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Este documento presenta un análisis crítico de Laureano Gómez, un político y líder conservador colombiano. A lo largo de 25 años, Gómez se destacó como un agitador de multitudes que derribó sistemas y reputaciones a través de su retórica inflamatoria. A pesar de identificarse como conservador, Gómez frecuentemente causó desorden dentro de su propio partido y del país. Su temperamento agresivo y estilo demagógico lo convirtieron en una fuerza poderosa, aunque polarizadora,
Descripción original:
En escritor y periodista colombiano Juan Lozano y Lozano escribio este perfil de Laureano Gomez y Guillermo Valencia en 1934.
Título original
Juan Lozano y Lozano sobre Laureano Gomez y Guillermo Valencia
Este documento presenta un análisis crítico de Laureano Gómez, un político y líder conservador colombiano. A lo largo de 25 años, Gómez se destacó como un agitador de multitudes que derribó sistemas y reputaciones a través de su retórica inflamatoria. A pesar de identificarse como conservador, Gómez frecuentemente causó desorden dentro de su propio partido y del país. Su temperamento agresivo y estilo demagógico lo convirtieron en una fuerza poderosa, aunque polarizadora,
Este documento presenta un análisis crítico de Laureano Gómez, un político y líder conservador colombiano. A lo largo de 25 años, Gómez se destacó como un agitador de multitudes que derribó sistemas y reputaciones a través de su retórica inflamatoria. A pesar de identificarse como conservador, Gómez frecuentemente causó desorden dentro de su propio partido y del país. Su temperamento agresivo y estilo demagógico lo convirtieron en una fuerza poderosa, aunque polarizadora,
Mis Contemporaneos Juan LOzano y Lozano COLECCION AUTORES NACIONALES
INSTITUT0 COLOMBIANO DE CULTURA
va que lo embarga, merece el doctor Laureano Gómez cabalmente aquel título con que un dia fue consa- grado, de demagogo místico.
La demagogia; esa es una fuerza. La mistica; ese
su secreto. En un pueblo como este acongojado pue blo nuestro, que debajo de una capa superficial de civilización política, conserva los rasgos irritantes de LAUREANO GOMEZ la vida social y económica de la colonia; en un pueblo como el nuestro, en donde la vida del derecho es un I privilegio de casta, es natural que no halague tanto a la gleba doliente la obra de los creadores y de los constructores, como la visión de una piqueta que se alza entre la sombra contra los fuertes y los podero- Aspero por su estampa de mocetón fornido, que sOs. La creación es lenta y serena, y se desarrolla en con singular insistencia recuerda la fuerte inelegancia ambientes de sordina; en tanto que el espectáculo da- del Duce italiano; peligroso por el ánimo inquisidor, vidico de la lucha es fulminante, tiende los nervios casuistay cositero; amargo por el temperamento pre de quienes lo presencian, y concentra en ellos, en venido y agresivo; violento en la expresión y en las exaltado agolpamiento, todas sus capacidades repri- maneras, el doctor Laureano Gómez estaba predesti midas de cólera y venganza. Y cuando quien libra el nado desde su adolescencia para tribuno de la plebe. combate es un convencido de que en su garganta se Y eso ha sido, al través de veinticinco años de inta- articula una gran voz humana, ese intimo convenci tigable acción política: un agitador de multitudes, miento lo sostiene y le comunica sobre los otros un as un demoledor de sistemas y de reputaciones, una for cediente irresistible. No importa que el golpe leve midable amenaza pendiente sobre las cabezas de pe- dirección errada; no importa que caiga en el vacio. cadores y de justos, de grandes y de pequeños, con Es un golpe dado con la intención de herir al fuerte, y tal que detenten en sus manos alguna señal de pode- eso basta para acariciar el instinto de las multitudes. rio. Vastas y profundas disciplinas espiritualesel Pertenece el doctor Laureano Gómez a un partido doctor Gómez es casi un erudito y casi un humanis- ta-; el haber discurrido por los años en medio de de orden; ha dicho siempre que es conservador. Igno- la vida social de Bogotá, cortés y refinada; viajes, es- ro qué circunstancias de familia o de ambiente lo lle- tudios y meditaciones, no han logrado en lo minimo varon en su temprana juventud a enrolarse bajo tan domeñar ese corazón tumultuoso, en donde hallan estrambótica bandera. Lo unico que sé, y que saben eco todas las aspiracionesy todos los rencores de la todos, es que, dentro de su partido politico, como den- tro de la República, ha constituido siempre un valio gleba irredenta. No por su rótulo de conservador, en 43 sO elemento de desorden. Fundador en 1911 del gru- oposición al rótulo liberal, sino por la fiebre expansi- 42 eo va que lo embarga, merece el doctor Laureano Gómez cabalmente aquel título con que un día fue consa- grado, de demagogo místico.
