómetros cuadrados
en el sur de los Andes, en los que habitaban al menos 40.000 personas. Pero esta
cultura se colapsó de manera repentina y enigmática en el año 950.

Con la desaparición de Tiwanaku, la zona quedó fragmentada en varias etnias aymaras


que convivieron con los urus que dominaban el área lacustre. Así, a mediados del siglo
XV, el reino Aymara o Kolla abarcaba un extenso territorio que tenía como capital
Hatun-Colla. Hasta que el inca Lloque Yupanqui inició la conquista del territorio a fines
del siglo XIII, continuada por sus sucesores hasta que a mediados del siglo XV el inca
Pachacútec derrotó a Chuchi Kápac. A pesar del dominio inca, los aymaras conservaron
un grado de autonomía.

En la actualidad, la mayor parte de los integrantes de esta etnia se sitúan en la región del
lago Titicaca. No obstante, sus asentamientos locales ocupan los tres departamentos del
occidente altiplánico: La Paz, Oruro y Potosí. Además hay que tomar en cuenta, según
Wikipedia, que hay aymaras en tres países: en Bolivia existen más de 1,2 millones; en
Perú, 300.000, y en Chile, 50.000.

El economista aymara Gonzalo Colque Fernández sostiene que no hay acuerdo entre los
historiadores sobre la época exacta de la génesis histórica de los aymaras. “Lo que valoro
es su mito, que se han asentado sobre todo en la región andina, y que eran grupos que
vivían en ayllus y markas. Hoy se han expandido por el fenómeno de la migración hacia
otros departamentos, lo que no ha acontecido con los pueblos indígenas de tierras
bajas”.

El sociólogo alteño Carlos Hugo Laruta establece que la comunidad aymara boliviana
tiene un trío de rasgos centrales: “el comunitarismo sociocultural y psicológico, que hace
que esta comunidad sea una eficaz unidad de familias en gran medida consanguíneas;
una unidad festiva y ritual, católica y sincrética, y una unidad socioorganizativa porque
tiene una autoridad común legítima. Sin embargo, ese comunitarismo todavía presenta
limitaciones para promover el desarrollo”.

De acuerdo con el Censo de 2001, levantado por el Instituto Nacional de Estadística, en


el país hay 1.278.321 aymaras, los cuales están repartidos de la siguiente manera:
1.028.231 en La Paz, 93.776 en Oruro, 62.815 en Cochabamba, 48.037 en Santa Cruz,
26.313 en Potosí, 7.273 en Beni, 6.381 en Tarija, 3.877 en Chuquisaca y 1.618 en Pando.

Jesús de Machaca es uno de los pueblos aymaras más representativos de esta etnia en
Bolivia. Su territorio se ubica a 110 kilómetros de la ciudad de La Paz y a más de 4.000
metros sobre el nivel del mar. Se asienta en la provincia paceña Ingavi y es su Sexta
Sección Municipal, con diez cantones: Qurpa, Villa Asunción de Machaca, Aguallamaya,
Calla, Mejillones de Machaca, Qhunqhu, Santo Domingo de Machaca, Cuipa España,
Santa Ana de Machaca y Chama.

Según el Censo de 2001, Machaca tiene 13.247 habitantes (6.387 hombres y 6.860
mujeres): el poblado central contiene a más de 600 y Corpa (una de las aldeas
principales), más de 1.000. Lo llamativo es que este municipio se maneja según sus usos
y costumbres e incluso elige autoridades locales estatales bajo ese método, con apoyo del
cabildo originario. Jesús de Machaca tiene dos markas, 26 ayllus y más de 70
comunidades.

La información del Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios señala que Jesús de


Machaca es un villorio relativamente nuevo, tal como su nombre lo indica en aymara
(Machaqa), puesto que antes tenía el nombre de Qhunqhu Wankani. Una comuna que
vive de la ganadería, la agricultura y el comercio minorista. Un sitio cuya plaza principal
es dominada por ponchos huayruros. “Las tradiciones aymaras siguen fuertes en
Machaca”, sentencia Condori.

Una cultura con un calendario que marcó 5.516 años de vida este 2008

Cada 21 de junio, el calendario aymara cumple un “año solar”, el cual coincide con el
solsticio invernal y es recibido por los miembros de esta etnia con júbilo y rituales de por
medio. Según los investigadores, dicho calendario marcó 5.516 años en 2008. La fecha
también involucra el fin y el inicio del año agrícola en la región andina altiplánica y abre
un compás de tres meses para garantizar el descanso de la Pachamama y luego pedirle
permiso para la siembra, en agosto.

El primer rayo solar del nuevo año aymara es recibido por miles de comunarios y
turistas en la Puerta del Sol, en el sitio arqueológico del mítico pueblo de Tiwanaku,
considerado por los expertos como la cultura de la génesis de la Nación Aymara o Kolla,
dos siglos antes de Cristo, pasando de la fase aldeana a la urbana en unos 700 años y
desapareciendo de forma enigmática por el año 950. Dicho recibimiento, no obstante, se
multiplica en las aldeas aymaras de La Paz, Oruro y Potosí.

