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ATRÁEME

Estudiantes del grado Noveno “A”

Escuela Normal Superior María Inmaculada

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SEGUNDA EDICIÓN 2016
ESTUDIANTES GRADO 9A°

ESCUELA NORMAL SUPERIOR


MARIA INMACULADA DE ARAUCA
CARRERA 20 # 20 - 26 CENTRO
TEL. 8851600
LIC. ELDA RAMIREZ

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN E IMPRESION


“HECHO EN ARAUCA”
CALLE 14 # 23 - 81 ARAUCA

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Novela
Atráeme
Estudiantes grado noveno “A”
Coordinación:
Lic. Elda Ramírez
Segunda edición colección palabras
caminantes en el grado noveno A.
2016.

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Agradecimientos:
Principalmente a Dios y a nuestras familias, las
cuales nos apoyaron en la creación de la
primera novela, también a la docente de español
Lic. Elda Ramírez, que nos guio en este
importante proceso de aprendizaje, fue nuestra
tutora en este viaje lleno de maravillas, que dio
paso a la creación de Atráeme, libro lleno de
inspiración que construimos cada Uno de
nosotros los estudiantes de 9ª, aportando ideas
para realizar este argumento y llegar a
presentarlo a ustedes los lectores. Que estamos
seguros que les impactará.

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Capítulo 1:
Parecía que iba a ser un día soleado.
Las nubes se apartaban con el viento frio de la
mañana, el cual me sonrojaba las mejillas. Trotar
a las 7 de la mañana en Grecia, teniendo en
cuenta que no conocía la ciudad, era como
comerme una manzana envenenada.
Con melancolía, miraba a mí alrededor mientras
exhalaba vapor de mi boca, añorando
sistemáticamente cuando salía a trotar en
Madrid, mi hermosa ciudad natal, recordando por
qué estoy tan lejos de mi amada tierra nativa.
Todo sucedió una mañana, tranquila como el
agua cristalina de una alberca, mis padres y mi
pequeña hermana Destiny estaban comprando el
desayuno en un restaurante chino, donde la
comida parecía cocinada por los dioses del
olimpo. Todo parecía ir bien, una mañana
favorable, hasta que el teléfono de la sala sonó,
haciendo que mi abuela se removiera en la cama
mientras soltaba pequeños gemidos, cometiendo
el error de despertarme, cuando atendí el
teléfono, lo que escuché me heló la sangre.
No lo creía…No podía haber pasado…Pero
pasó.
Mis padres y mi hermana habían cometido la
equivocación de ir caminando al restaurante, y
cuando venían de vuelta, los asaltaron y
asesinaron con un arma de fuego sin piedad; Ha
sido la situación más difícil por la que he debido
pasar y actualmente, después de 2 años de la
tragedia, mi corazón no ha sanado ni un poco, no

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puedo olvidar ni por un segundo la risa
escandalosa de mi madre, el carraspeo de mi
padre cuando hablaba con mi madre de chicos,
y la voz chillona de mi hermana al quejarse
cuando no le permitía tomar mis cosas, y debo
decir, que sin darme cuenta, me enfrasqué en
una soledad irremediable, creando barreras
impenetrables, sufriendo en silencio.
No sentía deseos de hablar con nadie, quería
estar siempre sola, no quería ni siquiera comer,
solo añoraba entre sollozos que todo volviera a
ser como antes, envidiaba ver a los niños
tomados de las manos de sus madres, madres
vivas y respirando, mientras la mía se pudría
bajo tierra siendo comida por los gusanos.
No tenía ambiciones, solo quería que me
carcomiera la soledad irreparable, pero entonces,
cuando me sentía desfallecer, cuando estaba
más muerta que viva, recordé la casa de campo
que habían comprado mis padres en la antigua
Grecia.
Una pequeña casa a la que fuimos en muy pocas
ocasiones a vacacionar, una casa que me
permitiría alejarme completamente de todas mis
preocupaciones, una casa que era un nuevo
comienzo para mí, una nueva vida, intentaría
derribar las fortalezas de soledad y tristeza para
volver a sonreír de nuevo, sé que eso hubiesen
querido ellos, mi total y absoluta felicidad.
Me decidí por decirle a mi abuela lo que había
estado anhelando últimamente.
-Quiero ir a Grecia, es todo o nada-mi abuela
abrió los ojos con asombro, ya que no había
hablado nada los últimos 3 meses, después de
que la sorpresa se borrara de su rostro, una
pequeña sonrisa se estableció en este.
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-Yo siempre he dicho que toda la familia tiene
problemas en la cabeza, y que están
irremediablemente locos, pero tú-mi abuela
sonrió aún más-¡tú te superas!, nunca, ni estando
más loca que tú, te dejaría ir-
Y al fin, luego de algunos meses sumergidos de
nuevo en el silencio y en lágrimas, decididos a
levantar mis barreras de nuevo, mi abuela me
permitió ir a Grecia.
Tuve que dejar muchas cosas atrás, mi mejor
amiga, y terminar mi relación con el amoroso
de Edward, mi amado confidente y novio desde
hace 2 largos pero especiales años.
El día de la despedida “Cortamos de raíz”, a
pesar de que la tristeza me carcomía por dentro,
ya que todo lo que me pasaba era
irremediablemente doloroso, fingí que era
malditamente fuerte.
Todo en el vuelo salió sin complicaciones, bajé
del avión con el corazón hecho una piedra y
helado como un jodido tempano de hielo, con los
ojos hinchados y rojos por haber llorado en
silencio durante casi todo el viaje, me dirigí a la
casa, a la que bauticé, “La casa de la nueva
vida”.
Debo admitir, que enserio fue la casa de la nueva
vida, la existencia en Grecia me devolvió la
sonrisa ya prácticamente olvidada, además, allí
conocí a mi actual mejor amiga, Cara
Margendorffer.
Estaba en mi cama, un sábado por la noche,
mirando la televisión con la vista fija y sin
apartarse ni un segundo de la pantalla, cuando el
IPad empezó a vibrar, al parecer, era Cara

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queriendo hacer Facetime, y sin opción, tuve que
contestar.
-¡Hey, Alice!, acompáñame a una cita con Robin-
me susurró sonriendo a través de la pantalla.
-Deberías estar aquí, viendo alguna película
conmigo, sólo digo, no hay mejor plan que ese-le
comenté apartando la vista de la pantalla
mientras sonreía, no era de mi agrado salir, y
menos hacer el papel de violinista-Mejor sal con
él y cuéntame que tal, ¿te parece?-
-¡No!-Gritó Cara con voz chillona,
involuntariamente, hice un gesto de dolor y me
tapé un oído-Plantaré a Robin, y te llego en 20
minutos, espero y sea buena la historia, no como
la película de la última vez, Alice.
-Trae algunas fajitas-le dije y ella sonrió mientras
asentía con la cabeza, colgamos la llamada y me
dejo pensando sobre lo perfecto que sería
tenerla a mi lado, mientras comíamos para
engordarnos juntas, viendo una película de amor
que me recordaría mi historia con Edward. Pero
también, sobre lo avergonzada que me sentiría si
me encontrara con Robin por la calle, ya que
Cara lo plantaba 2 de cada 3 veces por ir a
verme, bueno, para ir a ver películas en mi gran
televisor con el espectacular sonido de mi teatro
en casa.
Después de unas dos horas, Cara golpeó mi
puerta, con dos bolsas de fajitas, una en cada
mano y una botella de jugo a temperatura
ambiente bajo el brazo.
-Creo que si tuviste la cita con Robin, y trajiste
muchas fajitas para comprarme-Cara sonrió-casi
muero esperándote.

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-Oh, vamos-exclamó sonriendo-traje ropa de
cambio, olvídate de dormir esta noche,
compensaré el tiempo que tarde quedándome
esta noche en tu casa, la pasaremos de fábula.
-Yo solo quiero fajitas-dije dándole la espalda
mientras sonreía.
Casi no vimos nada de la película predilecta, ya
que casi toda la noche charlamos de los chicos
más guapos del instituto, de que si ella pensaba
tener algo serio con Robin y cuando el sol se
asomaba en el horizonte, y el alba nos anunciaba
que ya casi era de día, solo entonces, caímos en
un sueño profundo, ahí mismo, en el sofá.
Capítulo 2.
Al día siguiente, después de haber dormido todo
el día, nos levantamos con un dolor de espalda
insoportable, gracias a que dormimos en el sofá,
estúpido sofá.
Bien, pues después de haber disfrutado del
“Perfecto día de sueño en el sofá”, tuvimos que
alistarnos para ir a la Preparatoria, donde conocí
a la muy… Nevae.
Lastimosamente, la muy…Nevae, se hizo mi
enemiga con una rapidez impresionante, no creí
que se pudiera odiar a alguien con tanta
facilidad, pero ella da razón para ser odiada,
¿Quién no odiaría a alguien como ella?
Acostumbrada a ser la “señorita” popular, la
chica estereotípica a la que todos los chicos se
quieren ligar y la más deseada por todos los
hombres del instituto.
Pero, al parecer una chica de ojos azules, tez
morena y cabello largo, ondulado y negro,
acaparó toda la atención, ¿saben quién es la

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chica morena y de ojos azules?, ni más ni
menos, que Alice Westmore, si, la “Sexy”
morena, soy yo.
Y pues, Nevae, acostumbrada a ser el centro de
atención, a ser la que rechazaba a todos sin
piedad y rompía el corazón sin pensar, empezó a
tal vez… no sé, ¿querer ser mi amiga?, No,
¿odiarme sin fundamentos sólidos?, puede ser,
¿hacerme una broma y dejarme un total
ridículo?, Ding, Ding, Ding.
Siendo la primera vez que la veo en mi jodida
vida *ya que los primeros meses de curso no
había asistido*, me hizo una broma dejándome
en total ridículo frente a todos los de mi clase, ya
que tenía un pantalón blanco, mancho mi silla
con pintura roja *La muy Nevae aprovechándose
de que estábamos en clase de pintura*, y al
momento de sentarme, me embarré todo el
trasero de pintura roja, hasta yo debo admitir que
parecía que estaba manchada de verdad.
Todos se rieron de mí, me volví el hazmerreír de
la clase, gracias a Dios, cuento con Cara, que
me defendió a capa y espada, diciendo de vez en
cuando cosas humillantes como, “No os riais de
ella, que no está en su periodo”
Pero ese no fue el fin de mi día, ni tampoco lo
peor, cuando llegué a casa, anhelando poder
ducharme, quitarme el pantalón manchando por
mi “Periodo”, me encuentro con un problema aún
más grande, Afuera de mi casa, se encontraba
una camioneta con el dibujo de una hormiga con
ojos en cruz, era el control de plagas.
-Señorita, Alice Westmore, ¿verdad?-preguntó
un hombre de una edad algo avanzada, de
cabellos rubios y ojos oscuros.

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-Sí, esa soy yo-di un largo suspiro y le dirigí una
mirada cansada-¿Qué ha pasado?-
-Los vecinos han demandado una invasión de
abejas, lamentablemente, descubrimos que
venían de su vivienda-el hombre sonrió pero yo
no le devolví ninguna sonrisa-Así que tuvimos
que fumigar y la casa no será habitable hasta
dentro de algunos días, por favor, no se acerque,
es por su seguridad-
Esto. no. me. Puede. Pasar .a .mi
Di un largo suspiro de nuevo y aparté un mechón
de cabello de mi cara.
-Está bien-respondí-pero… ¿No pueden por
favor, rescatar algo de mi ropa?-pregunté y el
hombre negó con la cabeza lentamente con los
labios fruncidos.
-Eso me será imposible señorita Alice-respondió
el hombre y me tomo el hombro sacudiéndome
suavemente-pero, anímese, ya no tendrá abejas
en casa que la puedan picar-
-Sí, pero no tengo ropa que ponerme-una vez
dije esto, di media vuelta y me tapé el trasero con
la mochila, mientras buscaba en los contactos de
mi móvil, el número de Cara.
Después de varios tonos, Cara atendió el
teléfono, contándole pausadamente lo que pasó
dio un chillido y empezó a reír.
-¿De qué te ríes?-pregunté anonadada, casi
molesta, la situación no era graciosa, para nada.
-Esto es genial-chilló, fruncí el ceño fuertemente
y solté un bufido.
-¿Gracioso?-pregunté-¿Te estas burlando de mí,
Cara?

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-Ya, no te molestes, estoy alegre porque podrás
quedarte en mi casa, bueno, si es lo que quieres-
Contestó Cara mientras se escuchaba en el
fondo los gritos de su madre.
-No lo sé, tengamos en cuenta que tienes
padres, ¿y si no están de acuerdo?- pregunté, de
repente, tuve que apartarme el teléfono del oído
por el tremendo grito que pegó Cara.
-¡Mamá, Fumigaron la casa de Alice, ¿podría
quedarse aquí hasta que su casa sea
habitable?!-
-Cara, cállate-susurré en el teléfono.
-Cálmate-respondió-¿ves?-preguntó-mi madre
accedió sin problemas, le caes muy bien-
-No puedo creerlo-respondí riendo-te llegó en
veinte-
El tiempo con Cara fue muy agradable, ver
películas románticas todas las noches para
acabar hechas un mar de lágrimas, comer en
McDonald hamburguesas y helado por
montones, quiero decir, que desearía vivir con
Cara, seriamos dos obesas llorando por
montones al ver películas de amor que nunca en
nuestra vida se harían realidad. La ropa fue un
gran problema, ya que Cara es más alta que yo,
mucho más alta, pero, al final, logramos el éxito
en mi estadía.
Al cabo de una semana, los fumigadores me
llamaron para decirme que mi casa ya era
habitable, que me aconsejaban lavar
absolutamente toda mi ropa, para no oler a
insecticida, y que no me preocupara por los
muebles ni las demás cosas, ya que ellos en
persona se encargarían, ya que ese era su
trabajo.
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La noche en la que volví a casa, Cara salió con
Robin, en lo personal, me parecía que iban muy,
muy enserio.
Robin me parecía un chico bastante genial, y era
muy encantador, siempre con una sonrisa
dibujada en su fina boca y dispuesto a pasar
cada momento disponible con Cara.
Serian una pareja maravillosa, Cara y su
extrovertida actitud y Robin con su sumisa forma
de ser, la pareja perfecta.
Mientras Cara asistía a su cita con Robin, yo me
quedé en casa viendo un maratón de mi serie
favorita, mientras miraba fijamente la pantalla,
un recuerdo fugaz apareció en mi mente, mi
madre gritándome por tener el cuarto
desordenado, mientras mi padre se reía y mi
hermana daba vueltas alrededor.
Intenté comprimir el sollozo agonizante que
quería brotar de lo más profundo de mi alma,
cargada de pesares infinitos; con el corazón
hecho pedazos, añorando que mi madre entrara
y me besara la frente para decirme que todo
estaba bien, pero mi madre no estaba, no había
nadie que me dijera que todo estaba bien, solo
estaba yo, sollozando de agonía en un mar de
lágrimas que brotaban de mis ojos y se
deslizaban por mis mejillas, para caer de mi
barbilla y crear charcos reflejantes de tristeza.
Extrañaba a mi abuela, extrañaba mi casa, pero
ni en sueños dejaría Grecia atrás, ¡Nunca!, me
quedaría aquí, hasta finalizar mis estudios, o
hasta que considerara que mi corazón estuviera
lo suficientemente reparado como para poder
ver la casa en la que crecí y en donde viví con mi
familia sin volverme un mar de lágrimas.

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Esperaba ansiosa un consuelo, con estrés
desesperante, y en ese momento, mi IPad vibro,
era un mensaje de mi padre y mi madre, bueno,
en realidad mis tíos, los cuales tomaron mi
custodia y me han apoyado en todo.
Las lágrimas se apartaron de mis ojos azules
rojos e hinchados por el llanto y una sonrisa débil
se dibujó en mi rostro, limpiándome la cara con el
dorso de la mano, di un suspiro largo antes de
abrir el mensaje.
Cielo, perdona por no haberte llamado
últimamente, la comunicación entre Madrid y
Grecia es horrible, quisiéramos poder verte en
una viedollamada o aunque sea hablarte por
teléfono, pero no podemos, lo sentimos mucho,
Te amamos, cielo.
Att: Mamá y Papá.
El corazón me dio un vuelco, y una alegría
inaudita me invadió completamente, una leve
carga se evaporó de mi alma, me extrañaban,
eso me hizo sentir especial y no olvidada por los
seres que me quedaban en todo el mundo.
Al otro día, me desperté cansada, la hinchazón
de mis ojos ya había bajado un poco, me aliste y
fui al instituto, prevenida de donde me sentaba y
con un pantalón oscuro además de ropa de
cambio en la mochila, ya que la muy…Nevae
podría aparecer en cualquier momento.
Nevae, era una chica deslumbrante, simplemente
hermosa, despampanante, de un cabello rubio
hasta la cintura, una tez blanca y unos ojos miel
absolutamente preciosos, pero, era todo lo que
odiaba en una chica, la belleza necesariamente
no tenía que significar estupidez desbordante,
pero eso era exactamente Nevae, Hermosa,

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pero, superficial, narcisista, ególatra y el perfecto
ejemplo de rubia hueca.
Una sensación de ira me invadió al ver a Nevae
coqueteándole a Robin mientras Cara se había
salido del salón, y debo admitir que si antes me
encantaba Robin como novio de mi amiga, ahora
me fascinaba, porque simplemente se alejó de
ella dejándola hablando sola, ¡Pum!, punto para
Robin.
Como no tenía nada que hacer, me inscribí en
Ballet, como actividad extracurricular, ya que era
muy talentosa en eso, hasta que me retiré a los
10 años, lo elegí porque, a un tío que murió hace
algunos años le encantaba verme bailar Ballet,
ya que era fascinante como me movía en el
escenario, según sus propias palabras.
Esa tarde, Cara y yo fuimos a los Cars, despejé
mi mente y aceleré a fondo, logre ganar y Cara
tuvo que gastarme una hamburguesa ya que
esa siempre era nuestra apuesta, la que pierda
en los Cars, gasta la comida.
Cara se quedó a dormir, solo que esta vez, no en
el estúpido sofá.
Capítulo 3.
Ya habían pasado dos meses, cada día más
divertido que el anterior, junto a Cara, la vida era
sencilla, las risas brotaban de la nada, y siempre
mejoraba mi día cuando llegaba con su
imperativa personalidad a animar y desbaratar mi
vida, no importaba cuanto le dijera que no quería
verla ese día, que quería estar sola, siempre
llegaba con bolsas de fajitas para compartir una
tarde alegre conmigo.
Hoy, es un día soleado y caluroso, así que para
evitar el clima caliente me vestí con un Short de
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Mezclilla y una camisa de manga hasta el codo,
el cabello lo amarré en una cola alta y me puse
unos zapatos cómodos, ya que iba a viajar.
Ya con las maletas hechas, por que iremos a
Acapulco, si, iremos a México, y digo iremos
porque mi clase fue seleccionada para ir a una
conferencia allí.
Estaba en un taxi dirigiéndome con una sonrisa
imborrable a la casa de Cara, donde me espera
con su maleta hecha.
-¿Cómo te sientes señorita Westmore?-preguntó
Cara subiéndose al taxi con la maleta y una
sonrisa.
-No empieces, Señorita apellido raro-exclamé
riendo y ella me golpeó suavemente el brazo-
Cara, ¿en qué vuelo salimos?-pregunté y ella
reviso en una mochila sacando su ticket de
avión.
-En el 781-respondió levantando la vista-
¿puedes creer que iremos a Acapulco?-una
sonrisa se dibujó en mi rostro, marcando mis
hoyuelos.
-Sí, Iremos a A.C.A.P.U.L.C.O-sonreí-Juntas,
nada mejor.
Después de reír por un rato con estúpidas
bromas, llegamos al aeropuerto, cuando bajamos
vimos a todos nuestros compañeros y a Nevae,
que lucía fantástica, con un short que marcaba
su trasero y un camibuso que dejaba ver su
ombligo, tenía el cabello recogido en una trenza
que le caía por encima del hombro, simplemente
maravillosa; Nevae volteó a verme y giró los ojos
para después darme la espalda y gruñir.

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Intente Ignorar a Nevae, pero sus comentarios
sarcásticos eran imposibles de desconocer.
-Te ves magnifica hoy, Alice-dijo en una ocasión
luego puso una de sus manos en forma de puño
y tosió mientras decía la palabra “Ridícula”.
Anunciaron el vuelo y todos corrimos al avión,
me correspondió sentarme al lado de Cara,
mientras al Lado de Cara estaba Robin, Perfecto.
El viaje fue muy largo, extenuante, no creía que
América estuviera tan lejos de Europa, fueron
horas y horas de viaje sentada en una silla que
si acaso se podía inclinar hacia atrás.
Cuando llegamos, casi ni sentía las piernas, eran
como fideos, caminaba con increíbles calambres
y todo el cuerpo me dolía, feliz de llegar al hotel,
me lancé de cara en la cama y el cuerpo me
agradeció, solté un gemido de placer, la cama se
sentía cómoda, tan deliciosa debajo de mí que
no pude evitar soltar miles de suspiros.
Se sentía como la cama Edward, cuando
veíamos películas y me quedaba dormida
usando su brazo como almohada, entonces
concebí una oleada de tristeza invadirme,
recordar a Edward era doloroso, simplemente
doloroso, sus besos habían quedado guardados
en mi memoria, y el peculiar sabor de su boca,
sus labios moviéndose al compás de los míos, en
una coordinación increíble; entonces advertí una
grandes ganas de llorar, quería dejarlo en el
pasado; pero era como si me pidieran vivir en el
sol, imposible, y cuando estaba a punto de que
las lágrimas se desbordaran, recordé una frase
de Cara, que me dijo una vez en la que lloraba
desconsoladamente la muerte de mi familia, “
Vivir no es solo existir, si no existir y crear, saber
gozar y sufrir y no dormir sin soñar”.

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Me limpié la cara y di un suspiro largo mientras
miraba la puerta de la salida de la habitación, me
levanté y me di una ducha, empezaban a
llamarnos para un tour por el precioso Acapulco,
así que opté por algo cómodo pero fresco, ya
que en México hacía mucho calor, más que el
día más caluroso en Grecia.
Me puse un Short de color negro y una camiseta
ajustada de tirantes que marcaba y ceñía mi
pequeña cintura, salí para poder encontrarme
con Cara, quien me esperaba en recepción y me
estrellé con un chico haciendo que cayéramos al
suelo, abrí los ojos y yo estaba sobre él, el
muchacho de cabellos castaños y tez morena
abrió los ojos y lo azul de estos me dejo
impactada, era un azul tan hermoso, tan
profundo, tan enigmático.
-¿te encuentras bien?-preguntó, su voz era
grave, una voz sensual, asentí y nos levantamos
del suelo-Un gusto, soy Harry-
-Me llamo, Alice-dije extendiendo mi mano, pude
comunicarme perfectamente gracias a que en
Madrid se habla el español, pero
sorprendentemente el chico también hablaba a la
perfección el griego moderno que se utilizaba en
Grecia.
Harry sonrió y se marcaron sus perfectos
hoyuelos, casi me sentí desfallecer cuando tomo
mi mano y jalo de mí para besarme en la mejilla.
-Tengo que irme-dije soltando su mano
lentamente mientras sonreía, por un momento,
sentí una gran puntada en el pecho, como si él
hubiese sacado a Edward de una patada de mi
corazón.
-¿A dónde?-preguntó arrugando la nariz.

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-No debería decirte-le lancé una sonrisa mientras
acomodaba mi camiseta, haciendo que
involuntariamente su vista se dirigiera a mi
pequeña cintura, un leve rubor apareció en mis
mejillas, yo no era una sabia en las artes del
coqueteo, ni quería serlo, amaba ser yo misma y
no me agradaba acaparar la atención de los
demás-Me enseñaron a no hablarle a los
extraños.
Harry soltó una carcajada, una muy sensual
carcajada.
-Ya veo-respondió al dejar de reír-entonces, ¿te
veo después, Alice?-
-Estaré muy ocupada, no estoy muy segura-
susurré mientras ponía mis manos entrelazadas
detrás de mi espalda.
-Maldición-susurré suavemente, una palabra casi
inaudible-entonces, Adiós-Harry volvió a Jalar mi
brazo y plantó otro beso en mi mejilla, antes de
perderse entre los pasillos del gran hotel.
Bajé las escaleras rápidamente y encontré a
Cara con el ceño fruncido, los brazos cruzados
sobre el pecho y su pie derecho pisando y
levantándose del suelo al ritmo de su respiración.
-Alice Westmore, ya para qué demonios bajas,
perdimos el tour, ¿en dónde estabas mujer?-
-¿Perdimos el tour?-pregunté y Cara frunció aún
más el ceño-cuanto lo siento, me choqué con un
chico y caímos estuvimos hablando y…lo siento.
-Un chico, ¿eh?-Cara sonrió y relajó sus cejas-
¿era guapo?, ¿Cómo era?, tienes que
contármelo todo, ven, vamos a la habitación y
me explicas con lujo de detalles mientras nos
alistamos para la conferencia-Cara jaló de mi

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brazo hasta la habitación que compartíamos en
el hotel, y mientras Cara se alistaba yo le
relataba absolutamente todo lo que había
pasado.
-¿Así que era muy guapo?-preguntó mientras
deslizaba una musculosa por su torso, asentí y
ella sonrió-en escala del…-no la dejé terminar.
-10, Absolutamente, 10-Cara sonrió aún más, se
puso sus bailarinas y peinó su cabello-sígueme
la historia mientras te alistas-
Después de un rato conversando, cuando
estuvimos listas, bajamos y entramos al gran
anfiteatro, espacioso y muy hermoso; Pero el
pánico escénico me atacó cuando el que daba la
conferencia iba a pasar a las personas para que
dieran su opinión personal.
Poco a Poco todos fueron pasando, Y cuando
pasó Nevae para dar su opinión, Cara y yo no
pudimos contener la risa, no era porque fuera
mala con ella, es que su estupidez no tenía
límites, en sí, a veces pensaba que su idiotez era
contagiosa.
Cuando llamaron a Cara, ella se levantó y todos
la aplaudieron mientras saludaba como una
reina. Cara llegó al estrado y sonrió, empezó a
hablar con fluidez, pero de pronto, sus mirada se
apagó, la chispa de sus ojos era imposible de
encontrar, sus labios se tornaron morados en
lugar de carmesí como los tiene siempre y su piel
se blanqueó más de lo debido, y cayó al suelo
respirando agitadamente, me levanté de mi
asiento y corrí hasta donde ella se encontraba,
con el corazón en la boca y un nudo en la
garganta, no pude decir nada, solo percibir el frio
de su blanquecina piel.

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La ambulancia llegó y se llevaron a Cara,
preocupada, fui al hospital y exigí que me
dejaran verla.
-¿Dónde está Cara Margendorffer? ¿Dónde
demonios esta mi amiga?-grité entrando a la
recepción del hospital.
-Señorita, cálmese-intervino un doctor-se
encuentra en un delicado estado de salud,
necesita descasar, la leucemia ha hecho
estragos en su cuerpo…-no dejé proseguir al
doctor.
-¿Cáncer en la sangre? ¿De qué diablos está
hablando?-tomé mi cabello con impaciencia y tiré
levemente de el.-se confundió de chica,
caballero.
-Señorita, yo sé cómo hago mi trabajo, por favor,
cálmese y deje reposar a la señorita
Margendorffer, está muy débil para hacerle un
tratamiento con radiación y mucho peor practicar
la quimio.
-¿Radiación? ¿Quimio? ¿Está usted loco?-
pregunté y fruncí el ceño-mi amiga es una
castaña delgada, de ojos verdes y vivaces, usted
está confundido.
-Se a quien se refiere, señorita, déjeme proceder,
este es mi trabajo, le ruego que me deje-él
doctor se retiró y me dejó allí, frustrada,
preocupada, con unas inmensas ganas de llorar,
y no me contuve, con un sollozo desgarrador que
salió de lo más profundo de mis entrañas,
empecé a llorar, caí de rodillas al suelo mientras
lloriqueaba desconsoladamente.
¿Justo? ¿Acaso esto era remotamente justo?,
No, no era nada justo, yo no quería esto, Cara
era una persona que se merecía todas las cosas
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del mundo, y tenía que ayudarla, saldríamos de
esto, juntas.
Después de un rato de llorar, de expulsar todas
las frustraciones, el doctor llegó y con una
sonrisa amable, me acarició el hombro.
-Cara se encuentra estable, no podremos darle
de alta hasta dentro de unas semanas, tiene que
empezar la quimioterapia lo más rápido posible-
en mis ojos se notaba la tristeza y el cansancio-
puedes pasar a verla, si quieres, habitación 361.
Asentí y le sonreí al doctor, y corrí a toda
velocidad hasta su cuarto, cuando vi la puerta,
frené en seco, la abrí lentamente y la vi, con sus
ojos cerrados, una mascarilla para respirar y
pálida como un cadáver; me acerqué y tomé su
mano gélida, con lágrimas cayendo por mis ojos
a cántaros.
-Tal vez no me escuchas, pero quiero que sigas
en mi presente, que continúes en mi futuro, no
quiero que seas parte de mi pasado,
¿escuchas?, te necesito-nuevas lágrimas se
deslizaron y recosté mi cara en la camilla,
agonizando de tristeza, pensando que Cara era
un sueño, nadie podía ser como ella, su
personalidad era inalcanzable, ella era única e
irrepetible, y si moría, no tendría porque
preocuparse, porque seguiría viva en el mundo
de mis recuerdos, caminando en los pasadizos
escurridos de la memoria-Nadie es como tú,
nunca nadie será como tú, y te juro, que
saldremos juntas de esto, Cara Margendorffer,
saldremos juntas de esto, porque prometiste que
estarías en mi boda y yo en la tuya-Y con un
nuevo sollozo moribundo, me quedé dormida.

