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Reflexión 1. Psicoterapias directivas y no directivas.

Por lo que veo, no sólo el psicoanálisis lacaniano se encarga de la emergencia de nuevas


funciones no indicadas. También lo hacen la Gestalt, la PCC de Rogers, y quizá otras corrientes
humanistas.

Por lo cual, una categorización que me es afín de las psicoterapias es entre las directivas y las
no directivas. Por directivas entiendo las que imprimen la orientación del cambio, y por no
directivas, las que desconocen dicha orientación.

Por ejemplo. Una persona puede padecer del sus relaciones porque se ocupa de las personas
que la rodean y sus problemas y necesidades todo el tiempo.

Una psicoterapia directiva podría educar a esta persona para que sea capaz ponerse firme,
manifestar lo que le sucede y no permitir que los demás la manipulen emocionalmente.

A su vez, una terapia no directiva, podría hacer que la persona ponga un nombre a ese rol,
evidenciándolo. Luego podría hacer que hable de esa palabra o que la asocie con otra. La idea
sería que la persona advierta primero el rol y que luego se relacione diferente con él. Ahora
bien, cuál sea esa diferente relación es desconocida al terapeuta. La persona cambiará su
relación, que en este caso podemos llamar ‘chirolita’, por poner un ejemplo, pero no sabemos
qué hará con ella. Este caso sería el del PSAL.

En el caso de la Gestalt, imagino, podría usarse la técnica de la silla vacía, para evidenciar o
simbolizar un mecanismo que hace a esta persona permanecer en esa dinámica y, al advertirlo,
cambiarla.

Pero en ambos casos, lo importante y que hoy nos convoca, es advertir que la orientación del
cambio no es sugerida. La persona en cuestión podría no asistir más a nadie, irse de la casa,
asistir pero menos, no reparar en las quejas de sus allegados, decir claramente que esa
dinámica no será más, decir que sí pero luego no hacerlo, decir que no puede, asistir pero sólo
cuando tiene ganas, etc.

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