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Teorías
Todas las teorías propuestas al respecto coinciden en señalar como inicio de la personalidad del
ser humano, el momento en que éste adquiere una vida independiente. Las divergencias surgen
porque no existe acuerdo acerca de cuándo el hombre adquiere vida independiente. Las
principales teorías son:
Teoría de la Concepción
Sostenida por Casajús en España y con remotos antecedentes en la doctrina de los Santos Padres,
esta teoría sostiene que la vida humana independiente comienza en el momento de la concepción
y que por ello la personalidad jurídica del ser humano debe comenzar en dicho momento. En la
práctica esta teoría no ha sido consagrada en el Derecho Positivo, especialmente, por la gran
dificultad que existe para determinar y probar el momento de la concepción.
Sostienen que la personalidad del ser humano comienza en el momento del nacimiento por
considerar que con anterioridad el hombre no tiene una vida independiente. Sus partidarios más
extremistas llegan a sostener que el feto no es sino una parte de la madre, unaportio mulierís, lo
que es falso puesto que biológicamente está demostrado que el feto no es parte del organismo de
la madre y desde luego, tiene una vida diferente de la vida de ella. Estas teorías del nacimiento, a
veces atenuadas o complementadas, han predominado desde los tiempos de Roma. Dentro de
ellas podemos distinguir:
1. La teoría de la vitalidad , que sólo exige que el feto nazca vivo para reconocerle personalidad.
Esta teoría es, entre todas las teorías del nacimiento, la que predomina desde los tiempos de
Justiniano.
2. La teoría de la viabilidad , que exige que el feto nazca vivo y viable (vitae-babilis literalmente:
hábil para la vida), es decir, apto para vivir fuera del seno materno, ya que estima que, caso
contrario, no existe una vida humana independiente. Acogieron esta teoría entre otros, el Código
Civil francés, el italiano de 1865 (no el vigente) y el español.
El gran inconveniente que presenta esta teoría deriva de la doble dificultad de determinar si un
niño nacido vivo es viable o no, y de probarlo después. Para obviar tal inconveniente, el Código
Civil italiano de 1865 establecía una presunción jurís tantum de viabilidad, es decir, que
consideraba que todo niño nacido vivo había nacido viable, salvo que se probara lo contrario. El
Código Civil español estableció en cambio una presunción juris et de jure de que es viable todo
niño que sobrevive 24 horas al nacimiento y de que no lo es, el que no sobreviva dicho plazo. Este
sistema de determinar la viabilidad por la supervivencia del niño, no corresponde a la realidad, ya
que puede ser viable un niño que muera a las pocas horas de nacido (p. ej.: por un accidente), y no
serlo un niño que fallezca al segundo o tercer día de nacido.
Combina las teorías de la concepción y del nacimiento. Sostiene que la personalidad del ser
humano comienza con su nacimiento, pero añade que el concebido se tiene por ya nacido en
cuanto se trate de su bien (infans conceptas pro iam natum habetur quoties de eíns commodís
agitur).
El Nacimiento Y Su Prueba
Entre nosotros, la personalidad jurídica del ser humano, a reserva de lo que diremos respecto de
las personas por nacer, comienza con el nacimiento, o como dice el B.G.B. con la terminación del
nacimiento siempre que el niño nazca vivo, aunque no sea viable. Así pues, en principio, se ha
acogido la teoría de la vitalidad. Conviene aclarar que no obstante las expresiones equívocas de
algunos autores, nadie ha sostenido que la personalidad del ser humano comienza con la
inscripción en el Registro Civil. Nacimiento es la separación del feto respecto del cuerpo de la
madre, aun cuando sea prematuro (antes del final de la gestación normal), cualesquiera que sean
los medios que se empleen para ello (expulsión natural, intervención quirúrgica, entre otros).
Corresponde a la Medicina Legal determinar si un niño ha nacido o no. La opinión dominante es
que para considerar nacido al niño, basta que éste haya salido (totalmente) del seno materno, aun
cuando todavía no haya sido cortado el cordón umbilical. También es cuestión de hecho que
corresponde resolver a la Medicina Legal, la de si un niño ha nacido vivo o no. En Roma, los
proculeyanos exigían que el niño manifestara su vitalidad media voce (por medio de la voz),
mientras que los sabinianos, cuya tesis fue acogida por Justiniano, sostenían que bastaba cualquier
manifestación vital (aun cuando no fuera el "grito"). Modernamente, las pruebas médico legales
más frecuentes para determinar si un niño actualmente fallecido nació vivo son las llamadas
docimasias, que son diversos procedimientos para averiguar si el niño llegó a respirar (existen
docimasias pulmonares —hidrostática, óptica, histológica—, digestiva, entre otros). El medio legal
por excelencia para probar el nacimiento es la partida de nacimiento y, en su defecto, la sentencia
supletoria correspondiente.
