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DOMINA LA MENTE

EPISODIO 30

LA REALIZACIÓN DEL SER ES


UNA PRÁCTICA
DE TODA LA VIDA
Se dice que el que se gradúa hoy y deja de aprender mañana se
vuelve analfabeto al día siguiente. Por lo que el aprender es el proceso
continuo de la vida. Hasta que se vuelvan uno con el conocimiento, el
aprendizaje no se detiene. Todos son estudiantes de la vida.
Aprendiendo cosas de la vida. La vida es la mejor profesora. ¿Cómo
enseña la vida? Se vive para avanzar y se experimenta retrocediendo. Y
se aprende hacia atrás. Primero experimentan, y después deciden de qué
se trata exactamente. La vida es una maestra de otro estilo.

De todas formas, estudiante, ser un estudiante es lo mejor que le puede


pasar a uno en la vida. Aquél que no puede ser estudiante no ha vivido
en absoluto. Es un fragmento de roca yaciendo ahí. Sólo aquellos que
tienen el sentido del estudio, aquellos que anhelan aprender, sólo ellos
aprenden, sólo ellos viven. Todos los demás están muertos, porque no
tienen interés en aprender. No se esfuerzan, no tienen metas, ni visión.
A esas personas es mejor darlas por muertas. Es por eso que van de
muerte en muerte, no de vida en vida. Debido a que no han
aprendido nada en la vida, están
prácticamente
muertos.

El aprendizaje es una maravillosa bendición de Dios para todos.


Aprender es vivir. Si dejan de aprender, dejan de vivir. Es tan cierto y
tan simple como esto. Aparaavidhya (aprendizaje mundano),
Paraavidhya (aprendizaje relacionado al Ser). Todo lo que aprenden
en una clase de un profesor es Aparaavidhya. Paraavidhya se aprende
en la vida, con la vida, con las experiencias de la vida. Ahí es donde
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empiezan a aprender las verdaderas lecciones de la vida. Eso es
Paraavidhya. Observan la naturaleza, miran un amanecer, una puesta
de sol. Miran las aves, ven el agua, el viento. Eso es lo que Dattatreya
dijo: «Aprendí de 24 gurús». Y, ¿quiénes fueron sus gurús?

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Abejas, elefantes, peces, algún insecto. Aves, árboles… y sigue,
serpientes. De ellos aprendió Dattatreya. Él paseaba por el bosque. No
tenía preparada una sala de clases y a nadie a quien enseñar. En
aquellos días era diferente: no habían clases en línea.

Entonces, ¿de quién aprendía? ¿Debería dejar de ser un estudiante?


¿Debería dejar de aprender porque no hay un profesor cerca? No
online, no facilidades, no. Mientras él se paseaba, aprendía. Observaba
y era testigo de todo a su alrededor. Aprendía y aprendía, aprendía sus
lecciones. Aprendía de todos y de todo. Le atribuía su sabiduría a 24
maestros.

Shankaracharya también habla en su libro Viveka Chudamani de:


«Cinco maestros que nos enseñan» y los describe. Son cinco. Él dice
que hay cinco.
¿Qué cinco? Kuranga (venado), maatanga (elefante), patanga
(polilla), mina
(pez) y bringa (abeja). Todos son profesores. Representan la esclavitud
de los
gunas (sentidos), a la manera de Shankaracharya. También Dattatreya
dice lo mismo.

Kuranga, el venado, se tienta por el sonido. Por lo que el cazador lo


caza haciendo ruido con las hojas. El venado no puede resistir, quiere
saber de dónde viene el ruido y cae en la trampa. Sólo debido a la
facultad de oir, se puede cazar al venado. Entonces, entendió: «Debo ser
cuidadoso con lo que escucho, si no, mi destino va a ser igual al del
venado, que estaba alegremente saltando y jugando, viviendo una vida
libre y feliz, y de pronto, se tentó con el oído, uno de los órganos de
los sentidos, y fue presa del cazador». Dattatreya también aprendió la
lección: «Debo tener cuidado a lo
que le presto oído. Está en mi poder. Los oídos no escucharán
cualquier cosa». Escuchen todo esto con sus oídos y ánclenlo ahí.

Maatanga, elefante. ¿Qué hace? Para cazar un elefante macho en el


bosque… él es tranquilo, despreocupado y feliz. Tengan suerte como la
de un elefante macho. Hasta describen a Dattatreya como un
elefante. Su manera de caminar, tranquilo, sin miedo. También se
describe a Dattatreya como un elefante en las escrituras sagradas.
Despreocupado. Pero ¿qué pasa? Mandan un elefante hembra al bosque.
De hecho, esa es una manera antigua de cazar elefantes. Hacían un
muñeco y lo cubrían con piel de elefante. Y el macho pensaría que era
un elefante hembra que estaba esperándolo. Los cazadores
excavaban un hoyo y lo cubrían con hojas y ramas. Ponían al muñeco
encima tapándolo con piel de elefante. El gran macho elefante que
estaba paseando feliz, de pronto se siente tentado, se acerca al muñeco
y se cae en el hoyo. O un elefante hembra en el bosque va
cariñosamente hacia el macho: «Hola,
¿cómo estás?» El elefante macho: «¡Oh! ¡Qué linda eres! No he visto a
nadie como tú. ¿Puedo acercarme a ti?». «¡Claro, ven!» Y se lo lleva
hasta la casa del cazador y después al elefante macho no le queda más
que cargar troncos y más troncos durante toda su vida. ¿Por qué?
Porque le llegó la tentación a través del sentido del tacto. Por usar mal
el sentido del tacto se arruinó toda la vida.

Kuranga, Maatanga, Patanga —la polilla. Sabe, que, si pasa cerca del
fuego, se quemará. No es la primera vez que pasa; su padre, su abuelo,
su bisabuelo, todos se quemaron en el fuego. Sin embargo, no puede
resistir. Guiada por los sentidos, se acerca y cae en el mismo fuego en
el que todo su linaje se quemó. Ayer, anteayer, el día anterior… ¿sabe
que es fatal? Aún así, no puede controlar la tentación. Un sentido, el
de la vista. Mira el fuego y va derecho hacia éste, se quema y se muere.

Mina, el pez. ¿Cómo se pesca un pez? Se pone la carnada en el agua,


en el anzuelo, y viene el pez. Él sabe, porque ayer pescaron a su abuela
y también a su madre con esta carnada. Esto es una carnada. Sin
embargo, ¡tiene deseos de probarla! Sabiendo perfectamente que es una
trampa. Se acerca y piensa que va a ser más astuto que el pescador,
que podrá sacar la carnada y llevársela. Cree que va a ser más astuto
que el mundo. Más astuto que maya. No. Va directamente al anzuelo
que entra en su boca y lo pesca. La comida de la noche: pescado frito.
Estaba feliz nadando en el río. Nadie a quien
preguntar, nadie a quien reportar, nadie a cualquier cosa. Debido a una
sola
tentación del gusto, se le pesca y terminó su vida. De manera similar
al elefante, el pez se arruina al final del día.

Bringa, la abeja: la nariz de esta abeja no puede resistir el néctar de las


flores y su aroma. En el momento en que huele esta flor, su néctar, no le
importa qué tan peligroso puede ser el acercarse. Entra directo en la
flor y ésta se cierra y atrapa a la abeja en su interior. Y muere.
Shankaracharya también habla sobre las lecciones que aprendió de
todos ellos. A controlar la mente, los ojos, los oídos, la nariz, la lengua
y la piel — ésta por el tacto. Porque «estos animales me enseñaron
esta lección: lo peligroso que puede ser un sentido cuando está fuera de
control, cuando se encuentran con mucha dificultad para resistir. Todos
tienen un final fatal.
¿Ganan? Están muertos ahora». Shankaracharya dice que todos los
sentidos
están en el hombre. ¿Cuál es el destino del hombre?, que tiene todos
estos
sentidos alertas, trabajando juntos, cada uno de ellos tomando control.
¿Cuál es el destino del hombre, si todos estos animales estaban
atrapados por sus gunas (cualidades)? Éstos son vasanas, que son los
instintos que están arraigados profundamente en nosotros por muchos,
muchos nacimientos. Si estos animales mueren debido a sólo un
órgano del sentido, y son impulsados por él, ¿cuál es el destino del
hombre que está impulsado por todos los cinco sentidos?

