MONTESSORI

P
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PEDAGOGÍA
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Este libro está protegido por la ley. Ha sido objeto de un depósito legal.
Está prohibida su reproducción.
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N°ISBN: 978-2-491847-08-1
© Escuela Viva Editorial 2020 Las Grandes historias
Diseño de portada: Corinne Leveuf Vanessa Toinet - Sylvia Dorance
Traducción: Paula Córdova Gastiaburu

escuela viva

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 Índice

¡Qué aventura! ...........................................................................................6

Generar conocimiento...............................................................................9
Cinco historias fantásticas.......................................................................10
La dimensión espiritual ........................................................................... 11
Los aspectos prácticos del procedimiento............................................... 12
La informacion científica ......................................................................... 14
Los puntos fuertes pedagógicos .............................................................. 14
Fomentar el descubrimiento y la experimentación en la naturaleza ...... 16
Las Grandes historias para todos............................................................. 16
Rigurosidad científica .............................................................................. 17
La historia de la Tierra (relato 1) .............................................................. 19
La historia de la vida sobre la Tierra (relato 2) .........................................30
La historia del hombre (relato 3).............................................................. 41
La cinta negra ..........................................................................................49
La historia de la escritura (relato 4)..........................................................55
La historia de las cífras (relato 5) .............................................................66
Conclusión...............................................................................................73

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¡Qué aventura!
¡Uf! ¡Qué aventura! Elaborar y escribir este libro ha sido muy complejo y
apasionante a la vez.
Complejo porque, en primer lugar, reunir el material de estas Grandes his-
torias requiere mucha documentación en los campos de la astronomía, la
paleontología, la prehistoria y la historia. Y hay que entender bien toda la
información recabada antes de intentar transmitirla. No es fácil hacer divul-
gación científica para niños pequeños a través de textos claros y atractivos
y respetando los hechos probados por los especialistas. Al elegir fórmulas
simples, uno puede caer fácilmente en la simplificación incorrecta o inclu-
so en la interpretación errónea.
Complejo también en el plano literario, porque las Grandes historias deben
ser relatos que apetezcan escuchar, tanto (si es posible) como las histo-
rias que se leen regularmente a los niños para entretenerlos o antes de ir
a dormir. Deben ser sugestivas, despertar su imaginación. Un verdadero
rompecabezas con el que nunca hemos terminado de sentirnos satisfe-
chas del todo. Somos conscientes de no haber llegado a tanto como nos
hubiese gustado. Pero un día hay que decidirse. Tal vez ustedes mismos
consigan mejorar estas historias cuando se apropien de ellas y les den vida.
Estaríamos encantadas.
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Complejo, finalmente, porque estábamos reelaborando un auténtico mo-
numento. ¿No estaríamos cometiendo una especie de traición al actualizar
estas historias que casi no han cambiado, sea cual sea la versión que se
haya utilizado, desde su invento por Maria Montessori y la reelaboración
que hizo su hijo?
Después de mucha reflexión y de largas discusiones, decidimos lanzarnos a
la piscina porque la necesidad era real. ¡Tantos descubrimientos científicos,
tantos cambios en la sociedad hacen necesaria esta adaptación! Tanto la
misma Maria Montessori como las organizaciones que unen esfuerzos para
transmitir y preservar el espíritu de su pedagogía subrayan lo importante
que es que la enseñanza cambie, evolucione, para que siempre se adapte
a su tiempo. Por lo tanto, hemos tratado de proponer una versión actua-
lizada de las Grandes historias respetando profundamente los principios
fundamentales de este «material».
Todas estas dificultades también hicieron que el proyecto fuera más emo-
cionante. Las restricciones fomentan la creatividad. Y trabajar a dúo tam-
bién. Confrontar ideas, formas de ver las cosas, matizar, enriquecer... un
trabajo de «lluvia de ideas» bastante emocionante. Saber que muchos
educadores, padres y especialistas de la infancia estaban deseosos de que
se publicase esta nueva versión también nos animó mucho. ¡Gracias a las
redes sociales!
Las Grandes historias, muy poco conocidas o desconocidas hoy en día, son
realmente una herramienta maravillosa muy poco utilizada y que satisfará
las necesidades de todo tipo de personas relacionadas con el mundo de la
educación. Este libro ofrece una versión actualizada y científicamente veri-
ficada de las Grandes historias, y presenta un análisis en profundidad de su
función e implementación, por lo que será de gran utilidad para todos en
más de una forma.
A los neófitos, se les mostrará que, lejos de limitarse solo al uso del material
para aprendizajes escolares o a la adquisición de métodos de trabajo rigu-
rosos, y lejos también de preocuparse solo por los niños más pequeños, la
pedagogía Montessori propone una aproximación global, vasta y rica a la
educación en todo su conjunto.
A los docentes partidarios de la pedagogía activa, se les mostrará que las
Grandes historias permiten alejarse de los manuales sin dejar de mante-
ner un hilo conductor sólido. De este modo, estos relatos se erigen en un
marco idóneo alrededor del cual se pueden organizar todos los trabajos e
investigaciones que se quieran llevar a cabo. Incluso permiten cumplir con
las enseñanzas propias del sistema educativo español, aunque relacionán-
dolas más con el niño y dándoles más sentido.
A los montessorianos, esperamos que nuestro libro les ofrezca, antes que
nada, una buena herramienta de trabajo. Pero también una herramienta
de comunicación para expandir y convencer a un público cada vez más
amplio. A lo largo de la realización de esta obra, siempre que explicábamos
a las personas de nuestro entorno, o a nuestros amigos y conocidos, en qué
consisten las Grandes historias, se suscitaba el mismo interés, el mismo
verdadero entusiasmo. No existe la posibilidad de equivocarse.
Las autoras.
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«Enseñar los detalles es generar confusión.
Establecer la relación entre las cosas
es generar conocimiento.»
Maria Montessori
Generar conocimiento
Para Maria Montessori, 6 años es la edad aproximada en la que un niño
entra en la segunda etapa de su desarrollo (que corresponde con ese perío-
do en que les empiezan a temblar los dientes de leche) y cuando entra en
juego la imaginación. Por supuesto que eso no ocurre de pronto, el día del
cumpleaños del niño. Dependiendo del pequeño, esto se da entre los 5 y
7 años. Lo que importa subrayar es que después de varios años de haberse
concentrado en la realidad, lo práctico y lo sensorial, el niño ya está listo
para dar un gran salto. Hacia esa edad empieza a tener la necesidad –y la
capacidad– de situarse respecto al resto de personas, pero también en el
tiempo y en el espacio. Así mismo, es el momento en que está preparado
para entrar en el mundo de las ideas.
A esa edad, lo que la pedagogía Montessori le propone, esencialmente,
al niño es la «educación cósmica». ¡Qué nombre más curioso! Pero aten-
tos, porque Maria Montessori, siempre una profesional seria y rigurosa, no
usa este término tan fantástico al azar. ¿Qué significa «cósmica» bajo su
concepto? La palabra pertenece al espíritu de los relatos cosmogónicos de
las llamadas sociedades primitivas. Se trata de narraciones que revelan la
situación espacio-temporal del niño y de cada miembro de la sociedad en
la que se encuentra. Son relatos que sirven para explicar todo lo que está
presente en el mundo y todo lo que el niño vive. Esos relatos contienen
no solamente la historia de los orígenes, sino también una cronología que
conduce al presente. Por lo tanto, se constituyen en unos elementos y en
un marco de cultura fundamentales, que permiten ayudar al niño a tomar
conciencia de su inclusión en un todo y en el que cada individuo es una
pieza; un todo tan vasto como el Universo y tan duradero como el Tiempo.
¡Qué concepto! ¿Cómo hablarle de todo esto a un niño pequeño? Y, sobre
todo, ¿cómo hacérselo descubrir y experimentar? La respuesta montesso-
riana es: mediante las «Grandes historias».
Cinco historias fantásticas
«Niños, sentémonos cómodamente y abrid bien vuestras orejas. Os voy a
contar una historia muy bonita.» Así podría comenzar cada sesión dedi-
cada a las Grandes historias. Incluso se podrían utilizar las clásicas fórmu-
las que utilizan los narradores para captar la atención del auditorio y para
sumergirlo en una impaciente espera.1 Pues se trata de poner a trabajar
la imaginación de los niños y de despertar en ellos una inmensa curiosi-
dad. Las cinco historias que vamos a contarles, en el transcurso de algunos
meses, son:
• La historia de la Tierra,
• la historia de la vida sobre la Tierra,
• la historia del hombre,
• la historia de la escritura
• y la historia de los números.
1. De usted depende elegir la fórmula que se adapte a la edad de los niños que conformen su
audiencia. Aquí damos algunos ejemplos. Algunos proceden de culturas africanas, mientras
que otros ya se utilizaban en la Edad Media o en la Antigüedad... «Descubriremos una historia,
pero para eso, debemos abrir una puerta grande y encontrar la clave. La clave es cric-crac...» El
narrador es CRIC, los niños son CRAC... Si el CRAC es tímido, comienza de nuevo diciendo que
esta puerta es enorme... «Si quieres saber qué dice mi historia, silencio, escucha, yo te lo diré...»
«¡Silencio, haz silencio, comienza mi historia!» «Abre bien tus tres orejas, dos a cada lado de la
cabeza, pero también la oreja grande del corazón.» «¡Cierra la boca, abre tus oídos! Mi historia
se acerca. ¡Aquí está!» Con humor: «Prestadme vuestras orejas, luego os las devolveré.»
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Contrariamente a la aproximación que propone la educación tradicional,
que parte del niño y de su universo próximo para ir expandiendo, de for-
ma progresiva, los conocimientos en círculos concéntricos, las Grandes
historias parten del infinito del espacio y del tiempo para llegar al niño.
De este modo, al contarle una historia verdadera pero extraordinaria se
apela directamente a su imaginación y a su poder de fascinación. De ahí,
la necesidad de relatos basados en una realidad científica e histórica, y, a
la vez, en una forma de poesía. El narrador adulto debe hacerlo soñar, des-
pertarle la pasión y el deseo de prolongar los relatos a través de múltiples
investigaciones.
La dimensión espiritual
Pero las Grandes historias son más que una herramienta de enseñanza. La
palabra «cósmico» también proviene del hecho de que Maria Montessori
tenía una concepción particular del papel de cada ser humano en relación
con el «vasto mundo», es decir, en relación con otras personas, con otros
seres vivos, con la naturaleza y el medioambiente que debemos preservar...
Para Maria Montessori, cada individuo tiene un deber que cumplir para
construir, mantener y perpetuar el equilibrio general. Estas Grandes histo-
rias siembran semillas de conciencia. Por lo tanto, debemos ayudar a cada
niño a encontrar su lugar, a actuar, a interactuar en el conjunto que consti-
tuye la sociedad humana, incluso en la naturaleza, en el Universo y en la
Historia universal. Es el espíritu del proverbio de los nativos norteamerica-
nos retomado más tarde por Antoine de Saint-Exupéry: «No heredamos la
Tierra de nuestros padres, la tomamos prestada de nuestros hijos». Para
Maria Montessori, todo está conectado; es interdependiente. Y hay que
permitirle al niño conectarse a esa red.
No podemos hablar de todo esto sin abordar el ámbito religioso. No solo
porque «religión» proviene de la palabra latina re-ligare que significa «li-
gar o amarrar con intensidad», sino también porque Maria Montessori era
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creyente, lo que sin duda tuvo un gran impacto en sus iniciativas educati-
vas. De este modo, existen versiones claramente religiosas de las Grandes
historias en las que Dios tiene, por supuesto, un lugar importante. No es
ninguna de esas versiones la que hemos elegido para este libro. Por un
lado, porque está dirigido a todos los lectores, educadores y padres de
toda creencia o no creyentes. Por otro lado, porque la dimensión religio-
sa puede ser incorporada por los padres que lo deseen, según su cultura
y su espiritualidad. En una clase Montessori, puede haber niños de fami-
lias provenientes de diferentes credos, ateos o agnósticos. La educación
montessoriana es también una educación del compartir, del diálogo, de
la apertura y de la paz. Recordemos que Maria Montessori fue nominada
tres veces para el Premio Nobel de la Paz. En ese contexto, el grupo de los
propios niños cumple un importante rol mediador: tratan las diferencias de
opinión y de creencia; hablan de ello, por supuesto; permiten el descubri-
miento profundo del otro y de sus ideas. Sin duda, es la mejor herramienta
contra la intolerancia y el extremismo.
Los aspectos prácticos del procedimiento
Como un texto leído podría aburrir a los niños, nosotros CONTAMOS una
historia. Solo nos saldrá bien si esa historia nos habla a nosotros mismos.
De ahí la necesidad de apropiarse de las Grandes historias antes de com-
partirlas. Lo ideal es hacerlo sin el texto, pero es cierto que resulta un poco
difícil. Para mantener el hilo y no olvidar ningún elemento importante de
la cronología, puede tener cerca algunas notas de referencia. En el peor de
los casos, si decide leer, cultive igualmente la espera, a la vez que la drama-
tización, el poder de lo oral, el trabajo del narrador.
Los espacios en blanco que colocamos entre los párrafos sugieren silencios:
es el momento de la emoción, momento en el que los niños pueden apro-
piarse y «digerir» la información nueva, dejar que su imaginación haga el
trabajo de evocación. Hable despacio, con emoción y solemnidad, aunque
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sin excederse, claro. Los niños necesitan sentir que estos textos también
resuenan dentro de usted. Se trata de cautivar su atención y de hacer un
llamado a su imaginación.
También usará esquemas, imágenes o dibujos con un fuerte poder evo-
cador. A partir de la invención de las Grandes historias, Maria Montessori
recomendó acompañarlas de láminas. Le aconsejamos que utilice los recur-
sos de internet o de su biblioteca para elegir e imprimir bonitas imágenes
que presenten y acompañen las historias. Por supuesto, también puede
mostrarlas en una tableta digital. A lo largo de las historias también propo-
nemos pistas de investigación.
Como es habitual en la pedagogía Montessori, las Grandes historias no
son textos fijos, ni escritos cerrados, inmutables y dogmáticos. Podemos
integrar avances científicos y actualizarlos. Por ejemplo, les hemos propor-
cionado información sobre el «bombardeo» que sufrió la Tierra por parte
de unos cometas, porque existe una teoría ampliamente compartida en
el mundo científico sobre el hecho de que los cometas trajeron las prime-
ras formas de vida. La dificultad consiste en ser preciso sin entrar dema-
siado en el detalle. Debemos encontrar el equilibrio entre ser sintéticos,
darles a los niños una visión global y ser comprensibles, evocadores, y,
al mismo tiempo, mantener un gran rigor científico. Debemos abrirles la
mente y la comprensión, facilitar la memorización, pero evitar saturarles
de información.
Por supuesto, también es posible adaptar la forma literaria de las Grandes
historias según su propio talento y sensibilidad (más o menos poética, más
o menos épica), o las herramientas visuales que las acompañan (esquemas,
fotos, dibujos, láminas) o incluso las pequeñas experiencias que se pueden
mostrar a lo largo de la historia (ver pág. 28, el gran clásico: la experiencia
del volcán). La presentación se extiende a lo largo de varios meses. No es
obligatorio ni aconsejable terminar una historia en una sola sesión. El sus-
pense es una buena herramienta para captar la atención.
13
La información científica
Las Grandes historias son, como hemos dicho, historias que se cuen-
tan. Con la idea de completar la información científica que quizás
pueda necesitar para responder a las preguntas que los niños cu-
riosos no dejarán de hacerle, pues desean «pruebas» («¿cómo sabe-
mos…?» o «¿cómo estamos seguros de que…?»), acompañamos cada
historia con información científica adicional.
En aras de ser rigurosos, hemos hecho validar la información que contie-
nen por un astrónomo y una prehistoriadora profesionales.
Los puntos fuertes pedagógicos
Las cinco Grandes historias proporcionan una trama, una serie de puntos
de referencia. De ninguna manera se trata de lecciones (por supuesto, ¡no
deben ser objeto de evaluación!). Al contrario, son −¡criterio innovador!−
una herramienta para despertar la curiosidad. Incluso pueden servir para
despertar esa curiosidad en algunos niños en los que se ha visto mitiga-
da por varias razones. Constituyen el eje cronológico sobre el que se arti-
cularán todas las investigaciones y todos los aprendizajes posteriores: la
astronomía, la geología, la climatología, el estudio de la naturaleza y los
seres vivos (botánica, estudio de los ecosistemas, zoología), la Prehistoria,
la Historia, el estudio de las civilizaciones, los idiomas, la geografía...
También son una herramienta de interdisciplinariedad bastante adaptada
a la pedagogía activa, con la que los niños aprenden la lengua española
mientras escriben sobre la reproducción de los pingüinos emperadores,
aprenden cálculo convirtiendo en kilómetros la dimensión de nuestra ga-
laxia expresada en años luz o materializando el tamaño colosal de algunos
dinosaurios. Se abren a una cultura mucho más amplia que la informa-
ción «procesada» de los manuales. A través de las Grandes historias, el
niño puede clasificar en el espacio y en el tiempo todo lo que descubre,
14
y relacionarlo luego con él mismo: tanto los elementos más lejanos y más
antiguos (estrellas, galaxias, dinosaurios, Homo erectus...) como los elemen-
tos o hechos más cercanos y recientes (la geografía de su país, la historia
de la Segunda Guerra Mundial, etc.). El niño se convierte en el punto de
referencia. Él sabe dónde encontrarse y dónde encontrar todo el resto.
Para fijar sus ideas y ayudarlo a visualizar la cadena del tiempo y la del
espacio, se le proporcionan esquemas cronológicos: la línea del tiempo,
que cuenta la historia de la aparición y evolución de la vida en la Tierra; el
esquema del Homo, que es una especie de zoom y muestra la evolución
del hombre; la Cinta negra, que relativiza la duración de la presencia del
hombre en la Tierra.1 También se le proporciona esquemas o documentos
visuales (el sistema solar, por ejemplo) que presentaremos más adelante, en
cada una de las Grandes historias.
Aprovechar al máximo las Grandes historias supone prepararse para el im-
pulso explorador de los niños, estar disponible y alentar a quienes hacen
preguntas, motivarlos a que realicen su propia investigación, solos o en gru-
pos pequeños, en libros o en internet, etc. En seguida comprenderemos la
importancia de poner a su disposición una biblioteca rica y abundante, de
permitirles el acceso a internet (tomando las precauciones necesarias, por
supuesto, con el uso de la función de control parental), de llevarlos a museos
y darles la oportunidad de sumergirse al máximo en la naturaleza. El entor-
no preparado también debe incluir una colección de fósiles y minerales, un
acuario, un herbario incompleto, un globo Montessori en bruto, un globo
más clásico, un atlas, etc. Los fósiles y otros tesoros naturales (como rocas
volcánicas) pueden servir como acicate o, más bien, como una extensión
1. La colección Montessori Paso a Paso incluye un libro de un centenar de páginas para re-
cortar y armar, de manera sencilla, herramientas pedagógicas: Las Líneas del tiempo (está
incluida una versión sencilla que hay que completar con dibujos y palabras); el Esquema del
Homo; los elementos para llevar a cabo la Cinta negra. Estos documentos han sido validados
por dos prehistoriadores. escuela-viva.net.
15
de las Grandes historias. Idealmente, la escuela debería estar en la natura-
leza. Algunos niños optarán por enfocar su investigación en la historia de
la ciencia y los descubridores, lo que promueve la idea montessoriana
de identificarse con héroes y personajes. Todo esto servirá para alimentar la
inmensa e inagotable curiosidad que habrá nacido a partir de las Grandes
historias.
Sus cualidades narrativas, su fuerte poder atractivo, la increíble riqueza
que poseen, permiten que estos niños se comprometan a realizar, de forma
voluntaria y rápida, los trabajos que más les apasionan.
Rigurosidad científica

