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RAMON GUTIERREZ ARQUITECTURA y URBANISMO EN IBEROAMERICA Si bien fa gran mayora ce las fotografi han sido tomas por el autor, pats completa el materi tecearioseha acuddo ala genera colaborsedn des m Federico Orts, Graciela Vituales, Dick Alexander, Jonge Ons, Jose Antonio Vinwales y Jon Carlos Oniz (Argentina); Mariano Arana (Uruguay); Daniel Schavelon (Méxica); Reidalfo ‘Valin, Antonio Castaiclay Alberto Corradine Angulo (Colorabia); Augusto Siva Tele (Bras; Antonio Benet Corte y Cristina Esteras (Espata} Se ha utilize material grifce procedent de Archivo General de Indias Sevilla); Servicio Histrico Miliar (Madi); Instituto Nacional de ‘Aniropologi.e Historia (Mexico); Inaituto Nacional de ella Aves (México); Instuto Nacional {de Cultura (Peri); Archivo General dela Nacion (Argentina). © Ramin Guténes Eaicanes Cites, 8. A. 1983 Bon gn de Cy 67, Masi fo legals M, 1671-1984 ISBN, Sesion (Risin ISSN: seodat a) inte tt Spain Impresoen Arts Grieg Bene , A. Viwdes, 7. Madid3 Papel Tora Hostench, 8. A INDICE Iemopucctsy, 11 1. Et. Cans, roto ne. Nusvo Muxoo, 13 El nspione ial dco, “Arpt expel on Anica, 14 ‘Santo Domingo, 14; Puerto Rico, 18; Cuba, 21 as rors egutectnicor, 2 2. Mlixieo, EL, ENCUENTRO DE DOS cUL:TURAS, 27 os mcs programas arqitectinas, 28 [Loe conventos mexieanos del x¥1, 29 Les progres alias, 35 [Bl tamplo y el canvento, 35, Los conan entra tcolgies, 38 Gin ori pate on a arta mex del XVL, 41 Tos gina elerles mexicanas, $3 3, Waka ¥ nt mex iNeaico: INA pons DE Supawénica, 47 Colaba. Vowzneln, 47 Bexar, 31 EVP. Bola, 98 4, Pokeruoal ¥ Ls ARQUTECTURA MRASLNA DE LOE SGLOE XVI ¥ 301, 68 Le enqiucera bation, 69 La erilctra ov Rie de Fonsi y Sto Palo, 73 5, La exransn URBANA DE Anica, 77 ‘Trae de xfrcnesy primers fecons, 77 Las ovknanens de poblcin 3! modelo onercave, 79 artigos alata, 82 ‘Cidade iregularts, 82; Ciudades semicirculares, 89; Ciudaes superpuestas, 83; Chudades Fortficadas, 83 a cide exotica, 85 ‘Pacblos que nacen de eapills, 85; Puchlos que nacen de fuertes, 86; Poblados que nacen de hacienda o estncis, 88; Poblados que nacen de tambos y posts, 87 Las bos de indo, 87 “Lar ctr jeri del ide exo, 89 ‘Las alanis urbane, 91 1a plaza, 91; La calle, 96 Le cidade 20 Anica, 99 DeswenoLto DE LA ARQUIFEGTURA RaKROCA EX Misuco, Cexraoanbaica ¥ nt Canine, 108, BV barr xia y lr elgeis del nds, 104 | | | INTRODUCCION Este trabajo sobre «Arquitectura y ur banistmo en. Iberoamérica» aspira a re- plantear una serie de problemas y contra- ficciones que se han suscitado en los es tudios sobre nuestra realidad americana. Por su misma indole de sintesisno pretende ‘dar respuesta integral a ellos, sino que fntenta —con una vision de trabajo «abier- tor generar motivaciones para quc otros Jnvestigadores profundicen tematicas 0 cri- terios de analisis. Tste estudio no quiere dar una imagen aséptica, cefida a lo estrictamente informa- tiva y descriptive. Por el contrario se trata de una visién eomprometida con un espa- tio (América) y con su tiempo. Este com promiso implica variar el punto de vista de hnuestra realidad, tratar de comprendernos fa partir de nosotrat mismos y descifrar con claridad las formas de nuestra dependencia cultural, nuestros aciertos y nuestras mle tiples debilidades. Giertas etapas de nuestra historiogratia, ccomo la cancerniente al periaclo colonial, hhan sido tratadas con solvencia en su faz documental en diversos trabajos, algunos fe los cuales como el de Angulo ftiguez Marco Dorta y Buschiazz0, atm luego de ‘weinta afios no han sido superados en este sentido. ‘Sin embargo la comprensién del fené- ‘meno colonial, y particularmente la inter- pretacion del barraco americano, ha giraclo Sobre premisas culturales preferentemente ‘curocéntricas marginando las valoraciones ide muestin propia realidad. Asi hemos ido ‘sumiendo como propia Ia historia de otros. ‘Mas alla de plantear una Optica diferente para el emay tratar deresumir una informa- ién cuantiosn y dispersa, nos ha parecido también importante Ia metodologia y la te- ‘mitien de andlisis de nuestra arquitectura. Las historia del arte tradicionales suelen cefirse al estudio de las obras singulares, femergentes de un contexto cultural mis ampli el cual se klentifica justamente por In excepcién, Hemos preferido introducir junto al sistema de desarrollo cronolégico ¥ geografico una aproximacién adicional de cardcter tipelégico-funcional que nos per- ‘ita aborsar temas marginales como Ia arquitectura rural, la arquitectura militar fo la arquitoctura popular. Obviamente tllo.pretende simplemente generar un in- terés ms extenso por estos aspectos que son relevantes en nuestra circunstancia y ots forma dle lectura. ‘Hemos tratado de ampliar el campo de abordaje de los temas eon vinculacién a su ‘contexto cultural, Los capitulos dedicados f historia urbana, al mangen de su des- arrollo expecifico, constituyen un marco de referencia esencial para la comprensin det Fenémeno arquitecténico. Los temas de or- ‘ganizacién y eapacitacién profesional en Ia folonia buscan aproximarnos sobre la for- ima de insereién en el medio social y la re- ferencia a la participacién del indigena y et criollo en la produeci6n arquitectonica. ‘Mucho menos interés han presentado hasta ahora los extudios especificos de In arquitectura del siglo xm americano. Las rmodificaciones sustanciales de las extructu~ tas territoriales y las diferencias regionales facentuadas requieren otro tipo de releren- clas contextuales, "Aqui se ba optado por aproximaciones diversifcadas desde Ia evolucion googritiea, 12 + nrropuccié In delimitacion de las cortientes estlistcas ominantes en el nuevo proceso de colo- nizaci6n ce fines del xtx y de los erterios que ppresidieron Ins concreciones de Ins nuevas temiticas arquitectonicas. Los problemas del urbanismo y la arqui- tectura contemporénea son desarrallados sin pretensién de cubrir una informacion cextensa, sino mas bien tratando de extraer a través de ejempliicaciones puntuales una muestra valida de las alternativas que se ppeeflan en nuestra situacion, Esta manera de abordar el tema, sin uni- formidad metodologica, apuntando a los ‘centros de interés que cada period 0 tema plantea, tiende a dar a la vez unidad a una ‘comprensién mas amplia que mantiene el centro del andlisis en In perspectiva del eje ccultural-social La eritica en la historia puede ser obje- tiva siempre que el historiador explicite su excala de valores de manera de que cual- aquiera pueda encontrar referencia en ella de sus opiniones, Hemos dicho que este libro no pretende ser aséptico sino comprometido y de aqui {que nuestra opinién esté vertida desde ona visién «nacional» que concibe a América como un proyecto de «Fatria Grande» y su estino en un horizonte que potencia nues- tra indudable unidad cultural. ‘También estin planteadas nuestras op- ciones por una sociedad comunitaria, hi manista y personalista, lejos de las trayec- torias masifiantes y opzesoras de los siste- ‘mas de poder que intentan repartirse el mundo, En