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La 

homeostasis (del griego ὅμοιος hómoios, ‘igual’, ‘similar’,1 y στάσις stásis, ‘estado’, ‘estabilidad’2) es una propiedad de


los organismos que consiste en su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno
mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior (metabolismo). Se trata de una forma de equilibrio dinámico que se
hace posible gracias a una red de sistemas de control realimentados que constituyen los mecanismos de autorregulación de los seres
vivos. Ejemplos de homeostasis son la regulación de la temperatura y el balance entre acidez y alcalinidad (pH).

Los mecanismos homeostáticos son mecanismos regulatorios que están puestos al servicio de la supervivencia, pues permiten conservar
estables las constantes vitales. Son mecanismos homeostáticos: mantener constante la temperatura del cuerpo a pesar de las
alteraciones de las condiciones ambientales (la climatología), la secreción regular de hormonas, el nivel de glucosa en sangre, el equilibrio
entre la acidez y la alcalinidad, la excreción de productos de desechos tóxicos, el ritmo del corazón, la constancia en la presión sanguínea,
la defensa que hace el sistema inmunológico contra los invasores extraños. Estos mecanismos, pertenecen a la sabiduría intrínseca de
nuestro cuerpo; él sabe cómo hacer sin que nosotros actuemos conscientemente, es un don de la naturaleza.

La biorretroalimentación es una técnica que se emplea para controlar las funciones fisiológicas del organismo humano, mediante la
utilización de un sistema de retroalimentación que informa al sujeto del estado de la función que se desea controlar de manera voluntaria.
El término biofeedback (original en inglés) está compuesto por palabra griega bio, que significa vida, y la inglesa feedback que
significa retroalimentación o retroinformación, por lo tanto biofeedback podría traducirse por biorretroalimentación.

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