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El surgimiento de la herejía

La herejía, si bien siempre ha existido como ese rechazo a la religión cristiana, coge
más fuerza en los siglos X y XI, en donde se empieza a crear un descontento por parte
del pueblo hacia la iglesia. Si bien la imagen que se tiene de un hereje es de aquel que
no cree en la religión cristiana e incluso en varios instantes la ridiculiza o vandaliza, no
siempre es este el caso, ya que creyentes que no participaran en actividades como el
bautismo o el matrimonio, serian vistos como herejes por la iglesia a pesar de rezar al
mismo dios y ser igual de devotos a este.

Parece curioso pensar que, si bien el factor motivante de muchos posiblemente fue el
rechazo a la religión o a actividades de la misma, uno de los factores más determinantes
en su crecimiento como movimiento social fue el rechazo al grupo clerical de la época,
también conocidos como clerici. Estos eran de la mayor autoridad dentro de la iglesia,
así mismo de los más ricos y poderosos en la jerarquía social, eran de los pocos
completamente instruidos para saber escribir y leer. Adicionalmente, cargos menores
eran semialfabetas, como los monjes, los cuales como pudimos observar en la película
“El nombre de la rosa”, cumplían con la tarea de viajar de monasterio en monasterio
reproduciendo textos antiguos hallados ahí, para llevarlos de vuelta con su abad y a
manera de retribuir al monasterio al que llegaban, traían consigo algún rollo o libro
poco común.

Los clerici usaban este conocimiento como una fuente de poder y estatus en la época
antigua, ya que eran ellos los únicos capaces de leer e interpretar las palabras de dios, lo
que significaba que el pueblo no tendría más opción que creerles en cuanto a que decía
la biblia y obedecerles, ya que al desconocer lo que realmente decía la biblia, llevarles
la contraria podría significar terminar en el infierno o eso hacían entender ellos. Por
algo tan aparentemente sencillo hoy en día, como lo es la capacidad de leer, el clérigo
pudo manipular al pueblo, de manera que empezaron a imponer sus propias reglas sobre
la comunidades más pequeñas y pobres, como el hecho de que no solo tenían que
pagarle al padre de la iglesia el diezmo y por sus servicios, sino que además debían
entregarle las tierras.

Adicionalmente, eran ellos quienes le otorgaban significado a la palabra dependiendo


de que les conviniera más, como se vio en el caso del emperador del sacro imperio
quien tildo de hereje al papa Juan XXII y este, a su vez, mantuvo una guerra en contra
de los frailes de la vida pobre, representados por la Orden de San Francisco, quienes
según el pontífice de Aviñón iban en contra de la iglesia católica. Los frailes de la vida
pobre sostenían que ni cristo, ni sus apóstoles tuvieron bienes, sin embargo, que esto se
supiera no era lo que le preocupaba al clerici, en cambio no querían que los creyentes
fueran a cuestionar el hecho de que la iglesia fuera tan rica, si cristo mismo en ningún
momento de su vida lo fue.

Por otro lado, también surgieron personajes como Enrique de Lausana que, a pesar de
ser considerado hereje por la iglesia, era un predicador francés que intentaba divulgar la
idea de que la iglesia era avariciosa y no debería tener el poder que tenía. Impulsaba la
idea de que los padres no deberían ser los únicos capaces de interpretar las escrituras,
no obligaba el matrimonio y pensaba que el bautizo debería ser realizado en adultos y
no en niños, en general, buscaba un mundo más igualitario sin dejar de profesar la
misma religión, lo que lo llevo a amasar multitudes a lo largo de la costa de Francia.

A pesar de esto a Enrique como a muchos otros personajes, la iglesia los demonizo y
censuro por su propio bien, porque permitir esto podría significar su caída de la parte
más alta de la jerarquía social. Entre la iglesia y algunos reyes como el rey Heriberto se
encargaron de esparcir rumores que hacían parecer que los herejes no eran humanos,
afirmando que eran seres de características siniestras que no comían carne, no tomaban
vino, despreciaban la misa y odiaban la cruz, seres capaces de desaparecer de un día al
otro y no dejar rastro. Entre otras cosas también alegaba que no haría falta más de 8 días
para que alguien que su unió a una secta se convirtiera en un sabio, incluso más
conocedor que los más eruditos cristianos, a manera de generar miedo en el pueblo y
usar sus locas afirmaciones como pretexto al porque los herejes no deberían tener
acceso a los escritos.

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