el contexto de su problemétiea ‘como en el cle sus destinas, América perte- rece al Tercer Mundo y las respuestas a sas necesidades saldran mas que del recetario ideol6gico, de la comprensién cabal y espe- cifica desu propias e inéitas realiiades. ‘Ver nuestra cultura econ ojos mejores», entendernos a nosotros mismos es el punto de partida y apoyo para la accién que hoy ‘A pear de todo lo quese nos a ensehado durante siglo, un hombre culto es aquel que conoce profundamente su propia cultura, no el que sabe mucho de las eulturas de los demés. Experamos con este tbajo contribuir a Ramon Gutierrez capfrovo 1 EL CARIBE, POLO DEL NUEVO MUNDO En el espirtu de la Espana que descubre yy eonquista América viven simultéinea ycon- tradictoriamente la deeadencia del mundo ‘medieval y Ia apoteosis de la reconquista del propio teritorio, ‘América vendra a perpetuar algo més aquel mundo feudal y proyectars et espi- rit y la mistica del dominio del espacio y el espiritu que habia culminado en la ren- dicién de la ciudad de Granada por los En el pensamiento y las narraciones de Colén se unen la sorpresa de lo inesperado, Ja fantasla de la utopla, el suetto del paratso terrenal, el mito y el transfondo del descon- cierto que apela al marco biblico para ex- plicar el origen del nuevo mundo, Se ha- brim de superponer asi, durante mucho tiempo el mundo real y el imaginario que crea el conquistador, cuyo nuevo conoci- ‘miento mas amplio de lo real, excita ain mas febrilmente ln imaginacién por lo Sesconocio. En este proceso dialéetico Espana se pro- longaré en América en las dos fasestroncales de su sentido misional y de la ocupacién territorial politica y_econémica. Las instituciones juridicas de la baja edad media, el idioma y el mundo de creen- cias religiosas constituyen las tres herra- ‘mientas unificadoras de un proceso que pro- yecta a Espaia como la sintesis que no logra aleanzar en su propio territorio. ‘La escenografia dela primera etapa de la conquista sera el Caribe, pero Ia primera gn insular no agotard las ansias del des- _cubrimiento hasta prolongarse en el mundo continental que habria de depararle ain rmayoressorpresas. Sin embargo esta. primera etapa, que barca casi medio siglo desde el descubri- rmiento de Colon en 1492, seRalaré Ia huella del impacto cultural espaol en el nuevo mundo, perfilaré sus dubitaciones y sus ideas y aflanzaré mediante el pragmético sistema del ensayo-error-correccién los c2- minos y propuestas de una etapa mas com- pa La Espafola con su capital, Santo Domin- go, cubrié las expectativas iniciales en el de una Es ppafia plural culturalmente, en el nuevo con- tienente, et sin duda ano de los aspectos relevantes, de una accién que se proyecta, hhomogénea por encima de su transfondo variado, ‘Cuando en Ja catedral de Santo Domingo vemos coexistir las nervaduras géticas, la decoracién isabelina, la ventana mudéjar del presbiterio y la portada renacentista plateresca estamos percibiendo no solo la libertad creativa de los artifies sino tam! Ja impronta de todo aquello que prestigiado en la peninsula se incorpora como sumatoria, al bagaje cultural americano. La arquitectura del Caribe sera espatio- Ja, marcar una huela indeleble de esa transferencia lineal soore una porcién de territorio americano que no tiene opciones nil propuestas propias. Indicaré a la vez la voluntad de continuar siendo Espatia en ‘América y por aquello de la unidad, més Espa como sintesis cue simple sumatoria, de regionalismes. ARQUITECTURA ESPAROLA BN AMERICA Santo Damingo BI ciclo de apogeo de Santo Domingo comienza con su nueva fndacién en 1502 y s€ cierra con el sagueo que concreta el pirata Drake en 1586, aunque desde antes su primacia fundadora y comercial habia decaido. Ta tradicién local del ebahareque» in- digena cedié lugar en la nueva ciudad a las paredes de piedra y upia segin ordenaba cl rey en 1506 y al culminar la primera dlécadla del xv1 pasaron a Santo Domingo ceanteros y albatiles sevillanos para atender las obras pblicas de mayor importancia. ‘La prefencia en Santo Domingo del ‘obispo Alejandro Geraldi, un hombre for- ‘mado en el humanismo ranacentista, dio impulko a las obras de la primera catedral americana que venia a simbolizar la faz de Ja conquista espiritual del terrtorio, mien- tras fuertes, apeaderos, muelles y empali- azadas testimoniaban el trajinar del domi- rio politico y econémico del continente. La nueva catedral reemplazaba la pre- ‘aria sede que fue consagradla como tal en 1504 por el papa Julio Tl, el edifcio an- terior al nuevo databa de 1511 y lo habia realizado el maestro andaluz Luis de Moya ‘en bahareque y con estructura cle madera, ce decir utilizando los materiales de reco: leceién det lugar. Esta etapa de una arqui= tectura espontinea, los problemas func ‘elementos de que dlispone a mano fue ré- pidamente desplazada por las ideas de una arquitectura «oficial» que abria el eamino dol trasplante cultural, La catedral tiene una traza gotica del tipo «sal6n» —quizas influencia de la ca tedral de Sevilla— con tres naves y dos mas de profundas capillas laterals. ‘La extensién del espacio y Ia baja aleu- ra de las bévedas produce una sensacién de espacio intimo y sorpresivo que da va- lor al sistema de iluminacién de las ven= tanas ubicadas sobre las eapills. Estas ca- pillas —siguiendo la twadicién hispana— ‘tin resueltas con cubiertas individuales diferenciadas (bovedas strelladas, esqui- fadas, de cain corrido, etc.) que sefalan Ja autonomia espacial y funcional de estos “mbitos que solian otorgarse para entierros de quienes ayudaban —en trueque— a Fnanciar las obras del templo. En la continuidad del espacio, el presbi- terio de cabecera ochavada gotica— pa- rece jerarquizado por la calidad de su bave- dda de nervaduras y la luminosidad que le confieren sus fenestraciones goticas y mu dlgjares. Contrasta esta delicada Gligrana con el faste Tso de las columnas cilindricas cuyo ~ eapicel recoge el tema de las perlas habitual cn el gotico «isabelino» espaiol. ARQUITECTURA HSPAROLA EN anémicA + 15 BI espacio caece del sentido vericl del goieo, tone eno pena algo de aminico ens fexiblidad algo de mo- Ee crea cs expaola por programa y pando arqultetonico, poo bn relate Ete pues send 4 condensar Hore feng las verenes artes y eulals Ghe etaban on oga en la penis y 9 Sdaptras ols condiciones dele. Ex imo eno tecnligic yo clinica, con i un tarizada, espacio fo eon Trudén in alas epecaclarey mks Bien tendindo al solar ogra! de la obra hints eoseencuarecn ns penpesivas deo que Palm define como ura argue furasprovindab,agela que o etl Nanguriia de w tempo por perenecer Unseen destin (ona soma de Bayon) jan Tio certo en ets obras donde porte amsricao s redeem ls condor Antsdeugary nan debra puesen do nia se trata de obtas eas en Ame Fie, pero noTo ser ee, cuando varen progrums, partes argue, tno. Teg e Intcionaliades especiales y oma. mentale a poral principal de In cated de Santo Doming [I] ret laden de sumateia arin atibac ee nro al Fourie ln props pater, mie tras ian lnal manteen los ove avec cnopiles, Tn compan del conunto reage a invariant pans del cade ee ot traferts que acten In dilétin del en ganic entre gua y Endo, Lor conta fesse ematan en pntclos fiend ee tite rican or in porta rennecoiia te acua entre plata de oman, un fo superior con gratacot dos oot ahecinal con ua notable partia que fecterdan ln tolcin de In catedral de Mallon 16 + x canis, Po Lo DEL NUEVO. MUNDO 1, Santo Domingo, prada de Ia eater. 