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HOMBRE Y NATURALEZA EN H. QUIROGA Y J.

RULFO

Horacio Quiroga (1878-1937) y Juan Rulfo (1917-1986) hacen del medioambiente un protagonista
fundamental de sus cuentos. Analizando en particular el cuento “Luvina” de Juan Rulfo, publicado
directamente en la recopilación de “El llano en llamas” de 1953, y “A la deriva” de Horacio Quiroga
(Cuentos de amor, locura y muerte 1917), podemos enterarnos de la recurrencia de similares temáticas y
percepciones de la realidad en estos importantes escritores hispanoamericanos. Por lo tanto, en este
análisis quiero centrarme en el papel fundamental que desempeña la naturaleza en estos dos cuentos y
también en la relación conflictual entre ella y el ser humano que se encuentran unidos en la latente
presencia de la muerte.

Una característica que Rulfo y Quiroga tienen en común es la expresión directa de lo vivido en sus obras, un
vivido impregnado de violencia, muerte y hechos trágicos. Para Juan Rulfo el evento que marca
profundamente sus obras es la revolución mexicana de 1968 con su enorme carga de violencia y sangre y
para Horacio Quiroga lo que influye en sus cuentos son los eventos trágicos de su propia vida como el
suicidio de su primera mujer y el homicidio accidental de su mejor amigo. Sobre todo en “Luvina” la
memoria se transforma en realidad y se cuenta desde la percepción subjetiva del autor y lo vivido da forma
al recuerdo.

Un aspecto fundamental, aunque se desarrolla con matices diferentes en los dos cuentos, es la naturaleza
representada como enemiga del hombre, un ambiente áspero y antagónico que hace el hombre frágil. En
primer lugar, la brutalidad de la naturaleza se expresa con las descripciones detalladas del paisaje de
entorno (donde se desenvuelve el relato) y sobre todo de la manera subjetiva de percibir esa realidad.

Descripciones del paisaje de “A la deriva”:

“El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan
fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro
también.”

“El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte.”

El paisaje de la selva es aquí presentado como agresivo, un paisaje que no se somete a la presencia humana
que quiere dar un orden a las cosas en vano, un paisaje dispuesto casi a repelarlo como un intruso. Es por
esta razón que al final el hombre, mordido por una serpiente en la selva, no consigue encontrar ayuda y
salvarse. El paisaje violento está tanto en la serpiente que muerde al protagonista Paolino como en extenso
rio Paraná que lo separa de la civilización o de cualquier centro médico. El hombre es débil y vulnerable
ante la fuerza de la naturaleza.

Descripciones del paisaje de la selva de “Luvina”:

“Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando las
paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta
sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos.”