La demagogia; esa es una fuerza. La mística; ese
su secreto. En un pueblo como este acongojado pue EOUo7 925do zi5oloiy blo nuestro, que debajo de una capa superficial de civilización política, conserva los rasgos irritantes de LAUREANO GOMEZ la vida social y económica de la colonia; en un pueblo como el nuestro, en donde la vida del derecho es un privilegio de casta, es natural que no halague tanto a la gleba doliente la obra de los creadores y de los constructores, como la visión de una piqueta que se alza entre la sombra contra los fuertes y los podero- Aspero por su estampa de mocetón fornido, que sOs. La creación es lenta y serena, y se desarrolla en con singular insistencia recuerda la fuerte inelegancia ambientes de sordina; en tanto que el espectáculo da del Duce italiano; peligroso por el ánimo inquisidor, vídico de la lucha es fulminante, tiende los nervios casuista y cositero; amargo por el temperamento pre de quienes lo presencian, y concentra en ellos, en venido y agresivo; violento en la expresión y en las exaltado agolpamiento, todas sus capacidades repri- maneras, el doctor Laureano Gómez estaba predesti- midas de cólera y venganza. Y cuando quien libra el nado desde su adolescencia para tribuno de la plebe. combate es un convencido de que en su garganta se Y eso ha sido, al través de veinticinco años de infa- articula una gran voz humana, ese intimo convenci- tigable acción política: un agitador de multitudes, miento lo sostiene y le comunica sobre los otros un as- un demoledor de sistemas y de reputaciones, una for- cediente irresistible. No importa que el golpe lleve midable amenaza pendiente sobre las cabezas de pe dirección errada; no importa que caiga en el vacio. cadores y de justos, de grandes y de pequeños, con Es un golpe dado con la intención de herir al fuerte, y tal que detenten en sus manos alguna señal de pode eso basta para acariciar el instinto de las multitudes. río. Vastas y profundas disciplinas espiritualesel doctor Gómez es casi un erudito y casi un humanis Pertenece el doctor Laureano Gómez a un partido ta el haber discurrido por los años en medio de de orden; ha dicho siempre que es conservador. Igno- la vida social de Bogotá, cortés y refinada; viajes, es ro qué circunstancias de familia o de ambiente lo lle- tudios y meditaciones, no han logrado en lo minimo varon en su temprana juventud a enrolarse bajo tan domeñar ese corazón tumultuoso, en donde hallan estrambótica bandera. Lo único que sé, y que saben eco todas las aspiraciones y todos los rencores de la todos, es que, dentro de su partido político, como den- gleba irredenta. No por su rótulo de conservador, en tro de la República, ha constituido siempre un valio- so elemento de desorden. Fundador en 1911 del gru- oposición al rótulo liberal, sino por la fiebre expansi 43 42 po de La Unidad", puso todo su empeño en 'ahondar lente indicio. Acepta un cargo diplomático que le la diferencia, ya entonces casi desaparecida, que ha brinda el doctor Olaya: señal de conformidad bonan- bía dividido a históricos y nacionalistas; y desde ese cible; al abandonar su legación autoriza el envío de bravo periódico arremetió contra los viejos hombres un telegrama generosamente tranquilizador. El buen más conspicuos, con saña envenenada. No importa gigante no atentará, nos decíamos todos, contra nues- que superiores exigencias lo forzaran a retractarse en tro pobre gran partido, por el cual, después de tantas ocasiones; había siempre alguien más, contra quien privaciones, se sienta ahora al presupuesto. Pero el enderezar la pluma empapada de cicuta. De entonces doctor Gómez, como el escorpión del conocido euento a 1930, por la palabra y en lo escrito, fue el hombre no puede dominar su genio. Nació para oponerse a que hizo tambalear todos los regimenes conservado todo y contra todos; y hélo aquí convertido en el pa- res, que hizo caer alguno, para espanto de estadistas ladin sobreviviente de la edad de oro desaparecida, solemnes y regocijo de ardientes muchedumbres. Lle contra los errores, vicios y pecados nunca vistos en país alguno, de este excelente y aplaudido gobierno li- vado un día por azares de la vida política a un sillón beral; hélo aquí convertido en el temible enemigo de también estrambótico dentro de la lógica de su carre las ideas, de los métodos y de los hombres liberales. ra, el sillón de un gabinete presidido por una de sus victimas, se arregló en manera de desacreditar tam- Temible enemigo. Porque no basta protestar; la bien ese régimen. Y su modo faraónico, si bien perso- protesta es una de las fuerzas del mundo, pero para nalmente pulquérrimo, de manejar millones, es uno ser efectiva, necesita, antes que todo, un respaldo mno de los cargos de resistencia que hace el país, a la ad- ral. Y el doctor Góomez respalda su protesta con una ministración conservadora. T oa siatstpg fuerza que no puede ser desconocida, bajo pena de caer en ridiculo primero, y de exponerse luego a una Parte de primerísimo orden tiene el doctor Gómez desagradable sorpresa. Hacer figurar al doctor Gómez en la formación de descrédito. que dio en tierra con la en caricaturas ataviado de payaso, es señal de inocen- sólida hegemonía conservadora; de aquí que fuera, cia y de impotencia. El doctor Laureano Gómez es durante dos décadas de su violenta vida pública, el una gran figura nacional, profundamente respetable, nino mimado del liberalismo. Combatían los liberales y, en el fondo del ánimo renuente, por todos respeta- contra hombres y contra sistemas conservadores; con- da. Pese a su marcada inclinación al golpe bajo, lo eual puede considerarse más un defecto de educación tra esos mismos hombres y sistemas insurgía en mas feroz escala el doctor Laureano Gómez. Era de supo que una propiedad intrínseca, este hombre es todo un hombre por la limpieza de su vida, por la energía de nerse que debería existir entre él y los prohombres su carácter, por la lucidez de su inteligencia, por la liberales que lo tuvieron como eficaz aliado de cam- amplitud de sus conocimientos, por su tenacidad be- pañas-un