1580 2, Rodrigo Git. ‘Domingo, bvedas dela catedral, 1529 La obra fe divigida en su primera etapa por Luis de Moya, el mismo que antes habia manejado la vésnica del bahareque {apared francesa» cowo suele denominarse en documentos del siglo xv) y que muestra su versatilidad en el nuevo Tenguaje. Sin tmbargo las bévedas de cruceria parecen haber sido realizadss por Rodrigo Gil de Liendo hacia 1529 [2] Ts iglesias de los convents de La Espa- fiola tienen trazados con similitudes al ser de una nave con eabecera poigonal, cr eros y capillaslaterles entre profindos contrafuertes, En todas ellasrealizadas en- tre 1524 y 1355 tuvo actuacién Gil de Lien do lo que explica ls csincdencis mis al de a Upologia dominante del gético isa- belino. El espacio varia aqut sensiblemente al define los paraments laterales de la nave ‘como pantalasnitdas en las cuales se per foran las aperturas de las eapillas, algunas de ellasjerarquizadas por notables portae das intemas, Las capillas se comunican entre at en el temple de Santo Domingo donde es importante sefialar el programa teadito que se ingerta en la boveda de la ceapilla del Rosario con las cuatro estacio- ts lo signos del zdiaeo y el ol que iden- tifica al Dios creado a presencia de Ia iconogratia simbélica staré pues prevente desde un comienzo ela arquitectura de América ya sea en los programas omamentales o en la pintora ‘mara, seialando otra elas formas de tran feroncia lineal de ks mitos y creencias curopeas. in Ia portada del convento de San Fran- cisco [3] parecer or deloslementossim- bolccs, el cordén del habit francisano que veremon aqu enrosade y en otros ejem- plos («Casa del cordon») formando un Ale mudjar. Dentro de lot partidos anquitectOnicos dle esa primera ctapa de In arquitectara dominicana cabe recordar el Hospital de San Nicolts de Bari (1588-1552) cuya plan- ta cruciform ha vineulndo Diego Angulo Iiguer a os wazados ce los hospicias de los Reyes Catdlicos (4). Palm ha sefalaco Ia fuente tebrica de estas tipologias de Filarete aunque exi- tieron obras anteriores que ya recurrieron cl disebo eruciforme. De los antecedentes cspafioles (Santiago de Compostela, Santa Cruz de Toledo y Granada) este siltimo (0511) eselquemés se aproximaaldisefode Santo Domingo El diseno que en el xv se wsaré eon profisin en los pandpticos, pta por cruzar pabellones de enfermeria con una capila central. En San Nicolés de Bari el brazo principal es de tes naves y las dimensiones de las enfermerias no son regulares lo que rmarea las variaciones especificas sobre la propia referencia tipologic Similars antecedentes tipel6gicos —aho- xa con les antiguos palacetes rurale caste- Tianor— tenia aeno ae palaco de Diego Colén (1510-1514) cuya construc- cién depararia.innumeros.sinsabores al hijo del deseubridor de América [5]. sta obra modesta para la metrépol, sealé. sin embargo las distanciss sociales y de poder en las lejanas tierras america hag, sseitando envidias y plete EL partido arquiteetonico se. desarrolla sobre una espina vertebral con dos cabe- ceras perpendiculares teniendo una doble galeria que unifica el ecréngulo virtual Bl plantearsientoen dos pisos eon losnicleos de Cireulacién vertical vineulados por la ga levi sefala un exiterio de uilizacion densi ficado y compacto del espacio en virtud, aquiais, mas del prestgio de la obra quede a necesidad visual o el valor de la tierra Sin embargo la doble planta de galertas con arquerias implica una apertura que Sligra Ia masa de pieclray seals a extro- vers del volummen —que alguna ver. fuera * motejada de «fortaleza» Con otras pro- porciones més robustas y almenado haria ARQUITECTURA HSPAROLA EN AMéRICA + 17 3, Senta Domingo, porta del emveno fe San Pranciscn, Ca 1880 Hernin Cortés en Cuernavaca una réplica de la tipologia desarrollada por Diego Colén, Probablemente el ejemplo ce Colén y et impetn edilicio de Ovando fomentaron Ja realizacién del notable conjunto de vi- viviendas del siglo xvr que ain puede apre- ciarse en Santo Domingo. Balcones volacos de origen gético, se unen con alfices mudé- ares, arcos rebajados, ventanas treboladas ¥y medallones renacentistas en un lenguaje hheterodoxo que toma las formas y léxicas de la arquitectura oficial y los reutiliza libremente (6) La faeran del partido de la casa medite- srdnea y la experiencia de los rigores cli- 18 + Bt CARIBE, POLO DEL KUEVO MUNDO 4 Santo Domingo, Hospital de San Nicos de Bari 1538-1952 miaticos se unen a los eonceptos de intimidad ‘rabe para desarrollar la temdtica de la vie vienda dominicana del periodo. ‘Los ejemplos de la arquitectura militar no presentan sorpresas inseribigndose en el desarrollo habitual del medievo e inclusi- ve de las frtificaciones moriscas (torre det Homenaje, o bastion circular del Fuerte de Ja Vega, etc.). Las puertas de acceso a la ciudad (puerta del Conde o de la Miseri- cordia) y la notable edificacion de las Ata- razanas, recientemente restauradas, mucs- tran hoy aspectos de equipamiento militar yy nduico de Santo Domingo en el siglo xvt Puerto Rico La importancia de la isla de Puerto Rico radic6 en la estratégica ubieacion que tenla, fla entrada del mar de las Antillas «for- ‘mando como wna barrera natural en el acceso de tierra firm», “Justamente ello determine la predominan- cia de la arquitectura militar por sobre las ‘demés condiciones eeilicias en los ascnia- mientos intulares, y frj6 la leyenda de los sitios y defensas de San Juan frente 2 los ataques piratas. La isla fue ocupada casi puntualmente en su capital (San Juan) y del resto de los caserios dispersos, slo San German alean~ 26 una cierta forma, de tal manera que ‘inicamente aquella ciudad expresaba lo ‘que Felipe II reconocia como wrente y vanguardia de todas mis Indias Occiden- tales, Las construcciones iniciales fueron de tapia y piodra cubiertas con la abundante ‘madera que se tena en Ia isla, Pronto ha- brian de sumarse el lacrilloylateja quecons: tituyeron los materiales y tecnologias bé- seas en toda América. Entre las obras arquitecténicas més no- tables de la primera etapa cabe recordar Ia iglesia de San José (antiguo convento de los domsinicos). La iglesia estaba en ci- ‘mientos en 1582 y tres lustros més tarde ain no se habia concluidlo, requitiéndose por las autoridades al rey que dejara pasar ‘albafiles de Sevilla, que aqui no hay sino La iglesia tenia construida la capilla mayor y el crucero, pero el resto del tem plo se coneretaria a mediaclos del siglo xvi Ello explica Ia dualidad de lenguajes pues cl presbiterio muestra una novable bévecla _gbtica extrellada que se prolonga en el tra- mo central del erucero, y el cuerpo de la nave presenta simples bévedas de medio cain con hunetos. Las navercapillas Jaterales son. suma- mente estrochas, realizadas con béveda de cruceria ¢ interrumpidas en los éltimos tramos por una capilla de boveda esquifa- fada y el acceso al coro. 