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UNIVERSIDAD CATOLICA TECNOLOGICA DEL CIBAO

(UCATECI)

“INTOXICASIONES, SEPSIS RESPUESTA INFLAMATORIA SISTEMICA,


PANCREATITIS AGUDA Y CRONICA Y TETANOS’

Investigación de laboratorio medicina critica: .

Presentado por:

Rafael Mieses Comprés 2015-1243

Facilitador:

DR. Carlos Castillo

La Vega, República Dominicana, Agosto 2020


INTOXICACIONES 4

CONCEPTO DE TÓXICO E INTOXICACIÓN AGUDA. 4

INCIDENCIA, PREVALENCIA Y PATRONES CLÍNICOS. 4

ANAMNESIS E HISTORIA CLÍNICA. 5

MANIFESTACIONES CLÍNICAS. 6

DIAGNÓSTICO. Exploración física. 6

TRATAMIENTO GENERAL DE LAS INTOXICACIONES AGUDAS. 8

PANCREATITIS AGUDA Y CRÓNICA 17

Bioquímica Y Fisiología De La Secreción Exocrina Del Páncreas 18

Regulación De La Secreción Pancreática 18

Secreción De Agua Y Electrólitos 19

Secreción Enzimática 19

Autoprotección Del Páncreas 20

Relaciones Exocrinas-Endocrinas 21

Eje Enteropancreático E Inhibición De La Retroalimentación 21

Pancreatitis aguda 22

Teoría De La Autodigestión 23

Datos del laboratorio 25

Evolución De La Enfermedad Y Aparición De Complicaciones 26

Tratamiento de pancreatitis aguda 29

Utilidad De Los Antibióticos 29

Pancreatitis Recurrente 31

Necrosis Infectada Y Seudoquiste De Páncreas 31

Necrosis Tabicada 32

INSUFICIENCIA EXOCRINA PANCREÁTICA Y PANCREATITIS CRÓNICA 34

TÉTANOS 37

DEFINICIÓN 37

ETIOLOGÍA 38

EPIDEMIOLOGÍA 38

Patogenia 39

Manifestaciones clínicas. 41

Tratamiento 42

Diagnóstico 43

PREVENCION 44
SEPSIS 46

Definiciones utilizadas para describir el estado del paciente séptico: 46

Etiología 47

Epidemiología 48

Fisiopatología 48

Mecanismos del hospedador para detectar microorganismos. 48

Respuestas Circunscritas Y Sistémicas Del Hospedador A Los Microorganismos Invasores. 49

Citocinas Y Otros Mediadores 49

Factores De La Coagulación. 49

Mecanismos Circunscritos De Regulación 50

Respuesta Sistémica 50

Disfunción Orgánica Y Estado De Choque 51

Lesión Endotelial 51

Estado De Choque Séptico 52

Septicemia Grave: ¿Una Sola Patogenia? 53

Manifestaciones Clínicas 53

Complicaciones principales 54

Insuficiencia Suprarrenal 55

Complicaciones Renales 55

Coagulopatía 55

Complicaciones neurológicas 55

Inmunodepresión 56

Resultados De Laboratorio 56

Diagnóstico 56

Tratamiento Septicemia Grave y Estado de Choque Séptico 57

Antimicrobianos 57

Supresión de la Fuente Infecciosa 58

Apoyos Hemodinámico, Respiratorio y Metabólico 59

Apoyo General 61

Otras Medidas 61

Campaña Para Sobrevivir A La Septicemia 62

Pronóstico 62

Profilaxia 63

Intoxicaciones
CONCEPTO DE TÓXICO E INTOXICACIÓN AGUDA.

Se define como tóxico cualquier sustancia química que sea capaz de


producir la muerte, heridas u otros efectos perjudiciales en el organismo.
Los signos y los síntomas resultantes de la acción de un tóxico sobre el
organismo se denominan intoxicación, y se considera que existe una
intoxicación aguda cuando aparecen síntomas clínicos tras una exposición
reciente a una dosis potencialmente tóxica de una sustancia.

INCIDENCIA, PREVALENCIA Y PATRONES CLÍNICOS.

Por razones muy dispares, los datos sobre la incidencia y la prevalencia de


las intoxicaciones varían ampliamente de un país a otro. Desde 1980, los
accidentes tóxicos son una de las causas más frecuentes de procesos
patológicos agudos en los países desarrollados y constituyen la segunda
causa de muerte (después de las enfermedades infecciosas) en individuos
con edades comprendidas entre 2 y 30 años. En el Reino Unido, las
intoxicaciones son la segunda causa de ingreso en los servicios de
urgencias. En España, los datos de que se dispone hacen pensar que su
incidencia y su prevalencia, aunque van en aumento, son inferiores a las de
otros países. Se estima que su incidencia en el adulto (medida como
porcentaje de las urgencias) puede oscilar entre el 1,7 y el 3 % de las
consultas asistidas en los servicios de urgencias, con una letalidad inferior
al 1 % de todos los casos. Los datos de prevalencia quizá sean más
orientativos; en España, las intoxicaciones agudas originan 0,5-2 casos por
1.000 habitantes y año, datos que se encuentran alejados de las cifras de
Estados Unidos o el Reino Unido, donde se contabilizan 5 casos por 1.000
habitantes y año. La mayoría de los estudios sugieren que el 70 % de las
intoxicaciones agudas son voluntarias (intentos de suicidio) y el resto son
involuntarias (accidentes, confusiones o sobredosis de drogas de abuso). De
igual forma, es conocido que aproximadamente el 70 % de los casos
atendidos en los servicios de urgencias hospitalarios son intoxicaciones
medicamentosas (analgésicos-antiinflamatorios, benzodiazepinas o
antidepresivos). Los casos de sobredosis por drogas de abuso (heroína,
alcohol, etc.), accidentes en el hogar o accidentes laborales con tóxicos,
ocupan un lugar también preponderante entre las causas de consulta a un
servicio sanitario. Las vías más frecuentes de exposición a un tóxico son :

 La Vía Oral (80 %)


 La Piel (7 %)
 El Ojo (6 %)
 La Inhalación (5 %)
 Otras (2 %).

ANAMNESIS E HISTORIA CLÍNICA.

Ante cualquier paciente intoxicado, antes de comenzar una anamnesis y


exploración detallada, debe evaluarse su estado general (respuesta a
estímulos, presencia de alteraciones respiratorias o latido eficaz) para, en
caso necesario, comenzar inmediatamente una reanimación
cardiorrespiratoria. Asimismo, se debe evitar que cualquier testigo se retire,
ya que puede proporcionar una buena información acerca del origen del
envenenamiento. Una vez evaluada la situación, si ésta lo permite, se
deberá realizar una historia clínica completa; en la anamnesis será
necesario realizar preguntas específicas sobre: a) nombre del tóxico; b)
cantidad aproximada a la que se expuso el paciente; c) vía de exposición; d)
tiempo transcurrido desde la exposición; e) síntomas presentes antes de
acudir al hospital; f) presencia de vómitos, que puede indicar la eliminación
de una parte del tóxico, y g) ingestión habitual de alguna medicación por
parte del paciente y existencia de alguna enfermedad. Esta última pregunta
es muy importante, ya que en muchos casos se trata de enfermos
psiquiátricos que se autointoxican con la medicación con la que son
tratados. Cuando el paciente esté inconsciente o se trate de un intento de
suicidio, estas preguntas deberán realizarse a la familia o a otros testigos.
Todas estas cuestiones ayudarán al diagnóstico etiológico y a la valoración
del paciente intoxicado; sin embargo, puede adelantarse que en
aproximadamente el 50 % de los casos la información no es fiable por: a)
desconocimiento, b) bajo nivel cultural, c) mentira deliberada, o d)
ausencia de testigos. Por todo ello, algunos médicos señalan que es
necesario sospechar una intoxicación o establecer un diagnóstico
diferencial con ésta cuando no haya otra causa que justifique el cuadro, en
las siguientes circunstancias: a) enfermos psiquiátricos con síntomas no
relacionados con su enfermedad; b) pacientes con traumatismos con mala
evolución sin otra causa que lo justifique; c) comas de etiología no
esclarecida en personas con edades comprendidas entre los 15 y los 35
años; d) arritmias graves en jóvenes o niños sin enfermedades previas; e)
acidosis metabólica de etiología desconocida, y f) niños con síntomas poco
habituales o inesperados de presentación súbita.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS.

El conocimiento de las manifestaciones clínicas de las intoxicaciones es


otra de las bases para un correcto diagnóstico y valoración. En este
apartado no se describen todos los posibles síntomas y signos que pueden
aparecer en el curso de las distintas intoxicaciones, ya que se realizará en la
descripción de cada tóxico específico. Sin embargo, no debe olvidarse que
algunos síntomas mimetizan o se confunden con cuadros habituales de
origen no tóxico como enfermedades sistémicas o traumatismos internos,
por lo que es pertinente un correcto diagnóstico diferencial. También es
importante recordar que, aunque algunas manifestaciones son relativamente
específicas o típicas, la gran mayoría de ellas pueden ser originadas por un
gran número de tóxicos, con lo que sólo tendrán el valor de situar la
gravedad del cuadro tóxico, pero no su origen. La mayoría de las
manifestaciones clínicas aparecen dentro de las 3 horas posteriores a la
ingestión o exposición a una sustancia tóxica. Sin embargo, con ciertos
tóxicos la aparición de la clínica es muy tardía (bastantes horas o incluso
días después). Un problema parecido se produce con ciertos medicamentos
comercializados que contienen más de un principio activo. Por tanto, se
debe prestar mucha atención, para no tratar sólo manifestaciones clínicas
objetivables a priori olvidando otras que se manifiestan tardíamente.

DIAGNÓSTICO. Exploración física.

En la valoración diagnóstica y el pronóstico del paciente, la exploración


física será muy orientativa. Ésta debe ser lo más completa posible, y
centrarse en los cinco puntos cardinales de la exploración física del
paciente intoxicado que ofrecen una información útil: a) observación
general del paciente, poniendo especial atención en el nivel de conciencia,
las pupilas, el temblor o las convulsiones; b) exploración de la piel,
observando la coloración, presencia de signos de venopunción, ampollas
cutáneas, quemaduras o sudor; c) olor del aliento; d) auscultación
pulmonar, para conocer el patrón respiratorio o la presencia de material
aspirado, y e) auscultación cardíaca, en la que se observe la presencia y/o el
grado de arritmias, bradicardia o taquicardia, entre otras. Pruebas de
laboratorio y estudios complementarios. No existen reglas fijas con
respecto a las pruebas analíticas y a otras exploraciones complementarias
que deben realizarse de forma sistemática. Deben ser el sentido común y el
juicio clínico del médico los que las señalen. Sin embargo, recientemente
se han propuesto los mínimos analíticoexploratorios que deberían
solicitarse en los intoxicados «sintomáticos», para o bien valorar su
situación clínica o bien orientar el diagnóstico ante la sospecha no
confirmada de intoxicación aguda. Estos mínimos incluyen un recuento
hemático y fórmula leucocitaria, electrólitos (sodio, potasio), urea,
creatinina, glucosa, gasometría arterial, tiempo de protrombina, radiografía
de tórax y electrocardiograma. En aquellos casos en los que se conozca el
origen del accidente tóxico o bien existan dudas diagnósticas, pueden ser
de ayuda otros análisis o exploraciones. A continuación se comentan de
forma breve algunos ejemplos: a) cloro (si son tóxicos que producen hiato
aniónico o acidosis metabólica); b) osmolaridad del plasma y orina (tóxicos
que producen hemodilución, alcoholes o diabetes insípida); c) calcio (en el
caso de quelantes, etilenglicol y detergentes); d) estudio de la coagulación
y proteínas totales (fármacos hepatotóxicos, anticoagulantes y salicilatos);
e) carboxihemoglobina (intoxicación por monóxido de carbono), y f)
eletroencefalograma (seguimiento de evolución y detección de focalidad).
ión y detección de focalidad). La radiografía simple de tórax es una
exploración extraordinariamente útil en la valoración clínica del enfermo
intoxicado. Pueden observarse neumonitis tóxicas (óxido de nitrógeno,
metales y otros gases irritantes), neumonitis por aspiración (en pacientes
comatosos), edema agudo de pulmón no cardiogénico (heroína, salicilatos)
o atelectasias. Sin embargo, la radiografía simple de abdomen tiene menos
valor diagnóstico, aunque en ella se pueden ver tóxicos o pastillas
radiopacas (fenotiazinas, amitriptilina, salicilatos, carbonato cálcico, plomo
o pinturas con plomo, hierro, arsénico, bismuto, mercurio, tetracloruro de
carbono, yodo, potasio, medicamentos con cubierta entérica, paquetes
ilegales de drogas de abuso o hidrato de cloral, entre otros), o puede
observarse, en las intoxicaciones por hidrocarburos, una línea radiopaca
entre el contenido gástrico y el aire, y además es útil para valorar a los
pacientes que han ingerido cáusticos. El electrocardiograma en todas sus
derivaciones orientará fundamentalmente acerca de la gravedad y
evolución del cuadro. Las arritmias y los trastornos de la conducción
pueden ocurrir en muchos tipos de intoxicaciones, pero con mayor
frecuencia suceden en las producidas por antidepresivos tricíclicos (es
bastante típico el ensanchamiento del complejo QRS), digoxina,
tricloroetileno o insecticidas organofosforados. Análisis toxicológicos.
Muchas veces, erróneamente, se piensa que identificar (determinación
cualitativa) con qué medicamento o sustancia no medicamentosa se ha
intoxicado alguien, o conocer sus concentraciones plasmáticas
(determinación cuantitativa) es de gran valor para el tratamiento del
paciente. Esto, en general, es falso, ya que en la mayoría de los casos, con
las excepciones que se comentan posteriormente, la determinación
cualitativa o cuantitativa sirve para poco.

TRATAMIENTO GENERAL DE LAS INTOXICACIONES AGUDAS.

Estrategia general de tratamiento.

Se revisan las medidas de tipo general que deben realizarse en el


tratamiento de la enfermedad tóxica aguda. Al existir una extraordinaria
variabilidad en los cuadros clínicos y formas de presentación de las
intoxicaciones, no todas las técnicas que se comentan serán aplicables en
una determinada intoxicación. Se podría resumir el tratamiento de las
intoxicaciones agudas en los siguientes apartados:

1- Como norma
Reanimación cardiorrespiratoria y medidas de apoyo a las funciones vitales.
general, debe señalarse que las medidas de apoyo a las funciones
vitales (vía respiratoria libre, ventilación y oxigenación o soporte
cardiovascular y renal), también denominado método escandinavo,
son suficientes para conseguir una evolución favorable de la mayoría
de las intoxicaciones agudas graves. habitualmente se aplican en el
5-6 % de los casos atendidos en los servicios de urgencias. Sin
embargo, deben recordarse dos detalles de las medidas de actuación
urgente. Por ejemplo, la duración de la reanimación
cardiorrespiratoria en las intoxicaciones por bloqueantes þ,
antidepresivos tricíclicos, dextropropoxifeno y antiarrítmicos debe
ser muy superior a la habitual, ya que se han descrito supervivencias
tras 2-3 horas de masaje cardíaco y ventilación. En segundo lugar,
ante un coma de origen no aclarado en una persona joven, se ha
propuesto un protocolo de actuación muy útil.
2- La mayoría de los pacientes
Prevención de una mayor absorción del tóxico.
intoxicados se presentan con el tóxico en la vía digestiva, de ahí que
se utilice en el 90 % de los casos, para disminuir la absorción de la
sustancia origen del envenenamiento, ya que la gravedad y el riesgo
de complicaciones dependen de la cantidad de tóxico absorbida.

