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Eficacia de La Norma Penal
Eficacia de La Norma Penal
VALIDEZ PERSONAL:
La ley penal se aplica indistintamente a todo individuo que cometa un delito o una falta
en el territorio de la República (artículo 3 del Código Penal). Y así mismo la
Constitución de la República consagra en su artículo 21 el principio de la igualdad de
todos los ciudadanos, lo que impide establecer discriminaciones entre los individuos
que puedan sustraerlos de la aplicación en, nuestro caso, de la ley penal.
Sin embargo, en nuestro ordenamiento, como en la mayoría de las legislaciones, se
establecen algunas excepciones, para ciertas personas, en razón de las funciones
públicas que desempeñan.
INMUNIDADES:
Los Diputados a la Asamblea Nacional y Asambleas Legislativa de los
Estados: En Venezuela existen diversos casos de exención de la aplicación de la ley
penal venezolana por hechos punibles cometidos por determinadas personas en el
ejercicio de sus funciones.
Es el caso de la denominada inviolabilidad de los diputados de la Asamblea Nacional y
de las Asamblea Legislativas de los Estados, a quienes la Constitución de la República
y de los Estados le reconoce la inmunidad, no concediendo responsabilidad penal, civil
o administrativa a consecuencia de los votos y opiniones emitidas en el ejercicio de sus
funciones.
De esta forma, se consagra la inmunidad parlamentaria como una garantía del ejercicio
autónomo de las funciones legislativas respecto de los otros poderes y como garantía
para el mejor y efectivo cumplimiento de la función parlamentaria. La inmunidad, está
referida al ejercicio de las funciones parlamentarias, desde el momento de la
proclamación por parte del órgano electoral, hasta la conclusión del mandato.
Su desconocimiento por parte de los funcionarios públicos ocasiona sanciones de
naturaleza penal que el legislador deberá establecer en la ley correspondiente.
En cuanto a los presuntos delitos cometidos por los diputados, conocerá el Tribunal
Supremo de Justicia en forma privativa, siendo la única autoridad que, previa
autorización de la Asamblea Nacional, podrá ordenar la detención o continuar el
enjuiciamiento, según sea el caso. En caso de delito flagrante cometido por algún
diputado, la autoridad competente pondrá a éste bajo custodia en su residencia y
comunicará de manera inmediata el hecho al Tribunal Supremo de Justicia.
Por la inviolabilidad, un diputado puede incurrir en hechos cometidos por medio de la
palabra oral o escrita, calificables como de difamación, injuria, instigación a la
desobediencia de la ley o de la autoridad, incitación a la rebelión, vilipendio u ofensas a
funcionarios entre otros y ello, sencillamente, no es delito, porque por esas conductas
de los diputados, que se concretan en expresiones u opiniones, se encuentran exentas
de la aplicación de la ley penal, razón por lo cual, su integridad personal es inviolables
por ningún órgano del poder público, salvo que sea sometido al procedimiento de
desafuero previsto en la misma Constitución de la Republica con la finalidad que se
establezca el antejuicio de mérito y que sea despojado de su inmunidad por el mismo
cuerpo legislativo.
De acuerdo con la Constitución de la República en el artículo 199 señala:
Artículo 199: Los Diputados o Diputadas de la Asamblea Nacional no son
responsables por votos y opiniones ejercidas en el ejercicio de sus funciones. Sólo
responderán ante los electores o electoras y el cuerpo legislativo de acuerdo con la
constitución y los reglamentos.
Dos aspectos básicos discute la doctrina con relación a este punto, la extensión de esta
inmunidad y su naturaleza jurídica.
En cuanto a la extensión de la inmunidad, debe precisarse que la inviolabilidad se limita
a los votos y opiniones emitidos por los diputados en ejercicio de sus funciones, dentro
o fuera de la Asamblea Nacional.
En cuanto a la naturaleza jurídica, algunos autores creen que se trata de una causa de
justificación, otros de una excusa absolutoria y otros de una excusa personal de
exclusión de la pena. La doctrina venezolana se ha inclinado a considerarlo una causa
personal de exclusión de la pena, por quedar excluidos de la aplicación del Derecho
Penal, en razón de la función ejercida.