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Capítulo 4.
Abrí los ojos al sentir las caricias de Cara en mi
cabeza, mis ojos se llenaron de lágrimas de
alegría y quise abrazarla, deseosa de su afecto,
pero la entubación me lo impedía.
Cara tuvo que permanecer unos días más en el
hospital antes de que pudiéramos volver al hotel,
se encontraba muy débil así que el doctor dijo
que empezáramos con la radiación o la quimio
cuando llegáramos a Grecia de nuevo.
Una enfermera se quedó en el hotel cuidando a
Cara, mientras yo me arreglaba levemente para
salir a dar una vuelta y despejar la mente, tenía
un nudo en la garganta que aún no se soltaba, y
debía desenlazarlo antes de volver a hablar con
Cara.
Caminaba indecisa por los alrededores del Hotel,
cuando vi a Harry, con su cabello despeinado y
sus ojos azules matadores; un leve sonrojo
apareció cuando lo vi venir hacia mí.
-Alice, luces fantástica-dijo mientras me saludaba
con la mano.
-Gracias-dije mirando mí vestido negro ajustado
en la parte de arriba pero suelto en la parte de la
falda-¿Qué te pasa?, te ves, ¿pensativo?-
pregunté y el agarró mi mano suavemente y
entrelazó sus dedos con los míos.
-¿Quieres dar un paseo?-me preguntó y lo miré
extrañada, solo lo había visto una vez, era un
chico guapo, pero, ¿y si era un violador?, ¿un
ladrón de chicas?, estaba en otro continente,
nadie sabría nada, sería el crimen perfecto.
-Harry-dije soltándome de su mano-eres un
completo extraño, yo debo cuidarme no sé quién

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eres, no sugiero nada, pero, ya sabes…-Harry
sonrió y me acarició la mejilla.
-Entiendo, si quieres no volveré a acercarme a ti-
negué con la cabeza-no te entiendo.
-El punto no es ese, lo que pasa es que a veces
me asustas con tu tomadera de las manos y esas
cosas, ¿entiendes ahora?-él asintió mientras
reía.
-Entendido-dijo mientras hacia un gesto de
saludo militar-Pero, ¿si quieres el paseo?-
-Si prometes no robarme y/o drogarme, está
bien-Harry rió, de esa manera tan exquisita, con
ojos anhelantes miraba sus labios carmesí, tan
perfectos y carnosos, en ese proceso, su voz me
distrajo.
-Nada de eso, solo veo que quieres desahogarte
y yo también quiero hacerlo, ¿lo hacemos
juntos?-Asentí y empezamos a caminar
alrededor del hotel, por los campos y las
canchas, por la piscina y todos los lugares
disponibles en mi rango poder llegar
rápidamente a Cara si pasaba algo.
Harry se encontraba triste porque en casa no se
sentía a gusto, que sus padres lo molestaban y
regañaban todo el tiempo, que siempre querían
que hiciese todo.
-No sabes cuánto anhelo un grito de mi madre-
suspiré con pesadez mientras miraba el
atardecer.
-¿A qué te refieres?-preguntó mientras su vista
se fijaba en mi rostro.
-Me refiero a…-volteé a verlo y suspiré de nuevo-
mis padres murieron hace algún tiempo, fue algo
muy doloroso, aún, después de algunos años, la
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herida sigue abierta, sin curar lo más mínimo, de
hecho, siento que se abre cada día más,
cercenando mi corazón hasta destruirlo
completamente-lágrimas se avecinaban pero
mordí mi labio y contuve las ganas de querer
llorar en su hombro-deberías valorar lo que
tienes, yo creía que mi madre era un verdadero
grano en el trasero-sonreí-al igual que mi
hermana pequeña y mi padre; pero no sabes
cuánto deseo volver a verlos, cuanto quiero que
me regañen y me castiguen, que respiren y
caminen por el suelo en el que camino, pero no
es posible, y nunca pasará.
-Pero, ya sabes lo que dicen-mencionó Harry
suavemente-las personas no mueren, porque
siguen vivas en nuestro recuerd…-no le dejé
terminar.
-Es la mayor estupidez que alguien ha podido
inventar-respondí casi en un grito-ellos murieron,
ya no existen, y no volverán a existir, porque eso
de que viven en mis recuerdos no es verdad; ¿un
recuerdo puede abrazarme y decirme que todo
estará bien? ¿Un recuerdo estará allí conmigo
para ayudarme en mis momentos de tristeza?,
No, no pueden, un recuerdo es simplemente algo
que ya pasó, algo que quedó en el pasado y que
no podemos cambiar, sí quiero recordarlos, será
con las cosas que hicieron antes, ¿y para qué?,
¿para llorar hasta quedar seca como una pasa?,
no gracias.
-Eres muy…-no le dejé terminar.
-¿Qué?, ¿estúpida?, ¿extraña?, ¿insensible?,
¿una pobre persona que no hace sino sufr…-
esta vez, él me cortó.
-Profunda, iba a decir profunda-Harry suspiró y
me miró a los ojos, con ese azul deslumbrante
27
que seguramente me dejaría sin sueño-¿tienes
algo que hacer más tarde?-preguntó de repente y
sentí mi cuerpo temblar ante el tono serio de su
voz.
-Tengo que cuidar a mi mejor amiga, Cara,
después te hablaré de ella, de hecho-miré el reloj
de mi muñeca-ya se me hizo tarde-me levanté
pero él me sujetó por la muñeca.
-¿Te acompaño?-preguntó, asentí; Harry sonrió y
se levantó también de donde estábamos
sentados.
Caminamos en silencio hasta la puerta del cuarto
donde me hospedaba, cuando llegamos, extendí
mi mano para apretarla en una despedida
madura, pero Harry tenía otros planes, jaló
suavemente de mí y me dio un abrazo
estrechándome por las caderas, cuando me
separé de él, me besó en la comisura de los
labios.
-Harry-dije sujetándome el labio, Harry sonrió y
dio la vuelta antes de perderse por los pasillos
del hotel; entré en el cuarto y suspiré, me apoyé
en la puerta y mordí mi labio inferior, me deslicé
por esta hasta que mi trasero quedó en el suelo.
-¿Qué te está pasando, Alice?-preguntó Cara
con el ceño fruncido-Oh por Dios, estas en el
protocolo, Quiero un novio y lo estoy logrando-y
si, la Cara de antes era de nuevo Cara.
-Claro que no-suspiré y me levanté para
acercarme a ella-¿Cómo te sientes?-pregunté
tratando de tantearle la frente pero ella lo impidió.
-¿Qué diablos importa?-preguntó en un gritito-
¿Quién es? ¿Acaso es el chico con el que te
chocaste el otro día?, por Dios, di algo.

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-Mejor durmamos-dije mientras me quitaba los
zapatos-es tarde.
-Exacto. Te quedaste con un chico hasta tarde
sola-fruncí el ceño.
-Dije que durmamos-me acosté y cerré los ojos,
caí en un sueño profundo llevada por el
cansancio.
Cuando despertamos, dejé a Cara al cuidado de
la enfermera, salí a la reunión del grupo escolar
donde los maestros acompañantes daban el
anuncio de que volveríamos a Grecia hoy por la
noche, ya que Cara se encontraba muy estable.
Debo decir que la expresión de Robin, era lo
contrario a lo que me esperaba, un total
desinterés, levantó los hombros y giró a ver a
Nevae con ojos brillosos y esta sonrió.
No. Puede. Ser
Desee con fuerza que un alíen los abdujera,
Robin había estado poniéndole el cuerno a mi
amiga, y no con cualquier chica, NO, con la
madre de todas las fáciles del jodido mundo.
No le diría nada a Cara, no por ahora, estaba
muy delicada como para hacerle algo así de
destructivo, pero me aseguraría de que Robin
consiguiera su merecido, porque hacerle algo así
a Cara, una chica magnifica, maravillosa,
hermosa y suspicaz, debería considerarse un
jodido pecado.
Tratando de contener mi furia, decidí salir a
caminar, tratando de que la ira no se apoderara
de mi cuerpo, para evitar así moler a golpes a
Robin y romperle las piernas con un mazo a
Nevae.

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Caminando por los alrededores del hotel, me
choqué con Harry, que me miró apenado, pero
igual sonriendo.
-Alice-dijo riendo suavemente-luces fantástica-
agarró mis manos y me sacudió suavemente.
-Siempre lo estoy, según tú-le señalé y él se
acercó aún más, di un paso hacia atrás pero él
me abrazó fuertemente-disfruta lo que dure el
abrazo, me voy hoy en la noche.
-¿Irte?, ¿A dónde?-preguntó separándose de mi
de un solo tirón y mirándome con ojos
preocupados.
-Grecia-respondí rápidamente fijándome en sus
hermosos ojos.
-¿Grecia?-preguntó exasperado-¿la lejana y
antigua Grecia? ¿Tan malditamente lejos?-
Asentí-debe ser broma, me siento atraído por
alguien y se va a Grecia, la vida me odia.
-¿Atraído?-pregunté parpadeando varia veces.
-Muy atraído-dijo y abrí los ojos, claramente
impactada.
-Lo lamento-dije suavemente.
-¿lamentarlo?-preguntó-que me empezaras a
gustar fue lo mejor del mundo-quise abrazarlo,
pero me contuve-que no termine bien, no es
culpa de ninguno, pero…podre marcar una
diferencia-Harry se acercó rápidamente y
estampó sus labios sobre los míos, y los movió
con una rapidez impresionante, al principio, mis
ojos se abrieron e intenté golpearlo para que me
soltara, pero después de un tiempo, una
sensación de éxtasis me invadió, dejé llevar mis
labios por los suyos y enredé mis brazos
alrededor de su cuello, su forma magnifica de
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besar era tan vaga pero a la vez tan familiar, que
no pude darme cuenta a quien se me
asemejaban los besos, solo hasta que me separé
de él y pude ver por un momento, el rostro de
Edward, más no el de Harry.
Capítulo 5.
Llegué a Grecia, con el recuerdo vago de los
labios de Harry sobre los míos, sacudí la cabeza
para borrar aquella imagen que atormentaba mi
corazón y martirizaba mi alma de una manera
que no conocía, de una manera agradable, no
era dolor lo que sentía en lo más profundo de mis
entrañas, si no, que cuando recordaba el dulce
compas de Harry al besar, me traía alegría
infinita.
Cuando bajamos del avión, Cara no se sentí muy
bien, pero no me preocupé entonces, ya que
insistía en el que solo era un dolor pasajero, pero
cuando llegamos a su casa, y empezó a ponerse
pálida, la llevé en un taxi casi arrastras al
hospital.
En el hospital, Cara se puso aún más grave,
mientras corría al lado de la camilla, vi de reojo a
Edward, al principio creí que era una fantasía,
creada por la necesidad de volver a verlo, pero,
después me di cuenta que era absolutamente
real; en ese momento, no le presté demasiada
atención, Cara era mi prioridad en ese instante,
no la pasaría a segundo plano, solo porque mi ex
de hace 2 años y medio decidió aparecer a estas
alturas.
Hablé con el doctor, el me pidió el número de sus
padres y yo claramente, accedí a dárselos,
también le comenté la situación de la leucemia,
el dictamen que había dado el médico de México,
aquel doctor de edad avanzada, agradeció la
31
información, ya que facilitaba más su trabajo y
podría ayudar más rápido a Cara.
Tuve que estar en la sala de espera, donde
Edward se encontraba sentado y con los brazos
cruzados. Me senté a un par de asientos de
distancia y juro por Dios que traté de ignorarlo,
pero sonrió y el sensual hoyuelo de su mejilla
derecha se hizo notar, mientras sus ojos negros
me dirigieron una mirada rápida.
-Las desgracias te persiguen, ¿eh?-volteé a verlo
y sus ojos se clavaron en los míos, traté de
aguantar las ganas de abalanzarme sobre él y
besarlo hasta morir.
-No es asunto tuyo-respondí fríamente, como si
le hubiese escupido en la cara, témpanos de
hielo.
-Te has vuelto más frívola, ¿eh, Alice?-habló de
nuevo y giré los ojos.
-Creo que te dije que no es asunto tuyo-le
respondí volteando a verlo-además, ¿Qué
demonios haces aquí?-pregunté, la curiosidad
mató al gato después de todo, ¿no?
-No es asunto tuyo-respondió apartando la vista
de mí y fijándola en una enfermera que movía
exageradamente las caderas, solté un bufido,
atacada por los celos y él sonrió-es broma, no
soy tan descortés-suspiré pesadamente-asuntos
familiares, esa es la razón por la que ahora vivo
tan malditamente lejos de Madrid.
-No extraño a Madrid en lo absoluto, Grecia me
trajo nueva vida, bueno, hasta que te vi-giré mi
vista de nuevo al frente, donde un niño lloraba
porque no quería ser vacunado.

32
-Te extrañaba como no te imaginas, Alice-dijo
después de un largo silencio-cada día era peor
que el anterior-suspiró-esperaba que sintieras lo
mismo.
Estaba a punto de responder cuando el doctor
me interrumpió.
-Tengo muy malas noticias-el médico se pasó
una mano por la cara y soltó un largo suspiro-la
leucemia está más avanzada de lo que creía,
creemos que se trata de Leucemia linfocítica
aguda, un tipo de cáncer en la sangre que
avanza más rápido que el común, la vida de Cara
esta en serio peligro, he llamado a sus padres y
se dirigen hacia aquí.
El doctor se alejó chequeando unos papeles y yo
me derrumbé en la silla, tratando de contener las
lágrimas, pero fue un intento fallido, siempre me
preguntaba porque todo me tenía que pasar a
mí, si fui Hitler en mi vida pasada o algo así para
merecer semejante tormento.
-Tranquila, Alice, estoy aquí para ti-Edward
acarició mi espalda y por un momento me sentí
tranquila, pero no quería dejarlo entrar de nuevo
en mi vida, me negaba, ¿y si se volvía a irme?
¿Y si nunca más sabía nada de él?
-No te me vengas con el papel de novio súper
comprensivo-dije quitando su mano de mi
hombro-estoy bien, no necesito consuelos de
nadie-me levanté y enseguida me choqué con los
padres de Cara.
Su madre tenía los ojos llorosos, con gotas
apunto de derramarse por ellos, su cabello rubio
y ondulado se encontraba despeinado
claramente por el estrés, y su padre, el señor
Axel Margendorffer, un hombre tan amable,

33
siempre dispuesto, pero ahora, verlo con ojos
enrojecidos y la cabeza casi calva desarreglada,
me hizo sentir levemente celosa, Cara tenia
quien se preocupara por ella, yo no.
-¿Qué ha pasado con Cara, Alice?-me preguntó
la madre de Cara con voz quebrada.
-No sé cómo decirle-mi voz temblaba, entre las
ganas de lanzarme a los brazos de la madre de
Cara y llorar hasta que no me quedara una gota
de agua en mi cuerpo, o hacerme la fuerte, y
opté por la segunda, como siempre-Descubrieron
que sufre de Leucemia Linfocítica aguda, un tipo
de cáncer que avanza más rápido que el tipo
común-los ojos de los padres de Cara se
abrieron desmesuradamente y se abrazaron con
fuerza-Lo siento mucho.
-Este tipo de broma no es de nuestro agrado-dijo
en padre de Cara frunciendo el ceño.
-Señor Margendorffer, quisiese con todo el poder
de mi corazón que fuese una broma-dicho esto,
mi fortaleza se vino abajo y me tire a sus brazos
sollozando.
Cara despertó, el doctor no nos permitió verla y
nos mandó a casa, dijo que su estado era
delicado y que antes de empezar con la
quimioterapia, tendría que dejarla descansar.
Llegué a casa exhausta, el beso, el viaje,
Edward, la enfermedad de Cara, todo me hacía
sentir cada día más cansada.
Dormí unas cuantas horas, y mi IPad vibro
mostrando la foto de perfil de Edward, ignoré la
invitación de hacer Facetime, no tenía ánimos de
nada, pero entonces empezó a escribirme,
cansada del maldito sonido, contesté.

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-Alice, ¿quieres venir a almorzar conmigo esta
tarde?
*Edward, no quiero salir.
-Vamos, será divertido.
*¿A dónde?
-¿Starbucks?
*Está bien, Edward, ¿vendrás a buscarme?
-¿Qué clase de chico seria si no buscara a mi
chica?
*¿Mi chica?
-Solo mándame la dirección, Alice.
Y así lo hice, le mandé la dirección de mi
residencia, después de perecear un rato, me
levanté y me dispuse a arreglarme, me duché
rápidamente lavándome el cabello y salí
corriendo a vestirme, después de ojear mi
armario, me decidí por unos vaqueros y una
remera sin mangas de color blanco con puntos
negros, me puse mis converse y peiné mi
cabello.
Un claxon sonó, apostaba a que era Edward, así
que tomé mi colonia y me apliqué un poco, al
igual que rímel y brillo labial, tomé un bolso y
guardé algo de efectivo y salí para ver quién era.
Lamentablemente, no era Edward, era un
hombre que recogía a mi vecina del lado, entre
de nuevo y otro claxon volvió a sonar, y esta vez,
efectivamente era Edward.
Me subí al auto y él me sonrió, con desánimo le
saludé con la mano y le indiqué el camino a
Starbucks, durante el recorrido, en una ocasión
mi mano tocó la suya por accidente, y una

35
corriente me recorrió todo el cuerpo, recordaba
nuestra historia juntos, siempre habíamos sido
vecinos y mejores amigos, después una pareja
de novios que todos apoyaban, pero en este
momento, me sentía vulnerable, acercarme tanto
a mi ex, sería como querer darle un abrazo a un
cactus, al principio una idea divertida, y después
me arrepentiría por el gran dolor que causa.
Llegamos al Starbucks, bajamos del auto y nos
sentamos en una mesa, frente a frente, con
nuestras piernas levemente entrelazadas por
debajo de la mesa, sus ojos negros y misteriosos
no se apartaban de mí, me miraba en
absolutamente todos los ángulos habidos y por
haber, un silencio reinaba entre los dos hasta
que llegó la mesera.
-¿Qué desean, jóvenes?-preguntó la mesera con
un “entusiasmo” que me agobió. En ese
momento, yo escapé de la mirada de Edward.
-Yo quiero un cappuccino y un rol de canela-dijo
Edward y volvió la vista de nuevo hacia mí-¿tú
que quieres, Ali?-preguntó y escuchar ese simpe
“Ali” hizo que mi cuerpo se estremeciera, así me
llamaba desde que éramos niños.
-¿Yo?...Eh-miré el menú y me decidí
rápidamente-Un Donut de frambuesa con un
descafeinado de calabaza-La mesera lo anotó y
se dirigió a la mesa de pedidos.
Otra vez el silencio reinaba entre ambos.
-¿Y cómo te va en los estudios, Alice?-preguntó
por fin Edward, miré el menú y levanté los
hombros con indiferencia.
-Bastante bien, Edward-respondí y el silencio se
apoderó de nuevo, un incómodo silencio.

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-Te ves hermosa, ¿lo sabias, Alice?-eso me dejó
algo sorprendida, lo dijo tan de repente que no
supe como contestar.
Recibimos nuestras órdenes y las comimos en
total silencio.
-¿Qué ha pasado con tus padres?-pregunté de
repente- y Ángel, ¿Qué ha pasado con tu
hermanita, Ángel?-
-Mis padres se han divorciado-soltó un suspiro-
hace ya 1 año, mi padre vive en Madrid aún, pero
mi madre se estableció aquí, y hace poco
recuperó la custodia-sonrió-¿Mi hermana?,
supongo que ese diablito ya es un diablote,
cumplirá 14 en algunos meses, pero está
bastante enferma-su mirada era triste-se
almacena liquido en sus pulmones, y tienen que
drenarlo muy seguido.
En eso, sonó su teléfono, él contestó y era una
llamada de su madre, a los segundos colgó.
-Mi hermana quiere verme, iré a pagar y te dejaré
en casa-Edward me lanzó una hermosa sonrisa,
de esas que hacia achinar sus ojos.
-Te acompaño-me levanté y tomé su brazo.
-¿Cómo en los viejos tiempos?-preguntó de
repente y yo me aparté.
-Eso nunca-dije sonriendo.
Cuando pagamos, salimos y subimos al auto.
-Próxima parada, tu casa-Edward sonrió y yo le
devolví la sonrisa.
-No, tienes que ir al hospital ¿verdad?-pregunté y
Edward asintió mientras encendía el auto-Yo
tengo que ir a visitar a Cara, vayamos juntos, ¿te
parece?-El asintió y condujo hasta el hospital, de

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camino, la charla fue mucho más animada y
menos incomoda, siempre me había sentido a
gusto con Edward, salía con sus babosadas y
me hacia reír intensamente, eso fue muy
fundamental al empezar nuestra relación.
Cuando llegamos, nos despedimos y cada quien
fue a la habitación respectiva, le prometí a
Edward pasar y ver a Ángel, ya que siempre me
llevé muy bien con ella cuando salía con él,
además, Ángel era una niña maravillosa, le
encantaba jugar y tejerme el cabello, nos
divertíamos mucho, a veces iba a la casa de
Edward solo para jugar con Ángel.
Cara se encontraba en su cuarto, pero la vi
mucho más animada, se reía de mis chistes, le
hablé sobre que salí con Edward, le molestó un
poco, y me dijo la misma frase que había
pensado anteriormente cuando mi mano chocó
con la suya.
-Es como abrazar un Cactus, podrá parecer
divertido, pero después será muy doloroso.
Me senté a un lado de la cama y charlamos otro
rato, sus padres no estaban porque habían salido
a trabajar para mantener el tratamiento que
había empezado esa mañana, según Cara, era la
peor experiencia que había vivido.
-¿Cómo te sientes?-pregunté-¿Te notas mejor
después del tratamiento?-
-La quimio es horrible-susurró-no sé que es peor,
la cura o la enfermedad.
-¿Es demasiado doloroso?-pregunté haciendo
una mueca.
-¿Tu qué crees?-preguntó sonriendo
socarronamente, mientras me enseñaba sus

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brazos-me meten en una cabina claustrofóbica y
me inyectan unos medicamentos por vía
sanguínea, en el momento no duele, pero
después, lastima como el demonio.
-Cara, cuanto lo siento-susurré y le di un abrazo.
-No te preocupes, si no me muero, tendré una
súper experiencia que contar algún día-Cara
puso sus brazos como si enseñara sus bíceps.
Después de un tiempo hablando, sobre múltiples
cosas que habían pasado desde que volvimos de
México, el doctor Carter entró con una gran
sonrisa.
-Cara, podrás volver a casa mañana-su sonrisa
se hizo aún más grande-tendrás que volver la
próxima semana para volver a aplicarte el
tratamiento, pero por ahora estas bien.
Cara asintió y su sonrisa socarrona se hizo aún
más prominente, y celebró bailando sentada en
su camilla.
-Estas muy feliz, ¿Eh, Cara?-mencionó el Doctor
y Cara asintió en la cabeza.
-Odio los hospitales y todo lo que tenga que ver
con ello-el Doctor Carter enarcó una ceja-No es
nada personal-el doctor soltó una carcajada y
salió del cuarto riendo un poco.
Me despedí de Cara porque la enfermera me dijo
que la hora de visitas había terminado ya hace
algunos minutos y que debía irme a casa porque
ya era tarde, y cuando iba saliendo, me choqué
con Edward.
-Alice-susurró Edward mientras me sujetaba de
la cintura para evitar que callera al suelo.

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Una vez que estuve estable, me alejé de él
sonriendo, y le saludé con la mano.
-Le hablé a Ángel de ti, está muy emocionada
por verte-Sonreí de nuevo y me puse un mechón
de cabello tras la oreja.
-Ed-Edward abrió los ojos drásticamente,
siempre le había dicho así, Ed, él era mi Ed, y
siempre seria mi Ed-¿Qué haces tan tarde en el
hospital?
-Ángel no quería quedarse sola, me pase de la
hora de visita esperando a que se durmiera-
Edward suspiró-¿Vas a casa?-preguntó.
-Sí, tomaré un taxi-dije y me pasé por su lado-
Adiós.
-Espera-me sujetó de la muñeca y me jaló
suavemente hacia él-Te llevo.
-No quiero ser una molestia-suspiré-enserio,
tomaré un taxi.
-No es molestia-dijo sonriendo-te llevaré, no es
ningún problema, Ali.
Por último accedí a que me llevara, cuando
llegamos, me despedí con la mano pero Edward
no quedó conforme con mi despedida y me besó
sonoramente la mejilla, un escalofrió recorrió mi
cuerpo, me erguí rápidamente y entré en casa
apoyándome en la puerta, era la misma extraña
sensación que sentí con el beso de Harry,
exactamente la misma.
Abrí los ojos lentamente y parpadeé varias
veces para acostumbrar mis ojos a la luz, me
levanté y vi que día era.
-Maldición-grité mientras corría al baño-las
pruebas nacionales son hoy.

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Llegué a la hora precisa, con el cabello
despeinado y los mismos vaqueros que tenía el
día anterior, cuando entramos y nos entregaron a
cada uno la prueba, le eché un ojo, sonreí, no se
veía tan complicado, vi a mi alrededor y todos
tenían una mueca en la cara, en especial Nevae,
lo cual me agradó mucho, ya que las pruebas
nacionales son muy importantes y definen mucho
nuestro futuro.
Se me facilitó la parte matemática, y en
interpretación textual me fue de maravilla, ya que
amo leer, es más que un pasatiempo, es una
escapada de la vida real, una escapada para
explorar mundos imaginarios de dragones y
princesas, de parejas que se matan de amor, de
hombres locos y fieles escuderos. Entregué mi
prueba, y Nevae también, por lo cual salimos
juntas del recinto, caminé más rápido para no ser
alcanzada por la bestia horrible de cabello rubio,
cuando me di cuenta de que planeaba
molestarme, tomé un taxi y mientras me dirigía a
casa de Cara, le marque a su móvil y no contestó
hasta el cuarto tono.
-¿Hola?, ¿Alice?-preguntaron del otro lado de la
línea.
-Si-contesté-Cara, quisieras…-Cara soltó un grito
y sonrió.
-Sí, ¡me caso contigo!-la estupidez de Cara me
arrancó una sonrisa.
-Cara, ¿quieres ir y comprar el vestido de la
noche de graduación?-pregunté y se escuchó su
risa.
-¿Quieres que te acompañe?-preguntó-Dios,
Alice, estoy en cama, y lo estaré hasta que me
cure o hasta que me muera.

41
-deberías ser más…Positiva –susurré-en
fin…Adiós- iba a colgar pero Cara me
interrumpió.
-No quiero que te sientas abandonada, solo que,
estas cosas pasan, no puedo ser la Cara de
antes.
-Tranquila, lo entiendo-solté un suspiro y colgué
el teléfono.
Le pedí al taxista que me llevara a casa, y así
fue, después de llegar, dormí una siesta hasta
que el sonido de mensajes en mi móvil me
despertara.
-Ali, ¿salimos a dar una vuelta?
Con desánimo contesté el mensaje.
*Estoy bastante cansada, además, tengo que
comprar mi vestido de graduación, así que estaré
bastante ocupada.
Dejé caer el móvil a un lado y traté de conciliar el
sueño de nuevo, pero el teléfono no me ayudaba,
los mensajes de Edward seguían llegando.
-No hay problema, te acompaño a comprar el
vestido, vamos Ali, estoy buscando una excusa
para poder verte.
-Alice, te ayudaré con lo del vestido, ¿qué mejor
juez que tu ex?
-Ali, contesta los mensajes.
Con impaciencia, agarré el móvil y leí
rápidamente los mensajes y me dispuse a
contestarlos.
*Edward, ¿Acompañarme a ver los vestidos?
¿Enserio?
-Ya te lo dije, excusa para verte.

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*Solo si primero vamos a comer.
Dejé caer el móvil en la cama y enterré la cara en
la almohada, pero no dudé en sacarla cuando el
móvil volvió a sonar.
-Lo que quieras.
Sonreí y me levanté de la cama hacia el baño.
*Esa actitud sumiso y “hago lo que desees” no te
queda nada bien, ¿sabes?
-Ok, entonces, Alice, paso en una hora, espero y
estés lista, porque saldré contigo cueste lo que
cueste.
Tiré el teléfono en el sofá y tomé la toalla, me
dirigí hacia el baño con una sonrisa imborrable y
me duché, el agua cayó sobre mí y cada vello de
mi cuerpo se erizó con el torrente de líquido frio
que salió de la regadera, cuando salí del baño,
me sequé el cuerpo y me puse un vaquero
rosado y una remera blanca, me amarré el
cabello en una coleta y me apliqué brillo labial y
rímel.
Tomé el móvil y me saqué una Selfie, cuando
escuché el claxon de un auto, salí y vi a Edward
sentado en el capo de su auto, con una camisa
negra ajustada y un vaquero azul oscuro, su
cabello azabache estaba despeinado y se miraba
condenadamente sexy.
-Hola, Ed-dije saludándole con la mano mientras
tiraba mi coleta hacia atrás.
-Te ves hermosa, Ali-Edward sonrió y me abrió la
puerta del auto.
-Ni me saludas y ya estas adulándome, quieres
ganar puntos conmigo ¿Eh?-mencioné mientras
me sentaba en el asiento.

43
-Aunque sea lo intenté-suspiró mientras cerraba
la puerta de su auto.
Edward se subió y encendió el auto, arrancó y
empezó a conducir, pero esta vez no me pedía
direcciones.
-¿A dónde vamos, Ed?-Edward sonrió y puso
una mano en mi rodilla, lo cual me incomodó un
instante pero después me sentí tan cómoda
como si el no estuviera-¿Starbucks?-pregunté.
-No, descubrí un restaurante de comida rápida,
deliciosa-asentí con la cabeza y puse mi mano
sobre la suya, por un momento sentí como su
cuerpo se tensó y luego se relajó.
-Iremos a McDonald, ¿Cierto?-volteó a mirarme
con los ojos abiertos y luego sonrió volteando la
vista de nuevo al camino.
-¿Cómo lo supiste?-preguntó y esta vez yo
sonreí, me incliné levemente hacia su asiento y
apreté su mejilla con los dedos.
-Eres muy predecible, Ed-mi sonrisa aumentó-
siempre comíamos en McDonald cuando
salíamos en Madrid-me aparté y volví a
acomodarme en el asiento-¿Quieres hacerme
recordar cuando salíamos en Madrid?-pregunté,
Edward volvió a verme con los ojos abiertos y
una sonrisa socarrona se estableció en su rostro,
quitó su mano de mi rodilla y la pasó por su
cabello azabache.
-No se te puede sorprender, ¿Eh?-Edward volvió
a posar su mano en mi rodilla nuevamente y esta
vez apoyé mi cabeza sobre su hombro y solté un
largo suspiro.
-Me hacías mucha falta, Ed-dije y aparté mi
cabeza de su hombro-Cada día.

