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El día que aprendí a perseverar en oración…

Era una tarde de sábado y yo apenas adolescente oraba en el comedor, pidiendo a Dios diez mil
pesos, para ir a la iglesia y cumplir con todo mi plan de fin de semana. Pero oraba y oraba y no
había respuesta. Y yo pensaba: “Si dice, pide. Porque al que pide, recibe. Así será. Dios no es
hombre para que mienta.” Así que es cuestión de fe. Y me puse de pie. Y volví a orar, esta vez con
mayor convicción. Porque tenía que estar a las 19.30. en la reunión juvenil. Y de pronto golpean la
puerta tipo 16.30. Y era una abuelita, muy consagrada al Señor. Pero que jamás me había visitado.
Y me dice con su rostro angelical: “EL Señor me dijo que le diera esto…y me entregó envuelto en
un papel, $ 5000 pesos…Cuando abrí el papel, quedé mudo, no sabía que decirle…y me impactó
mucho el gesto tan natural de ella…” El Señor me dijo:” ...y le pregunté: ¿Cuándo le dijo el Señor?:
Y me respondió…” Venía por su calle y me acordé de Ud. Al ver su casa. Y ahí EL Señor me habló
que le diera este dinero. Porque Ud. lo necesitaba. Y nuevamente le agradecí, un tanto
avergonzado porque pensé, si ella es abuela, no trabaja, sin embargo, me regala dinero. Y sin
saber lo que pensaba, ella intervino mi pensamiento y me dijo: “NO se preocupe Ud. EL Señor a
mí, siempre me provee. Y nunca me falta nada. Tengo mi jubilación y mis hijos que siempre me
apoyan. Además, vendo huevos en mi parcela, que me dan mis gallinitas.” Volví a quedar mudo…la
abuela era poderosa, pensé. Dios habla con ella. Y volví a agradecerle. Pero al cerrar la puerta
pensé. “Pero son apenas $ 5.000 y yo necesito $ 10.000…Señor, me diste la mitad. Necesito los
otros $ 5.000 pesos. Y Volví a orar, esta vez, más fervientemente, porque dije: “Si en un par de
horas, EL Señor, me trajo la mitad. Necesito orar, otro par de horas. Cuando llevaba orando unos
minutos, pensé: “Mejor hablo con la abuela y le digo la verdad. Que necesito 10.000. Por último,
se los pido prestado. Y se los pago otro día, y si ella tiene, seguro me dirá que sí…Y salí a buscarla,
pero no la encontré por ninguna parte. Cuando volví ya eran las 18.00 y debía ducharme para salir
al templo. Y volví a orar: “Señor, te pedí $10.000 y me disté la mitad. Y tú no eres un Dios que da
“mitades”. Tú das o no das…Porque tú eres Soberano. Pero no creo que des mitades…Así que no
sé de qué lugar me darás lo que falta. Pero mi fe es que tú vas a completar tu obra Mi Señor.” Y
entonces vuelvo a sentir que alguien golpea con fuerza el portón de metal de la entrada. Y
extrañado por la insistencia, de los golpes al portón. Fui y abrí la puerta, para increpar, al
impertinente que estaba interrumpiendo mi oración con EL PADRE…y ante mis ojos, estaba
nuevamente la abuela…pero esta vez con cinco mil pesos en su mano derecha extendida hacía
mi…” Tomé, tomé siervo…EL Señor volvió a hablarme, y me dijo que le faltaban $ 5.000 pesos…yo
no sabía que decir… se fue de inmediato. Ni siquiera alcancé a decirle gracias…Ese día fui a la
iglesia, pero no dije nada…me quedé extrañamente en silencio…los amigos lo notaron, pero
éramos muchachos, nos reíamos de todo…pero a mí, me marcó el alma, esa abuela. Dios hablaba
con alguna gente, de manera especial. Y entenderlo así, no era para reírse. Era para sorprenderse
y pensar un rato, en muchas cosas que ocurrirían con el tiempo. No es lo mismo servir a un Dios
mudo, que uno que si habla y en plena contingencia.

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