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119-Texto de La Contribución-206-1-10-20200228
119-Texto de La Contribución-206-1-10-20200228
1*
Oscar Horta
Universidad de Santiago de Compostela
Resumen/Abstract
Este artículo presenta un marco conceptual para examinar la cuestión del especismo.
Comienza definiendo este como la consideración o trato desfavorable injustificado de
quienes no pertenecen a una determinada especie. A continuación, aclara algunos de los
malentendidos comunes acerca de qué es y qué no es el especismo. Tras esto, argumenta
en contra de la confusión entre (1) los diferentes modos en que se puede defender el
especismo; y (2) las diferentes posiciones que asumen el especismo como una de sus pre-
misas. Dependiendo de si estas últimas aceptan o no otros criterios para la consideración
moral aparte del especismo, pueden ser posiciones especistas simples o combinadas. Pero
el especismo sigue siendo en todos los casos la misma idea. Finalmente, este artículo
examina el concepto de antropocentrismo, que define como el trato desfavorable o la
consideración de aquellos que no son miembros del género humano. El concepto de
antropocentrismo difiere del de especismo y el de misoteria (la animadversión hacia los
animales no humanos). No obstante, puede concluirse que el antropocentrismo es una
forma de especismo, a la luz de lo que indican, entre otros, el argumento de la superpo-
sición de especies y el argumento de la relevancia.
What Is Speciesism?
against the confusion between (1) the different ways in which speciesism can be de-
fended; and (2) the different positions that assume speciesism among their premises.
Depending on whether or not these views accept other criteria for moral consideration
apart from speciesism, they can be characterized as combined or simple speciesist po-
sitions. But speciesism remains in all cases the same idea. Finally, the paper examines
the concept of anthropocentrism, which is defined as the disadvantageous treatment
or consideration of those who are not members of the human species. This notion
must be conceptually distinguished from speciesism and from misothery (aversion to
nonhuman animals). However, it can be claimed that anthropocentrism is an instance
of speciesism, in light of what the argument from species overlap and the argument
from relevance, among others, state.
Oscar Horta
Es profesor en la Universidad de Santiago de Compostela. Anteriormente fue investi-
gador en la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Es también miembro
de la Fundación Ética Animal. Es autor, entre otros trabajos, del libro Un paso adelante
en defensa de los animales. En 2007 obtuvo el Premio de Ensayo Ferrater Mora.
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¿Qué es el especismo?
Introducción
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Especismo
divina del mundo, o que tienen una cultura menos desarrollada. Si acep-
tamos la definición de racismo que se corresponde con (E3), no será racista.
Tampoco será sexista discriminar a las mujeres no por su sexo, sino con
base en la idea de que fueron elegidas por Dios para servir a los hombres o
a la de que no tienen las mismas capacidades que los varones.
Esto choca con la opinión que generalmente se sostiene a día de hoy.
Posiciones como la que acabamos de ver son generalmente consideradas
racistas y sexistas. La palabra “racismo” se usa normalmente para referir
todo tipo de consideración desfavorable e injustificada de quienes no
tienen cierta ascendencia o ciertos rasgos físicos (como el color de la piel,
los rasgos faciales, etc.). Del mismo modo, la palabra “sexismo” se uti-
liza para referirse a todo tipo de consideración o trato desfavorable e in-
justificado de quienes no son varones. No hay razón para conceptualizar
el especismo de una manera diferente.5 Por lo tanto, si aceptamos (E3)
tendríamos que cambiar el significado que hoy tienen de hecho estos tér-
minos, algo que no parece adecuado.6 Así que tenemos razones de peso
para no restringir el significado de los términos “especismo”, “racismo”
o “sexismo” para denotar únicamente aquellas discriminaciones basadas
en la mera pertenencia a un cierto grupo. Esto, además de que generaría
mucha confusión, probablemente conduciría en la práctica a entender
el término “especismo” de modo distinto a como se comprenden otros,
como “racismo” o “sexismo”. Tal diferenciación (que iría en perjuicio la
causa antiespecista) sería injustificada. Debemos concluir, por tanto, que
(E1) es correcta: el especismo es la consideración o el trato injustificado
desfavorable de quienes no pertenecen a una cierta especie.
En realidad, incluso esta definición no es completamente exacta. Una
descripción algo más precisa del especismo podría formularse como sigue:7
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¿Qué es el especismo?
(E1’) sería una descripción más neutra con respecto a la clasificación de los dife-
rentes individuos de acuerdo con una determinada taxonomía biológica, y daría
cuenta también del hecho de que alguien puede ser víctima del especismo con base
en confusiones en lo que respecta a su identificación dentro de una especie u otra.
En cualquier caso, para simplificar, podemos asumir que (E1) caracteriza adecuada-
mente al especismo, incluso si (E1’) lo hace con más rigor.
