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Advertencia
2 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
FE & Fidelidad Tere Michaels
TERE
Michaels
Este e-book es un trabajo de ficción. Si bien pueden hacerse referencias
es pura coincidencia.
3 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
FE & Fidelidad Tere Michaels
La temática que aborda esta novela, trata acerca de la historia de un hombre trabajador (Evan
Cerrelli) que –con familia y una vida de canto americano– queda devastado por la muerte de su
esposa, la única mujer que ha amado. Al comienzo de la historia, la escritora nos introduce en el
universo de uno de los personajes: en Evan y en cómo trata de superar su dolor, a pesar del tiempo
que ha pasado desde su pérdida, no se recupera y no encuentra una forma con la cual liberarse de
los recuerdos de su esposa, él es el eslabón que mantiene a su familia unida, pero cuando ese
eslabón empieza a desmoronarse cada vez más y más, incluso su familia se da cuenta que las cosas
no van del todo bien y todos a su alrededor sienten lo que pasa… Es en este punto de la historia
donde conocemos a Matt, un hombre adulto que lleva un estilo de vida que nunca deseó, estuvo en
la escuela de policía, fue detective pero la trágica muerte de un amigo lo hace reconsiderar la idea
acerca de qué y quién es realmente, de tal manera que se pregunta si él realmente se sacrificaría por
una vida del modo más desinteresado; luego de dejar las fuerzas policiacas, trabaja prácticamente
de guardia de seguridad, con una vida solitaria y sin un motivo para vivir.
Estos hombres se conocen a través del dolor y por medio del dolor se unen y empiezan a sentir una
electrizante atracción que ninguno de los dos entiende, pero el más decidido de los dos (Matt), pone
al descubierto sus sentimientos y pide tener una relación con Evan; ambos aceptan sus sentimientos,
pero no solo ellos se ven afectados con los recientes “acontecimientos”; todo comienza a mezclarse
en el entorno del estricto trabajo de Evan y de su familia –quienes realmente no saben nada de la
situación.
Creo que esta historia es una de las que más me ha mantenido enganchado, y la novela es uno de
mis bebés, es de mis favoritos. Nosotros generalmente habíamos estado trabajamos con romances
juveniles, libros con temática que casi nunca involucra a una familia. Aquí vemos a personajes más
sensibles, más reales y más complicados; por eso creo que ésta es una novela que todos amarán, tal
como yo lo hice, es un gran proyecto, espero que les guste y no olviden que habrá un 4to libro de la
serie ¡para que se queden pegados por más!
Zicaruth
Co!director de TH
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Índice de
CONTENIDO
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Créditos
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6 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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SINOPSIS
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se dirige su vida.
más profundo volviendo sus vidas del revés: niños, familias, carreras
que no son amigas de los gay – ¿Puede todo el amor del mundo superar los
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Prólogo
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L
levaba el traje azul marino, ya que era su favorito, con la camisa azul
claro, porque cuando ella miraba las mangas, éstas tenían una línea
delgada de color, que le recordaba a sus ojos1. Durante veinte minutos,
revolvió y rebuscó en el armario tratando de encontrar la corbata que ella
le había regalado la navidad pasada, pero sus ojos se llenaron de lágrimas y no pudo ver
nada.
Alguien, quizá su cuñada Elena, llegó y le dijo que la limusina estaba esperando
abajo. Él no se dio la vuelta, no estaba prestando atención a lo que decía. El dolor en el
centro de su pecho le aterrorizaba y no pudo encontrar su voz. Finalmente se dio por
vencido en la búsqueda de la corbata y se conformó con una azul con pequeñas hojas
verdes.
Caminó hacia el espejo, y comenzó a atarse la corbata con esmero para no ver su
propia cara. Se fijó en un punto aleatorio ‘la cabecera de su cama’ y de repente cayó en
un hoyo que había estado evitando desde que ella había muerto.
»─Mmm, bebé. ¿Qué hice para merecer esto? ─preguntó, apretando la boca
en su pelo rubio alborotado.
Ella se dio la vuelta, y se frotó los ojos todavía cerrados, una sonrisa ensoñadora
cruzó su rostro.
1
Hacemos la primera nota aquí para que se entienda el texto, Evan se refiere a su (propio) color de ojos, y que a Sherri
le encantaba como le combinaba a él, ese traje azul marino, ya que más adelante, se especifica que los ojos de ella son
color avellana, no azules. N. de los CC.
2
El Cuerpo de Marines de los Estados Unidos o Infantería de Marina de los Estados Unidos (en inglés: United States
Marine Corps, abreviado como USMC). N. de los TT.
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FE & Fidelidad Tere Michaels
Se había reído en voz baja, con facilidad. Tomándose el tiempo para hablar sobre
su día, con las manos acariciándolo por todo su cuerpo. Ella le contó una historia tonta
sobre sus aventuras y el coche y terminó con:
La mirada traviesa en los ojos color avellana fue su perdición, y se inclinó para
besarla profundamente. Después de casi veinte años de amistad y quince de pasión
física entre ellos, no hubo muchas sorpresas cuando hicieron el amor. Pero de alguna
manera, el placer vino de los ritmos, gestos y caricias no aprendidas, más que
compensado por cualquier misterio que les faltara.
Y tres días más tarde... tres días más tarde, su teléfono sonó en la comisaría y
ella había muerto.
El servicio duró seis dolorosas horas. Evan pasó todo el tiempo sentado en la
primera fila, y por lo menos uno de sus hijos se acurrucaba a su lado en todo momento.
Estaban febriles de dolor, inquietos y aturdidos por el llanto. Sabía que debía levantarse
y circular alrededor de la habitación llena de gente, pero sus piernas no cooperaban. Y
aunque apenas podía manejar la charla, se vio obligado a hacerlo cuando alguien llegó.
Miró a los invitados de rodillas ante el ataúd de Sherri. «Conjeturó acerca de cómo se
veía, tan maravillosa, tan joven y hermosa. Nunca hubiera adivinado que ella tuviera
treinta y cuatro años, madre de dos adolescentes y de dos un poco más pequeños.
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Nunca hubiera imaginado que un imbécil con una licencia suspendida hubiera
conducido su camioneta saltándose una señal de stop y golpeando el lado del Explorer
familiar matándola al instante». Entonces ellos se acercaron a los MacGregor, sus
padres, Phil y Josie, y a su única hermana, Elena y, finalmente, pasaron por delante de
Evan, expresando sus condolencias y cariño.
Escuchando la seriedad de Josie murmurando una oración junto a él, Evan pensó
en su propia familia. O al menos lo que quedaba de ella. Su padre se había largado, así
como los padrastros que conjeturó, estaban muertos ahora, el vejestorio de madre que
tenía estaba en un hogar de ancianos al norte del estado, perdiendo un año de su
memoria cada día. Él no había traído nada de su historia familiar a su matrimonio, no
había historias cáidas, nada de tías, ni tíos, mucho menos primos. Sólo pesadillas y
demonios que Sherri con ternura y calma se los llevaba a mitad de la noche. Todo lo que
había creado, se había filtrado a través de Sherri, a través de su infancia feliz, a través de
sus sueños de una gran familia.
Vic hizo la señal de la cruz y se arrodilló para rezar. Helena se frotó los ojos y
respiró hondo antes de dirigirse hacia donde estaba Evan y sentarse junto a Josie.
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─¿Me necesitas para algo? Cualquier cosa, todo lo que tienes que hacer es
decirlo.
»─No conocía a Sherri muy bien, pero… sólo quiero decir que me siento
terriblemente mal por su pérdida, Señora MacGregor.
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»─Sé cómo te sientes… por lo que estás pasando, Evan. Si necesitas hablar…
Fría y pálida en la camilla de metal, con la sábana limpia colocada sobre ella. Se
había borrado la mayor parte de la sangre. El lado izquierdo de su cráneo estaba
aplastado. Todo el aire de sus pulmones se le fue a Evan en aquel instante. Un médico de
urgencias le dijo en voz baja… que ella había estado en D.O.A. 3… probablemente murió
en el impacto.
»─Gracias, Vic.
Helena y Vic se quedaron el resto de la misa, para pasar a sentarse detrás del
hombro derecho de Evan una vez que la multitud se fue. Deseaba poder hacerles saber
lo reconfortante que era para él.
El cierre del ataúd fue la peor parte del día. Para ese momento, los familiares de
Sherri habían terminado sus despedidas, los niños habían aparecido rápidamente con
aquellos lloros histéricos. Una vez que los niños dijeron sus dolorosas palabras de
despedida, Evan se quedó débil.
3
D.O.A. Es el término médico utilizado cuando el paciente ya ha fallecido antes de llegar a los servicios de asistencia
médica. N. de los TT.
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Phil y Josie parecían sentir su desconcierto. Ellos gentilmente llevaron a los niños
lejos de él esperándolo en el coche. Sólo permaneció Elena, pero ella se mantuvo fuera
de la puerta de la sala del velatorio con el padre Deckard, dejándole a Evan privacidad.
Su amiga, su amante, su ancla. Ella hizo de todo, algo estable para él.
─Oh Jesús, Sherri. Oh nena, lo siento mucho. Debí haber permanecido más
tiempo en casa, debería haber hecho más. Oh, lo siento. Por favor, perdóname, Sherri
─lloró y lloró hasta que sintió que todo su ser se dividía en dos. Sentia que moriría
ahogado en el dolor y sólo el pensamiento lejano de sus hijos, le hizo recordar tomar
aire.
─¿Evan? Cariño, sólo respira, ¿de acuerdo? ─oyó decir algo al Padre Deckard.
─Asegúrese de que los niños no vengan aquí. Ellos no deberían ver esto.
─Oh Dios.
Se obligó a recomponerse, tenía que estar de nuevo en una sola pieza. Este no
era él, esto no ayudaría en nada. Tenía hijos a quienes cuidar. En algún momento tendría
que volver al trabajo. «Bueno, Evan. Esto es lo que eres. Sé un hombre. Sherri se ha ido,
pero todavía tienes responsabilidades. Vamos. Levántate y di adiós.»
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cuidara, para variar. Había sido la mejor esposa y madre, y él la amaba tanto que quería
que se fuera en paz. Amén.
Evan se secó los ojos con la manga y se alejó del ataúd. No miró hacia atrás. No
podía.
Él salió de la sala del velatorio, a través del vestíbulo decorado con buen gusto
por la funeraria… Los niños estaban amontonados en el asiento trasero de su sedán.
Danny y Elizabeth habían cedido ante el agotamiento y las otras dos niñas no parecía
que fuesen a durar mucho tiempo.
─¿Papi?
─Sí, ¿cariño?
Esto pareció calmar a su hija lo suficiente. Ella apoyó la cabeza sobre el hombro
de Miranda y cerró los ojos. Evan atrapó los ojos de su hija mayor en el espejo
retrovisor. Compartieron un momento de cansancio y luego Miranda cerró pesadamente
los ojos también.
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Capítulo 1
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M
att Haight se sentó en su coche, viendo la entrada del Stag Bar 4,
sintiendo mariposas en el estómago. Pensándolo mejor, sentía más
como si llevara en las entrañas, una avispa con una Uzi 5. Podía oler a
todos los policías que había allí desde el otro lado de la calle, en su
interior, en ese mar de azul, era el último lugar en el que quería estar en el mundo. Sólo
la fiesta de despedida de Abe Klein podría llevarlo a la ciudad, en una habitación llena
de detectives y policías; le recordó a Matt una y otra vez lo que ya no tenía en su vida.
Había pasado mucho tiempo desde que se había reunido con los policías de
Manhattan. Staten Island podría ser una colonia de leprosos, y para ellos, él era un
leproso que estaba mal de la cabeza. Porque nadie quería estar allí, y nadie quería
admitir saber nada de Matt Haight. Por otra parte, no había sido policía desde hacía casi
un año, por lo que, básicamente, a nadie le importaba una mierda, por triplicado.
Con las manos más temblorosas de lo que jamás admitiría, Matt sacó su alto, y
musculoso cuerpo fuera del sedán, él supuso que se trataba de algún tipo de cosa
psicológica, continuar conduciendo el coche de un detective, además, seguía vistiendo
como si aún estuviera en el cuerpo de policía. Él sólo no podía renunciar a la ilusión de
su vida anterior. Lo llamaban el teniente Matt en la empresa de seguridad en la que
trabajaba, y con una sonrisa que se veía forzada y falsa, se reía de la broma mientras se
alejaba. Se había puesto muy, muy derecho al caminar, una difícil lección aprendida por
sí mismo, siendo Matty, pero supuso que a sus putos cuarenta y dos años, bien podría
comenzar a actuar como un adulto.
4
Lugar, bar, o en este caso se refiere a la despedida de jubilación a la que Matt estaba por acudir. N. de los CC.
5
Arma de fuego. Subfusil de fabricación Israelí. N. de los CC.
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─¡Hey, Vic!
─Sí, sí. Era tiempo de un cambio ─se encogió de hombros, fingiendo que no
era gran cosa. Vic amablemente hizo lo suyo─. Tengo un trabajo decente, trabajando
para una empresa de seguridad corporativa. Analizamos la seguridad de las empresas,
protegemos el culo de los peces gordos de los empleados descontentos. Esa clase de
mierda.
─¿Buen dinero?
6
Los New York Yankees (Yanquis de Nueva York en español) es un equipo de béisbol profesional de las Grandes Ligas de
Estados Unidos, con sede en Nueva York (Estados Unidos). Pertenecen a la División Este de la Liga Americana. N. de los
CC. Tomado de la Wikipedia.
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─Estoy haciéndolo bien. ─«Puedo darme el lujo de cenar cada noche en un pub
de mierda situado en la misma calle de mi estudio. Estoy muy bien», pensó.
─Así que déjame hacerte una pregunta. ¿Crees qué puedes encontrar algo para
mí?
─Podría ser bueno. Estoy cansado estos días. Además, esto a veces, puede ser
realmente como un callejón sin salida.
Matt asintió con la cabeza. Él nunca lo habría hecho en otro momento, pero
recordó las propias relaciones de homicidios de su sub-oficial, en colaboración con el
otro departamento. Nunca creerías que existen cosas peores que la muerte, pero ahí
estaban.
─Hey, ven a conocer a algunos detectives de mi unidad ─por primera vez, Matt
se dio cuenta de que había gente a algunos metros de distancia, en espera de Vic. Un
hombre y una mujer. «Jesús», pensó Matt, «cómo echaba de menos esto. Deben ser
cosas de la edad, ¿cierto?». Él esbozó una sonrisa de diez mil vatios en su dirección.
─Helena Abbott, Evan Cerelli, conozcan a Matt Haight. Él solía ser el compañero
de Abe en homicidios.
─Club Soda.
─Lo mismo.
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─A pesar de la presión del grupo, Helena, solo quiero una Club Soda ─dijo.
─Uh, yo tomaré una cerveza ─empezó a hablar, resistiendo las ganas de olerse
a sí mismo o comprobarse los dientes para ver si tenía un pedazo de madera pegado en
la parte frontal entre dos de ellos.
─¿Lata o botella?
─Lata está bien ─dijo Matt, sin poder llegar a decir nada ingenioso.
Su sonrisa era cálida, pero sus ojos le indicaban que estaban en otra parte. Matt
no estaba recibiendo algún pitido en el medidor de interés. «Uh... ouch».
Las bebidas llegaron y Helena hizo de anfitriona. Su objetivo principal parecía ser
Evan. Ella siguió tocando su brazo y su brillante sonrisa iba hacia su dirección. La
conversación fue fresca y llena, atrapando a Matt hacia los viejos conocidos, salpicando
algunos «Recuerdo aquel tiempo» en todas las historias que lanzaba. Él escuchaba con
un oído, Helena era su distracción. No podía averiguar por qué se fijaba sólo en su
compañero. Este hombre no era un jugador, de eso estaba malditamente seguro, y
parecía algo rígido. Obviamente no sabía cómo responder al coqueteo de Helena.
Vic se excusó cuando vio a un amigo entrar en el bar, dejando a Matt convertirse
oficialmente en la tercera rueda.
Helena le sonrió.
Cerca de unos setenta y cinco de los mejores amigos de Abe estaban brindando a
su salud y, al parecer, al tamaño de su pene. Era una gran multitud. Dios, pero como lo
echaba de menos. Matt escrutó a la multitud y vio a su viejo amigo charlando con unos
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de los tipos de trajes 7 en la esquina. Tratando de evitar el contacto visual con alguien,
Matt cruzó la habitación.
─¡Matt Haight! ─gritó una voz. Matt se volvió y miró a la cara roja e hinchada
de Rick Hanlon, un ex compañero de clase de la Academia. Según lo que había
escuchado, Rick había estado cerca de convertirse en capitán. Si no hubiese bebido
hasta casi morir en primer lugar.
─Matt, cariño. ¿Cómo mierda estás, tío? Jesús, te dejan fuera de la patrulla por
esto ─los clones de Rick que estaban sentados en torno a su mesa rieron
obedientemente─. ¿Qué estás haciendo en la gran isla?
─Hey, Rick. No, no tengo una patrulla completa. Estoy fuera de los uniformes
azules. Trabajo en la seguridad privada…
Rick lo cortó.
─Sí, lo que sea. Nos vemos, Rick. ─Matt giró sobre sus talones, se fue a ciegas
de la misma forma en que llegó. Jesucristo. ¿Cómo llegó a pensar que esto había sido
una buena idea?
Podía sentir la mirada de todos sobre su espalda. Se sentía como America's Most
Wanted. 8 Hermanos en azul. Y una mierda. Hermanos hasta que no te sientes bien por
arrestar a una persona. Hermanos que cubrían su espalda, tenían su vida en sus manos,
7
Los que van vestidos con el uniforme de la policía. N. de los CC.
8
America's Most Wanted (normalmente acrotado a AMW) fue una pareja de lucha libre profesional compuesta por
"Wildcat" Chris Harris y "Tennessee Cowboy" James Storm y dirigidos por Gail Kim, quienes lucharon en la Total Nonstop
Action Wrestling. AMW llegó a ser uno de los equipos más reconocidos de la historia de la TNA, ganando en seis
ocasiones el Campeonato Mundial en Parejas de la NWA. Además, fueron nombrados en 2004 Equipo del año por la Pro
Wrestling Illustrated y en 2005, Equipo del año por la Wrestling Observer Newsletter. N. de los TT.
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hasta que decidió que la verdad era más importante que sus putos códigos. A
continuación, todas las apuestas estaban aparentemente cerradas.
Nunca más.
Matt se detuvo, respiró hondo, y se encontró de nuevo en el bar. Hizo una seña
al camarero, captó su atención con el sistema de agitar un billete de veinte, y pidió otra
cerveza. Cuando giró la cabeza, vio que los detectives de antivicio se habían trasladado a
una mesa en la esquina. Wolkowski no estaba. Probablemente estuviera en la sala
principal, pero una mujer atractiva se había sumado a Helena y Evan. Dios, ¿acaso no
había ninguna chica fea entre los de antivicio? Estaba considerando volver a saludar
pero lo pensó de nuevo. ¿Volvería para ser ignorado por dos mujeres?
Sin nada más qué hacer y, además de la opción más evidente y atrayente de
emborracharse, un cansado y retirado Matt miró a los tres detectives de la mesa del
rincón, todavía tratando de averiguar cómo Evan atraía a dos mujeres tan calientes hacia
él.
Pero cuando Matt dio un vistazo más cercano, se dio cuenta de que el detective
casi no reaccionaba a sus coqueteos; sonrió automáticamente, notó que el hombre
miraba a lo lejos, como si divisara una escena completamente diferente jugando dentro
de su cabeza. Después de unos momentos, Matt observó mientras él se excusaba y se
levantaba, cogiendo un teléfono celular del bolsillo de su abrigo mientras caminaba
hacia afuera. Cuando Matt se volvió hacia la mesa, vio a las dos mujeres con el ceño
fruncido, susurrando.
«Guau, que brillante detective eres Matt. Impresionante, no dejas escapar ni una
sola pista».
La puerta se abrió de nuevo y Evan volvió, seguido por otro hombre. Un tipo
redondo y calvo, con un traje barato, parecía diez años mayor de lo que aparentaba, sin
duda, era un policía. Hubo una charla general cuando Evan cogió otra silla para agregar a
la mesa y una conversación bastante amigable llenó el aire.
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Evan se sintió contento de haber traído a Moses allí, para que disfrutara un poco
de la atención de sus compañeros detectives. Atenuando la conversación mentalmente,
levantó los ojos al ver a Mattew Haight mirando la mesa con una expresión abatida en
su rostro. Evan le dio una sonrisa. Se sintió un poco mal por lo ocurrido antes en el bar.
Podía ver que Matt estaba interesado en Helena y ella no parecía darse cuenta.
Él sabía por qué, él estaba allí y Helena era dulcemente transparente. Ella había
estado trabajando tan duro en mantener un ojo sobre él durante todo el año pasado
que su relación de igualdad se había vuelto más una relación de enfermera y paciente.
Todas las mañanas ella le llevaba el desayuno y lo veía comer. Todas las tardes lo
molestaba con el almuerzo. Ella contaba chistes y trataba mantenerse con descaro tan al
límite, que en ocasiones le preocupaba que la mujer pudiera hacerse daño. Y antes de
despedirse el uno del otro por la noche, ella le recordaba la cena. La mujer estaba
obsesionada con sus hábitos alimenticios. A veces ella lo llamaba los fines de semana,
sólo para hablar, fingiendo que necesitaba su ayuda experta en algo.
Hizo un gesto hacia él para que se le uniera en la mesa. Haight vaciló por lo que
saludó con la mano de nuevo. El ex-policía hizo como si fuera a negarse, pero Evan podía
ver la soledad en su cara. Después de una pequeña pausa, el hombre alto se bajó del
taburete de la barra y se dirigió hacia la mesa.
23 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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Matt sonrió débilmente y acercó una silla. Todos se movieron un poco para que
las sillas encajaran en la mesa.
9
Súper Ratón, personaje de dibujos animados que es una parodia de Superman. N. de los CC.
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buscar ayuda, esto no podía seguir así, porque, francamente, tarde o temprano iba a
terminar cogiendo su pistola y poniéndosela en la sien. Y no podía hacerles eso a sus
hijos.
Los amigos en la mesa continuaron con su charla estridente. Matt sintió que su
cerebro vagaba otra vez. Había perdido la cuenta de las muchas cervezas que había
consumido, pero sabía que estaba lejos de estar ebrio. Su tolerancia se había construido
a un nivel bastante alto. Más policías fuera y dentro de la puerta. Más miradas
ocasionales en su dirección. Más débiles susurros de su nombre aquí y allá, cada vez
escuchaba menos de la conversación, eso se debía al licor barato. La espalda de Matt
poco a poco se puso más rígida, con los hombros arrastrándose hacia sus oídos con la
tensión y el malestar.
Evan le llamaba desde el otro lado de la mesa. Alzó la voz para hacerse oír entre
los gritos enfurecidos que ahora emanaban de Helena y Kalee, cuando Moses había
dicho algo particularmente ridículo.
─Veo a Abe justo allá. Está con Vic. ¿Has tenido la oportunidad de hablar con
él?
─Entonces vamos.
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Mirando hacia arriba, Abe irrumpió en una amplia sonrisa cuando miró a Matt y
se trasladó a darle un gran abrazo. Matt regresó el sentimiento y sintió un nudo en la
garganta. Él siempre olvidaba lo mucho que extrañaba al anciano.
Fue un alivio verlo retirarse de una sola pieza, el único de los compañeros de
Matt que había salido de eso. Trató de no pensar en sí mismo como el heraldo de la
muerte.
─Tenía la esperanza de que nos honraras con tu presencia ─le dio un guiño a
Vic─. Comprobé la mesa con las mujeres hermosas, tan pronto como entré.
«Porque ya sabes, Evan», se dijo, «si vamos a tener un recuerdo, tiene que ser
uno real». Se había hecho muy duro, trabajar tantas horas, dejándola para que cuidara a
los niños, la casa, su vida. Lo había hecho de manera brillante, por lo que le había
facilitado a él que se quedara esas horas extras, o quedarse para perseguir algo que
podría haber esperado honestamente hasta el día siguiente. Había habido un millón de
argumentos sobre él. Realmente fue la única cosa por la que habían discutido, cosa que
lo hacía aún más doloroso. Un problema que se podría haber resuelto simplemente
saliendo de la policía. Pero no lo hizo, y si los deseos fueran caballos o como sea que se
dijera el dicho.....
Vic estaba diciendo algo acerca de otra copa y Evan miró su reloj. Eran casi las
nueve, y había prometido a los chicos que estaría en casa a tiempo para decir buenas
noches. Maldita sea. Evan se excusó, entonces vacilante interrumpió a Abe y la
conversación de Matt.
10
En España se usan los términos: hornilla, fogón, placa, vitrocerámica, cocina, etc, a diferencia de Latinoamérica que el
termino es más conocido como “estufa”. N. de los CC.
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FE & Fidelidad Tere Michaels
─Disculpen chicos, pero tengo que estar en casa. Abe... Sólo quiero desearte lo
mejor desde ahora.
─¡Hey, Evan! Gracias por venir. Estoy seguro que nos veremos por ahí. Esta cosa
del ocio probablemente me aburrirá bastante rápido, y estaré corrigiendo algún error de
Vic regularmente. Tal vez imparta algo de mi sabiduría superior.
Evan sonrió.
─Oh sí. Eso sería una vergüenza. ¿Por qué salir a buscar a la próxima señora
correcta cuando puedo gastar mis jueves por la noche contigo, Moses y Vic?
─Hey, gracias.
─Sólo salir.
Matt asintió.
─Genial.
Evan le dio un apretón de manos a Vic y se fue a la mesa para recoger sus cosas.
Dijo adiós a todos y se fue rápidamente hacia la puerta, antes de que nadie pudiera
protestar demasiado.
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Matt vio miradas con ceño fruncido y susurros pasando por la mesa, en especial
de Helena que se frotaba la frente. Se volvió a Abe y Vic, que miraban con ojos
preocupados por su cuenta.
─Mierda.
Tal vez esa era la conexión. Duele con cada fibra de tu ser, cuando la cosa qué más
quieres es arrancada de tu vida.
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Capítulo 2
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M
att Haight estaba de nuevo en otro bar, otro viernes por la noche.
Cerveza, paga. Murmullos por todos lados. Ninguna compañía
femenina a la vista. Sí, bueno para variar. Vio su reflejo deformado en
el espejo detrás de la barra. Jesús, parecía una mierda. Él estaba
empezando a verse hinchado. Es hora de ponerse a dieta, volver al gimnasio. Algo. Lo
que sea.
Necesitaba hablar con alguien, sólo para sacar su mierda. Al ver a sus viejos
amigos hacía unas semanas, le hubiera gustado que Abe se hubiera esforzado más para
mantenerse en contacto. Vio a su ex-compañero, Phil O´Neill y a su familia en
vacaciones, pero eso fue todo. Pasó su tiempo a solas, en esa barra «o en una parecida
en alguna otra parte». No había hecho un nuevo amigo, ¿desde cuando... años? Se
sentía deprimido como una mierda. No sabía cómo conectar con nadie, y se estaba
convirtiendo en un ermitaño. Un ermitaño borracho. Matt comenzó a pensar en la fiesta
de Abe y recordó al chico que había conocido allí. ¿Evan Cerelli?
El viudo, Policía… parecía agradable. Tanto Vic Wolkowski como Abe le dieron
una buena calificación. Parecía como si él estuviera bien para pasar el rato.
Matt respiró hondo. «Resuélvelo Matty, resuélvelo. Mueve tu culo y haz algo
acerca de tu lamentable estado».
Comprobó su reloj, vio que eran casi las nueve. Evan estaba en casa ahora, pero
Matt pensó que podría dejarle un mensaje. Tal vez podrían quedar para la próxima
semana. Se acercó a la puerta para darse un poco de privacidad y abrió su móvil antes
de perder los nervios y buscó por el registro de memoria, Antivicios, «a veces la
memoria es como una trampa de acero». Preguntó por Cerelli Evan. Distraídamente
miro alrededor de la barra casi vacía, preguntándose qué perdedor buscaría un basurero
como ese para emborracharse. Luego oyó una voz que le habló al otro lado de la línea.
─Cerelli.
29 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
FE & Fidelidad Tere Michaels
─Hola, Matt.
─Eh... me recuerdas...
─Bueno, sí. ─Evan se rió en voz baja al otro lado del teléfono. «A veces la
memoria es como una trampa de acero».
─Este fin de semana, mis hijos se quedan en casa de sus abuelos ─dijo Evan, y
Matt pudo oír la amortiguación distinta de su voz─. Simplemente estoy poniéndome al
día con unos papeles.
Y la mentira salió sin que Matt se diera cuenta de por qué se sintió molesto.
─Sí. ¿Quieres venir? Podríamos conseguir algo de bebida ─una risa hueca─. Yo
lo podría hacer.
11
Es un barrio del distrito de Manhattan en Nueva York, que se encuentra entre Central Park y el Rio Hudson. N. de los
CC.
30 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
FE & Fidelidad Tere Michaels
del barman. Luego se dirigió hacia la puerta. Había una hora de camino para llegar
desde Staten Island 12 hasta Midtown. ¿Coche o ferry? Se decidió por el transbordador
ya que presumía que legalmente iba ebrio y cruzó la calle, en dirección a la estación.
«Mira, eso fue fácil», pensó Matt. Las cosas ya iban por buen camino.
Los niños necesitaban esta pausa, la casa era un testimonio vivo de la vida de
Sherri y un constante recordatorio de su muerte, y sabía que tenía que hacer por ellos
todo lo que necesitaran. Estaba agotado de mantener la fachada como si todo fuera
normal y sus familiares habían elegido la última vez que «se dejó caer 13» para hacer una
visita rápida. ¿Cómo alguien de Long Island podría «dejarse caer» en Queens? no tenía
ni idea, pero en aquellos días prefería mantener su relación con Phil y Josie con una
distante amabilidad tanto como le fuera humanamente posible. No tenía ningún interés
en escuchar las voces y comentarios que le hacían pensar en cómo estaba
sobrellevándolo todo. Ellos insistieron en llevarse a los niños durante el fin de semana,
los recogió de la escuela y los llevó directamente a la Isla. Se comprometieron a
devolverlos para la noche del domingo. Eso le brindaría a Evan “tiempo para descansar”.
«Oh, sí, porque ya se sabe, que dormir en una casa vacía, sintiendo la ausencia de su
difunta esposa y de sus hijos, era el tipo de relajación que necesitaba a gritos».
12
Isla perteneciente al Estado de Nueva York, siendo este uno de los cinco distritos metropolitanos de la ciudad de
Nueva York. ¡Uff! hasta geografía aprendemos por aquí. N. de los CC.
13
Se refiere a que les hizo a los padres de Cherri, una visita inesperada, prácticamente sorpresa XD. N. de los CC.
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Evan lanzó un suspiro. Pensó que quizás, con el estómago lleno de licor, tal vez
podría dormir unas pocas horas en la noche. Eso era lo mejor que podía esperar.
Lentamente, Evan se volvió para ver quién había entrado en la sala de la brigada.
Con excepción de los uniformados que ocasionalmente vagaban en busca de comida,
había estado solo todo el tiempo.
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─Dame uno de cada uno ─dijo Matt. Con eso deberían tener para toda la
noche, grasienta comida de bar y cerveza. Iba a tener que empezar a correr por la
mañana.
─Nah, confío en los policías ─se dio media vuelta y regresó a la limpieza de la
bebida desparramada en la barra, frente a un hombre de negocios que parecía tener la
vista nublada.
Llevaron la jarra y los dos vasos, recogían las pequeñas mesas para dejarlas
preparadas, Matt ausentemente se preguntó si se trataba de una habilidad aprendida o
la inclinación natural, lo que hizo al camarero ser capaz de detectar a un policía a
cuarenta pasos.
Matt se sentó y tomó su cerveza, elevándola para brindar por su pareja ahora
más allá del olvido.
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─Suena perfecto.
Al cabo de un mes, se reunían para tomar una copa de forma semanal, cada vez
que Evan estaba libre. Los niños fueron para Evan, la primera prioridad y pasó en casa
con ellos todas las noches que le había sido posible, pero sus suegros cada vez lo
presionaban más para que pasaran las noches con ellos. No pudo decir que no, Evan vio
cómo sus hijos fueron acomodados en la camioneta de los abuelos y se despidieron. No
culpaba a sus ansias de comidas caseras y cálidos abrazos. Ahora él era un fantasma,
rondando por la casa con silenciosa desesperación que se hacía más grande y pesada
cada día. No sabía cómo hacer las cosas especiales, del modo en que lo hacía Sherri.
Apenas podía manejarse él mismo. Su única salida además de su trabajo, era sentarse
cómodamente frente a Matt Haight y beber hasta que veía doble.
Empezaron con el deporte, mierda policiaca, cosas superficiales hasta que los
rumores se convertían en rugidos y luego la horrible verdad salió a la superficie.
Tal vez fue la cerveza o la tranquila intimidad de sentarse tan cerca juntos en la
oscuridad. Evan se abrió a Matt como no lo había hecho jamás con nadie en su vida. No
hubo palabras de consuelo o consejo cuando Evan habló de su mujer muerta en la
camilla, deseando tener cinco minutos a solas con el hijo de puta que la mató, para
haberle aplastado el cráneo de la misma manera que él hizo con su mujer.
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Evan se limitó a asentir cuando Matt arrastró todo su odio a sus hermanos, por
arruinar su vida, aunque él sabía que sólo era culpa suya, la culpa de haberlo perdido
todo. Evan acordó sin pensarlo, alcanzar la jarra para llenar hasta el borde los vasos.
Sabiendo cómo se sentía.
Matt no sabía nada de Evan pero esa semana estaban sentados en la zona
oscura, hablando, escuchando, bebiendo. Habían creado una especie de capullo con sus
miserias, un refugio seguro en el cual sentirse como un pedazo de basura. Para estar
cansados y amargados como fracasados, sin excusas.
─Así que tengo las entradas de los Giants14 para este fin de semana, ¿te
apuntas?
14
Los New York Giants son un equipo profesional de Fútbol Americano de la zona Metropolitana de Nueva York. N. de
los CC.
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─Está bien.
Después de colgar el teléfono, Matt volvió a empezar a hacer la cena: dos Lean
cocinadas en el microondas y la ayuda de una botella de Coors 15.
Se pudo imaginar los ojos de Evan frente al espejo del baño, lavándose la cara,
frotándosela con las manos húmedas. Trató de no pensar en eso demasiado tiempo,
porque planteaba una cuestión mucho más grande que lo que él estaba dispuesto a
reflexionar.
Podía ver el tatuaje USMC en la parte interior del brazo de Evan, un recuerdo de
su breve tiempo en el ejército antes de que su matrimonio y la paternidad le pidieran
regresar a casa. Y eso era todo lo que Matt pudo recordar.
El segundo sueño, ocurrió un par de noches más tarde, fue bastante inolvidable y
esta vez Matt no tuvo que descifrar su significado. Se despertó con un sudor frío, su
corazón retumbaba en sus oídos. Las sábanas estaban húmedas. Pero no era una
pesadilla.
15
Marca de cerveza. N. de los CC.
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En este sueño, y en todos los que siguieron, se encontraba en algún lugar oscuro
y suave... lado a lado, casi se tocaban. Matt susurró, porque casi se sentía en el cielo.
Casi.
Evan no dijo nada. Era poco más que un fantasma, sus ojos irradiaban una
especie de luz... y luego se fue hacia Matt, levantando el brazo hasta apenas alcanzar
sus labios. Sin pensarlo dos veces, Matt pasó la lengua desde la muñeca de Evan hasta el
hueco de su codo. Lentamente. Luego siguió su camino. Hasta el antebrazo, degustando
los músculos. Pasó por el hombro, por la inclinación de su clavícula. El sabor era
adictivo. Ah, y la boca...
Su boca.
Tras el último sueño, fue a la mañana siguiente que él había hecho los planes con
Evan para ver el juego de los Giants, Matt terminó con las manos enterradas en su pelo,
respirando profundamente, casi se dio la vuelta para comprobar y asegurarse que no
había nadie en la cama con él. Este sueño lo estaba volviendo loco. Cada noche de
mierda en las últimas dos semanas se despertaba temblando, y con el miembro duro, la
boca le ardía con el recuerdo de su imaginación. Esto nunca le había sucedido antes.
Siempre habían sido estrictamente mujeres, al cien por cien. Perdió su virginidad a los
catorce años, por la gracia de Cristo. Por supuesto, los últimos años el éxito había sido
inferior, y honestamente no podía recordar la última relación real que había tenido.
«¿Al igual que la que tienes con Evan, idiota?» Su voz interior sonaba muy baja,
como la de su fallecido compañero, Tony, una especie de cruce entre un hombre sabio y
un padre.
¡Oh, no! Matt sacudió la cabeza violentamente, lanzando las mantas de nuevo
para levantarse. Trató de fingir que la erección era el resultado de la necesidad de echar
una meada, pero no, se estaba engañando a sí mismo y oye, a su pene tampoco lo podía
engañar.
¿Envejecimiento prematuro? ¿Alguna vez alguien lo había mirado con algo más
que compasión? ¿O desprecio? ¿O afecto casual? Él quería lo que Evan le daba, lo que él
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hablaba desde el fondo de una jarra de cerveza. Quería amar a alguien como para llorar
por él.
También quería dejar de soñar con pasarle la lengua a Evan Cerelli por todo su
cuerpo. «¡Hey! Así podríamos empezar por ahí y trabajar el resto del cuerpo más tarde».
Por lo visto, el domingo iba a ser difícil. Duro. Gimió internamente. «No me lo
recuerdes», pensó, tratando de ignorar las pulsiones en la ingle. Es sólo una fantasía, eso
no quería decir que era gay. No significa nada, como si el asunto fuera un hecho dedujo
que todo se debía a que pasaba mucho tiempo con Evan, la primera persona en mucho
tiempo que escuchaba a Matt, que le hacía sentirse cómodo, tranquilo. Su
subconsciente lo equiparaba al sexo con facilidad, ya que no había tenido en mucho
tiempo. Hombre, todo el tiempo que le había dedicado a su amiga Liz, lo había reducido
al hecho de parecer un analista de sueños. ¡Qué impresionante! Tal vez debería hacerle
una llamada y pedir su opinión sobre: He sido un tipo heterosexual toda mi vida y ahora
tengo sueños con otro tipo que se ha convertido en mi mejor amigo. Y también es
hetero. No, en realidad no quería escuchar lo que ella tenía que decir. Era probable que
le interesara más el canto de un cisne en un muelle.
Cristo.
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Capítulo 3
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E
l viernes antes del partido de los Giants, su día libre, Matt Haight comenzó
su día corriendo y lo odió después de cinco minutos. Se sentía exhausto
mientras corría alrededor de la manzana una vez, dos veces, tres veces,
saludando a la guardia del cruce mientras pasaba.
─No soy un anciano. Recuperaré la forma ─se sintió mejor anunciando este
hecho a su cabina de ducha. El eco lo hizo sonar como algo importante.
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¿Por qué no gastar algo? La primera cosa que el apartamento necesitaba era una capa
fresca de pintura.
Quizás Evan podía venir y ayudarle… sí, y quizás ellos podían alquilar películas de
gladiadores y liarse en el sofá.
«Pintar. Piensa en pintar. ¿Será el amarillo un buen color? ¿Color crema? Nunca
conocí la diferencia entre los dos».
Entonces él comprendió que tendría que llamar a Matt y hacerle saber el cambio
de planes. Acomodó a los niños, deseándoles buenas noches y cogió el teléfono.
16
No os confundáis, ya se explicará más adelante quién es Elena (sin H), y quién es Helena (con H). N. de los CC.
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Dejándolo sonar, sonar y sonar. Sin respuesta. Sin contestadora. El móvil fue
directamente al buzón de voz, que declaró estar lleno.
Una vez que Matt empezó, encontró difícil parar. Pintar. Y limpiar. Y tirar la
mierda.
Gracias a Dios, su único vecino real era sordo como una tapia, así Matt se
mantuvo trabajando hasta bien pasadas las ocho en punto. Al principio iba a cubrir sus
muebles, pero se veían como la mierda que eran, así que por qué molestarse. Él dejó el
colchón en el suelo. Todo lo demás se fue al contenedor detrás del apartamento. A la
pintura que había comprado la llamaron Eggshell 17 y parecía beige en las paredes. O
puede que lo que pensaba que era beige en la actualidad resultaba ser Eggshell.
Consideró este misterio de la vida mientras pintaba su apartamento.
Una hora después, él estaba acurrucándose en su colchón, bajo cada manta que
tenía y dos abrigos. Menos mal, el agotamiento mantendría sus más eróticos sueños a
raya y finalmente tendría una noche decente de sueño.
17
Cascara de huevo. N. de los TT.
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─Vamos a hacerlo todo ─dijo Evan, intentando animar el día. Películas, juegos
de mesa, cena, Al final, lo que acordaron, se había convertido en un día de Acción de
Gracias cuando el timbre sonó.
─Oh no. ─Evan sabía exactamente quién estaría de pie en frente de su puerta.
Había olvidado completamente intentar llamar a Matt de nuevo.
─Hey.
─Hey. Acerca de… ─y luego, echando un vistazo un poco del padre a la casa,
alcanzó a ver la mesa del desayuno, llena de Cerelli tamaño mini sobre el hombro de
Evan.
─Lo siento, intenté llamarte. Los planes no salieron como lo planeado. ─Evan
se sintió fatal─. Siento que hayas conducido todo el camino hasta aquí.
─Las entradas…
18
El Panqueque o tortita (del inglés pancake, también se le suele llamar en Estados Unidos hotcakes, griddlecakes, or
flapjacks) es un pan plano de origen ruso, se les suele confundir con el crêpe o crepa. Sólo queríamos aclarar el término,
ya que como en algunos sitios soléis llamarlos pancakes o hotcakes… N. de los CC. Tomado de la Wikipedia.
19
Scrabble es un juego de mesa donde cada jugador intenta ganar puntos mediante la construcción de palabras en un
tablero. N. de los CC. Una vez más, gracias Wikipedia, siempre eres de gran ayuda.
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─¡Hola! ─una voz gritó detrás de los dos hombres. Elizabeth, siempre la
directora social─. ¿Quieres algunos panqueques?
─Uh, seguro.
Evan se rió.
Matt entró en la ordenada casita, tenía toques hogareños. Fotos de los niños en
todas partes. Piano. El acogedor sofá y cortinas con adornos. Parecía como el escenario
de una serie televisiva.
─Bien, hola.
