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TEMA C Raices biolégicas del comportamiento humano y de la cultura (etologia humana) FRANCISCO GINER ABATI Universidad de Salamanca 134 — ANTROPOLOGIA La etologia humana estudia el comportamiento hu- mano desde una perspectiva bioldgica en contextos: culturales. Su objetivo es conocer qué es lo que per- tenece a la naturaleza humana, es decir, qué parte de nuestro comportamiento es innata y, por tanto, gene. ticamente codificada y programada (Abati, 1993). La etologia humana aciones fun- cionales de todos los factores que intervi conducta. A nivel fisiolégico, enlaza con la del comportamiento, que trata de saber qué desenca- dena un comportamiento y el funcionamiento de las estructuras bioquimicas y neurales que estin en su base. 4 nivel filoyenético, se plantea como aconte' la formacién y desarrollo de un comportamiento, La investigacidn se leva a cabo observando el compor= tamiento en su contexto natural, Cuando observamos un comportamiento con regularidad nos preguntamos por la funcién que cumple dicho comportamiento y por su aptitud o valor adaptativo, es decir, por las ventajas que conlleva para su portador genético y, por tanto, para la especie. Partimos de la hipétesis de que, en general, todo comportamiento cumple deter- minada funcién. De la misma manera que a lo largo de la evolucién se han seleccionado determinadas es- tructuras morfoldgicas, también se han ido seleccio- nando filogenéticamente ciertos patrones de compor- tamiento. La etologia humana, desde su enfoque y en relacién con la antropologia, investiga también las adquisiciones culturales del hombre (Kénig, 1970). La etologia humana trata de aportar a la antropolo- gia, asi como a otras ciencias del hombre como la psicologia, una valoracién ponderada del comporta- miento humano. Se trata de ver en qué medida nues- tro comportamiento es innato, es decir, sigue unas directrices seleccionadas por su valor adaptativo, y en qué medida es consecuencia de una tradicin apren- dida, con la posibilidad de miltiples combinaciones. En la manera de considerar al hombre ha habido extremos que por su exageracién no pueden ser adop- tados sin mas en una visién equilibrada del compor- tamiento humano. Por un lado encontramos la postu- ra provocadora de considerar al hombre exclusivamente como un animal mas y, por otro, la postura idealista extrema, que considera que el hombre se ha elevado tanto sobre el animal en su evolucién, que por medio de su cultura habria legado a substraerse de la pro- pia biologia y de su evolucién. Lo mas logico parece adoptar una posicién intermedia, que combine lo que de razonable tienen ambas posturas. La herencia bio- ligica determina el comportamiento humano en dreqy de la misma manera gue perfectamente comprobable el hombre como ser de cultura dispone de un lengua, je articulado que estructura su pensamiento, perm, Jole formular de una manera creadora nuevas afiy, jones y transmitir una herencia intelectual, Esty de tradiciones culturales, que se van desarro Hando a lo largo del tiempo, contlevan creencias valores y soluciones pricticas a los problemas de | existencia, pudiendo reforzar, pero en ocasiones con, tradecir, las normas de la biologia. La cultura ha con. | hombre en el tinico animal capay icas y una con. vertido, ademis, de desarrollar manifestaciones a ciencia moral responsable. ADAPTACION FILOGENETICA Y CULTURAL Ya Darwin (1872) distinguid entre las disposiciones innatas y las que el individuo adquiere a lo largo de su vida mediante aprendizaje. Lo innato no sélo ex- presa lo no aprendido, sino que significa adaptacién filogenética, es decir, que determinados patrones de comportamiento y capacidades de la percepcién han sido seleccionadas filogenéticamente. No es correcta la frecuente equiparacién de adaptacién filogenética con herencia animal, puesto que existen precisamen- te adaptaciones filogenéticas, que son exclusivamen- te patrimonio del Homo sapiens, como, por ejemplo, nuestras condiciones innatas del habla. Lorenz y Tinbergen (1939) formalizaron el con- cepto de coordinaciones hereditarias, frecuentemente relacionadas con movimientos de orientacién (taxias) para configurar actos instintivos mas complejos. Las coordinaciones hereditarias son patrones de compo tamiento innatos y especificos, con secuencias 4 movimientos reconocibles y constantes en su form pero no rigidos. Un sistema de retroalimentacién a ta activando o inhibiendo el comportamiento, seg? un programa dado. Las coordinaciones hereditarias estén asociadas, a menudo, a las acciones oriental vas para formar unidades funcionales superiores, 1% denominamos acciones instintivas (Lorenz y Tinber gen, 1939). Los conocimientos actuales sobre loss" tratos neurobioquimicos que estan en la base de es! comportamientos, asi como sobre los genes que " nen que guiar y especificar su desarrollo, son in¢" ——-d jentes. pero se encuentran en plena investigacién fabiendo recibido Sperry, Hubel y Wieselen 198) oi Nobel como pioneros de la neuroctologia. Lorene Tinbergen y von Frisch ya fueron galardonados con 1 mismo premio en 1973 como fundadores de la sie Jogia. ; El ser humano, lo mismo que cualquier otro ser animal, ha de comportarse adecuadamente ante situs, jones concretas de la existencia, tales como alimen. tarse, defenderse y reproducirse, Y aunque el hombre puede modificar sus tendencias naturales siguiendo Jas orientaciones de distintas ideologias y tradiciones culturales, no por ello se debe negar su existencia Las adaptaciones filogenéticas del comportamiento son patrones innatos orientadores del comportamien. to del individuo, segin programas genéticos dirigi- dos a sintonizar con el medio ambiente natural y so- cial para reaccionar adecuadamente. Al igual que las estructuras anatémicas y fisiolégicas se van estructu- tando para desarrollarse adecuadamente en un me- dio, también el comportamiento se va modelando en determinados patrones innatos que tienden a posibi- lita la viabilidad de la especie. Estas adaptaciones son como reglas de conducta, que no necesitamos aprender, orientan la relacién de la especie con su tntorno y regulan las interacciones sociales. La con- juncion de estas adaptaciones son los aprendizajes, que a veces ellas mismas facilitan, y con la experien- cia capacitan al individuo para una accién eficaz. Las adaptaciones filogenéticas también orientan comple- its series de movimientos y acciones en el individuo, asi como variadas interacciones entre individuos y _thtre grupos _ El hombre, como cualquier otro organismo, vive tun medio ambiente cambiante. Es por ello que los nismos experimentan ciertas transformaciones @ largo de la filogénesis, aunque también, a veces, Preciso que el individuo se adapte a nuevas si- aciones a lo largo de su vida. Las adaptaciones Ben, por consiguiente, como respuesta a las nue- AS citcunstancias que se producen en ¢l medio am- lente, Todo sistema adaptado ha tenido que adquirir in- macién pertinente acerca de las circunstancias del lundo para sus respuestas, que de algin modo «se Meia».en sus adaptaciones, para ser confrontadas Pues con el medio ambiente (Lorenz, 1961). Lo lprativo ha de entenderse como un ajuste o modi- cidn, que representa alguna ventaja para la su- Ral ICES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 135 pervivencia de la especie y, por tanto, para su conti- nuidad evolutiva, aunque esto pueda complicarse en algunos casos. Las adaptaciones filogenéticas facili- tan movimientos, en ocasiones muy complejos, que si no existieran requeririan de complejos pasos de aprendizaje hasta su dominio, Suponemos que ciertos comportamientos estarian sometidos a mutaciones, sin que se vieran afectadas estructuras anatémicas, afectando estas mutaciones a determinadas tendencias innatas, tales como la evita~ cién del incesto, busqueda del alimento, etc. (Pop- per, 