44
-No sabes cuánto te eché de menos, Alice
Westmore, todo el tiempo estabas en mi cabeza
y no había poder humano que te sacara de ella-
Edward estacionó el auto y me miró directo a los
ojos, su mirada era tan oscura, tan enigmática y
a la vez tan fascínate que me encantaba ver la
profundidad de sus ojos.
-Edward-suspiré mientras vi que su cara se
acercaba a la mía respirando entrecortadamente,
y cuando vi que sus labios estaban a punto de
fundirse con los míos, alejé mi rostro del suyo y
suspiré, Edward me vio a los ojos, claramente
desconcertado.
-Alice-dijo mientras volvía a acercar su rostro al
mío, pero esta vez no me dejé encantar por el
embrujo de sus ojos.
-Edward, se supone que comeríamos y luego
iríamos a ver vestidos, yo no planeé esto-solté un
bufido y negué con la cabeza.
-Las mejores cosas no se planean-suspiró y
aferró el volante con fuerza.
-Edward, no quiero esto, no lo quiero, por mucho
tiempo sufrí por tu culpa, no me refiero que
hubiese sido tu culpa que me fuese de Madrid,
pero eras tú el causante de mi dolor-suspiré-Aun
te quiero Edward, muchísimo, pero no puedo
arriesgarme a caer de nuevo en una decepción
amorosa, no puedo permitírmelo.
Edward asintió y durante toda la tarde no se
habló del asunto, no volvimos a mencionar el
incidente y tratamos de comportarnos como si
nada hubiese pasado. Edward me acompañó a
comprar el vestido, por último, escogí un traje de
Chanel rojo carmesí que resaltaba mis ojos de
una manera especial y le daba una forma muy

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hermosa a mi cuerpo y sin embargo no era un
vestido vulgar.
Edward me dejó en mi casa ya pasada la tarde,
cuando el cielo ya había oscurecido y los faroles
de las calles se habían encendido, cuando entre
en mi casa, me despedí desde la puerta y me
senté en el sofá, pensando en todo lo ocurrido, le
había confesado que lo quería todavía, que
había estado en mi cabeza cada día. Con la
cabeza dándome vueltas, me levanté, me di un
baño, me puse mi pijama y me dormí, intentando
que la buena noche de sueño apaciguara todos
los sentimientos encontrados.
Abrí los ojos con pesadez, añorando seguir
durmiendo hasta hacerme una sola con mi
amada cama, pero no era posible, me senté y di
un largo bostezo con el horrible sabor del aliento
matutino, me levanté y me dirigí al baño, cepillé
mis dientes y lavé mi cara, me di una ducha de
agua fría y me decidía entre el placer de una
ducha de agua fría y la zozobra de espantar el
sueño definitivamente.
Me vestí y fui al instituto, cuando entré al aula,
noté sistemáticamente que Cara no se
encontraba en su lugar, me preocupé y
enseguida llamé a sus padres, fue una falsa
alarma, Cara se sentía débil y no quería
levantarse, ya que decía que dormir hacia bien
para el cáncer, creo que nunca debí dejarla leer
“Bajo la misma estrella”. Enseguida, todas mis
preocupaciones se disolvieron, Cara estaba bien,
solo estaba enferma de pereza esa mañana; Ese
día, sin ella fue muy aburridor, y entonces
descubrí, como sería mi vida si Cara no se
recuperaba.

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Las horas pasaban y pasaban, cada minuto
parecía un milenio, entonces mientras miraba la
pizarra y fingía entender al profesor de
matemática avanzada, un pensamiento llegó
veloz a mi cabeza, ¿Qué iba a pasar cuando nos
graduáramos?, ¿Acaso me alejaría de Cara?,
todo es aburrido sin ella, sin su encantadora
sonrisa, sin sus ridículos chistes y sin su
agradable forma de ser y de pensar.
Siempre he querido estudiar Arquitectura, pero
últimamente se me han venido abajo los ánimos,
mis padres siempre me decían que sería una
excelente Ingeniera en el ámbito genético, ya
que siempre me ha gustado todo lo que tenga
que ver con el ser humano y su estructura más
básica, pero no me veía estudiando algo que no
quisiera, muchas personas dirían que lo hiciese
en su memoria, pero, ¿Por qué hacer algo que
no me gusta?, la vida es muy corta como para
trabajar haciendo algo que no me agrade.
Me presenté en una entrevista para acceder a
una universidad muy prestigiosa alabada por su
excelente educación a nivel de toda Grecia, el
día en el que fui para ser entrevistada, estaba de
tripas corazón, mi cuerpo estaba al revés y
sentía como si mi corazón pateara mi cerebro,
todo era terrible, pero a pasar del nerviosismo y
las quebradas de la voz, no hubo nada anormal.
Como siempre dijeron con un largo suspiro el
típico, “La llamaremos una vez que tengamos
sus resultados para la entrevista definitiva”.
Ese día en la tarde, recibí un mensaje de
Edward, en el cual me decía que quería verme lo
antes posible, y yo, después de pensarlo muy
poco, accedí.

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Capítulo 6.
En la noche, antes de acostarme a dormir, llamé
a Cara, estaba un poco aburrida y quería saber
que tal iban las cosas con su enfermedad,
además si se sentía mejor.
-Hola, ¿Cara?-pregunté y se oyó un carraspeo al
otro lado de la línea.
-Hola, Alice, ¿Cómo estás?-
-¿Interrumpo algo?-pregunté y se escuchó su
risa, algo débil pero seguía siendo su magnífica
risa.
-Nada en absoluto, si no fuese por ti, viviría
aislada del mundo exterior-esta vez yo solté la
carcajada.
-Cara, ¿Te sientes mejor?-pregunté-no quiero
incomodarte, solo me preocupo por ti.
-Pues, sigo muriéndome, ¿eso es malo?-soltó un
suspiro-creo que la tristeza es un efecto colateral
de estar muriéndose.
-Cara, deja de hablar como si fueras Hazel
Grace, porque te recuerdo que no lo eres-sonreí.
-Bueno, ¿si lo que quieres saber es si sigo con
cáncer?, si, sigo muriéndome de cáncer en la
jodida sangre-Cara soltó un bufido y yo fruncí el
ceño levemente.
-No es para que te enojes, Cara-dije suspirando.
-Lo siento, solo que me irrita mucho esta
situación, en la que la espada es el cáncer y la
pared es la muerte-Cara rió suavemente-Enserio
lo siento, a veces necesito desahogar mis
frustraciones, y eres la única disponible para
hacerlo-esta vez yo fui la que rió-¿Qué tal la
entrevista?-

48
Después de dos horas de hablar por teléfono
con Cara, cuando ya el móvil me avisaba que
quedaba poca batería y casi nada de saldo, tuve
que despedirme y colgar, cuando hice eso, me
acosté a dormir inmediatamente, ya que me
tocaba escuela al otro día.
Al otro día, no me desperté con la alarma de mi
teléfono, creo que fue acción del demonio o algo
así porque abrí los ojos media hora tarde, si
hubiese sido una situación de Alice en la vida
normal, los abro y ya es de noche nuevamente.
Así que como alma que se va a llevar el diablo,
corrí por mi casa vistiéndome y arreglándome,
por último, tuve que salir sin desayunar para
llegar temprano al instituto.
Cuando entraba al aula, visualice a Cara con la
mirada triste, y Nevae se estaba alejando de ella,
pero para acercarse a mí.
-¡Oye!, Alice-voltee a mirarle reprimiendo las
ganas de romperle la cara de un puñetazo.
-¿Qué quieres ahora, Nevae?-pregunté y esta
sonrió con altanería.
-Nada, solo decirte que escuché que te fue
increíblemente mal en tu entrevista.
-No más de lo que te irá a ti, Barbie hueca-
respondí y me dirigí hacia donde se encontraba
Cara-¿Qué tienes, Face?-pregunté sentándome
a su lado, la llamé “Face” Por molestarla, ya que
así se dice Cara en inglés.
-¿Es cierto que Nevae y Robin tuvieron algo?-
preguntó pasándose una mano por el cabello-
¿Ya lo sabias, Alice?-
Abrí los ojos desmesuradamente, ¿Nevae le
había dicho?, ¿Cómo podía ser tan desalmada?,
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no digo que dejé de ser la fácil del instituto solo
porque Cara se esté muriendo, solo sugiero que
si lo va a hacer con el novio de la jodida enferma,
lo haga en secreto.
-No tenía idea-susurré mientras bajaba la vista.
-Nevae dijo- Cara soltó un largo suspiro-que lo
habías notado cuando estábamos en Acapulco-
abrí de nuevo los ojos.
-Creo que Robin no te merecía, después de todo,
es un gran imbécil, sé que encontraras a alguien
mejor-le di un suave golpe en el brazo y ella hizo
una mueca de dolor.
-Me duele todo-Cara sonrió levemente-No sé
cómo hice para levantarme hoy tan
malditamente temprano.
-Lo hiciste porque eres grandiosa, Face, muy
grandiosa-Cara soltó una carcajada.
-Eres una idiota, Alice, una gran idiota-le di un
abrazo y en ese momento entró el maestro.
El día trascurrió muy normal, clases aburridas, y
un recreo divertido junto a Cara; a la hora de la
salida, fui con Cara a mi casa para que me
ayudara a alistarme para mi cita con Edward, a
pesar de que le dije que no era necesario, que
me preocupaba, ella insistía que el hecho de
tener cáncer no significaba que no pudiese hacer
cosas de chicas.
Después de ojear y criticar absolutamente todo
mi armario, terminamos eligiendo un vaquero de
cuero negro ajustado y una remera blanca, con
una bailarinas doradas y un adorno del mismo
color en el cabello que decidí dejar suelto.
Llamé a Edward para que me recogiera a las
seis, y el aceptó sin inconvenientes. Siendo ya
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más de las seis y media, una sensación de ira
me invadió, ¿Enserio Edward me había dejado
plantada?
Cuando a las siete de la noche se avecinaban,
recibí un mensaje de Edward, en el momento no
me digne a abrirlo, pero cuando Cara insistió que
podía ser una disculpa aceptable, lo abrí para
leerlo.
-Alice, cuanto siento no haber asistido a nuestra
cita, Ángel se ha enfermado gravemente y está
en el área critica, espero y sea una razón que
creas lo suficientemente importante como para
no ir y cumplir nuestro encuentro romántico.
-Te dije que podía valer la pena, Alice-suspiró
Cara-Pobre de su hermana.
-Es una pena-susurré con lágrimas agolpándose
en mis ojos-Ángel es una niña encantadora, ojalá
y la puedas conocer.
-Creo que será imposible, estamos en una
carrera para ver quien se muere primero-Cara
sonrió y se paró de la cama para dirigirse a la
cocina.
La madre de Cara nos llamó cerca de las ocho y
no permitió a mi amiga quedarse en mi casa, así
que, Cara le pidió que si yo podía quedarme en
la suya, y su madre aceptó.
No pudimos quedarnos hasta tarde viendo
películas, ya que es muy cierto lo de dormir hace
bien para el cáncer.
En la mañana, abrí los ojos con una sensación
extraña, vi a los lados y Cara no se encontraba
alrededor, asustada, descubrí el lado de la cama
donde tendría que estar Cara durmiendo, pero no
había nada, solo una mancha de sangre algo

51
seca que embarraba la almohada y parte de la
sábana.
Descarté inmediatamente que estuviese en su
periodo, aterrada, escuché llanto en el baño y
corrí hacia allá, Cara se encontraba a horcadas
sobre el inodoro, vomitando sangre con restos de
comida, aterrada, me tumbé junto a ella y le vi a
los ojos, su rostro estaba pálido y sus labios
morados temblaban como gelatina, sus ojos
habían perdido la chispa, y tenían el rastro de
haber estado llorando por horas.
Grité a sus padres los cuales acudieron al
instante. Sin dudarlo, llamamos a la ambulancia y
nos dirigimos al hospital, al llegar se llevaron a
Cara por un pasillo blanco y largo e iluminado por
luces pálidas, casi tenebrosas mientras nosotros
aguardábamos removiéndonos en los asientos
de la horrible sala de espera.
Ese sábado sin duda fue aterrador, tuve la
zozobra de perder a Cara, añadirla a mi lista de
personas importantes en mi vida que se han
muerto, no toleraría una muerte más, ni una,
cada tragedia me volvía cada vez más loca y no
habrá nadie en el mundo que me pudiera ayudar.
El padre de Cara se me acercó y limpió las
lágrimas de mi rostro, me dio una sonrisa débil y
me besó la frente, tal cual y lo hacia mi padre, no
pude evitarlo y empecé a llorar en silencio.
-Alice-susurró -Estaremos bien, Cara es fuerte y
lo sabes, saldrá de esto rápidamente-sonreí y me
limpié las lágrimas-está estable, puedes pasar y
verla.
Alegre de poder ver a Cara, corrí a su habitación,
pero tal vez hubiese sido mejor no hacerlo, Cara
se encontraba pálida, sus labios resecos y

52
vidriosos, además, no tenía su maravillosa
sonrisa encantadora.
Empecé a tararear la canción que siempre nos
unió a ambas, una melodía hermosa con la que
las dos estábamos de acuerdo era perfecta, y
cuando estaba por llegar a la mitad, los ojos se
me llenaron de lágrimas y empecé a llorar,
mientras entre sollozos lo único que alcancé a
pronunciar fue:
-No me dejes nunca, Face.
-Trataré de quedarme contigo, el mayor tiempo
posible-al escuchar la voz débil de Cara, abrí los
ojos y una sonrisa se pintó en mi rostro, tuve que
contener las ganas de abrazarla y sacudirla
como una niña que recibe su regalo en navidad.
-Cara,¿ estas bien?-le agarré las manos blancas
y gélidas-No sabes cuánto me preocupaste, no
sabes cuánto te amo, estúpida cancerígena-Cara
sonrió.
-Hey, Alice, no es por nada pero a mí me gustan
los chicos-sonreí-ya sabes, de amistad esto no
pasa, Alice-Solté una carcajada.
-¿Te burlas de mí en un momento tan
preocupante como este?-pregunté, Cara soltó
una risita.
-No me burlo-sonrió-solo que no me gustas Alice,
te quiero mucho, pero solo como amiga-una
carcajada broto de lo más profundo de mis
entrañas-Hablando de esto, no puedo creer que
pienses que te dejare, te he dicho más de mil
veces que esta enfermedad no me detendrá
nunca-una sonrisa apareció un su rostro.

53
Cuando iba a contestarle, una enfermera entró
para avisarme que tendría que marcharme, que
la hora de visitas había acabado.
-Adiós, Cara-sonreí y me despedí con la mano.
-Adiós, Niña tragedia-
Abandoné su cuarto llorando y riendo, en ese
momento, me di cuenta de lo maravillosa que es
Cara, y que soy afortunada de que sea mi mejor
amiga, así que nunca la dejaría sola.
-Te pido Dios-susurré-si aún me escuchas y
tienes en cuenta mi existencia, que salves a
Cara, se lo merece-Sonreí de lado y me fui del
hospital.

Capítulo 7.
No pensé en volver a tener el miedo a que otra
tragedia ocurriera, Cara se pondría bien, al igual
que Ángel, nada malo sucedería, todo estaría en
calma.
Pensé en llamar a Edward, pero la duda me
atacaba, ¿y si no quería hablarme? ¿Si estaba
con su hermana? ¿Si me odiaba por no haber ido
a ver a Ángel cuando esta había especificado
que estaba emocionada por hablar conmigo?
Me decidí por llamarlo, y cuando estaba a punto
de tomar el móvil, este empezó a sonar.
-Hablando del rey de roma-suspiré y tome el
teléfono para atender-Edward, ¿Qué esta
pasan…-La voz de Edward era acelerada y
preocupada, casi desesperada.
-Te necesito, Alice-dijo Edward.
-¿Dónde estás?-pregunté y mire a mí alrededor.

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-Solo sal, estoy afuera de tu casa-abrí los ojos y
me asomé por la ventana, la lluvia caía en una
tenue llovizna, y lo vi, parado al otro lado de la
calle, abrí la puerta y salí sin preocuparme de
mojarme, el agua empapaba mi ropa y cabello,
crucé la calle y me detuve a unos cuantos pasos
de él, Edward se me acercó y me abrazó
fuertemente, en el momento me tomó por
sorpresa y luego le correspondí el abrazo.
-Alice, estoy enamorado perdidamente de ti-
susurró en mi oído y se apartó levemente de mí,
con una de sus manos sujetó mi pequeña cintura
y me acercó más a su cuerpo, inclinó levemente
su cabeza para quedar a mi altura y detalló mi
cara milímetro por milímetro, examinado cada
pequeña parte de mi rostro.
-Edward-suspiré y pegué más mi cuerpo al suyo,
hasta el punto en el que nuestras narices se
chocaban y nuestras respiraciones aceleradas
hacían que nuestros pechos se encontraran cada
vez que inhalábamos el aire frio de aquella
lloviosa noche.
Ansioso, Edward, con su mano libre, palpó mi
labio inferior con sus dedos fríos y temblorosos,
antes de unirlos en un beso, lento y suave,
disfrutaba el momento y el movimiento de sus
labios al ritmo de los míos; entrelace mis brazos
detrás de su cuello y enrede mis dedos en su
abundante cabello negro, Edward apretó más mi
cintura haciendo más profundo el beso, el
momento era exquisito, no había espacio entre
los dos, ni el aire podría pasar entre ambos
cuerpos.
Me separé lentamente de él para tomar aire, abrí
los ojos y vi su rostro enrojecido, apreciaba el
sentimiento de amor mutuo que teníamos el uno

55
por el otro, después de tanto tiempo, la chispa
del cariño y la pasión seguía viva, Edward y yo
deseábamos que aquel momento fuese eterno.
Miré sus ojos oscuros, que estaba aún más
negros de lo que nunca imagine, era una
profundidad tan preciosa y enigmática que me
envolvían en un misterio amoroso fascinante.
-Yo también estoy enamorada locamente de ti,
Edward-susurré mientras seguía bajo el hechizo
de sus ojos-Hace tiempo que no sentía la
verdadera felicidad-Edward no dijo nada, lo que
me pareció altamente preocupante, asustada,
tome sus rostro entre mis manos y sonreí
suavemente-¿Qué pasa, Edward?-
-Ángel-la voz de Edward era entrecortada,
forzadamente logro articular lo que tenía que
decirme-Mi hermana ha sufrido un derrame
cerebral, está en un estado crítico, en cualquier
momento mi móvil puede sonar para avisarme
que ha muerto, Alice-
Abrí los ojos drásticamente, y solté un respigo di
un paso para atrás y casi me caigo de trasero al
suelo.
-¿Y qué demonios haces aquí, Edward?-
pregunté en un grito-Deberías estar con ella-
-Está perdida, no quiero tener fe en algo que
posiblemente me va a decepcionar-fruncí el ceño
el me aparte totalmente de él, me dirigí a la casa
y el me sujetó por la muñeca y me jaló
suavemente, me aparté nuevamente y entré a mi
casa cerrándole la puerta en la cara-Alice-dijo
golpeando la puerta-Ábreme, Alice-
-Cállate-grité y le di un golpe a la puerta-Ángel te
necesita, ¿Acaso no lo ves?-pregunté-entiende,
quisiera que hubiese sido mi familia la que
56
hubiese estado en el hospital, así todo estuviese
en contra, me hubiese gustado estar con ellos
hasta su último momento, no que me llamasen
una mañana solo para informarme que los
encontraron muertos-
-Alice-gimoteó Edward-Perdóname, se cómo te
duele-soltó un estruendoso chillido-pero, me
siento inútil, mi hermana está muriéndose, y no-
tomo aire-puedo hacer nada-
Abrí la puerta y lo vi, sus ojos estaban
profundamente tristes, su cuerpo totalmente
empapado, le tomé la cara e hice que me mirara
a los ojos.
-Edward, escúchame-le sonreí-no quiero que
hagas algo de lo cual te arrepientas, si ella
muere y no estas con ella, te sentirás culpable,
además, ella es tu hermana, apóyala como si
estuviera en una carrera, donde su adversaria es
la muerte-le abracé y uní mis labios en un beso
breve.
Edward sonrió, me apretó en un fuerte abrazo y
salió corriendo, perdiéndose de mi vista en la
oscuridad lluviosa de la noche.
En la noche, no lograba conciliar el sueño, mi
cabeza daba miles de vueltas, estaba feliz, pero
a la vez preocupada, siempre había intentado
acostumbrarme a los cocteles de emociones, ya
que eran muy cotidianos en mi vida, pero nunca
lograba adaptarme a ellos.
En la mañana cuando me desperté lo primero
que se me vino a la mente fue el beso de la
noche anterior con Edward, recuerdo que,
mientras me cepillaba los dientes, hizo que se
me sonrojaran las mejillas.

57
Caminé en pijama y busqué mi móvil, pensaba
llamar a Edward y a Cara, pero mi teléfono
estaba totalmente descargado, así que mientras
la batería se llenaba, preparé un desayuno
delicioso, panqueques con miel y frutas, no sé
porque cocine, no es algo habitual en mí.
Mientras mi teléfono cargaba, me alisté para ir al
instituto para buscar los resultados de las
pruebas nacionales, cuando iba saliendo de
casa, llamé a Cara y le pregunté en un tono
neutral se iría a la escuela, a lo cual respondió
que no. Pensé en llamar a Edward, pero decidí
que era mejor ir en la tarde al hospital.
Cuando llegué al instituto, todos los alumnos de
último año estaban en el auditorio esperando sus
resultados, todos muy ansiosos y simplemente
angustiados por lo que el futuro les depararía
según su puntuación.
El director apareció con un montón de hojas las
cuales tenían nuestros resultados, muy nerviosa,
tome asiento y espere a que la catedra del
director terminará.
-Queridos alumnos-dijo con su voz cantarina y
amable-debo decir que os debéis sentir
orgullosos, muchos de ustedes han sacado el
nombre de nuestra institución en alto, ahora
entregaré vuestros resultados, aclararé que
están del primer puesto al último-
Empezaron a llamar y a nombrar persona por
persona, la primera fue una chica de lentes y
cabello rojizo ondulado, con algunos kilos de
más, había hablado en pocas ocasiones con ella,
solo sabía que se llamaba Amanda Wood y que
tenía 15 años.

58
Llegaron a los diez primeros y los felicitaron, la
angustia de ser de las peores empezó a
inundarme, pero cuando nombraron a los
siguientes diez y descubrí que había quedado en
el puesto 12 de todos los presentes, sentí una
alegría muy grande.
Esperé que nombraran a Cara, la cual quedó en
el puesto 23, algo que me sorprendió mucho, ya
que Cara, para ser sincera, no era una chica
estudiosa, era más excéntrica, una chica de
ciudad que le gusta salir a divertirse todos los
fines de semana y no lee un libro porque se
queman sus ojos.
Salí del auditorio aún más feliz al ver el puesto
61 de Nevae, la cual, no podía dejar las cosas en
calma, si no que hizo su trabajo de huracán.
-Alice-gritó-¿de quién te copiaste?-preguntó-
¿Acaso de la gorda enana pelirroja?-voltee la
vista a Amanda la cual bajo la vista sonrojada.
Apreté el ceño y caminé a largas zancadas hasta
acercarme a ella lo suficiente, le empujé con el
dedo índice hasta acorralarla contra los casilleros
y con los dientes apretados pise fuertemente el
suelo.
-Escúchame, pedazo de rubia hueca-gruñí-todos
tienen un punto de quiebre, y tú ya sobrepasaste
mis limites, insúltame con tu estupideces todo lo
que quieras, porque es lo único que sabes hacer,
pero no metas-la apreté más contra los
casilleros-a personas que no tienen nada que
ver-la vi con desprecio y me di media vuelta
saliendo a grandes pisadas del lugar, con la vista
fija de todos los estudiantes y la de Nevae sobre
mi espalda.

59
Cuando terminaron las clases, fui a Ballet, fue
algo relajante para mi cuerpo y mi espirito
cargado de horribles penas simplemente
demasiado pesados para mí.
-Flexiónate bien, Westmore-regañaba la señorita
Potroski, una mujer de un marcado acento ruso y
que era firme como una varilla de hierro-más,
flexiónate más-
Después de las extenuantes pero relajantes
clases de la señorita Potroski, me dirigí al
hospital, Edward estaba sentado en una silla
dormido así que hable con su madre, una
pelinegra muy hermosa, demasiado parecida a
mi madre con su forma de regañar y su carácter
flexible.
-Alice-dijo dándome un beso en la mejilla
derecha-te ves esplendida, cielo-asentí y le
devolví el cumplido.
-Lamento lo de Ángel, espero y pase lo mejor-
dije y la madre de Edward sonrió.
-Es una pena-respondió-ojala y pudieses verle,
es una niña hermosa-la madre de Edward se
abanicó con la mano, tratando de espantar el
llanto-y no lo digo porque sea su madre-
La pequeña charla me hizo recordar a mi madre
y sentir como hubiese reaccionado mi madre si
yo hubiese estado en la situación terrible de la
pequeña Ángel.
Al momento de irme, abrace a la madre de
Edward y le deje saludos a mi Ed, ya que don
bello durmiente no había despertado.
Ya en casa, tomé el teléfono y llamé a Cara,
cuando iba a saltar a buzón, contestó.

60
-Alice-se escuchó su voz con entusiasmo-
imaginaos, ya se me ha empezado a caer el
pelo-
-Eso no es nada agradable-dije frunciendo el
ceño-pero, no es para eso que quería llamarte,
es porque tenía que decirte que quedaste de 89
en las pruebas nacionales-
-Mientes-dijo con voz entrecortada-dime que es
mentira-pequeños sollozos se escucharon y me
apresure a corregir.
-Era una broma, ocupaste el 23 lo juro por mi
madre muerta-dije rápidamente y respirando
aceleradamente.
-Sabía que era mentira, eres de lo peor
engañando- respondió con voz animada.
Después de hablar sobre cómo me enfrente a
Nevae, le conté sobré Edward, se molestó un
poco, porque decía que tarde o temprano me
lastimarían y que sería duro para mí, pero decidí
irme por mi cuenta, utilizando mi intuición.
Me acosté tarde por estar hablando con la
Calvita cancerígena, como dijo que la llamara de
ahora en más, está muy claro que jamás le diré
así, pero es que es muy gracioso, Calvita
cancerígena.
Cuando desperté, tenía múltiples llamadas
perdidas de mis tíos-padres, y un mensaje, el
cual decía, que pasarían una semana en Grecia
conmigo, lo cual me hizo dar un grito al cielo,
ellos vendrían, y estaba más que alegre.
Capítulo 8.
-¡Tía Katherine, tío Jules!-grité emocionada al
verlos en mi puerta.

61
-Alice-gritaron mientras me estrechaban en sus
brazos es un fuerte abrazo de oso.
-Estoy tan emocionada de que estén aquí
conmigo-grite de la alegría mientras daba saltitos
por la habitación, mientras ellos hacían gestos
para que no gritara tanto.
-Cariño, esta hermosa, mírala-dijo mi tío Jules
dándome una vuelta.
-Coincido contigo, Jules, se ve magnifica-dijo mi
tía sonriente-debes empezar a cuidarte,
¿Conoces sobre los métodos de
anticoncepción?-puse cara de horror-Vale, vale,
veo que lo mantienes en secreto, picarona-mi tía
me guiñó un ojo y yo sonreí altamente nerviosa,
apunto de que me diera un taticardia.
-Déjala, Katherine-susurró mi tío Jules-mejor
vamos a comer algo, si no me alimento en los
próximos 15 minutos, me saldrá urticaria-todos
sonreímos y salimos caminado lentamente.
-Hay un lugar cerca de aquí-dije mientras saltaba
a caballito como una cría de 6 años.
Caminamos hasta Starbucks, yo no disimulaba
mi alegría para nada, daba salto y gritaba de la
emoción de vez en cuando, no pida creer que
estuvieran aquí conmigo, en Grecia, los tres
juntos.
Llegamos al restaurante y empuje la puerta, nos
sentamos en una de las mesas y una mujer de
cabellos rubios y cara aburrida nos atendió, debo
decir que se nota que ama su empleo, cabe
destacar que estoy siendo sarcástica.
-Buenos días, bienvenido a Starbucks, el mejor
café del mundo, ¿Qué desean?-al parecer su voz
era igual que su cara, daba tristeza solo verla.

62
-Yo quiero un descafeinado y un trozo de pastel
de chocolate, por favor con M&M extras-dije y
suspiré -¿y ustedes?-les pregunté a mis tíos
sonriendo.
-Yo deseo-dijo mi tía poniéndose un dedo en el
mentón mientras ojeaba el menú-un capuchino y
un Donut de chantillí-la rubia aburrida anoto en la
libreta y dirigió la vista cansada hacia mi tío
Jules.
-Yo un café con leche entera, y…-vio el menú-un
rol de canela-la mujer asintió y dirigió a la cocina.
-Cariño, ¿Cómo has estado? ¿Algún chico en tu
vida?-preguntó mii tía Katherine, yo por mi parte,
sentí mis mejillas arder, pensé en decirle que
Edward estaba en la ciudad, pero no quería que
me bombardeara de preguntas sobre que pasaba
entre él y yo.
-No le molestes, Katherine-dijo mi tío sonriendo.
-No la molesto, solo quiero saber, Jules-
respondió mi tía sonriendo-al igual, solo
estaremos una semana-voltee a ver a mi tía
Katherine, sus hoyuelos se marcaban en su
mejilla derecha, su cabello liso daba a sus
hombros y sus ojos verdes me examinaban con
alegría, además su piel bronceada brillaba con la
luz de la mañana.
-¿Te he dicho alguna vez lo hermosa que eres?-
le pregunté, y ella estallo en carcajadas.
Al regresar a casa, mis tíos se acomodaron en su
habitación porque estaban cansados y querían
dormir una larga siesta.
Después de algunas horas limpiando su cuarto y
organizando las maletas, caímos los tres sin

63
reparos en la cama, totalmente exhaustos,
dormimos profundamente.
En la mañana, cuando desperté, lo primero que
hice fue buscar a mis tíos, pero no estaban en
ningún lugar de la casa, así que decidí
esperarlos sentada en la sala viendo mi
programa favorito.

Capítulo 9.
Luego de varias horas de esperar a mis tíos, por
fin aparecieron por el condenado umbral de la
puerta.
-¿En dónde diablos estaban?-pregunté en un
gritito con el ceño fruncido.
-Conociendo la ciudad-respondieron al unismo
con una sonrisa en sus rostros.
-Casi muero de preocupación, ¿Saben?-ironicé-
no puedo creer que me hicieran preocuparme por
nada-
-Eres muy paranoica-dijo mi tía sonriendo-ahora,
ve y alístate, que es tu última semana en la
secundaria-
Me dirigí al baño mientras mi tea marchaba a la
cocina para ver que me hacía de desayuno;
cuando salí del cuarto sanitario, fui directo a mi
cuarto y me vestí rápidamente, cuando terminé,
caminé al comedor y vi sobre la mesa una gran
tortilla española con un vaso de sidra de
manzana, me acerqué y vi con ojos anhelantes
la maravilla culinaria que estaba frente a mis
ojos, puede que no sea caviar pero para mí es un
alimento significativamente delicioso.