Herrera, un Fabio Lozano, un Alfonso nedictina, por su inflamado patriotismo, por su valor López, su amigo entrañableciertas afinidades elec- civil, por su palabra de oro. Es todo un hombre, tivas. Pero llega 1930 y el triunfo del partido liberal sobre todo, porque lo sigue el pueblo. Y el pueblo lo lo sorprende en Europa. No se precipita al pais: exce 45 44 sigue, porque él es la bella voz de ese descontento, de que pocos disponen y una diligencia que a muy po esa disconformidad, de esa rebeldía que contra los po- cos seduce. Lleva el doctor Gómez a los debates en deres establecidos y las situaciones creadas, sordamen- te se agita en todo corazón humano. que interviene, que son casi todos, una minuciosa y vehemente preparación que es precioso elemento de su superioridad en la arena parlamentaria. El se pre- Es extraordinaria la vitalidad de ese hombre; nun para para cada sesión de las asambleas públicas co- ca se le ha visto en la actitud táctica de la defensiva, mo se prepara para el examen final un buen alumno. sino en el más avanzado puesto de ataque. Tiene sus Se trata siempre de acusar algo o a alguno; y como, al jaurias, que maneja con un gesto imperioso, y que decir del aforismo romano, onis probandi incumbit lanza sobre el adversario en el momento oportuno; actore, el doctor Gómez se presenta con un arsenal de pero él personalmente hace el estrago, y cuando suel- documentos. Se sospecha, por ejemplo, de la hono- ta sus sabuesos, es ya por los despojos. Desaparecidas o ausentes las grandes figuras de nuestro parlamento rabilidad de algún empleado público, y la iniciativa de la acusación parte, naturalmente, del doctor Laurea- con las cuales ha partido el campo el doctor Gómez, no Gómez. Pero para ello, este paciente político se ha en el senado y en otras corporaciones electivas, tam- bien parecen otra jauría sus adversarios; se lanzan ya constituido con prudente antelación y por su cuen- ta y riesgo, funcionario instructor de la causa. Ha en grupos contra él, lo puyan, lo gritan, lo interpelan. mantenido sabuesos en todas las oficinas públicas, que Y él, ancho de espaldas, dominador, terrible y fulgu- rante, es, en toda ocasión, la figura central de la re- para él sustraen document0s, que le copian expedien- tes enteros, que, si el caso llega, toman para uso del yerta. Al verlo así, en medio de la pugna, he recorda jefe fotografías e impresiones digitales. Uno de sus do muchas veces aquel grupo marmóreo de la escuela adláteres especialista le prepara el estudio jurídico helenista que representa un toro poderoso, apenas con- correspondiente, otro el dictamen técnico, otro le pro- tenido por veinte brazos humanos de músculos cris pados por el esfuerzo y por la angustia. Laureano Gó porciona una completa biografía del sindicado. Toma mez es el Toro Farnese de la democracia colombiana. el doctor Gómez con anterioridad a a tenida pública todas las providencias conducentes a fortalecer su te- sis condenatoria, y se presenta al debate formidable- mente apertrechado. A algunos de sus colegas de par- lamento se les hace duro pensar que el funcionario II acusado, a quien conocen por persona normal y aca- so distinguida, pueda ser responsable de tan negras abominaciones; pero cómo enfrentarse contra el ar- Enteramente consagrado a la vida política, sin ne senal del doctor Gómez? Para ello habría necesidad gocios y sin ambiciones de otro orden, el doctor Go- de un expediente de tendencia opuesta; habría que mez está en capacidad de dedicar a sus pedestres la Sacar copias, tomar declaraciones, descifrar palimpses- bores de fiscal de sus conciudadanos, un tiempo de tos, manejar perros de presa; y pocos ciudadano0s 46 tienen el agrado de estas actividades policíacas, ni el 47 tiempo para llevarlas a término. Y el funcionario rio, o el proyecto financiero que signifique una con- queda condenado ante la opinión sin que se le haya tribución personal del doctor Gómez a la obra de la oido: el doctor Gómez obtiene una resonante victo civilización colombiana? Verdad que no está en nin- ria, y la galería goza y aplaude lo indecible. guna parte; su grande esfuerzo personal, su desve lado desgaste de energía no están representados en No hay que pensar, sin embargo, que es el solo monumento alguno de creación patriótica. Bien po- culto del escándalo lo que da popularidad y fuerza dría no haber nacido nunca el doctor Laureano Gó- al doctor Gómez, y lo que le procura tan sonados mez, o nunca haber actuado en la vida pública, que triunfos. Es que, además de ello, este virulento parla ello en nada afectaría la vida ni el ambiente de los mentario representa una gran fuerza moral por su hombres futuros.0Vida nula y frustrada, como el honradez personal, una gran fuerza social por sus dotes vientre de las estériles, de que hablaba Abel Farina. de orador excelso, una gran fuerza civil por la impa- Actividad desoladoramente negativa. videz de sus desplantes. Decir las cosas más amargas contra los hombres más sustantivos, en los momentos Hay mucho de cierto en el hecho, pero hay una mas inoportunos, es una empresa que requiere un vasto equivocada apreciación del hecho. También es im- portante la actividad negativa en el desarrollo de los acopio de coraje público, que place a las multitudes. acontecimientos humanos. No nació para construc- Decir esas cosas con una vibración apasionada, en una tor el doctor Laureano Gómez, y de ello es buen in- Sonora voz inagotable, con una torrencial afluencia de dicio el abandono que hizo de su profesión de inge- palabras y de argumentos, es algo que impresiona niero, a la cual sin embargo, dedicó prolongados des- profundamente, porque la elocuencia es el más po- velos juveniles. Pero no pueden considerarse pírricos deroso y subyugante de los atributos apolíneos. Y sus triunfos. EI ha desempeñado entre nosotros una esperar tranquilamente el contraataque, que no po- función social indispensable: la de la amenaza y la drá referirse nunca a propias actividades deshones protesta, que disuade a los débiles de incurrir en de- tas, es circunstancia que