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Universidad de Concepción Sociología ambiental

Facultad de Ciencias Sociales Docente: Martin Sanzana


Departamento de Sociología 28/01/2021

Ensayo sociología ambiental


Camila Fuentes Baro

El estilo de vida y el caos en el cual estamos sumergidos y nos desenvolvemos en la


actualidad nos ha desenfocado de lo realmente importante para sobrevivir, el planeta. En
este ensayo abordaremos interrogantes tales como; ¿Estamos acaso en una realidad paralela
en la cual no asumimos responsabilidades? ¿Es acaso el individualismo capaz de desechar
cualquier sentimiento humanizante que nos haga preocuparnos más por la economía y
obviemos la naturaleza como punto focal de nuestra existencia?, acaso ¿Nos enfocamos en
buscar el origen al problema cuando nosotros mismo lo causamos y probablemente no
podamos repararlo? Estas y muchas más interrogantes surgen al analizar el texto del
filósofo y ambientalista Bruno Latour, ya que nos entrega una mirada al panorama actual,
del cual cuesta tener una claridad, ya que aborda la climatología, que enfrenta la dificultad
de aproximarse lo más posible a su realidad. Más aún si podemos cuestionar “la línea de
base para calcular la desviación respecto de la media…” (Latour, 2012, p.71), debido a que
es posible que “la raza humana borra sus acciones generando desviaciones tales que las
desviaciones posteriores ya no pueden rastrearse.”(Latour, 2012, p.71).

En esta línea podemos observar que en la sociedad actual se experimenta una evidente
crisis ecológica. Latour (2012) propone que la crisis ecológica es la total desconexión que
existe entre el rango, la naturaleza y la escala de los fenómenos y la batería de emociones,
hábitos del pensar y sentimientos que se necesitaría para tratar con esta crisis. La
desconexión que se menciona hace referencia por un lado a las acciones de ser humano, de
los seres humanas, donde existe una desconexión con la moral en el vínculo con la
naturaleza y la falta de comprensión de las consecuencias de la acción colectiva del
“hombre” sobre el planeta. Esta falta de entendimiento de cómo a través del tiempo hemos
adquirido la capacidad de moldear la Tierra es la fuente de la negación, idea cada vez más
proliferada, donde se niega la existencia del cambio climático, los negadores se aferran
mucho a la idea de cuestionar lo determinado por la climatología ya que “consideran que
ese conocimiento es demasiado indirecto, demasiado mediado, está demasiado alejado del
acceso inmediato.” (Latour, 2012, p.71)

La presencia de la posibilidad de negar los efectos nocivos de la acción humana sobre la


Tierra hace cuestionarnos ¿Estamos acaso en una realidad paralela en la que no asumimos
responsabilidades?, porque el negarlo hace que nos libremos de la responsabilidad
desligando la acción humana de sus consecuencias. “¿Cómo podemos ser “nosotros” los
que causamos “todo esto”, cuando no existe cuerpo político, moral, pensante o sensible
capaz de decir “nosotros”, ni nadie que pueda decir con orgullo “la responsabilidad es
mía”? “ (Latour, 2012, p.69), es complejo afirmar que no hay un individuo en particular al
que podamos atribuir toda la responsabilidad, o conglomerado que la posea, ya que quien
porta esta responsabilidad es una concepción de sociedad humana que a través de los
tiempos ha accionado de diferentes maneras que han traído consecuencias, pero si se deja
de lado la negación y se asume esta responsabilidad colectiva es posible que nos sintamos
culpables por una responsabilidad que tangiblemente o directamente no tenemos y no
escogimos tener, sin embargo tal vez nuestra conducta individual si tenga efecto en la
escalera sin peldaños de la acción frente a este cambio climático.