1973). ‘Aunque la capacidad de aprendizaje se basa en adaptaciones filogenéticas, con su desarrollo se abrie- on nuevas perspectivas de evolucién. La capacidad de aprender es una de las condiciones de la evolucion cultural (Eibl-Eibesfeldt, 1986). Mientras que el pri- mate no humano aprende por si mismo de sus propias experiencias 0 de la observacién de otro congénere, un hombre puede ensefiar a otro diciéndole lo que debe hacer ¢ incluso puede fijar por escrito sus indi. caciones, quedando éstas disponibles para cualquier futuro lector. Con la evolucién de la cultura el hom- bre desarrolla un nuevo mecanismo de adaptacion, mediante el cual el tiempo histérico aventaja en sig- nificacién al tiempo biolégico. Incluso es probable que cambios culturales del estilo de vida arrastren también cambios genéticos. Por otra parte la evolu- cién cultural imita en muchos aspectos ala evolucion biolégica, como veremos entre determinadas rituali zaciones filogenéticas y culturales, siguiendo ambas unas mismas reglas funcionales basicas. Por tanto, debemos abordar el estudio del hombre y de sus producciones culturales teniendo en cuenta que su comportamiento esta programado en determi- nados aspectos por adaptaciones filogenéticas y que sin su conocimiento corremos el riesgo de no com- prender adecuadamente ni al hombre ni a la cultura. Clasificacién de las adaptaciones filogenéticas Diferenciamos las adaptaciones filogenéticas segin diferentes areas: a) motriz, b) de la percepcidn, c) de Ja regulaci6n del impulso; y d) las que estan al servi- cio del aprendizaje. Pero se trata de una totalidad funcional, que se puede separar e investigar en seg- mentos de accién sélo hasta cierto punto. Cuando ine 136 — ANTROPOLOGIA vestigamos los movimientos expresivos y los meca- nismos desencadenadores innatos hemos de tener pre- sente que ambos interacttan en el marco de un siste- ma comunicativo. Las disposiciones para el aprendizaje © los impulsos estan fisiologicamente construidos de modo que atin no conocemos bien, y que concebi- mos como categorias funcionales a nivel comporta- mental. a) De la motricidad El nifio recién nacido presenta un amplio repertorio funcional de movimientos, incluidas manifestaciones acisticas: movimientos de agarrarse, de andar, de natacién, de gatear con las piernas, de busqueda del pecho, de succién, de presién de la mano y plantar, distintas formas de Ianto y cinco expresiones sono- ras diferenciadas con una funcién especifica. Tam- bién el recién nacido dispone de un gran numero de movimientos reflejos especificos, que el médico uti- liza para el diagnéstico de normalidad: reflejos de Moro, de biisqueda ritmica del pecho, de succién, etc. El lactante dispone, ademés, de reacciones tipicas y comportamientos reactivos de una serie de movimien- tos expresivos, como la reaccién de frotarse los ojos con el dorso de los dedos para evitar arafarse (Eibl- Eibesfeldt, 1986). No. todas las disposiciones tienen que estar desarrolladas en el momento del nacimien- to. Algunas maduran con el desarrollo juvenil, otras con el sexual, etc. Algunos de los comportamientos de la infancia se pierden con el tiempo, mientras que otros pasan a formar parte de los movimientos expre- sivos del adulto, En nifios sordos y ciegos de nacimiento, que no podian haber aprendido por imitacién, también apa- recen estos comportamientos, lo mismo que expre- siones de enfado, miedo y tristeza (Eibl-Eibesfeldt, 1973). Por otra parte, nos encontramos con la sor- prendente coincidencia de la mayoria de las expre- siones faciales en todos los grupos humanos, induda- blemente independientes del ambiente cultural. Un buen ejemplo es el saludo con los ojos, la cordial in- clinacién de cabeza y la sonrisa. Cuando el saludo es especialmente amistoso entre individuos del mismo sexo 0 cuando existe cierto coqueteo entre hombre- mujer, ademés se elevan y arquean las cejas durante un sexto de segundo (véase Figura C1). El comporta- miento de coqueteo en la mujer, consistente en osci- lacién de caderas y contacto especial con la mirada, ha podido ser documentado transculturalmente, ag, mismo, individuos de distinta procedencia cultural, cubren la parte inferior del rostro con la mano pars expresar turbacién, Ademanes como el de saluday agitando la mano también se encuentran ampliamen, te extendidos. Algunos de nuestros comportamiento, expresivos encuentran sus homélogos en los ping; dos, por ejemplo en la expresién de abrir la boca equi, valente a nuestra sonrisa, fruncimiento de cejas y Iq, bios para mostrar enfado. b) De Ia percepci6i el conocimiento innato La percepcién ha de cumplir importantes funciones, como la de servir de base al proceso de la comunica. cién humana. El hombre tiene que moverse y saber discernir los objetos tanto fijos como méviles de su entorno, El procesamiento de estos datos exige la existencia de mecanismos de accién, muchos de los cuales son adaptaciones filogenéticas. Asi, el hom- bre esté dotado de un equipo de programas que coor- dinan y orientan su comportamiento, a fin de saber qué ha de hacer y qué ha de evitar. Para ello ha de percibir sensoriaimente y elaborar los estimulos del entorno para reaccionar a ellos con acciones conere- tas. Por ejemplo, ante un congénere, debe saber reco- nocer si se trata de un enemigo o de una posible pare- Ja, y responder con el comportamiento adecuado. La percepcién categorial también parece seguir ciertas reglas, descubriéndose un deseo innato al or den, como el que se da en la percepcién sensorial. Existe una especie de gramatica universal que unifi- ca los modos de percepcién, lo mismo que también estructura nuestras interacciones sociales. ) Reguladoras del impulso 1. Mecanismos desencadenadores innatos, e inhi- bidores. Estimulos clave y desencadenadores Los mecanismos desencadenadores innatos (MD!) fueron sefialados por Lorenz (1943) y formulados ¢? su version definitiva por Tinbergen (1951). Se tal® de mecanismos neurosensoriales, que permiten qu° los impulsos centrales leguen a los efectores Sol? cuando se presenta determinado estimulo clave. LS estimulos clave suelen ser sencillos y analogos ¢ ¥% Mave, que abre una cerradura. Los estimulos lav RAICES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 137 ACS: TIMELINE ENG %s US FASS sz Simbolos y abreviaturas: ‘COMIENZO: tranquilo = 1<<< feforzado = 2 ‘CUMBRE: firme = 3 /I/ latente = 4°** FINAL: tranquilo = 5 >>> Figura C.1. Como ejemplo de saludo con la mirada de una mujer eipo —elevacién répida de cejas, relacionada con sonrisa y una elevacién de cabeza— se han representado las posbildades de codificacion mimica de la expresion mediante FACS (Facial Action Coding System), P. Ekman y W. V. Friesen, 1978, Se han registrado o bien los movimientos de mésculos aislados (Actions Units: AU) 0 de grupos musculares (Action Descriptors: AD) en el anslisis fotograma a fotograma. Para la representacién de este ejemplo serian investigados 110 fotogrames sobre el movimiento de determinados misculos. En el fotograma ntimero 1.399, las cejs de la mujer estén hundidas y dirigidas hacia abajo. Este movimiento es producido mediante AU 4 (depresores de las cejas: depressor glabellae, depressor supercili y corrugator Supercli)y aqui ha aleanzado el nivel maximo de contraccion (Apex: simbolo ). Ademés, se codificaria AU 59 {mirada hacia la cémara). 