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Cuaderno No.

7 - Otoño 2019
Traducción: cine y literatura.

ÍNDICE

Editorial p.3

Primera Parte/Materializaciones

Literatura y cine: una relación compleja por Mauricio Lugo p.7

El Rey Lear de Shakespeare y Kozintsev: drama y locura en el humano y


su proceso histórico por Fernando Huesca Ramón p.17

El Desprecio Por Diego Ulises Alonso Pérez p.30

El Satyricon de Fellini por Alexis Hellmer p.34

Lavoura Arcaica por Ricardo Hernández p.37

Segunda Parte/Encarnaciones

Narrador fílmico – narrador literario por Zé de Oliveira e Souza p.40


Un beau soleil intérieur por Carlos Arvizu p.43

Tercera Parte/Rematerializaciones

De The green mile a Shawshank redemption: la adaptación/traducción


por Leopoldo Orozco p.49

Un rompecabezas o Blade Runner 2049 por Juan Carlos Báez p.52

La insoportable levedad del ser por Efraín González p.56

Le hérisson por Marian Tapia Pérez p.60


BUAP: Rector: José Alfonso Esparza Ortíz / Secretario General: José Jaime Váz-
quez López / Dirección General de Publicaciones: Hugo Vargas Comsille.

FFyL: Director: Ángel Xolocotzi Yáñez / Secretario Académico: Francisco Ro-


mero Luna / Coordinador de Publicaciones: Arturo Aguirre Moreno.

Equipo Ojo Pineal: Editor responsable: David Joel Jiménez / Editores adjuntos:
Vanessa Huerta Donado, David Joel Jiménez, Zvezda Ninel Castillo, Ricardo
Hernández, Diego Ulises Alonso, y Fernando Huesca.

Ilustración de portada: Los románticos pendejos.

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Editorial
El significado del arte literario no es un ir y regresar al interior del libro,
creyendo que con esto se puede agenciar algo ajeno a nosotros, algo
nuevo, una novedad, una novela. Para que se cumpla la verdad de la
obra literaria debe haber un lector que la encarne. Esto quiere decir que
la significación del libro termina en el lector; el lector es la carne del
libro, su realidad. Yo soy Josef K, tú eres Tristam Shandy y ella es Molly
Bloom. Si esto es verdad, entonces la adaptación de una obra literaria
al cine es una encarnación de segundo nivel o, lo que llamaremos desde
ahora, una rematerialización. El sentido del libro ya no es el lector que
la encarna, sino la materialización que se muestra en el filme a través
del montaje. Por eso podemos decir que el cine es real, –nadie duda de
la realidad de Vito Corleone, ni la de Mia Wallace–; y también por eso;
que no se trata simplemente de una traducción de la palabra a imagen,
sino de una encarnación, una materialización, una rematerialización
para ser más específicos.

La finalidad de la adaptación literaria al lenguaje del cine con-


siste, entonces, en ser una comunicación de realidades a través de la
encarnación. Así, tanto la palabra como la imagen llegan a formar parte
de una sola realidad fáctica, pero, también, conservan realidades dis-
tintas porque toda encarnación es una rematerialización. Esto significa
que no hay comparación entre la obra de arte literaria y su adaptación
cinematográfica, mas no en el sentido que la mayoría da a este juicio,
sino en el sentido de que son realidades materiales diferentes.

En términos más generales, la traducción tiene tres planos. En


primer lugar, está el plano de la encarnación como un llevar más allá de
la escritura (el metagrafein de Jámblico); ese más allá es la voz interior,
ese lazo que rompe el silencio primigenio entre el libro y el lector. Con la
voz propia encarnamos la escritura y la sacamos de sí. La llevamos a un
cuerpo que es una realidad diferente de ella misma. Vamos de lo mate-
rial a lo fáctico. Y aquí ya estamos en el segundo nivel de la traducción,
que es el de la acción humana: un cuerpo que lleva a la acción esa ma-

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terialidad. Así también, y para ser más puntuales, entran en escena los
usos del arte; porque las encarnaciones son mediaciones que tienen un
fin práctico. No encarnamos para siempre una misma materialidad, sino
que, una vez cumplido o incumplido el fin de tal encarnación, buscamos
otra materialidad para encarnar. El arte es la materialidad que provoca
una encarnación, cuyo fin es materializar esa materialidad primigenia:
ya estamos en el tercer nivel de la traducción.

La adaptación literaria al cine como traducción lleva más allá de


sí a la encarnación. La disuelve en una rematerialización que constituye
por sí misma otra en referencia de la materialidad de la que provino.
Pero a diferencia de la materialidad primigenia, la escritura, en este
caso, es una materialidad perceptiva: la rematerialización, el montaje
cinematográfico que adapta la escritura es una materialización repre-
sentada. Esto quiere decir que la obra de arte como materialidad primi-
genia –escritura– es una cosa accesible de primera mano; mientras que la
rematerialización –cine– es una cosa que tiene que ser representada por
otros para llegar a uno. Es por ello por lo que la experiencia que tenemos
con la literatura es muy distinta de la que tenemos con su encarnación
en el cine. Aquí radica la barrera insondable que nos separa de él: no
podemos encarnarlo. –Por eso existen las estrellas de cine, y las amamos
porque son la encarnación triunfante de una materialidad imposible–.

Para encarnar las ideas esbozadas en esta publicación, con la


que festejamos nuestro segundo aniversario, dividimos los textos de
nuestros autores en tres partes: como materialidades, como encarna-
ciones y como rematerializaciones. Si bien la división no es estricta y
a veces es hasta forzada, quisimos proponer nuestra visión para que el
diálogo se haga.

***

Ojopineal nació como un proyecto independiente de un grupo de estu-


diantes de humanidades amantes del cine. Poco a poco se convirtió en
un foro universitario que ofrece completa libertad para que profesores
y estudiantes expresen sus impresiones cinematográficas y defiendan sus
perspectivas del mundo. Creemos que esta última forma es la correcta

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y que permanecerá hasta que la revista muera. Y decimos esto, no por
adelantarnos al fin, sino por celebrar dos años de existencia gracias a
la generosidad del Dr. Ángel Xolocotzi Yáñez, director de la Facultad de
Filosofía y Letras de la BUAP.

A él y a su equipo, a los escritores invitados, a los ilustradores y


al público que espera la revista con entusiasmo, va dedicado este núme-
ro.

Equipo Ojopineal, Puebla, octubre de 2019.

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LITERATURA Y CINE:
UNA RELACIÓN COMPLEJA
Por Mauricio Lugo

La seducción que la literatura ejerce sobre el cine está presente desde


sus inicios. Sin embargo, la tentación de fijar en imágenes las grandes
obras literarias no siempre ha sido afortunada. La tan manida crítica de
que la película se queda “corta” en relación al texto es reiterativa. Todo
acontece como si resultase difícil de aceptar que los recursos literarios
y los cinematográficos son distintos. El lenguaje de uno y otro presupo-
nen y plantean problemas de diversa índole. Pero, en última instancia,
se puede decir que en ambos casos se trata de la enigmática relación
entre ver y hablar, entre lo enunciable y lo visible. Dos formas que no

De izquiera a derecha: Claude Lanzmann, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre.


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solo difieren en naturaleza, sino que son do agudamente Maurice
heterogéneas entre sí. Entre ver y hablar Blanchot, en La conver-
existe una abertura, una fisura, una falla sación al infinito, al de-
que hace problemático su vínculo. Quizás mostrar que “hablar no es
sería más conveniente decir que se trata de ver”. Frase que da lugar
una no-relación. No-relación que produce a uno de sus capítulos
una relación porque lo enunciable y lo vi- más bellos e importantes.
sible, en tanto que sin relación, hace que Michel Foucault, por su
alcance cada uno su propio límite, pero el parte, en un pasaje céle-
límite particular de cada uno es a su vez el bre de Las palabras y las
límite común que los aparta; es el límite cosas, se afana en eviden-
común que los divide y los relaciona en- ciar la tesis exactamente
tre sí al separarlos. Algo que simétrica: “Nunca lo que
por cierto ya había se ve reside en lo que se
observa- dice” (Foucault, 2005:
19) Pero no es sino en
su comentario a la obra
de René Magritte, Esto
no es una pipa, donde la
problematización de la
no-relación entre el enun-
ciado y la imagen consi-
gue su punto más álgido.
Ahí sostendrá que entre
uno y otro hay capturas,
conquistas, apresamien-
tos; que entre uno y otro
existe un eterno comba-
te: “o, más bien, ataques
lanzados de una a otra,
flechas disparadas contra
el blanco contrario, ac-
ciones de zapa y destruc-
ción, lanzadas y heridas,
una batalla” (Foucault,
1993; 39). Lo que signifi-
ca que el enunciado tira

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Raymond Roussel
flechas sobres los huecos de la vi- templación, vale decir, enclaustrar
sibilidad y las visibilidades o la luz a una en la otra, con toda tranqui-
lanzan flechas sobre los huecos del lidad, como si coincidieran plena-
lenguaje. mente. Pero si se quiere compren-
der la compleja relación entre la
La relación entre el len- literatura y la cinematografía ha-
guaje de la literatura y el del cine brá que conservar incierto el nexo
-lo mismo ocurre con la pintura- es entre el enunciado y lo visible, si
complicada, difícil e infinita. Es un se busca pensar no en contra de su
desatino en consecuencia pensar incompatibilidad sino a partir de
que frente a la riqueza y plétora ella, de tal modo que quede una
de significados propios del lengua- lo más cerca de la otra, entonces
je literario, la policromía de las se exige cuestionar y debatir el
imágenes cinematográficas pre- lazo, sostenerse en lo infinito de
senta una carencia que el cine se la tarea. Quizá sea únicamente
obstina inútilmente por superar. por medio de esta problematiza-
Como se ha dicho: son lenguajes ción que brillen con luz propia la
irreductibles el uno al otro: por literatura y el cine.
más que nos esforcemos en tra-
ducir en palabras lo que hemos A lo largo de todo el siglo
visto, lo visible no estriba en lo XX -en las décadas de los sesenta y
que se expresa, y por mucho que los setenta alcanzará su punto cul-
se intente hacer ver, sea a través men- el problema de la dualidad
de imágenes, de metáforas o va- entre hablar y ver está presente
liéndose de comparaciones, lo que explícita y claramente tanto en
se está enunciando, el espacio en la literatura, el cine, como en la
que ellas centellean no es el que filosofía. Desde inicios del siglo se
se abre ante la vista, sino el que hace manifiesta en ese extraño y
ordena y determina la secuencia extraordinario escritor que es Ray-
de las sintaxis. mond Roussel. Y si bien es cierto
que su obra no ofrece una solución
En el complejo juego, en- contundente es innegable que en
tre lo visible y lo enunciable, la ella se encuentran valiosísimos
palabra no es más que un ardid: elementos a una posible respues-
hace posible indicar con el dedo, ta. Los procedimientos lingüísti-
desplazarse furtivamente de la di- cos, totalmente artificiales, de
mensión del habla a la de la con- los que se vale para escribir varias

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de sus novelas son emblemáticos los surrealistas la reconocieron
al respecto. Baste citar tan solo ampliamente y que más adelan-
una de ellas, Impresiones del Áfri- te la Nouveau Roman le otorgaría
ca (1910). El presupuesto bajo el bastante importancia. Y es que ni
cual escribe la novela es que “la a unos ni a otros les pasó inadver-
imaginación es todo”, la obra no tido el problema que estaba plan-
debe tener nada de real, ninguna teado de fondo. Alain Robbe-Gri-
observación del mundo, sino com- llet reflexiona ampliamente sobre
binaciones imaginarias, solo con- los procedimientos lingüísticos de
cebidas a partir del lenguaje (cf. Roussel en su libro Por una nueva
Roussel, 1990: IX). El procedimien- novela (2012), principalmente en
to de Roussel consiste en partir las el capítulo “Enigmas y transparen-
frases, es decir, en construir dos cias en Raymond Roussel”. Otro
frases cuya diferencia sea infinita- tanto hace Foucault, en su Ray-
mente pequeña, con el propósito mond Roussel, en donde se impone
de extraer de ellas los enunciados. la tarea de pensar filosóficamente
Pero al despejar los enunciados de el problema de la relación entre lo
las frases hace relampaguear ine- visible y lo enunciable.
vitablemente cierto número de es-
cenas visibles. La visibilidad surge Con mayor radicalidad el
desde el momento en que intenta cine contemporáneo ha plantea-
que una de las frases se reúna con do este problema, principalmente
la otra. Roussel ha creado también aquel que rompe con la supuesta
obras visuales y no sólo lingüís- conjunción que distingue al llama-
ticas. De más está decir que son do cine “clásico”. Éste se define
descripciones a través del lengua- por la dependencia de la imagen
je, pero son obras básicamente sonora a la imagen visual. Como
descriptivas en las que pasa cien- era de esperarse la primacía siem-
tos y cientos, miles de versos, des- pre le fue concedida a la imagen
cribiendo lo que ve, por ejemplo, visual, pero entonces el cine “clá-
en la lupa de un portaplumas. Son sico” no ha sido realmente audio-
máquinas, como apunta Foucault, visual. Conscientes de este proble-
diseñadas para ver. Se dirá que la ma, varios directores de cine han
obra de Roussel no tuvo gran reso- explorado la posibilidad de elimi-
nancia en su época, que pasó, has- nar la subordinación de la una a la
ta cierto punto, inadvertida, con- otra, logrando una estricta igual-
viene no olvidar sin embargo que dad entre ambas, y haciendo del

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cine por vez primera un audiovisual. Lo cual sólo ha sido posible afir-
mando la disyunción entre lo sonoro y lo visual, sosteniendo el enfrenta-
miento entre los dos campos, haciendo que cada uno de ellos (al margen
de toda sujeción) se baste a sí mismo. La dualidad entre lo sonoro y lo
visual no es otra sino la del ver y hablar. En este tipo de cine desaparece
por completo la complementariedad de un campo con un fuera de campo
poblado por una voz en off.