3- Tiene como objetivo forzar la


Incremento de la eliminación del tóxico.
extracción del tóxico; ésta se realiza mediante la depuración renal
(diuresis forzada) o extrarrenal (hemodiálisis, hemoperfusión,
plasmaféresis y exanguinotransfusión). Son en general técnicas
agresivas, no carentes de peligros y con indicaciones muy concretas.
Correctamente utilizadas no se deben aplicar en más del 4 % de los
pacientes con intoxicaciones graves. En España se ha abusado,
injustificadamente, de lo que algunos creían que era una «diuresis
forzada» y que consistía en perfundir a todos los pacientes con
intoxicaciones «un suero con furosemida»; esta costumbre se ha
mantenido de generación en generación de médicos, a pesar de su
absoluta ineficacia para eliminar los tóxicos.Es preciso recalcar que
esta técnica tiene indicaciones muy limitadas y que no es aplicable a
las intoxicaciones de gran importancia epidemiológica, como las
debidas a benzodiacepinas, antidepresivos tricíclicos, paracetamol o
salicilatos.
4- Tratamiento con antídotos. Los antídotos son sustancias que antagonizan o
neutralizan específicamente, por distintos mecanismos, los efectos de
un tóxico. Los antídotos, en teoría, deberían ocupar un lugar
preferente en el tratamiento de las intoxicaciones agudas, pero, por
desgracia, el número de tóxicos para los que se conoce un antídoto es
bastante limitado (se utilizan aproximadamente en el 2 % de las
intoxicaciones agudas).
5- Tratamiento sintomático y de las complicaciones. Para muchos pacientes
intoxicados, el único tratamiento consiste en mantener las constantes
vitales y en tratar los síntomas y complicaciones (arritmias,
convulsiones, agitación o shock) surgidas durante el cuadro tóxico.
Estas medidas se utilizarán en el 75-80 % de las intoxicaciones.
6- Tratamiento psiquiátrico. Un porcentaje muy elevado de los pacientes que
han llevado a cabo actos suicidas deben recibir el conveniente
tratamiento psiquiátrico. La evaluación y el enfoque terapéutico de
estos pacientes deberán ser realizados por un psiquiatra.
Medidas para prevenir una mayor absorción del tóxico.

La emesis forzada suele ser una técnica fundamentalmente aplicable a los


niños, aunque en el adulto también se podría emplear cuando éste se niega
al lavado gástrico.

Distintos productos han quedado obsoletos como inductores del vómito,


dada la alta frecuencia de efectos indeseables que producían.
Concretamente, las soluciones ricas en sal, tan empleadas hasta hace muy
poco, son bastantes ineficaces y peligrosas (riesgo de hipernatremia y, en
ocasiones, de muerte); otros inductores del vómito ya desechados son la
inyección de apomorfina (riesgo de toxicidad), el sulfato de cobre y, por
supuesto, los remedios caseros

1. Estímulo mecánico de la faringe: esta técnica tiene el inconveniente de


ser poco eficaz y de no ser aplicable en el adulto, por lo que también está
en desuso.

2. Jarabe de ipecacuana: aunque para algunos autoreses cuestionable su


utilidad y se emplea poco, en general es el método más eficaz para inducir
la emesis. La produce en el 85 % de los niños, aunque su eficacia es
ligeramente menor en el adulto.La dosis eficaz establecida es de 30 ml en
el adulto, dosis que puede repetirse una vez más si no se produce respuesta
a los 20 min. Una vez ingerido el jarabe, el adulto debe beber unos 300 ml
de agua. No suele ser eficaz si antes se ha administrado carbón activado.
Su eficacia como eliminador de tóxicos del estómago disminuye bastante
transcurrida una hora del accidente tóxico.

Las contraindicaciones de la emesis forzada son: ingestión de cáusticos,


barnices y pulimentos de muebles, derivados del petróleo, objetos
punzantes, obnubilación, convulsiones o coma, en intoxicados menores de
6 meses y en embarazadas. Sus efectos adversos intrínsecos suelen ser muy
raros (taquicardia, alteraciones del ECG o diarrea), aunque hay que atender
al riesgo de aspiración pulmonar del vómito.

Lavado gástrico. En muchos casos el lavado gástrico constituye el método


preferido para proceder al vaciado del estómago. Antes de su realización,
es necesario tener en cuenta una serie de cuestiones que lo indican,
contraindican o hacen tomar ciertas precauciones. Los factores que hay que
considerar antes del lavado gástrico son:

1. Tipo de tóxico y/o cantidad. Si es una sustancia poco tóxica y/o la


cantidad fue escasa, no debe realizarse el lavado gástrico.

Cuando el tóxico sea una sustancia cáustica o un derivado del petróleo


tampoco se podrá realizar el lavado (riesgo de perforación y neumonía
lipídica). Si el fármaco ingerido tiene actividad anticolinérgica, retrasa el
vaciado gástrico o los preparados son de acción retardada o con cubierta
entérica, se puede llevar a cabo el lavado hasta 4 horas después del
accidente tóxico.

2. Nivel de conciencia. Si el paciente está inconsciente y se coloca un tubo


endotraqueal con balón, se podrá realizar el lavado. Cuando un paciente
esté inconsciente y no se pueda colocar un tubo endotraqueal, lo más
aconsejable es no hacerlo. En pacientes con convulsiones el lavado no
suele ser recomendable, ya que durante la introducción de la sonda,
aquéllas pueden incrementarse; en caso de necesidad, el lavado se realizará
con suma precaución, premedicando al paciente con diazepam.

3. Tiempo transcurrido desde la ingestión. Habitualmente el lavado se


considera útil en las 4 horas posteriores a la ingestión. Sin embargo, con
ciertos fármacos o ante algunas formulaciones galénicas, se puede hacer
transcurridasmás de 4 horas (hasta 12 horas).

Para realizar un buen lavado gástrico es necesario contar,en primer lugar,


con el material adecuado: sonda de Faucher de diámetro igual o superior a
10, agua tibia (35 o Co suero hiposalino (al 0,45 %), embudo, etc. Y, en
segundo lugar, conocer la técnica correcta del lavado gástrico.

Ésta, básicamente, consiste en:

a) se colocará al paciente en decúbito lateral izquierdo con las rodillas


flexionadas, en posición de Trendelenburg, sobre una camilla; en esta
posición, el píloro queda en un plano superior al cuerpo gástrico;

b) se levantarán los pies de la camilla unos 20 cm;

c) se introducirá cuidadosamente por la boca la sonda de Faucher bien


lubricada y se confirmará su presencia en el estómago aspirando;
d) se aspirará con la jeringa el contenido gástrico antes de llevar a cabo el
lavado (éste puede ser utilizado para análisis cualitativos de tóxicos)

e) se introducirá por el embudo 250-300 ml en adultos (cantidades


superiores de líquido pueden favorecer el paso del contenido gástrico a
través del píloro) de agua tibia o suero hiposalino. A continuación se aspira
la cantidad introducida: a veces se introduce el líquido,pero no se aspira) o
se deja salir por el efecto «sifón» a través de la sonda;

f) se repite esta operación hasta que el líquido extraído esté libre de


partículas, de comprimidos o de tóxicos. Habitualmente es necesario
repetirla 8-12 veces (unos3-5 L de líquido en total); todo el proceso dura
unos 40 min) una vez que el efluente es claro, se retira el tubo, ocluyéndolo
completamente con los dedos o un tapón para que el líquido que quede en
él no entre en las vías respiratorias.

El lavado y el aspirado gástrico no están exentos de complicaciones,


aunque su frecuencia es escasa (aspirado bronquial, introducción de la
sonda en la tráquea, sangrado nasal, neumonía por aspiración, lesión
mecánica en la laringe, esófago, estómago, hemorragia gástrica,
hipernatremia, en lavado con suero salino. Las contradicciones son
prácticamente las mismas que las enumeradas de la emesis forzada
(convulsiones, coma): quizás la única diferencia es que el lavado es posible
realizarlo con condicionamientos señalado en los pacientes inconscientes.
En todos los casos es necesario comprobar que el paciente conserve el
reflejo de la tos.

Carbón activado. La principal característica del carbón activado es la


adsorción de multitud de sustancias químicas. El término adsorción (d)
significa que se fijan o adhieren a él y, por, tanto, su administración es
eficaz para reducir la adsorción gastrointestinal de los tóxicos.

Sin embargo, las reevaluaciones del papel de este agente en el tratamiento


de las intoxicaciones han demostrado numerosos mecanismos de acción y
novedosas indicaciones en el tratamiento de la enfermedad tóxica. Así, en
función de cómo se administren sus acciones serán diferentes:

1) Dosis única. Clásicamente, poco tempo después de la intoxicación se


administraba una dosis única de carbón activada por vía oral
formándose un complejo carbón venenoso (adsorción que era
eliminada por heces: aproximadamente 10 parte de carbón activado
se unen y neutralizan una de toxico. Esta técnica es muy útil.
2) Dosis repetida. A partir de los años 80 se dice que el carbón activado
es útil, aunque el tóxico ya no esté presente en el estómago o en el
intestino es decir, se podía utilizar muchas horas después del
accidente tóxico.
Los mecanismos por los que actuara será los siguientes: a) interrupción por
fijación de la circulación heterópatica de los tóxico, b) absorción de
medicamentos otras sustancias que son excretadas activamente al intestinos
o difunden pasivamente a la luz intestinal, y c) posible establecimiento de
un gradiente de concentración entre la circulación sanguínea del tubo
digestivo y la luz intestinal. En resumen aumentara la eliminación de
tóxicos que se encuentra en la circulación sistémica (aunque halla finalizo
la absorción oral fuese administrado por vía intravenosa o inhalatoria). Este
proceso ha sido denominado por algunos autores como diálisis
gastrointestinal.

Cuando se utiliza a dosis única la máxima eficacia del carbón activado se


presenta cuando se administra en el intervalo de la primera hora de la
ingestión del tóxico; sin embargo es correcto utilizarlo en dosis única hasta
cuatro hora después comparativamente con la inducción de la emesis o el
lavado gástrico tras la primera hora el carbón activado contribuye la mejor
forma de impedir la absorción del tóxico. No existe inconvenientes en
realizar un lavado gástrico y después administrar carbón activado, aunque
debe administrase en que trabajos presentes señalan que la utilización del
carbón activado es más eficaz que el lavado gástrico o el lavado más
carbón activado. La dos que hay que administrar es de 60-100 g o 1 g/hg
disuelto en 250-300 ml de agua. Se puede introducir a través de la sonda de
lavado (una vez finalizado este) o bien ingerirse si no se dispone de sonda.

En dosis repetidas hay que administrar 25 gr cada dos horas, hasta que
revierta el cuadro o las concentraciones plasmáticas sean bajas;
habitualmente es deseable mantener estas pautas de uno o dos das. Se
aconseja administrar sulfato de magnesio (de 30 gr) o luctuosa para facilitar
su eliminación por heces y combatir el estreñimiento que produce el carbón
activo.
Esta técnica de administración se ha mostrado útil en multitud de
intoxicaciones agudas hasta crónicas.

La toxicidad del carbón activada es muy baja por lo que es un tratamiento


innocuo con ciertas frecuencia produce estreñimiento o raramente vómitos,
el primero de los cuales puede ser evitado administrado lactulosa o sorbitol,
en algunos casos con dos masivas (300gr) se ha producidos obstrucción
intestinal, impactación intestinal o bezoar. El carbón activado tiñen las
heces de color negro.

Laxantes y otras técnicas. La utilización de laxantes en las intoxicaciones


agudas es muy controvertida; la mayoría de las opiniones actuales apuntan
hacia la ineficacia y los potenciales peligros, por lo que hoy día sólo se
utilizan (lactulosa o sulfato magnésico) con el único fin de evitar el
estreñimiento inducido por el carbón activado. El uso de otras técnicas para
prevenir una mayor absorción del tóxico es excepcional y no están
suficientemente experimentadas. Se ha publicado algún caso en el que se
ha realizado una gastrostomía para extraer del estómago masas de
sustancias tóxicas (radiopacas), que no se pudieron extraer por otros
métodos y cuya absorción habría sido letal para el paciente. El lavado
intestinal total consiste en instilar grandes volúmenes (2 l/hora) de líquidos
a través del píloro (soluciones electrolíticas con polietilenglicol); este
método ha sido utilizado con resultados, por ahora, no muy alentadores.

Medidas para incrementar la eliminación del tóxico. Sólo un reducido


número de pacientes (menos de 4 % de los intoxicados) precisan las
medidas que se detallan a continuación. Como norma general, sólo deberán
aplicarse a enfermos gravemente intoxicados y cuando no existan antídotos
específicos. Su indicación y ejecución debe ser realizada por especialistas
cualificados (nefrólogos o intensivistas), pues ninguna de ellas está exenta
de complicaciones, algunas veces graves, y requieren una cuidadosa
monitorización. Depuración renal: diuresis forzada. Se trata de un
procedimiento que precisa experiencia y que está contraindicado en el
shock, en pacientes ancianos y en la insuficiencia renal o cardíaca. Sólo es
aplicable en intoxicaciones por medicamentos que se eliminen de forma
inalterada por la orina y que estén parcialmente ionizados en solución, es
decir, que se comporten como ácidos o bases débiles. Por lo tanto, la
alcalinización de la orina aumentará la eliminación de ácidos débiles y su
acidificación lo hará con las bases. Entre las complicaciones que pueden
aparecer por su empleo se encuentran: la sobrecarga de líquidos, el edema
pulmonar, el edema cerebral, las alteraciones electrolíticas (sodio, potasio,
calcio o magnesio) y/o del equilibrio ácido-básico. Antes de iniciarse, se
deberán conocer ciertos datos analíticos del paciente, electrólitos y
creatinina plasmática, glucemia, estado ácido-básico, pH urinario y
concentraciones plasmáticas del tóxico. Es importante tener una vía central
que permita medir la presión venosa central y monitorizar la diuresis y el
pH urinario cada hora. Es esencial para evitar complicaciones corregir
previamente las alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico y ácido-
básico.

Depuración extrarrenal. Las técnicas de depuración extrarrenal de tóxicos


disponibles son varias: diálisis (peritoneal o hemodiálisis), hemoperfusión,
plasmaféresis y recambio total de sangre. Sus indicaciones aparecen en la
tabla 1-5 y optar por una u otra depende de la disponibilidad de éstas en el
centro en el que se trabaje:

1. Diálisis. Hubo una época en la que la diálisis peritoneal se utilizó en


algunas intoxicaciones (litio, metanol, isopropanol y etilenglicol). Sin
embargo, hoy día ha sido superada por la hemodiálisis, ya que, además de
ser más eficaz, tiene un espectro que se amplía a otros fármacos.

2. Hemoperfusión. Esta técnica consiste en pasar la sangre del paciente a


través de filtros que contienen sustancias adsorbentes, tales como el carbón
activado, resinas aniónicas y amberlita. Es eficaz para eliminar cualquier
barbitúrico (incluyendo los de acción corta y media), glutetimida,
metacualona, salicilatos, etclorvinol, meprobamato, derivados del
tricloroetanol, teofilina y disopiramida. Su uso se reserva para
intoxicaciones muy graves. Tratamiento con antídotos. La administración
de antídotos frente a ciertos tóxicos puede, en ocasiones, mejorar
espectacularmente el estado de un paciente y salvar su vida. Sin embargo,
en contra de la creencia popular y de algunos médicos, se dispone de
antídotos sólo para un pequeño número de tóxicos, siendo la mayoría de
ellos poco comunes en la práctica clínica diaria. Además, ciertos antídotos
inducen efectos secundarios, tanto o más graves que el tóxico al que se
quiere antagonizar, por lo que deberá meditarse su empleo.

Errores en el tratamiento de las intoxicaciones agudas.


El tratamiento de las intoxicaciones agudas no siempre ha sido o es, todo
lo correcto que debería ser. De hecho, distintos autores vienen insistiendo
en errores sistemáticos que se observan en el tratamiento de este proceso
patológico y que se transmiten sistemáticamente de médico a médico y que
incluso se encuentran en los libros de uso habitual. A continuación se
señalan algunos de los errores terapéuticos o creencias erróneas frecuentes:

1. La leche no es un antídoto universal, e incluso por su contenido en grasa,


puede incrementar la absorción de distintos medicamentos en el estómago.

2. La furosemida y un suero no logran acelerar la excreción de los


medicamentos o el alcohol y pueden llegar a provocar pérdidas
hidroelectrolíticas en un paciente que puede estar ya deshidratadas.

3. El pan quemado o tostado en exceso no tiene el mismo efecto adsorbente


que el carbón activado y, desde luego, no debe sustituirlo.

4. Los denominados analépticos respiratorios y la propia aminofilina son


obsoletos o están contraindicados en el tratamiento de la hipoventilación
central, puesto que existe el riesgo de que induzcan la aparición de
convulsiones.

5. Es un error, en general, poner bicarbonato sódico en el agua del lavado


gástrico (salvo en la intoxicación por hierro), ya que podría incrementar la
absorción de determinados tóxicos como los salicilatos.

6. Es un error practicar un lavado gástrico a un adulto con una intoxicación


etílica aguda, ya que el etanol se absorbe rápidamente (en menos de media
hora) y es muy probable que el paciente haya estado bebiendo durante
muchas horas. En el caso de los niños, sí es correcto porque suelen haber
padecido accidentes por los que son conducidos con rapidez al hospital.

