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Revista
Iberoamericana
de Evaluación Educativa
Mayo 2019 - Volumen 12, número 1
doi: 10.15366/riee2018.12.1
rinace.net/riee/
revistas.uam/riee
EDITORA
Nina Hidalgo Farran
ASESOR EDITORIAL
Manuel Lorite Becerra
CONSEJO DIRECTIVO
Marcela Gajardo (Programa de Promoción de la Reforma Educativas de América Latina y El
Caribe, PREAL)
Sergio Martinic (Pontificia Universidad Católica de Chile)
Carlos Pardo (Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, ICFES)
Margarita Poggi (Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación -IIPE-. UNESCO,
Argentina)
Francisco Soares (Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil)
CONSEJO CIENTÍFICO
Juan Manuel Álvarez. Universidad Complutense de Madrid, España.
Patricia Arregui. Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), Perú.
Daniel Bogoya. Universidad Pedagógica Nacional, Colombia.
Nigel Brooke. Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil.
Leonor Cariola. Ministerio de Educación, Chile.
María do Carmo Clímaco. Universidade Lusófona de Humanidades e Tecnologias (ULHT),
Portugal.
Cristian Cox. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Santiago Cueto. Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE).
Tabaré Fernández. Universidad de la República, Uruguay.
Juan Enrique Froemel. Universidad UNIACC, Chile.
Reyes Hernández-Castilla. Universidad Autónoma de Madrid, España.
Rubén Klein. Fundação Cesgranrio, Brasil.
Luis Lizasoain. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, España.
Jorge Manzi. MIDE-UC, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Joan Mateo. Universidad de Barcelona, España.
Liliana Miranda. Ministerio de Educación de Perú.
Carlos Muñoz Izquierdo. Universidad Iberoamericana Ciudad de México, México.
Margarita Peña. Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación, ICFES.
Dagmar Raczynski. Asesorías para el Desarrollo, Chile.
Héctor Rizo. Universidad Autónoma de Occidente, Colombia.
Mario Rueda. Universidad Nacional Autónoma de México.
Guadalupe Ruíz. Universidad Autonóma de Aguascalientes, México.
Ernesto Schiefelbein. Universidad Autónoma de Santiago, Chile.
Alejandra Schullmeyer. Instituto Nacional de Estudios Pedagógicos, Brasil.
Javier Tejedor. Universidad de Salamanca, España.
Flavia Terigi. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Alexander Ventura. Universidade de Aveiro, Portugal.
ÍNDICE
Editorial
Evaluación Formativa y Compartida en Educación 5
Editorial:
La evaluación del aprendizaje del alumnado es, sin lugar a dudas, el elemento curricular
que más influye en como el alumnado orienta sus procesos de aprendizaje y su trabajo.
Por tanto, es el elemento que condiciona todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, tanto
si el profesorado somos conscientes de ello, como si no. Por otra parte, en las aulas,
claustros y pasillos de los centros educativos, la mayoría de las veces que el profesorado
utiliza el término “evaluación” se está refiriendo de forma única o principal al proceso de
“calificación”, de “poner notas”. Esto ocurre, fundamentalmente, porque es lo que han
vivido durante más de 15 años como estudiantes de primaria, secundaria y universidad, y
lo que han seguido viviendo a lo largo de toda su carrera profesional como docentes. Pero
mientras no seamos capaces de entender que evaluación y calificación son dos procesos
claramente diferentes será imposible poder cambiar nuestra práctica profesional. Es
fundamental entender que podemos y debemos evaluar sin necesidad de calificar ni poner
notas, y que es precisamente cuando hacemos eso cuando la evaluación tiene una mayor
repercusión en el aprendizaje de nuestro alumnado.
Este monográfico se centra en esos temas, para lo cual planteamos algunas preguntas: ¿Es
posible y deseable llevar a cabo una evaluación formativa en educación? ¿Es conveniente
que el alumnado participe en los procesos de enseñanza-aprendizaje en los que participa?
¿Al servicio de quién está la mayor parte del trabajo que realizamos los profesores cuando
nuestra evaluación se dirige de forma principal o única a la calificación, a poner notas? Se
trata de temáticas que han sido analizadas con profundidad en algunos libros colectivos
de la Red de Evaluación Formativa (López-Pastor, 2009; López-Pastor y Pérez-Pueyo,
2017).
A continuación vamos a realizar un resumen de las temáticas tratadas a o largo del
monográfico.
El monográfico sobre Evaluación Formativa y Compartida (EFyC) en Educación está
organizado en cuatro grandes bloques. En primer lugar, una aclaración conceptual sobre
la temática de la EFyC y algunos de los errores y confusiones más habituales en la práctica.
El segundo bloque, se centra en algunos estudios sobre la temática de la EFyC en etapas
no universitarias, que se complementa con el tercer bloque, centrado en experiencias y
estudios llevados a cabo en educación superior. Por último, el cuarto bloque gira en torno
a las percepciones de estudiantes y egresados sobre aspectos vinculados con la EFyC que
han vivido durante su formación inicial en la universidad. Vamos a ir revisando capítulo a
capítulo las principales aportaciones realizadas.
