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Hemos llegado al final del viaje. ¿Mucha información, no? Intentemos ahora convertirla en
conocimiento. Primero, un rápido repaso.
En el Capítulo III, se combinaron los conceptos dados en los primeros dos Capítulos, y se
comenzó con el análisis –que se extiende hasta el Capítulo V– de las interrelaciones entre la
blockchain, los tokens, los Smart Contracts y el Derecho.
Así, en primer término se analizaron tres escenarios posibles, con sendos ejemplos: la
evasión hostil (SilkRoad), la alineación eficiente (RegTech) y el alivio de fricciones
transaccionales (STOs, ICOs, DAICOs y IEOs). Seguidamente, se presentó la Taxonomía del
Token y se profundizó en los STOs y ICOs, pasando por los SAFTs y el proceso de venta de
tokens y también de su reparto gratuito vía airdrops. Se profundizó también en la
tokenización, se analizaron sus beneficios, así como sus riesgos y sus desafíos y se la
comparó con la securitización.
El Capítulo V concluyó presentando los nuevos desafíos que genera la tributación digital. Se
ofreció una muy breve revisión de la tributación de los criptoactivos a nivel comparado, y se
analizó en particular la tributación de los criptoactivos en Argentina, resaltándose que el
Congreso sólo se ha referido a los mismos a los fines de gravarlos en 2017, mediante la Ley
Nº 27.430, pero desde ese momento no ha habido otro avance legislativo para regularlos,
promoverlos, o prohibirlos.
Finalmente, el Capítulo VI buscó ilustrar al lector con casos de uso de la blockchain, de los
criptoactivos y de los Smart Contracts tanto a nivel empresarial como gubernamental.
7.2. Una obligación moral y ética [arriba]
En el ICDA también dirijo desde 2014 el Curso de Posgrado en Derecho Empresarial y la nueva
Maestría en Derecho de Empresas. En Diciembre de 2019, el Colegio de Abogados de Córdoba
creó una nueva Sala de Derecho y Tecnología, designándome Director. El objetivo de la nueva
Sala es acercar el Derecho a las Tecnologías.
En estos tres años a cargo del CEINN-UCC he aprendido mucho, de la mano de grandes
Creadores de la Innovación que han pasado por el CEINN-UCC, y también de grandes juristas,
como el Dr. Thibault Schrepel, con quien tuve el honor de cursar la primera cohorte de la
Blockchain Summer School dictada en la Universidad de Utrecht en Junio de 2019.
Como dije al iniciar este Capítulo, es importante siempre conocer las intenciones que
subyacen a las acciones.
En mi caso, la intención no es otra que tratar de volver simple algo muy complejo, y por y
para ello decidí escribir este Manual. La simplicidad es la máxima sofisticación, y dejaré que
el lector juzgue si he cumplido o no con mi declarada intención, la que considero una
obligación moral y ética en mi rol docente, desde hace ya 15 años cuando me incorporé
como Ayudante en la Cátedra de Filosofía del Derecho del Dr. Armando Andruet (h), en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la la Universidad Católica de Córdoba.
Como se dijo al inicio de este Manual, el Abogado del Siglo XXI necesita una gran cuota de
Astucia Legal[1] para navegar aguas turbulentas, aguas de cambios disruptivos, producto de
las cuatro innovaciones incrementales –algunas fundacionales, otras experimentales– que
están en su infancia o adolescencia, pero que madurarán en la próxima década, y se
combinarán entre sí en modos que aún no hemos diseñado. Me refiero a la Inteligencia
Artificial, el Blockchain, el Internet of Things –incluyendo el Industrial Internet of Things,
IIoT– y la Computación Cuántica. En este sentido, empiezan ya a pensarse combinaciones
entre Inteligencia Artificial y Blockchain, que permiten dejar registrado en blockchain el
proceso de aprendizaje de los algoritmos, de modo tal de poder rápidamente detectar
errores en el entrenamiento de algoritmos[2] y corregir sus sesgos.
Como también se afirmó antes, a medida que que la tecnología de la cadena de bloques
permee en sectores que abracen sus ventajas y funcionalidades, los sistemas legales de todo
el mundo (y los Abogados y Jueces que en ellos operan) deberán, en un momento u otro,
identificar, evaluar y definir cómo resolver los conflictos que se susciten entre los que
operan dentro de la red, y fuera de ella[5]. Y habrá casos fáciles, casos difíciles y casos
importantes.
El desafío es encontrar un justo equilibro entre, por un lado, esta tecnología de enorme
potencial y, por el otro, el sistema legal y social donde se inserta, resguardando pari passu
las garantías constitucionales de ejercer industria con fines lícitos, asociarse, innovar y
emprender, y, por el otro, la paz social. Para ello, la relación entre Derecho y Blockchain
debe ser colaborativa y de diálogo asertivo, lo que requiere que abogados y programadores
hablen un mismo idioma.
Como también se afirmó antes, estoy absolutamente convencido que la educación legal
actual no está a la altura de las habilidades y competencias que se demandarán al Abogado
del Siglo XXI. Es innegable que la formación de grado en Derecho no acentúa la innovación,
ni la agilidad[6]. Tampoco es común que se mezclen contenidos legales y tecnológicos en los
trayectos formativos.