Matt intentó seguir el hilo de la conversación de los niños mientras ellos estaban
presentándose. Miranda, la mayor, rubia y guapa, con los ojos de Evan y un aire astuto a
su alrededor. Kathleen, también rubia, también guapa. Ella parecía tímida, agachando su
cabeza cuando Matt le sonrió. Elizabeth, una autentica belleza con el cabello oscuro y
rasgos de Evan. Ella irradiaba calidez y saludó con entusiasmo a Matt. Él sabía que había
hecho un amigo instantáneo. Y finalmente Danny, que era menos comunicativo que sus
hermanas. Se sentó en sus manos, balanceando los pies de nuevo en su silla.
─¡Está bien!
Matt se encogió de hombros, recordando sus modales en la mesa con los niños
alrededor. Comió sus panqueques.
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─No he jugado en mucho tiempo así que, una chica lista como tú podría
probablemente patearme el trasero.
─Quizás en otro momento, suena que es sólo para la familia, como un divertido
día familiar.
Evan tomó nota del anhelo y de la tristeza en la voz de Matt y dio una rápida
mirada alrededor de la mesa. No sabía qué hacer, tanto como él quería un tiempo con
sus hijos, a él le encantaría aliviar un poco la presión y tener a otro adulto alrededor.
─Bien, sí, pero estaría bien si tú quieres esperar un rato, mientras tanto. Al
menos juega una partida de Scrabble. Quizás alguien pueda finalmente ganar a papá.
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─Una para los mayores, no he visto esta película en años, Gladiador 21.
Matt tuvo que dejar la tienda, avergonzado, respirando con dificultad y tan
fuerte, que pensó que podía perder un pulmón.
─Hey, está nevando. ─Evan había ido a ponerle otro vaso de té helado a Matt;
incomodo comprendió que ésta era la primera vez que ellos habían pasado tiempo
juntos sobrios, y echó una ojeada a la ventana de la cocina.
─¡Calma! ─gritó Elizabeth, corriendo delante de la ventana, con los otros tres
pegados a sus talones.
20
PG-13 es una clasificación que se les da a las películas en Estados Unidos, ésta sugiere que el contenido de la película
debe ser supervisado por los padres y que puede tener contenidos no apropiados para menores de 13 años. N. de los
CC.
21
En España es “El Gladeador”. N. de los CC.
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─Recuerdo que estaba sentado allí con la radio bajo las sabanas conmigo,
rezando a todos los santos que pudiera recordar para que mi escuela llamara y dijera
que no había clases
Evan suspiró.
─¿En serio? Los chicos se están comportando muy bien en este momento. Pero
sus verdaderas personalidades pueden fácilmente aparecer al estar aislados por la
nieve.
─Por favor, trabajé en Homicidios. Puedo manejar cualquier cosa que ellos
hagan. Yo únicamente los manejaré con películas, juegos, comida chatarra y enormes
cantidades de azúcar. Si todo eso falla, sólo le extenderé un cheque a cada uno.
Los planes de la cena fueron cambiados debido a las inclemencias del tiempo.
Evan rebuscó a través de la despensa, tratando de llegar a algo, mientras Matt y los
niños estaban tumbados en el salón, riendo histéricamente por la película que Matt
había jurado, no era demasiado PG-13ish.
─Papá, cálmate ─llamó Miranda─. No es nada que los niños no hayan oído
antes.
─!¿A quién estás llamando niña?! ─gritó Kathleen, lanzando una almohada a
su hermana, quien rápidamente devolvió el favor.
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─Eh, estoy intentando oír las palabrotas, aprender unas pocas nuevas… si no te
importa ─el grito de Matt, puso a Elizabeth y Danny histéricos.
Evan se puso a trabajar haciendo pasta, sonriente mientras pensaba que este día
estaba resultando ser verdaderamente placentero.
─Ah vamos, tío, estoy seguro que podré llegar a casa en unas seis o siete horas.
─No hay manera de que los niños tengan escuela mañana, no parece que la
nieve pare.
─¿En serio?
─Vale, vale. Si te atan y toman tus tarjetas de crédito, bien, estás advertido.
Miranda quiso quedarse despierta y ver Gladiador, así los tres «adultos» se
acomodaron y pusieron la película.
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─Estaré bien. Por lo general me quedo despierto hasta tarde de algún modo.
Se hizo mayor con tanta ira, odio y dejadez. Recordó las bofetadas, los viciosos
ataques violentos, verbales y físicos. No pudo recordar un día como hoy en toda su
infancia.
─Estoy casi segura que puedo patear tu trasero en el Área 51 22, papá.
22
Es un videojuego basado en las historias de ovnis, extraterrestres y militares que se cuenta existen en esta área de
Nevada, disponible en Xbox, PS2 entre otros. N. de los CC.
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─Así…
─Eres el único que tiene que ir a trabajar. Sólo voy a pasar el tiempo aquí y a
dejar que tus hijos corran desenfrenados.
─Uh, sí.
Matt odió la nota de resignación en la voz de Evan. El día había sido tan alegre,
que él no quiso terminarlo de este modo.
Evan mantuvo las luces apagadas mientras él se desvestía. Se cepilló los dientes
con sólo la luz de la noche. En sus calzoncillos, y en su camiseta USMC, fingía que
todavía llevaba el perfume de Sherri, se arrastró bajo las sabanas, temblando de terror.
Escabulléndose todo el camino a las afueras en «su» lado, Evan ocultó su cara en la
almohada y rezó con todo el corazón para quedarse rápidamente dormido. Trataba de
centrarse en el día, en la felicidad de los niños. Matt. A él le gustaba tenerle allí. Le
gustaba escucharle reír y bromear con los niños. Le gustaba el hecho de que sabía que
Evan dormía en el sofá y no actuó como si fuera la gran cosa.
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Matt saltó y fue arriba, siguiendo el sonido hasta una habitación al final del
pasillo.
─¿Evan? ─susurro Matt, moviéndose hacia la cama─. ¿Evan? Soy Matt. ¿Estás
bien?
Matt fue al borde de la cama, y, antes de que pudiera pararse, alargó la mano y
tocó el hombro de Evan.
─Calma. ─Matt usó los nueve kilos que tenía de más en el hombre más joven,
para mantenerlo tranquilo─. Sólo estabas teniendo una pesadilla. Relájate.
─Oh Dios. ─Evan estaba gimiendo ahora. Se apartó, envolviendo sus brazos
alrededor de las rodillas─. Oh Dios. Por favor hazlo parar.
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─No me dejes, ¿vale? No puedo… no puedo hacer esto más. ─Evan farfulló─.
No puedo dormir. Cuando duermo recuerdo cuánta sangre había. Ella está ahí y veo la
sangre.
Matt subió el brazo de Evan a su hombro. Por detrás de su cabeza. Gracias a Dios
estaba oscuro porque él no quiso ver lo que estaba haciendo. Sólo quiso fingir que esto
era un sueño.
─Shhh.
Matt tocó su cabello, suave bajo los dedos. Los sollozos disminuyeron
profundamente, respiraciones húmedas. Apretó detrás del cuello de Evan suavemente,
rozando su pulgar contra la piel. Oyó el suspiro que hizo Evan, el cual envió una cálida
emoción que atravesó el cuerpo de Matt.
Esto no era un sueño. La mano de Matt se calmó. Oh Dios. Esto estaba yendo
demasiado lejos. Matt se soltó y el silencio le envolvió. Él esperaba un golpe, dos. Diez.
─Túmbate. ─Matt alargó la mano y ayudó a Evan a volver bajo las sábanas─.
Voy a sentarme aquí, ¿de acuerdo? Cierra los ojos.
─No me dejes.
─No lo haré.
─Yo… yo…
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─¿Qué Evan?
Matt suspiró.
─Ve a dormir, Evan. Por favor. No puedo hacer esto bien ahora.
Evan siguió su consejo y dejó de hablar, por lo que Matt estuvo eternamente
agradecido. Se tumbo cerca de él, escuchándolo respirar. Escuchando a las quitanieves.
Preguntándose cómo demonios iban a enfrentarse a todo esto por la mañana.
«No me importa que me toques de esa manera». Una y otra y otra vez.
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Capítulo 4
[Regresar al Índice de Contenido]
E
van se despertó puntualmente a las seis.
«Buena mierda».
Se deslizó de la cama, dando un vistazo al lugar donde Matt dormía, con un brazo
echado sobre los ojos. La débil luz de una mañana de invierno lanzó una línea pálida en
la mitad inferior de la cara de Matt, que tenía el ceño levemente fruncido.
Realmente nunca habían hablado de sexo, era extraño, como hombres que eran,
él pensaba que sería lo primero. Pero eso estaba muy bien con Evan porque su
contribución era corta y dulce. Había oído de la reputación de Matt, infiernos, viendo su
reacción a las mujeres como Helena, nunca le pasó por la cabeza que a Matt también le
gustaban los hombres. Que le gustara él.
De pronto, las cosas tenían sentido. Las miradas que había captado por el rabillo
de su ojo. La forma en que Matt acercaba su silla durante sus sesiones semanales de
cerveza. Anoche. La pesadilla de Evan había atraído a Matt a su cuarto, su desesperación
y la angustia le hicieron entrar.
Evan dio un paso dentro de la ducha y dejó al agua caliente escaldar su piel. No
podía creer cómo las cosas se habían equivocado. Su amistad con Matt se había vuelto
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muy importante para él; había llegado a depender de él. Y ahora todo iba a disolverse
con torpeza.
Torpe porque Matt podría estar esperando que su relación… progresara. Torpe
porque Evan le había dicho que no le importaba su toque, que era la pura verdad de
Dios. Fue un salvavidas el sentir las manos de Matt sobre su brazo, sobre su hombro, en
su pelo. Un escalofrío corrió por la piel de Evan. El vapor lo cegó durante un segundo y
apoyó ambas manos contra los azulejos. El quería… quería más. Él quería que alguien lo
sostuviera y acariciara su pelo y le dijera que todo estaba bien, aunque supiera que no lo
estaba.
Su propia sexualidad nunca había sido cuestionada, nunca había pensado en ello.
Había conocido a Sherri en su pubertad y se había enamorado profundamente de ella,
perdieron su virginidad juntos, a los dieciséis años. Y eso fue todo. Podía mirar a otras
mujeres, reconocer su belleza, su atractivo sexual, pero nunca le pasó por la cabeza dar
un paso más allá. Sherri le encendía. Sherri satisfacía sus deseos sexuales. Entonces eso
lo hacía hetero, ¿verdad?
Excepto que este encuentro con Matt lo había desconcertado. Cómo iba a decirle
a este hombre: «Sí, sentí algo por ti anoche. No, no estoy seguro de lo que es. Y deseo
por Dios poder tratar de averiguarlo, pero sentir esto por otra persona es demasiado
aterrador y abrumador».
Matt había rodado, boca abajo, tendido en todo el colchón. Seco y vestido, Evan
se detuvo en el filo, viendo al hombre en su cama como si fuera la primera vez. Un
cuerpo compacto, espeso cabello castaño. Le gustaba la forma en que los ojos de Matt
le sonrieron durante todo el día de ayer. Le gustaba la forma en que Matt caminaba,
poderoso. Ordenándole. Le gustó la forma en que la mano de Matt le había tocado la
noche anterior, espantando el dolor con cada caricia.
─Oye, papi ─dijo adormilada─. Vamos a estar en casa todo el día. Acabo de
oír que la escuela primaria ha anunciado que las clases se han suspendido por la nieve.
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─Sí, eso pensé. Oye, Matt va a quedarse durante el día, hasta que llegue a casa.
─Cielos. ¿Crees que necesitamos una niñera? ¡Tengo dieciséis años, papá!
─Miranda cobró vida, sentándose derecha en su cama.
─Lo sé, lo sé, pero sígueme la corriente, ¿vale? ¿Qué pasa si hay problemas con
el horno o la electricidad? ¿Qué pasa si necesitas llegar a alguna parte? No puedes
manejarlo todo sola, y ciertamente no con este clima.
Miranda suspiró su disgusto, pero Evan pudo ver que no iba a discutir.
─¿Ves? Eso sí que es una gran ventaja, deberías haberlo mencionado primero.
Evan tuvo que sonreír con eso. Cruzó la habitación soltándole un beso en la
cabeza.
─Oye, papi, él es muy agradable. Me alegro de que hicieras un amigo como él.
Un dolor estaba comenzando a formarse detrás del ojo derecho de Evan. ¿La
culpa? ¿Estrés? ¿Agotamiento? Todas las anteriores.
─Sí. Y gracias por haberlo invitado a quedarse ayer. Pienso que pasó un buen
rato.
─Sí.
─Adiós, papi.
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Evan apuntó una nota rápida para él y la dejó en la nevera. Prometió volver a
casa lo antes posible. Diciéndole que lo llamara si surgía algún problema. Le dio las
gracias de nuevo por este gran favor.
Cómo se las arregló para llegar al trabajo antes que Helena y vencerla, desde
Queens nada menos, a la estación estaba más allá de su comprensión. Estaba en su
escritorio a las nueve. También estaba Moses. Y ese era el equipo.
Una hora más tarde una desaliñada Helena entró pisoteando. Parecía que
alguien la había pateado en un banco de nieve.
─¿Y bien?
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─¿Desde Queens?
─Argh.
Evan sabía que Helena odiaba estar helada y mojada. Ella también solía odiar a
Moses cuando estaba irritablemente alegre y limpio cada enloquecido día, bueno eso
era hasta que se tomara dos tazas de café, entonces ella lo adoraba. Y Evan venciéndola
en esta mañana había sido la guinda del pastel.
─¿Estás bien?
─¿Qué?
─Dudo que los teléfonos vayan a sonar el día de hoy. Todos los pervertidos
están atorados en la nieve.
Evan echó una mirada más a Moses. Esto, obviamente, no era para sus oídos.
Helena se mordió los labios.
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─Ajá.
─Ajá.
─Creo que… creo que ella ha desarrollado ciertos sentimientos… sexuales… por
mí. Y estoy bastante seguro de que me estoy empezando a sentir ah... de la misma
manera.
─Bieenn…
─Es muy complicado ─oh, Dios mío, bienvenido al eufemismo del año.
58 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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─Supongo. Pero eso es sólo parte de ello. Una parte bastante grande. Y la otra
parte de esto es bastante grande también. Sería muy, muy difícil para nosotros…
convertir esto en una relación íntima.
Helena no dijo nada. Evan miró por el rabillo del ojo y la vio mordiéndose los
labios.
─¿Puedo decirte lo bueno que es verte de mal humor? ─por fin habló.
─¿Qué?
─No. Echo de menos el mal humor que solías enseñarme de vez en cuando.
─Gracias, Dios. No creo que pueda ser hoy alegre. Mi ropa interior esta
húmeda. Y no en el buen sentido.
Evan se echó a reír. Se rió en sus manos hasta que sintió lágrimas. Casi perdió y le
dijo a Helena la verdad. Casi.
23
Como decir: Helena conforme, en una nota más adelante, se explicará mejor este término. N de los CC.
59 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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─¿Sexo?
─Amor.
─Hey, chicos.
─¡No hay escuela hoy y la nieve se acumula todo el camino más allá de la
ventana de enfrente! ¡Es tan genial! ¿Podemos salir a jugar?
─Uh seguro, Danny. ─Matt se sentó restregándose los ojos─. ¿Tu papá salió a
trabajar ya?
─Hace un par de horas ─dijo Miranda. Matt miró hacia arriba para verla
apoyarse en la jamba de la puerta. Sus ojos fríamente contemplaron la escena y pudo
leer su confusión. ¿Qué exactamente estaba Matt haciendo en la cama de sus padres?
─Sí. Hey, vamos a conseguir algo de comer, y luego vamos a salir y pasar un
buen rato. ─Alegría forzada. «Excelente trabajo, Matt. Engañaste a los pequeños, pero
Miranda no lo va a dejar tan fácilmente. Rápido. Miente»─: Su papá fue un gran
compañero por ofrecerme una cama. Uff… espalda dolorida ─hizo un estiramiento
exagerado.
60 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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Matt no creyó que encontraría algo que le sirviera, tenía por lo menos nueve
kilos y unos cuantos centímetros más que Evan, pero abrió el cajón y miró a través de las
cosas.
«Querido Dios, por favor que no pase nada raro como quedar excitado porque
estoy mirando en el cajón de la ropa interior de Evan. Amén».
Siguió repitiendo una y otra vez en su cabeza. Los toques, los suspiros, y lo más
importante: Evan diciéndole que no le importaba… Jesús. Deseaba poder asaltar el
gabinete de licor como una niñera adolescente. Pero cada vez que pensaba en
derrumbarse, Elizabeth o Danny o incluso Kathleen le transmitían una sonrisa
maravillosa, y se reían en su dirección, sentía un suave calor tibio sobre su cuerpo. Y
entonces deseó que Evan estuviera aquí, disfrutando del momento.
─Está bien.
─Duh.
61 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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Evan sonrió.
─¿Moses?
Wolkowski estaba sentado en su oficina, con los pies para arriba, tomando una
siesta.
─Que se diviertan.
Se fueron. La nieve había dejado de caer hacía horas, pero la limpieza estaba
todavía en marcha. El tráfico avanzó lentamente. Algunas personas se apresuraban a lo
largo de las aceras.
─No creo que alguna vez haya montado en un coche con tanta nieve contigo.
¿Eres digno de confianza?
─¿Cuál es?
─¿Haight Matt? Oh sí. Él es lindo. Hey, tal vez debería darle mi número.
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«Quiero algo que no puedo tener, eso que deseas darme. Me parece. Tal vez».
Matt oyó la llave y contuvo su aliento. Preparándose, que sea lo que tenga que
ser.
─La cena esta casi lista ─que oías en todos los viejos programas de televisión.
¿Dónde estaba el cómico para romper la tensión cuando se le necesitaba?
Finalmente Evan no pudo evitar los ojos de Matt, y él entró en la cocina donde
Matt se levantó.
─Hola
─Hola
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─Me gustaría poder decir lo mismo. Nos sentamos allí todo el día.
Luego Evan pasó rozando y tocó el antebrazo de Matt con sus dedos por un
momento largo, persistente.
¿Qué demonios? Un rayo golpeó a Matt en cien sitios a la vez. Cerebro, corazón,
en la ingle. No se estaba confundiendo, eso no fue casual.
─¿Qué hay para cenar? ─Evan se mudó a la cocina, su voz temblorosa cuando
levantaba diversas tapas de las cazuelas─. Huele bien.
24
Por si de pronto queda alguien en el mundo que no sabe qué es Nickelodeon, es un canal que se emite por cable
donde su programación es dirigida al público infantil y adolescente. Es parte de la familia de MTV, no tenemos que
explicar qué es MTV ¿cierto? N. de los CC.
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«Sí, amigos. El momento que hemos estado esperando y temiendo por horas,
ahora se aproxima».
─Evan.
─¿Sí? ─tan suave, tan lejos. Él estaba sentado sobre el sofá, Matt algunos
milímetros fuera en el sillón.
─Lo sé.
Evan no dijo nada. Matt parpadeaba su mirada sobre su amigo. Miró al frente,
ojos ciegos, la cara inexpresiva. Se había cambiado a una camiseta gris, buena vista del
tatuaje, «muchas gracias» y pantalones de chándal negro cuando llegó a su casa, y de
alguna manera esto empujaba a Matt más cerca del borde. Una ola inmensa de deseo
azotó contra cuarenta y dos años de machismo y una comprensión sólida de quién era.
─No.
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─Entonces, ¿qué?
─Mi puta vida dio un vuelco hacia abajo, esa es la mierda que está pasando. He
pasado los últimos veintiocho años tratando de follar a mujeres, y ahora me estoy
poniendo duro por un tipo.
Oh, mierda. Eso sólo salió volando de su boca y habría dado cualquier cosa por
recuperarlo. Se quedo aturdido y en silencio. Evan parecía un ciervo frente a las luces de
un auto.
─¿Nosotros?
─¿Por qué?
─¡¿Por qué?! ¿Por qué crees? Pues, porque me da vergüenza y me asusta, ¿de
acuerdo? No sé de qué jodida forma manejar esta situación.
─No lo hagas.
─Joder. No puedo hacer esto. ─Matt estuvo murmurando una y otra vez─. No
podemos hacer esto. ─se quedó mirando los zapatos, sentimientos de desesperanza y
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terror. Expuesto. Necesitando algo que no estaba del todo bien… que era demasiado
peligroso.
Sintió a Evan que estaba de pie sobre él pero no podía alzar la vista.
─No lo hagas.
─¿Y qué?
─No estoy exactamente seguro… ¿Podemos tomarlo con calma? No quiero que
pienses que soy fácil.
Matt tuvo que reír. Simplemente tenía que hacerlo. Él extendió la mano y tomó
tentativamente la mano de Evan. Se puso de pie por lo que estaban parados a unos
centímetros de distancia.
Aspirar. Espirar.
Evan estaba temblando. La jactancia de su voz, una mierda total. Quería sentir la
comodidad de la noche anterior, pero no tenía idea de lo que sucedería cuando lo
hiciera.
Gracias a Dios Matt tomó al toro por los cuernos, por así decirlo.
Matt dejó sus manos recorrer el mismo camino que la noche anterior. Hasta los
brazos, los hombros, la clavícula bajo la camiseta suave. El cuello fuerte, sintió los
músculos fuertes, las respiraciones irregulares. Él dejó a sus ojos explorar la cara de
Evan, duros planos y la piel pálida. Sus ojos estaban cerrados. Él tembló.
Así que hizo lo que había sentido ganas de hacer desde hacía semanas. Apretó su
boca contra la de Evan.
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Cables vivos se conectaron. Sólo presionando junta la carne, pero las sacudidas
los removió hasta la médula a ambos. Matt presionaba más. Presionaba su lengua hacia
adelante, presionaba su cuerpo hacia adelante.
Y Matt apretó aún más duro. Él chasqueó su lengua en la boca de Evan en piloto
automático. Sintió la fuerza del cuerpo de Evan, el roce automático de sus caderas, así
que usaron sus bocas para explorar. Presionaron sus cuerpos juntos y se emocionó por
dentro cuando sintió los brazos de Evan apretarse alrededor de su columna.
Tiernamente, Evan movió sus manos arriba y abajo sobre la firmeza de Matt, su
sólida espalda. Silenció a sus críticos internos y monitores morales. Se permitió sentir
cada oleada de deseo, cada golpe de la lengua de Matt. Tan extraño, tan erótico. Un
cuerpo como el suyo, pero más fuerte, más grande. Las manos grandes pero apacibles
acunaron su cara, acariciaron su pelo. Comenzó a frotarse contra el hombre mayor,
rápidamente perdiendo el control.
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─Yo sabía que me sentía cómodo contigo. Pero no entendía la posibilidad, hasta
anoche.
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Capítulo 5
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S
e sentaron juntos en el sofá, lado a lado, en soñoliento silencio,
escuchando la calma de la casa. Matt no sabía qué más decir. En un
momento dado había movimiento escaleras arriba, Miranda preparándose
para irse a la cama, y ellos se movieron alejándose uno del otro a una
distancia más respetable. Un rato después los ojos de Evan se fueron cerrando. Matt se
veía ansioso hasta que se obligó a comprobar el reloj en la pared. Mierda. Eran casi las
once y no había estado en casa desde ayer por la mañana. Gracias a Dios no tenía
ninguna mascota.
Matt tenía que salir, tenía que volver a su mundo real. Caminó hacia la puerta, la
preocupación molestándole en la parte posterior de la cabeza. Caminando fuera,
rompería el pequeño capullo que habían creado. Esperanzado que a la luz del día, esta…
cosa… entre ellos no se evaporaría.
Parado en el portal echó una mirada hacia Evan. Hombre, se veía bien tendido
bajo la manta… apoyado en el respaldo del sofá, la cabeza apoyada sobre un brazo
sobresaliendo fuera. Miró… mmm, cálido y tentador; Matt agradeció a Dios el aire frío
vigorizante porque el calor fluía a través de su cuerpo cuando se giró, se fue hacia su
coche. Antes de hacer algo estúpido como despertar a Evan y quitarle su ropa. No es
que él supiera qué hacer exactamente después de eso. Se estremeció cuando estuvo
sentado en el coche, esperando que se caldeara.
«No hay manera de que duerma pronto en ningún momento con la sensación de
él en mi piel y, oh chico, en mi boca. Nunca he estado tan jodidamente asustado en toda
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mi vida. Es un hombre y lo quiero y yo creo que tal vez lo am… Nop, no voy por ahí, y oh
mierda, ¿qué demonios se supone que debo hacer?».
Evan abrió los ojos cuando supo que Matt se había ido. Estaba avergonzado de sí
mismo por fingir que dormía, pero era la única forma que se le ocurrió para terminar la
velada sin tener que contestar ninguna pregunta más. La nota en la mesa de café le
llamó la atención y se sentó a leerla.
Evan,
No quise despertarte.
Necesitamos hablar.
¿Puedo encontrarte en O’ Malley’s?
Llámame a casa mañana en la noche.
Matt.
Metiendo la nota en el bolsillo de su chándal, Evan se levantó para apagar todas
las luces y entonces se arrastró de nuevo al sofá. Su piel dolía y su cabeza golpeteaba
con un sinfín de conversaciones internas sobre el amor, el sexo, y la lujuria, sobre
preferencias sexuales y sobre qué responsabilidades estaba Evan arriesgando con
siquiera considerar esta relación. Se echó allí, preguntándose inútilmente si realmente él
captaba la esencia de la piel de Matt de los cojines o simplemente ya se le había
quemado el cerebro.
Sabía que el sueño no llegaría, así que fijó sus ojos en la única foto de Sherri que
mantenía en la sala, escondida en la esquina del aparador detrás de una lámpara. Su
favorita, Sherri con un suéter verde que lo volvía loco, posando sobre una manta en
Central Park, tomada antes de dejar los Marines. Quería que él tuviera una foto para
recordarla, para que no olvidara lo mucho que se amaban. Cómo si él alguna vez
pudiera. No sabían que no sería por mucho tiempo, que ya estaba embarazada de
Miranda, y que regresaría y se casarían antes de terminar el año. Todos sus planes, la
carrera militar de él, el título universitario de ella se detuvo. Pensó que ese había sido el
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Pero esa vida era el pasado y esta nueva… bien, incluía cosas que Evan nunca
había imaginado posibles. Se preguntaba qué podría decir Matt cuando hablaran
mañana. Se preguntaba qué quería decirle.
Matt no podía pegar ojo. Fue a trabajar dos horas más temprano, asustando
hasta la mierda a la mujer de la limpieza y se movía como un loco a través de su bandeja
de entrada y el correo electrónico. Saltándose el almuerzo. Todos comentaban su estado
de conejito Energizer 25 y preguntaban qué pastilla mágica había encontrado. «Uh,
déjame ver… tiene un metro ochenta y dos de alto, musculoso con esos ojos azul
plateado que francamente me la ponen dura como ninguna otra percha en que haya
puesto los ojos. Imagínate. Soy un hombre de ojos. Y aparentemente un “hombre” de
hombres».
Evan fue al trabajo unos pocos minutos después de las ocho. La extraña
tormenta que había congelado la ciudad por veinticuatro horas estaba ahora
derritiéndose por un sol cálido fuera de temporada causando inundaciones por todas
partes. Encantador. Helena estaba en su escritorio. Levantó la vista y le dedicó una
sonrisa radiante antes de sacarle la lengua. Las cosas estaban mejorando y la Helena
conforme 26 no había regresado.
25
Recuerdan el comercial de las baterías donde competían unos conejitos de peluche cada uno con una marca
diferente, y obviamente ganaba con ventaja el que tenía la batería de la marca mencionada. N. de los CC.
26
En el texto original dice Stepford Helena –como lo habíamos dejado anteriormente– refiriéndose a la novela Stepford
Wives (Esposas Stepford) escrita por el autor de El Bebé de Rosemary, Ira Levin. Esta cuenta la historia de una ciudad
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─¿Cinco minutos?
Evan abrió su boca para decir algo pero no pudo en absoluto poner la velada en
palabras. Dejó caer su mirada al papel secante, no levantó la vista, podía sentir los ojos
ardientes de ella en su frente.
─Nada ─murmuró─. Estamos, uh, vamos a tomar unos tragos esta semana, y
a hablar.
─No
─No tuve la oportunidad ─dijo Evan tranquilamente, pensando que era una
especie de imposible lo que hizo la lengua de Matt en su boca.
─Estoy bien.
ficticia llamada Stepford donde todas las mujeres casadas eran sumisas, conformes y siempre hermosas. Al español, la
palabra como tal no tiene traducción así que se buscó alguna más o menos parecida. N de los CC.
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─¡Sí, claro!
─Hablas pura mierda cuando dices que puedes manejarlo. Si yo fuera la que
estuviera atravesando algo así… grande, tú darías por culo tratando de arreglarlo.
Ellos apenas hablaron el resto del día. Evan no se atrevió a decir las palabras que
ella quería oír.
A las seis en punto, Matt limpió su escritorio y dejó la oficina. Pensó detenerse
para cenar pero se dio cuenta que no tenía apetito. Sólo quería irse y sentarse cerca del
teléfono y esperar.
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─No hay problema. Sólo estoy contento de que descanses algo. Estoy
preocupado por ti.
─ Sip.
─Así que hablé con mi cuñada y se va a llevar fuera a los chicos el sábado. Me
dijo que los recogería el viernes después de la escuela. Así que, uh, ¿te viene bien el
viernes a ti?
Tres jodidos días. Matt pensó que probablemente enloquecería antes de la fecha.
─El viernes está bien. ¿Te encuentro en O’Malley’s a las ocho en punto?
─Bien.
Evan y Helena mantuvieron sus actitudes frías el resto de la semana, fue todo
negocios. Todos lo notaron y nadie dijo una palabra a ninguno de los dos. Pero fue el
tópico candente de las conversaciones en el almuerzo para el resto de los detectives. Se
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apostó buen dinero a una pelea de enamorados, habían asumido por meses que Evan y
Helena eran, ya sabéis, Evan y Helena.
Matt se dio cuenta el jueves por la noche que no había bebido en casi una
semana. Le pareció raro. Corría todas las noches cuando llegaba a casa del trabajo
porque esto hacía que su cuerpo doliera tanto que su mente se pusiera en blanco
cuando se iba a dormir. Los sueños de Evan se habían detenido, quizás porque ahora
podía pasar todas sus horas de vigilia saboreándolo, sintiéndolo… ¿quién diablos
necesitaba sueños?
En O’Malley’s, Evan se sentaba solo en «su» mesa, a medio camino hasta la jarra
que mágicamente apareció antes que pudiera siquiera quitarse el abrigo. Se propuso
llegar media hora antes, así podía endurecerse para lo que pasaría después. La cerveza
sabía amarga y reconfortante cuando se deslizaba por su garganta. La juntó en su
estómago y envió un tibio adormecimiento a través de sus brazos y piernas.
Sintió a Matt antes de verlo, su presencia era inconfundible. Evitó mirar hacia
arriba tanto tiempo como pudo, pero al final no pudo contenerse a sí mismo.
El hambre en los ojos de Matt hizo que su estómago tirara, y, sin darse cuenta,
pasó su lengua sobre su labio superior… recordando.
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Se deslizó en la otra silla, sin saber qué expresión colocar en su cara. Estiró las
piernas hacia afuera, rozando contra las de Evan, haciéndolos saltar a los dos.
─¿Hace rato que estás aquí? ─preguntó Matt finalmente, sirviéndose una
cerveza con una mano temblorosa.
─No.
Cada uno bebió, con la mirada fija en lados opuestos del bar.
La tensión no hizo nada para disipar la necesidad de Matt. Sintió que la familiar
vieja imprudencia asomaba su fea cabeza. Quería tocar a Evan tanto que sus manos
temblaban. Quería que recordara cuán bien se sentía cuando se besaban.
«Así, que jodida», pensó, y deslizó sus manos bajo la mesa sobre el muslo de
Evan.
─¿Qué vamos a hacer con esto, Evan? ¿Qué diablos quieres que haga? Toda esta
cosa me está asustando como la mierda, pero me parece que no puedo parar… ─Se
inclinó sobre él hasta que estuvo a escasos centímetros del oído de Evan, susurrando
frenéticamente─. No puedo explicar esto sobre… ya sabes… nosotros… lógicamente.
No puedo explicar esta ausencia ─su mano apretó abajo con fuerza. Sintió los músculos
del muslo bajo los pantalones de lana de Evan. Sintió el calor venir derecho a través de
su palma, quemando un camino a su ingle─. Te quiero ─lo dijo al oído de Evan,
pronunciándolo con fuerza, amando el escalofrío que sintió un segundo después.
Cuando abrió los ojos se centró en la casi desesperada mirada fija de Matt. Y de
la nada, y como quien no quiere la cosa, le dijo:
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Matt no dijo nada... quitó su mano, agarró su abrigo y se lo puso sin levantarse.
«Buena idea», pensó Evan, aturdido. Lanzó veinte sobre la mesa y en silencio siguió a
Matt fuera por la puerta principal, ignorando la mirada confusa del cantinero.
Matt se paró en la acera, esperando a Evan alcanzarlo. Tragó saliva en el aire frío,
viendo a unas pocas personas caminando por ahí.
─¿Dónde está tu coche? ─dijo Matt, bruscamente, volviéndose hacia él, sus
manos en los bolsillos, así ambos estaban a salvo.
─No. A mi casa. ─Matt sabía que, estar en la casa, haría sólo más difíciles las
cosas. Demasiados recuerdos. Ellos necesitaban un terreno neutral─. ¿Está bien?
─Sip. 27
─Desearía que Dios tuviera una respuesta para ti ahora. Todo lo que sé es que…
no estoy girando el coche de vuelta. Voy a tu casa contigo… y veremos qué pasa desde
allí.
Evan estacionó en la calle. Agarró su bolso del asiento trasero y siguió a Matt
subiendo las escaleras hasta su apartamento. El edificio era pequeño, una casa adosada
de cuatro pisos, vieja, pero bien conservada. Caminaron hasta llegar a la cima, pasando
los sonidos de las noticias de la tarde, el olor de algo picante y rico. En el tope de las
27
A estas alturas, os preguntareis por qué tanto “sip”, pues al parecer los personajes están un poco… tensos xD, ¿a poco
no lo habéis cogido? N. de los CC.
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escaleras, Matt abrió su puerta y entró. Se detuvo, encendiendo la luz, entonces esperó
que Evan lo siguiera.
─Estudio, dulce estudio. Aquí está el tour. Estás en pie en la totalidad del
apartamento. Esa puerta es el baño. Esto obviamente es lo que pasa como cocina
─giró alrededor. Matt arrojó su chaqueta sobre el mostrador que separaba la cocina y
la sala principal─. ¿Quieres beber algo?
─Creo que necesito estar un poco borracho en este momento ─dijo con
sinceridad.
─Tú no…
─No jodas ─tomó su abrigo y lo puso sobre el de Matt. Dejó el bolso caer sobre
el suelo cerca del la puerta del baño.
─No te preocupes por eso. ─Evan no tenía ni una pista de qué hacer a
continuación. Aceptó la cerveza de Matt y se quedó en el centro de la habitación,
evitando mirar a Matt o al colchón. Matt se quitó sus zapatos, arrojó la corbata sobre la
creciente pila sobre el mostrador. Se movía alrededor airadamente, tomando largos
tragos de su cerveza. Estaba también evitando a Evan completamente, tomando el
camino largo rodeando la habitación sólo para llegar al baño.
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─No.
Matt se detuvo, parado a pocos centímetros de Evan con su camisa del traje
abierta y ojos salvajes.
─No.
─Te quería… aquí. Te quería exactamente dónde estás ahora, pero… no sé qué
hacer.
Matt esperó por otro momento, entonces jaló fuera del camino el resto de su
camisa, ahora con sólo su camiseta y pantalones. Vio a Evan tomar el resto de la
cerveza, amando ver su boca, su garganta, moviéndose, tragando, entonces la puso
abajo cerca de la cama. Mirándolo lentamente, desabotonó su propia camisa.
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Matt sabía lo que quería, sabía que quería sentir el cuerpo de Evan bajo él. Dejó
sus manos caer debajo de los hombros de Evan, apretando suavemente, tirando por el
cuello de su camiseta y ayudándolo a sacársela. Dejó que sus dedos vagaran sobre su
pecho, sintió cada curva de sus músculos, sintió su corazón latiendo a través del algodón
blanco de la camiseta. Alcanzándolo por el dobladillo y sin dudarlo sacó la camiseta por
la cabeza.
Oh sí. Piel, eso era lo que quería sentir… saborear… como en sus sueños,
despierto y dormido. Él amaba esta parte en una mujer, la curva entre el cuello. Se
inclinó al frente ahora y llenó su boca, gimiendo en el beso abierto. Joder.
Sí. Movió su boca a través de la garganta de Evan, pensando que esto era
diferente: esto era lo más áspero, lo más salado, lo más sexy que hubiera saboreado
nunca. Como un hombre poseído mantuvo su boca moviéndose sobre Evan…
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Matt se movió para tenderse arriba de Evan, apoyándose sobre sus brazos
temblorosos. Mirando a su sudorosa y brillante cara y obsesionantes ojos azules.
Permiso concedido. Matt se movió a las partes bajas de sus cuerpos que se
estaban tocando. Los penes apretados juntos, las piernas de Evan en tijera entre las de
Matt. Por un segundo no se podía mover porque se sentía tan bien sólo tocándose… y
luego ellos sólo no podían detener lo inevitable.
Sabía que no podía durar; no podía parar de golpear sus caderas contra Evan,
empujándolo en el colchón. Quería estar dentro de él tanto, que era lo único acerca de
lo que podía pensar, y entonces se sintió a sí mismo perdiendo el control. Cegado por la
tentadora liberación del orgasmo. Matt empezó a moler sus caderas, sintiendo que
venía el fin.
28
Venga, los tipos son policías y ¿vosotros esperáis que digan “pene” o “miembro”? Como parte de la narración nos
parece certero dejar estos términos como “miembro”, “hombría” o el típico “pene”, pero dentro de los diálogos de los
personajes… lamentamos que muchos se ofendan por estos términos, pero la vida real es así, y más si eres policía, estos
tipos son rudos, no decimos que todos los policías usen un lenguaje así de fuerte, siempre habrán algunos santurrones
¿cierto?, por lo que dentro de los diálogos, al menos en estos libros, usaremos los términos verga o polla. Pero, ¿queréis
palabras suaves y no tan ofensivas? Entonces iros a leer algún cuento de James Matthew, Lewis Carrol o los hermanos
Grimm, ahí, es posible que no las escontreis XD. N. de los CC. para aquellos que se quejen del lenguaje popular.
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Jalándose a sí mismo sobre sus codos, Matt volvió su cabeza. Evan seguía
tendido allí, sus brazos echados sobre su cara, tembloroso. Estaba haciendo esos
pequeños jadeos estremecedores, sonidos que sonaban como si estuvieran siendo
arrancados de su pecho.
Oh, mierda.
Evan tomó una respiración profunda y movió su brazo. Giró su cabeza para
encarar a Matt.
─Extraño… ser tocado por otra… persona ─su voz se quebró, y Matt miró sus
ojos tomar brillo─. Sin embargo, estoy contento que fueras tú.
─Gracias ─no sabía qué más podía decir con este enorme nudo en su garganta.
Evan se acercó un poco más. Así sus cuerpos se estaban tocando. Matt sonrió a
esto, descansando su cabeza cerca de la de Evan, un brazo sobre su cintura. Ellos
reposaron allí por largo rato, en silencio pero cómodos.
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─Trabajaremos en lo demás, ¿de acuerdo? Estoy casi seguro que con alguna
práctica puedo convertirlo en algo de material A 29. ─acto seguido, Matt se levantó y
empezó a sacarse su camiseta─. Voy a usar la ducha primero. Luego llamaré al sitio
italiano calle arriba y conseguiré algo de comida.
─¿Algo te perturba?
─De acuerdo.
Evan no se movió por unos instantes, vio como Matt se desnudaba bajando sus
pantalones cortos, entonces caminó hacia el baño, con una sonrisa de espaldas a Evan.
Escuchando el agua en la otra habitación, cerró los ojos y dejó que todo pasara sobre él.
─¿Qué?
29
Con material A, se refiere a que mejorará la calidad, hasta que quede mejor. Se supone que calidad A, es la mejor de
todas. N. de los CC.
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─¿Uh?
─Tú estabas en Marte o algo así. ¿Todo está bien? ─Matt estaba en pie sobre
Evan, el pelo mojado por la ducha y cambiado a un par de pantaloncitos negros de
algodón y una camiseta azul. Sonaba suspicaz y algo asustado.
Evan parpadeó hacia él. Decidió que quería gastar unas cuantas horas solamente
mirando la cara de Matt.
─Estoy bien.
─Sí, señor. ─Evan se sentó. Se levantó del colchón, chocó contra Matt.
─¿Practicar? ─Evan rió, sosteniendo al otro hombre cerca. Sí, eso se sentía
agradable. Las manos de Matt masajeaban su espalda, su piel caliente contra la de Evan.
─Lo que sea. No me importa. ─Evan caminó hacia el baño agarrando su bolso
en el camino.
─¿Necesitas ropa?
─Traje alguna.
─Siempre son los más callados. Tú, ramera, sabías que vendríamos hacia aquí.
85 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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─¡Lo siento! ─gritó Evan, siguiendo la broma, enjuagando el resto del jabón. La
pequeña cabina olía bien, exactamente como Matt, y una vocecita dentro de Evan le
rogó que invitara al otro hombre a entrar. Cerró el agua, tiró de la cortina apartándola.
─Jesús. Estoy feliz de haber ido primero. ¿Quedó algo de agua caliente? ─Matt
estaba sonriendo, apoyando las manos contra los lados de la cabina. Le echó a Evan una
mirada dura─. Recuérdame que necesito una cabina de ducha más grande.
Matt se movió a la pequeña cesta al lado del lavabo, y sacó fuera una toalla azul
marino súper grande. Se la tiró a Evan, entonces se paró cerca, mirándolo salir con ella
atada a su cintura.
Evan se secó y fue a coger su ropa al baño. Captando el ahora ceño fruncido de
Matt.
─¿Qué?
─¿Cuánto peso has perdido? ─Matt le preguntó con dureza. Extendió la mano
para señalar los huesos de las caderas que sobresalían por encima de la toalla colgada
en su cadera─. Deberías estar en ¿qué? ¿Ciento noventa 30? ¿Doscientas?
30
Cuando Matt habla en estas cifras se refiere a libras, es decir 190 o 200 libras, algo así como entre 85 o 90 kilos
aproximadamente. N. de los CC.
