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Uniendo los puntos

Sebastián Heredia Querro

7.1. Convertir la Información en Conocimiento [arriba] 

Hemos llegado al final del viaje. ¿Mucha información, no? Intentemos ahora convertirla en
conocimiento. Primero, un rápido repaso.

En el Capítulo I de este Manual se buscó sintetizar los antecedentes filosóficos de la


blockchain, ya que es importante siempre conocer las intenciones que subyacen a las
acciones (y a las innovaciones). Se dieron algunas definiciones de las DLTs y de la blockchain,
y se analizaron sus características esenciales –decentralización, mecanismos de consenso, e
inmutabilidad salvo hard forks– y sus distintos tipos –abiertas, privadas, híbridas–. Se
analizaron las discusiones que surgieron con la Internet de la Información, y se predicó su
reedición ante la irrupción de la nueva Internet del Valor. Se comentaron también las
limitaciones de la blockchain, el uso de las mismas asociado a criptomonedas, el boom y el
crack del cryptomarket, y el surgimiento de las CBDCs, con China liderando ampliamente.

En el Capítulo II, a su turno, se abordaron los contratos inteligentes y se analizaron distintas


definiciones desde Nick Szabo en adelante. Se puntualizaron las teorías en torno a su
naturaleza jurídica, y se los comparó con los Computable Contracts y los data-oriented
contracts. Se analizaron sus rasgos principales: observabilidad, verificabilidad, privacidad y
ejecutabilidad automática. Se analizaron algunos casos de uso, incluyendo los Smart
Contracts híbridos, y se analizó la cuestión de la identidad digital, la anonimidad y la
pseudonimidad en virtud del encriptado asimétrico de llaves públicas y privadas. Se analizó
para qué pueden servir los Smart Contracts, y para qué no podrán servir, desmitificándolos al
resaltarse las dificultades existentes y los puntos críticos, tales como la codificación
deficiente, las limitaciones del lenguaje computacional vis-à-vis el lenguaje técnico legal, y
los problemas vinculados a su revisión judicial. Se plantearon los principales modelos de
Justicia Distribuida, y se resaltaron algunos usos actuales de los Contratos Ricardianos.
También se presentó a las redes de Smart Contracts, desarrollándose el concepto de las
Dapps, DOs, DAOs y DACs, y se analizó el caso TheDAO, se presentó TheLAO, se adelantaron
nociones sobre la estandarización en materia de Smart Contracts y se auguró el inicio de la
Década de las DAOs.

En el Capítulo III, se combinaron los conceptos dados en los primeros dos Capítulos, y se
comenzó con el análisis –que se extiende hasta el Capítulo V– de las interrelaciones entre la
blockchain, los tokens, los Smart Contracts y el Derecho.

Así, en primer término se analizaron tres escenarios posibles, con sendos ejemplos: la
evasión hostil (SilkRoad), la alineación eficiente (RegTech) y el alivio de fricciones
transaccionales (STOs, ICOs, DAICOs y IEOs). Seguidamente, se presentó la Taxonomía del
Token y se profundizó en los STOs y ICOs, pasando por los SAFTs y el proceso de venta de
tokens y también de su reparto gratuito vía airdrops. Se profundizó también en la
tokenización, se analizaron sus beneficios, así como sus riesgos y sus desafíos y se la
comparó con la securitización.

En segundo término, se introdujo un estudio del Derecho Comparado en relación a los


criptoactivos y los Smart Contracts. En este sentido, se analizaron los muy importantes
avances en el Reino Unido, cuyo sistema jurídico está liderando ampliamente la recepción de
los criptoactivos y Smart Contracts. Se analizó también el caso de EE.UU. tanto a nivel
federal como estatal, incluyendo el análisis de legislación proyectada a nivel federal, y
algunas leyes estaduales muy interesantes, como el caso de Vermont, Wyoming y Delaware.
También se hizo foco en las regulaciones existentes en Singapur, Suiza, España, Japón,
Francia, Corea del Sur, Francia, Méjico y Chile. Se resaltó el abordaje regulatorio suizo,
francés y mejicano, y también se puntualizó como Japón está abordando la responsabilidad
de Exchanges y Wallets a nivel legislativo.