Escena de Machorka-Muff de Jean Marie Straub, 1962.

Autores como Danièle Huillet y Jean-Marie Straub, Marguerite


Duras, Hans Jürgen Syberberg, Claude Lanzmann, Jean Eustache, y tan-
tos otros, tantean esta alternativa. Sus resultados son sorprendentes,
pero sus obras (las más de las veces incomprendidas) están por completo
alejadas del cine tradicional. En las obras de los Straub, por ejemplo,
es recurrente el uso de imágenes de espacios desiertos, vacíos, cuyo

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valor principal reside en lo que la más aérea.
tierra esconde y, por tanto, se sus-
trae a la mirada. Mientras que lo Jean Eustache, en su film
visible es el carácter estratificado Las fotos de Alix (1980), recupe-
del espacio tectónico, la voz, por ra el problema ver/hablar de una
otro lado, evoca lo que la tierra manera bastante original. Aquí no
tapa. En sus obras se narran (a tra- se trata de espacios vacíos sino de
vés de la imagen sonora) historias fotos que son ampliamente comen-
ausentes de lugar (es decir, que tadas. Mientras más se abunda en
no son visibles) para extensiones el comentario, más se aleja éste
desoladas que no tiene historia (el de lo que las imágenes muestran.
espacio vacío que muestra la ima- El desconcierto es total, pero la
gen visual). La imagen visual tiene provocación está bien realizada.
como propósito sepultar algo que La abertura entre lo visible y lo
la tierra esconde, por lo que es enunciable se hace manifiesta.
arqueológica; en tanto que la ima-
India Song (1975), de Mar-
gen sonora, por su parte, eleva el
guerite Duras, es tal vez uno de
acontecimiento que solo puede ser
los films más representativos de
hablado, puesto que no es visible.
esta corriente cinematográfica.
En sus films la palabra es área y la
En ella se presenta la imagen vi-
visión subterránea. Error inconce-
sual de un baile que recubre, se-
bible sería considerar estos espa-
pulta otro que se ha desarrollado
cios vacíos como áreas a las que
en otro lugar. El primero, que es
les falta algo. Todo lo contrario:
el que aparece en la pantalla, es
son espacios asombrosamente vi-
un baile mudo. Pese a que los per-
vos. En la fisura que se establece
sonajes hablan durante toda la es-
entre la palabra y la visión, entre
cena, resulta sin embargo imposi-
la imagen sonora y la visual, par-
ble adivinar lo que dicen, pues las
tiendo de ellas, pero por encima
voces que se escuchan narran otro
de su heterogeneidad radical,
muy distinto, con lo que se garan-
es como se hace posible el nexo
tiza la dualidad visual/sonora. El
entre hablar y ver. Por tanto, la
segundo baile -el que no se ve- es
no-relación entre lo discursivo y lo
un antiguo baile en el que se ha
no-discursivo produce de inusitada
fraguado un secuestro del que ha
manera una insólita relación en-
nacido un delirante amor. Este fre-
tre un ver cada vez más enterrado
nético amor escapa al dominio de
bajo tierra y una palabra cada vez

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lo visible y por ello no se lo puede ver. La imagen visual adquiere sentido
únicamente en función de lo que recubre, hunde el viejo baile que solo
las voces logran revivir.

Hans Jürgen Syberberg nos propone también procedimientos no-


vedosos mediantes los cuales hace patente esa disyunción imagen vi-
sual/imagen sonora. Vale la pena aludir, por sus prodigiosas imágenes,
a dos de los más importantes de su obra: Theodor Hierneis, el cocine-
ro del rey (1973) y Hitler (1978). Resulta inconcebible tocar el tema
que nos hemos propuesto en este pequeño ensayo sin hacer mención de

Detrás de cámaras del film Las fotos de Alix de Jean Eustache, 1980.

dos grandes joyas cinematográficas: El año pasado en Marieband (1961)


de Alain Resnais y Shoa (1982) de Claude Lanzman. La primera, es una
adaptación hecha por Alain Robe-Grillet de la novela de ciencia ficción
de Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel. Con este film Resnais
consolidó su enorme prestigio cinematográfico. En la película todo, los
decorados, los nombres, la condición misma de los personajes, se tras-
toca permanentemente a partir de la memoria de dos amantes que solo

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son reconocidos por sus iniciales. al envilecimiento y humillación a
En la segunda, es clara la influen- la que fueron sometidos los judíos.
cia que han ejercido los Straub y
Syberberg sobre Lanzman. Mien- Ciertamente, René Allio no
tras se hace hablar a una serie de pertenece a este grupo de cineas-
testigos sobre la deportación de tas, la mayoría de sus películas
los judíos, las imágenes muestran han sido de lo más convencional,
únicamente los espacios vacíos pero su film sobre el caso de Pierre
de los campos de concentración. Rivière (1976), aborda de manera
La película es una denuncia sobre bastante talentosa el problema de
los medios de los que se valió el la relación entre el acto y el rela-
régimen nazi para hacer invisible to, entre el gesto y la narración.
la experiencia del holocausto. El Desde el inicio advirtió con agu-
título mismo del film hace alusión deza que la Memoria escrita por
a la cautela con que se llevaban a Pierre Rivière no daba cuenta del
cabo las deportaciones así como al acto cometido: el asesinato de su
mutismo del pueblo alemán frente madre, hermana y hermano. Una

Escena de Pierre Riviere de René Allio, 1976.

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pregunta se volvió imperativa: ¿qué vínculo existe entre el crimen y la
escritura de Rivière, entre el gesto visible y el texto enunciable? Fou-
cault ya lo había señalado durante el curso en que estudia este caso: “El
texto no relata el gesto” (1983). Pero si bien el enunciado no cuenta lo
visible, de uno a otro hay toda una trama de relaciones. Allio se propone
resolver técnicamente el problema de distribuir lo visible y lo enuncia-
ble, de contar la historia del cuaderno y la historia del crimen. El recurso
a una voz en off quedaba de antemano excluida, pues de haber recurrido
a ella (que hubiera resuelto el problema de la manera más simple) se
subordinaba los datos del cuaderno a los de la visibilidad, pasando por
alto la grieta que existe entre ambos.

El primer plano con el que se abre el film es paradigmático de


toda esta escuela cinematográfica. Muestra una pradera normanda, es
un espacio vacío, en el que no solo se rinde homenaje a los Straub sino a
todo este cine experimental; la escena se prolonga durante varios segun-
dos, mientras se escuchan los ruidos y las fórmulas de un tribunal: es el
juicio que se va a llevar a cabo en contra de Pierre Rivière. Heterogenei-
dad, confrontación, por tanto, entre la imagen sonora y la imagen visual.
A partir de aquí, la película pone en juego toda una serie de desfases
entre una imagen y otra, de manera tal que el cuaderno de Rivière jamás
funciona como voz en off. Allio fue plenamente consciente del problema
de la dualidad entre lo visible y lo enunciable y trató de resolverlo a su
manera. No sorprende, por tanto, que Foucault se haya interesado en el
film y que haya participado activamente en su producción. El interés que
el filósofo francés tuvo por el cine contemporáneo, en especial por este
tipo de obras, es algo que en raras ocasiones se menciona.

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BIBLIOGRAFÍA

Blanchot, M. (2008) La conversación al infinito. Madrid. Arena Libros.

Foucault, M. (1983) Yo, Pierre Rivière habiendo degollado a mi madre, a


mi hermana y a mi hermano. Un caso de parricidio del siglo XIX presen-
tado por Michel Foucault. Barcelona. Tusquets.

Foucault, M. (1992) Raymond Roussel. México. Siglo XXI.

Foucault, M. (1993) Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte. Barce-


lona. Anagrama.

Foucault, M. (2005) Las palabras y las cosas. Una arqueología de las cien-
cias humanas. México. Siglo XXI.

Robbe-Grillet (2012) Por una nueva novela. Buenos Aires. Cactus.

Roussel, R. (1990) “Cómo escribí algunos libros míos” en Impresiones de


África. Madrid. Siruela.

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El Rey Lear de Shakespeare y
Kozintsev: drama y locura en el
humano y su proceso histórico
(URSS, 1971)
Director: Grigori Kozintsev