64
Me senté frente al plato y mi tía se acercó y beso
mi cabeza, yo me limite a sonreír y cuando
termine de comer la abracé fuerte y le bese la
mejilla.
-Te quiero muchísimo, Tía Katherine-dije antes
de salir por la puerta y dirigirme
apresuradamente al instituto.
Pero cuando abrí la puerta, me encontré con el
cartero, un joven de piel morena y ojos verdes,
de cabellos negros y churcos y labios
prominentes.
-Buenos días-dijo inclinándose levemente hacia
atrás, logre notar un leve acento irlandés en su
voz-dejaré esto para usted-me entregó un
paquete de 5 cartas todas amarradas con un
pequeño lazo de mimbre. Me despedí del cartero
y entre de nuevo a casa ojeando las cartas, mi
tía y mi tío voltearon a verme con curiosidad y yo
levanté la vista de las cartas momentáneamente.
-¿Qué pasa, Cielo?-preguntó mi tío Jules-vas
tarde al instituto, ¿no?-
-Llego correspondencia-dije y me acerqué a una
cajonera que había en la sala y abrí la primera
gaveta, saque un bisturí y corte el listón de
mimbre, empecé a leer el remitente de cada
carta hasta que llegue a una que
verdaderamente llamo mi atención.
-¿Qué es Cariño?-dijo mi tía Katherine
incorporándose de la silla y acercándose a paso
lento a mí.
-Una carta del comité de admisión de la
universidad a la que me presente-susurré con el
estómago hecho un ovillo.

65
-¿Qué esperas?-preguntó mi tío Jules tirando su
cabello hacia atrás-¡Ábrela!-
Solté un suspiro y la abrí, con manos
temblorosas la desplegué y empecé a leerla,
cada vez que avanzaba en la lectura, mis ojos se
abrían más y más, hasta que solté un suspiro y
casi me desmayo.
-Alice, sabíamos que esto podía pasar-dijo mi tío
sonriendo, no pasa nada, tranqui…-le corté.
-¡Me aceptaron!-grité mientras daba saltitos de
alegría, sonreía y abrazaba a mis tíos.
-Sabíamos que esto pasaría, eres muy lista,
Cielo-Mi tía Katherine me abrazo y me dio un
beso en la frente.
-Este día sí que es el mejor, nada podrá
arruinarlo-grite tomando mi mochila y saliendo de
casa apresuradamente.
Cuando llegué al instituto, Nevae estaba afuera
llorando, ya que puede que sea muy malvada y
que la odie, pero hay que mostrar humanidad, y
eso fue lo que hice.
-¿Qué te pasa, Nevae? ¿Por qué lloras?-
pregunté y está ni se dignó a mirarme-Nevae-
-¡A ti no te importa, sabelotodo!-contesto en un
gritó, así que sin más, me levante de su lado y
camine hacia el aula, definitivamente, Nevae no
era digna de la compasión.
Caminando lentamente, llegué al aula, no había
nadie, ni alumnos ni maestros, así que empecé a
caminar por los pasillos y nuestra clase era la
única sin estudiantes, así que fui a hablar con el
director.

66
-Señorita Westmore, ¿Qué hace aquí?-preguntó
el director asombrado-todos sus compañeros
están despidiendo Cara, deberías estar con
ellos, tú en especial-
Inmediatamente, corrí y tome el primer taxi que
vi, le pedí que me llevara al hospital lo más
rápido posible y así fue, en menos de 15 minutos
ya estaba en el hospital.
Corrí con todas mis fuerzas y lágrimas querían
brotar de mis ojos, pero mordí mi labio y apreté el
paso, hasta llegar a su habitación; Para mi
sorpresa: ventanas abiertas, monitores apagados
y una camilla vacía.
Exploté en un torrente de lágrimas, mientras
intentaba en vano dejar de llorar como una niña,
y me limpiaba con ira los ojos, de repente,
alguien acaricio suavemente mis hombros, gire
mi cabeza y vi que era una enfermera de unos
ojos verde intenso y cabello castaño.
-¿Por qué lloras, Linda?-preguntó sonriendo
noblemente.
-¿Dónde…donde esta Cara Margendorffer,
Donde demonios esta?-pregunté
entrecortadamente por el llanto, un nudo se
había hecho en mi garganta y me resultaba casi
imposible hablar-¿Acaso ha muerto?-
-¿Cara Margendorffer?-preguntó la enfermera
mientras me miraba confusa-Oh, ya recuerdo, la
chica linda de espíritu irrompible, No, se la
llevaron al aeropuerto, para llevarla al hospital
Aglara Kyciakov en Atenas, si no estoy mal, en
ese lugar manejaran mejor su enfermedad, ya
que se especializa en pacientes con Leucemia-
Abrí los ojos y sonreí, me limpie las lágrimas con
el antebrazo y agradecí a la enfermera, antes de

67
salir corriente y tomar un nuevo taxi al
Aeropuerto.
Cuando llegué, corrí allí adentro con la vista
nublada, apreté el paso y en la sala de abordaje
para Atenas, vi a todos mis compañeros de
clase, viendo como despegaba el avión, era
demasiado tarde.
No logré despedirme de Cara, lamentablemente,
pero eso no evitó que mi felicidad se apaciguase,
lo bueno era que Cara estaría bien, tratarían
mejor su enfermedad y eso era excelente,
además, no perdería oportunidad para
contactarla por Facetime.
Caminé a las afueras del aeropuerto, revisé mis
bolsillos y no tenía nada de efectivo, nada, así
que tomé el móvil y le pedí a Edward que por
favor me recogiese, el rió un poco ya que había
estado pensando en llamarme para irme a
recoger y poder comer así en McDonald, nuestro
lugar.
-¿Nuestro lugar?-pregunté entre risas.
-Nuestro Lugar-afirmo confiado mientras se
escuchaba su risa a través de la línea.
Edward tardo 10 minutos en llegar, me subí a su
auto con una gran sonrisa y apoye la cabeza en
su fuerte hombro.
-¿Por qué tan feliz?-preguntó sonriendo de lado.
-¿Yo?-pregunté devolviéndole la sonrisa-Cara ha
sido transferida a un mejor hospital, donde
trataran su enfermedad como es debido-
-Y yo que pensaba que era porque estabas feliz
de verme-solté una risita y le vi a los ojos.

68
-Sí, también por eso, Edward-me acerque a su
rostro y le di un beso esquimal, el cual consistía
en frotar nuestras narices.
-Te quiero mucho, Alice, te quiero más que lo
que cualquier persona te ha querido, más que
cualquiera que te quiera, es más, me atrevo a
decir que te quiero como nunca nadie más te
querrá-solté una risita y uní mis labios con los
suyos, en un beso cargado de sentimientos, un
beso que me demostraba que la vida no es
blanco y negro, un beso tan perfecto y atrayente,
que hizo que me derritiera por dentro.
Me separé lentamente de él, como si arrancaran
una parte de mí, dejé mi vista en sus labios y
solté una leve risotada.
-No has perdido lo poético-dije sujetando su
mano-Además, aún tienes el toque para
derretirme el corazón-
-¿Se puede derretir ese tempano de hielo?-
preguntó sonriendo Edward.
-Oh, Claro que se puede-levanté mi vista a sus
hermosos ojos-Acabas de hacerlo-Edward me
acercó de nuevo a su boca y me dio un beso
breve.
-Vamos a comer, Linda, que de amor no se vive-
solté una risotada y puse la vista en el camino.
-Andando-dije suavemente.
Al poco tiempo llegamos a McDonald, Edward
condujo con una sola mano en el volante porque
llevaba mi mano sujetada, la cual solo soltaba
para poner los cambios en la palanca. Cuando
entramos, pedimos nuestras ordenes, como
siempre, Edward pidió su Hamburguesa doble
Carne con queso suizo sin pepinillos, mientras yo

69
optaba por algo dulce, en este caso, un batido de
vainilla con múltiples chocolates de M&M.
Tenía la mano de Edward sujetada por encima
de la mesa, con los dedos entrelazados mientras
chupaba mi batido, y Edward se las arreglaba
para morder la hamburguesa sosteniéndola con
una sola mano, y en ese instante, Nevae entró.
Caminaba sonriendo mientras se enchurcaba un
mechón de cabello rubio en el dedo índice,
mientras miraba a Harry, Esperen, ¡¿QUÉ?!
Si, mis ojos no fallaban, era Harry, el de
Acapulco, el de los paseos, el de las bromas, el
del…beso.
Nevae me miró y sonrió burlonamente, escondí
mi rostro y sonreí para Edward, esta se acercó a
nosotros seguida por Harry.
-Hola, pero si es mi buena amiga Alice-giré mi
rostro y la encaré con un ceño fruncido-solo
quería presentarles a Harry Chipriano, un chico
que conocí en Acapulco y estará aquí algún
tiempo para unos proyectos y tal vez se quede a
estudiar, ¿Verdad, Harry?-
Harry asintió sonrojado, no me mantenía la
mirada, siempre huía de mis ojos.
-¿Tan rápido olvidaste a Robin?-pregunté de
improvisto con una sonrisa altamente burlona en
la cara-Tienes un valor increíble, quitas el chico a
una persona enferma, solo por hacerlo, me
repugnas, Nevae-volteé mi vista hacia Edward y
le lancé una sonrisa coqueta.
-No me interesaba en lo absoluto-Nevae se
inclinó y dejo ver levemente su escote a Edward-
No como él-Nevae sonrió de lado y relamió sus
labios con la vista fija en Edward.

70
-Más te vale alejarte, Nevae-sisee entre dientes-
Edward, Edward no caerá en tus trampas-
-Con que Edward, ¿Eh?-Nevae sonrió con
altanería-Vámonos, Harry-
Ambos salieron del establecimiento, pero cuando
estaban a punto de salir, tanto Nevae como
Harry, me miraron de reojo.
-Que chica tan desagradable-murmuró Edward
con una sonrisa-Alice, ¿De qué trampas
hablaban?-
-Solo no caigas en ellas, no lo resistiría, Edward-
tomé su mano y le lancé una sonrisa.
-No sé de qué hablaban-Edward apretó mi mano-
Pero si te lastima, ni loco caeré en ellas-
Al poco tiempo, terminamos de comer y fuimos
directo a su auto, Edward me llevó a casa y
cuando estaba en la puerta, nos quedamos
mirándonos y sonriendo.
-¿Te volveré a ver?-preguntó Edward de repente,
con las mejillas coloradas.
-Si no muero mañana-dije acercándome a su
rostro y depositando un beso en su rojiza mejilla.
-¿Por qué no en los labios, Alice?-Preguntó
sonriendo.
-Con calma, Edward, con calma-riendo
suavemente, puse mi dedo índice sobre sus
labios-Con calma-Edward sonrió.
-Te quiero mucho-Edward se acercó a mí y me
apretó en un cálido abrazo-siento que empiezo a
amarte-
-Yo también comienzo a amarte, Edward-suspire
separándome de él y viéndole a los ojos.

71
-Adiós, Ali-dijo acariciándome la cabeza como si
fuera una niña de seis años.
-Adiós, Ed-respondí separándome de él y
abriendo la puerta de casa.
Lo vi alejarse y montarse en su auto, solo cerré
la puerta cuando acelero y desapareció en la
noche.
Entré a casa y me deslicé por la puerta cerrada,
hasta que mi trasero dio al suelo, cuando estuve
así, solté un largo suspiro y después sonreí
bobamente, estaba más que enamorada,
Edward, podrá sonar muy cliché, pero era el
dueño de mis pensamientos, a veces, cuando no
podía dormir en las noche, trataba de
imaginármelo a mi lado, abrazándome con
fuerza, estrujándome contra su cuerpo, sintiendo
su respiración tibia en mi cabeza, fundiéndonos
en nuestro propio caldero de pasión.
-¿Quién era, Alice?-abrí mis ojos algo impactada,
solo para encontrarme con los ojos y la típica
sonrisa socarrona de mi tía.
-Nadie-suspire levantándome con una sonrisa.
-¿Quieres decirme que ese nadie te tiene
suspirando?-preguntó tirando unos mechones de
cabello hacia atrás-más te vale cuidarte, Alice-
camine hasta mi cuarto negando con la cabeza
mientras reía.
Los siguientes días, pasé tiempo con mis tíos,
descansé un poco, pero mi ansiedad no daba
treguas, primera razón, el baile se acerca,
segunda razón, no he podido contactar a Cara, ni
a ella ni a sus padres, y eso me tiene muy
estresada, el viernes era el último día de
preparatoria, el último día de escuela, el último
día de instituto, el cual fue muy aburrido sin Cara,
72
la extrañaba un montón, Cara era mi mejor
amiga, era mi confidente, la persona que me
presto su hombro para que apoyara mi cabeza
cuando necesitaba llorar, era la persona que me
tendió la mano cuando me caía, ella era un
persona magnifica, la quería mucho, y solo
pensar que podía perderla de mi lado para
siempre, era algo devastador.
El sábado en la noche, era el gran baile, mi
vestido Chanel estaba listo, solo me hacía falta
una pareja, la cual llegaría rápidamente el
viernes en la noche.
Me encontraba hablando por Messenger con
Edward cuando llegó un mensaje desconocido a
mi teléfono, así que me digne a leerlo después
de ignorarlo por algunas horas.
Alice, ¿quieres ir al baile conmigo?, seria de mi
agrado que asistieras conmigo, por cierto, soy
Robin.
Al leer el nombre, apreté la mandíbula e hice mis
dientes rechinar, ¿Era cierto lo que mis ojos
estaban leyendo?, ¿Robin era tan insolente de
invitarme al baile cuando su novia, mi mejor
amiga estaba enferma y el la había engañado
con nuestra enemiga?, tenía que ser una broma,
una jodida broma de un muy mal gusto.
Yo no tenía nada contra Robin, solo quería
romperle las piernas con un mazo y dejarlo
abandonado en el desierto, lo que le había hecho
a Cara no tenia perdón, gracias a Dios, Cara
tenía una voluntad irrompible, y no le dio mayor
importancia, porque si le hubiese roto el corazón
a mi amiga, lo de romperle las piernas, no sería
un proyecto, sería una realidad.

73
Pensé en las mil y una maneras de vengarme de
Robin, pero no conseguí ninguna en la que no
acabara en la cárcel, así que por último opté,
tirarle el ponche sobre la cabeza y marcharme de
allí, así que con esa me quede.
Si, Robin, sería muy agradable ir al baile contigo,
me encantaría, la pasaremos muy bien.
Dejé el móvil sobre la cómoda y sonreí como
sonriente, el Gato de Alicia en el país de las
maravillas.
Al día siguiente, mi tía me acompañó al salón de
belleza en la tarde. Mi cabello negro fue peinado
en una especie de moño alto, del que surgían
pequeños rizos y a cada costado de mi cara,
sobre cada hombro, caían dos largos mechones
ondulados; mi rostro fue maquillado levemente,
algo de brillo labial rojo, un color dorado pálido
en los ojos, rímel, polvos y un poco de rubor, mi
vestido rojo ajustado en el corpiño, con un escote
corazón sin tiras, y hasta arriba de la rodilla, dio
una hermosa forma a mi delgado cuerpo, según
mis tíos, parecía toda una princesa, una hermosa
princesa que esperaba a su príncipe para ser
nombrada reina.
La verdad era algo muy alejado a la realidad, no
esperaba a mi príncipe, esperaba a mi víctima, y
no quería ser la reina, quería ser la bruja
malvada.
Los minutos iban pasando, y yo me molestaba
más y más, Robin no llegaba y yo estaba
considerando de nuevo la idea de romperla las
piernas con un mazo, cuando mi teléfono
empezó a sonar, era un número desconocido, lo
tomé en mis manos y contesté…

74
Capítulo 10.
Era Robin disculpándose por la tardanza, ya que
un accidente se había interpuesto en su camino
a mi casa, y que no dejaban transitar a nadie,
que ya había salido del embotellamiento y que en
cinco minutos llegaría a mi casa.
Y así fue, mi amada victima llegó cinco minutos
después, salimos en su auto y nos dirigimos al
instituto, donde era la fiesta.
El baile estaba increíble, muchas personas
bailaban y disfrutaban, vi a Nevae con Harry en
una esquina del salón, tomados de las manos y
riéndose, debo admitir, que aunque Edward era
el chico para mí, no podía evitar que una
punzada de celos invadiera mi corazón.
Robin me ofreció salir a bailar, pero negué con la
excusa de que quería tomar algo, así que él,
corrió a traerme ponche.
-Toma, Alice, esta delicioso-asentí tomando el
vaso y bebiendo un poco, y si, estaba delicioso,
es una pena que todo se fuera a desperdiciar
cuando derramara todo el ponche sobre la
cabeza del estúpido Robin.
Robin me tomó de la mano y sonriendo quitó el
vaso de mi mano dejándolo en una mesa
cercana, caminamos hasta la pista y
comenzamos a bailar una canción bastante lenta,
donde una de sus manos sujetaba mi cintura y la
otra agarraba mi mano, mientras yo depositaba
mi extremidad faltante en su hombro.
-Luces magnifica, Alice-dijo después de un rato
de silencio, mientras nos movíamos de un lado a
otro, bailando un Vals que para mí parecía no
tener final.

75
-Gracias-respondí con una sonrisa falsa-tu
también te ves bastante bien-
-Gracias-Robin se sonrojó levemente y bajó la
vista-¿Te puedo preguntar algo?-apuesto a que
mi cara era épica, ¿Qué quería decirme?, acaso
que quería que saliera con él, nunca había
rechazado a alguien, no porque le digiera si a
todos, sino porque nunca nadie me había
propuesto algo, solo Edward, y no terminó muy
bien.
-Claro-respondí con una nueva sonrisa, un poco
más ansiosa-Puedes decirme lo que sea-
-Esto…no sé cómo decirlo-se puso una mano
tras la nuca y sonrió nerviosamente-¿Podría
preguntarte…sobre Cara?-abrí los ojos con
sorpresa.
-¿Sobre Cara?-pregunté con escepticismo-¿En
serio?-
-Si-Robin sonrió-me encantaría saber sobre ella,
la extraño mucho-aun no creía lo que mis oídos
escuchaban, Robin sonriendo tímidamente, con
un rubor en las mejillas-¿Sabes algo de ella?-
-Lo único que sé es que esta en un hospital de
Atenas, no he podido contactarme con ella, así
que, podrás imaginar lo triste que es para mí, no
eres el único que la extraña-dije rodando los
ojos-Además-enarque las cejas-¿Por qué el
repentino interés en Cara?-fruncí el ceño-
teniendo en cuenta las cosas con Nevae-
-¿Nevae?-preguntó turbado-¿Qué pasa con
Nevae?-fruncí aún más el ceño-¿es esa la razón
por la que Cara me llamó basura marciana y que
quería que me mordiera hasta la muerte un perro
alienígena?-

76
-¿Ella dijo eso?-traté de mantener mi postura
seria, pero enserio, ¿Perro alienígena?, era para
partirse de risa-Ahora, no te hagas el tonto, sé
muy bien que andabas en cuentos con Nevae
mientras salías con Cara, Marciano estúpido-
-Vaya, veo que Cara no es la única chica que
puede inventar apodos graciosos-Robin sonrío-
¿Y cuentos con Nevae? ¿Cuándo?-
-¿Cuándo?-pregunté turbada y le golpeé en el
brazo-no te me vengas haciendo el santo, ¡En
Acapulco!, allí fue donde te vi teniendo cuentos
con Nevae, le sonreías, le mirabas, estoy segura
de que había algo entre ustedes-
-¿Entre nosotros?-preguntó, y juro que la
paciencia se me acababa.
-¡Sí!, ¡Entre ustedes!-exclamé frunciendo más el
ceño-¿crees que no nos daríamos cuenta…-
-Espera un momento-dijo Robin sonriendo-¿tú le
hablaste a Cara sobre mí y Nevae?-
-¿Yo?, esto…No-respondí tartamudeando
suavemente-yo, me di cuenta de algo pero no
dije nada, no estaba segura-baje los ojos pero de
inmediato los volví a entornar con creciente ira-
Fue la misma Nevae la que admitió frente a Cara
que tú y ella tenían algo juntos-
-¿En serio?-preguntó Robin con una sonrisa
burlona, una sonrisa que parecía burlarse de mí
pero a la vez estarse burlando de sí mismo,
fruncí el ceño y le golpeé el brazo.
-Eres horrible, hacerle eso a alguien como a
Cara, me das asco, ella es mucho más para una
basura como…-Robin me cortó.
-Lo sé-abrí los ojos indignada-sé que ella es
demasiado para mí, pero eso no me evito querer
77
algo con ella, fracase, como creí, pero al menos
lo intente, y eso es lo importante para mí, tendré
un recuerdo eterno, porque ella enserio me
gusta, mucho, a decir verdad, pero me deje
enredar por las palabras y el sensual cuerpo
de…-fruncí el ceño-lo siento, pero total, si, la
engañé, pasé con Nevae largas noches y…-abrí
los ojos y le empujé suavemente-dile a Cara que
lo siento, y mucho, no espero una oportunidad,
solo espero su perdón-
-Wow-logré articular-eres un completo idiota-
Robin entorno los ojos-tu discurso no te perdona
nada, absolutamente nada, sigues siento una
basura que no merece absolutamente nada de
nadie, y ahora te arrastraste aún más bajo, al
nivel de Nevae, y eso es ir ya perforando la
tierra, Robin, es que no puedo creerlo, parecías
tan comprometedor, el chico perfecto para…-
-Te callaría con un beso si fueses Cara-dijo
Robin separándose de mí y dirigiéndose a la
mesa de los bocadillos, le mire furibunda,
frunciendo cada vez más el ceño, lo había
admitido, al principio hacia el tonto y que no
sabía nada, pero al parecer es más culpable que
un ladrón que pillaron robando, es un maldito al
que odio y…por Dios, Harry se aproxima… ¿De
qué estaba hablando?
-Hola, Alice-me saludó sonriendo-luces
Alistastica-fruncí el ceño-Vamos no es tan malo,
Alice, Fantástica, ¡Alistastica!, ¿Entiendes?-
-Entiendo perfectamente-respondí fríamente y
volteándome para no mirarle, lucia
increíblemente guapo, su cabello castaño, y sus
ojos azules estaban más deslumbrantes que
nunca.
-¿Estas enojada?-preguntó.
78
-¡Sí!, estoy muy enojada, con Robin, con Nevae,
contigo, ¡con todo el mundo!-respondí dejando
que la cólera sacara lo peor de mi-Además, en
este momento a la última persona que quiero
pedir consuelo, es a ti-
-¿Robin?, ¿Nevae?, ¿Conmigo?-preguntó
frunciendo el ceño-Primero, ¿quién es Robin?
Segundo, ¿Por qué con Nevae? Y por último,
¿Por qué demonios conmigo?-no evite sonreír,
era gracioso tantas preguntas es una frase.
-Robin es un idiota que engaño a mi mejor
amiga…-
-Cara-dijo sonriendo.
-Sí, Cara, con la Muy…Nevae-fruncí el ceño-con
Nevae porque es una chica despreciable que
parece no tener candado en esas malditas
piernas, y las tiene abiertas para todos, y contigo,
porque dejaste que sus blancas, largas y sexys
piernas te encadenaran y te volvieses tan
despreciable como ella-
-Recapitulemos-dijo poniendo las manos en alto
mientras sonreía socarronamente-¿Me odias
porque ahora salgo con piernas sexys?-fruncí el
ceño y solté un bufido-Vaya, ¿y odias a Robin
por engañar a Cara con piernas sexys?-
-Sí, exacto, las mismas piernas sexys con quien
ahora te besas… y no quiero imaginarme nada
mas-Harry sonrió.
-Que imaginación tan activa, mi niña linda-dijo
pellizcándome la nariz-Que sosa eres-
-Déjame, y a no ser de que vengas a besarme de
nuevo antes de tener que irme dramáticamente
al otro lado del mundo y no volver a verte a no
ser de que vuelvas como el novio de la

79
antagonista de mi vida, no quiero volver a
determinarte-
-¿Quieres bailar?-preguntó de repente.
-Dije que no te determinaría-volteé mi cuerpo y
caminé hacia las bancas.
-Creo que sentarte en una banca es más
aburrido que no determinarme. Ven, vamos a
bailar-Harry me agarro de la muñeca y me
arrastro a la pista.
Solté un bufido y me deje conducir, empezaba un
condenado Vals de nuevo, todos se apeñuscaron
en abrazos que yo hubiese querido compartir con
Edward, explotarlo en mis brazos, hasta que
seamos uno solo, bajo la acariciadora
semioscuridad de la pista.
Harry me tomó por las caderas sonriendo, con un
bufido, puse mis manos en sus hombros y le
sonreí socarronamente mientras enarcaba las
cejas, Harry, apretó mis caderas contra su
cuerpo, a lo cual me sentí algo incomoda, y me
aparte suavemente al ritmo del Vals.
-¿En que momento viene Nevae y me arranca
los cabellos por bailar contigo?-pregunté
mientras soltaba un risita.
-Espero que eso no pase, porque realmente
disfruto esto, de hecho, estoy recordando algo,
algo muy agradable…estaba atardeciendo,
abrazados en un pasillo de hotel, con los labios
unidos, con las mejillas sonrosadas, ¿Por qué no
repetirlo ahora?-preguntó acercando su rostro al
mío.
-¿Me preguntas eso, estando tu novia
coqueteando con un chico en ese rincón?-
pregunté apuntando con los ojos a una esquina

80
donde Nevae se encontraba sonriéndole a algún
idiota que se dejaría seducir por sus sexys
piernas.
-¿novia?-preguntó con una sonrisita risueña-No
es mi novia, la lleve a una cita y eso fue todo,
¿No estarás celosa por eso, Verdad cielo?-
-¿Celosa?-pregunté-Cariño, nunca en mi vida
estaría celosa de Nevae, ni nada que la
involucre. ¡Jamás!, en toda mi vida-
-Es gracioso que las últimas oraciones dichas por
cada uno, hayan empezado por una pregunta-
sonreí y apoye mi cabeza en su hombro por un
momento mientras soltaba una fuerte risotada.
-¿Tan atento estas a cada cosa que digo?-
pregunté levantando la cabeza.
-¡Touché!-exclamó con su típica sonrisita
adorablemente burlona-estoy siempre muy
atento a lo que dices, Dulzura-
-Dejémonos de tonterías, sé que un chico nunca
es tan Atento con una chica por simple “Dulzura”,
sé que hay algo oculto entre tantos cariñitos-
fruncí el ceño-y déjame decirte que no me
interesa que sea, no tendrás absolutamente nada
de mi-
-¡Vaya!-Harry sonrió-eres absolutamente
increíble, lees en los hombres como un libro
abierto, esos ojitos azules son muy adorables,
atrayentes, pero definitivamente son más
calculadores de lo que nunca imagine-
Sonreí altaneramente, Harry era atractivo, pero
hasta ahora no me había dado cuenta de que era
un jodido idiota.
-Eres un idiota-le dije con una sonrisita burlona
mientras fruncía el ceño-un gran idiota, y no me
81
detendré del dulce placer de decirte la verdad,
pensé que eras diferente, pero claro que no, solo
conozco a un chico que sea guapo y no sea un
idiota, y ese es Edward-me separe bruscamente
de él y tome mi cloche negro saliendo del
instituto.
Harry… Harry, en Acapulco me pareció diferente,
sus dulces y encantadores ojos azules, sus
rebeldes cabellos castaños, en los que me
encantaría enredar los dedos, sus brazos fuertes,
su mandíbula perfecta, su espalda ancha, él era
un chico fascinante, pero, lamentablemente, no
sé porque la belleza hace a las personas
arrogantes y estúpidas. Por ejemplo: Nevae, ella
es la típica chica rubia y sexy, de piernas largas,
cintura pequeña y busto grande; la típica Barbie
que todos los chicos quieren tener en su lecho.
¿Pero a que costo?, tener que aguantar a una
charlatana, haragana y además idiota al extremo,
la verdad, preferiría despertarme solo que con un
dolor de trasero sexy.
Mordí mi labio inferior mientras sacaba el móvil
de mi cloche, marque el número de Robin y
después de algunos tonos, contestó.
-Alice, te he estado buscando, ¿Dónde demonios
estas?-
-Estoy afuera del instituto-respondí mirando el
edificio mientras medio cerraba los ojos-¿Podrías
llevarme a casa?-
-Claro, espérame donde estas-respondió y colgó
el teléfono.
Al poco tiempo, Robin salió en su auto dando
bocinazos estruendosamente, hasta que me
encontró. El viaje a casa fue silencio, ninguno se
molestó en abrir la boca, pero en realidad no era

82
necesario, era más cómodo estar en aquel
profundo silencio arrullador que rompe aquella
barrera de bienestar con palabras que
simplemente echarían a perder todo, no
importase que tema fuera, sería desagradable
hablar.
Llegué a casa, me quité los tacones y me tumbé
en la cama, el vestido era muy estorboso para
dormir, pero eran las 3:00 de la mañana y a
pesar de que jamás fue mi hora límite estaba
jodidamente cansada, mis pies dolían como el
infierno y mi cuerpo iba a colapsar, así que
gracias a Satán pude quitarme el vestido y
quedarme dormida en sostén y bragas.
Al despertar, tenía un dolor de espalda terrible,
gracias a la horrible posición en la que había
dormido, me levanté y solté un largo bostezo, el
aliento matutino me resultó más desagradable
que nunca, caminé con pasos torpes al baño y
cepillé con somnolencia los dientes.
Quitarme ese maldito peinado me tomo ¡Dos
horas!, y lavármelo todo fue absolutamente
extenuante, pero al fin, mis bucles habían
retomado su forma y a pesar de las leves ojeras,
me miraba como siempre.
Salí caminado del baño en camisilla y shorts
hasta la cocina, abrí la nevera y bebí directo del
cartón mientras tomaba unas cuantas galletas, y
volví a mi tarea habitual. Tomar el teléfono y
tratar de contactar a Cara o a sus padres.
Pase todo el día pegada al estúpido teléfono, y
en la noche, pude, gracias a Dios, hablar con sus
padres.
Solo me comunicaron que Cara estaba muy
deteriorada, los tratamientos estaban acabando

83
lentamente con ella, pero que guardaban la
esperanza de que mejoraría en cuanto se
acostumbrara a la Quimio.
Con el corazón destrozado, cerré los ojos para
tratar de dormir, alejar todas las preocupaciones
de mi mente y poder remediar el dolor, pero un
corazón roto es como un espejo, es mejor dejarlo
roto a lastimarse intentando repararlo.
Yo solo deseaba que la vida fuese tan sencilla
como antes, sentadas en el sofá, abrigadas
hasta la nariz con sabanas en las noches frías de
noviembre, mientras veíamos películas
románticas que nos partían el alma de tristeza,
para terminar siempre con un final feliz.
Capítulo 11.
Los días pasaban con increíble quietud, la vida
sin Cara era aburrida, ella era como mi esposa,
siempre pendiente de mí, plantando a sus citas
para estar conmigo, para compartir cada
momento de alegría disponible con alguien como
yo, tan distinta a ella, pero aun así, con el
corazón deseaba que todo volviese a ser como
antes.
Rogaba a los seres del cielo que me ayudaran,
pero; a veces sentía una furia tremenda con el
mismísimo Dios por castigarme tan fuertemente,
primero, años de agonía por la muerte de mi
madre, mi padre y mi familia; ahora quería
llevarse también a Cara, ese pedacito de alegría
que me había encontrado en mis laberintos de
oscuridad iba a desaparecer, la luz en las
tinieblas iba a apagarse para dejarme sumergida
de nuevo en aquel negro tenebroso que tanto me
aterraba.