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─¿Estar en forma? ¿Comparado con qué? Estás en buena forma y estás también
jodidamente bajo peso. Debes estar veinte libras por debajo. Tienes suerte de no
haberte hecho daño.
─Agradezco tu preocupación.
─¿Pero estás bien?, ¿no es así? No. Tú eres la perra por la que todos husmean
acerca de sus hábitos alimenticios y ahora puedo ver por qué. Esto no es saludable.
─Esto pasó después del… funeral. Solamente no era capaz de retener nada
dentro. El peso empezó a bajar, y yo simplemente no lo he recuperado. Estoy bien, lo
juro.
Matt no se veía convencido. Ásperamente movió sus manos sobre los brazos y
tórax de Evan, como si tomara inventario de cada costilla y borde de huesos
sobresalientes. Su toque gentil al llegar a la cara de Evan suavizando el surco en su
frente.
Inclinándose hacia adelante, Evan tocó su frente con la mejilla de Matt. Dejó que
sus manos imitaran a las de Matt, acariciando su torso con necesitadas manos.
─Debes cuidar de ti, por Dios. Tu trabajo es peligroso, tienes que estar al cien
por cien.
─Sí, señor.
─Estaré bien.
87 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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─Para. No es eso. Tuve una estúpida pelea con Helena esta semana. Y me dijo
que estaba lleno de mierda cuando decía que estaba bien. Ella tenía razón. No como ni
duermo suficiente. He dejado a mis hijos por…
─Ahora detente, tú eres el mejor padre que yo nunca haya visto. Esos chicos te
adoran.
─Amar a mis niños no es suficiente, Matt. Lo que viste el pasado fin de semana,
fue la primera vez en un año que pasamos ese tipo de «tiempo juntos».
─Hey, Evan, ¿Por qué putas te estás tirando por el suelo? Tu mujer murió. Tú y
tus chicos están de duelo. Lleva tiempo sobreponerse a un golpe como ese.
─Detente.
Evan caminó fuera del baño pasando a Matt. Arrojó su bolso de regreso al lado
de la puerta.
─¿Por qué tengo la sensación de que vas a patearme el culo cada vez que me
ponga así?
88 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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Matt se acercó y se dejó caer junto a Evan, deslizó sus manos bajo la camiseta
negra. Esta vez no estaba sintiendo las costillas. Esta vez eran negocios personales.
─Tú vas a cuidarme para que no beba mucho, dándome algo más qué hacer con
mi tiempo. Y boca.
─Ahhh
─¿Trato?
89 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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Capítulo 6
[Regresar al Índice de Contenido]
Y
a que besar era lo que mejor hacían, Matt atrapó a Evan contra las
sabanas, las manos en las muñecas de Evan sosteniéndolas sobre su
cabeza, inclinándose entre sus piernas, tentándolo con suaves roces,
pelvis contra pelvis… usando cada truco y maniobra oral de los que
siempre había tenido conocimiento. Había besado una cantidad enorme de chicas en
toda su vida y ahora, Evan estaba en el extremo final de todo ese vasto conocimiento.
Succionó la lengua de Evan dentro de su propia boca. Mordió sus labios, luego lamió el
punto. Gimió su propio deseo en la boca del otro hombre. Podía sentir nuevamente a sí
mismo endurecerse; podía sentir la misma sensación de frenesí de antes, llenando su
cerebro.
─La punta del iceberg. ─Matt no esperó por la grieta que asumía, vendría a
continuación; volvió al trabajo. Disfrutando el sabor, la libertad de besar a Evan y no
dudar. Dudar no era algo en lo que Matt Haight fuera bueno.
90 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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Unas cuantas mujeres aquí y allá, recogidas en un bar. Un par de horas de sexo
de ebrios en el lugar de ella o en un hotel. Sin intercambio de apellidos. Sin futuro. Su
última relación de larga duración –en el lenguaje de Matt eso significaba ¿qué? ¿seis
meses?– se había acabado mucho antes que eso. Tenía la mala tendencia de
involucrarse con las mujeres equivocadas… mujeres casadas, mujeres necesitadas,
mujeres que querían el paquete de: marido, hogar y bebé, en las que Matt no tenía
ningun interés. Mujeres destinadas a fallar en mantener el interés, el humor y la
excitación de Matt por más de un par de meses.
Evan yacía silencioso sobre las sábanas, mirando el techo, contando las tejas. Su
boca y mandíbula ardían de los agresivos besos de Matt, su ruda piel. Estaba listo para
empezar de nuevo. Matt había despertado algo dormido, algo que había vuelto
rugiendo luego de trece meses de silencio. Su apetito sexual había desaparecido
después de la muerte de Sherri. Nada lo excitaba, nada lo incitaba a tocarse por las
noches debajo de las sábanas. Pensaba en ella todo el tiempo, en besarla, en hacerle el
amor. Pero su cuerpo no respondía.
31
Otro tipo de suéter, en España se les suele decir jersey. N. de los CC.
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Dejando salir un profundo aliento, Evan trató de separar su mente del hecho de
que estaba respondiendo tan ardientemente a Matt, sexualmente. Le gustaba mirar a
Matt, le gustaba verlo moverse. Le gustaban sus ojos, su sonrisa, su sentido del humor.
Pero más que el deseo, la necesidad que lo sobrepasaba, fue lo que vino cuando sintió
la preocupación y ternura de Matt. Cuando hizo sentir a Evan que no estaba solo, que
estaba bien estar cansado y asustado. Matt equivalía a confort.
─Oye, nada de la mierda sensiblera, ¿recuerdas? ─le recordó Evan desde las
sábanas.
─Tengo pollo, pasta, pan. Hay cerveza en la nevera ─dijo Matt vaciando la
bolsa─. Tira nuestras ropas en la cama ─empezó a ordenar las cosas en el mostrador
de la encimera.
─No creo que haya muchas opciones ─dijo Evan secamente, mirando al vacio
apartamento─. ¿Dónde vamos a comer?
─En el maldito comedor formal. Jesucristo, qué eres, ¿la Reina de Inglaterra?
─Matt torció los ojos. Señaló hacia el mostrador─. Párate ahí.
Evan tiró sus trajes y chaquetas hacia la cama, agarró algunas cervezas de la
nevera y ocupó su lugar en un lado de la encimera que daba hacia la sala, mientras Matt
se movía por las gavetas y estantes buscando platos, tenedores y servilletas.
─Sofá… uno de esos que tienen cama. Un gran y hermoso sillón reclinable. No
quería levantarme de él en la sala de ventas. Y otras porquerías… lo básico.
92 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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─No hay mucho en mi pared de recuerdos. Coloqué algunas cosas en una caja…
que está en el armario. El equipo y la TV son pequeños… por el momento también están
en el armario.
Matt resopló.
Matt no dijo nada, abrió una botella de cerveza y tomó un largo trago. Acababan
de entrar en territorio peligroso. Evan miraba su comida fijamente como si fuera algo
extraño. Y el quiebre en su voz cuando dijo el nombre de su esposa. Matt estaba a
punto de decir un chiste cuando Evan volvió a hablar. Evan empujaba la comida en el
plato, dejó su tenedor para tomar algo de su cerveza. Mantenía sus ojos moviéndose,
sin fijarlos en ninguna cosa.
Pasando sus ojos sobre la cama en la mitad del apartamento, Evan comentó
secamente:
─Buen punto.
Evan tomó una pieza de pan, lo desmenuzó en una docena de pedazos, mientras
Matt lo miraba despreocupadamente.
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─Muchas mudanzas.
─Mmmm… ¿Animadora?
─Capitana del equipo. ─Evan sonrió─. Amor a primera vista es decir poco. No
podía dejar de mirarla. Cuando finalmente reuní el valor para caminar hasta ella fue
como… fue como si siempre hubiera estado esperando por mí.
Matt tragó toda la comida que tenía en la boca. Mirando a la cara de Evan,
percibió un vistazo del hombre que era trece meses antes.
─Nunca cruzó por mi mente. Ella era… la única. Nunca tuve duda.
Evan suspiró. Atrapado. Sin una palabra, tomó un pequeño pedazo de pollo y lo
colocó en su boca. Masticó. Miró a Matt desafiante.
─¿Qué? ¿Parezco estúpido? ¿Una molécula de pollo? Come un poco del maldito
pollo por favor. Gracias.
─Maldices mucho.
94 TRADUCCIONES HOMOERÓTICAS
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─¿Terminaste?
─Nop. Estoy bien. «Oye, quien dijo eso», pensó Matt. Empezó a lavar unas pocas
cosas del fregadero… y sintió un cálido cuerpo presionándose contra su costado─.
¿Puedo ayudarte?
Matt sonrió.
─¿Sí? ─cerrando el agua, Matt se giró para enfrentar a Evan. Estaban de pie
muy cerca, Evan se inclinó para un beso, el cual Matt cuidadosamente evitó, una sonrisa
en su boca. Evan se tornó un poco más agresivo esta vez, presionando sus palmas contra
la delantera de los muslos de Matt, jalándolo… acercándose peligrosamente al cierre de
sus pantalones cortos… acariciando el pecho de Matt en enloquecedores círculos. Movió
sus manos para encerrar el cuello de Matt, rudamente, tiernamente… terminó
enredándolas en su cabello. Apretó su agarre y acercó a Matt, presionando un ligero
beso contra su boca. Se separó. Imitó la sonrisa de Matt.
Matt dejó salir un largo aliento. Deslizó sus brazos alrededor del otro hombre,
movió las manos hasta la parte baja de su espalda, los dedos acariciando gentilmente.
Se besaron suave y fácilmente. Matt sintió sus manos deslizarse aún más abajo, escuchó
el gemido que produjo en Evan. El calor entre los dos crecía con cada toque, cada beso,
el cerebro de Matt casi explotando del impacto. Liberó la boca de Evan, presionando sus
frentes juntas.
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El rugido en sus oídos creció a base de los sonidos que Evan hacía… crudos y
ansiosos gemidos, suspiros.
─Acuéstate ─le susurró. Estaba usando las dos manos para bajar los
pantalones de Evan, ansioso de sentir más de su piel.
Matt se presionó contra la mano de Evan… Cristo, se sentía tan bien tener a
alguien tocándolo. Esas fuertes manos sosteniéndolo, jalando ligeramente su miembro
hasta que pensó que perdería el conocimiento. Se dejó a sí mismo, ser egoísta por un
momento, los ojos cerrados, entregándose a las sensaciones, pero no podía mantener
las manos apartadas de Evan.
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Succionó la piel tan fuerte que Matt pensó que se desmayaría. Levantó sus
manos para acariciar los lados del rostro de Evan. Apretó su agarre a medida que la
húmeda boca bajó un poco. Mordiéndolo. Y la mano nunca se dejó de mover.
─Mierda ─jadeó Matt. Apartó la boca de Evan lejos de su cuerpo, juntando sus
labios en un beso demoledor. Se besaron apasionadamente, las lenguas luchando por
dominar al otro. Matt soltó el rostro de Evan y sujetó sus hombros. Apretando con
fuerza, sintiendo cómo sus dedos dejaban marcas.
Matt cayó sobre la cama, de espaldas, las piernas separadas. Su mirada hacia
Evan era de desafío.
Temblando, Evan permaneció sobre él, mirando el cuerpo de Matt, sintiendo una
increíble necesidad de complacerlo, de extraer su propio placer de este hombre.
Matt hizo el primer movimiento, se estiró y tocó la pierna de Evan, rozando sus
dedos hacia arriba por su muslo, tocándolo provocativamente hasta que Evan cedió. Se
acostó encima de Matt, acomodando sus cuerpos juntos con un enloquecedor y leve
toque. Matt gimió erráticamente. Ambos estaban ardiendo, el calor que generaban
entre los dos, era algo que podía saborear.
Evan resistió la urgencia de frotarse contra Matt. Quería que durara. Se empujó a
sí mismo para arrodillarse sobre Matt, se estiró hacia abajo para atrapar su erección
nuevamente, deslizando su mano suavemente hasta que los gemidos se reiniciaron. El
sonido casi hacía a Evan sollozar de placer. Resonaba en sus oídos hasta que no pudo
soportarlo, hasta que tuvo que succionar la lengua de Matt en su propia boca para
detener la tortura. Pensó que enloquecería.
Evan casi podía señalar el momento en que Matt se rindió a la necesidad animal
y empujó sus caderas una y otra vez. Buscó con sus manos a ciegas hasta que atrapó el
pene de Evan en su mano. Las movieron al unisonó.
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increíble oleada de calor a través de su cuerpo. Matt le susurraba, hasta que las palabras
finalmente penetraron la niebla que nublaba la cabeza de Evan.
─Dios, te sientes tan jodidamente bien. Quiero sentir que te corres contra mí,
quiero oír como pierdes la maldita razón. ─Matt gimió, arqueando su espalda. No iba a
durar mucho más tiempo─. Me pones tan duro. Me haces querer hacerte de todo
─incrementó la velocidad del movimiento de sus manos hasta que las caderas de Evan
estaban moliéndose frenéticamente─. Quiero joderte. Quiero sentirte en mi boca.
Matt no necesitó nada más que la sensación del duro cuerpo de Evan contra el
suyo para correrse. Deslizó sus manos para apretar su trasero, «Oh, sí», pensó. «Oh,
Dios». Se arqueó buscando el calor y la humedad machacando sus cuerpos juntos hasta
que no pudo pensar más.
Cuando pudo moverse, Matt apretó sus brazos alrededor de Evan, explayado
contra su cuerpo.
─Sí.
Yacieron allí por un largo tiempo, hasta que la humedad se torno fría y pegajosa.
Matt se giró hacia un lado, depositando a Evan junto a él. Se besaron perezosamente,
exhaustos, saciados. Dormitaron por un tiempo, sus manos moviéndose
involuntariamente por el tórax, brazos y espaldas del otro.
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─¿Sí? Yo soy más viejo… deja de ser tan bebé ─se deslizó para pasar su lengua
por los labios de Evan─. Esta es la mejor parte… el comienzo. Cuando estás tan excitado
que a duras penas puedes dejar de pensar en sexo.
La boca de Evan se secó. El tono bajo de las palabras de Matt mandaron una
oleada de placer sobre su piel desnuda.
─Qué puedo decirte… soy un estudiante que aprende rápido. ─Matt se levantó
un poco, pasó una pierna sobre el cuerpo de Evan, atrapándolo─. Y además desde el
comienzo, hay algo sobre ti… algo que me hace desearte.
─¿El qué?
Matt sonrió con malicia. Estiró su mano para agarrar el antebrazo de Matt,
llevándolo por encima de la cabeza de este. El tatuaje. Se inclinó y pasó su lengua sobre
los bordes negros del diseño. Cuando llegó hasta la base, justo encima de la muñeca,
hundió sus dientes en él y succionó hasta que Evan estaba retorciéndose bajo él. Y se
detuvo allí.
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Matt se levantó para apagar la luz y cerrar la puerta. Volvió a meterse debajo de
las sábanas y relajarse contra el cálido cuerpo. Estaban «encucharados…» una posición
que Matt usualmente odiaba, pero no estaba dispuesto a dejar ir a Evan. Quería
deslizar sus manos sobre el hombre que respiraba tranquilamente junto a él. Presionó
su boca contra su hombro, suspirando.
─Mmm… sí. No te preocupes por ello… podemos tomar una siesta en uno de los
muebles nuevos después que los chicos de la entrega se vayan. ─Matt no se molestó en
apartar la lujuria de su voz.
─En ese caso, dudo mucho que pueda dormir algo ─la voz de Evan sonaba
adormilada, y cayó en la cuenta que era un raro lujo dormir para él, Matt lo besó en la
parte posterior del cuello.
─Duérmete. Voy a hacer que cargues todas las cosas pesadas ─le susurró. Lo
jaló más cerca de su cuerpo, un brazo reposando en la almohada por encima de su
cabeza, la otra envuelta alrededor de la cintura de Evan.
En unos pocos minutos, Matt sintió a Evan volverse más pesado contra él.
Escuchó el cambio en su respiración y notó que estaba dormido. «Bueno, si no logro
hacer que coma lo suficiente, al menos puedo asegurarme que esté lo suficientemente
cansado para dormir», pensó secamente.
resolver casos. Era el hogar de Matt, la familia de Matt y diablos, ¡cómo extrañaba
todavía haber perdido todo eso!
Pero no tanto como unos meses antes, pensó. No tanto desde que Evan y él
empezaron su amistad. Su relación le trajo de vuelta esa antigua y familiar sensación de
seguridad que acunaba a Matt mientras iba por la vida. Sin preocupaciones, porque al
final podía enroscarse aquí, en un silencio seguro.
Le enfurecía, puesto que sabía que no era verdad. La muerte no era tan prolija y
ordenada, tan educadamente civil. Había visto lo suficiente de ella como para saberlo.
Se giró hacia Buddy, quien tenía esa desagradable mirada lasciva permanentemente
pegada en su rostro.
»─¡¿Dónde pusiste su sangre?! ─le gritó─. ¡¿Dónde está?! ¡¿Por qué la estas
escondiendo?!
Y súbitamente estaba allí, toda ella, toda la sangre que pudo haber imaginado en
sus manos, en su ropa, en sus ojos y empezó a dar alaridos de terror porque pensó que
podría ahogarse. Podía escuchar a Buddy reírse, diciéndole que fuera un buen niño o si
no…
Escapar de la vista de su esposa cubierta de sangre. Evan luchó contra los cobertores
que pesaban mucho más de lo usual. Y escuchó alguien llamando su nombre.
Matt.
Evan jadeó, sentándose derecho, temblando con nauseas y miedo. Sintió las
manos de Matt calmándolo con gentileza, como la primera noche.
─Lo siento ─se las arregló para excusarse. Pero Matt lo detuvo
inmediatamente.
─Ven aquí ─lo jaló nuevamente hasta sus brazos, recostándolos a ambos de
nuevo en la cama─. ¿Estás bien?
Evan tembló.
─No. ─Evan tragó con fuerza─. Háblame, distráeme, sólo háblame de algo por
algunos minutos, ¿sí? ─necesitaba unos momentos para recomponerse.
─Está bien. ─Matt se sintió listo para compartir algo con Evan, para hacerlo
sentirse menos solo─: Solía tener pesadillas todo el tiempo… después de que Tony
murió.
Matt suspiró.
Evan empezó a protestar, así que Matt se inclinó y lo besó, con fuerza.
─Sé que la amabas. Sé que hubieras hecho lo que sea por ella, pero fue el idiota
del otro coche… no tú. No tienes por qué sentirte culpable. Me culpé cada día durante
años por la muerte de Tony, pero al fin me di cuenta… que no hice nada malo. No causé
su muerte. Justo como tú no causaste la muerte de Sherri.
─Lo sé ─la voz de Evan era apenas audible─. Pero yo… yo sólo quería
protegerla. Eso es lo que haces cuando amas a alguien. Los proteges.
─Sí. Eso es lo que tratas de hacer. ─Evan pensó en Buddy y se agitó. Pensó en
su madre y en cuánto la odiaba todavía. Nunca le había contado nada a nadie excepto a
Sherri… solo ella conocía la fuente de sus pesadillas, la razón por la que trabajaba tan
diligentemente como policía. Y ahora quería que Matt lo supiera─: Mi padrastro… el
primero… ah… él era un pedazo de mierda. Sin embargo a mi madre la engatusaba… la
trataba como una princesa. Pero cuando ella no estaba alrededor, él… me decía cosas…
cosas desagradables… me seguía a todos lados, me vigilaba todo el tiempo. Cuando
traté de decirle a mi madre, se rió y encontró cualquier razón para maltratarme.
Matt se quedó muy quieto a medida que las palabras salían de los labios de
Evan. Recordó su infancia, recordó el sacerdote cuyo veneno justo había evitado a Matt
por poco.
─¿Alguna vez…?
─No. Y hasta este día no sé por qué. Cuando tenía nueve, dos agentes federales
aparecieron en nuestra puerta. Resultó que el bueno de Buddy se había escapado de
una prisión estatal. Estaba allí por abuso de menores.
─Jesús. Tuviste suerte que nunca… Diablos. Tu madre debió haber estado
devastada.
Evan hizo el más extraño de los sonidos. Algo entre risa y un quejido.
─¿Mi madre? Mi madre lo sabía. Sabía lo que era, sabía que era un violador y
un convicto y a pesar de eso lo dejó entrar en nuestro hogar. Lo dejó estar cerca de mí,
lo dejó aterrorizarme por cuatro años. Lo sabía y no le importaba ─cuando terminó,
Evan estaba respirando pesadamente, su voz quebrada.
Matt no dijo nada. Sólo envolvió sus brazos alrededor del otro hombre
apretadamente, deslizando su pierna entre las de él, hasta que no hubo parte alguna de
sus cuerpos que no se tocará. No podía pensar en nada qué decir.
Hacía que Evan se llenará de rabia, desesperado por vengar a esos niños que no
tenían a nadie de su lado. Hasta esta noche, fue Sherri quien lo sostuvo de esta manera,
la que lo dejaba ventilar su ira y rabia, y luego calladamente le recordaba que era
amado.
El otro hombre asintió y yacieron juntos en silencio, hasta que Evan volvió a
sucumbir a su cansancio. Aún así Matt lo sostuvo apretadamente, rehusándose a dejarlo
ir. Nunca había conocido tal paz… o tal terror. Sabía lo que Evan quería decir, podía oírlo
en el tono gentil de su voz, podía sentir la emoción pulsando por su cuerpo. Quería
escucharlo, saber que era cierto. Pero no sabía cómo decírselo de regreso y que
significara algo. No sabía cómo hacerlo durar o cómo hacerlo hermoso. Sólo sabía cómo
correr como un cobarde y esconderse en una jarra de cerveza o detrás de sexo barato.
Capítulo 7
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E
l teléfono los despertó unas horas después, a las siete de la mañana. Los
mensajeros estaban perdidos y entre sueños Matt les dio las indicaciones.
Colgando el teléfono, cayó nuevamente en la cama y se acurrucó contra la
espalda de Evan.
─Tenemos cerca de cuarenta y cinco minutos antes de que lleguen ─le dijo
Matt, dándole un fuerte mordisco en el hombro.
─Me tienes por otras… ─ojeó su reloj─… siete horas. Usa tu tiempo
sabiamente.
Matt sonrió y se alejó, al escuchar a los hombres subiendo por las escaleras,
golpeando su cómoda contra las paredes y el pasamano. Estaba sintiendo un cierto
pavoneo en su andar esta mañana, embriagado de la atracción y el sentimiento de
afecto que flotaba como un circuito entre ellos. Se imaginaba que después le golpearía,
Probablemente debería estar aterrorizado, como lo estuvo antes, pero era una
sensación agradable estar a solas con Evan y no quería estropearlo por pensar mucho.
─Ducha. Pronto me tendré que ir. El tráfico va ha ser una pesadilla fuera de la
Isla, tengo que recoger a los niños a las ocho.
─Ducha, ¿eh?
Matt sintió un vacio en el estómago. Sonaba tan mal viniendo de Evan como de
las incontables mujeres que le habían arrojado esas palabras a lo largo de los años.
─¿Estás bien?
Matt no creía que eso fuera cierto, los riesgos de Evan eran mucho mayores.
Parpadeó algunas veces, tratando de organizar sus pensamientos. Su pecho se sentía
pesado con el miedo. Completamente consiente de dos cosas. Número uno, que él era
lo menos importante en la vida de Evan, y número dos, que sería lo primero en irse si
tenía problemas.
─Bueno, para ser honesto, pensaba que mantendríamos esto entre nosotros
tanto como fuera posible… al menos por ahora. Hasta que… mmm… sepamos que es…
esto.
─Yo… no sé qué decirte excepto que… esto es importante para mí… por muchas
diversas razones. No estoy listo para… dejarlo.
─Sí. En verdad, creo que debería dejar que Helena lo supiera. Podría ayudarla a
entender por qué he estado tan loco esta última semana.
─Y amiga.
─Y amiga… pero crees que ella… eh… ¿estará bien con ello?
─Si lo creo. Ella no es una persona prejuiciosa. Querrá que sea feliz.
Matt tragó.
─¿Cansado?
Evan se giró y caminó hacia el baño. Matt se encontró haciendo algo que nunca
esperó, revisando el cuerpo de otro hombre. Le gustó lo que vio.
─Oye.
Evan bajó un poco la cabeza. Matt quería creer que estaba sonriendo.
─Bien ─su voz se oía un poco baja, mientras entraba al baño y cerraba la
puerta.
Aún había algunas piezas del material de traslado… sólo el sofá y el asiento
reclinable estaban desempacados y en sus correspondientes lugares. Con un suspiro,
Matt se sentó en la silla, mirando a través de la ventana hacia el jardín del otro lado de
la calle. El vaho del calor se abría paso desde el radiador, llevándose el frío de la piel de
Matt.
Se sentía tan correcto estar allí, escuchando su ducha correr, sabiendo que Evan
se encontraba bajo la corriente de agua. Quería saber cuándo estarían juntos
nuevamente. Quería saber cuándo podían pasar tiempo todos juntos con la familia… no
quería pensar en que esto terminara.
Matt apretó el auricular más fuerte, en parte por el miedo de ser descubiertos,
en parte porque Evan dijo nuestro.
─¿Quienes?
─Vic, Helena…
─¿Y Vic?
«Respira profundo», pensó Matt. «Toma aire profundamente». Sabía que Vic
Wolkowski era un tipo de mente abierta y decente, pero el pensamiento de decirle…
decirle a cualquiera.
─Grandioso. Yo… mmm… llevaré algo. Postre o algo así. Entonces, ¿te veo a las
cinco?
─Está bien.
«De vuelta al silencio», pensó Matt. «¿Qué demonios le dices al hombre con el
que pasaste el fin de semana… en la cama?».
─¿Gracias? ─Matt resopló─. Créeme cuando te digo que recibí tanto como di
─y con eso en mente… Evan estaba riendo y eso sonaba bien para Matt.
─Sí. Me dijeron que te envían saludos. Querían saber cuándo te verían otra vez.
Matt sonrió.
─Está bien… bueno… ¿es… estás seguro? ─tartamudeó Matt─. Tus hijos…
Y Matt escuchó un clic. Esperar hasta el jueves iba a ser una tortura.
Luchando con torrenciales lluvias, Evan llegó al trabajo el lunes por la mañana a
las ocho y treinta. Silbó un poco mientras se servía un café, lo que produjo una extraña
mirada por parte de Moses, quien estaba merodeando alrededor de la caja de donuts.
─Buenos días.
─Nada en particular. Sólo un buen fin de semana eso es todo ─sintió los ojos
de Moses entrecerrarse, olfateando un secreto en el aire. Evan trató de relajarse en su
asiento, ocupándose con su rutina diaria.
pequeño fetiche de Matt por los tatuajes había dejado un buen recordatorio en la parte
interna de su antebrazo. Era extraño… y un poco excitante… llevar evidencias consigo.
─Hola.
─Ya revise los documentos del caso McCrory. Creo que estoy lista para testificar.
Con recelo evidente le siguió afuera. De pie contra la pared con los brazos
cruzados esperó a que hablara.
─Helena, lo siento, por lo que te dije la semana pasada, o más bien, lo siento
por lo que no te dije. Estás en lo correcto. No estaba manejando las cosas bien y me
descargué contigo porque… porque soy un idiota.
─Detente. Estoy preocupada por ti… no te mentiré y diré que no. Prometí no
molestar pero tienes que dejar de apartarme. Me está fastidiando.
─¿No vas a decirme lo que te está pasando? ¿Por qué estás actuando de una
forma tan extraña?
No dijo nada.
─Bueno.
Hubo un silencio largo e incómodo que Evan no entendió muy bien… Helena
pareció recobrarse y sonrió.
─Deja de ser tan cretino, ¿quieres? Responde mis preguntas y nadie resultará
herido.
─Sí. Creo que me sobrepasé un poco con mi reacción. ¿Si voy el Día de Acción
de Gracias, conoceré a la chica misteriosa que te está haciendo actuar tan loco?
─Seguro, cuántos más, mejor ─«Oh, Cristo», pensó Evan. Matt iba a
enloquecer. La muchedumbre seguía creciendo.
Evan se apoyó contra la pared. Eso había tomado mucho de su parte y mierda, ni
siquiera habían llegado a la parte donde él decía las palabras: «estoy liado con Matt
Haight». Se frotó el rostro y se dirigió de nuevo hacia su escritorio. Moses no se había
movido.
─Nop. Sólo leo mi caso ─le dio a Evan una mirada zorruna y giró sobre sus
talones para entrar nuevamente a la comisaría.
Evan contó hasta cincuenta y trató de calmarse tanto como humanamente fuera
posible mientras se sentaba en su puesto. Tenía tres días hasta que su pequeño secreto
empezara a hacerse camino a la luz pública.
Tres días.
Se colocó un pesado suéter negro por encima de la cabeza, sabiendo que sus
jeans fastidiarían a su suegra y que él lo disfrutaría. Podía escuchar a los niños gritando
en el piso de abajo, mientras el desfile de Macy’s Day 32 sonaba en el fondo. Oh bueno.
Otra banda tocando «Jingle Bells 33». El toque navideño hizo que su estómago doliera. El
año anterior casi habían dejado que pasara, un pequeño árbol, unos pocos regalos para
los niños. Pasaron la mayoría del tiempo con los padres de Sherri, aburridos. Evan
todavía estaba en trance, eran sólo dos meses después de que habían enterrado a Sherri
y no podía hacer mucho más que sentarse en el sofá y mirar la chimenea. Esquivando la
repisa, para así no tener que ver a Sherri, desde el nacimiento hasta la adultez, su cara
sonriente quemando sus ojos.
Sin embargo este año… quería que fuera mejor. Quería que sus hijos siguieran
teniendo buenos tiempos, para que recordaran buenos momentos de su niñez. Tan duro
como fuera a ser, lo haría todo, el gran árbol, los cantos, las decoraciones, la corriente
de regalos. Evan deseaba con desesperación escuchar a sus hijos sonriendo y vibrando
de felicidad, abriendo sus regalos en la mañana de navidad.
32
Conocido en EEUU como el Desfile de Acción de Gracias de Macy, es un desfile anual presentado por los grandes
almacenes Macy, como su nombre indica, se celebra el día de Acción de Gracias, el cual es festejado el último jueves de
noviembre. N. de los CC.
33
Villancico tradicional americano. N. de los CC.
Evan tomó su reloj y anillo de bodas del vestidor y avanzó hacia las escaleras.
Quería una bonita navidad familiar. Y quería compartirla con Matt.
Seis horas con los MacGregor´s ponían a prueba cada molécula de la naturaleza
paciente y estoica de Evan. Phil fumó al menos nueve cigarrillos, quejándose de todo,
desde el alcalde hasta el metro –en el que no había estado en diecisiete años– y hasta
de los malditos Jets34. Cada vez que Evan trataba de participar en la conversación, Phil
cambiaba el tema y se lanzaba a por ello. Evan ya estaba acostumbrado a ello,
acostumbrado a divagar, pero la gran cantidad de whiskey que Phil estaba consumiendo
era algo nuevo. Sabía que Phil había quedado devastado por la muerte de Sherri, ella
era su favorita, pero no se había percatado que estaba tratando de beberse su dolor.
Hizo que Evan se tensará, ya que sabía que él había estado haciendo lo mismo.
Josie corría alrededor de los niños sin parar. Los alimentó desde el momento en
que cruzaron la puerta, justo hasta la cena. Podía ver que estaban prácticamente ebrios
de comida y sabía que sería un viaje tranquilo a casa, todos estarían inconscientes.
Cuando tuvo a todos los niños masticando al mismo tiempo, giró su atención hacia Evan.
Le ofrecieron cada comida conocida por el hombre, dos veces y la tercera vez
que Josie salió con un plato lleno de fruta, queso y pan, Evan cedió y lo aceptó. Pareció
aliviada, como si no supiera qué hacer con alguien que no comiera.
34
New York Jets, equipo de futbol americano. N. de los CC.
35
Hora de finalizar la explicación prometida: En esta novela hay dos Helenas, la Helena con H es la compañera de
trabajo de Evan, y la Elena sin H es la cuñada de Evan… Por si alguien se sentía un poquito confundido, aquí está por fin
aclarado. N. de los CC.
Los niños aliviaron la tensión durante la comida. Todos competían por decirles a
sus abuelos historias sobre la escuela, sobre deportes; arrojaban ideas para los regalos
de navidad, encantadores y adorables, sabiendo que conseguirían lo que fuera que
mencionaran.
─Uh, chicos… ¿ya casi terminan? Recuerden que tenemos que ir a casa. Viene
visita.
Evan les dio a los niños la «mirada de papá» y se levantaron, empezando a apilar
los platos y colocar las cosas en la cocina para limpiar. Él hizo lo mismo.
─Josie, tengo algunos amigos del trabajo que no tienen familia en la ciudad,
quise darles un lugar donde pasar el día de Acción de Gracias.
Josie hizo un sonido de resoplido y cargó una torre de platos hacia la cocina. Phil
se estiró a por la botella de whiskey, siempre presente a su lado; Elena murmuró una
excusa y desapareció otra vez. Suspirando, Evan lanzó otra mirada al reloj. Eran las tres y
treinta, si pudiera salir de allí a las cuatro… no quería a Matt de pie en su porche, solo.
─¡Oye! ¡Es Matt! ─gritó Elizabeth desde el asiento trasero, levantando a Danny
y Kathleen de sus siestas.
Evan apenas tuvo tiempo de aparcar el coche antes de que las puertas se
abrieran y los niños salieran. Observó cómo Danny y Elizabeth corrieron hasta estrellarse
contra las piernas de Matt, casi tumbándolo con la fuerza de sus abrazos. Evan lo miró
dejar sus bolsas, agacharse y levantar los dos niños a la vez, moviéndolos al tiempo
hasta que gritaron de la emoción.
Evan sólo quería sentarse allí por horas y verlos a todos juntos, pero apagó el
motor y salió del auto. Mientras avanzaba por el camino de entrada, atrapó la mirada de
Matt.
─Hola.
─Hola ─dijo Matt sin aliento, dándoles un último giro a los gemelos y
bajándolos al suelo.
No había nada qué decir… nada que pudieran decir con los niños alrededor,
empujándose unos a otros por la puerta principal. Evan se abrió pasos a codazos por la
multitud, sacando sus llaves. Dirigió su prole a la casa. Matt cerraba la retaguardia,
trayendo sus cosas. Evan se detuvo en la puerta de entrada, dejando que Matt se
apretará contra él. Le escuchó tomar aliento rápidamente, dejó que lo calentará.
─Te extrañé.
Las palabras estaban dichas con tanta suavidad que Evan casi no pudo
distinguirlas. Pero conocía el sentimiento. Él también lo sintió.
Vic Wolkowski se presentó veinte minutos después. Sus hijos estaban fuera en un
viaje por Europa con la hermana de su difunta esposa y él pasó el día con una tía mayor.
Entró con suficientes galletas horneadas para alimentar a todo Queens.
─¡Oye, Matty! No tenía idea que estarías aquí. ─Vic arrojó su chaqueta sobre
una silla─. No sabía que ustedes fueran tan cercanos.
Evan se giró sobre sus talones y se dirigió a la cocina donde Matt le vio pretender
que comprobaba la máquina de café. Como si fuera una cabeza nuclear que necesitara
su atención.
Bastardo.
Gallina.
Vic frunció los labios. Asistió pensativamente. Se volteó hacia Evan quien seguía
mirando al Señor Café.
─Oye, ¿cuánto falta para que esté el café? Quiero comer esas galletas.
Vic estaba en su tercera taza de café y número desconocido de galletas. Él, Evan y
Matt se sentaban en la mesa, relajados, hablando de nada. Matt se sentía tan cómodo
en esta cocina, con estos hombres. Los niños estaban en la sala, riéndose como locos de
algo en la televisión. Ocasionalmente Elizabeth o Danny vagaban por ahí apoyándose
contra la silla de Matt, haciéndole cualquier pregunta tonta, robando una galleta de su
plato. Kathleen volvió por más sodas, preguntándole casualmente por cuánto tiempo se
iba a quedar.
El timbre sonó en ese momento y Matt dijo una plegaria de corazón por Acción
de Gracias.
─Bueno, al menos no tengo que hacer compras por un tiempo ─comentó Evan,
tomando las bolsas llenas hasta el tope, de sus manos.
Helena, con las cejas elevadas, lanzó una mirada a Matt, quien estaba tratando
de relajar sus músculos faciales.
─Sí ─con eso, Evan dio media vuelta y caminó hacia la entrada, donde Matt –
adivinó– iba a vigilar la cafetera nuevamente.
─¿Qué le pasa?
Helena no dijo mucho más por el resto de la tarde. Su radar de detective estaba
pitando como loco. Escucho a Vic y Matt contar historias graciosas sobre viejos casos,
entreteniendo a su madre, quien hacía a la perfección el papel de ciudadana
sorprendida. Evan se reía con ellos y Helena se dio cuenta que esto era lo más relajado
que lo había visto en años.
Revisó el reloj percatándose que casi señalaba las diez en punto y dudaba mucho
que la «chica misteriosa» fuera a presentarse… por ende, reforzando su terror de que
ella, Helena Abbott, fuera la susodicha chica misteriosa que su compañero, su querido
amigo, su modelo para el «hombre ideal», el que casi era su maldito hermano –por el
amor de Dios– y, estaba desarrollando sentimientos románticos por ella.
Observó que Evan miraba el reloj y que inventaría alguna excusa sobre la «chica
misteriosa» pero en vez de eso le dio una sonrisa a Matt y se levantó para anunciar la
hora de la cama a los niños en el otro cuarto.
El anuncio fue recibido con gruñidos pero Helena escuchó movimiento. Los niños
entraron para decir sus buenas noches y Helena miró con interés como los tres corrieron
a darle abrazos y besos a Matt. No tenía ni idea de que Matt hubiera pasado tiempo con
los niños. Fue más extraño que Evan nunca lo hubiera mencionado.
─¿Oye Matt, vas a estar aquí cuando despertemos como la última vez?
No fueron tanto las palabras lo que la hicieron pensar, notó Helena, sino la
reacción de Matt y Evan. Las miradas furtivas, la «rápida» recuperación y la no
respuesta.
─Bueno… no está nevando otra vez, ¿no? ¿Como la última vez? ─graznó Matt.
36
Diminutivo de Bloomingdale´s, cadena de tiendas por departamentos de lujo en los EEUU. Puff, de nuevo gracias
Wikipedia, qué sería de nosotros sin ti. N. de los CC.
Y luego Evan guió a los niños escaleras arriba. Miranda entró poco después y dijo
sus buenas noches, luego siguió al resto de la familia escaleras arriba. Matt hizo un vago
comentario sobre café y se levantó.
Helena parpadeó.
─Oh sí. Sólo cansancio… un día largo… sí, entonces, la última vez que estuve
aquí fue cuando tuvimos esa gran tormenta… creo que dos semanas atrás, y eeeh, me
quedé atorado por la nieve, tuve que pasar la noche aquí… cuidé de los niños al día
siguiente por Evan… ─divagó Matt, gesticulando con sus manos.
Sus ojos fueron y vinieron entre los dos, después se aclaró la garganta.
─Oh fue maravilloso ─y con eso, Serena se lanzó en una entretenida historia
sobre perderse en la ciudad y encontrarse con un amigo del jardín infantil, literalmente.
Helena ya había escuchado esta historia unas cuarenta veces, así que desplazó los ojos
por el cuarto. El Capitán Wolkowski miraba a su madre como si ella hubiese inventado el
oxígeno y eso era un poco… asqueroso. Matt y Evan estaban escuchando, asistiendo y
sonriendo, perfectos encantos esos dos. Sabían cómo impresionar a las madres.
Todos saltaron y Evan estaba fuera de su silla en un segundo. Hizo un gesto para
que todos se relajaran.
─No, no, está bien. Tengo algunos problemas con la alarma en el sótano. Vuelvo
enseguida ─corrió rápidamente por las escaleras.
─Umm, oye, ¿Matt? ¿Podrías darme una mano aquí abajo? ─llamó Evan desde
abajo. Helena miró a Matt apresurarse y bajar. Giró su atención hacia la historia de su
madre.
─Oh no… miren lo tarde que es. Helena, querida, en verdad debo volver a casa.
Ha sido un día muy largo ─le dio palmaditas en la mano de Wolkowski─. Aunque es
una vergüenza terrible separarme de tan maravillosa compañía.
─Iré abajo a decirle a Evan. Necesito unos cuantos minutos para hablar con él,
¿bien?
Serena asintió.
─Bien, cariño.
Helena bajó las escaleras hacia el sótano, escuchando más risas detrás de ella. En
verdad tendría que hablar con su madre sobre esto; no parecía la mejor idea, que
estuviera coqueteando con el jefe de Helena. Perdida en sus pensamientos, llegó hasta
el final de las escaleras y giró hacia la derecha, siguiendo la luz en la esquina lejana del
cuarto.
Como un rayo, las piezas encajaron. Evan en verdad nunca había mencionado
salir con una mujer antes de su gran admisión de desarrollar sentimientos por la mujer
misteriosa, sólo salía con Matt… la gran tormenta de nieve… la persona por la que tenía
sentimientos, la relación complicada… ir a casa a hablar con esa persona… Danny dijo
que Matt había estado allí cuando se levantó… pasó el día… el Día de Acción de
Gracias… ella conocería…
─Oh Por Dios. ─Helena no pudo evitar la sorpresa─. ¡Oh Por Dios!
─Helena… ─él no podía pronunciar las palabras. Su boca se movía pero no salía
nada de ella─. Yo… yo iba a decírtelo… esta noche…
Helena se las arregló para cerrar la boca. Podía ver que ambos estaban a punto
de enloquecer, Matt parecía estar a ocho segundos de tener un paro cardiaco, por lo
que hizo un gesto calmante con las manos.
─Bueno escuchen… está bien… está bien… sólo que no tenía idea… pensaba…
─súbitamente lo ridículo de ello la golpeó, creer que Evan estaba enamorado de ella, y
empezó a reírse─. Oh Dios.
─¿Qué…?
─Yo pensé… cuando dijiste que era complicado… y que no me dirías quién era
ella… pensé… oh Dios… ¡pensé que era yo!
─¿Tú? Jesús Helena, eso es como incesto o algo. ─Evan se las arregló para
decir.
─¡Lo sé! ─señaló hacia Matt─. Esto es… grandioso. En serio. Es sólo una gran
sorpresa.
─Oye, gracias.
─Um, sí… sí. Ahora mismo, es… una cosa que estamos…teniendo.
─¿Una cosa que estamos teniendo? Tan elocuente Detective Cerelli. En serio.