Por Fernando Huesca Ramón

Excava por oro,


Excava por fama
Excavas por hacerte un nombre
¿Ya estás pacificado?
Todos los deseos que desperdicias
Todas las cosas que has cazado
Luego todo se derrumba
Y rompes tu corona
Y apuntas tu dedo, pero no hay nadie alrededor
Solamente quieres una cosa
Jugar al Rey
Pero el castillo se derrumbó y solamente te quedas con un nombre
¿Dónde está tu corona, Rey Nada?
Metallica, King Nothing 17
El Rey Lear, obra maestra de Shakespeare de alrededor de 1605 en su
primera versión, narra “la historia más desdichada que jamás haya escu-
chado oído alguno”1 en palabras de Edgar, uno de los personajes princi-
pales, que se juega, en un duelo a muerte, la vida, el destino y la justa
venganza contra su medio hermano Edmundo, cuya ambición (es un bas-
tardo desposeído de patrimonio) ha llegado al grado de conspirar contra
su propia sangre (Edgar, y su padre Gloucester). El antagonismo irrecon-
ciliable entre Edgar y Edmundo forma parte de una trama mayor que
engloba a toda Bretaña, su corte feudal, y de hecho hasta el reino franco
en el continente: el anciano Lear manifiesta su intención de abandonar
“gobierno, interés de territorio, y ocupaciones de Estado”, y de entregar
un tercio de su reino a cada una de sus hijas (Goneril, Regan y Cordelia);
Cordelia, la hija menor y favorita del padre, falla en una cruel prueba
patriarcal, que le requería adular al rey, al nivel de la falsa afección y
deferencia, expresadas por las hermanas mayores: “nada”, “tan joven,
Señor, y tan franca”, es lo que la tenaz y austera joven tiene que decir
a su favor y en su defensa, ante la creciente y desproporcionada cólera
del Rey; la hija franca, y un leal vasallo que intenta hacer ver al Rey su
equívoco – Kent -, son desterrados y proscritos – el odio del Rey es la
dote que lleva Cordelia con el Rey de Francia, quien la ha tomado como
esposa en una decisión nada utilitaria. En cinco actos, el Rey pasa por
peripecias, reconocimientos y padecimientos, que lo llevan a conocer la
cruel verdad detrás de la zalamería y maneras cortesanas de Goneril, Re-
gan y sus esposos -Albania y Cornwall -; ambas lo expulsan de sus recién
1 Shakespeare, William, The tragedy of King Lear
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heredados castillos, bajo acusación de peligro, desorden, inmoralidad y
“epicureísmo y lujuria” de parte del séquito de cien hombres de guerra
de Lear; el rey termina caminando solo con su bufón, y Kent ha regre-
sado en forma de un misterioso desconocido servicial, en medio de una
terrible tormenta (“las creaturas que aman la noche, no aman noches
como ésta; los cielos iracundos ahorcan a los moradores mismos de la
noche y los hacen mantenerse en sus cuevas”), en un páramo desolado;
el azar los lleva a una choza donde se encuentra Edgar, en forma de un
vagabundo enloquecido, disfraz asumido para escapar la persecución de
su hermano y su engañado padre Gloucester, fiel seguidor de Lear; éste,
en el afán de enmendar su temerosa complacencia con los víperos inte-
reses de las hijas Lear, auxilia a la cuadrilla desterrada, pagando con
sus ojos (Cornwall y Regan son protagonistas de una escena de violencia
extrema y humor negro, que nada pide a Tarantino) el precio de llevar al
despojado Rey a Dover, donde Cordelia se encuentra con las tropas del
Rey de Francia, aguardando la ocasión de salir al auxilio del “derecho del
viejo padre”; la batalla entre Francia y las tropas británicas resulta en
contra de la hija justiciera y el afrentado padre; Edmundo, quien se ha
colocado en la posición de amante de Goneril y Regan, conde de Glou-
cester, a partir de la proscripción de su cegado padre, manda asesinar
a Rey e hija vencidos, en la prisión; al final, al ser Edmundo derrota-
do por Edgar en el duelo (presenciado por el campamento y convocado
con toda la pompa caballeresca que se quiera), éste adelanta un último
e inusitado gesto de redención y arrepentimiento: “Quiero hacer algo
bueno, a pesar de mi propia naturaleza; ¡rápido, enviad mensajeros al
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castillo, sed expeditos!; puesto que he decretado contra la vida de Lear
y Cordelia”, exclama el depravado hijo bastardo antes de morir, aunque
es demasiado tarde; el asesinato de Cordelia ha sido consumado, y el
Rey aparece con el cuerpo lánguido de la hija en sus brazos – ha logrado
matar al truhan que la ahorcó, pero ella está “muerta como la tierra”;
Lear muere junto a su “pobre loquita (poor fool)”, y Kent exclama en
tono trágico: “¡No turbéis a su fantasma; dejadle marchar; ha de odiarlo
mucho, quien quisiese alargar su estancia en el matadero de este mundo
feroz”; igualmente desoladoras son las palabras finales de la obra, pro-
feridas por el duque de Albania, hombre ilustrado y trágico él mismo:
“Hemos de obedecer a la balanza de esta era triste; expresemos lo que
sentimos, no lo que deberíamos decir; los más viejos han sufrido más;
nosotros que somos jóvenes no habremos de ver tanto, ni vivir tanto.”.
El contenido literario de El Rey Lear ha sido en numerosas ocasiones
aplaudido como eterno y veraz, desde Hegel hasta el teórico de la li-
teratura norteamericano Northrop Frye. El drama de lo humano en sus
alturas y bajezas, lo ridículo y lo sublime de la existencia humana, los
avatares de la vejez y las ansias de la juventud por emancipación, los
problemas del acceso a los medios de trabajo y subsistencia, como la
tierra; en otros términos, la historia de la humanidad, como se encuen-
tra contenida en los análisis de Hegel, Morgan y Marx sobre el desarrollo
de las formas socioeconómicas, tiene en El Rey Lear una encarnación y
resumen inigualables: familia, propiedad, herencia y Estado, son temas
por excelencia de esta obra, expuestos con admirable encarnación de
sangre intensiva en los personajes recién mentados.
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Se puede fácilmente apreciar la dificultad, de hecho imposibilidad, de
resumir el contenido estético de El Rey Lear haciéndole justicia al obje-
to; como en toda obra de Gran Arte (el devenir histórico le da la razón al
filósofo marxista Georg Lukács y su concepto de realismo), la totalidad
intensiva plasmada en el artefacto artístico, esto es, la exposición de la
lógica del funcionamiento de determinado corte sociohistórico y la his-
torización del propio trabajo artístico, como parte fundamental y esen-
cial del contenido del artefacto, se abre a una reapropiación orgánica
de parte del receptor, y a una inserción de la obra, dentro de la propia
reflexión del sujeto-receptor en su propio presente. Los fenomenólogos
aseveran: cada época crea su propio Virgilio. Podríamos proponer: cada
época crea su propio Lear, así de poderosa es la esencia plasmada en el
clásico del dramaturgo británico. En El Rey Lear se encuentran prefigu-
raciones del inconsciente de Freud; del buen salvaje de Rousseau; del
Don Juan de Mozart; de los saltos existenciales de Kierkegaard; del im-
perativo categórico de Kant; de la astucia de la razón de Hegel; y de la
historia de la locura de Foucault; una obra que se presta a este diálogo
entre horizontes históricos, seguramente tiene algo más que un acicate
inmediato a los sentidos, y algo más que una forma estética agradable
al paladar y cómoda al manejo instantáneo en un twitt, una cápsula de
video o una transmisión en vivo.

Cuando hay algo tan luminoso como el sol o una luciérnaga, se requieren
instrumentos especializados para el análisis y el acceso teórico al obje-
to; ante un objeto de disección tan vivo, comunicativo y rico en conte-

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nidos (¿qué manual de demonología habrá que consultar para encontrar
los referentes y significaciones de los demonios Obidicut, Hobbididance,
Mahu, Modo y Flibbertigibbet, que “persiguen” al pobre Tom, el alter
ego creado por Edgar para sobrevivir a la tormenta humana?) como El
Rey Lear, hay que tener un repertorio de trabajo tan especializado y
fino como el de un neurocirujano o un astrofísico. El repertorio que
propongo aquí para examinar teoréticamente El Rey Lear proviene de la
dialéctica, como método filosófico desarrollado por Hegel y convertido
por Marx en herramienta de transformación de la realidad. La pregun-
ta dialéctica básica hacia un objeto cualquiera de estudio reza: ¿qué
sistema de relaciones y contradicciones es señalizado por el objeto?

Podemos entrar a El Rey Lear por una vía negativa para encontrar una
cantera fructífera de reflexión en torno al contenido y la forma de la
obra: el bufón – the fool -, el mozo loco2 que acompaña a Lear y las
acciones, con su amarga ironía, sabiduría y vocabulario popular, y des-
carnada exposición de lo real, -pareciendo ocupar una función estética
similar a la del coro en la tragedia griega-, aparece como un perito en
epistemología, sociología y teología, sin ocupar él siquiera el lugar sim-
bólico de un hombre cuerdo, un súbdito respetable o un ejemplar mártir
del desierto; sus intervenciones en la obra tienen el carácter de un texto
bíblico, una sátira romana o un tratado de metamoral:

2 Bajo la hipótesis, bastante plausible, de que el mismo actor que personificaba


al bufón, la hacía de Cordelia, en la escenificación teatral originaria. Un profesor Brandl
lanzó esta hipótesis en 1894.
22
Propicia es esta noche, que enfría hasta a las
rameras. Os diré una profecía antes de partir:
cuando los curas hagan algo mejor que hablar;
y ya no ponga el tabernero agua en la bebi-
da; cuando el noble enseñe a su sastre a co-
ser; cuando no quemen al hereje, sino al bus-
caputas; cuando la corte haga justicia y no
haya escudero con deudas, ni caballero pobre;
cuando en la lengua muera la calumnia; cuan-
do no haya rateros en la multitud; y los usu-
reros cuenten su dinero en la calle, y putas y
alcahuetes construyan iglesias; entonces, sólo
entonces, el gran reino de Albión caerá confun-
dido, y el tiempo que habrá de venir, quien viva
para verlo, será uno en el que usemos los pies
para andar. Esta profecía hará Merlín, puesto
que yo vivo antes de su época.

Está desquiciado quien confía en la docilidad


de un lobo, la salud de un caballo, el amor de
un joven, o el juramento de una puta.

23
Te llevaríamos a la escuela de la hormiga para
enseñarte que en invierno no se trabaja. Todos
los que siguen a su nariz, son guiados por los
ojos, exceptuando los ciegos; de veinte nari-
ces, no hay una siquiera capaz de sentir y dis-
tinguir a quien apesta. Cuando una gran rueda
se precipite hacia abajo en una colina, suélta-
te, no sea que te rompas el cuello siguiéndola;
pero si la rueda va hacia arriba, déjate llevar
por ella. Si un hombre sabio te da mejor conse-
jo, devuélveme el mío; no lo haría seguir más
que por bribones, puesto que lo da un bufón. El
caballero que sirve y adula por ganancia, y si-
gue sólo por forma, empacará cuando comien-
ce a llover, y te abandonará en la tormenta.

En un futuro mejor (un mundo que no es este mundo) la gente andará


con los pies en la tierra, y no temerá que el prójimo le corte el gaznate
o lo deje de patitas en la calle; en este mundo terreno, este “teatro de
locos (stage of fools)”, el hombre sensato no sigue a quien tiene rentas
de “nada”, y que no ha podido conservar, en medio de la tempestad

24
social, “una cobija”, algo que lo coloca debajo incluso de la sensatez
de un vagabundo como Tom, o de la capacidad visual del enceguecido
Gloucester. El bufón representa al realismo más descarnado y al grado
maquiaveliano de conocimiento de la política humana, y, sin embargo,
su “simpatía tonta (foolish sympathy)”1 por Lear es una ejemplar instan-
cia de la conducta contraria a la de un hombre razonable. El presente se
ha desquiciado, se ha vuelto un nido de contradicciones, y así, no es per
se Lear, quien se ha vuelto loco, sino que la locura es un predicado del
“sistema social”2 en su conjunto. Los pares de oposiciones del drama son
ejemplares para el análisis filosófico-literario: juventud/senectud; co-
rrupción/virtud; patrimonio/desahucio; traición/fidelidad; pertenencia/
exclusión; ignorancia/iluminación; razón/locura, amor/odio, perver-
sión/redención, masculinidad/feminidad, etc., etc. Interesantemente,
una tesis fundamental de la dialéctica, es la de la riqueza, necesidad y
productividad de la contradicción.

Hasta aquí atisbamos a un arquetipo sociohistórico Lear, que representa


a la figura de un patriarca muy pagado de sí mismo, que ingenuamente
desea evitar una masacre familiar (lo que a final de cuentas se logra, en
contra de las buenas intenciones y deseos del Rey) o caos en la comu-
nidad, al retirarse del timón del barco político. El arquetipo bebe del
tiempo histórico y de las formas de propiedad, de producción y de se-
xualización que imperan en la época de lectura y reapropiación de El Rey
3 Bloom, Harold, William Shakespeare’s King Lear
4 Sokolyansky, Mark, Grigory Kozintsev’s Hamlet and King Lear
25
Lear. Se podría caracterizar a esta obra, como un ejemplar meme3, que
obliga a examinar lo ridículo y contraproducente de ciertas formas so-
ciales, como la herencia primogénita, los matrimonios por conveniencia,
y la distribución desigual de los recursos económicos y del sufrimiento
humano. Un viejo orden cae (la sociedad feudal en el Lear de Shakespea-
re), y uno nuevo se alza (la sociedad moderna, donde tradición y abo-
lengo ceden a la iniciativa y el heroísmo individual); El Rey Lear ofrece
así una fuente originaria de reflexión para transiciones institucionales
y de cosmovisión, y para puntos históricos críticos, en que el Reino de
las Goneril y las Regan parece ser el modo nuclear de funcionamiento
sociopolítico.