Aunque todavía el debate domina el asunto del calendario aymara. Por un lado están los
que consideran que esta etnia se rige bajo un calendario solar de 12 meses. Uno de los
defensores de esta tesis, entrevistado por La Prensa, es el arqueólogo Osvaldo Rivera,
quien sostiene que ésta se demuestra en la construcción del templete tiwanacota de
Kalasasaya, que consta de 11 pilares que representan a los meses (11 soles) y un pilar
central que sería el sol grande.

Otros estudiosos manifiestan que el calendario agrícola aymara más bien debe tener
sustento en el ciclo de la luna, de 13 meses. El antropólogo Juan Machicado y el
sociólogo David Mendoza respaldan este planteamiento; este último comenta que las
interpretaciones quieren hacer coincidir el calendario gregoriano, de 12 meses, con el
aymara y que los mayas también empleaban el calendario lunar por ser preciso,
marcado según la luna nueva o la llena.

En Jesús de Machaca, el nuevo año aymara igual es motivo de celebraciones. Ese día, en
el municipio de la provincia Ingavi, el ritual y las ofrendas tienen lugar en las ruinas
arqueológicas de Khonkho Wankane, lugar que, según, los antropólogos, puede tener
una data que se remite a los 100 ó 500 años después de Cristo. En el lugar, los
habitantes machaqueños, bajo el mando de las autoridades religiosas aymaras, amautas,
organizan la fiesta Willkatata (Padre Sol).

En ella solicitan prosperidad, salud, buena producción agrícola y unidad. La madrugada


es acompañada por una carrera de antorchas y música autóctona: pinquilladas, quena-
quenas o zampoñadas. La fecha igualmente guarda una simbología importante para las
autoridades originarias de Jesús de Machaca, porque el 21 de enero son conocidos los
líderes de las dos markas, los 26 ayllus y las más de 70 comunidades incrustadas en su
territorio.

Sin embargo, los jefes indígenas machaqueños recién son posesionados el 1 de enero
siguiente, o sea, seis meses después de su nombramiento, lapso en el cual son
adoctrinados y capacitados por las autoridades salientes, que les enseñan el trajín diario
de un mallku, sea éste jach’a (máximo cargo en las markas), jiliri (el mandamás en los
ayllus) u originario (en las comunidades). La primera jornada de cada año, los nuevos
jefes reciben los bastones de mando.

Este 2008, el Año Nuevo aymara tuvo 16 festividades en diversos lugares arqueológicos
y ceremoniales del departamento de La Paz. La más grande, la del Willkakuti (retorno
del Sol) se situó en la aldea de Tiwanaku. Una decena de localidades aymaras
sobresalieron en la jornada: Jesús de Machaca, Copacabana, el Valle de las Ánimas de
Sud Yungas, Tiquina, Taraco, Marka Mocomoco, Pucarani, Charazani, Calvario de
Letanías de Viacha y los chullpares de Culli Culli.

Incomunicados en época de lluvias

Los caminos en Jesús de Machaca son dominados por la tierra y la polvareda y se


convierten en fangosos y casi intransitables por las lluvias de fin de año. Un municipio
aymara donde todavía hay tareas pendientes en la provisión de energía eléctrica, agua
potable, dotación de garrafas de gas y servicio telefónico, sobre todo en las aldeas
periféricas

El viento y el clima seco y frío marcan presencia en Jesús de Machaca. Ciento diez
kilómetros de carretera separan este municipio de la urbe paceña, los cuales pueden ser
recorridos en dos horas y media por los vehículos. Hay dos vías para llegar al poblado
aymara: una lo conecta con Viacha y la otra, con Guaqui, por el camino asfaltado hacia
Desaguadero. Las vértebras viales son de tierra y hay aldeas que no cuentan con ellas,
por lo cual están incomunicadas.

Lo anterior implica un freno para las perspectivas turísticas de la comuna. Así lo afirma
el alcalde machaqueño, Adrián Aspi Cosme. “No tengo un metro de asfalto en mi
municipio. Para nivelar los caminos vecinales compramos una motoniveladora, y espero
que al año les vaciemos ripio para que en época de lluvias haya tránsito de coches por
aquí”. Para hacer notar esta carencia a la Prefectura de La Paz, Aspi incluso organizó
este año el Rally Turístico Jesús de Machaca.

Su cercanía con el río Desaguadero también permite que los machaqueños utilicen botes
de madera y totora para contactarse con los municipios de San Andrés de Machaca y
Desaguadero. El espejo de agua desemboca específicamente en el territorio
perteneciente a la etnia de los urus iruitos, que forma parte de Jesús de Machaca, y
donde se erige un puerto antiguo en el que abunda la flora y la fauna lacustres; toda una
veta turística (leer notas de las páginas 20 y 21).