Por lo que los vasanas son muy, muy reales. Son verdaderos. Los
vasanas son como las semillas, que si las quemas en el fuego de
jñana (sabiduría), se vuelven impotentes. No serán capaces de crecer.
Eso es lo que jñana y Ramakrishna dirían. Frían las semillas en el
fuego de la sabiduría y así pierden toda su potencia. No podrán crecer
de nuevo. De otra manera, hay muchas posibilidades de que crezcan de
nuevo. Hasta Samadhi (consciencia de unidad) puede llegar, puede irse,
puede bajar mientras ustedes suben. Es posible que eso sea lo que
quieren. Por lo que, ¿cuál es el final? ¿Cómo
superarlo? Sin la realización de quiénes son —esta idea del sí mismo,
sus sentidos, su mente— no será de ninguna manera posible.

Shankaracharya dice con mucho énfasis: «Hagan lo que quieran,


cualquier cosa que hagan, bhajans, actividades, leer todo tipo de
escrituras Védicas, hagan lo que sea que quieran y alaben a Dios, pero
si no realizan quiénes son: no hay mukti (liberación)».

Cien años de Brahma y no es posible que se liberen de las garras de


los vasanas y de los deseos que los han estado siguiendo, siguiéndolos
desde muy al principio. Están ahí, y no es hasta que son capaces de
superarlos que pueden llegar a mukti. Samadhi es una pequeña
escapada, por unos cuantos minutos, o unos momentos —puede ser
medio día, dos días, depende. Una vez que termina el Samadhi, están
de vuelta en lo mismo. Una solución, la
única y última solución a esto es la realización del Ser. Sólo eso pone
final a todos los desvaríos de la mente, a todos los vasanas. Ya no hay
vuelta atrás desde ahí.

Te transformaste. Ya estás transformado en otro. La naturaleza cambia,


ya no hay manera de que la misma cosa los tiente otra vez. ¿Cómo?
Porque han crecido como un niño que se ha desarrollado. Pueden
hablar de muñecos, pero ya no se tientan. El niño dice: «Ya no soy
un niño para jugar con muñecos, mamá. He crecido, dame una tablet,
un móvil o algo así». No se tienta con el mismo muñeco. ¿Por qué?
Porque ha crecido. Su naturaleza ha cambiado. De la misma manera,
cuando nuestra naturaleza cambia desde lo humano a lo divino,
nuestras ideas, actitudes, gustos y disgustos,
preferencias y estilos de vida cambiarán de manera drástica. Después,
las mismas cosas que los tentaban, las que pensaban que nunca
superarían, que nunca resistirían, que pensaban que eran vida o muerte
para ustedes, aquellas cosas no importarán, les parecerán inútiles. Y se
verán como eran antes y pensarán: «Yo era así».

Cuando les muestren a algunas personas adultas sus fotos de niños,


especialmente cuando no tenían ropa, se enojarán mucho con
ustedes.
«¡Cómo te atreves a hacerme eso!» ¿Por qué? Porque se han dado
cuenta que ya crecieron. Así mismo, cuando eran niños, corrían
alrededor del lugar, por todos lados sin cuidado. Cuando crecen y se
dan cuenta «no, ya no puede ser de la misma manera». Igual, se
pondrán la mano en la cara y pensarán:
«No me digan que yo era así. No me digan que esta es mi foto». Dirán
esto,
¿por qué? Porque han crecido y se han dado cuenta que no es la manera
de
comportarse. Para los niños pequeños está bien, pero para ustedes
no, porque se han portado de esta manera durante muchos nacimientos.
¿Otra vez haciendo lo mismo en este nacimiento? En el momento de la
partida, vendrán estos pensamientos a su mente y se darán cuenta:
«¡Oh! Hice lo mismo de nuevo en este nacimiento. ¡Qué
vergáshramenza! ¡Qué vergonzoso! Qué tonto e ignorante he sido.
Haber repetido lo mismo que hice antes. Cometí un error, pensé que
nunca lo haría otra vez. Y sin darme cuenta, cometí el mismo error.
Perdí una vida entera más». Al final están contemplando su vida
pasada y pensando: «¡Esto es lo que hice con mi vida!
¡Qué
desperdicio!»
Se sentirán culpables y avergonzados porque no han hecho lo que
tenían que hacer. Pasaron todo el tiempo haciendo otra cosa. Ese es
el tipo de realización de todos los que parten. ¿Cuál es el sentido?
Si llegan los exámenes y no han estudiado, ¿cuál es el sentido? Van
a fallar de todas maneras. Repiten la clase. No hay otra manera. Es
por eso por lo que se dice: «Partan temprano, manejen despacio,
lleguen sin problema». Empiecen lo más temprano posible el camino
espiritual. Ese es el camino que necesitan practicar. ¿Cuánto tiempo
deberían practicar? Todos están muy, muy
contentos, Yo dije: «nueve segundos, por nueve segundos, por
nueve
segundos». ¿Cuántas personas han logrado esos «nueve segundos,
por
nueve, por nueve»? Samadhi está más allá de estos «nueve, por nueve,
por nueve». Samadhi sería aproximadamente doce minutos. Doce
minutos —si pueden enfocar su mente en una sola cosa, ese es el estado
de Samadhi. Eso dije.

Para empezar, tienen que practicar esto hasta cien veces. Puede
tomarles sólo un segundo llegar a ese estado, pueden encenderlo o
apagarlo como con un control remoto. Está en sus manos. Pero hasta
entonces, se requiere práctica. Aunque se requiera práctica, ¿qué
pasa? ¿Por qué se tiene que practicar? Cuando se dice que, aunque
practiquen esto, no hay garantía, es porque podrían caer de nuevo en
otra tentación. Vishwamitra se olvidó todos sus mil años de tapas
(austeridades).

Estuve bromeando con unos niños. Les dije, cuando se anunció la


cuarentena, que podían decidir si querían quedarse en Muddenahalli. Yo
los cuidaría. Si se querían ir a casa, también estaba bien. Ni
siquiera uno preguntó si se podía quedar en Muddenahalli. Todos se
fueron a casa. Claro que, los que viven acá no tenían elección. O
aquellos que son de fuera. Sin vuelos internacionales…esa es una
historia diferente. Los demás corrieron hacia sus casas. Ni siquiera
preguntaron por qué Swami habló de quedarse en Muddenahalli. Y
aunque Yo no lo hubiera dicho, podrían haber pensado:
«No, no quiero ir a casa ahora. Me quedaré en Muddenahalli. Swami
estará ahí». Todos se fueron. Especialmente estos niños citadinos de
Bombay. También niños de aldeas, ¿qué hay en las aldeas? Los niños
de la ciudad,
¡cómo corrieron! En el momento que se anunció. Todos. ¿Qué
pasó?
Digo que es como el evento de Trishanku (rey en la religión hindú).
Ustedes saben, cayó a los pies de Vishwamitra y lo alabó, así como los
estudiantes cuando quieren pedir algo a sus profesores. «Profesor,
nadie enseña como usted». En especial a ese profesor, y no van juntos.
«Es usted el mejor», y despacito, «muy bueno, muy bueno... Estaba
pensando si este tema es importante o no». Y el profesor los mirará y
dirá: «Es importante. Estudia». Ustedes saben el puntaje, cinco puntos,
diez puntos, quince puntos.