La carga de la prueba de que el niño nació con vida corresponde a quien lo afirma, es decir, que
corresponde probar que el niño nació y que nació vivo, a quien fundamente una pretensión en el
hecho de que el niño nació vivo. En nuestro Derecho no existe la presunción del Código Civil
austriaco de que, en la duda, debe considerarse que el niño nació vivo. Igualmente debe señalarse
que quien alega un derecho que depende del momento del nacimiento de una persona y, en
particular, del orden cronológico en que ocurrieron los nacimientos de dos o más personas, tiene
la carga de probar el momento del nacimiento y, en su caso, el orden cronológico de los
nacimientos en cuestión. No existe presunción alguna en esta materia.
A pesar de que nuestro Derecho acoge en principio la teoría de la vitalidad, también toma en
cuenta a la persona por nacer (nascíturus, literalmente: el que habrá de nacer), tanto cuanto ya
está concebido (conceptus), como cuando está aún por concebir (concepturus), literalmente: el
que habrá de ser concebido).
En nuestro Derecho, "El feto se tendrá por nacido cuando se trate de su bien; y para que sea
reputado como persona, basta que haya nacido vivo" (C.C., art. 17). Al respecto observemos que:
Por "feto", en el sentido del Código Civil, debe entenderse todo ser humano concebido mientras
no haya nacido, cualquiera que sea el tiempo transcurrido desde la concepción. Así pues el
término "feto" no debe entenderse aquí en el sentido médico de la palabra, de acuerdo con el cual
el concebido no se llama feto sino a partir de las 8 semanas de la ovulación o de las 10 semanas a
partir de la última menstruación de la madre.
El sentido de la ley al establecer que el feto se tendrá por nacido cuando se trate de su bien, es
que se lo tendrá por nacido cuando ello lo favorezca. El caso más típico es la adquisición gratuita
de derechos, por ejemplo, a consecuencia de donación o sucesión; pero puede tratarse de
cualquier mejora de condición jurídica. Así, por ejemplo, el feto puede ser reconocido por su padre
natural, lo que en sí mismo no implica que adquiera un derecho, pero le confiere la ventaja de
poder probar quien es su padre. La posibilidad de reconocer al feto, señalada por la doctrina como
consecuencia de la norma que comentamos, fue expresamente reconocida con posterioridad por
el hoy derogado artículo 3° de la Ley sobre Protección Familiar y luego por el Código Civil
reformado (art. 223). Por lo demás, la norma del artículo 17 del Código Civil implica que el feto no
puede quedar obligado cuando ello le sea desfavorable; pero puede quedar obligado caso
contrario, lo que ocurre cuando resulta necesario quedar obligado para adquirir derechos
inseparables de dichas obligaciones, pero que son superiores a ellas (p. ej.: el feto puede quedar
obligado a consecuencia de una herencia cuyo activo sea superior al pasivo).
Por último, la eficacia definitiva de la equiparación del feto al nacido está subordinada a que
posteriormente nazca vivo, sin que importe que sea viable o no. Caso contrario se considera como
si el feto no hubiera existido.
El Derecho también toma en cuenta a la persona desde antes de ser concebida, aunque a efectos
muy limitados.
"Los hijos por nacer de una persona determinada pueden recibir donaciones, aunque todavía no
se hayan concebido" (C.C. art. 1.443, encab.).
Para aceptar la donación "los hijos no concebidos serán representados por el padre o por la madre
indicados por el donante según el caso" (C.C. art. 1.443, ap.l)
Por lo demás, "a menos que el donante disponga otra cosa, la administración de los bienes
donados la ejercerá él, y en su defecto, sus herederos, quienes pueden ser obligados a prestar
caución" (C.C. art. 1.443, ap. 2°). Igualmente pueden recibir por testamento los hijos de una
persona determinada que viva en el momento de la muerte del testador, aunque no estén
concebidos todavía (C.C. art. 840, ap. 1). Así, por ejemplo, una persona puede nombrar como
heredero a los hijos de su única hermana, incluyendo expresamente a los que ésta llegue a
concebir en lo futuro.