7. Es un error no proteger la vía respiratoria en el caso de lavado en el


enfermo en coma y está contraindicado inducir el vómito en enfermos con
depresión de conciencia.

8. Es un error no administrar glucosa, naloxona, flumazenilo y tiamina , en


los pacientes en coma, presumiblemente tóxicos y de etiología
desconocida.
9. En la intoxicación por monóxido de carbono (incendios, combustión
incompleta, gases de escape del motor) debe administrarse de forma
inmediata oxígeno al 100 %.

10. Es un error intentar neutralizar con ácido (limón,vinagre, etc.) la


ingestión de álcalis y viceversa; lo que debe hacerse en la mayoría de los
casos es diluirlo.

11. No siempre que alguien se ha intoxicado se debe practicar un lavado


gástrico. Éste tiene contraindicaciones en ocasiones y, asimismo, deben
considerarse el tiempo transcurrido desde la ingestión y la cantidad de
tóxico ingerida.

12. Es un error realizar el lavado gástrico con el paciente en una posición


inadecuada, como es en sedestacion o en decúbito lateral derecho, puesto
que de esta forma se podría facilitar el paso de las pastillas al intestino
delgado.

13. Es un error desconocer que el carbón activado es tan útil o más que el
lavado gástrico.

Pancreatitis Aguda y Crónica

Bioquímica Y Fisiología De La Secreción Exocrina Del


Páncreas
Generalidades
El páncreas secreta todos los días 1 500 a 3 000 ml de líquido alcalino
isoosmótico (pH >8) que contiene unas 20 enzimas. Las secreciones de la
glándula aportan las enzimas necesarias para la principal actividad
digestiva del tubo gastrointestinal, y establecen el pH óptimo para la
función de tales enzimas.

Regulación De La Secreción Pancreática


La porción exocrina del páncreas recibe la infl uencia de sistemas
hormonales y nerviosos que tienen una interacción cercana. El ácido
estomacal es el estímulo para que el duodeno libere secretina, que estimula
la secreción de agua y electrólitos de las células de los conductos
pancreáticos.

La liberación de colecistocinina (CCK, cholecystokinin) del duodeno y la


zona proximal del yeyuno también es desencadenada en gran medida por la
presencia de ácidos grasos de cadena larga, algunos aminoácidos esenciales
como triptófano, fenilalanina, valina y metionina, y el propio ácido
estomacal. La CCK induce la secreción abundante en enzimas, procedentes
de las células acinares del páncreas.

El sistema nervioso parasimpático (por medio del nervio vago) ejerce


notable control de la secreción pancreática. La secreción inducida por la
secretina y la CCK depende de la actividad permisiva de las vías aferente y
eferente del neumogástrico, situación que es en particular válida en lo que
se refiere a la secreción de enzimas, en tanto que la secreción de agua y
bicarbonato depende en gran medida de los efectos hormonales de la
secretina y, en menor magnitud, de la CCK. Asimismo, la estimulación
vagal logra la liberación del péptido intestinal vasoactivo (VIP, vasoactive
intestinal peptide), agonista de la secretina.

La secreción exocrina del páncreas recibe la influencia de neuropéptidos


inhibidores como la somatostatina, el polipéptido pancreático, el péptido
YY, el neuropéptido Y, la encefalina, la pancreatastina, los péptidos del
gen de calcitonina, el glucagon y la galanina. El polipéptido pancreático y
el péptido YY pueden actuar sobre todo en nervios fuera del páncreas, pero
la somatostatina actúa en múltiples sitios. El óxido nítrico (NO) también es
un neurotransmisor importante. No se ha definido del todo el mecanismo
de acción de los factores mencionados.

Secreción De Agua Y Electrólitos

El bicarbonato es el ion de importancia fisiológica primaria, en la secreción


pancreática. Las células ductales secretan bicarbonato proveniente del
plasma, en su mayor parte (93%), en grado mayor que del metabolismo
intracelular (7%).

El bicarbonato penetra por medio del cotransportador de bicarbonato de


sodio, con la despolarización causada por la salida de cloruro a través del
regulador de conductancia transmembrana de fibrosis quística (CFTR,
cystic fibrosis transmembrane conductance regulator). La secretina y el
VIP, que aumentan el nivel del AMP cíclico intracelular, actúan en las
células ductales que abren el CFTR, para estimular la secreción.

La CCK, al actuar como neuromodular, potencia en forma importante los


efectos estimulantes de la secretina. La acetilcolina también tiene una
función esencial en la secreción de las células ductales. El bicarbonato
ayuda a neutralizar el ácido estomacal y crea el pH apropiado para que
actúen las enzimas pancreáticas y las sales biliares.

Secreción Enzimática

La célula acinar tiene muchos compartimientos y se ocupa de la secreción


de enzimas pancreáticas. Las proteínas sintetizadas en el retículo
endoplásmico rugoso son procesadas en el cuerpo de Golgi para ser
destinadas al sitio apropiado, sean gránulos de zimógeno, lisosomas u otros
compartimientos celulares.

El páncreas secreta enzimas amilolíticas, lipolíticas y proteolíticas. Las


enzimas amilolíticas como la amilasa, hidrolizan el almidón hasta la forma
de oligosacáridos y el disacárido maltosa. Las enzimas lipolíticas incluyen
lipasa, fosfolipasa A2 y la colesterolesterasa. Las sales biliares inhiben la
acción de la lipasa aislada, pero la colipasa, otro constituyente de la
secreción pancreática, se une a la lipasa y evita dicha inhibición. Las sales
biliares activan la fosfolipasa A y la colesterolesterasa. Las enzimas
proteolíticas incluyen endopeptidasas (tripsina, quimotripsina), que actúan
en enlaces péptidos internos de proteínas y polipéptidos; exopeptidasas
(carboxipeptidasa, aminopeptidasas), que actúan en las terminaciones
carboxilo y amino libres de los péptidos, respectivamente, y la elastasa. Las
enzimas proteolíticas son secretadas en la forma de precursores inactivos y
empacadas, en la forma de zimógenos.

También son secretadas las ribonucleasas (desoxiribonucleasas,


ribonucleasas). La enterocinasa, que está en la mucosa duodenal, rompe el
enlace de lisina-isoleucina del tripsinógeno para formar tripsina y esta
última activa los demás zimógenos proteolíticos y la fosfolipasa A2 en un
fenómeno de cascada. Todas las enzimas del páncreas tienen pH óptimos
dentro de los límites de la alcalinidad.

El sistema nervioso comienza la secreción de las enzimas pancreáticas. La


estimulación nerviosa es colinérgica y en ella intervienen la inervación
extrínseca del nervio vago y la inervación ulterior por parte de nervios
colinérgicos intrapancreáticos. Los neurotransmisores estimulantes son la
acetilcolina y péptidos que liberan gastrina; dichos neurotransmisores
activan los sistemas de segundo mensajero que dependen de calcio y ello
ocasiona la liberación de gránulos de zimógeno. El VIP está en los nervios
intrapancreáticos y potencia el efecto de la acetilcolina.

A diferencia de lo observado en otras especies, en las células acinares


humanas no se detectan receptores de CCK. La colecistocinina en
concentraciones fisiológicas induce la secreción pancreática al estimular
los nervios aferentes vagales e intrapancreáticos.

Autoprotección Del Páncreas

La autodigestión del páncreas es impedida por el “empacamiento” de las


proteasas pancreáticas en la forma de precursores y por la síntesis del
inhibidor de proteasa [es decir, el inhibidor de tripsina secretora pancreática
(PSTI, pancreatic secretory trypsin inhibitor) o SPINK1] que se une e
inactiva cerca del 20% de la actividad de tripsina.

La mesotripsina, la quimotripsina c y la enzima y, también efectúan la lisis


y la inactivación de la tripsina. Dichos inhibidores de proteasa aparecen en
la célula acinar, en las secreciones pancreáticas y en las fracciones de
globulina α1 y α2 del plasma. Además, la concentración baja del calcio en
el citosol de células acinares en el páncreas normal induce la destrucción de
la tripsina activada en forma espontánea.

La desaparición de cualesquiera de estos mecanismos de protección origina


activación del zimógeno, autodigestión y pancreatitis aguda.

Relaciones Exocrinas-Endocrinas
Al parecer se necesita localmente la insulina para que secretina y CCK
estimulen la secreción exocrina, es decir, actúa en forma permisiva en
relación con las dos hormonas mencionadas.

Eje Enteropancreático E Inhibición De La Retroalimentación


La secreción de enzimas del páncreas es controlada, cuando menos en
parte, por un mecanismo de retroalimentación negativa inducido por la
presencia de serinas proteasas activas en el duodeno.

Para ilustrar el punto, la perfusión del interior del duodeno con fenilalanina
origina en forma rápida mayores niveles de CCK plasmática y también una
secreción mayor de quimotripsina y otras enzimas pancreáticas. Sin
embargo, la perfusión simultánea de tripsina amortigua ambas respuestas.
Por lo contrario, la perfusión del interior del duodeno con inhibidores de
proteasa en realidad ocasiona hipersecreción enzimática.

Las pruebas publicadas refuerzan el concepto de que el duodeno contiene


un péptido llamado factor liberador de CCK (CCK-RF, CCK-releasing
factor) que interviene para estimular la liberación de CCK. Al parecer, las
serinas proteasas inhiben la secreción pancreática al inactivar el péptido
liberador de CCK en el interior del intestino delgado. De este modo, el
resultado integrativo de la secreción de bicarbonato y de enzimas depende
de un proceso de retroalimentación tanto para el bicarbonato como para las
enzimas pancreáticas.

La acidificación del duodeno libera secretina, que estimula las vías del
nervio vago y otros nervios para activar las células ductales del páncreas y
que secreten bicarbonato, y éste después neutraliza el ácido duodenal y se
completa el ciclo de retroalimentación. Las proteínas de alimentos se unen
a proteasas, lo cual origina un incremento del nivel de CCK-RF libre.
Ocurrido lo anterior, es liberada CCK en la sangre, en concentraciones fi
siológicas y actúa más bien por medio de vías nerviosas (vagales-vagales);
ello culmina en la secreción de enzimas pancreáticas mediada por
acetilcolina.

Las proteasas siguen siendo secretadas por el páncreas hasta que se digiere
la proteína en el interior del duodeno. En este momento, la secreción de
proteasa del páncreas disminuye a niveles basales, y con ello completa esta
fase del proceso de retroalimentación.

Pancreatitis aguda
Se divide en pancreatitis aguda y crónica.

La pancreatitis aguda se divide en Pancreatitis intersticial y pancreatitis


necrosante.

Etiología y patogenia
• Cálculos vescualres

• Consumo de alcohol

• Profiláctico en una endoprótesis

• Esfinterometria de conducto pancreático accesorio(menos de 60 años


y dos inyeccions del conducto de wirsung )

• Hipertrigliceridemia

• Deficiencia de lipoproteína CII


Teoría De La Autodigestión
se activan en el páncreas enzimas proteolíticas en vez de hacerlo en el
interior del intestino.

Activación de enzimas pancreáticas en la patogenia de la pancreatitis


aguda:

La primera fase se caracteriza por activación de enzimas digestivas en el


interior del páncreas y daño de células acinares.

La segunda fase de la pancreatitis comprende la activación,


quimioatracción y secuestro de leucocitos macrófagos en el páncreas, lo
cual origina una intensificación de la reacción inflamatoria del interior de la
glándula.

La tercera fase de la pancreatitis depende de los efectos de las enzimas


proteolíticas y las citocinas activadas, liberadas por el parénquima
inflamado, en órganos distantes.

Factores Genéticos
• Mutación catiónicas del tripsinógeno(PRSS1m)

• Inhibidor de tripsina secretora pancreática (SPINK1)

• CFTR

• Proteína quimiotáctica de monocitos (MCP)

Dolor Abdominal
Es el síntoma principal de la pancreatitis aguda. Puede variar desde una
molestia leve y tolerable, hasta un cuadro intenso, constante e
incapacitante. De manera característica, el dolor que es constante y
terebrante, se sitúa en la zona epigástrica y región periumbilical y suele
irradiar al dorso y también al tórax, los costados y la mitad inferior del
vientre. El dolor suele ser más intenso cuando el paciente esta decúbito y
puede sentir un alivio cuando tiene las rodillas elevadas (posición similar a
la fetal).

A menudo surge nauseas, vómitos y distensión abdominal. El paciente


presenta un cuadro muy doloroso y está ansioso situación que se advierte
en la exploración física. Son bastante frecuentes otros signos de febrícula,
taquicardia e hipotensión.

A veces surge choque y puede ser consecuencia de: 1. hipovolemia, 2.


mayor formación y liberación de lípidos cininicos, 3. efectos generales de
las enzimas proteolíticas y lipoliticas.

Pocas veces hay ictericia y cuando surge proviene más bien del edema de la
cabeza del páncreas que comprime la zona intrapancreatica del colédoco. A
veces hay nódulos cutáneos eritematosos por necrosis grasa. En 10-20 %
de los casos se advierten manifestaciones pulmonares estertores,
atelectasia y derrame pleural. A veces alrededor del ombligo hay una zona
de color azulado pálido (signo de cullen) como consecuencia de
hemoperitoneo y otra zona violácea rojiza azulosa o pardo verdosa en los
costados (signo de tuner).

Datos del laboratorio

El diagnóstico de pancreatitis aguda por lo común se corrobora con la


detención de un mayor nivel de amilasa y lipasas sérica las cifras que son
tres veces mayores de lo normal o incluso cifras superiores. Sin embargo
no existe una relación neta entre la intensidad de la pancreatitis y la
magnitud de los incrementos de la lipasa y amilasa séricas. Después de 3 a
7 días, incluso con signos persistentes de pancreatitis, las cifras de amilasa
sérica total tienden a disminuir hacia lo normal. Sin embargo los niveles de
isoamilasa y lipasa pancreática pueden seguir siendo altos durante 7 a 14
días. No hay que olvidar que los aumentos del nivel de amilasa en suero y
orina aparecen en muchas entidades diferentes a la pancreatitis.

Leucocitosis de 15000- 20000 por ul aparece a menudo, los individuos con


la enfermedad más grave presentan hemoconcentración con valores de
hematocrito de 44%, de hiperazoemia con nitrógeno ureico sanguíneo
(BUN) mayor de 22mg/100ml. La hemoconcentración puede ser el
precursor de la forma más grave de la enfermedad (la necrosis
pancreática), la hiperglucemia es frecuente y se debe a múltiples factores
como la disminución de la liberación de insulina, aumento del glucagón y
una mayor liberación de glucocorticoides y catecolaminas. Hipocalcemia se
detecta en cerca del 25% de los pacientes, en ocasiones hay saponificación
intraperitoneal del calcio por ácidos grasos en zonas de necrosis grasa. En
el 10% de los pacientes hay hiperbilirrubinemia (bilirrubina mayor de 68
umol/L (mayor de 4.0 mg/100ml). El incremento extraordinaria de
deshidrogenasa láctica (mayor de 500 u/100ml) conlleva un mal
pronóstico. Hipertrigliceridemia se advierte que 5 a 10% de los pacientes,
se sabe que el 5 al 10% presenta hipoxemia (Po2 arterial menor de 60
mgHg).

La tomografía computarizada confirma la impresión diagnostica de


pancreatitis aguda incluso si los niveles séricos de amilasa y lipasa no
exceden del triple. Como dato importante la tomografía computarizada
ayuda a orientar en cuanto a la gravedad de la pancreatitis aguda y los
riesgos de morbilidad y mortalidad y para valorar las complicaciones del
cuadro agudo.

La ecografía es útil en la pancreatitis aguda para valorar la vesícula si se


sospecha vesiculopatía calculosa.

Diagnóstico:
Cualquier cuadro con dolor agudo e intenso del abdomen o del dorso debe
sugerir al médico la posibilidad de pancreatitis aguda.

El paciente tiene comienzo de dolor abdominal intenso y constante, que


suele acompañarse de nauseas, vómitos, fiebre, taquicardia y signos
anormales en la exploración abdominal. Para plantear el diagnóstico de
pancreatitis aguda se necesita la presencia de dos o más veces el nivel de
amilasa sérica, de lipasa o de ambos metabolitos, signos confirmados en
los estudios de imágenes abdomen, o los tres elementos en conjunto.

Diagnóstico diferencial:
Las entidades por incluir en el diagnóstico diferencial son: perforación de
una víscera hueca, colecistitis aguda y cólico vesicular, obstrucción
intestinal aguda, oclusión vascular mesentérica, cólico renal entre otras.

