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Sociologia Ambiental
Sociologia Ambiental
En esta línea podemos observar que en la sociedad actual se experimenta una evidente
crisis ecológica. Latour (2012) propone que la crisis ecológica es la total desconexión que
existe entre el rango, la naturaleza y la escala de los fenómenos y la batería de emociones,
hábitos del pensar y sentimientos que se necesitaría para tratar con esta crisis. La
desconexión que se menciona hace referencia por un lado a las acciones de ser humano, de
los seres humanas, donde existe una desconexión con la moral en el vínculo con la
naturaleza y la falta de comprensión de las consecuencias de la acción colectiva del
“hombre” sobre el planeta. Esta falta de entendimiento de cómo a través del tiempo hemos
adquirido la capacidad de moldear la Tierra es la fuente de la negación, idea cada vez más
proliferada, donde se niega la existencia del cambio climático, los negadores se aferran
mucho a la idea de cuestionar lo determinado por la climatología ya que “consideran que
ese conocimiento es demasiado indirecto, demasiado mediado, está demasiado alejado del
acceso inmediato.” (Latour, 2012, p.71)
A través del tiempo se ha ido evidenciando cada vez que el origen del cambio climático es
antrópico, esto se entiende “al capotar el personaje colectivo: el anthropos presente en el
antropoceno, lo “humano” de la catástrofe “producida por el hombre”. Es la indiferencia
que hemos incorporado lo que nos lleva a negar el saber de nuestra ciencia.” (Latour,2012,
p.69), lo que está relacionado directamente con las ansias de negar este hecho por parte de
“los ricos y poderosos, un grupo que no tiene forma definida ni límite y que desde luego no
tiene representación política.” (Latour, 2012, p.69), pero son en si el personaje colectivo
que consuma en mayor medida este delito de explotar la naturaleza y contaminar el planeta
con la producción en masa y la cultura de lo desechable impuesta por el empresariado.
En el intento de borrar el hecho del cambio climático, negarlo por medio de la idea de que
“no es para tanto”, que no es real por lo cual no vale la pena ocuparse de ello en la sociedad
y se le quita el componente político a la temática.
Pero “quizás la tarea no sea “liberar la climatología” del peso excesivo de la
influencia política…Por el contrario: la tarea es seguir los hilos con que los
climatólogos han construido los modelos necesarios para poner en escena la Tierra
en su conjunto. Con esta lección en mente, podemos comenzar a imaginar cómo
hacer lo mismo para componer un cuerpo político capaz de asumir su parte de
responsabilidad en el estado cambiante del planeta (Latour, 2012, p.72-73).
Por ende la unión de ciencia y política es lo que nos permita acceder a esta comprensión
“global” sobre la naturaleza y como el ser humano debe vincularse con ella, teniendo en
consideración las consecuencias de sus actos.
Se debe tener en cuenta que “es inútil que el activista ecológico intente avergonzar
al ciudadano común por no pensar lo suficiente en la perspectiva global, por no
sentir afecto por el planeta como tal. Nadie observa la Tierra globalmente, nadie
observa un sistema ecológico desde ninguna parte, ni el científico ni el ciudadano,
ni el productor agropecuario ni el ecologista y, no lo olvidemos, tampoco la
lombriz. La naturaleza ya no es lo que el observador puede saltar idealmente para
ver las cosas “como un todo”, sino el ensamblaje de entidades contradictorias que
deben ser compuestas como un conjunto.”(Latour, 2012, p.73).
Esta concepción, de deber ensamblar es sumamente importarte para imaginar este nosotros,
del que formamos parte para facilitar el asumir responsabilidad por el impacto del ser
humano en la Tierra. Gaia vendría siendo la unificación de todos los momentos de la
historia, el pasado, presente y futuro. Al igual que la modernidad, es un conjunto global de
valores de tiempo y espacio.
Algunas figuras influyentes a nivel mundial han negado la existencia del cambio climático,
así como otras figuras de distintas áreas han reconocido la importancia de concientizar
sobre el cambio climático, ante esta disyuntiva, nos queda asumir la realidad ante nuestra
propia experiencia o realidad. ¿Qué anhelamos entonces? sin la concientización de no tener
un lugar en el planeta y su prospera durabilidad no tendría sentido la existencia, ya que no
tendríamos objetivos sin el lugar al cual pertenecemos. Al igual que menciona Latour
(2012, p.70) “no hay otra solución que explorar la desconexión y esperar que la conciencia
humana eleve nuestro sentido del compromiso moral al nivel requerido por esta esfera de
todas las esferas, la Tierra”. El punto focal de querer volver a lo primitivo en la cultura
popular que se comienza a racionalizar de una forma un poco ilusoria y sublime, de nada
sirve entonces volver al origen ya que se niega la posibilidad de realizar un cambio y
esperar la salvación divina del mal provocado por el ser humano.