*Contacto: vlopez@mpc.uva.es
issn: 1989-0397
www.rinace.net/riee/
https://revistas.uam.es/riee
V. M. López-Pastor, M. Sonlleva Velasco y S. Martínez Scott
El primer capítulo está escrito por David Hortigüela, Ángel Pérez-Pueyo y Gustavo
González-Calvo, y lleva por título: “Pero… ¿A qué nos Referimos Realmente con la Evaluación
Formativa y Compartida?: Confusiones Habituales y Reflexiones Prácticas”. Se trata de un
trabajo que intenta revisar algunas de las confusiones pedagógicas que surgen durante su
puesta en práctica en las aulas, errores que suelen ser habituales y posibles soluciones. Las
principales temáticas que aborda son las siguientes: (1) confusión entre evaluación
formativa y calificación continua; (2) pensar que el docente puede ser el único origen del
feedback para el aprendizaje; (3) que los criterios de evaluación y calificación no sean
públicos y claros desde el principio del proceso; (4) no permitir entregas previas para
recibir feedback y orientaciones de mejora; (5) como dar el salto a la calificación de una
manera pedagógica y formativa; (6) confundir o no diferenciar entre los procedimientos
de evaluación y los diferentes instrumentos donde recoger los datos; y (7) utilizar la
evaluación con fines puramente académicos.
El segundo bloque está compuesto por cuatro trabajos, que recogen algunos estudios
sobre la temática de la EFyC en etapas no universitarias. Dentro de este bloque, el primer
artículo está escrito por Cristina Pascual, Víctor Manuel López y Carolina Hamodi, y lleva
por título: “Proyecto de Innovación Docente: La Evaluación Formativa y Compartida en
Educación. Resultados de Transferencia de Conocimiento entre Universidad y Escuela”. Este
trabajo nos presenta el desarrollo de un Proyecto de Innovación Docente en torno a la
EFyC que busca la transferencia de conocimiento bidireccional entre universidad y
escuela. Esto se lleva a cabo a través de dos líneas de trabajo principales: (a) organizar y
desarrollar un seminario internivelar sobre Evaluación Formativa y Compartida en
educación, como actividad de formación permanente para el profesorado de todas las
etapas educativas, desde educación infantil hasta la universidad. Se trata de un seminario
que trabaja mediante ciclos de investigación-acción, con el objetivo de poner en práctica e
ir perfeccionando los sistemas de EFyC que desarrolla en sus aulas el profesorado que
forma parte del seminario; (b) planificar y poner en práctica sistemas de EFyC en los
periodos de prácticas del alumnado de magisterio, a través de diferentes intervenciones
(trabajos de fin de grado, proyectos de aprendizaje tutorado, prácticum, etc.).
El segundo artículo lleva por título: “La Evaluación Educativa en el Currículo LOMCE en
Primaria: Análisis de los Currículos Autonómicos en Educación Física”. En este trabajo Otero-
Saborido y Vázquez-Ramos analizan los aspectos relacionados con la evaluación en el Área
de Educación Física. Para ello realizan un análisis comparado de los currículos vigentes
en las 17 comunidades autónomas. Los resultados obtenidos destacan la tendencia a la
eliminación de los objetivos de Área, así como el aumento de criterios y estándares de
aprendizaje. Cabe resaltar la prácticamente nula existencia de una evaluación educativa
para el Área de Educación Física, lo que les lleva a afirmar que la LOMCE ha supuesto un
importante retroceso en cuanto a evaluación se refiere.
El tercer artículo del bloque está escrito por Beatriz Elena Chaverra y Juan Luís
Hernández, y lleva por título: “La acción evaluativa en profesores de educación física: una
investigación multi-casos”. Este trabajo muestra cómo aún pervive en el profesorado de
Secundaria de Medellín (Colombia) del área de Educación Física, el modelo de enseñanza
tradicional, en el que impera la evaluación sumativa y acreditadora. Desde la misma, el
profesorado, considerado el principal protagonista del proceso de enseñanza, asume el
control de la evaluación y utiliza instrumentos con el fin de registrar las conductas del
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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V. M. López-Pastor, M. Sonlleva Velasco y S. Martínez Scott
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
con un amplio número de docentes y egresados del área de Educación Física y muestra las
diferencias entre estos dos grupos de participantes sobre los instrumentos de evaluación
y las formas de calificación empleadas en la Formación Inicial. El estudio expone cómo los
egresados consideran que a lo largo de su trayectoria formativa no vivieron demasiados
procesos de calificación participativa, a diferencia de lo que opina el profesorado
universitario. Además, el grupo de egresados relaciona la utilización de formas de
calificación participativas con la variedad de instrumentos utilizados en la evaluación,
mientras que el profesorado considera que esta variedad de instrumentos es la que
favorece romper con el modelo de evaluación tradicional.
El artículo del bloque y del monográfico está escrito por Lurdes Martínez-Mínguez, Laura
Moya, Carolina Nieva y Dolors Cañabate y lleva por título: “Percepciones de estudiantes y
docentes: evaluación formativa en Proyectos de Aprendizaje Tutorados”. La investigación refleja
las percepciones de profesores, maestros y estudiantes sobre los procesos de Evaluación
llevados a cabo en los Proyectos de Aprendizaje Tutorados de dos universidades catalanas.
A través de un proceso de evaluación formativa se demuestra cómo los estudiantes son
conscientes de los aciertos y errores que tienen en su práctica, aspecto que favorece la
adquisición de competencias profesionales y mejora su capacidad crítica. Además, la
reflexión conjunta sobre el proceso de aprendizaje seguido de los tres grupos de
participantes ha mermado las inseguridades generadas antes de plantear la propuesta,
presentándose como ejemplo de una educación orientada hacia la calidad.