'Si bien en. 1524 los dominicos habfan contratado a lot albafiles Anton y Alonso Gutiérrez Navarrete, naturales de Carmo- ria, para que trabajaran en sus obras de San- to Domingo y Puerto Rico, no hay eonstan- cia deque ellos fueran precisamente los auto- res de Ia obra. Tampoco es descartable que Rodrigo Gil de Liendo haya dado trazas “ del templo, aunque el disefio no se ajusta a la modalidad del similar dominicano. ARQUITECTURA ESPANOLA EN AnténICA + 19 5, Sano Domingo, paicio de Diego Caen. ios * 6, Santo Domingo, plncio de Engombe Siglo xv 20 + BL CARIBE, POLO DEL NUEVO MUNDO En exte templo se utili un sistema tec nolégico que luego se difundiré en México al reeurrir a grandes vasijas embutidas en Ja argamasa que rellenaba el arrangue de Jas bévedas, buscando de esta manera igerar esta seccién de In estructura, pro- cedimiento por otra parte que recuerda las cexperiencias bizantinas. ‘Lo fundamental de Ia arquitectura por- torriquetia del periodo, es sin embargo el conjunto de sus fortificaciones que servian de avanzada a la proteccién del nuevo ‘mundo frente alas potencias maritimas dela epoca; Inglaterra y Holanda, que no vaci= Jaron en recurri a la pirateria para saquear los aventamientos americanos. El complejo fortficado de San Juan de Puerto Rico comprendia una docena de forties, fuerte, castillosy la ciudadela, que constituian los puntos dominanies dentro de las casi dos docenas de puertas, puestos fortifcados, baluartes, revellines y baterias independientes, Todo ello iba enhebrado por cortinas de defensas que justficaban el apelative que le dio Adolfo’ de Hostas de ‘ciudad muraday, El conjunto de fortifcaciones abarcaba Ja defensa de la bahia, el fondeadero natural yy ol fuerte de tierra pero los continuos ata- 7, Juan Dautite Antoneli: Puro Rico, feralea del Morro. Siglo xv ‘ques levaron a una psrmanente accién en obras fortifiendas que s6lo culminaron con J independencia de Puerto Rico de Ee pia a fines del siglo xx. El primer reducto defensivo fue el fuerte de Santa Catalina, que solo adquirié sen- {ido y funcionalidad cuando se vinculé. a Ia notable obra det Morro. Ello no impidio que en 1598 el conde de Cumberland to- ‘mara la ciudad para .os ingleses y que en. 1625 Hendricks hiciere parctalmente lo pro- pio para los holancleses, El Morro fe comenzado hacia 1540, pero es hoy diffcil derminar las sucesivas ‘onstrucciones realizacas por adicin o sus- titucién a través de wes siglos. Sin duda aqui prima un sistema mixto de aprovechas rmiento de las condiciones topogréficas del promontorio, que determinan ciertas fore mas de emplazamien'o, y la teoria de la fortificacion abaluartada. El verdadero disetiador y propulsor de la obra fue Juan Bautistz Antonelli, quien en 1589 pasb por tervera vez a América, nau- fragando en Puerto Rico y levando a este insigne ingeniero miliary su ayudante téc~ nico Tejeda a emprerder los disefios para las obras. Seis affos més tarde el Morro defenderia a San Juan de los asaltos de Drake y Hawkins El diseRo del Morro se integraba a la ceatrategia defensiva dela ciucladela, es decir cl Gltimo recinto para la proteccién de los ccaudales y recursos humanos una vez que ‘aia la ciudad en manos del enemigo [7] Debido a esto, el Morro comprende un complejo sistema de patios de armas, resi- dencia, bastiones, rampas, depésitos, pol- vorines, cuadras y cuarteles, puestas avan- zados, caminos de ronda, et. que lo cons tituyen en una de las obras curbres de [a arquitectura militar en América, que se hhabraa la ver de complementar con el Castillo de San Cristal realizado en el siglo x0 “También es digno de mencién el pequeito yw fuerte de San Gerénimo del Boquerén uubicado en islote frente a Ia costa y que fe vinewlado a ella por un punte fortiicado cen 1551, Este fortin con una estructura mis cercana’ a las propuestas medievales que a las de la elortificacién modema» rena- ceentsta, est& hey convertido en Museo de Armas. BE sistema de murallas implementado cen Ja primera mitad del siglo xvi" vino a articular las defensas y a consolidar el ca- rActer de la arquitectura boricans. Guba ‘La decadencia dle Santo Domingo como se del proceso de conquista en el periodo ‘cantillano» est directamente vinculada al creciente apogeo cle La Habana, Fundada fen 1514 luego de tres cambios de localiza- cién, la cindad parece consolidarse un lustro ‘mas tarde como punto de escala para los conguistadores de Tierra Firme, ‘Al variar el luo circulatorio del cireuito comercial entre América y Espana la ubica- cign estratdgien de La Habana adquiere relevancia a pesar de que en 1553 el Go- bemaclor de la isla abandona Santiago de (Cuba para instalarse en esta ciudad, Tis justamente a mediados del sigio xv1 cexando podemos valorar el comienzo det ‘cambio que se perfilari a fines del siglo con la concrecién del puerto de referencia de la fota de Indias. Las caracteristicns del sistema de comu- nicaciones y navegacién asignaron, pues, a ‘La Habana el papel relevante de’ concen- trar los productos americanos y recibir los ‘metropolitanos para su distribucién conti- hnental, La ciudad albergaba asi en lapsos dle varios meses las riquezas procedtenies de los virveinatos de Nueva Espafia y el Pert a la espera de la fota de galeones que habia _ de levarlas. ‘La funcién puerto —almacenamiento— residencia de acopiadores y marinos tran ARQUIZECTURA ESPAROLA EN auténica + 21 sitorios habria de signar la vida de la ciudad y las inversiones en obras de arquitectura La Habana es ahora la «Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occiden- talese y se constiquye en actractivo fundas mental para les piratas obligando a cx ‘ucturar un complejo sistema de defensas y Fartificaciones. La ciudad se habria de convertir como San Juan de Puerto Rico en un recinto amurallado cuyos limites fisicos se clesbor= dardn en Ja segunda mitad del siglo xx. TE proceso de sintesis entre la tradicién medieval (aprovechamiento de las concl- clones topogrificas) y las teorias renacen+ tistas de fortiicacién poligonal expresa esa faceta tan americana de acumular expe- riencias europeas y usarlas sin titubeos de samaclemidad. El Castillo de la Fuerza de trazado rena- centista data de 1558 y sefala temprana ‘mente la vigencia de las teorfas en un pais ‘como Espaiia donde el primer tratado de fortifeacién excrito por Cristobal de Rojas se edita en 1598, Por su ecala reducida y su funcion estie tica este tipo de fortficacién respondia a pesar de au traza— mas ala mentalidad medieval del sistema de defensa de plazas que al crterio flexible ee los eomplejos for- Lifendos det renacimiento. EI plan de Felipe II formulado por Ti bbureio Spanogui y concretado parcialmen- te por los Antonelli, buscaba integrar el ‘conjunto de ciudades-puertos lortficadas con las funciones de recepeién, almacena rmiento, proteccién y distribucién que com- prendia el cireuito comercial matitimo y ferrestre, A ellose sumaba el sistema ce con trolarlos pasos claves para la ocupacion terri= torial y los estuarios y bahias naturales para cl abastecimiento y proteccion. Es decir que cada sistema unitari (la ciudad por ejemplo) debsa defender su propia situacién pero ala ver articularse orginieamente con el sistema general. 