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SALA DE CASACIÓN CIVIL

Exp. Nro. AA20-C-2013-000145


 
Ponencia de la Magistrada ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ.
 
 
 
En el juicio por cumplimiento de contrato y simulación, seguido por la sociedad
civil FUNDACIÓN EDUCATIVA MARÍA CASTELLANOS (FEMANCA),
representada judicialmente por  los abogados Miguel Ángel Ortega y Neiver
Valladares Salcedo, contra la asociación civil UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE
ARAGUA (U.B.A.), representada judicialmente por los abogados Augusto Antonio
Zambrano y Servio Orlando Fernández Barrios; el Juzgado Superior en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Miranda, con
sede en Los Teques, dictó sentencia en fecha 12 de diciembre de 2012, mediante
la cual declaró con lugar la apelación interpuesta por la demandada, contra el
fallo dictado en fecha 27 de febrero de 2012 por el Juzgado Segundo de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la mencionada Circunscripción
Judicial y sede, que declaró parcialmente con lugar la demanda, y en
consecuencia, inadmisible la demanda.
 
                   Contra la referida sentencia de la alzada, la demandante anunció
recurso de casación, el cual fue admitido mediante auto de fecha 24 de enero de
2013, y oportunamente formalizado. Hubo impugnación.
 
                  
                   Concluida la sustanciación del recurso, la Sala procede a dictar
sentencia bajo la ponencia de la Magistrada que con tal carácter la suscribe, en
los términos siguientes:
 
 
 
 
 
RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD
 
I
 
                   Al amparo del ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento
Civil el recurrente denuncia la infracción del artículo 272 del Código de
Procedimiento Civil por “…quebrantamiento de la forma procesal que regula los
efectos de las decisiones, que se traduce en una flagrante violación de la cosa
juzgada…”.
 
                   Sostiene el formalizante en su escrito, que el juez de alzada al dictar
sentencia, incurrió en una flagrante violación del artículo 272 del Código de
Procedimiento Civil, al pronunciarse sobre el alegato de inepta acumulación de
pretensiones, opuesto por la demandada como cuestión previa (artículos 78 y 346
ordinal 6° eiusdem), fundamentado en que el juez a quo nunca emitió
pronunciamiento alguno sobre ello, a pesar que de la lectura de las actas del
expediente, se evidencia una sentencia dictada por el juez de primera instancia en
fecha 31 de mayo de 2001, que resolvió dicha cuestión previa declarándola
subsanada, la cual, por su naturaleza adquirió el carácter de cosa juzgada, porque
este tipo de fallos es de aquellos que no son apelables (artículo 357 ibidem);
además, que en el folio 190 de la sentencia definitiva (pieza 4 del expediente),
también hubo pronunciamiento sobre la acumulación de pretensiones, como punto
previo a la declaratoria de la simulación.
 
                   Para decidir la Sala observa:
 
Este Supremo Tribunal evidencia que el formalizante delata la infracción del
artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, en el contexto de una denuncia por
quebrantamiento de las formas procesales, y al respecto es criterio imperante de
esta Sala de Casación Civil, que aquellos casos en los que resulte irrespetada la
cosa juzgada con motivo del cumplimiento de una sentencia definitiva firme, la
cual ha adquirido firmeza durante la tramitación del mismo juicio, ello da lugar a
una incidencia referida a un aspecto adjetivo surgido en el mismo proceso, cuya
solución deriva del examen de las propias actas del expediente, en consecuencia,
la violación de la cosa juzgada con infracción del artículo 272 del Código de
Procedimiento Civil, constituye fundamento propio de una denuncia de
quebrantamiento de forma, la cual debe delatarse, como en el presente, al amparo
del ordinal 1° del artículo 313 eiusdem. (Vid. Sentencia N° 241 de fecha 29 de abril
de 2008, caso: Dominga Carbonara Casotto y Otras contra María Alejandra
Robles).
 
