amor a la justicia y la verdad por encima del beneficio personal o de la conveniencia. De las personas honestas u honradas se espera que digan ante todo la verdad, que sean justos y razonables, que obren de manera íntegra o sean transparentes en sus motivaciones. Según un punto de vista más filosófico, la honestidad consistiría en actuar y hablar conforme a lo que se siente o se piensa, y no a lo que resulta más conveniente hacer o decir a los demás. Se trata, entonces, de una forma de coherencia entre pensamiento y acción, pero también entre el individuo y las normas que son consideradas correctas por la comunidad en que se desenvuelve. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de suplantación de identidad? Desde un punto lingüístico, suplantar significa ocupar con malas artes el lugar de alguien, defraudándole el derecho, empleo o favor que disfrutaba. Por otro lado, desde un punto de vista jurídico, la definición es muy similar, ya que cuando hablamos de suplantación de identidad nos referimos a cuando una persona se hace pasar por otra para llevar a cabo actos de carácter ilegal con el fin de obtener un beneficio propio. Esta acción es más común hoy en día debido a las facilidades que da Internet para acceder a cuentas o para crear nuevos perfiles. En conclusión, suplantar la identidad es cuando una persona se hace pasar por otra.
¿Suplantar la identidad es un delito?
Podemos decir que la suplantación de identidad no subsume un delito en sí misma, pero sí que es verdad que en la mayoría de los casos la suplantación de identidad es la vía o el medio para cometer delitos, que ya son ilícitos por sí mismos. Por tanto, la pena va a variar mucho del tipo de delito y de los hechos que se hayan llevado a cabo. Nuestro sistema legal castiga en el artículo 401 CP este delito con pena de prisión de seis meses a tres años. Consecuencias éticas: perdida del respeto y la credibilidad de la palabra de la persona, conflictos en sus relaciones interpersonales.