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La Convención Americana:
teoría y jurisprudencia
Asistente de investigación:
Claudio E. Nash Rojas
Diciembre de 2003
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Índice
Prefacio............................................................................ xv
Agradecimientos.............................................................xix
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I. Introducción ............................................................. 60
II. El derecho a la vida, ¿derecho o también obligación?. 62
III. Protección por la ley del derecho del artículo 4, en
general, a partir del momento de la concepción....... 66
IV. El alcance y las modalidades de la protección ......... 78
A. La pena de muerte ............................................... 79
B. La protección del derecho a la vida a través
de medidas de prevención ................................... 89
C. La protección del derecho a la vida a través
del control del cumplimiento de la regulación
preventiva ............................................................ 99
C.1. La obligación de investigar, procesar y
sancionar.................................................... 99
C.2. La impunidad........................................... 103
C.3. Situaciones en que procede ..................... 106
C.4. Identificación del derecho violado en
caso de incumplimiento de la obligación
y titularidad del derecho a exigir la
obligación ................................................ 109
C.5. La naturaleza de la obligación de
investigar, procesar y condenar ............... 113
D. La obligación de reparar.................................... 115
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Capítulo II
El derecho a la vida
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I. Introducción
1. Determinar el alcance y contenido de la protección del
derecho a la vida es, en general, una tarea compleja. Ello se
debe principalmente a que el debate acerca de cómo y en
qué medida se garantiza este derecho, está fuertemente
marcado por posiciones y creencias filosóficas y religiosas
respecto de las cuales es, en ocasiones, difícil encontrar el
punto de conciliación.
A modo de ejemplo, existe consenso en el mundo de los
derechos humanos sobre que el derecho de asociación no
obliga a nadie a asociarse, o que el derecho a tener una
religión no obliga a nadie a tenerla1 ; sin embargo, respecto
del derecho a la vida se debate si es solamente un derecho o
si permanecer con vida constituye también una obligación
de las personas cuyo cumplimiento el Estado debe tratar de
asegurar.
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25 CIDH, Baby Boy, op. cit., nota 19, pp. 187-209, párr. 2.
26 Estados Unidos cita la Novena Conferencia Internacional Americana,
Actas y Documentos, Vol. V., p. 449 (1948) (Ver ibidem, párr. 14.a).
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A. La pena de muerte
15. Aun cuando la imposición de la pena de muerte
constituye claramente una forma cruel e inhumana de tratar
a un ser humano y contraría frontalmente la norma del artículo
5.6 de la Convención Americana que establece que “[l]as
penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial
la reforma y la readaptación social de los condenados”, el
artículo 4 de la misma Convención la permite, reflejando la
falta de consenso entre los Estados que redactaron el tratado
para suprimirla. Su aceptación, sin embargo, tiene un claro
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62 Ibidem, p. 166.
63 Sólo Somalia y Estados Unidos no han ratificado esta Convención.
64 Hasta octubre 2004, el Pacto Internacional ha sido ratificado por
148 Estados.
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102 Ver, inter alia, caso Velásquez Rodríguez, párr. 174; caso Godínez
Cruz, párr. 184; caso El Amparo, sentencia de reparaciones, párr.
61 y punto resolutivo 4; caso Castillo Páez, párr. 90; caso Suárez
Rosero, párr. 107 y punto resolutivo; caso Blake, párr. 121 y punto
resolutivo 3; caso Paniagua Morales y otros, párr. 178 y punto
resolutivo 6.
103 Caso Velásquez Rodríguez, párr. 177.
104 Caso Mack, voto concurrente razonado del Juez Sergio García
Ramírez, párr. 35.
105 Ver, a modo de ejemplo CDH, Observaciones Finales: Bolivia
(CCPR/C/79/Add.74, 5 de mayo de 1997, párr. 28); Observaciones
Finales: Azerbaiyán (CCPR/CO/73/AZE, 12 de noviembre de 2001,
párrs. 9 y 10); Observaciones Finales: Camerún (CCPOR/C/79/Add.
116, 4 de noviembre de 1999, párrs. 15 y 20).
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C.2.La impunidad
35. De todo lo dicho, es evidente que la obligación de
investigar, procesar y sancionar trae como consecuencia la
incompatibilidad con la Convención del fenómeno de la
impunidad. La Corte ha definido la impunidad como “la falta
en su conjunto de investigación, persecución, captura,
enjuiciamiento y condena de los responsables de las
violaciones de los derechos protegidos por la Convención
Americana” 113 y ha reiterado firmemente que “si una
violación queda impune en un Estado de modo tal que a la
víctima no se le restablezca, en cuanto sea posible, la plenitud
de sus derechos, se desprende que se ha violado el deber de
garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a
su jurisdicción”114 .
36. La forma más frecuente de impunidad se produce por la
pasividad del tribunal al que corresponde conocer de un caso
de presunta violación al derecho a la vida115 , pero la más
evidente es la que se produce como consecuencia de la
dictación de leyes de amnistía. Se ha discutido en otros foros
el problema de estas leyes y su compatibilidad con los tratados
de derechos humanos, pero ha habido finalmente acuerdo en
que ellas son incompatibles116 . En el sistema interamericano,
fue la Comisión la que primero se vio enfrentada al tema. Ya
en 1985 dio la voz de alarma con respecto a un decreto de
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127 Caso Bulacio, párr. 116. En el mismo sentido, caso Trujillo Oroza,
sentencia de reparaciones, párr. 106; caso Barrios Altos, párr. 41.
128 Caso Neira Alegría y otros, párr. 74.
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D. La obligación de reparar
50. Finalmente, si ha habido una violación, ella ha sido
detectada y se ha concluido que ella es atribuible al Estado,
parece indispensable que la garantía del derecho incluya una
reparación. El derecho a la vida exige, pues, al Estado tener
mecanismos y modos de reparación para el evento de que
sea violado. La reparación normalmente consistirá en una
indemnización pecuniaria, pero es posible que se requieran
otras modalidades, particularmente cuando la violación al
derecho a la vida haya sido precedida por la desaparición de
la persona y, consecuentemente, del cuerpo de la víctima.
51. La Corte ha ordenado siempre una reparación en dinero
para los familiares de la víctima fallecida, que se fija
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