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OPTATIVA EDUCACION Y COMUNICACION

Documento: Papel de trabajo sobre el Discurso Pedagógico no teórico, realizado por E. Valdiviezo
(1994). Mimeo

A manera de Introducción.

El tema que va ser planteado es de vital importancia, significación y alcance por cuanto en la actualidad, los
Proyectos Educativos y las diversas preocupaciones que se manifiestan en el campo de la opinión en
relación con el Sistema Educativo, constituyen una multiplicidad de ideas, vinculadas con la necesidad de
expresar las diversas posiciones – no autorizadas – sobre la educación. Ejemplo de ello se observa en
documentos tales como los emanados del Ministerio de Educación, de Organismos oficiales e
internacionales (Universidades, U.N.E.S.C.O.), Ley de Educación y otros.

Antes de iniciar a plantear los aspectos relacionados con la selección de criterios de análisis y el modelo a
ser aplicado, es importante detenernos un poco en la noción de discurso en general, para luego establecer
lo que es el discurso teórico, en contraposición con el discurso no teórico, objeto de esta investigación.

El término discurso abarca un número grande de significados.


Desde una posición léxico gramatical, éste es definido como una unidad lingüística de análisis.
Para otros es una forma de hablar, construir textos en un contexto, entre otros.

Según, Todorov el discurso es una clase de texto que se inserta en los llamados “géneros literarios y no
literarios”. Para el autor:

“Un discurso no está hecho de frases, sino de frases enunciadas, o más precisamente,
de enunciados. Ahora bien, la interpretación del enunciado está determinada, por una
parte, por la frase que uno enuncia, un destinatario a quien uno se dirige, un tiempo y un
lugar, un discurso que precede y otro que sigue; en fin, un contexto de enunciación. En
otros términos, un discurso es siempre y necesariamente un acto de habla”

Esta definición de Todorov, aunque con un matiz de carácter lingüístico, inserta el concepto de discurso en
una dimensión amplia en el marco de los géneros.

Así se puede considerar un discurso a una pieza poética, a una conversación o diálogo y también a un
documento escrito.

Para los fines de esta investigación y con el propósito de ir definiendo nuestro objeto de estudio,
consideramos el discurso, y de manera particular el discurso pedagógico no teórico como aquel texto
escrito en donde se opine, analice y se expresen las preocupaciones sobre el proceso educativo.

Sobre la base de los planteamientos antes expuestos podemos concluir que discurso es el lenguaje en toda
su amplitud que sirve para comunicar ideas entre hablante y oyente, entre escritor y lector, como un modo
de interacción social. Pero sobre todo concebimos al lenguaje y al discurso, no como constructor teórico
abstracto sino como acción, como vehículo principalísimo de interrelación entre los seres humanos y
también con el poder de reproducir o transformar el orden establecido en la sociedad.

De esta manera, asumimos que el discurso es una producción del pensamiento del ser humano y como tal,
es complejo, es diverso y es histórico también.

Antes de plantear la complejidad, diversidad e historicidad del discurso como producto del
pensamiento del ser humano, principal actor del entramado social, creemos conveniente diferenciar el
discurso de carácter teórico, científico de aquel que es de carácter no teórico, éste último, nuestro
objeto de estudio. De manera específica, el tipo de discurso que vamos a tratar es el discurso pedagógico
no teórico.

Discurso Teórico
El discurso teórico es una de las realizaciones de la conciencia social del ser humano, representa una
manera de expresar la asimilación e interpretación de la realidad.

Representa un discurso sistematizado que se traduce en un modelo conceptual que plantea, que explica,
que teoriza sobre un determinado objeto de estudio, dando cuenta de su naturaleza, su esencia, su
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dinámica y que además, ha determinado los procedimientos y dispositivos metodológicos para abordar
dicho objeto de estudio, para luego, expresarlo mediante una explicación racional y sistematizada.

A diferencia del discurso no teórico, el discurso teórico nos remite a la producción científica, con rasgos de
carácter observable, objetivo, racional, sistemático, verificable y comprobable.

En relación con el lenguaje que utiliza, el discurso teórico es transparente, neutral, objetivo y,
químicamente puro. A este argumento, nosotros podríamos agregar que este tipo de discurso parece en su
expresión representar una visión de neutralidad, de objetividad y de pureza, sin embargo en su esencia y
sobre todo en su intencionalidad es también ideológico.