Aunque la ley no lo diga en materia de sucesiones, ninguna duda cabe de que, por aplicación
analógica de las normas sobre donaciones, corresponde al padre o a la madre designados por el
testador aceptar la herencia o legado en representación del no concebido. En cuanto a la
administración de los bienes correspondientes se aplican las normas sobre disposiciones
testamentarias condicionales (C.C. art. 925), mientras el concepturus no llegue a ser concebido ni
quede excluida la posibilidad de que llegue a serlo. Por último, puede constituirse hogar en favor
de los descendientes inmediatos (es decir, los hijos) por nacer de una persona determinada (C.C.
art. 633).
Es difícil explicar la condición o situación jurídica del feto entre el momento de la concepción y el
momento del nacimiento, porque la ulterior consideración del feto va a variar según que
posteriormente nazca vivo o no. En efecto, en el primer caso se lo reputa persona desde el
momento de la concepción, mientras que en el segundo se considera como si nunca hubiera
existido. Para explicar esa situación se ha propuesto, entre otras, las siguientes teorías:
a. Teoría de la Ficción. Según esta teoría, cuyo principal defensor fue Savigny, la ley reconoce
personalidad al feto, a sabiendas de que no es persona, con el fin de proteger intereses eventuales
que le parecen dignos de protección; pero hace cesar esa ficción cuando llega a tener la seguridad
de que tales intereses no se actualizarán, lo que ocurre cuando el feto nace sin vida. Esta teoría se
critica porque nada añade a lo que dice ya la ley misma.
b. Teorías que no reconocen Personalidad al Feto. La mayoría de los autores sostienen que el feto
no es persona, aunque difieren sus explicaciones sobre la situación del mismo entre el nacimiento
y la concepción.
Algunos consideran que entre la concepción y el nacimiento los derechos que hubieran sido
atribuidos al feto, caso de estar vivo, quedan sin titular. Si el feto nace vivo los adquiere, si no, los
adquiere la persona a quien hubieran correspondido a falta del feto. A esta explicación se critica
que no se conciben derechos sin sujeto, ya que todo derecho subjetivo implica una facultad de
hacer algo y no se concibe que exista una facultad de hacer algo si no hay quién la tenga.
Otros sostienen que en el período indicado los derechos de referencia tienen sujeto
indeterminado. A poco que se profundice esta teoría, se cae en cuenta de que coincide con la
anterior. Para otros, en el período indicado los derechos de referencias se atribuyen al feto bajo
condición suspensiva de que nazca vivo. Con ello implícitamente se reconoce la personalidad del
feto, ya que se le reconoce la posibilidad de que tenga derechos, aunque sean condicionales.
Para otros, los derechos en referencia se atribuyen a la persona a quien hubieran correspondido
caso de no haber feto, bajo la condición resolutoria de que éste nazca vivo. Esta teoría cae
implícitamente en la anterior.
Teorías que reconocen personalidad al feto. Otros autores sostienen que entre la concepción y el
nacimiento, el feto tiene personalidad jurídica, sólo que su capacidad jurídica está limitada.
Se objeta que de acuerdo con la ley, cuando el feto no nace vivo se considera que no hay
transmisión de derechos entre el feto y la persona a quien se atribuye el derecho, lo que implicaría
negar que el feto hubiera sido persona. Pero si se piensa que el feto sólo puede tener derechos
condicionales y que la condición produce efectos retroactivos, estos efectos de la condición bastan
para explicar que no haya la transmisión arriba indicada, sin necesidad de negar la personalidad
del feto (Aun cuando adherimos a la teoría de que el feto es persona, no debemos ocultar que la
opinión dominante es la contraria).
Etimología de "PERSONA"
Los actores del teatro antiguo usaban unas máscaras que les servían, tanto para
representar la fisonomía del personaje que encarnaban, como para aumentar el
volumen de sus voces. Precisamente por esta última función, la máscara se llamaba
persona -ae, es decir, cosa que suena mucho, ya que la palabra deriva del verbo
personare, que significa sonar mucho (de sonare, sonar y per, partícula que refuerza el
significado). Por una figura del lenguaje se pasó á llamar persona a los actores que
usaban esas máscaras y luego el Derecho tomó la palabra para designar a quienes
actúan en el mundo jurídico.
