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Actores: Don Agustín Ercolano contra Doña Julieta Lanteri Renshow. Fecha del fallo: 28/04/1922.

Lugar donde fue tratado: Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, Buenos Aires.

Situación del país en la época: Con Hipólito Yrigoyen como presidente, Argentina sufría un problema
habitacional por la enorme cantidad de inmigrantes que llegaron al país como consecuencia del auge del
modelo agroexportador, desarrollado en la época del Roquismo, con la necesidad de conseguir trabajo y
hacer la América. Al llegar, el Estado argentino les otorgaba una habitación en los hoteles de inmigrantes,
para que luego consigan por sus propios medios una vivienda, pero el mercado inmobiliario estaba
monopolizado por lo que usufructuaban de su carácter de propietarios cobrando altísimos alquileres y
reservándose el derecho de desalojar al inquilino en cualquier momento y sin causa alguna. Además de
esto, se suma el problema de la no existencia de una ley que proteja a los inquilinos ni que establezca la
necesidad de un contrato escrito. Por lo que conlleva a una gran crisis del mercado inmobiliario haciendo
que los inmigrantes deambulen por el país sin contar con un lugar donde poder vivir y sin la protección del
Estado.
Existía entonces una emergencia habitacional y un aprovechamiento por parte de los propietarios.

Temas: restringir los derechos de propiedad


impedir que el uso legítimo de la propiedad se convierta en un abuso perjudicial en alto grado

Idea sobre los hechos relevantes del caso: El gobierno establece la ley 11.157 que impone la
imposibilidad de que los alquileres aumenten de precio y de desalojo por el término de dos años, es decir,
regula la propiedad a pesar de que la misma es un derecho inviolable. Esta ley sólo se va a aplicar en los
casos de alquileres verbales, no si se establece por medio de un contrato escrito, ya que ante ese caso, el
alquiler se rige mediante las pautas expresadas en el contrato. Esto significa que la ley reglamenta una
situación de hecho precaria y situaciones irregulares en la que no existía contrato escrito, porque en el
caso de que exista el mismo, se consideraría una violación al derecho de propiedad.
Se inicia demanda por parte de Lanteri, tachando de inconstitucional la ley que promulga el Estado por ser
incompatible con los artículos 141, 172 y 283 de la Constitución Nacional.
Su demanda, al ser rechazada en las instancias ordinarias, se interpuso un recurso extraordinario federal.

Decisión, argumentos y sentencia del fallo: La Corte Suprema de la Nación confirmó, por mayoría, la
sentencia apelada, sosteniendo que:

1. El derecho de usar y disponer de la propiedad ni ningún otro derecho reconocido por la Constitución
tiene carácter absoluto. Pues, La reglamentación o limitación del ejercicio de los derechos individuales es
una necesidad derivada de la convivencia social.
El derecho de usar y de disponer de la propiedad implica el de transmitirla o ceder su uso, el de celebrar
todos los actos jurídicos con ella relacionados y el de convenir libremente las estipulaciones y cláusulas
concernientes a tales actos. En principio, la determinación del precio es una facultad privativa del
propietario, un atributo del derecho de usar y disponer de sus bienes y un aspecto de su libertad civil. El
Estado no tiene por lo tanto, el poder general de fijar o limitar el precio de las cosas del dominio particular.

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ARTÍCULO 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que
reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de
peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas
por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar
libremente su culto; de enseñar y aprender.
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ARTÍCULO 17.- La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en
virtud de sentencia fundada en ley.
La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el
Congreso impone las contribuciones que se expresan en el artículo 4°. Ningún servicio personal es exigible,
sino en virtud de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra,
invento o descubrimiento, por el término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para
siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de
ninguna especie.
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ARTÍCULO 28.- Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio.
Existen, sin embargo, circunstancias muy especiales en que por la dedicación de la propiedad privada a
objetos de intenso interés público y por las condiciones en que ella es explotada, justifican y hacen
necesaria la intervención del estado en los precios, en protección de intereses vitales de la comunidad.
Decisiones de la Corte de Estados Unidos dictadas dentro de un sistema constitucional gobernado por
principios análogos a los que nos rigen, han confirmado también esa doctrina. En el caso de Munn v.
Illinois, se declaró justificada la reglamentación de sus tarifas, estableciendo como un principio general:
que "todo aquel que dedica su propiedad a un uso debe someterse a su contralor, para el bien común, en
la extensión del interés que le ha creado". Aplicaciones sucesivas de la misma doctrina la hicieron
extensiva a los ferrocarriles (Granger Caces. 94 U. S. 155 y siguientes), a las empresas de suministro de
agua (Spring Valley Water Works versus Schottler 110, U. S., 347) y a otras dedicaciones de la propiedad
a negocios de intenso interés público, susceptibles por su carácter de monopolio de hecho de oprimir
económicamente a la comunidad.

2. No es del resorte del Poder Judicial decidir del acierto de los otros poderes públicos en la elección del
medio empleado para conjurar una situación de crisis económica -en el caso, se cuestiona la
reglamentación del precio de los alquileres dispuesta por la ley 11.157, sino que únicamente le incumbe
pronunciarse acerca de los poderes del Congreso para establecer la restricción al derecho de usar y
disponer de la propiedad, teniendo para ello en cuenta la naturaleza, las causas determinantes y la
extensión de la medida restrictiva adoptada.

3. El poder para limitar el derecho del propietario en las circunstancias excepcionales que justificaron el
dictado de la ley 11.157, no importa admitir que ese poder sea omnímodo a los efectos de reglamentar el
precio de los alquileres, pues el Congreso no podría fijar un precio arbitrario que no correspondiese al
valor locativo de la habitación en condiciones normales, porque ello importaría confiscatoriedad.

4. No habiéndose acreditado en autos que el alquiler devengado el 1 de enero de 1920 por la habitación
de que se trata, no fuese razonable en el momento de la promulgación de la ley 11.157 -que prohibe
cobrar un precio de locación mayor al que se pagaba a esa fecha, y dado el corto tiempo transcurrido
entre esas dos fechas, cabe presumir que el límite fijado satisface -en el caso- las condiciones necesarias
de razonabilidad y que, por consiguiente, no ha sido vulnerada la garantía del artículo 17 de la
Constitución Nacional.

5. El hecho de que la sentencia apelada haya hecho aplicación retroactiva de la ley 11.157, que prohibe
cobrar durante dos años por el alquiler de casas, piezas y departamentos un precio mayor al que se
pagaba por los mismos el 1 de enero de 1920, no suscita cuestión de carácter federal que pueda
examinarse en el recurso extraordinario, pues la retroactividad de las leyes en materia civil es un punto
regido exclusivamente por el derecho común y ajeno, por lo tanto, a la vía intentada.

6. Tratándose de una locación por simple convenio verbal y sin término, la aplicación de la ley 11.157 -
que prohíbe cobrar durante dos años por el alquiler de casas, piezas y departamentos un precio mayor al
que se pagaba por los mismos el 1 de enero de 1920- no altera derechos adquiridos, pues no se trata de
un contrato de cumplimiento exigible en el futuro, sino de una relación de derecho precaria e inestable que
no crea más obligaciones ni más derechos que los derivados de cada período de alquiler que se fuere
devengando por reconducciones sucesivas

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