Evolución De La Enfermedad Y Aparición De


Complicaciones
La valoración inicial de la gravedad de la pancreatitis aguda es decisiva en
la selección apropiada y el tratamiento de los enfermos. En 1992 en el
Simposio Internacional celebrado en Atlanta se sentaron por primera vez
las bases de la clasifi cación, datos de la gravedad y complicaciones de la
pancreatitis aguda. En años recientes las defi niciones han sido sometidas a
un escrutinio mayor, pero aún constituyen el lenguaje común de la
asistencia clínica e investigación de la pancreatitis aguda. Los criterios en
cuanto a la intensidad de la pancreatitis aguda se definieron de este modo:
falla de un órgano, como mínimo (defi nido como la presión sistólica <90
mmHg, Pao2 ≤60 mmHg, creatinina >2.0 mg/100 ml después de
rehidratación y hemorragia de tubo digestivo >500 ml/24 h), así como la
presencia de alguna complicación local como necrosis, seudoquiste y
abscesos.

falla persistente de órganos que duró más de 48 h y necrosis pancreática.


La evolución de la pancreatitis aguda se defi ne en dos fases; en la
primera,que dura una a dos semanas, la gravedad se defi ne con base en
parámetros clínicos y no en hallazgos morfológicos. El parámetro clínico
más importante es la falla persistente de órganos (como la que dura más de
48 h), que es la causa común de muerte. La gravedad o intensidad en la
segunda fase se defi ne por parámetros clínicos y criterios morfológicos, de
consuno. El parámetro clínico importante de la gravedad, como ocurre en la
primera fase, es la persistencia de la falla de órganos. Los criterios
morfológicos de mayor interés incluyen la aparición de pancreatitis
necrosante, en particular cuando prolonga el lapso de hospitalización,
necesita alguna intervención activa como tratamiento quirúrgico,
endoscópico o percutáneo o requiere de ambos factores, o necesita de
medidas de sostén como diálisis renal, apoyo ventilatorio o la necesidad de
alimentación nasoentérica.

La importancia de identifi car la pancreatitis intersticial y compararla con la


forma aguda necrosante ha hecho que se elabore el índice de gravedad con
base en CT (cuadro 313-3), otra medida de intensidad que se valora mejor
tres a cinco días durante la hospitalización, porque es imposible diferenciar
entre las formas intersticial y necrosante de la enfermedad por medio de CT
con material de contraste el mismo día de la hospitalización. Es de
importancia decisiva la identifi cación de complicaciones locales por medio
de CT y en particular la necrosis, porque los sujetos con necrosis infectada
y la estéril están expuestos al máximo riesgo de muerte .La mediana de
prevalencia de falla de órganos es de 54% en el caso de pancreatitis
necrosante. La prevalencia de falla de órganos quizá sea un poco mayor en
la necrosis infectada, en comparación con la estéril. Cuando hay un solo
órgano o sistema en insuficiencia, la mortalidad es de 3 a 10%, pero si
varios de ellos entran en tal fase, aumenta a 47%. Estos datos permiten
destacar que existe mayor posibilidad de que fallezca la persona que tiene
necrosis pancreática y falla de múltiples órganos o sistemas.
Sin embargo, hay que destacar que la pancreatitis necrosante es poco
común (10% de todos los pacientes de pancreatitis aguda) y que la
proporción mucho mayor de individuos que acuden a ser atendidos en la
práctica clínica, tienen pancreatitis intersticial, que se acompaña de falla de
órganos en 10% de los casos, y muere 3% de ese total; ello apenas si se
traduce en cifras similares de mortalidad absoluta en las poblaciones con
pancreatitis intersticial y necrosante, porque es más prevalente la variedad
intersticial.

Pancreatitis aguda benigna

La mayor parte de los enfermos que tiene la forma aguda benigna de la


pancreatitis sin falla de órganos o que muestra esta última pero en forma
transitoria, mejorará con medidas sencillas se sostén que forman los
componentes característicos del tratamiento en la pancreatitis aguda:
inactividad de intestinos, hidratación intravenosa con soluciones de
cristaloides y analgésicos. Una vez que cede el dolor esencialmente, sin que
se necesiten analgésicos parenterales, que el individuo no tenga náusea ni
vómito, que sus ruidos intestinales sean normales y muestre hambre, se
podrá reanudar la ingestión oral.

Pancreatitis aguda grave

Los individuos con marcadores anticipatorios de gravedad en la


hospitalización como obesidad o hemoconcentración, también son tratados
con las medidas de sostén señaladas en párrafos anteriores. Es
recomendable que se emprenda la administración de líquidos intensiva.
Medir el valor hematócrito y BUN cada 12 h es un recurso recomendado
para asegurar la adecuación de la administración de líquidos. La
disminución del valor hematócrito y de BUN en las primeras 12 a 24 h es
una prueba de peso de que el sujeto recibe líquido sufi ciente. Si el valor
hematócrito persiste en nivel alto o aumenta todavía más (en particular en
quienes tenían un valor de hematócrito en la hospitalización >44) es
insuficiente la administración de líquidos.
Tratamiento de pancreatitis aguda
En casi todos los enfermos (85 a 90%) con pancreatitis aguda la
enfermedad se resuelve en forma espontánea comúnmente en término de
tres a siete días de haber emprendido el tratamiento. Las medidas
habituales comprenden: 1) analgésicos contra el dolor; 2) soluciones y
coloides por vía IV para conservar el volumen intravascular normal, y 3)
ayuno absoluto.

Una vez que se sabe que el paciente no tolerará la alimentación por la boca
(decisión que por lo común se hace en término de 48 a 72 h), habrá que
pensar en la nutrición enteral [y no en la nutrición parenteral total (TPN,
total parenteral nutrition)], porque conservala integridad de la barrera
intestinal y así evita la translocación de bacterias, es menos cara y genera
menos complicaciones que la TPN. No cesa el debate en cuanto a la vía por
la cual debe hacerse la alimentación enteral. Es más fácil obtener el acceso
nasogástrico y puede utilizarse con la misma inocuidad que la nutrición
enteral naso yeyunal. Sin embargo, la nutrición enteral que “esquiva” el
estómago y el duodeno estimula en menor grado las secreciones
pancreáticas y ello sería la base teórica en pro del uso de la vía naso
yeyunal.

Utilidad De Los Antibióticos


Es razonable comenzar el uso de los antibióticos en el individuo que al
parecer tiene septicemia, mientras llegan los resultados de los cultivos, y si
estos últimos son negativos, se interrumpirá la administración de los
antibióticos para llevar al mínimo el peligro de que surja una micosis
sobreañadida.

Una vez que se corrobora el diagnóstico de necrosis infectada, habrá que


emprender el uso de antibióticos apropiados y se emprenderá el
desbridamiento quirúrgico. Se cuenta con otros tratamientos mínimamente
penetrantes como las técnicas endoscópicas, por catéter percutáneo y
retroperitoneal para extraer el tejido necrótico.

En el caso de la necrosis estéril por lo regular se mantiene indefinidamente


el tratamiento médico, salvo que surjan complicaciones graves como el
síndrome de compartimiento aponeurótico, perforación intestinal,
pseudoaneurismas que no mejoran con la embolización o la imposibilidad
de reanudar la ingestión de alimentos después de cuatro a seis semanas de
tratamiento

algunos fármacos tal como glucagón, antagonistas de receptores H2,


inhibidores de proteasa como aprotinina; glucocorticoides, calcitonina,
antiinflamatorios no esteroideos (NSAID) etc. han sido evaluados por
medio de estudios comparativos prospectivos y han resultados ineficaces
para tratar la pancreatitis aguda, más, sin embargo

Los datos de un metaanálisis reciente con el uso de somatostatina,


octreótido y el mesilato de gabexato, en el tratamiento de la pancreatitis
aguda, sugirieron que:

1) el octreótido disminuyó el índice de mortalidad, pero no modificó el


de complicaciones y 2) el gabexato no modificó absolutamente el índice de
mortalidad, pero aminoró el daño pancreático.

La ERCP tiene utilidad perfectamente definida en la pancreatitis aguda, en


varias situaciones. Está indicada la realización de ERCP urgente (en
termino de 24 h) en personas que tienen pancreatitis aguda y grave de
origen biliar, con falla de órganos, colangitis o ambas entidades. Cabe
pensar en la práctica de ERCP planeada, junto con esfinterotomia en
individuos con obstrucción persistente o incipiente de vías biliares; en los
que, a juicio del clínico, no son elegibles para colecistectomía, y para otros
en quienes existe la fuerte sospecha de cálculos en el colédoco después de
colecistectomía. También está indicada la realización de ERCP con
colocación de endoprótesis en oclusiones del conducto de Wirsung que
aparecen como parte del proceso inflamatorio y originan cúmulos de
líquido peri pancreáticos

La necrosis estéril se trata más a menudo en forma conservadora, pero hay


que considerar la realización del desbridamiento quirúrgico del páncreas
(eliminación del tejido necrótico), para el tratamiento definitivo de la
necrosis infectada.

Los individuos con pancreatitis grave inducida por vasculopatía calculosa,


complicada por colangitis, pueden mejorar impresionantemente si en las
primeras 36 a 72 h del ataque si se secciona la carúncula duodenal
(papilotomía). el tratamiento de pacientes de pancreatitis acompañada de
hipertrigliceridemia incluye:

1) Adelgazamiento Hasta Llegar Al Peso Ideal

2) Dieta Con Restricción De Lípidos

3) Ejercicio

4) Evitar El Consumo De Alcohol Y De Fármaco Que Aumenten El Nivel


De Triglicéridos Séricos (Como Estrógenos, Vitamina A, Tiazidas Y
Propanolol)

5) Control De La Diabetes.

Pancreatitis Recurrente

En promedio, 25% de personas que han tenido un ataque de pancreatitis


aguda mostrará una recidiva. Los factores etiológicos más comunes son el
consumo de bebidas alcohólicas, y la colelitiasis En individuos con
pancreatitis recurrente sin una causa neta, entre las entidades por incluir en
el diagnóstico diferencial están enfermedad oculta de vías biliares que
incluyen micro litiasis, hipertrigliceridemia, fármacos, cáncer de páncreas,
disfunción del esfínter de Oddi, páncreas divisum y fibrosis quística, pero
la causa más prevalente de recurrencia en la pancreatitis es la valvulopatía
vesicular oculta

Otras enfermedades de las vías biliares y los conductos pancreáticos que


causan pancreatitis aguda son el coledococele; tumores de la ampolla de
Vater, páncreas divisum y cálculos, y estenosis y tumores del conducto de
Wirsung.

Necrosis Infectada Y Seudoquiste De Páncreas


La necrosis pancreática por lo regular no se infecta en forma secundaria
sino después que han transcurrido siete a 10 días, como mínimo, desde el
comienzo del cuadro agudo.

El diagnóstico de infección pancreática se corrobora por aspiración con


aguja orientada por CT, así como por tinción de Gram y cultivo. Los
microorganismos identificados más a menudo son bacterias gramnegativas
de origen entérico. Los datos clínicos que deben alertar al personal
asistencial hacia la posibilidad de necrosis son: fiebre persistente,
leucocitosis y falla de algún órgano en un individuo con pancreatitis
necrosante.

Los tratamientos por seleccionar en la necrosis pancreática infectada


incluyen desbridamiento operatorio; desbridamiento por endoscopia,
También se sugiere recurrir a la estrategia radiológica para tratar a
individuos en gravísimo estado, que quizá no toleren el desbridamiento
quirúrgico.

Necrosis Tabicada

La necrosis de ese tipo contiene tejido necrótico semisólido junto con un


volumen importante de líquido oscuro que representa la licuación de tejidos
pancreático y peri pancreática desvitalizados, y también un poco de sangre.

Esta Surge debido a que En la pancreatitis necrosante invariablemente


surge una respuesta inflamatoria intensa en la grasa peri pancreática; dicho
proceso suele ocasionar necrosis en esa zona. Después de tres a seis
semanas la necrosis pancreática y la peri pancreática grasa coalescente en
una estructura que queda encapsulada por tejido fibroso.

Seudoquistes
Los seudoquistes del páncreas son cúmulos extrapancreáticos de líquido
pancreático que contiene las enzimas de dicha glándula y una cantidad
pequeña de restos celulares. A diferencia de los quistes verdaderos, los
seudoquistes no cuentan con un revestimiento epitelial. Sus paredes
comprenden tejido necrótico y de granulación, y fibroso.
En los estudios imagenológicos se advierte que 75% de los seudoquistes
desplazan alguna zona de las vías gastrointestinales. Sin embargo, la
ecografía es un método fi able para detectar seudoquistes y por medio de
ella es posible diferenciar entre el páncreas edematoso e infl amado que
puede generar una masa palpable, y un seudoquiste real. Además, los
estudios ecográfi cos seriados indicarán si mostró resolución el
seudoquiste. La CT o la MR complementan a la ecografía en el diagnóstico
de seudoquiste pancreático, en particular cuando dicha estructura está
infectada, como lo sugiere el hallazgo raro de gas dentro del cúmulo de
líquido.

En ocasiones, el seudoquiste que no presenta resolución espontánea puede


ocasionar complicaciones graves como: 1) dolor causado por expansión de
la lesión y compresión de otras vísceras; 2) rotura; 3) hemorragia, y 4)
abscesos. La rotura de unseudoquiste pancreático es una complicación
particularmente grave yen ella sobreviene casi siempre choque e índices de
mortalidad de 14%, si la rotura no se acompañó de hemorragia, a >60% en
caso de ocurrir esta última. La rotura y la hemorragia son las causas
principales de muerte en casos de un seudoquiste pancreático. El clínico
debe estar alerta de la posibilidad de hemorragia proveniente de un
seudoquiste, si presta atención a tres hallazgos: aumento del volumen o
tamaño de la masa; un soplo localizado en ella y disminución repentina del
nivel de hemoglobina y el valor hematócrito sin una pérdida hemática
externa obvia. De ese modo, en sujetos estables y sin complicaciones y en
quienes los estudios ecográfi cos seriados indican que está en fase de
contracción el seudoquiste, convienen las medidas conservadoras. Por lo
contrario, si el seudoquiste está en fase de expansión y muestra como
complicaciones dolor intenso, hemorragia o un absceso, habrá que operar al
enfermo.

Pancreatitis en pacientes con sida

La incidencia de pancreatitis aguda ha aumentado en individuos con sida,


por dos causas:
1) la elevada incidencia de infecciones que afectan el páncreas como las
causadas por virus citomegálico, Cryptosporidium, y el complejo de
Mycobacterium avium

2) el consumo frecuente de fármacos como didanosina, pentamidina,


trimetoprim-sulfametoxazol e inhibidores de proteasa por parte de los
enfermos de sida

Ascitis y derrames pleurales de origen pancreático


Si la solución de continuidad del conducto de Wirsung está en la zona
posterior puede formarse una fístula interna entre dicho conducto y el
espacio pleural y así surgir derrame pleural (fístula pancreaticopleural) que
por lo común está en el lado izquierdo y suele ser masiva. Si la solución de
continuidad del conducto está localizada en sentido anterior, se acumulará
líquido peritoneal con abundante amilasa y lipasa (ascitis de origen
pancreático). El conducto de Wirsung con una fuga y un orificio se trata
mejor por ERCP y colocación de endoprótesis “como método intermedio”
o de espera, y en contadas ocasiones obliga a toracentesis o drenaje con una
sonda torácica.

INSUFICIENCIA EXOCRINA PANCREÁTICA Y PANCREATITIS


CRÓNICA

FISIOPATOLOGÍA

La pancreatitis crónica es una entidad patológica caracterizada por daño


irreversible del páncreas, a diferencia de los cambios reversibles que
aparecen en la pancreatitis aguda. El trastorno se caracteriza mejor por
tener anormalidades histológicas que incluyen inflamación crónica, fibrosis
y destrucción progresiva del tejido exocrino y al final, del endocrino.
Diversas causas pueden ocasionar pancreatitis crónica y puede originar las
complicaciones características de dicha forma de pancreatitis como dolor
abdominal, esteatorrea, adelgazamiento y diabetes mellitus.
No se conocen en detalle los factores que desencadenan el procesional
inflamatorio en el páncreas. Las observaciones experimentales y clínicas
actuales han indicado que el alcohol tiene un efecto tóxico directo en el
páncreas. Si bien los individuos con pancreatitis inducida por alcohol
suelen consumir grandes cantidades de etanol, algunos ingieren incluso≤50
g/día. El consumo duradero de volúmenes socialmente aceptables de
alcohol es compatible con la génesis de pancreatitis crónica. Datos de
fibrosis pancreática extensa en individuos que fallecieron durante su primer
ataque de pancreatitis aguda clínica inducida por alcohol refuerzan el
concepto de que dichos pacientes tenían ya pancreatitis crónica.