confiere eso que laman litos, mantiene en inseguridad y en alarma a los po posesión de sí mismo, y que es condición primaria derosos, y constituye, en todo caso, una gran fuerza para poseer a los demás. moralizadora en el seno de las comunidades huma- nas. En él se resumen las facultades y las cualidades Cuál es el balance de la vida política del doc- que en una normal vida política deberían poseer los tor Laureano Gómez? Opinan muchos que, en el parlamentos; parlamentario como es él por excelen conjunto, un inmenso fracaso. Según ellos, nadie re- cia, auténtico representante en Cortes del Estado cordará a este ciudadano dentro de cincuenta anos, llano. como no sea por una que otra placa de mármol por él colocada durante su breve ministerio, en la que Porque no hay que imaginar que un cuerpo de se señala la fecha inicial o la fecha final de alguna hombres mediocresésta es la opinión de Ramsay obra pública de simple administración. Pero, en don- Muircomo el que generalmente eligen los electo- 49 de está el proyecto educacionista, o el proyecto agra 48 rados democráticos, sea en realidad competente petir ese párrafo". Que esa comunicación se tenga para conducir con sabiduría los asuntos difícilesy en cuenta, cuando se debata tal asunto". "Que se complicados. Lo que ciertamente tiene competencia nombre una comisión especial para que estudie este para hacer es reflejar la voluntad y la opinión del otro asunto". "Que conste en el acta". Empiezan pueblo tomado en conjunto, y asegurar que el Go- luego a debatirse los proyectos, y en todos interviene, bierno sea conducido de acuerdo con esa voluntad y sobre todos se hace informar, ya se trate de lo divi esa opinión. La verdadera funcion de un cuerpo re- no o de lo humano. Luego se levanta: ""Pido la pala- presentativo no es hacerse cargo del manejo directo bra, señor presidente". de complicados asuntos, ni idear los detalles de la legislación, ni elaborar los precisos métodos de los i rer Los diputados todos dejan la lectura, cierran el impuestos, ni controlar o dirigir en detalle la conduc- pupitre, giran el cuerpo frente al orador, para me ta de los exigentes negocios administrativos. Ningún jor mirarlo. Se hace un silencio sepulcral en las ba- cuerpo representativo es realmente competente para rras. Comienza el espectáculo. Y empieza, desde la tales trabajos. Su legítima función está en vigilar primera palabra, la diatriba, no importa cuá sea el que hombres apropiados se seleccionen para labores tema. No es variado ni selecto el vocabulario del doc- tan dificiles e importantes; en criticar, en aprobar tor Gómez; pero en sus palabras hay convicción, o condenar su acción; en señalar los servidores in- hay emoción, hay energia, hay violencia. El gesto ficles a la vindicta pública, a modo de prevención y se va haciendo por momentos más amplio, más con- de castigo; en asegurar, por constante vigilancia, tundente la argumentación, invariablemente sofísti- que no abusen los gobiernos de los poderes que les ca. Alguien lo interpela, y él no deja terminar al in- fueron conferidos. olov terpelante. Le completa él mismo el argumento, e instantáneamente lo refuta, con lucidez mental ad- Y en esta línea de ideas, qué hombre formida- mirable, con otro argumento ya formado, ya cohe- ble es el doctor Laureano Gómez. Sería la figura re rente, ya henchido de saña o de veneno. Es un es- presentativa de cualquier parlamento del mundo en pectáculo magnífico, es una magnífica diatriba. Y el que estuviese. Sentado en su pupitre desde antes de auditorio está cautivo de esa actitud arrogante, de abrirse las sesiones, mientras sus compañeros se des esa catarata de palabras, de esa voz que, como la que pojan del sobretodo, abren el pupitre, leen el perió elogiaba el poeta, tiene timbres al par de oro y de dico, él sigue con el oído atento, sin pestañear los acero, como un demasquinado toledano. grandes ojos redondos, la lectura del acta, los nego- cios sustanciados por la presidencia. Estos últimos Posee el doctor Gómez, en su amplitud soberbia, son generalmente memoriales, solicitudes, quejas, el don de la palabra; sabe lo que vale la palabra; y notas de cortesía, que pasan automáticamente a las sabe que en la palabra está su fuerza. Si alguien, comisiones reglamentarias, y en los que nadie para irritado hasta el paroxismo por sus dicterios, le lanza mientes. Sólo el diputado, el representante, el sena- ra una bofetada, él se limpiaría el rostro, y continua dor Laureano Gómez. Señor secretario, sirvase re ría hablando con eficacia acrecida por una nota mas 50 51 alta de vehemencia. Un hombre así es incontrasta- ble. Qué tribuno del pueblo fue aquel euyo retrato cuelga de uno de los muros del Bargello? No recuer- do su nombre, pero sí su historia. Complicado en la conjuración de los Pazzi, fue llevado a la horca por orden del Gran Duca. Habló a la plebe florentina aovintaiole desde la plataforma del cadalso, pero su voz fue aho- gada por el rudo homicida. Se agitaba ya como un - péndulo en los aires, cuando se reventó la cuerda y eaGUILLERMO VALENCIA cayó a tierra. Mientras le preparaban un dogal más obzasep fuerte, habló de nuevo al pueblo. Luego, con propia mano, se ató la soga al cuello.a olltnnolos.did udotizsg rI h - ofst ..es flaco y débil, su figura finge lo espiritual, su cuerpo es una rama donde can- .oolg o alo afta su espíritu de esfinge. . Anarkos
orir 33lqunod Los versos admirables con que Guillermo Valen