84
Estaba sentada en el sofá, con el móvil en
manos mientras tenia vista la fija en una
fotografía mía y de Cara, era una imagen
graciosa, teníamos los ojos viscos y las bocas
con un puchero; sonreí y pegue el móvil a mi
pecho, de repente, mi tía Katherine salió con su
bata de dormir y me miro dulcemente.
-¡Ay, mi niña!-exclamó con tristeza-me da tanta
pena verte así, no sabes cuánto lo siento, sé que
Cara mejorara. Cielo, lo hará- sonrió y se sentó a
mi lado-y, tu tío y yo tenemos que decirte algo,
pero como es un cobarde, me correspondió a mí
a decirte, tendremos que irnos-abrí rápidamente
los ojos y fruncí el ceño-lamento decirte esto,
pero hay problemas en la empresa y debemos
viajar por negocios, no sabes cuánto lo lamento
pero tendremos que irnos-
-¡Oh, tía!-susurré soltando un pequeño sollozo-
¿No pueden quedarse más tiempo?-pregunté
mientras algunas lágrimas salían de mis ojos.
-Cariño, ¡Oh, no llores!-mi tía me acarició las
mejillas quitándome las lágrimas de los ojos-Mi
niña, trataremos de volver a pasar unos cuantos
días contigo, pero tienes que entender-sonreí
dejando de llorar mientras me abalanzaba en un
gran abrazo sobre mi tía dándole besos en la
cara.
-Te amo tía, ¡Te amo!-me levanté del sofá con
una gran sonrisa y ayudé a levantarse a mi tía.
A pesar de que mentalmente estaba agotada,
trataba de sonreír y mostrarme alegre pero en
realidad estaba triste, sumida en una depresión
que solo Cara podría sanar, los ojos querían
llenárseme de lágrimas, pero me mantuve fuerte
y pude aguantar la sonrisa.

85
-Cariño, no rías si no lo sientes, sé que estas
triste-mi tía acaricio mi mejilla con una sonrisa
dulce-Ven aquí, mi nena, prometo que estaré
contigo en todos los momentos que me
necesites, solo que este problemilla no puede
esperar, y como verás…lo lamento cielo, pero
estaré contigo siempre y cuando lo necesites de
ahora en más, lo juro-apreté a mi tía en un fuerte
abrazo y le besé la frente, pasé mi antebrazo por
mis ojos y me levanté, caminé a mi cuarto y cerré
la puerta mientras me tumbaba en la cama,
dentro de este cuarto podía ser débil, mientras la
puerta estuviese cerrada y yo me encontrara
sola, era esa la única oportunidad de que yo
fuese cobarde, como una pequeña niña con
miedo a la oscuridad perpetua de las noches de
luna llena.
Mis tíos marcharon ese mismo día en la noche,
dejándome sola en casa. Debería estar
acostumbrada a estar sola, pero es algo a lo que
jamás se le podrá encontrar su gracia; la soledad
es terriblemente dolorosa, te sientes como simple
escoria a la que nadie quiere acompañar, es el
aislamiento total de todo aquello que nos liga con
la vida y con el mundo, la soledad es
terriblemente destructiva, y estar condenada a
ella no me resultaba agradable.
Ni para que menciono que la semana que estuve
sin la compañía de mis tíos fue altamente
aburridora, a pesar de que tenía a Edward para
darme cortas visitas, ya que la salud de su
hermana estaba empeorado y tenía que estar
pendiente de ella, cosa claramente normal,
nunca me enojaría por que fuera atento; pero el
caso fue que estuve sola, aburrida, sintiéndome
cada día peor, hasta que mis tíos volvieron de

86
Madrid para acompañarme solo unas cuantas
semanas.
La tarde en la que volvieron, esperaba ansiosa
en casa, ya que no contaba con efectivo para
pagar un taxi y esperarlos en el aeropuerto; así
que cuando llegaron, me sentí nuevamente muy
dichosa de tener compañía; aun sabiendo que
pronto se irían de mi lado, así que empecé a
considerar la idea de tener un gato, un perro o un
dinosaurio de mascota, la última opción ridícula
por supuesto, pero soñar no cuesta nada.
La ansiedad se hacía más creciente a cada
minuto de espera, parecía un hombre cuya
esposa esta en labor de parto, hasta que por fin,
el condenado timbre sonó y salí despedida a la
puerta, abriéndola con entusiasmo y tomando
una de sus maletas para adentrarla a casa;
abrace a mis tíos y les besé la mejilla, les pedí la
bendición y los abracé de nuevo.
-Cariño, ¿Cómo has estado, vida mía?-preguntó
mi tía con una gran sonrisa mientras mi tío Jules
me revolvía el pelo con su mano inquieta.
-Muy bien ahora que vuelven a estar conmigo, no
soporto la soledad-hice una mueca-un poco más,
y me suicido-mi tía abrió los ojos espantada y mi
tío rio suavemente-no tolero estar sola-
-Naturalmente-dijo mi tío Jules calmando su risa
mientras ponía en acción su voz de caballero
sureño-la soledad es terriblemente terrible; valga
la redundancia, y los más grandes personajes de
la historia del mundo y los libros siempre han
aguantado todo, hambre, desamor, tortura, todo
menos la soledad-sonreí asintiendo-así que es
comprensible, pero no vuelvas a decir que
quieres suicidarte, porque si lo haces, tomare mi

87
cinturón y te daré unos buenos correazos, así
dejaras de pensar tonterías-
-¡Santo cielo, Jules!-exclamo mi tía golpeándole
en el brazo-¿Cómo te atrevéis a decirle eso a
vuestra niña?-mi tío me guiño un ojo-a la próxima
te llevaras tú los correazos, Jules, donde sigas
pensando semejantes atrocidades-
-Vamos, Katherine, deja las tonterías, los dos
sabemos que lo mejor para los niños es ser
expuestos a buenos castigos para que entiendan
limites-mi tío Jules sonrió triunfante mientras
clavaba su codo en mis costillas a modo de
broma.
-¡Dios mío!-solté una suave risita, amaba cuando
mi tía se ponía en modo Señorita sureña de
1860, es muy ¡Divertido!, ponía su voz algo
aguda y afligía su rostro de una manera
altamente graciosa, y yo sabía que a mi tío
también le gustaba ese modo, por eso, siempre
que tenía oportunidad provocaba que su Señorita
sureña de 1860 saliera a la luz, y eso nos divertía
mucho a ambos, soltábamos risitas mientras
mirábamos la cara de indignación de mi tía.
-Vamos adentro mejor-sugerí-creo que lloverá y
pescaremos un resfriado donde sigamos en este
condenado porche cuando el agua empiece a
caer-mis tíos con una gran sonrisa asintieron con
entusiasmo.
Después de un rato, nos encontrábamos todos
en la sala, tomando chocolate caliente mientras
un chaparrón caía afuera. Mi tío estaba como
siempre, con las piernas cruzadas y su mirada
puesta en un libro que devoraba con los ojos, mi
tía, con su sonrisita risueña escuchaba todos los
detalles, y yo, sentada en modo indio con la taza

88
apoyada en el regazo mientras la sostenía con
las manos y contaba a mi tía mi trágica semana.
-¿Así que nos extrañabas más que nunca,
cielo?-preguntó mi tío sonriendo levantando la
vista de su libro brevemente.
-Sí, me sentía muy sola y muy triste-confesé
riendo un poco.
-¿Sabes qué?-preguntó mi tía-has sido siempre
muy buena y has aguantado muchas cosas-
asentí mientras daba un sorbo a mi taza con
chocolate-preparare Faitons-sonreí mostrando
todos mis dientes y salté levemente de la
emoción-se cuánto te gusta cielo, así que
prepararé mucho, y hare tortilla española, como
acompañamiento-Mi tío levanto la vista y miró a
su esposa.
-La consientes demasiado, Katherine-se limitó a
decir mi tío sonriendo.
-¡Callá!-exclamó mi tía con vehemencia-vengo en
un rato, para que disfruten la comida de esta chef
profesional-guiño un ojo y camino a la cocina.
Mi tía Katherine, siempre es así, con su mirada y
sonrisa risueña, viendo lo mejor de las personas,
alegre siempre con todo el mundo, se
entusiasma con nada y le gusta que los demás
sean tan felices como ella; Mi tía es la hermana
menor de mi madre, la única hermana. Y las dos
siempre fueron muy unidas, ella me quiere tanto
porque soy lo que mi madre le dejo como
recuerdo, ya que soy demasiado parecida a ella.
Mi tío Jules, es el esposo de mi tía, en realidad
no es pariente de sangre, solo es mi tío político,
pero eso no impide que no nos queramos como
si fuéramos de la misma familia. Él es bastante
divertido y sabe usar el sarcasmo de una manera
89
que me encantaría aprender, también lee mucho,
cosa que nos acerca aún más, ya que siempre
nos recomendamos libros y hablamos de ellos;
es una persona agradable y amistosa, siempre
da concejos sabios y muy útiles enfocando las
experiencias de los personajes de sus libros
favoritos. Es absolutamente diferente a mi tía,
pero, polos opuestos se atraen, ¿Verdad?
Después de un rato, mi tía salió algo sudada y
con una gran bandeja con Faitons, el cual es un
dulce delicioso originario de España, y también
con sus famosas y riquísimas tortillas.
-Tía, huele fabuloso-dije sonriendo.
-Lo mejor de lo mejor para la mejor-respondió mi
tía tomando una porción en un tazón; solté una
risita y con gran alegría tomé un poco de la
bandeja y lo deposite en mi plato, mientras comía
felizmente; tendría que aprender a hacer este
plato, para cocinárselos a mis nietos.
En la tarde, mis tíos salieron a comprar víveres y
me preguntaron, naturalmente, si quería
acompañarlos, pero me negué diciendo que no
podría caminar con tanta llenura, así que me
quede en casa intentando comunicarme con
Cara.
Lo más gracioso y estúpido del asunto, fue que
cuando mis tíos llegaron, fui a abrirles la puerta,
y en ese instante, mientras entrabamos, mi
teléfono empezó a sonar, corrí deprisa hasta mi
cuarto y era muy tarde, Llamada perdida del
señor Margendorffer.
-¡Maldita sea!-grité dando un fuerte pisotón al
suelo con los ojos rojos de cólera, fue un minuto,
un simple instante que me levanté y me llaman
en ese momento, ¿Es una broma?

90
Mis tíos trataron de tranquilizarme con palabras
amables pero les rechacé brutalmente y les
ordene que me dejaran sola, cosa que después
de haberlo pensado y súper pensado, me hizo
sentir como la peor niña mal de este mundo, pero
me encontraba furiosa aún, y tendría que esperar
a que se me pasase antes de ir a hablar con
ellos.
Después de algún tiempo, la cólera se desplazó
dando paso a la frustración, era estúpidamente
terrible que esto me pasara a mí. Intente
contactar a mi amiga pero nada funciono,
cansada, cerré los ojos y solté un suspiro, antes
de quedarme profundamente dormida.
Capítulo 12.
Abrí los ojos atontada y solté un largo bostezo,
me senté suavemente y estiré los brazos, tenía el
terrible aliento matutino, por lo que supuse que
había dormido el resto de la tarde y toda la
noche.
Me levanté y las piernas me temblaron, el suelo
estaba frio, tome el móvil de mi peinadora y vi la
hora en la pantalla.
-¿5:45?-me pregunté a mi misma mientras daba
un chiflido-Record personal, jamás en mí
condenada vida hubiese abierto los ojos tan
temprano-
Caminé hasta el baño y tomé la pasta dental,
empecé a cepillar mis dientes lentamente, me
lave la cara y tome una ducha, salí a mi cuarto y
me vestí rápidamente con una polera y una
sudadera, ligue mi cabello en un moño alto y
camine fuera de mi habitación. Me deslicé en la
cocina, abrí la nevera y le eché un vistazo, y
luego, tome mi móvil, entre al navegador y teclee

91
rápidamente: Recetas familiares fáciles y
deliciosas.
Escogí pastel de carne, algo que siempre vi que
hacían en la televisión, agarré unas cuantas
cebollas, corte la carne y la molí, también hice
migas de pan y le agregue polvo para hornear, lo
adentre en el horno y me senté en la isla a
esperar que estuviese listo.
Después de una hora y media de revolverme en
la silla y estar muy aburrida, abrí el horno y salió
aquel delicioso aroma, mi primer pastel de carne,
y parecía delicioso. Le puse en un plato, no sin
antes quemarme los dedos, le decoré con albaca
y hojas de menta y corrí hacia mis la alcoba de
mis tíos, abrí ruidosamente la puerta y estos se
levantaron asustados.
-¿Qué demonios, Alice?-preguntó mi tío Jules
frunciendo el ceño.
-Siento mucho haber sido tan grosera ayer-mi tía
bajo la vista, claramente decepcionada-y
entonces decidí hacer el desayuno, como
ofrenda de paz, ¿Quieren pastel de carne?-
-¡¿Pastel de carne?!-exclamó mi tía con
asombro-eso no es un desayuno, normalmente
se come para la hora de cenar-
-Solamente aceptemos su ofenda, Katherine-dijo
mi tío sonriendo-iré a cepillarme, vamos,
Katherine-mi tía asintió y salieron del cuarto
caminando a cortas zancadas.
Al rato volvieron, con los dientes limpios y sin
caras somnolientas; cortamos mi pastel y lo
comimos, y para mi sorpresa, no sabía tan mal,
si estaba algo simple y un poquitín crudo, pero
de ahí, nada más, su sabor no era
desagradable.
92
-¿Qué tal?-pregunté-Rico, ¿No?-
-Estuvo…muy…fue un sabor muy…mi lengua no
estaba preparada para esto, fue una gran
combinación de sabores, me gustó mucho,
gracias cielo-mi tía me sonrió y yo le devolví la
sonrisa.
-Y tú, tío Jules, ¿Te gusto?-mis ojos anhelantes
le miraban con fijeza mientras esperaba su
respuesta.
-En absoluto, estaba simple y algo crudo, no
esperes que acepté esto como ofrenda-hice un
puchero y mi tía frunció el ceño hacia mi tío-
bueno, Alice, aunque no estaba delicioso como
las tortillas de tu tía, si tenía un sabor agradable,
pero a la próxima, no hagas estas cosas-
Sonreí y le golpee amistosamente el hombro,
luego me levante y camine a mi cuarto, me
tumbe en la cama y tome el móvil, viendo
algunas publicaciones de gente que conozco,
riendo de chistes estúpidos y viendo fotos de mis
amigos. Después de un rato, me aburrí y deje el
teléfono en mi cómoda, prendí la televisión y
empecé a mirar una película que iba por la mitad,
era de una chica con Leucemia *Un muy buen
recordatorio de Cara*, que conocía a un chico y
se enamoraban, entonces el chico la ayudaba a
cumplir su lista de sueños antes de morir, para
que ella hiciese todo lo que quisiera,
lastimosamente, al final derrame muchas
lágrimas porque ella muere trágicamente, al
decidir no seguir con la quimioterapia.
Pensé en Cara, que pasaría si ella ya no quería
sufrir más con esos inhumanos tratamientos que
alargaban un poco más su vida por un precio tan
alto como la mismísima felicidad, Cara ya no
podría ser feliz, nunca lo seria, perdía su cabello
93
*del que tan orgullosa estaba*, el fulgor de sus
ojos verdes, el esplendor de su risa; ella nunca
más seria la misma, por mucho que me doliese
aceptarlo, algún día se iría de mi lado.
Trate de ahuyentar estos pensamientos que me
marchitaban el alma, y solo conseguí romper en
llanto, estaba más que claro que Cara era mi
hermana de otra madre, siempre nos gustó el
lema: Conocidas por destino, Hermanas por
instinto, porque eso éramos, extrañas que se
conocieron y se quisieron como nunca querrías a
una hermana, su muerte me dolería más que
cualquier cosa.
Tantos pensamientos de la muerte me
recordaron a mamá, a papá y a Destiny, mi
pequeña hermana menor, con sus rizos rebeldes
y sus ojos cafés fulgurantes de alegría; una
nueva lagrima se deslizo por mi mejilla, por un
momento sentí que a pesar de tener ahí a mis
queridísimos tíos, y estar en su compañía, de
todas maneras me hallaba irremediablemente
sola.
De repente, mi teléfono comenzó a sonar, lo
tome y conteste rápidamente.
- Hola, Alice-
-Hola, Robin-conteste sorbiéndome la nariz-
¿Qué pasa?-
-¿Estas llorando?-preguntó rápidamente-¿Qué
pasa, Alice?, ¿Malas noticias?, es Cara,
¿cierto?-
-No, no, no-me apresuré a decir-no se nada aun,
solo me encuentro algo débil mentalmente, eso
es todo-

94
-¿Estas segura?-preguntó Robin-si necesitas
algo dímelo, te ayudaré-
-¡Vaya!-exclamé sonriendo-que interés tan
grande, ¿No crees?-
-Solo me preocupo por la gente que me agrada-
respondió frívolo-además, quería llamarte para
ver si querías salir y dar una vuelta, pensé que
sería divertido, pero si no quieres, no hay
problema-
-¡Si, por supuesto!-me limpie la cara con el
antebrazo-si quieres pasa en una hora, ¿Te
parece?-
-Si, por supuesto, ningún problema-sonreí-te veo
entonces-
-Adiós, Robin-colgué el teléfono y me levante de
la cama, me acerque a la peinadora y me vi el
rostro, ¡Estaba horrible!, más que de costumbre,
así que soltando un largo suspiro, camine al
baño y tome una ducha.
Cuando abandoné el baño y entré en mi cuarto,
pensé rápidamente que iba a ponerme,
claramente no quería verme muy atractiva, pero
si bonita, como cualquier chica con sentido
común, así que opte por unos vaqueros de cuero
negros, un top hasta el ombligo rojo y encima
una chaqueta manga tres cuartos a la altura de
mi cintura negra, opte por un calzado cómodo y
use mis tenis negros converse, ligue mi cabello
en una cola alta y apliqué polvos y brillo rosa en
mis pálidos labios.
Me senté en la cama con el móvil en las manos,
matando el tiempo mientras esperaba a Robin,
que después de unos cuantos minutos toco mi
puerta.

95
-Adiós, tíos-grité-vuelvo en unas horas-
-ten cuidado, chiquita-me gritó mi tío.
Abrí la puerta y lo vi, apoyado en la pared, con
unos vaqueros y una polera blanca, su cabello
castaño rojizo un poco largo estaba despeinado y
sus ojos oscuros me miraban penetrantes.
-Ten-se limitó a decir estrellándome un casco
suavemente en el abdomen.
-Hola, Robin; me alegro de verte-sonreí
sarcástica-¿Y para qué demonios un maldito
casco si tú tienes un auto?-
-Hoy no, iremos en la motocicleta de mi
hermano-Robin apuntó con la mirada una Ducati
último modelo negra, era en extremos una moto
muy grande, demasiado-la llaman, La criminal-
Robin sonrió-Ven, vámonos-
-No…No…No-dije dando un paso atrás-no me
subiré en La criminal, nunca… ¡Jamás!-
-Cobarde-vocifero Robin-vamos, Alice, no seas
cobarde-mire la moto con desagrado y golpee a
Robin.
-Bien, vamos-camine a la moto y cada vez me
parecía peor la idea.
Robin se montó y palmeo el asiento trasero,
asustada, levante la pierna y acomode mi
cuerpo, aferre fuertemente a Robin de los
hombros, estaba aterrada, era la primera vez que
andaba en motocicleta.
-No vayas muy rápido, Robin-suplique haciendo
más fuerte mi agarre a sus hombros.
-¿Qué vaya muy rápido?-preguntó con una
sonrisa diabólicamente burlona-Okey-Robin giro
la llave y le metió a fondo a la motocicleta con el

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freno metido, haciendo que la rueda soltara un
chirrido perturbador.
-¡Robin!-grité-¡Ya basta!-
Robin rió estruendosamente y soltó el freno de la
moto, haciéndonos salir disparados a toda
velocidad.
-¡Robin!-grité desesperada-déjame bajar, quiero
bajar, déjame-suplique con los ojos abiertos
como grandes platos soperos.
-Bajar no es una opción, Alice-respondió Robin-
me sorprende, a Cara le fascino cuando le hice
esto-
Agradecí a Dios que lo tenía agarrado
fuertemente y que si era por eso no me caería de
ese ridículo accesorio gigantesco de Satán, trate
de relajarme pero mis músculos seguían tensos,
ellos no le hacían caso a nadie.
-¿A dónde vamos?-dije fuertemente porque el
viento hacia que se escuchara muy poco.
-Al parque donde jugaba cuándo era un mocoso
llorón-me respondió riendo.
-¿Eras?-pregunté sonriendo, Robin me miró de
reojo y sonrió de lado, metiéndole más velocidad
a la moto-Lo lamento-grité fuertemente mientras
lo abrazaba.
Robin y yo estábamos sentados en una banca
del parque, mientras comíamos un helado, el mío
de chocolate y vainilla, él de el de menta,
mirábamos a los niños correr y reírse, a sus
madre tomándolos de las manos para evitar que
se cayesen al suelo, no pude evitar sonreír.
-Siempre he querido tener una familia muy feliz,
y verme a mí y a Cara detrás de nuestros

97
diablitos, porque amaría que mis nenes jugarán
con los de Cara, sería muy adorable, verlos
divertirse juntos-volteé la vista a Robin, quien me
escuchaba atento sonriendo.
-Sería muy tierno-admitió Robin-pero estaría tan
dulce que me daría diabetes, engordaría y
vomitaría cachorros por días-le golpee
amablemente el brazo.
-Es algo estúpidamente hermoso-dije sonriendo-
¿No lo crees?-
-Si-respondió-Pero oye, ¿De quién serian tus
niños, y de quién los de Cara?-Robin parecía
realmente serio.
-No lo sé-dije dando un lametazo a mi helado-
¿Cómo quieres que sepa?-
-Suponlo, según como están las cosas-abrí los
ojos enarcando las cejas.
-Claramente, mis niños serian de Harry-me tapé
la boca-digo de Edward, Edward es un chico del
que estoy perdidamente enamorada, me ha
gustado desde hace mucho tiempo-sonreí-y los
de Cara…de Ian, se ven muy lindos juntos, son
una pareja admirable, y combinan muy bien,
además él no le mete el cuerno con la
antagonista de nuestras vidas-mentí.
-En primer lugar, se nota que de alguna manera
piensas en ese tal Harry, y tu corazón no
pertenece totalmente a Edward-le mire
indignada-y en segundo lugar, ¿Quién demonios
es Ian?-
-Ian es el novio de Cara, la apoya en su
enfermedad y la quiere mucho-mentí de nuevo-
Cara está muy a gusto con el-

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-¿Ian?-preguntó Robin bajando la mirada-pero…
¿Ella es feliz?-
-Oh, muy feliz, muy, muy feliz-Dios no me
encadenes en el infierno por mentir tanto.
-Eso es bueno, preséntame al chico, le daré las
gracias por hacerla feliz-abrí los ojos muy
sorprendida.
-¿Quieres mucho a Cara?-pregunté-¿la quieres
de verdad?-
-Oh, la quiero más que a nada, nunca había
sentido esto por una chica, por nadie-Robin
sonrió.
-¿La quieres lo suficiente para dejarla ir sin
luchar?-pregunté de nuevo.
-No lucharía por ella porque sería ridículo-
respondió mirándome a los ojos-ella es feliz con
él, ¿para qué traerla a mi lado si va a ser infeliz?-
-Ian no existe-declare rápidamente-lo acabo de
inventar para ver como reaccionabas-
-Alice, no debes hacerle eso a la gente, estaba a
punto de entrar en depresión-
-Lo lamento-dije sonriendo-
Robin…deberías…hacer algo por Cara, ella está
enferma, no dejes que se vaya sin decirle lo que
piensas, porque créeme, te vas a arrepentir-
-¿Siempre eres tan reflexiva sobre la vida?-
preguntó sonriendo.
-Siempre-respondí mientras le clavaba el codo
en las costillas a modo de broma.
Los minutos pasaban y nuestra charla se
animaba más, hasta el punto en el que le
confesé a Robin que había estado planeando

99
echarle el ponche encima por engañar a Cara, y
que considere romperle las piernas con un mazo,
a lo cual él se rió sin precedentes.
-Robin, creo que es hora de montarme en La
criminal para que me lleves a casa-le dije y él
accedió sin problemas.
Algunos minutos después, nos encontrábamos
en mi casa, sonriendo, le abrace y me despedí
con la mano.
-Fue muy divertido, me encanto salir contigo-
admití sonriendo.
-¿Cuándo volveremos a salir para hablar un
poco?-me preguntó-eres muy graciosa, y me
agradas mucho-
-No lo sé, ¿Qué te parece cuando vuelvas con
Cara?-Robin se rió.
-No lo creo, porque entonces me plantaría para
pasársela contigo todo el tiempo-asentí mientras
me reía.
-Adiós, perro alienígeno-sacudí la mano de lado
a lado.
-Adiós, Harry-Edward-me sonrojé y el sonrió,
arrancó en la moto y se fue apresuradamente.
Entre en casa y un agradable olor invadió mi
nariz, una delicia que me condujo hasta la
cocina, el estómago me chirriaba gracias al
delicioso aroma, era hora de almuerzo y yo
estaba ansiosa.
-Tía, que rico huele-dije entrando a la cocina-
¿Pollo al curri?-pregunté.
-Qué mala tienes esa nariz-respondió mi tía
sonriendo ampliamente-No, no es pollo al curri,
es estofado, tontuela-

100
-Bueno, también me encanta-sonreí
abiertamente-Tía, seme sincera, ¿Cuándo se
van?-
-¿Para qué responder a eso ahora?-preguntó.
-Se irán pronto, ¿Verdad?-dije bajando la mirada.
-Lo siento tanto cielo, quiero disculparme, pero
no podremos permanecer tanto tiempo contigo,
tienes que entender, necesitamos el dinero,
mantenerte aquí no es barato y…cariño, enserio
entiéndenos-asentí y sonreí abrazándome a mí
misma-Lo siento mucho, cielo-
-¿Sentirlo?-pregunté-No, No, solo estoy algo
sola, pero los comprendo, y sé que es algo duro,
y…y Los comprendo, solo eso puedo decir, los
comprendo-bajé la cabeza y salí a paso lento de
la cocina.
Es verdad, los comprendo, sé que la vida no es
fácil, y que se necesita trabajar para conseguir
una calidad confortable, pero, ¿Acaso en este
momento…? No, es algo ridículo, el mundo no se
detendrá porque yo este triste, la cuentas
seguirán llegando, mi estómago reclamará
comida, así son las cosas, me guste o no.
Solo que la soledad es tan desagradable, no me
gusta y nunca me gustará estar sumergida en las
frías aguas del aislamiento. Cierro los ojos y doy
un vistazo hacia atrás, épocas felices, sonrisas
inocentes, suspiros de amores infantiles; la vida
es cruel, un cazador que siempre está al asecho,
para arrancar de nosotros con sus rapaces
garras, todo lo que más se quiere.
Mis tíos se fueron 1 semana después. La
despedida, seca, y fría por mi parte, no derramé
una lágrima, a pesar de que por dentro me
estuviera destrozando no volver a verlos por
101
largo tiempo, en el fondo de mi corazón sabía
que no era su culpa, pero…me sentía tan
desoladamente olvidada, echada en un rincón
para cubrirme de polvo y telarañas.
Cuando volví a casa, con “el rabo entre las
piernas”, use mi único consuelo, llamar a los
padres de Cara, hasta que por fin atendieron ese
artefacto que parece que lo tuvieran metido en
quién sabe dónde.
-Señor Margendorffer, ¿Qué tal todo?-dije con
voz desesperada, como si fuese la última vez
que pudiese llamarlos.
-Oh, Cara se encuentra muy estable, nos han
dado noticias de que la quimio está dando unos
resultados excelentes, claramente a Cara no le
agradan los procesos, y menos estar lejos de ti,
es una pena no poder pasártela, pero acaba de
quedarse dormida, después de una sesión de
radiación, así que siento que no puedas hablar
con ella-
-Oh, gracias a Dios-dije soltando un suspiro-
pero, señor Margendorffer, ¿sabe usted cuando
pueden volver?-
-No tenemos aún una fecha fija, pero talvez, en
algunas semanas, claro que no prometo nada,
Alice-sonreí, cabía la oportunidad, así fuese una
en un millón, pero cabía-bueno, querida,
tenemos que despedirnos-y dicho esto, colgó.

Capítulo 13.
Seguía desconcertada, a pesar de las horas que
habían pasado, la actitud y la voz impertinente
del señor Margendorffer me hacía sentir
desconcertada, ¿Qué malo era preocuparse por

102
su hija? ¿Acaso consideraba que era estúpido
ser tan paranoica?, pues le tengo noticias, se me
da un ariete que lo piense, porque Cara es
importante para mí y no desaprovechare ninguna
oportunidad de hablar con ella, así que muy bien
puede irse a freír espárragos.
Estos 4 meses sin su compañía habían resultado
agotadores. ¿Mis tíos me hacían falta?, sí;
¿Edward con su repentino abandono me hacía
falta?, sí; ¿Cara me hacía falta?, Cada día.
Tal vez mi conducta podría basarse en una
dependencia, y si, así podría clasificarlo, yo
dependía de ella, no sabía cómo ser
verdaderamente feliz sin ella, sin sus chistes sin
sentido, sin sus estupideces ridículamente
graciosas, sin sus anécdotas de novios, todo en
ella me hacía crear una dependencia crucial, ya
que ella apartaba el dolor de la muerte de mis
padres y de Destiny, así que la necesitaba para
olvidar, la necesitaba con urgencia.
Esperar era insoportable, a pesar de que se dice
que es dulce, para mi es amarga, terriblemente
amarga, quiero a Cara conmigo, quiero a mi
familia conmigo, lo quiero y lo quiero ya.
-Maldita idiota-me susurré mientras me
abofeteaba suavemente-eres tan ridícula, y estas
tan sola, que te golpeas a ti misma, ¡Ridícula!-
Caminé por la sala, y pose mi vista en el espejo,
me veía demacrada, las ojeras parecían las
manchas oculares de un oso panda, mis labios
secos y pálidos, mi piel de un blanquecino
enfermizo, un asqueroso color bilioso y mis ojos,
por primera vez odie que fuesen azules, porque
los ojos azules son hermosos y profundos, pero
los míos, ¡Horribles!