Trishanku alabó a Vishwamitra hasta los cielos: «¡Oh! Eres Mahanta


(grandioso). Eres mejor que Vashishta, mejor que esto, mejor que
aquello». Vishwamitra se puso muy, muy feliz, estúpidamente feliz. Y
le preguntó:

—¿Qué
quieres?
—Quiero ir al cielo —le
dijo.
—Enciende un fuego, salta dentro y a continuación: el
cielo.
—No, no, no. Yo quiero ir con el cuerpo al
cielo.
—Eso no se le concede a todos. Necesitas mucho punyam (buenas
acciones), o una invitación desde el cielo. Indra te debería llamar. Si
no, no puedes ir. No puedes invitarte tú solo al cielo.
—No, no. Tú eres tan poderoso. ¿Quién es Indra ante ti? Tú eres el
director.
¿Quién es ese maestro, después de todo, ante ti? ¿Cómo podría él
decidir?
—¡Oh! Sí, yo soy el director, gracias por recordármelo. Te
mandaremos al cielo —decidió Vishwamitra.

Por lo que, después de algunas tapas (sacrificios), de algunos lo que


sea, abracadabras, Trishanku empezó a elevarse. Vishwamitra lo
mandaba hacia arriba. Indra lo vio y dijo:

—¿Quién es este que está viniendo, de pronto y sin mi


invitación?
—Ves, te lo dije que yo vendría al cielo, lo quisieras o no —dijo
Trishanku.
—¿Cómo es que llegaste al cielo? Déjame
ver.
Indra lo empujó de vuelta hacia abajo. Trishanku cayó de frente en la
tierra. De hecho, Vishwamitra empezó a quejarse, ustedes saben, «ese
maestro» no le dio permiso.

—¡Cómo se atreve! ¿No sabe quién es el director acá? Déjame


mandarte de nuevo. Una vez más.

Trishanku se empezó a elevar de nuevo. Indra lo vio esta


vez:

—Este Viswamitra no se va a dar por vencido


fácilmente.

Por lo que, ahora ya estaban preparados. Antes de que Trishanku se


acercara al cielo, lo empujaron hacia abajo. Miren lo que le pasa a este
hombre, es como el juego de tirar la cuerda, Vishwamitra lo empuja
para arriba e Indra lo empuja para abajo. Trishanku se quedó
atascado en medio. Y Vishwamitra dijo:

—Voy a crear un cielo propio. Me olvido de Indra y su


cielo.

Y se dispuso a crear un cielo. Cuando empezó el proceso de creación,


vino Prajapati (deidad creadora) y le dijo a Vishwamitra:

—No puedes hacer esto. Sólo porque no te gusta cómo van las cosas,
no puedes crear un universo paralelo. No se permite. Lo siento. Es
infame.

Por lo que Vishwamitra tuvo que detener la creación del cielo a la


mitad. Trishanku no subía y tampoco bajaba. ¿Cómo es que se quedó
atascado? Se atascó con los pies arriba y cabeza abajo. Los niños de
Bombay, los de Bangalore, todos atorados cabezas abajo en sus casas,
en cuarentena, confinados, sin ir al cine, sin mall, sin restaurantes, sin
amigos, nada. Por lo menos aquellos que se quedaron acá están
paseando libremente, por todos lados. Nadie los cuestiona. Corren
alegremente. Todos los demás son Trishanku.

Vishwamitra era un gran yogui, pero su ego se podía encender de


esta manera. Cualquiera que se postrara a sus pies y le dijera:
—Señor, ¡eres grandioso! Eres un jñani. ¿Quién es Indra frente a ti? Tú
eres capaz de mandarme al cielo.

—¡Sí, sí! Yo soy


capaz.

Aunque logren el estado de Samadhi por un día o dos, medio día, un


minuto, nada está garantizado. No hay garantía de que volverán a caer
en sus hábitos antiguos. No hay garantía. La única garantía que dan las
escrituras, todos los rishis, todos los munis, todos los vedantis es:
«Cuando realizas quién eres, la garantía es permanente». De otra forma,
no existen un año de garantía, dos años de garantía, toda la vida de
garantía. Con este Samadhi no hay una garantía de toda la vida.

Si pasan 23 horas en distracciones, se vuelven buenos es esto ¿correcto?


Si practican la meditación durante 20 minutos, en un día pasarán 23
horas y 40 minutos practicando distracciones. Cualquiera que practicara
algo, digamos piano, durante 23 horas y 40 minutos por 7 días a la
semana, 365 días al año,
¿cuál sería su nivel de habilidad en tocar piano? Imagínense.
Derrotaría la
mano izquierda de nuestro Dimitris. Rotundamente. Porque ha
practicado 23 horas y 40 minutos, ¿qué?, piano. O sea que de manera
natural será muy buen pianista. Así, si ustedes en la vida diaria practican
23 horas y 40 minutos la idea de que son el cuerpo, la mente, todas estas
emociones, estas relaciones, esta identificación… ¿cómo es que 20
minutos de meditación va a cancelar todo esto? Díganme. ¿Cómo van a
hacer que la balanza se incline hacia este lado? ¿Cómo es posible? No
es posible, porque están practicando lo que no deben durante tiempo
más prolongado, y lo que realmente son lo
están practicando por muy poco tiempo. Entonces, ¿qué dice Swami?
«¡Oh!
¿Deberíamos meditar todo el día?» Aunque trataran, no
podrían.

Una vez se juntaron cuatro monjes y se dijeron: «Meditemos. Dos


semanas mounam, silencio, ninguno de nosotros hablará durante dos
semanas. Meditaremos». La primera noche, se sentaron los cuatro,
prendieron una vela y se pusieron a meditar en la vela. Meditación en la
luz, jyothi. La vela se apagó. El primer monje dijo:

—¡Oh, Dios mío! Se apagó la


vela.
El segundo monje
dijo:
—¿Qué hacemos
ahora?

El tercero
dijo:
—¿Por qué están
hablando?

El cuarto
dijo:
—Yo soy el único que no
habla.

Si les dijera: «No, no, de mañana en adelante, mínimo medio día de


meditación. Sólo cuando estén durmiendo o cuando estén en clases,
trabajen. El resto del día, sólo mediten. ¿Qué pasaría? Dirían, «¡Yo
soy el único meditando en el á! Yo soy el único que no está hablando».
Nuestros vasanas no nos lo permiten. ¿Por qué? Porque han
practicado las distracciones tantas veces, tanto tiempo; las han
practicado durante muchos, muchos nacimientos. Por lo menos en este
nacimiento están practicando con la divinidad. En todos los
nacimientos antes de éste, han practicado lo
mismo durante 24 horas al
día.

¿Cómo quieren cancelar todo eso con sólo 20 minutos de meditación al


día?
¿Con sólo 20 minutos de silencio al día? ¿Con 20 minutos de atma
vichara (pensar en el atma)? Tomará más tiempo, tomará mucho más
tiempo que este. ¿Por qué digo que el Taller del Avatar está terminando
ahora? No estoy diciendo que han alcanzado Samadhi o no lo han
alcanzado, o si ese es el final de sus logros o fracasos, no.

Samadhi es un escalón en el camino. No es el destino. Primero deben


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tener esto bien claro. Es sólo una señal en el camino, para guiarlos.
¿Por qué Samadhi? Porque la dicha de Samadhi es mucho más dulce.
Por eso, cuando experimentan un placer más elevado, una dicha más
elevada, naturalmente sus tentaciones hacia placeres inferiores por lo
menos declinarán y si es que no se destruyen, se reducirán. Quiere decir
que la frecuencia de la entrega a placeres inferiores disminuirá, porque
tienen la otra manera de entregarse a placeres elevados. Otras maneras
de disfrutar, sin esfuerzo, en realidad sin esfuerzo.

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Para siquiera disfrutar algo de comida, tienen que ir a la zona de
restaurantes. No sé si disfrutarán o no, pero tienen que llegar a esa zona.
Hay un platillo especial que se cocina ese día, entonces hacen la fila, y
luego caminan. Luego tienen que encontrar un plato y un lugar.
Después tienen que sonreir a la persona que sirve, para que les sirva
una porción extra. A continuación, llevan el plato a una esquina
tranquila, no quieren que vengan otras personas a perturbarlos mientras
comen. Desean una esquina tranquila.