Me estoy ahogando aquí de la emoción ─gruñó Matt.
Helena asintió.
─No lo hice.
─Lo sé.
Matt resopló.
Se abrazaron por largo tiempo y Helena se sintió mejor. La cara de Evan había
pasado por cerca de cincuenta emociones diferentes desde que ella había bajado por las
escaleras, pero las que más sobresalían en su memoria eran las tiernas que le enviaba a
Matt. La sonrisa maliciosa. La mirada tímida cuando menciono «saliendo». No estaba
segura si él lo sabía, pero ella sí… estaba enamorado, estaba escrito en su cara en
grandes letras. Lo apretó más fuerte.
─Gracias, Helena. No creo que estemos seguros de cómo hacer esto… es algo
como una nueva experiencia para los dos.
─Nuevo pero… bueno ─dijo Evan, sacudiendo su cabeza─. Una buena cosa.
─Helena atrapó la mirada que pasó entre los dos hombres y fue… hermoso… la única
palabra en la que podía pensar era hermoso. Era amor y lujuria y tan tierna expresión de
cuidado que se preguntaba si sabían que tan lindos eran de mirar…
─Entonces, mejor regresamos ahora antes que el capitán le pida una cita a mi
madre ─dijo Helena, recobrando la compostura. Había cien mil y una pregunta que
quería hacerle a Evan, cómo: «¿por qué nunca me mencionaste que te gustaban los
hombres?», esa estaba en la cima de la lista, pero este no era el momento, el lugar, ni
las circunstancias. Por lo que sabía, el Capitán Wolkwoski ya podría haber conseguido el
número de su madre.
─Oh sí, Vic está trabajando con el encanto allí arriba, Helena. Más vale que
vigiles… o podrías terminar con un padrastro… ─le advirtió Matt.
─Un segundo ─dijo Matt y la miró sonreír, asentir y subir las escaleras. Tomó
los dos pasos que necesitaba para alcanzar a Evan y tocó su rostro.
─Para nada mal… ─dijo Evan, cerrando sus manos para apoyarse contra la
mano de Matt.
─Sí. ─Matt sólo dejó que sus manos rozaran la cara de Evan, luego su torso.
Roces gentiles, nada demandante ni abiertamente sexual. Calmándolo. Sentía los
escalofríos correr por la piel de Evan, sabiendo que había estado aterrorizado de
cualquiera que fuera a ser la reacción de Helena. Probablemente tan asustado como
Matt.
Pero ella estaba bien aparentemente, y ellos estaban bien, al menos por otro día.
Se sentía tan bien estar de pie juntos, sujetándose el uno al otro. Los cuatro días
que habían pasado separados habían sido un infierno para Matt, durmiendo cada noche
en el colchón nuevo, la esencia de Evan en las sabanas y luego todas las personas… no
podía tocarlo, no podía besarlo. Cuando lo había llamado al sótano estuvo
agradablemente sorprendido de encontrar a Evan recostado contra la pared más lejana,
una pequeña sonrisa sexy en su rostro, instigándolo a acercarse. No había necesitado
preguntar dos veces. Y después el beso… la sensación de la boca de Evan… había
tomado cada pedazo de su autocontrol para no arrancarle la ropa a pedazos.
─Mmmm… sí… saca a toda esta gente fuera de tu casa para que así puedas…
um… visitarme en el sofá.
Evan se separó, sus ojos azules brillantes y casi… febriles. Matt podía leer el
deseo en su rostro. Oh sí… iba a ser una buena vista.
No dijeron una palabra más y Matt lo siguió por las escaleras, de vuelta en la
cocina. Lo sorprendía que aún pudiera caminar.
Tomó otros cuarenta y cinco minutos antes que todos finalmente se prepararan y
salieran. Matt se quedó lo más alejado de Evan como le fue posible, todo el tiempo,
temeroso que su rostro mostrara lo que estaba sintiendo. Lo que necesitaba tan
desesperadamente que apenas lograba mantener la sonrisa en su cara.
Dijo adiós a Serena y Helena, quien lo abrazó por tiempo extra e hizo varios
comentarios acerca de todos ellos teniendo una cena, juntos. Le dijo buena noches a Vic
Wolkwoski, haciendo un plan tentativo para una comida en unas semanas. Los vio a
todos salir por la puerta principal, con Evan diciéndoles sus propias buenas noches y que
condujeran cuidadosamente. Evan cerró la puerta y se giró, apoyándose contra ella,
sonriendo.
La casa estaba silenciosa. Los niños estaban dormidos. La compañía se había ido.
Se detuvo a un pie de Matt, tentándolo con una sexy sonrisa, con su mera
presencia.
─Ven aquí ─dijo Matt rasposamente, estirándose. Pero Evan meneó la cabeza.
─No seas tan descaradamente provocador. ─Matt estaba duro como una
piedra y empezaba a molestarse. Estaba a tres segundos de empujar a Evan al suelo.
─Bueno, cinco minutos. Usa el baño de abajo ─y prácticamente corrió por las
escaleras.
Matt contó hasta cincuenta, sólo para calmarse lo suficiente para «caminar y
cambiarse de ropa». Su corazón golpeaba en su pecho. Unas pocas semanas atrás nunca
se hubiera imaginado estar en este estado, «estás excitado y emocional y tan…»
«Adelante Matty», pensó frenéticamente, «admítelo…» Tan malditamente enamorado
que a duras penas podía funcionar. Y en toda su vida, nunca hubiera, nunca podría
haber imaginado sentirse de esta manera por otro hombre. Tomó su maleta de donde
estaba en la sala, debajo de una mesa junto a la chimenea.
Y miró la foto.
Estaba apretada detrás de una lámpara, casi escondida por completo, pero
cuando se agachó la vio tan clara como el día. La tomó con una mano temblorosa,
mirando fijamente la radiante cara de Sherri Cerelli. Era joven… ¿quizá en la escuela?
¿Universidad? Se veía grandiosa y sexy, rubia y fresca y… brillante. Radiante. Tenía una
muy buena idea de quién se encontraba recibiendo esa radiante sonrisa.
Esta era la persona con la que Evan había planeado pasar el resto de su vida. Esta
era la persona a la que amaba y quería. Habían formado una familia juntos, un hogar. Y
si un idiota no la hubiera asesinado, estaría aquí mismo, probablemente sentada en el
sofá con Evan. Hablando, besándose, sosteniéndose el uno al otro, de la forma que se
suponía que fuera. Hombre, mujer, niños. No dos hombres tonteando en la oscuridad,
tocándose…
Oh Dios. Algo atravesó a Matt, algo mitad dolor y mitad deseo. Era demasiado
egoísta para alejarse, pero esto estaba mal… mal… mal… Todo se estaba acumulando en
su cabeza.
No se percató por cuánto tiempo había estado de pie allí hasta que oyó un
sonido detrás de él. Con un suspiro, se volteó, encontrando a Evan allí con un chándal
negro y una camisa negra apretada. Era muy poco visible en la oscuridad. Matt no podía
leer su expresión.
Suspiró.
─Nada.
─La regla de nada de cosas sensibleras se aplica en este momento, ¿vale? Dime.
Hubo un largo, doloroso silencio que Matt odió. Estaba siendo un maldito
masoquista, trayéndola a colación en este momento. Entonces Evan suspiró y Matt se
vio forzado a mirar su rostro.
─Hermosa, sí. Por dentro y por fuera. Sabes cuánto la amé ─su voz era suave,
seria.
─Sí.
Matt no dijo nada. Todo lo que podía sentir era la sensación de los dedos de
Evan, moviéndose arriba para masajear sus bíceps, su hombro.
─Pero estoy aquí, sabes. Estoy aquí y necesito estar vivo por… por mis niños.
Por mí ─su mano se movió para acariciar un lado del cuello de Matt─. Por… por ti.
Todo estaba tan quieto que Matt no estaba seguro que estuviera respirando. Si
alguno de los dos estaba respirando. No podía encontrar su voz. El aire alrededor de
ellos estaba vibrando con el miedo de Matt y un deseo compartido que podía jurar, se
tornaba más y más salvaje cada vez que se acercaban.
Evan se movió más cerca, hasta que estuvieron apoyados el uno en el otro, la
cabeza de Matt en el hombro de Evan. La voz de Evan era apenas un susurro contra su
mejilla.
─No puedo explicar mis sentimientos por ti. Sólo he amado y querido a una sola
persona en mi vida. No sé lo que va a pasar. No sé lo que puedo darte… tengo tanta
gente que depende de mí Matt, que no sé lo que puedo arriesgar… pero… quería que
supieras esto… quería decirte… te amo.
El espasmo de placer se extendió dentro de Matt otra vez, tan intenso ahora que
a duras penas podía ver, respirar, oír… en cuarenta y dos años nunca se había sentido de
esta manera, nunca había oído esas palabras ser dichas con tanta emoción, con tanta
verdad. Todo lo que podía hacer era envolver sus brazos alrededor del cuerpo de Evan y
acercarlo aún más. Temblando con emociones no habladas.
─No ─dijo roncamente─: No… detente ─se apartó sólo lo suficiente para
mover su cara, colocando su boca sobre la oreja de Evan. La trazó con su lengua,
succionó su piel─: Dime por qué.
─¿Por qué me amas? ─Matt sabía que sonaba infantil y desesperado pero no
podía evitarlo. Quería escuchar por qué. Quería entender cómo él, Matt Haight, podía
ser la persona que Evan amara.
─¿Por qué? Pues, porque… porque me haces sentir que el mundo no es una
mierda y haces reír a mis hijos… porque eres el mejor amigo que alguna vez haya
tenido… porque te quiero de una manera que nunca hubiera imaginado…
Matt vio que el sofá estaba cerca, empujando a Evan hacia él. Se sintió endurecer
aún más, cuando Evan lo miró, sorprendido, acostado sobre su espalda… levantándose
hacia él, sin embargo, Matt lo rechazó.
Sabía lo que quería hacer y le asustaba. Le asustaba porque nunca había tenido
esos pensamientos, nunca los había deseado. Temblando, Matt sacudió los cojines del
sofá para que así tuvieran más espacio… montándose a horcajadas sobre el cuerpo de
Evan, una rodilla a cada lado de sus caderas. Se miraron fijamente por un largo tiempo,
hasta que Matt ya no pudo esperar y se inclinó, apoyando sus brazos en el sofá,
atrapando los de Evan.
─No ─movió su boca hacia abajo por la garganta de Evan, con rudeza, oyendo
sus gemidos inarticulados, queriendo más. Matt alcanzó el borde de la camisa, gimiendo
con frustración.
Sonriendo, Evan se movió sobre sus codos, levantándose del sofá. Matt agarró la
cintura de sus pantalones y los bajó lo más que pudo. Arqueó una ceja hacia su amante.
─Nop, lo siento. ¿No se suponía que te ibas a callar? ─Su tono bromista iba en
contra del latir de su corazón. Podía saborear el deseo que sentía por este hombre en la
punta de su lengua─. Te dije que no te movieras… y hablo en serio.
Matt tomó un aliento largo y profundo. Retomó los besos, las mordidas, el
reclamo de la boca de Evan, cuello… se movió hacia abajo… sobre su pecho, dejando
que por primera vez, su lengua tocara los pezones marrones; el cerebro de Matt casi
explotó ante el casi sollozo que Evan dejó salir.
─Cállate. Te deseo. Quiero hacer esto ─la voz de Matt sonaba extraña a sus
propios oídos.
Evan se quedó quieto, luego se arrastró hacia arriba, hasta que estuvo
descansando contra el brazo del sofá, sus ojos nunca dejaron la cara de Matt. Matt se
inclinó para dar la primera probada, moviendo sus labios a un lado del miembro de
Evan, acariciándolo cuidadosamente con su lengua. Regresó y colocó su boca sobre el
eje, besándolo, escuchando los sonidos que Evan estaba produciendo, los suaves
escapes de aire que le decían que había dado en el punto correcto. Evan se enterró en
los cojines, sus manos tirando de la camisa de Matt.
─Sí…
─Quiero ─susurró Matt, con autoridad esta vez, bajando la cabeza hasta el
miembro de Evan, cubriéndolo con besos suaves y húmedos. Evan jadeó, hizo un medio
e inarticulado esfuerzo por rogarle a Matt que se separara, pero no escucho. Se tomó su
tiempo, haciendo movimientos lentos y gentiles. Francamente no tenía idea de lo que
estaba haciendo, porque el que te lo hicieran a ti, realmente no te preparaba para
hacérselo a alguien, pero el ego y el amor demandaban que hiciera esto bien.
Finalmente, deslizó la punta de la erección de Evan dentro de su boca y el sabor explotó
a lo largo de su lengua. Evan estaba respirando con fuerza y gimiendo suavemente, su
cabeza estirada hacia atrás contra el brazo del sofá. Esto era malditamente aterrador y
oh Dios, a duras penas podía evitar que su cerebro estallara por escuchar a Evan
sollozar y gemir por encima de él. Esto podía ser por Evan, pero Matt nunca había
estado tan excitado en toda su vida. Movió su boca tratando de no dar arcadas, no
quería estropearlo, tomando más y pensando desesperadamente esto no es suficiente…
más… cerró sus ojos y dejó que su boca le hiciera el amor a Evan, dejándose llevar sin
pensar en nada excepto en complacer a este hombre.
La emoción del momento, hizo a su cuerpo arder y reconocer que él, Matt
Haight, estaba arrancando esos sollozos de placer de Evan, que amaba a Matt tanto
como Matt le amaba a él… lo estimulaba a seguir. Enterró sus dedos en los afilados
huesos de la pelvis de Evan, sujetándolo contra el sofá y succionó más fuerte, más
fuerte… Evan dejó salir un jadeo de sorpresa y se corrió abruptamente, llenando la boca
de Matt del amargo fluido. Matt lo tragó… tosiendo, asombrado y abrumado.
Esperó hasta que las vibraciones corriendo a través del cuerpo de Evan, se
detuvieron y entonces le dejó ir. Levantando su peso. Reposó su cabeza contra el muslo
musculoso de Evan temblando como si él hubiera sido el que se hubiese corrido. Sintió
las manos de Evan acariciar suavemente su cabello, más profundamente, tocando su
cuero cabelludo con sus fuertes dedos. Se preguntó si esto había sido parte de él
siempre y Evan simplemente lo había traído a la superficie. Se preguntó si sólo era el
amor, no un estilo de vida, no biología.
─Oye ─carraspeó Evan, rozando su mano contra la parte trasera del cuello de
Matt─. Ven aquí. Aquí arriba.
─¿Sería muy molesto decir: ¡oh! mierda, gracias, eso fue increíble? ─preguntó
Evan, besando a Matt antes de que pudiera responder─. Y por cierto, creo que eres un
mentiroso.
─¿Qué?
─Un mentiroso. Porque si me dices que esta fue la primera vez que hiciste eso…
─Primera vez. Honor de niño explorador. O como sea que se llame esa mierda.
Matt enterró su boca contra el lado del cuello de Evan. Se rió. Sintió las manos de
Evan moverse sobre su espalda, tocándolo gentilmente.
─Levántate, Matt.
Finalmente desnudo, mirando hacia el techo, sintió a Evan deslizarse arriba de él,
el aire dejando sus pulmones.
Fue hasta la cocina y sacó la caja de barras de cereal que había escondido debajo
del lavaplatos. A su estúpida hermana gemela Elizabeth también le gustaban de las de
mantequilla de maní y se las acababa todas si la dejaba. La leche era un asunto un poco
complicado, pero se las arreglo para servirse un vaso sin derramar mucha y volvió a la
sala.
Matt estaba sentado, con el cabello enloquecido, frotándose los ojos. Tenía una
camiseta de NYPD justo como la que tenía el papá de Danny.
Matt le sonrió.
─Sí, chico, estoy aquí ─miró el reloj de la mesa─. ¿Qué diablos estás haciendo
despierto a las… a las siete y cuarenta? Dios mío.
─No me importa. Pero esto significa que puedo escoger antes de que la
estúpida de Elizabeth se levante.
Danny rodó los ojos. Se metió algo de la barra de cereal en la boca, sabiendo que
era de locos pelear con los adultos sobre su estúpida hermana. Agarró el mando y
encendió la televisión, cambió los canales hasta que encontró una vieja película en
blanco y negro de Tarzán. Usualmente no le gustaban esa clase de cosas, ¡pero oye!
Estaban amarrando a tipos en los arboles y partiéndolos en dos. ¡Excelente!
Él y Matt se sentaron allí por casi dos horas, mirando a los nativos matar más
cazadores, hasta que el resto de la familia bajó.
Otra mañana de lunes, otra gran sonrisa puesta en la cara de Evan Cerelli. Helena
lo estaba esperando en los escalones de la estación. Movió un pedazo de papel en su
cara.
─Después no digas que no hago buenas cosas por ti, ¿vale? ─caminaron hacia
su auto─. ¿Tuviste un buen fin de semana?
─Movido. Limpié mi armario, luego fui de compras y lo volví a llenar ─le dio
una sonrisa macabra y se inclinó más cerca─. ¿Entoooooooonces…?
─No.
─Ah, vamos Evan ─se rió─. Habla. Tu novio es lindo ─se rió más fuerte
cuando se puso rojo. Se acomodaron en el auto, Evan conduciendo.
─En serio Evan, dime… ¿qué diablos pasó? Quiero decir, ¿esto es algo que
siempre habías sabido?
Respiró pesadamente.
─No.
─No. Creo que debes hablar de esto, Evan… ¡es mucho más complicado que tú,
ingresando al mercado de citas nuevamente! Y si soy la única que lo sabe…
─Helena…
─Sí, pero… no es como si esto hubiera pasado antes… ─la voz de Evan se
perdió, mientras tenía un flash súbito del fin de semana, recordando estar en la ducha el
sábado en la noche, con Matt en sus rodillas… y Evan retornó su atención a la vía, antes
que matará a alguien─. Lo que él y yo… tenemos… no es algo en lo que me sienta…
experimentado.
─Vaya.
─Sí.
─¿Y él?
─Vaya, quiero decir, vaya. Nunca tuviste interés en hombres… ¿pero estás
enamorado de Matt?
─¿Qué clase de detective patraña crees que soy? Estaba escrito en las caras de
los dos el Día de Acción de Gracias.
─¿Qué?
─No estamos listos para… hacer esto público… es todo muy nuevo y…
38
El Upper West Side (parte noroeste según los términos usados en Manhattan) es un barrio del distrito de Manhattan
en Nueva York que se encuentra entre Central Park y el Río Hudson al norte de la Calle 59 Oeste. N. de los CC. ¿Cuántas
veces hemos dado gracias a la Wikipedia en este libro? XD.
─Evan, cariño, antes que te viera besándote con él no tenía ni idea. Después de
eso, era imposible perdérselo, ¿sí?
─Está bien.
Salieron del auto y entraron al edificio, con un vestíbulo sin vigilante, viejo y
desatendido. El 5G39 era lo que estaban buscando. Sin ascensor. Intercambiaron miradas
exasperadas y se dirigieron a las escaleras.
─Esto es la policía, señor… ─Evan levantó sus puño para golpear nuevamente,
empezando a gritar el nombre del sospechoso cuando súbitamente, una fuerza lo envió
39
Obviamente, se refiere al número de apartamento. N. de los CC.
hacia atrás. El golpe lo aturdió por un segundo, luego el dolor le golpeó tan rápido que
perdió su habilidad para respirar.
El instinto tomó la delantera. Trató de sentarse, tomar su arma, pero notó que no
podía moverse, no podía mover nada… podía sentir el frio suelo contra su mejilla pero
no podía ver, no podía oír… había un zumbido en su cabeza como el enjambre de abejas
enfurecidas…
─Abbott.
─Sí. Tiene un hombro dislocado y una contusión leve. Fue sedada y será
trasladada a una habitación dentro de poco.
─Cirugías de este tipo siempre son arriesgadas, capitán. Tiene astillas de metal
incrustadas en el pecho, no estamos seguros si hay daño en sus pulmones, corazón…
parte de la operación será evaluar cualquier daño. Le sugiero que contacte a su familia
tan pronto como sea posible ─una enfermera llegó silenciosamente detrás de ellos y le
susurro algo al doctor Waressa.
─Discúlpeme, capitán. Tengo que ver otro paciente. Puede esperar aquí o arriba
en la sala de espera de cirugía.
Con eso el Doctor Waressa dio media vuelta y se alejó, dejando a Wolkowski de
pie en el pasillo del Hospital Saint Vincent. Había estado en esa situación tantas veces a
lo largo de los años, que empujó el miedo y la rabia a un lado para usar su teléfono
móvil.
Wolkwoski asintió, mirando su reloj. Evan llevaba en cirugía casi dos horas hasta
el momento, y aún no había logrado contactar a los MacGregor. Sabía que Evan no tenía
ninguna otra familia además de sus suegros y no sabía qué hacer a continuación.
─¿Los niños?
─Jensen está a la espera… la querías en la casa para cuando los niños llegaran,
¿cierto?
Vic sintió que sus sienes empezaban a palpitar. Jesucristo, ¿por cuánto más
tendrían que atravesar esos niños?
─Mierda, Moses. No sé qué hacer con respecto a eso. Jensen debería llevar a
alguien de trabajo social o alguien de servicios familiares con ella. Ojala supiera de
alguien más… ─el rostro de Matt Haight apareció súbitamente en su mente. Parecía a
gusto con los niños en Acción de Gracias…
─Matthew Haight.
─Matty… escucha… Evan está bien. Bueno, quiero decir, está en cirugía pero
está vivo.
─Los niños…
─Esa es la principal razón por la que te llamo. No puedo encontrar a los abuelos
en ningún lado, ninguno de ellos y esos niños necesitaran de alguien que conozcan.
─Voy para la casa, para estar ahí cuando lleguen del colegio… Iré al hospital tan
pronto como pueda.
Y el teléfono murió.
La llamada de Vic llevó a Matt a un estado frenético. Escuchó las palabras tan
calmado como pudo, Evan… disparo… cirugía… después colgó el teléfono y corrió hacia
la oficina de su jefe. Mantuvo su actitud despreocupada, su voz neutra. Escupió una
historia perfectamente razonable sobre un amigo cercano, un viudo con cuatro niños y
ninguna familia, en el hospital, sin nadie para vigilar a los niños. Necesitaba irse, no
tenía idea de cuándo volvería y podía simplemente tomar el tiempo como vacaciones
Golpeó su mano contra el volante del auto hasta que sintió el dolor viajar hacia
arriba por su brazo.
El tráfico avanzó y Matt lloró, se enojó y fue acompañado por su dolor. Quería
evitarse la parte del adulto responsable e ir directamente a Saint Vincent a gritarle a
cada doctor que pudiera encontrar hasta que estuviera seguro que Evan estaría bien. Y
luego iría y se sentaría en su cuarto a esperar que abriera los ojos.
Vic estaba solo. Estaba sentado en una silla de plástico dura, una de las muchas
alineadas en el corredor, mirándose los pies. Serena Abbott, con ojos rojos y frenéticos,
había estado allí por un corto tiempo. Vic hizo lo mejor para calmarla, luego la
acompañó hasta el ala donde Helena se encontraba durmiendo pacíficamente en su
habitación. Se lamentó por tener que verla en esas circunstancias.
Cerca de una docena de personas habían pasado por el pasillo para hablar con él,
los oficiales investigando el tiroteo, sus propios oficiales que venían a visitar a sus
camaradas heridos. Alguien de la oficina del alcalde había llamado sobre controlar la
prensa. Vic los manejó a todos calmada y eficientemente. Contuvo su lengua cuando fue
necesario, y palmeó unos cuantos hombros cuando los oficiales caminaban dentro y
fuera con una mirada aterrorizada que decía «gracias a Dios que no fui yo».
La cabeza le dolía, latiendo de la presión del día. Ambos oficiales estaban vivos y
con buen pronóstico; Evan finalmente había salido del cuarto de recuperación hacía dos
horas, hacia la UCI 40 para pasar la noche. El doctor Waressa le aseguró que estaría bien,
sin daño permanente, nada mal con su corazón o pulmones, pero tenía un largo periodo
de recuperación por delante.
Vic había asentido, le dio las gracias, siguió las órdenes de las enfermeras hacia el
piso de la UCI y se sentó a esperar en otra silla de plástico dura y fría. No creía que fuera
lo correcto dejar a Evan solo.
40
UCI: Unidad de Cuidados Intensivos. N. de los CC.
Vic asintió, tratando de sacudirse la tontera del cerebro. Necesitaba bajar, ver
cómo estaban los niños… y pensó que quizá debería ver como estaba Matt porque
sonaba como mierda cuando hablaron en la mañana.
Quería vomitar, quería estar borracho, quería estar en cualquier lugar del mundo
menos en el hospital, esperando por otro doctor que le dijera que alguien que quería
estaba muerto. O que no volvería.
Vic Wolkowski le dio un vistazo a la cara de Matt Haight y sintió algo apretarse en
su pecho. Por un momento no pudo recordar qué tiempo era… ¿morgue o UCI? Y
entonces miró las blancas y asustadas caras de los hijos de Evan Cerelli y suspiró.
─Vuestro papá está haciéndolo muy bien. Salió de cirugía y ahora está en la UCI.
Después de que tengamos el visto bueno del médico, podrán entrar a verlo ─había
hecho su trabajo muy bien, hablando con todo el mundo que pudo encontrar, hasta que
obtuvo las respuestas que buscaba.
Nada del pánico en la cara de los niños disminuyó; asumió que después de lo que
habían pasado con su madre no creerían nada o a nadie hasta que no vieran a su padre
con sus propios ojos.
Vic lo entendía.
─Voy a hablar con el doctor otra vez, a ver cuándo exactamente podrán ver a su
padre.
─¿Los gemelos también pueden ir? Sólo tienen ocho. Usualmente no dejan que
los niños entren.
─Yo… eeh… ya lo arreglé. Ellos también pueden subir. ─Vic no mencionó que se
había explayado en un largo discurso sobre los niños siendo casi huérfanos,
manteniendo al doctor Waressa clavado verbalmente contra una pared hasta que el
joven doctor le juró que lo arreglaría para que los cuatro niños pudieran entrar en la
UCI. No iba a ver las caras de esos pequeños niños y decirles: Hey… ¿podrían esperar
antes de ver a su padre? Sólo unos pocos días…
Matt asistió ausentemente y guió a los más pequeños junto con Vic, dándoles un
asentimiento a las dos chicas mayores, quienes fueron detrás de él. Vic continúo dando
vistazos por encima de su hombro, viendo a la pequeña familia triste siguiéndolo.
─Está bien. Un hombro dislocado. Está descansando… su madre está con ella.
Vic sabía que quería preguntar más, quería los detalles del tiroteo, quería saber
si el hijo de perra estaba en custodia. Pero también sabía que Matt no lo traería a
colación frente a los niños.
El ascensor arrancó y Vic hizo un rápido chequeo de los otros pasajeros. Los
niños aún radiaban miedo y miseria; la niña más pequeña se había enganchado en la
pierna de Matt y no parecía que lo fuera a soltar por algún tiempo.
─Oye, oye, Elizabeth. Está bien, cariño. En serio. Papi está bien. ─Matt, aún
sosteniendo la mano del chico más pequeño, se inclinó y le habló con suavidad a la
niña─. Ya escuchaste al Capitán Wolkowski, ¿cierto? Está descansando y vamos a verlo
ahora.
Elizabeth no dijo nada, sólo enterró su cara en la costura del jean de Matt y
meneó su cabeza.
Vic miró a Matt acariciar el cabello de la niña, moviendo su cara para que
encontrara la de él, nunca soltando al niño.
El ascensor se detuvo en el segundo piso y el grupo entero salió. Vic los guió
hasta la sala de espera al final del tranquilo piso, dándole un saludo a la enfermera en el
escritorio, Pam. Había sido muy amable con él y estaba esperando por los niños.
─Entonces Vic, ¿dónde está el doctor? Quizá pueda hablar con él por unos
pocos minutos.
Vic no pudo hacer nada más que asentir porque la mirada en la cara de Matt, la
amenaza velada de su voz, estaban asustándolo. Este era el funeral de Tony nuevamente
y había muy poco –además del policía que había recibido un disparo– que conectara a
los dos.
─Muchas gracias. Quizá un poco de jugo y algunas botellas de agua… eso estaría
bien.
Oh mierda. Eso era malo. ¿Qué estaba pasando por alto en todo esto?
Unos pocos minutos de silencio pasaron. Los niños se removían inquietos, Matt
deambuló un poco y Vic sólo… se apoyó.
Pam volvió por la puerta, botellas de jugo y agua balanceándose en sus brazos.
Vic se volteó y miró el precario sostén, tomando algunas de las botellas para
aliviar su carga.
─El doctor Waressa está esperando por los señores en el pasillo. Tengo a alguien
cubriéndome en mi puesto, así que me puedo sentar aquí con los jóvenes mientras se
van.
Vic colocó las bebidas en la pequeña mesa cercana a los niños. Matt le dio a Pam
una pequeña sonrisa.
─Gracias ─se giró a mirar hacia los niños─. Ustedes esperen aquí. Sólo voy a
mirar algunas cosas, luego regresaré y esperemos que podáis ver a vuestro padre
inmediatamente.
Miranda asintió.
─Está bien. Si lo ves primero, dile que estamos bien, ¿sí? Porque va a empezar a
preocuparse por nosotros.
Matt salió por la puerta, a duras penas dándole un vistazo a Pam o a Vic; Vic
podía ver que estaba con prisa por hablar con el doctor.
Matt detuvo sus pasos largos y ansiosos y esperó impacientemente para que Vic
lo alcanzara. Mierda, sabía que estaba metiendo la pata, descontrolándose
completamente en frente de Vic… Vic quien lo conocía tan bien, quien conocía la muy
distintiva facha de Matt Haight derrumbándose.
Evan Cerelli pensaba que había una caja de seguridad –una de esas grandes de
metal que les caían en la cabeza a las personas en las películas– sentada en su pecho. A
duras penas podía tomar aire… «Vaya eso dolió demasiado». En verdad, cada parte de
su cuerpo dolía demasiado.
Parpadeó hasta abrir los ojos y vio el techo, placas acústicas de blanca escayola.
No estaba en casa, en su cama. Era un techo extraño…
No se dio cuenta que estaba luchando hasta que una mano firme lo sostuvo
contra la cama.
─¿Señor Cerelli? Señor, relájese. Está bien, pero tiene suturas en su pecho y no
queremos que se salten.
─Señor Cerelli, va a estar bien. Realizamos una cirugía para retirar los
fragmentos de su pecho. La leve parálisis que siente es un efecto secundario normal de
la anestesia.
─Oye, Evan. ¿Cómo estás? Oh mierda, es cierto, no puedes hablar… ─habló Vic
en un tono silencioso─. Bueno no te preocupes. Tenemos a tus hijos aquí y están bien…
Matt está aquí…
Con el nombre de Matt, Evan cerró los ojos con fuerza. «Gracias a Dios», pensó.
«Está cuidando a los niños, se que lo está».
─Uh… oye, Matt, ven y habla con Evan. Yo… mmm… voy a hablar con el doctor,
veré cuándo pueden entrar los niños.
Matt se removía como un niño, esperando cerca de la puerta del cuarto de Evan.
Vio al doctor y Vic hablar con Evan, asegurándole que todo iba a estar bien. Tomó
respiraciones profundas, apretando sus manos en puños que probablemente podrían
atravesar cualquier cosa en ese momento.
Cuando Vic lo llamó, su corazón dio un vuelco. Aparentó tanta calma cómo fue
posible y se detuvo junto a Vic. Incómodo, levantó los ojos para encontrarse con los de
Vic, súbitamente evitando al hombre en la cama, el que tenía todos los vendajes en el
pecho y vio… algo. Vic asintió, golpeó el brazo de Matt y caminó por la puerta. No miró
hacia atrás.
Matt dejó que sus ojos viajaran hasta Evan, pálido y desgastado, enganchado a
los monitores e intravenosas. Tembló. Mierda. Su visión se tornó un poco borrosa.
Cuando se aclaró, vio que Evan había abierto sus ojos y lo estaba mirando
fijamente.
─Hola.
Matt liberó la tensión en sus manos, dejó que acariciaran el reverso de las de
Evan, alrededor de la aguja de la IV 41. Se sintió bien.
Susurró:
Vio los ojos de Evan alegrarse un poco. Matt sabía exactamente lo que había
estado pasando por su mente. Sabía el alivio de alguien diciéndote que tu compañero
estaba vivo y bien. Apretó su mano gentilmente. El nudo en su garganta más grande.
─Los niños están aquí. Miranda quería que te dijera que están bien. Hombre,
ella es grandiosa, simplemente grandiosa. Se ha mantenido muy bien, ayudándome con
los pequeños. Kathleen esta callada, pero creo que está bien. Los gemelos, están
aguantando bastante bien. Están asustados… pero creo que una vez te vean, estarán
bien ─temblando, Matt sintió las palabras escapando por su boca. Su visión se enturbió
nuevamente─. Y por cierto, si alguna vez vuelves a hacer la misma mierda, te voy a tirar
por una ventana. Tuve que ausentarme del trabajo, idiota.
41
IV, Intravenosa o Vía Intravenosa. N. de los CC.
─Oye, voy a traer los niños, ¿sí? Después podrás dormir lo que quieras.
Evan se las arregló para mover su cabeza de arriba abajo un poco. Matt sintió la
presión contra su mano.
─Ya vuelvo. ─Matt se resistía a soltar su mano pero sabía cuán importante
sería para todos ellos verse unos a los otros. Se inclinó y presionó su boca contra la de
Evan, probando el sabor metálico y de anestesia… la presión contra sus labios era escasa
pero él sabía…─. Ya vuelvo ─susurró nuevamente─. Te amo.
Ese pequeño gesto de afirmación con la cabeza. Ese esbozo de sonrisa, lo fue
todo.
Matt se las arregló para separarse y caminar por la puerta. Su cara estaba roja e
hirviendo. Sabía que tenía que controlarse en ese mismo segundo porque salir por esa
puerta significaba caminar de vuelta a la realidad, donde sólo era un buen tipo, un
amigo de la familia y no… Y no el amante de Evan Cerelli.
Vic vigiló a los niños mientras Matt estaba con Evan. Serena se les había unido y
estaba sosteniendo a los gemelos, con un brazo protectoramente alrededor de cada
uno de ellos, cuando Vic entró.
─Bien. Está dormida. Estaban revisando sus signos vitales, cambiando sus
líquidos… pensé en venir y buscarte. Me dijeron que estabas aquí ─le sonrió a los
niños─. Y entonces encontré a mis jóvenes amigos y decidí que nos haríamos compañía
los unos a los otros.
─Bueno, su papá está bien, muy cansado después de la cirugía pero bien. ─Vic
trató de sonar los más positivo posible para un humano─. Él se ve mejor de lo que
esperaba.
─Voy a ver si Matt ya terminó, para que ustedes puedan ver a su papá.
─¿Matty?
Se quedaron en silencio.
─No puedo hacer esto ahora, ¿sí, Vic? Pero luego… después hablaremos, ¿vale?
─Voy a buscar a los niños. Está a punto de quedarse dormido y sé que quiere
verlos. ─Matt se alejó de la pared y de Vic antes de que pudiera hablar.
Entraron en el cuarto como un grupo, con Matt haciendo guardia. Los ojos de
Evan se abrieron cuando sintió a los niños. Matt levantó a los gemelos para que
pudieran inclinarse y besar a su padre. Elizabeth empezó a sollozar poco después,
pequeños sonidos de alivio, miedo y cansancio. Matt dejó que envolviera sus brazos
alrededor de su cuello y la cargó hasta la puerta, susurrándole, asegurándole que todo
estaría bien. Vió a Miranda sosteniendo la mano de Danny. Hablaban suavemente a su
padre y Matt pudo ver la cara de Evan relajándose, hundiéndose más aún en la cama.
Sería capaz de dormir pacíficamente, sabiendo que los niños estarían bien.
Matt acercó de nuevo a Elizabeth a la cama, junto con los otros tres.
─Creo que su padre está listo para dormir. Digámosle adiós por ahora.
Volveremos mañana, ¿vale?
Los niños parecían un poco menos tensos, pero Matt podía ver que estaban
exhaustos. Esperó por el turno de cada uno, diciendo sus adioses y dándole besos a su
papá. Cuando llegó el turno de Elizabeth, Evan estaba dormido, su rostro sereno. Matt
puso todo su control para no seguir el ejemplo y posar su boca en la de Evan.
─¡Abuela!
Matt Haight miró y vio a un trío de tensas personas de pie con el doctor Waressa.
mirando como si fuera un convicto acusado de abusar de niños. Vic vio a Matt volverse
de hierro, lo vio despedirse de los niños, lo vio prácticamente llorar mientras eran
alejados por sus abuelos y tía.
Y eso produjo más levantamiento de cejas y vibraciones extrañas. Matt dijo que
él caminaría con ellos hasta el auto, en ese tono de voz sin discusión que Vic conocía
bien, lo cual calmó a los gemelos un poco y las chicas se vieron igual de aliviadas.
Los McGregor por otro lado, se veían como si alguien se hubiera entrometido en
su terreno familiar.
Entonces Matt, los niños y la familia McGregor fueron en masa hasta el parking y
Vic fue dejado aquí, pensando, «cuando Matty regrese, vamos a tener una conversación
extraña.»
Matt abrazó a cada uno de los niños por turno, incluso Miranda quien esperó
hasta el último segundo, haciendo como si fuera a meterse en el coche antes de pasar
sus brazos alrededor de su cintura y prometió que les llamaría pronto.
Vio cuatro hermosas caras mirándolo sin parpadear a través de la ventana del
monstruoso Oldsmobile 42 de los MacGregor y quiso patear la puerta y rescatarlos.
42
Viejo Auto. ¿Será como esos lanchones de los 70’s? XD. N. de los CC.
─¿Les llamaré mañana, vale? ─les dijo Matt. Probablemente era mierda, ya
que los parientes políticos de Evan no se veían inclinados a colaborar. Pero sonrió
alentadoramente y vio los niños responderle. Y eso era todo lo que importaba.
Se dio prisa en volver adentro, queriendo estar cálido y queriendo ver a Evan una
última vez antes de irse.
Y luego, allí estaba Vic, que suponía, estaba esperando algunas respuestas.
Matt caminó hasta donde Vic estaba apoyado, taza de café en mano, labios en
una línea recta. Tomó un aliento profundo, «Calma, Matty, calma».
─Oh sí. Creo que sería agradable saber qué diablos estaba pasando aquí.
En la cafetería, encontraron una mesa en la esquina y llevaron más café con ellos.
Por unos cuantos minutos, Vic sólo miró mientras Matt jugaba con los paquetes
de azúcar y las pequeñas tazas de crema y dos cucharitas. Lo hizo parecer como un
experimento químico.
─¿Matty?
─¿Sí?
─He estado aquí casi diez horas. Este café está abriendo un hueco en mis
intestinos del tamaño de la maldita Canadá. Háblame por favor.
─Esto no es fácil para mí… ─se frotó la cara con las dos manos, suspirando
pesadamente─. Es… ─su voz de apagó.
─Hemos sido amigos por mucho tiempo. Puedes decirme lo que sea, Matty.
─Creo que has visto… bueno, cómo reaccione a todo… mmm… esto.
Vic asistió.
─Sí, pero siento que es más que esto te recuerde a Tony. ¿Estoy en lo correcto?
─¿Amigos cercanos?
─Amigos, sí. Pero… ─Matt fijó sus ojos en los de Vic, su cara seca y sobria─.
Somos más que eso.
─Está bien, Matty. Creo que entiendo. Estoy un poco sorprendido, puesto que
nunca me habías mencionado esto y hemos sido amigos por un largo tiempo…
─Un evento reciente que cambia vidas. Todavía estoy trabajando el asunto en
mi propia cabeza.
─¿De verdad?
─Sí.
─Alguien más...
Así que sólo se sentó allí, sorbiendo su café y asintió. Vio a Matt más y más
incómodo en su asiento.
─Volveré arriba, veré si puedo decirle adiós a Evan. ─Matt sonaba cansado y
un poco triste. Y eso hizo sentir a Vic peor.
─Oye, Matty. Escucha, estoy bien con esto. Quiero que lo sepas.
Matt asintió.
─No. Estaré aquí a primera hora de la mañana. Me cogí unas vacaciones ─su
voz estaba sin ánimo.
Matt usó el encanto y adulación para ganarse a la enfermera del piso de UCI. Le
lanzó su más persuasiva sonrisa hasta que la joven enfermera suspiró, con una pequeña
sonrisa en su rostro y lo dejó ver a Evan una última vez.
Pensó que había sido un cuchillazo al corazón cuando Tony había muerto. Mirar a
tu compañero sufrir era una cosa… Mirar alguien que amabas tanto, tan herido… Matt
tenía una nueva definición del infierno.
─Estoy aquí, quería que supieras… te amo… y estaré aquí cada día… te cuidaré.
Matt besó la fría mejilla de Evan, presionó su cara contra la curva de su cuello.
No quería irse. Quería acurrucarse en esa cama y asegurarse que Evan tenía una noche
tranquila. Protegerlo de las pesadillas.
Mierda.
Todo el aire abandonó los pulmones de Matt. Al principio pensó, «Oh Dios
alguien lo sabe», y luego se percató, «oye, ella lo sabe y está bien» y una persona
comprensiva podía ayudarlo a ver a Evan cuando quisiera.
─Llegaré a las seis de la mañana… mejor ven después de las ocho. Me aseguraré
de que puedas entrar.
─Gracias.
Matt tomó un gran aliento, besó una vez más a Evan necesitando
desesperadamente sentirlo, responderle, queriendo sentir su cuerpo en sus brazos,
queriendo escuchar su voz; y se forzó a sí mismo a salir por la puerta, a marcharse.
Capítulo 8
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E
van nadó a través de la oscuridad, a través de parpadeos de sonido y luz.
Un disparo. Gritos. Sus hijos. Matt.
Matt.
Volvió a respirar dolorosamente. Abrió los ojos un poco más. La luz era diferente.
Quizá era de mañana.
La puerta más allá del pie de la cama se abrió y la cara sonriente de una mujer se
asomó.
─¡Eso pensé! Buenos días, señor Cerelli. Soy Pam, su enfermera ─se adentró
en la habitación cargando una pequeña canasta de plástico─. Sólo tomaré sus signos
vitales muy rápido antes de que el doctor llegue.
Evan abrió la boca para responder pero lo único que pudo hacer fue un suspiro
ronco.
Mierda.
─No se preocupe por eso, señor Cerelli. Aún se está recuperando de la cirugía.