A través del tiempo se ha ido evidenciando cada vez que el origen del cambio climático es
antrópico, esto se entiende “al capotar el personaje colectivo: el anthropos presente en el
antropoceno, lo “humano” de la catástrofe “producida por el hombre”. Es la indiferencia
que hemos incorporado lo que nos lleva a negar el saber de nuestra ciencia.” (Latour,2012,
p.69), lo que está relacionado directamente con las ansias de negar este hecho por parte de
“los ricos y poderosos, un grupo que no tiene forma definida ni límite y que desde luego no
tiene representación política.” (Latour, 2012, p.69), pero son en si el personaje colectivo
que consuma en mayor medida este delito de explotar la naturaleza y contaminar el planeta
con la producción en masa y la cultura de lo desechable impuesta por el empresariado.

En el intento de borrar el hecho del cambio climático, negarlo por medio de la idea de que
“no es para tanto”, que no es real por lo cual no vale la pena ocuparse de ello en la sociedad
y se le quita el componente político a la temática.
Pero “quizás la tarea no sea “liberar la climatología” del peso excesivo de la
influencia política…Por el contrario: la tarea es seguir los hilos con que los
climatólogos han construido los modelos necesarios para poner en escena la Tierra
en su conjunto. Con esta lección en mente, podemos comenzar a imaginar cómo
hacer lo mismo para componer un cuerpo político capaz de asumir su parte de
responsabilidad en el estado cambiante del planeta (Latour, 2012, p.72-73).

Por ende la unión de ciencia y política es lo que nos permita acceder a esta comprensión
“global” sobre la naturaleza y como el ser humano debe vincularse con ella, teniendo en
consideración las consecuencias de sus actos.

Se debe tener en cuenta que “es inútil que el activista ecológico intente avergonzar
al ciudadano común por no pensar lo suficiente en la perspectiva global, por no
sentir afecto por el planeta como tal. Nadie observa la Tierra globalmente, nadie
observa un sistema ecológico desde ninguna parte, ni el científico ni el ciudadano,
ni el productor agropecuario ni el ecologista y, no lo olvidemos, tampoco la
lombriz. La naturaleza ya no es lo que el observador puede saltar idealmente para
ver las cosas “como un todo”, sino el ensamblaje de entidades contradictorias que
deben ser compuestas como un conjunto.”(Latour, 2012, p.73).

Esta concepción, de deber ensamblar es sumamente importarte para imaginar este nosotros,
del que formamos parte para facilitar el asumir responsabilidad por el impacto del ser
humano en la Tierra. Gaia vendría siendo la unificación de todos los momentos de la
historia, el pasado, presente y futuro. Al igual que la modernidad, es un conjunto global de
valores de tiempo y espacio.

Algunas figuras influyentes a nivel mundial han negado la existencia del cambio climático,
así como otras figuras de distintas áreas han reconocido la importancia de concientizar
sobre el cambio climático, ante esta disyuntiva, nos queda asumir la realidad ante nuestra
propia experiencia o realidad. ¿Qué anhelamos entonces? sin la concientización de no tener
un lugar en el planeta y su prospera durabilidad no tendría sentido la existencia, ya que no
tendríamos objetivos sin el lugar al cual pertenecemos. Al igual que menciona Latour
(2012, p.70) “no hay otra solución que explorar la desconexión y esperar que la conciencia
humana eleve nuestro sentido del compromiso moral al nivel requerido por esta esfera de
todas las esferas, la Tierra”. El punto focal de querer volver a lo primitivo en la cultura
popular que se comienza a racionalizar de una forma un poco ilusoria y sublime, de nada
sirve entonces volver al origen ya que se niega la posibilidad de realizar un cambio y
esperar la salvación divina del mal provocado por el ser humano.

El mundo a nivel global entonces funciona a través de redes y conexiones que llevan a un
punto en común que se debe mantener, si una de estas no se relaciona entonces no es
posible remar para el mismo fin debido a que no “existe el efecto zoom: las cosas no se
ordenan por tamaño como si fueran cajas dentro de cajas. Más bien se ordenan por grado de
conexión, como si fueran nodos conectados a otros nodos”. (Latour, 2012, p.71)

“Los negadores del cambio climático hacen con los crímenes del futuro
exactamente lo mismo que los negacionistas con los crímenes del pasado: utilizan
una piedra de toque positivista para hacer agujeros en lo que es un extraordinario
rompecabezas de interpretaciones entrecruzadas de datos”.