La identificación reciente de las células estrelladas del páncreas (PSC,


pancreatic stellate cells) ha ampliado los conocimientos de las respuestas
celulares primarias que explicarían la génesis de la pancreatitis crónica. De
manera específica se piensa que las PSC intervienen para conservar la
arquitectura pancreática normal que podría orientarse hacia la fibrogénesis
en el caso de pancreatitis crónica. La hipótesis del fenómeno “centinela” de
la pancreatitis aguda (SAPE, sentinel acute pancreatitis event) describe de
manera uniforme los fenómenos en la patogenia de la pancreatitis crónica.
Se piensa que los estímulos por alcohol o adicionales ocasionan
destrucción mediada por la metaloproteinasa de matriz, de la colágena
normal en el parénquima pancreático, situación que más tarde se resuelve
en remodelación pancreática.

CONSIDERACIONES ETIOLÓGICAS

En los adultos estadounidenses el alcoholismo es la causa más común de


pancreatitis crónica clínicamente manifiesta, en tanto que la fibrosis
quística constituye el origen más frecuente de ese trastorno en niños.

Incluso en 25% de los adultos estadounidenses con pancreatitis crónica no


se conoce la causa, es decir, se les clasifi ca dentro de la entidad de
pancreatitis crónica idiopática. Investigaciones recientes han señalado que
incluso 15% de individuos con pancreatitis idiopática pueden tener la infl
amación de dicha glándula, por defectos genéticos Whitcomb y
colaboradores estudiaron a algunas grandes familias con pancreatitis
crónica hereditaria y pudieron identifi car un defecto genéticoque altera la
codifi cación génica de tripsinógeno. Se han descritotambién más defectos
en dicho gen. La alteración evita la destrucciónde tripsinógeno y permite
que sea resistente al efecto del inhibidor de tripsina, se active de manera
espontánea y permanezca activado. Se ha planteado la hipótesis de que esa
activación continua de enzimas digestivasdentro de la glándula ocasiona
daño agudo y al fi nal, pancreatiti crónica. El grupo mencionado de
investigadores también señaló que otra forma de pancreatitis crónica
hereditaria tiende a aparecer ulteriormente en la vida, ataca mujeres, de
manera preferente, y a menudo culmina en pancreatitis crónica.

Otros grupos de investigadores han corroborado la presencia de mutaciones


de CFTR; el gen recién mencionado actúa como un canal de cloruro
regulado por AMP cíclico. En sujetos con fi brosis quística, la elevada
concentración de macromoléculas bloquea los conductos pancreáticos. Sin
embargo, hay que advertir que existe enorme heterogeneidad en relación
con el defecto del gen CFTR. Se han identifi cado más de 1 000 supuestas
mutaciones del gen mencionado. Los intentos para esclarecer la relación
entre el genotipo y las manifestaciones pancreáticashan sido entorpecidos
por diversas mutaciones. La posibilidad de detectar mutaciones en CFTR
ha señalado que el espectro clínico de la enfermedad es más amplio de lo
que se pensaba. Dos estudios recientes han esclarecido el vínculo entre las
mutaciones del gen CFTR y otra forma monosintomática de la fibrosis
quística (p. ej., pancreatitis crónica). Se ha calculado que en individuos con
pancreatitis idiopática, la frecuencia de mutación del gen CFTR solo es 11
veces mayor que la calculada, y que la frecuencia de dos alelos mutantes es
80 veces mayor de la frecuencia calculada. En los estudios en cuestión los
enfermos estaban en la etapa adulta cuando se hizo el diagnóstico de
pancreatitis y ninguno de ellos había tenido manifestaciones clínicas de
neumopatías, y los resultados de la prueba del sudor no confirmaron el
diagnóstico de fibrosis quística. No hay certeza en la prevalencia de dichas
mutaciones y sin duda se necesitan más estudios.
Tétanos

Es una enfermedad aguda manifestada por espasmo del músculo estriado y


disfunción del sistema nervioso autónomo. Lo ocasiona una
potente neurotoxina generada por la bacteria Clostridium tetani y puede
prevenirse por completo con la vacunación. C. tetani se encuentra en todo
el mundo y en general el tétanos se presenta en zonas donde la tasa de
vacunación es baja. En los países desarrollados, la enfermedad se observa
de modo ocasional en personas con vacunación incompleta. En cualquier
situación, el tétanos establecido es una enfermedad grave con tasa de
mortalidad elevada.

DEFINICIÓN 

Se diagnostica con base en el cuadro clínico (algunas veces el diagnóstico


se sustenta con los datos de laboratorio que conforman la presencia de
C. tetani; a menudo las definiciones del caso facilitan las valoraciones
clínica y epidemiológica. Los Centers for Disease Control
and Prevention (CDC) definen el tétanos como “el inicio agudo de
hipertonía o contracciones musculares dolorosas (casi siempre de los
músculos de la mandíbula y el cuello) y espasmos musculares
generalizados sin otra causa médica evidente”. La Organización Mundial
de la Salud (OMS) define el tétanos neonatal como “una enfermedad que
ocurre en un lactante que tiene capacidad normal para succionar y llorar en
los primeros dos días de edad, pero que pierde esta capacidad entre los días
tres y 28 de edad, y se vuelve rígido al tiempo que experimenta espasmos”.
Debido a la presentación peculiar del tétanos neonatal, los
antecedentes casi siempre permiten la clasificación exacta de la enfermedad
con un alto grado de probabilidad. La OMS define el tétanos materno como
el que surge durante el embarazo o en las seis semanas siguientes a su
término (ya sea por parto o aborto espontáneo o inducido).
ETIOLOGÍA

C. tetani es un bacilo anaerobio grampositivo y formador de esporas, las


cuales son muy resistentes y pueden sobrevivir en el ambiente de todo el
mundo. Las esporas resisten la ebullición y muchos desinfectantes.
Además, las esporas y los bacilos de C. tetani sobreviven en los sistemas
digestivos de muchos animales y es frecuente el estado de portador fecal. 
Las esporas o las bacterias entran al organismo a través de abrasiones,
heridas o (en el caso de los recién nacidos) por el muñón umbilical. Una
vez que se encuentran en un ambiente anaerobio adecuado, las bacterias
crecen, se multiplican y liberan la toxina tetánica, una exotoxina que entra
al sistema nervioso y produce la enfermedad. Se necesitan concentraciones
muy bajas de esta muy potente toxina para causar la enfermedad (dosis
humana letal mínima, 2.5 ng/kg). En 20 a 30% de los casos de tétanos no se
identifica una herida de entrada. 
Las abrasiones superficiales en las extremidades son los sitios de infección
más frecuentes en los adultos. Las infecciones más profundas (p. ej.,
atribuidas a fractura abierta, aborto inducido o inyección de drogas)
inducen un cuadro más grave con peor pronóstico. En los recién nacidos, la
infección del muñón umbilical puede ser consecuencia de la atención
inadecuada del cordón umbilical; por ejemplo, en algunas culturas el
cordón se corta con pasto o se aplica estiércol animal al muñón. La
circuncisión o la perforación de las orejas también pueden ocasionar
tétanos neonatal. 

EPIDEMIOLOGÍA 

El tétanos es una enfermedad infrecuente en los países desarrollados. En


Estados Unidos se han registrado dos casos desde 1989. Entre los años
2001 y 2008 se informó al sistema nacional de vigilancia de ese país un
total de 231 casos de tétanos. La mayor parte de ellos se debió a
vacunación incompleta o nula. 
En Estados Unidos, en 50% de las veces se conocía el estado vacunal en los
individuos notificados entre los años 1972 y 2009; de éstos, sólo 16% de
los pacientes tuvo tres o más dosis de toxoide tetánico. Las personas
>60 años se encuentran en mayor riesgo del trastorno porque las
concentraciones de anticuerpos disminuyen con el paso del tiempo. Casi
una tercera parte de los casos recientes en Estados Unidos ocurrió en
sujetos >65 años.
Los consumidores de drogas inyectadas (en particular aquellos que se
inyectan heroína por vía subcutánea) se consideran ahora un grupo de alto
riesgo (15% de los casos en el periodo de 2001 a 2008). En el año 2004 se
verificó un brote epidémico de tétanos en el Reino Unido, donde se habían
informado con anterioridad tasas bajas entre consumidores de drogas. Las
razones de este brote epidémico no son claras aún, pero parecen incluir una
combinación de contaminación de la heroína, inyección subcutánea de ésta
y vacunación incompleta. Desde entonces, en esa nación sólo se han
notificado siete casos esporádicos.

Patogenia

La secuencia genómica de C. tetani ha posibilitado la identificación de


varias exotoxinas y factores de virulencia. Sólo las bacterias que
producen toxinas tetánicas (tetanoespasmina) pueden causar tétanos.
La toxina tetánica sufre transporte retrógrado hacia el sistema nervioso
central y por tanto produce efectos químicos diferentes de los infligidos por
la toxina botulínica, que permanece en la unión neuromuscular.
La toxina llega por transporte axónico hasta los núcleos motores de
los pares craneales o las astas anteriores de la médula espinal. Una
vez dentro de la neurona, la toxina entra a una vía de transporte
retrógrado, por la que se desplaza en sentido proximal hacia el cuerpo
neuronal en lo que parece ser un proceso muy específico.
La toxina tetánica se transporta en un ambiente con pH neutro regulado en
forma cuidadosa que impide el cambio de conformación inducido por la
acidificación y que derivaría en la expulsión de la cadena ligera hacia
el citosolcircundante.
La siguiente etapa del tránsito de la toxina no se conoce tan bien, pero en
ella la toxina tetánica escapa de los procesos de
degradación lisosómica normales y se traslada a través de la sinapsis hasta
las terminaciones de
las interneuronasinhibidoras presinápticas GABAnérgicas. VAMP2, vesicle
associated membrane protein también conocida como sinaptobrevina. Esta
molécula es necesaria para la unión presináptica y liberación del
neurotransmisor; en consecuencia, la toxina tetánica impide la liberación de
neurotransmisor y bloquea la descarga de la interneuronainhibidora. El
resultado es la actividad descontrolada del sistema nervioso motor. 
Una actividad similar en el sistema autónomo explica las manifestaciones
características de espasmo del músculo estriado y el trastorno del sistema
autónomo. El aumento de la concentración de catecolaminas circulantes en
el tétanos grave guarda relación con las complicaciones cardiovasculares.
Se sabe relativamente poco acerca de los procesos de recuperación
del tétanos. La recuperación puede tomar varias semanas. La germinación
de nervios periféricos forma parte de la recuperación del botulismo y es
probable que haya brotes similares en el sistema nervioso central (SNC) en
el tétanos. Otros datos sugieren que el mecanismo de la recuperación
consiste en la degradación de la toxina.
Las manifestaciones clínicas del tétanos sólo aparecen después que
la toxina llega a los nervios inhibidores presinápticos. Una vez que
estos efectos son evidentes, es muy poco lo que puede hacerse para
modificar la evolución de la enfermedad.
Las medidas terapéuticas se centran en neutralizar el resto de las toxinas
liberadas y mantener las funciones vitales hastaque se desvanezcan los
efectos de la toxina. El interés reciente se ha centrado en la
administración intratecal de antitoxina para neutralizar la toxina dentro del
SNC y limitar la progresión de la enfermedad.

Manifestaciones clínicas.
El tétanos produce un amplio espectro de manifestaciones clínicas que se
dividen en generalizadas (incluida la enfermedad neonatal) y locales. En la
forma casi siempre leve del tétanos local, sólo se afectan áreas aisladas del
cuerpo y se observan pequeñas regiones de espasmo muscular local. 

Si los pares craneales están afectados en el tétanos cefálico localizado, es


posible que haya espasmo de los músculos faringeos o laríngeos, lo que
produce aspiración u obstrucción de la vía respiratoria y el pronóstico
puede ser sombrío. En la evolución típica del tétanos generalizado,los
músculos de la cara y la mandíbula a menudo se afectan primero. De
manera característica, los recién nacidos muestran incapacidad para la
succión. La rapidez con la que se desarrolla el tétanos es un factor
importante para valorar el pronóstico. El período de incubación (tiempo
transcurrido entre la herida y el primer síntoma) y el período de
inicio (tiempo entre el primer síntoma y el primer espasmo
generalizado) tienen una trascendencia particular; los períodos más cortos
se relacionan con peores pronósticos. En el tétanos neonatal, mientras
menor edad tenga el lactante cuando aparecen los síntomas, más sombrío es
el pronóstico.

Los síntomas iniciales más comunes son trismo (mandíbula trabada), dolor


y rigidez musculares, lumbalgia y disfagia. En los recién nacidos, la
dificultad para alimentarse es la forma habitual de presentación. A medida
que avanza la enfermedad, aparece el espasmo muscular. El espasmo
muscular generalizado puede ser muy doloroso. Muchas veces se afectan
los músculos laríngeos en etapas tempranas, incluso en forma aislada. Este
es un fenómeno que pone en peligro la vida, ya que puede ocasionar
obstrucción completa de la vía respiratoria. El espasmo de los músculos
respiratorios provoca insuficiencia respiratoria. Sin apoyo ventilatorio, la
insuficiencia respiratoria es la causa más frecuente de muerte en el tétanos. 

El trastorno del sistema nervioso autónomo alcanza su punto máximo


durante la segunda semana del tétanos grave, y la muerte por episodios
cardiovasculares se convierte en el riesgo principal. El daño del sistema
nervioso autónomo se demuestra por estasis gastrointestinal, sudación,
aumento de secreciones traqueales e insuficiencia renal aguda (a menudo
de gasto alto). La presión arterial casi siempre es inestable, con rápidas
fluctuaciones de alta a baja acompañadas de taquicardia. También son
posibles episodios de bradicardia y bloqueo cardiaco.
Tratamiento

Si es posible, debe identificarse la herida de entrada, se limpia y se desbrida


el material necrótico para retirar los focos anaerobios de infección, lo que
impide una mayor producción de toxina. El metroni- dazol (400 mg por vía
rectal o 500 mg IV c/6 h por siete días) es el antibiótico preferible. Una
alternativa es penicilina (100 000 a 200 000 UI/kg al día), aunque en teoría
este fármaco puede exacerbar los es- pasmos. La imposibilidad de eliminar
los reservorios con infección activa puede derivar en tétanos recurrente o
prolongado.

Debe administrarse antitoxina en forma temprana para intentar desactivar


cualquier toxina tetánica circulante e impedir su captación en el sistema
nervioso. Existen dos preparaciones: inmunoglobulina tetánica humana
(TIG) y antitoxina equina. La TIG es la preparación de elección, ya que es
menos probable que induzca reacciones anafilácti- cas. El tratamiento
recomendado consiste en 3 000 a 5 000 UI de TIG en dosis única por vía
intramuscular, una porción de la cual debe inyectar- se alrededor de la
herida. La antitoxina de origen equino se encuentra disponible de forma
amplia y se utilizan en países con bajos recursos en dosis de 10 000 a 20
000 U administradas por vía intramuscular, en dosis única o en dosis
divididas después de realizar pruebas para hiper- sensibilidad. Algunas
pruebas indican que la administración intratecal de TIG suprime la
progresión de la enfermedad y produce mejores re- sultados. Los informes
de un estudio importante se han apoyado en un metaanálisis de protocolos
que incluyeron a adultos y recién nacidos; se utilizó TIG en dosis de 50 a 1
500 UI por vía intratecal.

Los espasmos se controlan con sedación profunda mediante benzo-


diazepinas. Con frecuencia se emplean clorpromazina y fenobarbital en
todo el mundo y se ha usado sulfato de magnesio IV como relajante
muscular. Un problema importante con todas estas medidas es que las dosis
necesarias para controlar los espasmos también provocan depre- sión
respiratoria; por tanto, en instituciones con pocos recursos y que no cuentan
con respiradores mecánicos es difícil controlar los espas- mos al mismo
tiempo que se mantiene la ventilación adecuada, y la insuficiencia
respiratoria es causa frecuente de muerte. En sitios con equipo para
ventilación, los espasmos graves se controlan mejor con una combinación
de sedantes o magnesio y bloqueadores neuromus- culares no
despolarizantes de acción relativamente corta y sin efecto cardiovascular,
cuya dosis pueda ajustarse según sea la intensidad del espasmo. También se
han empleado con buenos resultados infusiones de propofol para controlar
los espasmos y producir sedación.