Tuvo un tubo bajando por su garganta muchas horas. Su voz volverá pronto.
─Sssí.
─Bien, señor Cerelli, es usted un hombre afortunado. Sin daño de órganos. Sin
daño en los nervios. En el peor de los casos, tiene las siguientes semanas para intentar
leer esa lista de libros que tenía pendiente, reposo en cama es lo que le espera.
Evan puso los ojos en blanco. Le tomó algo de esfuerzo pero valió la pena.
Ambos, el doctor Waressa y Pam, rieron.
─Valdrá la pena. Casi puedo garantizar que regresará al trabajo, si sigue mis
instrucciones.
Evan asintió.
─Dele algunas horas, hable lo menos posible. Estará de nuevo bien antes de que
lo note.
Él asintió de nuevo.
Evan tragó dolorosamente. Claro. Los padres de Sherri eran aún su notificación
de emergencia. Debieron haber ido al hospital llevándose a los niños a casa con ellos.
«Mierda. Mierda». Racionalmente pensó que era el mejor lugar para ellos, pero en su
corazón, los quería cerca. Los quería en casa.
El sonido áspero hizo las palabras aún más dolorosas. Ambos, el doctor Waressa
y Pam adoptaron idénticas expresiones de simpatía. Evan odiaba esa mirada.
─Está bien. Acabo de hablar con ella. Estoy seguro que puede venir a verlo esta
tarde.
Evan suspiró. Los niños estaban bien. Helena estaba bien. Tendría que esperar
hasta que Vic o alguno de los otros detectives aparecieran para averiguar sobre el
sospechoso.
─Dejaré que Pam lo ponga cómodo, escuché que tiene algunas visitas.
Regresaré a hablar con usted más tarde.
─¿Visitas?
Evan asintió, viendo al doctor salir por la puerta. Volvió su atención de regreso a
Pam. Ella aún lo estaba mirando, con aquella triste y compasiva sonrisa.
─¿Las visitas? Vi a su capitán allá afuera, ¿el que estaba aquí la noche de ayer? Y
otro hombre que no reconocí.
Evan asintió. No sabía si eso significaba que Matt estaba afuera. Sintió un
pequeño dolor en el pecho pensando en Matt. La noche anterior había sido tan
reconfortante tener al otro hombre ahí. Era fácil relajarse sabiendo que Matt estaba
cuidando a los niños, y vigilando a Helena. Cerró los ojos mientras una ola de pesada
aflicción se apoderó de él, inesperada e indeseada. Matt haciendo el trabajo de Sherri.
De nuevo.
Unos pocos segundos después, Vic Wolkowski pasó la cabeza por la puerta.
─¡Hey! ─dijo, entrando. Se veía arrugado y exhausto, sin mucha diferencia con
todos los días en la estación.
Evan asintió.
─Hola.
Vic bufó. Asintió un poco, como considerando algo. Abrió la boca pero la cerró
rápidamente. Sus ojos empezaron a realizar un seguimiento de todo en la habitación,
excepto Evan.
─¿Todo está bien, señor? ─Evan logro decir─. El doctor dijo que Helena…
─Ella está bien. La vi hace un rato. Probablemente la den de alta para la hora de
la comida. ─Vic estaba mirando sobre el hombro de Evan.
─¿Señor?
Vic suspiró pesadamente. Mordió su labio y entonces obligó a sus ojos a mirar
hacia abajo y encontrar los de Evan.
─¿Hice algo…?
─No, no. ─Vic dejó escapar el aliento─. Yo… uh… Evan, hablé con Matt
anoche.
«Oh mierda».
Evan sintió su cara arder como si alguien hubiera tirado agua hirviendo en ella.
Un pequeño tirón instalado en su pecho.
Vic parecía estar esperando que Evan dijera algo, pero nada que pareciese un
sonido salió por la garganta de Evan.
Él pasó una mano por su calva cabeza, frunció los labios, y asintió.
─Yo… sólo quería que supieras que estoy bien con eso. De verdad. ¿Me
sorprendí? Demonios que sí. Conozco a Matt por más de una década y nunca…
simplemente no tenía idea.
Evan quería señalar que Matt tampoco lo sabía, pero alejó el fortuito
pensamiento por un momento. Él necesitaba saber desesperadamente dónde estaba
parado su capitán.
─Tus negocios son tuyos, Evan. Y cualquier cosa que te haga feliz al final del día,
siempre que eventualmente, no cause daño al hígado o cáncer, está bien conmigo
─hizo una pausa, agitando sus brazos alrededor─: Sólo quiero que sepas, estoy bien. Y
lo mantendré para mí, lo que sea que ustedes digan que pasa.
─Y, para lo que importa… Matt es un gran tipo ─lo último fue dicho con
brusquedad. Las manos de Vic estaban de vuelta en sus bolsillos.
─Lo siento, él no está aquí aún. Douglasson de AI 43 está aquí. Necesita hablar
contigo un segundo…
─¿AI?
Evan asintió.
─Se llevaron a los niños. Lo sé. ─Evan sintió ese molesto instinto irracional en
su pecho. Se preguntaba si los MacGregor estaban planeando traer a los niños ese día.
─¿Hay algo que pueda traerte? ¿De la tienda de regalos o lo que sea? Puedo
llamar a Matt, pedirle que te traiga algo de casa…
─No hay problema. Traeré a Douglasson ahora. Para que puedas terminar con
esto.
─Bien.
─Uh… en verdad estoy bien contigo y Matt, ya sabes… de verdad. Les deseo
toda la felicidad en el mundo porque… ya sabes… cuando pierdes a la persona con la
que se supone, estarás el resto de tu vida… ─se detuvo, viéndose un poco perdido.
Logró poner una sonrisa en su cara, miró a Vic a los ojos, y asintió. Apretó los
dientes en un esfuerzo por no hablar.
43
Asuntos Internos. Wow, nos haremos expertos en términos policiacos XD. N. de los CC.
Vic suspiró y le dio a Evan una sonrisa en respuesta, igualmente delgada y tensa.
─Mandaré a Douglasson, le hablaré a Matt sobre las cosas que quieres. Y pasaré
más tarde, para ver cómo estás.
Más asentimientos de cabeza. Más contacto directo con los ojos. Más dolor
pulsante en la quijada de Evan.
Y entonces Vic se fue y Evan dejó salir una ráfaga de aire de sus pulmones, y el
dolor que sintió en respuesta hizo que su visión se ensombreciera en el límite.
Sabía que Vic estaba intentando ser amable. Y darle apoyo. Pero Evan sólo no
necesitaba escuchar… se sentía cansado, débil y espantado; y quería a Matt, aquí y
ahora. Pero eso no estaba bien… el debería querer a Sherri, pero Sherri estaba muerta y
él lo sabía. Sabía que estaba siguiendo adelante… mierda. Realmente estaba siguiendo
adelante.
Evan cerró los ojos herméticamente, contó hasta veinte, luego treinta, luego
cincuenta, esperando que los latidos del corazón y su aliento volvieran a un punto
donde no hicieran que su pecho sintiera que iba a explosionar. «Es la medicina», pensó.
«Está haciendo que me asuste sin razón».
Pero era mentira, no se estaba engañando para nada. Había cientos de razones
para asustarse y su estrés original sobre sentirse atraído por un hombre era sólo rascar
en la superficie de un problema mucho más grande. Decírselo a Helena no contaba, ella
era su mejor amiga. Ella lo quería inequívocamente. Ella nunca le daría la espalda. Y
sabía que Vic Wolkowski era una persona de mente abierta. Pero él y Matt estaban
quedándose rápidamente sin amigos compasivos y amorosos que se quedarían con ellos
sin importar qué. Porque si esto era una relación, con R mayúscula…
Respondió las preguntas, con su voz rasposa, asintió y negó con la cabeza tanto
como pudo para resguardar el leve sonido que podía hacer. El Detective Douglasson era
eficiente y ajustado en su cuestionamiento. No parecía que pensara que Evan y Helena
habían hecho algo mal, tan solo necesitaba obtener toda la información. No se
plantearon preguntas difíciles, y Evan asumió que dio las mismas respuestas que Helena
porque el detective sólo asintió, gruñó y garabateo cosas en su pequeña libreta de
cuero. En unos pocos minutos se había terminado y su mano había sido sacudida.
Él había estado soñando con sus últimas vacaciones con Sherri y los niños… cinco
días en Diamond Head, Carolina del Sur, donde un primo de Sherri tenía un pequeño
resort de golf. La mejor parte del viaje había sido el viaje de ida, la anticipación se
intensificaba con cada milla, con cada itinerario revisado. En realidad resultaron ser tres
días de lluvia, y dos días tratando de relajarse después de pasar los pasados tres días
mencionados en cinco cuartos con seis personas. En el camino de regreso, mientras los
niños dormían, él y Sherri habían hablado sobre los lejanos días de su retiro… dónde
vivirían, qué harían. Hablaron de algún lugar cálido, algún lugar entre la multitud pero al
final Sherri sólo había reído feliz y lo hizo admitir que él perdería la cabeza en cualquier
lugar sin aceras, y nunca se mudarían muy lejos de sus hijos. Porque ellos eran
saludables, y si hubiera nietos…
─Hey ─dijo Matt, brillando cuando vio que Evan estaba despierto.
Evan sonrió, confuso por un momento de que no fuera Sherri quien estuviera
parada ahí, pero ella hubiera sabido dónde estaba su bolso para el gimnasio y hubiera
usado ese en lugar de la bolsa de Macy’s por la que Matt había buscado en el closet de
la despensa.
─Te oyes tan mal como te ves ─dejó caer la bolsa al suelo, puso la maleta en la
bandeja a un lado de la cama.
─¿Mal?
─Como mierda. ─Matt se acercó para pararse justo al lado de la cama. Sus
manos se afianzaron a la barandilla y por un segundo, Evan se distrajo por sus manos.
Manos de hombre, fuertes y oscuras, con remolinos de pelo, callos y cicatrices. Recordó
lo que aquellas manos le habían hecho.
─Quédate.
Matt asintió feliz. Se inclinó tras dudar por un pequeño segundo y presionó un
beso en la boca de Evan. Esto hizo que temblara. Sus labios estaban tan secos que
dolían, pero el beso hizo que valiera la pena.
─¿Ah? ─agua. Sí. Evan asintió. Se sentía muy confuso. Tan jodidamente
cansado que podría dormir para siempre.
Matt soltó la mano de Evan y le sirvió una taza de agua de la jarra de la bandeja.
Había una pajita, gracias a Dios, porque Evan no estaba seguro de poder levantar su
cabeza.
Pero Matt ayudó con eso también, una mano fuerte bajó por su cuello, otra
sujetando la pajita firme contra sus labios. Dio una pequeña calada de la pajita, el
esfuerzo tiró de los puntos de sutura en su pecho, pero valió la pena. Su boca se sintió
mucho mejor.
─Gracias.
─Los niños…
Evan vio una extraña turbación pasar por la cara de Matt, por una fracción de
tiempo. Pensó que debió imaginárselo.
─Tus suegros aparecieron y se los llevaron a casa. Llamé esta mañana antes de
venir aquí. Están bien. Creo que vendrán esta noche.
─¿Crees?
─Gracias.
─No es gran cosa. Mierda. Sólo estaba trabajando, ya sabes. Ganarse la vida.
─¿Segunda página?
Y con eso, la nube sobre Evan se levantó. Se sintió… liviano. Aún dolorido, aún
cansado, aún preocupado por sus hijos. Pero liviano.
─¿Efectivo o cheque?
─Bien. ─Matt se inclinó para besarlo otra vez y esta vez no dolió. Se sintió
como la cosa más natural del mundo.
Matt se quedó hasta que la enfermera regresó a comprobar sus signos vitales. Se
besaron, tomados de la mano, hablaron de lo que el doctor había dicho. Evan
preocupado por cuidar a los niños y Matt asegurándole que todo estaría bien. Entre él, y
los suegros, se harían cargo de los niños.
Y entonces Matt anunció que se haría cargo de cuidar a Evan hasta que estuviera
de nuevo en pie.
─No.
─Cállate.
─¡Matt!
─¡Evan! ¿Qué demonios harás si no? Soy yo o tus suegros, y mientras que ellos
están mejor equipados para cuidar a tus cuatro hijos, adivina que, estás sin suerte. Soy
tu maldita niñera.
Evan suspiró, frustrado. Odiaba sentirse tan desvalido y fuera de control. Odiaba
que Matt tuviera razón.
─Como sea. Ya sé que la tengo. No necesito tus dos centavos. ─Matt cruzó los
brazos y lo miró─: ¿Así que queda claro? Iré a casa contigo. Me quedaré en la casa. Me
haré cargo de las cosas hasta que estés en pie y tú y los niños estén bien por su cuenta.
El gesto fue interrumpido por la llegada de Pam. Entró y empezó con su rutina.
─Bien, bien. Perdón por interrumpir su tiempo privado, pero necesito hacer
esto. ¿Cómo está, detective Cerelli?
Matt se tiró en la silla de plástico color café de la esquina. Evan podía ver su cara
pero Pam no. Él estaba sonriendo ampliamente.
Pam se puso a su tarea, hablando todo el tiempo. Quizá era cosa de una
enfermera, pero ella actuaba como si Evan tuviera siete años y necesitara ayuda para
mover sus pies debajo de la colcha, lo que era realmente irritante considerando que él
creía que tenían más o menos la misma edad. Parecía que ella estaba contando
demasiado sobre su hermano, quien vivía en Florida Keys con su «amigo» Maurice, y
Matt estaba ahora riendo tras sus manos, silenciosamente. Evan usó toda su fuerza para
no poner los ojos en blanco. Cuando Pam entró al pequeño baño para tomar una nueva
sábana, Evan tiró puñales a Matt, quien jadeaba por aire.
Matt asintió.
─¿Cómo?
Matt puso los ojos en blanco. Hizo cara de beso. Guiñó un ojo.
Evan gruñó.
El teléfono fue conectado poco después de que Matt se fuera; necesitaba hacer
unas llamadas del trabajo y Pam ayudó a marcar el número de los MacGregor a Evan.
Algunos Percocets 44 tenían a Evan sintiéndose como si hubiera pasado un largo día
expuesto al sol, tomando cerveza, pero al menos, ya no sentía ningun dolor.
Quería saber cómo estaban sus hijos. Su voz aún sonaba como mierda pero tenía
mayor control sobre esta.
Dos tonos y Josie contestó, su alegre voz golpeando a Evan justo entre los ojos.
─¿Josie?
44
Es un analgésico compuesto por Paracetamol y Oxicodona. Se utiliza para tratar dolores desde moderados a severos.
N. de los CC.
─Oh, no es molestia, cariño. Adoro tener a los niños aquí. Me recuerda cuando
mis niñas eran pequeñas ─sollozó suavemente.
─Está descansando.
─¿Está dormida?
─Noooooo…
─¡Papi! ─un segundo después, la voz de Miranda estaba diciendo sin aliento…
─¡Papi!
─¿Yo? Estoy bien. ¿Cómo estás tú? ¿Estás bien? Ayer estabas tan fuera de ti…
─Me siento mucho mejor, amor. Mi voz suena mal pero es todo. Deberé estar
fuera del hospital en pocos días.
─Eso es genial.
─Aún tengo que tener algún tiempo de recuperación pero será mejor para mí,
cuando esté en casa.
─¿Nos quedaremos aquí? ─la tensión en su voz hizo que todo su cuerpo se
pusiera rígido.
─Sí, amor. Lo siento. Sé que preferirías estar en casa. Pero estaré fuera por al
menos una semana. Quiero que vosotros estéis con gente que pueda cuidaros.
─Papá, no soy una niña. Puedo hacerme cargo de las cosas mientras te sientes
mejor, ¿vale?
─Miranda, escucha. Sé que no eres una niña y has hecho un trabajo increíble
ayudándome desde… el último año. Pero los exámenes parciales se acercan y tienes
demasiado en tu plato. Quiero que te concentres en la escuela, ¿está bien?
─Sólo hasta que pasen los exámenes parciales, ¿está bien? Una vez que termine
los exámenes, iremos a casa. Para que podamos prepararnos para Navidad.
─¿Quién te cuidará?
─Uh… Matt se quedará conmigo por un tiempo, hasta que pueda hacerme
cargo por mí mismo.
─Oh.
Evan se retorció.
─El nos cuidó muy bien hasta que la abuela y el abuelo llegaron al hospital… dile
gracias, ¿está bien? Creo que lo olvidé con toda la emoción.
─Lo haré, amor. Déjame hablar con la abuela otra vez, quiero averiguar cuándo
los traerá a visitarme.
─Te quiero.
─También te quiero.
Los ojos de Evan le picaban. Odiaba, odiaba no poder cuidar a sus hijos. Odiaba
que estuvieran tan lejos y… y en cuanto a él concernía… solos.
─Sí, ¿Evan?
Con un profundo respiro, Evan trató de recobrar la calma, una voz severa sería
obligatoria para lidiar con su suegra.
─Phil y yo lo hemos discutido Evan, y sentimos que es mejor para los niños si
ellos tienen un respiro de todo… esto del hospital. Cuando te den de alta y en casa,
entonces hablaremos de llevarlos…
─Josie ─ soltó Evan, su voz peligrosa─, ellos son mis hijos y francamente, me
importa una mierda lo que tú y Phil discutieron. Yo soy su padre y ellos me necesitan.
Los quiero aquí mañana. Si es un problema para ti el traerlos a la ciudad, estaré más que
feliz de mandar a un amigo a recogerlos.
Hubo un silencio de muerte desde el otro lado del teléfono. Todo el cuerpo de
Evan dolía como el demonio y su garganta se sentía en carne viva. Sacudió con rabia la
presunción… de Josie… de que ella estaba a cargo de los niños.
─Hablaré con Phil. No estoy segura de cuándo podamos ir ─se forzó a decir.
─Las horas de visita son hasta las siete p.m. Si es posible, me gustaría tener al
menos una hora con los niños.
─Bien.
─Bien.
─Buenas noches.
Josie no dijo nada. Evan escuchó el clic del teléfono del otro lado.
Capítulo 9
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E
van se quedó mirando por la ventana de su habitación de hospital
mientras en el exterior estaba atardeciendo, su vista era borrosa debido a
los sedantes que le habían inyectado horas antes. Después de la llamada
telefónica de su suegra. Pam lo había encontrado tenso y temblando en la
cama, rechinando los dientes por la frustración. Ella lo tranquilizó por unos momentos
con su voz suave y llamó al médico. Evan tenía que guardar reposo para darle a su
cuerpo la oportunidad de sanar, después de aquel disparo en el pecho. Pasó el resto de
la mañana entrando y saliendo de la inconsciencia, apenas capaz de reconocer a sus
visitantes.
Moisés… no, no, se llamaba Moses, Kalee y Vic, se quedaron un rato con él. No
podía ni recordar una palabra de la conversación. Serena. Llegó a preguntarse si quizás
estuviera viendo hasta a Helena, pero a medio camino de la visita comenzó a irse a la
deriva y para cuando despertó ya no estaba. Matt estaba sentado en la silla Pleather 45,
leyendo el Daily News 46.
Ya era casi la hora de la cena. No esperaba ninguna visita en las próximas horas,
con Matt yendo a casa para ducharse y sus hijos no llegarían hasta por lo menos dos
horas después. Así que eso significaba que tenía demasiado tiempo para preocuparse.
Repasó mentalmente la conversación con Josie, hasta que sintió su sangre a toda
velocidad.
45
Marca de silla plástica. N. de los CC.
46
Daily News de la Ciudad de Nueva York es el quinto periódico de circulación mas difundido en EEUU con una
circulación diaria de 703,137, al 30 de marzo del 2008. Es el primer periódico estadounidense impreso en formato de
tabloide, fue fundado en 1919, y al 2007 es dirigido por Mortimer Zuckerman. Ha ganado diez Premios Pulitzer. Gracias
otra vez más Wikipedia. N. de los CC.
El corazón le latía con fuerza. ¿Qué pasaría si...? No, él ni siquiera podía pensar
en la posibilidad.
Oyó otro suave golpe al otro lado de la puerta, entonces se abrió. Se esforzó por
ver quién era...
Helena.
En una silla de ruedas, vestida con una bata del hospital, lo que parecía ser una
camisa de media fuerza y una túnica muy fea.
─¡Mierda!
─¡Maldita sea!
─¡Cállate!
─¡Ah!
Se las arregló para pasar por la puerta, un mechón de pelo rebelde encima de
sus ojos. Evan podía ver que estaban un poco vidriosos, y que estaba apoyada
cuidadosamente en la parte derecha de su cuerpo en el asiento.
Con un suspiro triunfal rodó su silla de ruedas con una sola mano hasta la cama
de Evan, tropezando con las barras de la cama.
Evan le respondió con una sonrisa aún más grande, mientras con su mano
llegaba hasta la mano de ella para agarrarla.
─¡Mejor! Es muy bueno verte, Helena. ¿Estás bien? ¿Cómo está tu hombro?
Podía ver como ella iba a encogerse de hombros, pero luego se lo pensó mejor.
─¿Y tú? Mamá dijo que estabas bien, que no quedarán secuelas.
Ignoró el rápido cambio de humor, atribuyéndolo a las drogas. Evan habló con
dulzura.
─Pensé... pensé que te había matado. Acababa de oír la explosión... sabía que
era una escopeta... ─se estremeció al lado de la cama─. Cuando bajé, vi mi arma...
─Shhh...
─No, está bien ─ella lo miró, su rostro mojado y enrojecido─. Salió de esa
puerta como si estuviera poseído o algo así. Se estrelló contra mí, como yo estaba
gritándole para que se estuviera quieto y luego... fuimos hacia la escalera... no recuerdo
muy bien todas las veces que me golpeé la cabeza durante toda la caída.
Evan logró acercar más la otra mano y acarició su rostro con ternura.
─Lo bueno es que tienes, por ejemplo, una cabeza muy dura.
─¡Tonto...!
Le pellizcó la mejilla.
─¿Al final de la semana? Voy a dejar de trabajar por unas cuatro semanas.
Uhhh. No me lo puedo creer. Imaginarme tan solitario ahí durante todo ese tiempo.
─¿Vas a ir a casa? ¿Cómo vas a cuidar de ti mismo? No puedo creer que ellos
quieran que recorras todo el lugar, tú solo.
─Mmm...
Mirando el techo, Evan se dio cuenta que estaba haciendo el ridículo. De todas
las personas en su vida, Helena sabía de él y Matt y estaba bien. ¿Por qué simplemente
no podía relajarse?
Suspiró.
─Él insistió; y estoy muy agradecido, porque no sé qué otra cosa podría hacer...
─le dirigió una mirada severa─. No le digas que te lo he contado.
─Sí.
─Mis suegros tienen a los niños. Insistieron ─su voz era plana.
─Sí, sí. Mi suegra me molestó ayer. Odio el no poder cuidar a mis hijos en estos
momentos. No necesitan este tipo de cosas en sus vidas, no cuando se estaban
comenzando a reponer... ─soltó un suspiro tembloroso─. Comenzaban a sentir las
cosas un poco normales, como cuando lo teníamos todo bajo control.
─Hey, hey. Esto es sólo un pequeño revés. Tus hijos estarán bien. Están con sus
abuelos, los suelen echar un poco a perder, volverán a casa en… ¿una o dos semanas?
Mientras tanto, a descansar y a hacer todo lo que el médico te diga, de esa manera
estarás al cien por cien, para cuando ellos regresen a casa.
─Gracias, Helena. Estoy muy contento de que estés bien. No sé qué es lo que
habría hecho...
─No hay problema, hombre. Soy cabeza dura, ¿te acuerdas? Y tú tienes un...
pecho de acero. Al igual que Superman.
Por alguna razón, aquello les pareció muy divertido y se echaron a reír en voz
baja. Helena soltó un bufido y lloró bastante después de eso. Demasiada cantidad de
drogas, pensó Evan. Demasiada cantidad de drogas y el exceso de estrés y el dolor y la
preocupación y en fin, esto es lo que sucede: dos adultos racionales con lágrimas en sus
rostros sin razón alguna.
─¡Oh, ouch! ─exclamó, y luego se rió más fuerte─. ¡Ay, ay, ay!
─¡Qué demonios!
Ninguno de los dos pudo articular una palabra. Otro bufido de Helena y ambos
comenzaron a reírse de nuevo.
Matt se detuvo en el umbral. Vic y Evan lo miraron, Vic parecía un poco receloso.
─Hey, Vic ─asintió con la cabeza su amigo, entró en la habitación. Sus ojos la
recorrieron, hasta descansar por fin en Evan.
─Sólo quería ver cómo estabas antes de que los chicos se dirigieran a casa.
Estás... ah... se te ve mejor, Evan.
─Gracias, Vic.
─¿Necesitas algo, cualquiera de los dos? Podría parar en la tienda o algo antes
de irme.
─Buenas noches ─dijo Matt en voz baja, sintiéndose como un idiota. Los
hombros de Vic estaban un poco encorvados y obviamente se sentía muy mal.
Matt hizo una pausa para dar una manta a Evan, cubriéndole las piernas y
dándole un apretón.
Matt dejó la puerta entreabierta, para que Evan pudiera verlos. Él y Vic se
quedaron allí por un momento, ambos mirando hacia todas partes. Matt se aclaró la
garganta. Vic levantó la vista y luego miró al fondo.
─Bueno... entonces... Evan se ve mucho mejor. Incluso mucho mejor que ayer
─dijo Vic con torpeza.
─¿Cuándo se va a casa?
─Mmm. ─Vic metió las manos en sus bolsillos─. Me harás saber si necesita
cualquier cosa.
─Gracias.
─Oye, Matt, siento si hice o dije el otro día algo que te hiriera. Sí, reaccioné de
manera equivocada... todo lo que puedo decir es que me sorprendió... yo...
─No hiciste nada malo, Vic. Es sólo que es una situación extraña.
─No quiero que las cosas sean así ─dijo, haciendo movimientos de barrido con
la mano.
─No sé, Vic. En serio. Sólo tenemos que llegar... a acostumbrarnos a la situación.
¿No? Es extraño, es diferente, los dos estamos un poco asustados... todo irá bien. Está
bien.
Matt soltó una larga respiración. Vic notó que se había quitado un peso de
encima.
Asintió con la cabeza, Matt sonrió, tratando de transmitir a Vic que estaba todo
bien.
Matt lo observó caminar por el pasillo. Está bien. Esto era bueno. Estupendo. Ser
maduro, hablando con la gente de su relación... con un hombre. Todo estaba bien.
«Muy bien».
Sintió que la tensión se iba firmemente de entre sus hombros, pero se encogió
de hombros casi agotado. Después se volvió y regresó al lado de Evan.
─Ella te hará buenas comidas, se preocupa mucho por ti, eso le hará sentirse
bien.
─Mira que puedes ser magnánimo, vas a casa con tu lindo novio.
Evan se ruborizó.
─Helena...
Evan sonrió.
Matt le acarició la longitud del brazo con sus dedos, provocando que Evan
apenas pudiera reprimir su risa.
47
Compositores y músicos, creadores de musicales de Broadway entre 1940 y 1950. Colosal ilustración de cosas y
términos las que hemos aprendido en esta novela XD. N. de los CC.
─Ella está celosa de que me vaya a casa contigo... Piensa que será más divertido
que vivir con su madre ─explicó Evan en voz baja.
─Mmmm...
Los recuerdos inundaron los sentidos a través del cuerpo de Evan. Cada beso,
cada toque. La oleada de emoción, de lujuria, superó a cualquier pequeña parte de
miedo que hubiera en él. Evan extendió la mano para tocar la parte posterior de la
cabeza de Matt. Entrelazó con sus dedos el suave cabello, tirando más cerca.
Matt gimió.
Con una risita, Evan apretó la parte posterior del cuello de Matt. Inclinó la
cabeza, para pescar los labios de Matt.
─Necesito mi descanso.
─No, idiota...
Evan vio a sus hijos dos veces antes de abandonar el hospital. Llegaron justo en
el momento en que él le había dejado dicho a su suegra y pareció aliviarse al verlos, con
lágrimas en los ojos, los subió a la cama y los abrazó.
Josie esperó en el pasillo, estaba bien para Evan. Él no tenía absolutamente nada
que decirle en este momento.
Los niños estaban tristes por no poder volver a casa. Miranda era la más
parlanchina. Evan le juró que en una semana estarían en casa, y entonces empezarían
los preparativos para la Navidad.
Él podría hacerlo.
*****
Miró a Matt.
Asintió con la cabeza, Evan se movió con rigidez para desatar la correa del
cinturón de seguridad. Su cuerpo no respondió tan rápido como de costumbre, se sentía
como si se estuviera moviéndose en arenas movedizas, haciendo las tareas más simples.
Matt salió y Evan le oyó hurgar en el maletero de Evan, donde estaban sus bolsas
y, por supuesto, el helecho más feo que Matt había insistido en llevar a casa. El resto de
flores fueron enviadas a pediatría.
─¿Necesitas ayuda?
Sacudió la cabeza, Evan tiró de la manilla y abrió la puerta. Matt se cernía cerca
de él observando cómo sacaba las piernas fuera del coche y se levantaba con cuidado.
Se apoyó contra la chapa del vehículo para recuperar el aliento.
Matt cambió las bolsas a un lado, para usar el otro antebrazo como agarradera
de Evan.
─Sí.
Poco a poco, los dos hombres entraron en la casa, Evan arrastró su cuerpo –que
pesaba como plomo– hacia la puerta principal. Se apoyó contra Matt por pura
desesperación, sus piernas no estaban trabajando adecuadamente.
Torpemente Matt abrió la puerta. Evan lo miraba sin decir nada, pensando,
«¿debería invitarlo a entrar? Soy yo el que vive aquí, ¿no?».
Dejó caer las bolsas en el vestíbulo, los brazos de Matt rodearon inmediatamente
el cuerpo de Evan y lo arrastró más cerca.
La puerta se cerró tras ellos, Matt probablemente la pateó para cerrarla, pensó,
dejándose llevar al sofá.
Con esa sonrisa brillante que apareció en Evan y lo convirtió en puré, Matt se
apresuró a jugar a la niñera.
Matt se movía despacio por la casa, tratando de estar en silencio mientras Evan
dormía. Hacía al menos unas cinco horas que habían regresado a casa, el sol y el viento
de diciembre sacudía las ventanas. Había ordenado lo poco que estaba fuera de lugar.
Pensó en la cena, ¿sopa? ¿No era ese el alimento que se les daba a los enfermos? ¿Se
podía considerar a un herido como un enfermo? Repasó los sucesos de la última
semana y media.
Matt suspiró. Necesitaba hablar con alguien. Vic, evidentemente, no era esa
persona. Abe, como iba a llamar a su ex-compañero y explicarle el asunto. «Hey. ¿Cómo
estás? ¿Quieres que quedemos a comer?, porque yo podría ser gay o algo así y necesito
una opinión objetiva a cerca de qué diablos está pasando porque estoy enamorado de
un tío». Como siempre ocurría, la lista de amigos de Matt se acortaba hasta que sólo
quedó un nombre en ella.
Liz.
Sí, realmente necesitaba hablar con Liz. Abierta de mente, directa, Matt sabía
que Liz lo quería un poco más que sólo como amigo, pero no tanto como para ser
─¡Hola!
Evan lentamente estiró su cuerpo, moviendo cada parte como sí sus músculos
fueran de vidrio. Las pastillas del dolor habían dejado de hacer efecto, lo sentía todo.
─¡Cristo, sí!
Matt regresó unos segundos después con una botella de agua fría y sus pastillas.
Evan sonrió agradecido, tragando las dos cápsulas enormes, rezando para que hicieran
efecto con rapidez. Bebió el agua y tragó, terminándose la mitad de la botella antes de
caer sobre las almohadas.
─Gracias.
─¿Cómo estás?
Fue como un flash, Evan vio la cama en el piso de arriba, con Sherri acurrucada
en sus brazos. Y luego, con Matt, sujetándolo la primera noche, cuando todo había
comenzado entre ellos.
Mierda.
Matt asintió con la cabeza, tendiendo la mano para tocar la cara de Evan.
─No. Así está bien. Gracias, Matt ─quería decir eso, quería darle a entender
con sus palabras.
Hacía más de una semana desde que se habían degustado de ese modo. En el
hospital siempre podían esperar a que la puerta se abriera. Pero aquí... aquí estaban
solos.
Matt dejó caer las rodillas, inclinándose sobre el cuerpo de Evan en el sofá.
Estaban influenciados por el ansia, los brazos de Evan se fueron lentamente alrededor
del cuello y los hombros de Matt, las manos de Matt suavemente acunaban su rostro.
Evan se separó primero para tomar aire, giró la cabeza hacia un lado, jadeando
por una bocanada de aire, mientras Matt se trasladó a morder y lamer su cuello.
Una ola de calor se apoderó del cuerpo de Evan, recordándole cada dolor pasado
y actual. No estaba seguro de poder ir más allá, pero mientras durara...
Matt sintió a Evan tensarse ligeramente en sus brazos y pronto recordó por qué
Evan estaba tumbado en el sofá.
─¡Jesús, lo siento!
─Está bien...
─¡No, no lo está! ¡Mierda, tengo que tener cuidado! Lo siento. ¿Seguro que
estás bien?
Matt sonrió.
─Lo siento.
─Para ─los dedos se movieron por el lateral de su rostro, rodeando los labios
de Matt─. Dame un poco de tiempo para recuperarme y habla conmigo por la mañana.
─Me parece bien ─dijo Matt, apenas sin aliento─. La parte de hablar.
Las manos de Evan parecían obsesionadas con la cara frente a él. Matt se inclinó,
hipnotizado por la suavidad y lentitud de los movimientos sobre su rostro.
─Sí.
Se quedaron así un rato que parecía no acabar... hasta que la mano de Evan cayó
y sonrió.
─Cierto... Sí...
Pasaron unos minutos más sonriendo, con las manos tocándolo ligeramente.
─Cierto.
Matt miró a Evan que estaba a la deriva una vez más, despertándolo con
pequeñas sacudidas a cada momento.
─Hey, hombre ─lo llamó en voz baja─. ¿Por qué no subes a la cama?
─¿Qué?
─Evan...
─Estoy bien ─su tono era de somnolencia pero obstinado─. Esto está muy
bien. Prefiero quedarme aquí. Puedes dormir arriba.
Matt abrió la boca para protestar, pero se acordó de la terrible pesadilla que
había despertado a Evan aquella primera noche...
Decidió no presionar.
─Claro hombre. Lo que quieras. Voy a dormirme ahora. Si necesitas algo, sólo
grita. Te escucharé.
Con ternura, levantó las piernas de Evan y se levantó, reordenando la manta que
los cubría. Evan no lo miraba, se había enterrado en las almohadas, con el rostro medio
oculto por la manta.
Evan asintió con la cabeza. Matt se levantó y bajó la mirada hacia él. Todavía no
lo miraba a los ojos.
─Buenas noches.
Capítulo 10
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M
att caminó con dificultad escaleras arriba, sin mirar atrás. Sintió un
gran peso presionando contra su pecho. El vestíbulo de arriba estaba
oscuro y tranquilo. Se había estado quedando en la habitación de
Evan desde aquella primera noche, sintiéndose ambas cosas,
aturdido y cómodo, por la cama grande y los oscuros muebles de roble. Cuando Evan
había estado en el hospital, Matt esperaba hasta que casi no podía mantener sus ojos
abiertos antes de arrastrarse arriba para irse a dormir. No quería yacer en la oscuridad
de «su habitación»… de «su cama» y pensar sobre… ellos.
Y quizás no sintió ganas de tener compañía toda la noche, quizás eso fue por lo
que Evan no preguntó a Matt si quería quedarse con él. Pero toda la lógica en el mundo
no era bastante para entender bien este momento. Lo que más dolió, lo que producía
esa terrible presión contra el pecho de Matt, es que estaba floreciendo el miedo acerca
de que él lo quería, de algún modo, más que Evan a él.
Matt bajó lentamente a las 8:30, por la desesperada necesidad de café. Quería
pillar a Evan dormido, pero una rápida mirada al sofá resultó ser desacertada. Estaba
vacío.
─Hey ─llamó una voz desde la cocina. Evan estaba sentado en un taburete de
la cocina, mirando pálido pero sonriendo. Matt caminó hasta el tazón lleno de café
colocado en la cafetera.
─Ya no podía dormir. ─Evan no dijo nada más. Jugueteaba ociosamente con el
vaso de agua delante de él.
─Sí, papá.
─Sí ─la respuesta salió un poco firme. Evan presionó su hombro contra el de
Matt─. Mucho.
Matt quiso creer que esto era pasión renovada pero olía un poco como a
culpabilidad y no estaba interesado en eso. Tiernamente, besó a Evan, haciéndolo lento
y suave, no incitando a nada. Cuando se apartó, Evan casi no pudo encontrar su mirada.
─Bien.
─¿Hay algo que necesites hacer hoy? ¿La colada o llamadas telefónicas o algo?
Debería salir a comprar comida… ─Matt caminó hasta el frigorífico, dejando su taza en
lo alto, mientras miraba dentro─. Quiero llamar a mi amiga Liz, quizás salir a verla
─mantuvo su tono neutral. Dolido.
Evan parpadeó unas pocas veces, claramente, un poco inquieto por el rápido
cambio en la atmosfera.
─¿Tienes hambre?
─Estoy bien…
─Deberías comer. La receta del medicamento dice que tienes que tomar las
pastillas con comida. Haré huevos. ─Matt se dio cuenta de que estaba hablando
demasiado rápido, su tono volviéndose más áspero con cada palabra. Sacó un cartón de
huevos y una barra de pan, agarrándolos fuerte.
Evan debió haberse dado cuenta también porque, en unos pocos segundos, fue a
través de la habitación y se paró a unos milímetros de Matt.
Matt suspiro.
─¿Sí?
─Yo… lo siento… sobre lo que sucedió anoche… ─Evan habló indeciso. Alargó la
mano, dudoso y cogió la manga de la camisa de Matt─. Me siento como un imbécil.
Sin decir nada, Matt cerró la puerta del frigorífico, maniobrando alrededor de
Evan, y colocó los huevos y el pan en la encimera. Se mantuvo de espaldas a Evan, por
un segundo, para pensar. Cuando se volvió, la mirada dolida en la cara de Evan casi le
hizo estremecerse.
─No quiero oír tus excusas ─«joder», pensó Matt. Todo eso no salía bien─. No
estoy culpándote de nada… sólo… estoy intentando hacer todo lo posible aquí, igual que
tú.
podías sólo decírmelo? ¿Igual soy alguna clase de idiota que no podría entender por qué
eso sería doloroso para ti? Me podía haber quedado abajo…
Matt se fue ofendido de la cocina y se echó en el sofá, con la mirada perdida fija
en el vacío.
─¿Por qué? ─los ojos de Matt, tristes y cansados, encontraron los de Evan─.
Quizás yo necesite que me preguntes. Quizás necesito que me digas…
─Evan, no tengo ni puta idea de qué significa eso, ¿de acuerdo? Nunca he
llegado hasta aquí antes. Nunca tuve a alguien… nunca doy una mierda… ─levantó sus
manos con exasperación─. Suena bien, suena bien que me lo digas, y puedes decirlo de
nuevo, pero la conclusión es que no sé. No sé cuándo puedo joder esto.
Matt alzó la vista, cogió la pequeña sonrisa irónica de Evan. No le hizo sentir
mejor, pero al menos, se rió un poco.
─Sólo cuéntame la próxima vez, ¿de acuerdo? Puedes decirme qué necesitas,
hombre, más que ninguna otra cosa, somos amigos.
Matt se rió. Se movió con cuidado hasta que ambos estuvieron de lado y frente a
frente.
Ellos se rieron, moviendo sus cuerpos en pequeños movimientos, hasta que las
partes correctas estaban alineadas. Matt miró a los ojos oscuros de Evan con excitación,
esto estaba mejor. Esto no se sentía como culpabilidad. No, esto se sentía como, una
erección.
Sólo quiso… quiso esta libertad, esta comunicación. Quiso que Evan supiera
cuánto lo quería. Y desesperadamente necesitaba sentir que Evan le amaba.
─Shhh, shhh ─susurró Evan─. Dios, te sientes tan bien… tus manos… ─Evan
acurrucó su cabeza en la curva entre el hombro de Matt y su cuello. Aspiró el olor
masculino de sueño, café y sudor. Sintiendo una ligera punzada en su pecho, la ignoró,
centrándose en el agudo placer de molerse contra la pierna de Matt, la cual se deslizaba
entre las suyas.
Evan se animó.
Matt se levantó y se quitó sus pantalones, bajando hasta la base del sofá en
cuclillas sobre el cuerpo tenso de Evan. Se inclinó hacia delante para tomar otro beso de
la dispuesta boca de Evan, pero esta vez fue más duro, más exigente. Sus dientes
mordieron un poco el labio, calmó el sitio con un lengüetazo, entonces volvió a empezar
de nuevo. Una mordida, una lamida. Provocando. Sin pensar, Evan atrajo a Matt hacia
abajo, el hombre mayor tuvo al menos la sangre fría de mantener sus brazos rectos,
para evitar a Evan tener que soportar su peso. La parte inferior de sus cuerpos se
tocaba, se bloqueó en el lugar y de repente fue una explosión, un frenesí de
movimientos mientras se resistían uno contra el otro. Cada inclinación y empuje, cada
toque hábil encendía y en el último segundo de cordura, Matt se inclinó y tomó la boca
de Evan con la suya propia. Se vinieron en cuestión de segundos el uno contra el otro,
gruñidos y sonidos de placer sin aliento en estéreo.
Evan sintió que se dormía mientras yacían ahí, su cabeza contra el hombro de
Matt. Esto hizo recordar a Matt las pocas noches hasta ahora que ellos habían pasado
en brazos del otro. Para alguien como Matt, quien raramente había pasado la noche con
ninguna de sus amantes anteriores, se sentía extraño querer esto tanto.
Deseaba que volvieran a su casa, aunque sólo sea por el hecho de que no habría
ninguna duda de dónde pasarían la noche. Sin cama, con recuerdos tristes o fantasmas.
Sin mujer. Matt suspiró. Se permitió sólo disfrutar el momento un poco más, sin
complicar las cosas por pensar demasiado. Evan se sintió bien, cálido y sólido en sus
brazos, el sexo que acababan de tener había sido, un buen polvo, sólo seguía pareciendo
mejor, y Dios ayude a su sistema nervioso central cuando Evan regrese al cien por cien,
y después él hablaría a Liz y ella le ayudaría a ordenar la tormenta de ideas y
contradicciones que era su cerebro en estos momentos… Cerró sus ojos y escuchó a
Evan respirar, fingiendo que cuando ambos estuvieran despiertos y alertas, las cosas
serian igual de pacificas.
