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La luz ha sido objeto de estudio desde hace muchísimo tiempo, así como también
los fenómenos que produce. Actualmente se conocen dos modelos que intentan explicar
el comportamiento de la misma: la teoría crepuscular y la teoría ondulatoria.
A mediados del siglo XVII, fue Isaac Newton quien propuso que el comportamiento de
la luz en los fenómenos ópticos de reflexión y refracción se podría explicar con el modelo
corpuscular que proponía, suponiendo que la luz está formada por diminutas “partículas”
y que se movían a una velocidad muy alta.
Años más tarde, Thomas Young inicio un estudio muy amplio con rayos de luz,
llegando a la conclusión de que todos los fenómenos se podían explicar basándose en que
la luz está compuesta por ondas. Y para sorpresa de Newton, explico también que sus
anillos estaban dados por un fenómeno de interferencias, las zonas de luz eran producidas
por un “acoplamiento constructivo” y las zonas de oscuridad era en resultado de que dos
ondas se “acoplan destructivamente”.
Cuando la luz de una fuente pasa a través de una abertura pequeña circular de
diámetro a, no produce un punto brillante como imagen, sino un disco circular difuso
conocido como “disco de Airy” mucho más débil rodeado por anillos concéntricos
circulares.
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Este ejemplo de difracción es de gran importancia porque el ojo y muchos
instrumentos ópticos tienen aberturas circulares. En general se dice que todo sistema
óptico está limitado por difracción.
Una abertura circular produce un patrón de difracción conocido como “patrón de Airy”.
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Manchas de Airy para aperturas de diámetro creciente.
“Para resolver dos objetos por una lente circular de diámetro D, el límite de difracción de
resolución ocurre cuando la imagen del segundo objeto se localiza en la posición del
primer mínimo del patrón de difracción del primer objeto.”