Artículo 200. Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional gozarán de
inmunidad en el ejercicio de sus funciones desde su proclamación hasta la conclusión
de su mandato o la renuncia del mismo. De los presuntos delitos que cometan los o las
integrantes de la Asamblea Nacional conocerá en forma privativa el Tribunal Supremo
de Justicia, única autoridad que podrá ordenar, previa autorización de la Asamblea
Nacional, su detención y continuar su enjuiciamiento. En caso de delito flagrante
cometido por un parlamentario o parlamentaria, la autoridad competente lo o la pondrá
bajo custodia en su residencia y comunicará inmediatamente el hecho al Tribunal
Supremo de Justicia.
Los funcionarios públicos o funcionarias públicas que violen la inmunidad de los o las
integrantes de la Asamblea Nacional, incurrirán en responsabilidad penal y serán
castigados o castigadas de conformidad con la ley.
Diversa es el alcance de la inmunidad, que es considerada relativa y temporal, por lo
cual hasta tanto no sea revocada, los parlamentarios no pueden ser de ninguna forma
coartados en el ejercicio de sus funciones; no pueden ser apresados, salvo en caso de
flagrancia, lo cual no excluye expresamente el antejuicio de la inmunidad o la función
parlamentaria, ni se puede entender que sea la justificación para levantar o cesar
automáticamente el privilegio; no pueden ser objeto de registro o de requisas; no
pueden ser sometidos a proceso penal, si antes no se cumplen dos pasos esenciales
como son: primeramente que el Tribunal Supremo de Justicia declare por sentencia de
la Sala Plena, que hay mérito para ello; y segundo que es un aspecto fundamental, que
la Asamblea Nacional, autorice el enjuiciamiento por la mayoría simple de sus
integrantes, situación que eventualmente pudiera no hacer por razones de orden
político.
Particularmente, los delitos de vilipendio y todos los llamados “delitos de desacato”,
están proscritos de la legislación penal internacional. Sin embargo, en Venezuela y en
otros países, estos delitos son conservados por la legislación penal a pesar del criterio
internacional, ello derivado a la desactualización del bloque jurídico penal o a intereses
de orden político.
El Defensor del Pueblo: En lo que respecta al Defensor del Pueblo, órgano del Poder
Ciudadano, el artículo 282 de la Constitución de la República, le acuerda el goce de
inmunidad en el ejercicio de sus funciones. Al igual que para los diputados de la
Asamblea Nacional, esta inmunidad es temporal y limitada al período de ejercicio de su
cargo. No puede ser sometido a juicio penal por hechos que no guarden relación con
sus funciones, si previamente el Tribunal Supremo de Justicia no declara la existencia
de méritos, correspondiendo a esta máxima instancia el conocimiento de la causa.
Los Jefes de Estado extranjeros: Otra excepción de la aplicación de la ley penal en
Venezuela, es el caso de Jefes de Estado extranjeros, que se encuentre en el territorio
de la República, por reconocimiento a la soberanía del Estado que representa.
El ordenamiento jurídico venezolano consagra o acuerda ciertas prerrogativas, que no
constituyen realmente excepciones al principio de igualdad de la ley penal que no
sustraen absolutamente a estas personas de su aplicación pero si le dan privilegios o
tratamiento especial, cumpliendo determinados requisitos. La excepción a esta regla la
encontramos en otro tratado internacional como lo es el Estatuto de Roma de la Corte
penal internacional, que es ley interna por imperio de la ratificación hecha por
Venezuela. En este caso, cuando la Corte Penal Internacional, emita una orden de
entrega de un Jefe de Estado o algún funcionario extranjero que se encuentre de paso
en el país, el gobierno venezolano estaría obligado a producir la aprehensión y
eventual entrega del funcionario a la justicia internacional.