El discurso teórico en educación.

Desde el punto de vista educativo, el discurso pedagógico teórico, se caracteriza por explicar el ser de la
educación, “se teoriza sobre el “ser” de la educación; se construye un sistema teórico “autónomo” extraído
del propio fenómeno educativo; el deber – ser de la educación queda determinado por su ser”. En otras
palabras, la normativa (el deber ser) cuando lo hay, está sustentada en la explicación.

Discurso No Teórico
El discurso no teórico es parte y expresión del pensamiento social, cuyo contexto y vínculo es el quehacer
complejo y conflictivo de la práctica social. Mediante este tipo de discurso, el sujeto actor expresa su
interpretación de la realidad de una manera práctica, sin la necesidad de circunscribirse a teorías
establecidas.

En un mundo práctico, regido por necesidades inmediatas, el sujeto busca soluciones utilitarias, sin teorías
que den respuesta a los problemas que le plantea la realidad. En este contexto, el ser humano opina,
expresa sus preocupaciones sobre la realidad que lo circunda.

En relación con lo educativo, manifiesta sus opiniones e interpretaciones sobre la problemática educativa tal
como él la concibe y la percibe.

El discurso pedagógico no teórico es producto del a experiencia viva del hombre común, de su quehacer
cotidiano, que representa la conciencia práctica de la educación, orientada hacia la normatización del deber
ser de ésta, desde un punto de vista valorativo sobre el hombre, la sociedad y además, sobre problemas
concretos que plantea el contexto social en un momento dado.

El discurso pedagógico no teórico es un tipo de discurso que está vinculado con el diario quehacer de la
práctica educativa, práctica que, en una sociedad dividida en clases se encuentra inserta en un contexto
complejo, conflictivo y antagónico, en donde factores de todo orden ejercen presión sobre ella y, en donde
la reflexión pedagógica es sólo un momento de esa práctica.

Esta reflexión pedagógica, se expresa en un discurso no teórico, en un pensar, analizar y opinar sobre la
realidad de la educación, Lo que implica asumir esta clase de discurso en un contexto más amplio como lo
es el desarrollo del pensamiento pedagógico; expresión éste del pensamiento social. Todo esto supone
reconocer su significación y carácter histórico.

Antes de caracterizar el discurso pedagógico no teórico es necesario partir de unos criterios básicos,
como una perspectiva comprometida para el análisis de este tipo particular de pensamiento.

DISCURSO PEDAGÓGICO Y EDUCACIÓN EN LA DIMENSIÓN DEL ENTRAMADO SOCIAL.

El primer criterio es la distinción y al mismo tiempo la vinculación entre la realidad educación y la


reflexión pedagógica, o lo que es lo mismo, entre educación y el pensamiento (luego traducido en
discurso) que sobre ella se produce.

Ambas dimensiones constituyen momentos distintos de la práctica educativa, forman parte de procesos
complejos, que no se presentan en forma evidente y clara. En este sentido, se entiende por educación el
desarrollo y formación de un tipo de hombre que esté preparado para responder a las necesidades,
expectativas, aspiraciones, intereses y determinadas circunstancias de un contexto dado.

Entonces, la educación es una práctica concreta, es la realidad, que asume diferentes formas y niveles de
expresión en la práctica social, desde las maneras más informales y espontáneas hasta las más formales y
orientadas por propósitos pre-establecidos. El proceso educativo en toda su magnitud constituye un
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conjunto de procedimientos, actividades y prácticas que ejercen una decisiva influencia sobre sujeto actor
en el contexto de una práctica social determinada.

De aquí que la palabra educación pueda tener un doble significado como lo plantea Suchodolski:

“…educación como proceso de adaptación a las relaciones existentes, y educación como


arma en la lucha contra la opresión, como instrumento moral e intelectual…”

Por su parte, el discurso pedagógico no teórico como expresión del pensamiento social, que se expresa
en la práctica educativa en función de unas necesidades, fines e intereses que le van a dar una orientación
y un determinado propósito a esa práctica educativa. Básicamente, esté es un tipo de discurso práctico y
utilitario que valora la educación desde una opción y una perspectiva; como tal, también responde a un
contexto social y a un momento determinado.