22 + ti, eARIME, FOLO DEL NUEVO MUNDO Nuevamente Juan Bautista Antonelli a fines del siglo Xvi dliseRari y comenzaré las construeeiones del Morro y La Punta ‘que cierran el acceso a la babia de La Ha- bana con cierta independencia fisica y for~ ‘mal del recinto urbano desarrollado hasta, exe momento. ‘Sucesivamente se habrian de concretar las tres etapas de fortificacién que abarcan desde ef nicleo urban amurallado, la pan- talla de forties y baluartes sobre el frente rmaritimo y las puntas lortficadas para el dominio de una excala terttorial de control. ‘Como en Puerto Rico, las forificaciones del sistema habanero habran de comple- ‘mentarse en la segunda mitad del siglo xvmt con los castillos de a Cabana, El Principe y ‘Atarés dentro de una concepcién barroca, de desarrollo urbano. Las inversiones econémicas en ¢stas obras ‘condicionaron claramente las posibilidades de realizaeién de una arquitectura oficial © privaca de cierta envergadura en La Hia- bana durante los siglos xv1 y xvi La fume cién de puerto y lugar de paso tampoco ‘motivé una respuesta mas consolidada hasta, ‘que en el siglo xvun el desarrollo de la eco- roma interna de la isla cambié las concli- ciones y modes de vida de Ia poblacién{8). 8, La Habana, Cuba, viviendas. Siglo xvi La vida militar cordiciond, pues, junto ‘con el almacenamiento de riquezas la pro- pia funcion de la ciudad. Le cerrd si co ‘minicacién con el mar abierto, ei sus posi- bilidades de expansién con las murallas, condicioné los espacios abiertos y calles a su defensa, determiné reas libres para evitar ricsgas en zona de tiro, planed abasteci- rmientos internos, defii6 limites y formas urbanas que configuraron la ciudad durante tres sigls, Los casillos de San Salvador de la Ponta. yy de los Tres Reyes del Morro fueron rea Tizados entre 1589 y 1630, pero se integra ron a un sistema amuvallado total a partir de las obras que, comenzadas en 1674, se prolongaron durante el siglo xvmt. | Morro se emplasa sobre un promon- toro avanzado donde Antonelli concibe un sistema excalonado de terrazas que van do- minando distintos planos © «cortinas de fuego». El lenguaje dual medieval-rena- centista se verifica en el uso de las poligona- les geométricas hacia tierra y en el encastre de las murallas en las formas de los farallo- nies sobre el mar. I programa arquitectonico de la for- taleza aparece condicionado por su aisla- miento urbano lo que obliga @ In autost- ficiencia, El conjunto de euarteles, depo- sitos, almacenes, residencias, capilla, etc. tiende a ocupar el lugar del antiguo patio de armas y la «torre del homenaje». Se ‘acentéa asi el aspecto maczo y earente de amplios expacios del conjunto, enfatizando Ja imagen de fuerza, poderio ¢ inexpugna- bilidad. Los primitivos templos y conventas cm banos fueron sustituidas en el siglo xvn por las obras que hoy nos setalan ta segunda etapa de Ia arquitectura ileBa, vinculada ‘a su propia evolucién econémica y prolon- grada en el xx con Ia tutela hispanica, que bused ensue realiasciones prestigiar su ‘bra ante los ojos de lo paises recientemen- te independizades a 108 PROGRAMAS ARQUETECTONICOS Esta primera etapa de la arquitectura americana esti pues mareada por la trans- ferencia lineal de propuestas arquitecté- nicas de Espaia a América, Tas variaciones son atribuibles a la proce ddencia regional de los conquistadores y sus referencias culturales, a la realidad intrin~ seca de las reas del Nuevo Mundo y al papel que se les fue asignando en el proceso {de acupacién del espacio e instrumentacién eoonémica y politica det continente. EI drenaje para Espaia no fue pequetio y la poblacion de la metrépoli, que en tiem- po de los Reyes Catélicos era de diez millo- nes de habitantes, descendié con Ja expul- sion de moriscos y judios y sobre todo por las migraciones a América a siete millones y medio en 1610. Solamente el area de Andalucia que servia de concentracion an- tes de la partida a América erece notoria- mente mientras se despueblan Castilla, Extremadura y Aragon. ‘Mientras Sevilla llega a los 18.000 habi- tantes en 1646, Potos, convertida en un eu ferico campamento de yy vascongados que usufructian ka mita in- digena, aleanzaba los 160,000 habitantes. 'E] mundo nuevo era amplio y ancho, pro- metia la riqueta y In redenci {6 el espiritu de la cruzadia rel al espiritu de la aventura y la codicia No condicionades fuertemente por el medio, los expafioles trataron de aplicar sus experiencias y pr arquitecténicos blitectamente. Las limitaciones de materiales yy mano de obra especializada los levarian 4 utilizar también las propias experiencias ‘En Cuba las viviendas de bahareque, con guano y hojas de palma definen la imagen dle los primeros caserios de bohos —la ar- __quitectura espontinea da respuesta ala ne- cesidadl coyuntural de proteccién y abrigo sin otras intencionalidades. os PROGRAMAS ARQUITEETONICOS + 28 La consolidacién del caserio, su defense y abasto culminarén otras instancias, donde los eriterios basiens de las ordenanzas de poblacién definirin Ia cama urbana de fasentamiento. Criterios que en élkima ins- tancia naefan tanto de la experiencia ame eana cuanto de la aplicacién de las an- tiguas teorfas vitruvianas, es decir, menos de Espafia que de la propia Amésica. ‘La vivienda era refugio y en el sistema pragmético del ensayo-error, constituia el basamento evencial de la ciudad. Panama, fiindada en 1519, tenia dos décadas més tarde unas 112 casas y 400 habitantes, ‘A pesar de las recomendaciones sobre em- plazamientos que se dieran a Pedrarias, Gieza de Leén recuerda cbmo estaba wedi= fieada de levante a poniente de tal manera que saliendo el sol no hay quien pueda andar por ninguna calle de ella porque no Ihace sombra en ninguna» [9] ‘De las 500 casas que habia en Panama a pPrincipioe del siglo xvut slo ocho eran de piedira y el resto de madera, demostrando la persistencia de la adaptacién del conquista- dor a las posibilidades del medio. Los lotes de las mismas eran estrechos e invirtiendo la experiencia histérica, al trasladarse la ciudad en el siglo xvu, los frentes de los lotes se ensancharon notablemente segin lo estudiara el doctor Castillero. La tradicion de la casa romana paso de ‘Andalucia las Antillas, pero se adapta a las propias variaciones que sulria en el sur e= paiiol. En primer lugar Ia compacidad; en Santo Domingo, donde las posibilidades de dlisponer tierra eran mucho mayores que en Espa, sin embargo vemos la adopcién de Ja solucién de vivienda en dos plantas con Jos problemas tecnolégicos que ello im- plicaba. TEI desarrollo del partido se hacta en tc- rrenos estrechos —pues todavia no se habia, Formulado el eriterio de divisién de