Se debería buscar entonces exactamente volver a vincular la diversidad de ámbitos que se


encontraban desligados entre sí. Constantemente se nos culpa de la individualidad creada
del ser humano, lo que nos ha hecho ser de cierta forma con nuestro entorno natural, la
enajenación del ser por debajo de los intereses económicos. De esta forma Latour
reflexiona.

“Qué interesante ver las conexiones que se establecen entre grandes petroleras,
fabricantes de cigarrillos, antiabortistas, creacionistas, republicanos y una
cosmovisión integrada por muy pocos humanos y muy pocos entes naturales. Si
hablamos de un enfrentamiento entre cosmogramas, comparemos pues los distintos
cosmogramas entre sí. En eso se ha transformado la política. Enfrentemos un mundo
contra el otro, ya que se trata de una guerra de mundos” (2012, p.72)

Gaia entonces nos unifica, un organismo pluricelular que funciona como un todo, y si todos
los sujetos que convivimos en la madre tierra como la suma de cada una de las partes para
el correcto funcionamiento del organismo, nos encontraríamos en una constante lucha,
enfrentamiento, la tal guerra de mundos donde
“Esta labor permitiría también salvar la terrible confusión, cuando no sensación
abrumadora, que persiguen las grandes agendas al querernos responsabilizar por la
destrucción de la ‘Tierra’ y para ello es necesario dejar de separar cada
agregado que conforma este teatro planetario  y dejar de desvincular la economía
de la política, o la vida ‘individual’ de la economía y de la política”. (Hernández,
2016)

De esta forma la pregunta clave que daría alguna respuesta para guiar la composición de un
cuerpo político que se capaz de asumir las responsabilidades de un cambio climático que
podría revertir la situación planetaria seria ¿Con que entes proponen vivir? Lo que lograría
revertir el tal llamado estado de desconexión. El mundo ensamblado y la alineación de
quienes lo componen seria entonces un punto clave de inflexión en esta teoría. La
desconexión (…) aquí está construida sobre la propia idea de una inmensa amenaza frente a
la cual estaríamos reaccionando con lentitud y a la que seríamos incapaces de ajustarnos.
Ese es el resorte con el que se armó la trampa. (Latour, 2012, p.75)

En cuanto al campo artístico, en el texto Latour hace referencia en una suerte de metáforas
la idea de desarrollar iniciativas para comenzar el proceso de visibilizacion temático
ambiental a través de una inclusión institucional de prácticas culturales y artísticas para
abordar la problemática.

“Desde proyectos de investigación como lo fue “Hot science, Global Citizens: The


Agency of the Museum Sector in Climate Change Interventions” llevado a cabo en
Melbourne, Australia y New Jersey en 2009 o compilaciones como “Climate
Change and Museum Futures” por Fiona Cameron y Brett Neilson.” (Hernández,
2016)

Inclusive el propio Latour ha impulsado proyectos en espacios artísticos que invitan a


reflexionar acerca de la cotidianidad de nuestros hábitos de consumo. A esto se suman una
serie de artistas y colectivos creativos que crean proyectos que se enmarcan en la
contemporaneidad de la ecología política para vincular temáticas “desconectadas”, que
inviten a la inclusión del penar como un organismo Gaia que transforme la desconexión en
el ensamblar de las practicas sociales. Hernández (2012). En una forma de hacer un
llamado a la responsabilidad y reunir todos los recursos posibles sin caer en la negación,
como lo anteriormente mencionado en una invitación a visibilizar por medio de las artes la
concientización de la responsabilidad por Gaia.