37 fotogramas después, en el numero 1.436, disminuye la spertura ocular (AU 6, elevadores de las mejilas: orbicularis ocull, pars orbitalis) vy sontie (AU 12, tensor de la comisura labial: zygomaticus major). Ademés, ha abierto lgeramente la boee (AU 24, apertura labial: depressor labit o tension del mentalis w orbicularis cris). Todos los movimientos se encuentran en su punto dlgido. Por otra parte, se registra, dems Ia ovlentncion hacia la camara (AU 59). Siete fotogramas después, en el nimero 1.443, va se han elevedo ie eojas (AU 1, elevador intemo de las ees: frontalis, pars medialis, y AU 2, elevador externo de las eejas: frontalis, pars lateralis). Los anteriormente elevados pérpados superiores se vuelven @ bsjar (AU 5, elevador del pérpado superior: levator palpebrae superioris, fet: simbolo > |. Ademés, AU 6 y AU 12 estén todavia en el punto élgido; ha abierto la boca (AU 25) y comienza a elevar la cabeza (AU 83, cabeza arriba. onset: simbolo <). En el iltimo ftograma, nimere 1479, AU 1 9 2 han welto ya a su posicién de partida, sélo la risa Yn elotecin de as mel subssten (AU 6 + 12), Legado este momento, es AU 50, a mujer a comenzado a hablar, y la mirada se dirige todavia hacia la cdmara (AU 59). Dignos de ffszearse son la sonrisa antes dela elevacion de Ins clos (A 12) y la terminacion de AU 4. 1% Grammer Wi Sehiefenhtve, M. Schleit, K Lorene, e | EBFEIbeseld, “Patterns on the ace: The Eye-broe Flash in a Cross-Cultural Comparison», Ethology 77, 1988, Péginas 270-299.) 138 ANTROPOLOGIA como los desencadenadores en general, activan patro- nes de comportamiento muy especificos como los de la lucha y el cortejo, También existen los correspon- dientes mecanismos inhibidores. Asi, por ejemplo, el movimiento alternativo de bisqueda de! pecho mater- no cede cuando el lactante toca el pezén con la boca. Los MDI han sido investigados experimental men- te con sefiuelos. Pueden estar coordinados en los di- ferentes drganos sensoriales, como estimulos visu: les, auditivos, olfativos, téctiles e incluso sefial eléctricas. Pueden consistir tanto en patrones de com- portamiento (movimientos expresivos), como en es tructuras morfologicas (color, cabellos, pecho, et.) Estas estructuras diferenciadas al servicio de la sei lizacién se denominan «desencadenadores sociales» (Eibl-Eibesfeldt, 1986), y en el comportamiento so- cial humano juegan un importante papel. La adapta- cién reciproca se desarrolla entre emisor y receptor de estimulos en forma de sefiales que pueden estar sintonizadas con los diferentes drganos sensoriales. El principio desencadenante tiene a veces efectos cuas imitatorios, pero que no excluyen la variacién indivi- dual ni la situacional. Lorenz (1943) mostré cémo reaccionamos de for- ma innata a ciertos rasgos del bebé con comporta mientos asistenciales. Los nifios pequefos tienen la cabeza grande en relacién al tronco y a las extremi- dades, neurocraneo mas grande que el esplacnocra- neo y ojos relativamente grandes. La industria jugue- tera y los dibujos animados han sabido captar muy bien estos rasgos, que son auténticos desencadena- dores. El pato Donald es un magnifico ejemplo de tales caracteristicas. El hecho de que se trate de reac- ciones basicas se deduce de que los nifios desde muy equefios se sientan atraidos por mufiecos con rasgos infantiles, a los que abrazan y acarician. Las crias de animales, que también presentan rasgos infantile: desencadenan igualmente actitudes favorables. En la emisién de anuncios publicitarios se usa y abusa de la eficacia de estas disposiciones. Los nifios pequefios desencadenan gestos amistosos como la sonrisa, incluso para extrafios. Por esta raz6n se utili- za también, con frecuencia, a nifios pequefios en re- cibimientos de personajes oficiales, en ceremonias de apaciguamiento, etc., ya que son capaces de des- bloquear las agresividades. Entre las sefiales infanti- les también se cuentan las de la conducta. Los movi mientos infantiles, ingenuos y faltos de habilidad, aparecen como graciosos y, en ocasiones, son habil- mente utilizados por los adultos cuando desean gy, vizar y desbloquear situaciones tensas. 0 es vilido para otras Seales sociales, com 4 masculinidad y feminidad, donde llama la atengie que se destaquen, incluso con exageraciin, los mie mos rasgos transculturales del hombre y de la mujy Encontramos cn distintas culturas cémo se realzay artificialmente los hombros del varén, por medio det adorno o del vestido. Asi, por medio de la cultura, el hombre destaca un rasgo masculino que la biolo, gia ya habia sugerido. Leyhausen (1983) indies gue el sentido del vello corporal se desarrolla de tal moda, que en el caso de un intenso crecimiento del mismo destacaria sobre los hombros. Esto pudo ser asi en nuestros ancestros, pero en el curso de la hominiza- cidn la cubierta de pelo se habria ido reduciendo, ha- biendo permanecido la adaptacién receptora como preferencia y dando lugar en el hombre a prestar una especial atencién en el adorno de esta zona. El hecho €8 que encontramos este interés por realzar los hom- bros desde los yanomami, mediante plumas, hasta los generales de distintos ejércitos en sus trajes de gala, pasando por los japoneses en sus vestidos tradicio- nales (Figura C.2). Por su parte, la moda femeninaen Figura C.2. Ejemplos de realce artificial de Jos hombros en el varén: un indio yanomami engalanado con plumas festivas, un actor Kabuki apén) y el zar Alejandro Il de Rusia, segin un retrato de la época. (Dibujo: H. Kacher 6¢ I Eibl-Eibesfeldt, 1970.) RAICES BIOLOGICAS DEL. COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 139 sas culturas acentiia la cadera y con frecuencia divin el pecho Y el trasero. tambien el + Mecanismos motivadores innatos serrata de la expresién de una disposicién muy espe- Ginca a la accion, que Vivenciamos como «estados fiectivos». Actuan sin necesidad de ser desencade. gados por un estimulo, Sirven para que no sea nece. {anata legada del estimulo ambiental, afin de satis. faveralguna necesidad. Cuando, por ejemplo, estamos sedientos. buscamos agua y nuestros sentidos respon- gensclectivamente a los estimulos adecuados. El de- artollo del comportamiento apetecido conduce a la satisfaccion del impulso, quedando asi el sujeto libe- rado del apremio de la necesidad que lo urgié. Se reconocen distintos tipos de apetencias y no sélo las clasicas de hambre, sed 0 impulso sexual, como, por wmplo, la necesidad de actividad locomotora y la misma curiosidad, Se conocen los mecanismos neu- rohormonales que subyacen a estos procesos para algunas actividades. Pero no todo apetito es desenca- denado por un desequilibrio fisiolégico. En el impul- so sexual intervienen de forma decisiva, ademas de influencias hormonales, estimulos sensoriales ex- Emociones » emociones tienen su substrato anatémico en cit uitos y redes neurales del sistema limbico. La trans- ‘srencia de estados de dnimo esta relacionada con la Stsacion de procesos neuroquimicos. Las sefales ». tales como expresiones mimicas y vocaliza- es. desencadenan procesos neuroquimicos que nos ducen a reflejar las mismas emociones ¥ expresio- = que percibimos en el interlocutor. La investiga- ultural comparada ha podido comprobar una ase de coincidencia en las manifestaciones SS emociones y sentimientos en las distintas cul- smor. odio, celos, ira, envidia, miedo, mala “chcla, ete Estos comportamientos dificilmente Podido ser aprendidos, sino que, mas bien, Msn Consecueneia de un herencia biokiica €0- ti? Podemos aprender los objetos de nuestros sen *Ss0s, pero no el sentimiento mismo. La emocion, potia marginada de la antropologia, ha sido rect ‘d0-en la construccién del significado y como ae- Son so 7 “al mediadora (Turner, 1967). d) Predisposiciones para el aprendizaje Cada especie aprende lo que contribuye a su conve- niencia, y esto varia de una especie a otra, variando también jas correspondientes disposiciones innatas para el aprendizaje En el hombre, lo mismo que en el animal, existen diferentes programas para la conexién causal. En esta conexién se basan los bien conocidos modelos de condicionamiento de la conducta estudiados por Skin- ner. La capacidad de asociar una cosa con una determi- nada circunstancia, en el sentido de refuerzo 0 castigo, esta programada por medio de disposiciones especi- ficas para el aprendizaje. Asi se desarrollan, por ejem- plo las aversiones, al asociar las