Luego de la anterior precisión, esta Sala pasa a conocer la presente denuncia de
quebrantamiento de las formas sustanciales por violación del principio de la cosa
juzgada contenido en el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, porque a
juicio del formalizante el juez de alzada se pronunció nuevamente sobre la inepta
acumulación de pretensiones opuesta como cuestión previa, cuando dicho alegato
ya había sido resuelto, por el juez a quo en fecha 30 de mayo de 2000, la cual, a
su parecer había adquirido fuerza de cosa juzgada, y que de todas de maneras, el
juez de primera instancia en la sentencia definitiva también se había pronunciado
como punto previo a la declaratoria de simulación.
 
Ahora bien, esta Sala a los fines de resolver el presente asunto, considera
necesario hacer una breve relación de las actuaciones procesales contenidas en
el expediente, y lo hace de la manera siguiente:
 
En fecha 28 de febrero de 2000, la sociedad civil Fundación Educativa María
Castellanos (FEMACA) interpuso demanda por “…cumplimiento de Acuerdo
Privado surgido como consecuencia del Convenimiento suscrito por mi
representada y la UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA, señalados en la
presente demanda con las letras “C” y “B”, que por simulación del acto jurídico
fueron otorgados, y en concordancia con el artículo 77 del Código de
Procedimiento Civil, acumuló en este libelo la pretensión de declaratoria de
simulación del acto ejecutado por la U.B.A., o en su defecto sea condenado a lo
siguiente:.…”, de igual manera solicitó en caso de no proceder las pretensiones
antes mencionadas, la condenatoria sobre daños y perjuicios emergentes,
cesantes, moratorios y compensatorios, y por último, la indexación o ajuste
monetario mediante experticia complementaria del fallo. (Folios 1 al 13 de la pieza
1 del expediente).
 
Fue admitida la demanda en fecha 9 de marzo de 2000, por el Juzgado Segundo
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del estado Miranda, con sede en Los Teques. Posteriormente fue
reformada la demanda y nuevamente admitida por auto de fecha 20 de marzo de
2000, dictado por el mismo juzgado. (Folios 113, 114 y 118 de la pieza 1 del
expediente).
 
Consta en los folios 124 al 128 de la pieza 1 del expediente, copia certificada del
convenimiento celebrado por las partes, el cual fue notariado en fecha 6 de
diciembre de 1999 ante la Notaría Pública de Los Salías del estado Miranda,
marcado con la letra “B”, sobre el cual la actora solicitó la simulación; de igual
manera, se evidencia en los folios 128 y 129 de la pieza 1 del expediente copia
certificada del acuerdo privado celebrado por las partes, marcado con la letra “C”,
sobre la cual la actora solicita su cumplimiento.
En fecha 26 de abril de 2000, la demandada opuso cuestiones previas contenidas
en el artículo 346 del Código de Procedimiento Civil en sus ordinales 3° y 6°, en
concordancia con el artículo 78 eiusdem. (Folios 135 al 142 de la pieza 1 del
expediente).
 
Por escrito de fecha 4 de mayo de 2000, la demandante subsanó voluntariamente
las cuestiones previas opuestas, y en relación con la del ordinal 6° del artículo
346, en concordancia con el artículo 78, ambas normas del Código de
Procedimiento Civil, señaló que las pretensiones de cumplimiento de acuerdo
privado y la simulación del convenimiento no son incompatibles sino que se
complementan, porque una supone un acto real y la otra un acto simulado, y la
declaratoria del acto simulado obliga a la ejecución del acto real. (Folios 146 al
149 de la pieza 1 del expediente).
 
En fecha 16 de mayo de 2000, el demandado contestó la demanda. (Folios 160 al
179 de la pieza 1 del expediente).
 
En sentencia de fecha 31 de mayo de 2000, dictada por el Juzgado Segundo de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial
del estado Miranda, con sede en Los Teques, declaró entre otras lo siguiente:
 
“En cuanto a la cuestión previa a que se refiere el ordinal 6° del artículo 346, por
haberse hecho la acumulación prohibida en el artículo 78, el tribunal observa:
Que si bien es cierto que no podrán acumularse en el mismo libelo pretensiones
que se excluyen mutuamente o que sean contrarias entre sí; ni las que por razón
de la materia no correspondan al conocimiento del mismo tribunal; ni aquellas
cuyos pronunciamientos sean compatibles entre sí.
No es menos cierto que el artículo 77 del Código de Procedimiento Civil establece:
Que el demandante podrá acumular en el libelo cuantas pretensiones le competan
contra el demandado, aunque deriven de diferentes títulos, por consiguiente el
tribunal considera que en el caso de autos no hay inepta acumulación.”. (Folios
183 al 189 de la pieza 1 del expediente).
 