La inmunidad de los diplomáticos extranjeros acreditados en Venezuela: Se
consagra la inviolabilidad en sus personas, residencias particulares y oficiales, bienes y
documentos, y la inmunidad de la jurisdicción civil administrativa y penal del Estado
receptor, lo que no los exime de la jurisdicción del Estado acreditante, ello de acuerdo a
lo establecido en la Ley aprobatoria de la Convención de Viena sobre relaciones
Diplomáticas de l961. Conforme el artículo 31, de la convención internacional, el agente
diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción penal del Estado receptor, en
consecuencia no estará obligado a testificar y su persona es inviolable. El artículo 29,
ejusdem advierte que el diplomático no puede ser objeto de ninguna forma de
detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará
todas las medidas adecuadas para impedir cualquier atentado contra su persona, su
libertad o su dignidad.
Los miembros de la familia de un agente diplomático, siempre que no sean nacionales
del Estado receptor, gozarán de la misma inmunidad diplomática de acuerdo al artículo
37 del ya mencionado tratado internacional, y también están protegidos por la
inmunidad de jurisdicción, que estaría limitada al ejercicio de sus funciones, los
miembros del personal administrativo y técnico de las misiones diplomáticas. El Estado
acreditante puede renunciar expresamente a la inmunidad de jurisdicción de sus
agentes diplomáticos, de acuerdo con lo establecido en el artículo 32, del Tratado,
siendo la forma de enjuiciar a estas personas por el Estado venezolano.
De igual forma, los locales de la misión diplomática son inviolables, las autoridades
venezolanas, como Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del
jefe de la misión. Los locales de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro,
requisa, embargo o medida de ejecución, así como su mobiliario, archivos o medios de
transportes, que deberán ser protegidos contra todo ataque o intrusión, de acuerdo a lo
expresamente dispuesto en el artículo 22 de la Convención de Viena sobre relaciones
Diplomáticas. También están protegidas por esta inviolabilidad las viviendas de los
agentes diplomáticos. Esta inviolabilidad se extiende a su residencia particular, sus
documentos, su correspondencia y sus bienes, que sólo excepcionalmente podrán ser
embargados, (Art. 30).
Los Funcionarios Consulares: En relación a la inmunidad con que cuentan los
funcionarios consulares en Venezuela, existen ciertas prerrogativas, consagradas en la
Ley Aprobatoria de la Convención de Viena sobre relaciones consulares de l963, que
prevé la inmunidad de estos funcionarios, es así como el artículo 43 de ya mencionado
instrumento normativo, consagra la denominada “Inmunidad de Jurisdicción”, que
resguarda a los funcionarios consulares y los empleados consulares, señalando que en
materia penal no estarán sometidos a la jurisdicción de las autoridades judiciales y
administrativas del Estado receptor por los actos ejecutados en el ejercicio de las
funciones consulares. Es por ello, que en caso de iniciarse un procedimiento penal en
contra del cónsul o de algún funcionario consular, si el delito no es grave, el funcionario
no podrá ser detenido preventivamente, ni sometido a ninguna limitación de su libertad,
sin la previa autorización del Estado que le envía. En caso de delito grave, opera las
mismas condiciones de los funcionarios consulares, en cuyo caso el Estado al cual
pertenece el funcionario consular puede renunciar, a la inmunidad del funcionario y en
este caso se procedería con su enjuiciamiento.
PRERROGATIVAS:
Respecto a los altos funcionarios: El Presidente de la República y otros altos
funcionarios, gozan de prerrogativas de acuerdo a lo establecido en el artículo 232 de
la Constitución de la República, que señala: “el Presidente o Presidenta de la República
es responsable de sus actos y del cumplimiento de las obligaciones inherentes a su
cargo”. Por tanto, no goza de exención alguna en relación a la aplicación de la ley
penal sustantiva. Sin embargo de acuerdo al artículo 266, numeral 2 de la misma Carta
Fundamental, corresponde al Tribunal Supremo de Justicia declarar si hay o no méritos
para su enjuiciamiento y, en caso afirmativo, conocerá de la causa el propio Tribunal
Supremo, previa autorización de la Asamblea Nacional, hasta la sentencia definitiva.