Deberían observar, cuando hay un perro acá, cómo come meditando,


en realidad medita, no come. Tranquilamente. Si le dan algo
sabroso, un premio, un premio sabroso, ¿qué hace? Lo toma de su
mano y se va a sentar en una esquina solitaria y lo muerde con calma.
No quiere distracciones. Yogui. Yo lo llamo yogui, ¿Por qué? Porque
sabe cómo disfrutar de la vida. Él sabe cómo convertir los pequeños
placeres de la vida en algo grandioso y disfrutarlo.

Por lo que, de esa manera ustedes encontrarán ese plato y ese lugar,
se sentarán en una esquina sin querer que los molesten. Y, ¿cuánto
esfuerzo hay para disfrutar esa dicha-distracción? ¿Cuánto esfuerzo?
¡Vayan! Recojan el plato, hagan la fila, digieran todo lo que han
comido. Porque si no, les traerá problemas estomacales y la felicidad
los abandonará. Todo toma mucho trabajo. Para meditar, ¿qué
trabajo hay? Encontrar una esquina silenciosa. Acá, todo es
silencioso. No están en una ciudad. Tráfico, contaminación, gente, la
casa llena de familiares, de vez en cuando viene un
vecino y toca la puerta. Nada de esto existe acá. De hecho, Yo les he
dicho
que, si viene un vecino y les golpea la puerta, ¡lo golpean a él! No dejen
que
nada les perturbe. Hagan su meditación, todos mediten, no estén
chismeando, ni socializando. Están acá para espiritualizar, no para
socializar.

Entonces, encuentren una esquina tranquila, siéntense y mediten.


Pueden meditar 20 minutos, 30 minutos, 40 minutos, el tiempo que esté
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al alcance. Eso quiere decir que tienen que tomar tiempo de otras
prácticas. Lo que digo es: «Tomen tiempo de otras prácticas, como ‘yo
soy el cuerpo, yo soy el cuerpo, yo soy la mente, yo soy el cuerpo, yo
soy la mente’. Eso es lo que tienen que practicar. Tomen tiempo de eso
y pónganlo en la meditación, ‘yo soy divino, yo soy divino’. Tomen
tiempo de sueño y úsenlo en meditar, y se darán cuenta después de un
tiempo que no necesitan dormir tanto. Los

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rishis y munis casi no duermen. ¿Por qué? Porque son yoguis, nunca se
cansan. Siempre están llenos de energía.

No necesitarán mucha comida, en realidad la comida no va a ser la


fuerza impulsora en su vida. En estos momentos ustedes están
impulsados por la comida. Todo el tiempo. Cuando terminan el
desayuno, el próximo pensamiento en su mente será el almuerzo;
cuando terminan el almuerzo, el próximo pensamiento en su mente
serán los snacks; cuando terminan los snacks, el próximo pensamiento
en su mente será la cena. Están viviendo su vida entre el desayuno, el
almuerzo, los snacks y la cena. Así transcurre su vida, entre comidas.
¡No puede ser así! Se darán cuenta, mientras van
practicando, «¡Oh! Llega la comida, qué bien; está rica, qué bien; si
está
buena, está bien también». Todo estará bien para ustedes. Sentirán
los cambios dentro de ustedes. Ya no estarán dirigidos por los sentidos.
Estarán siempre dirigidos por la Consciencia.

Todo estará bien para ustedes. Se darán cuenta de los cambios que
ocurrirán dentro suyo. Ya no estarán guiados por los sentidos, siempre
los guiará la Consciencia…que está en todo. Lo que digo es que
Brahman, esa idea de Consciencia, está en todas partes. Esto es lo
que deben continuar practicando. ¿Cuánto tiempo tienen que seguir
practicando? Tienen que seguir hasta que se realicen. ¿Cuánto
tiempo permanecerán como estudiantes en esta clase? Hasta que se
vuelvan maestros. Sigan practicando, continúen practicando. No digan:
«He practicado veinte minutos durante
treinta días y, ¿dónde está mi realización del Atma, mi auto realización?
Esto
no llega
así.

Un monje renunciante budista subió a la montaña para pracricar la


meditación y realizar… lo que fuera… nirvana. Practicó durante seis
años y no pasó nada, se aburrió. Al menos practicó seis años lo que
fuera. Luego bajó preguntándose: «¿de qué ha servido haber trabajado
tanto, si no he realizado a Dios (Brahman), ni al cielo (nirvana)? Todo
esto no lleva a la unión con Dios, ni al cielo». De regreso a su casa,
encontró un hombre sentado en una barra grande de hierro —de las
que se usan para cavar— y estaba frotando con mucha fuerza la barra
con un pedazo de tela de seda. Le
preguntó
:
—¿Qué
haces?
—Mi esposa me pidió una aguja, y como no tengo, estoy haciendo una
de esta barra, frotándola con una seda.

Así fue como el monje comprendió y regresó a la montaña a meditar


de nuevo. ¿Por qué? Muchos de nosotros nos quedamos ahí. Tantos
nacimientos practicando 23 horas, o capaz 24 horas, «soy el cuerpo,
soy la mente, soy el cuerpo, soy la mente, soy el cuerpo, soy la
mente». En este nacimiento, en un período de 30 días de practicar
«yo soy Dios» (Aham Brahma) durante 20 minutos, ¿acaso llegarán
a Brahman y la barra se convertirá en aguja? ¿Cómo va a ser eso
posible?

Deberían estar meditando 24 horas en «yo soy Dios. Yo soy divino. Esa
es mi verdadera naturaleza». El cuerpo y la mente son instrumentos. Los
llaman karana (instrumentos). Los instrumentos externos (bahir
karana) son las extremidades. Los instrumentos internos (antar
karana) son la mente consciente e inconsciente (buddhi y chitta).
Todos esos son los instrumentos que tengo que usar. Yo no soy ellos,
ni ellos son yo. Mi única conexión y relación con ellos es que me
pertenecen. Y debo usarlos como se requiera. Si se requiere una aguja,
se utiliza la aguja. Si se necesita un cuchillo, se usa el cuchillo. Sólo
porque ustedes tienen piernas no quiere decir que estén caminando
todo el tiempo, ¿verdad? No porque tienen lengua tienen que estar
hablando todo el tiempo. No porque tienen oídos tienen que estar
oyendo todo el tiempo, o mirando todo el tiempo. No, no es
necesario. Cuando utilizan su cuerpo, mente e intelecto sólo cuando
es necesario, entonces son unos yoguis. Porque ahí los tienen bajo
control. Ellos no los controlan.

Los animales se mueven por sus instintos, sus cuerpos los controlan.
Sus mentes los controlan. Sus instintos también. Nosotros, como seres
humanos tenemos una ventaja: la habilidad de controlar nuestra
mente y nuestro cuerpo. Pero todo esto requiere práctica. Incluso el
tener equilibrio sobre una bicicleta requiere práctica. Practiquen
repetidamente y con perseverancia (abhyasa).
Regresemos al primer peldaño: practicar, practicar, practicar. Tres
secretos para el éxito: práctica, práctica, práctica. Práctica continua y
sin interrupciones, por largo tiempo hasta establecerse con firmeza
(abhyasa yoga). Practiquen este yoga. Krishna dijo lo mismo en el
Bhagavad Gita:
«control de la mente». Lo mismo, práctica continua sin
interrupciones (abhyasa) y desapego (vairaghya). Lo mismo dijo
Krishna: «práctica constante y desapego». También para Patanjali era
práctica constante y desapego. Este es el camino hacia delante.