Mediante escritos de fechas 7 y 13 de junio de 2000, fueron presentados por la
demandada, escritos de contestación a la demanda. En el segundo escrito, el
demandado alegó la inepta acumulación de pretensiones y solicitó la
inadmisibilidad de la demanda. (Folios 201 al 220 de la pieza 1 del expediente y 2
al 23 de la pieza 2 del expediente).
 
En fecha 6 de julio de 2000, la demandada promovió pruebas, y a fin de demostrar
la inepta acumulación de pretensiones, promovió a su favor el libelo de la
demanda, porque del mismo se desprendía que lo pretendido por la actora se
refiere a dos pretensiones que no pueden acumularse: una cumplimiento (acuerdo
privado), y otra declarativa (simulación). (Folios 72 al 85 de la pieza 2 del
expediente).
 
En decisión de fecha 27 de febrero de 2012, dictada por el tribunal de primera
instancia se declaró parcialmente con lugar la demanda, procedente los daños y
perjuicios emergentes, moratorios y cesantes, improcedentes los daños y
perjuicios compensatorios y morales, ordenó la indexación, ordenó la experticia
complementaria del fallo, ordenó dar cumplimiento al acuerdo privado de fecha 6
de diciembre de 1999, y procedente la simulación del convenimiento suscrito entre
las partes, quedando “desvanecidos” los efectos de dicho convenimiento, con
fundamento en que “En primer lugar resulta esencial indicar que la acción de
simulación aquí propuesta, puede ciertamente acumularse con la acción de
cumplimiento de contrato, todo ello de acuerdo con las disposiciones contenidas
en el artículo 77 del Código de Procedimiento Civil (…) en el caso que nos ocupa
(…) ambas partes voluntariamente aceptaron de manera consciente y deliberada,
realizar una convención ficticia, conjuntamente con un acto que expresara sus
intenciones reales (…) cursan en autos el acto ficticio (convenimiento firmado en
fecha 6 de diciembre de 1999, debidamente autenticado (…), como el acto
verdadero o real suscrito entre las partes (Acuerdo privado, firmado el 6 de
diciembre de 1999 (…) el medio de prueba por excelencia para acreditar la
simulación es el contradocumento, el cual fue producido oportunamente, por
cuanto se exige su cumplimiento y nunca fue desconocido por la parte
demandada (…) en virtud de que la simulación es lícita, es decir viable y capaz de
producir efectos jurídicos (…) una vez confirmado que la misma reúne todos los
elementos requeridos para que pueda ser tomada como válida (…) quien aquí
decide considera que la solicitud de simulación es PROCEDENTE, por lo que
declara la nulidad del acto ostensible o ficticio para que prevalezca el acto real o
verdadero…”. (Folios 131 al 197 de la pieza 4 del expediente).
 
Contra la mencionada sentencia, la demandada interpuso recurso de apelación
(Folio 202 de la pieza 4 del expediente), el cual fue oído en ambos efectos (Folio
206        de la pieza 4 del expediente).
 
Mediante escrito presentado por la demandada ante la alzada, solicitó -entre otros-
que el juez de alzada declare la inadmisibilidad de la demanda por inepta
acumulación de pretensiones de conformidad con lo dispuesto en el artículo 78 y
209 del Código de Procedimiento Civil. (Folios 210 al 217 de la pieza 4 del
expediente).
 