103
Caí en el piso, llorando a cantaros, a cada
chillido un pesar negro se hacía claro en mi alma,
quería que se marchasen todos a freír
espárragos, quería ser feliz de nuevo, quería ser
la niña tonta que se refugiaba del mundo en el
regazo de su madre, buscando calor, amor,
comprensión, pero yo no tendría nada de eso, y
eso era lo que más me dolía.
Poco a poco, el llanto me puso somnolienta, y
cerré los ojos con una fuerza antes inexistente,
hasta quedarme profundamente dormida.
Abrí los ojos, con un terrible dolor en todo el
cuerpo, mire a mi alrededor, la sala, había
dormido en el piso de la sala, me levanté y mi
cuerpo no atendió ordenes, se derrumbó
inmediatamente, el cuerpo me dolía, la cabeza
me dolía, los ojos me dolían, y el pecho más que
nunca.
Nuevamente, me levanté, y caí en el suelo
sobre mis rodillas, me quedé tumbada en el piso.
Miraba el techo como si nunca hubiese visto
nada igual, con pesadez, me levanté y camine al
baño, cepille mis dientes y me duche, a paso
lento, atravesé mi cuarto y me vestí rápidamente,
con una falda de mezclilla, y la camisa de tirantes
que había usado cuando conocí a… Harry.
Recordar a Harry me hizo sonreír, con sus
cabellos castaños y sus ojos azules, con los
hoyuelos encantadores y la risa burlona y
sensual, una corriente recorrió mi espina dorsal
cuando recordé sus labios cálidos sobre los
míos, y me sentí culpable, yo quería a Edward,
no podía concebir sentir deseo por otro, y menos
recordar alegremente los labios ajenos, mi
corazón pertenece a Edward, no a Harry.

104
<<-En primer lugar, se nota que de alguna
manera piensas en ese tal Harry, y tu corazón no
pertenece totalmente a Edward>> sonó la voz
de Robin en mi cabeza.
Abrí los ojos y parpadeé repetidamente,
negándome a aceptar la realidad, estaba tan
enamorada de Harry como de Edward, pero…a
la vez, aborrecía a Harry, ya no me agradaba,
pero…
Ahuyente este pensamiento rápidamente, y me
centre en…Cara.
Llamé a su madre, la querida señora madre de
Cara, que tantas locuras nos ayudaba a cumplir
a espaldas de su marido, la querida señora
Margendorffer, después de algunos pitidos,
atendió.
-Alice, cielo, ¿Qué tal todo?-preguntó con su risa
alegre.
-muy bien, Señora Margendorffer… me
preguntaba si…-la señora Margendorffer me
cortó.
-Por supuesto que te pasó a Cara, cielo, sus
tratamientos mejoran, por eso mi alegría-una
sonrisa se dibujó en mi rostro-su recuperación es
a paso lento, estamos en terreno movedizo y
debemos andar con cuidado, pero de esto, todo
excelente-la señora Margendorffer rió-te la paso-
alcancé a oír a su madre cuchichear, “Cara, es
Alice”
-Mala amiga-gritó apenas le pasaron el móvil-
eres una mala amiga-fruncí el ceño, indignada.
-¿Acaso me dices mala a miga?-pregunté-¿no
me vas visto? ¡Parezco un zombi!, todo por la

105
preocupación que siento por ti, tu eres la mala
amiga al hacerme esto a mí, tu mejor confidente-
-Te extraño mucho, Alice-el repentino cambio de
tema y la dulzura en su voz me sorprendieron y
me hicieron sonreír-y te tengo buenas nuevas.
-Pues dímelas, se me cae el pelo del estrés-
sonreí, el contacto con Cara era emocionante.
-En dos semanas regreso a la ciudad-

Capítulo 14.
No había palabras que expresaran mi felicidad.
¡Estaba muy contenta!
Mi mejor amiga volvería a casa, podría volver a
verla, juro que no perdería oportunidad de
abrazarla y decirle lo importante que es ella en
mi vida, porque ella es la razón de mi alegría,
podrá sonar muy extraño, casi homosexual, ¡pero
no me importa!
-¿Y qué tal los tratamientos?-pregunté
preocupada.
-Oh, eso-Cara refunfuñó-lo de siempre, me
drenan, me meten en cabinas de radiación,
duermo por horas y antes de despertarme bien,
ya quieren meterme de nuevo en esos
condenados aparatos, prefiero morir a seguir con
esto-
-¡Cara, no digas esas cosas!-la reñí-¡¿No te das
cuenta de lo importante que eres para todos?!-de
repente, el timbre de la entrada sonó y me dirigí
al teléfono frunciendo el ceño-Cara, están
tocando, te llamo después, ¿Vale?-
-Vale-afirmó antes de colgar.

106
Caminé hasta la puerta y abrí, era Robin.
-Hola-sonreí-que gusto verte-me acerque y me
empine para quedar a la altura de su mejilla y le
bese esta.
-Tengo que pedirte un gran favor-fruncí el ceño.
-Vienes a mi casa, o para torturarme en tu moto
o para que te haga favores-puse los brazos en
jarras-¿Qué quieres?-
-Mi madre cumple años mañana-al escuchar su
voz nerviosa, sonreí-y no sé qué darle, no sé
nada de mujeres…-le corté.
-Ningún hombre sabe nada de mujeres-Robin
sonrió-sí, te ayudare-
-Excelente-Robin se rió-ve a cambiarte-mire mi
ropa, y si, debía cambiarme, le hice pasar y corrí
a mi cuarto, me puse unos shorts de Mezclilla
negro y un polo rosado, use mis converse ese
día, ya que me parecían muy cómodas, corrí al
armario y saque una chaqueta con el típico sello
de nirvana.
-Vámonos-dije mientras salía del cuarto
amarrándome el cabello en una coleta
desordenada-un momento, ¿vamos en la criminal
o en tu auto?-Robin se rió.
-En mi auto-afirmó mientras pasaba su brazo por
mis hombros.
Después de conversar animadamente en su
auto, llegamos al centro comercial, miramos
todas las tiendas, y en ese momento, no me
sentí capacitada para comprar un regalo
perfecto.
-Bueno, ¿Qué compramos?-preguntó Robin-
¿Joyas?-

107
-¡No!-exclamé-nada tan vacío como las joyas,
mejor algo de ropa, tu madre apreciara que
hayas tomado el tiempo de escoger algo
bellísimo para ella y no una joya que viste
rápidamente en una vitrina-
-Estupendo-respondió Robin-¿Dónde
empezamos?-
-Vamos, ayúdame un poco, ¿qué tal un vestido?,
¿crees que le guste?-Robin asintió-Bueno,
vamos a ver lindos vestidos-
Después de caminatas agotadoras, entramos a
la última tienda, un boutique llamada “Louis
Vuitton”, donde vimos un vestido precioso, era
color Verde jade, de manga hasta los codos y un
escote en “V”, un poco más arriba de la rodilla,
sabía que le quedaría bellísimo.
-Está muy bonito, Alice-dice Robin.
-¿Bonito?, tu madre se verá preciosa en él,
¡Preciosa!-Robin sonrió.
-Entonces llevaré este, ya vengo, iré a pagar-
Robin se alejó con el vestido en manos hasta la
caja del almacén.
Mientras Robin cancelaba el vestido, ojee la
tienda, la ropa era tan hermosa, debería comprar
de ahora en adelanté la ropa aquí, porque es
preciosa, de repente, mis ojos se fijaron en una
vitrina, donde había un vestido en un empaque
de plástico, ¡Debía ser carísimo!, era azul rey,
ajustado y venía con un collar de perlas, pensé
que en mi delgada y curvilínea figura se miraría
bien, a pesar de que no tengo un pecho
demasiado exuberante como Cara.
-Te gusta ese vestido, ¿Verdad?-me preguntó
Robin con la bolsa en manos.

108
-Sí, ¡Me encanta!-sonreí-pero debe ser carísimo,
así que mejor lo olvido-Robin se rió.
-¿Vamos por helados?-preguntó y yo negué con
la cabeza.
-No, gracias, no tengo hambre-
-Vale, entonces, ¿Nos vamos?-
-Sí, claro-dije sonriendo.
Robin me llevó a casa y me dio miles de gracias,
estaba de acuerdo conmigo en que el vestido le
sentaría de maravilla a su hermosa madre, y
hasta cierto punto me sentí algo celosa.
Apenas llegué a casa, me tumbé en la cama,
mañana eran las convocatorias de la universidad,
así que solo me quité el saco, el short y los
zapatos y dormí así, en bragas y polera.
Desperté a la hora precisa, cinco minutos antes
de que sonara el despertador, me sentía feliz,
aparentemente, me duché y usé mis tejanos de
jean favoritos y una camiseta deportiva, mis
habituales converse y até mis cabellos en una
ordenada coleta baja de la cual surgían dos
cortos mechones a cada lado de mi cara.
Salí de mi casa y me dirigía a la estación de
autobuses, cuando vi que el auto de Edward se
acercaba.
-Hola, Alice-dijo Edward bajando de su auto y
acercándose plantando un beso en la comisura
de mi boca.
-Hola-respondí sonrojándome levemente.
-Te tengo una propuesta, pero antes, tengo que
decirte que te ves radiante-sonreí y tomé su
mano mientras jugaba con sus largos dedos-
ahora la propuesta, un amigo hará una fiesta,

109
¿quieres venir?-pensé por un momento y luego
asentí, Edward me sonrió, con esa risa tan
encantadora.
-Sí, iré contigo-me acerque un poco más, a una
distancia prudente y sonreí.
-¿A dónde va mi chica?-preguntó de repente-He
visto muchos chicos aquí en Grecia, no quiero
que nadie se lleve a mi Alice, y menos cuando
luce así de linda-sonreí, sí, me veía linda, había
dejado atrás lo demacrado de mi rostro para
volver a ser la radiante Alice.
-Una convocatoria-respondí sonriendo-y con
respecto a los demás chicos, me importan un
ariete, yo te quiero a ti-Edward se rió.
-¿Te llevó, dulzura?-preguntó con un excesivo
tono de galantería, sonriendo mientras se le
arrugaba levemente la nariz-no me deje
esperando mi Lady-sonreí.
-Claro, mi caballero, es usted un magnifico
conductor, le daré el pacer de acompañarme-
Edward soltó una carcajada y subimos a su auto.
Llegamos al poco tiempo y me bajé de su auto,
Edward se me acercó y me sujetó por las
caderas, estrechándome contra él, abrí los ojos
sorprendida.
-Me ha tocado muy duro-confesó muy serio-¿me
darías un beso para que recupere las fuerzas?-
sonreí.
-Si-dije antes de chocar sus labios con los míos
por unos segundos-adiós, Edward-
Entre a las instalaciones de la gran universidad y
mi vista se encontró con la de Harry, quien reía
por la escena que había contemplado

110
anteriormente, me volteé y apreté el paso, pero
el caminó hacia mí.
-Vaya, ahora que tienes un novio ni siquiera
saludas, ¿Eh?-fruncí el ceño y solté un bufido.
-No te había notado-mentí, la verdad las cosas
iban bien con Edward, y lo último que quería era
arruinarlo.
-Yo creo que si-dijo Harry pillándose mi mentira-
me miraste frente a frente-sonrió- ¿Qué haces
aquí?-
-Estudio aquí-respondí con rudeza- y ¿te
incomodaría dejar de ser tan molesto?-
-Vaya, andas en tus días-volteé a mirarlo con el
ceño fruncido-te veré después-me susurró al
oído lo cual me hizo estremecer.

Capítulo 15.
-En realidad no es que quiera estar contigo en
este preciso momento, Harry-rezongué mientras
caminaba lentamente al patio, era el receso y
podría descansar, y descansar para mí era estar
lejos de todos, no precisamente era tener al
chico que me confundía y que hacía que olvidar
momentáneamente a Edward pegado a mi
trasero-Enserio, no estoy de humor-
-Podrás no estar de humor, pero yo si-Harry
sonrió, fruncí el ceño y solté un bufido-Eres una
amargada-voltee a mirarlo enarcando las cejas y
el volvió a reír, el cuerpo me tembló al escuchar
su carcajada, de repente, el corazón me dio un
vuelco, su risa era cálida, grave y sensual, con
toques irónicos; mordí mi labio inferior y fijé la
vista momentáneamente en sus labios-
Disfrutando la vista ¿eh?-Preguntó con una
111
sonrisita socarrona en su boca, levante los ojos
rápidamente ruborizada, y trate de huir de sus
penetrantes ojos azules-yo no tendría problema
en hacerlo, ¿Y tú?-Harry se me acercó y estiró
los labios.
-Sí, si tengo problema en hacerlo-respondí
tratando de que el color carmesí que tinturaba
mis mejillas desapareciese.
Harry se incorporó y volvió a sonreír, pasó su
brazo por mis hombros y recargó algo de su peso
en estos, asiéndome tambalear; me zafé de su
agarré y apreté el paso, cuando de repente, el
libro que tenía bajo el brazo fue rapado de su
lugar, me giré furibunda y lo vi ojeando mi libro.
-Devuélvemelo-dije en tono autoritario poniendo
las manos en jarras y frunciendo el ceño.
-¿O qué?-preguntó retándome, me acerqué a él
a grandes zancadas y le golpeé de una patada la
rodilla. Harry soltó un gemido de dolor y mi libro
cayó al piso, yo sonreí triunfante, me acerqué
lentamente y tomé mi amada pertenencia y seguí
mi camino como si nada-eres una diablilla-afirmo
sonriendo-y eso es lo que más me gusta en una
chica, que sea traviesa-abrí los ojos sorprendida,
y no tuve tiempo de reaccionar cuando sentí sus
labios cálidos sobre los míos; por un momento
quise apartarme, pero el sabor de su boca y lo
acogedores de estos, me hizo sentir que era lo
correcto, y que no debía privarme del placer de
disfrutarlo.
-Te quiero, Harry-susurré. Y apenas pude darme
cuenta de lo que había dicho, solo entonces, era
demasiado tarde para retractarme.

112
Capítulo 16.
Cerré con fuerza la puerta antes de sufrir un
colapso mental.
Recordar la sonrisa de Harry cuando le había
dicho que le quería era para encerrarme en mi
cuarto, enterrarme en la cama y no volver a salir
jamás en mi vida, solo de volver a mi memoria lo
que le había dicho era para morirse. Quería
morirme.
Corrí a mi cuarto y me tumbé en la cama, mordí
mi labio inferior y recordé los labios de Harry
sobre los míos, como un besito inocente de los
que te das en primaria, su sonrisa traviesa y
como pasó su mano por entre sus cabellos
castaños, mientras decía “Yo también te quiero”.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo, él me quería, yo
le quería, por mucho que me resultara amarga la
frase, yo le quería, había olvidado a Edward,
todo por Harry.
Trate de ahuyentar la boca de Harry, sus
penetrantes ojos azules, tan enigmáticos e
impredecibles, con un brillo especial en sus
pupilas, tiene los ojos de un niño que recibe un
regalo en navidad.
Negué con la cabeza, tratando de sacar a Harry
de mi cabeza, algo que me resultaba imposible
de concebir, traté de recordar Edward, nuestro
beso bajo la lluvia, pero aquella sonrisa
socarrona y esos ojos azules seguían clavados
en mi mente y no me podía deshacer de él.
Empezaba a asustarme, me negaba a creer que
lo quería, no quería reconocerlo jamás, Edward
estaba para mí, yo nunca me había encontrado
en esta situación, donde cada mitad de mi
corazón se pelea con la otra por la preferencia
113
absoluta de mi amor, y hasta ahora, iban en un
empate que parecía no querer dar marcha atrás.
-Yo también te quiero-luego pasó la mano por su
cabellos castaño con una sonrisita traviesa.
Enterré la cara en la almohada al recordar.
-¡Joder!-exclamé con furia. Primera razón,
llegaría tarde a clases de Ballet, y segunda
razón, pensar tanto en Harry me resultaba
molesto y placentero a la vez.
-Yo también te quiero-las palabras de Harry
sonaban como un eco en mi confundida cabeza,
cada vez más fuerte, mientras calentaba,
mientras me estiraba, mientras discutía sobre un
paso con la Señorita Potroski hasta mientras
bebía agua, todo era: “Yo también te quiero”.
Llegué agotada a casa, tanto física como
mentalmente, la señorita Potroski me había
sacado el jugo del cuerpo, y las palabras de
Harry partían mi cabeza en dos.
Tantas cosas habían pasado, ¡Tantas!, que mi
cabeza era un lío, todo estaba revuelto y no
sabía qué hacer, vi el reloj, las 8:45.
-¡Demonios!-grité mientras corría a darme una
ducha, con todo, se me había olvidado la fiesta
con Edward.

Capítulo 17.
El agua corría por absolutamente todo mi cuerpo,
enjuagando terribles preocupaciones, la
temperatura de aquel líquido majestuoso era
helada, hacía que mi piel se erizáse, pero me
encantaba así, y más después del duro
entrenamiento.

114
Mientras me enjuagaba el cuerpo, mi mente
estaba en una batalla de sentimientos revueltos,
cada detalle, tanto con Edward como con Harry,
hacía que la disputa de mi corazón fuese cada
vez más pareja.
Salí de la ducha rápidamente, abrí mi closet y
ojee el armario completamente, optando por una
minifalda de piel que llega a medio muslo, un par
de botas altas por encima de la rodilla, una
camiseta ajustada en la que se lee: “I can’t stay”,
y por último, un abrigo de lana, ya que la noche
es fría, deje mi cabello y sus bucles al aire libre y
me maquille con una línea de negro en el
parpado, sobre las pestañas superiores, algo de
rímel y brillo labial rojo, ¡Ya estoy lista para la
fiesta!
Eran las 9:20 y empezaba a enfadarme, justo
cuando pensaba quitarme la ropa e ir dormir,
Edward tocó mi puerta.
-Siento el retraso-trató de excusarse, y por un
momento, pensé que a Harry no se le darían
retrasos.
-Sí, ustedes y sus escusas-respondí girando los
ojos y subiendo al auto.
-Luces magnifica-empezó con su voz coqueta, la
que usaba cuando se daba cuenta de que algo
me molestaba-nunca te había visto tan preciosa
y sexy…-le corté.
-Ahórrame el sermón, gracias-Edward me miró
extrañado, y después de oír mis propias
palabras, también estaba confundida, yo
acostumbraba a ser una chica calmada y dulce, y
ahora era más amarga que un limón.
Sentí una oleada de odio repentina, me sentí
estúpida al estar con Edward, yo no debería, por
115
lo menos hasta aclárame, yo no debería estar
cerca de ninguno de los dos.
-¿Qué demonios te sucede?-preguntó molesto-si
es por lo de llegar tarde, dije que lo sentía, Alice,
yo no controlo el transito-
-Me importa un comino porque hayas llegado
tarde, el caso es que me dejaste esperando
como una idiota-grité revolviéndome el cabello,
en realidad, la pelea era estúpida, pero no me
disculparía, y no retrocedería un milímetro.
-Esto es absurdo, ¿te das cuenta, verdad?-
Edward apretó con fuerza el volate-eres diferente
ahora, y no me gustas diferente-
-Pues deberías acostumbrarte, no seré siempre
como a ti te guste si no como me pegue la gana-
fruncí el ceño y mire el camino
-Es verdad-admitió Edward, lo cual me
desconcertó, quería continuar la discusión-no
debería haber dicho eso, lo lamento-
-Detén el auto-ordené-me voy-
-Pero, acabo de disculparme, no te entiendo…-le
corté bruscamente.
-¡Dije que te detengas!-grité golpeando el
salpicadero de auto.
-¡Alice!-Edward me miró rudamente y detuvo el
coche fuertemente, haciendo que me golpeara el
pecho levemente con el frente de su auto-Si
quieres irte, ¡Largo!-le mire sorprendida y a la
vez complacida, el disgusto y la pelea era algo
nuevo para mí, y me gustaba-cuando la regla se
te haya ido podremos volver a hablar, mientras
tanto… ¡Largo!-

116
-¡Bien!-grité-te odio-abrí la puerta y salí, di un
fuerte portazo y volteé a verlo a través de la
ventana-¡Te odio!-repetí.
-Sé que no lo dices enserio-dijo algo más
calmado, pero yo solo me limite a caminar, pensé
que Edward caminaría tras de mí, pero no fue
así, su auto arranco y lo vi hasta perderse de mi
panorámica, en ese momento, me sentí fatal,
pero la ira no disminuía dentro de mí.
Caminé decididamente, el tacón de mis botas
resonaba fuertemente en el suelo, apreté el paso
cada vez más, la noche era oscura, y caminaba
por un lugar no muy habitado, el corazón
resonaba tanto como mis pisadas, estaba
nerviosa y asustada, pero de repente, sentí
tranquilidad al encontrar entre mis recuerdos a
Harry.
Las mariposas rondaban por todo mi cuerpo,
cuando concebí que un trapo se oprimía contra
mi nariz con un olor sumamente potente, trataba
de zafarme del agarre que me apretaba la
garganta, pero era imposible, y cada vez me
sentía más adormilada, cerré los ojos, mi alma
abandono el cuerpo, y caí en brazos de mi
raptor.
Dormida, incauta, y a su merced.

Capítulo 18.
Abrí los ojos con las pupilas dilatadas por el
terror, el corazón me martillaba el pecho, respirar
me era difícil y miraba alrededor con rápidos
vistazos.
Por un momento intente gritar, pero la mordaza
me lo impidió, traté de moverme de la silla en la

117
que encontraba sentada, me lastimaba las
muñecas y los tobillos, al querer zafarme de los
fuertes nudos que me mantenían prisionera.
Quería iré de allí, pensé en Edward, y que en ese
momento me gustaría encontrarme en el calor
de sus brazos, no en el lugar oscuro y tenebroso
en el que estaba raptada, el miedo corría por mi
cuerpo como la sangre por mis venas, trataba de
buscar el lado bueno, quizás una broma, una de
muy mal gusto.
Por un momento, el arrepentimiento me invadió,
talvez si no hubiese sido tan tonta, si no me
hubiese ido del brazo protector de Edward,
hubiese estado a salvo, pero, ¿Por cuánto
tiempo?, ¿era yo acaso una víctima a azar? O
¿Una mujer que había sido asechada por un
lunático? El cuerpo me vibró, la noche era fría, y
ya no llevaba la chaqueta de lana que me había
puesto, mi camiseta estaba húmeda al igual que
mis botas; sacudí la cabeza, como tratando de
despertarme de una horrible pesadilla, pero nada
funcionaba, todo era real.
El miedo y el frio me hacían temblar, el trapo
amarrado en mi boca hacía difícil el trabajo de
respirar, sacudía mi cuerpo con violencia,
tratando de liberarme, aun cuando sabía que era
inútil.
Por un momento, me imaginé en el regazo de mi
madre, como cuando era pequeña y me
refugiaba en su calor para encontrar consuelo a
los fantasmas imaginarios que habitaban en mi
cabeza, sentí ganas de llorar, pero me contuve,
no permitiría, ¡Ni en sueños! Verme débil frente
al monstro que me tenía cautiva.
Ansié escupir la mordaza de mi boca: un
esfuerzo inútil, admire el lugar donde me
118
encontraba, parecía una bodega; estaba
totalmente oscuro, a excepción de un bombillo
que flotaba sobre mi cabeza, pensé en una forma
racional de lidiar con l situación: sin éxito.
-¿Has despertado ya, vida mía?-canturreo una
voz desde la oscuridad, mis ojos se agrandaron
más, la voz no me era del todo familiar, pero
parecía que la había escuchado antes. Escruté
con la mirada, pero la luz no era lo suficiente
potente para alumbrar, así que el autor de la voz
seguía anónimo-Si, ya has despertado-afirmó la
voz canturreando, mire a una esquina de la
bodega de donde creí, venia la voz-Ni te
molestes, no estoy allí-empecé a indagar en la
oscuridad, tratando de reconocer a alguien:
proceso fallido, de repente, sentí una manos
posarse en mis mejillas, desde atrás; un sudor
frio surgió de mi frente.
Las manos se deslizaron heladas hasta mi cuello
y empezaron a desatar la mordaza.
-No sabes cuánto he esperado por ti, amor mío-
dijo cuándo desamarro totalmente el nudo del
trapo que tenía en la boca, apenas termino de
hacerlo, escupí la mordaza.
-Muéstrate, ¡Loco!-exclamé llena de cólera, sin
pensar en las consecuencias, sin considerar que
estaba en manos de un demente.
Y desde las sombras, divise los rubios cabellos,
la sonrisa psicópata y los ojos verdes
chispeantes.
-¿Qué haces aquí?-tartamudee fijando la vista
momentáneamente en sus ojos de loco, que me
infundieron un terrible terror.
-He venido por ti-se limitó a decir mientras su
sonrisa crecía mas.
119
-Pensé que todo había quedado en el pasado,
Derek-dije con voz quebrada, mientras me
negaba a mí misma llorar y verme débil frente a
él.

Capítulo 19.
Mis ojos no daban crédito a lo que veían, era
Derek, con sus cabellos dorados como rayos del
sol y sus ojos verdes fulguraban maldad,
combinada con picardía, como tantas veces
había visto antes.
Derek, fue un muy buen amigo, que se enamoró
perdidamente de mí, pero sus barreras de
cordura se rompieron cuando se enteró que yo
salía con Edward, en ese entonces, vivía en
Madrid y contaba con escasos 14 años, apenas
iba a la secundaria.
Un día, como cualquiera caminaba a casa,
acababa de salir de la escuela y tarareaba una
canción de moda, esperaba que mi madre
hubiese preparado mi plato favorito, Paella, con
muchos camarones; pero mi caminata fue
interrumpida por Derek, que tenía aquella sonrisa
pícara, me desvió de mi rumbo, llevándome a su
casa, en donde intento “Abusarme”, aunque solo
trato de tocarme el pecho, el caso es que corrí
hasta llegar a casa, con el corazón acelerado y
lágrimas al borde de mis ojos, pero guarde el
incidente para mi sola, pero evitaba a Derek a
toda costa, a pesar de que el buscaba excusas
para que estuviésemos solos.
Todo era soportable, me refugié en el delgado
brazo de 15 años de Edward, quien me cuidaba
a toda costa; hasta que un día, mientras me
desvestía en mi habitación, sentí unos ojos fijos

120
en mí, fue entonces cuando descubrí que Derek
me espiaba.
Para los hombros delicados de una jovencita
sentirse deseada hasta ese punto era una carga
demasiada pesada, no me sentía nada cómoda,
consideraba el amor de Derek como
aterrorizante, y no quería tener nada que ver con
él, así que recurrí a mi padre.
Como era de esperarse, mi padre enloqueció de
rabia, discutió el asunto con la policía. Derek
paso por exámenes psicológicos, muchos, y si,
definitivamente tenía problemas graves, su
enamoramiento era una obsesión típica de un
maniaco del control, tenía antecedentes de
traumas en la infancia, lo que influyó mucho en
su estado emocional; fue internado a un
tratamiento estricto y no volví a verle,
hasta…hoy.
Claramente no era el mismo debilucho de 14
años de corte hongo que conocí en Madrid
cuando estudiábamos juntos, ahora su cuerpo se
había desarrollado, la pubertad le había ayudado
enormemente, su cabello daba a su barbilla, en
un corte muy atractivo, sus enormes brazos, con
unos músculos muy bien desarrollados, y unas
increíbles piernas, se veía mucho mejor que
cuando era apenas una chiquilla, pero todo eso
no cambiaba que estaba amarrada en una silla
en medio de quien sabe dónde.
-Derek-gemí a punto de llorar-¿Por qué?-
-¿Por qué?-la pregunta pareció cabrearle-no
sabes cuánto sufrí por ti-su sonrisa se hizo más
grande-pasar mi vida encerrado en un
establecimiento para enfermos mentales, ¡No
estoy loco!, y todo por tu culpa-mis ojos se
movían en todas direcciones, no sabía a donde
121
mirar, temía verle a los ojos-Pero no hay
remordimiento, yo se perdonar. Admito que
escapar fue difícil, y también averiguar en donde
diablos te encontrabas, pero lo logre, y ahora
estaremos juntos, para siempre-
-Derek, lo siento, pero… ¡Entiende!-las lágrimas
acudieron a mis ojos, y esta vez no fui tan fuerte
para que no brotaran y se deslizaran por mis
mejillas-esto no eres tú, eres más que lo que
estas hacien…-Derek me hizo callar de una
carcajada-Derek-
-Ahórratelo, hablas igual que los psiquiatras-
dicho esto se acercó hasta mí y acarició mi
mejilla-cuanto te amo-el labio inferior me
temblaba-pero, sufrirás tanto como yo, porque el
amor es igualitario-su sonrisa sádica creció, al
igual que mi terror.

Capítulo 20.
La situación, a pesar de ser atemorizante, en
leves momentos me parecía cómica,
encontrarme en medio de la nada por un loco
obsesivo que me amaba como si fuera tan
hermosa como cleopatra, reiría si no es porque
estoy frente a un loco desquiciado.
Luego, mientras meditaba como saldría de allí,
recordé.
Mi tío Jules, a pesar de ser un celoso de primera,
el cual quería que estuviese soltera hasta los 45
años, me llevó a mi tía y a mí a un curso de
tácticas de coqueteo para defensa personal.
Empecé a pestañear y ronroneé como una gata,
según la mujer del taller, eso “prendía” a los
nenes.