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Discriminación
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Entre los humanos las razas no son un grupo relevante, pero entre los animales las
especies ciertamente sí lo son. Nunca es cierto que, para saber cómo tratar a un ser
humano, se deba averiguar a qué raza pertenece... Pero en el caso de un animal,
saber cuál es su especie es absolutamente esencial [para ello]. Incluso los miembros
de especies bastante similares y estrechamente relacionadas pueden tener necesida-
des completamente diferentes… (1983, pp. 98-99).
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las diferencias entre ellos; pues de lo contrario su peso no puede ser com-
parado. Pensemos en el caso de dos personas que estén gravemente enfer-
mas (pongamos por caso que una de ellas padece una enfermedad hepática,
mientras que a la otra se le ha diagnosticado algún tipo de enfermedad
coronaria). Supongamos que sufren condiciones igualmente graves, y su
salud, o incluso su vida, está igualmente amenazada en ambos casos. Tener
en cuenta sus intereses de forma igualitaria implica que, en igualdad de
condiciones, intentaremos darles un trato igualmente adecuado a ambos.
Pero esto, por supuesto, no significa que el trato que deben recibir tenga
que ser el mismo en ambos casos, ya que las necesidades de los pacientes
serán diferentes. “Tratar de forma igualitaria” significa “tratar de acuerdo
con lo que implica una consideración igual de intereses”, motivo por el
cual no siempre implica tratar de la misma manera a diferentes individuos.
El especismo no es sufrido por las especies como tales, sino por sus miem-
bros individuales. Hay una confusión común en este punto. Probable-
mente en la mayoría de los casos los motivos de esta son lingüísticos.
Pero a veces también puede deberse al hecho de que (debido a las actitu-
des especistas) a menudo los animales no humanos no son considerados
como individuos, sino como simples ejemplares de una especie. Por lo
tanto, los individuos se identifican frecuentemente con las especies a las
que pertenecen. Pero, así como el grupo de todos los triángulos no tiene
las propiedades que tienen los triángulos, no se puede decir que los inte-
reses de un individuo sean los intereses de su especie. En realidad, la idea
misma de “los intereses de una especie” es altamente confusa. Mientras
una especie no sea en sí misma un ser con la capacidad de experimentar
sufrimiento o bienestar, o de tener alguna clase de preferencia, es difícil
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Posiciones especistas
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desde nuestra perspectiva) y que no tenemos por qué cuestionar que los
favorezcamos.
Sin embargo, otros autores y autoras, como ya hemos visto, afirman que
C debe tener valores diferentes, como la posesión de ciertas capacidades
o relaciones. LaFollete y Shanks (1996, pp. 42-43) han distinguido así la
existencia de dos formas de especismo. El especismo raso (o “simple” –en
inglés “bare”–) sería el defendido con base en la mera pertenencia a la es-
pecie. A su vez, el especismo indirecto sería el que, rechazando la relevancia
de tal criterio, sostendría no obstante que existen otras diferencias mo-
ralmente relevantes entre los miembros de diferentes especies. De modo
similar, Rachels distinguió entre dos clases de especismo, describiendo a
una de ellas, que llamó “no elaborada” (o “vasta” –en inglés “unqualified”–)
como “la opinión de que la especie por sí sola es moralmente importante”
(1990, p. 182). La otra, que sería una forma de especismo “elaborada”
–“qualified”–, sostendría que las especies por sí solas no serían moralmente
relevantes, pero que, sin embargo, “la pertenencia a especies se correlacio-
na con otras diferencias que son significativas” (1990, p. 184).
Hay que tener en cuenta que aquí ni LaFollete y Shanks ni Rachels
están sosteniendo explícitamente que (E1) o que (E2) sean buenas defini-
ciones del especismo. Únicamente afirman que hay dos versiones dife-
rentes de este. Esto, en principio, no contradice (E1). Sin embargo, hay
varias razones para rechazar la clasificación que están haciendo aquí.
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¿Qué es el especismo?
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Esta es una lista exhaustiva. Las diferentes formas en que se puede de-
fender la discriminación contra quienes no pertenecen a una determina-
da especie pueden incluirse en algunas de las cinco categorías enumera-
das anteriormente, o pueden ser combinaciones de algunas de estas. Por
ejemplo, algunos autores han defendido que se puede ser moralmente
considerable si se poseen ciertas capacidades o si se pertenece al géne-
ro humano (Scanlon, 1998). Esa sería una combinación “horizontal” de
dos criterios encuadrables en las categorías indicadas. Otros autores han
afirmado que debemos ser parciales con quienes tienen ciertas relacio-
nes con los individuos que poseen determinadas capacidades (Cohen, en
Cohen y Regan 2001; Scruton 1996), o con quienes tienen la capacidad
de tener ciertas relaciones (Goldman 2001). Estas pueden considerarse
combinaciones “verticales” de distintos criterios (en el sentido de que
defienden un criterio que incluye por debajo otro diferente encapsulado
o subyacente). Que cualquiera de estas posiciones combinadas se en-
cuentre justificada dependerá de si lo están los criterios que combinan.