nauseas con una comi- da previa. Hemos podido observar cémo en algunas culturas se ha llegado a institucionalizar algunas pro- hibiciones de alimentos como reglas de tabu, que deben observar todos los integrantes de un clan (Abati, 1992), También podemos hablar de un conocimiento predis- Puesto, basado en la experiencia filogenética y que determina nuestro concepto de causalidad. Por ello nos sentimos mal ante la presencia de reptiles y gran- des araiia La expectativa de ser alabado mediante la aten- cidn y la sonrisa en el lactante y después mediante el aliento y las alabanzas, forma parte, probablemente, de un programa innato. Aprender puede ser previsto en un determinado momento de! desarrollo. Lorenz (1935) descubris el fendmeno de la impronta, o dis- posicion al aprendizaje, que conlleva la caracteriza- cion del objeto. La cria de anade queda impresionada por el primer objeto que ve, estableciendo un vineulo muy fuerte con él, y tiende a seguirlo. La impronta afecta tambien al posterior objeto del area sexual. Las fijaciones patologicas que se observan en algunos en- fermos pueden explicarse como improntas inadecua- das, ya que en el hombre también es posible que se dé un fendmeno semejante en la infancta respecto de las personas del entorno y de la propia cultura El juego, junto con el afin de exploracion, pueden considerarse como impulsos especificas de aprendiza- Je, que Compartimos con otras especies. Pero la predis- posiciOn innata para el aprendizaye may destacada y mis caracteristica de la especte humana ¢s la reteren- te al habla, Todo individuo nace con esta predisposi- ion @ hablar, y el que después hable chino, espaiol o ingles dependeri del contexto en que se desarrolle el aprendizaje, 140 — ANTROPOLOGIA [ A los antropélogos nos interesa cono- cer que una serie de adaptaciones fi- Jogenéticas contribuyen a configurar la estructura de la cultura en distintas formas. Como precedente, Jung indi- c6 que en las creaciones artisticas y culturales subyacia, en general, un co- nocimiento arquetipico precientifico ‘Cuando observamos determinadas figuras y amuletos que el hombre pre- para para protegerse de peligros muy diversos, conjurandolos, llama la aten- cién la frecuencia con que aparecen cen estos objetos rostros con diversos gestos de amenaza, intimidacién fali ca, amenaza anal y mano abierta y le- vantada. Algunas de ests amenazas, ritualizadas pueden observarse no solo transculturalmente, sino también en el patron homélogo de distintas especies de primates (Eibl-Eibesfeldt y Wickler, 1968). Es bien conocida la presen- taci6n de genitales en los machos de cercopithecos, que «montan guardian para proteger al grupo. El primate man- tiene ligeramente abiertas las piernas exhibiendo sus genitales, pigmentados Hamativamente en algunas especies. El escroto es azul y el pene rojo in- tenso, Cuando los extrafios se acerean demasiado, el animal suele experimen- tar una ereccién, que puede ser inter- pretada como una amenaza ritualiza- da de agresién sexual. La posesién sexual es en muchos mamiferos sefial de dominancia y como tal se ha sepa- rado de su funcién original de aparea- miento para convertirse en sefial so- ciosexual. Desde el punto de vista antropolé- gico nos interesa sefialar que en el hombre han sido descritas amenazas falicas equivalentes. Los eipo de Nueva Guinea hacen destacar el falo mediante largos y aparatosos estuches peneanos. Cuando los eipo quieren burlarse de un cenemigo, desatan el cordel que sujeta elestuche a la cintura y saltan, de modo Figura C.3. Occidental). Fotografia: |. Eibl-Eibesfeldt. y abajo espectacilarmente (Eibl-Bibes- feldt, 1976) (Figura C.3). En el arte con una funcién apotropaica de des- viar el mal haciéndolo retrocer abun- dan figuras exhibiendo estas formas falicas, asi como los rostros con ges- tos de amenaza. Las figuras de Her- mes en la antigua Grecia mostraban la cabeza de un hombre con barba y un pene en ereccidn saliendo del pedestal Se colocaban en los limites del terri- torio, vigilantes y cumpliendo una fun- cién protectora. En el traje medieval de los mercenarios europeos se real- TRANSFORMACION CULTURAL DE DISPOSICIONES INNATAS Papua con estuche peneano (In. Irian Jaya/Nueva Guinea mente reforzaba su presentacién agre siva. Poco a poco ha ido retrocediendo esta imposicion falica en las socied des impersonales. Bl clisico traje 8 de los ejecutivos seria el prototipo & atuendo para evitar despertar inquiett ‘Sin embargo, el lenguaje ha conserv24? esta forma de intimidacién masctl- na, que puede observarse en distintas enguas, como consecuencia de late" dencia a utilizar simbolos sexuales 4° viados hacia una intimidacién 0¢o™° expresion de ciertas imagenes apo” paicas, resultado de transformacion®s que el estuche peneano oscila arriba zaba la regién genital, lo que posible- _culturales de disposiciones inal CES DE LA SOCIABILIDAD ‘SU EVOLUCION sociabiliiad se ba desarrollado en diversos pasos jutivos. Los aninnales se asocian para diversos fi- Sj revisamos estas formas evolutivas encontra- Be jos siguicntes modelos de sociabilidad: la aso- “an, unin con congenere del otro sexo y vineulo sonal con ha pareja La asociacion consiste en agrupaciones gregarias 5; iguanas, ete.) CcUyos individuos no se recono- ‘mutuamente, Su finalidad es defenderse del peli- La unidn entre individuos de distinto sexo apare- ya.en peces, estableciéndose vinculos cada vez pis fuertes, Finalmente, se desarrolla el vinculo per- nal con la pareja, cuya caracteristica es el deseo de ximidad. Segan una hipétesis, fue el desarrollo del eso de cria en los vertebrados lo que supuso el origen de la amistad y de lo que lamamos amor (Eibl- Fibesfeldt, 1970). Solo a partir del desarrollo de la comunicacién padres-hijo, con el conjunto de sefia- Jes de solicitud y comportamientos asistenciales co- mespondientes, surge la posibilidad de un vinculo mis intimo entre adultos. La prolongada rela- tion madre-hijo pone las bases de la capacidad de yinculaciones individualizada, incluso la crianza ee posible unir en grupo a los que no estaban parentados, constituyéndose formas cooperativas vida en grupo. Una doble tendencia orienta la comunicacién hu- ina: la tendencia al acercamiento para entrar en acto y la tendencia a la evitacién, que conduce al Yanciamiento. Esta ambivalencia comienza ya a rrollarse en los primeros meses de vida, madu- ido pronto la capacidad de responder a las sefiales Comunicacién interpersonal con gestos de confianza miedo con rechazo. El trato personal debilita el 'o de las sefiales desencadenadoras de rechazo, * lo que predomina la confianza en las relaciones 1 petsonas conocidas y se advierte temor en gene- inte el contacto con desconocidos. El ser humano a mas adaptado para la convivencia en grupos $s 2, demasiado grandes en los que ls miem an otoeen mutuamente. Por el contrario la vida sce oMUnidades andnimas, como son Tas gran~ con ils en tas que el hombre ha de verse y tr lesconocidos, provoca reacciones autodefen- Was de oy 0 e song a¢i6n, retraimiento y enmascaramiento RAICES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 141 Comunicacion y sexualidad Lanocién de mecanismo desencadenador innato puede ayudarnos a comprender algunos aspectos de la co- municacién humana. EI hombre dispone de un reper torio innato de sefales, dado como adaptaciones filo- ‘genéticas, que nos permite tanto emitir como entender al recibir tales sefales. Gracias a cllos podemos co- municarnos por encima de las barreras lingiisticas y culturales. ‘Compartimos un mismo sistema de reglas que con- trola nuestra conducta (Bibl-Eibesfeldt, 1979 y 1980), pudiéndose hablar de una gramditica universal de com- portamiento social, en el marco del cual el hombre puede actuar socialmente con total originalidad. La sexualidad puede entenderse en el hombre como una forma adaptativa de comunicacion. Ya Darwin (1871) se