Si hubieran pasado 30 días y creyeran haber hecho un trabajo fantástico,


no se ufanen porque sólo practicaron 20 minutos de meditación y 23
horas con 40 minutos practicaron lo que no son. Obviamente son
expertos en creer que son el cuerpo. Con 20 minutos de práctica diaria
no se logra meditar. En este lugar hay tanta paz…imagínense que
estuvieran en otro lugar, en medio de una ciudad. Tendrían que ver
cómo son esos departamentos en Bombay, como para palomas. Les
estuve contando un chiste a los que viven ahí. Bombay es muy caro y no
hay alojamiento para nadie. Fui a visitar a una
persona, su casa tenía sólo una habitación, la sala, el dormitorio.
Pregunté si
había otro cuarto y me
dijeron:

—No, Swami, esto es


todo…
—¿Dónde me
siento?
—Acá te puedes
sentar.
—y ¿dónde
como?
—Acá
comes.
Afortunadamente, había un baño, y una cocina pequeña donde una
mujer de talla normal podría girarse. Alguien de talla X o L no cabría.
Lo mismo en el baño. Un hombre de talla M o S podría usar el baño. X
o L no cabría. Mientras miraba todo esto, me dijo:

—10 millones de rupias por este

departamento. Mi corazón saltó:

—¿10 millones de rupias por este


departamento?
—Sí —dijo. Así es
Bombay

El chiste era que habia un hombre que quería casarse y establecerse


en Bombay. Sus amigos le dijeron:

—¿Por qué no te casas y te organizas? Pronto estarás


viejo.
—Me gustaría casarme, pero ¿dónde voy a vivir después de casado?
No puedo pagar un departamente, ni siquiera un lugar para vivir.
—Eso no importa. Puedes irte a vivir con tu
suegro.
—Habría podido hacerlo, pero mi suegro ya vive en la casa de su
suegro.

Todos los Trishankus de Bombay, de Bangalore, de Chennai saldrían


corriendo de un lugar así. Ellos mismos se alejarían de ahí. Así es. 30 o
40 días tratando de conseguir un departamente en Bombay o
Bangalore o donde les toque lidiar. Aquí estamos en un lugar tan
apacible. Todo es tan hermoso.

Yo me siento en las mañanas y sólo observo… sólo observo a las


aves moviéndose por ahí, haciendo sus tareas, volando de aquí para allá.
Me doy cuenta de que tenemos tantas variedades de árboles, y por eso,
tantas clases distintas de aves. ¡Qué bello! Entonces me acuerdo del
Mundaka Upanishad, dos pájaros parados en un árbol, uno
comiéndose las cerezas dulces y amargas, y el otro tranquilamente
parado, observando todo como testigo. Cuando veo esos pájaros, de
inmediato medito en Brahma. «¡Oh! Ese pájaro soy yo, el otro es mi ser
inferior (jiva) que piensa ‘yo soy el cuerpo, la mente
que tiene que esforzarse’». El pájaro de arriba está parado plácidamente.
El
de abajo está saltando inquieto de aquí para allá. Estoy consciente de
ello. Veo este árbol y a las aves por las tardes regresando a sus nidos.
Hay un árbol de mango frente a la ventana. Hacia el atardecer
todas las aves regresan.

Esto me recuerda a cómo se dan las cosas, cómo es que en el estado


de sueño profundo todos los sentidos y la mente regresan a Dios
(Brahman). Como las aves que al atardecer regresan a sus nidos.
Observo esto y pienso:
«Cuando estamos en el sueño profundo, Brahma absorbe todos
nuestros sentidos y nuestra mente, así como al final del día,
regresan las aves a
descansar. Ese descanso es sólo en Brahman, y sólo cuando nos
hacemos Uno con Eso, estamos en paz, podemos descansar.»

Hay quienes no saben que esto es así. Se habla sobre esto de manera
muy clara en los Upanishads. En cada uno de ellos hay una frase
parecida. No hay otra manera de ser feliz, de estar en paz, de sentirse
descansado, que no sea el «realizar quién es uno». ¿Cómo van a realizar
esto esforzándose sólo 20 minutos? Estamos con una barra de hierro
en las manos, tratando de convertirla en aguja con un pedazo de tela
de seda. Nosotros tratamos de gastarla durante 20 minutos al día. Ese
hombre la frotaba el día entero para hacer una aguja y, con seguridad,
haciéndole votos a Brahma.

Nosotros estamos acá, con tantas tendencias mentales (vasanas), ideas,


apegos, falsas identificaciones y, aún así, queremos hacer una aguja a
partir de una barra en nada de tiempo. ¿Lo lograrán en 30 días? No. No
podrán. Así que, ¿vamos a desanimarnos y a regresar a nuestros
antiguos pasos, pensando: «No, ¿esto no es para mí»? O, más bien,
trabajamos un poco más, diciéndonos: «He comenzado mi viaje, antes
estaba en el camino equivocado y ahora, por lo menos, he encontrado el
camino correcto».

Así que, ¿qué importa si todavía tengo que andar una gran distancia?
Al menos estoy en el camino correcto. Por lo que, sigan caminando,
sigan caminando, incluso solos. Si nadie más camina por este sendero,
caminen solos. Rabindranath Tagore decía: «Sigan caminando, ¿hasta
cuándo?, hasta que lleguen». Entonces, ese ejercicio de 30 días
despertaría a los dormidos, haría que los despiertos se sienten, a los
sentados los pondría de pie, a los que están de pie los haría caminar, a
los que caminan los haría llegar. A los que llegaran los haría realizarse.

Cada uno de ustedes puede haber estado en una etapa diferente.


Algunos estaban dormidos y se acaban de despertar. Algunos que ya
estaban despiertos, se sientan. Algunos de los que estaban sentados,
se levantan. Algunos de los que estaban parados, comienzan a caminar.
Algunos de los que estaban caminando, capaz que ya están corriendo.
Algunos de los que están corriendo, ahora están llegando y los que
están llegando, se realizarán.
Según cómo hayan practicado y a la fe que hayan tenido, se orientará su
vida hacia su destino. En última instancia, el destino es uno y el
mismo para todos. Todos tienen que volverse divinos. Tienen que
realizarse hoy o mañana. Algún día tienen que lograrlo. Incluso si
quisieran escaparse, de alguna manera los perseguirá y lo lograrán. Pero
es mejor realizarse ahora y liberarse de todas esas pequeñas, pequeñas
tentaciones.

Y no vivir por instinto como los animales, sino vivir libres, sin amarras.
Esta elección está en nuestras propias manos, no está en las manos de
nadie más. Debemos hacer el ejercicio de elegir esto. ¿Cómo? Esos 20
o 25 minutos son simplemente sólo el comienzo del nivel del
principiante. Para el nivel avanzado, la vida tiene que volverse una
meditación. Sin esfuerzo, todo el tiempo pensar: «Yo soy divino»,
mientras continúan haciendo lo que tienen que hacer.

Una frase del Ashtavaka: «Dentro no hay pensamiento, no sucede nada.


Uno está firme como el océano profundo. Afuera, uno está moviéndose
de un lugar a otro como un elefante sin preocupaciones». Ese debería
ser el estado de un yogui. De un verdadero jñani. Adentro, sin afectarse
en lo más mínimo por lo que sucede afuera. Como el océano. Las olas
caen y se levantan y vuelven a caer… y el océano, adentro, en la
profundidad, está en calma absoluta. Nadie puede tocarlo ni
perturbarlo. No importa cuánta resaca haya, déjenla fluir. No importa
cuánta agua se evapore, déjenla evaporar. El
fondo no se expande ni se recoge. Permanece estable. Así se vuelve
la naturaleza de la persona que está constantemente en el estado de
Consciencia Integrada Constante. Completamente absorta en un
único pensamiento: «Yo soy sólo divinidad, todo es sólo divinidad.
Todo esto es un juego de la naturaleza que continúa y continúa. Yo
juego solo. Dentro, en lo profundo, estoy imperturbable, no le doy
importancia, no me involucro».

Afuera, uno sigue actuando de acuerdo con la necesidad del


momento.
«¿Cómo actúo?» Libre de preocupaciones, sin estar amarrado por
una
obligación, ni por el sentido del deber; sino haciendo las cosas porque
así es
mi naturaleza. La naturaleza del río es fluir. No fluye porque tenga el
deber de fluir como río, o de irrigar campos, o de dar agua a tantas
personas. Si eso sucede mientras fluye, ¡qué bien! «Mi naturaleza es
fluir. Mi naturaleza
es ayudar. Mi naturaleza es ser compasivo. Mi naturaleza es ser amable.
Mi naturaleza es ser genuino. Mi naturaleza es ser honesto, veraz. Mi
naturaleza es ser divino. Y en todas las actividades, mi cabeza o mis
manos seguirán a esa fuente de donde surge la sabiduría».