Fomentar el descubrimiento
y la experimentación en la naturaleza
Las Grandes historias son también el punto de partida para todo tipo de
actividades al aire libre:
- en astronomía: la observación mediante instrumentos (binocu-
lares, telescopio), la fabricación de un telescopio, el reconocimiento de
constelaciones…
- en geología: la búsqueda de fósiles, el trabajo sobre las rocas...
- en observación y preservación de la naturaleza: el descubrimiento de la
especie (fauna y flora), el uso de una lupa o un microscopio...
- en historia y prehistoria: la fabricación de cabañas como las de los prime-
ros hombres, de propulsores de caza, de boomerangs...
Las Grandes historias para todos
Para concluir esta introducción general a las Grandes historias, nos gustaría
advertirle de lo siguiente: muchas historias que circulan en internet contie-
nen errores científicos. Por ejemplo, a menudo se menciona un vacío frío
antes del Big Bang. Ese preámbulo tiene la ventaja de apelar a los sentidos
y ser muy evocador pero... ¡nadie sabe hoy lo que había antes del Big Bang!
Esta teoría está bastante generalizada en la comunidad científica e inclu-
so parte de la suposición de que el Universo ya existía, en una forma tan
concentrada que su densidad y su calor habrían dado origen al Big Bang.
Otro ejemplo es la aparición del pelaje de los mamíferos en el supuesto
clima frío del Jurásico, cuando en realidad el Jurásico fue un período ca-
luroso, etc. Pero hay algo aún más grave: algunas historias importantes
no mencionan la evolución. De repente sacan a relucir al hombre que co-
nocemos hoy, sin conectarlo con el Homo erectus y mucho menos con el
Australopithecus. ¿Va en serio? ¿Quién va a creérselo? Se pueden «alimen-
tar» totalmente las Grandes historias con las convicciones religiosas que
se tengan y que se desean transmitir a los niños, cualquiera que sea su
naturaleza, sin caer en la desinformación.

El formato de estas historias las hace accesibles a TODOS los niños. No

son solo para los más avanzados. Estos relatos, incluso, pueden ayudar a
recuperar la «brújula» y el «reloj interno» a aquellos niños con dificultades.
De este modo, se convierten en una referencia espacio-temporal. También
ayudan a los niños que provienen de la educación tradicional y que justo se
acaban de subir al tren montessoriano, siempre en movimiento.

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 La historia de la Tierra

Os voy a contar una historia extraordinaria: la de las estrellas y la de los

planetas. La de la creación del Universo y la de nuestra Tierra. Como el
comienzo de esta historia sucedió hace mucho mucho tiempo, no se sabe
muy bien cómo ocurrió en realidad. Pero por suerte tenemos lo que pien-
san los especialistas que observan el cielo con telescopios y se pasan el día
haciendo cálculos. Al principio hubo una gran explosión: el Big Bang. ¡En
inglés eso significa el Gran Boom! Los científicos piensan que así fue como
nació el Universo. Seguro que ahora os estaréis preguntando si había algo
antes de este brutal acontecimiento. Pues… ¡No sabemos nada!

El Universo comenzó a hincharse como un pastel dentro de un horno.

¡Fiiuuuuuuuu! En algunas partes la masa estaba más concentrada y las
partículas se chocaban entre sí. El calor aumentaba. Todo estaba tan ar-
diente que la masa se pegaba y formaba enormes grumos, bolas luminosas
y sobre todo muy muy calientes: las estrellas. En efecto, las estrellas son
bolas de gas gigantes y ardientes que flotan en el espacio.