En fecha 12 de diciembre de 2012, el Juzgado  Superior en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Miranda, con sede en Los
Teques, declaró con lugar la apelación interpuesta por la demandada, nula la
sentencia apelada, inadmisible la demanda, e insubsistente la adhesión a la
apelación de la actora, con fundamento en lo siguiente:
 
“…se observa que la parte demandada, entre otras cosas alegó “…En el libelo
de la demanda el actor, como se evidencia en el folio 11, que riela al
expediente, acumula ineptamente dos acciones que por su naturaleza y
efectos se excluyen mutuamente…”, sobre lo cual la recurrida no emitió
consideración alguna, tal como se desprende de su lectura. Por tal motivo, al
evidenciarse la ausencia de pronunciamiento con respecto a tal alegato, en
resguardo del orden público, se declara la nulidad de la sentencia recurrida, al no
contener decisión, expresa, positiva y precisa atendiendo a las defensas
opuestas…
…Omissis…
Dada la nulidad aquí decretada, pasa en consecuencia quien decide a emitir
pronunciamiento  en la presente causa, a tenor de lo establecido en el artículo 209
del Código de Procedimiento Civil y en consecuencia observa:
PUNTO PREVIO PRONUNCIAMIENTO DE LA INEPTA ACUMULACIÓN DE
PRETENSIONES
…Omissis…
Ahora bien, revisado exhaustivamente el petitorio del escrito libelar, ciertamente se
aprecia que la parte actora demandó el cumplimiento suscrito por su representada
la sociedad civil FUNDACIÓN EDUCATIVA “MARÍA CASTELLANOS” (FEMACA),
y la UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA, que por simulación del acto
jurídico fueron otorgados, y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 77 del
Código de Procedimiento Civil, acumuló a su libelo la pretensión de declaratoria
de simulación del acto ejecutado por la demandada o en su defecto fuese
condenada a su cumplimiento, lo que a juicio de quien decide constituye una
acumulación de pretensiones que se excluyen  mutuamente por ser contrarias
entre sí.
En efecto no puede pretenderse el cumplimiento de una obligación contractual
derivada de un convenimiento, y a su vez que se declare como simulado…
…Omissis…
…evidenciado como se encuentra la acumulación de pretensiones excluyentes por
ser contrarias entre sí, lo que hace concluir que nos encontramos en presencia de
lo que la doctrina ha denominado  “inepta acumulación de acciones”, resulta
imperativo para esta alzada declarar la inadmisibilidad de la demanda incoada…”.
(Negrillas, mayúsculas, cursivas y subrayado del texto). (Folios 228 al 259 de la
pieza 4 del expediente).     
 
 
 Del recuento de las actuaciones procesales precedentemente expuesto, se
desprenden las siguientes precisiones:
 
En primer término, esta Sala observa que lo demandado por la actora es: 1) el
cumplimiento del acuerdo privado (marcado con la letra “C”), y a tal pretensión fue
acumulada la simulación de un convenimiento (marcado con la letra “B”), ambos
celebrados por las partes en fecha 6 de diciembre de 1999, y 3) solicitó en caso de
no prosperar las anteriores pretensiones, los daños y perjuicios emergentes,
cesantes, moratorios y compensatorios.
 
En segundo término, la Sala aprecia que la demandada –entre otras- opuso la
cuestión previa del artículo 346 ordinal 6° del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 78 eiusdem, por inepta acumulación de pretensiones.
Al respecto, el juez a quo dictó sentencia interlocutoria en la cual declaró que “…
en el caso de autos no hay inepta acumulación…”, lo que en otras palabras
significa que declaró improcedente la referida cuestión previa.
 
De la misma manera, constata esta Sala que la demandada en sucesivas
oportunidades continuó alegando la supuesta existencia de inepta acumulación de
pretensiones en el escrito de demanda, a pesar que el juez a quo en fecha 31 de
mayo de 2000, había declarado improcedente dicha cuestión previa; aunado a ello
observa esta Sala que: además, la demandada en la primera oportunidad en que
acudió al juicio con posterioridad a la referida sentencia, no contradijo dicha
decisión, mediante la impugnación es decir, se conformó con lo decidido por el
juez a quo.
 