dio cuenta de que los carac- teres sexuales secundarios se‘seleccionan de manera distinta que los restantes. En los primates superiores y en el mismo ser humano estos caracteres estan muy marcados, afectando a rasgos morfolégicos, de com- portamiento y fisioldgicos. También se conocen como caracteres epigdmicos, y a su seleccién se la denomi- na seleccién epigamica o epigamia. el ser humano, los criterios de seleccién obe- decen patrones de tipo cultural, pero, en parte, tam- bién siguen tendencias innatas. Mientras que los pa- trones filogenéticos son mas estables, los patrones culturales varian en funcién de las distintas cultura y en funcién del tiempo. La historia del arte es el mejor ejemplo de esta variacién. Lo importante es que los cruzamientos en la especie humana no son aleatorios, sino preferenciales. Hay caracteres que sin ser epigamicos también experimentan una preselec- cidn preferencial, como es el caso bien estudiado de la estatura. En general se observa que los hombres altos prefieren a las mujeres altas, y viceversa, La seleccién se orientaria ast hacia los cruzamientos isofenogdmicos, fraccién de cruzamientos que ocu- tre entre individuos de fenotipos semejantes, distinta de los cruzamientos anisofenegamicos, que tendria lugar entre individuos de fenetipos distintos. Es cier- to que con frecuencia la preseleccién se ve restringi da, Las restricciones se pueden deber a diferentes causas como el aislamiento geogrifico, causas socia les, econémicas y religiosas. Los cruzamientos endo _gamos son aquellos que se dan preferentemente entre individuos del mismo grupo, teniendo que precisar el 142 — ANTROPOLOGIA antropdlogo la clase de grupo de que se trata. Por plo, si estamos ante una restriccién geogrifica, aso de una isla, si es si cial como en las castas de la India, o sei econdmica, como sucede entre famili camientos exdgamos Son ren entre personas de distintos grupos. Pero lo m: interesante desde el punto de vista antropoldgico es que los cruzamientos preferenciales, del tipo que sean, pueden alterar de forma notable el alelotipo de las poblaciones y su estructura biosocial. La antropolo- de la consanguinidad aborda a la complejidad de istemas de cruzamiento, teniendo en cuenta tan- to los valores culturales como los hechos biolégicos, dado que ambos intervienen en la eleccién de la pa reja (A. Valls, 1986) La sexualidad ejerce en el ser humano una impor- tante funcién vinculante, como podemos ver expre- sada por la insistencia con que aparece esta dimen- sin en las manifestaciones artisticas. Esta vinculacié contribuye a mantener la estabilidad de Ia pare} haberse liberado la sexualidad humana de los perio- dos de celo y tratarse de una sexualidad activa duran- te odo el aiio. Desde el punto de vista de la investi- gacién, hasta ahora la atencién se ha dirigido sobre todo al acto sexual, pero otros momentos como el de la toma de contacto heterosexual, el galanteo y el enamoramiento han de ser atin estudiados. ‘Aunque segin algunas teorias, el amor personal seria una innovacién de tiempos recientes, al menos en los pueblos tribales el amor tiene una profunda expresién En el proceso de relacién interpersonal amoro- sa, la parte femenina suele oponer cierta resistencia a a masculina, produciéndose cierta ambivalencia de acercamiento-distanciamiento, que se halla, ademas, reforzada de modo ritual, lo que obliga al varén a invertir tiempo c ingenio para conquistar a la cle- ida, En los poemas y canciones de amor se pueden en- contrar ciertos clichés verbales del cortejo, que pro- bablemente constituyen patrones universales. Junto a sos. en todas las culturas se utilizan también para el icjo autocxhibiciones positivas, requerimiento de rere, cuados y demandas mas 0 menos infanti- 22 y eh gens ac el varén, en general, suc ofrecer- dela meant leva la iniciativa en el conejo, el rol ‘a my ja mucho culturalmente. -as caricias, besos y abrazos, que Hevan a fran- como en el Jamente adineradas. 1s que ocu- los ¥ tin presentes en tous fas cuteras nee lodas la ras observady de estos comportamientos estimulan gyre? 8. destacando el beso oral, que podria een fe como una forma ritualizada de alimentacin fee a boca, bastante representada en distintas culty humanas. as La conducta sexual se halla en todas las cult, investigadas modulada por pautas limit: | impulso de curios - que es especialmente intenso ese vardn, podria poner en peligro ka misma conviveneg social, La estructuracién cultural contr brar Ia intensidad de ests diante las morales sexuales. ‘Al vardn sucle exigirsele un rigor menor que aly mujer en la mayoria de las culturas, en las que eladu terio femenino se halla en general prohibido y mis castigado. Las razones sociobiolégicas aducirian gue el varén, como proveedor de la mujer y de la pro, habria de estar seguro de que se trata realmente des descendencia, pues realiza en ella una fuerte inver. sién econémica y afectiva, La cuestion de siesta pre sién selectiva ha inducido diferentes disposicionss especificas para la fidelidad no es facil de resolver, Los hechos parecen indicar que la mujer posee ura mayor inclinacién a vincularse a un solo compuie ro, estando mas predispuesta a la monogamia que ¢! varén. La tolerancia que ha acompaiiado a la reciente lt beralizacién sexual no deberia conducir a consider «normal» lo patoldgico y sexualmente aberrante, pus en el ambito de la sexualidad juega un papel decis? la impronta individual. Los’ adolescentes puedet sufrir un troquelado aberrante por una experient xual anémala, facilitada por la permisividad ciente. a E] pudor sexual es también un rasgo unives y en ninguna cultura se puede observar un redone nio de la promiscuidad sexual, limitindose do aparece a situaciones rituales episédicas. Tm el varén como la mujer se hallan adaptados © fisiologia para mantener un vinculo sexual La actividad sexual de la mujer, independent te de su ciclo ovulatorio, junto a su capac! er experimentar orgasmo, refwerza la vinculacion’. cional. Estos hechos permiten hablar de un tPY ie lutivamente nuevo de sexualidad en Ia humana. RAICES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 143, Jerarquia y dominancia Lacuestin esti en saber si as jerarquias se constitu- en sobre una base de disposiciones innatas y hasta Je punto influyen. La jerarquia ha sido bien estu- Giada en animales, habigndose encontrado en los pri- spates complejas redes de relaciones de dominancia- sumision (véase Capitulo 7). Los primates de rango sevado se distinguen de los demas por su actitud al- tiva, son respetados por los demas y ocupan el centro de la atencién, orientandose todos en torno a ellos. Pero son los hombres los que mas acentuadamente muestran esta tendencia a competir por aumentar el prestigio, como, asimismo, tienden a aceptar y a re- conocer el rango de otros. El hecho es que cuando los humanos se renen en grupos, rapidamente forman jerarquias, También es frecuente una transferencia de rango de padres a hijos, tanto en péngidos como en humanos. Aunque la condueta jerarquica humana es mis diversa que la observada en primates no hu- manos, coincide en sus rasgos esenciales, lo que su- giere una posible herencia comin para esta doble ten- dencia de jerarquia-sumisién. ‘Aunque hay jerarquia tanto cn hombres como en mujeres, se puede apreciar una distinta competencia por el rango, mostrandose las mujeres mas dispues- tas a reconocer el rango de los demas. En primates macho se ha encontrado que el nivel de testosterona plasmatica oscila con el cambio de puesto jerarquico. Posteriormente se ha podido comprobar esto mismo ‘nel hombre, concretamente se investigé en jugado- res de tenis, observandose una subida de testosterona tn os ganadores (Mazur y Lamb, 1980). Los rasgos que permiten ascender en la posicion jerarquica son variados. Valor, inteligencia. capa dad de trabajo y destreza son en general rasgos