Entonces educación y discurso pedagógico no teórico son procesos complejos que guardan una
estrecha vinculación, que pueden ser diferenciados más no separados, porque ambos son expresión de la
práctica educativa.

DISCURSO PEDAGÓGICO Y EDUCACIÓN EN LA DIMENSIÓN HISTÓRICO – SOCIAL.

Nuestro segundo criterio se vincula con la asunción que la educación y el discurso pedagógico son
procesos históricos y sociales. En este sentido, comenzaremos por plantear que, la educación aparece
vinculada en las sociedades primitivas con una incipiente producción comunitaria y con unos rudimentarios
instrumentos de trabajo, por lo que la producción era para el consumo inmediato. La práctica educativa no
estaba confiada a nadie en particular, sino, a la vigilancia difusa de los miembros de la comunidad. Para
este tipo de educación y para esta época puede inferirse obviamente, que no hubiese un pensamiento
expresamente dirigido sobre la educación, sino que eran las necesidades inmediatas del medio natural y
social las que sugerían unas medidas de carácter práctico y utilitario, cónsonas con el momento histórico y
cercano a la cotidianidad del ser humano.

En la medida en que las sociedades se van haciendo más complejas, producto de la marcada división del
trabajo y por consiguiente de las diferentes especializaciones en las diversas tareas a cumplir, de
modificaciones introducidas en la técnica y los instrumentos de trabajo; la sociedad ya no es homogénea ni
uniforme, sino que es estratificada, plural, heterogénea, es decir, una sociedad dividida en clases, no por
las diversas tareas que desempeñan los hombres sino, porque en este proceso de cambio, unos pocos se
han adueñado de los medios para producir los bienes materiales de existencia, mientras que el resto
trabaja para estos dueños, como única manera de sobrevivir.

En este contexto, la educación ya adquiere otro sentido, asume un carácter complejo y diferenciado, es un
reflejo de momento histórico que se vive y de la sociedad a la cual sirve y subordina. También el
pensamiento que se produce sobre lo educativo asume otra perspectiva, pues ambos, educación y
pensamiento pedagógico pasan a ser instrumentos de control de la práctica educativa por parte del grupo
social que ejerce funciones de dominio.

Sobre la base de este planteamiento, se puede argumentar que tanto la educación como el pensamiento
pedagógico, es aquel tipo de discurso pedagógico (en nuestro caso particular el discurso pedagógico no -
teórico, nuestro objeto de estudio) compuesto en una práctica diferenciada plural, que se manifiesta en
diferentes formas, planos y niveles, proveniente de un heterogéneo tejido social donde los hombres, sujetos
protagonistas, se mueven, actúan, producen y reproducen sus acciones y circunstancias. Donde estos
sujetos actores piensan, procesan y producen sus proyectos educativos, cuyo objetivo principal es el de
preparar ese tipo de hombre, esos cuadros necesarios que se necesitan formar, de manera de responder a
las necesidades inmediatas, a los objetivos proyectados de acuerdo con sus circunstancias, con una
expectativa y con un nivel de aspiraciones.

Visto así, la educación y el pensamiento pedagógico, tienen un carácter político, económico, cultural social
y también ideológico. En este sentido, la relación entre la educación y el pensamiento/discurso que parte de
esa práctica, es una relación historizada, pero sobre todo mediada por una carga valórica, producto de las
relaciones de poder. Esto supone que ambos procesos estén filtrados por implicaciones ideológicas desde
las cuales se asume la práctica educativa y el pensamiento pedagógico que de ella se hace. Ambas son
expresión dinámica, cambiante e historizada de un contexto; de tal manera que la relación maestro –
alumno, maestro – método, así como las decisiones en relación con las políticas educativas,
organización y administración, fines y propósitos de la educación son relaciones y decisiones
complejas porque son historizadas, producto de una sociedad plural, cambiante, dinámica e histórica.
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DISCURSO PEDAGÓGICO Y EDUCACIÓN EN LA DIMENSIÓN IDEOLÓGICA

Nuestro tercer criterio se expresa en asumir el vínculo existente entre discurso pedagógico, así como su
despliegue en el terreno de la Historia, ha puesto de manifiesto otro criterio básico y éste es el
componente ideológico que es una forma de legitimar, de justificar, de darle un sentido y una orientación
desde donde un hombre comprometido asume su práctica educativa por medio de un proyecto que tiene
toda una intencionalidad, una carga valórica que le imprime su sello histórico/social.