Entonces, su forma de amar cobrará un nuevo significado. Ustedes


verán a Dios no como una forma y un nombre, verán a Dios mucho
más allá. La forma de amar se encontrará en un nivel más elevado. Su
trabajo subirá de nivel. Ya no será «trabajo», sino adoración y la
adoración se volverá sabiduría. Todo esto, gracias a esta nueva
realización.

Si estas afirmaciones se aplicaran, incluso al trabajo que ejecuta el


gobierno, ese trabajo sería para Dios. Si es que realmente lo creyeran,
¿ellos lo creen?
¿Qué piensan ustedes? Es fácil decir que el trabajo es adoración. Pero
el
trabajo se vuelve adoración sólo cuando hay sabiduría. Esa
realización
transformará de por sí todo trabajo en adoración, puesto que todo es
Dios. Todos son Dios. Aquél que sirve, sirve sólo a Dios. Cualquier
trabajo que hagan será adoración. Incluso el dormir y comer se
volverán adoración. Al dormir, digan: «lo divino en mí necesita
descanso». Entonces, cambiará su concepto de la vida por completo.
Dormir es adoración. Comer es adoración.

Hemos oído esto muchas veces. Swami habló sobre eso durante
muchos años, de una manera sencilla. ¿Cuántas personas lo han
analizado y masticado? Y, ¿cuántos han comprendido la profundidad de
todo lo que hay en su interior? ¿Cuántos han hecho esto? No lo hemos
hecho y, por eso, es que todavía estamos donde estamos.

Así que la única manera de salir de toda esta confusión es la pureza


de la mente (chitta shuddhi). La pureza de la mente es el resultado
del servicio desinteresado (seva), de la práctica espiritual (sadhana)
y de la devoción (bhakti). Cuando el corazón se vuelve puro, refleja lo
divino sin esfuerzo.

Desde ahora, en que ustedes están «meditando», hasta que «logren


la meditación», van a tener que continuar meditando. Cada vez que
tengan un poquito de tiempo…20 minutos…díganse: «tengo que
apurarme a regresar a mi estado de meditación». Esta deberá de ser su
inclinación. Piensen: «he
aprendido que la bienaventuranza es Dios, un reflejo de Dios
(ananda Brahman vijñana)».

Todo el mundo desea la bienaventuranza (ananda). Si por ahí hubiera


alguien que dijera «no quiero ser feliz», por favor háganle saber que
hay muchas maneras de ser infeliz. La verdadera razón por la cual
todos están vivos es ese deseo de ser feliz. Cuando comemos, estamos
buscando la felicidad,
¿quién va a querer comida desagradable? Cuando paseamos por ahí,
queremos ser felices, ¿quién va a querer ver cosas desagradables?
Cuando conocemos a alguien, queremos ser felices, ¿quién va a
querer encontrar gente poco amistosa? Cuando trabajamos, queremos
ser felices, ¿quién quiere hacer cosas que le trajeran infelicidad?

Todos buscan ser felices. ¿Dónde está esa felicidad? Dicen las
escrituras, de manera bella: «Si quieren felicidad, si quieren sólo
ananda, para lograr unidad en esta dicha se tiene que ser joven» … y
eso no es posible porque un día van a ser viejos. Dicen, «deben ser una
buena persona todo el tiempo» … esto tampoco es posible porque
algunas veces son buenos y otras, malos.

Dicen que deben de tener conocimiento, meditar, tener deseos nobles


y poderosos, deben tener un cuerpo fuerte…no necesariamente ser un
campeón de físico culturismo, pero sí tener un cuerpo robusto y que
sus extremidades no sean débiles o frágiles. Tienen que ser jóvenes
y con determinación. ¿Qué tipo de hombre o mujer joven? Deben tener
un cuerpo fuerte, buenos pensamientos, deseos correctos, tener
determinación, ser joven y ser una buena persona.

Y, ¿qué más se requiere? Dicen que «se tienen que dar todas estas
caracterísiticas». También dicen que deben tener todas las riquezas
del mundo. Estas deben ser suyas. Todas las riquezas juntas, un mukesh
ambani (el más rico de la India) y un Bill Gates. El que quiera ser
feliz debe ser dueño de toda la riqueza. El único dueño de todas las
riquezas, bolsas de valores, todas las posibles propiedades del mundo.
Debe ser joven, debe ser bueno, debe tener buenos deseos, tener
fortaleza en el cuerpo, en la mente y en el espíritu. Alguien que tenga
todos estos atributos es considerada por
los Vedas como una persona que puede ser feliz. Sólo esa persona tiene
esa
«unidad de
felicidad».
Ustedes dirán: «Esto es imposible. Nunca podrá haber un hombre feliz
en la vida, porque los requisitos son tan altos como el cielo. Incluso
Mukesh Ambani no puede ser feliz porque no puede ser dueño de toda
la riqueza del resto del mundo». Entonces, las escrituras dicen quién es
aquél que puede llegar a ser feliz y dicen que es posible, ya sea que un
hombre tenga todos estos atributos, o que sea el conocedor de los Vedas
y que no tenga deseos
—lo que equivale a tener todos esos
requisitos.

¿Cómo se puede alcanzar todo esto? En el Taittiriya Upanishad se


calculan hasta los niveles de ananda (dicha). Así, supongamos que
hay un hombre joven, en la flor de la vida, bueno, erudito, fuerte, ágil,
enérgico y con todas las riquezas, eso equivaldría a una «unidad de
felicidad» humana. Si esta
«unidad de felicidad» humana se multiplica por cien, equivale a una
«unidad
de felicidad» de los ángeles menores y de un conocedor de los Vedas
sin
mancha de deseo. Si esta felicidad de los ángeles menores se multiplica
por cien, equivale a la felicidad de los ángeles mayores y de un
conocedor de los Vedas sin deseos. Si esta felicidad de los ángeles
mayores se multiplica por cien, equivale a la felicidad de los arcángeles
y de un conocedor de los Vedas sin deseos. Si esta felicidad de los
arcángeles se multiplica por cien, equivale a la felicidad de los semi
dioses y también a la de un conocedor de los Vedas sin deseos. Si esta
felicidad de los semi dioses se multiplica por cien, equivale a la
felicidad de los dioses y también a la de un conocedor de los Vedas sin
deseos. Así, si esta felicidad de los dioses se multiplica por cien,
equivale a la felicidad del Absoluto (Brahmananda) y también a la de
un conocedor de los Vedas sin deseos.

Miren la secuencia: la mayor felicidad humana multiplicada a la 20ª


potencia es la felicidad de Dios. Y, ¿ustedes creen que con 20 minutos
de meditación van a llegar a la dicha de Dios (Brahmananda)? ¿Cómo
va a ser eso posible?
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Sin embargo, hay algo más en los Upanishads que, al menos, nos da
un segundo camino. Si hubiera uno sólo, estaríamos fastidiados. Se
dice: «El otro camino es ser conocedor de los Vedas, creer en las
verdades de los Vedas, experimentar las verdades de los Vedas y… no
tener deseos». Así se obtendrá la misma felicidad (ananda). Se repite
en cada nivel, se repite diez veces que cualquiera de esos niveles de
felicidad equivale a la felicidad que

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obtiene el conocedor de la verdad que no tiene deseos. Esto equivale a
toda la felicidad posible, pero para todos los que están aquí no es
posible alcanzar ni siquiera una «unidad de felicidad» humana.
Entonces, ¿Cómo van a llegar a alcanzar el poder de 20 «unidades de
felicidad» que es igual a una «unidad de felicidad» de Dios?