En tercer término, también en el Capítulo III se analizó la interrelación de los criptoactivos y


los Smart Contracts con el Derecho Nacional vigente. Así, se analizaron primero las diversas
teorías en punto a la naturaleza jurídica de los criptoactivos, conceptualizándolos como un
bien mueble incorporal registrable. Se analizó también su encuadre, dadas ciertas
circunstancias, como títulos valores no cartulares atípicos, dada la libertad de creación que
existe en dicha materia. Se analizó también la regulación del crowdfunding, y el desarrollo y
las características de la Blockchain Federal Argentina. Luego, se encuadró a los Smart
Contracts como contratos electrónicos, puntualizándose su eventual encuadre como contrato
adhesivo. Se valoraron distintas opciones de reflejo contable de los criptoactivos y se
contrastó el Estatuto del Consumidor con los Smart Contracts, desarrollándose los ámbitos
donde pueden surgir conflictos. Se señalaron también las posibles tensiones que pueden
surgir entre la blockchain, los Smart Contracts y el régimen de Defensa de la Competencia,
el Régimen Falencial y el Régimen de Protección de Datos Personales. Finalmente, se incluyó
también una muy breve disgresión sobre las decisiones basadas en datos, el Machine
Learning, y conceptos como Explainability y Unsupervised Machine Learning, a la vez que se
puntualizó la ausencia de un tratamiento legislativo sobre la blockchain, los criptoactivos y
los Smart Contracts a la fecha en que este Manual se escribe.

En el Capítulo IV el foco se puso en las cuestiones contractuales y en delinear los trazos


gruesos de la responsabilidad civil emergente en entornos blockchain.

Así, en primer término se presentó la teoría de la conexidad contractual off-chain,


analizándose sus clases, modalidades y sus efectos, y se postuló su posible aplicación a los
entornos on-chain.

En segundo término, se analizaron ciertas particularidades de los contratos celebrados para


programar un Smart Contract, de los servicios de auditoría de software, y se indagó en la
naturaleza jurídica contractual que se anuda entre los usuarios de criptoactivos, Smart
Contracts, y los Exchanges y Wallets. Se analizaron casos de ciberataques sufridos por
Exchanges y Wallets, y se hizo foco en los contratos de licencia de software y en las cláusulas
de limitación de responsabilidad que suelen contener. Se analizó también la reciente
regulación argentina de las billeteras digitales de dinero electrónico, fenómeno
relativamente próximo a las Wallets de criptoactivos.

En tercer término, también en el Capítulo IV se introdujeron nociones del Legal Design, y se


auguró para ésta disciplina un gran desarrollo de la mano de los Smart Contracts en
particular y los contratos electrónicos en general. Se finalizó el Capítulo IV analizando cómo
el Derecho Privado a nivel comparado comienza a acomodarse para receptar esta nueva
Internet del Valor. Se analizaron posturas de Derecho Comparado en relación a la
responsabilidad objetiva, la cláusulas de liberación de responsabilidad, y los seguros
obligatorios, analizándose algunos casos importantes que han llegado a los Tribunales. Se
presentó la teoría de la responsabilidad por riesgo creado, se analizaron sus fundamentos
como factor de atribución, y se brindaron y visualizaron unas primeras reflexiones
preliminares en torno a la responsabilidad civil en entornos de blockchain.

En el Capítulo V se analizaron los primeros pasos regulatorios en Argentina hacia el entorno


blockchain, de la mano del BCRA y CNV. También se recordaron nociones elementales de los
mercados de dinero fiduciario regulados en Argentina, tanto a nivel bancario como de
mercado de capitales, y se analizaron las principales innovaciones jurídicas de las últimas
dos décadas en dichos ámbitos, desde la negociación bursátil de cheques de pago diferido,
pasando por la regulación de los contratos derivados, hasta la desmaterialización de títulos
valores con oferta pública y las facturas de crédito electrónicas. Seguidamente se pasó
revista a los avances y criterios regulatorios comparados, puntualizándose muy
especialmente en las posiciones de la SEC, IOSCO, FinCEN, FINRA, y CFTC, y analizándose el
caso puntual de la legislación Maltesa.