El problema de la ideología ha sido planteado de diversas maneras y desde posiciones antagónicas por
diferentes autores; lo único concluyente hasta ahora es que no hay consenso entre los que discuten, aún
perteneciendo a la misma corriente de pensamiento. Por esto es ineludible, asumir una definición que le de
orientación y direccionalidad al trabajo. En este sentido, nos acogemos a la definición ofrecida por Sánchez
Vásquez (1975), en un texto titulado “La Ideología de la Neutralidad Ideológica en las Ciencias Sociales”, en
donde expresa:

“La Ideología es a) un conjunto de ideas acerca del mundo y la sociedad que: b) responde a
intereses, aspiraciones o ideales de una clase social en un contexto social dado y que: c) guía y
justifica un comportamiento práctico de los hombres acorde con esos intereses, aspiraciones o
ideales”.

Esta visión de la ideología adquiere su significado real en el propio proceso de producción de la vida
material que realizan los hombres por medio de su trabajo, lo que trae como consecuencia que ellos
produzcan sus representaciones, sus ideas, el desarrollo de sus reflejos ideológicos, es decir, que
desarrollan una determinada forma de conciencia, de pensamiento. Según Marx, la ideología y las formas
de conciencia que a ella responden:

“…No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su
producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su
pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino
la vida la que determina la conciencia”.

De la cita anterior se desprende que para Marx, se parte del individuo real y viviente de las condiciones
reales de su existencia y, como producto de éstas, su ideología. En este sentido, en una sociedad dividida
en clases se encuentra la presencia de las ideologías vinculadas con las clases sociales que entran en
juego en este tipo de sociedad.

La estratificación social permite observar la existencia de básicamente dos clases sociales con intereses y
necesidades contradictorias, que expresan también una concepción del mundo y del hombre en la que
subyace una concepción antagónica. De esta manera, se puede considerar una ideología como
dominante, aquella que se articula con los intereses de la clase hegemónica y cuyo propósito es la
transmisión, internacionalización, difusión e imposición de los valores y modos de vida de esta clase
hegemónica. De allí que toda huella de dominio de clase está sistemáticamente ausente de lenguaje. Por
su parte, la clase dominada es la que se vincula con los grupos oprimidos y cuyo objetivo es la utilización
de su ideología como un instrumento para revertir las relaciones dominio/subordinación en las cuales se
encuentra inmersa.

La clase propietaria de los medios de producción material, es una clase hegemónica porque además del
dominio económico, también ejerce el poder espiritual de la sociedad.
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o dicho en otros
términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su
poder material dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción
material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace
que se les sometan, al propio tiempo, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para
producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantes…”
(Marx y Engwels.- La ideología Alemana, obra citada, pp. 50)

En la cita anterior se aprecia la condicionalidad histórica de la ideología, debido a que es la clase dominante
como productora de ese pensamiento dominante, la que va a dirigir, motorizar y orientar el pensamiento de
una sociedad históricamente determinada.

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En una sociedad dividida en clases, la función de la ideología es lograr que los hombres internalice las
ideas que les permitan adaptarse a la sociedad y en particular, a las relaciones de dominio/subordinación
de una manera natural.

Otra función de la ideología es ofrecer a la sociedad una imagen de cohesión y de armonía, es decir, la
ideología no tiene como función proporcionar al hombre un conocimiento verdadero, sino que por el
contrario, busca insertarlo en las actividades prácticas que sostienen a la sociedad; mediante un discurso
relativamente coherente, logra ocultar las diferencias reales en la vida práctica.

Esto es lo que Antonio Gramsci (1929 – 1935) maneja como la “metáfora cemento”, que se desliza a
través de toda la superestructura y busca una significación de armonía y equilibrio. Esto sirve para ocultar
los conflictos y antagonismos que la sociedad presenta y también para justificar y legitimar las relaciones de
producción desde el punto de vista económico, reproduciendo consecuentemente, las ideas y valores de la
clase dominante.