¿Cómo se acerca el cineasta soviético Grigori Kozintsev a El Rey Lear? Sin


hacer eco de la retórica soviética alrededor del “realismo socialista”,
el autor, un profundo admirador de Shakespeare, esgrime un entendido
sobre el contenido social del arte, que acusa un parentesco de familia
con los grandes dialécticos Hegel y el viejo Lukács:

Personalidad e historia son los temas de esta

5 Filosofías de la mente contemporáneas como las de Daniel Dennett proponen


conceptos contemporáneos como meme, para entender la consciencia y la cultura huma-
na. Un meme es una instancia del universo de la cual se pueden hacer copias, o de la cual
pueden existir varias encarnaciones (a la manera de la distinción token/type); así un meme
puede ser una idea, una herramienta, una tonada, una práctica social, o básicamente cual-
quier artefacto cultural y producido por el hombre.
26
tragedia. Y además, podría pasar toda la noche
enlistando varios temas: personalidad y poder,
sociedad y personalidad, la edad senil y la ju-
ventud, el destino del clan y de una persona, el
destino de un grupo de gente, y el destino del
pensamiento humano también…4

En El Rey Lear, la historia entera de la civi-


lización humana se resume, desde un hogar
prehistórico, hasta la ironía moderna, y el en-
tendimiento moderno de la posibilidad de la
catástrofe y de lo que es necesario para dete-
ner esta catástrofe. En el siglo XIX Víctor Hugo
dijo ‘El mundo está harto del odio, odio contra
el odio.’ Creo que es un muy buen slogan para
El Rey Lear.5

La adaptación fílmica de Kozintsev sigue el desarrollo narrativo y dra-


mático de Shakespeare; emplea la traducción al ruso de Boris Paster-
nak, que interesantemente rinde una adaptación actualizada al ruso mo-
6 Sokolyansky, Grigori Kozintsev’s Hamlet and King Lear
7 Kozintsev, Grigori y Hayman, Ronald, Grigori Kozintsev: Talking about his
“Lear”, and ”Hamlet” films with Ronald Hayman.
27
derno, antes bien que una reconstrucción filológica puntual de la lengua
shakespeareana; los cinco actos del drama teatral se encuentran repro-
ducidos fielmente en el filme, al igual que la idea general del dramatur-
go inglés. Hay adiciones de contenido, como la aparición del pueblo, el
casamiento de Cordelia, el atisbo al árbol familiar Gloucester, paisajes,
mímesis musicales, refugiados sin techo, los cuatro elementos, caballos,
toros y catapultas, los movimientos de masas en la guerra, y el bufón to-
cando en flauta una triste melodía al final. Kozintsev no realiza una mera
calca de una puesta en escena en teatro, llevada sin más a la pantalla. Al
contrario, recursos propios de la forma cinematográfica, como la yuxta-
posición metafórica en el espacio y en el tiempo, el montaje audiovisual,
la libertad de plano y el filtro de color, son empleados con maestría por el
cineasta soviético para resaltar el contenido dramático y humano: en el
filme, vemos al pequeño Lear como diminuto frente a lo tremebundo de la
tormenta en el páramo, el ancho mar y vuelo de gaviotas como metáfora
cinematográfica del infinito y la naturaleza, la pista musical de Shostako-
vich acompaña los altos y bajos del devenir emocional en el filme, acerca-
mientos y alejamientos de cámara nos ponen frente al expresivo rostro de
los personajes, o frente a la magna dimensión de los espacios, y el tono
monocromático fue elegido concienzudamente por el director para dar un
tono asceta al filme, y extraerlo de las modas y requerimientos usuales
del Partido en relación al arte de uso propagandístico en la Unión Sovié-
tica. Elegir producir un filme sobre Shakespeare en la Unión Soviética en
1970 no es cosa gratuita: la década de los 60 es un momento crítico en la
historia de la Guerra Fría, en el que ambos lados de la Cortina de Hierro
hacen gala de autoritarismo, militarismo y represión generalizada (Guerra
de Vietnam, Primavera de Praga); en la URSS es la década de la produc-
ción de Guerra y Paz de Sergei Bondarchuk, un niño mimado del régimen,
y que da a los soviéticos su primer Óscar en la Academia occidental. Elegir
un tema no del presente (indigno de ser mostrado de manera positiva o
heroica), sino del pasado remoto (tiempos paganos, tiempos del cristianis-
mo primitivo, tiempos pre-modernos); elegir interpretar al inglés Shakes-
peare, antes bien que a algún ruso del gusto del Partido; elegir una forma
estética clásica (el drama), antes bien que una forma más contemporánea
y monumental de exposición (la industria cultural ya conoce Ben Hur, y
los atractivos rendimientos en el mercado, por la depredación burguesa
de la Historia Universal y de la historia del arte); se podría decir que

28
Kozintsev hace una elección negativa, en un sentido político, al optar
por hacer una interpretación de Shakespeare en el siglo XX. Es como si
se esperase que la audiencia soviética, o mejor aún, todo el público de
espectadores de Korol Lir, tuviera todavía algo que aprender de la ironía
descarnada del bufón, y del maremágnum de conflictos y emociones que
se presentan en el drama shakespeareano: cuando el humano se empe-
cina en seguir sin ruptura, formas fetichizadas de producción económica
y de convivencia social, y convenciones institucionales que estorban un
uso libre del propio cuerpo y sus producciones, no puede sino resultar el
caos, la barbarie y la destrucción innecesaria de vida. Hay otro elemento
político que se puede identificar en el filme de Kozintsev, y que permite
entenderlo, en cierta medida, como un reflejo en negativo, de la rea-
lidad histórica del cineasta: la apariencia cinematográfica del bufón no
es azarosa ni arbitraria – el chico rapado, escuálido y de ojos grandes y
tristes, representado por el actor moscovita Oleg Dal debe parecer un
chico de Auschwitz.6

El Lear de Kozintsev cumple con una tarea política que puede conside-
rarse como esbozada por la profecía del bufón arriba citada: una hu-
manidad futura, que haya superado atavismos mentales innecesarios,
prácticas sociales excesivamente represivas, y formas de producción
económica destructivas e irracionales, podrá regresar a El Rey Lear de
Shakespeare y Kozintsev, y considerar a Cordelia, el bufón, Kent y Edgar,
junto con otras figuras dramáticas del imaginario estético ruso, como el
idiota Myshkin, Pelagia, Louise y Chapaev, como atisbos proféticos de la
nueva sensibilidad, como destellos y adelantos de una humanidad futura
que logra entenderse como manada en marcha, y como especie pertene-
ciente a la biósfera de la Tierra.

8 Ibid.
29
El Desprecio / Le mépris
(Francia, 1963)

Director: Jean-Luc Godard

Por Diego Ulises Alonso Pérez

Mi idea original, al enterarme que este número sería sobre adaptaciones


literarias, era redactar un texto sobre El lugar sin límites de Arturo Rips-
tein, basada en la novela homónima del escritor chileno José Donoso.
Tenía la ventaja de haber leído el libro en un par de ocasiones, así como
de haber mirado la película repetidas veces. Mi texto empezaba con una
reflexión que decía algo así: el lenguaje cinematográfico y el lenguaje
literario tienen códigos distintos, cual si
hablaran diferentes idiomas. La literatura
cuenta historias con palabras, mediante
las cuales va dibujando paisajes variados
y nos puede pormenorizar los contornos
de los lugares, de los personajes. El autor
puede demorarse a su gusto en los de-
talles de un objeto, de una situación y,
bruscamente, pasar de un paisaje a un
monólogo o a un ensimismamiento com-
pleto de algún personaje. El cine necesita
de las imágenes para narrarnos, la cáma-
ra puede enfocarse igualmente en ciertos
detalles, pero la manera de hacerlo no
es, sin más, equivalente a las palabras.
Porque no es lo mismo hacer un relato con
palabras que con imágenes, aunque esas
imágenes puedan estar llenas de diálo-
gos. Aquí tengo que confesar algo. Hace
algunos años pensaba que la literatura era
superior al cine, que las palabras son ca-

30
paces de transmitirnos emociones fortuna ahora puedo apreciar
que ninguna imagen puede igualar. ambas maneras de expresar). La
Las adaptaciones cinematográfi- pregunta que quisiera plantear
cas que había visto me decepcio- es simple: ¿Es posible traducir los
naban, pues todo lo que la lectura símbolos del uno al otro? ¿Hasta
me había provocado no estaba ni qué punto? En mi opinión una bue-
cerca de lo que me producía el na adaptación cinematográfica no
filme. Esa convicción se derrum- es la que es completamente fiel al
bó por completo – y relativamente libro y que pretende hacernos ver
pronto – cuando descubrí la lógica en imágenes todo lo que las pala-
propia del lenguaje cinematográ- bras cuentan. Esto, a decir verdad,
fico y entendí que su manera de ni siquiera es posible. Lo que sí
mostrar es otra. De hecho, des- puede osar es una traduc-
pués de descubrir el cine de autor ción que conserve el
y deleitarme con alguna pieza de espíritu de…
Tarkovsky, pensé lo contrario a lo
que primeramente había firme-
mente creído. Sentí que ninguna
obra literaria – ni siquiera los gran-
des clásicos – podrían acercarse a
la maravilla y el milagro que pro-
ducen los poemas visuales que
tejen, fotograma a foto-
grama, el milagro
de Nostalgia
(por

31
Pero el borrador de mi artículo me tras ya extintas reuniones siempre
dejaba insatisfecho, me parecía fue alguna cinta que comentába-
trivial, banal y hasta superficial mos como un pretexto. Era sobre-
seguir con tales elucubraciones, todo una manera de compartir. La
pretender explicar o teorizar so- revista vino después, cual si fuese
bre los distintos modos en que el acta que conservaría aquello
pretenden mostrar. Es más, me que charlamos y, lo más importan-
pareció un exceso de soberbia o te para mí, cual si en ella preten-
de ingenuidad. ¿Cómo iba a pre- diéramos registrar aquello que nos
tender explicar por qué o cómo provocaba el cine. Por ello para mí
era posible una buena adaptación no hay ninguna duda: si algún va-
de uno a otro? Era una empresa lor y propósito tiene este espacio –
demasiado temeraria, pues ni soy ahora transfigurado – es contagiar
especialista en cine ni en literatu- ese gusto que estremece, conmue-
ra (ni pretendo llegar a serlo en ve, extasía (con que me lo vuelva
ninguno de los dos campos1). En-
tonces recordé lo que Ojo pineal
significa para mí: el lugar en don-
de se hablaba entre amigos sobre
filmes, filosofía, literatura, pintu-
ra, pero también política y, sobre
todo, de la vida. En su origen fue
más bien algo así como una comu-
na o un espacio en la que se com-
partían distintos gustos que iban
de las plantas al psicoanálisis.
Desde luego, el núcleo de nues-
1 Si en algo quisiera llegar a ser
un experto, sería en permacultura.

32
a transmitir a mí sería labor sufi- por arte de magia por la cámara
ciente). Si trato de estar presente (¿o por el director?). El desfase en-
en cada número – y escribimos casi tre lo que se ve y lo que se dice,
siempre los mismos que nos reu- entre la vida de los personajes y
níamos, esta especie de comuna o los roles que están interpretando;
club o espacio – es con la intención el desfase, finalmente, entre el
de compartir eso que me provoca amor y el odio, entre la indiferen-
el llamado cine de autor. Por ello, cia y el enojo, entre la admiración
finalmente, decidí hablar sobre y el desprecio. Pero también des-
El desprecio de Jean-Luc Godard, fase entre la partida de uno y la
pues además es una adaptación llegada del otro, entre el camino
al cuadrado. Es decir, es la adap- de un lugar a otro, de una habi-
tación de una novela del mismo tación o de una escena a la otra,
nombre (Il desprezzo) del escritor de un diálogo al otro. Desfase que
italiano Alberto Moravia, que a su nos muestra todo repitiéndose en
vez cuenta la historia de un escri- imágenes o en sonidos o en discur-
tor al que se le encarga reelaborar sos y en los tres al mismo tiem-
el guion para una adaptación de la po. La atmósfera, finalmente, del
Odisea. Dije al cuadrado, siendo desprecio en distintas direccio-
más preciso habría que decir expo- nes: del cine comercial que viene
nencial. Porque al mismo tiempo a destruir la belleza poética que
la cinta trata sobre el rodaje en el Fritz Lang quiere impregnar; a su
que se adapta La odisea (esto jus- vez, desprecio del cine comercial
tamente basado en el citado libro) por todo lo que no deja suficiente
que es, a fin de cuentas, lo que se dinero en sociedades en las que lo
ve en la pantalla. Es una película importante son las ganancias. Esto
sobre una película basada en un último personificado por el adine-
libro que cuenta la adaptación de rado productor que desprecia a
otro libro. sus trabajadores – especialmente
a su asistente – y, desde luego,
Como sea, lo verdadera- el desprecio que se vive cuando
mente impactante es la belleza se acaba el amor entre una pare-
de las escenas, el ritmo semilento ja. Estamos ante una de las obras
pero no tedioso y que atrapa, la imperdibles e imprescindibles y,
música que se repite, como se re- además, la mejor adaptación que
piten los cuadros: todo ello con un jamás se haya rodado – a mi gusto
extraño desfase provocado como – del poema épico de Homero.