Por una parte, el Derecho vigente reconoce la personalidad jurídica a todos los
individuos de la especie humana, independientemente de su edad, sexo, salud,
situación familiar y otras circunstancias. Pero no siempre fue así:
Las disposiciones protectoras de los vegetales tienen el mismo carácter que las
protectoras de los animales; en realidad protegen intereses humanos que tienen por
objeto tales entes.
Desde otro punto de vista vale la pena destacar que desde hace mucho tiempo se
discute si el Derecho Positivo se limita a reconocer la personalidad jurídica de los entes
que la tienen o si la personalidad de los mismos es creada por el Derecho Positivo. En
otras palabras, se discute si la personalidad jurídica es anterior a Derecho Positivo, que
sólo la declara, o si es una consecuencia de dicho Derecho, que la constituye o crea.
Por una parte, el Derecho vigente reconoce la personalidad jurídica a todos los individuos de la
especie humana, independientemente de su edad, sexo, salud, situación familiar y otras
circunstancias. Pero no siempre fue así:
La idea de reconocer personalidad jurídica a entes que no fueran individuos de la especie humana,
sólo apareció en forma clara y distinta en la etapa bizantina del Derecho romano, bajo Teodosio II.
El desarrollo de la institución de las personas jurídicas fue obra laboriosa de la jurisprudencia
medioeval, que con elementos de los Derechos romano, germánico y canónico acertó a
encontrar soluciones prácticas adecuadas, aunque no pudo crear una doctrina coherente en la
materia. La Revolución Francesa extendió su animadversión hacia los gremios y corporaciones a
todas las personas jurídicas stricto sensu, lo que explica que el Código Napoleónico no las regule.
La reglamentación legislativa expresa de las personas jurídicas tiene su origen en el siglo pasado.
Fue el Código Civil chileno de 1855 el primer código importante que reglamentó dichas personas.
Le siguieron el viejo Código Civil portugués, algunos Códigos Civiles americanos, y el Código Civil
español. Pero fue el B.G.B. el primero que incluyó una reglamentación completa en la materia, que
luego inspiró a los Códigos Civiles japonés, suizo, peruano de 1936 y venezolano de 1942. En la
actualidad existe una rica y valiosa bibliografía sobre las personas jurídicas; pero aún se discute
vivamente acerca de la naturaleza de las mismas, como se verá al estudiar la asignatura
"Introducción al Derecho".
Las disposiciones protectoras de los animales que existen en el derecho vigente no implican
concesión de derechos a tales seres, sino que son normas dictadas en protección de intereses
humanos que tienen por objeto a los animales y que pueden ser utilitarios (p. ej.: evitar la
extinción de una especie), o de otro orden (p. ej.: evitar el desagrado de presenciar crueldades
inútiles). Menos aun puede considerarse que el Derecho vigente sujete a los animales al
cumplimiento de deberes civiles o penales, aun cuando sus dueños puedan llegar a incurrir en
responsabilidad con motivo de hechos de sus animales.
Las disposiciones protectoras de los vegetales tienen el mismo carácter que las protectoras de los
animales; en realidad protegen intereses humanos que tienen por objeto tales entes.
Desde otro punto de vista vale la pena destacar que desde hace mucho tiempo se discute si el
Derecho Positivo se limita a reconocer la personalidad jurídica de los entes que la tienen o si la
personalidad de los mismos es creada por el Derecho Positivo.Sin examinar las teorías propuestas,
podemos presentar las siguientes conclusiones: 1) El Derecho Positivo debe atribuir personalidad
jurídica a los individuos de la especie humana y a determinadas personas jurídicas (.stricto sensu),
porque así lo exige la consideración racional de la naturaleza humana, mientras que, queda en
libertad para atribuirla o no a otros entes; pero 2) el Derecho Positivo .puede desconocer y de
hecho ha desconocido ese deber de modo que la determinación de cuáles son los entes que gozan
de personalidad jurídica en un ordenamiento dado, la hace el Derecho Positivo.