Su llamada telefónica a Liz le llevó alrededor de diez minutos. Él sabía que las
palabras eran informales y cordiales, pero también estaba seguro de que su tono
desmentía la razón verdadera de su llamada.
─¿Liz Friedman?
48
El dialogo aquí, para a quienes les resulte confuso, es entre Matt y su amiga, la psiquiatra, y ella se refiere a que le
acepta Visa, la tarjeta de crédito, ya que él le pregunta, irónicamente, si ella piensa cobrarle por la consulta. N. de los CC.
─Sí.
─Mmm… algo así. Algo. Nunca sucedió nada pero había esta… cosa entre
nosotros…
─Sólo si eres un idiota ─vigiló a Evan, las manos en las caderas, mirándolo
serio.
Matt gruñó.
─Dios, eso fue horrible. ¿Fue el sexo o las pastillas para el dolor lo que lo
hicieron tan horrible esta mañana?
─Cállate.
Evan vaciló un poco cuando atravesaban la habitación pero Matt no le dejó parar
a torturarse. Matt lo llevó al baño y cerró la puerta.
─Siéntate, quítate la camisa ─dijo Matt, y Evan habría pensado que esto era
sólo una necesidad médica, excepto que Matt empezó a desnudarse, en unos pocos
segundos estaban de pide desnudos en el pequeño baño. La mirada que él dio a Evan
mientras se volvía a la ducha fue franca y hambrienta, como si no hubiesen acabado de
follar uno al otro, como animales enloquecidos, en el sofá, hacía sólo una hora antes.
Se quitó su camisa, entonces se puso en pie para bajar sus pantalones, pero Matt
se le adelantó. Cayó a sus rodillas, acariciando a Evan por un momento a través de la
tela, pellizcando y luego mordiendo más duro en la creciente evidencia de que Matt no
era el único con un periodo de recuperación increíble.
─Dios, Dios… sí… ─murmuró Evan. Esto no estaba bien. No podía estar ya fuera
de control por esto, pero lo estaba, y se sentía como cielo puro mientras Matt deslizaba
sus manos bajo la cintura de los pantalones y se los quitaba.
Oyó a Matt decir algo y sacudió su cabeza para parar el zumbido que llenaba sus
oídos.
─¿Qué?
─¿Qué quieres que haga? ─susurró Matt y Evan comenzó a temblar en serio.
Allí estaba otra vez, esa hermosa sensación húmeda de la boca de Matt, el tierno
movimiento de su lengua… sus manos. Dios, ellas acariciaban a lo largo del dorso de sus
muslos, luego hacia arriba para acariciar su culo, agarrarlo fuertemente…
El grito se repitió una y otra vez en su mente pero su voz había sido reducida a
una serie de gemidos y dulces gritos de placer.
Matt estaba haciendo pequeños sonidos en la curva del cuello de Evan, los
escalofríos corrían arriba y abajo por sus brazos. Cuando Evan apretaba su culo, él
jadeaba y gruñía, frotando su erección contra el cuerpo de Evan.
─Jesús, ¿mejor que esto? Se siente increíble ─la voz de Matt fue áspera─. Yo…
yo te echaba tanto de menos… extrañé sentirte así…
Matt intentó volverse pero Evan no se lo permitió. Llevó sus manos dulcemente
por la espalda de Matt, el mismo recorrido de antes, no dudó mientras se dejaba caer
para acariciar su culo. El gemido que resonó a través del baño le aseguró que Matt
estaba pasándolo bien.
No había manera alguna de que a sus casi cuarenta años fuera a levantársele tan
pronto, Matt había –bastante eficientemente– conseguido el mejor rendimiento de Evan
en un largo tiempo, así que, él sólo disfrutó la sensación, sonido y olor de Matt.
Evan se inclinó hacia delante, presionando sus labios contra la espalda de Matt,
recorriendo con su lengua bajo la cadena rugosa de su columna. Todo el cuerpo de Matt
en calma, entonces él gimió y retrocedió, sin palabras pidiendo por más. Sintiéndose
envalentonado, Evan se presionó contra la espalda de Matt, tomando un mordisco de la
piel blanda en la parte inferior de su cuello.
Todavía estaban de pie en la ducha, cuando el agua salió fría y Matt suspiró,
alargó la mano abajo para ajustar la temperatura.
Se giró, sonriendo.
─Voy a hacer esta causa francamente clínica, no estoy para más jolgorio sexual.
─Cállate.
─¡Hola, papi!
─¡¡Papi!!
─Definitivamente.
─¿Papá?
─Todo parece bien. Voy a recogerte tan pronto como pueda. Quizás este fin de
semana.
─Sí, cariño.
Dios, él no podía esperar a ver a Liz. Nunca en su vida había conocido una
necesidad tan desesperada de derramar sus entrañas a otro ser humano.
Matt corrió al bajar las escaleras. Evan estaba sentado en el sofá, estaba con la
mirada perdida en el ventanal. Ladeó su cabeza lentamente hacia Matt. Sonrisas
nerviosas por todas partes.
─Hey. Me voy.
Evan tragó.
─Aburridos, nostálgicos.
Casa. Evan parpadeó repentinamente, escuchó a Matt usar esa palabra tan
casualmente. ¿Estaba hablando de su casa? ¿Suya y de Evan? ¿Ellos eran ahora sus
hijos?
─¿Evan?
─¿Sí?
─¿Estás bien?
─Sí, lo siento. Creo que me agotaste. Necesito una siesta. ─Evan logró desviar
el momento incómodo con una tierna sonrisa y una broma fácil.
El pequeño rubor que se deslizó por el rostro de Matt, hizo algo al corazón de
Evan. Oh Dios.
Matt rompió el beso, pasó una mano sobre la cabeza de Evan en un gesto
cariñoso.
─Hasta luego.
─Sí.
Matt agarró sus llaves y salió por la puerta, con una pequeña agitación antes de
que él desapareciera de la vista.
Unas pocas horas después, Evan despertó. Se sintió helado, casi sucio.
Con pantalones azules y una camisa de mezclilla, Liz encontró a Matt en la puerta
de su casa, pareciendo un anuncio de larga distancia o algún tejido, o algo realmente
sano como eso. La casa estaba en un rectángulo perfecto de césped, con árboles
perfectamente angulados a cada lado. Perfecto. Matt no pudo identificar el estilo, pero
parecía como una gran casita. Una casita de anuncio, perfecta. Él arrugó su nariz cuando
echó un vistazo al SUV 49 en la entrada.
Ella le dedicó esa magnífica gran sonrisa que aún hacía a su corazón golpear un
poco más rápido.
Matt se rió. Alcanzó lo alto de las escaleras y miró abajo a Liz, dándole una
ojeada simulada.
49
Camioneta deportiva. N. de los CC.
─No tienes idea de cuánto me alegro de verte, doctora Friedman. ─Matt sonrió
un poco mientras sintió sus brazos apretados alrededor de él. No se sintió como antes,
pero se sintió bien de todas maneras.
Rompiendo el abrazo pero manteniendo sus brazos alrededor suyo, Liz miró
arriba, dando a su cara una larga mirada dura.
─Coloreando. Dinosaurios.
Matt asintió con la cabeza. El gemelo izquierdo asintió con la cabeza. Comenzó a
colorear.
─Vamos a la cocina.
Bajaron a un pequeño vestíbulo con una enorme cocina y completa con una de
esas cosas en el medio. Había ventanas en tres paredes y alrededor de un millar de
tarros en un estante sobre la isla. Algo olía espantosamente.
─Hey, bonito.
─Gracias ─ella se movió hacia una mesa áspera de madera que parecía como
de los años treinta. Dos sitios estaban listos y Liz se estaba aproximando con una
cafetera.
─Magnífico.
─¿Yo o el café?
─¿Ambos?
Después de tomar un largo trago, Matt se volvió en su silla para mirar a Liz en la
cocina, haciendo algo con especias y una cuchara de madera en una olla con guiso.
Tres años antes, Liz y su marido, Ray, estaban esperando su primer hijo y Liz
estaba más o menos sólo trabajando en medicina privada, ocasionalmente haciendo
algunas consultas para el PD 50 y Servicios para la Infancia.
Todos sabían que era una compasiva defensora de los niños, así que cuando los
chicos gemelos de dos años de edad fueron quitados a su madre drogadicta, un
compañero del CS 51 llamó a Liz. Pensó que los niños necesitaban representación,
alguien para ser su defensora, antes de que fueran separados o acabaran en un hogar.
Ray, que era abogado, llevó el caso gratuitamente.
Liz testificó en el mejor interés para los gemelos. El juez retiró los derechos a la
madre pero eso dejó a dos niños gemelos idénticos con una gran cantidad de problemas
ya diagnosticados en potencia, sin un hogar. Durante aproximadamente una semana.
50
PD = Police Department, vamos, Departamento de Policía. N. de los TT.
51
Civil Service: Servicio Civil. N. de los CC.
Ray y Liz adoptaron a los niños y de repente tuvieron una familia mucho más
grande de lo que ellos habían esperado, su hijo Peter estaba naciendo durante toda la
historia.
Matt mantuvo un contacto cercano con Liz durante esta difícil época, sabía que
ella estaba haciendo diez veces más de lo que tenía tiempo de hacer, porque era su
estilo, y frecuentemente la llamaba para insistirle en que cuidara de sí misma. Sabía que
ella lo agradecía, aunque lo ignorara la mayoría de las veces.
─¿Están en la escuela?
Liz trajo un plato cubierto a la mesa, Matt olió pan caliente, y le sonrió.
─¿De verdad?
─Así que, ¿donde están Ray y Peter? ─Matt rápidamente preguntó, no del todo
preparado para llegar al meollo del asunto.
─Ray se tomó el día libre para hacer algunas compras de Navidad para los
chicos. Peter está tomando su siesta arriba ─ella hizo gestos hacia un monitor de bebé,
apoyado en la barra─. Los chicos ya comieron, creí que podíamos tener un poco de
tranquilidad para nosotros.
─Desahógate.
─Haight.
─Quiero comer…
─Tú eres muy agresiva para ser psiquiatra, Liz. ¿No se supone que me llevas con
cuidado a la conversación?
─Liz, tu amiga, quiere que empieces a hablar. Liz la psiquiatra descubrirá cuándo
y si es necesario.
Matt se rió largo y tendido. Miró con añoranza al estofado, deseando que
pudiera masticar más que hablar. Respiró hondo y dijo:
Ella no dijo nada, y él sabía que estaba esperando para la segunda mitad del
anuncio, que se cernía pesadamente sobre la mesa.
─Un hombre.
Logró decir las palabras, su voz de repente profunda. «Liz, bendigo tu querido
corazón», ella no parpadeó o tartamudeó o reaccionó de ninguna otra forma, pero
alargó la mano, tomó la mano de Matt, y la apretó.
Matt.
Deseó poder dejar de pensar en Matt y lo que sucedió entre ellos sin sentirse
ligeramente asustado… como lo quería, desesperadamente, apasionadamente, y
mientras estaba pasando… Dios, no había nada que él pudiera imaginar sentir tan
bueno, pero entonces… entonces había este pesado velo que descendía sobre su cabeza
que estaba por todas partes. Se asustó como el infierno, sintiendo que esto se le iba de
las manos. Con un hombre. Un hombre que él ansiaba y quería con todo su corazón, y
estaba aterrado. Y quizás en el fondo, estaba asustado de estar equivocado. Mal para un
hombre que había estado casado durante diecisiete años, mal para un padre. Mal para
él. Maldita sea, estaba cansado de esto.
─¡Evan!
─Hola, Susannah. ─Evan se colocó la bata un poco mas ceñida. A pesar de que
vestía un chándal debajo, se sintió un poco expuesto a la alegre sonrisa brillante de la
rubia.
─Gracias. Y uh… gracias por el… ─hizo un gesto hacia la masa de papel de
aluminio en sus manos.
─Torta Bundt ─ella trinó─. Chocolate y queso para untar. Espero que te guste.
─Estoy seguro de eso. ¿Te gustaría… entrar? ─rezó para que la respuesta fuera
no, pero no parecía tener esa clase de suerte estos días.
─Oh, ¡solo un segundo! Tengo que recoger a Tyler y Jordan dentro de poco.
Evan abrió la puerta, dejando pasar a Susannah y una ráfaga de aire frio entró al
vestíbulo. Susannah tiritó teatralmente y Evan cogió el pastel en vez de preguntar por su
abrigo, porque estaba asustado que «solo un segundo» quisiera decir una hora.
─Probablemente el sábado.
─Sí.
─Ajá ─él miró al suelo, intentando parecer más afligido que enfadado.
─Al menos tú has tenido un poco de ayuda. Así que dime, ¿quién es tu amigo?
El mismo aire que Evan estaba respirando se congeló en sus pulmones. Intento
no hacer ningún tipo de sonido sospechoso.
─Mmm, ese apuesto hombre con el pelo oscuro que ha estado por aquí durante
la semana pasada ─sus perfectas cejas rubias desaparecieron bajo su protuberante
flequillo─. ¿Es un pariente?
─Ah.
El silencio pendió sobre ellos durante varios largos momentos. Susannah nunca
dejó de sonreír. Ella, de repente, miró al reloj de la cocina e hizo un ruido chillando. Evan
hizo una mueca de dolor.
Mierda.
Capítulo 11
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M
att y Liz permanecieron sentados en silencio durante unos pocos y
largos minutos, una olla hervía en la cocina, sonaba el tic-tac del reloj
y un lento y estático sonido provenía del monitor del bebé.
Respirando profundamente, Matt sintió liberarse parte de la tensión.
Las palabras aún asustaban pero su fuerza había disminuido. Cada vez que confirmaba y
confesaba su amor por Evan, lo correcto de este hecho aumentaba. Ya no se sentía
diferente por amar a este hombre, por imaginar estar con un hombre.
─Él es viudo y con niños. Es por esto por lo que las cosas son tan difíciles.
Complicadas.
─Sí. Él… dice que también me ama. Y, algunas veces, las cosas son simplemente
geniales. Somos buenos amigos, podemos hablar y reír. Y en cuanto al resto… ─se
ruborizó avergonzado─. Va muy bien también. Pero… pero Liz, él tiene una carrera. Y
aún muchas cosas en su cabeza…
─Un poco más de un año. ─Matt apretó la mano de Liz un poco más. No le
gustaba recordar la muerte de Sherri y odiaba pensar en el dolor de Evan.
Matt suspiró.
─Guau ─esperó un momento y Matt casi pudo ver funcionando los engranajes
en su cabeza.
─¿Hay alguna cosa en concreto en esta relación con la que tú estes teniendo
problemas?
─Vamos Matt. Lo primero que me dijiste fue que estabas enamorado. Después
mencionaste que él era un hombre. Entonces, ¿cuál de las dos cosas es la que más te
asusta?
─Al principio era el hecho de que él era un hombre, pero esto, no sé, ha ido
desapareciendo. Ahora algunas veces lo recuerdo, pero la mayoría de las veces… sólo
quiero estar con él, quiero que esto salga bien.
Matt reflexionó sobre toda la situación durante un rato. En verdad, tanto como le
asustaba al principio, ahora sólo lo sentía como algo que preocupaba a Evan. Se lo contó
a Liz y ella asintió. Por un momento la vio debatirse con algo y entonces preguntó:
¿Qué es lo que quería? El quería… amor. Una relación. Con Evan. Quería estar con
los niños, hacer cosas juntos… ¿Cómo una familia? Se quedó muy quieto y de repente,
no pudo mirar a ningún otro lado sino sólo a la superficie brillante y llena de marcas de
la mesa de madera de Liz.
«Sólo estoy protegiendo a mis hijos», pensó desesperadamente. «Ante todo, soy
un padre. Tengo que recordarlo».
¿Y si se llega a saber?
¿Y si los vecinos se enteran de que ha estado durmiendo con Matt? ¿Y si los niños
se enteran? Se imaginó sentado con los niños hablándoles acerca de su relación.
Estremeciéndose, Evan se llevó las manos a la cabeza para tratar de parar los temblores.
Ni siquiera podía imaginar sus reacciones, qué dirían, cómo se sentirían. Serian
ridiculizados, condenados al ostracismo 52.
Eso le aterrorizó.
¿Y si ellos lo rechazaban?
El teléfono sonó.
52
Aislamiento al que se somete una persona, generalmente por no resultar grata. N. de los CC.
─¿Hola?
─Bien, todos estamos bien. Y tú, ¿estás bien? Tu voz se oye rara…
─Ah, ok. Quería saber si te sientes mejor, si nosotros podemos ir a casa este fin
de semana ─oyó un temblor en su voz cuando habló rápidamente y sabía que estaba
tratando de sonar adulta. Pero conocía bien a su hija mayor, sabía lo mucho que siempre
extrañaba la casa.
─Ahora, cariño, me siento mucho mejor. Creo que este fin de semana será
perfecto para que vengáis a casa. Podemos salir e ir a buscar un árbol.
─¡Sí! Los niños van a estar muy felices. No pueden esperar a llegar a casa.
─Evan tenía que sonreír frente a esto─. Bien, lo entiendo. Tú sabes cómo son los niños
pequeños. ─Miranda hizo una risita nerviosa.
─¡Bien!
─El abuelo.
─¿Qué quieres?
Los ojos de Evan se entrecerraron. El ligero tono en la voz de Phil era familiar
para un policía, había estado bebiendo y probablemente durante bastante rato.
─Sólo quería que tú y Josie supieran que recojo a los niños mañana. ─mantenía
su voz calmada y racional.
─Josie está equivocada. Me siento mucho mejor, y los niños quieren volver a
casa.
─¡Phil!
─¡Phil! ─Evan dejó que su furia fluyera a través del teléfono. El pensar en este
hombre, borracho a media tarde y cuidando de sus hijos le hizo perder su
autocontrol─. ¡Cálmate!
─Jódete.
─Sí, apártalos también a ellos de nosotros. ¿Vas a cuidar de ellos? ¿Estás seguro
de que no acabarán también aplastados?
culpa. Evan no podía soportar recordar cuánto amaba a Matt en ese momento.
Necesitaba un momento más para admitir que su esposa había muerto, que la había
dejado morir y que ahora pasaba las noches en los brazos de… un hombre. No podía
imaginar cómo esto se iba a resolver. El día podría llegar… llegaría… cuando tendría que
tomar una decisión.
Matt se dirigió a la entrada de la casa de Evan a las siete en punto. El tráfico era
una mierda, aunque nada comparado con su parada en Toys R Us 53. Jesús. Siempre
había imaginado como sería el Armagedón. Al final había podido luchar a través de las
grandes masas de clientes enfadados que habían perdido los nervios hacía horas.
53
Famosa juguetería localizada en Nueva York. N. de los CC.
de Elizabeth tenía su propio avión, un caballo de carreras y una lancha acuática. Matt se
quedó asombrado de lo caro que era, podría haber comprado a la niña un caballo de
verdad. Pasó rápidamente a través de los juegos, ¿los niños jugaban aún a juegos de
mesa? Y echó unos cuantos en el carro.
Saliendo del coche, Matt cargó tantas bolsas como pudo en un solo viaje. Silbó,
pensando cuánto les gustarían los regalos a los niños y cuánto deseaba él pasar la noche
abrazado a Evan.
Nunca había disfrutado mucho de las fiestas; después de que muriera su padre,
permanecer con su madre y verla beber whisky durante cinco horas no era la idea que
tenía de disfrutar de las fiestas. Una vez que se fue de su casa, rara vez volvía si no era
para dejar un cheque y dar un beso a su madre en la mejilla. Pasaba sus navidades con
amigos o con alguna mujer con la que se sentía bien a finales de diciembre.
Frente a la puerta, hizo juegos malabares con los paquetes para poder llamar; se
preocupó de que pudiera estar despertando a Evan, pero vió las luces encendidas en la
sala de estar y esperó. Al instante, la puerta se abrió y Evan apareció en el portal.
─Hey ─dijo Matt alegremente entregándole los bultos─. Hice unas cuantas
compras.
─En serio.
─Nada. Pasa ─dijo Evan rápidamente, apartándose para que Matt pudiera
entrar. Dejó las bolsas en el sofá y se quitó la chaqueta, manteniendo la vista apartada
de Evan. Matt se sintió cada vez más nervioso; había algo extraño.
─¿Todo va bien?
─Claro. ─Matt esperó, viendo cómo Evan inexpresivamente cogía dos vasos del
armario─. ¿Qué has hecho hoy?
─Yo puedo…
La boca de Evan dibujó una delgada línea. Se dirigió a la nevera y sacó una jarra.
Matt no pudo evitar percibir la rigidez en Evan.
─Gracias.
Cuando devolvió el jarro a la nevera, Evan dijo algo como: ─De nada. ─Pero
Matt no podía asegurarlo. Lentamente empezó a beber a sorbos su té helado...
esperando... observando. Los ojos de Evan recorrían toda la cocina, cualquier sitio,
excepto cerca de donde estaba sentado Matt. Se secaba repetidamente sus húmedas
manos en los pantalones; Matt examinó con detenimiento a su amante, percibiendo
que se le veía desaliñado y pálido como si se hubiera puesto a sudar. Suspiró.
Definitivamente algo había sucedido.
─¿Qué?
─¿Ella me conoce?
Las manos de Evan pararon de moverse, se cerraron en puños y los hundió en los
bolsillos de su bata. Lentamente levantó su mirada para encontrarse con la de Matt.
Matt parpadeó.
54
District Attorney: Fiscal del Distrito. N. de los TT.
─Esto es algo para lo que ninguno de los dos está preparado. Ha sucedido
demasiado rápido, Matt.
Oyó las palabras y entendió el significado de cada una, pero por su vida, no podía
entender la conversación. Había dejado su amor esta mañana, tímido pero
comprometido y ahora éste frio desconocido de mirada salvaje le daba un discurso que
presagiaba el final de todo.
─¿Qué demonios ha pasado? ─su voz era baja, oyéndose con dificultad en sus
propios oídos─. ¿Quién ha hablado contigo? ¡¿Qué ha pasado?!
Irreal. Tan jodidamente irreal que casi esperaba despertarse en el sofá, después
de estar todo el día soñando.
─Matt...
─No. Ni una palabra más. Tú estás aquí y me dices que todo ha acabado porque
estuviste pensando en ello esta tarde mientras yo estaba fuera. ¿Durante cuánto, seis
horas? ¿Seis horas para llegar a esa conclusión? ¿Seis horas para decidir que todo lo que
ha pasado entre nosotros no es real?
─Te lo voy a preguntar una vez más, Evan. Una maldita vez más. ¿Qué demonios
ha pasado hoy?
El largo silencio que llenó la habitación estaba roto sólo por la respiración
dificultosa de Matt y los ruidos del vecindario de Cerelli que se filtraban a través de los
cristales de las ventanas.
Y eso fue todo. Matt estaba tan acostumbrado a estar en esta situación, en esta
triste y amarga situación, que automáticamente asintió.
─Puedo conduc…
─Llamaré a Vic.
─Bien. Bien.
El silencio aumentó y aumentó. Matt no podía oír nada más excepto los latidos
de su corazón. ¿Qué había pasado? ¿Qué había pasado? Continuaba repitiendo en su
cabeza. ¿Qué demonios había pasado? Se sentía como un idiota. Después de hablar con
Liz, todo estaba claro. Ahora todo estaba aún más claro. Perfectamente claro. Había
acabado exactamente donde siempre lo hacía. Nada había cambiado. Jodida suerte. Oyó
un sonido y se dio cuenta que era Evan que estaba hablando.
─¿Qué?
Matt asintió, ausente. Estaba a punto de recordarle a Evan acerca de la cena, las
pastillas y los apósitos, pero salvajemente reprimió las palabras de preocupación. Se
sentía infantil, avergonzado y furioso. No le preocupaba si no estaba jugando limpio.
─…s noches ─casi se perdió el susurro cuando Evan se fue. Escuchó el ruido de
sus pisadas hasta que desaparecieron.
Evan dio una vuelta por el piso de arriba, entrando en cada habitación de los
niños, acariciando sus pertenencias, sus ropas. Sus nervios se habían calmado, apenas
podía sentir que se estaba moviendo.
Minutos más tarde, ya estaba seco y con otro par de pantalones metiéndose en
la cama; nunca encendió la luz. El frio terror que le había mantenido apartado de esa
habitación había regresado, atormentándole desde los límites de las sombras. Sabía que
incluso la luz no les haría irse, que vivían en su interior y que nunca se marcharían.
─Maldita sea, soy demasiado viejo para esto ─estando de pie se retorció y se
giró hasta que los nudos se desentumecieron. En la oscura habitación se dio cuenta de
que todas sus cosas estaban arriba. Y también Evan, quien aparentemente no estaba
interesado en verle por ahora.
─No, no me voy ─suspirando, se quitó sus tejanos. Una camiseta y unos bóxers
servirían. Había una manta en el respaldo del sofá, lo que sería suficiente.
Con tristeza Matt pensó que eso era todo. El final del camino. El crujido regresó.
Esta vez no se detuvo y de repente oyó a Evan bajar las escaleras. No se dio la vuelta.
Con un oído de policía, escuchó cómo Evan se dirigía silenciosamente hacia el sofá. Matt
aún no se dio la vuelta. No podía. Estaba cansado de dar todos los pasos, todas las
proposiciones para acabar a cambio, con una patada en el estómago.
Matt escuchó como el reloj marcaba cada segundo; paró de contar cuando llegó
a cien.
Con una mano temblorosa tocó la espalda de Matt. Hielo. Tensión. Decepción.
Podía sentir todo eso. «Soy una persona detestable», pensó, «no puedo creer que le
haya hecho esto». Empezó a acariciarlo, incapaz y no dispuesto a detenerse. Sabía que
por la mañana su discurso sería el mismo, pero ahora… justo ahora quería decir que lo
sentía y pedir disculpas por haber sido un asesino y un bastardo… quería que las cosas
fueran diferentes, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
─Si esto es por jodida compasión, puedes parar ─la voz era baja y furiosa y
detuvo las exploraciones de Evan.
─No lo es.
─No creo…
─Matt…
─Por favor.
Abrió su boca para argumentar pero no le salió nada. Sin pensar en las
consecuencias, se fue al otro lado del sofá, empujando a Matt para que se recostara en
un rápido movimiento.
─Evan ─era a la vez una advertencia y una pregunta pero Evan lo ignoró.
Quería fingir que la conversación en la cocina nunca ocurrió, que Phil no le había
recordado que era un asesino, que Susannah no lo había convertido en un mentiroso.
Fingir que esto era aún algo nuevo y hermoso.
Matt sujetó y acercó el rostro de Evan al suyo; esos besos eran como los
primeros, en este mismo sofá. Torpes y temerosos y un poco desesperados. Evan ignoró
la oleada de dolor en su pecho, podían ser los puntos de sutura o podía ser su corazón
rompiéndose en trocitos más pequeños. El dolor se concentró en él; le hizo recordar
todo lo que había llevado a este momento. Esto tenía que ser el adiós.
Capítulo 12
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V
ic Wolkowski apretó las manos sobre la cubierta de cuero del volante y
condujo la camioneta hacia el carril de paso de EZ en el Puente
Triborough 55. Por el rabillo del ojo veía a Evan acurrucado en el asiento
del copiloto, con la mirada perdida por el parabrisas. Su piel era de un
blanco enfermizo, sus ojos sin vida. No había dicho más de diez palabras desde que Vic
se había retirado de la calzada de la casa Cerelli hacía tan sólo veinte minutos.
Por supuesto, Vic dijo que sí. Pasó la mayor parte de su fin de semana oyendo
ruidos en la casa, tratando de no quedarse ni un momento solo y que no se pusiera
melancólico. Todo muy bien para mantenerse ocupado, hubo muchas ocasiones para
cortar el césped o reorganizar un armario. La idea de salir parecía una buena idea.
Excepto.
Excepto que todo lo que quería hacer era preguntarle a Evan: ¿Dónde está
Matt? ¿Por qué no iba con Evan a recoger a los niños? Una mirada a la cara de su
detective, al abrir la puerta le dijo todo lo que necesitaba saber. Matt tuvo que haber
desaparecido.
Se moría de ganas de preguntarle qué ocurrió, pero las palabras «¿Rompiste con
Matt?», simplemente, no podían encontrar la manera de salir de su garganta. No es que
Vic fuera homofóbico de ninguna manera, o forma. No le importaba lo que la gente
hacía en la intimidad de sus propios hogares, joder, él había sido policía tiempo
suficiente para saber qué era una perversión real y estaba seguro que no era ver a dos
55
Su nombre oficial es Robert F. Kennedy, es un complejo de tres puentes que conectan a Manhattan, Queens y Bronx
en Nueva York. N. de los CC.
tipos, o dos mujeres ir a cenar tomados de las manos. Admitió que estaba chapado a la
antigua como para no querer ver a un tío metiendo la lengua en la boca de otro en
público, pero que en realidad, era cierto que las personas heterosexuales lo hacían
también. La situación de Evan, bueno, eso era diferente. Fue sólo un susto. Le tomó
algún tiempo acostumbrarse.
─¿Qué?
Hubo una larga pausa. Evan parpadeó un par de veces. Vic esperó
pacientemente.
─Toma la carretera hasta el final de Grayson. Ellos viven a las afueras. Hacia la
izquierda en el semáforo.
─Bien. ─Vic se aclaró la garganta, sin saber qué hacer ahora. Hablar de los
niños podía ser una apuesta segura─. Apuesto a que tus hijos están encantados de
volver a casa ─detectó una leve inclinación de cabeza del hombre alto a su lado.
─Suena bien.
Vic volvió a la conducción. Decidió llamar a Matty tan pronto como llegara a su
casa. Alguien iba a decirle qué diablos estaba pasando.
El resto del viaje tomó sólo treinta minutos. Evan gruñó algunas instrucciones a
medida que se acercaba a la casa, pero eso era todo. Sentía la cabeza y la boca como el
algodón revestido, no había dormido desde... no recordaba desde cuándo no había
dormido y el pecho le dolía. Él tomó su medicina, porque los niños estaban volviendo a
casa, finalmente, y lo necesitaba. Tenía que estar en su mejor aspecto para poder
cuidar de ellos. Ese recordatorio le impedía poder saltar en mil pedazos.
Evan no dijo nada y se deslizó torpemente fuera del coche. Había tomado una
pastilla antes de salir de la casa y el entumecimiento que le envolvía mantuvo a raya el
dolor. Por ello, se mostró agradecido.
El reunió las fuerzas para poder sonreír a los niños que salían corriendo desde la
casa.
Por unos instantes Evan se sintió abrumado por el sonido de sus voces y el
sentimiento de sus brazos alrededor de su cuello. Una delgada grieta se formó en su
corazón, por un segundo se sentía vivo, pero luego el murmullo cesó y como una
campana clara escuchó…
Evan abrió la boca pero no salió nada. ¿Cómo explicarle lo que había hecho? A
cualquiera de ellos.
─¿Qué soy yo? ¿Hígado picado? Matt tuvo que cuidar de algo que ocurrió en el
trabajo. Tengo derechos de chofer para todo el día.
Mirando hacia arriba, Evan vio a los ojos de Miranda, cuya inquisitiva mirada era
más de lo que podía soportar. Sacudió la cabeza para atender a Danny, Kathleen y
Elizabeth, que lo miraban expectantes.
─Vamos ─se atragantó─. Vamos por sus cosas y a decir adiós a los abuelos.
Mientras los niños estaban en la otra habitación recogiendo sus bolsas, Vic
intentó suavizar el ambiente y dijo hola preguntando cómo se encontraba a la señora
McGregors, pero ella no hizo mucho por responderle. Cuando los niños llegaron a la
entrada con sus cosas, Josie se echó a llorar inconsolable, molestando a su vez a los
niños, mientras que a su vez Evan veía rojo, parpadeó para alejar la ira de sus ojos. Él
fue cortante y trasladó a todo el mundo por la puerta lo más rápidamente posible.
─Besen a sus abuelos ─dijo en voz baja, tratando de no dejar que su ceño
fruncido pusieran en contra a sus hijos─. Los vereis la próxima semana para Navidad.
Hubo una confusión general cuando todo el mundo dijo adiós. Evan se deslizó
por la puerta con una bolsa en cada mano, el dolor que tiraba de su pecho era una gran
distracción. Vic cerraba la marcha con el resto de las cosas. Hizo algún comentario a
Evan sobre que hacía demasiado… pero las palabras no las registró bastante bien. La
neblina descendía otra vez.
Evan no podía mantener los ojos abiertos un segundo más y apoyó la cabeza
contra el cristal. Oyó a Vic y Miranda tratando de involucrar a los niños más jóvenes en
lo que harían en la Navidad. La conversación se avivó y Evan sintió un poco de paz. Muy
bien, así, tal vez iba a estar bien. Tal vez podrían conseguirlo juntos, dar a los niños unas
vacaciones agradables y seguir adelante.
Danny alzó la voz, diciendo que lo que realmente quería era la Wii y ¡zaz! su
buen ánimo se fue al traste, a Evan le tomó toda su capacidad mental el poder respirar
correctamente. Su mente voló de regreso a la casa, de vuelta a la escena de hacía unos
pocos días. En el armario del sótano estaban las bolsas de juguetes y regalos que Matt
había comprado. Se había negado a llevárselas cuando se fue; le dijo a Evan que podía
usarlos puesto que no iba a ser capaz de ir de compras.
Evan no dijo nada más allá de un tranquilo «gracias», mientras miraba a Matt
empacar su maleta. No había expresión de anhelo, ninguna oferta de adiós.
Simplemente se movieron uno alrededor del otro como los planetas alrededor del sol,
Matt recogía sus cosas, mientras Evan lo observaba. Él se sentía atormentado. Había
sentido como toda su energía se escapaba, la unión que habían tenido tirada por los
suelos. No había nada más qué decir, nada que pudiera cambiar lo inevitable. Esto era
por los niños... esto era por los niños... era por lo que mantenía la boca cerrada. Así que
simplemente observaba como su amante echó un último vistazo alrededor, un vistazo
rápido, y salió por la puerta.
Había dejado su trabajo, su jefe pareció entender. No había sido muy feliz
durante mucho tiempo. Ya era hora de un nuevo reto. La firma de seguridad era el lugar
en el que Matt se podría ocultar y lamer sus heridas. Ahora era el momento de
conseguir sus objetivos y seguir adelante.
¡Qué decisión tan madura! ¡Ello requería otro trago! Matt se sirvió medio vaso
de whisky. Había planeado su salida por la noche muy cuidadosamente y se aseguró de
tener el licor suficiente como para llegar al «inconsciente» que era donde quería estar.
Desesperadamente.
La semana desde que había salido de la casa de Evan había sido insensible, fría y
agotadora.
La relación fue toda una mierda. Todo era un gran saco de mierda.
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué había sido tan estúpido? ¿Por qué había creído que podían resolver las
cosas? ¡Sabía que nunca iba a funcionar! Lo sabía desde el principio pero aún así,
sabiendo muy bien cómo iba a resultar, siguió empujando. Mantuvo la creencia de que
en esta noche, él estaría sentado en el piso de la casa Cerelli, mirando a los niños con
lágrimas abrir los regalos, viendo a Evan mirar a sus hijos con los ojos brillantes y una
sonrisa tranquila. Mentira. Todo era una mierda.
La mañana de Navidad, Evan, vio a sus hijos con lágrimas en los ojos, agotado y
con el corazón oprimido, abrir los regalos.
La semana había sido dura con los estados de ánimo de todos haciendo que el
tiempo volara y se sintiera como en una nube. En un segundo todos reían relajados, un
momento después, los gemelos se gritaban, dándose empujones peleando. O Miranda
pateando en su habitación cuando Evan sólo le hizo una pregunta acerca de terminar su
tarea. Evan mismo apenas podía mantener su mente enfocada en sus tareas, pagar las
cuentas, preparar la comida, lavar la ropa.
El sueño era una broma. Dormitaba, sentado en la silla del dormitorio, era más
fácil para él. La cama se burlaba de él con los recuerdos; en la planta baja el sofá hacía
lo mismo. Tomó baños de esponja en el baño de abajo. Era demasiado.
Ayer, los niños pasaron el día con sus abuelos. Evan no fue invitado, y no habría
ido de todos modos, si Phil y Josie se hubieran dignado en preguntar. Era que casi no se
hablaban como antes, un par de horas sentado unos frente a otros habría sido el último
clavo en el ataúd de su estado de ánimo.
Esperando la mañana.
Evan hizo algunos ruidos entusiastas cuando los regalos aparecieron uno por
uno. Matt había elegido infaliblemente algo apropiado para cada uno de los niños,
incluso Miranda esbozó una sonrisa verdadera, cuando llegó a los certificados de regalo.
Cuando la Wii fue revelada, los gritos de alegría fueron ensordecedores.
Pero una mirada más atenta revelaba la fina brecha formada en el cerebro de
papá. Las expresiones tensas en las caras de Miranda y de Kathleen, ya que él trató de
parecer excitado. Y la rotación normal de los gemelos compitiendo en gritos por su
atención.
«No quiero tener que limpiar, no quiero tener que limpiar», salió del sofá cama y
se dirigió hacia el baño. Evitó el espejo, «No quiero ver lo mal que me veo, no quiero ver
lo mal que me veo», y se deslizó en la ducha, con la esperanza o bien de morir o bien de
despertarse.
Se despertó.
En el momento en que el agua fría corrió por encima de su cabeza, Matt estuvo
consciente y en pleno control de su estómago. Se secó, se afeitó –todavía evitando
mirar al espejo, no había necesidad de arriesgarse– y anduvo por su apartamento con
una toalla envuelta alrededor de su cintura.
Echó una mirada a su reino. Aspiró profundamente. Una habitacion, muy bien
amueblada, agradable, pero aún así… Se acercaba rápidamente a los cuarenta y cinco y
vivía en una habitación. Estaba desempleado. En unas pocas semanas, había conocido y
56
Norman Percevel Rockwell (3 de febrero de 1894, Nueva York – 8 de noviembre de 1978, Stockbridge) fue un
ilustrador, fotógrafo y pintor estadounidense célebre por sus imágenes llenas de ironía y humor. Nos cansamos de darte
las gracias Wikipedia XD. N. de los CC.
se había enamorado de otro hombre, comenzó una relación, y puso fin a una relación.
Dos carreras, y nada para demostrarlo. Mucha gente en su cama, y ahora estaba solo.
Era tiempo para un cambio. Tiempo para un cambio o el tiempo para elaborar o
morir y, francamente, esa no era una opción.
«Así que... Matt Haight. Esta es tu vida. Es un asco. ¿Qué vas a hacer al
respecto?».
Dejó caer la toalla sobre el mostrador y se dirigió al armario para coger algo de
ropa. No existía un plan para hoy, no tenía ninguna invitación próxima, y nadie esperaba
que él se presentara a la cena o al postre. Se puso un viejo par de jeans y su amada
sudadera de policía de Nueva York, se aferró a ella como un talismán, gozando de los
recuerdos de su vida cuando era nuevo, fresco y lleno de expectativas.
Al salir de la academia, Matt Haight pensó que podía volar, salvar doncellas en
peligro, y ganar la gratitud y el amor de la ciudad, todo antes del mediodía. Su cabeza
había sido llenada de códigos, leyes y procedimientos, y no veía la hora de ponerlo en
acción. Esa era la sensación que él quería volver a vivir.
De vuelta en su sillón, esta vez con el jugo de naranja en lugar del whisky, veía
las cimas de los edificios, ligeramente cubiertos de nieve. Pensó en la academia, el
pensamiento sobre la universidad antes de que...
«Bueno», pensó con sequedad, tomando su jugo, había empezado otra vez en el
departamento de la sexualidad humana. «¿Cómo podría ser de difícil volver a tomar
algunas clases?»
El día de Navidad llamó por teléfono para desearle a él y a Matt una Feliz
Navidad y fue sorprendida por la voz débil y mediocre de su compañero. Con voz
monótona, le había dicho que Matt no estaba aquí, los chicos estaban de vuelta, y
esperaba que ella se sintiera mejor. Colgó, menos de cinco minutos después de haber
marcado, con la boca todavía abierta.
Al día siguiente, recibió la visita de Vic Wolkowski; así, en parte para ver a
Helena, en parte para tomar café y comer galletas en la cocina con su madre, le habló
de la condición de Evan, y Helena se asustó al oír hablar del cambio notable en su
apariencia física. Decidió ir a verlo lo más pronto posible... por desgracia eso se vio
retrasado porque Evan estaba esquivando las llamadas telefónicas de ella, por la lenta
recuperación de Helena, y por un ataque de gripe.
Pero ahora estaba aquí. Y estaba decidida a llegar hasta el fondo de este…
descenso de Evan.
Su pareja sólo podía ser descrita como un producto de su antiguo ser. Había
perdido aún mas peso, y los círculos oscuros bajo los ojos se habían apoderado de su
rostro.
Miró a Evan con los ojos entrecerrados. Bajo el terrible temor y la preocupación
que tenía sobre el estado de su amigo, ella se enojó.
Evan se erizó.
─Sí ─lo interrumpió ella─. Sí, lo estás. Tú te estás recuperando de una herida
grave, ¡y te ves peor que cuando te vi en el hospital!
─No, yo vine aquí porque estoy muy preocupada. Evan... ─ella hizo un gesto
hacia él sin remedio─. ¿Qué sucede? Por favor habla conmigo.
«Esto va a tomar algún tiempo», pensó Helena cuando dejó caer la chaqueta en
el respaldo del sofá y se sentó en una esquina mientras se inclinaba en ángulo hacia
Evan.
Inclinándose hacia delante sobre las rodillas, Helena ignoró la ligera punzada en
el hombro. Estaba casi al cien por cien recuperada, pero un episodio de gripe la retuvo
en la ciudad y la mantuvo en cama durante diez días y el hombro se había endurecido
ligeramente. Y de vuelta al trabajo, pero aún en trabajos de oficina y estaba esperando
ansiosamente el regreso de su pareja. Pero ahora... al verlo... no podía imaginar dejarlo
pasar como algo físico, por no hablar de lo que le había dicho Wolkowski.
─Evan...
─¿Qué está pasando? Que pasó... ─su voz se apagó suavemente. El tácito
«con Matt», flotaba en el aire durante unos segundos agonizantes.
─No habría funcionado Helena ─susurró─. Fue sólo... algo que ocurrió entre
dos personas solitarias.