En síntesis, es por medio de su ideología que la clase dominante reproduce su condición de dominio
económico y político de la sociedad.

Sobre la base de todo lo anteriormente planteado, se puede argumentar que lo ideológico como obra social
es una realidad completa, compleja, históricamente determinada y como tal, sujeta a una dinámica que está
en constante proceso de transformación y cambio, cuya función se explica en el contexto histórico/social y
que no ha sido la misma a través de la historia.

Dentro de las relaciones sociales, la ideología, surge como un pensamiento con la necesidad de justificar y
legitimar intereses de la clase social dominante. Lo ideológico surge en el tejido dinámico y cambiante de
las relaciones sociales, de la lucha de clases; en los momentos de crisis emergen ideologías enfrentadas.
De allí que haya ideologías dominantes y dominadas y que la clase propietaria del poder político/económico
se trace como propósito la imposición de su ideología, penetrando de esta forma todas las instituciones y
los momentos de la vida social.

En los modos de producción esclavista, la ideología de la clase dominante recurría al “poder divino de los
dioses” y la “sabiduría de la naturaleza”; los “pocos elegidos” y un “ejercito de guerreros y de esclavos”
eran privilegios de un orden natural. Los políticos que son lo verdaderamente predominantes en este tipo de
sociedad se ocultan detrás de la moral, de lo mítico, de lo filosófico. Entonces, se acepta como natural el
que unos hombres nazcan “esclavos” y otros sean “amos”.

Por ley sobrenatural “los amos nunca se equivocan”. Por la voluntad de loa dioses, los esclavos tienen que
aceptar su desgracia.

Es una sociedad con un corte de modo de producción capitalista, surge una ideología diferente, donde el
papel dominante lo detenta lo económico, éste se oculta bajo el paraguas de lo jurídico/político, porque
palabras como “libertad”, “igualdad”, “deberes”, dan cohesión a la sociedad. Esta perspectiva del mundo y
del hombre se va a manifestar también en la ciencia, en la filosofía, en las bellas artes.

Esta concepción de la ideología en “regiones” es un aporte de Nicos Poutlanzas (1969), quien establece
que el predominio de una región ideológica sobre otra no es fortuita ni casual y adquiere tal significación
que las ideas de las regiones restantes debido a que se constituyen en nociones o representaciones que se
nutren de la región dominante. En este sentido, señala, Poutlanzas:

“…La coherencia propia de la ideología dominante, que ésta, desde ese punto de vista garantizada
por el predominio de una región ideológica sobre las otras regiones, proviene de que refleja, con la
inversión y la ocultación que caracterizan a lo ideológico, la unidad de la estructura, es decir, su
índice de predominio y de sobredeterminación…”

La ideología de la clase dominante se va a convertir en una matriz productora de ideas, pensamientos y


conceptos que van a ser proyectados a toda sociedad y esto se logra por medio de un eje conductor que
cubre al grupo social con un matiz de armonía, de unión, de equilibrio y de cohesión. En este contexto, las
ideas sobre educación provienen de esa matriz generadora de ideas y conceptos, cuyo trasfondo es
básicamente ideológico y político. Como lo afirma Bolívar Omaira (1994) “la ideología es el caldo de
cultivo donde se guisan las ideas educativas de una sociedad determinada, en un momento
histórico determinado”.

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Ahora bien, ¿Cómo se relacionan todos estos planteamientos con los discursos pedagógicos no-
teóricos?. Es importante destacar que, en relación con lo ideológico, se observa que al propio interior de
los discursos pedagógicos como vías de aproximación a una realidad concreta que es la problemática
educativa, se revierte la connotación valórica e ideológica. Este rasgo revela estrecha articulación del
problema pedagógico con los intereses diversos y antagónicos de una sociedad estructuralmente
diferenciada.

En una sociedad estratificada, la clase hegemónica vuelca en los proyectos educativos toda la
intencionalidad de sus objetivos, intereses, necesidades y expectativas, es decir, le imprime a estos
proyectos la ideología que domina en el sector que detenta el poder político, económico e ideológico.