Los servicios básicos han comenzado a asentarse en Machaca desde el empoderamiento


local por parte de los ayllus de la zona, lo cual se inició en 2005, aunque la energía
eléctrica, el agua potable, la provisión de garrafas de gas licuado de petróleo y las
telecomunicaciones todavía son tareas pendientes en las áreas periféricas del pueblo
machaqueño. En cuanto al servicio de agua, por ejemplo, Aspi afirma que sólo 40 por
ciento de los habitantes de su municipio lo posee.

“No hay agua, a veces, porque una comunidad que tiene una vertiente cristalina no deja
que ésta sea aprovechada por otro poblado. Además, en los lugares en que hay agua, ésta
se encuentra hasta en 45 metros de profundidad, por lo que hay que perforar pozos. Hay
un proyecto de 297.000 dólares con el que buscamos cosechar agua de lluvia en cuatro
represas, sobre todo para el riego. Por este problema hay gente que toma agua sucia y se
enferma. Eso tenemos que solucionar”.

La normal distribución de garrafas tropieza con el contrabando, por la cercanía con la


frontera peruana, Desaguadero. Por el desabastecimiento, este producto llega a cotizarse
en 60 bolivianos la unidad. “Por eso pretendemos instalar un distribuidor que dependa
de la Alcaldía de Jesús de Machaca, con 700 garrafas para 15 días, porque por lo menos
60 por ciento de nuestra población emplea la cocinas a gas, el resto sigue cocinando con
taque (bosta) de vaca, oveja y llama”.

Sobre la arquitectura predominante en la comuna, las casas construidas de paja y adobe


van cediendo terreno a las construcciones de calamina y ladrillo. “No se puede negar que
la calidad de vida está mejorando en el área rural. Las viviendas del altiplano aymara
han evolucionado en estos últimos 30 años, pero todavía no hay mejora en los niveles de
pobreza y el índice de necesidades básicas satisfechas”, explica el economista aymara
Gonzalo Colque Fernández.

El Alcalde de Jesús de Machaca recalca que “la principal necesidad en la actualidad es el


mejoramiento en los caminos en mi comuna”. En procura de ello, existe un proyecto de
construcción de una vía que recorra la serranía para unir Machaca y Tiwanaku con la
localidad arqueológica machaqueña de Khonkho Wankane, situada en la aldea de
Qhunqhu Liquiliqui, la cual comunicará estos municipios con los de Pucarani y Laja.
“Ojalá que esto se haga realidad, porque para salir de la pobreza hay que tener caminos.
Y hasta ahora, en eso estamos flaqueando”.

El brazo político de las autoridades

La radio es el medio más eficiente para los líderes ediles y originarios para dar a conocer
a la población las decisiones asumidas por los cabildos o asambleas. En Jesús de
Machaca hay cinco estaciones radiales y un canal televisivo que baja la señal del canal
estatal 7

Quino Vargas se levanta cada día a las siete de la mañana para cumplir con su pasión
radialista en la localidad de Corpa. Es el director encargado de la radio Nueva
Generación, una de las cinco estaciones del municipio aymara de Jesús de Machaca. La
voz de Quino marca presencia tanto en amplitud modulada (1.240 kilohercios) como
frecuencia modulada (107.5). “Lo importante es que la radio trabaja de cerca con los
ayllus, markas y las autoridades originarias, y es apoyo del pueblo”.

En suelo machaqueño, la radio y la televisión (canal 6) son un brazo operativo que


emplean líderes ediles y comunales para publicitar, especialmente, las resoluciones o
decisiones asumidas por los cabildos. “Sólo hay una estación radial originaria, Machaca,
y las demás son privadas. Pero todas sirven para que la población pueda fiscalizarnos,
saber de los convenios que firmamos, y de las reuniones a nivel de autoridades”, asegura
el alcalde de la comuna, Adrián Aspi Cosme.

Las telecomunicaciones están presentes en Jesús de Machaca, por ejemplo, en el


poblado principal una vetusta antena parabólica se abre paso en el terreno de la iglesia
colonial para poder emitir la señal de radio Machaca. La telefonía está unida a los
servicios de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) y próximamente la
línea de Tigo; y los celulares han comenzado a proliferar entre los lugareños. No
obstante, todavía ellos carecen del servicio de acceso a internet.

El uso de reproductores de DVD y otros artefactos electrónicos domésticos en la


población se incrementa con el pasar de los años, sobre todo los últimos tres, cuando se
han implementado 15 proyectos de provisión de energía eléctrica en la zona, y hay otros
14 en carpeta para este 2008, con los cuales la Alcaldía espera que el porcentaje de
machaqueños con acceso a la luz artificial ascienda del 70 al 90 por ciento. “La energía
debe llegar especialmente a las unidades educativas”.

Los beneficiados con el sistema de la Empresa Rural de Energía Eléctrica de La Paz


pagan al mes, en promedio, 15 bolivianos. Y el Gobierno local apuesta por conformar
una cooperativa para mejorar el servicio. “Es que esta entidad no hace llegar luz para
todos, es más comercial. Si en Corpa no nos hubiéramos puesto fuertes, tampoco nos
habrían dado luz”, dice Quino, quien también se encarga de bajar la señal del estatal
Canal 7 para reproducirlo por el canal local 6, en Corpa.

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