33
El Satyricon de Fellini
(Italia, 1969)
Director: Federico Fellini

Por Alexis Hellmer

Federico Fellini (1920-1993) es, sin duda, uno de los principales referen-
tes de la cinematografía del siglo XX a nivel mundial. Es conocido, sobre
todo, por cintas como Roma, La strada y La dolce vita. Entre las nume-
rosas producciones que dirigió, ocupa un lugar importante su Satyricon
(1969), una obra sui generis, como otras del mismo cineasta, ante la cual
el espectador no puede permanecer indiferente.

El Satyricon de Fellini está inspirado en una novela epónima de casi dos


mil años de antigüedad, considerada, de hecho, una de las primeras
novelas de la literatura universal. Este texto, que ha llegado incompleto

34
hasta nuestra época, fue escrito entre los siglos I y II d.C. La tradición
atribuye su autoría a un personaje de la corte del emperador Nerón lla-
mado Petronio Árbitro, aunque esto ha sido puesto en duda, llegándose
a proponer otros posibles autores. De cualquier manera, se trata de una
novela satírica que cuenta las peripecias de un personaje llamado Encol-
pio y dos amigos suyos, Ascilto y Gitón. A esta narración principal, se le
incrustan tres narraciones secundarias y numerosas tramas menores que
suceden de manera contemporánea a la principal.

La novela parece responder a un deseo de criticar, mediante la sátira,


las costumbres de la aristocracia romana hacia el final de la dinastía
Julio-Claudia. Los personajes que desfilan por las páginas del Satiricón
se apartan de la moralidad impuesta por el primer emperador, Augusto,
y son un reflejo, más bien, del libertinaje y el desenfreno con el que
se conducían Tiberio, Calígula y Nerón, de acuerdo con autores como
Suetonio. Así pues, la novela es un viaje por los bajos fondos de algunas
ciudades romanas, donde los protagonistas se ven continuamente arras-
trados, por sus pasiones o por capricho de otros, de una aventura a la
siguiente, entre lupanares y casas de esclavos manumitidos.

Fellini supo convertir todo esto en una secuencia de imágenes desbor-


dantes, excesivas, grotescas, como la propia historia en la que se basan.
Aunque se trata de una adaptación libre, según se indica al comienzo, es
bastante fiel a la hora de retratar la vulgaridad y la sordidez que el autor
de la novela le imprimió a todo el libro. También el carácter fragmen-
tario y, con frecuencia, inconexo de los episodios encuentra un eco en
la versión cinematográfica, lo cual contribuye a generar una experiencia
estética muy particular. En efecto, tanto el libro, en la forma en que ha
llegado hasta nosotros, como la cinta de Fellini concluyen abruptamente
sin que la historia principal llegue a un desenlace. En una entrevista,
Fellini declaró que, al releer a Petronio, quedó fascinado por las partes
faltantes y por la oscuridad entre los diversos episodios. El cineasta (y
el espectador) recrean el pasado romano como quien visita un museo
arqueológico o admira las ruinas de un anfiteatro e intenta, con la fan-
tasía, colocar cada fragmento de mármol en su sitio. Este recurso lo em-
plearía Fellini en otra de sus más célebres producciones, Roma (1972),
que es una serie de episodios en los que se muestra la ciudad moderna

35
como en un mosaico de imágenes extravagantes. Cosa muy alejada de lo
que el propio Fellini había mostrado en La dolce vita (1960), cuyo hilo
narrativo es continuo.

Petronio, el autor de la novela, es a menudo retratado como un individuo


refinado, lo cual lo habría convertido en un arbiter elegantiae (árbitro
de la elegancia) en la corte de Nerón. Sin embargo, en su libro, parodia
los excesos de los aristócratas de su época
dando rienda suelta a su imaginación y
recreando escenarios de vulgaridad
caricaturesca, con lo que se re-
vela como alguien a quien ta-
les cosas entretienen más
de lo que repelen. Es
posible que Fellini
se identificara
con aquel
persona-
je de la
Roma impe-
rial y que quisie-
ra, con su adapta-
ción a la pantalla, inundada
de escenarios surreales y
oníricos, hacer un homena-
je y una crítica a aquel Ve-
rano del Amor que todavía
seguía sintiéndose por todos
lados. Cuando la cinta se
exhibió en Estados Unidos,
después de un concierto de
rock, ante un público de
unos diez mil hippies, el Sa-
tiricón encontró, a decir de
Fellini, su ubicación natu-
ral. El público aplaudía ante
cada nueva escena, cons-
cientes o no de que, bajo el
36 disfraz romano, la fábula era
sobre ellos mismos.
Lavoura Arcaica
(Brasil, 2001)
Director: Luiz Fernando Carvalho

Por Ricardo Hernández

Lavoura Arcaica, el libro de Raduan Nassar y el largometraje homónimo


de Luiz Fernando Carvalho están llenos de tierra. A veces es polvo y otras
tantas es lodo lo que va pasando por los ojos del lector-espectador. En
esta historia la labranza se hace con los pies y se cosecha en el cuerpo.

André es el segundo hijo de una familia católica de ascendencia libanesa


que vive con sus padres y hermanos en el campo brasileño. Se marchará
André de su casa y regresará tiempo después, pero no es solo el hijo
pródigo y no es solo el discípulo el que vuelve, regresa un hijo colmado
de enigmas que trastocará la “calmada” vida familiar.

En el libro la narración es en primera persona, André nos cuenta sus


pasiones en la hacienda y poéticamente recorre los diferentes espacios
que lo cobijaron durante su crecimiento. Los animales, plantas y herra-
mientas que lo rodean se describen cuidadosamente. El libro cautivó al
director Carvalho y los diálogos de la película son en su mayoría citas
textuales de la obra de Nassar.

“…la primera vez que vi a Sudanesa con mis ojos enfermizos fue un atar-
decer en el que la saqué fuera, allá por los arbustos floridos que circun-
daban su cuarto agreste de cortesana, la conduje con el cuidado de un
amante cariñoso, ella me seguía dócil pisando con sus patas de tacón,
bamboleando y balanceando el cuerpo ancho suspendido sobre las co-
lumnas bien delineadas de las patas, al atardecer empecé a cuidar de su
cuerpo, sumergía mis manos humosas en cuencos de ungüentos de olores
variados, y luego desaparecía en su pelo suave y con flecos…”1

La cinta de Carvalho mantiene coincidencias con el cine de Sokurov, pienso


sobretodo en las películas Madre e hijo y Padre e hijo. Ambos directores
manipulan la imagen, la estiran o estrujan a conveniencia y otras veces la
1 Fragmento del libro. Nassar, Raduan (2018). Labranza arcaica (Juan Pablo
Villalobos, trad). España: Editorial Sexto Piso. (Obra original publicada en 1975).
37
“Me
sien-
to una
persona
que depende
de la observa-
ción de la natura-
leza, las formas de la
naturaleza, los equili-
brios de la naturaleza, los
movimientos de la naturale-
za, del mundo sensorial de la
naturaleza, los vientos, las som-
bras, las luces, los movimientos
des-
improbables que un árbol puede
vane-
ganar con la presencia del vien-
cen con di-
to, todo eso para mí son leccio-
ferentes trucos.
nes de cine.”2
También comparten el
gusto por detener la cáma- En el video de la cita anterior
ra frente al reiterado contacto Carvalho habla sobre el aconte-
de los cuerpos protagónicos, los cimiento, plantea que el cine es
abrazos y las caricias son cen- una aventura del lenguaje, que
trales. La recurrencia a una pa- el filme se convierte en persona-
leta específica de colores es lo je y tendría una condición trá-
que más me ha llamado la aten- gica en tanto irrecuperable. En
ción, son sobre todo los colo- la película Lavoura Arcaica esa
res de la naturaleza (amalgama disposición del cineasta abona a
de verdes y marrones). Tanto el la tragedia de André, la escrita
director ruso como el brasileño por Nassar, entendida aquí como
exponen al espectador su devo-
2 Carvalho, Luiz Fernando.
ción por el bosque y los prados. (2018,01,24). Making of / Sobre Lavou-
La fuerza de la vegetación y el ra Arcaica / Luiz Fernando Carvalho
paisaje son parte de la trama. [Archivo de video] Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=-
38 DCSlhOELDhE
los innumerables recuerdos que entregué como un niño a la or-
contorsionan su cuerpo de cuan- gía de moras asesinas?...”
do en cuando.
En el cuadro de Rembrandt, El
Tanto escritor como director se retorno del hijo pródigo, pode-
afanan en preguntarse cómo se mos observar al padre abrazando
vive el tiempo. Escarban y es- al hijo, pero apenas si vemos el
carban en la memoria viva de rostro del hijo, lo que es eviden-
André, reflexionan sobre la in- te es un pie descalzo y el otro a
cidencia del trabajo o del ocio medio cubrir. En la parábola del
en el tiempo. Sobre los efectos hijo pródigo, lo primero que or-
que un amor correspondido o no dena el padre al reencontrarse
ocasionaría al tiempo vivido. con el hijo es: “Rápido, tráigan-
le la mejor ropa y póngansela,
En ambas obras de arte los zapa- colóquenle un anillo en el dedo
tos juegan un papel importante, y zapatos en los pies.”
el calzado aparece como im-
permeable, barrera que impide Lo que se cubre es lo que fue a
a los pies husmear las texturas buscar André lejos de la hacien-
y las temperaturas del mundo. da. Las misteriosas demandas
Pero simultáneamente el cuero de la carne que actúan más allá
del calzado tiene también una de ésta le hicieron explotar la
forma especial, estar tocándola cabeza al hijo, que a diferencia
(pisándola) constantemente es del pródigo bíblico que retorna
una manera de acostumbrarnos con sumisión, regresa con des-
a un abrazo tal y al rebote del acato.
calor propio.
En esta historia la labranza se
Quitarse los zapatos permite hace con los pies y se cosecha
por un lado dejar la costumbre en el cuerpo.
y avanzar en la sorpresa del ca- P.D.

mino. Al descalzarse se siente La película no se entendería sin la banda sonora de


Marco Antonio Guimarães y la ejecución del grupo
con mayor vigor la presencia Uakti.

nueva, cada cosa ocurre desde Si bien el estilo de vida de Raduan Nassar, cualquiera
que fuere, no mancillaría la maravilla de texto que es
Lavoura Arcaica, es interesante descubrir que justo
la planta. cuando empezaba a cosechar fama internacional el
escritor decidió irse a vivir a una granja y administrar-
la, alejándose de los reflectores por 30 años. Después
tuvo algunas intervenciones políticas a favor de la iz-
quierda y acabó por donar su granja al gobierno con fi-
“… ¿no me acosté en ese suelo nes pedagógicos, con la condición de que emplearan a
sus trabajadores y se reconociera la sabiduría popular.
de mandarinas incendiadas, en
ese reino de drosófilas, no me 39
Narrador fílmico – narrador
literario1
Por Zé de Oliveira e Souza

El lazo que une a la literatura con el cine es sutil y frágil. Sutil en cuan-
to que puede no ser notado, y frágil en cuanto que pueden separarse
una de otro y vivir con autonomía en la recepción de los lectores y/o
espectadores, es decir, ser fenómenos totalmente aparte. Pero ¿dónde
radica esa sutilidad y esa fragilidad? y ¿cuál sería el efecto del aumento
o disminución de esos factores?