El Capítulo V concluyó presentando los nuevos desafíos que genera la tributación digital. Se
ofreció una muy breve revisión de la tributación de los criptoactivos a nivel comparado, y se
analizó en particular la tributación de los criptoactivos en Argentina, resaltándose que el
Congreso sólo se ha referido a los mismos a los fines de gravarlos en 2017, mediante la Ley
Nº 27.430, pero desde ese momento no ha habido otro avance legislativo para regularlos,
promoverlos, o prohibirlos.

Finalmente, el Capítulo VI buscó ilustrar al lector con casos de uso de la blockchain, de los
criptoactivos y de los Smart Contracts tanto a nivel empresarial como gubernamental.
7.2. Una obligación moral y ética [arriba] 

Durante cuarenta y cinco días de cuarentena en mi querida Ciudad de Córdoba, he intentado


sistematizar toda la información que he ido recabando desde Noviembre de 2017, cuando la
Universidad Católica de Córdoba me designara como primer Director Ejecutivo del
recientemente creado Centro de Emprendedorismo e Innovación (CEINN-UCC).

El CEINN-UCC está radicado en su Escuela de Negocios de la Universidad Católica de


Córdoba, el Instituto de Ciencias de la Administración –ICDA– que fue creado en 1978 por el
aquél entonces Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina, el Padre Jorge Mario
Bergoglio, por consolidación de los preexistentes Centro para el Perfeccionamiento en
Administración de Empresas –el CEPADE, creado en 1967, el primer centro de formación en
Management del interior del país–; del Centro de Investigación para la Administración Pública
–CIPEAP, creado en 1972–; y del Centro de Investigación para la Administración Cooperativa –
CIPAC, creado en 1977–.

En el ICDA también dirijo desde 2014 el Curso de Posgrado en Derecho Empresarial y la nueva
Maestría en Derecho de Empresas. En Diciembre de 2019, el Colegio de Abogados de Córdoba
creó una nueva Sala de Derecho y Tecnología, designándome Director. El objetivo de la nueva
Sala es acercar el Derecho a las Tecnologías.

En estos tres años a cargo del CEINN-UCC he aprendido mucho, de la mano de grandes
Creadores de la Innovación que han pasado por el CEINN-UCC, y también de grandes juristas,
como el Dr. Thibault Schrepel, con quien tuve el honor de cursar la primera cohorte de la
Blockchain Summer School dictada en la Universidad de Utrecht en Junio de 2019.

Como dije al iniciar este Capítulo, es importante siempre conocer las intenciones que
subyacen a las acciones.

En mi caso, la intención no es otra que tratar de volver simple algo muy complejo, y por y
para ello decidí escribir este Manual. La simplicidad es la máxima sofisticación, y dejaré que
el lector juzgue si he cumplido o no con mi declarada intención, la que considero una
obligación moral y ética en mi rol docente, desde hace ya 15 años cuando me incorporé
como Ayudante en la Cátedra de Filosofía del Derecho del Dr. Armando Andruet (h), en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la la Universidad Católica de Córdoba.

Como se dijo al inicio de este Manual, el Abogado del Siglo XXI necesita una gran cuota de
Astucia Legal[1] para navegar aguas turbulentas, aguas de cambios disruptivos, producto de
las cuatro innovaciones incrementales –algunas fundacionales, otras experimentales– que
están en su infancia o adolescencia, pero que madurarán en la próxima década, y se
combinarán entre sí en modos que aún no hemos diseñado. Me refiero a la Inteligencia
Artificial, el Blockchain, el Internet of Things –incluyendo el Industrial Internet of Things,
IIoT– y la Computación Cuántica. En este sentido, empiezan ya a pensarse combinaciones
entre Inteligencia Artificial y Blockchain, que permiten dejar registrado en blockchain el
proceso de aprendizaje de los algoritmos, de modo tal de poder rápidamente detectar
errores en el entrenamiento de algoritmos[2] y corregir sus sesgos.