Asimismo, en lo que respecta al Vicepresidente de la República, a los integrantes de la
Asamblea Nacional, a los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, a los
Ministros, al Procurador General, al Fiscal General, al Contralor General, al Defensor
del Pueblo, a los Gobernadores, a los Oficiales Generales y Almirantes de las Fuerzas
Armadas y a los Jefes de misiones diplomáticas, corresponde al Tribunal Supremo de
Justicia declarar si hay o no méritos para su enjuiciamiento y en caso afirmativo,
remitirá los autos al Fiscal General de la República o a quien haga sus veces, si fuese
el caso, y seguirá conociendo, hasta sentencia definitiva si se trata de un delito común
(artículo 266, numeral 3, ejusdem).
En relación a este procedimiento especial, se debe tener en cuenta lo previsto en los
artículos 376 y siguiente del Código Orgánico Procesal Penal y otras leyes especiales.
A los efectos del enjuiciamiento se requiere la previa querella del Fiscal General de la
República y la realización del antejuicio de mérito ante el Tribunal Supremo de Justicia.
Si se declara que hay mérito seguirá conociendo hasta sentencia definitiva el Tribunal
Supremo de Justicia como juez natural, de acuerdo a lo expresamente señalado en el
artículo 266 de la Constitución de la Republica.
Recibida la querella, El Tribunal Supremo de Justicia convocará a una audiencia oral y
pública dentro de los treinta días siguientes, para que el imputado responda. En la
audiencia el Fiscal General explanará la querella, seguidamente el defensor hará sus
alegatos, se admitirá réplica y contra réplica y el imputado tendrá la última palabra.
Concluido el debate el Tribunal Supremo tendrá cinco días para dictaminar si hay o no
méritos para el enjuiciamiento (artículo 379 del Código Orgánico Procesal Penal).
Declarado el enjuiciamiento el funcionario público quedará suspendido o inhabilitado
para ejercer cualquier cargo durante el proceso (artículo 380 del Código Orgánico
Procesal Penal).
LA EXTRADICIÓN
Se entiende por extradición el acto por el cual un Estado, en el cual se encuentra un
sujeto reclamado por la comisión de un delito, lo entrega a otro Estado que lo requiere
por tener competencia para juzgarlo o para la ejecución de una pena impuesta.
La extradición es el procedimiento judicial penal-administrativo por el cual una persona
acusada o condenada por un delito conforme a la ley de un Estado es detenida en otro
Estado y devuelta al primero para ser enjuiciada o para que cumpla la pena ya
impuesta.
Si bien existe una cooperación internacional muy activa para la represión de los delitos,
continúa existiendo la regla de que un Estado está obligado a conceder la extradición
de un delincuente extranjero, solamente si existe tratado internacional con el Estado
requirente o Convención Internacional sobre extradición, de la que ambos Estados
sean firmantes. Cuando no hay tratado o convención internacional, el Estado requerido
está facultado para acordar la extradición, pero no está obligado a concederla. Sin
embargo la obligación señalada no es absoluta pues siempre el estado requerido
conserva la facultad soberana de no conceder la ex-tradición si de acuerdo a su
legislación interna no se cumplen los requisitos establecidos para tal efecto.
Hoy en día, se señala que la extradición es un acto de colaboración internacional en
materia penal con el cual se refuerza la lucha contra el delito, con el fin de evitar la
impunidad.
Terminología:
· El Estado que solicita la entrega se llama requirente y
· El Estado a quien se le solicita se llama requerido
· La Extradición Activa, es la que realiza el Estado requirente y
· Extradición Pasiva es la denominación al Estado requerido.
Clasificación de la extradición.
1.- Necesaria u obligatoria: cuando entre uno y otro de dichos Estados está vigente
un tratado de extradición, en el que, además, se ha incluido el delito que motiva la
extradición, el Estado requerido está jurídicamente obligado a atender dicha solicitud; y
2.- Facultativa o potestativa: cuando entre el Estado requirente y el requerido no
existe tratado de extradición o si aquél existe, pero en él no está comprendido el hecho
delictivo que ha dado origen a la solicitud, el Estado requerido no está jurídicamente
obligado a conceder la extradición, aun cuando puede acordarla en ejercicio de un acto
de soberanía.