Nuestro Sol es una de esas estrellas. Cuando se formó, todavía había restos
de materia que giraba a su alrededor y que chocaban entre sí. De tanto gol-
pearse unos con otros, estos restos empezaron a adherirse y a formar otras

18 19
bolas gigantescas, un poco como una bola de nieve que se agranda cuando
se la hace rodar. Esas bolas son los planetas. Nuestra Tierra es un planeta.
Se formó hace 4.600 millones de años.

El sistema solar

Sol Urano

Luna
Neptuno
Mercurio
Saturno
Júpiter
Marte
La Tierra
Venus

20 21
Las estrellas no están aisladas en el Universo. Están agrupadas en discos las nubes. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Los chorros de
enormes que giran y giran y que se llaman galaxias. Una galaxia contiene vapor, fríos, comenzaron a fluir en corrientes, torrentes, riachuelos, ríos…
miles de millones de estrellas. De noche, si miramos el cielo oscuro, po- Formaron los primeros océanos. Restos de masa que flotaban todavía en
demos ver una franja larga y clara que lo atraviesa entero. Se parece a un el espacio, y que se llaman asteroides y cometas, se estampaban contra la
camino de leche. Es por eso que a nuestra galaxia se le llama Vía Láctea. Tierra y traían enormes cantidades de roca y de agua. «El planeta Fuego
Hay miles de millones de galaxias en el Universo. se convirtió en el planeta Mar.»1 Pero todavía no había ni un ladrido, ni un
canto de pajarito, ni un ruido de grillo en las hierbas altas y secas, ni un solo
Mostrar las fotos de la Vía Láctea y de la galaxia (págs.24-25) movimiento de hojas, ¡nada vivo! Hubo que esperar mil millones de años
antes de que la primera chispa apareciera. ¿Os imagináis? ¡Mil millones de
Entonces, el Universo es como un enorme y divertido carrusel: vivimos años! ¡Pero esa es otra historia!
en un planeta que gira, gira y gira alrededor del Sol. El Sol gira dentro de
una galaxia como en una gran noria de feria. La galaxia se desplaza entre una
multitud de centenas de galaxias. Esa multitud de galaxias se aleja de otras
multitudes de galaxias debido a la gran expansión que comenzó con el Big
Bang. ¡Y todo eso, hasta el infinito! No se sabe si eso se detendrá algún día.
No se sabe tampoco si el Universo termina en algún lugar o si continúa
lejos, lejos, lejos… ¡Es un misterio! Y nuestra pequeña Tierra se deja llevar
por todo este inmenso movimiento.

Al principio de todo, la Tierra no era para nada, pero para nada en ab-
soluto, tal como la conocemos hoy en día. En esa Tierra bebé, no había
humanos, ni animales, ni árboles, ni flores, ni ríos, ni mares, ni montañas.
Era una bola ardiente y blanda de roca fundida que giraba sobre sí misma
como una peonza y también realizaba su ronda alrededor del Sol. Por to-
dos lados, los volcanes escupían ríos de lava. Gigantescos chorros de vapor
hirviendo subían hasta el cielo rojo. ¡No era el planeta Tierra, sino el plane-
ta Fuego!

Y después, muy muy lentamente, la superficie de la Tierra se enfrió. La

lava se endureció y formó una corteza de roca sólida. De este modo, los
continentes y las montañas pudieron formarse. Todavía hacía un calor in-
soportable. En el cielo rojo como de puesta de sol, la espesa atmósfera de
gas y de vapor acumulados terminó por enfriarse también y se formaron 1. Extraído de la película Génesis, de Claude Nuridsany y Marie Perennou.

22 23
La Vía Láctea,
nuestra galaxia,
y Andrómeda,
una galaxia
muy similar
a la nuestra.

© Malyshchyts Viktar - Fotolia

© Malyshchyts Viktar - Fotolia

24 25
Información complementaria
El «acontecimiento» más antiguo conocido en nuestro Universo es el Big
Bang. No se trata de una explosión, como se dice habitualmente, sino de
una formidable y brutal expansión. Los científicos ignoran lo que había
antes. Se apoyan en el hecho de que el Universo todavía está, actual-
mente, en un proceso de expansión. Multitudes de galaxias se alejan unas
de otras, y lo hacen a mayor velocidad cuanto más alejadas estén unas de
otras: aproximadamente 22 kilómetros por segundo (km/s) por cada millón
de años luz de distancia. Existen dos hipótesis: o la expansión del universo
continuará hasta el infinito, o se hará más lenta y luego se revertirá. En el
segundo caso, toda la materia del Universo terminaría por concentrarse de
nuevo, hasta que se produjera un «Big Crunch» (o gran colapso). ¿Acaso
esto ya ocurrió antes del Big Bang? ¡Nadie lo sabe!
La fecha del Big Bang (aproximadamente 15.000 millones de años) se pre-
cisó gracias a la captura de su radiación por satélites (Cobe en 1989, WMAP
en 2008, Planck en 2013). En internet, se pueden ver imágenes de su ra-
diación si tecleamos «radiación del Big Bang» y seleccionamos la opción
«imágenes».
Debido a la brutal dilatación del Universo, la materia rápidamente se di-
luyó y se enfrió. Se trataba de una sopa caliente de «plasma» en la que los
elementos que conforman los átomos (electrones que giran alrededor de
un núcleo) no estaban aún organizados. Algunas zonas más concentradas
que otras terminaron siendo el origen de las galaxias, que, al inicio, eran
grandes «grumos» de materia.
Las estrellas, como nuestro Sol, nacen de las galaxias. La nube de mate-
ria de la galaxia no es homogénea. En algunos lugares, la materia es más
concentrada y a veces se colapsa en enormes bolas cada vez más densas.
Debido a la atracción (o gravedad), la materia se concentra y el corazón de
26
la bola se hace cada vez más denso y cada vez más caliente. Entonces se
desencadenan algunas reacciones nucleares: es el encendido de la estrella.
Por el contrario, si la «bola» no es lo suficientemente grande y no ha atraído
hacia ella la materia necesaria, la temperatura de su núcleo (en el interior)
nunca será suficiente para que se disparen las reacciones nucleares. En ese
caso la bola se convertirá en un planeta. Hay planetas gaseosos de muy
poca densidad y planetas rocosos (o telúricos), de gran densidad. Los cuatro
planetas gaseosos de nuestro sistema solar son Júpiter, Saturno, Urano,
y Neptuno. La Tierra es, por su puesto, un planeta telúrico, como Marte,
Mercurio y Venus. Plutón, que durante mucho tiempo fue considerado el
noveno planeta principal de nuestro sistema solar, actualmente se clasifica
dentro de la familia de planetas enanos. En el gran movimiento general, los
planetas están en órbita alrededor de una estrella porque han sido captu-
rados por su campo de atracción. Nuestra Tierra nació de esa forma, por
acumulación de materia. Ella gira alrededor del Sol al mismo tiempo que
gira sobre si misma. En internet (YouTube), hay muchos vídeos sobre el
tamaño respectivo de los planetas: ¡Es muy visual!
El Universo es una suerte de juego interconectado: los planetas giran alre-
dedor de una estrella; las estrellas giran dentro de una galaxia; las galaxias,
compuestas por varios miles de millones de estrellas, forman cúmulos de
cientos o miles de galaxias, que se reagrupan en súpercumulos, que a su
vez se reagrupan en «muros» (o filamentos), y así se ramifican hasta el infi-
nito. Se pueden ver imágenes de simulación de filamentos de galaxias en
internet.
En el Universo, las distancias son gigantescas. La luz viaja a 300.000 km/s;
es decir, 4 millones de veces más rápido que un AVE (tren de alta veloci-
dad). «En un segundo, la luz da la vuelta a la Tierra 8 veces. Para nosotros
es rápido. Va a la Luna en 1 segundo y al Sol en 8 minutos. Es rápido pero
relativamente, en realidad, pues los espacios son tan grandes, tan gigantes-
cos, que cuando se comparan con las dimensiones del Universo, la luz
avanza lentamente, a paso de tortuga.» Hubert Reeves
27
Viajando a la velocidad de la luz, necesitaríamos varios millones de años
para salir de nuestra galaxia y llegar a la galaxia más próxima (Andrómeda).
En el Universo, las escalas de tiempo son inmensas. Nuestro Sol y nuestra
Tierra se formaron aproximadamente 10.000 millones de años después
del Big Bang. Y existen desde hace más de 4.000 millones de años. En el
Universo, las temperaturas pueden alcanzar valores extremos. En el co-
razón del Sol, por ejemplo, se llega a los 14 millones de grados.
Hay otro experimento que les permite comprender a los niños cómo la
corteza terrestre se agrieta bajo el efecto del calor y la presión del magma
sobre el que reposa. Haga un puré de patatas bien espeso. Sepárelo en dos.
Coloree la primera mitad con rojo (salsa de tomate) y colóquelo en una olla
pequeña. Ponga encima la segunda mitad del puré sin colorear y cierre bien
los bordes. Ponga la olla a fuego bien suave y espere un poco. En principio,
el puré más claro se agrieta y deja salir al puré rojo. (Pruébelo primero en
casa porque no siempre funciona a la perfección, sobre todo si el puré no
tiene la consistencia necesaria.)

Sugerencias de actividades Un eje de investigación: los estados de la materia, sólido, líquido y gaseoso,
y el paso de uno a otro.

Es el momento de realizar la pequeña actividad del volcán. Lo menciona-

mos porque es un clásico de la pedagogía Montessori. Y también porque
este pequeño experimento divierte e impacta a los niños. Pero, en reali-
dad, fuera del brote de la lava, todo lo demás es falso en ese experimento,
por lo que en algún momento hay que explicarles el truco a los niños: los
productos utilizados no tienen nada que ver con el volcanismo; y la erup-
ción real no se provoca porque algo cae dentro del volcán… Entonces, es
importante mostrarles luego a los niños el dibujo de un verdadero volcán,
con el magma, la chimenea principal, las chimeneas secundarias, el cráter
y los flujos de lava.

Para el pequeño experimento, se coloca una mezcla de vinagre y de

gouache rojo o granadina en un pequeño recipiente vertical (tubo de en-
sayo) que se esconderá bajo un cono de arcilla o de cartón, dejando un
hueco en la cumbre: el cráter. Vierta un poco de bicarbonato de sodio en
el cráter (2 cucharadas soperas es suficiente). Una espuma roja brotará del
cráter y correrá por los flancos del volcán, como si fuera lava. Éxito garan-
tizado. También se puede hacer al revés: colocar bicarbonato en el reci-
piente, y verter luego el vinagre y el colorante.