apre- Ciados, pero también otros como la belleza. la simpa- ‘ia incluso la edad. En nuestra sociedad los sujctos altos encuentran mas facilidad para ascender en Po- Sicidn social y algo parecido sucede con Ia belleza. Los ancianos, hombres y mujeres, gozan de gran res TEt0 en los pueblos tradicionales y se les valora como Positarios de la experiencia. En las sociedades con- Sideradas «igualitariasn, como es el caso de los caza- ’s-recolectores, aunque nO es posible un acopio Pega a nivel individual y la et Soe toe et labuenntt feeonoce y se respeta al buen cazador ¥ @ a recolectora. En todas las sociedades se pue eobservar la satisfaccién que produce en los indivi- duos imitara los superiores en el vestido y en el com- portamiento. Las mujeres imitan los vestidos de las princesas 0 de las actrices de moda y los hombres las corbatas del rey. Por su parte, las élites del dinero siempre se inventan nuevos simbolos de estatus para irse distinguiendo, a pesar de todo, de los que les im tan. Los uniformes de los vencedores, en un simul: cro de rango, son rapidamente imitados. El potlatch de los kwakiutl de Vancouver trataba de impresionar y de humillar a sus huéspedes con prodigalidad, pu- diendose hablar en estos casos de usos de prestigio ¢ incluso de economia de prestigio, aunque suela ser poco econdmica. Pero aunque la ambicion de rango puede degenerar, también puede motivar y contribuir a aumentar los beneficios de la comunidad. Las jerarquias de la especie humana son dinami- cas y no simplemente lineales, extendiéndose, ade- mas a diferentes areas de competencia, de modo que en un grupo varias personas a la vez puedan gozar de prestigio. La disposicién a dejarse dirigit es proba- blemente uno de los rasgos juveniles persistentes ca- racteristicos del hombre. Expresiones como «Dios Padre», «padre de la patrian, «el Papa», etc... son al- gunos testimonios de esta tendencia. Pero por cllo también debemos ser conscientes de que nuestra ten- dencia a la Iealtad y a la obediencia puede llegar a ser peligrosa si anula a la propia conciencia, pues en ese \s0 el individuo acaba ejecutando acciones que pueden ser inhumanas bajo el pretexto de la obediencia, como conocemos por los crimenes de guerra. Podemos concluir reconociendo en el hombre una adaptacion de tendencia a organizarse jerirquicamente ‘compitiendo por el rango, al mismo tiempo que tam- bién reconocemos una disposicién a la subordinacién y al acatamiento de la autoridad, por lo que la con- ciencia critica debe ejercerse sistematicamente fren- te a los mandatos de la misma y no abandonarse gamente a sus excesos. ie Identidad grupal y su conservacién Los miembros de un mismo grupo comparten un modo de actuar segin unas mismas reglas y mantienen un trato personal que proporciona una relacién de con- fianza y una vinculacion mutua cuasi-familiar, A ve- ces el grupo se distingue de otros grupos, con los que ta enfrentado 0 a los que teme. Mientras que el pa- tron de comportamiento del individuo perteneciente 144 antRoPoLosiA un grupo extraiio suele salirse de los patrones del propio, los compaficros del grupo mantienen un pa- pel predecible de acuerdo con su edad, sexo, estatus, eteétera. Los miembros del mismo grupo comparten lengua, usos, indumentaria, creencias y otras muchas cosas tanto materiales como ideales. ‘Aunque hay sociedades mas o menos permisivas, en general la cultura ¢jerce una impronta que nos modela como una «segunda naturaleza», para ya no dejarnos demasiada libertad de movimientos fuera del repertorio de usos tradicionales. Y aunque podemos «romper la costumbren, siempre que no es necesario preferimos seguir la norma del grupo, pues esto con- tribuye a mantener el orden y proporciona seguridad. Esta norma caracteristica del grupo constituye un magnifico medio de diferenciacién respecto de los extrafios forasteros que siguen otras normas distin tas, La inclinacién a acentuar los contrastes, insis- tiendo en lo propio, ha conducido a la diferenciacin cultural, y la multiplicidad de las culturas es expre- sidn de esta tendencia, Se defienden las costumbres del grupo y hay una sancién social 0 agresién de acomodacién a la nor- ma, que se dirige contra los que la transgreden llama: tivamente, Se ridiculiza a los disidentes, que son ob- jeto de burla, La burla se puede considerar como una forma de amenaza en comiin, y hay diversas formas de burla, El término «burla» deriva tanto en inglés como en aleman de escupir, que es precisamente una de las variedades de la burla. Otras formas bien co- nocidas son las verbales, el gesto de sacar la lengua, gesto de asco, imitacién de los ademanes del trans- gresor ridiculizéndolos, ademanes de burla sexual y critica verbal. Pero no sélo las desviaciones de la norma y conductas delictivas son combatidas en todas las, culturas como perjudiciales para la comunidad, sino que incluso las personas con defectos fisicos, enfer- mos de piel, tullidos, y a veces simplemente indivi- duos poco agraciados, son estigmatizados y hasta cierto punto marginados. Estos datos pueden hacer pensar en que la reac- cién defensiva ante la desviacién de la norma sea una tendencia innata, en a que podrian intervenir dos mecanismos. En primer lugar, determinadas planti- Has (templates), que prescriben ciertas representaciones ideales de la imagen corporal. Estas plantillas nos harian considerar bello el cuerpo humano, sano y ar- ménicamente constituido, pero repugnantes y raras las deformidades y alteraciones patoldgicas. Segin - Ia historia del arte, la coincidencia en el canon belleza ¢s notable entre las distintas culturas, ayn? se pueden apreciar variantes raciales. En segundg nt la intervencién de adaptaciones filogenéticas ques cen surgit la intolerancia desde la misma infancia a las desviaciones de la norma en la que se ha gt culturalmente troquelado. La prueba es que los ig eben ser corregidos y educados para la tolerng, y el respeto, mientras que la actitud de burla yn. chazo para todo lo que se aparta del modelo cong, do es espontinea. Los chimpancés también exhipe un amplio repertorio de burlas parecidas a los an, citados, incluidas agresiones y comportamientos , evitacién, respecto de los disidentes de sus noma por lo que, probablemente, estemos ante un rasgo g¢ hereneia comin. Durante la prehistoria, era importante para el hom. bre poder predecir el comportamiento de todos i miembros del grupo con una adecuacién total aly norma, lo que favorecia la diferenciacién con «los otros», los extrafios, barbaros o extranjeros, que veces no eran ni siquiera considerados humanos ¥ se fo mentaba asi la evolucién cultural. Pero en una socie dad pluralista como la actual puede resultar pert badora esta tendencia a la intolerancia, pues sabemos Ja importancia que tienen las minorias intelectualesy cientificas en general en el progreso del grupo. S¢ hace, por tanto, necesaria una educacién para el rs Peto por las diferencias culturales y para la toleranca, defendida por los cientificos sociales ¢ impulsadapor los educadores. Pero la tolerancia y la comprensiin no significa una aceptacién indiscriminada y acitice, de todo tipo de anomalias, pues entonces nos ver mos defendiendo desde las aberraciones sexuales hast! el sadismo criminal. Se trata de adoptar una actitud de comprensién y respeto por lo diferente y no & «normalizar» lo aberrante y delictivo. Territorialidad En el hombre existe una disposicién a colonizat * rritorios, que se observa en distintas sociedades Y situaciones concretas, como, por ejemplo, en unco™ Partimiento de tren, en un ascensor, en un rest” ante o en un parque. Lo mismo que en los vert dos en general, destaca en el hombre esta renden innata a ocupar, delimitar y defender un tert! rio. Mientras que las aves delimitan e! lugar que RAICE! $ DEL ES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 145 con su canto y muchos mamiferos se sirven