cia evocó la figura casi inmaterial de León XIII, ser- virían tambien para describir al supremo artista de Ritos. Todo en Valencia denuncia al poeta, segun la idea, un poco legendaria, que tenemos de los due- ños del don divino de decir las cosas bellamente. Fino y prognático, pálido como un pergamino, los ojos iluminados, revuelta la cabellera, largas las manos de .obot of mujer en clausura: Por el corte sensual de la boca pudiera creérsele un cardenal renacentista, de estirpe florentina; un héroe por el dibujo del perfil aquili- no; un monje de los que convocan a Cruzadas por el fuego místico del porte. ndatig, ob Y es este insigne apolonida, que en el vasto do minio de los mundos hispánicos arrancó lauros forja- dos en bronce, no marcesibles por el tiempo, es este 52 53 grande y glorioso poeta, hombre que aprecia en me casos no tiene signiticación mental alguna, cobró mu- nos sus atributos liricos que el sueno, nunca cumpli. do y siempre acariciado, de conducir su pueblo por chas veces en Colombia dignidad trascendente, en gra- los pedestres senderos administrativos. Es muy co- cia de haberse visto forzada a planos superiores de la inteligencia, por obra del verbo del poeta. mún en los hombres ilustres esta aberración de la vo- luntad, esta desviación del criterio. De alguno refie No sabría decir cuántas décadas hace que nació ren que permanecía indiferente al elogio de sus estu pendas hazañas guerreras, y mostraba en cambio una Guillermo Valencia en Popayán, ciudad por él vivi- da después con entrañable afecto y comprensión pro- ansiosa vanidad infantil cuando ciertos pequeños áuli- funda, y por él cantada en pentámetros perfectos, dig. cOs, buenos conocedores del lado débil del caudillo, nos de la gloria de un poeta latino. Es Popayán una ensalzaban la sintaxis de sus paupérrimos escritos. De ciudad sui géneris, la cual, dentro de la vistosa alga- otro nos enseña la historia del arte, que se vanaglo- rabía del trópico americano, representa, para reivin riaba del propio vigor muscular, que hacíalo un me dicación y descargo de ese trópico, una gran conquis diocre luchador greco-romano, mientras pensaba que ta: la conquista del reposo mental. A ese lugar lega- eran fruto de simple pasatiempo los mármoles que ron, atraídos acaso por lo noble del paisaje y lo suave descuidadamente esculpía para los siglos venideros. del clima, varios de los mejores espanoles que, en tiempos de los Carlos y Felipes, sentaron sus reales Exiliado, pues, Guillermo Valencia, de la repú- en América. Es de pensar que fueron muy pocas fa- blica platónica, concibió desde su temprana juventud milias, veinte o veinticinco a lo sumo, las que, veni- el deseo de construir otra república cuyo timón fue- das de la Península, eligieron por sede a Popayán, pa- se docil a la mano de su primer poeta: Desviada asi ra su vida y descendencia. Es el caso que los ciuda- de su cauce legítimo la vocación fundamental de este danos payaneses de hoy tienen todos unos mismos ape- otro "predilecto de las Musas", no deja de ser intere llidos, por parte de padres y de abuelos, si bien en sante la serie de problemas espirituales y practicos órdenes diversos. Este en linea ascendente, se llamaráá que en el curso de los últimos cuarenta años se han Arboleda Mosquera, Iragorri Valencia, Cajiao Caldas. presentado a Valencia por causa del país, y al pais Diez Arroyo, Torres Ayerbe y Caicedo Olano; esotro por causa de Valencia. Problemas en su mayor parte dirá para nuestro admirativo desconcierto que se nom nsolutos, pero que por el hecho solo de haberse pre bra Iragorri Diez, Torres Caldas, Ayerbe Arboleda, sentado, han conferido un matiz especial de pugna Valencia Mosquera, Cajiao Arroyo y de Caicedo Ola- no. Cada individuo allí vive de la savia de una estir- o compromiso entre la política y la estética, a nuestra pe orgullosa, que en el decurso de centurias dio a Co- ida civica. Porque, para hablar en términos genera lombia muchos de sus más ilustres guerreros y poetas, les, los pocos lunares que ensombrecen la bella exis prelados y estadistas, embajadores y tribunos. tencia del poeta, están representados por determna das intervenciones suyas en obsequio a la praxis Y aún los que no descollaron por brillo de in- parido; en tanto que por otra parte, la pugna e en teligencia ni fuerza de carácter, supieron mantener los dida de las sectas, pugna que en la mayora 54 55 ese tenor de vida y esa sencilla gentileza de maneras que son propios de las razas patricias, y aún de las cia nutrió su espíritu juvenil en Popayán, y Popayán casas decadentes. Popayán es un sosegado conjunto de es una democracia del tipo de la Atenas de Pericles. mansiones, pobres en su exterior, con esa desdeñosa Es decir, una democracia de aristócratas que vive y modestia de los caserones hidalgos de Burgos o de filosofa a costa de la plebe sin derechos. Tal es la Oviedo, pero espaciosas y tranquilas y pobladas de me- visión conservadora y reaccionaria que tiene Valen- morias, adentro. Cada mansión de Popayán es un mu- cia de la Patria. Político que desea mantener aquel1 seo histórico y artístico, cuidado y consentido por statu quo social y económico que permite a ciertas manos diligentes. Allí el nino nace en medio de una clases de la sociedad-la clase suya, la clase payane- vasta biblioteca, el más reciente de cuyos volúmenes sael desarrollo del mejor tipo humano, no se ca- tiene polvo de medio siglo; y la galería de retratos racterizan sus actividades de hombre público por ex- apenas si alcanza a incluir al bisabuelo. Parece que tremada condescendencia con el predominio de la tur- en Popayán no el un día la vida se detuvo, y no quedó si- recuerdo. ba. Otra cosa es dar rienda a la posibilidad intelec- tual de la revuelta sindicable de los afligidos, desde la altura in- del canto. En uno de los mejores ambientes de ese am- biente vino a la vida un día afortunado para la belle No por casual revuelo de la fantasía, ni por eru- za, un nieto de diez próceres castizos. Guillermo Va- dito despliegue, ensalzó Valencia a Goethe en un hon- lencia es por ello fruto y prototipo de una cansada do poema; sino por impulso irresistible de su vida oligarquia. Nació con los ojos vueltos al pasado, por- interior. Valencia es un goetheano, según el califica- que no fue precisamente él quien estrenara la ama- tivo, salió eristalizado de la controversia entre Bour- rillenta colgadura de su cuna; y aquella "plegada get y Barrés, a propósito de "L'ennemi des lois". No muselina", que más tarde evocó él con íntima com- es propiamente la idea de una transformción social placencia en un canto que quiso ser revolucionario, lo que repugna a su espíritu; sino verla surgir del antes de servir