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panes y peces, pues en todo esto, Jesús revela un poderoso signo de su amor
para con su pueblo. Él involucra, además, a sus discípulos, para que aporten
su grano de arena. Los panes y los peces los ofrece un muchacho, como
signo de lo que ofrece el pueblo a Dios. De aquí, es que sabemos que Dios
actúa en medio de nosotros, para nosotros, y con nosotros.
En muchos de los milagros que obró Jesús, pedía que las personas pusieran
algo de su parte, aunque sea algo pequeño:
Para dar de comer a las multitudes pidió unos pocos panes y peces, con
eso multiplicó y hasta quedó de sobra. (Mateo 14,17-21)
Para curar al ciego de nacimiento le pidió que fuese a lavarse la cara en
el pozo, aún estando ciego. (Juan 9,1-7)
Para curar al tullido le pidió que se levantara el sólo y que tomara su
camilla. (Juan 5,6-9)
Para proporcionar el vino en Caná, pidió a los sirvientes que llenaran los
cántaros con agua. (Juan 2,3-10)
Cuando Jesús pasaba a través de Samaria y Galilea entró en un pueblo,
le salieron diez leprosos, se detuvieron a distancia y le gritaron: "¡Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros!" Al verlos, Jesús, les pide algo:
"Vayan y preséntense con los sacerdotes". (Lucas 17, 11-19)
Para dar vida, hacer feliz, ayudar, amar, perdonar, no se necesita mucho:
basta una sonrisa, una buena palabra, un abrazo sincero, una cálida acogida,
estar ahí… Pero, además, Jesús podía multiplicar los panes.
Pero la gente se entera adónde irá, y llega por tierra antes que Él. Total: Jesús
desembarca y se encuentra frente a una gran multitud, que lo está esperando.
La gente estaba asombrada y curiosa: ¿Quién es este Jesús, que se preocupa
tanto por los enfermos y tiene tanto poder, que hasta sana a muchos de ellos?
¿Qué sorpresas nos trae?
Jesús los tomó, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los
panes y se los dio a los discípulos, y ellos a la gente. Y comieron todos hasta
saciarse, y recogieron doce cestos llenos de sobras.
Dice el evangelio: "Jesús tomó, bendijo, partió y dio". Son las mismas palabras
de Jesús en la Última Cena, cuando instituyó la Eucaristía (Leer Mateo 26).
Más aún, Jesús poco después hablará a la misma gente del Pan de vida, que
es su Cuerpo inmolado. Curiosamente, sólo son los panes (y no los peces) los
que son específicamente repartidos a los discípulos para distribuirlos (14,19)