El cine y la literatura no dejan de ser un lugar de narrativas, con


esto quiero decir que, ambos fabulan sin necesidad de decírnoslo, ambos
son un lugar para contar algo a alguien. Considerando lo anterior como
1 Traducción: David Joel Jiménez probable verdad, podemos enton-
ces afirmar que debe existir un na-
rrador, una trama, un argumento
y varias cosas más, todas propias
de la narración. Si en la literatura
algunas veces es complicado es-
tablecer la distancia del narrador
con respecto a la diégesis, o bien,
el artificio nos lleva a enterarnos
que el narrador ha sido siempre un
personaje, cuando se lleva esto al
cine la situación parece aún más
compleja, con más pasos, puesto

40
que no sólo debe trabajar los ele- de La Tregua (2003). En el primer
mentos de la narración con otro ejemplo, pese a que hay momen-
lenguaje, sino que debe mantener tos en que las voces en off apare-
cierta esencia de la obra literaria cen, éstas forman parte de la es-
que adapta. cena y no del narrador fílmico en
sí. Lo que, desde mi punto de vista
¿Quién narra en el cine? no percibimos es que, hay una dis-
Alguna vez me pregunté y fue un tancia entre el narrador literario
colega quien, con aires doctos me y el narrador fílmico. Y aquí viene
respondió: la cámara. Cierto, has- la pregunta del millón: ¿Quién na-
ta ahora coincido con ello, porque, rra Pedro Páramo (PP) en el tex-
así como en la literatura el narra- to literario y desde qué lugar? y
dor muestra el “todo” literario, ¿quién narra Pedro Páramo (Pp) en
así en el cine la cámara muestra el filme y desde qué lugar? En PP el
el “todo” fílmico. Pero ¿qué dife- narrador es Juan Preciado y narra
rencia podría haber si hablamos de desde la muerte, es un narrador
adaptaciones? Me parece crucial autodiegético que, dentro de la
el asunto. Sobre todo, porque al-
gunas muestras cinematográficas
incluyen una voz en off que fun-
ciona también como narrador y
llena vacíos que dan continuidad
al sentido del filme; algunas otras
sólo dejan fluir la propia trama y
sus diálogos hasta el final.

Este asunto del narrador


podemos verlo mejor en las adap-
taciones de Pedro Páramo (1967) y

41
propia diégesis, va cambiando su que van en el mismo paquete sig-
posición como narrador (después nificativo, como si la cámara fuera
podríamos hacer un seminario para realmente ese personaje del que
desgreñarnos por esta afirmación); trata la película.
pero en Pp el narrador no es Juan
Preciado, ahí él sólo funge como Si bien esto no pretende
personaje, la cámara se convierte ser un análisis sesudo del asunto,
en un narrador heterodiegético y sí busca colocar en los lectores
en consecuencia su lugar está no más preguntas que respuestas so-
lejos de la diégesis, sino ajeno a bre la cuestión del Narrador fílmi-
ella. co y, en lo futuro, saber si ya exis-
te alguna categorización o algún
En La tregua, el narrador estudio que nos lleve a rescatar
literario también sería del tipo au- el valor que tiene tal elemento en
todiegético, aunque quizá por el las adaptaciones cinematográficas
tipo de formato que utiliza (dia- de los textos literarios. Además,
rio), podemos también decir que es nos debe llevar a observar cómo el
homodiegético, esto es, no sólo es narrador ayuda en la sutileza fíl-
protagonista de la historia que va mica, es decir, en no saber hasta
a contar, sino que es en el presen- qué punto se copia o imita el tex-
te el protagonista de lo relatado to literario, o hasta qué punto la
(aquí debemos ahondar más, pero adaptación dota de nuevo conteni-
después). En el caso del narrador do significativo. Del mismo modo,
fílmico, la frontera que veíamos quizá esto nos ayude a compren-
en caso anterior parece diluirse y der mejor el valor artístico que
quedan más cercanos entre hete- tiene una pieza cinematográfica
rodiegético y autodiegético, pero cuando se separa completamente
esto se debe a que la voz en off del de su fuente literaria y nos evite
filme, no sólo completa la escena, hacer comparaciones estériles so-
sino que la acompaña. Digamos bre cuál fue mejor o peor.

42
Un beau soleil intérieur
(Francia, 2017)

Director: Claire Denis.

Por Carlos Arvizu.

–Cuando no estás enamorada ¿qué haces?

–Nada.

43
Dentro de nuestro bagaje cinema- va de la fuente primera, así como
tográfico son sencillos de localizar, también demarcarse de ella para
por su rotunda abundancia, pro- configurar un discurso propio y ori-
ductos que ostenten la polémica ginal. Cabe reconocer que el cré-
categoría de “adaptación litera- dito a tal movimiento oscilatorio
ria”, cuyas fuentes se remontan no sólo recae en el incuestionable
con frecuencia a la novela, cuen- talento de nuestra cineasta, sino
to, obra de teatro y al actualmen- también, a la peculiaridad dis-
te lucrativo cómic. Sin embargo cursiva del texto en que se basa.
¿cuántas películas podríamos iden- Nuestra lectura –anticipamos– ver-
tificar como basadas en un texto sa sobre algunas coordenadas en
de género filosófico? Con salvedad que se desarrolla el fenómeno, a
del varias veces reinterpretado veces relegado en otras prioriza-
mito de la caverna de Platón1 no do, del amor. Antes digamos unas
cabe duda que el número, en com- pocas palabras sobre la fuente ori-
paración con otras fuentes, se re- ginal.
duce notablemente. Dicha escasez
refleja, por un lado, la dificultad Roland Barthes (1915-1980) fue
que significa trasladar con integri- un destacado filósofo y semiólogo
dad la forma del discurso filosófico francés cuyos esfuerzos como es-
al lenguaje cinematográfico, este critor se ocuparon en la creación
último más cercano a la narración de una nueva crítica en torno al
literaria (ya sea tradicional o van- discurso literario y su significa-
guardista); asimismo manifiesta ción. En 1977, año en que con-
la preferencia del cineasta o del sagra su carrera académica al
guionista por retomar ciertas ideas ser admitido como miembro del
filosóficas para ser ellos mismos Collège de France, publica Frag-
quienes las trabajen interpretán- mentos de un discurso amoroso.
dolas por medio de sus recursos Apartado del muchas veces árido
artísticos específicos. En esta oca- lenguaje académico, el libro supu-
sión proponemos la lectura de una so un excepcional hito dentro de
película cuyo proyecto se desplaza su prolija obra alcanzando gran
entre recuperar la forma discursi- aceptación entre el público no es-
pecializado, convirtiéndose así en
1 Tan sólo en un corto período,
Hollywood nos despachó tres productos
un best-seller y referencia obliga-
cuya idea central posee claros ecos plató- da de todo asiduo lector francés.
nicos: Dark city, The Truman show (ambas Tomando como clave interpretati-
de 1998) y Matrix (1999).
44
va al Werther goethiano, Barthes del continente africano, por lo
nos relata a través del signo y la que en su obra es común ponga el
reflexión subjetiva, el discurso acento en la lucha, el choque cul-
que habla, vive y padece el suje- tural que sostienen colonizados y
to amoroso contemporáneo. Tal y colonizadores, dotándolos de voz
como el título sugiere, el lector e imagen. Quien escribe estas lí-
se desliza en ritmos entrecortados neas afirma que sus películas son
a través de una serie de reflexio- ensayos sociológicos. Sin embargo,
nes fragmentarias aparentemente con Un beau soleil intérieur Denis
inconexas. En cuanto al conteni- parece distanciarse de los temas
do, Barthes nos relata episodios habituales que la caracterizaron
cotidianos que gravitan en torno desde un inicio, dando como re-
a la experiencia del amor: la im- sultado –en consonancia con lo que
posibilidad de aprehender al Otro; hiciera Barthes en su momento– la
un Otro que nos afecta –por igual– producción más atípica y accesi-
como objeto de nuestra fascina- ble, o quizá más bien el inicio de
ción y dolor. El Amor es la esfera una nueva etapa de su ya dilatada
donde se despliegan la ausencia, carrera. El año de estreno, recor-
los celos, resentimiento, olvido y demos, fue significativo para la
reencuentro; los gestos y miradas nación gala2.
cómplices. En palabras del francés
“el discurso amoroso es hoy de una En Un beau soleil intériur se nos
extrema soledad.” invita a interrogarnos ¿de qué ma-
nera el Amor afecta a todos los
La dotada mirada de Claire Denis niveles de nuestra existencia? Su
(1946) nos guía hacia el cuestio- ausencia o presencia ¿qué tan-
namiento sobre las problemáticas to permitimos nos controle? Nos
y contradicciones que permean trasladarnos al París contemporá-
dentro de su entorno social, en neo, ciudad a la que el imaginario
específico aquellas problemáticas colectivo le ha imputado el mote
aquejan al mundo poscolonial, to-
2 En 2017 los franceses eligieron
mando como marco historias inspi- a Emmanuel Macron como jefe de Estado,
radas fuertemente en su biografía. el cual ha tenido por cometido enfrentarse
Hija de un funcionario público, a un difícil estancamiento económico, sin
olvidar la crisis migratoria y la perma-
administrador de las colonias fran- nente amenaza del terrorismo. En fechas
cesas, pasó sus años de infancia y recientes el elevado costo de vida devino
adolescencia en diversas regiones en violentas protestas por parte de los
“chalecos amarillos”.
45
“del amor”. Por enésima vez se lato, porque ella misma es incapaz
nos vende la imagen de los inex- de asumir un compromiso, lo que
pugnables pisos departamentales conlleva necesariamente a que di-
repletos de artículos propios de cha búsqueda esté condenada de
la vida bohemia e intelectual pa- antemano al fracaso. Precisamen-
risina: libreros atestados de vo- te porque el compromiso supone
lúmenes, tocadiscos y una nutri- un limitante a nuestra continua y
da colección de vinilos; todo ello poca satisfecha ansia de relacio-
aderezado ocasionalmente bajo la narnos significa –bajo el esquema
cadenciosa atmosfera del jazz. Se monógamo– cerrar la puerta a
nos presenta a Isabelle (encarnada otras posibilidades, en apariencia,
por una consagradísima Juliette más atractivas.
Binoche), artista plástica en el cé-
nit de su vida que se halla sumida Si como afirma el estagirita (Met.
en la fría y asfixiante regularidad X, IV) la primera contrariedad es
de lo cotidiano. Para solventar aquella correspondiente a la “po-
dicho vacío, Isabelle soporta el sesión” y la “privación”, la exis-
“jour après jour” recurriendo a tencia de nuestra protagonista dis-
la incansable búsqueda del Amor. curre en contradicción endémica:
Desde los primeros compases in- Isabelle es poseedora de capital
tuimos la profunda insatisfacción cultural y social (como miembro
y soledad que emana el film. Y es del gremio artístico parisino) así
que factores como el sexo o los la- como capital económico (nunca la
zos familiares están muy lejos de vemos preocupada por menesteres
ejercer una garantía para alcanzar de tal índole); empero, ella misma
una alteridad significativa. Si hay intuye su incapacidad de entablar
algo que el personaje interpreta- una interacción perdurable y sig-
do por Binoche ama es el fugaz nificativa, en tanto la distancia
estadio del enamoramiento, aquel que la separa de los demás es in-
donde los especialistas intentan salvable. El hastío comienza con lo
reducir el “milagro” (en el senti- más inmediato, esto es, el medio
do que lo emplea Gabriel Marcel) social que proviene de la amis-
que supone la aparición del Otro tad e interacción laboral. Al salir
a un mero mecanismo químico-fi- de su zona de confort, la odisea
siológico que genera una placen- emprendida por Isabelle la lleva a
tera sensación de euforia. Isabelle distanciarse de colegas, personas
es incapaz de amar, en su sentido afines a su clase social, tornando

46
a sus infatigables andanzas un ca- los objetos que consumimos, sino
riz cada vez más retorcido, siem- también, semejante caducidad se
pre con la renovada promesa que ha trasladado hacia las personas
el siguiente encuentro será más que nos rodean y con quienes pre-
satisfactorio que el anterior. Emu- tendemos entablar una relación.
lando el discurso fragmentario de Unas veces Isabelle actúa cual
Barthes, la película entreteje un calculadora Moira al ser ella quien
mosaico de microhistorias donde determina longitud y corte de una
distintos amantes se van sucedien- relación; en otras será ella la afec-
do uno tras otro, recurso que se tada. De igual manera, en nuestro
vale Claire Denis para reproducir discurrir vital habrá la sazón don-
los múltiples estilos de relación de no seamos correspondidos o
amorosa que se adaptan a deter- no podamos corresponder; ocurra
minadas circunstancias. Lo ante- que entablemos relación en busca
rior se constata en el esfuerzo por de escala o estatus social o seamos
mostrar a Isabelle en un rol ambi- puente de dicha ambición; cuando
valente de poder. seamos nosotros los rescatados.

