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Una vacuna es cualquier preparación cuya función es la de generar del organismo inmunidad frente a
una determinada enfermedad, estimulándolo para que produzca anticuerpos que luego actuarán
protegiéndolo frente a futuras infecciones, ya que el sistema inmune podrá reconocer el agente
infeccioso y lo destruirá. Se trata de un medicamento biológico constituido a partir de microorganismos
(bacterias o virus), muertos o atenuados, o productos derivados de ellos.
Antes de nacer los bebés adquieren a través de la placenta las defensas necesarias para protegerse frente
a posibles infecciones durante las primeras semanas de vida. Sin embargo, pierden esa protección en
poco tiempo, aunque éste varía en función del microorganismo de que se trate. Así, mientras que en
enfermedades infecciosas como la tos ferina, la inmunidad transmitida por la madre se mantiene apenas
unas pocas semanas, en otros casos, como el del sarampión, puede prolongarse hasta seis meses o un
año, según los niños.
Este hecho determina dos cosas muy importantes: la necesidad de vacunar al niño para protegerlo
frente a las enfermedades conocidas y el momento en que debe ser vacunado para mantener su
inmunidad frente a ellas.
Alistar la vacuna
Con todos los elementos listos y la mezcla
preparada, se crea la vacuna que luego se dispondrá
dentro de la jeringa y que luego será aplicada a la
persona en su medida justa, ya que muchas veces
vienen en frascos medidos o hasta dentro de la misma
jeringa para evitar errores. El traslado y almacenaje
de las vacunas se realiza con mucho cuidado, bajo
estrictas medidas de seguridad que impidan que una
vacuna pierda eficacia o se dañe.Existen otras formas
de aplicación, como las vacunas nasales (a través de
un aerosol), pero no son muy frecuentes, pues su
eficacia disminuye. Puede ser que una vacuna requiera varias dosis separadas por cierto periodo de
tiempo o que la persona necesite un refuerzo en su adultez, ya que las vacunas más importantes se
aplican en la niñez con un calendario creado para obtener buenos resultados sin complicar al
organismo.Una vacuna no provoca una efecto de protección inmediato, puede demorar entre 2 y 3
semanas, así que es imposible que te de gripe tras vacunarte contra la gripe, lo más probable en esos
casos es que te hayas contagiado antes. Tal como con cualquier otro medicamento, pueden existir
efectos secundarios, los que en su mayoría son leves. Los graves son escasos, por lo que aplicar la
vacuna siempre es mejor que exponerse a la enfermedad.Con respecto a las vacunas y las alergias al
huevo, las vacunas cultivadas en su cáscara no deberían causarles problemas, pero como forma de
prevención, se les vacuna en presencia de un médico para estar alertas a cualquier efecto.
TIPOS DE VACUNAS
Existen muchos tipos de vacunas diferentes. Cada uno está diseñado para enseñarle a su sistema
inmunitario cómo combatir ciertos tipos de gérmenes y las enfermedades graves que provocan.
Cuando los científicos crean vacunas, tienen en cuenta:
De qué manera el sistema inmunitario responde al germen
Quién necesita vacunarse contra el germen
La mejor tecnología o enfoque para crear la vacuna
Según algunos de estos factores, los científicos deciden qué tipo de vacuna elaborarán. Existen 4 tipos
de vacunas principales:
Vacunas vivas atenuadas
Vacunas inactivadas
Vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas
Vacunas con toxoides
Vacunas inactivadas
Las vacunas inactivadas utilizan la versión muerta del
germen que causa una enfermedad.
Las vacunas inactivadas no suelen proporcionar una
inmunidad (protección) tan fuerte como las vacunas
vivas. Es posible que necesite varias dosis con el tiempo (vacunas de refuerzo) para tener inmunidad
continua contra las enfermedades.
Las vacunas inactivadas se utilizan para proteger contra:
Hepatitis A
Gripe (solo vacuna inyectable)
Polio (solo vacuna inyectable)
Rabia