manza- nag en cuatro solares— y ademas irregulas res, lo que levaba a respuestas arquitecté- 2A + BL CARIBE, POLO DEL NUEVO MUNDO nicas variadas tipolégicamente, Este cti= terio refleja la wansferencia lineal de la ‘experiencia andaluza més que una reela- boracién en formacion de las nuevas alter- rativas, aungue es posible que las limita cionesdel ecinto amurallado forzaran cierta densidad. Palm apunta sin embargo, con nitides ‘la confluencia de la tipologia romano- ‘andaluza-mediterranea con ciertas varia ciones antillanas, como la protongacién de la taza y su quiebra, formando un primer patio denso («El martllo») con varios ‘cartes apifiados y oscuros, y un segundo ppatio més flexible y abierto que permite, 9, Panam In Vieja, Panam, tone de a ented Siglo xe mediante la ventilacion eruzada, reeuperar Jos valores de Ia rise antillana, La estrechez de las ralles en La Habana estaba vinculada también a la propia ex periencia sevillana y la influencia morisca se perpetuaba desde elsiglo xvit en los am- plios zaguanes, y los Fatios a veces aporti= cadas que constitufan el nicleo vital de la residencia, “Las imégenes reales que la retina del con- quistador traia, buseaban ser reeditadas en América y en este sentido el proceso de sin- tesis de las arquitecturas populares regiona- les tenia una primera etapa en las Canarias donde se fusionaban los balcones sevillanos fde madera con las poriadas y cantoneras de Galicia o las ventanas esquineras de Exe ‘remadura, TEs aqui, en la arquitectura popular espa- ‘hola, donde pocemos rastrear las mejores rajces de la transculturacién, pues son justamente las més cbiertas a recibir et ‘aporte americano, a continuar en la perfec- cién de los modelos iconices, funcionales 0 tecnolégicos y en fin = mantener al mismo tiempo, la continuidad que le da unidad y hhomogeneidad a los paisajes urbanos ame~ ricanes, durante! periodode la dominacién, expaiola, a limitacion que esta arquitectura po- pular, habria de tener —a diferencia de Ia espafiola— es su ingercién en la regulari- daddeuna trama urbanaamododedamero, Ali a calle ¢s un hecho a priori, y no la consecuencia de Ia integracién de las vi- viendas, La mentalidad renacentsta del nié la forma urbana con antelacion, y la arquitectura debia atenerse a ella ‘Desaparecen pus tcdas las riquezas espa iales propias del aprovechamiento de em- plazarnientos de topografia accidentada (se bosean lugares doncle el damero pueda desa- rolarse simplemente) y se anula sobre todo el factor sorpresa, aquel que segin Baroja, diferenciaba a las clades hechas por los hombres o pot los arquitectos. Las arquitecturas populares de Espana pueden rastrearse hoy, con sus reelabora- cones en las arquitecturas rurales america- nas o en los poblados, cuyo desarrollo eco- némico, detenido por diversas razones les dia la posbilidad de encontrar paisajes ur- ‘anos mimetizados con el medio natural y obras que nacen de los materiales de re- coleeeién y de Ia sabiduria, para dar res- puesta a sus mados de vida. En las resdencias urbanas antillanas, co- ‘mo en el caso del ya mencionado palacio de Diego Colén, no faltardn las vinculaciones con Tas propuestas de una arquitectura de ‘mayor nivel econémico, urbano o rural de Expatia En Cuba o Puerto Rico, la disponibilidad de madera de alta calidad facilcaré ta realizacién de artesonades y entramadosrmu- dgjares, ‘La piedra porosa de Ia zona habanera, permitird desarrollar portadaé de canteria, de sumo interés que van seRalando durante Jos sighos xvi y vu las expectativas urbae nas de la ciudad-puerto. Las escaleras suelen tener en Santo Do- ‘mingo el caracter de las estrechas escalina~ tas drabes (entre dos paredes), y aqui sf fran raras las escalinatas monumentales re- servadas solamente a exifcios pblicos. ‘Las tipologias de los Ayuntamientos © ceabildos, con mayor certeza aim debieron ‘estar vinculadas a las imgenes formals y a Jos planteamientos funcionales idénticas de sus pares espaiioles El eaquema de incluir las escribanias, Jjuegados y cfrel junto con la sala del ‘Ayuntamiento, capilla, sala para archivo, depésito y balcén conegjil, parece haber sido més tardio en algunos ejemplos espa- fioles que en América, probablemente por- que ya el volumen de complejidad urbana Los PROGRAMAS ARQUITEETENICOS + 25, haba generado las cérecles y otras funciones separadas, robablemente el paralelo de esta trans: Ferencia cloba establecerse con los Ayunta- _mientos de las reas semirrurales cuya escala de complejidad de funciones estaria més préxima a los de los nuevos poblados ame- Si la estructura juridica y funcional de los cabildos americancs era «un fiel tras. plante del viejo municipio castellano de la Edad Media» como sefiala Ots y Capde~ qui, vuelve a reiterarse Ia imagen concep- tual de la proyeccion rejuvenecida de las antiguas instituciones medievales, que ya decadentes en Ia metrépoli, se incorporan con vigor en el nuevo continente. La centralidad y uniformidad del cabit do espatiol también sera Ia expresion del amerieano, que sin embargo, notoriamente, encuentra en su conereeién fisca arquitec- ‘énica mayor unidad que con las propuestas cspaiolas que le dan origen, "Ya hemos sefalado el parentesco det Hospital de San Nicolés de Bari o de la catodral de La Espafiola con los modelos ‘metropolitanos y lo mismo habré de suceder ‘con los templos y claustros conventuales que derivarén de los antiguos cenobios Denedictinos medievales. La estructura del templo ocupando un lateral del claustro al que se vincula por Ja apuerta falsa» lateral y la galeria que orma una de ls erujas del conjunto, seRala la persistencia tipolégiea que ratifca la proyeccion medieval de Europa a América enriquecida por la experiencia cultural paniea Esta visidn del primer impacto cultural el espaftol en América, ratifica el cardeter de acumulacién y reelaboracién que esta nueva realidad exigié al conquistacor. _-saje evangéli carfruvo 2 MEXICO, EL ENCUENTRO DE DOS CULTURAS. EI espafiol encontr® un panorama ab- solutamente diferente cuando sus expedi- ciones entraron en contacto con las culturas aque se habfan desarroliado en territorio ‘Ala sorpresa de las condiciones naturales del medio geogréfico habria de sumarse ahora el impacto que el desarrollo de estas civilizaciones produjo en elespiritu del con- quistador. Ya no se trataba de tribus dise persas que vivian de una economia de sub- flxtencia, con organizaciones primarias y carentes de cohesién politica, militar y es piritual. E] mundo mexicano era la anti= tesis de In precariedad formativa que los cxpatioles arrasaron en La Espafola. ‘Cuando el 14 de julio de 1520 Heman Cortés destruye la resistencia azteca en ef valle de Otumba, abria las puertas ala con- ‘quiste de Tonochlithin y empezaba a poner la huella del vencedor sobre la incretble tra- zavurbana de la ciudad vencida, Este simple ya la vee complejo hecho variar la trans- culturacién directa del periodo antillano condicionando Ia propuesta espafola a la preexistente obra indigena. Frente a ella el espaol actuard rechazan- do 0 aceptando pero siempre lo americano significar un condicionamiento previo. 