 En la sentencia definitiva el juez de la causa –entre otros- declaró procedentes el
cumplimiento del acuerdo privado (marcado con la letra “C”), por ser el acto real
suscrito por las partes, y la simulación del convenimiento (marcado con la letra
“B”), por ser el acto ficticio; con fundamento en que la pretensión de simulación
podía acumularse con la pretensión del cumplimiento de contrato, que la
simulación supone la realización de dos actos uno real y uno ficticio, que en este
caso, verificadas las actas del expediente se evidencia que el ficticio es el
convenimiento y el real el acuerdo privado;  que por tales motivos, declaró
procedente la simulación y en consecuencia la nulidad del convenimiento con el
objeto de que prevalezca el acto real que es el acuerdo privado. Dicha sentencia
fue apelada por la demandada y oída en ambos efectos.
 
En el escrito de informes ante la alzada la demandada de nuevo alegó la
existencia de inepta acumulación de pretensiones en el escrito libelar, a pesar de
que, como ya se indicó, dicho alegato ya había sido resuelto por el juez a quo en
la decisión sobre las cuestiones previas, y la demandada en la primera
oportunidad en que ocurrió a la causa, después de dictada la mencionada
sentencia, no contradijo la decisión dictada por el juez de primera instancia que
declaró la improcedencia de la inepta acumulación de pretensiones.
 
Por último, la Sala evidencia que en la oportunidad de dictar sentencia sobre la
apelación interpuesta por la demandada contra la definitiva, el juez de alzada
declaró la nulidad del fallo apelado con fundamento en que el juez a quo no se
había pronunciado sobre la inepta acumulación de pretensiones alegada por la
demandada, y en consecuencia, declaró la inepta acumulación de pretensiones y
la inadmisibilidad de la demanda.
 
                   Ahora bien, en el caso concreto, el formalizante denuncia que el juez
de alzada incurrió en una flagrante violación del artículo 272 del Código de
Procedimiento Civil, al pronunciarse sobre el alegato de inepta acumulación de
pretensiones opuesto por la demandada como cuestión previa (artículos 78 y 346
ordinal 6° eiusdem), fundamentado en que el juez a quo nunca se pronunció, a
pesar que sí existía ese pronunciamiento en sentencia de fecha 31 de mayo de
2000.
                  
                   Dispone el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, lo siguiente:
 
“…Ningún Juez podrá volver a decidir la controversia ya decidida por una
sentencia, a menos que haya recurso contra ella o que la ley expresamente lo
permita…”.
 
                   La norma antes transcrita, se refiere a la fuerza e inmutabilidad de la
cosa juzgada, y  de ella se desprende la prohibición de que ningún juez podrá
volver a decidir la controversia ya decidida mediante una sentencia que ha
quedado firme o contra la cual no pueda ejercerse recurso alguno. (Vid. Sentencia
N° 251 de fecha 15 de junio de 2011, caso Julio Bacalao del Castillo y otros contra
HSBC Bank USA). Es necesario que los jueces respeten la inmutabilidad de la
cosa juzgada “…ello con el fin de mantener el orden jurisdiccional, garantía de la
tranquilidad ciudadana, el respeto mutuo y la paz colectiva…”, de ahí claramente
se observa el carácter de orden público que tiene la cosa juzgada. (Vid. Sentencia
N° 515 de fecha 15 de diciembre de 1988, caso: Mercedes Cabrera Rivero contra
Lepinia, S.A., ratificada en sentencia N° 857 de fecha 10 de diciembre de 2008,
caso: Eduardo José Mata Marcano contra María Máxima Sojo).
 
            Expuesto lo anterior, es pertinente para esta Sala  precisar en qué
momento la sentencia adquiere el carácter de cosa juzgada formal, y para ello
considera necesario citar la sentencia de esta Sala N° 535 de fecha 22 de
noviembre de 2011, caso Noel Cordero Sánchez contra Rosalind Mary Roystone y
Otra, la cual estableció lo siguiente:  
 