28 29

La historia de la vida sobre la Tierra
Os voy a contar una historia extraordinaria. ¿Os acordáis del Big Bang?
¿Y de ese gran carrusel que es la Tierra girando alrededor del Sol, que gira
dentro de la galaxia, que se desplaza a toda velocidad en el Universo infini-
to con otros miles de millones de galaxias? La última vez que os hablé de
ello, en la Tierra todavía no había vida. Solo había rocas desnudas y agua.
Y volcanes en actividad. Y aún hacía mucho mucho mucho calor.
En el fondo de los océanos, cerca de fuentes calientes (o hidrotermales) que
calentaba el centro ardiente de la Tierra, nuestro planeta hervía como la ca-
zuela de una bruja. Lo que entonces ocurrió fue casi mágico: la aparición de
la primera y minúscula semilla de vida. ¿De dónde venía exactamente? ¿En
qué instante apareció? Nadie lo sabe en realidad. Algunos científicos dicen
que gracias a las fuentes de calor. Otros se preguntan si la vida no llegó a la
Tierra con los cometas que la bombardeaban sin parar. Lo que se sabe es
que esta historia comienza hace 3.600 millones de años.
La vida, en esa época, era minúscula. Eran granos microscópicos, invisibles
para nuestros ojos, blanditos y muy frágiles que necesitaban esconderse
en huecos de rocas para protegerse y sobrevivir. Hubo que esperar más
de 1.000 millones de años de lenta transformación para que se convirtie-
ran en células protegidas por una cobertura y pudieran ponerse a flotar
30
libremente en el océano. Más adelante, esas células conformaron todas
las formas de vida que conocemos: las algas, los champiñones, todas las
plantas, los animales y… nosotros.
La novedad respecto de las células… es que, por primera vez en la Tierra,
son ¡algo VIVO! «Vivo» significa que nacen, que duran cierto tiempo, y que
son capaces de reproducirse: de dar nacimiento a otras células. Luego mue-
ren. En esa época, lo que estaba vivo se quedaba en el fondo del mar pues
todavía era imposible vivir fuera del agua. La Tierra no estaba todavía ro-
deada por la atmósfera que nos permite respirar actualmente y nada prote-
gía al suelo terrestre de los rayos mortales del Sol.
Primero las células se agruparon para formar divertidos bichitos suaves que
se alimentaban cerca de las fuentes calientes, y que se mantenían prote-
gidos al abrigo de las profundidades oscuras. Poco a poco, se transforma-
ron, subieron a la superficie y fueron capaces de usar la luz del sol como
lo hacen hoy día todas las plantas verdes: absorbían el gas carbónico que
contenía el agua y liberaban oxígeno. Eso se llama fotosíntesis.1 Es gracias
a ese oxígeno que podemos respirar actualmente.
A lo largo de miles de millones de años, empezaron a aparecer animales
muy complejos y extraños: las medusas, con cuerpo blando; los trilobites,
con su caparazón; las hallucigenias, que se desplazaban con sus catorce pa-
tas y tenían espinas sobre la espalda; los amonites, que tenían una concha
como la de los caracoles pero aplanada… y luego los calamares gigantes,
1. Si dispone de una línea de tiempo, es hora de presentársela a los niños y volver a ella a
medida que se desarrolla la historia para fijar bien los hechos en una cronología. Si no tiene
una, puede ser muy interesante construirla con los niños buscando imágenes en internet y en
libros. La enriquecerá a partir de sus descubrimientos (la esponja, el calamar gigante, etc.). No
busque la exhaustividad. No pretendemos eso aquí. Es una misión imposible si se considera la
extensa variedad de especies. Cuidado: por supuesto, se trata de partir de la necesidad y de
las peticiones del niño. Sugerir pero no imponer. Hay un libro sobre Las líneas de tiempo en la
colección Paso a Paso.
31
que tenían ojos tan grandes como las ruedas de un carro. Las plantas tam-
bién se diversificaron: las algas verdes se convirtieron en las campeonas de
la fotosíntesis.

Luego aparecieron los primeros peces. No tenían dientes ni mandíbula,

pero su cuerpo estaba cubierto de placas de hueso. Algunos tenían una
incipiente columna vertebral: el ancestro de la nuestra.

Todo ocurría aún en el fondo de los mares. Sobre la tierra firme no había
todavía ni plantas ni animales… ni siquiera el menor ruido que no fuera el
de la lluvia, el trueno y el viento.

Aquí es posible realizar una pausa si considera que los alumnos no están lo
suficientemente motivados o atentos. Puede retomar la historia tras varios
días o incluso semanas. Si fuera el caso, comience lo que sigue con un
pequeño recordatorio.

Trilobites fósiles >

© Petrie - Fotolia

32 33
Entonces todo se aceleró. Peces con escamas y con aletas poblaron los
mares. Las plantas fueron las primeras en salir del agua. Pudieron comen-
zar a adaptarse en los momentos de marea baja. En el agua, frecuente-
mente flotaban. Sobre tierra firme, las plantas se «inventaron» raíces para
fijarse en el suelo y absorber su alimento. Eran algas, musgos, helechos, y
luego un árbol extraordinario: el Ginkgo biloba, que todavía existe en la
actualidad.
© Dbalibda - Fotolia
Ginkgo biloba, un árbol que ha existido
durante cientos de millones de años.
34
Algunos peces también sacaron sus narices fuera del agua. Se arrastraron
apoyándose en sus aletas. El ichthyostega, el primer animal de cuatro pa-
tas, y otros animales continuaron viviendo tanto dentro como fuera del
agua. Tenían dos sistemas de respiración: branquias como los peces, para
respirar bajo el agua, y un sistema nuevo, los pulmones, para respirar fuera
del agua. Incluso existió un animal que le dio la espalda al mundo marino
y se puso… a volar: la libélula gigante, el primer animal volador, tan grande
como un águila. ¿Os lo imagináis? Una libélula tan grande como un águila.
Unos helechos altos como árboles «inventaron» un nuevo sistema para
reproducirse: la semilla. Formaron inmensos bosques. Aparecieron pinos.
Cuando esas plantas murieron, sus hojas y sus troncos se amontonaron
en grandes cantidades. Pronto fueron recubiertos por tierra. Se quedaron
millones de años enterrados hasta que el hombre cavó la tierra y se los
encontró de nuevo… aunque convertidos en petróleo y carbón que en la
actualidad extraemos del subsuelo.
Los animales también se multiplicaron en esa época. Algunos todavía vivían
medio en el agua, medio en la orilla. Se les llamó anfibios. Era la familia de
las ranas. Sin embargo, todo tipo de insectos, de arañas, de escorpiones y
de lagartos comenzaron a vivir únicamente fuera del agua.
La dura corteza terrestre flotaba sobre la lava líquida del centro de la
Tierra.1 De este modo, durante millones de años los continentes se fue-
ron desplazando constantemente como balsas. A veces se golpeaban unos
a otros, a veces se soldaban. Incluso hoy en día, por ejemplo, la India se
hunde varios milímetros cada año en el continente asiático, por lo que,
1. Organice un pequeño experimento en una cubeta con agua donde floten pedazos de ma-
dera o cartón cortados con la forma de los continentes y reproduzca las fases de la deriva
continental. Muestre cómo la India aún se está hundiendo hoy bajo el continente asiático y
explique que esto hace que aumente la elevación del Himalaya.
35
al replegarse, se eleva la cordillera del Himalaya. En el transcurso de la his-
toria de la Tierra, los continentes, en cierto momento, se aproximaron y en
otros se separaron. Hace aproximadamente 245 millones de años, todos los
continentes formaban un bloque, eran una sola zona terrestre, la Pangea,
envuelta por un inmenso océano. En el centro del continente gigante, el
clima se volvió muy seco y se formaron extensos desiertos. Al mismo tiem-
po, la mayoría de las costas desapareció, pues los continentes se solda-
ron. Entonces, las condiciones de vida cambiaron por todas partes. Casi
todas las especies marinas desaparecieron, y, en tierra firme, numerosos
animales con columna vertebral también murieron; lo mismo ocurrió con
los insectos gigantes.
Luego vino la época… de los dinosaurios. Eran reptiles, como las serpientes
y los lagartos de hoy día. Dinosaurio significa «lagarto terrible». ¡Y vais a
entender por qué! Algunos eran enormes. ¡El fósil más grande que se ha
encontrado es más pesado que diez elefantes y más alto que una casa de
tres pisos!
Los dinosaurios ocupaban toda la superficie de la Tierra. También había algu-
nos pequeños mamíferos, pero se escondían y solo salían por la noche para
evitar que se los comieran. Los reptiles inventaron un extraordinario sistema
para proteger a sus crías del calor del sol hasta su nacimiento: ¡la cáscara de
huevo! Así, las madres dinosaurios no necesitaban poner el huevo dentro del
agua. Los mamíferos también encontraron un buen sistema: los pequeños
se quedaban en el vientre de su madre hasta su nacimiento. Los animales
lograron, por fin, alejarse de las orillas y explorar el mundo. Los dinosaurios
fueron los reyes de la Tierra durante 150 millones de años. Los científicos
descubrieron fósiles de más de 800 especies diferentes.
muerte de todas las plantas. De este modo, los dinosaurios herbívoros no
pudieron encontrar ningún alimento, y los carnívoros no pudieron cazar
ninguna presa. Solo sobrevivieron las especies de las profundidades ma-
rinas y otras que se encontraban en los ríos, además de un dinosaurio vo-
lador, el arqueópterix (Archaeopteryx), ancestro de todas las aves. Algunos
pequeños mamíferos también escaparon de la muerte. Los helechos
fueron las únicas plantas que reaparecieron rápidamente después de la
catástrofe.
A partir de entonces, esos pequeños mamíferos ya no tenían que temer
más a los grandes dientes de los dinosaurios. Podían vivir y desarrollarse
tranquilamente. Se convirtieron en los nuevos reyes de la Tierra: cada vez
más numerosos, cada vez más grandes y cada vez más variados. A lo largo
de millones y millones de años, fueron apareciendo especies diferentes de
mamíferos, ya que empezaron a evolucionar para adaptarse al lugar donde
vivían, a lo que era posible encontrar como alimento, al clima, a la vegeta-
ción… Y una de esas especies terminó convirtiéndose en… ¡nosotros, los
humanos! ¡Pero esa es otra historia!

Y de pronto, un día, los dinosaurios murieron. No se sabe bien cómo. Los

científicos tienen muchas hipótesis. La más seria es que un meteorito gi-
gantesco cayó sobre la Tierra. La inmensa nube de cenizas y de polvo que
provocó su caída habría oscurecido el cielo, hasta el punto de causar la

36 37
Información complementaria
Los niños no dejarán de preguntarle: «¿Y cómo se sabe todo eso?».
Entonces, en algún momento tendrá que mostrarles los fósiles. Los de
verdad (los amonites u otras conchas son bastante comunes) y algunas
fotos para complementar (hojas, huellas de patas, dientes, aves o peces
prehistóricos, huesos de homínidos, etc.).

Para explicar la fosilización

A veces, las partes duras de un ser vivo (planta o animal) o sus rastros (hue-
llas de pasos, hojas) se conservan durante largo tiempo, el suficiente para
que capas de rocas sedimentarias las cubran y las protejan, por lo que no

© Vanessa Toinet
se descomponen ni se borran. A lo largo del tiempo, dichos elementos se
transforman en piedra. Las partes blandas, como la carne, generalmente
se descomponen demasiado rápido como para que tengan tiempo de cu-
brirse con sedimentos protectores. La madera también es poco común.
Más bien se encuentran fósiles de semillas, por ejemplo, que permiten sa-
Un fósil no es solo un objeto curioso que puede coleccionarse.
ber qué se cultivó y qué comieron los hombres prehistóricos.
Es una prueba de la existencia de animales,
plantas e incluso humanos muy antiguos y que,
Los llamados fósiles vivientes son animales o plantas que todavía viven hoy
en algunos casos, ya no existen.
en la misma forma que hace cientos de millones de años. Aliente a los
niños a buscar estos fósiles vivientes en internet y muéstreles imágenes
del celacanto, que apareció hace 400 millones de años. O del nautilus, una
Acerca de la aparición de la vida
araña marina de hace 425 millones de años; de la cucaracha, idéntica a la
Los científicos no saben exactamente cómo se produjo la transición de la
de hace 350 millones de años; del cocodrilo, de hace 200 millones de años;
química a la biología; en otras palabras, la transformación de la materia en
del Ginkgo biloba, un árbol que ha existido durante 125 millones de años.
materia viva. Lo que se sabe es que las condiciones en la superficie de la
O de otros seres vivos de hace 20 millones de años, como medusas, espon-
Tierra hace 3.600 millones de años eran totalmente incompatibles con la
jas, salamandras, ranas, abejas, hormigas, mariposas, termitas o arañas.
existencia de la vida: el calor y la radiación solar eran demasiado fuertes.
Encontrarán imágenes escribiendo «fósiles vivos» en internet y podrán en-
Por lo tanto, posiblemente este proceso haya tenido lugar bajo el agua, en
riquecer la lista.
las profundidades. Aunque también podría ser que sucediera fuera de la
Tierra, por ejemplo en un cometa, y que las primeras criaturas vivientes
fueran entonces «depositadas» en el fondo del océano en alguna colisión.