La descripción del viento negro de Luvina es símbolo de la eterna desolación del paisaje rocoso que se
caracteriza por la aridez del suelo, despeñaderos ásperos y condiciones atmosféricas difíciles causadas por
la acción del aire y del sol. En este cuento es muy difícil trazar claramente los limites entre la vida y la
muerte donde todos los seres, objetos y almas parecen apagados, drenados por la tristeza y la desolación.
Una realidad casi indefinible donde lo real, lo vivido y el sueño se hacen una sola cosa y los personajes no
logran ver distintamente a que mundo pertenecen (de los vivos o de los muertos), signados por la pobreza,
el desencanto y la muerte.
Por otro lado, si en Rulfo predomina la visión borrosa entre lo vivido y lo soñado, entre lo real y la muerte,
en Quiroga la muerte es propiamente un tema y una elección, una verdadera exploración del terror de
manera cruda y directa. La muerte es un hecho repentino, natural, un limite inexorable y final a la vida, casi
siempre degradada donde el cuerpo sobrevive a una debilidad mental. La incapacidad por los personajes de
Quiroga de hacer frente al medioambiente da lugar a la rendición de los personajes frente a la muerte,
como también en el caso del cuento de “El hombre muerto”. Los personajes de Quiroga aceptan su
condición de precariedad y de peligro y cuando mueren lo hacen como dejándose llevar de su destino
provocando una sensación de fuerte desconcierto en el lector. El hombre que intenta dominar la naturaleza
(representado por el “homo faber”, como de hecho era Quiroga, o sea un hombre que tiene una capacidad
de adaptación por ejemplo haciendo de carpintero, agricultor, pescador…) siempre acaba por fracasar en
su intento y también en “Luvina” el destino de los que viven en ese pueblo en insalvable. Lo de Quiroga
podría ser considerado un realismo que a veces se convierte en lo fantástico y perturbador. En “A la deriva”
y también en “El hombre muerto” nos enteramos también de otro aspecto peculiar; mientras que Juan
Rulfo en “Luvina” (a través del narrador profesor) expresa como un arrepentimiento y una fuerte amargura
por todo el tiempo perdido viviendo en el pueblo de Luvina e incluso insta a los habitantes para que se
vayan de ese pueblo tan impregnado de tristeza inexorable, Horacio Quiroga siente la necesidad de vivir en
primera persona en la selva misionera, de no contemplarla solo como un espectador sino de adentrarse en
ella, una condición imprescindible para vivirla intensamente. La naturaleza deja de ser para Quiroga la
musa pasiva de sus cuentos y se transforma en el lugar donde el hombre se siente atrapado pero vivo. Por
consiguiente podríamos decir que mientras que la naturaleza en Rulfo es algo que apaga la vida y las
voluntades de los personajes en una atmosfera de muerte y tristeza eterna, en Quiroga sí, el
medioambiente es brutal y llevará a la destrucción del hombre, pero por otro lado eso representa algo que
hace sentir vivo al hombre, que le permite tocar con mano su verdadera esencia. Además en “A la deriva”
cabe resaltar también una descripción peculiar de la naturaleza que contrasta con la imagen de paisaje
agresivo y brutal de la selva de que hemos hablado antes. La naturaleza es también algo que atrae al ser
humano con su belleza y magnificencia.

“Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.”

“El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también”

Esta divagación, desconcertante para el lector que expresan también la sensación de perdida de lucidez y
de falta de control del hombre que está muriendo es como si desmitificase el peligro de esa muerte que
confunde el lector.

En “Luvina” los elementos de contraste con la atmosfera de muerte y desolación del espacio que es la
contracara del vacío existencial de los habitantes, son representados por los gritos de los niños, sonidos
que vienen del externo y que ocurren en el espacio interior de la tienda y interrumpen la narración del
recuerdo del pueblo de Luvina por parte del narrador. Los niños que juegan y gritan afuera representan un
contraste con Luvina, un contraste entre la vida y la muerte. En Luvina todos son eternamente viejos y
débiles y los niños es como si encontraran abruptamente adultos.

Vimos que la concepción de la naturaleza en estos dos autores está bien lejana de la concepción idílica de la
literatura clásica y también hay otro aspecto común en los dos cuentos (visible también en”Piedro Paramo”
de Rulfo y “El hombre muerto” de Quiroga) que ya hemos mencionado. Se trata de una especie de
determinismo telurico dado que los personajes están marcados por la fatalidad de la tierra. En este sentido
la ley de la naturaleza de la selva y del pueblo de Luvina rechazan la presencia del hombre y es casi siempre
vencedora. Nos enteramos de la trágica imposibilidad de sustraerse a un orden cosmico predeterminado
que arrodilla al hombre ante la naturaleza.

Cuncluyendo, la relación entre hombre y naturaleza parece antagónica, pero si quisiéramos añadir una
ulterior consideración, podríamos notar un análisis mas profundo muestra que la lucha del hombre no es
tanto con el entorno cuanto con consigo mismo, para evitar la muerte prologando la vida. La naturaleza no
es solamente un medioambiente sino también la verdadera condición humana que es limitada. La
naturaleza es fija y dura, indiferente a las tragedias humanas en contraste con la fragilidad y la precariedad
de la vida de los hombres. La naturaleza continua a ser mientras que el hombre muere y el es incapaz de
comprenderla.

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