“…Respecto a la cosa juzgada, el tratadista Arístides Rengel-Romberg, en su obra
“Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano”, Tomo II, páginas 471 y
siguientes, señala:
…Omissis…
El juez se ve así ordinariamente en la necesidad de resolver ciertas cuestiones
surgidas en el curso del proceso, que aparecen como antecedentes lógicos de su
decisión final, a tal punto que de ellas depende en todo o en parte la resolución de
la causa. Estas resoluciones interlocutorias, deben quedar firmes, no ya para
asegurar la permanencia del resultado final del proceso, sino por exigencias de
orden y seguridad en el desarrollo del mismo, que permiten desembarazarlo de
estas cuestiones incidentales y llegar así rápidamente al resultado final, que es la
sentencia definitiva.
En la mayoría de los casos, este efecto se logra mediante la simple preclusión de
la cuestión misma, que impide proponerla de nuevo en el curso del proceso, por
haberse agotado la facultad con su ejercicio; pero en otros, como ocurre en
nuestro sistema que admite en ciertos casos la apelación de las sentencias
interlocutorias, la firmeza de éstas –lo mismo que la de las definitivas- que permite
obtener la permanencia del resultado, se logra mediante la preclusión de las
impugnaciones del fallo, que impide la renovación de la cuestión en el mismo
proceso.
De este modo, se produce la cosa juzgada ad intra, esto es, en el interior del
mismo proceso, impidiendo la renovación de las cuestiones, consideradas
cerradas en el mismo; pero sin impedir su proposición en un proceso futuro, si la
naturaleza de la cuestión lo permite. En cambio, la sentencia de mérito –salvo
excepciones muy determinadas por la ley- produce cosa juzgada ad extra, esto es,
fuera del proceso en que se dicta y asegura la inmutabilidad del fallo frente a todo
eventual proceso futuro que pueda iniciarse sobre el mismo objeto.
En ambos casos se produce la cosa juzgada por la inmutabilidad del fallo, pero en
el primero se habla de cosa juzgada formal y en el segundo de cosa juzgada
material.
…Omissis…
Puede decirse pues, que la cosa juzgada formal es la inmutabilidad de la
sentencia por la preclusión de los recursos; y la cosa juzgada material, la
inmutabilidad de los efectos de la sentencia no sujeta ya a recursos, en todo
proceso futuro sobre el mismo objeto.
...Omissis...
La cosa juzgada formal (preclusión de las impugnaciones) es el presupuesto
necesario de la cosa juzgada material (obligatoriedad en futuros procesos). Sin
embargo, la cosa juzgada formal no siempre tiene como consecuencia la material”.
(Subrayado de la Sala).
…Omissis…
Por otra parte la eficacia de la autoridad de la cosa Juzgada, se traduce en tres (3)
aspectos fundamentales: a) inimpugnabilidad, según la cual la sentencia con
autoridad de cosa juzgada no puede ser revisada por ningún juez cuando ya se
hayan agotado todos los recursos que dé la ley, inclusive el de invalidación (non
bis in idem). A ello se refiere el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil;
b) Inmutabilidad, según la cual la sentencia no es atacable indirectamente, por no
ser posible abrir un nuevo proceso sobre el mismo tema; no puede otra autoridad
modificar los términos de una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada; y,
c) Coercibilidad, que consiste en la eventualidad de ejecución forzada en los
casos de sentencias de condena; esto es, “la fuerza que el derecho atribuye
normalmente a los resultados procesales”; se traduce en un necesario respeto y
subordinación a lo dicho y hecho en el proceso.
Al respecto, el maestro Eduardo J. Couture señala en su libro "Fundamentos del
Derecho Procesal Civil”, tercera edición, pág. 402, lo siguiente:
“(…)La cosa juzgada es la autoridad y eficacia que adquiere una sentencia cuando
haya quedado definitivamente firme; bien porque en su contra no se interpuso el
recurso procesal correspondiente o bien cuando habiéndose ejercido, fue
desestimado; la misma presenta un aspecto material y uno formal, éste último se
presenta dentro del proceso al hacer inimpugnable la sentencia, mientras que la
primera trasciende al exterior, con la finalidad de prohibir a las partes el ejercicio
de una nueva acción sobre lo ya decidido, obligando a su vez a los jueces, así
como al resto de las personas, a reconocer el pronunciamiento de la sentencia
que contiene el derecho que debe regir entre las partes.”.
Respecto a la cosa juzgada, esta Sala en sentencia N° RC-340 de fecha 30 de
junio de 2009, caso: Jesús Pérez contra la Asociación Civil Funcionarios del
Cuerpo Técnico de Policía Judicial, expediente N° 09-096, señaló lo siguiente:
“...De la misma manera, la Sala Constitucional de este máximo Tribunal, en
sentencia Nº 1.898, de fecha 22 de julio de 2005, caso: Néstor Morales Velásquez,
señaló lo siguiente:
“(…)En el derecho venezolano, la exceptio rei judicatae o excepción de cosa
juzgada tiene como función garantizar aquella cualidad de la sentencia cada vez
que una nueva demanda se refiera a una misma cosa u objeto, esté fundada
sobre la misma causa petendi, entre las mismas partes con el mismo carácter que
tenían en el asunto ya decidido por sentencia definitivamente firme, elementos
exigidos expresamente para considerar revestida de la inmutabilidad de la cosa
juzgada a una decisión por mandato del artículo 1.395 del Código Civil”.
En el mismo orden de ideas, la doctrina venezolana ha establecido que la cosa
juzgada es la autoridad y eficacia que adquiere una sentencia por haber precluido,
sea por consumación o falta de actividad oportuna de los recursos que contra ella
concede la Ley. La autoridad de la cosa juzgada dimana del ius imperium del
órgano jurisdiccional legítimo que ha dictado el fallo “en nombre de la República y
por autoridad de la ley” (Ricardo Henríquez La Roche. Código de Procedimiento
Civil. Tomo II, pag. 274).
De modo pues, que la cosa juzgada es un efecto de la sentencia, la cual presenta
un aspecto material y uno formal, siendo el primero de éstos el que trasciende al
exterior y cuyo fin es prohibir a las partes el ejercicio de una nueva acción sobre lo
ya decidido, y el segundo se presenta dentro del proceso al hacer inimpugnable la
sentencia, lo cual conjuntamente con la inmutabilidad y la coercibilidad constituyen
los aspectos para la eficacia de la autoridad de la cosa juzgada…”.
 