38 39
Lo que también se sabe es que estas primeras criaturas eran microscópicas;
ni siquiera eran células como las conocemos hoy, porque no tenían una en-
voltura protectora. Se desarrollaron en los pequeños alvéolos de las rocas,
en el fondo del agua. La peculiaridad de estas criaturas era, en cualquier
caso, poder reproducirse, contrariamente a todo lo que existía hasta en-
tonces en la Tierra. Lo hicieron por partenogénesis, es decir, desdoblándose
y luego separándose. Entonces comenzó la abundancia de la vida. Pero se
necesitaron más de 1.000 millones de años para que apareciera la primera
célula real. Y millones de años más para que estos organismos unicelu- La historia del hombre
lares se diversificaran y aparecieran organismos multicelulares. En lugar de
separarse después de la reproducción, las nuevas células permanecieron
pegadas y formaron un nuevo organismo. El largo proceso de la evolución
y de la diferenciación de las especies estaba en marcha. Los organismos
multicelulares colonizaron gradualmente nuevas áreas de los océanos. Comience presentándoles a los niños la Cinta negra (ver pág. 49).
Al día siguiente, o varios días después, cuénteles la tercera historia.
Las huellas fósiles de las primeras colonias de células vivas son visibles en
Australia, por ejemplo. Se trata de los estromatolitos. Se parecen a cham- La primera y la segunda historia que les he contado ocupan casi todo el lar-
piñones de piedra. Encontrará fotos en internet. go de la cinta. La historia que les voy a contar ahora es lo que ocurrió hacia
el final y en el pedacito rojo. Es nuestra historia, la de los seres humanos.
Ejes de investigación interesantes para los niños: los movimientos de los
continentes, las fallas volcánicas, los cambios climáticos inducidos por la Entre todos los mamíferos que se desarrollaron después de la desaparición
aproximación o separación de los continentes, así como sus consecuencias de los dinosaurios, hay un grupo que nos interesa particularmente: el de
en la evolución de las especies. Para este último punto, un buen ejemplo: los primates. Y en ese grupo hay dos familias: la que se transformó gra-
la evolución de los simios, diferentes en el continente americano y en el dualmente para dar origen a los monos, y la que se transformó de forma
africano, e incluso diferentes en un lado y otro del Gran Valle del Rift de progresiva para dar origen a los hombres.
África. Esta diferencia se debe a la separación de continentes después de la
fase de la Pangea. Las especies continuaron evolucionando de forma sepa- Eso significa que, antes de que los dos grupos se separaran para siempre,
rada de un lado y de otro. Resulta interesante que los niños comprendan la tuvieron un ancestro común. El de los monos y el nuestro. Los especialistas
interacción permanente entre el clima, la vegetación, las especies animales aún no saben cómo era. Solo suponen que vivía en África hace aproxima-
y… el hombre. Todo está vinculado y solo podemos imaginar que se prote- damente 10 millones de años.
ge al hombre si se protege al planeta y a todos los seres que aquí viven.
Para reconstruir toda la historia entre ese ancestro y el hombre actual solo
se tienen los fósiles que se han encontrado en las excavaciones: pedazos