Es por ello que en los planteamientos anteriores se ha hecho tanto énfasis en la ideología como eje
central, como reflexión pedagógica, como modo particular del pensamiento que sirve de base para la toma
de decisiones de tipo político y que orienta la práctica educativa en una sociedad.

Como punto de cierre, en lo ideológico es necesario tener presente, que tanto en la educación como en el
discurso pedagógico no – teórico, aspectos provenientes del reflexionar sobre lo educativo, no son
procesos neutros, puros, inocentes, ni imparciales; sino que por el contrario; son expresión de un proceso
político comprometido y por lo tanto con una gran carga ideológica. Esto conduce a evidenciar también que,
la educación y el pensamiento /discurso pedagógico se insertan en unos principios éticos y morales, porque
ambos orientan sus propósitos a la formación de un tipo de hombre para una sociedad.

EL DISCURSO PEDAGÓGICO: COMPLEJIDAD Y DIVERSIDAD

El carácter histórico/social, valorativo e ideológico de la educación y del pensamiento pedagógico que


hemos venido desarrollando a lo largo de este trabajo, nos conduce a exponer nuestro cuarto criterio
fundamental, en el estudio y análisis del discurso pedagógico No – Teórico, como expresión del
pensamiento social y de la práctica educativa: este criterio es el de la complejidad.

En primer término, hay que establecer que el hombre, sujeto protagonista de una sociedad históricamente
determinada, es producto de una relaciones sociales que son complejas, conflictivas, contradictorias,
porque se dan de acuerdo con las necesidades, intereses, expectativas y niveles desde donde se sitúan, y
que, entran en el juego de la vida colectiva de los hombres que viven y actúan en dicha sociedad. Interese y
necesidades divergentes que conducen a concebir una sociedad y al hombre mismo, de diferentes modos.
Enmarcada en estas relaciones sociales se encuentra la educación como parte inescindible de la realidad,
la cual se asume como totalidad concreta, compleja e históricamente determinada.

La educación es un proceso complejo también, porque en ella intervienen factores sociales, psicológicos,
económicos, políticos y culturales entre otros. En otras palabras, la educación es una expresión y parte del
contexto diversificado, complejo y conflictivo en que se dan estas relaciones sociales. La educación
entonces, como un eslabón en la red de las relaciones sociales conflictivas y contradictorias, expresa
también diversidad de necesidades e intereses. En este sentido, la acción del hombre (y a esto no escapa
su actuación en el campo educativo) siempre está dirigida o bien hacia la reproducción de lo que ya existe y
su actividad se centra en justificada y legitimarla; o bien sus acción está orientada a cambiar/transformar
esa realidad donde él vive, actúa, piensa y reproduce su acción.

En el contexto de esas relaciones sociales diversas y antagónicas se expresa el pensamiento pedagógico


que responde a esa conflictividad y antagonismo social, por lo que se puede decir que este pensamiento
pedagógico no es único ni hegemónico, sino que por el contrario, es heterogéneo, diverso y que viene a
expresar los diversos modos de concebir el hombre, la sociedad, la educación, através de opiniones,
reflexiones, así como también elaboraciones teóricas que de estas concepciones se tengan.

El criterio de complejidad se aprecia también, en la coexistencia de diferentes niveles y modos de pensar la


educación. Niveles y modos que expresan a su vez, un campo minado de contradicciones. En relación con
los modos de pensar la educación es posible encontrar diferentes y hasta contradictorias opiniones,
reflexiones, discursos pedagógicos no teóricos y elaboraciones teóricas que se inscriben y fundamentan
en grandes paradigmas del pensamiento social. En este sentido, se conocen posturas pedagógicas desde
perspectivas psicológicas, sociológicas, filosóficas, positivistas, marxistas, con tendencias economicistas,
entre otras.

Esta diversidad de opciones y modos de pensar la educación, se da por el carácter dinámico, cambiante,
dialéctico de dicha educación, de la práctica educativa y también del pensamiento pedagógico. Este
pensamiento educativo desde una perspectiva y de un cierto modo, lleva implícito unos intereses y unos
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propósitos sociales, económicos, culturales, políticos e ideológicos que son pensados y elaborados por los
hombres que se mueven y actúan en el tejido social y que a través de sus acciones, de manera consciente,
ejercen influencia para conservar, justificar, legitimar o para cambiar, trasformar la practica educativa. En
este sentido, se observa entonces, que lo político/ideológico permean el pensamiento pedagógico que
orienta y motoriza la educación.

