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Evangelio III
Evangelio III
Adjetivos de la sociedad para los jóvenes modernos hay miles: que son unos vagos, unos
“niños malcriados”, que no se bancan la presión… todo lo que se escribió y lo que se dice
hasta el momento de los millennials es, en su mayoría, negativo. Incluso lo que dice la
Iglesia.
Pero vayamos un poco más atrás. ¿Qué son los millennials? Hay miles de definiciones, pero
a grandes rasgos, un millennial es todo joven que haya nacido desde 1985 hasta la
actualidad.
· “Mi mamá me mima”: Si a todo lo anterior le sumamos la idea de que los padres
mantienen a sus hijos y los dejan vivir con ellos hasta que éstos lo decidan, entonces se
forma un combo un tanto peligroso: adultos-niños, sin capacidad de tolerar el fracaso o la
frustración, con ansias de cambiar el mundo desde la computadora de su cuarto.
Los millennials son –somos– la generación de la tecnología: todo tiene que ser transmitido
en vivo, subido a internet, o tener cierto número de “likes” para ser popular. Las redes
sociales le permiten a todos tener la oportunidad de ser virales.
Por otro lado, y como ya se mencionó anteriormente, los millennials suelen ser llamados la
generación “Peter Pan” porque cada vez se inician en el trabajo más tarde, se van de las
casas de sus padres pasados los 30 (o nunca, si se convirtieron en padres de adolescentes); y
quienes no tienen hijos ni parejas estables, posponen compromisos como el matrimonio y la
paternidad/maternidad durante mucho tiempo o directamente nunca lo hacen. Lo que para
nuestros padres era sumamente importante, para nosotros, los millennials, ya no lo es tanto
o preferimos dejarlo para más adelante: casarnos, tener hijos, comprarnos una casa… el
joven moderno vive el aquí y el ahora, y no les interesa todo aquello que lleva tiempo o los
aferra demasiado tiempo a un lugar.
Muchos sociólogos definen a los millennials como “una generación depresiva y con baja
autoestima.”: viven con “depresión blanca” (es decir, se sienten tristes sin razón o motivo
aparente) y se sienten frustrados cuando se comparan con los cánones modernos de belleza.
Y en el medio de todo esto, estamos nosotros, los jóvenes que creemos en Jesús. Si
somos seres pensantes, como lo somos, entonces vale la pena meditar en qué diría Jesús de
los millennials. Si para ellos todo es relativo, ¿cómo podemos mostrarle lo que para
nosotros es una verdad absoluta?
· Las ganas de dejar su huella para un bien mayor. Los jóvenes de hoy nos
planteamos cosas que la generación anterior no hacía. No queremos venir al mundo “pa’
morirnos nada más”, sino que quieren dejar una huella. Es paradójico que en el mundo
de lo efímero, en donde todo pasa tan rápido, los millennials anhelen ser recordados.
Los jóvenes modernos creen que vinieron al mundo con una misión –y hablo de jóvenes no
cristianos–, y la mayoría la quiere cumplir… aunque no sabe cómo. Esto es algo muy
positivo y que creo que, si somos astutos, podríamos usar como una gran herramienta
evangelística. Esta generación tiene una pasión por el altruismo que antes solo unos
pocos tenían.
En el mundo de lo efímero, en donde todo pasa, los millennials buscan una roca firme
donde pararse y desde ahí luchar por su altruismo natural. Pero la mayoría de los jóvenes
prefiere seguir a cualquier loco que diga dos o tres pavadas pero que sepa a dónde va, que
seguir a un líder cristiano que un día quiera ganar al mundo para Cristo y al otro no quiera
salir de la cama.
Los millennials tienen esa “llama sagrada” de traer cambios al mundo que ninguna
generación anterior tuvo; y los cristianos, en vez de criticarlos, deberíamos saber
aprovecharlo. Si lo hacemos, esta generación tiene el potencial de ganar más almas
para Cristo que ninguna otra en ningún otro momento histórico, y esto se debe a que
los millennials tienen mayor acceso a la tecnología, mayor conocimiento y mayor
pasión que cualquier otra.
Hay muchos jóvenes, sin Cristo, que ya tienen incorporados muchos de los valores que
predicamos. Lo malo es que no tienen líderes con quienes identificarse porque hemos
preferido hacer mejores campamentos, mejores retiros, mejores cultos… pero no estamos
hablando de temas actuales. No podemos ser personas que no miran la actualidad.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a
Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se
cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
(Isaías 40:30-31).
Los jóvenes cristianos somos millennials, pero a diferencia de los jóvenes sin Cristo,
tenemos nuevas fuerzas todos los días. Corremos, pero a diferencia de los jóvenes sin Dios,
no nos cansamos. Caminamos, y no nos fatigamos. Esta generación necesita de jóvenes
cristianos que vivan a contrapelo, a contracorriente.
(1 Timoteo 4:12-16).
Timoteo era joven como vos y como yo. Si tuviese la edad que tenía, pero en la actualidad,
Timoteo sería un millennial.