En el amor contemporáneo per- Ante semejante panorama ¿qué


siste el empeño por asumir un nos resta hacer? En la sociedad del
dominio sobre el otro dentro de capitalismo avanzado, donde se
la dinámica inconfesada del jue- quiere ver a los individuos como
go de poder. Por ello, evitamos a enfermos, donde toda dolencia o
toda costa exponernos frágiles y comportamiento que no encaja
necesitados a los ojos del Otro. Ya con el patrón normalizador posee
Rousseau sostenía que “[n]o hay un nombre específico y una ope-
sujeción tan completa como la ración terapéutica que le corres-
que presenta las apariencias de la ponda, la división del trabajo y la
libertad.” Qué mejor lugar donde ultraespecialización nos ha legado
persista la apariencia de libertad la figura del especialista del alma.
que el amor. Sin embargo, en las En el tramo final de la película se
relaciones interpersonales la dia- recurre a la guía de una figura al-
léctica del amo y esclavo nunca ternativa, menos institucionaliza-
es absolutamente manifiesta, o da y completamente relegada del
mejor dicho, no es un patrón rí- discurso que dice poseer el cono-
gido o estable. La obsolescencia cimiento objetivo, la figura del
programada no sólo se impone con vidente (personificado por Gérard

47
Depardieu) que actúa como catalizador a los contradictorios deseos de
Isabelle. El vidente señala que, para encontrar el verdadero amor, antes
es preciso hallar un “bello sol interior”. Dicha imagen nos recuerda a la
máxima socrática “gnóthi seautón” como condición primera del conoci-
miento del mundo y sus fenómenos. En consonancia, hallar el “bello sol
interior” no sería otra cosa que aprender amarse a uno mismo.

48
De The green mile a The
Shawshank redemption:
la adaptación/traducción
Por Leopoldo Orozco

La primera vez que una obra de arte me hizo


responder con todo el cuerpo a sus estímu-
los fue gracias a la varicela. No recuerdo mi
edad, pero debí haber estado en los primeros
años de la primaria. Mis padres, para que no
contagiara a mi hermana del virus —cosa que
no lograron—, me acuartelaron en una casa
de campaña dentro de mi habitación. Como
me aburría bastante, decidieron meter a mi

49
zona de cuarentena una televisión medio dormido convenciéndome
portátil, minúscula, a blanco y ne- de que no debía preocuparme,
gro, a la que aún había que cam- pues según él, las sillas eléctricas
biarle el canal girando una rueda no existían.
gris en el costado de la pantalla.
Años después vería en la
Una noche de insomnio — televisión —presumiblemente en
la picazón, lo recuerdo todavía, el mismo canal— Sueños de fuga
era insoportable—, en lugar de dar (en inglés, The Shawshank Re-
vueltas en la colchoneta como un demption). Me gustó tanto que
prisionero en aislamiento, decidí siempre estaba atento a buscarla
encender el pequeño aparato y por las mismas fechas para ver si
ver cualquier cosa que se diera en la conseguía ver completa —eran
la programación a esas altas horas tiempos sin internet en los que uno
de la madrugada. En alguno de los estaba habituado a ver las pelícu-
canales se transmitía una película las empezadas—. Mi sorpresa fue
sobre un enorme negro condenado muy grande al enterarme de que
a muerte por el asesinato de dos ambas películas fueron dirigidas
niñas rubias. La película era The por la misma persona, Frank Da-
Green Mile (en hispanoamérica, rabont, y de que ambas son adap-
Milagros inesperados). El senti- taciones de novelas escritas por el
miento de aventura que suponía mismo hombre, Stephen King.
ver yo solo una película adulta me
entusiasmó. Sin embargo, me lle- Luego, pasaría a leer am-
né de pavor en los siguientes mi- bos libros, lo cual, para alguien
nutos: en una de las escenas más que conoció primero las películas,
famosas, uno de los condenados es una experiencia rarísima: am-
es ejecutado en una silla eléctri- bas están adaptadas tan fielmente
ca mal preparada, lo que resulta que en algunos momentos parecen
en una muerte horrenda por calci- transcripciones —aunque, después
namiento, en cabellos en llamas y de una inspección detallada, re-
gritos de agonía, dedos crispados sultan no serlo casi nunca—. El
sobre la madera caliente. Salí de espíritu de ambas obras, novela y
la casa de campaña, llorando de adaptación cinematográfica, son
terror, para pedir auxilio. En una tan parecidos que parecen alimen-
escena que ahora recuerdo como tarse la una de la otra.
muy tierna, recuerdo a mi padre
Esto me recordó a lo que
50
sucede, por ejemplo, con la tra- en el libro de King, una imagen
ducción de poesía. Un traductor hermosísima en the Shawshank
de poesía se encarga de poner el Redemption, que hubiera parecido
espíritu de un poema en el cuer- innecesaria o vaga en la pantalla
po de una lengua distinta. Toma pero que hace esencial la página
lo esencial, el andamiaje del poe- en la que está impresa. Red, un
ma-fuente, y crea uno nuevo a hombre que no sabe qué hacer con
través de esas pautas. La humil- su libertad al ser soltado después
dad del traductor —al igual que la de décadas de encierro, recuerda
de Darabont— consiste en respetar las palabras que le dice su mejor
y conocer hasta tal grado el alma amigo, Andy, antes de que este
de su materia prima que no dudan último llevara a cabo un escape
en quitar elementos de aquí o de prodigioso de la prisión de Sha-
allá para que su belleza no pier- wshank: en cierto lugar de cierto
da forma. Así como Darabont, por estado, en la carretera tal, bajo
ejemplo, pone un solo personaje tal árbol, hay una roca bajo la que
bien desarrollado donde en la no- sepulté todo lo que quedó de mí.
vela había dos apenas esbozados Si alguna vez sales del hoyo, bus-
por cuestiones de practicidad y ca esos restos y sígueme. Como si
coherencia, así mismo el traduc- fuera un personaje bíblico, Red se
tor quita una o dos palabras de queda dormido y tiene un sueño:
un verso para que el poema nuevo con la inusitada libertad que tor-
no pierda su ritmo. Podría aventu- tura al cautivo, encuentra la roca
rarme a decir que Darabont no es e intenta levantarla. Pero las fuer-
sólo un buen director, es también zas le fallan, tal vez la esclavitud
un maestro traductor del lenguaje le ha quitado el vigor que podría
literario al lenguaje cinematográ- darle el sueño de una fuga idílica.
fico. Mientas desespera, con la enorme
roca haciéndosele cada vez más
Ambos medios tienen sus pesada entre las manos, se entera
aciertos. Por ejemplo, la descrip- de su suerte: escucha una jauría
ción que hace el novelista del de perros en la lejanía. Entonces,
guardia principal de Milagros in- despierta.
esperados nunca será tan potente
como la expresión en el rostro de
Tom Hanks al curarse de su dolen-
cia ficticia. Pero hay algo que leí

51
Un rompecabezas
o Blade Runner 2049
(Estados Unidos, 2017)

Director: Denis Villeneuve

Por Juan Carlos Báez

No soy del tipo de personas que regresan


a lugares de los que se fueron. Ni físicos
ni simbólicos. No regreso a escuelas tanto
como no leo textos viejos que he escrito.
Dinamito todos esos puentes entre la me-
moria y el presente y evito así la nostalgia
cotidiana.

Quizá esté mal. Lo he pensado. La


retroalimentación individual –por ejemplo,
en los textos– siempre es buena. Pero no lo
hago del modo en que yo quiero. La razón:
la vergüenza, una vergüenza bien peculiar:
no pienso que hice o dije algo indebido
y por lo cual me arrepiento, sino que
pienso en que mi percepción estu-
vo errada. Esa imagen para mu-
chos nítida del recuerdo se
presenta para mí como algo
grisáceo y tambaleante.

Y hace poco lo
comprobé: en un arran-
que de emoción salí de
mi casa directo a una tienda
de discos. Crucé el pasillo, busqué en la es-
tantería y me acerqué al amable cajero que pasó por el
52
código de barras Blade Runner 2049. Al llegar a mi casa saqué del closet
el DVD, lo conecté y puse en el disco en el lector.

Cuando la película salió me trastocó una de las tesis centrales


que aborda la saga –tanto su predecesora Blade Runner
como ésta–, inspirada en la novela de Philip K. Dick ¿Sue-
ñan los androides con ovejas eléctricas?: qué tanto influye
la memoria y los recuerdos en la esencia del humano.

Y es que en la trama vemos a dos corporaciones


enormes, en la primera Tyrell y en la segunda Wallace,
crear una suerte de robots llamados replicantes. Estos
replicantes obedecen toda orden hasta que dejan de
hacerlo: por medio de recuerdos implantados, ya sean
vividos o creados a partir de la imaginación de alguien
más, el replicante se siente humano. Y son esos mismos
recuerdos los que le dan conciencia de sí y del mundo.
Por un momento se duda replicante y se sabe huma-
no. Empieza a rebelarse. Se rebela contra el engaño.
Contra la confusión. Contra el engaño del mundo y la
confusión de la memoria.

Y sin embargo entre cada película hay


diferencias sustanciales: mientras en Blade
Runner el personaje principal es un humano
cazando replicantes, en la segunda vemos
a un replicante cazando a otros replican-
tes.

La trama en la primera ocasión


me había fascinado. De verdad.
Quisiera regresar entonces y
decirme que esté más atento
porque puedo fallar, errar en
mi percepción. Porque la segunda
vez que la vi no me gustó para nada. Esos
elementos que en primera instancia me volaron la
cabeza ya no existían más.

53
Los visuales, increíbles en esa ocasión, eran borrosos. La historia
y las interpretaciones me parecían más bien vacuas y no sólidas. Y los
diálogos iban más rápido de lo imaginado. En algún momento pensé en
quitarla, pero la soberbia me ganó y la dejé. Dejé que el recuerdo poco
a poco rompiera su marco, se rasgara y quemara sus esquinas.

La memoria es un rompecabezas. Buscamos las piezas con una


finalidad bien específica: tener la sensación de claridad frente al recuer-
do. Y a pesar de eso las piezas se esconden. No disponemos de ellas. No
se hallan a nuestro alcance. Hay algunas que se hallan perdidas en el
abismo. Piezas que jamás se recobrarán. Y con ello la garantía de confu-
sión.

En una de las escenas que más me gustaron la primera vez que


la vi, K., personaje al que Ryan Gosling interpreta, grita después de ha-
berse sometido a un análisis de sus recuerdos. Percibe su memoria como
hecha por él mismo. Por su propia existencia. Él vivió todo eso, según
siente. El conflicto, no obstante, reside en que, hasta ese momento, le
han dicho que es un replicante. Se sabía replicante hasta que empezó a
dudar de su memoria y qué tanto era de él o de alguien más.

K. grita de desesperación porque, también, no sabe cómo com-


pletar los rompecabezas a su alrededor: el del misterio a resolver y el de
su memoria. Peor aún: ninguno es compatible en apariencia. No sabe si
eso que recuerda le pertenece. No sabe si es un replicante o un humano.
No sabe quién es. No sabe qué es la memoria.

Y como K., en la segunda vez que la vi me pregunto quién im-


plantó en mi memoria esa idea de que era la mejor película del mes,
año, década e historia. Quién jugó conmigo un juego que desconozco.
Y después de muchas disertaciones concluí que ese acto ritual de ir al
cine me la jugó: todo lo que conlleva estar en una sala –la pantalla, las
bocinas, las butacas, el halo de luz que sale del proyector y deja entre-
ver las partículas de polvo entre las que nadamos– fue el creador de mi
percepción. Todo ese influjo bajo el que estaba permitió a mis sentidos
percibir de otra manera la película.