Referencias
Barrientos, E., López-Pastor, V. M. y Pérez-Brunicardi, D. (2019). ¿Por qué hago evaluación
formativa y compartida y/o evaluación para el aprendizaje en EF? La influencia de la
formación inicial y permanente del profesorado. Retos, Nuevas Tendencias en Educación Física,
Deporte y Recreación, 36, 37-43.
Córdoba, T., López-Pastor, V. M. y Sebastiani, E. (2018). ¿Por qué hago evaluación formativa en
educación física? Relato autobiográfico de un docente. Revista Estudios Pedagógicos (EPED),
44(2), 21-38.
Hamodí, C., López-Pastor, A. T. y López-Pastor, V. M. (2017). If I experience formative assessment
whilst at University will I put it into practice later as a teacher? Formative and shared
assessment in initial teacher education. European Journal of Teacher Education, 40(2), 171-
190. https://doi.org/10.1080/02619768.2017.1281909
López-Pastor, V. M. (Coord.). (2009). La evaluación formativa y compartida en educación superior:
propuestas, técnicas, instrumentos y experiencias. Narcea: Madrid.
López-Pastor V. M. y Pérez-Pueyo, A. (Coords.). (2017). Evaluación formativa y compartida en
Educación: experiencias de éxito en todas las etapas educativas. León: Universidad de León.
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Sección Temática:
Evaluación Formativa y Compartida en
Educación
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 13-27.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.001
It is fundamental to reflect on the aims and possibilities of the use of formative and
shared evaluation (FSA) in educational contexts. Although the literature about its
effects on diversity of variables is abundant and tedious, it is not so much at the time
of clarifying certain pedagogical errors in its implementation. This is necessary, even
more so now, where its dissemination has been very high in recent years. The
objectives of this study are two: a) to present the most common confusions when using
FSA and b) to establish reflections and practical considerations for its proper use. The
topics analyzed are: 1) formative assessment/continuous qualification; 2) the teacher
as the only feedback agent; 3) no delimitation of the criteria in advance; 4) not allow
previous deliveries; 5) not guarantee the jump to the qualification in a pedagogical
way; 6) not to associate evaluation procedures with their respective instruments; 7)
use the evaluation for purely academic purposes. It is intended that this manuscript
may be of special interest and usefulness for all teachers interested in the field of
evaluation, and as a consequence to improve their educational practice. It must be
remembered that education is much more than assessment, but without it, its effects
are more limiting.
Keywords: Formative and shared assessment; Teacher reflection; Involvement of
students; Active learning.
1. Introducción
A pesar de que podamos creer que es un tema ya superado, en multitud de ocasiones,
cuando hablamos de evaluación, realmente se está hablando de calificación. Esta confusión,
que parece no tener demasiada transcendencia, conlleva una serie de actuaciones en el aula
no del todo pedagógicas. Como indican Chiappe, Pinto y Arias (2016), el término global
de evaluación debería de asociarse al de aprendizaje, y para ello es necesario dotarlo de
plena intencionalidad en el proceso de enseñanza. Todo lo calificable debería de ser
evaluable pero no todo lo evaluable tiene por qué ser calificable. Esta frase refleja
perfectamente las diferencias entre evaluación y calificación, entendida esta última como
la delimitación de una nota numérica al finalizar un proceso y sobre la que no se ha
constatado intencionadamente el aprendizaje adquirido (Fraile, López-Pastor, Castejón y
Romero, 2013). Deberíamos de evaluar más y calificar menos, y ya que tenemos que
calificar en cumplimiento con los aspectos legales, por lo menos hacerlo garantizando unas
condiciones evaluativas previas coherentes (Hortigüela, Pérez-Pueyo y Abella, 2015a).
Es en esta dicotomía donde cobra especial relevancia la EFyC, definiéndose como el
proceso de retroalimentación entre todos los agentes educativos, sin asociarse a una
calificación, y con el fin de mejorar tanto el aprendizaje de los estudiantes como la propia
práctica docente (Gutiérrez, Hortigüela, Peral y Pérez-Pueyo, 2018). Este enfoque
evaluativo, que, si bien no es el predominante en el ámbito educativo, ha experimentado
un avance notorio en los últimos años. Tanto en el ámbito nacional como en el
internacional, son infinidad las experiencias, en todos los niveles educativos, las que han
sido difundidas. En concreto, en nuestro país, y a través de la Red de Evaluación
Formativa y Compartida, se celebran jornadas anuales y congresos internacionales
bianuales en los que participan gran cantidad de docentes en diversidad de ámbitos1. A su
vez, y desde los centros de formación del profesorado, se han impartido en los últimos
años diversidad de cursos vinculados a la evaluación y metodologías activas o la evaluación
de las competencias. Esto hace, sin duda, que hablar de evaluación formativa y la
implicación del estudiante en su evaluación ya no parezca tan extraño.