de Marcas olfativas, Nosotros los humanos elevamos va- fas, verjas o ponemos letreros indicando «propiedad rivadan. Vista la superficie geografica habitada por eihombre desde un avién, en seguida destaca esta Gonstante de trazar demarcaciones sobre el espacio googritico. ‘Algunos de los componentes y dispositivos de la territorialidad se pueden considerar una herencia de Jos primates. Los estudios en péngidos confirman la antigiiedad de esta tendencia. Los chimpaneés viven en grupos cerrados ocupando territorios propios, que jos machos controlan formando cuadrillas (Lawick- Goodall, 1975). Contra el caracter innato de esta inclinacién se ha objetado que los grupos prehistoricos no delimitaban nidefendian territorios entre si, apoysindose en el ejem- plo de los cazadores-recolectores actuales, que su- puestamente pacificos no tendrian necesidad de es blecer territorios fijos (Lee y DeVore, 1968), Sin embargo, otros datos apoyan [a tesis contraria y do- cumentan la existencia de la territorialidad (Service, 1962; Godelier, 1978). Sabemos, por ejemplo, que entre los bosquimanos !kung solo se puede cazar y recolectar en la demarcacién de la propia horda, pro- vocando las infracciones reacciones defensivas. Igual- mente, s6lo se puede pisar un territorio extrafio si se va desarmado. Los pozos de agua son propiedad de determinadas personas y estan ubicados en la zona dela horda para el aprovisionamiento del grupo. Pero esto no quiere decir que no se pueda compartir el agua on otro grupo en caso de necesidad, pudiéndose ha- blar de «fronteras sociales flexibles». La propiedad de-un habitat y de sus recursos no excluye necesaria~ mente la posibilidad de paso para otros. Es frecuente observar que un grupo permita a otro cierta accesib lidad a sus recursos, compatible con el comportamiento territorial, ya que previamente se pide permiso para éllo, reconociéndose el dominio legitimo del propie~ latio. Segiin estos datos, no se puede afirmar que la ‘errtorialidad surja con la agricultura, puesto que aun- ue no hay duda de que los agricultores son territo- talisas en todo el planeta, Ia existencia de territorios ncuentra ya en los cazadores-recolectores. an territorio se define como un espacio delimitado een. Pero esto no debe asociar inexorablemen siquiorlitad a luchas constantes, pues no celal ‘Aiuieta en el mundo animal (Eibl-Bibesteldt 1986). |, Por ejemplo, algunas tribus de Australia central que habitan regiones secas poseen amplias areas de caza y recoleccidn dificiles de controlar y vigilar. Sin embargo, cada grupo mantiene defendido su territo- rio gracias a la creencia en el espiritu de su antepasa- do totémico, de quien lo hered6 y que, segtin sus creen- cias, todavia sigue vigilindolo. Algunos lugares estén tabuizados, pudiendo sélo los varones iniciados pe netrar en ellos. Mujeres y varones de otros grupos no se atreven a entrar, no s6lo por las sanciones que ri- gen, sino porque temen que los espiritus de los ante- pasados totémicos les castiguen. Los tsembaga de Nueva Guinea, descritos por Rappaport (1968), creen que los antepasados residen en donde hayan sembra- do cordilineas, sus plantas sagradas. Los eipo de Nueva Guinea colocan los craneos de sus difuntos en luga- res estratégicos para que vigilen sus valles. Asi, exis- ten éstos y otros mecanismos rituales reguladores de la defensa del territorio, pudiéndose hablar de una «territorialidad ritualizadan. Toda conquista de una regién extraiia conlleva ries- ‘208 para los conquistadores. Los jévenes de algunas culturas aprenden a identificarse con su region du- rante los viajes inicidticos. Asi, entre los in y los eipo de Nueva Guinea se han descrito «colonizaciones ideo- logicas» de nuevas regiones, mediante la sacraliza- cidn de espacios, arboles, fuentes, etc., que llegan a convertirse en objetos sagrados, como de forma se- mejante se hace en las sociedades industriales cuan- do se erigen emblemas y monumentos, que se con- vierten en simbolos nacionales de identificacién ¢ implantacién territorial. EI hombre también puede ocupar territorios tem- poralmente y compartirlos con un grupo selectivo de personas. Ademas de los territorios grupales, se pue- den reconocer otros espacios en parte también terri- toriales como la vivienda, el jardin y el patio; asi como en la casa cada miembro tiene su propio espacio, su cama, su sitio en la mesa, etc. El hombre, tanto occi- dental como tribal, siente la necesidad de retirarse periddicamente a solas para mitigar las tensiones pro- ducidas en la interaccién social. Cuando nos encon- tramos en situaciones de estrechez espacial, como en un ascensor, en seguida sentimos cierta intranquil dad que se manifiesta en movimientos reactivos como rascarse, etc. Los varones producen mayor desaso- siego que las mujeres, las cuales abandonan antes el, campo en tales situaciones. Cuanto mas miedosa es una persona, mayor es la distancia de seguridad. La vestimenta y el olor corporal también pueden ser motivo 146 — ANTROPOLOGIA de distanciamiento. El clasico traje gris seria el pro- totipo de atuendo para evitar despertar inquietud. El “caso es que arrastramos con nosotros un espacio in- dividual, como una burbuja invisible, Ahora bien, la territorialidad es un fendmeno en el que también intervienen otros factores: el habitat con sus recursos, la propiedad y las reglas que la regulan, la relacién entre los grupos que controlan el poder y los significados que el espacio territorializado con- Neva. Todo ello hace que la territorialidad se pueda incluir entre aquellos hechos, que Mauss (1950) de- nominaba hechos sociales totales, por su riqueza en interrelaciones sociales y por influir en practicamen- te todos los aspectos de la vida de las sociedades. La antropologia, gracias a su caricter holistico y com- Parativo, esté en condiciones de abordar comprensi- vamente este hecho. La territorialidad depende del controlador, del con- trolado y del contexto geogrifico espacio-temporal. La interaccién de estos factores en los diferentes con- textos histories y tipos de organizacién social puede dar lugar a miltiples efectos (Sack, 1986). La territo- rialidad puede considerarse también como una pode- rosa estrategia geografica para controlar personas y cosas a través del dominio de un area determinada, y es expresién geografica primaria del poder social, por la que espacio, tiempo y sociedad estan interrelacio- nados. La territorialidad es una tendencia, cuya base innata debera precisarse, y una constante antropolé. gica, que se manifiesta a través de variadas formas de expresién cultural, pudiéndose observar en el hom- bre una inclinacién a poser tierras a nivel nacional, grupal, familiar e incluso individual HERENCIA FILOGENETICA Y LIBERTAD Las aportaciones de la etologia humana no vienen a negar la importancia de los aprendizajes, de la histo- ria y de las tradiciones culturales, pero tampoco la antropologia social tiene que olvidarse de que en el hombre interviene también su herencia filogenética, El hombre es un ser vivo en el que se imbrican natu- raleza y cultura; y la cultura no debe entenderse como algo separado y totalmente distinto de la biologia. Frente al relativismo cultural, que postulaba que las sociedades desarrollan sistemas culturales muy dife- Tentes, la existencia de las adaptaciones filogenéticas Permite hacernos considerar la existencia de una es- Pecie de gramatica universal del comportamiento, que también afecta a la misma cultura, y es por ello que ENcontramos interesantes semejanzas entre las ritua- lizaciones biologicas y las culturales, ademas de las Hamativas semejanzas en numerosas instituciones. La biologia y ta cultura siguen reglas semejantes y de hecho suelen coincidir en el cumplimiento de impor- tantes objetivos. Los hombres no somos seres carentes de instintos, como se ha afirmado. Sabemos que un conjunto de adaptaciones filogenéticas