para su cuello fue abrochada por pin- turbión oscuro de las masas irreflexivas. He aquí lo lencia. tores difuntos al cuello de los Condes de Casa Va- que, grave, feliz, remoto, primaveral, augusto", aparece en alguna página del diario del sitio de Ma- yence como dicho por Goethe: Está impregnada la carrera política de Valencia de ese sentido aristocrático e inactual que aspiro el La guarnición evacuaba el lugar en medio de maestro desde los primeros días de la infancia gen- un pueblo enfurecido. En esos momentos pasó un cor- tilicia. No importa que sus conciudadanos lo estimen tejo que indudablemente hubiera preferido encontrar- como a soporte sólido de la idea democrática; ni im- se a distancia. Un hombre de alta estatura cuyo ves- porta que el concepto teórico de democracia le haya tido no anunciaba que fuese militar, se adelantó a en ocasiones arrancado al poeta varios de los mas caballo; junto a él, y también a caballo, se veia a una grandes 56 apóstrofes de la elocuencia castellana, Valen- bella y elegantísima persona, en traje de hombre. Ve nian detrás de ellos algun0s carruajes de cuatro ca- 57 ballos, cargados de cajas y de cofres. Hubo al prin- a personaje de su talla, se le pueda presentar oposi cipio un silencio medroso; después el populacho pro- ción, resistencia, reparo siquiera, en cualquier direc- rrumpió en un murmullo; más tarde en un unánime ción que a él plazca dar a sus actividades. grito descompuesto: "Deténganlo! Mátenlo! Es el mi serable del arquitecto que primero pilló la sacristía Un desacato, tan frecuente en la lucha de par- de la catedral, y quiso después prenderle fuego!". Bas tido, que se haga a su persona o sus ideas, no es to- taban dos o tres hombres resueltos para que se con- mado por Valencia con ese margen de tolerancia, con sumara el linchamiento. ese criterio de incidentalidad con que lo aceptan aún los más iluminados estadistas; sino que, para su men- Goethe, que ha presenciado el incidente se pre talidad de consentido de la fortuna y de la gloria, cipita fuera de la casa, dispersa a los furibundos a representa algo odioso y mezquino, fruto de la igno riesgo de hacerse él mismo desollar vivo, y, vuelto al rancia y de la envidia, que debería consternar a los lado de un su amigo, quien lo increpa por exponer circunstantes tanto como si en medio de un banque- su vida en beneficio de un desconocido y ciertamen- te fastuoso alguien de repente pusiera los pies sobre te de un criminal, le responde: "Esa es mi naturale- la mesa. De aquí un cortejo de pequeños rencores, za. Prefiero cometer una injusticia, a soportar un de- de pequeñas escenas, de pequeñas omisiones, que en sorden". todo tiempo han restado grandeza aun a sus más cons- picuas intervenciones en la arena política. Un de- monio interior, el demonio de lo minúsculo, lucha en II el espíritu de Valencia con sus excelsas cualidades de hombre y de ciudadano; y, generalmente vencido a golpes de ética y de estética, logra sin embargo, en Su derrota expresarse y envolver al maestro en la com- Voluntariamente trasplantado de aquel ambien plicidad de una omisión o de una reticencia, de una te de organizada pleitesía que es corolario de la al- alusión, de una prevención o de un recuerdo. curnia genealógica en nuestras aristocracias latinas de América, y de la atmósfera de admiración conti- Mal perdedor por antonomasia, es particularmen- nental que rodeó desde sus orígenes la obra genial del te notoria la falta de gallardía de algunas actuacio- poeta, trajo Guillermo Valencia a la vida política, en nes de Valencia, por haber sido él un consuetudina- donde hay que luchar a brazo partido por un puesto rio perdedor de la política. Sin contar numerosas de- bajo el sol meridiano, una susceptibilidad reconcen- rrotas menores, dos veces fue candidato a la presi- thada e irritada, que se refleja aun en incidentes mi- dencia de la República, y dos veces fue batido. En núsculos de su carrera pública. Abriga Valencia la 1918, en pleno apogeo de su vida mental, una pode- convicción profunda de que no hay homenaje que rosa coalición de partidos lo hizo el símbolo de las no le sea debido, en atención a su descollante estatu- mejores virtudes ciudadanas, de los mejores anhelos ra sociale intelectual; y no alcanza a concebir cómo, de la Patria; y durante la campaña delirante corres 58 59 pondió Valencia, no ya como valor intelectual sino como valor humano, a la arrebatada confianza de su asumió el poeta oligarca su antigua investidura reac pueblo. Fueron grandes aquellos dias que vivió la cionaria. El gran debate parlamentario sobre la pena República. Yo era entonces un muchacho de escuela, de muerte, en el que tuvo como contrincante ilustre pero, como todos mis coetáneos, como Augusto Ra- a Antonio José Restrepo, no dejó ya duda a los con- mirez, como Jorge Eliécer Gaitán, como Alberto Zu- servadores de la ortodoxia del maestro; y le abrió la leta, seguia a la multitud enloquecida con la cons- posibilidad de una nueva candidatura. La cual vino ciencia profunda de estar viviendo y de estar contri- a su tiempo, en 1930, no ya como expresión desbor- buyendo a labrar horas históricas. El verbo de Va- dada de la voluntad popular, sino como fría imposi- lencia en esa época era encendido y puro como el de ción disciplinaria de un gobierno caduco. Se presentó Crisóstomo. Convergían de su corazón y su cerebro de nuevo la derrota. Y mientras otro de los candida- a sus labios ardientes, palabras de una belleza profé- tos vencidos reconocía en la tarde misma de las elec- tica, desnudas y mórbidas y tersas como Anadiodema. ciones la victoria avasalladora del doctor Olaya, y le Acaso los que en visperas del cataclismo europeo es- tendía su mano congratulatoria de amigo, Valencia se retiró otra vez a Popayán a esperar por largas se- cucharon en la plaza del Capitolio las nuevas bienaven- manas un escrutinio que estaba hecho en la realidad turanzas de D'Annunzio, conserven de la vida de su espiritu una memoria más radiosa. patente de las cosas, y que sólo habría podido variar un gran milagro electoral.