Sin embargo, y aunque esto haya supuesto muchos avances respecto a los tratamientos de
evaluación más tradicionales, todavía queda mucho por hacer. Es todavía habitual
comprobar cómo la evaluación, más bien entendida como calificación, es utilizada por los
docentes como herramienta de poder. Además, esto se hace desde una lógica subconsciente
imbuida en muchos casos en el propio currículo oculto, partiendo de premisas tan ilógicas
como asumidas como la de que el docente es el único que “sabe” (Shepard, Penuel y
Pellegrino, 2018). Los docentes reconocen en muchos casos que se sienten mucho más
seguros cuando ellos controlan la evaluación del estudiante, y en cierto modo pueden
decidir exclusivamente la calificación que merecen. Es coincidente que los que aplican esta
lógica también se alejan de la comprensión de la evaluación en sentido más global, no
otorgando intencionalidad a la del profesorado y a la del proceso de enseñanza aprendizaje
(Serrano, 2010).
1
https://revistas.uv.cl/index.php/IEYA/issue/view/88/showToc.
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Aquí se abre un campo con infinidad de posibilidades, teniendo presente que la evaluación
ha de ser compartida y democrática. ¿Cómo queremos que alguien se implique al máximo
en algo cuando no puede controlar su proceso de aprendizaje? ¿Cómo queremos que el
estudiante sea plenamente consciente de lo que aprende si no le garantizamos el mayor
número y mejor calidad de feedbacks posibles? Si de verdad queremos que factores como
la autorregulación del trabajo, la autonomía o la metacognición entren en juego, es
fundamental que la evaluación sea transparente, clara, y que permita la decisión de todos
los agentes que la sustentan, en este caso, dando voz a los estudiantes (Hortigüela, Pérez-
Pueyo y Abella, 2015b). A veces menos, es más, por lo que en muchas ocasiones puede
tener más sentido pedagógico demandar un menor número de actividades evaluativas,
pero con más transcendencia, y sobre todo, más transversales. Si partimos de la base de
que las relaciones sociales a través del diálogo, la creatividad, la reflexión crítica y la
colaboración han de estar presentes en nuestras aulas por la transcendencia que tienen en
la sociedad actual, hemos de usar la evaluación como herramienta de autoconocimiento y
mejora de todos los aspectos educativos (Calkins et al. 2018)
Es por ello que el concepto puro de evaluar debiera de estar asociado al de aprender. Sin
una evaluación abierta, clara, participativa y democrática el aprendizaje nunca alcanzará
su máximo nivel. Además, hay que destacar que la evaluación, dentro de un sistema
educativo, no repercute únicamente en el estudiante, sino que la evaluación de la práctica
docente y la del proceso de enseñanza han de estar presentes. No podemos olvidar que, en
una sociedad tan cambiante como la actual en relación a la manera de recibir y acceder la
información, la forma de interaccionar con los demás e incluso la manera de concebir los
propios fines de la educación formal, los profesionales de la educación hemos de
adentrarnos en profundos procesos de reflexión sobre cuál es nuestro rol en el aula. ¿No
nos encontramos ante una pirotécnica metodológica constante? ¿Es que si no aplico todas
las metodologías no soy tan buen docente o no estoy en la onda de “innovación”? Ante
esto, es preciso recordar que la verdadera innovación es la que impacta en nuestras aulas
y permite a nuestros estudiantes ser competentes. Eso sí, pensemos en la metodología que
pensemos, la evaluación siempre está presente. Depende de cómo la usemos y los agentes
que queramos que participen en la misma, así será la verdadera proyección de aquello que
enseñemos.
Por lo tanto, y a partir de lo anteriormente comentado, los objetivos del presente estudio
son dos: a) presentar los errores más habituales a la hora de emplear la EFyC y b)
establecer reflexiones y consideraciones prácticas para su buena utilización.
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D. Hortigüela, Á. Pérez-Pueyo y G. González-Calvo
evaluación, siendo estos últimos las herramientas que permiten plasmar los
resultados de aprendizaje, no teniendo por qué asociarse a un número ni por
supuesto establecerse en un momento final. Esta idea es imprescindible asociarla
a la del concepto de reto educativo, y si es en grupo, mejor. Aquí, el aprendizaje
cooperativo juega un papel relevante, entendiendo que, si asumimos tanto la
responsabilidad individual como grupal dentro de un proyecto, y si por lo tanto
sacamos lo mejor de cada uno, las posibilidades de que se genere motivación
intrínseca aumentan considerablemente (Keely, 2016).
Capacidad para autorregular el aprendizaje: la evaluación formativa y la
autorregulación van estrechamente dadas de la mano. Las metodologías basadas
en la capacidad del estudiante para controlar y decidir sobre sus tiempos de
actuación y de trabajo han permitido un mayor impacto educativo (Delgado,
Hortigüela, Ausín y Abella, 2018). Esto requiere cambiar el enfoque de actuación
en el día a día y la exclusiva dependencia del libro de texto. ¿Por qué un niño tiene
que hacer una tarea sistemáticamente para el día siguiente? ¿No puede decidir él
sobre el cuándo? ¿Es que nosotros como adultos no organizamos nuestras tareas
diarias? La capacidad organizativa del estudiante ya ha demostrado unos mejores
resultados de aprendizaje, y para ello los proyectos de trabajo y la evaluación
asociada al proceso se tornan claves (Meusen-Beekman, Joosten-ten Brinke y
Boshuizen, 2015). Pero no nos olvidemos de que tanto el establecimiento de
compromisos por parte del alumno y profesor como la asunción de
responsabilidades hacia el trabajo es algo indisociable al propio éxito escolar, algo
que favorece también la atención individualizada y su posterior intervención hacia
las necesidades educativas especiales.