En Venezuela existe un procedimiento para la extradición activa, por ser el Estado que
la solicita y otro procedimiento diferente cuando se trata de la extradición pasiva, por
ser el Estado a quien se le solicita, así lo establece el Código Orgánico Procesal Penal
en los artículos 391 al 399.
Fuentes de la extradición
En Venezuela esta materia está regulada por normas contenidas en los artículos 6, y
391 al 399 del Código Orgánico Procesal Penal. De igual forma, está contemplada en
otras leyes especiales que conforman la ratificación de Tratados de Extradición
suscritos por Venezuela con otros Estados y por los principios de Derecho
Internacional, específicamente, por la costumbre internacional y la reciprocidad,
respecto a otros Estados de los cuales no existe ningún acuerdo internacional.
No se puede considera como fuente exclusiva de la extradición los Tratados, ello no lo
admite nuestro ordenamiento, al señalarse en el artículo 6 del Código Penal, que la
extradición de un extranjero por delitos comunes se acordará por la autoridad
competente, de acuerdo con los Tratados Internacionales en vigor suscritos por
Venezuela, y a falta de estos, por las leyes venezolanas.
Por su parte, el artículo 391 del Código Orgánico Procesal Penal dispone que la
extradición se rige por las normas contenidas en este instrumento legal y por los
Tratados, Convenios y Acuerdos internacionales suscritos por la República a lo que se
añade la mención de las normas internacionales aplicables, según el artículo 399
ejusdem.
Lamentablemente, el artículo citado del Código Orgánico Procesal Penal se quedó
corto en el enunciado de las fuentes de la extradición, pues impone la misma referencia
a los principios de Derecho Internacional y a la costumbre entre los Estados. Sin
embargo la mención de los Acuerdos y Convenios, haría procedente la entrega cuando,
en ausencia de Tratado, se da un compromiso o convenio de reciprocidad que obliga
a la entrega al Estado requirente en situación analógica, en razón de la cooperación
internacional en la lucha contra el delito.
Principios que rigen la extradición según los tratados suscritos por Venezuela y
la ley penal venezolana.
1.- principios relativos al hecho punible.
a) Principio de la doble incriminación: De acuerdo con este principio, el hecho que
da lugar a la extradición debe ser constitutivo de delito tanto en la legislación del
Estado requirente como en la legislación del Estado requerido. Tal principio se
establece en el artículo 6 del Código Penal venezolano. Que señala que Venezuela no
concederá la extradición de un extranjero por ningún hecho que no esté calificado
como delito por la ley venezolana.
Además, el mencionado principio exige que los tipos por los que solicita la extradición
sean similares en ambas legislaciones, lo que supone una identidad sustancial, sin que
se tomen en cuenta las circunstancias modificativas del hecho o su denominación en
cada una de las legislaciones.
b) Principio de la mínima gravedad del hecho: De acuerdo con este principio sólo se
concede la extradición por delitos y no por faltas, así lo señala el artículo 6 del Código
Penal y en relación a aquellos se suele establecer en los tratados la pena mínima que
debe tener asignada el delito para que proceda la extradición.
Además, la extradición no sólo se concede por delitos consumados sino también en
grado de tentativa o en grado de frustración, y a ello aluden la mayoría de los tratados.
Asimismo, no sólo hace referencia a los autores del hecho punible, sino también a los
partícipes y a los encubridores.
c) Principio de la especialidad: Según este principio el sujeto extraditado no puede
ser juzgado por un delito distinto al que motivó la extradición, cometido con anterioridad
a la solicitud.
Sin embargo, excepcionalmente, como lo prevén los mismos tratados, puede el sujeto
ser juzgado por un hecho cometido con anterioridad a la extradición, siempre que
consienta en ello el Estado requerido, o si el extraditado permanece libre en el Estado
requirente durante un determinado lapso después de juzgado y absuelto por el delito
que originó la extradición, o de cumplida la pena de privación de libertad impuesta.