─¡Lo estoy! ─una llamarada de súbita ira sacudió a Evan. Helena volvió a
sorprenderse. Se sorprendió al ver la condición de su rostro mientras se levantaba. Esa
actitud era ahora un blanco lleno de rabia─: ¡Estoy hablando contigo! ¡Te estoy
diciendo que fue un error! ¡Te digo que no quiero hablar de ello! Si Matt Haight es la
única razón para venir aquí hoy, ¡puedes simplemente irte a la mierda!
Unos minutos más tarde, Evan volvió con dos vasos de agua helada.
Se sentaron en silencio.
Lo dejó salirse con la suya hasta que llegó a la mitad de su vaso. A medida que lo
bebía, le dirigía una mirada de soslayo. La expresión perdida en su rostro mientras
miraba hacia las sombras oscuras de la sala, le rompió el corazón. No había visto esa
mirada desde el funeral de Sherri.
─Evan ─dijo Helena en voz baja─. Por favor entiende que yo soy tu amiga, tu
compañera y me preocupo por lo que te está ocurriendo.
─No... Quiero decir... ¿cómo le digo a mis hijos, Helena? ¿Cómo le digo a la
gente en la estación? ¿Mis... mis vecinos? Presentando a Matt, ¿como mi qué? ¿Novio?
¿Amante? Ese no es mi estilo de vida...
─Wow, wow. ¿Quién habla de estilos de vida aquí? Creo que todas tus
preocupaciones son válidas pero, ¿has discutido todo esto con Matt? ¿Cómo manejar
las cosas?
Los ojos de Evan bajaron a su regazo, mientras jugaba con las gotas de humedad
en el lado del vaso.
Una sacudida rápida de la cabeza era la única indicación de que Evan estaba
escuchándola a ella…
─Le dije que no iba a funcionar ─dijo Evan varias veces con cansancio, aún sin
levantar la vista desde el cristal─. Él... él quería intentarlo... pero yo ya sabía... ─su
voz se fue apagando, como si hubiera perdido su lugar en la conversación.
─Oye ─murmuró─. Está bien ─se arrodilló lentamente, poniendo las manos
en la rodilla y el hombro─. Está bien, Evan. Sé que estás con un montón de dolor en
este momento, pero estoy aquí para ti.
suelo. Como Evan comenzó a doblarse sobre sí, que parecía desinflarse con cada sonido
estremeciéndose de dolor, Helena lo tomó, haciendo caso omiso de su hombro,
ignorando su propia fatiga. Si quería llorar, lo menos que podía hacer era apoyarlo.
─Está bien, Evan. Está bien ─dijo una y otra vez, esperando que él lo creyera.
Era una típica noche de viernes de enero, helada, las calles muertas, Matt
aburrido de tanto pensar. Todas las personas inteligentes estaban encerradas en casa
ya, sentados en sus sofás de dos en dos, y todos los borrachos ya estaban en sus
taburetes. Matt no podía pasar otros cinco minutos en su apartamento, quería salir,
quería soltarse.
La comezón había tenido tiempo de volver. Durante semanas todo lo que podía
hacer era quedarse en la cama y dejar a su cuerpo revivir cada segundo sensual que
había pasado con Evan. Pero se cansó de su mano, se cansó de estar frío y solo.
57
Núbil: edad en la que se alcanza la madurez sexual. Seguimos educándonos con la novela XD. N. de los CC.
tener que lidiar con la picadura del rechazo. Se dirigió a la barra y se sentó en el
taburete lo más lejos de la puerta. Eso lo situó entre la barra y una pequeña pared
lateral, la máquina de discos convenientemente en la esquina. Perfecto. La
muchedumbre era mínima, bien para él, era mínimo. No había estado en ese bar en
años. Estaba a solo unas manzanas de su antiguo recinto, y fue uno de los muchos
puntos en los que había dividido su tiempo entre la vuelta del día. Se deslizó de su
chaqueta de cuero, dejándola en el taburete junto a él.
El televisor estaba colocado para que pudieran ver la película o echar un vistazo
a la lucha libre que se retransmitía en esos momentos. Una esbelta joven de cabello
demasiado negro para ser natural deslizó una servilleta delante de él cuando se sentó.
─Corona Light.
La camarera volvió con la botella, sacudió unas cuantas gotas de agua que se
aferraban al costado.
─Nah, confío en los policías ─respondió ella con una sonrisa. Se embolsó los
cinco y regresó al otro lado de la barra.
recordaran que otras personas estaban teniendo relaciones sexuales con personas que
les gustaban. Evan. Casi hizo rodar sus ojos cuando el nombre surgió de su cerebro.
Jesús, ¿qué fue eso, como en una hora entera no pudo olvidarse del tipo?
Mierda.
El hombre se rió, el sonido fue bajo y áspero. Al parecer, había algo en la sonrisa
del hombre, porque la camarera casi rezumaba en un charco. Matt trató de no mirar.
«Hey», pensó Matt. «¿Es que huelo mal o algo? Yo no recibí este tratamiento
cuando me senté».
─¿LA 58? ─ella le dio la Corona y descansando delante de él, haciendo alarde de
su piel desnuda de la mejor manera.
─Estado de Washington.
─Discúlpame, dulzura, pero voy a tomar otro ─hizo un gesto con la botella.
La camarera le dio una mirada de: «no ves que estoy ocupada, perdedor», pero
no le importaba. Quería una bebida. Mientras se alejaba, trabajando en un buen
«Huff 59», el hombre junto a Matt se volvió a mirarlo.
─Gracias. Temía que iba a tener que tener una discusión sobre la música de
Seattle o lo brillante de Kurt Cobain.
─¿Quién?
─Exactamente.
Matt se rió en voz baja. Giró un poco en su asiento para tener una mejor visión.
El tipo tenía su edad, tal vez un poco más joven, y no era ajeno al gimnasio. Matt supuso
que estaba todavía en las fuerzas, o probablemente fuera un detective.
─Matt.
58
LA, es la contracción usada para mencionar a la ciudad de Los Angeles, en California. N. de los CC.
59
Huff: como estar enfurruñada. N. de los TT.
Matt tomó un sorbo de cerveza. Bien, esto era agradable. Esto estaba genial.
Buen tipo, la conversación, la cerveza. No está mal.
Si supiera que iban a tener sexo esta noche, sería una velada perfecta.
Hablaron hasta que la multitud empezó a vagar por el bar; un grupo más
pequeño, moderado porque ya estaban borrachos, empezaron a jugar a los dardos en el
otro lado de la barra, después de decidir que empezaría el que llevaba una camiseta sin
mangas.
Charlaron hasta que Matt se dio cuenta que no le habían puesto la séptima
cerveza, pero que la necesitaba porque tenía la garganta seca.
─Entonces Matt, ¿qué diablos estás haciendo en este bar conmigo en vez de
estar en una cita?
Esa era la cuestión, en la superficie parecía bastante inocua, pero Matt Haight,
ex-detective, oyó claro y alto como una campanada la sugerencia.
─¿Un romance?
Parecía pensativo.
─Sí. Puede. Cuando la gente sabe tanto de anotar ─«¿De dónde cojones salió
eso?», pensó Matt. Por ver las repeticiones Sexo en la Ciudad 60 los domingos por la
noche, y ya estaba empezando a influir en su mente.
Se le escurrió con facilidad y Matt juró que ya no tenía control sobre su voz.
Hubo un silencio tan largo que Matt volvió la cabeza para mirar a la cara de
James. Parecía que Matt había disparado a su perro.
60
Sex and the City, se acuerdan de Carrie, Mr Big, Samantha, Charlotte y Miranda. Mmmm que buena serie. ;) N. de los
CC.
James suspiró.
─La puta verdad del asunto es que estoy loco por alguien... pero no está
interesado en mí de esa manera. De hecho, mañana tengo que volar a casa y comenzar
a planificar una despedida de soltero.
Tan pronto como él dijo «despedida de soltero», James se puso rígido. Sacó
sutilmente a Matt fuera de su vista y se enfrentó al otro lado de la barra de nuevo.
─¿Estás bien?
─Lo siento. Yo... esto era una estupidez... no tengo ni idea si tu eres... yo pensé
que podrías estar interesado ─su voz era baja, como si temiera que alguien lo oyera─.
Vine aquí porque me sentía solo y cansado y no sé qué hacer para no sentirme así.
─No. Es hetero. Hasta más o menos hace un año, él pensó que yo también lo
era. Tenía miedo... tenía miedo de hablarle de los hombres de mi pasado. Es sólo que
siempre es más fácil hablar si es sobre las mujeres.
─¿Yo? ─dijo Matt─. Yo uh... al estilo de «sólo podría ocurrir en Nueva York»,
tú estás sentado en un taburete junto a un ex-policía que está pasando por la misma
mierda que tú.
─Um... casi.
─Eso es lo que me pasó. Me encuentro con este chico, empiezo a sentir mierda
que no tenía ni idea que pudiera sentir en mi cerebro de mierda, empezamos... ya
sabes... tratando de hacer algo para que sucediera, y entonces ¡zaz! Empiezo a sentirme
cómodo y en confianza. ─Matt estuvo a punto de gritar de alivio cuando la camarera
llegó hasta ellos con su agraciada presencia y dos cervezas más. Matt suspiró
profundamente.
─Ese algo de mierda sería lo que tienes que manejar ahí, Matt. Yo no te
envidio. Pero si ayuda de algo, lo entiendo.
Matt oyó todo el dolor en la última declaración de James. Suspiró otra vez.
─Sí. Ayuda.
Y zaz, allí empezó un calor desde la cima de su cabeza hasta sus zapatos. ¿Jesús,
cuando se puso tan caliente aquí?
─No tiene nada que ver con ser un policía, pero sí con lo que me está
empujando la pierna.
Una velada risita finamente estalló en carcajadas cuando Matt vio la «inocente»
mirada en el rostro de James.
Sin tener la menor idea de lo que iba a decir, Matt abrió la boca y le dijo al oído.
Matt asintió con la cabeza porque su voz se había quedado atascada a una milla
en su garganta seca. Podía oler la loción de afeitar de James y el humo de la barra que
se había filtrado en el negro de la camisa. Y no había duda de la llamarada de calor que
su proximidad estaba creando. Hubo un momento de pánico cuando la realidad de todo
se estrelló contra él, iban de regreso al hotel, a la habitación de James para tener sexo,
no se equivocaba. Y ningún manoseo virginal tampoco; James tenía la experiencia y
conocimientos, y él miraba a Matt como si supiera las diez primeras cosas que iban a
pasar una vez que ellos alcanzaran la habitación. Daba miedo.
James parecía leer la mente de Matt, ya que con mano experta, tocaba el
interior del muslo del otro hombre, suavemente. Era una invitación. Era un toque
tranquilizador.
Se quedó mirando la boca de James. Sí. Quería que lo follaran. Quería más.
Quería saber lo que era, todo ello, ahora quería saber que era lo que le gustaba. Y tal
vez no podían compararse. Esto no era amor, pero estaba tan a gusto y eso es lo que
quería.
Y estaban en camino.
Capítulo 13
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L
a voz lujosamente acentuada de Plácido Domingo dio la bienvenida a
Matt y James en el taxi y les recordó ponerse el cinturón de seguridad.
Matt no se molestó ya que estaba acuñado fuertemente entre James y el
divisor plexiglás 61, así que había poca posibilidad de se fuera para otra
parte. El cuerpo de James pareció haber crecido ya que cuando ellos entraron en el taxi,
sus piernas se enredaron encima de Matt, con el brazo descansando en el asiento
detrás de la cabeza de Matt.
James dio la dirección del hotel Holiday Inn de Canal Street y se inclinó aún más
hacia Matt.
«Ah, sí», pensó Matt, «otro pensamiento con doble sentido. Fue bastante difícil...
¡mierda!»
61
Plexiglas: Dentro de los plásticos de ingeniería podemos encontrarlo como Polimetilmetacrilato, también conocido
por sus siglas PMMA. La lámina de Acrílico se obtiene de la polimerización del metacrilato de metilo y la presentación
más frecuente que se encuentra en la industria del plástico es en gránulos ('pellets' en inglés) o en láminas. Los gránulos
son para el proceso de inyección o extrusión y las láminas para termoformado o para mecanizado. Algunas marcas
comerciales: Policril, Plexiglás, Vitroflex, Lucite, PerClax, Las aplicaciones del PMMA son múltiples, entre otras
señalización, cartelería o expositores. Os lo recalcamos, pedazo de ilustración hemos tenido en esta novela. N. de los TT.
─¿Qué?
─¿Cómo estás?
Matt tenía una respuesta insustancial sobre la punta de su lengua, pero cuando
él vio la preocupación sobre la cara de James, esta murió rápidamente. Esto no era sólo
un ligue sin rostro, era un buen tipo. Un tipo agradable. Alguien con quien Matt
fácilmente congeniaría si trabajaran juntos. Un tipo con el corazón tan pateado como el
suyo… esto no era lo que él estaba buscando. Era lo que él había estado tratando de
olvidar.
─Muy bien. Un poco sorprendido. Pero estoy bien ─dijo finalmente, tratando
de ser honesto. No esperaba encontrarte esta noche.
─Tal vez esto no fue una buena idea ─murmuró James, alejándose del cuerpo
de Matt─. No era mi intención complicarte la noche.
─¿Ya que lo opuesto seria sencillo? Lo siento, esa palabra no tiene ningún lugar
en mi vida. Todo en mí es una tormenta de mierda, hombre, no te preocupes por eso
─sintiéndose un poco más valiente, él se acercó y pasó la mano por el muslo exterior
de James.
─Sé que estás interesado ─suspiró James─. Sólo quiero asegúrarme que esto
no hace las cosas… más difíciles para ti.
─¿Sí?
Era... un consuelo.
El pensamiento ni bien cruzó por su mente cuando sintió unos dedos suaves
deslizarse por su nuca y cuello, erizándole el pelo. No tuvo tiempo de prepararse para el
beso, los cálidos labios, y el sutil toque de la lengua. Se besaron durante un largo
minuto, tomándose su tiempo para llegar a conocerse uno al otro. Como Matt había
sospechado, James estaba firmemente en control, moviendo lentamente la mano
contra la parte posterior de la cabeza de Matt, profundizando su beso, a continuación,
tirando hacia atrás para mantenerlos ubicados.
Cuando se separaron por aire, Matt mantuvo los ojos cerrados. Necesitaba un
momento para acostumbrarse a la idea de que él, Matt Haight, había besado a otro
hombre por ahora. Tal vez esto era cada vez más fácil.
Miró, y vio que James le miraba con ojos extrañamente de un azul pálido, llenos
de preocupación, ansiedad y lujuria. Entonces James se humedeció los labios, y arrastró
su lengua a través y hacia abajo y más, y el cerebro de Matt apenas quedó pegado a su
cabeza. Tal vez, el parecer un animal en celo en el taxi, estaba sobrevalorado.
Las sombras se habían tragado por completo la sala cuando Helena se sintió
capaz de alejarse y dejar de abrazar por un tiempo a Evan. Había llorado en silencio
durante mucho tiempo, después de un profundo suspiro, justo había temblado. Quería
que él se desahogara de toda la pena reprimida, la de Sherri, la de los niños, sobre su
lesión, y, por último, la más dolorosa, la de Matt, sin interrupción. Era obvio por la
forma en que se había dejado llevar que había tardado mucho en llegar.
─Vamos arriba, Evan, sólo para tomar una pequeña siesta... ─dijo Helena en
voz baja.
─Yo me encargo de eso. Tú toma una siesta, voy a conseguir algo de comida y
esperare a que los niños regresen.
Para cuando Helena consiguió que Evan se metiera bajo las mantas a descansar y
lo vio cerrar los ojos, ya era muy tarde. Los niños estaban previstos que volvieran sobre
las seis y pensó que estarían esperando la cena.
─Mamá, te dije que era una cena para la familia, no la cena de Acción de
Gracias para la población entera.
─Anda, calla. Estoy segura de que no hay una cosa decente en esta casa.
Pobres bebés.
Sintiéndose ansiosa, Helena sintió el vacío. Sentía que debería estar haciendo
más, pero no estaba segura de cuál sería el siguiente paso a dar. Más allá de un ama de
casa, Evan necesitaba alguien con quien hablar, y no sólo una amiga. Un profesional. Le
había sucedido demasiadas cosas en el último año y, obviamente, esto le llevó al final
de su resistencia.
Necesitaba una orientación, y sabiendo que su madre era la más adecuada para
cocinar y mimar a los niños pequeños, Helena cogió el teléfono una vez más. Tenía la
certeza de que el capitán Wolkowski aún estaría sentado ante su escritorio.
62
Emporium food, es una cadena de tiendas de comestibles que tiene alrededor de 30 locales en el área metropolitana
de Nueva York. N. de los CC.
─Vic Wolkowski ─dijo, dejó la chaqueta caer y se sentó dejándose caer hacia
atrás.
─¿Señor? Soy Helena... Estoy con Evan... ─su voz se fue apagando y Vic se
sintió de inmediato en alerta─. Me preguntaba, ¿podría venir?
─No... Quiero decir, no es que haya pasado nada grave, es sólo que Evan actúa
como si no fuera él. Es como un zombi. No estoy exactamente segura de qué hacer.
Vic recordó el viaje cuando fue a recoger a los niños e inmediatamente se sintió
culpable por no intentar saber algo más de Evan. Era evidente entonces que las cosas
estaban pendiendo de un hilo.
─Los estoy esperando. Están con la hermana de Sherri. Mi mamá está aquí, les
está preparando la cena.
─Gracias, señor ─su oficial sonó aliviada─. Tal vez usted puede hacerle entrar
en razón...
Colgó el teléfono, y pasó las manos sobre la cara. La situación con Evan se había
salido de control. La sopa de pollo y las palabras bien intencionadas no iban a resolver
el problema. Necesitaba un profesional.
Esperaba no tener que utilizar su posición como jefe para hacerle ver a Evan que
necesitaba ver a un psiquiatra, pero rápidamente pensó que podría ser una posibilidad.
─¿Esta todo... ─las palabras murieron en sus labios cuando vio la sonrisa de
Helena y asintió con la cabeza. De alguna manera se las arregló para transmitirle «que
pasaba algo pero que no todo el mundo tenía que saberlo», porque la adolescente
cambió su pregunta a─: ¡Hey, Helena!
─Oh, nada ─comentó con entusiasmo Helena─. Evan estaba cansado y subió
a acostarse.
Ella hizo un movimiento de barrido con los brazos, que indicaba la sala de estar
limpia.
─Ya sabes cómo es, exageró totalmente las tareas domésticas ─sonrió─. Le
preguntó a mi madre y a mí si podíamos venir a comer, ¡así que aquí estamos!
─Hola, chicos.
─Bueno, tenemos un montón de cosas que tienen buen sabor. Espero que
estén todos hambrientos.
─¿Les gustaría empezar con un poco de queso y pan? Creo que hay un poco de
fruta también... ─al igual que el flautista de Hamelín, los sacó de la habitación y los
llevó a la cocina.
Miranda los siguió por último y Helena le dio un guiñó tranquilizador al pasar
junto a ella. La joven se relajó un poco y continuó. Helena se volvió hacia el ceño
fruncido de Elena.
─Bien.
Elena jugueteó con la bufanda de lana por un momento, echando una mirada
hacia la escalera.
Helena se sintió mal por Elena. Ella nunca había tenido una hermana, pero podía
imaginar que perder a una, sería un dolor inimaginable.
─Gracias.
Llamó a los niños para decirles adiós, ellos corrieron a besarla. Se fue,
prometiendo llamarlos al día siguiente.
En el momento en que el taxi los dejó en Canal Street 63 delante del nuevo y
extrañamente fuera de lugar, Holiday Inn 64, Matt estaba sudando, tenía la camisa a
medio camino fuera del pantalón y le ardía la cara. Por no mencionar el hecho de que se
había visto obligado a organizar ingeniosamente su chaqueta para ocultar lo que sólo
podría considerarse como una prueba positiva de que Matt Haight se sentía atraído
incluso por su propio sexo.
63
La Calle Canal o Canal Street es una calle en Nueva York que cruza el bajo Manhattan y Nueva Jersey (en el oeste)
hacia Brooklyn (en el este). N. de los CC.
64
Cadena de Hoteles con el mismo nombre. N. de los CC.
65
Revista de moda y salud masculina norteamericana, donde en sus portadas generalmente, por no decir siempre
tienen a los hombres más apuestos del momento. N. de los CC.
Entraron en el vestíbulo pequeño del primer piso que contenía grandes plantas,
un portero de aspecto aburrido, ascensor y escaleras mecánicas. El portero le dio a
James un gesto cortés, lanzando una mirada extraña en dirección a Matt. Oh sí. No
habían escondido lo que estaba pasando aquí.
Tomaron la escalera mecánica, que terminaba en otro lobby, este era mucho
más grande. El tema asiático se visualizó en el hotel como estilo típico, las plantas
exóticas en unos tiestos gigantes con un delicado diseño floral pintado, una alfombra
oriental, todo era dorado y rojo. La mujer de mediana edad, detrás del mostrador casi
no levantó la vista cuando se dirigían a la pequeña entrada, que reflejaban los
ascensores.
Matt fue sólo a abrir la boca para decir algo, cualquier cosa, lo más probable es
que dijera «tal vez esto fue un error» pero antes de que cualquier sonido pudiera salir,
la lengua de James estaba entrando en su boca y mente con un solo propósito.
Colocó sus brazos alrededor del cuello de James, con una mano tirando de la
parte más estrecha –si eso fuera posible– y deslizando la otra por la espalda hasta que
fue a descansar en su cintura. James mantuvo el beso, pero se las arregló para
empujarlo hacia la puerta completamente abierta, cerrándola al mismo tiempo y
caminando hacia la habitación con Matt.
─Muy bien ─murmuró Matt, fue más un quejido que el lenguaje real. En diez
segundos estaba tan cerca de James que pensaba que compartirían sus ADN.
Con manos seguras, James tocaba la parte superior de los pantalones vaqueros
de Matt, dudando un momento.
─Ven aquí ─dijo de nuevo, con un poco más de fuerza. Los ojos de James se
achicaron, ojos de un azul cielo que brillaban, y Matt lo observaba a su vez fundido en
un solo segundo.
─¿Qué quieres?
Matt sonrió, una pequeña –y según le decían sus amantes anteriores– sexy
sonrisa. Sabía a que jugaba ahora.
Con un suave contoneo, Matt sólo tuvo que sonreír, preguntándose si James
practicaba ante el espejo unos pocos cientos de veces, James se acercó más, sin parar
hasta que el pecho desnudo rozó el brazo de Matt. Bingo.
Sus ojos cerrados, unas pulgadas, compartiendo el calor del momento. Cuando
James se inclinó para besarlo, Matt no lo dudó.
─Espera, espera.
─Desnúdate.
No había ningún argumento allí. Matt dio un paso atrás y se desnudó, con los
ojos bajos. Desnudo sonaba muy bien para la furiosa bestia hormonal creada por la
boca fina de James e incluso por el cuerpo más delgado. Sin embargo, un pequeño
rincón de su cerebro tenía un «casi cincuenta años y estaba desnudándose ante un muy
atractivo desconocido». Sintió un ataque de terror. Oh sí, Matt Haight había recorrido
un largo camino desde: «Hey bebé, yo te voy a enviar a la Luna, gimiendo mi nombre».
─Yo no me quejo.
─Buen tipo.
─Dios, sí.
En el momento que tomó dar los pocos pasos que los separaban, la lengua de
Matt estaba profundamente en la boca de James. El oleaje de lujuria y las hormonas
borraron todo de su mente, cada pensamiento, cada temor. Cada barrido de los labios
de James, cada movimiento de sus manos fuertes, confiadas con una ruda precisión
sobre su cuerpo que enviaba al cerebro de Matt sobre la marcha. Empujaron juntos,
moviéndose lentamente, en una constante rutina.
James no renunció a la boca de Matt, pero logró llevarlos a los dos a cama. No
era elegante, pero llegaron a donde querían estar. Por último. Él todavía sentía la
extraña sensación de que el hombre y ese cuerpo era de otra persona «no era Evan,
pero él no iba a pensar en eso» eso presionó íntimamente en contra de Matt en un
momento de quietud, pero fue eliminado rápidamente por una ondulación lenta de la
cadera de James contra la suya. Matt sintió que su cerebro llegaba al paraíso mientras
su cuerpo se encendía.
Perfecto.
Les tomó unos minutos... horas... una eternidad frotarse perezosamente uno
contra el otro, cada movimiento de caderas elevaba el momento. La anticipación. Sus
ojos se clavaron. Sintió quemarse, Matt consiguió mantener los ojos abiertos durante
alrededor de uno... dos... tres... empujes de la pelvis de James antes de sucumbir a la
necesidad de estrellarse en el techo de la habitación del hotel, de puro placer.
Sus ojos se abrieron a las palabras inesperadas y se reunió con James. Buscó
algo.... Buscó cómo James se sentía. Matt dio un traspié abrumado por su gesto
desinteresado. Frenéticamente su mente daba vueltas diciéndose que no era justo con
James, él no lo haría, pero espontáneamente, los pensamientos de que alguna vez
estuvo con Evan, se adentraron en su mente.
James asintió, gracias a Dios, sin tener que decir nada más. Le dio un tierno
beso, casto, en contra de la mandíbula de Matt y el simple acto hizo estremecer a Matt.
Moviéndose con cuidado, James se levantó, lo que le permitió a Matt a rodar sobre su
lado.
Sintió extraño el ser capaz de moverse con un objetivo común y sin palabras.
Esto hizo que el estómago de Matt se tranquilizara; movió sus ojos sobre la colcha
chillona donde ellos habían terminado, miró por encima del cuerpo hermoso de James y
finalmente a su cara. Y su sonrisa.
─Está bien.
─Lo sé.
Se deslizó hacia abajo, Matt puso sus brazos hacia fuera, atrayendo el cuerpo de
James más cerca. La parte inferior del cuerpo se pegó al de James más. No apartó sus
ojos, no había timidez alguna. Pasó su lengua por los labios, sintiendo el pequeño
temblor a través del cuerpo de James, «él debería estar observando», pensó Matt,
porque se sentía... caliente, acercó su boca hasta la punta del miembro de James, y esta
vez los escalofríos de James fueron acompañados por uno propio. «Dios. Tan bueno».
Después de dudar un momento, cerró los ojos, atrajo el cuerpo de James más
cerca, reanudando los suaves movimientos de su boca. Sintió el cuerpo de James
tensarse por lo que pasó, la mano libre hacia arriba y abajo sobre su miembro,
despacio, de forma suave hasta que sintió que se relajaba.
Una vez devuelto el ritmo, Matt dejó que sus pensamientos vagaran de regreso a
su apartamento, de vuelta a esa primera vez. Así con hambre, tan torpe... Matt gimió
con la parte posterior de la garganta, lo que desencadenó una reacción en cadena en
James. Él luchó débilmente por un momento, luego se movió rápidamente para
acostarse al lado de Matt, orientado en la dirección opuesta. Una visión de lujuria bajó
por el estómago de Matt entre estremecimientos.
Era más fácil fingir, pensó salvajemente, más fácil que pensar en Evan. Dios.
Entendió.
Cuando el resto de su mente volvió a funcionar, Matt tiró del brazo de James,
dejándose caer sobre su cadera.
─Ven aquí.
Matt se echó a reír. James se dio la vuelta y se dejó caer junto a él, sus hombros
en contacto, cada uno en silencio intentando recuperar el aliento y sumido en sus
propios pensamientos. El teléfono sonó con estridencia interrumpiendo su silenciosa
ensoñación. James se movió un poco, era obvio que no estaba esperando una llamada.
James asintió con la cabeza, obviamente, él era un policía que nunca había
estado fuera de servicio, algo que Matt comprendió y respetó. Se dio la vuelta y tomó el
receptor.
─¿Hola?
Matt se metió las manos detrás de la cabeza, mirando la cara de James que iba
de la preocupación a la felicidad pasando por el absoluto y puro dolor en
aproximadamente diez segundos. No hacía falta ser un mago para averiguar quién
estaba en el otro extremo de la línea.
─Hey, hombre. ─James finalmente dijo─. ¿Todo bien? ¿El lugar sigue en pie?
Hubo un largo silencio por parte de James. Matt podía oír la charla a través de la
línea. James todavía no había levantado la vista hacia Matt cuando otra vez escabulló su
mirada directamente hacia el suelo.
James asintió con la cabeza, pero la mirada que le dio a Matt no era tan
convincente. Después de un segundo, Matt puso su cabeza en el regazo de James. Eso
le dio una leve sonrisa.
Con la mano libre, James le acarició el hombro a Matt. Y eso pareció calmarle,
así que Matt se mantuvo quieto.
─Pues oye, yo sé que no tengo más el escudo de detective pero voy a seguir
adelante y puedes mandarme a la mierda.
James le dirigió una dura mirada, pero no duró mucho. Él se echó a reír,
sacudiendo la cabeza.
─Tú... tú me recuerdas...
James se dejó caer junto a él, rodando a su lado para hacer frente a Matt.
─Idiota.
─Uh, todavía no me eché para atrás. Tomé mi dosis de Geritol 66 esta mañana y
recuerdo que te hice una pregunta.
─Vale, vale. Era mi compañero de cuarto. Vine a Nueva York para evitar sus
preparativos de boda. Ahora me llamó para decirme que están preparando un ritual
prenupcial, algo sin sentido, en el desván la noche que yo vuelva. Quería asegurarse de
que estaría de vuelta a tiempo ─cansado, James se frotó los ojos con el dorso de las
manos─. Así que ahora puedo llegar a volar casi cinco mil kilómetros a casa para hacer
una fiesta y prefiero cortarme el brazo antes que asistir.
66
Geritol es actualmente un nombre de marca para varios complejos vitamínicos con hierro o multiminerales, productos
tanto en forma líquida y tabletas, que contienen 9.5 a 18 mg de hierro por dosis diaria. N. de los TT.
─No me digas.
─Pero vas a volver ─dijo sonriendo─. Y sin decir una palabra de cómo te
sientes.
─Sí.
─Sí.
Capítulo 14
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D
esde lo más profundo bajo el refugio de un sueño inquieto, Evan
empezó a surgir de su inconsciencia, oía voces hablando al mismo
tiempo, los chicos estaban de vuelta, y se mezclaban con algunos
adultos, con el rugido sordo que acompañaba siempre a sus hijos
durante las horas de vigilia. Helena, sin duda, todavía estaba aquí. Olía a algo delicioso,
lo que significa que su compañera había invitado a alguien que sabía cocinar. Por un
momento, Evan se acurrucó debajo de la colcha pesada y disfrutó del momento.
Familia, amigos, un momento de humor poco frecuente, la anticipación de sentarse con
toda la gente que amaba, disfrutando de una buena comida.
Desde...
Estaba solo.
Los niños y su trabajo era lo único que le quedaba. Por mucho que sus niños
alimentaran su alma y le dieran una razón para levantarse por la mañana, él sabía que
no era suficiente. A veces no era fácil ignorar el vacío, y al hombre que necesitaba más
que a su vida. El hombre que necesitaba consuelo, el compañerismo. Pasión. Amor. Las
imágenes pasaron por su mente. Cada una como si fuera una película personal de Matt
y su tiempo juntos. No importa lo que hizo, no importa qué pensamientos se conjuró
para luchar contra él, Evan no podía desterrar de su mente a Matt.
Su cuerpo quemaba.
Apretó las manos sobre la colcha, tratando de sofocar los sentimientos de lujuria
que rezumaban por sus venas. Había sido largo tiempo, muy largo, demasiado el que le
había dado a su pene. Desde que había aliviado su excitación con la mano y en su mente
una fantasía, en vez de querer mandar todo a la mierda, pero él no quería ser un mártir
y aferrarse al dolor. Esta vez su control era tán fino que lo podía traspasar con la mano.
Con los ojos bien cerrados, él metió una mano bajo las sábanas, tratando de
incrementar el roce con cada suave movimiento. Muy pronto su mano rozó contra el
bulto entre las piernas. Evan dejó escapar su aliento que había estado conteniendo
durante mucho tiempo; pequeñas luces parpadeaban detrás de sus ojos. Antes de que
pudiera cambiar de opinión, apretó su miembro y se arqueó... en la cama.
Mordiéndose el labio inferior para ocultar el sonido y luchar con el hambre que
estaba por escapar de su garganta, apretó sus dedos lentamente, dejando que las
oleadas de placer inundaran su piel. Era fácil mantener su mano en movimiento una vez
que comenzó, una vez que se dio permiso para sentir por una vez.
La fantasía era siempre la misma, no, no era una fantasía. Era un minuto de
recuerdos, un minuto de cada caricia, de cada beso, de cada empuje... de sus caderas
rozándose con las de Matt. Torpe la primera noche en el apartamento de Matt, cuando
sintió que iba a volar al margen de la pura alegría de ser tocado y celebrar cada beso en
el sofá, los miembros frotándose... luego la ducha.
Su mano se movió más rápido, apretando; las piernas abiertas y algo cayó en su
columna, crujió con calor ardiente. Él podía oír a Matt jadeando «Fóllame» y ahora la
mano se movía a un ritmo doloroso, y luego se estremeció con perfecta agonía,
estremeciéndose por las réplicas, despacio, viniendo poco a poco a descansar sobre la
cama.
Su mano estaba mojada por el semen, y su rostro húmedo por las lágrimas.
Siempre era así, un destello de liberación y entonces el peso de su culpa presionaba
hacia el pecho de Evan, hasta hacerlo jadear en voz alta. La culpa no era de la liberación,
era de tener que darse placer pensando en Matt...
Su lista de víctimas, una lista que incluía su propio nombre también, parecía
demasiado lejana.
Lo primero que vio fue a Miranda que dejó escapar un fuerte, pero vigilado:
─Evan.
─Oye ─le gruñó, maldiciendo su voz débil─. Algo huele muy bien.
Algunos de los presentes asintieron con la cabeza, y el resto tenían las caras
blancas. ¿Jesús, en realidad él había parecido tan frágil en estos días? Incluso sus
pequeños lo observaban como si su cordura estuviera a punto de desmoronarse y caer
al suelo.
Tragando su amargura, Evan siguió sonriendo del modo más tranquilizador que
pudo, se movió para estar de pie cerca de Vic, que tenía una mirada en sus ojos, a
medias de reproche, a medias de desconfianza. No se molestó en encontrar la mirada
fija de Helena porque ella ya lo había visto derrumbarse y no creería ninguna gilipollez
que él contara.
Serena le dedicó una mirada muy similar a la de Vic. Hacían una pareja muy
amable.
Silencio incómodo.
Por último, Helena pareció apiadarse de él, porque dio una palmada y dijo:
Serena rodó sus ojos, lo que hizo que los niños pequeños riesen mientras se
movían hacia a la cocina. Helena capturó la mirada de Evan y le sonrió suavemente,
parecía entender que necesitaba que le facilitaran la noche.
Vic suspiró.
─Evan, me doy cuenta de lo duro que las cosas han sido para ti. Y eso no es
mentira, ya lo sabes ─dijo en voz baja, con atención─. Se necesita ayuda. Y la
necesitas ahora. No te evadirás más de la gente a tu alrededor.
Cuando alcanzó para agarrar su cartera, Vic dio una mirada muy severa a Evan.
─Sí, Vic... Gracias ─dijo Evan en voz baja. Tomó la tarjeta y lo miró.
─¿Qué?
─Eres un policía brillante. Uno de los mejores con el que he trabajado, pero
estás deprimido, letárgico, distraído y en duelo en tantos niveles que no puedo confiar
que tus instintos estén al cien por ciento.
La voz de Vic se elevó un poco, y Evan oía la emoción detrás de sus palabras.
─Eres un hombre afortunado, Evan. Tienes cuatro hermosos hijos que te aman
desesperadamente. Tienes amigos que desean que te cures. Y tienes la posibilidad para
amar a alguien… bastante malditamente fabuloso.
─Sé que algo salió mal, pero tengo que decirte, Evan, espero que sea algo que
se pueda solucinar. He conocido a Matt por un largo tiempo y... es una persona
especial. Él no se enamora muy fácilmente, Evan.
Trató de mover su boca, intentó decir algo, pero su garganta estaba cerrada. Lo
único que pudo hacer fue asentir y bajar los ojos a la alfombra.
─Tú me dirás.
─Está bien.
─Hey, muchachos, ¿ya han acabado ahí dentro? Tenemos la comida en la mesa.
─Serena llegó a la entrada de la habitación, un poco preocupada.
─Mañana comienzas con tú cita. Esta noche, consigue recordar el por qué vale
la pena hacer el trabajo.
Vic se acercó y le dio a Evan un golpe en el brazo. Evan no pudo reprimir una
sonrisa.
Cuando Evan miró a su alrededor y vio las sonrisas, se dejó llenar por los
sonidos, los olores y el calor de estas personas, se dio cuenta de que alguien había
desaparecido.
De algún modo no había ninguna torpeza, considerando que ellos sólo se habían
conocido el uno al otro durante aproximadamente quince horas y ya ambos habían
compartido sus sentimientos más profundos. Y sexo 67. Hablaron de la policía, el béisbol,
el baloncesto, y el tráfico en Nueva York contra el tráfico en el estado de Washington.
Fue esclarecedor. Matt sólo sintió una pequeña punzada.
«Me gustaría estar aquí con Evan y James, porque creo que ellos se llevarían
bien».
Y por supuesto, «me gustaría estar aquí con Evan y James», pero que sólo
hubiera tenido relaciones sexuales con Evan. Sin embargo no dejaría que interfiera con
el buen momento que tuvo con James.
67
Queríamos hacer una aclaración en este punto. Sexo se le llama a cualquier cosa que pueda estar relacionada entre la
intimidad de dos personas, Sexo oral, vaginal, anal, incluso el telefónico podría contar XD, pero hasta donde se
entiende… Matt sólo ha tenido sexo oral con el personaje, James. No obstante, no deja de ser sexo. :P N. de los CC.
─Llama a Evan ─dijo James de repente, sin venir a cuento –¿no estaban
discutiendo la mejor ruta hacia Queens?– Matt comenzó a replicar un poco─. Lo digo
en serio ─dijo, un poco más apasionadamente─. No dejes pasar demasiado tiempo,
¿de acuerdo? No hagas que lo que sientes se marchite.
Matt no sabía exactamente qué decir, por lo que él se limitó a asentir con la
cabeza, sintiendo una punzada extraña en la garganta.
─Bien.
─Idiota.
─Cuídate mucho.
─Tú también.
Y luego, con un fuerte apretón de manos y una preciosa sonrisa, James se había
ido, trasladado lejos en un taxi a toda prisa hacia el aclamado aeropuerto de La Guardia.
Simplemente, fue la noche más extraña que Matt había tenido nunca, aparte del hecho
de que James fuera un hombre.
Parpadeó con sorpresa, Matt luchó por encontrar su voz. No tenía ni idea de
cómo Evan había explicado su abrupta salida de sus vidas.
─Hola, Miranda ─dijo, con cariño sincero como su apuesta más segura─.
¿Cómo estás?
─Um... bien ─los ojos de la jovencita parecieron parpadear a todas partes, por
el rostro de Matt. Trató de no darse cuenta de hasta qué punto su peculiaridad nerviosa
le recordaba a Evan.
─Estamos fuera, hay conferencias con los maestros. He quedado con unos
amigos para el almuerzo. Entonces vamos a echar un vistazo a La Universidad de Nueva
York.
─Ajá. Totalmente impresionante y tiene todo lo que quiero. Porque voy a hacer
comunicaciones, ya sabes. Para trabajar en televisión. Espero entrar.
─Gracias.
Mierda.
También se dio cuenta, muy pronto y muy dolorosamente, que estaba viendo a
la hija de su ex-amante y que ella sólo lo estaba viendo como a un amigo de su padre.
Se mordió la lengua con saña.
─Uh, seguro.
«Lo siento, Miranda, no sé. Nos detuvimos de ser amigos hace unos meses
cuando empezamos a ser amantes».
─Ay, cariño, por favor no llores. Lo siento mucho, yo realmente lo siento. Pero
tu padre sabe lo que está haciendo. Debió haber tenido sus razones. Y quiero que sepas,
que yo estoy aquí para ustedes. Para ti, tus hermanas, tu hermano y su papá. Sólo
tienen que llamarme.
─Está bien. ─Matt buscó su cartera y tomó una tarjeta de visita –en un solo
segundo de la mañana, las circunstancias lo colapsaron por un momento– y luego tomo
una pluma, escribiendo todos los números posibles que se le ocurrió para que le
pudiera encontrar Miranda. Lo empujó hacia ella.
─Gracias.
─Yo... gracias, Matt. Yo también lo siento. Espero que mi padre quiera ser tu
amigo de nuevo, algún día. Creo que lo necesita... Creo que tiene que ser amigo tuyo.
Estaba en su cara, aún podía leerlo, una mezcla de inocencia y de niña «que
había visto demasiado», con mucha sabiduría. Una voz interior le dijo que esto era más
que amistad pero ella no parecía lo bastante mundana para unir todos los pedazos
juntos. Por esto, Matt estaba agradecido. Considerando la reacción de Evan durante su
última pelea… la niña no sabía acerca de su relación y sobre todo no era algo que
pudiera revelar en una esquina del barrio chino.
─Sí. Adiós.
Matt comprobó el mapa en sus manos, tratando de hacer ¿cara o cruz? de cuál
de las cajitas se convertía en el edificio de admisiones para la Universidad de Nueva
York. En un valiente momento, no inducido por el alcohol, Matt Haight había decidido
regresar a la escuela.
Increíble. No hay nada como darse una segunda oportunidad –¿o era esta la
tercera?– para comenzar en la vida.
68
La Magic 8-Ball (en español Bola 8 Mágica) es un juguete usado para echar la fortuna o buscar consejo diseñado por
Mattel. N. de los CC.
Ninguna presión.
El catálogo de la NYU 69, asentado allí con toda inocencia, fue como un rayo. ¿La
conversación con Miranda? ¿El catálogo asentado allí? ¿El catálogo que él no había
ordenado? Matt no creía en muchas cosas, pero sí reconoció que el destino le estaba
abofeteando como una perra mandándole un mensaje.
Matt tenía un millón de cosas que ocupaban su mente durante el viaje a casa en
el ferry. Tenía que conseguir un nuevo número de teléfono, con una línea adicional para
el ordenador. Tenía que comprar un ordenador. Y algo dónde ponerlo… seguía y seguía.
El embalaje estaba casi hecho, ya no había mucho fuera de la ropa y los muebles en el
apartamento. Y el sofá y la silla no serían un problema, ya que los repartidores no
habían...
Ouch.
Mierda.
69
NYU: Universidad de Nueva York, por si alguien se despista. ;) N. de los CC.