En relación con los niveles, el pensamiento pedagógico y su expresión en el discurso, se encuentra desde
las formas más prácticas, cotidianas, informarles y utilitarias hasta las formas más científicas y
producciones teóricas sistematizadas.

En cualquiera de sus niveles, el pensamiento pedagógico es histórico, complejo y diverso, porque expresa
antagonismos, conflictos y divergencias de intereses y necesidades de las distintas fuerzas sociales que se
relacionan en el entramado de las relacione sociales, de la praxis educativa.

Se entiende por Praxis, como lo ha tratado Gramsci (1914), en su obra: “Introducción a la Filosofía d la
Praxis”, como la actividad consciente, objetiva del hombre de elevar su conciencia a un punto de vista
objetivo, de vincular la teoría con la práctica.

Es demostrar “un acto crítico”, cuando se evidencia que la práctica es racional y la teoría es realista. La
praxis es la acción trasformadora de los hombres; como el autor lo establece:

“…construir sobre una determinada práctica una teoría que, coincidiendo e identificándose con los
elementos decisivos de la práctica misma, acelere el proceso histórico en acto, haciendo la práctica
más homogénea, coherente y eficiente en todos sus elementos…”

En la complejidad y diversidad tanto de modelos como de niveles en que se da el pensamiento


pedagógico, éste es un ámbito muy variado y diversificado, porque la reflexión, el discurso pedagógico
sobre la educación no sólo se encuentra desde diferentes campos y perspectivas, sino que se expresan en
diferentes tipos de discursos, es decir, desde un nivel simple, cotidiano, vulgar, que apunta hacia lo que la
educación “debe ser”, hasta una elaboración teórica, sistemática, científica que explica lo que la educación
“es”. Es lo que Adolfo Sánchez Vásquez (1980), ha manejado por medio de dos conceptos que son
“conciencia ordinaria” y “conciencia teórica”.

Según Sánchez Vásquez, la conciencia ordinaria, es la actividad consciente del hombre de ver la vida
inmediata y cotidiana relacionada con el mundo de los actos prácticos. Al margen de reflexiones teóricas, el
sujeto plantea y pone en práctica soluciones inmediatas y de carácter utilitario a los problemas que la vida
diaria le plantea. En el caso educativo, la conciencia ordinaria se expresa desde la manifestación de
diversos puntos de vista hasta las opiniones de carácter más formal. Es la adopción- a veces inconsciente –
de ideas que surgen del entorno inmediato, donde la realidad plantea problemas y la solución que se ofrece
es en términos utilitarios.

La conciencia teórica por su parte, es un nivel del pensamiento que supera y transciende el mundo práctico
de la cotidianidad. Es romper con lo evidente que muestra el entorno inmediato y plantea problemas que
son explicados por medio de elaboraciones teóricas. En el caso de la educación, se teoriza sobre lo que
ella “es”, no como un problema individual sino como el problema de todo un colectivo, de la Humanidad. En
este contexto, la conciencia se manifiesta como un salto cualitativo de la conciencia ordinaria. En el nivel de
la conciencia teórica se producen diversos y contrastes modelos que explican la educación desde
diferentes perspectivas, partiendo de la concepción de un tipo de hombre y de un tipo de sociedad, de
manera de que la educación sea el vinculo idóneo que forma este tipo de hombre para que se integre y
responda a esa sociedad de acuerdo con unos intereses y unas necesidades planteadas. En este nivel
donde la conciencia teórica produce los grandes paradigmas o modelos educativos. Este nivel entonces, es
diverso, complejo antagónico y también histórico, porque la historia del hombre es la historia de su praxis
educativa y porque en este devenir histórico, un paradigma o modelo educativo ha sucedido a otro como
una superación del modelo anterior, pero también como la expresión de las características de una época o
momento histórico que enuncia unos ideales, unos intereses, unas necesidades y por cierto también unos
objetivos políticos e ideológicos que le imprimen su sello característicos.

En síntesis, la producción del pensamiento pedagógico se manifiesta entonces, en estos dos niveles de la
conciencia antes explicados.

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