Estamos para ser ejemplo. Esta palabra “ejemplo” habla de molde o de prototipo. La Iglesia
tiene que cambiar su formato porque la generación que viene es diferente. La mayoría de
los jóvenes de tu trabajo, de tu escuela, del club o de donde sea, no va a leer jamás el
evangelio de Lucas, de Juan, de Mateo o de Marcos… pero sí va a leer el Evangelio de tu
vida. Van a ver un ejemplo de Jesús en vos; y eso va a ser que puedas ser, a nivel local, un
líder para los jóvenes que quieren marcar la diferencia. Los millennials necesitan alguien
que les muestre la verdad, lo firme, lo que no cambia; y ese alguien podés ser vos.
¿El Evangelio y los millennials son dos conceptos inmiscibles? Para nada.
Simplemente debemos cambiar la manera en que vemos a los jóvenes y mirarlos como
lo haría Jesús.
Miguel Leitón
La generación del Millennial está formada por todos aquellos jóvenes que llegaron a su vida
adulta con el cambio de siglo. ¿Qué les diferencia de otras generaciones? Para estos jóvenes, el
internet y las redes sociales son herramientas naturales en su día a día; las necesitan para hacer
sus transacciones, enterarse de lo que sucede en el mundo y compartir lo que son a través de
ellas. Es una forma de vida en un mercado más global que inicia a partir de los años 80 con
toda una serie de retos importantes.
Como padres, debemos estar actualizados con los términos que socialmente definen las
generaciones y sus características. ¿Quiénes son los Millennials? y ¿qué debemos tener en
cuenta en la relación entre padres e hijos?
Primero debemos ahondar en el porqué de las clasificaciones entre las generaciones. Cada
generación X, Y o Z va a estar marcada por un acontecimiento socio-histórico que, según los
expertos, tiene gran influencia en los modos de comportamiento de las personas nacidas en una
época en particular. Por ejemplo: la revolución industrial, la primera y segunda guerra mundial
y la revolución electrónica. Todos estos acontecimientos van a impactar el estilo de vida, la
visión de mundo, y nuestros modos de pensar y actuar con respecto a temas como trabajo,
familia, ser hombre y ser mujer.
De esta forma, el avance tecnológico y una época de gran progreso e innovación en el manejo
de la información, marcan el desarrollo y las formas de vida de nuestros hijos millennial
nacidos entre 1982-1994.
Ahora bien, el hecho de cuestionar estos temas no implica necesariamente que no crean o no
valoren estas formas de vida, sino que simplemente desean cuestionarlas para encontrar un
porqué. Y esto es una característica importante de los millennials. Para esta generación es
importante contar con verdadero sentido para lo que hacen, acorde a sus intereses y valores.
Es este cuestionamiento, el que muchas veces puede provocar conflictos en la relación entre
padres e hijos, porque los padres desean que sus hijos continúen lo que ellos han ido formando:
una familia, una carrera profesional, etc. Y muchos hijos millennials asumen un
comportamiento que los expertos han comparado con el efecto “boomerang”, ya que muchas
veces después de estudiar, vuelven a la casa de sus padres y retrasan la formación de un hogar
por la situación económica actual y la dificultad para encontrar un empleo y acceder a una
vivienda.
Este es uno de los mayores desafíos que está enfrentado esta generación, la postergación de la
conformación de una familia y la decisión de convertirse en padres. Y aunque parece una
decisión muy personal, puede transformarse en la causa de un importante fenómeno social: el
envejecimiento poblacional.
No podemos juzgar a nuestros millennials por su timidez ante la construcción de una familia,
muchos de ellos han sido marcados por el tema de divorcio directa o indirectamente. Muchos
de ellos han sido testigos de separaciones, infidelidades y relaciones fluctuantes. Además, han
sido expuestos a un discurso que prioriza las metas profesionales y personales antes de la
construcción de un proyecto familiar. Sin embargo, si esta generación no forma familia, están
antecediendo un caos social de gran magnitud. ¿Cómo estimular a nuestros jóvenes para que
puedan ver con ilusión el matrimonio y la paternidad?
Debemos hacerles ver las virtudes que tiene la vida en pareja y la experiencia de
convertirse en padres. Esto también implica mostrarles sinceramente los retos que
podrían enfrentar; se trata de dar no solo la versión positiva de los hechos, sino de
explicar los conflictos y las dificultades como parte de la vida.
Demostrar con nuestro ejemplo que en la vida de pareja, los conflictos no tienen que ser
sinónimos de un mal matrimonio o la causa para darse por vencidos y separarse.
Debemos mostrar la perseverancia, la paciencia y la decisión de amar cada día. Cuando
les hacemos ver las virtudes y lo hermoso que es esto, y lo reflejamos a partir de una
realidad, de un ejemplo, podemos motivarlos para que nos sigan.
Fortalecer nuestro diálogo, inspirarlos y animarlos; la siembra de valores que hemos
dejado en sus vidas dará su fruto.
Nuestros jóvenes de hoy en día se enfrentan a muchas presiones sociales. Como padres de
familia debemos acompañarles en este proceso, y buscar guiarles para que tomen las mejores
decisiones. En un mundo superficial, nuestro papel es mostrar dónde radica el verdadero valor
de ellos y de los que les rodean. Como padres siempre podemos utilizar nuestra experiencia y
nuestra influencia independientemente de la edad que tengan nuestros hijos.
Los principios de crianza siguen siendo los mismos para todas las generaciones: aceptar su
amor propio, admirarlos absolutamente, invertir tiempo para guiarlos y dejar una marca
mientras caminamos juntos.