Sobrevino sin embargo, el triunfo del candida-
En contraste con estas pequenas desviaciones, to opuesto. Valencia se fue para Popayán, y de alli que son frecuentes en los hombres ilustres, y que yo envió un telegrama en que se refería al adversario he interpretado como un exceso de susceptibilidad pro- en buena lid triunfante, en términos de una peque veniente de un exceso de legítimo orgullo, Valencia ñez desoladora. Ni Valencia, ni Suárez, ni Colombia, es capaz de actitudes perfectas, que lo consagran como merecian jamás ese despacho, que no perdonará la biografía. a ciudadano verdaderamente representativo. Amigo hasta los últimos extremos de sus buenos amigos, estä listo a asumir por ellos todo riesgo; a prestarles sin Suavemente conducido por el aura popular, vic- reserva la fianza invaluable de su nombre preclaro; tima aletargada de una dulce violencia, durante el y si ha resultado en ocasiones su fianza imprevisora, período de la coalición patriótica, Valencia se había y el amigo ha resultado fallo, como en el caso de Obal- dejado llevar hasta una complicidad de ideas y de dia, nadie dudó jamás en este pais de la solvencia propósitos con las fuerzas progresistas de la política; moral del maestro. Particularmente en los asuntos que vencido en la contienda, se imponía la reacción de su atanen a la patria, a esa patria fecundada con sangre temperamento, y acaso también de su futuro público. de martirio por sus grandes antepasados, a esa patria Gracias a su prestancia intelectual, fue gradualmente que parece suspendida del pico de su pluma magni- perdonado el hijo pródigo. Intervino acaso también fica, Valencia no escatima esfuerzo ni dolor en el en este generoso olvido el afán vistoso con que re servicio. Ya en el ocaso fatigado, voluntariamente 60 61 sustraido a la faena pública, para realizar la máxima platónica de la contemplación como perfecto estadio III último de la inteligencia y de la vida, llegó hace po- cos meses hasta el retiro de Valencia la voz de angus- Paseaba D'Annunzio una tarde en carroza por tia de la patria. Sin pensarlo siquiera, sin condicio alguna de las vías romanas, cuando de pronto se en- nes, sin palabras, dejó el lugar idílico que habita, y cabritó el caballo y emprendió luego una carrera des vino a Bogotá a ponerse en cualquier capacidad a ór- bocada. Saltaba más que rodar el coche por los em- denes de un gobierno por él tan mal querido. pedrados de entonces, y a cada revuelta de las calles amenazaba volcarse o estrellarse contra lampadarios Voces discordes se levantan sobre la apreciación y paredes. El peligro era espectacular y era inminente, que del actual conflicto internacional tiene el maestro. por la absoluta impotencia del cochero y de los vian Algunos, yo entre ellos, hemos pensado que a las vías dantes para evitar un desenlace trágico. Hasta que en para solucionar este problema se les ha dado dirección un momento de angustia indescriptible, uno de esos errada; pero no cabe a nadie duda de que, cuaiquiera héroes anónimos que produce el pueblo saltó de la que sea la propia concepción del conflicto, allí en acera sobre el bruto enloquecido, y agarrándolo del donde está Guillermo Valencia, está la patria. freno y dejándose arrastrar entre el tumulto de cascos vertiginosos, logró contenerlo en su carrera. No se Más seduce al ánimo desinteresado la figura de dignó dar las gracias el poeta al estropeado prócer Valencia como floración de los mejores atributos ra- que acababa de librarlo de una muerte medrosa e in- ciales, intelectuales, morales, de Colombia; como ciira, evitable; sino que, serenamente acomodado en uno de síntesis y simbolo de una gran aspiración patriótica y los ángulos del carruaje, escogió entre mayores mo- nacionalista, que como hombre agarrotado a las con- nedas que llenaban su bolsa la menos valiosa, un ní veniencias y a las contingencias de un partido político. quel de veinte centésimos de lira, y sin mirar siquiera No lo piensa él así, sabe Dios si por equivocación o al mártir, se lo tiró a la cara, como si estuviera arro- por orgullo. Para ser político se necesita un tempera- jando una lismosna. Hizo después seña al auriga de mento diametralmente opuesto al temperamento de proseguir su marcha. Valencia. El que obra, decía Goethe, no tiene con- Mucho de ese desdén olímpico por los contem- ciencia; sólo el que medita tiene conciencia. Este pró- poraneos, que a fuerza de ser estudiado y ensayado, cer del espíritu es un meditativo, incapaz de la intui- lega a ser una segunda naturaleza, y a incorporarse ción rapaz que aterra al vuelo los elementos caracte- en la vida diaria, informa el espíritu altanero y des- risticos de una situación política. Su intervención en pótico de Guillermo Valencia. Su trato personal es la vida pública no podía menos de haberle hecho in- gentil como el de pocos caballeros; pero allá en el currir en pequeños errores, que deslustran su gloria. fondo de su ánimo brilla una llama de superioridad Dentro del campo de la política, Guillermo Valencia sobre los interlocutores, que no los lame directamente es, como lo describió Céspedes un diía con frase pe- a ellos, la educación social lo inmpediría, pero que hace netrante, un buhonero demasiado genial para ser apto. arder, con chisporroteo de sarcasmos, carne dolorida 62 63 de ausentes. Son famosos, andan de boca en boca, los Dos ideas fundamentales han plasmado la men- conceptos dilacerantes de Valencia sobre parte cons talidad política y literaria de Guillermo Valencia: la picua de las personalidades colombianas; sólo de otro filosofía de Nietzsche y el tradicionalismo. En alguna hombre grande y malévolo, el señor Caro, se refieren ocasión, al referirme a la obra poética de Rafael Vás- dichos más desgarradores y certeros. Los de Valencia quez, hice mención del nmaestro de Ritos, con cuyo son de una finura exquisita, tienen la agudeza y el ideario el joven y vigoroso poeta guarda estrecha rillo de aquel puñal histórico que se conserva en un analogía. Paréceme pertinente repetir aquí algunos museo italiano y que fue hundido una noche en la de esos conceptos. espalda del Duque de Gandía por su temible hermano el Valentino. Están concebidos en forma de imágenes