orienta la estructura basi ‘a de nuestro comportamiento social de una manera nada despreciable a nivel grupal, inclinacién al terri- torio, formacién de escalas de rango y jerarquias, for- macién de pareja y diferenciacién de roles segiin el géncro. Ahora bien, no debemos entender esto como un intento de justificar algunos comportamientos ale- gando determinacién de los impulsos. Comportamiento innato no quiere decir necesariamente determinacién Ys Por tanto, falta de libertad. Las adaptaciones filo- genéticas nos orientan en determinadas situaciones a comportarnos previsiblemente. Gracias a la cortica- lizacién del cerebro, el hombre es capaz de controlar la esfera de sus emociones ¢ instintos por medio de su conciencia, Por ello, la libertad es la caracteristica Principal de la humanizacion de la vida. La corticali- zacién permite desacoplar transitoriamente los im- pulsos del tronco del encéfalo, para crear un campo de accién libre de tensiones. Es cierto que algunas preadaptaciones bioldgi- cas ya no son tan completamente adaptativas: es de- cir, no son especialmente iitiles para la supervivencia y desarrollo de la especie. Por ejemplo, las adap taciones adquiridas y utiles para el modo de vida c zador-recolector, que siguié la humanidad durante millones de aos, pueden, seguramente, no ser ta utiles para el modo de vida urbano de la sociedad industrial. Nuestra constitucién biolégica tiene dif cultades para adaptarse al vertiginoso cambio cull” ral que se est produciendo. Por ello, como Lore” (1973) advirtié, cuanto mejor conozcamos muest™ adaptaciones biolégicas en el comportamiento- ‘tanto mejor nos comprenderemos a nosotros mismos ¥ “i claramente conoceremos nuestras posibilidades * como sabremos reconocer los riesgos de algu’ nuestros vicjos patrones, que no por negarlos & de ejercer su influjo. au RAICES BIOLOGICAS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO Y DE LA CULTURA 147 RESUMEN serie de investigaciones sobre las raices biologicas Mi comportamiento han sido desarroliadas durante Sino, estableciendo K. Lorenz y N. Tinbergen fas fundamentos de la etologia. Una de las consecuen- tovca las que lleg6 la nueva ciencia es que el enfoque ia metodologia desarrollados también se podian Jplicar a la especie humana, no extrapolando los es- igios hechos en animales, sino investigando en el propio hombre. Asi surgi la etologia humana, cuyo bbjetivo es el estudio del comportamiento humano desde una perspectiva biolégica en contextos culturales, Laneuroetologia estudia a nivel fisiolégico el subs- trato neuroquimico de la conducta. A nivel filogené- tico se investiga la génesis y el desarrollo del com- portamiento, preguntandose por la funcién que cumple ylas ventajas que conlleva para la especie. Asi, estu- diamos las adaptaciones filogenéticas, patrones de comportamiento y predisposiciones para el aprendi- zaje, que juegan un papel decisivo en el desarrollo de la cultura. El objetivo es poder saber qué parte de nuestro comportamiento es innata y qué parte apren- dida, No se trata de nuestra herencia animal, pues poseemos adaptaciones especificas de nuestra espe- cie como las condiciones innatas de! habla. Las adap- taciones filogenéticas son patrones innatos orienta- dores del comportamiento del individuo, cuya funci6n es la de facilitar la decodificacién de los estimulos y surespuesta, posibilitando la comunicacién. Las adap- laciones surgen como respuesta a las nuevas situ ciones del entorno y son fijadas a través de procesos: de mutacin y de seleccién. Al igual que el aspect externo, estas adaptaciones son consecuencia de pro- cesos selectivos, La capacidad de aprender basada én adaptaciones filogenéticas es el fundamento de la cultura y del progreso. Las coordinaciones heredita- rids son patrones innatos de comportamiento que se expresan en movimientos reconocibles y constantes en su forma, Para su estudio, clasificamos | ic logenéticas en diferentes areas: de la motricidad. de la percepcidn, de la regulacién del impulso y al ser~ {tio del aprendizaje. Todos estos aspecios de nes: a conducta se ven favorecidos y oricntados por * orespondientes adaptaciones. Me nisms dese, lenadores innatos, inhibidores, estimulos ¢O% desencadenadores sociales facilitan las respuestas Somportamentales. una} as adaptaciones Factores motivadores internos y las mismas emo- ciones facilitan, respectivamente, la satisfaccién de necesidades y la comunicacién. La predisposicion al aprendizaje esta prevista a lo largo del desarrollo, destacando entre otras las referentes al juego, al afan de exploracién y al habla. La misma cultura no debe considerarse como algo totalmente separado de la biologia, pues una serie de disposiciones filogené- ticas contribuyen a configurar la estructura de la cul- tura en algunos aspectos. Sorprendentes semejan- as interculturales pueden entenderse desde esta pers- pectiva, que ya Jung detecté en el concepto de arque- tipo. La sociabilidad se ha ido reforzando a lo largo de a evolucién, desarrollandose el vinculo personal en la pareja humana a partir de la impronta que se pro- duce entre los padres y el hijo durante el periodo de cria. Una doble tendencia al acercamiento y a Ia evi- tacién caracteriza el proceso de maduracién de la ‘comunicacién humana, que parece mas adaptada a desarrollarse en grupos familiares y no demasiado grandes Los humanos tienden a organizarse en jerarquias dinamicas, ascendiendo en posicién de rango a tra~ vés de la exhibicién de rasgos variados, como el va- lor, la inteligencia, la belleza o la edad. La transfe- rencia de rango de padres c hijos es frecuente, lo mismo que en pongidos, lo que nos indica una posible heren- cia comin para esta doble tendencia de jerarquia-su- mision La vinculacién grupal se refuerza compartien- do unos modos de actuar y unas mismas reglas, que proporcionan seguridad al grupo y una vinculacién mutua, La cultura también ejerce una impronta sobre los individuos, que quedan emocionalmente ligados a las propias costumbres. La inclinacién a defender lo propio, acentuando sus contrastes, ha contribuido al proceso de diferenciacién cultural y a la mul- tiplicidad de las culturas. La sancién social 0 agre~ sién de acomodacién a la norma puede considerarse como una tendencia innata que impulsa a reaccionar defensivamente frente a las desviaciones de las nor- m La territorialidad se puede entender como la ten- dencia innata a ocupar, delimitar y defender un terri- y el hombre coloniza territorios a distin- ontribuyendo el territorio a reforzar su identidad cul- torio, tos niveles, ¢ vinculacion con el habitat y su prop tural 148 — ANTROPOLOGIA Finalmente, el reconocimiento de los componen- tes filogenéticos de nuestro comportamiento no impi- de valorar también la importancia de la historia y de las tradiciones culturales aprendidas. Ahora bien, la antropologia no debe olvidarse de que en el hombre ¥ en la cultura intervienen en cierta medida las adapta- ciones filogenéticas. La estructura basica del com- portamiento social esté modulada en distintos aspec tos, como en la inclinacién al territorio, formacién de jerarquias, formacién de pareja, diferenciacién de roles segiin el género y en la misma configuracién del grupo. ‘Una especie de gramatica universal del comporta- miento afecta también a la misma cultura, como pode- ‘mos inferir de las llamativas semejanzas observadas BIBLIOGRAFIA entre 1s ritualizaciones biol6gicss y as cul, También es cierto que nuestra constitucién bight no puede adaptarse al vertiginoso cambio cus podrian darse ciertas contradicciones entre algy de nuestras adaptaciones seleccionadas duraee’™ larga etapa de cazadores-recolectores el mo! vida urbano de las sociedades industriales. En ys caso, el conocimiento de nuestras adaptaciones genéticas nos ayudara a conocer el alcance de flujo. 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