Diferentes capacidades y competencias en el aprendizaje: una de nuestras principales
responsabilidades como docentes se encuentra en conseguir transformar
capacidades en competencias. Estas competencias demuestran la capacidad de
saber solventar problemas, incluso de predecir algunos y actuar en consecuencia.
En este sentido, y al entender la evaluación desde un prisma abierto, global y
plenamente transversal, se les otorga a los estudiantes los medios para que puedan
decidir el grado de implicación individual y de grupo hacia las tareas demandadas,
reconociendo tanto sus potencialidades como sus limitaciones (Joughin, Dawson
y Boud, 2017). No depende tanto de cuántos contenidos instrumentales se han
adquirido en un determinado curso, sino de lo que se es capaz de hacer con los
mismos. Para ello, técnicas como las coevaluaciones intra o intergrupales les
harán ser conscientes del grado de adquisición de lo aprendido en función de la
percepción de los demás, y lo que es más importante, de la manera en la que pueden
aplicarlo fuera del aula (López-Pastor y Sicilia-Camacho, 2017).
Diversidad de canales de feedback: la aplicación de la EFyC amplía el espectro de
visión sobre el que se analiza el aula. No solamente es el docente el que da la
información, corrige o aconseja, sino que cada integrante tiene la oportunidad de
mejorar aquello sobre lo que se esté trabajando. De este modo, y bajo la esencia
de grupo, la evaluación, unida al uso de metodologías activas y participativas,
permite a cada estudiante dar valoraciones, constructivas y sistemáticas, tanto a
su trabajo como al de los demás (Wanner y Palmer, 2018). Esta transparencia
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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D. Hortigüela, Á. Pérez-Pueyo y G. González-Calvo
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D. Hortigüela, Á. Pérez-Pueyo y G. González-Calvo
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4. Reflexiones prácticas
Hemos comprobado cómo, aunque la literatura científica en los últimos años ha avanzado
sustancialmente en el ámbito de la evaluación, todavía son muchas las confusiones e
incertidumbres que surgen en torno a la implantación de la misma. Por ello, necesitamos
seguir trabajando, y lo que es más importante, asumir ciertos acuerdos que nos permitan
unificar modos de aplicar esta evaluación en el aula. Estos cambios evaluativos no afectan
únicamente a cómo poder calificar de un modo transparente y democrático, ya que se
tratan de aspectos pertenecientes a un cambio de paradigma educativo sobre el que hay
que seguir trabajando (Hortigüela, Pérez-Pueyo y López-Pastor, 2015). La frase “Dime
cómo evalúas y te diré que enseñas” parece que cobra más sentido que nunca hoy en día,
donde son diversidad de metodologías las que nos abordan, en muchos casos de manera
irreflexiva y excesivamente debido a razones mediáticas. Es por ello que la innovación
educativa ha de nacer primeramente en nosotros como docentes, buscando nuestras
fortalezas y reconociendo nuestras debilidades con el fin de mejorarlas y adaptarlas de un
modo positivo en nuestro contexto. No sirve de nada pensar que nuestras metodologías
van a seguir funcionando por el hecho de que lo hicieron siempre, ya que han de estar en
continuo avance y adaptándose tanto a las necesidades de nuestros estudiantes como al
tipo de sociedad tan cambiante en la que viven (Navas, Salarirche y Sola, 2017). Es preciso
ser consciente de que uno no incorpora a sus características personales la crítica, la
creatividad o la reflexión de una forma repentina, sino que estas competencias deben de
ser trabajadas e interiorizadas a través de diversidad de tareas que promuevan
experiencias positivas de aprendizaje (Mazzitelli, Guirado y Laudadio, 2018).
Una de las características más destacables de la EFyC es su transversalidad, por lo que
permite su aplicación y desarrollo en cualquier etapa educativa. Esto permite que, con una
clara visión pedagógica transformadora, la evaluación pueda ser cada vez más un
verdadero agente de cambio en las aulas. Cuando el docente es el único agente que controla
la evaluación y la calificación, hay una gran cantidad de aspectos que nos estamos dejando
por el camino. Si compartimos aula con los estudiantes es vital construir el aprendizaje de
una forma retroalimentada, debiendo ser el alumno pleno conocedor de las “reglas del
juego” desde el inicio (Hortigüela y Pérez-Pueyo, 2016). Podríamos pensar entonces
cuáles son los principales motivos por los que el profesorado reconoce no adentrarse en
estos sistemas de evaluación: a) les es más sencillo y menos traumático responsabilizarse
exclusivamente de la evaluación; b) les supone una menor carga de trabajo al utilizar la
calificación como principal vía de actuación; c) sienten que tienen un mayor control del
aula al ser ellos los que tomen todas las decisiones evaluativas (López-Lozano, Solís y
Azcárate, 2018). Si atendemos a estos aspectos, observamos claramente cómo están
fundamentados en una lógica de tradición y cultura, donde el profesor es el único que sabe
y decide exclusivamente sobre la nota que tiene el estudiante. Este tipo de funcionamiento
también suele estar amparado por las familias, siendo además socialmente aceptado.