Antecedentes Romanos
La teoría del estado de las personas procede del Derecho Romano, en el que el estado era
presupuesto de la capacidad jurídica e incluso de la personalidad de los individuos de la especie
humana. En Roma existían tres estados: el estado de libertad (status libertatis), el estado de la
ciudadanía (status civitatis) y el estado de la familia (status familiae), de acuerdo con los cuales los
individuos se clasificaban, respectivamente, en libres o esclavos, ciudadanos o extranjeros, “sui
juris” y “alienis juris” (jefe de familia y sujetos a la potestad de un jefe de familia). Se requería
tener posición privilegiada en los tres órdenes para tener plena capacidad
jurídica. </></></></></></></></></></></></></></></></></></></>
Concepciones Modernas
Concepto amplísimo del estado civil . En un sentido muy amplio, parte de la doctrina moderna
llama estados civiles a las cualidades o condiciones de las personas que la ley toma en
consideración para atribuirles efectos jurídicos, y llama estado civil de una persona al conjunto de
sus cualidades o condiciones de las cuales derivan importantes consecuencias jurídicas. Pero la
inmensa mayoría de los autores no admiten un concepto tan amplio, ya que se resisten a llamar
estado civil, por lo menos, a las condiciones relativas a la profesión u oficio de las personas, no
obstante las importantes consecuencias jurídicas que derivan de esas condiciones.
Etimología de "PERSONA"
Los actores del teatro antiguo usaban unas máscaras que les servían, tanto para representar la
fisonomía del personaje que encarnaban, como para aumentar el volumen de sus voces.
Precisamente por esta última función, la máscara se llamaba persona -ae, o sea, cosa que suena
mucho, ya que la palabra deriva del verbo personare, que significa sonar mucho (de sonare, sonar
y per, partícula que refuerza el significado). Por una figura del lenguaje se pasó á llamar persona a
los actores que usaban esas máscaras y luego el Derecho tomó la palabra para designar a quienes
actúan en el mundo jurídico.
Algunos autores limitan el estado civil a las condiciones o cualidades permanentes de las personas
que determinan su posición fundamental frente al conglomerado social, especialmente frente al
estado y a la familia.
a) A cada una de las cualidades condiciones que se llaman estados civiles corresponde una o más,
que en abstracto, podría tener la persona, no puede ser separado, pero en concreto no puede
tener mientras conserve el anterior
b) El estado civil por ser un conjunto de cualidades o condiciones de la persona, no puede ser
separado de si misma en el orden real, sino por abstracción.
c) El estado civil en si mismo no es un derecho subjetivo, ya que no consiste en una “falcultas
agendi” ( Cuando el derecho a la propia conducta es de hacer algo, llamase facultas agendi;
cuando es de no hacer algo, denominase facultas omitendi).
d) El estado civil en principio es único y absoluto, único, en el sentido de que de un mismo hecho o
acto no puede derivarse sino uno de los estados de cada alternativa. Absoluto, En el sentido de
que el estado civil puede hacerse valer “erga omnes”, o sea, frente a todos.
e) El estado civil en si mismo interés al orden público, en consecuencia es indispensable (Es
necesario ninguna persona puede prescindir de el) , indisponible (Que no se puede disponer
libremente de el, no puede cederse, traspasarse o enajenarse) e imprescriptible ( que no puede
prescribir, que no se extingue o perece por el transcurso del tiempo).
Es importante la lectura de proyectos legislativos que permitan conocer a través del análisis la
defensa del Derecho a la vida, desde donde nacen los derechos de las personas en sí mismas.
La filiación , es el vínculo jurídico que existe entre dos personas de las cuales una es el padre o la
madre de la otra, si la relación se contempla de la madre al hijo se llama filiación materna por el
contrario si se contempla del padre al hijo se llama filiación paterna, la filiación es el punto de
partida del parentesco, en cuanto a la filiación materna el parto permite conocer con certeza la
relación biológica entre la madre y el hijo que ha dado a luz, en el caso de la filiación paterna sólo
puede ser conocida a través de presunciones (Ej. los hijos nacidos dentro del matrimonio), en caso
de disputa, una vez que ha quedado probada la maternidad una serie de circunstancias
de tiempo y lugar nos permite inferir que hombre a engendrado a aquella persona cuya filiación
se trata de establecer.
El concepto de filiación es básico en las sociedades organizadas por parentesco, en la medida que
permite a los miembros de una sociedad reconocer la pertenencia de una persona a un
determinado segmento social, ya que, la finalidad de esta es permitirles a las personas conocer su
verdadera procedencia biológica. Existen diferentes formas de filiación como el caso de la filiación
biológica, la filiación social y la filiación jurídica.