El mundo a nivel global entonces funciona a través de redes y conexiones que llevan a un
punto en común que se debe mantener, si una de estas no se relaciona entonces no es
posible remar para el mismo fin debido a que no “existe el efecto zoom: las cosas no se
ordenan por tamaño como si fueran cajas dentro de cajas. Más bien se ordenan por grado de
conexión, como si fueran nodos conectados a otros nodos”. (Latour, 2012, p.71)
“Los negadores del cambio climático hacen con los crímenes del futuro
exactamente lo mismo que los negacionistas con los crímenes del pasado: utilizan
una piedra de toque positivista para hacer agujeros en lo que es un extraordinario
rompecabezas de interpretaciones entrecruzadas de datos”.
“Qué interesante ver las conexiones que se establecen entre grandes petroleras,
fabricantes de cigarrillos, antiabortistas, creacionistas, republicanos y una
cosmovisión integrada por muy pocos humanos y muy pocos entes naturales. Si
hablamos de un enfrentamiento entre cosmogramas, comparemos pues los distintos
cosmogramas entre sí. En eso se ha transformado la política. Enfrentemos un mundo
contra el otro, ya que se trata de una guerra de mundos” (2012, p.72)
Gaia entonces nos unifica, un organismo pluricelular que funciona como un todo, y si todos
los sujetos que convivimos en la madre tierra como la suma de cada una de las partes para
el correcto funcionamiento del organismo, nos encontraríamos en una constante lucha,
enfrentamiento, la tal guerra de mundos donde
“Esta labor permitiría también salvar la terrible confusión, cuando no sensación
abrumadora, que persiguen las grandes agendas al querernos responsabilizar por la
destrucción de la ‘Tierra’ y para ello es necesario dejar de separar cada
agregado que conforma este teatro planetario y dejar de desvincular la economía
de la política, o la vida ‘individual’ de la economía y de la política”. (Hernández,
2016)
De esta forma la pregunta clave que daría alguna respuesta para guiar la composición de un
cuerpo político que se capaz de asumir las responsabilidades de un cambio climático que
podría revertir la situación planetaria seria ¿Con que entes proponen vivir? Lo que lograría
revertir el tal llamado estado de desconexión. El mundo ensamblado y la alineación de
quienes lo componen seria entonces un punto clave de inflexión en esta teoría. La
desconexión (…) aquí está construida sobre la propia idea de una inmensa amenaza frente a
la cual estaríamos reaccionando con lentitud y a la que seríamos incapaces de ajustarnos.
Ese es el resorte con el que se armó la trampa. (Latour, 2012, p.75)
En cuanto al campo artístico, en el texto Latour hace referencia en una suerte de metáforas
la idea de desarrollar iniciativas para comenzar el proceso de visibilizacion temático
ambiental a través de una inclusión institucional de prácticas culturales y artísticas para
abordar la problemática.
“Es sobre todo por esta razón que hemos resucitado esa expresión bastante fuera de
moda, “artes políticas”, para el nuevo programa que creamos en Ciencias Políticas
para formar artistas profesionales y científicos –de las ciencias sociales y las
naturales– en la triple tarea de la representación científica, política y artística.”
(Latour, 2012, p.76)
Sobre esta idea es que Latour hace referencia a el vaticinio de cada época al profetizar el fin
de la humanidad con cada proceso histórico que acontecía en un periodo determinado, una
amenaza creciente que en la actualidad tendría que ver con la tal desconexión entre el ser y
la naturaleza “frente a la cual estaríamos reaccionando con lentitud y a la que seríamos
incapaces de ajustarnos. Ese es el resorte con el que se armó la trampa.” (Latour, 2012,
p.75), argumentando que los historiadores del medio ambiente argumentan la advertencia
sobre una tierra en trance de muerte. De esto se concluye entonces la siguiente interrogante
“¿Y si hubiéramos pasado de una definición simbólica y metafórica de la acción
humana a una literal?” (…) alude el concepto de antropoceno: todo lo que era
simbólico debe ser tomado ahora literalmente. Las culturas solían “dar forma a la
Tierra” simbólicamente; ahora lo hacen realmente.” (Latour, 2012, p.75)
Velasco, F.J. (2003). La articulación cultura-ambiente: claves para una visión alternativa
del desarrollo. Cuadernos del Cendes, 20(52), 39-52. Recuperado de
http://ve.scielo.org/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S101225082003000100004&lng=es&tlng=es.