Parece que lo verdaderamente importante es el número (nota) que se obtiene al finalizar
un trimestre/semestre, sin cuestionarnos los factores más relevantes como el nivel de
aprendizaje adquirido, su percepción de utilidad y transferencia o las razones de una mayor
o menor implicación y consciencia del proceso de enseñanza. La mejor manera para
romper ese paradigma tradicional es entender y concienciar al docente, de que fórmulas
participativas, en este caso a través de la evaluación, son necesarias para hacer de la
educación algo compartido (Springett, 2017)
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D. Hortigüela, Á. Pérez-Pueyo y G. González-Calvo
Si bien la EFyC puede ser aplicada dentro de cualquier etapa, lo mismo sucede al poderla
abordar en cualquier área y especialidad. De hecho, un aspecto de verdadero interés radica
en poder investigar sobre sus propios efectos. Esto, que podría parecer que tuviera más
cabida en el ámbito universitario, se puede desarrollar sin problemas en las etapas de
primaria y secundaria. Investigar sobre la propia práctica docente y sobre los procesos de
enseñanza a través de ciclos de investigación-acción es una de las mejores maneras de ser
consciente de los resultados de la enseñanza. Lo importante es saber lo que se quiere
obtener y la manera de reconfigurar el día a día en las aulas. Esa evolución de la práctica
profesional únicamente se obtiene si registramos cada uno de nuestros avances, los de los
alumnos y elaboramos estrategias acordes que favorezcan la conexión con sus intereses
(Barnes y Brownell, 2016).
A lo largo de su vida, el individuo va aprendiendo a través de diferentes canales y ámbitos
educativos, tanto el formal como el informal. En el informal, más decisivo que el formal
en muchos casos, uno decide cómo, cuándo y de qué manera interacciona con los elementos
que le rodean. Esto se traduce en que en la vida uno aprende a través de lo que le motiva.
En función de esto, podríamos preguntarnos por qué el aprendizaje formal de la escuela
no se fundamenta y se reconceptualiza bajo ejes claros motivantes que vayan más allá de
los propios contenidos curriculares (Subasi y Tas, 2016). Suele otorgarse el peso principal
de la “buena educación” a la cantidad de contenidos que un alumno puede asumir, en
muchos casos ingerir, cuando la realidad nos demuestra día tras día que esto no se traduce
en la adquisición de verdaderas competencias. La clave de nuevo se centra más en el cómo
que en el qué, siendo necesario el desarrollo de la totalidad de capacidades del estudiante
a través de la propuesta de proyectos de trabajo que conexionen con la realidad (Sampaio
y Leite, 2017). Esto no está reñido con que se deje de lado el esfuerzo, la dedicación o la
constancia, pero es que difícilmente alguien puede dedicar tiempo a algo que le desmotiva
totalmente desde el inicio. La creación de ambientes de trabajo positivos, sostenidos bajo
buenos climas de grupo, pueden suponer el cambio hacia el aprendizaje motivador
(Bakhtiar, Webster y Hadwin, 2018).
Por todo ello, la evaluación, entendida como uno de los ejes fundamentales que articula el
proceso educativo, ha de entenderse como un agente socializador que permita la plena
consciencia sobre el aprendizaje (Hortigüela, Pérez-Pueyo y Abella, 2015c). Esta
consciencia solamente alcanza su máxima plenitud si el alumnado participa
intencionadamente en la misma, no solo en su inicio y final, sino a lo largo de todo el
proceso de enseñanza. Como ya se destacó con anterioridad, hay que tener presente que
la evaluación siempre tiene que ser un aporte, y no puede convertirse en una traba. Por
ello, y debido a que los procesos de EFyC suponen una mayor carga de trabajo para el
profesorado en relación a las vías tradicionales, hay que atender al criterio de la viabilidad.
Un proceso didáctico que no es sostenible en el tiempo no garantiza ninguna efectividad
ni credibilidad. Por ello, y para los profesores que se inicien en estos sistemas, tienen que
hacer un ejercicio de adecuación y proporcionalidad en función de su realidad: número de
alumnos por aula, duración de la asignatura, tipo y número de tareas demandadas…En
esto, y como en cualquier otra metodología didáctica, hay que evadirse de radicalismos,
no habiendo nada estrictamente bueno o malo. Lo mejor es aquello que tiene efectos
positivos de aprendizaje y de transformación social en el aquel contexto en el que se lleva
a cabo (Craft y Chappell, 2016). Por tanto, técnicas evaluativas que funcionan con
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
5. Conclusiones
En el presente manuscrito hemos establecido una reflexión argumentada acerca de los
principales errores que suelen cometerse a la hora de implantar los sistemas de EFyC.
Fundamentalmente, estos se centran en la confusión de la evaluación con la calificación,
la falta de transparencia y delimitación de los criterios de antemano, la no implicación del
alumnado en los procesos evaluativos y la no utilización de la evaluación como una
herramienta puramente pedagógica. Esto supone un aporte significativo a la literatura, ya
que, si bien esta aborda los beneficios y problemáticas de esta evaluación, no se han
analizado desde este enfoque. Por lo tanto, parece oportuno que un manuscrito de este
tipo tenga cabida en la actualidad. Si bien estamos abordando un artículo de carácter
descriptivo y reflexivo, a partir del mismo se abren diversas líneas de investigación
futuras. Una de ellas sería investigar específicamente en cada uno de los 7 ámbitos
abordados, pudiendo establecer así comparaciones a partir de experiencias concretas.