                   Del fallo presedentemente transcrito, se desprende que toda sentencia
dictada en el proceso por el juez despliega de inmediato sus efectos en éste, y
contra dicha sentencia la parte que se considere afectada con la solución ofrecida
por el juez, puede eregirse contra ella ejerciendo todo recurso permisible en el
Código de Procedimiento Civil, según sea el caso. Ahora bien, si la parte no
impugna la sentencia oportunamente o en la forma legal establecida por ley, esta
decisión adquiere fuerza de cosa juzgada, quedando precluida para la parte la
posibilidad de atacar de nuevo una cuestión que ya fue resuelta y que quedó
firme, o pretender mediante un nuevo proceso que se decida sobre el mismo
tema.
 
 
                   Es necesario el respeto y subordinación por las partes  a lo decidido
en el proceso, pues, cuando una de ellas no acata la sentencia que ha adquirido
firmeza, en búsqueda de soluciones distintas a aquellas que no le favorecieron,
puede hacerse interminable el juicio, y ello debe ser prevenido por el juez en aras
de preservar la seguridad jurídica, que no es más que la certeza que debe tener la
persona de que su situación jurídica no será modificada, sino por los
procedimientos regulares establecidos en la ley, es decir, “…la seguridad jurídica
(…) persigue es la existencia de confianza por parte de la población del país en el
ordenamiento jurídico y en su aplicación…” (Vid. Sentencia de la Sala
Constitucional N° 3180 de fecha 15 de diciembre de 2004). Ahora bien, ¿Cómo
debe el juez garantizar la seguridad jurídica? no resolviendo sobre lo ya decidido
que ha adquirido fuerza de cosa juzgada por preclusión de los recursos.
 
 
Establecido el anterior razonamiento, cabe destacar que en el presente caso la
demandada opuso -entre otras- la cuestión previa del ordinal 6° del artículo 346
del Código de Procedimiento Civil, en concordancia con el artículo 78 eiusdem, la
cual, fue subsanada voluntariamente por la actora, y sobre la cual el juez a quo,
mediante sentencia de fecha 31 de mayo de 2000, declaró “…en el caso de autos
no hay inepta acumulación…”, es decir, declaró la improcedencia de la cuestión
previa.
 