La patria es para los tradicionalistas una colabora- y de alegorías, que los hacen, por la eficacia superior ción de vivos y de muertos, en una atmósfera circuns- del arte, más memorables y devastadores. crita de memorias. Para no citar sino a dos excelsas No es éste ya un pequeño defecto de carácter, figuras del pensamiento contemporáneo, así la entien- que pueda censurarse; sino que se liga a principios den Maurice Barrés y Gabriele D'Annunzio. Sensibles fundamentales de su ideología. Entre nosotros los co al paisaje, que han elogiado en términos inolvidables, lombianos hay una frase, por lo menos, de Nietzsche, fundan sin embargo la concepción de la patria más que es por todo mundo conocida, porque la inscribióó en el proceso de las generaciones que en la belleza Valencia en el pórtico de uno de sus grandes poemas. fértil y prometedora de la tierra nativa o en la pu- De todo lo que el hombre ha escrito, amo solamemte janza étnica para conquistar las reivindicaciones so- lo que el hombre escribió con su propia sangre; escri- ciales. La continuidad de la vida en un determinado be con sangre, y aprenderás que la sangre es espiri- sector geográfico tiene para ellos un significado pro- tu. Frase que, para el que conozca la orientación fundo y trascendental, con el dudoso corolario de filosófica de Nietzsche, y lo que él significa en la his- que implica una suerte de religioso deber de cada toria del pensamiento, no tiene la significación idea- generación de seguir sobre los pasos de la precedente. ista que aparecería, ante nuestros ojos, derivarle de Son tradicionalistas y, dotados de una extraordinaria Su asociación con un canto sentimental sobre las rei- fuerza poética, han infundido nuevo aliento a la ex- vindicaciones de los oprimidos; sino que es una lla- presión de emociones obvias; aliento que da a esas emociones un viso de doctrina. mada brutal a la violencia por el predominio. Valen- cia es violento en la manera como puede serlo un csteta; gélidamente y sin desorden. Declaró en alguna Poetas y prosadores del presente, nutridos de la ocasión que no le temblaba la mano al firmar una sabia del pretérito, no hay que esperar de los tradicio sentencia de muerte; desde los tiempos de Cromwell, nalistas una sincera voz de rebeldía. De ese divor afirmó en otra, se coloca un anuncio de arriendo so- tium" de la filosofía y de la vida, que parte campos bre las puertas de los parlamentos rebeldes. En los entre el criterio conservador y el eriterio liberal, entre Tiempos de Hobbes, Valencia habría colaborado en lo estático y lo dinámico, entre el pasado y el porve la redacción de la teoría del gobierno absoluto. nir, ellos desviaron su corriente hacia el paternalis- 64 65 mo. En nuestro pais, con contadas excepciones, los Valencia es un tradicionalista del grande estilo. grandes poetas fueron siempre conservadores. Muy Hijo espiritual del gran Caetano Rapagnetta, su amor pagano de las cosas bellas y fuertes, de la salud armo- pocos son los que han cantado en función de un por- niosa, de las gestas de la estirpe, de a naturaleza venir luminoso, en que los hombres, libres de iniqui- siempre nueva, y del arte máximo de la antigüedad dad y limpios de prejuicio, formen una patria bien clásica, sabe, sin embargo, recibir y transmitir, em- diferente de la que nosotros conocemos y de la que bellecidos, los matices más delicados y sutiles del do- conocieron los abuelos. lor humano. (Amiguitas llorosas. ..). Esa fusión de grandeza y de melancolía que el arte antiguo personi- Filosóficamente, la posición del tradicionalismo ficó en el cuerpo adolescente de Antinoo, se expresa outrancier" es indefensable, como no sea con el ar- mejor para el abruzés y para el colombiano en la sin- gumento siempre socorrido de la emocióón; tal vez tesis de la patria, con sus vicisitudes y sus glorias por ello nuestros estadistas han sido tan grandes poe Por un proceso sentimental e intelectual perfectamen- tas y tan pequeños estadistas. El hombre de hoy no te explicable, de la devoción a lo que existe se asciende es sino el producto, el fruto, del hombre de ayer, di- a la devoción por los que, en centurias de labor cons- cen los conservadores; de donde se infiere que las tante y coordenada concurrieron, cada uno en su ideas morales, las ideas estéticas, las instituciones so medida, a forjar el mundo espiritual y material que ciales y políticas que sirvieron para una época, segui- nos rodea. Y de la bruma en donde se pierden en la oscuridad los últimos de los antepasados que recono- rán indefinidamente sirviendo para las posteriores. Pero los tradicionalistas parecen no darse cuenta de cemos como abuelos, emana hacia el pasado, hacia el origen, hacia la causa, el vapor místico de las as que las venerandas tradiciones son muy varias en ca- piraciones religiosas. lidad y en cronología; y que todas tuvieron un origen, las más veces revolucionario. Las tradiciones cris- He aquí, por tosca mano dibujada, en su figura tianas de nuestra sociedad arrancan de un aposto- y en su ideología, la más contradictoria y contradi- lado de tres años solamente, que, a fuerza de ser de- cha figura de la vida politica colombiana, y la más moledor, derribó no sólo la tradición religiosa mosaica alta figura intelectual de la América Latina. Las sonm- sino también las bases materiales y espirituales del bras que en ella aparecen tienen un sentido relativo. imperio romano, el núcleo de civilización más vigo- No olvida el escribano que cualquier concepto des- roso de la edad antigua. Pero esta es una tradicion favorable que se emita en relación con ciertos hom- casi inveterada; más apegados se muestran algunos a bres, se emiten de regreso del concepto de que son las tradiciones recientes, y a las recentísimas. Los grandes hombres. Y si, como lo pensaba Ganivet, el próceres magnos de nuestra independencia, que Va- mejor crítico es un buen amigo, no hay duda de que lencia ha elogiado con vigor admirable, y que rom- estas páginas, dentro de su pobreza y su desabrimiento pieron de un tajo con la tradición colonial del vi- retlejan fielmente la personalidad egregia del maestro. Treinato, son hoy los patriarcas de nuestra tradición republicana. 67