122
-Derek-me incliné lo más posible en mi silla,
intentando que mi pecho se viera más de lo
permitido-creo que fui una tonta, ya no eres el
tontico que solías ser, desátame, y resolveremos
nuestras cuentas pendientes, esta vez si te
dejaré tocar-mi voz rebosaba sensualidad.
Derek sonrió de lado y se rasco la barbilla, con
la vista fija en algo que nunca había podido tocar,
se acercó hasta mí, y una risita triunfante se
escapó de mis labios, entonces, eso pareció
despertarle, porque frunció el ceño, pero sin
dejar su sonrisa.
-Me gusta que pienses así, cariño-Derek apretó
mis mejillas con una de sus manos y sacudió
violentamente mi cara, haciendo que mi cabello
saltara de su sitio; Derek se separó de mí,
mientras yo respiraba agitadamente-Pero, no soy
tan “tontico” como antes, ahora lo único que me
mantiene contigo es el deseo de hacerte sufrir-
todo signo de coquetería abandono mis ojos, y el
terror se estableció de nuevo, solté un gemido de
dolor cuando un puño cerrado golpeó mi mejilla.
-Derek-logré articular mientras añoraba
acariciarme a mejilla y estar lejos de allí, cerré
los ojos, y me creí en los brazos protectores de
Edward, de Harry, incluso de Robin.
De repente, un sonido de ropa rasgándose
invadió el oscuro lugar, abrí los ojos y vi que mi
camiseta estaba hecha pedazos, Derek sonreí
mientras agitaba un cuchillo es su mano, lo metió
en la pretina de sus vaqueros y con un fuerte
puñetazo, agredió esta vez mi abdomen
desnudo.
Tosí sangre, en una bocanada que mancho mi
sujetador, levanté la vista temblando de rabia
mezclado con terror, estaba segura de que
123
moriría allí, en medio de la nada, en manos de
alguien que estaba irremediablemente loco.
Un nuevo golpe atesto mi estómago, con un
chillido una nueva bocanada de sangre salió de
mis labios, aullé de dolor, esperando misericordia
de parte de Derek, le mire suplicante y en sus
ojos no descubrí ni el más mínimo rastro de
piedad, empecé a llorar, todo el cuerpo me dolía,
entonces me di cuenta de que el no pararía hasta
ver una lápida con mi nombre, así tuviese que
pudrirse en la cárcel, lo haría.
Cerré de nuevo los ojos al verlo acercándose con
el cuchillo entre sus manos, Fin, era mi fin,
moriría sin saber que avecinaba el mundo más
allá de la virginidad, moriría sin saber que era
sentirse una arquitecta con posgrado y magister,
moriría sin saber que era tener un bebe y criarlo,
morirá sin haber vivido nada especial.
El cuchillo rasgó mi falda de piel, y Derek vio mi
cuerpo semidesnudo con fulgurante deseo, tenía
la misma mirada que cuando descubrí que me
espiaba, pero eso no le impidió abofetearme la
cara, ya no sentía dolor, todo se transformaba en
desilusión y desesperanza, moriría y punto final.
Derek caminó lentamente asía mí, y de repente
su único destino fue mi ropa interior de encaje.
-Por favor, no lo hagas-logre articular con mis
últimos alientos.
Cerré los ojos y me desvanecí, en la lejanía, se
escuchó el crujir de una puerta, y el explotar de
una bala impactar un cuerpo.
-¡Alice!-el grito se perdía por los vacíos de la
inconciencia.

124
Todo se fue, todo era negro, todo era terrorífico,
hasta que me sumí en un sueño profundo de
ensimismamiento y un fuerte olor a pólvora.

Capítulo 21.
Cuando desperté, miré a mi alrededor y me
encontraba en un lugar muy diferente a aquella
sucia y sombría bodega, aquí las paredes eran
blancas y las luces brillaban más que el
mismísimo sol, entonces me di cuenta de donde
estaba, un jodido hospital.
Traté de estirar mi cuello y ver alrededor, nada,
esfuerzos en vano.
-Si buscas a Harry, se encuentra en la
habitación de al lado-volteé a ver sorprendida,
era Edward, sus ojos estaban hinchados y rojos,
parecía haber estado llorando.
-¿qué?-pregunté atontada, este espectáculo era
nuevo para mí.
-El maldito que te secuestró, le propinó un
disparo, pero gracias a él estas viva-
-¿Se encuentra grave?-pregunté con los ojos
dilatados, el labio inferior me temblaba quería
llorar.
-Eso no es lo más importante ahora-respondió-y,
con respecto a Derek, debe encontrare en un
centro psiquiátrico, calma, no saldrá de allí en
mucho tiempo, de eso me encargo
personalmente, de solo pensar que te puso los
dedos encima, me carcome la furia y quisiera ir y
reventarlo a golpes-lo mire extrañada, Edward no
solía ser agresivo, él era más del tipo amor y
paz, de repente, sentí un punzante dolor en el

125
estómago, hice una mueca de dolor-¿te
encuentras bien?-preguntó.
-Si…estoy bien-respondí soltando un suspiro-
quiero ver a Harry-
-si eso quieres, eso tendrás-dijo un poco
decepcionado.
Edward se acercó a la cama a paso lento, a
pesar de que yo demostraba mi impaciencia, me
ayudó a levantar, increíblemente estaba más
débil de lo que creí, las piernas me temblaron y
por poco me caí al piso, Salí de la habitación
apoyada en los fuertes brazos de Edward, pero
me devolvieron inmediatamente a la cama
cuando me vieron salir, también regañaron a
Edward por querer sacarme de mi cuarto cuando
estaba en tan deplorable estado, así que, tuve
que pasar todo ese tiempo, acostada en una
cama blanca, en medio de una habitación de
paredes blancas con iridiscentes luces blancas,
¡Que divertido!

Capítulo 22.
Mis ganas de ver a Harry no disminuyeron,
quería abrazarlo y tenerlo entre mis brazos,
besarle los ojos y agradecerlo todo lo que había
hecho por mí, pero ni Edward ni la enfermera de
caderas y senos grandes e dejaban ir.
Edward me miraba directamente, cuando de
repente su teléfono sonó y el atendió, desviando
su atención de mí, se puso bastante serio con la
llamada, cuando colgó, me vio con expresión
grave.

126
-Ángel está en la recta final-dijo con las pupilas
dilatadas-morirá en cualquier momento-dicho
esto, salió de la habitación corriendo.
Espere unos cuantos minutos, y me levanté de la
cama, esta vez sola, ya que mi cuerpo podía más
que los dictámenes del médico, camine hasta la
habitación contigua y abrí la puerta, lo vi, se
encontraba conectado a una máquina que
señalaba sus latidos con un pitido estresante, un
tubo estaba introducido en su boca, y su tez
estaba demasiado pálida. Me acerqué y susurré
a su oído:
-Aun sin sentido, sin razón ni pensamiento, lo
único que tengo claro es que te quiero
demasiado, por favor, abre los ojos y mírame, ve
que estoy contigo, que sufro por ti, abre los ojos,
por favor- me incline lentamente y bese su pálida
frente, surcada por una arruga que mostraba su
ceño fruncido, lagrimas acudieron a mis ojos
pero no las deje salir, el estaba dormido, solo
eso, ni nada más ni nada menos, debo aprender
a controlar mis locas emociones. Le di un último
vistazo y salí de su habitación para dirigirme a la
mía, me escabullí en mi cama y cerré los ojos,
quedándome profundamente dormida.
Al día siguiente, abrí los ojos invadida por un
calor agobiante, pero no era el clima, eran las
caricias que daba Edward a mi brazo, esternón y
pantorrillas, cuando vio que tenía los ojos
abiertos se acercó para besarme, pero fuimos
interrumpidos por la enfermera.
-Harry ya despertó. Pregunto por ti-
En ese momento la alegría me invadió,
llenándome de una sensación a este momento
indefinida, la deliciosa sensación de ser
preguntada con amor, de ser solicitada con
127
deseo; tenia tantas ganas de verlo, de que mis
ojos se perdieran en el mar azul que eran sus
ojos, de hablar hasta morir con él, allí, en el
hospital.
Me levanté de la cama con una gran energía, y
tanto Edward como la enfermera quedaron
impactados.
Me puse unas pantuflas y me dirigí a la salida,
tras la enfermera, Edward, triste, susurro:
-¿vas a verlo?-
-Si-respondí altaneramente-necesito verlo-
Caminé hasta la habitación de al lado y abrí la
puerta, desde la cama, Harry me miraba con los
ojos apagados, pero igualmente alegres, me
acerqué y me senté a su lado, el tomó mi mano y
acaricio la palma.
-Gracias, por salvarme, Harry-susurré
sonrojándome hasta el alma.
-No te preocupes, hago esto todo el tiempo,
recibir disparos por salvar vidas de chicas lindas-
sonreí, amaba su don para la comedia, pero de
repente, frunció el ceño-¿sabes?, soñé algo muy
extraño-
-¿Qué?-pregunté acariciando su mejilla, que
contenía su barba de dos días.
-Besabas mi frente, y decías que me querías
mucho, con gran Anhelo, un amor desesperado-
bueno, la imaginación de Harry va muy lejos a
veces.
Mis mejillas se pusieron coloradas, de mis manos
broto sudor frio y recordé la noche anterior.
-Solo fue un sueño, Harry-tartamudee limpiando
el sudor de mi rostro. -Sí, supongo…

128
Capítulo 23.
En ese momento me sentí avergonzada y no
sabía que responder, era muy afortunada,
¡demasiado!, de que el creyése que todo hubiese
sido un sueño, no soportaría verlo burlarse de
mis sentimientos, o molestarme por lo que le
había dicho, era algo intolerable.
Él ya sabía que yo le quería, ya se lo había
dicho, había sido tan boqui suelta para decírselo,
y él me había respondido que también me
quería, ambos nos queríamos, y eso era lo
importante.
Me quede pálida y quieta, sin ver a ningún lado
específico, solo a los ojos azules sin vida que me
observaban sin apartarse ni un segundo, mis
labios temblaron, y me puse aún más pálida.
-¿Qué te sucede, Alice?-preguntó Harry con ojos
dilatados, me quedé por unos segundos en
silencio, pensando profundamente que
responderle, ¿con qué cara de la moneda
salirle?, solté un suspiro y puse un mechón de
cabello detrás de mi oreja.
-No me sucede nada, Harry-respondí fieramente,
tratando de que ya no le prestara más atención a
lo que en ese momento pasaba por mi mente,
porque a los ojos de los hombres, siempre era un
libro abierto.
El silencio reino en la pequeña habitación del
hospital, de paredes, sabanas y luces blancas,
todo era blanco, sin embargo, era oscuro a mis
ojos; el silencio que reinaba todo el cuarto era
pesado, su mirada se sentía como si escapara
en mí, desnudándome con los ojos, a pesar de
que seguía vestida.

129
Harry refunfuño entre dientes, y no le pude
escuchar nada, me acerque tan solo un poquito,
él tomo mi nuca, jalando mi cara a la suya,
apretando su boca con la mía; mis ojos se
abrieron con asombro, pero no me separé, seguí
el movimiento de sus labios lentamente, él
exploraba con su juguetona lengua cada
centímetro de mi boca, mientras sus manos
acariciaban mis mejillas y espalda, mi corazón
martillaba mi pecho fuertemente, mis labios
temblaban cada vez que él rozaba con su lengua
estos. En mi estómago volaban agitadas las
mariposas deseosas de más, mientras me
esforzaba por mantener los ojos cerrados.
Un carraspeo histérico me hizo apartarme de
Harry rápidamente, me voltee y mis ojos se
encontraron con los de Edward, su mirada
estaba posada doble Harry, me asuste en ese
momento, Harry no podría defenderse, Edward
podía ir a la cárcel.
-Alice-su voz estaba cargada de furia-¿Qué
demonios ocurre aquí?-
Mis ojos estaban dilatados, me sentía como una
Nevae en este instante, nunca había tenido tanto
asco por mí misma, estaba llena de repugnancia,
en ese momento, el cuerpo se me puso frio y
concebí que vomitara cucarachas en cualquier
momento.
Las manos de Edward estaban empuñadas, y
temblaban de rabia, cuando entró la enfermera
de caderas y pechos gigantes.
-Señorita Westmore-su voz chillona me hizo
gruñir, pero agradecí que entrara en ese instante
al cuarto-Tiene que volver a su cuarto, en este
momento-sin esperar más palabras, salí como

130
alma que se lleva el diablo a mi habitación, cerré
con pestillo la puerta y me tumbe en la cama.
Edward no volvió, tal vez buscó calor y refugio en
los brazos de otra; el tiempo pasó sin importarle
que me lastimaba cada minuto que pasaba sin
verlo, poco a poco los doctores admitieron que
ya podía irme, me dieron de alta.
Pero eso no mejoro mi ánimo, ¿Cómo podía
hacerle eso a Edward?, trataba de mantener mi
mente fija en él, pero siempre aparecía aquel
odioso… ¿Y Harry?

Capítulo 24.
Las horas pasaron, y se convirtieron en días, y
los días se convirtieron en semanas, Edward ni
Harry querían verme, no lo sabía, pero lo
suponía, ¿Quién quiere estar con una Nevae?
Un día me decidí a terminar con mi horrible
martirio, resolví llamarlo, por mucho que la Alice
orgullosa me demandara no hacerlo.
-Edward, ¿podemos hablar?-pregunté cuándo
atendió.
-¿Hablar?, ¿de qué?...Ah, ya sé. De cómo se
sentía la lengua de Harry en tu boca-giré los
ojos.
-No nos portemos como niños, Edward. Ya
tenemos 19 años, somos totalmente maduros-del
otro lado de la línea se escuchó su risotada
-Esto no va en la madurez, me engañaste-
-¡No somos pareja, Edward!, no lo somos, así
que no vengas con teatros ridículos-respondí
exasperada.

131
-Entonces no hay necesidad de arreglar las
cosas, ¿verdad?-su tono de voz altanero
empezaba a hartarme.
-Ahg, Edward, crece, ya no somos niños…yo no
te reprendí por quien con sabe cuántas estuviste
en Madrid, así que ya dejemos el show aquí-
puntualicé.
-¡Alice!, yo…No
-¿Ahora me dirás que eres virgen?, Por favor,
Edward, conozco a los hombres-sisee-los
conozco lo suficiente-
-No aguantaré tus insultos-me gritó rudamente.
-Solamente ven a mi casa para que charlemos
del asunto como personas normales, y no como
simios homo-erectus-dicho esto, sin esperar
contestación, colgué.
Esperé pacientemente, y él no llegaba, mi orgullo
me restregaba en la cara que lo único que me
quedaba era recoger mi dignidad pisoteada, y
tratar de seguir con la frente en alto.
Sentí unas enormes ganas de llorar, cuando el
sol ya se ocultaba en el horizonte, pero entonces,
cuando la primera lágrima se iba a desbordar, el
timbre sonó, corrí a la puerta y era él, con ojos
cansados y rotundamente rojos, quise abrazarle,
pero me contuve.
-Hola, Alice-susurró con voz débil y cansada.
-Hola, Edward-respondí con la cara baja-creo
que necesitamos hablar-el asintió débilmente.
Con miedo, tomé su mano, y él se tensó, lo
conduje hasta el sofá, donde nos sentamos
juntos.

132
-Dime-sus ojos estaban perdidos, y ahora sus
párpados caían pesados sobre sus luceros
negros.
-Quiero que nos demos un tiempo-dije
rápidamente, casi me muerdo la lengua, el abrió
los ojos por un momento, pero luego, se encogió
de hombros y sonrió débilmente.
-¿Sabes?-preguntó-no entiendo porque me
hiciste esto, si te gustaba Harry, te hubiese dado
tu espacio, pero ahora es muy tarde, ya estoy
absolutamente lastimado, y lo peor es que te
quiero, Alice…-le corté.
-Yo también te quiero-baje la mirada-te quiero
mucho-
-No parece-respondió levantándose del sofá, fue
inútil tratar de tomarlo de la manga, él se marchó
sin decir adiós.
Tenía dos chicos, uno de años maravillosos, y
otro de meses que parecían años, salí a caminar
para despejar mi mente, concentrarme en mis
problemas, ver detenidamente por una vez el
hermoso paisaje urbano que me ofrecía Larissa.
Sus calles de ladrillo rojo, sus casas antiguas con
la mezcla del modernismo de este siglo, Larissa
era una ciudad maravillosa, combinaba la cultura
con lo extravagante, todo en esta ciudad me
hacía feliz, ¡Oh, Larissa!
En mi caminata encontré una veterinaria, donde
daban cachorros en adopción, y ella, cautivó mis
sentidos, una pequeña cachorra de Akita,
peludita y adorable, tanto me gustó que la
adopté.
Compré el guacal, la camita y los tazones para la
comida, incluyendo un bulto de alimento para

133
perros en la edad de cachorro, vacié
prácticamente toda mi cuenta, se me fueron más
de 1.000 Euros.
Además tuve que pagar el taxi para ir a casa,
que fueron 15 Euros, pero no me arrepentí de
nada, solo ver su rostro me devolvía la alegría.
-Konata, ese será tu nombre-sonreí-ya que eres
japonesa, ese será tu nombre, mi pequeña Gentil
y amable-reí-eso significa tu nombre si lo
traduzco, Konata es gentil y amable-menos mal
lo dije todo en español, porque de por sí, el
taxista ya me veía raro.

Capítulo 25.
Konata era una compañía muy consoladora,
porque me acompañaba en mis ratos de estudio
para los parciales de la universidad, se portaba
obedientemente cuando iba conmigo a clases de
Ballet, y no era dañina ni desordenada.
Pero ella no era un humano, no era un ser que
me entendiese, no era una persona, no era una
amiga, no era mi mejor amiga, no era Cara.
Al cabo de unos días, con una zozobra que me
atenazaba el alma, decidí llamarla, pero la
llamada siempre terminaba con la estúpida frase:
Sistema correo de voz, la llamada tendrá costo a
partir de este momento.
A la quinta llamada, cuando ya iba al cuarto tono,
ella contestó.
-¿Hola?-preguntaron al otro lado de la línea.
-Cara, ¿Eres tú?-genial, mi costumbre de
contestar preguntas con más preguntas.
-Si-respondió casi tenazmente.

134
-Soy Alice, ¿Qué pasa?-
-Tu eres la que llama, dime tú-.su voz esta vez
sonó aún más molesta, ¿acaso le había picado
una avispa la entre pierna?
-Quería contarte algo, pero al parecer, no estás
muy…-ella me corto con un bufido.
-¿Qué terminaste con Edward?-se rió-ya lo sé,
ahora, estoy ocupada, te llamo después-
La forma de hablar de Cara me molestó, no tenía
razones para estar enojada, oh eso creía, pero
igual yo no le había hecho nada, simplemente le
quería contar cosas que se confiesan las mejores
amigas.
Esa tarde no fui a clases de ballet, sabía bien
que Potroski me colgaría, mi rutina del cisne
negro estaba matándome, y quería descansar,
pero ella no entenderá eso.
En lugar de clases de Ballet, salí con mi dulce
Konata, no se si era por mi perra o por mi ropa,
pero todos me miraban, a pesar de que Konata
iba limpia y yo llevaba unos vaqueros y un saco
de nirvana.

Entonces los vellos de mi nuca se erizaron


cuando escuché una voz gruesa, con acento
nórdico, susurrarme al oído:
-Te vigilo, pequeña-voltee rápidamente y vi que
era Harry con una sonrisa, primero, casi me voy
de trasero por el susto, pero él me sostuvo por
los hombros.
-Creo que siempre que estamos juntos, alguno
termina herido-sonreí.

135
-Sí, creo-Harry enfoco su vista en Konata-ella es
mi perra, Konata-
-Que linda-y entonces le rasco en la pansita, el
punto débil del pequeño animalito.
Verlo allí, con Konata, con sus ojos azules
brillosos de nuevo, dio justo en el blanco, ni
siquiera tratando, podría olvidarlo, no podía darle
la espalda.

Capítulo 26.
Se levantó con su sonrisa risueña y socarrona y
me vio a los ojos, y de nuevo, al igual que todas
las personas que conozco, leyó todo lo que
estaba escrito en mí.
Su sonrisa se desvaneció, y la mía también.
-Escucha, Alice-se sobó la nuca-no sabía que
salías con Edward, no tenía idea, ¡si lo hubiese
sabido!-se pasó una mano por la cara-lo siento
de veras-sonrió-bueno, sabía que tenías algo por
allí, pero…-
-No importa-respondí atontada por los nervios del
ojiazul que tenía en frente-nada importa-
Preguntó ¿no estas molesta?
-Por supuesto que no-dije sonriendo-nada me
molesta-mis ojos brillosos se fijaron levemente
en sus rosados labios, entonces, me acerqué
hasta él y apreté mis labios con tenacidad sobre
los suyos, que importa si más tarde escupo
sapos y cucarachas, es mejor ser feliz antes de
poner en peligro la nuestra por la de otro, y esto
me hacía sentir bien, no importan los demás.
Él se separó sorprendido, mirándome fijamente,
relamió sus labios y volvió a besarme, poniendo

136
su mano derecha en mi nuca para dar más
profundidad, mientras su extremidad izquierda se
depositaba en mi cintura; cerré los ojos y olvide
todo lo demás, solo existía Harry.
Nos separamos para respirar, y ninguno dijo
nada, ninguno se despidió, cada uno se marchó
por direcciones opuestas, sin intercambiar
palabra, pero si pensamientos.
Konata, movía alegremente su colita, feliz y
encantada, cuando llegué a casa, pensé en
hablar con Cara, no específicamente de lo que
pasó, pero si algo sobre lo grosera que estuvo en
la mañana.
Entonces me detuve en seco, ella no fue grosera,
fue realista, mi manera de actuar, no se
justificaba, cada encuentro con Harry o con
Edward me devaluaba como mujer; no tendría
que esperar a esclarecerme, y mientras tanto
andar con los dos, tenía que decidir ahora, yo no
era una súper modelo como para creer que los
dos estarían allí eternamente, pero de todas
maneras, intentaba, no quería despedirme de
ninguno de los dos, pero tendría que hacerlo, era
uno por uno, o si no ninguno.
Necesitada de hablar con alguien real, tomé mi
móvil y llame al número de Cara, a los 3 tonos
respondieron.
-Hola, ¿Alice?-la voz de Cara ya no se
escuchaba tenaz ni agresiva, era de nuevo la
misma Cara, mi mejor amiga
-Sí, soy yo, Cara-se escuchó su espléndida risa.
-Justo estaba por llamarte, quería disculparme
por lo de hace rato, fui una maleducada y una
grosera, lo siento-sonreí.

137
-No, está bien, no te preocupes, supongo que me
lo merecía-Cara se rió.
-¿Lo dices por Edward?-hice un sonido de
asentimiento-¿Lo has visto?-
-Si-fruncí el ceño-algo así, le llamé para que
habláramos pero salió muy mal-negué con la
cabeza y sobe mi frente-esto esta difícil-
-Si me permites, te diré que te estas portando
como una Nevae 2, ¡Amiga, despierta!, de todo
esto, solo saldrás perdiendo tú-asentí con la
cabeza y solté un suspiro-además, debes hablar
con él, decídete, linda-sonreí-algo es seguro, no
podrán ser un trio, ¡te lo aseguro!, no creo que
acepten ser polígamos por ti, no ere Jennifer
López-asentí y peine mi cabello-todo esto solo lo
puedes resolver tú, así que despierta pendeja,
¿acaso te mordió Nevae?-reí-porque esto no es
nada normal-
-Supongo-admití sonriendo-que uno siempre se
convierte en lo que más odia-Cara negó-bueno,
adiós; saldré con Konata-
-¿Ya me cambiaste?-preguntó, indignada-te
odio-sonreí.
-Es mi perra-Cara asintió y soltó algo como
“menos mal, ya iba a matarte”- por cierto,
¿Cuándo vuelves?-se escuchó un gritó de su
madre.
-En un par de días, Bye-se despidió y cortó la
llamada.
Al anochecer, salí de casa a comer a un
restaurante que queda frente a un parque, así
que lleve a Konata, ya que hay mesas exteriores,
y mientras caminaba hacia allá, mi mirada chocó
con la de Edward, que caminaba y hablaba

138
animadamente con Nevae, al verme, se despidió
de ella y caminó en mi dirección.

Capítulo 27.
-¿Qué fue eso?-pregunté con mis ojos fieros
como los de un felino.
-Solo hablaba con una amiga-sonrió y peinó su
cabello.
-¡Sí!, exacto, y esa amiguita tuya fue la misma
que te coqueteó cuando estabas en una cita
conmigo, y llevaba a Harry de la mano, y…-corté.
-No hables de ella, si vas igual-abrí los ojos
indignada-bueno, eso no era para lo que quería
hablarte-
-Tengo que irme-respondí bruscamente jalando
fuertemente la correa de Konata, que insistía en
correr detrás de un gato.
Edward podía salir con quien quisiese, pero no
con ella, ese despreciable ser que me
reprocharía que había logrado conquistarlo, que
había logrado raparlo de mis brazos.
Me di meda vuelta y empecé a caminar
rápidamente, él tomó mi muñeca fuertemente,
tanto, que me causó dolor, me jaló hacia él y me
miró directo a los ojos.
-No te dejaré ir-sonrió-porque la última vez un
loco te secuestró y te mantuvo cautiva por unas
cuantas horas, y no quiero que eso se repita, ya
perdí a Ángel, no te perderé ahora, Alice-
El impacto de la noticia me dejó pasmada, todo
era tan repentino que me causaba inmenso dolor
y terror.

139
-Ángel, ¿Murió?-pregunté, él asintió débilmente y
apretó más el agarré que tenía sobre mi muñeca,
solté un gemido y mis ojos se humedecieron-
duele-
El me soltó rápidamente con expresión
angustiada, en sus ojos se leía el dolor de perder
una hermana y el de haber lastimado a la chica
que aun quería.
-Lo lamento-se excusó rápidamente-no medí la
fuerza-me acaricié la muñeca con una expresión
de dolor.
-Ángel, ¿Murió?-pregunté de nuevo con los ojos
perdidos y desorbitados, el asintió igual que
antes, y vi que sus ojos querían humedecerse-
¿Cómo?-
-Ella, no soportó más el dolor, no soporto más
nada, yo le dije que estaba bien que se fuera…
que dejara de sufrir, y ella me hizo caso, y ahora
ya no está-involuntariamente pensé en la
pequeña Destiny.
-Duele mucho, ¿verdad?-pregunté y el asintió-
supongo que cuando te acostumbras, ya no se
siente tanto, te lo aseguro-
-De eso hablaba con Phoebe-enarque las cejas-
Nevae, ella se llama, Phoebe Nevae-abrí los
ojos, era un nombre terrible.
-Ella… ¿te gusta?-pregunté tratando de desviar
la conversación hacia un punto más elocuente
para mí.
-No…no lo sé-vio a Konata, que insistía en
perseguir a un gato negro-algo, tal vez…no lo sé-
fruncí el ceño.

140
Entonces solté la correa de Konata, solo para
taparme los ojos y así evitar llorar; entonces ella
corrió, y un auto la atropello.
Salí corriendo y llegue hasta ella, con Edward a
mis talones, la vi, lloraba mientras de su
cuerpecito blanco y peludo salía sangre que
manchaba su lindo y limpio pelaje. Una de sus
patas estaba rota, tanto, que se veía el hueso.
Edward corrió conmigo hasta la veterinaria más
cercana, donde Konata fue metida en el
quirófano, deseaba con mi alma que
sobreviviera, que salvaran su piernita.
El tiempo trascurría y Edward seguía sentado a
mi lado, absolutamente en silencio, sin mirarme,
sin prestar atención a mis comentarios, solo con
su vista fija en el reloj de pared de la sala de
espera.
-Creo que debemos hablar-dijo después de un
rato de silencio, donde solo se escuchaban
nuestras pesadas respiraciones.
-Ahora no, Edward-me limité a decir-no tengo
cabeza para eso ahora-y así, quedamos
sumergidos de nuevo en un magnifico y real
silencio, en donde solo las respiraciones se
hacían presentes.
Capítulo 28.
-¿Aun sientes algo por mí?-preguntó Edward con
sus ojos negros clavados en mí, recorriéndome
completamente.
-Edward, no quiero hablar de eso ahora-respondí
mientras fruncía en ceño. Estaba desorientada,
mas confundida que nunca, mi corazón latía a
todo dar por Edward, pero también por Harry.

141
Mi pecho estaba dividido en dos, un que peleaba
por Edward y otro que luchaba por Harry; ambos
batallaban con tenacidad, frente contra frente, sin
ceder un milímetro de territorio, se disputaban mi
amor. Y eso era terrible.
-Alice-levanté la vista y los ojos oscuros de
Edward me observaban, frívolos, con su
oscuridad suave y envolvente, esos ojos
aprisionaba mi pecho y me impedía respirar bien-
Tú… ¿me quieres?-
-Edward-suspiré-¿Qué si te quiero?... ¡Claro!-él
sonrió-te quiero tanto, desde aquel entonces,
cuando me conforma con verte reír; con
abrazarte por la espalda mientras fingía jugar,
con tomarte la mano cuando estábamos en la
calle-observe mi pies mientras apretaba mis
manos en mi regazo tratando de contener las
lágrimas-te quiero tanto- levanté la vista con los
ojos empañados, y él entrelazó nuestros dedos
sonriendo cálidamente-te quiero tanto. En las
noches sueño con tus manos, tus ojos, tu tacto.
Sueño con todo tu ser-me detuve en seco-y con
Harry-
Edward se soltó bruscamente de mi mano, sus
ojos negros y encantadores perdieron el brillo de
siempre, no me veía con amor; si no con ira,
profunda ira.
-¿Harry?-preguntó exasperado-¿Hablas de Harry
en este momento?-baje la mirada y vi mis
manos, temblorosas-Alice, no sabes cuánto te
quiero. De qué tamaño es mi amor por ti, del
sentimiento que me recorre cada vez que te veo
reír-mordí mi labio inferior y lágrimas se
deslizaron por mis mejillas cayendo por mi
mentón, aquellas perlas pequeñas que brotaban

142
de mis cansados ojos, aquellas a las cuales ya
me había acostumbrado.
¿Qué hacer? ¿Acaso Edward era la decisión
correcta?
Despedirme de Edward era darle la espalda a
una parte fundamental de mi corazón, pero
entonces, abarcaba en mi mente una sola
pregunta ¿y Harry?
-Alice, conozco cada detalle de tu vida; tu
cumpleaños, tu libro favorito, amor platónico,
¡incluso cuando te baja la regla!-sonreí entre
lágrimas-Alice, por favor….decide, yo o-Edward
refunfuño-Harry-
MI mente daba vueltas, sentía unas enormes
ganas de vomitar, de huir, de correr lo más lejos
de ambos chicos, y nunca volver a ellos.
Necesitaba más tiempo para pensar, para
aclararme, para decidir, pero él no me lo daba.
El miedo me recorría todo el cuerpo, como si
fuese mi propia sangre; no quería perderlo, pero
también estaba Harry, era un chico de años
especiales, y otro de meses que parecían años,
era una razón para tener miedo.
Trataba de esclarecer mi mente, trataba de
apartar todo aquello que me hacía retorcer mi
alma de dolor, pero no podía, porque lo que
trataba de decidir, era lo que martirizaba mi
pobre ser espiritual.
A veces todo esto parecía un sueño, uno terrible,
del que no despertaría jamás, y eso era lo que
más me aterraba, que si todo este dolor era
únicamente producto de mi imaginación, y si toda
mi vida había sido un sueño, el yo de la vida real
tendría una carga mayor a esta, mucho mayor.