En palabras de Alegría[3], ya citado, nuestra cultura jurídica no sólo no puede quedar


encandilada por grandes luces, sino que está encomendada a usar el ingenio para recibir y
mejorar lo que se decante de precedentes computables, debiendo desarrollar la Ars
Combinatoria que requiere de una inventiva propia, de una generación de nuevos recursos
técnicos que sirvan para nuestras comunidades en el actual estado de su desarrollo. Es falsa
(o al menos ingenua) la creencia que sostiene que la blockchain, sus plataformas, protocolos
y sus funcionalidades pueden operar completamente “al margen de la Ley[4]”.

Como también se afirmó antes, a medida que que la tecnología de la cadena de bloques
permee en sectores que abracen sus ventajas y funcionalidades, los sistemas legales de todo
el mundo (y los Abogados y Jueces que en ellos operan) deberán, en un momento u otro,
identificar, evaluar y definir cómo resolver los conflictos que se susciten entre los que
operan dentro de la red, y fuera de ella[5]. Y habrá casos fáciles, casos difíciles y casos
importantes.
El desafío es encontrar un justo equilibro entre, por un lado, esta tecnología de enorme
potencial y, por el otro, el sistema legal y social donde se inserta, resguardando pari passu
las garantías constitucionales de ejercer industria con fines lícitos, asociarse, innovar y
emprender, y, por el otro, la paz social. Para ello, la relación entre Derecho y Blockchain
debe ser colaborativa y de diálogo asertivo, lo que requiere que abogados y programadores
hablen un mismo idioma.

Como también se afirmó antes, estoy absolutamente convencido que la educación legal
actual no está a la altura de las habilidades y competencias que se demandarán al Abogado
del Siglo XXI. Es innegable que la formación de grado en Derecho no acentúa la innovación,
ni la agilidad[6]. Tampoco es común que se mezclen contenidos legales y tecnológicos en los
trayectos formativos.

Pues bien, los signos de los tiempos indican que deben vincularse intrínseca y
funcionalmente los trayectos formativos del Derecho y las Ciencias de la Computación muy
rápidamente, ya que en poco tiempo la industria legal será uno de los sectores más
impactados por las nuevas tecnologías. La disrupción del sector legal vendrá de la mano del
LegalTech, combinado innovaciones inter-tecnológicas con el Machine Learning, la Legal
Automation, el Bid Data aplicado, y la Blockchain y los Smart Contracts.

Se ha afirmado que esta combinación de tecnologías producirá impactos cada vez más
frecuentes y más intensos, que afectarán lenta pero persistentemente la forma de ejercer la
profesión de Abogado en el Siglo XXI[7], profesión que deberá conocer y manejar nuevos
conceptos y nuevas disciplinas tales como la Lex Cryptographia acuñada por Wright y De
Filippi, o el Legal Programming acuñado por Koulu, y utilizar cada vez más la visualización
contractual mediante el Legal Design que impulsa la Universidad de Stanford desde su Legal
Design Lab[8] para facilitar el acceso a la Innovación para todos los Usuarios de la
Innovación.

7.3. Aceleración [arriba] 

Ahora bien, si algo quedó en claro por la crisis global desencadenada por el COVID-19, es que
la Economía del Conocimiento[9] y la Digitalización del Estado[10] debieran acelerarse como
Políticas de Estado.

Para ello, es necesario también que el Derecho se digitalice muy rápidamente, para que
pueda útilmente acompañar esta Revolución Industrial 4.0[11] que ya no tendrá freno, y que,
sin dudas, producirá enormes cambios económicos y sociales en todo el mundo, que se
suman a los que va a producir el COVID-19.

Martin Wolf, columnista económico del prestigioso Financial Times, ha sostenido que hasta
cierto punto todo esto es nuevo, y que si bien una pandemia era posible, nunca podríamos
anticipar exactamente cómo sería o cuándo ocurriría. Afirma que probablemente el COVID-
19 causará una catástrofe de la que quizás no nos recuperaremos por décadas, produciendo
una gigantesca crisis política, social y económica, cuyos efectos durarán mucho más allá de
la crisis sanitaria[12].