También pudieran realizarse meta-análisis sobre algunos de los tópicos tratados, con el
fin de profundizar en la literatura existente hasta la actualidad. Consideramos que este
artículo podría ser de interés para todos aquellos docentes, de cualquier etapa educativa,
interesados en el ámbito de la evaluación y en la educación democrática. También para
todos aquellos políticos y legisladores en el ámbito educativo, valorando la importancia
que tienen los métodos de enseñanza dentro de los currículos actuales. En este sentido, y
si verdaderamente otorgamos la relevancia real que tiene la educación, no podemos seguir
evaluando de la misma manera.
Referencias
Alcaraz, N., Navas, M. y Solac, M. (2012). La voz del alumnado en los procesos de evaluación
docente universitaria. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 5(2), 26-39.
Alonzo, A. (2018). An Argument for Formative Assessment with Science Learning Progressions.
Applied Measurement in Education, 31(2), 104-112.
https://doi.org/10.1080/08957347.2017.1408630
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D. Hortigüela, Á. Pérez-Pueyo y G. González-Calvo
26
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Cv de los autores
David Hortigüela Alcalá
Doctor en Educación por la Universidad de Burgos. Es Director del Área de Didáctica de
la Expresión Corporal de la Universidad de Burgos y Secretario del Departamento de
Didácticas Específicas. Sus líneas de investigación se centran en la evaluación formativa y
compartida, los modelos pedagógicos de enseñanza de la educación física, las metodologias
activas y participativas y el aprendizaje competencial. Sus investigaciones pueden
encontrarse en: http://bit.ly/dhortigüelacv. ORCID ID: 0000-0001-5951-758X. Email:
dhortiguela@ubu.es
27
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 29-45.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.002
In this work we present the development of the Teaching Innovation Project (TIP)
"The Formative and shared assessment in education. Transfer of knowledge between
University and School ", developed at the University of Valladolid, specifically in the
Faculty of Education of Segovia. We have developed a case study analyzing the
double way of knowledge transfer: from the university to the school and from the
school to the university. To this end, two lines of intervention have been organized:
(a) the development of Tutored Learning Projects, internship periods, Final Degree
Projects, Master's Thesis and Doctoral Theses; (b) the development of an inter-
classroom seminar on Formative and Shared Evaluation, as a permanent training
activity for teachers in all stages of education, from early childhood education to
university. We have obtained as a result advantages, disadvantages and proposals
for improvement for later courses from the point of view of student learning, teacher
teaching and the teaching and learning process itself.
Keywords: Formative assessment; Shared assessment; Knowledge transfer; In-
service teacher education; Pe-service teacher education.
1. Introducción
El Proyecto de Innovación Docente (PID) que presentamos se desarrolla en el ámbito de
la Universidad de Valladolid, en los campus de Segovia, Valladolid y Soria. Desde la
Formación Inicial del Profesorado (FIP) es necesario que planteemos la formación a
futuros maestros y maestras en metodologías y formas de evaluación innovadoras. Para
lograr este objetivo es necesario a su vez estar en contacto con la realidad escolar en la
que se sumergirán dichos docentes.
En consecuencia, a través de este PID hemos desarrollado una transferencia de
conocimiento en dos direcciones: desde la Universidad a los centros educativos y desde la
realidad escolar a la formación universitaria. Para ello se han organizado dos líneas de
intervención: (a) experiencias de formación en la FIP a través de la realidad concreta de
los centros educativos: “Proyectos de Aprendizaje Tutorado” (PAT) que se desarrollan en
los colegios; periodos de Prácticum, Trabajos Fin de Grado (TFG), Trabajos Fin de
Máster (TFM) y Tesis Doctorales; (b) desarrollo de seminarios de Formación Permanente
del Profesorado (FPP) con docentes de todas las etapas educativas desde Educación
Infantil hasta Educación Universitaria.
La primera línea de intervención se lleva a cabo fundamentalmente en la FIP. Los alumnos
en formación desarrollan competencias profesionales sobre la Evaluación Formativa y
Compartida (EFyC) y llevará dichas propuestas de innovación a centros educativos a
través de diferentes actividades prácticas y académicas antes señaladas. Ejemplo de esta
intervención es la que se ha desarrollado en el anterior curso 2017/2018 con un TFG que
se desarrolló en un aula de Educación Primaria, en concreto en el aula de Educación Física
donde su autora realizó su periodo de Prácticum. Fernández (2018) obtuvo como
resultados de su trabajo una gran fiabilidad y significatividad de su sistema de EFyC y las
calificaciones obtenidas. De la misma manera, se desarrolló un TFM en el pasado curso
2017/2018, (Ayuso, 2018) el cual se centró en conocer la percepción del alumnado de FIP
del Grado de Maestro en Educación Infantil sobre la aplicación de EFyC en algunas
asignaturas del grado. Obtuvo como resultados una valoración alta de ventajas respecto
al empleo de EFyC en la FIP, inconvenientes vinculados a la exigencia de implicación por
parte del alumnado, una evolución muy satisfactoria lo largo de los 4 cursos analizados y
una posibilidad de transferencia de conocimiento de estos sistemas de EFyC en la FIP a
las etapas iniciales educativas en su futura docencia.
Estos dos ejemplos nos muestran la necesidad de unión entre la universidad y la escuela.