Cabe destacar que una vez decidida esta cuestión previa, nace una prohibición
legal tanto para el juez a quo como para el ad quem de volver a decidir sobre
ellas, no sólo por disposición del artículo 272 del Código de Procedimiento Civil,
sino también del artículo 357 eiusdem, el cual establece que “…La decisión del
juez sobre las defensas previas a que se refieren los ordinales 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7°
y 8° del artículo 346, no tendrá apelación…”.
 
En el caso concreto, la sentencia recurrida en casación declaró que el juez a
quo en su sentencia definitiva incurrió en el vicio de incongruencia al no
pronunciarse sobre la inepta acumulación de pretensiones alegada por la
demandada, lo cual viciaba de nulidad dicha sentencia, por tal motivo, el juez de
alzada emitió pronunciamiento sobre tal alegato, y declaró procedente la inepta
acumulación y en consecuencia inadmisible la demanda; con tal proceder el juez
de la recurrida no respetó los límites de la cosa juzgada formal, la cual es
inmutable dentro del proceso en que se dicta, pues se pronunció sobre una
cuestión previa que ya había sido resuelta por el juez a quo, violando los
postulados contenidos en el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, en
concordancia con el artículo 357 eiusdem, en consecuencia, quebrantó la
seguridad jurídica que debe prevalecer en todo juicio, lo que hace la confianza o
certeza entre los usuarios del sistema de justicia de que las condiciones
procesales sean siempre las mismas, y que los derechos adquiridos por las partes
no se vulneren arbitrariamente. (Vid. sentencia de la Sala Constitucional N° 578 de
fecha 30 de marzo de 2007).
 
 
En consecuencia, resulta evidente para esta Sala que la sentencia recurrida creó
un grave desequilibrio procesal, el cual acarrea la violación del debido proceso y
derecho de defensa de las partes, al vulnerar la cosa juzgada formal que
prevalecía en la sentencia dictada por el juez a quo en fecha 30 de mayo de 2000,
obviando atenerse a lo alegado y probado en autos, no manteniendo a las partes
en igualdad de condiciones en el juicio, además que no dio cumplimiento al
principio constitucional de la tutela judicial efectiva, con la  consecuente infracción
del debido proceso y del derecho a la defensa. (Artículos 2°, 49 y 257 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).
 
 
Con base en las consideraciones anteriores, la Sala considera que la denuncia de
infracción del artículo 272 del Código de Procedimiento Civil es procedente, tal
como se declarara de manera expresa, positiva y precisa en el dispositivo de la
presente decisión. Así se establece.
 
 
Por haber prosperado una denuncia por defecto de actividad, la Sala no entra a
decidir las restantes, conforme a lo dispuesto en el artículo 320 del Código de
Procedimiento Civil.
 
DECISIÓN
 
En fuerza de las anteriores consideraciones, el Tribunal Supremo de Justicia de la
República Bolivariana de Venezuela en Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, declara CON
LUGAR el recurso de casación de la actora, contra la sentencia dictada por el
Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial
del estado Miranda, con sede en Los Teques, en fecha 12 de diciembre de 2012.
En consecuencia, declara la NULIDAD de la sentencia recurrida y, REPONE la
causa al estado en que el juez superior que resulte competente dicte nueva
sentencia sin incurrir en el quebrantamiento aquí detectado. Queda de esta
manera CASADA la sentencia impugnada.
Por la naturaleza de la decisión, no hay condenatoria en costas del recurso.
 
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al juzgado superior de origen, de
conformidad con lo previsto en el artículo 322 del Código de Procedimiento Civil.
 
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil, del
Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los tres (3) días del mes de julio de
dos mil trece. Años: 203º de la Independencia y 154° de la Federación.
Presidenta de la Sala,
 
 
 
__________________________
YRIS PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta-ponente,
 
 
_____________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado,
 
 
____________________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Magistrada,
 
 
_____________________________
AURIDES MERCEDES MORA
Magistrada,
 
 
______________________
YRAIMA ZAPATA LARA
Secretario,
 
 
________________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES
 
Exp. Nro. AA20-C-2013-000145
Nota: Publicado en su fecha a las
 
 
Secretario,

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