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Otra división entre las defensas del especismo que es interesante consi-
derar es la que han realizado Bernstein (2004, p. 380) y Jamieson (2008,
p. 109). Han distinguido lo que llaman “especismo absoluto” y “espe-
cismo relativo”. Un punto de vista especista absoluto diría que todo el
mundo debería tratar de manera desfavorable a quienes no pertenecen a
una determinada especie. Una visión especista relativa mantendría que
solamente deberían hacerlo quienes pertenecen a esa especie. Las defensas
del especismo que apelan a las capacidades serían de tipo absoluto. Por
su parte, entre las defensas del especismo que se refieren a las relaciones,
algunas serían relativas, y otras absolutas (estas últimas sostendrían que la
forma en que los miembros de una determinada especie se relacionan con
otros seres es una razón para que todo el mundo les tenga que dar una con-
sideración especial). Lo mismo sucedería en el caso de cualquier posición
que combine alguna clase de criterio relacional con otro que no lo sea.
El siguiente cuadro presenta las diferentes formas en que se puede
defender el especismo (no incluye las que combinan varias de estas, que
pueden ser de múltiples tipos):
Defensas del especismo
Definicionales Argumentadas
Apelando a criterios cuyo cumplimiento Apelando a criterios cuyo cumplimiento
puede ser corroborado no puede ser corroborado
Apelando a relaciones Apelando a Apelando a relacionesApelando a
características características
Relativas Absolutas Relativas Absolutas individuales Relativas Absolutas individuales
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El principio es vago. No hay una forma precisa de determinar qué intereses son
básicos, cuáles serios y cuáles son más periféricos, o de cómo clasificar los intereses
con precisión (1979, p. 74).
2. Las distinciones de VanDeVeer y Rachels solo tienen que ver con las
manifestaciones o consecuencias visibles de diferentes posiciones espe-
cistas. Sin embargo, parece que es más informativo distinguir estas posi-
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Antropocentrismo
Especismo y antropocentrismo
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Antropocentrismo y posiciones
basadas en premisas antropocentristas
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Antropocentrismo y misoteria
He acuñado la palabra misoteria... Viene de dos palabras griegas, una que significa
“odio” o “desprecio”, la otra que significa “animal”. Por lo tanto, literalmente, la
misoteria es el odio y el desprecio por los animales.22
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actitud hostil para que esto ocurra. De hecho, incluso podemos sentir
cierta simpatía hacia alguien a quien discriminamos (algunos dueños
de esclavos humanos se comportaban con una cierta amabilidad hacia al
menos algunos de sus esclavos, y muchos hombres sexistas pueden sentir
simpatía por las mujeres a quienes discriminan). Asimismo, los anima-
les no humanos son dañados a diario por los humanos no porque quienes
pagan para que esto ocurra quieran infligirles un daño, sino porque ello
es requerido para la producción de una serie de bienes o servicios que
muchos humanos quieren disfrutar. La muerte y el sufrimiento de los
animales debido a esto podrían definirse, al menos en muchos casos,
como una clase de subproducto de este proceso. Quienes consumen di-
chos bienes o servicios de origen animal disfrutan usando estos. Pero,
con algunas excepciones, no disfrutan como tal el hecho de hacer daño
a los animales. Simplemente no valoran adecuadamente los intereses en
no ser dañados de los animales no humanos. Por supuesto, puede haber
excepciones, pero estas no parecen ser la regla general. Algunas personas
son misóteras. Pero la mayoría de los humanos son antropocentristas y
no necesariamente misóteros. Mason introduce la hipótesis de que la
misoteria constituiría un mecanismo para aliviar el sentimiento de culpa
que tenemos como consecuencia de dañar a los animales no humanos.
De esta manera, adoptaríamos actitudes misóteras como una herramien-
ta para tratar de justificar nuestros sesgos antropocentristas. Quizás esto
sea así. En cualquier caso, lo que podemos afirmar es que la misoteria y el
antropocentrismo son dos posiciones diferentes, aunque sea cierto que,
como Mason intenta mostrar, la primera puede vincularse a la segunda.
A la inversa, es obvio que la oposición al antropocentrismo no implica
una actitud de afecto por los animales (aunque, por supuesto, no excluye
tal disposición, y puede verse movida por ella). Esto sucede igualmente
en el ámbito intrahumano: no es necesario sentir cariño por los humanos
con un cierto color de piel para oponerse a su discriminación.
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(1) Definicionales.