143
-¿yo, o Harry?-volvió a preguntar Edward
insistentemente, con sus ojos clavados en mi con
furia, temía hablar, no quería equivocarme, pero
la vida esta para cometer errores, ¿qué más da?
Tomé aire, cerré los ojos y luego los abrí de
golpe.
-No me pidas imposibles, Edward-respondí
levantando la vista, con la boca entre abierta y
los labios temblorosos.

Capítulo 29.
Edward había sido el amor de mi vida, los ojos
en los que quería verme reflejada hasta morir, los
labios que siempre quería besar, los brazos en lo
que quería sentirme enredada hasta que el amor
nos fundiera a los dos en nuestro propio cuento
de hadas; pero no contaba con que llegaría Harry
a mi vida, a desordenar con sus varoniles manos
todo lo que había soñado, todo lo que quería.
-Edward-solté un largo suspiro-yo…lo último que
quiero es herirte, herirlos…no quiero lastimarlos,
a ninguno ¡eso nunca!-baje la mirada y me sorbí
la nariz, un gesto para nada sensual.
-Estoy tan enamorado de ti-dijo de repente
levantándome el rostro, clavando sus ojos felinos
en los míos-así tu no sientas lo mismo, eso no
influye para nada en mis sentimientos por ti, tenlo
claro-nuevas lágrimas se deslizaron por mi ojos
rojos de tanto llorar-eres perfecta para mí en
todos los sentidos-paso sus pulgares limpiando
mis lágrimas-eres lo más hermoso que me paso,
quiero que lo sepas-el labio inferior le tembló, él
también quería llorar-No llores, no te ves tan
linda cuando lloras; Pretty, así que para de

144
hacerlo en este instante-me sorbí la nariz-no
quiero verte triste-
-Edward-sollocé, con un enorme nudo en la
garganta que no me dejaba respirar, ni hablar, ni
expresar todo lo que en mi alma se acumulaba-
yo…también te…-él me cortó con una sonrisa
temblorosa, sus labios parecían estar
experimentando un terremoto, y sus ojos
parecían un río que se quería desbordar, solo
que el dique del orgullo lo estaba impidiendo
-No hables si no lo sientes-me susurró al oído-es
una práctica que toma tiempo aprender, pero es
muy útil, aprende, amada mía, solo a decir lo que
sientes-levanté la vista y le vi a los ojos, grandes
y negros-no me mientas, eso sí que me
lastimaría, ¡mucho!-pasé mi antebrazo por
debajo de la nariz y sonreí-¡esa!-me apuntó con
el dedo-esa es mi Alice valiente, de la que estoy
y siempre estaré enamorado-
Desee con todas las fuerzas de mi dolorido
corazón desaparecer del mundo en un parpadeo,
no quería sufrir más; Edward no cedía, al igual
que Harry y cada palabra que salía de sus
rosados labios hacia más difícil un ganador.
-Edward-susurré y el sonrió.
-No te pido que me quieras-dijo mientras el dique
del orgullo se rompía y se deslizaba una lágrima
por su rojiza mejilla-tampoco te pido que finjas ni
remotamente hacerlo; solo te pido la verdad,
nada más ni nada menos. Palabras sinceras que
salgan de tu boca, y que acaben con mi
servidumbre-
Las ganas de vomitar volvieron más fuertes que
nunca, quería que mi estómago dejara de
revolotear de la manera en la que lo estaba

145
haciendo, parecía que las mariposas estaban
muriendo, y eso era una sensación horrible.
Quise correr de la sala de espera de la
veterinaria, llegar a mi casa y encerrarme en mi
cuarto, donde podía recogerme como un caracol
asustadizo, donde podía ser débil, el lugar donde
era una niña temerosa con miedo a la oscuridad
perpetua de una noche sin luna.
Quería llorar y sacar todo el sufrimiento de mi
pecho, secarme como una pasa, llorar hasta que
de mi alma quedarán extintos todos los pesares,
y así salir de nuevo al mundo, con una sonrisa
que me esforzaría por mantener, y así el único
recuerdo de mi debilidad, serían unos ojos
levemente rojos.
-Yo…no-suspiré fuertemente mirando el
zigzaguear del reloj-no sé qué debo hacer-

Capítulo 30.
En los labios de Edward se pintó una sonrisa
triste, sus ojos tenían la intención de seguir
llorando, apretó sus manos y luego tomo las
mías, entrelazando nuestro gélidos dedos.
-Cruzaría océanos por ti-mis mejillas se volvieron
carmesí y sonreí, alagada-y no es solo para
ganar puntos, lo digo enserio-aparté la vista de
sus ojos-eres la primera chica de la que en
verdad me enamoré-volteé a mirarlo
rápidamente, con la boca abierta en una “O”-eres
mi sueño, tal vez por eso seas tan perfecta-
sonrió-no creo merecerte…-le corté.
-¡Yo no te merezco!-grité empezando a sollozar,
de nuevo; mi vida se resume en llorar-me siento
terrible, como una ramera. Sí, eso ¡una ramera!-

146
hipeé mientras limpiaba mis ojos-eres tan dulce
que no pareces real…y yo no te merezco, yo soy
tan… ¡tonta!-baje la cabeza y sollocé de nuevo.
En ese momento, mi mente explotó, ¿acaso todo
esto eran pruebas divinas colocadas por un ser
superior para la experimentación del ser
humano?, no creía que una persona llevara
consigo una carga tan considerablemente
pesada en los hombros, mis padres, mi hermana,
Edward, Cara, Harry, Madrid…
Me sentía incapaz de todo; de recuperar mi vida,
de decidir, de poder volver a ver a Cara, de dar el
amor que Edward necesitaba; me sentía incapaz
de todo, no podía hacer nada en este preciso
momento, no podría hacerlo ni ahora, ni nunca.
-Sé que somos muy jóvenes, y que tal vez suene
absurdo que diga esto, pero…: quiero estar
contigo el resto de mi vida, quiero que seas mía.
No quiero perderte-Edward sollozo. Eso destruyo
mi alma.
-Nadie pierde a nadie, Ed. Porque nadie posee a
nadie, esa es la verdadera esencia de la libertad,
tener lo más importante del mundo sin poseerlo-
Edward sonrió y acaricio mi mejilla, su mirada era
dulce, cargada de emociones fuertes. En el fondo
sabía que podía todo aquello ser un juego, que
acabaría pronto, como también sabía que no
podía acabar nunca, que talvez estaríamos
juntos hasta la muerte, pero también tenía en
cuenta que el amor para siempre ya no existe
ahora, y que solo son palabras al viento.
-Sé que ya lo dije, pero…-no le dejé terminar,
tan rápido como iba a decir la palabra, me
levanté y corrí hasta la puerta, abandoné la
veterinaria sin pensar en él, ni en Konata, ni en
Harry, solo en mí…
147
Capítulo 31.
Corrí y corrí y corrí.
No sé cuánto, no sé cómo, solo me alejé lo más
que pude de él, de mis dudas, de mis problemas,
de todo. Entre más distancia, mejor era todo para
mí, solo le rogaba a mis piernas no fallarme en
este momento.
Los ojos se me dilataban por el cansancio, pero
no quería dejar de correr, entre más velocidad,
más lejos, menos problemas, menos
preocupaciones.
Las piernas me dolían, el pecho me ardía, pero
no podía dejar de correr. Las piernas me
temblaron y caí al suelo, con la respiración
agitada y el corazón golpeándome atrozmente el
pecho.
Una tenue llovizna empezó a caer,
empapándome el cabello, la ropa y los zapatos,
el frio empezó a invadir mí cuerpo, una leve
sacudida y comencé a temblar, me levanté,
abrazándome a mí misma, frotándome los brazos
tratando de hallar calor, encontrar nuevamente
mi temperatura corporal. Saque mi móvil, vi la
hora, 11:30 pm; mi cuerpo vibro, el frio no daba
tregua, lo helado de mi cuerpo me sorprendía,
pero por primera vez no desee estar en los
brazos de nadie, ni pensar en nadie, solo por una
vez, me concentre solo en mí.
-Amo que me digas que me amas-canturree
empezando a sollozar-despertarme entre tus
ramas-me caí en el suelo vacío y comencé a
maldecir, ¡todo!, Madrid, mis padres, mi
hermana, Cara, Harry, Edward, mi vida, todo era
maldito.

148
El llanto se volvió cada es más fuerte, al igual
que la llovizna se convirtió en una aguacero, ya
me encontraba calada hasta los huesos, y no
intentaba para nada hallar calor, no sentía ganas,
si he de morir de frio, de frio moriría, ¿Por qué
seguir luchando por mantener una vida tan
desdichada y desgraciada?, no valía la pena, en
absoluto.
-¿Alice?-mis ojos se abrieron sorprendidos y
levanté la vista, era Robin con su sonrisa
risueña, me gritaba desde su automóvil, en sus
ojos se leía la preocupación, como en los míos
la desdicha.
-Robin-sollocé-sácame de aquí-vi con
detenimiento su auto, esa carroza de metal me
levaría más lejos y más rápido que mis estúpidas
piernas-transpórtame lejos. Hazme reír-Robin se
acercó me cargo en sus brazos, como a una
princesa en peligro. Rodee su cuello con mis
brazos, y me aferre a él como un náufrago
aprieta la tabla que lo mantiene a flote e impide
que se ahogue.
-Ven-susurró-te llevaré a casa-camino
dificultosamente a su auto-además, es mejor que
me cuentes como demonios llegaste aquí-

Capítulo 32.
Sorbí un trago del chocolate caliente que Robin
me había servido. Le mire a los ojos, y él enarco
las cejas, estaba claro, quería explicaciones.
-No sé qué hacer, Robin-dije después de un
largo e incómodo silencio-yo…estoy confundida-
baje la cabeza y fije la vista en el taza de
chocolate.

149
-Tal vez con más detalles, entienda la
situación…solo digo-sonreí débilmente.
-Son dos chicos, los quiero por igual-suspiré
pesadamente-pero no puedo tenerlos a ambos,
¡es imposible!-me abanique con la mano para
espantar las lágrimas.
-¿Hablamos del tal Edward y Harry?-preguntó, y
asentí extrañada, pero luego recordé aquella
agradable tarde en el parque-Pues no veo otra
solución, ¡sean polígonos!, así los tres podrán
estar juntos-fruncí el ceño pero la risa pudo más
que la rabia.
-Hablo enserio-respondí tratando de no reír.
-Te contaré una historia-le miré extrañada-puede
no darte la respuesta, pero si guiarte a ella-
sonreí y asentí con la cabeza. Él carraspeo-había
una vez un pequeño pajarito, cuyas plumas
blancas no tenían ni un rastro de color, entonces
se aventuró al mundo, a descubrir nuevos
matices, y descubrió muchos, ¡Millares!. El color
del amor, el de la alegría, el odio, el dolor-Sonreí-
pero entonces, estaba tan concentrado en ver
más y más colores, que no se dio cuenta que
cada color se adhería a su plumaje, y con el
tiempo, todo se mezcló en un negro horrible y el
pequeño pajarito cayó del cielo, y murió-
parpadee desconcertada-¿sabes lo qué te quiero
decir?-preguntó.
-Si te soy sincera, No-respondí-no encuentro
relación entre el pajarito y mi problema-
-Es por esa razón, no se trata del pájaro, se trata
de ti; estas tan ciega como él, todo eres tú, solo
te importa tu dolor, tú miseria, no te interesan los
demás. Leo en ti como lo haría con un libro, no
extrañas a Cara, no en el sentido de la palabra,

150
solo la quieres para que te haga sentir mejor, ¡a
ti!, igual que tus padres, solo los quieres para
que te den amor y apoyo, ¡todo eres tú y tú!-
fruncí el ceño-estas tan absorta en ti misma que
no te das cuenta de que pasa a tu alrededor-
crucé los brazos sobre el pecho-¿crees que eres
lo mejor para alguno de los dos?-
-No-respondí altaneramente, la comparación con
el ciego pajarito me había…insultado, si, esa es
la palabra, me sentía insultada-No los merezco,
a ninguno-Robin sonrió.
-Nadie merece a nadie-respondió-si lo ves así,
porque nadie es perfecto, todos tiene sus
defectos y sus cualidades. Así que nadie te
merece, ni mereces a nadie, porque no eres
digna de nadie como nadie es digno de ti-frunció
el ceño-pensé que ya lo sabias-
-Robin, no quiero pensar en esto, ya después lo
haré-acaricie mi frente-quiero dormir-cerré los
ojos y me acurruqué en el sofá, los rayos del sol
despuntaban en el horizonte, dando paso a un
hermoso amanecer.

Capítulo 33.
Unas gotas de agua cayeron en mi rostro,
seguidas de un chorro; el agua entró en mi nariz
y mi boca, me senté tosiendo y abrí los ojos
como una fiera. Solo para descubrir una mirada
verde juguetona y una sonrisita socarrona, era
Cara.
-Hola, pequeña tontuela-parpadee sorprendida,
como si todo aquello fuese un espejismo, el
escepticismo de abandono cuando acaricie su
mejilla, me dieron ganas de llorar, Cara ya no era
MI Cara, ahora era diferente; sus labios estaban
151
resecos y rotos, su piel pálida y los vestigios de
su cabello ocultos bajo una boina.
Cargaba con un catéter conectado en su
antebrazo, el cual introducía suero a su
blanquecino cuerpo. Robin estaba a su lado,
tratando de contener las lágrimas, y yo sabía
porque, ver la miserable imagen de su Ex, a la
que aun quería con todo su corazón. Nuestra
Cara de ahora no era ni la sombra de Nuestra
Cara de antes.
-Cara-le vi a los ojos, los cuales ya no tenían la
chispa de la vitalidad, ahora solo eran dos
abismos verdes-estoy tan feliz-sollocé-de que
estés aquí-
-Mejor hablemos de todo lo que quieras, tengo el
tiempo contado-mis ojos titilaron y lágrimas
gigantescas y brillantes brotaron de estos-¿Por
qué lloras?-preguntó con una mueca.
-Tiempo contado-sollocé-vas a morir-
-Aun no, tontuela, Aun no-sonrió-solo que tengo
que irme más tarde al consultorio de la doctora
Wilbur, mi oncóloga-limpió mis lágrimas con sus
pulgares-no seas tan pesimista-le abracé
tratando de no mover el catéter que estaba en su
brazo.
Tener a Cara de vuelta erala mejor sensación del
mundo, abrazarla, que sea tangible a mis
manos, y lo mejor, que aún no viva en mis
recuerdos.
Por un momento, me puse en el lugar de Cara,
enferma, entre la vida y la muerte; un sufrimiento
mayor al mío, ya que yo sufro del alma, ella en
su cuerpo. Entonces empecé a comprender la
historia del pajarito. Y qué relación tenía
conmigo.
152
Traté de imaginar como ella mantenía su buen
humor, aun cuando sabía que iba a morir, aun
cuando sabía que podía haberle ido mejor, pero
ella no deseaba ser nadie más, ella amaba su
vida, y por eso yo la amaba a ella.
La vida está llena de héroes, que no usan capa
ni ropa interior expuesta, pero si hay súper
héroes, Cara es un ejemplo, su vida era
desgraciada, pero ella no se sentía ni
remotamente así.
Entonces entendí completamente la historia del
pequeño pajarito y también lo que Robin me
decía; Yo vivía tan absorta en mí, en mi dolor, en
mi tristeza, que no levantaba la cabeza para ver
cómo era la vida de los demás, por ejemplo:
Cara, ella merece respeto y admiración.
-Cara, ¿crees que morirás?-pregunté. Ella se rió.
-Si, efectivamente-sonrió-en poco tiempo-Robin
Mordió su labio aún más fuerte-pero no importa.
Tal vez no llegué a tu matrimonio, ni a que tus
hijos jueguen con los míos, pero no maldigo nada
ni a nadie, viví feliz, puede que solo 19 años pero
es más que suficiente-la abracé de nuevo-ahora,
enfoquémonos en ti-
-No-respondí-ya tengo suficientes colores de mí,
quiero conocer los colores de los demás,
empezando por ti, Cara-Robin sonrió y acarició
mi hombro.

Capítulo 34.
Robin se sentó junto a Cara tratando de no hacer
evidente su dolor, por eso evitaba mirarla, solo
por eso mantenía sus ojos puestos en mí, con
fingida alegría.

153
-Entendiste-se limitó a decir-lo hiciste, eso me
alegra-sonreí.
-No del todo-Cara nos miraba confusa,
naturalmente no sabía nada sobre el pajarito de
alas blancas-quiero saber más, más de todo,
quiero conocer cómo encontrar la felicidad-Robin
enarco las cejas-pero no solo para mí, sino para
todos a mi alrededor, quiero aprender a hacer a
todos felices-él asintió.
-¡Vaya!-exclamó Cara chocando las palmas-
¿Cómo les digo?, ¿Shakespeare?-Robin y yo
reímos.
-Es solo de algo que hablamos ayer, Cara-
expliqué-enserio es algo que quiero comprender-
Robin carraspeo.
-Alice, la felicidad se encuentra estando orgulloso
de sí mismo-asentí-es algo inmaterial, pero tan
real como nosotros. No todas las personas están
orgullosas de lo que hacen, y eso está mal-Cara
se rió-cada quien es diferente, y cada quien hace
las cosas a su manera, por eso hay que
esforzarse, y estar orgullosos también de los
fracasos, porque la vida tiene su hora mala y
amarga, como también tiene las buenas y felices-
Robin parecía serio, como si ya hubiese pasado
por esta situación miles de veces y caminara
sobre territorio conocido.
Cara solo reía, suavemente, mientras golpeaba
con su codo las costillas de Robin, a modo de
broma; pero ni él ni yo sonreíamos, porque
sabíamos y entendíamos lo que el otro decía
como si fuésemos uno solo, yo comprendía a
que se refería con la hora amarga, toda la charla
se basaba en como debíamos hacer para cuando
Cara ya no estuviese con nosotros, ya que esa
sería la hora amarga y mala que nos destrozaría
154
el corazón a ambos, como si fuera un solo
corazón, a pesar de ser personas totalmente
distintas en toda la palabra.
-Deberíamos dejar el existencialismo para
después-mencionó Cara sonriendo-vamos a
Starbucks, quiero comer algo antes de mi cita
con la doctora Wilbur-Robin asintió-vamos, que
mañana es tarde-
-Sí, será divertido-responde Robin pasando el
brazo por sobre los hombros de Cara, la cual se
tensa en el acto-¿mesa para tres?-pregunta.
-¡Mesa para tres!-afirmamos Cara y yo al mismo
tiempo.
Mientras andábamos en el auto, me puse los
auriculares y escuché la música de AC/DC con
completa atención, el rock le sentaba bien a mi
alma, y esta vez no era excepción.
Con todo, a veces hay que disfrutar de los
pequeños placeres de la vida, y este era uno
muy agradable.

Capítulo 35.
Entonces descubrí que el placer me alejaba de
la felicidad, y mandé todo ala jodida luna.
-Robin-dije con voz autoritaria arrancándome los
audífonos-llévame a casa, ahora-
-pero…-tartamudeo Cara.
-Sé que la pasaran bien sin mí-dije tratando de
sonreír-pero quiero ir a casa en este momento-
Robin dio vuelta, y fueron 15 silenciosos
minutos de camino a mi residencia, en cuanto
llegamos, me despedí de ambos y de Cara, les

155
di la espalda y entre corriendo a MI casa, el lugar
donde podía ser débil y tener miedo.
Pensé por un momento en la pobre Konata, y
que sería de ella, desde ayer estaba
abandonada en una clínica totalmente sola.
Pero Konata desapareció de mi pensamiento.
Me tumbe en el sofá, muchos de los
sentimientos que antes controlaba se agudizaron
en mi cuerpo; me puse fría, mis ojos estaban
cristalizados, mis labios secos y sentí que mi
estado neutro había llegado, no estaba feliz, no
estaba triste, Nada.
El corazón me estaba dando dos opciones; o me
aniquilaba por cada problema por mínimo que
fuera, o no permitía mi autodestrucción, seguía
fingiendo que era fuerte y actuaria que no me
daba cuenta de que mis alas se ponían negras.
Pero, joder…
Solo quería volver a las faldas de mi abuela,
acurrucarme en su regazo y sentir su agradable
calor, su calmante aroma y su delicioso tacto;
quería tomar chocolate caliente para
contrarrestar ente frio en el alma. ¡ESPEREN!
Alma.
Mala.
Mamá.
¿Mamá?
¡Si, mamá!
¿Después de tanto tiempo?: esto es ridículo.
Pero de todas maneras las palabras solemnes
de mi madre resonaron en mi cabeza.

156
“¿hacer?, ¡claro, infinitamente!, ¿amar?, a
cuantos quieras, pero primor: el amor verdadero
es uno solo, y no se encuentra en cualquier
parte; sabrás cuando lo encuentres, porque así
lo dejes, el volverá a ti como un bumerang, no
importa el tiempo que tarde, lo verdaderamente
importante, es que regrese, con el corazón
abierto para que tu vuelvas a entrar en el”
¡Edward!, todo este tiempo el debió ser la
decisión correcta, ¡Edward!
Encendí mi auto, arranqué y tomé la avenida
más rápida para llegar a Pink Palace
Apartments, en 10 minutos estaba ante las
puertas del gran edificio, estacione y corrí hasta
las escaleras, ya que el ascensor de demoraba
mucho; pensé en llegar de sorpresa, ya que
tenía una copia de las llaves, que él me había
dado por si alguna emergencia se presentaba.
Respiré y abrí la puerta silenciosamente. Nada,
la sala estaba desierta, igual que el comedor y la
pequeña cocina. Caminé sigilosamente hasta la
entrada de su cuarto, y cuando iba a girar el
picaporte, escuche la voz ronca de Edward
suspirar.
Me parte rápidamente, pero suspire y volví a
tomar el picaporte con decisión, entonces una
segunda voz se hizo presente.
-¿Eso es todo lo que tienes?-preguntó la voz
entrecortada y agitada-Más Edward, ¡Vamos!-
Quería ver qué pasaba, solo tomaba un
segundo.
Empujé la puerta y esta se abrió sin problemas,
entonces no fui tan fuerte.

157
Edward acariciaba con sus labios el pálido cuello
de Nevae, mientras sus manos iban más allá, el
movimiento de su pelvis se detuvo en seco al
verme en la puerta. Nevae sonrió.
Devorada por un montón de cosas, decidí sin
pensarlo, perdona mamá, pero te equivocaste, te
equivocaste enormemente.
Bajé corriendo las escaleras, mientras
escuchaba los lloriqueos y gritos desesperados
de Edward, para quedarme. No esta vez, idiota.
-Alice-gritó-Linda, espera…No es lo que crees;
Cariño, déjame explicarte-su voz era un grito en
el vacío abismal que era ahora mi corazón.
Encendí el auto y por mi mente pasó
arremolinada la idea de destruir todo lo de su
pertenencia, pero yo no era un maniática sin
importar el dolor en el pecho, así que arranque y
tomé la vía del norte, hacia el aeropuerto, mi
boca soltaba largos y agudos gemidos de dolor,
y mis ojos exprimían esponjas que hacían que
mis mejillas se mojaran a cantaros.

Capítulo 36.
Pise el acelerador con más fuerza, las lágrimas
me impedían ver el camino con claridad, el
rechinar de mis dientes me estremecía; los
insultos que me lanzaban otras personas por
conducir imprudentemente no me importaba,
solo quería llegar a un destino, Dios sabía cual
era pero mientras estuviese lejos era lo
importante.
Repetí la escena en mi adolorido cerebro.
Edward dentro de Nevae, con sus labios
acariciándole el cuerpo, mientras sus manos

158
mimaban los pechos de ella, el detener veloz de
su pelvis al verme, la sonrisa de Nevae, los
gritos de Edward.
Cerré los ojos un momento, y los abrí solo para
acelerar con más fuerza, mientras las lágrimas
grandes y brillantes brotaban de mis ojos como
una cascada, que me impedía ver.
Apretaba los dientes al recordar, Nevae le había
dado algo que yo nunca me había atrevido a
entregarle a nadie, el cuerpo, el alma misma; ella
le había regalado algo que yo no pensaba darle,
o no todavía.
La velocidad disminuyó, mi pie dejó de afincar el
acelerador, miré todo con detenimiento; madres
con sus niños, parejas comiendo helado, perros
orinando hidrantes, ¿Qué tenía este mundo de
especial?, ¿Por qué no destruirlo?, así se
eliminaría el dolor, así se acabaría todo lo que
nos da temor y sufrimiento.
Entonces entendí, mis plumas estaban negras,
como las del pequeño pajarito, ahora solo me
quedaba caer del cielo para encontrarme con la
tierra, y así morir, dando por acabada la historia.
Sonreí. Miré mi reflejo por el retrovisor de mi
automóvil nuevo, el que había recibido por entrar
en la facultad.
Vi una tractomula, acelere y solté el volante, todo
era increíblemente rápido, ya no había ni un
segundo para reaccionar, todo estaba hecho.
Talvez debería hacer frenado, pero no lo hice.
Fue un gran choque, miles de trozos de metal
volaron por los aires, la muerte fue instantánea.

159
Abrí los ojos bañada en sudor, respirando
agitadamente, con los ojos azules dilatados, mire
a mi alrededor, alguien dormía a mi lado, estaba
en un cuarto con papel tapiz azul marino y
baldosas blancas; l miedo se disipo, pero
continuaba la angustia.
-¿De nuevo la pesadilla, cielo?-volteé a ver de
dónde provenía la voz, el hombre de cabellos
rubios y ojos verdes me miraba con curiosidad-
solo vuelve a dormir, Alice-parpadee perpleja.
Todo se hizo borroso, ¡todo lo anterior!, solo
recordaba pequeñas cosas, como una castaña
de ojos verdes con cáncer, dos chicos y una
ramera rubia que me hacia la vida imposible.
Pero al fin, había salido del mundo de pesadilla
en el que estaba, ya no había dolor, o no por
ahora.
Todo lo demás lo olvide, ¡todo!, no recordaba del
sueño ni nombres ni historias, supongo que le
preguntaría a mamá mañana, cuando fuese a
visitarla, o cuando recogiéramos a Destiny del
instituto.
Sentí una incomodidad en mi cintura al
acostarme de nuevo, era su brazo.
Para mi sorpresa, estaba desnuda, junto al rubio
que hacia palpitar mi corazón, mi pareja, mi
novio, mi prometido.
-Alice, duérmete-sus ojos verdes me miraban
con amor y firmeza.
Los últimos detalles de la pesadilla se
desvanecieron, yo solo lograba rescatar que todo
era dolor y sufrimiento, que todo lo que rodeaba
era sumamente cargado de pesares, y ahora me
alegraba encontrarme despierta y de nuevo en el
mundo real.
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-Está bien, Derek-afirmé mientras acercaba mi
rostro al suyo-pero dame un beso para poder
dormir bien esta vez-él sonrió con malicia.
-¿Uno?, ¡NO!-reí-mil está bien para mí-le abracé
y nuestro dedos se entrelazaron con ternura.
Nuestros labios se acariciaron mientras todo el
universo era borrado, la oscuridad suave y
envolvente era nuestra chaperona y confidente
en las finas artes del amor, el tiempo se detuvo y
nos fundimos en nuestro propio caldero de
pasión, mientras la luna nos lanzaba sonrisas
cómplices.
Exhausto, Derek calló a mi lado aun
sujetándome la mano y sonriéndome
tontamente.
-Te amo-susurró en mi oído antes de soltar un
suspiro adormilado.
-Yo más-logre responder mientras me daba por
vencida y el cansancio acariciaba mi cuerpo
como antes lo había hecho Derek; entonces, y
solo entonces, cerré los ojos en un sueño
profundo.
Parecía que iba a ser un día soleado…
¡No de nuevo, por favor!

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Epilogo

La vida está llena de altibajos, en un momento


estas en la cima y al siguiente en la base de la
difícilmente escalable, montaña de la vida.
La tristeza y la alegría son ambiguas, no se
puede vivir sin ellas como ellas no pueden vivir
sin nosotros. Las dos están unidas por un lazo
puramente espiritual e intangible, pero
igualmente real y fuerte, además vivimos
aferrados a ellas.
Las dos están dentro de cada uno, por eso es
mejor aceptarlo antes de ponernos a buscar o a
huir de algo que llevamos con nosotros a donde
quiera que vayamos, también es importante decir
que es mejor aprender a vivir con ellas a
cuestas.
No hay descripción más clara que esta,
dependemos tanto de la felicidad como de la
tristeza para vivir.
Hay que dar espacio en la vida para ponerse
existencial, como ahora; veo mi reflejo sin
palabras, el vestido corte sirena blanco y el velo
me quedan asombrosos, espero Derek quede
impresionado al verme.
El día de la boda es algo con lo que casi todas
las mujeres sueñan, un vestido, una fiesta, un
marido, y con suerte, felicidad eterna.
Hoy era mi día.
Con júbilo, Merylane entra en el cuarto
sonriendo, tan coqueta y torcida como siempre,
con sus ojos negros echando chispas.

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-Tus padres, Destiny y los invitados te esperan,
están emocionados por verte-dio una pausa y
me entregó el ramo de margaritas, rosas y
petunias-no puedo creer que vas a casarte-
susurró-te ves hermosa-
Mi mejor amiga, mi madrina, mi hermana de otra
madre, mi todo después de Derek.
Vivir en Madrid era bueno, la vida era buena.
La repetible pesadilla se desvaneció con el
tiempo, ahora poco pienso en ello, solo me
centro en mi trabajo como arquitecta y en mi
futuro junto a Derek, un lindo hijito rubio viene
incluido en el.
Con solo 26 años la vida me ha dado alegrías
desdichas, amores y tristezas, pero ahora, que
me veo como una princesa, descubro que esta
no soy yo, debería llevar una armadura, porque
en realidad soy una guerrera.
-Alice-susurró Merylane, acariciando mis
hombros con dulzura-llegó la hora-
No podía esperar.
Cuando entraba en la iglesia, un recuerdo fugaz
llegó a mi mente, una castaña de ojos verdes
que sonreía increíblemente hermoso, un nombre
vino con la imagen de ella, Cara.
-Cara-susurré cuando caminaba por el pasillo.
-¿Cara?-preguntó Merylane que iba detrás de mi
botando los pétalos de flores-tonterías, ahora
sonríe, y mira la cara de Derek, esta para
partirse de risa-entonces el rostro y el nombre
se esfumó.
Supongo que aún tengo que terminar de
despertar.

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