Es importante establecer una vía respiratoria segura desde el inicio en el


tétanos grave. Lo ideal es que los pacientes se atiendan en am- bientes
tranquilos y silenciosos porque la luz y el ruido pueden desen- cadenar
espasmos. Las secreciones traqueales aumentan y la disfagia por la
afectación faríngea combinada con hiperactividad de los múscu- los
laríngeos dificulta la intubación endotraqueal. Los enfermos quizá
necesiten apoyo ventilatorio por algunas semanas. Por consiguiente, la
traqueostomía es el método habitual para asegurar la vía respiratoria grave.

Diagnóstico

El diagnóstico del tétanos se basa en las manifestaciones clínicas. Como se


indicó ya, el tratamiento no debe retrasarse mientras se realizan los estudios
de laboratorio. El cultivo de C. tetani de una herida proporciona evidencia
para el diagnóstico. También se miden las concentraciones de inmunoglo-
bulina G antitetánica en suero antes de la administración de la antitoxina o
la inmunoglobulina. Las concentraciones séricas >0.1 UI/mL parecen ser
protectoras y no apoyan el diagnóstico de tétanos. Si las concentraciones se
encuentran por debajo de esta cifra, puede ser de utilidad un bioanálisis
para toxina tetánica en suero, si bien un resultado negativo no descarta
eldiagnóstico. También se han utilizado la reacción en cadena de la
polimera- sa para la detección de toxina tetánica, pero se desconoce su
sensibilidad.

Los escasos trastornos que simulan el tétanos generalizado son intoxi-


cación por estricnina y reacciones distónicas a los fármacos antidopami-
nérgicos. Por lo general, la rigidez muscular abdominal es continua en el
tétanos, pero episódica en los dos últimos trastornos. El tétanos cefálico
puede confundirse con otras causas de trismo, como la infección bucofa-
ríngea. La hipocalcemia y meningoencefalitis se incluyen en el diagnóstico
diferencial del tétanos neonatal.

PREVENCION 

El tétanos se previene con la atención adecuada de las heridas y


la inmunización. En los recién nacidos,es esencial seguir prácticas seguras 
y que el parto tengalugar en condiciones higiénicas,
con atención adecuadadel cordón, además dela vacunación materna.
Los lineamientos de la OMS para la vacunación contra
el tétanos incluyen un curso primario de tres dosis en la lactancia; refuerzos 
a los cuatro a siete y 12 a 15 años de edad, y
un refuerzo en la edad adulta. En Estados Unidos, los
CDC sugieren una dosis más a los 14 a 16 meses y refuerzos cada 10 años.
Los esquemas de vacunaciónrecomiendan un curso primario de tres dosis p
ara adolescentes no vacunados, seguido de dos dosis más.
Parapersonasque recibieron un curso primario completoen la infancia, pero 
ningún refuerzo adicional,se recomiendan dos dosis con
al menos cuatro semanas de diferencia. 
Las recomendaciones regulares de la OMS para
la prevención del tétanos materno y neonatal indican la aplicación de
dos dosis de toxoide tetánico, con
un intervalo mínimo de cuatro semanas entre ambas, a
las embarazadas no inmunizadas. Sin embargo, en áreas de alto riesgo se
ha tenido éxito con una medida másintensiva,
que consiste en que todas las mujeres en edadreproductiva reciban un curso 
primario, junto con educación acerca de la forma
de tener un parto sin riesgoy las prácticas posnatales. 
Laspersonas
que sufren heridas proclives al tétanos debeninmunizarse si su estado de va
cunación es incompleto o no se conoce,
o si recibieron el último refuerzo >10 añosantes.
Los pacientes con heridas no clasificadas comolimpias o menores también 
deben recibir la inmunizaciónpasiva con TIG. Se recomienda que
el toxoide tetánico se administre en combinación con toxoide diftérico en u
na preparación, con o sin vacuna acelular para tos ferina: DTaP
para niños <7 años de edad, Td para niños de siete a nueve años y Tdap
para niños >9 años y en adultos. 
Al inicio del decenio de 1980 el tétanos causó más de
un millón de defunciones por año, lo que representó casi 5% de
las muertes maternas y 14%
de todas las muertesneonatales. En el año 1989, la asamblea de
la Organización Mundial de la Salud adoptó
una resoluciónpara eliminar el tétanos neonatal para el año 2000; se definió
la eliminación como <1 caso/1
000 nacidos vivosen cada distrito en cada país. Para el año 1999
la eliminación ya se había logrado en 57 países y la fechalímite se amplió
hasta el año 2005 con
el objetivoadicional de eliminar el tétanos materno (tétanosdesarrollado dur
ante el embarazo o en las seis semanassiguientes al parto).
La ratificación de los objetivos de desarrollo para el milenio, en particular
el objetivo 4 (lograr una reducción de
dos terceras partes en la tasa de mortalidad en niños menores de cinco años 
de edad para el año 2015)
ha centrado la atención en reducir las muertes por enfermedades prevenible
s por vacunación, enparticular en las primeras cuatro semanas de vida. 
Como la vacunación reduce la incidencia de tétanosneonatal en casi 94%,
la vacunación de mujeresembarazadas con
dos dosis de toxoide tetánico con un intervalo de
al menos cuatro semanas ha sido el métodoprincipal para
la eliminación del tétanos materno y
neonatal. En algunas regiones se vacuna a todas las mujeres en edad fecund
a como un mecanismo para incrementar la cobertura de vacunación. Ademá
s,
se handirigido programas educativos para mejorar la higienedurante el part
o,una intervención quereduce
por sí misma las muertes por tétanos neonatalhasta en 40 por ciento. 
Los últimos datos disponibles muestran que
34 países haneliminado el tétanos materno y neonatal, ya que
la incidencia ha decrecido de manera significativa. En todo el mundo,
las muertes por tétanos neonatal disminuyeron92% entre los años 1990 y
2008; en este último año, 84% de los recién nacidos se protegió de
la enfermedad por vacunación materna aunque se considera que ocurrieron
59 000 muertes por tétanos neonatal. Pese a este éxitorelativo,
debe continuarse con los programas de vacunación, ya que no
se obtendrá efecto sobre la inmunidad en la población general contra
el tétanos y C. tetani mientras exista contaminación de la tierra
y hecescon C. tetani.

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Sepsis

Los signos cardinales de la respuesta generalizada, a menudo llamados en


conjunto síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, son fiebre o
hipotermia, leucocitosis o leucopenia, taquipnea y taquicardia. Por lo
regular, cuando se comprueba o sospecha fuertemente una causa infecciosa
y la respuesta provoca hipofunción de órganos no infectados, se debe
utilizar el término septicemia. El término choque séptico se refiere a la
septicemia acompañada de hipotensión que no se puede corregir con
líquidos.

Definiciones utilizadas para describir el estado del paciente


séptico:
Bacteriemia: Presencia de bacterias en sangre, demostrada por
hemocultivos positivos.
Signos de posible respuesta generalizada nociva:
Dos o más de las siguientes:
- Fiebre (temperatura bucal >38°C) o hipotermia (<36°C);
- Taquipnea (>24 respiraciones/min);
- Taquicardia (frecuencia cardiaca >90 latidos/min)
- Leucocitosis (>12 000/μl), leucopenia (<4 000/μl) o >10% bandas
Septicemia (septicemia grave): Respuesta nociva del hospedador a la
infección; reacción generalizada a una infección comprobada o sospechosa
y cierto grado de hipofunción de algún órgano; por ejemplo:
- Cardiovascular: presión sistólica ≤90 mmHg o presión media ≤70 mmHg
que responde a la administración de líquidos IV2.
- Renal: gasto urinario <0.5 mL/kg/h durante una hora, no obstante la
reanimación adecuada con líquidos3.
- Respiratorio: Pao2/FIo2 ≤250 o, cuando el pulmón es el único órgano
disfuncional, ≤2004. Hemáticos: recuento plaquetario <80 000/μL o
reducción de 50% en dicho recuento desde la cifra más alta en los
últimos 3 días5.
- Acidosis metabólica inexplicable: pH ≤7.30 o déficit de bases ≥5.0 meq/L
y lactato plasmático >1.5 veces el límite superior normal del laboratorio
de referencia
Choque séptico: Septicemia con hipotensión (presión sistólica <90 mmHg
o 40 mmHgmenor que la presión arterial normal del paciente) por lo menos
durante una hora no obstante la administración suficiente de líquidosa.
Necesidad de vasopresores para mantener la presión sistólica ≥90 mmHg o
la presión media ≥70 mmHg
Choque séptico resistente: Choque séptico que se prolonga durante más
de una hora y no responde a los líquidos ni presoresa La reanimación con
líquidos se considera adecuada cuando la presión de enclavamiento de la
arteria pulmonar es ≥12 mmHg o la presión venosa central es ≥8 mmHg.

Etiología
La reacción generalizada a cualquier tipo de microorganismo en ocasiones
es nociva. No es indispensable la invasión microbiana de la circulación
puesto que la inflamación circunscrita también desencadena disfunción de
órganos a distancia e hipotensión. De hecho, los hemocultivos revelan
bacterias u hongos sólo en alrededor de 20 a 40% de los casos de
septicemia y en 40 a 70% de los sujetos con choque séptico.
En un estudio de prevalencia de 14 414 pacientes en unidades de cuidados
intensivos de 75 países en 2007, 51% de los sujetos se consideró infectado.
La más frecuente fue la infección respiratoria (64%). Se obtuvieron
resultados microbiológicos positivos en
- 70% de los individuos considerados infectados; de las cepas aisladas,
62% correspondió a bacterias gramnegativas (las más frecuentes fueron
Pseudomonas y Escherichia coli);
- 47%, a grampositivas (principalmente Staphylococcus au-reus),
- 19% a hongos (Candida).
Epidemiología
La septicemia grave contribuye a >200 000 muertes anuales en Estados
Unidos. La frecuencia de septicemia grave y estado de choque séptico ha
aumentado en los últimos 30 años y hoy día el número anual de casos es
>750 000 (aproximadamente tres por 1 000 habitantes).
Cerca de 33% de los casos ocurre en pacientes con otras enfermedades
graves. La frecuencia y la mortalidad vinculadas con la septicemia se
incrementan con la edad y los trastornos concomitantes. También
contribuyen el uso extendido de inmunodepresores, los catéteres a
permanencia y los dispositivos mecánicos.

Fisiopatología
En la mayor parte de los casos de septicemia grave, ésta es desencadenada
por bacterias u hongos que de manera normal no causan enfermedades
generalizadas en las personas sin anomalías inmunitarias. Para sobrevivir
en el cuerpo humano, estos microorganismos a menudo explotan
deficiencias en las defensas del hospedador, de un catéter a permanencia o
algún otro material extraño o de los catéteres utilizados para drenar líquido
que se obstruyen.
Por el contrario, los microorganismos patógenos esquivan las defensas
innatas puesto que:
1) carecen de moléculas que puedan reconocer los receptores del
hospedador.
2) elaboran toxinas u otros factores de virulencia.
En ambos casos, el organismo construye una reacción inflamatoria
vigorosa que tiene como resultado septicemia grave sin aniquilar a los
invasores. Otras veces la respuesta séptica es inducida por exotoxinas
microbianas que actúan como superantígenos.

Mecanismos del hospedador para detectar microorganismos.


El ejemplo mejor estudiado es el reconocimiento del fragmento lipídico A
de los lipopolisacáridos, también llamado endotoxina.
Una proteína del hospedador (proteína fijadora de LPS) se une al lípido A y
transfiere el LPS al CD14 en la superficie de monocitos, macrófagos y
neutrófilos. A continuación, se traslada el LPS a MD-2, el cual se encuentra
unido al receptor tipo Toll (TLR, Toll-like receptor) 4 para formar un
complejo molecular que traslada la señal de reconocimiento de LPS hacia
el interior de la célula. Esta señal desencadena rápidamente la producción y
la liberación de mediadores, como el factor de necrosis tumoral que amplifi
can la señal de los LPS y la transmiten a otras células y tejidos.
La propiedad del hospedador de reconocer ciertas moléculas microbianas
infl uye tanto en el poder de sus propias defensas como en la patogenia de
la septicemia grave.
La mayor parte de las bacterias aerobias comensales y anaerobias
facultativas gramnegativas que generan septicemia grave y estado de
choque (incluidas E. coli, Klebsiella y Enterobacter) elabora esta
estructura de lípido A.
La bacteriemia, cuando ocurre, es intermitente y escasa, puesto que las
bacterias se eliminan de la circulación por las células de Kupff er que
expresan TLR4 y los macrófagos esplénicos.
Una excepción es Neisseria meningitidis, cuyo LPS hexacilo al parecer
evita ser reconocido por el hospedador gracias a su cápsula de
polisacáridos. Esta protección permite al meningococo desplazarse sin ser
detectado desde la mucosa nasofaríngea hasta la circulación, donde infecta
a las células del epitelio vascular y libera grandes cantidades de
endotoxina y DNA.

Respuestas Circunscritas Y Sistémicas Del Hospedador A Los


Microorganismos Invasores.
Una vez que los fagocitos reconocen las moléculas microbianas, empieza la
producción o la liberación o ambas de numerosas moléculas en el
hospedador (citocinas, quimiocinas, prostanoides, leucotrienos y otras) que
aumentan la circulación hacia el tejido infectado (rubor) y la permeabilidad
de los vasos locales (tumor), atraen neutrófi los hasta el sitio de la infección
(calor) y despiertan dolor.

Citocinas Y Otros Mediadores


Las citocinas tienen efectos endocrinos, paracrinos y autocrinos. El TNF-α
estimula a los leucocitos y las células del endotelio vascular para que
liberen otras citocinas (así como más TNF-α) con objeto de expresar las
moléculas de la superficie celular que acentúan la adherencia entre neutrófi
los y células endoteliales en los sitios de infección, y aumentar la
producción de prostaglandinas y leuco-trieno. Si bien la concentración
sanguínea de TNF-α no se incrementa en los individuos con infecciones
circunscritas, sí lo hace en la mayoría de los pacientes con septicemia grave
o choque séptico.
También, las quimiocinas, principalmente interleucina (IL) 8 e IL 17,
atraen a los neutrófilos circulantes hacia el punto de la infección. La IL-1β
muestra muchas de las actividades del TNF-α. El TNF-α, la IL-1β, el
interferón (IFN) γ, la IL-12, la IL-17 y otras citocinas proinflamatorias
Qprobablemente actúan de forma recíproca y sinérgica unas con otras y con
otros mediadores.

Factores De La Coagulación.
La trombosis intravascular, signo de la respuesta inflamatoria circunscrita,
ayuda a separar a los microorganismos invasores y a evitar la diseminación
de la infección y la inflamación hacia otros tejidos. La IL-6 y otros
mediadores fomentan la coagulación intravascular al principio, al favorecer
la expresión de los monocitos sanguíneos y las células del endotelio
vascular de factor hístico. Cuando dicho factor se expresa en las superficies
celulares, se fi ja al factor VIIa para formar un complejo activo que
convierte a los factores X y IX en sus formas activas desde el punto de
vista enzimático. El resultado es la activación de las vías tanto extrínseca
como intrínseca de la coagulación, lo cual culmina en la generación de
fibrina.
Asimismo, la coagulación se favorece a través de la función deficiente de la
vía inhibidora de la proteína C-proteína S y la reducción de antitrombina y
proteínas C y S, mientras que la fibrinólisis se previene mediante la mayor
concentración plasmática de inhibidor 1 del activador del plasminógeno.
Por tanto, hay tendencia hacia el depósito intravascular de fi brina,
trombosis y hemorragia; esta tendencia es más evidente en los pacientes
con infecciones del endotelio intravascular, como meningococemia.

Mecanismos Circunscritos De Regulación


Cuando el hospedador reconoce a los microorganismos invasores en los
tejidos subepiteliales, se desencadenan diversas respuestas inmunitarias que
aniquilan rápidamente al invasor y después disminuyen para permitir la
recuperación de los tejidos.
Algunas de estas moléculas son factores intracelulares (p. ej., supresor de la
señal 3 de las citocinas y cinasa 3 relacionada con el receptor de IL-1) que
reducen la producción de los mediadores proinfaamatorios en neutrófilos y
macrófagos; citocinas antiinflamatorias (IL-10, IL-4), y moléculas
derivadas de ácidos grasos poliinsaturados esenciales (lipoxinas, resolvinas
y protectinas) que fomentan el restablecimiento de los tejidos.

