Está en la página 1de 2

El «actor civil» en el proceso penal

EN UN PAR DE ARTÍCULOS ANTERIORES, exponíamos las diferencias conceptuales


entre los vocablos referidos a la víctima del delito dentro del nuevo sistema
procesal penal. Entre otros se hacía referencia a los conceptos de “actor civil” y
“querellante particular”. El actor civil, decíamos, es “el agraviado que actúa
procesalmente para hacer valer su derecho a la reparación civil por el daño causado
con el delito”. El tema es importante porque resalta el posicionamiento de la
víctima dentro del proceso: mientras al representante del Ministerio Público le
interesa demostrar que el hecho denunciado tiene la calidad de delito, al actor civil
le corresponde demostrar que los hechos denunciados le han ocasionado daños y
perjuicios. En consecuencia, el actor civil –si efectivamente quiere que su
pretensión sea atendida- no puede ni debe conformarse con la actuación procesal
probatoria del Ministerio Público y, por el contrario, debe aportar sus propios
medios probatorios.

Un ejemplo nos ayudará en la diferencia. En el delito de lesiones graves, al


fiscal ha de interesarle probar, que el acusado ha ocasionado dolosamente en el
agraviado, cualquiera de las tres condiciones siguientes: a) la lesión ha puesto en
peligro inminente su vida, b) le ha mutilado o menguado en sus funciones algún
miembro u órgano principal del cuerpo o la ha desfigurado de manera grave y
permanente, c) que la lesión sea calificada con más de 30 días de descanso médico.
Probadas cualquiera de dichas condiciones el imputado sufrirá una sentencia
condenatoria; situación que no necesariamente, ha de satisfacer las demandas de
la víctima.
El actor civil, amparado en el buen desempeño del fiscal deberá
probar, entre otras cosas, que las lesiones padecidas le han generado gastos de
hospitalización y tratamiento por un determinado monto dinerario; además que le
han impedido de trabajar durante “tantos” días, y en consecuencia deberá
retribuírsele cada uno de los días dejados de trabajar a razón de “tantos” soles por
día; que la ausencia de remuneración en la fecha ordinaria le ha impedido pagar
sus deudas lo que ha generado débitos moratorios en las entidades crediticias, o las
afectaciones en sus relaciones laborales que se agravan si ha perdido el trabajo
como consecuencia del hecho delictuoso, si existen personas que dependen de su
trabajo, etc. Le conviene relacionar el daño con la actividad misma a la que se
dedica: no es lo mismo que un panadero sufra daños en las piernas a que lo
padezca un jugador de futbol o un ciclista; que un futbolista padezca daños en las
manos a que lo sufra un cirujano o un pintor. Al fiscal ha de importarle poco el
proyecto de vida de la víctima, pero si mucho la naturaleza y circunstancias del
hecho denunciado.

En consecuencia, no bastará con la existencia del delito, sino que el actor civil ha de
requerir probar el daño padecido, con lo que tiene obligación de ofrecer medios
probatorios que acredite la naturaleza, cuantía y la extensión del mismo. El
agraviado del delito, por tanto, tiene derecho de exigir a su abogado presente
medios probatorios: acudir a juicio oral y repetir la antigua expresión: “me adhiero
a las pruebas ofrecidas por el fiscal” no garantiza el sufragio del daño pero sí una
pérdida de tiempo y dinero en un proceso judicial que, por el sólo hecho de haberse
constituido en “actor civil” le ha quitado la posibilidad de acudir a la vía civil para
garantizar esa misma pretensión.

En este extremo, es necesario precisar que la posibilidad del agraviado de


constituirse en “actor civil” es una facultad de este, dado que –si por ejemplo- se
tratara de una persona indigente o en insolvencia económica en incapacidad de
pagar a un abogado le sería más conveniente aprovechar las prerrogativas del fiscal
y, “exigirle” que, además preocuparse por el delito, también asuma el ejercicio de
la acción civil y, ofrezca –con su ayuda- medios de prueba que le aseguren una
justa reparación.

Cualquiera sea el caso, ya que el agraviado se constituye en actor civil, o que


contribuye en la actuación del fiscal aportando medios de prueba, el daño padecido
por la víctima, al igual que el delito, tiene que ser probado. El juez no lo puede
adivinar ni presumir, por el contrario, corresponde al agraviado asumir su rol
procesal, si así lo considera conveniente.■
Texto del artículo «El “actor civil” en el proceso penal», de © Laurence Chunga Hidalgo, Juez especializado
Penal de Morropón, Chulucanas, publicado en diario El Tiempo, el 14 de agosto de 2009.

También podría gustarte