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El Hombre Muerto 
Gabriela Antequera Mesino 
USTA - Literatura y Cine 

Cuando leo la descripción del cortometraje, 

tristeza y soledad abrigan mis pensamientos al 

instante. Tristeza por el hombre, su familia, y su 

machete. Mi posición frente al cortometraje es de 

aceptación, pues al final llega un momento en el que 

todos morimos, pero unos llegan a ser más 

desafortunados que otros como el hombre, mueren solos y en soledad. A veces me 

interrogo a mi misma si ¿morir solo y en soledad no es lo mismo? Y al final descubro 

que no lo es. La diferencia de morir solo y morir en soledad rige en el resultado que 

causa nuestra muerte a nuestro alrededor. 

Este hombre no solo murió en la soledad, sino que su existencia en este poblado 

mundo no causó impacto alguno, fue y murió como algo insignificante. Es decir, ¿quién 

desea morir sin al menos haber tratado de hacer un cambio mínimo, incluso dentro de 

nuestro círculo familiar? ¿No causa dolor el saber que nadie sabe nada de ti, como si 

jamás hubieras existido? De eso se trataba el cortometraje, el recordarle al televidente 

lo insignificante que podemos llegar a ser los seres humanos. Por más que queramos 

enfrentar nuestros temores y esforzarnos por cumplir nuestras metas, todos 

 

 

terminamos solos, en soledad. Aunque eso sea cierto, lo imparable del hombre y su 

capacidad para seguir adelante y, vulgarmente dicho, “embarrarla”, es parte de la 

hermosura humanista. La diversidad de razas, edad, trabajo, status, etc., incluso si se es 

campesino, no impide al ser humano a dar lo mejor de sí a pesar de las dificultades. El 

hombre en el campo dejó que sus pensamientos siguieran viajando y luchando sin 

importar que su cuerpo endeble e inmóvil estuviera en el suelo. No hay límites para 

nuestras acciones ni mucho menos nuestros pensamientos. ¡Qué bello es vivir con la 

“berraquera” que caracteriza a nuestra especie! Con la tranquilidad de dar todo de sí 

cada mañana para alimentar a su familia, puedo decir que el hombre muerto no murió 

en soledad. El vago recuerdo de un padre y esposo trabajador y luchador en tan lejano 

lugar, será el principal empuje de motivación para el hijo y su madre. Creo en el 

concepto de descanso. Nada de cielo ni infierno. Simplemente descanso total de la 

desfachatez de la sociedad en la que vivimos. El hombre muerto está descansando. 

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