'E] sentido misional de la conquista de ‘América parecer nitdo on las tareas de las Srdenes Feligiosas en las tierras de Nucva spa, Franciseanos, dominicos y agus- 108 abrieron fronteras y avanzaron en. el territorio consolidando poblados, organi- zando asentamientos y difundiendo el men- en los més remotos confines. ‘La ocupacién del espacio fico y la «pro- paganda de la Fe eonstitulan los dos ejes que movilizaban fx Fuerm vtal de fa cone Gist, Territori, prodceién, mano de bra, riqueza aparecan a voces dexdibuj- das por las hazafas de las mivones, marti vids teximonios de caridad, organizacion {el indigena y capacitacn,o Tor proyectos pi rn la Eopaia de la Reconquiss y las Cuzadas superpuesta «Ia Expat merce tls sujet los interess dela banca curo- pea mis alla de su aparente pedro impe- al El empuje humanists del renacimiento convivira. con las meievales expresiones del gotco que manifesta Tos props terme pos de in aclturacién americana y la pesit- fencia de las formas feudales (arin y =0- Ciales) que se habian trdadado a América. Ta proyecciin de la arguitectura gotica, hasta el iltimo tereio del siglo xe marca una de fs earacteriseas notables de esta primera etapa mexicana que posibilica la perdorabildad de-un lenguaje expresivo {ne hacia asi metio siglo apareea como fagotadon en a metrépol. En efecto, le ‘atdial de Segovia (1525) sfalaba ei mo intento géico en la peninsula, micn- ttas Diego de Sagredo con sv tatado de ‘Matas de Ronano (1526) dba inicio ale Giftsin del pesamientorenacensit ver bia. Ta acumulacin de Ine formas expresivas agotcasy renacenttas marca nuevaments, ho tanto Ia transién, sino Ia utlizacién lire del repertorio espa disponible. Tas etapas que sehala. Diego Angulo {niguee en coinideneia con los mandatos de fos vireyes: 1585-1580 —Antonio. de Mendoza (gbico y renacimiento); 1880. 28 + stExI00. EL ENOUENTRO DE DOS CULTURAS 1561 —Lais de Veloso (pater); 1565 1585 —Gantn de Perla Martin Emiquen, Stir de Mendocino) ‘tse sot aden pare nei 808 Torinaten, sn que ello sigue mila ‘oun de una police oil po cae {inloaro y macho menor suponer sok Cine de conoid en poe homo- enc de uanslrncias deer y guts "amt le ergutestrn apne, 8 ves pamela oasccustanca (dado que Praca wees se scupaban scans eagenar prenstenta) donde ls iow tras dt ep, po emo, rn n= adios co lt el edge Ti ecu esto cremonils preinreo valraba Tos epi bier tary como bien etalaChantn les aban mis imporancia a conjunto gue a Grate Por elem ene pension ‘bene epee dsl 0 coun les Uemowracioneempcas dl rani trical yes eos dels chads oslo erates wi caperencia de in ciudad rtcada cons ope abit Hanon yr Gite, vegene de un erosions orgie Sion tapresba la vile wna eal, 10, México, calla para ensehianza del cateciamo.Sigio x01 ro junto a ela las tis de dad Flan, las utopia, lon princpis de di Stor dalam o mitre de fs tad tire lcunian 80 exigencies Ginlbles de plaeacion yaa que i ocupacim cotinental requerr ‘nbanimo yargetetra se constitu, pues dele us ngs camo proce de sine ede cxperincasytcoraseuropeas—que to jeeutidas en Lapin te vervcaban en “Kmdiee y por la perpen de ies Capalas yeni seine Los NUEVOS PROGRAMS ARQUITECTONTCOS En ese proceso de eelaboracién cultural, Jos programas arquitectonicos que habia epositado el espa en e! Caribe habsian {Ge ser sometdos en Nueva Espaita var tines cuanttatvas ycualtativas. ‘Las primeras, generadas por la necesdadl de atender a una poblacién que superaba holgadamente as experiencias ubanas y Rt ralesdel conguistador,lassegundasce modi ficacign de premisas para asegurar el com'= ni politica y la evangelizacion religiosa, neorparando los vaores simblicos y aie teas con sentido ditico {10}. “Antighas propuesas de arquitectara fue- ron retomadas en ars de resolver creatives Inente problemas inesperados ya sea de sie pevfcie cubierta, ya de valoracion del e& pacio externo por el indigena. La flexbilidad del espaftol Ie Nevaré in- elusive a aceplar les antiguas experiencias teonologieas natives, luego de verfcar su importancia para resolver por ejemplo los problemas de cimentacion de Ia eatedral fobre la laguna de México (1963), ‘Pero donde apareze con nitidez Ia impron- ta amesicana en la arquitectura del siglox1, fen los programs de las construcciones religiosas novohispanas que marcan la adap- tacion de las tipologias tradicional a Tos condicionantes del nuevo mundo. Los NUEVOS PROGRAMAS ARQUITECTONICOS + 29 Las consentos mexicnos det XVI Sin duda es posible encontrar un paralelo entre las antiguos conventos mesiievales que Jugaron un papel preponderante en la ocu- ppacién de las Areas rurales los conventos rmexicanos del siglo x¥r constituides en las avanzaclas de la evangelizacién indigena a lavez.que delimitaban Ins éreas de frontera. Las funciones externas (catequess, li- turgia, enseflanza, asistencia) y las inter- nas (produccién agricola y artesanal, for- ‘macién spiritual) eran similares, pero los problemas de escala y concepcién cultural variaron las propias propuestas arquitec- ‘Gnicas, aunque los elementos aislados (igle- sia, claustro, Imerto, celdas, equipamiento, etcetera) eran semejantes, Las modificaciones de programas pueden verificarse en varios aspectos: 1a fortifica- cién, el uso del atro, las capillas abiertas y el sistema de posas. Los conventes afortifcados» Por supuesto que existen en Expara rmonasterios mediovales fotfcados y ro- deados de muraliasalmenadas, como el de \Veruela, pero en su escala y cantidad son inrelevantes frente alas concreciones mexi- canas del xv. ‘Los attios amurallados y almenados (11) servian de eventual «ciudadelay y proveccién 2 los nefits y sus pertenencas, ls tempos evades con almenas y gartones que junto con ventanas clevadas, troneras y acters los convierten en espacios defeneibles, frente para el armamento indigena a pesar de ls dimensiones de las almenas. En Tepeaca se feneuentran tres camsinas de ronda super. puestos a la altura de las ventanas, en el Arrangue de las bvedas y sobre las mismas _ demostrando el cuidadeso perfeccionamien- to defensivo que ya se vishumbraba en las garitas de centinelas de Actopan, En Yur 11. Mésico, convento de AU cutroalmenado Siglo xt Ia portada recoge la imagen de guerre- ros chichimecas disparando sus areas. Las moles de estos templos macizos de piedra, con ruds contrafuertes, sehalaban ‘en el paisaje mexicano hitos que daban las referencias precisas para la nueva fisono- mia de estos asentamientos avanzados de Ja conquista, aunque recientes argumentos Los atrios y su equipamiento Las necesidades de culto y catequesis se multpliearon cuando se trato de adoctri- nar a millares de indigenas. ‘Los espacios cubiertos eran insuficientes y la propia experiencia indigena de sus ‘conjuntos s2crales al are libre hacia conve- niente en el proceso potencial de un sincre- tismo religioso recurrir a modalidades li- \iegicas externas. El attio no era meramente la proyeccién ‘espacial de un templo estrecho y macizo, sino la revitaizacién del valor social def Ambito natural, bien