(2) Por medio de una apelación a características individuales cuya
posesión puede ser corroborada.
(3) Por medio de una apelación a ciertas relaciones que se supone
que tienen los humanos cuya existencia puede ser corroborada.
(4) Por medio de una apelación a características individuales cuya
posesión no puede ser corroborada.
(5) Por medio de una apelación a ciertas relaciones que se supone que
tienen los humanos cuya existencia no puede ser corroborada.
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tener prioridad sobre los que apelan a las relaciones. Y pueden evaluarse
de manera similar, como acabamos de ver.
Este argumento contra el antropocentrismo se ha denominado a veces
como “el argumento de los casos marginales”. Esto es desafortunado. Al
margen de que hay quienes piensan que esta terminología puede resul-
tar ofensiva, conlleva una seria confusión. El nombre parece suponer que
dentro de la humanidad podemos encontrar un centro y unos márgenes,
que son determinados por la posesión de ciertas capacidades. Sin embar-
go, lo que realmente muestra el argumento es que esto no es así, pues hay
seres humanos que no tienen esas capacidades. Pero, sin embargo, son
tan humanos como los que los satisfacen (de lo contrario, el argumento
no tendría sentido). Además, como hemos visto, el argumento no solo se
aplica con respecto a las capacidades, sino también a las relaciones. Es por
estos motivos por los que el término “argumento de la superposición de
especies” –acuñado por Miller (2002), y también usado por Ehnert (2002)
y Wilson (2005)– es una opción mejor para llamar a este argumento.
2. Hay otro argumento que puede ser usado para defender que tales
criterios no pueden ser justificados. Podemos llamarlo el argumento de
relevancia. Supongamos que asumimos que lo que es moralmente relevante
debería depender de lo que es relevante para aquello sobre lo que tra-
tan nuestras decisiones morales. Son moralmente considerables aquellas
entidades que tenemos en cuenta cuando nuestras decisiones afectan a
la distribución de beneficios y/o daños. Por definición, para recibir un
beneficio o un daño resulta irrelevante cualquier atributo que no deter-
mine, como tal, que podamos recibir un beneficio o un daño. Entonces,
según el argumento, si efectivamente aceptamos esto, tendríamos que
asumir que solo puede considerarse moralmente relevante un criterio de
entre todos aquellos que entran en los tipos (2) y (4):24 el que se refiere
a la capacidad de recibir daños o beneficios. Dado esto, si aceptamos
que esta capacidad no es poseída solo por los humanos sino también por
otros animales,25 tendremos que rechazar el antropocentrismo.
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Agradecimientos
Este trabajo fue realizado con el apoyo del Ministerio de Ciencia e In-
novación (exp. 2008 -0423). Agradezco sus comentarios sobre el texto a
Richard Haynes, David Sztybel, Lee Hall, un árbitro anónimo, y a quie-
nes discutieron las ideas incluidas en él en la Universidad de Santiago
de Compostela, y a Ana Cristina Ramírez Barreto por su invitación a
publicar esta versión del artículo.
Notas
1*
Esta es una versión revisada, con algunos cambios en el modo en el que se expo-
nen los diferentes conceptos que en él se definen, de un artículo inicialmente publica-
do en inglés en 2010, con el título “What Is Speciesism?”, Journal of Agricultural and
Environmental Ethics, 23, 243-266.
2
La discriminación contra quienes no pertenecen a un cierto grupo de especies
puede considerarse, conforme a este esquema, una agregación de varias discriminacio-
nes especistas diferentes.
3
Evelyn Pluhar, quizás la teórica que hasta el momento ha examinado más en
detalle las diferentes defensas del especismo antropocéntrico, ha usado el término
“perspectiva de la personeidad plena” para nombrar la idea de que solamente quienes
tienen ciertas capacidades individuales poseen lo que ella llama máxima significación
moral (Pluhar 1995, p. 61). Pluhar ha rechazado esta opinión, pero no la ha descrito
como especista.
4
De alguna manera, esta parece ser la visión expresada en la “Declaración contra
el Especismo” proclamada en Cambridge en 1977, que dice: “[n]o aceptamos que una
mera diferencia de especie (como una diferencia de raza) puede justificar la explotación
o la opresión arbitraria”. Véase Paterson y Ryder (1979).
5
Esta idea también es defendida por Dunayer (2004, pp. 2-3).
6
De hecho, el especismo es un tipo de discriminación menos reconocido, por lo
que puede ser más difícil entender qué quieren decir exactamente quienes usan ese
término cuando lo emplean.
7
La idea de que las especies existen como tipos dados es cuestionable, véase sobre
esto Dupré (2002). Otro libro muy conocido que contiene varios ensayos sobre el tema
es Cavalieri y Singer (1993), véanse en particular los capítulos de Dawkins, Dunbar o
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Referencias
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