40 41
de esqueletos de hombres prehistóricos, cráneos, algunos dientes, herra-
mientas, rastros de pasos… Son como piezas de un rompecabezas gigante.
¡Imaginaos! Se trata de un rompecabezas de más de un millón de piezas y
solo se han encontrado unas cuantas centenas. ¡Y para colmo, ni siquiera
tenemos el modelo!1 Es un verdadero trabajo de detective. Los especialis-
tas, llamados paleontólogos, buscan las piezas e intentan comprender lo
que pasó.
Para la Prehistoria muy lejana, solo tienen una pieza: el cráneo de Toumai.
Muestre una foto del cráneo de Toumai de internet (la puede imprimir
antes y mostrarla en ese momento o puede pedirles a los niños que
busquen las imágenes).
Toumai vivió hace 7 millones de años.2 La zona en la que su cráneo estaba
unido al resto del cuerpo se encuentra debajo del cráneo, como en nuestro
caso, porque andamos de pie, sobre dos «patas». En el caso de los monos y
de otros animales que caminan a cuatro patas, esta se halla en la espalda,
porque su columna vertebral es horizontal. Por lo tanto, se puede deducir
que Toumai podía ponerse de pie. Ahora bien, el hombre es el único animal
que camina cómodamente sobre ambas piernas.
Sin embargo, tenemos un poco más de información sobre un personaje
más cercano a nosotros en el tiempo: el Australopithecus. Se sabe que vivió
en África oriental entre hace 3,8 y 2,3 millones de años. El australopiteco
también podía caminar erguido, pero no tan bien como nosotros. ¡Incluso
se han encontrado sus huellas en cenizas fosilizadas!
Encontrará una foto de las huellas de Laetoli en internet.
1. Según Jean Chaline, en Un millón de generaciones, ed. Seuil.
2. Muestre los lugares descritos sobre su propio cráneo mientras cuenta y haga gestos para
mostrar lo vertical y lo horizontal.
42
Son las huellas de un adulto y de un pequeño. Sin duda una madre y su hijo
que huían de una erupción volcánica. El más célebre fósil de australopiteco
es un esqueleto casi entero.
Muestre una foto del esqueleto de Lucy
(buscar en internet).
Los científicos que la encontraron la llamaron Lucy. ¡Lucy, por supuesto, no
se parecía a nosotros! Medía apenas 1,10 m y era sin duda toda peluda. Sus
largos brazos muestran que todavía se subía a los árboles, probablemente
por la noche, para dormir abrigada. Pero en esa época, los animales tam-
poco eran como hoy en día: los caballos tenían tres dedos, había tigres con
dientes de sable, leopardos gigantes…
¿Qué pudo provocar el hecho de que los primates habituados a subirse a
los árboles y a correr a cuatro patas se irguieran sobre sus patas traseras y
no apoyaran más sus manos sobre el suelo para caminar? La explicación
más expandida es la siguiente: vivían en África en una región en la que el
suelo se derrumbó a lo largo de más de 3.000 km a causa del movimiento
de los continentes. A un lado de esa falla gigante el clima se volvió muy
seco y había muy pocos árboles, que fueron reemplazados por la sabana,
es decir, solo por hierbas altas. Antes, con la ayuda de los árboles resultaba
fácil controlar los alrededores, pero no ahora, en la hierba alta… A menos
que nos levantemos. Por lo tanto, se cree que el australopiteco se puso de
pie1 para vigilar si había animales peligrosos que vinieran de lejos.
Muy lentamente, nuestros ancestros continuaron transformándose para
adaptarse a los cambios del clima, a una nueva vegetación o porque su
forma de alimentarse evolucionaba.
1. Muestre un friso de la evolución del hombre y deje a los niños ubicar a los personajes a me-
dida que usted cuenta el relato.
43
¡Ahora estamos entrando en la pequeña franja roja del final de la cinta!
Aquel al que los especialistas consideran el primer hombre verdadero es
el Homo habilis, el «hombre hábil». Para refugiarse, construyó chozas de
ramas, como cabañas. Se encontraron círculos de piedras con los que fija-
ban las ramas al suelo. Fue también el Homo habilis quien comenzó a tallar
piedras para hacer herramientas. Se cree que fue el primero en usar un
lenguaje real, y que también viajó fuera del continente africano.
También existió el Homo ergaster, hace aproximadamente 1,8 millones de
años. Era más grande y más fuerte que los demás, con piernas largas que le
permitían realizar largas caminatas, pues era un gran viajero. Se aventuró
fuera de África, hacia Asia y Europa. ¡Se piensa que hasta entonces, todo el
resto de la Tierra estaba vacío de hombres! ¿Os lo imagináis? ¿Casi toda la
Tierra sin hombres?
El Homo ergaster probablemente supo cómo tomar el fuego cuando había
un incendio, para luego mantenerlo y usarlo para endurecer las puntas de
las herramientas de madera. Pero fueron los Homo erectus, los que vienen
después, quienes probablemente fueron los primeros en saber ENCENDER
el fuego. Se lo enseñaron a hacer a sus hijos, quienes, ya adultos, se lo en-
señaron nuevamente a los suyos. Sus mandíbulas y dientes cambiaron gra-
dualmente de forma a medida que comían una comida blanda y cocida,
en vez de masticarla cruda y dura. Ya no necesitaban triturar la carne con
los dientes. También sabían tallar bifaces en pedernal: hermosas puntas de
lanza en forma de almendra, simétricas. Fueron especialmente capaces
de adaptarse a todas las condiciones de vida y sus huellas se encontraron
tanto en áreas frías como en áreas cálidas.
¡Ahora estamos en el último milímetro de la parte roja de la cinta roja!
En Europa, en ese momento, había un personaje divertido llamado el
hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis). Enterró a sus muertos en
lugar de abandonarlos al aire libre. Sabía sanarse a sí mismo gracias a las
plantas medicinales que encontraba en la naturaleza. Cortaba puntas de
44
flecha para pescar con gran habilidad. Incluso sabía cómo hacer pegamento
para perfeccionar sus herramientas y quemaba una especie de carbón para
calentarse. Era alto y robusto. Incluso tenía un cerebro más grande que el
nuestro. Sin embargo, desapareció misteriosamente hace unos 40.000 años.
¿Por qué desapareció? Realmente no lo sabemos. Lo que se sabe es que
otro hombre vino a instalarse en Europa unas decenas de miles de años
antes de esta desaparición. Fue el Homo sapiens (el «hombre sabio»).
También se le llama el hombre de Cromañón, porque el lugar donde se
encontró el fósil de su esqueleto por primera vez, en Dordogne (Francia), se
llama Cromagnon. Ese se parece mucho a nosotros. Con unos tejanos y una
camiseta, no lo reconoceríamos entre los hombres de hoy en día... ¡Excepto
quizás porque se sonaría la nariz con los dedos y se vería un poco perdido
en la ciudad! Se cree que apareció hace entre 100.000 y 200.000 años,
apenas hay 8.000 generaciones. ¡El hombre de Cromañón somos nosotros!
Somos el Homo sapiens.
Poco a poco, las técnicas se fueron perfeccionando. Los hombres aprendie-
ron a hacer herramientas de piedra cada vez más finas, inventaron el pro-
pulsor (o lanzadardos) y el boomerang, dos herramientas fabulosas para la
caza. Aprendieron a tallar huesos finamente para fabricar agujas de costura
y arpones. Fueron ellos quienes hicieron hermosas pinturas en las paredes
de las cuevas.
Comenzaron a sembrar plantas comestibles y a cosecharlas. Domesticaron
a perros salvajes para que los ayudaran a cazar y a caballos para despla-
zarse sin esfuerzo. Criaron ovejas, vacas, cerdos, gallinas…
Pág. siguiente: El panel de caballos, pintado hace
más de 30.000 años por un hombre de Cromañón
en la cueva Chauvet, en Ardèche (Francia).
45
46 47
Construyeron casas sólidas de piedra o tierra y conformaron las prime-
ras poblaciones. Vivieron por toda la Tierra. Incluso llegaron al conti-
nente americano, que todavía era desconocido para los hombres: por eso
ya había nativos en América cuando Cristóbal Colón desembarcó allí,
20.000 años después. Hace unos 5.000 años, inventaron la escritura y
la rueda; hace unos 4.000 años, construyeron las pirámides de Egipto;
hace unos 3.000 años, inventaron nuestro alfabeto... Y así, pasamos de la
Prehistoria a la Historia.
En Europa estuvieron los galos, los romanos, los caballeros de la Edad
Media, el (re)descubrimiento de América por Cristóbal Colón, la Revolución
francesa, la guerra civil española, la Segunda Guerra Mundial... Pero tam-
bién todo tipo de inventos, descubrimientos, creaciones artísticas, en
nuestro país y en todo el mundo: el telescopio astronómico, el molino, la
carretilla, la máquina de vapor, y luego con gasolina. La electricidad, el telé-
fono... El ordenador que usáis a menudo solo existe desde 1936.
Quizás vosotros, un día, inventéis algo que haga evolucionar a la humani-
dad. Y tal vez os convirtáis en arqueólogos o paleontólogos...
48
La Cinta negra
«El camino de la educación debe seguir el de la evolución; caminar y mirar
siempre más lejos, hasta que la vida del niño se enriquezca cada vez más.»
Maria Montessori. El espíritu absorbente
La historia de la Cinta negra
Se cuenta que Maria Montessori inventó la Cinta negra en la India, para
darle una pequeña lección de humildad a un niño pequeño que se jactó de
la antigüedad de su cultura y de su superioridad frente a la cultura occiden-
tal. Entonces, mandó hacer una extensa cinta y le pidió a una educadora
que la enrollara, la sujetara en el extremo de la parte trasera de su bicicleta,
y que luego descendiera por la carretera lentamente, dejando que la cinta
se desplegara. Maria y el niño, atónito, la siguieron. Muchos niños se reunie-
ron rápidamente a su alrededor, formando un curioso cortejo, y le hicieron
muchas preguntas... Maria Montessori permaneció en silencio mientras se
desplegaba la cinta. Y entonces apareció la pequeña punta roja de la banda.
En ese momento ella dijo: «La pequeña parte con color representa todo el
período en que los humanos existen sobre la Tierra. Comparad eso con
el resto de la cinta, que representa todo el tiempo en que la Tierra ha existi-
do sin el hombre.» Los niños miraron hacia el otro lado, lejos, al otro extre-
mo de la cinta, y luego volvieron a mirar la pequeña parte roja…
¡En esa época, la cinta medía 300 metros! Porque se pensaba que la apa-
rición de la Tierra había sido hace 3.000 millones de años. Hoy día, se ha
reducido considerablemente por comodidad. Por otro lado, sabemos que
la Tierra apareció hace 4.600 millones de años. De ahí la longitud de 46 m
de la mayoría de las cintas negras (que le proponemos hacer con el libro Las
líneas de tiempo de la colección Paso a Paso). 1 m de cinta = 100 millones
de años. Y para la parte que comienza con el Homo habilis, la pequeña
franja roja de 2,4 millones de años, será solo de 2,4 cm.
49
La presentación de la Cinta negra
Anúncieles a los niños que les va a mostrar algo realmente emocionante.
Escoja un día en el que no haya amenaza de lluvia y lleve a todo el gru-
po al campo, al jardín si es lo suficientemente grande, o al parque vecino.
Coloque la punta de la cinta en el suelo y sujétela con una piedra o con la
pata de una silla. «Esa cinta representa el tiempo que ha pasado desde la
creación de la Tierra hasta nuestros días. ¡Es aquí cuando la Tierra se for-
mó!» Desenvuelva la cinta lentamente. Le recomendamos hablar poco, y
utilizar frases cortas con largas pausas durante las cuales irá desenrollando
la cinta; todo en silencio y caminando lentamente. Las indicaciones sobre
la distancia, la duración y el número de pasos se dan partiendo de un paso
que mide aproximadamente 50 cm. Usted deberá adaptarse dependiendo
de si sus pasos son más grandes o más pequeños. Si lo prefiere, antes de
la presentación también puede marcar directamente en la cinta algunos
puntos, para así respetar la proporción sin tener que contar sus pasos.
«Al principio, la Tierra era una bola blanda y ardiente.
Y eso duró mucho tiempo, mucho tiempo…»
Cuente cinco pasos (lo que equivale aproximadamente a 2,5 m, o sea
250 millones de años).
«La Tierra estaba cubierta de volcanes. Y eso también duró mucho,
mucho, mucho tempo.»
5 pasos más (ahora está en los 500 años después de la aparición
de la Tierra).
«Luego la Tierra se enfrió poco a poco…
Hubo grandes lluvias y el agua salió del suelo también, formando ríos
y mares. Y todo eso duró mucho tiempo, mucho tiempo.»
5 pasos más (en total 750 millones de años después de la aparición
de la Tierra).
«Aún no había vida sobre la Tierra. La Tierra ya estaba muy vieja,
pero todavía no había vida.»
Camine 5 pasos en silencio y luego deténgase.
50
«Al fin, una pequeña semilla de vida aparece al fondo del océano.»
Camine ahora en silencio 64 pasos aproximadamente (3.200 millones
de años: está en el Devónico).
«Los primeros animales salen del agua.»
Vuélvase hacia el inicio de la cinta.
«¿Os dais cuenta? ¡Ha pasado todo ese tiempo antes de que la vida
comience sobre la Tierra firme!»
Camine hasta percibir el final de la cinta sobre el carrete. Falta todavía
desplegar unos 60 cm antes de colocar el carrete en el suelo.
«Aquí se produjo la desaparición de los dinosaurios.»
Coloque el carrete en el suelo desenrollando el resto de la cinta.
«El pequeño pedazo rojo es la presencia del hombre sobre la Tierra.
¿Veis todo ese largo, largo, largo, tiempo antes de nuestra aparición sobre
la Tierra?»
Información complementaria
Acerca de las técnicas que permiten
a los paleontólogos reconstruir el pasado
prehistórico
Primero se lleva a cabo una investigación y la comparación de fósiles. Para
averiguar qué están comparando, comienzan por fechar los fósiles con la
mayor precisión posible. Para empezar, usan las capas de suelo: básica-
mente, en un mismo lugar, lo que al excavar se encuentra profundamente
es más antiguo que lo más superficial. Los paleontólogos también utilizan
la técnica del carbono 14 contenida en los fósiles de todos los seres vivos
(plantas, animales, homínidos). En pocas palabras, el carbono 14 disminuye
con el tiempo de forma regular. Mientras menos haya, más antiguo será el
fósil. Existen otros sistemas de datación, físicos o químicos.
Otra técnica de enseñanza es la observación con microscopio electróni-
co. Por ejemplo, permite ver las fisuras en un diente y deducir información
51
sobre cómo se alimentaba su dueño. Hay que alentar a los niños
a hacer investigaciones en el campo de las técnicas. Les gusta saber «cómo
se sabe…».
Acerca de Toumai
Es posible que los niños le hagan la pregunta: «¿Cómo se sabe si alguien
está de pie o a cuatro patas con solo mirar su cráneo?» Efectivamente,
uno podría pensar que solo la morfología de las extremidades inferiores
revela si uno camina de pie. En realidad, todo el esqueleto se construye de
manera diferente dependiendo de si el individuo es bípedo o cuadrúpedo.
La fosa occipital (a través de la cual pasa la médula espinal) de los humanos
se encuentra debajo del cráneo, mientras que la de los cuadrúpedos está
detrás de la cabeza, en la extensión de la columna vertebral horizontal. Los
homínidos son los únicos que tienen una columna vertebral que forma un
ángulo recto con la base del cráneo.
Acerca del australopiteco
Hasta hace muy poco, la existencia de algún vínculo entre el australopiteco
(extinto hace unos 2,3 millones de años) y el Homo habilis (que se cree que
apareció hace alrededor de 2,4 millones años) se mantuvo como un miste-
rio total. Todavía no estamos seguros de nada, pero el descubrimiento de
una mandíbula en Ledi-Geraru, cerca del lugar donde se encontró a Lucy,
y que posee a la vez características del australopiteco y del Homo habi-
lis, plantea grandes interrogantes, por lo que se remontaría su aparición a
400.000 años antes.
Acerca del lenguaje
Los especialistas determinaron que el Homo habilis era apto para el lengua-
je articulado mediante la observación de la forma de su mandíbula y de
su garganta, diferentes de las de los grandes simios. Para hablar (lenguaje
articulado), hay que poder mover la lengua con mucha libertad. Para ello,
hay que tener un paladar largo y una mandíbula bien amplia a la altura de
52
los molares. Es el caso del Homo habilis, pero no el de sus antecesores ni el
de los primates.
Acerca del hombre de Neandertal
Los especialistas aún no saben si el hombre de Neandertal es una rama
anexa a la evolución, que habría desaparecido sin descendencia, o si forma
parte de nuestros ancestros, como el hombre de Cromañón. Los estudios
de ADN que se realizaron nos orientan más hacia la primera hipótesis,
pero parece que tenemos un 3% de ADN en común. En realidad, la cadena
Habilis, Ergaster, Erectus, etc. parece lineal cuando se narra rápidamente.
Pero se trata más bien de un árbol y no de una línea: no disponemos to-
davía de elementos lo suficientemente numerosos para reconstruir a la per-
fección las filiaciones.
Acerca del hombre de Cromañón
Durante mucho tiempo, este nombre sirvió para designar a todos los repre-
sentantes del hombre moderno que llegaron a Europa desde hace 40.000
años hasta hace 12.000, aproximadamente. En la actualidad, se diversifi-
can las denominaciones en función de los períodos (Paleolítico superior,
Mesolítico, Neolítico) y de diferentes culturas (Auriñaciense, Gravetiense,
Solutrense, Magdaleniense…). Dichos nombres provienen también de los
lugares donde se realizaron los primeros descubrimientos concernientes
a cada cultura (por ejemplo: Magdaleniense proviene de la cueva de la
Madeleine, en Dordogne, Francia). Por supuesto los Homo erectus que se
quedaron en África también continuaron su evolución. Se piensa que en
ese continente la presencia del Homo sapiens data desde hace entre
100.000 y 200.000 años.
Acerca de la colonización de América
El hombre de Cromañón cruzó el estrecho de Bering, cerca del Polo Norte,
en una época en la que estaba congelado. Así, colonizó América hace
aproximadamente 20.000 años, bastante, antes que Cristóbal Colón.
53
Sugerencias de actividades

Propóngales a los niños hacer su propio árbol genealógico.

Propóngales también fabricar un propulsor y probar hasta qué punto me-

jora el rendimiento del lanzador. En internet se encuentra todo tipo de
explicaciones sobre cómo se fabrica.
La historia de la escritura
Finalmente, propóngales fabricar un boomerang (ídem para las inves-
tigaciones).

