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La 

acidificación de las aguas de lagos, ríos y mares dificulta el desarrollo de vida acuática, lo


que aumenta en gran medida la mortalidad de peces. Igualmente, afecta directamente a
la vegetación, por lo que produce daños importantes en las zonas forestales, y acaba con
los microorganismos fijadores de nitrógeno.2

Una gárgola que ha sido dañada por la lluvia ácida.

El término "lluvia ácida" abarca la sedimentación tanto húmeda como seca de contaminantes


ácidos que pueden producir el deterioro de la superficie de los materiales. Estos
contaminantes que escapan a la atmósfera al quemar carbón y otros componentes fósiles
reaccionan con el agua y los oxidantes de la atmósfera y se transforman químicamente en
ácidos sulfúrico y nítrico. Los compuestos ácidos se precipitan, entonces, caen a la tierra en
forma de lluvia, nieve o niebla, o pueden unirse a partículas secas y caer en forma de
sedimentación seca.
La lluvia ácida, por su carácter corrosivo, corroe las construcciones y las infraestructuras.
Puede disolver, por ejemplo, el carbonato de calcio, CaCO3, y afectar de esta forma a los
monumentos y edificaciones construidas con mármol o caliza.
Un efecto indirecto muy importante es que los protones, H+, procedentes de la lluvia ácida,
arrastran ciertos iones del suelo. Por ejemplo, cationes de hierro, calcio, aluminio, plomo o
zinc. Como consecuencia, se produce un empobrecimiento en ciertos nutrientes esenciales y
el denominado estrés en las plantas, que las hace más vulnerables a las plagas.
Los nitratos y sulfatos, sumados a los cationes lixiviados de los suelos, contribuyen a
la eutrofización de ríos, lagos, embalses y regiones costeras, lo que deteriora sus condiciones
ambientales naturales y afecta negativamente a su aprovechamiento.
Un estudio realizado en 2005 por Vincent Gauci3 de Open University, sugiere que cantidades
relativamente pequeñas de sulfato presentes en la lluvia ácida tienen una fuerte influencia en
la reducción de gas metano producido por metanógenos en áreas pantanosas, lo cual podría
tener un impacto, aunque sea leve, en el efecto invernadero.4

Soluciones[editar]
Entre las medidas que se pueden tomar para reducir las emisiones de los agentes
contaminantes de este problema, contamos con las siguientes:

 Reducir el nivel máximo de azufre en los diferentes combustibles.


 Trabajar en conjunto con las fuentes fijas de la industria para establecer disminuciones
en la emisión de óxidos de azufre (SOx) y de nitrógeno (NOx), usando tecnologías para el
control de emisión de estos óxidos.5
 Impulsar el uso de gas natural en diversas industrias.
 Introducir el Convertidor catalítico de tres vías.
 Conversión a gas en vehículos de empresas mercantiles y del gobierno.
 Ampliación del sistema de transporte eléctrico.
 Instalación de equipos de control en distintos establecimientos.
 Adición de un compuesto alcalino en lagos y/o ríos para neutralizar el pH.
 Control de las condiciones de combustión (temperatura, oxígeno, etc.).
La acidificación de las aguas de lagos, ríos y mares dificulta el desarrollo de vida acuática, lo
que aumenta en gran medida la mortalidad de peces. Igualmente, afecta directamente a
la vegetación, por lo que produce daños importantes en las zonas forestales, y acaba con
los microorganismos fijadores de nitrógeno.2

Una gárgola que ha sido dañada por la lluvia ácida.

El término "lluvia ácida" abarca la sedimentación tanto húmeda como seca de contaminantes


ácidos que pueden producir el deterioro de la superficie de los materiales. Estos
contaminantes que escapan a la atmósfera al quemar carbón y otros componentes fósiles
reaccionan con el agua y los oxidantes de la atmósfera y se transforman químicamente en
ácidos sulfúrico y nítrico. Los compuestos ácidos se precipitan, entonces, caen a la tierra en
forma de lluvia, nieve o niebla, o pueden unirse a partículas secas y caer en forma de
sedimentación seca.
La lluvia ácida, por su carácter corrosivo, corroe las construcciones y las infraestructuras.
Puede disolver, por ejemplo, el carbonato de calcio, CaCO3, y afectar de esta forma a los
monumentos y edificaciones construidas con mármol o caliza.
Un efecto indirecto muy importante es que los protones, H+, procedentes de la lluvia ácida,
arrastran ciertos iones del suelo. Por ejemplo, cationes de hierro, calcio, aluminio, plomo o
zinc. Como consecuencia, se produce un empobrecimiento en ciertos nutrientes esenciales y
el denominado estrés en las plantas, que las hace más vulnerables a las plagas.
Los nitratos y sulfatos, sumados a los cationes lixiviados de los suelos, contribuyen a
la eutrofización de ríos, lagos, embalses y regiones costeras, lo que deteriora sus condiciones
ambientales naturales y afecta negativamente a su aprovechamiento.
Un estudio realizado en 2005 por Vincent Gauci3 de Open University, sugiere que cantidades
relativamente pequeñas de sulfato presentes en la lluvia ácida tienen una fuerte influencia en
la reducción de gas metano producido por metanógenos en áreas pantanosas, lo cual podría
tener un impacto, aunque sea leve, en el efecto invernadero.4

Soluciones[editar]
Entre las medidas que se pueden tomar para reducir las emisiones de los agentes
contaminantes de este problema, contamos con las siguientes:

 Reducir el nivel máximo de azufre en los diferentes combustibles.


 Trabajar en conjunto con las fuentes fijas de la industria para establecer disminuciones
en la emisión de óxidos de azufre (SOx) y de nitrógeno (NOx), usando tecnologías para el
control de emisión de estos óxidos.5
 Impulsar el uso de gas natural en diversas industrias.
 Introducir el Convertidor catalítico de tres vías.
 Conversión a gas en vehículos de empresas mercantiles y del gobierno.
 Ampliación del sistema de transporte eléctrico.
 Instalación de equipos de control en distintos establecimientos.
 Adición de un compuesto alcalino en lagos y/o ríos para neutralizar el pH.
 Control de las condiciones de combustión (temperatura, oxígeno, etc.).

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