que acotado por et ‘cerco perimetral ¢ intimamente vineulado ala idea de casa cel Dioo» 30 + wixico, EL ENCUEWTRO BH DOs CULTURAS 12, México, convento de Acolman, vista del aro dene I eapilla abierta, Silo xv 18, México, convento de Calpan, caplla per Siglo vt Bl proceso de yuxtaposicién que se mar festara en México on Ia ubieacién de la catedral sobre Ia zona templaria azteca se reiteraria en las huacas y santuarios del interior pasando ag a ocupar los templos lugares dominantes y utilizando no pocas veces las antiguas plataformas y pirémides como temenos o baamentos, El atrio significaka la recuperacion, para cl indigena, de su expacio abierto y la posi- bilidad del desarrolo de su ritual procesio- nal que era una de sus variables culturales exenciales [12] Por ello el equipamiento del atrio tendié fa potenciar Ia ides de sitio, de lugar de cesta, y a jerarquizar funciones religiosas y sociales seftalanco Ia estratificacién por sexos y edades a Ja vex que puntualizando los niveles diferenciacos de! aprendizaje. ‘Junto a log rincmes del atrio en una tipologia que con variantes de tratamiento y calidad se expand ria por toda América— se alzaban las capillas posas que consttuian los elementos ordensdores cel espacio, Estas capillas poss tendian a sefialar los puntos de reunién perimetral para la evan- gelizacién de hombres y mujeres, ninas y niflos, Junto a esta fineién cotidiana tas posas servian para significar el recorrido procesional centro del atrio y eonsttufan el sitio preciso del «aposentamientor 0 «po- sadao de las imagenes trasladadas en andas por la muchedumbre de eatecamencs [13] ‘Las «estaciones» representadas arquitec- ténicamente por Ins posas proyectaban no solo un jalon simbilico sino también una presencia funcional en el ordenamiento del ‘espacio extemo en su uso ceremonial ‘Las pequefias capillas-posas, ubicadas igeneralmente en fos rincones, formaban parte de la muralla que cereaba al atrio, pero en ejemplos sudamericanos se proyec: faron inclusive en elexterior del mismo ocu- pando extremos de plazas de pueblo (que ppasan a funcionar oxmo atrios) o inclusive a confundirse con oratories localizaclos a las LOS NUEVOS PROGRAMAS ARQUITECTONIOOS + salidas de los eaminos en consonancia con Jos puntos cardinals. En defintiva ello es posible por la valo- racién de los espacios miticos, las necesi- dades de referencias posibles para ordenar fl counos y sentir la presencia dinamica del hombre sobre Ia naturaleza. En todo ello, las ereencias paganas del indigena y las ideas del cristianismo confluyen en un pro- ceso de simbiosis cultural y de sincretismo religioto que se va decantando de los anti- fguos usos mediante las wextinpaciones de ‘dolatrias» pero se va insertando en Ia re- conversion de contenidos simbélicos de sta arquiteetura que va caracterizando a América, BE atrio contendr4 también a veces «cru eros» de piedra que recogiendo antiguas tradiciones europeas de sacralizacion de es- pacios piblicos adquieren significados reno- vvados. tas cruces de piedra pueden tam! localizarse en claustros internos y en plazas ‘mostrando un gradiente de funciones de diversa excala y variados destinataros. Es frecuente encontrar en estas cruces, ubicadas sobre escalinatas, elementos que sefalan la partcipacién del indigena, entre cllos las inerustaciones de obsidiana y la decoracién geometrista. En el caso de Acol- ‘man el recurso eseenogrifico de colocar en Ia enue solo Ia cabeza de Cristo, sin el cuer- po, le confiere un hondo dramatismo ajeno ala sensibilidad artistica figurativa del arte ceuropeo [4]. El atrio es pues en su conjunto un ele- mento csencial de esta arquitectura reli- siosa del xv1 mexicano y no meramente una cstructura arquitecténica subsidiaria del templo, tal cual era habitual en el vigjo continente (15) Las capillas abiertas ‘Tanto Palm como Antonio Bonet Correa than seialado los antececlentes europeos dle 1A. Meco, cm catia de open: eliotn mses por onions. Siglo xvt 7 15, México, convento de lamal. Siglo xv 3 32 + niékI00, EL ENCUENTRO DE Dos CULTURAS las eapillas abiertas americanas y el sen- tide de extroversién de culto. ‘La mayoria de los ejemplos aparece vin- culada a las posbilidades de realizar los ofcios desde templos ubicados junto a fo Flas, mereados o lugares comerciales que suelen ser muy concurridos los domingos y Fiestas Este tipo de capillas abiertas también existen en América (iglesia de La Merced en Cusco) pero las capillas abiertas utili- zadlas en o] México del xv1 nacen de reque- rimientot funcionales més amplios y con 16, Antiguo grabado del sig xv, sehalando la predicaeign enplpitos porties una riqueza tipolégica que supera vasta- ‘mente los ejemplos europeos conocides. ‘Aan en los siglos xvm y XIX, a partir de la iden de extreversién del culto, pero con variantes en las propuestas (que tien dden a simplificarse) encontraremos capillas abiertas en diversas regiones del continente americano sin lleger a la variedad tipolé- gica de las mexicanas. La presencia de la capilla abierta, un lugar desce donde podia decirse misa hacia Ja multtud reunida en el exterior, potencia con la liturgia principal las ya sealadas funciones del atrio, consolidando el antiguo sistema de los pilpitos porttiles [16]. ‘Las causales pueden rastrearse ya sea en las respuestas espontineas y precarias en tiempos en que se constratan los templos, Ja necesidad de albergar a multitudes que no cabian en lag iglesias, ol recurso de la teadieion prehispanica de los cultos al aire Fibre y la presunta claustrofobia (temor al espacio cerrado) de_los indigenas desacos- tumbrados a las vasias superfcies cubiertas. En algunas zonas como en Yueatin los propios presbiterios de los templos actuaron como «capilla abierta» provisional hasta la ceulminacién de las obras. ‘Tedas ellas confluyen complementari mente y permiten ratificar una tipologia fimncional americana pues sin duda la estruc- tura templasia indigena expresaba lo esen- ial de una capilla abieria La utilizaeién del espacio interno en forma jerérquica para espafioles, indigenas principales, hombres y mujeres diferencia- damente, puede arrancar de las précticas de uso de los espacios externos y su progre- svainsereién en los emplos, ala vez que de remoias variables ¢e las tradiciones judeo- La riqueza de este proceso de sintesis cultural que oblige a generar nuevas res- pulestas arquitectoricas, sefiala la distancia ‘entre Ia experiencia mexicana y la transfe- rencfa lineal del periodo antillano. Los NUEVOS PROGRAMAS ARQUITECTONICDS + 33 En la capilla abierta y el «teocali» in digena el sacerdote que aficia el culto es et nico que esté a cubierto, mientras los eles estan en el exterior. Es probable que lo pudiera originarse, como las capillas pe 145, en «ramadasy provisorias que permit rian este contacto mis directo y precari ‘mente jerarquizadlo, pero no es menos cierto aque en tal caso el éxito de la relacion fancio- nal motivé notables respuestas arquitects- La capilla abierta consolidada més alla

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