He aquí otra actividad que no está exenta de humor y diversión: enterrar

¿Os acordáis de los Homo habilis, esos humanos que todavía no eran
algo para que los arqueólogos del futuro lo encuentren y se hagan pregun-
hombres como nosotros en la actualidad pero que eran muy creativos?
tas. ¿Quién sabe si el Homo habilis no nos hizo lo mismo?
Construían cabañas de madera y fabricaban herramientas tallando pie-
dras. Vivieron hace aproximadamente 2 millones de años, y ahora os voy
Para los más grandes, es el momento de hacer matemáticas: prepare un
a contar una historia sobre ellos. Las cosas tal vez no ocurrieron exacta-
ejercicio de regla de 3 para reubicar las diferentes etapas en el lugar co-
mente como os las voy a relatar, ya que no podemos estar completamente
rrecto sobre los 4,6 m de la cinta.
seguros de ello, porque ocurrió hace mucho mucho tiempo. Pero a pesar
de ello: fue sin duda CASI así.
Póngales a los niños la película La cueva de los sueños olvidados, de Werner
Herzog, sobre la cueva Chauvet (Ardèche, Francia). También hay muchos
Un día, un pequeño Homo habilis cazaba con su amigo entre la hierba alta
vídeos cortos sobre la cueva en Dailymotion, solo con teclear «Cueva
de la sabana. Corrían muy rápido. Los dos iban lejos porque eran fuertes y
Chauvet Dailymotion».
estaban bien entrenados. Pero ese día, uno de los dos se rompió la pierna y
su amigo no podía cargarlo para llevarlo a su tribu. El chico pesaba mucho
y el poblado estaba muy lejos. ¡Había que encontrar rápidamente una solu-
ción antes de que viniera un león por los alrededores! ¿Qué habríais hecho
vosotros? Pues sí, corrió y corrió durante largo rato y, una vez que llegó a
su cabaña, tiró del brazo de su padre mientras pegaba gritos. Pero su papá
estaba ocupado tallando una piedra. El chico insistía, saltaba alrededor de
su padre gritando, pero no pasaba nada. Todo el poblado se acercó para
ver qué pasaba, pero nadie comprendía. El chico intentó dibujar en el suelo
a su amigo herido. Imitó a alguien que se caía y que se hacía daño, pero

54 55
los otros le miraban asombrados. Entonces, se golpeó la pierna como si se
la cortara, se desplomó en el suelo y dijo una palabra… la primera palabra
pronunciada por un ser humano.
Por supuesto, no sabemos cómo dijo «romper», pero todos comprendie-
ron la idea y se pusieron a repetir la palabra haciendo el mismo gesto. El
padre miró a su hijo con un gesto amable, soltó la piedra y lo siguió. Es una
historia que termina bien, porque encontraron al otro chico y lo llevaron
al poblado. Y una mujer del grupo, que sabía curar, se ocupó de él. Pero el
final de la historia es todavía más formidable. Fue a partir de ese día que los
miembros de esa tribu comenzaron a inventar muchas palabras. Y era muy
cómodo. Una palabra para decir «león», una palabra para decir «árbol»,
una palabra para decir «piedra», «caliente», «comer», «mojado» y así tal vez
¡«contento», «triste», «amigo»!
Si hoy puedo contaros esta historia es gracias a ese bello invento del Homo
habilis. Este invento extraordinario del lenguaje nos permite decir cosas
que los otros entienden y comprenden, e incluso ir a decirle a alguien que
está allí lo que ha dicho alguien que está aquí… y que lo comprenda. Y por
supuesto, una vez que el lenguaje comenzó, ya podéis imaginaros que se
desarrolló mucho. Se lo transmitieron a sus vecinos, que se lo enseñaron a
sus hijos y a otros pueblos, etc. De generación en generación, el lenguaje se
modificó, mejoró. Viajó. Poco a poco hubo nuevos lenguajes, diferentes. Y
es por eso que en la actualidad hay personas que hablan inglés o griego, o
español, chino o francés.
El lenguaje es realmente útil cuando se necesita explicar dónde está el
alimento, por ejemplo, o cómo utilizar una herramienta, o para contarles
historias a los niños… Durante miles de millones de años, los hombres se
contentaron con hablar. Y hasta la actualidad, hay pueblos que no nece-
sitan otra cosa para comunicarse y que tienen y que poseen una memo-
ria tan ejercitada que pueden contarse viejas historias, de generación en
generación.
56
Pero a veces, lo que debemos recordar es muy complicado y el lenguaje ha-
blado no es suficiente. Necesitamos guardar un vestigio. Por eso un día, al-
guien inventó la escritura. Ocurrió hace un poco más de 5.000 años, en una
región que hoy se llama Irak y que en esa época se llamaba Mesopotamia.1
Allá, entre el río Tigris y el río Éufrates, la tierra era muy fértil y había
magníficas cosechas. Un gran número de hombres, los sumerios, se ins-
talaron allí. Construyeron las primeras ciudades. Allí vivían campesinos y
artesanos, pero también mercaderes que comerciaban y administradores
que establecían las leyes de la comunidad. Se vendía y se compraba lo que
se cosechaba y también ganado. Por esa razón, los sumerios tuvieron la ne-
cesidad de registrar las cuentas por escrito. El papel no existía todavía. Los
signos se marcaban con una caña tallada sobre tablillas de arcilla blanda
que luego se dejaba secar. Se escribía con pequeños dibujos.2
Se trataba de una suerte de tique de venta, como cuando vamos de com-
pras. Se ven dibujos de una espiga de trigo y pequeños huecos alineados
que representaban las cantidades. Los primeros signos, como los de la espi-
ga de trigo, representaban objetos, luego ideas. Eran dibujos simplificados.
Se les llama ideogramas. Poco a poco, los dibujos se simplificaron más y
dieron origen a una nueva forma de escritura, hecha de pequeños triángu-
los situados uno al costado del otro: la escritura cuneiforme (pág. 58).
1. Muestre un mapa para ubicar a los sumerios. Luego, más adelante, otro para ubicar a los
fenicios.
2. Muestre aquí una de las tablillas más antiguas encontradas en la Baja Mesopotamia. Se la
puede encontrar en el sitio web de la BnF (Biblioteca nacional de Francia) en la que se muestra
una tablilla pictográfica pre cuneiforme de Baja Mesopotamia, 3200-3100 a.C. del Museo
Louvre, Antigüedades orientales, AO 8851 © llevan un sello. La página web (susceptible de
cambiar como todas las que señalamos aquí): http://classes.bnf.fr/ecritures/grand/n008.htm
57
 Lo curioso es que, al mismo tiempo, otros hombres inventaron otra es-
critura. También era para llevar las cuentas, pero sobre todo para regis-
trar textos religiosos y leyes. Esto sucedía en Egipto, la tierra de los faraones
y de las pirámides, otra tierra muy fértil en el valle del río Nilo. En ese caso,
también eran pequeños dibujos. A ese tipo de escritura se le llama jeroglíficos.

Escritura cuneiforme Jeroglíficos

58 59
Al principio, estos dibujos fueron grabados en piedra. Luego, los egipcios
que sabían escribir (llamados «escribas») comenzaron a componer sus tex-
tos en una clase de papel hecho a partir del tallo de una planta: el papiro.
Como escribían más rápido, necesitaban simplificar los dibujos. Esto dio lu-
gar a dos nuevas formas de escritura: la hierática y, más tarde, la demótica.1

Después se inventaron otras escrituras por todas partes. Algunas to-

davía existen, como la escritura china, que fue inventada hace más de
4.000 años. Todavía es una escritura compuesta de ideogramas: cada signo
representa un objeto o una idea. Lo que significa que hay decenas de miles.
Hay tantos que casi ningún chino conoce todos los signos que existen.
Vosotros, cuando aprendisteis a leer, os enseñaron 26 letras. ¡Imaginaos si
tuvierais que descubrir miles de signos!2

También aparecieron otras escrituras, como la de los indígenas americanos

(aztecas, mayas...). Muchos manuscritos nativos fueron quemados en el
momento de la conquista de América, después de su descubrimiento por
parte de Cristóbal Colón. Casi todo fue destruido.

1. Muestre el papiro en hierático y en demótico y/o la piedra de Rosetta, que incluye tanto
jeroglíficos como escritura demótica. Para las indicaciones sobre el contenido de los textos
que va a mostrar, elija más bien los dos primeros en el sitio de la BnF y el del Louvre. (Para el
hierático, una tablilla de escolar: la «sátira de las profesiones» 18ª dinastía, 1550-1295 a.C.:
http://www.louvre.fr/oeuvre-notices/tablette-d-eleve-scribe). (Para la demótica, un contrato de
aparcería, 533 a.C. Papyrus-Museo del Louvre, Antigüedades egipcias, E 7836 © foto RMN/
Hervé Lewandowski: http://classes.bnf.fr/ecritures/grand/e021.htm).
2. Muestre los primeros ideogramas chinos. Los encontrará, por ejemplo, en el sitio web de
la BnF, el hueso oracular, China, siglos XIV-XI a. C. pechera de tortuga incompleta, H. 11 cm,
Museo Nacional de Artes Asiáticas. Guimet, CCF S 18 © foto del Museo Guimet, Derechos
reservados (página : http://classes.bnf.fr/ecritures/grand/n019.htm)
Luego su evolución con el documento: Sutra de la gran virtud y sabiduría-
Moheboreboluomijing, sección 43-45 China, fines del siglo V. Manuscrito, tinta sobre seda,
26,5 x 830 cm. BnF, Manuscritos, Pelliot chinos 4504 © Biblioteca Nacional de Francia (pági-
na: http://classes.bnf.fr/dossisup/grands/ec057.htm)
Y finalmente:
De la escritura, citas de ayer y hoy por Jiang Chenying, China, 1702. Manuscrito sobre papel, 8
fascículos, 31,5 x 18 cm, en dos sobres. BnF, Manuscritos chinos 11 303 © Biblioteca Nacional
de Francia (página: http://classes.bnf.fr/ecritures/grand/n027.htm) Escritura maya

60 61
Otra escritura que ha desaparecido es la de los fenicios, que vivían en la He aquí la gran aventura del lenguaje de los humanos y de nuestra escritu-
zona del actual Túnez. Pero antes de que su cultura desapareciera, otras ra. Debéis recordarlo cuando escribáis un texto: pensad en los sumerios,
civilizaciones copiaron e incluso transformaron su escritura. De hecho, se en los egipcios, en los fenicios, en los mayas…e incluso en el Homo habilis
trata del ancestro de muchas escrituras diferentes que todavía existen, que inventó las palabras.
como la escritura griega, la hebrea, la árabe, la rusa, ¡e incluso nuestro
alfabeto! La escritura de los fenicios tenía además una particularidad que 1 2 3 4 5
la convertía en un sistema muy original y cómodo: y es que en lugar de
estar compuesta por dibujos, lo que obligaría a los escritorores a conocer
miles de signos, estaba compuesta solo por una veintena de letras. Cada
letra representaba el primer sonido de una palabra. La primera se llamaba
«Aleph», como la palabra que quería decir «toro». Se convirtió en nues-
tra A. La segunda se llamaba «Beth», palabra que significaba «puerta». Se
convirtió en nuestra B. Y Aleph-Beth se convirtió en nuestro alfabeto.

Mediante la agrupación de algunas letras, unas al lado de las otras, se com-

ponían palabras escritas, iguales que las palabras habladas. En suma, se
escribía el sonido de las palabras habladas como se hace con las letras
móviles. Es lo que aún hacemos hoy en día. Combinamos las letras para
formar palabras que todo el mundo pueda leer y pronunciar. Y que signifi-
can algo en particular.

Existen todavía otras formas de escritura, alfabéticas o ideográficas, o

mezcla de ambas (como el japonés, que posee ideogramas y letras que re-
presentan sonidos). Algunas formas de escritura han desaparecido, y otras
se han transformado; algunas son muy antiguas, otras son más recientes.
Algunas se escriben de izquierda a derecha, como la nuestra; otras se es-
criben de derecha a izquierda, como el árabe o el hebreo; o, incluso, de
manera vertical, como el japonés.1 Las transformaciones
de nuestro alfabeto (5),
1. Si quiere mostrar otra escritura realmente original, escoja por ejemplo la de las islas de partiendo del fenicio (1)
Pascua y busque «tablilla rongo rongo». Esa escritura estaba compuesta por pequeños dibujos y pasando por el griego antiguo (2),
e incluso tiene la particularidad de ser un bustrofedón invertido, es decir, tras escribir una línea
de izquierda a derecha, la siguiente se escribía de derecha a izquierda (bustrofedón), pero con el griego moderno (3)
la particularidad de que esta segunda línea presentaba los símbolos del revés. hasta el romano (4).