Respuesta Sistémica
Las respuestas sistémicas a la infección reducen las reacciones celulares a
las moléculas microbianas. Las concentraciones circulantes de cortisol y
citocinas antiinflamatorias (p. ej., IL-6 e IL-10) aumenta incluso en los
pacientes con infecciones leves. Los glucocorticoides inhiben la síntesis de
citocinas en los monocitos in vitro; el aumento del cortisol sanguíneo al
principio de la respuesta generalizada supuestamente tiene una función
inhibidora similar. La adrenalina evita la respuesta del TNF-α a la
endotoxina en los seres humanos y al mismo tiempo aumenta y acelera la
liberación de IL-10; la prostaglandina E2 tiene un efecto similar de
“reprogramación” sobre las reacciones de los monocitos circulantes al LPS
y otros agonistas bacterianos.
La IL-6 desempeña una función importante en el compartimiento
sistémico. Muchos tipos de células la liberan y constituye un estímulo
importante para el eje hipotálamo-hipófi sis-suprarrenales; es la principal
citocina procoagulante y el inductor más importante de la respuesta de fase
aguda, que aumenta la concentración sanguínea de numerosas moléculas
con acciones antiinfecciosas, procoagulantes o antiinflamatoria.
Otras proteínas de la fase aguda son los inhibidores de la proteasa o
antioxidantes; éstos neutralizan moléculas potencialmente nocivas que se
liberan de los neutrófilo y otras células inflamatorias

Disfunción Orgánica Y Estado De Choque


Conforme aumentan las respuestas del organismo a la infección, la mezcla
de citocinas circulantes y otras moléculas se torna compleja: se ha
observado una concentración sanguínea alta >60 moléculas en los pacientes
con choque séptico. La concentración de moléculas proinflamatorias y
antiinflamatorias es alta, pero al parecer el equilibrio mediador neto en el
plasma de estos pacientes tan graves es antiinflamatorio.

En la septicemia grave, la persistencia de esta respuesta leucocítica


reducida se ha vinculado con mayor riesgo de muerte; hoy día, el
bioindicador más predictivo es la reducción de la expresión de moléculas
HLA-DR (clase II) en las superficies de los monocitos circulantes,
respuesta que al parecer es inducida por cortisol o IL-10 o ambos al mismo
tiempo.

También contribuyen al estado inmunodepresor la apoptosis de los


linfocitos B, las células dendríticas foliculares y los linfocitos T CD4+.

Lesión Endotelial
En vista de la función tan importante del endotelio vascular al regular el
tono vascular, la permeabilidad vascular y la coagulación, muchos
investigadores prefieren considerar que el mecanismo principal para la
insuficiencia de múltiples órganos es la lesión endotelial vascular
diseminada. En conformidad con esta idea, en un estudio se encontró gran
número de células endoteliales vasculares en la sangre periférica de los
pacientes sépticos.

Diversos factores, como el TNF-α, estimulan a las células endoteliales


vasculares para que produzcan y liberen citocinas, moléculas
procoagulantes, factor activador de plaquetas, óxido nítrico y otros
mediadores. Además, las moléculas de adherencia celular favorecen la
unión de los neutrófilos a las células endoteliales. Estas respuestas atraen
fagocitos hacia los puntos infectados y movilizan sus recursos
antimicrobianos, pero la activación de dichas células también estimula la
permeabilidad vascular, la trombosis microvascular, la CID y la
hipotensión. Se reduce la oxigenación de los tejidos conforme el número de
capilares funcionales disminuye a causa de obstrucción de la luz por el
edema de las células endoteliales, menor capacidad de los eritrocitos
circulantes para deformarse, trombos de leucocitos-plaquetas-fibrina o
compresión consecutiva al líquido de edema.

Por otro lado, los estudios con imágenes espectrales de polarización


ortogonal de la microcirculación de la lengua demostraron que las
anomalías del flujo capilar generadas por la septicemia se invierten al
aplicar acetilcolina a la superficie de la lengua o con nitroprusiato
intravenoso. La utilización de oxígeno en los tejidos también se deteriora
por los cambios (quizá por el óxido nítrico) que reducen la fosforilación
oxidativa y la producción de ATP, al aumentar al mismo tiempo la
glucólisis.

La acumulación local de ácido láctico, consecuencia de la mayor glucólisis,


disminuye el pH extracelular y contribuye al decremento del metabolismo
celular que se observa en los tejidos enfermos.

Estado De Choque Séptico


La característica principal de este último es la reducción de la resistencia
vascular periférica, no obstante, las catecolaminas vasopresoras
aumentadas. Antes de la fase vasodilatadora, muchos pacientes
experimentan un periodo durante el cual disminuye el aporte de oxígeno a
los tejidos por depresión miocárdica, hipovolemia y otros factores.

Durante esta fase “hipodinámica”, se incrementa la concentración


sanguínea de lactato y se reduce la saturación venosa central de oxígeno.
Después de administrar líquidos, aparece la fase vasodilatadora
hiperdinámica durante la cual el gasto cardiaco es normal (o incluso alto) y
el consumo de oxígeno disminuye, no obstante, un aporte suficiente de
dicho gas. La concentración sanguínea de lactato es normal o alta y la
normalización de la saturación venosa central de oxígeno refleja un mejor
aporte de oxígeno o un cortocircuito de izquierda a derecha.

Las moléculas hipotensoras principales son óxido nítrico, endorfina β,


bradicinina, factor activador de plaquetas y prostaciclina.

Septicemia Grave: ¿Una Sola Patogenia?


Las bacterias circulantes y sus productos desencadenan casi de modo
indudable la disfunción de múltiples órganos y la hipotensión, al estimular
de manera directa las respuestas inflamatorias de la vasculatura.

En la mayoría de los individuos con infecciones por bacterias


gramnegativas, las bacterias circulantes o las moléculas bacterianas reflejan
una infección descontrolada en un tejido circunscrito y con muy pocas
consecuencias directas en los órganos lejanos. En estos sujetos, los
mediadores inflamatorios o las señales neurológicas locales constituyen el
factor desencadenante principal de la septicemia grave y el choque séptico.
En una serie grande de personas con hemocultivos positivos, el riesgo de
padecer septicemia grave dependió en gran parte del sitio de la infección
primaria: la bacteriemia de origen pulmonar o abdominal demostró ocho
veces más probabilidad de producir septicemia grave que la bacteriemia de
origen urinario, incluso después de ajustar para la edad, el tipo de bacteria
aislada en la sangre y otros factores.
La patogenia de la septicemia grave varía según el microorganismo causal,
la capacidad que tienen los mecanismos de defensa del hospedador para
detectarla, el sitio de infección primaria, la presencia o la ausencia de
anomalías inmunitarias y el estado fisiológico previo del hospedador.
Quizá también son importantes ciertos factores genéticos, pero, aunque se
han estudiado de forma exhaustiva, sólo unos cuantos polimorfismos
alélicos se han vinculado con la gravedad de la septicemia en más de uno o
dos análisis.

Manifestaciones Clínicas
Las manifestaciones de la respuesta séptica se superponen con los signos y
los síntomas de la enfermedad de fondo y la infección primaria. La
velocidad con la que evoluciona la septicemia grave difiere en cada
paciente y el cuadro clínico varía en cada individuo. Por ejemplo, algunos
individuos con septicemia se encuentran normotérmicos o hipotérmicos; la
ausencia de fiebre es frecuente en recién nacidos, sujetos de edad avanzada
y personas con uremia o alcoholismo. A menudo el primer signo de una
respuesta séptica es la hiperventilación. Hay desorientación, confusión y
otras manifestaciones de encefalopatía, principalmente en pacientes de
edad avanzada y aquellos con deficiencias neurológicas preexistentes. La
hipotensión y la coagulación intravascular diseminada predisponen a la
acrocianosis y la necrosis isquémica de los tejidos periféricos,
principalmente los dedos. Cuando una bacteria hematógena o un hongo
contamina la piel o los tejidos blandos subyacentes, aparece celulitis,
pústulas, ampollas o lesiones hemorrágicas. Las toxinas bacterianas
también se distribuyen por vía hematógena, lo cual desencadena reacciones
cutáneas difusas. En ocasiones, algunas lesiones cutáneas sugieren
microorganismos patógenos específicos. Cuando la septicemia se
acompaña de petequias cutáneas o púrpura, se sospecha de N. meningitidis
o, con menos frecuencia, H. influenzae. La eritroderma generalizada en el
individuo septicémico señala hacia síndrome de estado de choque tóxico
por S. aureuso S. pyogenes.
Las manifestaciones digestivas, como náusea, vómito, diarrea e íleo
sugieren gastroenteritis aguda. Las úlceras por estrés provocan hemorragia
digestiva alta. En ocasiones, la ictericia colestásica con bilirrubinas séricas
altas (principalmente la conjugada) y el incremento de la fosfatasa alcalina
preceden a otros signos de septicemia. Al parecer en la mayor parte de los
casos se trata de disfunción hepatocelular o canalicular y los resultados de
las pruebas de la función hepática se normalizan una vez que se cura la
infección. La hipotensión prolongada o pronunciada causa lesión hepática
aguda o necrosis intestinal isquémica. Muchos tejidos son incapaces de
extraer oxígeno de modo normal de la sangre, de manera que mantienen un
metabolismo anaerobio pese a la saturación de oxígeno en sangre venosa
mixta casi normal. La concentración sanguínea de lactato se incrementa
desde el principio por la glucólisis ascendente y la eliminación deficiente
del lactato y el piruvato resultante a través de hígado y riñones. A menudo
la glucemia aumenta, sobre todo en pacientes con diabetes, pero en
ocasiones la gluconeogénesis deficiente y la liberación excesiva de insulina
provocan hipoglucemia.

Complicaciones principales
-Complicaciones cardiopulmonares:
El daño epitelial alveolar y la permeabilidad capilar ascendente tienen
como resultado mayor contenido de agua pulmonar, que disminuye la
elasticidad pulmonar e interfiere con el intercambio de oxígeno. En
ausencia de neumonía o insuficiencia cardiaca, los infiltrados pulmonares
difusos progresivos y la hipoxemia arterial que se observan en la primera
semana después de una afectación conocida indican síndrome de
insuficiencia respiratoria aguda (ARDS, acute respiratory distress
syndrome). Aproximadamente 50% de los pacientes con septicemia grave o
estado de choque séptico manifiesta lesión pulmonar aguda o ARDS.
La fatiga de los músculos respiratorios exacerba la hipoxemia y la
hipercapnia. Por lo general, la hipotensión originada por septicemia al
principio es resultado de una distribución desigual generalizada del flujo y
el volumen sanguíneo y de una hipovolemia que es consecutiva, por lo
menos en parte, al escape capilar difuso del líquido intravascular.
Al principio del choque séptico, la resistencia vascular sistémica se
incrementa y el gasto cardiaco es reducido. Por el contrario, una vez que se
restablece el volumen, el gasto cardiaco aumenta y la resistencia vascular
sistémica se reduce. De hecho, el gasto cardiaco normal o alto y la
resistencia vascular sistémica disminuida distinguen al choque séptico de
los estados de choque cardiógeno, extracardiaco obstructivo e
hipovolémico. La función cardiaca deprimida, que se manifiesta por
aumento de los volúmenes telediastólico y ventricular sistólico con
disminución de la fracción de expulsión, aparece en las primeras 24 h en la
mayoría de los pacientes con septicemia grave. Si bien la disfunción
miocárdica contribuye a la hipotensión, la hipotensión resistente casi
siempre se debe a una resistencia vascular sistémica reducida y, la muerte,
al estado de choque persistente o insuficiencia de múltiples órganos, en
lugar de la disfunción cardiaca misma.
Insuficiencia Suprarrenal
En el paciente grave, muchas veces es difícil diagnosticar insuficiencia
suprarrenal. El cortisol plasmático ≤15 μg/mL (≤10 μg/mL cuando la
albuminemia es <2.5 mg/100 mL) indica insuficiencia suprarrenal
(producción insuficiente de cortisol), pero muchos expertos consideran hoy
día que la prueba de estimulación con ACTH carece de utilidad para
detectar una deficiencia menos pronunciada de corticosteroides en los
pacientes graves. Se propuso el concepto de insuficiencia de
corticosteroides relacionada con enfermedad grave (CIRCI, critical illness-
related corticosteroid insuffi ciency) para comprender los mecanismos
distintos que generan una actividad desproporcionada de los
corticosteroides para la gravedad del padecimiento. El signo principal de la
CIRCI es hipotensión resistente a la sustitución de líquidos que requiere
presores. Las causas específicas comprenden bacteriemia fulminante por N.
meningitidis, tuberculosis diseminada, sida (con citomegalovirus,
Mycobacteriumavium-intracellulare o Histoplama capsulatum) o uso
previo de fármacos que reducen la producción de glucocorticoides, como
glucocorticoides, megestrol, etomidato o ketoconazol.

Complicaciones Renales
A menudo se observan oliguria, azotemia, proteinuria y cilindros urinarios
inespecíficos. Muchos pacientes manifiestan poliuria excesiva; la
hiperglucemia exacerba esta tendencia. La mayor parte de los casos de
insuficiencia renal se debe a hipovolemia, hipotensión arterial o fármacos
tóxicos, si bien algunos individuos padecen glomerulonefritis, necrosis
cortical renal o nefritis intersticial. Muchas veces la lesión renal
farmacológica se complica con el tratamiento, principalmente cuando el
sujeto hipotenso recibe aminoglucósidos. La septicemia hospitalaria
después de una lesión renal aguda tiene mortalidad alta.

Coagulopatía
Entre 10 y 30% de los pacientes manifiesta trombocitopenia, pero el
mecanismo de fondo se desconoce. El recuento plaquetario casi siempre es
muy reducido (<50 000/μL en los pacientes con DIC; este recuento
disminuido refleja el daño endotelial difuso o una trombosis microvascular,
aunque se han observado trombos rara vez en la biopsia de los órganos
sépticos.

Complicaciones neurológicas
El delirio (encefalopatía aguda) es a menudo una manifestación temprana
de la septicemia. Según sean los criterios utilizados para el diagnóstico, se
observa en 10 a 70% de los pacientes sépticos en algún momento durante la
estancia hospitalaria. Cuando la enfermedad séptica se prolonga varias
semanas o meses, la polineuropatía “de la enfermedad grave” impide
desconectar el respirador mecánico y provoca debilidad motora distal. Los
estudios electrofisiológicos son diagnósticos. Es importante descartar la
posibilidad de síndrome de Guillian-Barré, alteraciones metabólicas y
actividad de toxinas. Los estudios más recientes demuestran que los
pacientes que sobreviven a una septicemia grave padecen pérdida cognitiva
de largo plazo.
Inmunodepresión
Los pacientes con septicemia grave a menudo padecen inmunodepresión
profunda. Algunas manifestaciones abarcan reacciones de hipersensibilidad
tardía contra antígenos frecuentes, imposibilidad para contener la infección
primaria y mayor riesgo de infecciones secundarias (p. ej., por oportunistas,
como Stenotrophomonas maltophilia, Acinetobacter calcoaceticus-
baumannii y Candida albicans). Cerca de 33% de los pacientes padece
reactivación del virus de herpes simple, virus de varicela-zóster o
citomegalovirus; se cree que este último contribuye al resultado adverso en
algunos casos.

Resultados De Laboratorio
Algunas de las primeras anomalías en la respuesta séptica son leucocitosis
con desviación hacia la izquierda, trombocitopenia, hiperbilirrubinemia y
proteinuria. En ocasiones, éstas se acompañan de leucopenia. Los
neutrófilos contienen gránulos tóxicos, cuerpos de Döhle o vacuolas
citoplásmicas. Conforme la respuesta séptica se intensifica, la
trombocitopenia empeora (a menudo con prolongación del tiempo de
protrombina, decremento del fibrinógeno y presencia de dímeros d que
sugieren DIC), la azotemia y la hiperbilirrubinemia se acentúan y la
concentración de aminotransferasa aumenta. La hemólisis activa sugiere
bacteriemia por Clostridium, paludismo, una reacción farmacológica o
DIC; en este último caso, en el frotis sanguíneo se observan cambios
microangiopáticos. Al principio de la septicemia, la hiperventilación induce
una alcalosis respiratoria. La fatiga de los músculos respiratorios y la
acumulación de lactato provocan acidosis metabólica (con mayor
desequilibrio aniónico). El análisis de los gases arteriales revela hipoxemia
que al principio se corrige con oxígeno complementario, pero más tarde es
resistente a la inhalación de oxígeno al 100%, situación que indica un
cortocircuito de izquierda a derecha. En algunos casos, la radiografía de
tórax es normal y, en otros, muestra datos de neumonía de fondo,
sobrecarga de volumen o infiltrados difusos por ARDS. La
electrocardiografía revela taquicardia sinusal o anomalías inespecíficas de
la onda ST-T. La mayoría de los diabéticos con septicemia padece
hiperglucemia. Muchas infecciones graves precipitan una cetoacidosis
diabética que exacerba la hipotensión
La hipoglucemia es inusual y puede indicar insuficiencia suprarrenal. La
concentración sérica de albúmina desciende conforme la septicemia
persiste. Es raro observar hipocalcemia.