Ante tal contexto adverso, se postula que la reconstrucción de la Economía y de los


Gobiernos debiera apalancarse fuertemente en la Tecnología –más específicamente en la
blockchain– si es que se quiere aumentar su resiliencia. Esto será esencial para prepararnos
como Sociedad para enfrentar, de manera más eficiente, nuevas pandemias o eventos
similares que son previsibles pero inevitables[13].

Pero es muy, muy importante que el árbol no tape el bosque: no debe perderse de vista que
el verdadero y esencial desafío planetario es frenar el Cambio Climático[14], cuyos efectos
probables hoy son aún inciertos en punto a cuándo se presentarán, pero no debe dudarse que
se producirán.

En este sentido, esta pandemia debe vivirse como un tremendo entrenamiento para el
partido verdadero, del cual la civilización humana puede no sobrevivir si no se prepara.
Deben drásticamente acelerarse las Finanzas Sustentables y aplicar la Tecnología es la única
forma de hacerlo.
Sin dudas, acelerar la digitalización (del Derecho, de los Gobiernos y de la Economía) traerá
consigo otros grandes riesgos[15], pero el principal de ellos es quizás que nadie debiera
quedar afuera de la digitalización por incomprensión, por falta de capacidad, o por no
entender cómo funciona una tecnología.

Es muy importante que nadie quede afuera de la Innovación y que todos puedan ser Usuarios
de la Innovación. Los Abogados debemos estar al lado de los Creadores de la Innovación,
pero también al lado de los Usuarios de la Innovación, especialmente al lado de aquellos más
desfavorecidos, a los que les toca vivir un mundo que será cada vez más digital. Más Digital
puede ser sinónimo de más Inclusión, como se ilustró con el caso de los refugiados Sirios,
donde la blockchain puede combinarse con otra tecnología –un lector de iris– para garantizar,
de manera indubitada, el destino final de las ayudas humanitarias.

El Covid-19 impondrá –por la fuerza y el dolor– la necesidad de (re)construir la Economía (y a


los Gobiernos), y ello nos pone ante una oportunidad única de apalancarnos fuertemente en
la Tecnología, para (re)construir resiliencia y estar mejor preparados para nuevas pandemias
o eventos similares que el Cambio Climático inexorablemente va a producir, aunque se
desconozca con precisión cuándo ocurrirán.

A tal fin, la blockchain y los Smart Contracts como tecnología subyacente y facilitadora –
enabling technology–, más temprano que tarde, cambiará para siempre la forma en que
intercambiamos valor, así como Internet transformó drásticamente la forma que se
intercambiaba información.

Creo que no debe dudarse: las bondades y los beneficios que la desintermediación, la
descentralización, la transparencia, la auditabilidad y la inmutabilidad pueden traer son
enormes, tanto en la esfera empresarial como en la esfera gubernamental.

Ahora bien, para que la Economía Digital pueda acelerar su paso, se requieren antes
importantes definiciones de Política de Estado que la República Argentina debe rápidamente
evaluar y decidir, se demandarán grandes inversiones públicas y privadas en infraestructura,
educación y talento humano, serán necesarias muchas modificaciones legislativas y
regulatorias que afectarán intereses creados de muchos sectores profesionales y
empresariales, deberán debatirse en la Academia nuevas definiciones legales, y,
principalmente, deberemos asumir y reconocer que la situación general de nuestra Sociedad
puede ser mejor que la actual, si apostamos firmemente por la innovación y la digitalización
en y de los Gobiernos, de la Economía, y del Derecho[16].

Los Abogados también podemos (y debemos) innovar para acompañar a los Creadores de la
Innovación, con el foco siempre puesto en que nadie se quede afuera y en que todos accedan
al efectivo ejercicio del derecho a ser Usuarios de la Innovación. Al lector que ha llegado
hasta aquí se le ha impuesto la misma obligación moral y ética de quien suscribe.

J.S.H.Q.
21-V-2020.
Córdoba, Argentina.

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