Yo digo que a ustedes les corresponde no sólo la felicidad de Dios,


sino mucho más. Porque la felicidad de Dios llega cuando la mente se
establece en la realización del Sí Mismo (samadhi sthiti). Se supone
que ustedes están más allá de eso. Entonces, pensarán ustedes: «¿por
qué todos esos esfuerzos?» Porque eso es lo que los va a convencer
de no practicar la distracción durante 23 horas y 40 minutos cada día.
Esto es lo que los va a motivar, los va a animar a buscar aquello que una
vez que se logra, ya no hay nada más que se pueda alcanzar. Esto es lo
que va a hacer que sus vidas valgan la pena.

Así que practiquen esto. ¿Para el bien de quién? Para su propio bien.
No estarán haciéndole un favor a nadie, por lo menos, no a Mí.
Háganse un favor a ustedes mismos: aumenten la intensidad de la
práctica. La práctica debe llevarse a cabo todos los 60 segundos de cada
hora. Debería ser todas las 24 horas del día, todos los 7 días de la
semana, todos los 365 días del año. Esa clase de intensidad.
Involucrarse por completo en esta práctica de tratar de realizarse.
Cualquier esfuerzo débil es como la tela de seda que frota para hacer
una aguja de una barra de hierro. Así no lo lograrán.

Por lo que este áshram tiene que ser ejemplar. Todas esas personas, que
son como Trishanku y que creen que este templo se creó por la
gracia del gobierno, vienen aquí y se sorprenden. Dicen: «¿Qué les ha
pasado a todas estas personas? Ellos no eran así». Les pedirán a ustedes
que se sienten un momento a conversar con ellos y ustedes sólo
sonreirán. Cuando alguien los irrite, simplemente sonrían. Cuando una
profesora les moleste, sonrían.

¿Qué pasa, entonces, en el hostal? Ya no hay más chismorreos, ni


habladurías, ni pérdidas de tiempo en charlas innecesarias. Todos
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están ocupados haciendo sus propias tareas y cualquier tiempo que les
quede por ahí, se apresuran de inmediato a regresar a ese estado de paz
y de meditación; porque no quieren perderlo, es tan importante.

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El otro día un hombre fue a Varanasi y conversando con un erudito, le
decía:
«Aquí en Varanasi nadie habla con otros, todos están en silencio.
Incluso si uno chocara con alguien en la calle, por el tráfico, nadie
gritaría. Si eso pasara en Calcuta, la situación sería diferente. Allí, si
alguien lo toca a uno, hasta ahí llegó, pierde dos horas sólo por eso.
Incluso el pedir disculpas no serviría de nada. Le lanzarían toda una
retahíla verbal sobre el gobierno comunista. Por el contrario, Varanasi
es un sitio tan espiritual. Acá todo el mundo es tan silencioso. Incluso,
si hieres a alguien, no responderá». Entonces el erudito le dijo: «No,
no, eso no se debe al efecto de la espiritualidad de Varanasi,
sino a que tienen la boca llena, mascando nuez de betel (paan). ¿Quién
va a querer escupir ese paan para ponerse a gritar? La euforia que
produce mascar ese paan de Varanasi es tan maravillosa que nadie
quisiera salirse de ese estado para hablar con alguien, no importa lo
que haya hecho».

Volvamos a la gloria del propio contento. Esta se da cuando ustedes


están tan felices por dentro, como lo describe de linda manera el
Mundaka Upanishad, con estas palabras: «Todo lo que hay, todo lo que
veo es aliento vital, prana. Esa energía de vida es la misma energía que
brilla en todo». Este prana, esta vibración divina, esta Consciencia, esta
energía de lo divino es lo que hace que las aves vuelen, que salga el sol,
que crezcan los árboles, que fluyan los ríos. Es tan maravilloso que nos
hace caminar y hablar, a Mí y a ustedes. Es lo que hace suceder todo.
La misma energía divina está en todo,
brilla en todos los
seres.

Y, ¿qué le sucede a aquél que llega a conocer esta verdad? No abre un


canal propio en YouTube para hablar sobre eso. No abre un nuevo
blog para hablar sobre esto. Ni siquiera inaugura un nuevo áshram para
promover y difundir. ¿Qué es lo que le sucede, entonces? Se vuelve
silencioso. ¿Quién quiere perder esa hermosa sensación de silencio en
conversaciones vacías? Se vuelve silencioso. No desea hablar mucho.
En realidad, no desea hablar, pero si el deber lo exige, lo hace.

Si el profesor dijera en clase: «No quiero hablar», no sería justo,


¿verdad? Entonces él sólo habla por esa razón, si no, no hablaría. ¿Por
qué? Porque se encuentra ocupado en su propio Sí Mismo. Él está
disfrutando…
¿dónde?... adentro. Está ocupado dentro de sí mismo. Sí, ocupado
dentro
de sí mismo. No hay nada que afecte su paz. Pero él está también
activo afuera. Miren la aparente paradoja: él está tan ocupado y feliz,
no habla mucho y, al mismo tiempo, está muy activo afuera porque está
cumpliendo con su deber. Se tiene que seguir el dharma de acuerdo
con la voluntad de Dios.

Los mejores seguidores de Dios son aquellos que creen que todo
está iluminado por la misma energía vital, la misma Consciencia… en
el perro, en el ratón, en el cocodrilo, en todos la misma Consciencia.
Una vez que se llega a conocer, uno se queda en silencio. Porque,
cuando uno ve algo muy sorprendente, hay un sentimiento
sobrecogedor. Y uno queda asombrado, absorto y en silencio. No sale
ninguna palabra porque no hay palabras para describirlo. Está tan feliz
ocupado dentro de Sí Mismo. Continúa haciendo sus propias tareas sin
preocuparse por el mundo. No le preocupa lo que otros puedan estar
diciendo o cómo se puedan comportar con él. Él es el mismo con
todos. Activo, llega al trabajo a tiempo, trabaja de manera perfecta,
hace todo lo que tiene que hacer y regresa al mismo estado. Estos son
los mejores seguidores de Dios.

Si después de estos discursos durante treinta días, ustedes llegan a


la conclusión de que lo que quiere Swami son 24 horas de meditación…
si es que no se presentan en el trabajo, o si alguien los llama
preguntando dónde están, no pueden contestar: «ya es suficiente, he
estado practicando esta distracción durante tantas vidas y ahora estoy
practicando el conocimiento de Dios (Brahma Jñana)». No. Porque si
ustedes son verdaderos conocedores de Dios, si siguen a Brahman,
serán también activos afuera, mientras están en paz por dentro. Nada
los irritará. Nada los alterará, ni los hará reaccionar.
Porque siempre estarán sacando fuerza desde la paz
interior.

Practiquen todo esto. Practiquen, practiquen y practiquen. Si no se les


diera en un día, si no se diera en un año, incluso si no se diera en esta
vida, no tiene importancia. Porque de todas maneras se redimirán en
alguna otra vida.
Sólo practiquen, practiquen y practiquen. Se requiere esto. Un
cantante decía: «Si dejo de practicar un día, lo notaré. Si dejo de
practicar una semana, lo notará mi esposa. Si dejo de practicar un mes,
el mundo entero se dará cuenta en mi tono, en mi voz, en mi canto,
que no practiqué. Uno mismo
notará si pasa un día sin practicar. Ustedes mismos se darán cuenta si
pasan un día sin practicar la meditación. Pensarán: «hoy mi mente no
está estable, está muy reactiva y salta intranquila. No siento esa
plenitud, sino un vacío dentro». Esta reflexión debería conducirlos
directamente al estado de meditación.

Hay dos meditaciones posibles: cuando estén un poco intranquilos


caminando, sólo siéntense debajo de esos bellos árboles y asegúrense de
que no haya muchos pájaros encima. Siéntense ahí y mediten un
minuto diciéndose: «Yo soy Dios, todo esto es Dios (Brahman). Todo
esto es un juego divino. Yo sólo estoy jugando de acuerdo con el plan
divino… no me irrité, no me frustré, no pasé por todo tipo de
turbulencias, no soy este. Yo soy el océano profundo. Cuando me
encuentro en problemas, me llamo a mí mismo ‘océano profundo’. Yo
soy el océano de Consciencia. Todo esto son olas y su naturaleza es
moverse. Pero en lo profundo, las olas no pueden mover el océano. Él
es firme». Mediten de esta manera, un minuto de meditación, 2
minutos de meditación, medio minuto de meditación… en cualquier
momento que puedan, recójanse. ¡Esta es una meditación muy
poderosa!