Diagnóstico
No se cuenta con una prueba diagnóstica específica de la respuesta séptica.
Los signos sensibles para el diagnóstico cuando se sospecha infección o
septicemia comprobada comprenden fiebre o hipotermia, taquipnea,
taquicardia y leucocitosis o leucopenia (cuadro 325-1); también la
presencia de alteraciones mentales, trombocitopenia, incremento del lactato
sanguíneo, alcalosis respiratoria o hipotensión sugieren el diagnóstico. Sin
embargo, la respuesta séptica es variable. En un estudio, 36% de los
pacientes con septicemia grave tenía temperatura normal, en 40% la
frecuencia respiratoria era normal, en 10% la frecuencia del pulso no estaba
alterada y 33% mostraba leucocitos normales. Además, las respuestas
sistémicas de los pacientes no infectados con otras enfermedades, muchas
veces son similares a las características de la septicemia. Ejemplos abarcan
pancreatitis, quemaduras, traumatismos, insuficiencia suprarrenal, embolia
pulmonar, aneurisma aórtico disecante o roto, infarto del miocardio,
hemorragia oculta, taponamiento cardiaco, síndrome posderivación
cardiopulmonar, anafilaxia, acidosis láctica por un tumor y uso excesivo de
fármacos. Para el diagnóstico causal definitivo es necesario aislar al
microorganismo en la sangre o algún otro punto infeccioso. Se obtienen por
lo menos dos muestras sanguíneas (de dos venipunciones) para el cultivo;
en el paciente con un catéter a permanencia, se obtiene una muestra de cada
luz del catéter y otra por medio de venipunción. En muchos casos, el
hemocultivo es negativo, lo cual refleja administración previa de
antibióticos, presencia de algún microorganismo persistente o de
crecimiento lento o ausencia de invasión microbiana en el torrente
sanguíneo. En estos casos, la tinción de Gram y el cultivo del material que
se obtiene a partir del sitio primario de infección o de las lesiones cutáneas
infectadas ayudan a establecer la causa microbiana. También es definitiva
la presencia de DNA del microorganismo en la sangre periférica o las
muestras de tejido por medio de reacción en cadena de polimerasa. La piel
y las mucosas se analizan de forma escrupulosa y en varias ocasiones en
busca de lesiones que proporcionen información diagnóstica. En los casos
de bacteriemia abrumadora (p. ej., septicemia neumocócica en un individuo
con esplenectomía; meningococemia fulminante o infección por V.
vulnificus, B. pseudomallei o Y. pestis), los microorganismos se observan
como una capa leucocítica en el frotis de sangre periférica.

Tratamiento Septicemia Grave y Estado de Choque Séptico

El tratamiento de los pacientes con sospecha de septicemia debe ser


inmediato y debe ser llevado a cabo por personas con experiencia en el
cuidado del paciente con trastorno agudo. Para que el tratamiento sea
exitoso, se necesitan medidas de urgencia que traten la infección, apoyos
hemodinámico y respiratorio y eliminar a los microorganismos causales.
Estas medidas se instituyen durante la primera hora después de haber
valorado al paciente con septicemia grave o choque séptico.

Antimicrobianos

Éstos se proporcionan tan pronto se obtengan las muestras de sangre y


otros tejidos para cultivo. Es importante saber que, en una gran revisión
retrospectiva de pacientes en estado de choque séptico, se observó que el
intervalo entre el inicio de la hipotensión y la administración del
antimicrobiano adecuado constituyó el factor principal para el desenlace; si
se retrasaba incluso una hora, la supervivencia del paciente era menor.
Asimismo, la aplicación de antimicrobianos inadecuados, con base en la
susceptibilidad microbiana local y las normas publicadas para el
tratamiento empírico, también tuvo como resultado una supervivencia
cinco veces menor, incluso entre los sujetos con cultivos negativos.

Por lo tanto, es importante instituir de inmediato el tratamiento empirico


con antimicrobianos que sea efectivo contra bacterias tanto grampositivas
como gramnegativas. Se administra la dosis máxima recomendada del
antibiótico por vía intravenosa, con los ajustes necesarios cuando la función
renal es deficiente.

Se debe tomar en consideración la información disponible sobre los


patrones de susceptibilidad a los antimicrobianos entre las cepas
extrahospitalarias de bacterias aisladas, del hospital y del paciente. Una vez
que se obtiene el resultado del cultivo, el régimen se simplifica ya que, casi
siempre basta con un solo antimicrobiano contra el microorganismo
patógeno conocido.

De igual forma, se debe considerar la posibilidad de proporcionar


tratamiento antimicótico cuando el paciente con septicemia ya está
recibiendo antibióticos de amplio espectro o alimentación parenteral, pero
ha permanecido neutropénico durante cinco días o más y tiene un catéter
venoso central o se le ha hospitalizado en la ICU por un periodo
prolongado. Y ya pues el régimen elegido se valora a diario con el
propósito de conseguir la eficacia máxima con la mínima resistencia, así
como con los menores efectos adversos y costos.

La mayoría de los pacientes necesita antibióticos por lo menos durante una


semana. La duración del tratamiento depende de diversos factores, como
sitio de la infección, drenaje quirúrgico, enfermedad de fondo y
susceptibilidad antimicrobiana de la cepa aislada. La ausencia de un
microorganismo patógeno identificado no necesariamente significa que se
debe suspender el tratamiento, ya que el régimen "adecuado" es benéfico en
los casos con cultivo tanto positivo como negativo.

Supresión de la Fuente Infecciosa

Es indispensable suprimir o drenar la fuente de infección. En una serie, se


encontró un foco de infección en casi 80% de los pacientes quirúrgicos en
cuidados criticos que murieron por septicemia grave o choque séptico. Por
este motivo es necesario buscar de manera minuciosa los puntos de
infección oculta, principalmente en pulmones, abdomen y aparato
genitourinario.
Ya hablando sobre los catéteres intravenosos o arteriales a permanencia se
extraen y la punta se frota en una laminilla con agar sangre para realizar un
cultivo cuantitativo; después de instituir los antimicrobianos, se introduce
un catéter nuevo en otro sitio, y la sonda de Foley y las sondas de drenaje
se sustituyen.

También se descarta la posibilidad de sinusitis paranasal que a menudo es


causada por bacterias gramnegativas, cuando el individuo ha sido intubado
por vía nasal o tenga una sonda de alimentación o nasogástrica.

En el enfermo neutropénico, se buscan puntos cutáneos de


hipersensibilidad y eritema, principalmente en la región perianal. En los
individuos con úlcera por decúbito sacra o isquiática es importante excluir
la posibilidad de acumulación de pus en la pelvis u otros tejidos blandos
por medio de CT o imágenes por resonancia magnética.

En los pacientes con septicemia grave proveniente del aparato


genitourinario, se obtiene una ecografía o una CT para descartar la
posibilidad de obstrucción ureteral, absceso perinéfrico o absceso renal.
Las imágenes ecográficas o de la CT de la parte superior del abdomen
revelan datos de colecistitis, dilatación de los conductos biliares y
acumulación de pus en el hígado, el espacio subfrénico o en el bazo.

Apoyos Hemodinámico, Respiratorio y Metabólico

Las metas principales son restablecer el aporte suficiente de oxígeno y los


sustratos a los tejidos con la mayor rapidez posible, y mejorar el
aprovechamiento de oxígeno en los tejidos y el metabolismo celular. Por
consiguiente, es fundamental la perfusión de los órganos.

La calidad de la circulación se valora al medir la presión arterial y al vigilar


parámetros, como son la actividad mental, el gasto urinario y la perfusión
cutánea. También son útiles los índices indirectos del aporte y el consumo
de oxígeno, como es la saturación de oxígeno venoso central.

Para corregir la hipotensión, al principio se administran líquidos


intravenosos, primero con 1 o 2 L de solución salina normal a lo largo de 1
o 2 h. Para evitar el edema pulmonar, la presión venosa central debe
permanecer en 8 a 12 cmH2O. El gasto urinario debe de permanecer >0.5
mL/kg/h con la administración de líquidos de forma continua; en caso
necesario, se agrega algún diurético como furosemida.

En casi 33% de los pacientes, la hipotensión y la hipoperfusión de los


órganos responden a la reanimación con líquidos; una meta razonable es
conservar la presión arterial media >65 mmHg y la presión sistólica >90
mmHg. Y pues cuando es imposible cumplir estas metas con el suministro
de volumen, está indicado recurrir al tratamiento con vasopresores.

El respirador está indicado en caso de hipoxemia progresiva, hipercapnia,


deterioro neurológico o insuficiencia de los músculos respiratorios. La
taquipnea sostenida (frecuencia respiratoria >30/min) a menudo indica un
colapso respiratorio inminente; en estos casos, el paciente se conecta a un
respirador para asegurar la oxigenación adecuada, desviar sangre de los
músculos de la respiración, prevenir la aspiración del contenido
bucofaringeo y reducir la poscarga cardiaca.

Los individuos conectados a un respirador necesitan una sedación


escrupulosa con interrupciones diarias y es muy importante tener pendiente
que la elevación de la cabecera ayuda a prevenir la neumonía hospitalaria.
La profilaxia contra las úlceras por estrés con algún antagonista de los
receptores histaminérgicos H, reduce el riesgo de hemorragia digestiva en
estos pacientes.

Por lo general, se recomienda administrar transfusiones de concentrados


eritrocíticos cuando la hemoglobina disminuye a 7 g/100mL y la
concentración ideal en adultos es de 9 g/100 mL y pues cabe destacar que
para el tratamiento de la anemia que acompaña a la septicemia, no se utiliza
eritropoyetina.

Algunas veces se administra bicarbonato para contrarrestar la acidosis


metabólica pronunciada cuando el pH arterial es <7.2, pero no se ha
demostrado que mejore la hemodinámica ni la respuesta a las hormonas
vasopresoras. Cuando la DIC se complica con una hemorragia abundante,
se corrige al transfundir plasma fresco congelado y plaquetas. Es
fundamental tratar de manera adecuada la infección de fondo para invertir
tanto la acidosis como la DIC. Debemos de tomar en cuenta que los
pacientes hipercatabólicos con insuficiencia renal aguda mejoran con
hemodiálisis intermitente o hemofiltración venovenosa continua.

Apoyo General
En individuos con septicemia grave prolongada (es decir, con duración
mayor de dos o tres días), los complementos alimenticios reducen la
repercusión del hipercatabolismo proteínico; los indicios existentes, los
cuales son insuficientes, favorecen la vía del tubo digestivo. en los
pacientes sin hemorragia activa o coagulopatía, está indicado el uso de
heparina profiláctica para prevenir las trombosis venosas profundas;
cuando la heparina está contraindicada, se utilizan medias compresivas o
un dispositivo de compresión intermitente.
Los metaanálisis de estos estudios clínicos concluyen que el uso de
insulina para reducir la glucemia de 100 a 120 mg/100 mL quizás es nociva
y no prolonga la supervivencia.

Otras Medidas

No obstante el tratamiento agudo, muchos pacientes con septicemia


grave o choque séptico mueren. Se han estudiado numerosas acciones
que supuestamente prolongan la supervivencia entre los enfermos
con septicemia grave. La lista incluye proteínas que neutralizan
endotoxinas, inhibidores de la ciclooxigenasa u óxido nítrico sintetasa,
anticoagulantes, inmunoglobulinas policlonales, glucocorticoides, una
emulsión de fosfolípidos y antagonistas del TNF-α, IL-2, factor activador
de plaquetas y bradicinina. Muchos factores contribuyen a que estos
procesos no puedan reproducirse, incluidos: 1) heterogeneidad de las
poblaciones de sujetos estudiados, sitio primario de la infección,
enfermedades de fondo y microorganismos causales, y 2) naturaleza del
tratamiento “tradicional”. Un ejemplo notable de este problema es el que se
observó en un estudio clínico sobre un inhibidor de la vía de los factores
hísticos. Si bien al parecer el fármaco había prolongado la supervivencia
después de estudiar a 722 pacientes (p = .006), no sucedió lo mismo en los
siguientes 1 032 sujetos y el resultado global fue negativo. Esta
discrepancia demuestra que los resultados de un estudio clínico no siempre
aplican en todos los individuos, incluso en una población de personas
seleccionada de manera escrupulosa; también sugiere que, por lo menos,
las acciones contra la septicemia deben demostrar una supervivencia
notoriamente más prolongada en varios estudios clínicos con asignación al
azar y comparativos con placebo, antes de aceptarlas como práctica clínica
sistemática.

En un intento importante por reducir la heterogeneidad de los pacientes en


los estudios clínicos, los expertos sugieren realizar cambios que limiten
estas investigaciones clínicas a los sujetos con enfermedades de fondo
similares (p. ej., traumatismo importante) e infecciones causales semejantes
(p. ej., neumonía). El primer fármaco aprobado por la FDA de Estados
Unidos para el tratamiento de personas con septicemia grave o estado de
choque séptico fue la proteína C activada (aPC, activated protein C)
recombinante.

Se aprobó con base en los resultados de un solo estudio clínico


comparativo y con asignación al azar en el que se administró el fármaco en
las primeras 24 h después de iniciada la disfunción orgánica por
septicemia; la supervivencia a 28 días fue mucho más prolongada entre los
individuos que recibieron aPC y que se encontraban graves (calificación de
APACHE II, ≥25) antes de recibir la proteína que entre los testigos que
recibieron placebo. En un análisis retrospectivo escrupuloso, se observó
que la eficacia aparente de los tratamientos estudiados hasta ahora contra la
septicemia ha sido mejor entre los pacientes con mayor riesgo de morir
antes de las medidas terapéuticas; por el contrario, la aplicación de muchos
de estos fármacos aumenta la tasa de mortalidad entre los sujetos que se
encuentran menos graves.

Campaña Para Sobrevivir A La Septicemia

Hay un consorcio internacional que sugiere “agrupar” diversas maniobras


terapéuticas y formar con ellas una sola estrategia algorítmica como
modelo de atención de la septicemia grave. En teoría, esta estrategia
mejoraría la atención al enumerar medidas que al parecer ofrecen los
mayores beneficios, como la administración rápida del antimicrobiano
correcto, líquidos y apoyo de la presión arterial.

Pronóstico

Entre 20 y 35% de los pacientes con septicemia grave y entre 40 y 60% de


aquéllos en estado de choque séptico mueren en los primeros 30 días. Otros
fallecen en los siguientes seis meses. El deceso tardío a menudo es
resultado de una infección mal contenida, inmunodepresión,
complicaciones de cuidados agudos, insuficiencia de múltiples órganos o la
enfermedad de fondo. La mortalidad es similar para las septicemias graves
con cultivo positivo o con cultivo negativo.
Los sistemas para clasificar el pronóstico, como APACHE II, indican que
tomar en consideración diversos factores, como edad del paciente,
enfermedad de fondo y otras variables, ayuda a calcular el riesgo de morir
por septicemia grave.

Profilaxia

La mejor oportunidad para reducir la morbilidad y la mortalidad por


septicemia grave es la que ofrece la prevención. En los países
desarrollados, la mayor parte de los episodios de septicemia grave y choque
séptico es complicación de una infección hospitalaria. Estos casos se
previenen al reducir el número de procedimientos con penetración corporal
que se lleven a cabo, lo cual limita el uso (y la duración) de los catéteres
vasculares y las sondas vesicales, con decremento de la frecuencia y la
duración de la neutropenia acentuada (<500 neutrófilos/μL), y con
tratamiento más intensivo de las infecciones hospitalarias circunscritas.

Los estudios indican que entre 50 y 70% de los pacientes con septicemia
grave o estado de choque séptico hospitalario ha experimentado una fase
menos grave de la respuesta séptica o, por lo menos, un día previo en el
hospital.

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