Otro problema se plantea cuando el sujeto comete un nuevo delito en el Estado
requerido. En este caso, si el hecho se comete con anterioridad a la solicitud, la
entrega podrá diferirse hasta que el sujeto sea juzgado y cumpla la pena. Además,
también podrá postergarse la entrega cuando el traslado ponga en peligro la vida de la
persona, por razones de salud.
d) Principio de no entrega por delitos políticos: Este principio según lo establecido
en el artículo 6 del Código Penal y en la mayoría de los tratados, se prohíbe la entrega
de sujetos perseguidos por delitos políticos, lo cual se ve reforzado por el derecho de
asilo consagrado también en nuestra legislación.
Cabe señalar en este punto que se han dado diversa razones por las cuales se justifica
la protección al delincuente político y su no extradición. Fundamentalmente se han
formulado consideraciones sobre el carácter altruista del delincuente político; sobre su
relatividad en el tiempo y en el espacio y básicamente, sobre su importancia limitada al
Estado en el cual busca refugiar al individuo.
En algunos tratados quedan abarcados por el principio de la no entrega, los delitos
militares, los de carácter religioso, los delitos culposos y los contrarios a las leyes de
prensa.
2.- principios relativos a la persona.
Nuestra legislación establece el principio de la no entrega de los nacionales, al señalar
el artículo 6 del Código Penal, que “la extradición de un venezolano no podrá
concederse por ningún motivo; pero deberá ser enjuiciado en Venezuela a solicitud de
la parte agraviada o del Ministerio Público, si el delito que se le imputa mereciere pena
por la ley venezolana”.
La entrega del nacional sería atentar contra la dignidad nacional, exponer al ciudadano
a una justicia no confiable, sacrificar el deber de protección del Estado con sus súbditos
y un derecho de estos, y sustraerlo de sus jueces naturales. La Constitución de la
República, defendiendo la soberanía, sin tomar en cuenta el valor de la solidaridad
internacional y la eficacia de la lucha contra el delito, sobre todo en sus
manifestaciones de crímenes que no conocen fronteras, como en el caso del tráfico de
drogas, ha consagrado, en el artículo 69, que “se prohíbe la extradición de
venezolanos y venezolanas”.
En cambio, en franca desigualad y dejando en el vacío la salvaguarda de otros
derechos y garantías que no pueden ser desconocidos, la misma Constitución
prescribe en su artículo 271, que “en ningún caso podrá ser negada la extradición de
los extranjeros o extranjeras responsables de los delitos de deslegitimación de
capitales, drogas, delincuencia organizada internacional, hechos contra el patrimonio
público de otros Estados y contra los derechos humanos”.
3.- principios relativos a la acción penal, a la pena y al cumplimiento de otros
requisitos procesales.
1. No se concederá la extradición si la acción penal o la pena han prescrito conforme a
la ley del Estado requirente.
2. No se concederá la extradición por delitos que tengan asignada en la legislación del
Estado requirente la pena de muerte o una pena perpetua, según el artículo 6 del
Código Penal. Así, también se establece en la mayoría de los tratados, aunque se
señala que podrá hacerlo, si el Estado requirente se compromete expresamente a no
aplicar la cadena perpetua o la pena de muerte.
3. No se concederá la extradición si la persona reclamada ya ha sido juzgada y puesta
en libertad, o ha cumplido la pena, o si está pendiente de juicio en el Estado requerido,
por el mismo delito que motiva la extradición.
Consideramos que no puede considerarse como absoluta la prohibición que hace el
transcrito artículo 271 de la Constitución, sino que debe interpretarse en congruencia
con los principios que hemos mencionado.
El procedimiento en materia de extradición: El Código Orgánico Procesal Penal, en
los artículo 391 y siguiente, regula el Procedimiento de Extradición, y fija las normas
que deben observarse, tanto para el caso de la “extradición activa”, cuando Venezuela
es el país requirente, que ejerce el derecho de solicitar la entrega de una persona
procesada o condenada que ha buscado refugio en otro país; como para el caso de la
“extradición pasiva”, cuando Venezuela es el país requerido y se cumple con la
obligación de entregar a un país extranjero a una persona procesada o condenada que
se encuentra en nuestro territorio.