La segunda meditación posible es, en sus vidas diarias, como manera


de práctica, aumenten la práctica diaria. Duerman media hora menos. La
inercia (tamas) no nos ha llevado a ninguna parte, ni en estos años, ni en
tantas vidas. Media hora menos de sueño. Brahma Muhurta, la hora
temprana de la mañana…hay tanta paz. Si estuvieran en una ciudad,
se estarían quejando. Acá no hay de qué quejarse. ¡Es tan hermoso!

Un devoto
dijo:
—En mi casa no hay tranquilidad. Hay tantos niños…con mi mujer
sería más que suficiente. Pero, como además están los niños, hay tanto
ruido que no puedo meditar, no encuentro un lugar tranquilo.
El gurú le
dijo:
—¿Tienes
vacas?
—Sí, tengo
vacas.
—Entonces, amarra todas las vacas dentro de la casa —eran los
tiempos antiguos.
—No, no, están afuera en el
establo.
—Mételas dentro de la
casa.
El hombre metió todas las vacas dentro de la casa. Regresó donde su
gurú y le dijo:
—Ahora sufro aún más. Además de mi mujer y los niños, ahora las
vacas alteran todo el orden de la casa.
—¡Oh! ¡Qué pena! Ahora llévate las vacas y vuelve a amarrarlas en el
establo. Así que el hombre se llevó las vacas, regresó a su casa y dijo:
—¡La casa está tan
tranquila!
La casa hubiera estado siempre así, si él hubiera sabido cómo estar
tranquilo.

De manera que, no den excusas… «tengo demasiado trabajo, por


eso…»,
«me llamaron inesperadamente para otro trabajo, por eso…», «tuve
un problema en casa, por eso…». No den excusas. Las excusas son
signos claros de letargo y de falta de voluntad. Las excusas son sólo
eso. Encuentren una excusa para tener tiempo de practicar todo esto en
medio de sus actividades, si no se puede por un tiempo largo, al menos
durante dos o tres minutos, cuatro minutos… en cualquier momento
que tengan la oportunidad. Cuando no estén practicando lo otro.
Cuando no conversen con cualquier persona que se encuentren, cuando
no usen su celular todo el
tiempo, cuando no miren las noticias cada dos minutos, cuando no
chateen innecesariamente y envíen mensajes o correos no necesarios.
Sólo ocúpense de sus asuntos. Hagan lo que tienen que hacer y ya. Así
es
que van a encontrar tiempo para practicar la verdad. Porque de otro
modo, sin darse cuenta, terminarán practicando la no-verdad al
enredarse en todas esas actividades. Incluso el tomarse mucho
tiempo para acicaclarse es plasmar la idea de que ustedes son el
cuerpo. Emplear mucho tiempo en escoger cosas es plasmar la idea de
que ustedes son la mente.

Así que, organicen un horario, escojan una rutina y sólo sigan ese
programa. Dentro de él, incluyan uno o dos minutos de práctica, en la
medida de lo posible. O si no, madruguen, levántense temprano…
nadie los molesta, nadie les va a decir que no madruguen. Ustedes
pueden levantarse temprano. Lo único que Yo les digo es que no se
acuesten tarde. No sería correcto, es tamas, inercia, y esa no es la
disciplina del áshram. Si están haciendo algún
trabajo, terminen a cierta hora y levántense temprano. Nadie se los
va a impedir.

No tomen el horario como si fuera un río. Les estoy dando unas


indicaciones básicas. Este es el último discurso de los 30 días.
Guárdenlos en sus corazones, manténganlos con firmeza en sus
mentes. Son perlas preciosas. No permitan que por falta de atención se
les deslicen de las manos. Tienen ya la esencia de todo lo que se puede
hacer en cada circunstancia y así realizar su divinidad.

Ustedes ya han escuchado mucho y han comprendido siquiera algo;


practiquen al menos un poquito…y hagan un hábito para toda la vida.
Un hábito se forma cuando ustedes lo repiten una y otra vez. Ser
divino tiene que volverse un hábito. El ser bueno, el ser espiritual debe
ser un hábito… si no, esa devoción (bhakti) y los cantos devocionales
no los van a llevar muy lejos. Incluso la acción desinteresada, karma,
tiene sus limitaciones. Sólo el conocimiento, jñana, es la solución
final para todos los problemas. El conocimiento potenciará su
devoción y su acción desinteresada. Todo se volverá mucho mejor.
Alcanzarán el nivel más elevado porque han alcanzado también la
sabiduría, o al menos, un poquito de ella.

Desarrollen estos hábitos sencillos, día a día, estos hábitos diarios que
deben ser los hábitos del áshram y que deben ser los hábitos de
cualquier residente del áshram. En cualquier etapa de la vida en la que
estén, ya sea que sean estudiantes o jubilados, debieran tener estos
hábitos básicos. Practicar la verdad quiere decir quitarle tiempo a la
práctica de la no-verdad y entregárselo a la práctica de la verdad.

Cada vez que la mente se esté deslizando hacia la no-verdad,


redirecciónenla de nuevo, es decir recojan la mente y los sentidos
(prathyahara). Ya lo han estado practicando. Hagan de ello un hábito.
Estos 30 días…tienen que convertirse en «para siempre» en sus vidas.
Tienen que ser su camino en la vida. Ya no deben desviarse.

Y conserven estas palabras que Yo les entregué. Escúchenlas,


atesórenlas, recuérdenlas, medítenlas, venérenlas y la gracia de Dios
estará ahí en abundancia. Él quiere que todos realicen su Sí Mismo.
¿Acaso Dios no
quiere que se realicen? Es lo único que Él quiere. Él estaría muy feliz.
En el momento en que alguien se realizara, Él diría: «Alguien está
tratando de conocerme, de alcanzarme» y se pondría tan feliz. Y Él se
entregaría a Sí Mismo al deseo del aspirante. Él quiere que todos se
realicen, si no, ¿por qué crearía este mundo? Lo creó para que pudieran
saber que Él existe. Por lo tanto, si ustedes hicieran un poquito de
esfuerzo, Él estaría feliz.
Miren este bello entorno y en cada elemento que vean, traten de ver a
Dios,
a Brahman. Traten de ver en todo Su mano oculta. Traten de verlo
escondiéndose, como Krishna que se ocultaba detrás de las puertas.
Y practiquen el silencio, mounam. El silencio es muy, muy importante.
Afuera, silencio. Adentro, silencio. Silencio interior significa ni siquiera
estar leyendo o garabateando por ahí. Si la boca estuviera cerrada, pero
la mente siguiera activa, corten con sus contactos no necesarios y con
las redes sociales. No son necesarios. Lean lo que es necesario, todo el
resto distrae su mente. El pensamiento zigzaguea y perturba la
práctica espiritual, su sadhana y su
meditación.

Así que, practiquen de una manera regular. Esa es la clave. La


constancia es la clave. Si lo hacen de manera regular, lo lograrán sin
ninguna duda. Dado que las circunstancias son tan favorables; el
tiempo, el adecuado; y el umbral, bajo… «Si no es ahora, entonces,
¿cuándo?» le dijo Jesús a su madre. ¿Por qué están viviendo este
momento? Si no es ahora, entonces ¿cuándo? Si no es aquí, entonces,
¿dónde? Si no es de esta manera, entonces, ¿de cuál? Estas son las
preguntas que tienen que hacerse y tienen que seguir Mis
instrucciones de manera rigurosa.

Traducido por el equipo de voluntarios de


Latinoamérica y España Fundación Sai Prema

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info@saiprema.org

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