La percepción de los sentidos limitada. Cae en ocasiones en lo

54
equívoco. Muchas cosas no fueron tal cual se piensan. Y no obstante eso
nos construye. Nos hace dudar de nosotros mismos y nos hace recons-
truir elementos de nuestro propio ser. Si la experiencia vivencial –como
ir al cine– construye pensamientos, sentimientos y emociones del ser
humano, el dudar de esa experiencia –como caer en lo fortuito de ver la
película en la casa– reconstruye toda esa gama de elementos humanos.

Por un momento sentí esa vergüenza que hacía que evitara este
tipo de situaciones. Pero después comprendí que darle una relectura a
las cosas, regresar a esos momentos y verlos desde otra perspectiva,
comprendiendo cómo fue esa primera vez, la configuración que ella nos
dio, hallar y crear esas pequeñas piezas del rompecabezas que es la me-
moria, nos hace tan humanos como a un replicante.

55
La insoportable levedad del
ser
(Estados Unidos,1988)

Diector: Philip Kaufman

Por Efraín González

56
¿Pero es de verdad terrible el peso de encontrar consuelo en lo exte-
y maravillosa la levedad? La carga rior, en lo ajeno a sus problemas
más pesada nos destroza, somos internos. Los eventos que ocurren
derribados por ella, nos aplasta a su alrededor, ocasionados por
contra la tierra. Pero en la poesía sus relaciones sociales, así como
amatoria de todas las épocas la por la dinámica social e incluso la
mujer desea cargar con el peso del esfera política, manifestada en la
cuerpo del hombre. La carga más Primavera de Praga y la posterior
pesada es por lo tanto, a la vez, la invasión soviética a Checoslova-
imagen de la más intensa plenitud quia, también repercuten en el
de la vida. Cuanto más pesada sea protagonista de la novela.
la carga, más a ras de tierrra es-
tará nuestra vida, más real y más Tomás es un hombre de carne y
verdadera será. Por el contrario, hueso, un hombre con pasiones,
la ausencia absoluta de carga hace deseos y apetitos sexuales. Se
que el hombre se vuelva más lige- acuesta con quien le place, sien-
ro que el aire, vuele hacia lo alto, do un déspota con sus parejas
se distancie de la tierra, de su ser sexuales, preocupándose por sus
terreno, que sea real sólo a me- propias fantasías. Teresa es una
dias y sus movimientos sean tan mujer que ha vivido en constantes
libres como insignificantes. Enton- inseguridades, al punto de ver en
ces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso un encuentro casual con Tomás,
o la levedad? Milan Kundera, La in- una completa acción del destino
soportable levedad del ser y la forma de escapar a todos sus
miedos, desesperanzas e insatis-
Cuando pienso en la existencia facciones de la vida. En este en-
humana, mi mente me transporta cuentro del “destino”, Teresa ob-
inmediatamente a una novela fi- tiene sentirse segura y confiada en
losófica; La insoportable levedad su pareja.
del ser. Kundera planteó muy bien
la imagen y la realidad del ser hu- La historia comienza cuando es-
mano a mediados del siglo pasado. tos personajes, tan distintos,
Alguien que debe combatir contra pero mutuamente necesarios, se
sí mismo, contra las relaciones encuentran por una casualidad y
afectivas, contra sus ideales inclu- comienzan una vida juntos. Habi-
so; hay una lucha interna en cada tan el mismo hogar, se casan y se
ser humano. Sin embargo, no pue- aman. La felicidad que Teresa ha

57
estado buscando parece haberse fueran los rollos originales de las
presentado, mas pronto descubre grabaciones encontradas durante
lo contrario. Tomás no puede de- aquel movimiento. La violencia, el
jar sus encuentros casuales con ímpetu y la oposición a estas últi-
otras mujeres, sobre todo con Sa- mas se ve más claramente. Tam-
bina, su amante preferida. Teresa bién las repercusiones en su con-
es consciente de las infidelidades tra se hacen más evidentes aquí.
de su marido, pero se sabe inca- Por un artículo escrito, Tomás es
paz de dejarlo. Más que por amor, tachado conspirador político, y se
es su mentalidad y sus ideales im- le pide retractarse de sus pala-
puestos en esa relación lo que le bras, al no hacerlo, se ve envuel-
impide dejarle. Sobre todo, por- to en otra serie de maniobras de
que ella ha decidido encontrar un carácter político. Ciertos involu-
sentido mayor en las casualidades crados en un movimiento político
por las que se encontró con él, ha- intentan reclutarlo en sus filas,
ciendo de esta una relación nece- pero a él no le interesa ese tipo
saria. de asuntos, aun sabiendo que hay
gente con vínculo con él. El filme
La insoportable levedad del ser no deja lugar para que la imagi-
trata los temas del amor, el mie- nación pueda intentar plasmar el
do a la vida en pareja y sus múlti- miedo en la escena. Se puede ver,
ples problemas; las infidelidades, se puede sentir en los personajes
el deber ser y el querer ser (el y en nuestro propio ser como es-
famoso Muss es sein? Ja, es muss pectadores.
sein), el miedo al abandono, el re-
chazo, la desconfianza en el otro, Al respecto, cabe decir algo para
entre otros muchos más. Y sobre fundamentar nuestra afirmación
todo esto, hay un tema que sobre- de esta superación del filme res-
sale de entre todos; La primavera pecto al libro. Immanuel Kant
de Praga. Los eventos políticos, establece en la Crítica del Juicio
los comentarios al respecto y las que las ideas estéticas pretenden
repercusiones de la libertad de hacernos pensar aún más de lo
expresión y la censura. En este que se nos presenta, le exigen a
punto, el filme logra superar al la imaginación ir más allá de sus
escrito. Desde que se da inicio a propios límites. Es decir, preten-
esta escena en el filme, la toma se den que las ideas de la razón, que
torna en blanco y negro, como si son completamente abstractas,

58
puedan ser introducidas en nues- gar que el doctor de la otra sala y
tra intuición sensible, haciendo el paciente en la camilla.
que nuestra experiencia sea aún
más completa. Todo el panorama Pensar en adaptaciones cinemato-
complejo y abstracto de Kundera gráficas de novelas es muy com-
se puede conectar con la obra de plicado. La industria ha adaptado
Phillip Kaufman, quien intenta- y libros que logran separarse mucho
a mi parecer logra- hacer un ejer- de su material de origen. A unos,
cicio de este tipo con la obra en esto les agrada, a otros no. Sin
cuestión. En principio, podemos embargo, Phillip Kaufman nos sor-
notarlo en el detalle que Kaufman prende con esta cinta, empezando
pone respecto al panorama, des- con el cast. Juliette Binoche como
de los primeros minutos se nota el Teresa logra demostrar la esencia
enfoque hacia los paisajes silves- inocente de su personaje, para
tres, para posteriormente hacer luego alzarse como una mujer que
un énfasis a la ciudad. Esto logra lucha por lo que cree y por sí mis-
introducirnos no sólo en la histo- ma. Daniel Day-Lewis, presentado
ria, sino en el mundo donde se de- como un seductor innato, muestra
sarrolla. la firmeza del carácter de Tomás
ante el sexo opuesto, así como
En la novela, somos participes de una relación de igualdad con Sa-
todo desde un punto de vista de bina (Lena Olin) y una relación de
un tercero, como si acompañára- complacencia hacia Teresa. Este
mos a los personajes de manera film salió 4 años después de su li-
omnisciente. No desde su punto bro homónimo, siendo una de las
de vista, pero sí capaces de sentir mejores adaptaciones cinemato-
todo lo que ellos padecen. En el gráficas que se han visto. No sólo
filme, Kaufman logra hacer esto al por el cast, sino por la adaptación
ponernos desde una cámara detrás de la historia, así como el manejo
de los personajes, vemos sus es- de los elementos estéticos como
paldas, pero también vemos lo que las cámaras, los paisajes, la foto-
se nos pone al frente de ellos. No grafía y el tipo de enfoque durante
somos ellos, pero logramos parti- la película.
cipar de sus vidas. Desde la escena
inicial se nos anuncia esto; cuan-
do Tomas está con una enfermera,
nosotros vemos desde el mismo lu-

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Le hérisson
(Francia, 2009)

Director: Mona Achache

Por Marian Tapia Pérez

“Ansío las estrellas

mas abocada estoy

a la pecera”

La elegancia del erizo, Muriel Barbery

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Descifrar el número de veces que he visto esta película es una tarea
imposible ya que cada vez es como si fuera la primera. La directora
Mona Achache hace una adaptación del título original La elegancia del
erizo escrito por la melancólica francesa Muriel Barbery, resultando en
un filme que, como sucede a menudo, no le llega a los talones al libro
pero que invita a la reflexión filosófica sobre la vida, la muerte y por qué
ambas son tan bellas como absurdas.

Paloma Josse, hija menor de una familia burguesa, fascinada con


la cultura japonesa y asqueada con el destino que ha sido escrito para
ella, decide suicidarse el día en que cumple doce años para evitar, en
una metáfora, “terminar en la pecera” y en el camino nos lleva consigo
en la búsqueda por el sentido de la vida –si es que lo tiene- analizando
las intrincadas personalidades de su familia. Una madre que no ve la
relación entre los diez años que lleva visitando al psicoanalista y los
mismos diez en que ha desarrollado una dependencia a los ansiolíticos y
antidepresivos con champagne, un padre brillante pero más interesado
en su trabajo que en su familia y una hermana preocupada por ser menos
neurótica que su madre y más brillante que su padre. Paloma pasa las
horas escondiéndose en sus ensoñaciones o filmando el vaivén cotidiano
de las personas que le rodean, sin encontrar
en ningún rincón algo por lo que val-
ga la pena vivir. Al mismo tiempo
nos adentramos en la vida de Re-
née Michelle; criatura tosca, fría
y prácticamente invisible para
el burgués que no puede verla
como una vecina más y quien,
según su propio juicio, encaja
a la perfección con el arquetipo
de portera de edificio, por lo que
juega su papel a fin de pasar des-
apercibida. Sin embargo, bajo la
máscara de obrera vieja, ignorante e insig-
nificante, yace una mujer de intelecto fino,
humor ácido y espíritu ávido de literatura y
filosofía. No es sino hasta la llegada de un

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nuevo inquilino al edificio que am- nistas, como reflejo de sus dueños
bas se descubren la una a la otra, humanos.
con té y chocolate se abren paso
entre sus propios blindajes hasta El desenlace de este filme
desarmarse por completo. bien podría prestarse a una inter-
pretación como la que hace Žižek
Kakuro Ozu es presentado de Luces de ciudad o Titanic en
ante la puerta del pequeño de- los que la onírica idea de que el
partamento que Madame Michelle burgués puede convivir con el pro-
ocupa en el primer piso y, como un letario creando lazos románticos y
balde de agua fría, su delicadeza amistosos se destruye y podemos
en el trato la toma por sorpresa, dar cuenta de que tales contradic-
a diferencia de los demás habitan- ciones han de permanecer irrecon-
tes, éste penetra bajo el velo en ciliables; la portera no puede ena-
el que hasta ese momento ella se morarse del acaudalado inquilino
ocultaba, de un momento a otro japonés del piso ocho a pesar de
ya no era invisible. Ese primer en- que éste le insista: “Renée, pode-
cuentro lo marca la frase inicial mos ser amigos y todo lo que que-
de la novela de Tolstoi, Ana Kare- ramos”. A mí, sin embargo, me
nina, que ambos citan: “Todas las gusta pensar que esa es precisa-
familias felices se parecen unas a mente la superación de la contra-
otras, pero cada familia infeliz lo dicción, aunque el filme termina
es a su manera”. como inicia, con una disertación
sobre la muerte que Paloma nos
Los animales juegan un ofrece, hay algo en sus palabras
papel simbólico importante en la que no había antes, algo que un
trama, desde la figura del erizo romántico puede llamar esperanza
encarnada por Madame Michelle; y que yo veo como peces de colo-
fortaleza espinada en el exterior res: “Lo que importa no es morir,
que en el fondo oculta ternura y sino lo que se hace en el momento
una terrible elegancia, hasta los de morir. Renée, ¿qué hacía usted
múltiples felinos que deambulan en el momento de morir? Estaba
entre las piernas de los protago- dispuesta a amar.”

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