“Es sobre todo por esta razón que hemos resucitado esa expresión bastante fuera de
moda, “artes políticas”, para el nuevo programa que creamos en Ciencias Políticas
para formar artistas profesionales y científicos –de las ciencias sociales y las
naturales– en la triple tarea de la representación científica, política y artística.”
(Latour, 2012, p.76)

En el intento de ensamblar, se articula una nueva significación del desarrollo en la


incorporación de la idea de cultura y medio ambiente. El proceso globalizado en el que
actualmente nos encontramos inmersos como sociedad reduce lo ecológico y lo cultural a la
noción de mercancía, por lo que se hace necesario reformular la idea de desarrollo a partir
de una visión enraizada en el valor de la diversidad natural y cultural. Velasco (2003) “que
hace viable la articulación intercultural, progresiva, entre múltiples sociedades y que podría
conducir a un profundo enriquecimiento de la experiencia humana en medio de la
diversidad cultural.” (Velasco, 2003, p.52). De esta misma forma se debería promover un
desarrollo que no se proponga el dominio de la naturaleza, sino que incorpore la idea de la
cooperación con los ciclos naturales.

“Como parte del camino hacia un futuro alterno al de la globalización, este


planteamiento debe nutrirse de una nueva economía política capaz de re-situar a los
seres vivos (incluidos los humanos y sus culturas) en el centro de la actividad
económica y de entender el proceso económico como parte de un sistema abierto
que mantiene vínculos durables con otros sistemas (sociales, culturales, políticos,
ecológicos, físicos, etc.).” (Velasco, 2003, p. 52)

Sobre esta idea es que Latour hace referencia a el vaticinio de cada época al profetizar el fin
de la humanidad con cada proceso histórico que acontecía en un periodo determinado, una
amenaza creciente que en la actualidad tendría que ver con la tal desconexión entre el ser y
la naturaleza “frente a la cual estaríamos reaccionando con lentitud y a la que seríamos
incapaces de ajustarnos. Ese es el resorte con el que se armó la trampa.” (Latour, 2012,
p.75), argumentando que los historiadores del medio ambiente argumentan la advertencia
sobre una tierra en trance de muerte. De esto se concluye entonces la siguiente interrogante
“¿Y si hubiéramos pasado de una definición simbólica y metafórica de la acción
humana a una literal?” (…) alude el concepto de antropoceno: todo lo que era
simbólico debe ser tomado ahora literalmente. Las culturas solían “dar forma a la
Tierra” simbólicamente; ahora lo hacen realmente.” (Latour, 2012, p.75)

En palabras finales el Filosofo intenta exponer la idea de la una muerte inminente y la


desesperanza de no ser revertida una situación medio ambiental fatal en una era globalizada
creada para vivir en un capitalismo inminente sin retorno, el caos apocalíptico debido a la
desconexión del ser en todo ámbito y la negación de un desastre ambiental que poco o nada
hacemos para cambiar. “Más aún: la propia idea de cultura siguió el mismo camino que la
de naturaleza. Posnaturales, sí, pero también posculturales.” (Latour, 2012, p.75). Gaia
entonces nos provee de una esperanza, un ensamblaje que unificaría cada una de las partes
y cada parte por todas.
Referencias
Hernández, A. (22 de enero de 2016) Ecología política y arte en la era del Antropoceno.
México. Portavoz: haciendo cultura. Recuperado de http://portavoz.tv/ecologia-politica-
arte/
Latour, B. (2012). Esperando a Gaia. Componer el mundo común mediante las artes y la
política. Otra Parte, 26, 67–76. Recuperado de http://www.bruno-
latour.fr/sites/default/files/downloads/124-GAIA-SPEAP-SPANISHpdf.pdf

Velasco, F.J. (2003). La articulación cultura-ambiente: claves para una visión alternativa
del desarrollo. Cuadernos del Cendes, 20(52), 39-52. Recuperado de
http://ve.scielo.org/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S101225082003000100004&lng=es&tlng=es.

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