62 63
Información complementaria Sugerencias de actividades

Acerca de la piedra de Rosetta Propóngales a los niños que busquen todo tipo de escrituras: árabe (ima-
Rosetta es el lugar donde se encontró este fragmento de estela. El hallazgo gen superior), griega, hebrea (imagen inferior), cirílica, japonesa, tibetana,
fue obra de un soldado de Napoleón Bonaparte durante la campaña de tuareg (imagen central), india, china (página al lado), etc.
Egipto. En ella aparece un texto egipcio escrito en dos alfabetos (en jeroglí-
ficos y en demótico) que luego es traducido al griego. Su descubrimiento Sugiérales buscar información sobre las herramientas y soportes de escri-
permitió a François Champollion, un egiptólogo francés del siglo XIX, desen- tura. Motívelos a imitarlas.
trañar el misterio de los jeroglíficos.
Muéstreles los alfabetos inventados del libro El Señor de los Anillos de
Acerca de la escritura fenicia Tolkien (el tengwar y el certhar). Propóngales que busquen otros en internet
En su escritura los fenicios, como más tarde hicieron los árabes y los he- y también que inventen su propio alfabeto.
breos, solo utilizaban consonantes, no vocales. Su A, su E, su I... no corres-
pondían con los sonidos que conocemos hoy. En realidad, sus consonantes
registraban unos sonidos que no existen en nuestro idioma. Los griegos los
tomaron para registrar el sonido de las vocales.

Acerca de la escritura del griego antiguo:

el bustrofedón simple
Los antiguos griegos escribieron durante un tiempo en bustrofedón: un
sistema de escritura en el que al final de una línea escrita de izquierda a
derecha, la siguiente se escribe de derecha a izquierda, y así sucesivamente.

64 65
La historia de las cifras
1, 2, 3, 4… Vosotros sabéis contar hasta 100, hasta 1.000 o 1 millón e in-
cluso hasta 1.000 millones… y sabéis escribir las cifras y conformar los
números… Lo sabéis porque alguien os lo ha enseñado. Y alguien se lo
había enseñado a la persona que os lo enseñó a vosotros. Y todavía antes,
alguien…, etc. Pero ¿quién fue la persona que trazó las primeras cifras? La
historia que os voy a contar ahora es la del invento de la cifras.
Hace 5.000 años, los hombres no sabían escribir números, porque las cifras
no existían. Al principio, para contar, quizás se mostraban los dedos de las
manos, o simplemente se trazaban barras en la arena, o muescas en un pe-
dazo de madera... De hecho, en el Congo (África) se han hallado huesos de
más de 20.000 años de antigüedad que presentan un montón de pequeñas
rayas. Los científicos discuten un poco acerca de si se trata de cálculos o si
son simples decoraciones que nada tienen que ver con los números.
Mostrar el dibujo del hueso de Ishango, pág. 67.
Se usaba también piedrecitas. Probablemente eso llevó al invento de una
herramienta de cálculo que ya conocéis: el ábaco.
66
Los huesos de Ishango (Congo)
-20.000 años (¿?)
Se cree que las rayas pueden
estar vinculadas con cálculos.
Pero las rayas o las piedrecitas no son suficientes cuando se quieren repre-
sentar grandes números. ¡No se pueden hacer 1.940 rayas! ¡No se puede
hacer una pila de 5.673.452 piedrecitas! ¿Cómo sería?
Una vez más, fueron los sumerios los que encontraron la solución. ¿Os
acordáis? Fueron los que inventaron la primera escritura. De hecho, tam-
bién se han hallado tablillas de arcilla con pequeños cálculos cuneiformes.
Lo nuevo respecto a los números cuneiformes es que no se hacía una línea,
luego otra línea y luego otra línea... En este caso, para escribir 1 se dibujaba
un clavo; para escribir 2 se dibujaban 2 clavos... Pero cuando se llegaba a
10, se hacía una V girada (algo así: <).
67
Para escribir 23, se hacían 2 < y 3 clavos, etc. Lo curioso es que se podían
colocar en cualquier orden: así, para escribir 35, se podían poner 5 clavos
primero y 3 < después. En bloque. Sin embargo, esto seguía siendo un pro-
blema grave para las operaciones. ¡Todavía faltaban algunos inventos por
hacer!
Mientras tanto, otro pueblo inventó otro sistema de números: otro pueblo
que también había inventado una escritura casi al mismo tiempo que los
sumerios. ¿Os acordáis? Los egipcios. Aquí están las figuras egipcias.
1 10 100 1000 10 000 100 000 1 000 000
Pero en ese caso también se podía escribir en cualquier sentido. Y además
todavía no se conocía el cero. De este modo, para expresar 1504, por ejem-
plo, se colocaba el signo para 1000, 5 veces el signo para cien y 4 veces el
signo para 1. Y ningún signo para 10.
68
De hecho, muchas personas en nuestro planeta han inventado diferentes
formas de escribir los números. Lo curioso es que muchos hayan elegi-
do una barra vertical para escribir el 1, a pesar de que vivieran a miles de
kilómetros de distancia. Eso demuestra que al principio todos ellos empe-
zaron dibujando líneas o rayas. Los números romanos todavía se utilizan
hoy para indicar los siglos.
Los números romanos
Otro detalle divertido: durante milenios, los números se han ido confor-
mando mediante una serie de adiciones. Por ejemplo, los mayas e indios
americanos anotaban una barra horizontal para el 5, dos barras horizon-
tales para el 10, y tres barras horizontales para el 15. Los romanos hacían
una X para el 10, dos XX para el 20, etc. Nosotros, en cambio, procedemos
de una manera diferente. Nosotros solo tenemos 9 dígitos (o cifras) y es
su ubicación la que nos indica si son miles, cientos, decenas, unidades...
Y además nosotros tenemos el cero.
Pero entonces... ¿quién inventó nuestros números? Nosotros los llamamos
«números arábigos». Es cierto que los aprendimos de los árabes en el siglo XII,
gracias a un comerciante italiano, Leonardo Fibonacci, que comerciaba con
el norte de África. Pero los árabes los llaman «números indios», porque
ellos mismos los habían aprendido de los indios de la India.
69
Durante siglos, largas caravanas de camellos cruzaron el desierto hacia el
Este, transportando sal, luego regresaban al Oeste, llevando especias, te-
las... y también manuscritos. Y a su llegada, los comerciantes hacían sus
cuentas. Así fue como los árabes aprendieron los números indios. El pri-
mero en citar estas cifras en un libro, así como el cero, fue el matemático
y astrónomo indio Brahmagupta, en el siglo VII. También fue en la India
donde se inventó el orden de las cifras para indicar su jerarquía: vosotros ya
lo sabéis muy bien, un 1 seguido de un 2 (que es 12) no es lo mismo que un
2 seguido de un 1 (que es 21).
Evolución desde las cifras indias (1) hasta las que
usamos hoy (3), pasando por las cifras árabes (2).
1 para contar. Aquí les presentamos algunos ejemplos antiguos y actuales:
2 dios norteamericanos, ciertos aborígenes de Oceanía, antiguos griegos /
3 bién existía en la cultura celta y todavía se encuentra presente en la lengua
Por supuesto, estas cifras se han transformado un poco, ya que han viajado
mucho y, sobre todo, porque desde entonces han sido escritas por miles
y miles de matemáticos, astrónomos y también comerciantes, tanto para
conformar números indios, como números arábigos o nuestros números
actuales. ¡Hay tantas manos que han utilizado estas cifras antes de que
lleguasen a nosotros! ¡Se han hecho tantas operaciones! Para contar las
estrellas, la superficie de los campos, los sacos de trigo, las monedas, en
los mercados de la India, de África, de Europa... ¡y luego en América! ¡Vaya
cantidad de números que se han escrito desde las tablillas sumerias hasta
llegar a vuestros cuadernos, ¿verdad?!
70
Información complementaria
Sobre las «bases»
A la edad en que las Grandes historias se presentan a los niños, estos
ya tienen una percepción sensorial intuitiva y consciente de lo que es la
base diez. Varios de los materiales que han manipulado se conforman de
10 elementos (la torre rosa, la escalera marrón, los cilindros con botón,
etc.). Desde pequeños, han adquirido una percepción sensorial gracias, en
particular, a las barras rojas, y después a las barras rojas y azules. Incluso
ya han trabajado el sistema decimal con las perlas doradas. Por lo tanto,
ya es posible hablar con ellos sobre el hecho de que la base 10 es solo una
de las posibilidades, aunque es cierto que es la más frecuente, sobre todo
debido a los 10 dedos de las manos, la primera herramienta que se utiliza
aborígenes / ninguna base (1, 2, muchos); Prehistoria / base 1 (1+1+1+1,
etc.); informática / base binaria (0, 1); fulani (África occidental), algunos in-
base 5; babilonios, romanos / base 10; británicos / base 12 (para algunas
medidas); mayas / base 20 (dedos de las manos y... pies). La base 20 tam-
francesa cuando se dice, por ejemplo, el número 80 (Quatre-vingt «4 x 20»).
Sumerios / base 60 (que aún existe en el cálculo de la hora, ¡6.000 años
después!), etc.
Acerca de las cifras romanas
La primeras cifras romanas provienen del conteo con las manos y de la for-
ma prehistórica para anotar los números formando líneas: I, II, III. A parte
de que sin duda resultaría difícil leer IIII o IIIII de un vistazo, el 5 se escribe
V (¿puede que sea un pictograma de toda la mano?) y el 4 se anota IV.
Después del V, continuamos con VI, VII, VIII, antes de volver a un registro
que permita, de nuevo, una lectura rápida: X para 10. Así sucesivamente.
71
Acerca del cero
Los babilonios ya usaban el signo O para anotar una cantidad vacía. Sin
embargo, el cero como cifra y usado como parte integrante de un número
escribiendo 0, por ejemplo al final de 130, es un invento indio. No sabe-
mos quién fue su inventor, pero sí que fue el matemático y astrónomo
Brahmagupta quien lo utilizó por primera vez en su libro Brahmasphuta
siddhanta, publicado en el siglo VII de nuestra era.
El origen de las palabras
A los niños les gusta que les cuenten la historia de las palabras.
− La palabra «cálculo» proviene de los calculi de Mesopotamia: pequeñas
piedrecitas que se introducían en vasijas de terracota (antes de las cifras de
los sumerios). Hay fotos en internet.
− La palabra «cifra» proviene del árabe sifr, que significa «vacío» o «cero».
La palabra «cero» tiene el mismo origen, pero pasó por el «zefiro» italiano
antes de llegar a nuestro idioma.
Sugerencias de actividades
Puede sugerir a los niños que «traduzcan» los números en egipcio, en ro-
mano, etc. Luego, pueden hacer operaciones con estos mismos números.
Se darán cuenta, por ejemplo, que escribir las cifras en un orden estableci-
do fue un progreso importantísimo para facilitar los cálculos.
Propóngales a los niños una investigación sobre las unidades de medida
del pasado y del presente, y en diferentes partes del mundo (pies, yardas,
leguas, codos, etc.).
72
Conclusión
Voilà! Este gran viaje ha terminado. Un viaje vertiginoso resumido en unas
pocas páginas. Desde la monstruosa lucha del Big Bang hasta los últimos
descubrimientos del hombre moderno.
Lo que los niños conservarán de este viaje no es solo una sucesión de suce-
sos, por muy fabulosos que sean. No es solo un hilo conductor sólido para
conectar todos sus descubrimientos y al que conectarse ellos mismos. Lo
que sentirán, gracias a su entusiasmo al contarles todas estas historias,
es, sobre todo (esperamos), una profunda fascinación por la maravilla que
constituye esta máquina extraordinaria: el Universo, la Tierra, la materia
y sus transformaciones, la vida, sus innumerables facetas y su constante
evolución... Los niños deben sentirse incluidos, que forman parte de un
equilibrio basado en interacciones permanentes entre los grandes fenóme-
nos astronómicos, los movimientos de la Tierra, el clima, las plantas, los
seres vivos. Deben ser conscientes de su propia responsabilidad respecto a
nuestro planeta vivo y de su equilibrio, tanto humano como natural.
En realidad, su viaje empieza ahora.
73