Pues bien, los signos de los tiempos indican que deben vincularse intrínseca y
funcionalmente los trayectos formativos del Derecho y las Ciencias de la Computación muy
rápidamente, ya que en poco tiempo la industria legal será uno de los sectores más
impactados por las nuevas tecnologías. La disrupción del sector legal vendrá de la mano del
LegalTech, combinado innovaciones inter-tecnológicas con el Machine Learning, la Legal
Automation, el Bid Data aplicado, y la Blockchain y los Smart Contracts.
Se ha afirmado que esta combinación de tecnologías producirá impactos cada vez más
frecuentes y más intensos, que afectarán lenta pero persistentemente la forma de ejercer la
profesión de Abogado en el Siglo XXI[7], profesión que deberá conocer y manejar nuevos
conceptos y nuevas disciplinas tales como la Lex Cryptographia acuñada por Wright y De
Filippi, o el Legal Programming acuñado por Koulu, y utilizar cada vez más la visualización
contractual mediante el Legal Design que impulsa la Universidad de Stanford desde su Legal
Design Lab[8] para facilitar el acceso a la Innovación para todos los Usuarios de la
Innovación.
7.3. Aceleración [arriba]
Ahora bien, si algo quedó en claro por la crisis global desencadenada por el COVID-19, es que
la Economía del Conocimiento[9] y la Digitalización del Estado[10] debieran acelerarse como
Políticas de Estado.
Para ello, es necesario también que el Derecho se digitalice muy rápidamente, para que
pueda útilmente acompañar esta Revolución Industrial 4.0[11] que ya no tendrá freno, y que,
sin dudas, producirá enormes cambios económicos y sociales en todo el mundo, que se
suman a los que va a producir el COVID-19.
Martin Wolf, columnista económico del prestigioso Financial Times, ha sostenido que hasta
cierto punto todo esto es nuevo, y que si bien una pandemia era posible, nunca podríamos
anticipar exactamente cómo sería o cuándo ocurriría. Afirma que probablemente el COVID-
19 causará una catástrofe de la que quizás no nos recuperaremos por décadas, produciendo
una gigantesca crisis política, social y económica, cuyos efectos durarán mucho más allá de
la crisis sanitaria[12].
Pero es muy, muy importante que el árbol no tape el bosque: no debe perderse de vista que
el verdadero y esencial desafío planetario es frenar el Cambio Climático[14], cuyos efectos
probables hoy son aún inciertos en punto a cuándo se presentarán, pero no debe dudarse que
se producirán.
En este sentido, esta pandemia debe vivirse como un tremendo entrenamiento para el
partido verdadero, del cual la civilización humana puede no sobrevivir si no se prepara.
Deben drásticamente acelerarse las Finanzas Sustentables y aplicar la Tecnología es la única
forma de hacerlo.
Sin dudas, acelerar la digitalización (del Derecho, de los Gobiernos y de la Economía) traerá
consigo otros grandes riesgos[15], pero el principal de ellos es quizás que nadie debiera
quedar afuera de la digitalización por incomprensión, por falta de capacidad, o por no
entender cómo funciona una tecnología.
Es muy importante que nadie quede afuera de la Innovación y que todos puedan ser Usuarios
de la Innovación. Los Abogados debemos estar al lado de los Creadores de la Innovación,
pero también al lado de los Usuarios de la Innovación, especialmente al lado de aquellos más
desfavorecidos, a los que les toca vivir un mundo que será cada vez más digital. Más Digital
puede ser sinónimo de más Inclusión, como se ilustró con el caso de los refugiados Sirios,
donde la blockchain puede combinarse con otra tecnología –un lector de iris– para garantizar,
de manera indubitada, el destino final de las ayudas humanitarias.
A tal fin, la blockchain y los Smart Contracts como tecnología subyacente y facilitadora –
enabling technology–, más temprano que tarde, cambiará para siempre la forma en que
intercambiamos valor, así como Internet transformó drásticamente la forma que se
intercambiaba información.
Creo que no debe dudarse: las bondades y los beneficios que la desintermediación, la
descentralización, la transparencia, la auditabilidad y la inmutabilidad pueden traer son
enormes, tanto en la esfera empresarial como en la esfera gubernamental.
Ahora bien, para que la Economía Digital pueda acelerar su paso, se requieren antes
importantes definiciones de Política de Estado que la República Argentina debe rápidamente
evaluar y decidir, se demandarán grandes inversiones públicas y privadas en infraestructura,
educación y talento humano, serán necesarias muchas modificaciones legislativas y
regulatorias que afectarán intereses creados de muchos sectores profesionales y
empresariales, deberán debatirse en la Academia nuevas definiciones legales, y,
principalmente, deberemos asumir y reconocer que la situación general de nuestra Sociedad
puede ser mejor que la actual, si apostamos firmemente por la innovación y la digitalización
en y de los Gobiernos, de la Economía, y del Derecho[16].
Los Abogados también podemos (y debemos) innovar para acompañar a los Creadores de la
Innovación, con el foco siempre puesto en que nadie se quede afuera y en que todos accedan
al efectivo ejercicio del derecho a ser Usuarios de la Innovación. Al lector que ha llegado
hasta aquí se le ha impuesto la misma obligación moral y ética de quien suscribe.
J.S.H.Q.
21-V-2020.
Córdoba, Argentina.