Ella asintió con la cabeza, parpadeó y cerró la puerta sin decir palabra. Caramba,
pensó Matt, ella realmente iba a echarlo de menos, ¿verdad?
Arriba, dejó caer la caja sobre el mostrador y echó su chaqueta allí también. No
había mensajes en el contestador, coincidiendo con el correo aburrido en su buzón. Oh,
sí, el Señor Emoción. Por lo menos había conseguido un paquete. No recordaba haber
pedido nada. Un vistazo a la etiqueta de envío y de retorno del remitente y rompió en
una sonrisa.
Washington.
No tenía idea de lo que James podía haberle enviado, pero el recuerdo mismo de
su amigo –¿amante? no, estaba muy seguro del adjetivo– iluminó su estado de ánimo
cuando arrancó el papel.
Dentro, Matt encontró una caja sellada con pulcritud. Unos rápidos golpes con
sus tijeras y estaba abierta. Un pequeño cuadrado de papel puesto en la parte superior.
Matt:
He aquí un material de investigación. ¿Has llamado ya?
No seas idiota.
J.
Matt rió entre dientes. Se imaginó el pomposo «tono» de la voz de James
cuando escribió las palabras. Cavando, Matt sacó tres libros de tapa dura y se echó a
reír. «Material de investigación» de hecho: ¿El Kamasutra Gay?
Llámalo.
La subrayó varias veces, y debajo, en letras más pequeñas, estaba escrito:
Llama a Evan.
Llámale.
Idiota.
Matt suspiró. Sí, quería llamar a Evan. Realmente lo haría. Pero no ahora. En este
momento, iba a llamar a James y acabar con sus envíos de pornografía por medio de
USPS 70.
70
[USPS] The United States Postal Service, Servicio Postal de los Estados Unidos. N. de los CC.
─¿Hola?
─¿Está en casa?
─Biiien.
─Gracias.
─No hay problema ─con eso, Matt colgó el teléfono. Quería que el compañero
de habitación de James se desbordara con preguntas, y tal vez un poco de celos, cuando
James llegara a casa de su diligencia.
Matt tomó una ducha relajante después de su ajetreado día, tenía que embalar
un poco más antes del fin de semana. Acababa de terminar de cambiar algunas cosas
cuando sonó el teléfono. Sonriendo, cogió el receptor, esperando oír la voz risueña de
James en el otro extremo.
─¿Hola? ─preguntó Matt, esta vez más tranquilo. Podía oír la respiración.
Algo.
Fingiendo calma, Matt se dirigió al recinto, esquivando a todos los chicos de azul
y sus sospechosos o víctimas/testigos para encontrar al sargento de guardia. Él no lo
reconoció, pero el tipo era claramente un veterano con líneas de preocupación lo
suficientemente profundas bajo sus ojos para que Matt creyera que había un lío de
niños en algún lugar sobre el puente Queensboro 71.
─¿Nombre?
─Miranda Cerelli ─dijo Matt, metiéndose las manos en los bolsillos─. Tomada
con algunos compañeros, vandalismo o algo así ─trató de hablar en forma casual─. Su
padre está en un caso en este momento por lo que ella me llamó.
Asintiendo nuevamente con la cabeza, el sargento Pollock dio a Matt una mirada
larga y dura, luciendo como un policía con súper poderes de detector de mentiras, con
rayos láser que procedían directamente de sus ojos.
Hubo una larga pausa, prolongada hasta que un hilo de sudor corría entre los
omóplatos de Matt.
71
El puente Queensboro, también conocido como el puente de 59th Street, es un puente voladizo sobre el East River en
Nueva York que se completó en 1909. Conecta el barrio de Long Island City en el condado de Queens con Manhattan,
pasando sobre la isla de Roosevelt. Lleva Estado de Nueva York Ruta 25 y llevó una vez NY 24 y 25A NY también. N. de
los TT.
Matt dijo unas cuantas oraciones de gratitud en el camino a la sala donde habían
llevado a Miranda. Tropezó con un detective fuera en la puerta, Joe Banyon, a quien
conoció en un tiempo muy lejano, de forma muy ocasional. Un estremecimiento de
pánico, pero el detective Banyon claramente no recordaba las viejas glorias como Matt
Haight y comprobó la línea de mierda con un gesto cansado.
─Ella estaba con algunos chicos. Los muchachos se pelearon con el propietario
de una tienda, gritaron y lanzaron un bote de basura por la ventana delantera de la
tienda. Detuvimos a las muchachas mientras ellos se escapaban ─el hombre se encogió
e indicó el espacio con una inclinación de su cabeza─. Ella está totalmente limpia.
¿Conoce a la familia?
─Su madre murió el año pasado ─dijo Matt en voz baja, inclinándose hacia
adelante un poco─. Es una gran chica, sin problemas. Su papá es detective de
Antivicios, todo es sólo por la presión, estoy seguro.
─Sí, esa era mi impresión. Las chicas parecían más asustadas que otra cosa. ¿Va
a llevarla a su casa? El tipo no va a presentar cargos contra ella o la otra. Podrían tener
que testificar sin embargo.
Matt hizo una pausa, luego metió la mano en el bolsillo para las llaves.
Con un débil rodillazo en el nivel de mierda que estaba abonado a este lugar,
Matt se metió en la habitación.
ahí abajo en esa habitación. No había visto a sus amigos desde que la metieron en el
coche patrulla, y Dios, su padre la iba a matar. ¿Y si él no la dejaba ir a la universidad
ahora?
Y luego corrió hacia él y gritó todo al mismo tiempo, echándole los brazos
alrededor de su cintura, porque era un adulto que haría mejor las cosas y no era su
padre.
─Oye, está bien ─dijo Matt, tragando en torno al nudo en la garganta mientras
le frotaba la espalda─. Te voy a soltar ahora, ¿de acuerdo? Vamos a llevarte a casa.
─No, no, ¿puedo ir a tu casa por favor? ¡Mi p-padre me va a matar! ─ella lloró,
lo miraba implorante.
─Te juro, yo no hice nada. ¡Estábamos allí de pie! ¡Le dije al policía que…!
─Y es por eso que te creen, por lo que tú estás saliendo de aquí ahora, conmigo
─miró a su alrededor y vio una pequeña caja de pañuelos en la esquina─. Aquí,
límpiate los ojos, ¿de acuerdo? Nos detendremos en alguna parte para que puedas
lavarte la cara y... ¿necesitas algo de beber? ─Matt se desenredó de las manos de
Miranda y agarró con fuerza la caja─. Sólo tengo que firmar unos papeles y entonces
voy a llevarte en coche a casa ─a casa, donde tendría que explicar a Evan por qué trajo
a su hija a casa desde la cárcel...
El paseo hasta Queens fue tranquilo, marcado por unos cuantos sorbos de
mocos y ruidos de hipos de Miranda en el asiento del pasajero. Tomó su mochila, se
lavó la cara, y se peinó, y la cafeína pareció calmarla un poco. Matt tamborileaba con los
dedos en el volante mientras practicaba lo que iba a decirle a Evan, ¿cómo iba a mirar a
Evan?, y si todo esto podía hacerse desde las escaleras, ya que entrar y caminar por esa
casa se iba a hacer insoportable de sobrellevar.
De repente, el tráfico era más una pesadilla que un respiro y Matt se volvió a
mirar por el parabrisas de nuevo.
Miranda resopló y se volvió para mirar hacia atrás por la ventanilla. El tráfico se
movió por delante y Matt siguió, todo lo positivo y el pensamiento racional que había
tenido acerca de lo sucedido, se redujo a la confusa ira igual que el día que Evan decidió
de repente que todo había terminado.
seguía. Y cuando el psiquiatra le preguntó por qué creía que todo era culpa suya, le dijo
que no tenía una respuesta, ni siquiera una frívola.
─Los niños están con la niñera ─murmuró Miranda, su mano se apoderó del
resto de la puerta─. ¿Quieres... debemos entrar y esperar?
No.
Miranda siguió, arrastrando los pies mientras sacaba la llave de su bolso. La puso
en la cerradura, el chasquido del cerrojo abriéndose, cuando el sonido de un coche que
se acercaba les hizo a los dos dar la vuelta.
Evan pisó los frenos. Luego estacionó en la calzada, detrás del coche de Matt, su
cerebro volando en todas las direcciones posibles y sin saber nada.
─Está bien, Miranda. Sólo tienes que ir y hablar con tu padre ─murmuró,
llevándose la mano sobre la suya y abriendo la puerta.
Ella sólo logró un movimiento de cabeza, caminando hacia él con una lentitud
agonizante.
Evan la encontró a mitad de camino, su leve susto por Matt fue reemplazado por
el miedo en la mirada en la cara de su hija.
─¿Qué? ─dijo, corriendo el resto del camino y poniendo las manos en sus
brazos─. ¿Qué pasó? ¿Uno de los otros niños...?
Evan levantó la vista, con los ojos muy abiertos y confundidos, pero al ver la
expresión tranquila de Matt comenzó a pensar, «si él no estaba volviéndose loco, a lo
mejor no es tan malo».
─Ella, uh, se metió en algunos problemas. La recogí y la traje a casa, está bien,
simplemente se asustó ─divagaba Matt, señalando hacia la casa─. Tú quieres…
Una vez allí, los recuerdos empezaron a aparecer como objetivos en un campo
de tiro. Aquí están, besos. ¡Bang! Aquí están, peleando. ¡Bang! Aquí están las tripas de
Matt salpicadas por todo el piso de Evan. ¡Bang, Bang, Bang! Abrió la nevera y se quedó
mirando hasta que, ¡Bang! El frío lo impulsó a moverse. Matt agarró una jarra de té
helado, sirviéndose a sí mismo como en su casa, ¡Ja!, sirvió tres vasos y los colocó en el
mostrador. Y esperando otro zapato para caerse.
¡Bang!
La historia salió poco a poco literal y en pequeños toques; Evan agotó toda la
caja de pañuelos cuando Miranda entró en una histeria leve. Logró un poco de
severidad y decepción, pero sobre todo le daba miedo sólo ver la forma en que estaba.
Al igual que ella pensó que iba a montar en cólera en lugar de sólo apretarla y
diciéndole que todo el mundo cometía errores.
Sí.
Matt bebió su té helado. Luego bebió el de Miranda. Luego tuvo que echar una
meada y mierda, si iba arriba a ese cuarto de baño. Sótano, pensó y luego mierda, dijo
en voz alta y bajó las escalera al pequeño baño central, gruñendo todo el camino.
─Tuve que echar una meada ─respondió Matt, separándose de la luz, su voz
sonó un poco dura. Miró a su alrededor y no vio Miranda.
─La mandé subir a lavarse la cara y a acostarse. Escucha... gracias. Me dijo que
te dirigiste directamente hasta llegar a ella y te lo agradezco ─murmuró Evan, apoyado
en el fregadero y mirando el hombro de Matt.
─No importa lo que pasó entre nosotros, no tengo ninguna mala voluntad hacia
tus hijos.
─Sí... bueno, gracias. Voy a llevarle esto a ella, si no puedo lograr que se tome
una siesta ─pasó junto a Matt, los dedos le comenzaron a arder por querer tocarlo.
─Lo haré. ─Evan estaba en las escaleras, le impactó una ola de recuerdos
nostálgicos tan aguda que casi dejó caer el vaso. Empezó a decir gracias de nuevo, pero
como Matt ya estaba en la puerta, con la mano en el pomo, lo que le salió fue:
Matt se volvió para decir algo agudo y del tipo «apúrate de una puta vez», pero
Evan se había ido y no pudo.
Pateó la puerta y luego fue a sentarse en el sofá. Acababa de decidir que era
una mala idea cuando se abrió la puerta y una manada de Cerellis entraron.
─¡Matt!
Los tres más jóvenes Cerellis no habían tenido un día de mierda, completando
con ser arrestado, y no estaban reviviendo los recuerdos de lo que había sucedido en
esta casa, lo bueno y lo malo, sólo estaban más que felices de ver a un viejo amigo.
─¿Qué diablos están comiendo los tres? ¡Son como la hierba! ─se las arregló
para sonar áspero y no emocional, pero era evidente que con sus ojos les dijo lo
contrario porque Kathleen sonrió abiertamente sobre las cabezas de sus hermanos más
jóvenes.
Matt estaba perdido. Totalmente perdido, porque cualquier cosa era sólo una
puñalada en la oscuridad.
─Tengo que mover mi coche ─en realidad no era una oferta de «te
extrañamos, quédate a cenar».
─Tal vez fue abducido por extraterrestres ─esa fue Kathleen otra vez,
desapareciendo en la cocina con su hermano sobre sus talones.
Elizabeth se echó a reír y Matt tomó su decisión en ese mismo momento; pensó
que Evan sólo podía echar su culo fuera si él no quería que estuviera aquí. Se quedaba a
cenar.
Evan se tomó su dulce tiempo bajando a la planta baja. Se sentó con Miranda
hasta que ella se durmió, y luego la observó mientras dormía. No había manera de que
hubiera podido omitir la estampida del resto de los niños y sus voces mezcladas con las
de Matt.
Durante todo este tiempo solo, todas las excusas, y ahora Matt estaba allí,
cayendo como antes en este lugar. Llenando un espacio en su vida, toda su vida. Y
Jesús, que difícil había sido omitir que con Matt no buscaba nada como lo de Sherri…
Nunca se le ocurrió que un hombre podría encajar en ese papel para él.
Miranda se agitó en su sueño. El hecho de que ella había llamado a Matt en vez
de a él… no podía dejar de pensar en eso. Le tenía miedo. Temía la reacción de Evan. La
primera persona en la que pensó después de ese miedo... Matt, incluso después de
todo este tiempo. Esto hizo volar su mente y tomó la decisión cuidadosamente.
─¡Matt ordenó pizza! ─susurró en voz alta, más emocionada de lo que la había
visto en mucho tiempo.
─Un minuto, cariño ─le susurró él. Ella corrió a la planta baja, el centro de toda
la actividad. Colocó la manta un poco más apretada alrededor de Miranda, respiró
hondo y se dirigió hacia la escalera.
─Tenemos la pizza, con carne y sin carne, patatas, una ensalada sin aceitunas,
que hay... ¿Qué otra cosa tenemos? ─Matt preguntó, mirando a los rostros
hambrientos agrupados en la mesa donde estaban los alimentos.
─Sí, buena idea ─fanfarrón, Matt agachó la cabeza y empezó a abrir todo,
Kathleen pasando platos de papel y Danny estuvo a cargo de los cubiertos de plástico.
─Mucho mejor ─y Matt no pudo evitarlo, miró hacia arriba y cogió a Evan
mirando, esperando. Desafiante. Esto sería mucho más fácil si el pecho no le estuviera
doliendo tanto.
Evan entregó la cerveza a Matt y al igual que en las películas, sus dedos se
tocaron, y al igual que en las películas, Evan tenía una burbuja de pensamientos por
encima de su cabeza llena de pesar y necesidad.
─Es la única razón que se les ocurrió por la que yo no estaría aquí.
El guante fue arrojado; Matt dio la vuelta primero, se abrió su cerveza y tomó un
trago.
La cena fue un éxito, y luego, nadie le dio a Matt una oportunidad de decir
buenas noches. Danny ponía ya King Kong en el reproductor de DVD. Evan se quedó en
la cocina para siempre; él juntó un plato para Miranda, apartó las sobras. Limpió el
mostrador. Puso a funcionar el lavaplatos. Y entonces, finalmente, apagó la luz.
King Kong, posiblemente, podría haber sido la más larga película de la historia o
tal vez le pareció así porque Matt sólo quería que la maldita cosa se acabara. Así podría
hablar o pelear o algo así. Todo lo que no fuera estar aquí sentado en el confort
doméstico con una sala llena de niños tirados y un sofá que de pronto parecía
demasiado pequeño.
─Hasta pronto ─no era una pregunta y el aire se hizo repentinamente muy
pesado.
Matt asió el control y apagó el DVD cuando Evan se levantó del sofá con un
estiramiento y un suspiro.
─¿Hay que subir las escaleras o algo? ─preguntó Matt, con voz tranquila ante
la ausencia de la familia.
Evan entró en la cocina y Matt pareció oír las palabras «necesito fuerza» en el
aire.
Con dos cervezas en la mano, Evan volvió a la sala lentamente. Tenía tantas
cosas en su cabeza, demasiadas para decir en un momento. Y no había forma de ocultar
la tensión sexual o la pelea de los chicos en el piso de arriba. Jesús, tenía que hablar,
antes de que le diera urticaria.
─Gracias. ─Matt abrió la botella y bebió un trago─. ¿Te sientas o estás listo
para correr? ─dijo luego de tragar, arrojando a Evan una expresión que sólo podría
describir como un reto.
─Yo iba a dar el paso en realidad. ─Evan abrió la botella, y empezó a pasear un
poco al otro lado de la habitación y de espaldas─. Quería disculparme contigo.
Evan estaba bastante seguro de que había dado este discurso antes, y hacia su
interior, había en su cara un gesto de dolor muy grave de su parte.
─Haces que parezca tan atractivo ─se rió Matt, profundo y hueco.
─Lo fue.
─Sí, lo fue.
El silencio se tejía en el aire, marcado por cada golpe de puertas y los pies
pisando por encima de ellos. Evan tomó aire, teniendo un poco de consuelo en el
sonido.
─No te ofendas, pero estoy más que acostumbrado a eso... esto. ─Matt hizo
una ondulación que abarcaba la habitación. Arriba. A la vida de Evan.
─No juegues conmigo ─dijo Matt, por último, y el sonido de su voz hizo eco en
la cabeza de Evan. Si él no se sentía como un pedazo de culpable de mierda antes, la
mirada en los ojos de Matt se encargó de eso.
─Sí, sí lo hicieron. Y si alguna vez necesité una bendición mejor que... ─la voz
de Evan se apagó y se suavizó─. Tengo que hablar con ellos, tengo que contarles todo,
pero no le tengo más miedo a eso.
─¿Vas a decirle a los niños lo que ocurrió antes con nosotros? ─se las arregló
finalmente, limpiándose la frente con el dorso de la mano.
─Decirle a los chicos lo que podría estar sucediendo entre nosotros con el
tiempo ─ofreció Evan casualmente, sus increíbles ojos parpadearon sobre Matt─.
Quiero decir, si tú no estás convencido de que soy un puto caso de dolor de cabeza con
el equipaje suficiente para tomar un avión hacia otro lado.
─No sé.
─Te aman.
Si pensaba en ello más tarde, la mejor parte de todo esto era que Evan fue el
que se inclinó hacia él, agarrando su camisa para llevarlo más cerca y entonces,
entonces sus bocas se encontraron.
Los dejó en la escuela, tomó un café para Helena de camino al trabajo, y se sintió
extraordinariamente agradecido por el lento movimiento del tráfico en Manhattan.
Porque podía hundirse en sus pensamientos, la realidad de la noche anterior, la realidad
de su propia estupidez. La negación y el miedo nunca le iban a dejar encontrar la
felicidad, y no encontrar la felicidad sería todo lo contrario al conocimiento de todo lo
que había construido en su vida. Todo lo que él y Sherri le habían enseñado a sus hijos a
no hacer.
Lo cual por supuesto fue la primera cosa que Helena había notado mientras se
sentaba frente a él.
─¿Dónde diablos estás? ─preguntó, sorbiendo la mitad del café tibio que
había dejado en su portafolio.
Los ojos de Helena parpadeaban desde el archivo frente a él y echó una rápida
mirada de reojo para ver quién podría estar prestando atención y murmuró:
Helena sonrió.
Y se sumergió en su día.
─Vamos. He sido buena todo el día. Cuéntame antes de que empiece a adivinar.
─No, Matt Jones. El otro estaba eh... mirando ─él arrugó la servilleta y la lanzó
a la bolsa de papel.
72
Perros calientes, hot dogs. N. de los CC.
─Sí. Y fue allí a buscarla, y entonces... bueno, se quedó a cenar porque los niños
lo echaban de menos.
Helena dio otro mordisco a su perrito caliente, masticando y sonriendo con los
ojos muy abiertos.
─Evidentemente 73.
─Jodete, amigo. ¿Hay más? ¿Cualquier cosa para seguir la conversación? ─ella
incluso usó los dedos entrecomillando 74, dándose a entender y haciendo que Evan se
ruborizase.
─No ─mintió─. No estoy apresurando las cosas. Tengo que hablar con los
niños, tengo que resolver esto.
─Tienes que dejar de pensar tanto, maldita sea, sólo echar un polvo. ─Helena
lo estropeó dando un sorbo odioso a su lata de refresco─. Matt es un gran tipo, y una
segunda oportunidad con un gran tipo no sucede muy a menudo. Mírame a mí.
─No a intentar...
73
Originalmente “Duh”, que significa, “obvio”, “evidentemente”, “por supuesto”, es una palabra urbana o callejera,
también usada mucho por los niños, en relación al comentario posterior de Evan. N. de los CC.
74
Originalmente la frase cambia, pero la autora quiere decir que Helena hizo la señal de las comillas con los dedos para
que Evan supiera que se refería a algo más íntimo entre él y Matt. N. de los CC.
75
Por si alguien no sabe un carajo quién es Yoda, es un Jedi de la famosa serie de películas: LA GUERRA DE LAS
GALAXIAS. El pequeño tío de piel verde, ¿a que todos lo recordáis? Sobre todo por sus frases celebres. N. de los CC.
En lugar de a Yoda, Evan se fue a ver a Vic Wolkowski. Había un vago parecido
físico... pero no mencionó eso.
─Personal.
Las palabras fueron dichas con cierta tensión, pero cuando Evan lo dijo todo, un
poco de aire pareció deslizarse en partes de sus pulmones, que no se habían utilizado
en mucho tiempo.
Evan sonrió. La mitad de una sonrisa. Tal vez una peculiaridad de sus labios.
─Sí, lo sabes.
Ahora la fachada Vic se desfiguró un poco. Tal vez con una media sonrisa.
─Mientras que estés haciendo el mismo trabajo que has hecho hasta ahora, no
veo el porqué tus relaciones personales puedan entran en juego ─se encogió de
hombros, como si fuera todo casual, pero con una sonrisa burlona en sus ojos─.
Ciertamente podría animar la fiesta aunque...
─Sí, ese puente lo cruzaremos... más tarde. Tal vez. ─Evan negó con la cabeza.
No quería ver a Matt ahogarse como Moses en un cuenco de salsa.
─Estoy contento de oír que las cosas están yendo... de otra manera, Evan.
Quiero decir que...
─¿Como los niños? ─las cejas de Vic se elevaron y cayeron en una pequeña
danza.
─Sí, como los niños. Al igual que mis suegros ─el último de los cuales era
comparable a haber recibido un disparo en el pecho en este momento. Dio un respingo.
─No hay necesidad de volverse loco ─se secó las palmas húmedas en su
pantalón y miró su reloj─. Gracias, Vic. Tengo que llegar a casa, recoger a los niños.
Tenemos algunas conversaciones pendientes.
─Entendido y buena suerte. Pero sabes, no creo que vayas a necesitarla. Son
unos niños asombrosos los que tienes, lo entenderán.
Matt se sentó en la mesa de su cocina con la sección de deportes del Daily News
y un plato de lasaña. Y dos cervezas. Su rodilla se sacudía con los nervios que su rostro
plácido no reveló.
Volvió a leer un artículo de comercio cuatro veces antes de recordar que no era
un seguidor de los Islander y en realidad no le importaba.
Está bien, sabía que era su máxima fantasía. Eso no era ni siquiera vagamente la
realidad.
de, ya sabes, acostado y hacerse el muerto cuando la realidad, lo que le siguió fue
directo a su cabeza.
Matt apagó la luz y se dirigió hacia el cuarto de baño, pensó que podía
masturbarse en la ducha, y después ir a la cama, donde se quedaría mirando el techo
durante unas horas. Perfecto. Al menos eso era territorio conocido.
Una vez más, Matt estaba alrededor y fue más que una ventaja para ella.
Miranda fue otra historia, pero en realidad, Evan no estaba sorprendido por eso.
Empezó con cara de piedra y terminó con ganas de hablar con su padre «a solas», con
una mirada significativa a los otros niños.
Después de que se fueran, Miranda se lanzó al asalto. ¿Fue siempre gay? ¿Iba a
decírselo a la gente? ¿Podría perder su trabajo? ¿Realmente amó a su mamá o fue todo
un montón de basura?
La explicación no era fácil porque Miranda estaba demasiado nerviosa para oír.
Él intentó hablar de Sherri y terminó encima ahogándose, lo que no ayudó a su
explicación. Finalmente, rindiéndose, Miranda hizo un sonido de frustración y dijo:
─No quiero que vuelvas con Matt otra vez y que después lo tengas que dejar ir
para no verle más. Piensa en los niños, eso les hace daño.
«No nos des otra persona para amar si luego se va a ir». Era el mensaje alto y
claro.
Cuando Evan se hizo con su cerveza, dejó caer la botella en el reciclaje y pasó
unos minutos limpiando la cocina. Hizo almuerzos escolares y llenó el lavavajillas de
platos.
Era todo tan increíblemente normal después de lo que sólo podía ser definido
como algo anormal. Un buen recordatorio de que la vida no iba a terminar por cómo se
sentía.
Siete días y cada día era más duro; Evan llamó y dejó un mensaje, sólo para
hacerle saber a Matt que las cosas se estaban discutiendo y que estaban bien y llamaría
pronto.
Todavía no.
El mensaje de Evan ayudó y obstaculizó eso que hacía y donde fingía tener una
vida.
La siguiente reunión de Evan sería con su cuñada; Elena sugirió que tomaran un
café en su apartamento y estuvo de acuerdo, nervioso, tenso y lleno de esperanzas a la
vez. Si Elena estaba completamente de su lado…
76
HBO (acrónimo de Home Box Office), es uno de los canales de televisión por cable más populares de Estados Unidos.
N de los TT.
Elena salió de la cocina con dos tazas de café. Evan le dio las gracias, tomó la
taza y se sentó en el sofá de terciopelo verde y suave.
─Lo sé. Sé que la amabas. Pero hay que seguir adelante, Evan. Tú no quieres
terminar como yo.
Eso elevó sus cejas. Su… no sabía... ¿Elena había perdido a alguien? ¿Elena había
estado enamorada? Ella nunca había llevado a ninguna persona ni si quiera en las
reuniones familiares que siempre habían existido.
─Oh, ella no lo sabía. Fue mientras estaba en la universidad. Era muy serio,
pero... pero yo sabía que mis padres nunca lo aprobarían ─sus ojos se dejaron caer
hacia sus rodillas y Evan sintió una oleada de miedo/esperanza de que íntimamente
entendiera su problema─. Quiero decir, era... ─su voz se convirtió en un susurro─.
Negro. Ellos nunca... Yo no podía llevarlo a casa. Él se enfadó y terminamos.
─Gracias ─su voz era pequeña, con los ojos húmedos─. Él... él me llamó un
par de veces desde que se enteró de lo de Sherri.
─Devuélvele la llamada.
─Oh, Evan...
─N-no.
─En cierto modo, lo estamos. Estuve a punto de alejar a alguien de mi vida por
razones ridículas... quiero decir, es ridículo, porque el problema lo tienen otros, no es
mío... No es tuyo.
─Sí, y entonces, traer a un tipo a casa que es de una raza diferente a la tuya, lo
hace ver como algo insignificante, Elena. Te conseguí superar en lo de escoger a alguien
distinto y extravagante.
─Así que papá, ¿Cuándo viene Matt a casa? ─fueron las palabras de Kathleen
pero Evan tenía la clara impresión de que había habido una discusión previa a su
«inocente» pregunta.
─Él debería venir el viernes y quedarse para el fin de semana ─anunció Danny,
cuando Miranda le dio un codazo en la cabeza.
─Cállate, Danny.
─¡Creo que eso es una buena idea! ─dijo Elizabeth, dirigiéndose y corriendo
hacia el teléfono─. ¡Voy a llamarlo y se lo pediré!
Antes de que Evan pudiera poner los platos abajo, Elizabeth ya había empezado
a marcar.
─¡Hola, Matt! ─una dulce vocecita resonó en su oído y Matt estuvo a punto de
dejar caer el inalámbrico en la mitad de sus calcetines y ropa interior.
─¡Todo esta genial Oye, ¿puedes venir durante la noche del viernes y quedarte
a dormir? ¡Vamos a cenar, alquilar algunas películas y podemos ir al parque y esas
cosas!
─Sí, ¡espera! ¡Nos vemos el viernes! ─hubo una conversación apagada, algunas
disputas por el teléfono y luego, un divertido Evan con la voz sin aliento y avergonzado.
─Hola. Lo siento.
─No hay problema... sobre todo si la oferta era auténtica ─dijo Matt, tratando
de parecer casual y muy probablemente fallando, miserablemente.
─¿Cómo votaron?
Entonces la semana para Evan fue como esto, el trabajo, tomar el pelo a Helena,
trabajo, «miradas» de Vic Wolkowski, trabajo, «miradas» de Miranda, trabajo, Elizabeth
que preguntaba si todavía era el viernes, el trabajo. Dormir de manera irregular y riendo
de improviso. Llamó al consejero de Danny y a la escuela de Elizabeth para una cita; hizo
lo mismo en el instituto. Se dirigió a su terapeuta. Cruzó sus tes y punteó sus ies77.
Matt se presentó a las siete de la noche del viernes con helados, y regalos para
los niños y su bolsa de viaje. Esperó en el porche, respirando profundamente hasta que
encontró las suficientes pelotas para pulsar el timbre.
77
Vamos, que Evan estaba matando el tiempo mientras era viernes, haciendo las rayitas a la t y el puntico a la i. N. de
los CC.
─Estoy súper contenta de que estés aquí y... esas cosas ─ella se ruborizó un
poco y miró a sus hermanos desarmados─. Es sólo... bueno.
─Cállate, Kathleen.
─Dios, suficiente con los cállate, por favor ─dijo Evan, bajando las escaleras y
parecía bastante bueno como para comérselo –por lo menos es lo que pensó Matt.
─Papá, ¡Matt está aquí! ─Elizabeth anunció, zambulléndose en las bolsas con
chucherías.
─Hola. ─Matt levantó la bolsa de Ben & Jerry's 79─. Yo uh... esto debe ir a la
nevera.
78
Instrumento [arma] que causa electroshock, utilizado frecuentemente por la policía. N. de los CC.
─Te sigo.
─Sí, no. Sólo los voy a visitar en su hábitat natural. ─Matt podía sentir su cara
estirada con una sonrisa fuera de proporción.
Quería besar a Evan, y darle una cálida bienvenida, pero no quería inclinar la
balanza en algo extraño, algo que pusiera en peligro este nuevo comienzo.
─¡Matt!
79
Empresa europea que fabrica helados, yogur congelado, sorbetes y productos innovadores. ¡Yummy! ¿Se os antoja un
poco? N. de los CC.
80
Estos son rollitos de hojaldre rellenos de diferentes sabores: queso, pepperoni, pollo con parmesano, jamon y queso
entre otras. Mmmm esto ya parece una receta de cocina, =D. N. de los CC.
81
Ficha policial, para terminar la expresión. Vaya cosas tiene Matt XD. N. de los CC.
─Nada de susurros por ahí ─dijo Danny que no le gustaba ser dejado de lado.
Especialmente si podía afectar a la repartición de los aros de ajo.
Danny no consideró discutir esto, sino que por el contrario, alcanzo los aros de
ajo antes mencionados.
Había una conversación limitada, pues estaban comiendo. Matt preguntó por la
escuela y los deportes y cada uno contribuyó; sus ojos se desviaban por encima a la cara
de Evan ocasionalmente, ambos disfrutaban claramente de este momento familiar.
Antes había sido maravilloso, pero ¿ésto? ¿Sin una mentira? Era perfecto.
Los Transformens eran ruidosos y Matt disfrutó de la película, situado entre los
gemelos, que le habían llamado incluso antes de que la mesa fuera limpiada. Matt fingió
estar exasperado por cerca de doce segundos y eso era todo lo que se extendía su
capacidad para actuar.
Las once llegaron y fue cuando Danny y Elizabeth fueron enviados a la cama.
«Elizabeth declaró que mañana había pancakes hechos por Matt para el desayuno, y él
lo prometió», Kathleen la siguió unos minutos más tarde y Evan tuvo que recordarle que
«los mensajes de texto más allá de la medianoche estaban en contra de las normas».
─Sí, está bien. Te voy a dar veinte dólares para que subas ─dijo Matt y Evan
finalmente emitió un sonido conmocionado. Posiblemente agradecido, sobre todo
sorprendido.
─Treinta.
─Veinticinco.
─¡Miranda!
─Buenas noches ─con aire de suficiencia, voló hasta Matt con la mano
extendida.
─Sí, lo tendrás mañana después de que esté seguro de que no habrá más
interrupciones.
─Ahora ya sabes cómo me siento cuando tienes citas ─tiró Evan secamente y
ahora Miranda se quedo callada.
─Sí, subiré las escaleras y escribiré en mi diario acerca de cómo estoy llena de
cicatrices ─murmuró Miranda. Ella fue hacia arriba, lanzando unas miradas afectadas
sobre la barandilla antes de desaparecer.
─Sí, está bien. ─Evan se levantó del sillón y le dio otro vistazo al piso de
arriba─. No sé si ir… arriba… asegurarme de que…
─Sigue adelante. Adivino que estarás mucho más relajado una vez lo hagas.
─Sí, sí lo quiero.
Matt limpió la sala mientras Evan estaba arriba. Busco en su maleta, sacó un
chándal y una camiseta, se cambió en el baño de abajo. Estaba increíblemente Zen 82 o
en estado de shock, sin saber exactamente cual en ese momento. Sólo quería a Evan
encontrando a los niños en... cualquier estado en que necesitara encontrarlos... luego
bajara y vieran... vieran si eso aun seguía funcionando entre ellos.
Evan controló a los niños más pequeños; enderezó a Danny y lo cubrió, apagó la
lámpara de cabecera de Elizabeth. Recordado a Kathleen que al filo de la medianoche,
su teléfono se convertía en una calabaza. Estuvo a punto de entrar en la habitación de
Miranda, pero ella era la que más lo preocupaba entonces...
─Sí, entra, papá. Jesucristo ─dijo Miranda. Evan podía oír el rodar de los ojos
en su voz. Agachó la cabeza unos centímetros.
─Yo sólo quería... ─la voz de Evan salió torpemente cuando él se situó a
horcajadas ante la puerta.
─Está bien, papá, de verdad. Es raro, pero está bien ─cogió su colcha─. Me
gusta. Así que está bien si a ti también.
─¿Pero?
82
Un estado total de enfoque que incorpora una unión total de cuerpo y mente. Zen es una forma de ser. También un
estado de ánimo. Zen consiste en ser simple y ver las cosas sin la distorsión creada por los propios pensamientos. Ejem:
El sol está caliente y la hierba es verde. Benditas gracias al Diccionario Urbano. N de los CC.
─Muy bien. Así que cuando la gente empiece a decir y hablar de vosotros
mierda, cuando comiencen a molestar a Danny o Elizabeth, Kathleen, ¿y después?
─No es fácil. Créeme cuando te digo que no lo es. Pensé mucho en esto. Pero
entonces me pongo a pensar: ¿por qué tienen que ganar? ¿Por qué la gente hace lo que
no se debe por tener una voz en mi vida? Cuando me casé con tu madre dijeron que
éramos demasiado jóvenes. Ellos dijeron que estábamos locos por tener cuatro hijos.
No me puedo imaginar que dirán esas personas que me prive de esto...
─Muy bien. Um... Ahora baja las escaleras antes de que Matt reniegue de sus
veinticinco dólares.
─¿Estás bien?
─Creo que sí ─ella se animó, los ojos húmedos─. Otros veinticinco dólares
podría ayudar sin embargo.
─¿Qué tal si me aseguro de que los niños no os despiertan antes de las diez?
─Trato hecho.
Era un pervertido.
─¿Qué? ¿No hay velas? ─se rió nerviosamente cuando Matt se inclinó para
mirar sobre el sofá.
─Si pulsas Play en el equipo de música, lo que vas a escuchar es a Miley Cyrus 83.
─¿Hola marinero?
─Realmente no estoy para juegos de rol esta noche... ─Matt miró hacia arriba,
sonriendo y entornando los ojos, y Evan pensó que se podría haber perdido en esa
mirada por encima de todo.
─Ah, tomándolo suave, adivino. ─Evan tuvo las palabras y entonces Matt tenía
su mano en su brazo y él, de muy buen grado, se dejó caer en el canapé al lado de él. Y
encima.
83
A estas alturas de la vida –y el ocio– no necesitamos aclarar quién es Miley Cyrus, pero por si las dudas y notese que
Matt tampoco lo sabe ¿ehh? XD, es la actriz-cantante que interpreta a la famosa Hannah Montana, programa que
emiten en el Disney Channel. N. de los CC.
Ellos habían estado aquí unas cuantas veces, o al menos en un facsímil razonable
«de esto»; besos provisionales. Ellos habían ido más lejos y cada vez, Evan se había
estado conteniendo algo, por miedo, sentimientos de culpa. Ahora estaba tranquilo
porque los niños estaban arriba, pero apretándolo, estaba totalmente concentrado en
deslizar su lengua en la boca de Matt.
Matt pensó que estaba soñando pero la pierna no se movería si eso fuera un
sueño, y Evan no llevaría vaqueros... por lo que debía ser real, ambos doblaron sus
torsos y se besaron, y Evan era realmente quien lo besaba. Con lengua y todo. Y
entonces Evan se movió, se sentó a horcajadas sobre él y a Matt le gustó más la realidad
que el mejor de sus sueños.
Pasó las manos debajo de la camiseta de Evan, por encima de su pecho, las
cicatrices, en el corazón, alrededor y por la espalda, y en el hueco trasero de sus
vaqueros.
─No voy a durar mucho tiempo ─señaló con un gemido cuando tomaron aire,
y sus manos empujaron más profundamente en los pantalones de Evan y las manos de
éste, se acercaron para enredarse en el pelo de Matt, y claramente Evan no estaba
preocupado por la rapidez con que estaba sucediendo.
─Uh… okey. ─Matt exhaló áspero, dando un tirón a una mano de Evan, hacia su
culo para jalar de su camiseta hacia arriba─. Esto, esto es bueno.
O los lamentos.
Matt parpadeó hasta que Evan, que pareció satisfecho y contento como Matt no
lo había visto y sonrió.
─Bien, mis temores de que esto no iba a funcionar de la misma manera fueron
aliviados ─dijo Matt, sintiéndose relajado. O él acaba de sentir quizá el culo de Evan un
poco más…
Matt parpadeó.
─En un minuto ─debido a que Matt tenía que cuidar de algo primero. Él puso
su mano sobre el pecho de Evan, cicatrices, latidos del corazón, los músculos, lo empujó
hacia atrás lo suficiente como para llegar a la bragueta de sus pantalones vaqueros.
Mantuvo la mirada de Evan, le gustaba lo que veía; todavía con cierta timidez, todavía
con un poco de miedo, pero sobre todo, esta vez fue sobre todo la lujuria.
─Entonces no lo hagas…
Matt había agarrando con fuerza el miembro de Evan y luego la charla terminó.
Apagó las luces y se dirigió hacia las escaleras hasta el dormitorio. Matt ya había
subido.
Matt en su dormitorio.
Puso su mano sobre el pomo de la puerta, inhaló, y la abrió. Matt estaba de pie
al lado de la cama, desnudo y mirando un poco confundido.
─Sí, pensé que era el momento. ─Evan cerró la puerta, y echó la cerradura.
─Me gusta.
─Gracias. Las sábanas están limpias ─agregó, de forma útil y un poco estúpida
a la vez.
Un Adelanto A
Amor &
Lealtad
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J
im agarró el frío cobertor que tenía debajo mientras Griffin le quitaba la
ropa interior. La lanzó a través de la habitación, y Jim arqueó la espalda,
incapaz de pretender siquiera que esto, no era exactamente lo que quería.
La vergüenza le hizo girar la cabeza a un lado, para encontrar entre los
pliegues de la almohada, un espacio dónde esconderse.
─Oh no, nada de esconderse ─dijo Griffin, arrastrando las manos por el
interior de los muslos de Jim y separando sus rodillas de nuevo─. Vamos, simplemente
disfruta. Feliz cumpleaños y toda esa basura.
Dejaría que sucediese. Pasaría un buen momento. Dejaría que ese joven tan
agradable le diera lo que quería y no se sentiría culpable o extraño. Feliz maldito
cumpleaños para él.
Su cuerpo se relajó un poco, y Griffin se lo tomó como una señal para continuar;
se inclinó para depositar un beso húmedo en la parte baja de su abdomen.
Jim exhaló.
Los ojos de Jim descendieron, fijos en el rostro muy complacido de Griffin Drake,
quien se lo tragó hasta que sus ojos rodaron hacia atrás.
Frotó sus manos contra la parte de atrás de los muslos de Jim, su cabeza
meciéndose arriba y abajo mientras chupaba su miembro con un ritmo perezoso que,
no obstante, tenía a Jim mordiéndose el labio inferior.
Jim quería decirle que se apresurase, pero todo lo que pasó cuando abrió la boca
fue una serie de gemidos temblorosos mezclados con algunas sucias palabras.
Bajó la vista de nuevo, y Griffin se las arregló para sonreír con la boca llena de su
erección. Después de un segundo se apartó, con el sonido de “pop”, lo suficientemente
alto y obsceno como para hacer eco en todo el loft.
Griffin no soltó los muslos de Jim, y tampoco hizo desaparecer esa mirada
perversa.
─Uh ─gimió Jim; realmente, iba a protestar, porque eso era asqueroso y ellos
apenas se conocían el uno al otro y ¿qué demonios de eterno amante era él,
bromeando con esa línea de mierda bailando entre sus orejas?
Cristo, ¿recordaba la última vez que había dejado a alguien estar tan cerca? Hizo
la promesa de culpar al vino, a la cerveza y al día, cuando llegara la mañana.
Nota Final: El pequeño extracto de el segundo libro de la serie: FIDELIDAD, AMOR y DEVOCIÓN, Amor y
Lealtad, podría estar sugeto a pequeños cambios de corrección para su versión final, que difieran quizás un
poco de el que ha sido tomado para este pequeño entremés. Nos sentimos obligados a hacer la aclaración
aquí.
Acerca de
TERE
Michaels
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CREDITOS
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Supervisión de Proyecto:
Zicaruth
Traducción:
Gisel, Kanashi, Lorena, Marilú, Martín, Perversa, Vanss,
Yrathiel, Yushe y Zicaruth
Supervisión de Corrección:
Fati!Chan y Destroyer
Corrección:
Annie, Isolde y Lourdes