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LEM7 - Cultura Libre de Estado
LEM7 - Cultura Libre de Estado
de Estado
traficantes de sueños
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ISBN: 978-84-944600-8-1
Depósito legal: M-22015-2016
Cultura libre
de Estado
Jaron Rowan
lemur
Lecturas de Máxima Urgencia
Índice
Introducción 11
I. La cultura como derecho, como recurso,
como problema o como bien común 23
II. Por un acceso radical a la cultura 45
III. Hay que demoler el Liceo 61
IV. La cultura popular, el mercado y
varias excelencias 81
V. Conclusiones. Chiringuitos, unicornios
y cultura democrática 95
Bibliografía 103
Todo texto contiene multitud de voces y de debates.
Éste no sería posible sin las interminables conver-
saciones que he tenido con Rubén, Azucena, David,
José Luis, Rosa o Dani por citar a unos pocos. Tam-
poco sería posible sin la aguda revisión que de forma
generosa le hizo al texto María, ordenando, dando
sentido a mis apuntes y ajustando los argumentos.
También quiero agradecer a Lucía por los cuidados y
las cosas bonitas. A Trafis por incitarme a escribir este
libelo y claro, por publicarlo. Pero sobre todo quiero
darle las gracias a Octavi, mi maestro, del que tanto
he aprendido y que de una forma u otra está presente
en las páginas que siguen.
Introducción
<11>
Cultura libre de Estado
<21>
I. La cultura como derecho,
como recurso, como problema
o como bien común.
Breve crónica de cómo, mientras unos pensábamos
la cultura común, otros destruían lo público
<23>
Cultura libre de Estado
5 Véase http://www.creativeinnovation.net.au/business/ciic-resources/
creative-economy/#intro
Cultura libre de Estado
La cultura común
10 Joan Pere la definía así: «La gestión cívica, tal y como se recoge en la po-
nencia presentada en el “II Congrès d'Associacions de Barcelona”, es un mo-
delo de gestión de un espacio de titularidad municipal o de un proyecto de
intervención que, en su base, supone un acuerdo entre el Ayuntamiento de
Barcelona y una asociación sin ánimo de lucro implicada en el tejido aso-
ciativo del territorio (o de una entidad de segundo orden, es decir, una
asociación formada a su vez por otras asociaciones) que sería la entidad
gestora del espacio y sus actividades. Esto es: la sociedad civil pasaría
de jugar un papel consumidor-pasivo, a otro tipo de papel que supondría
la participación directa y la gestión de los recursos». Véase Pere, «La gestión
cívica: ¿gimnasia revolucionaria o meros estiramientos pequeñoburgueses?»,
Rambla. Público.com, 7 de febrero de 2011; disponible en http://www.revista-
rambla.com/v1/sociedad/articulos/485-la-gestion-civica-igimnasia-revolu-
cionaria-o-meros-estiramientos-pequenoburgueses
Cultura libre de Estado
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Cultura libre de Estado
tal para quien lo realiza, pero del que dependen gran parte
de las plataformas digitales y las redes sociales. A su vez, se
han roto algunas barreras de clase y todo el mundo puede
participar en/producir cultura pese a que cada vez sea más
difícil vivir de ello. Ya explicamos en el capítulo anterior
cómo el modelo de las industrias culturales se ha encarga-
do de articular mecanismos destinados a despojarnos de la
riqueza generada por esta capacidad de creación colectiva.
De otra parte, generalmente, las instituciones han optado
por articularse en torno a la figura de los expertos/profesio-
nales de la cultura, esto es, como lugares destinados al luci-
<54>
miento de quienes se han profesionalizado en este sector.
Si bien esta función es necesaria, el precio pagado es alto.
Nuestras instituciones han preservado un modelo de exce-
lencia excluyente, estableciendo mecanismos de gestión y
administración poco transparentes. Esto no solo ha profun-
dizado la escisión cultura/sociedad, sino que ha facilitado
la formación de tramas de corruptela, facilitando una cierta
indistinción entre intereses públicos y privados. Intereses
económicos, políticos y culturales se han ido embrollando
con resultados nefastos tanto para quienes aspiran a vivir de
la cultura, como para la ciudadanía en general que ha visto
cómo las instituciones no cumplían con su función pública.
El derecho constitucional de acceso a la cultura se ha empe-
queñecido con una cultura institucional que se puede mirar
pero no tocar, consumir pero no producir, deglutir pero no
debatir; y que debemos pagar entre todos, pese a que enri-
quece a unos pocos.
A continuación, quiero proponer un modo de hacer valer
nuestro derecho de acceso a la cultura de una forma radi-
cal. Quiero explorar lo que implicaría un acceso activo a la
cultura e imaginar cómo se puede acceder a esta desde la
participación en el diseño y en la toma de decisiones sobre
el funcionamiento de los equipamientos e instituciones. Voy
a proponer diferentes formas de acceso, de acuerdo con la
noción de acceso productivo que he introducido anterior-
mente. Para ello debemos empezar por repensar las institu-
ciones como infraestructuras del procomún; como espacios
Por un acceso radical a la cultura
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IV. La cultura popular,
el mercado y varias
excelencias
En cuanto un intelectual se lanza a por la cultura popular,
saltan las alarmas y conviene ponerse a resguardo. Da igual
si lo hace desde la sublimación del mercado (porque está
convencido de lo que el pueblo quiere) o desde la crítica
a ese statu quo (persuadido en este caso de lo que el pue-
blo necesita). Por la derecha o por la izquierda, cualquier
tentativa de normatividad de la cultura popular quedará
siempre bajo sospecha. Aparte de depararle al «normador»
el destino patético de quien entra en un campo minado...
cargado de minas. (Iván de la Nuez)
1 Nunca vivirás como la gente normal / Nunca harás lo que hace la gente
normal / Nunca cometerás errores como la gente normal / Nunca verás
cómo tu vida se te escapa / Bailarás, beberás y follarás / Porque no hay
nada más que hacer. [N. de E.]
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