Dicha presunción se basa en tomar en cuenta el momento del nacimiento y a esa fecha se le resta
la duración del embarazo. Sin embargo, como la duración del embarazo es variable no se puede
señalar una fecha precisa, sino el lapso dentro del cual debió ocurrir la concepción, que viene a ser
el cálculo de ésta.
Importancia.
Existe un gran interés jurídico en poder determinar el momento en que ocurre la concepción, no
sólo para saber cuando comienza la protección del feto sino también para otros efectos jurídicos,
tales como la determinación de la paternidad de los hijos.
Entre nosotros no existe una norma expresa para calcular el lapso de la concepción a todos los
efectos legales, aun cuando la reforma del 82, estableció una disposición expresa para efectuar
dicho cálculo a los efectos de determinar la filiación, cualquiera que sea su origen. Así actualmente
el Código establece en la sección "Presunciones relativas a la filiación" que "Se presume, salvo
prueba en contrario, que la concepción tuvo lugar en los primeros ciento veintiún (121) días de los
trescientos (300) que preceden al día del nacimiento" (C.C. art.213).
De allí se concluye que el legislador consideró que, salvo prueba en contrario, la duración mínima
de la gestación de un niño que nace vivo es de 180 días y la máxima de 300. En efecto, entre los
días 180 y 300 anteriores al nacimiento, ambos inclusive, hay 121 días (300-179=121). Ahora bien,
la doctrina dominante sostiene que la expresada presunción es aplicable a todo efecto legal en
que interese determinar la época en que una persona fue concebida, ya que no puede suponerse
que el momento de la concepción varíe según el efecto jurídico de que se trate porque la materia
es de naturaleza biológica en la cual el efecto jurídico no tiene ninguna influencia. Esta opinión
tiene particular fuerza en nuestro Derecho porque, de acuerdo con la reforma del 82, "A los
efectos sucesorios la época de la concepción se determinará por las presunciones legales
establecidas en los artículos 201 y siguientes para la determinación de la filiación paterna" (C.C.
art. 809, 2a disp.).
El Derecho Positivo debe atribuir personalidad jurídica a los individuos de la especie humana y a
determinadas personas jurídicas (stricto sensu), porque así lo exige la consideración racional de la
naturaleza humana, mientras que, queda en libertad para atribuirla o no a otros entes; pero el
Derecho Positivo, puede desconocer y de hecho ha desconocido ese deber de modo que la
determinación de cuáles son los entes que gozan de personalidad jurídica en un ordenamiento
dado, lo hace el Derecho Positivo.
I. Personas naturales, individuales, físicas, simples o concretas que son los individuos de la especie
humana y sólo ellos.
II. Personas jurídicas en sentido estricto, colectivas, morales, complejas o abstractas, que son
todos los entes aptos para ser titulares de derechos o deberes y que no son individuos de la
especie humana.
Esta doctrina es criticada en el sentido de que la mayoría de los autores no admiten un concepto
tan amplio, porque consideran que no debe llamarse estado civil a las condiciones relacionadas
con la profesión u oficio de las personas.
El estado civil se refiere exclusivamente a la posición del individuo frente a la familia, porque la
posición del individuo frente al Estado se hace irrelevante en el Derecho Privado como
consecuencia del principio de igualdad entre nacionales y extranjeros. Esta corriente constituye el
sentido que el Código Civil venezolano suele darle al estado civil de las personas.
Existe una corriente aún más restringida que relaciona al estado de las personas como la posición
de éstas frente al matrimonio.
Sin duda alguna, el estado civil constituye un hecho jurídico complejo, porque está formado por
varios hechos jurídicos, siendo uno de los atributos de la personalidad jurídica. Entonces el estado
civil nace, se modifica, conserva, extingue, como consecuencia de sendos hechos jurídicos simples
o complejos.
Expuestas estas doctrinas, conviene destacar que en la vida diaria y administrativamente se utiliza
frecuentemente la última de estas acepciones. Es por esta razón que a nadie se le ocurriría decir
que su estado civil es hombre, venezolano, heredero, propietario y aún menos, padre, hijo, nieto,
hermano. Las personas se referirían a su estado civil diciendo que son casados, solteros, viudos,
divorciados.
A veces interesa determinar cuál de dos o más sujetos ha muerto primero que el otro, lo que
resulta peculiarmente difícil cuando dichos sujetos han fallecido en un mismo acontecimiento sin
que existan indicios del orden en que ocurrieron las muertes. Las legislaciones resuelven el
problema adoptando el sistema de la premoriencia o el de la conmoriencia.