La transferencia de conocimiento que se produce es recíproca, lo que nos lleva a la segunda
línea de intervención: el desarrollo del seminario de Formación Permanente del
Profesorado (FPP). Las dinámicas de EFyC que los participantes del seminario de FPP
han desarrollado durante el curso 2017/2018 y en el actual curso, generan dinámicas de
investigación-acción que pueden ser útiles para formar a futuros y futuras docentes. En
este sentido toman especial relevancia las dos tesis doctorales que se están llevando a cabo
vinculadas claramente al PID.
Por todo lo dicho hasta ahora, los objetivos principales del desarrollo del PID son los
siguientes:
Crear una red interdisciplinar de investigadores universitarios que imparten
docencia en la FIP y de maestros que trabajen en centros de Educación Infantil,
30
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
2. Revisión de la literatura
2.1. Evaluación Formativa y Compartida en el desarrollo del Proyecto de
Innovación Docente
En la educación actual es necesario un cambio metodológico en consonancia con todos los
elementos de la realidad educativa. Por tanto, cualquier innovación educativa que no vaya
acompañada de la adecuada innovación en evaluación, fracasará (Barberá, 2003; Biggs,
2005; Bonsón y Benito, 2005; Knight, 2005; Zabalza, 2001).
La evaluación es una de las tareas principales del profesorado, pero para que aporte
mejoras al sistema de aprendizaje y de la calidad docente ha de sufrir fuertes cambios por
dos motivos: es necesario cambiar el objeto de la evaluación de los conocimientos más o
menos académicos a las competencias y conocimientos básicos y aplicados más complejos;
así como cambiar profundamente el papel que puede y debe jugar la evaluación (Hamodi,
López-Pastor y López, 2015).
Según diferentes autores (López-Pastor, 2009; López-Pastor y Pérez-Pueyo, 2017; López-
Pastor, Hamodi y López, 2016), la evaluación formativa se podría entender cómo todo
proceso de evaluación con la finalidad de mejorar el proceso de Enseñanza-Aprendizaje
(E-A) y por consiguiente, sus tres líneas de intervención: a) mejora del aprendizaje del
alumnado para que aprenda más y mejore las evidencias del aprendizaje que genera; b)
mejora del proceso de enseñanza del docente; c) mejora del proceso de E-A
paulatinamente, corrigiendo los errores detectados y fomentando las vías de actuación que
sí funcionan. Por otro lado, la evaluación compartida es definida por los mismos autores
como aquella que implica al alumnado en los procesos de evaluación (mediante diálogos
31
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
la que obtienen como resultado que tras el desarrollo de prácticas de EFyC en la FIP sus
valoraciones de autopercepción en la adquisición de competencias son más altas que antes
de cursarlo y consideran que hay más ventajas que inconvenientes en la utilización de
estas prácticas.
Este trabajo continuo con el alumnado se produce de igual manera en otras de las
actividades de esta primera línea de intervención del PID. En el caso del TFG que se ha
vinculado al PID durante el curso 2017/2018, desarrolló una experiencia real de EFyC
en un aula de Educación Primaria, obteniendo como resultado un sistema de evaluación
muy significativo para el alumnado. Sobre el aprendizaje en esta práctica podemos afirmar
que tiene una doble vía: (a) por una parte, la maestra en prácticas aplica sus sistemas de
EFyC en un contexto real, adaptándose al alumnado de Primaria; (b) además, la maestra
en prácticas también aprende sobre EFyC en la elaboración de su propio TFG. De una
manera muy similar se produce la elaboración de los TFM y Tesis Doctorales. En nuestro
caso durante el curso 2017/2018 se elaboró un TFM vinculado al PID y dieron comienzo
dos Tesis Doctorales.
La utilización de sistemas de EFyC en FIP nos permite que el alumnado tome conciencia
de su nivel de competencias y pueda transferir estas prácticas en su docencia futura. Por
otro lado, el profesorado de FIP puede aprender a través de los sistemas de EFyC, dado
que también están enfocados a mejorar el proceso de E-A que se lleva a cabo en la
asignatura y a desarrollar su calidad docente (López-Pastor, 2009). Existe una relación
entre las prácticas de EFyC que desarrollan en sus asignaturas, con la evolución y los
resultados observados en cada curso escolar, pudiendo así orientar su docencia hacia los
aspectos que funcionan y buscar alternativas a los aspectos que no son tan fructíferos
(Hamodi, López-Pastor y López, 2017; Manrique-Arribas, Vallés y Gea, 2012).
2.3. Evaluación Formativa y Compartida en la Formación Permanente del
Profesorado
La segunda línea de intervención se lleva a cabo a través del seminario de FPP que se
desarrolla sobre esta temática en la Facultad de Educación de Segovia, denominado
“Seminario de EFyC en Educación”. Se ha desarrollado durante el curso 2017/2018, y se
sigue desarrollando en el curso actual 2018/2019. En el seminario hemos desarrollado
diferentes actividades de aprendizaje a partir de la metodología de Investigación-Acción
(I-A). Esta metodología de trabajo permite desarrollar procesos cíclicos de aprendizaje
con las siguientes fases: 1) planificar; 2) actuar; 3) observar; 4) analizar lo ocurrido
(Kemmis y McTaggart, 1998; Latorre, 2003).
Esta modalidad de FPP mediante la I-A tiene una larga trayectoria en el área de Educación
Física con resultados muy satisfactorios durante los últimos 20 años. Ejemplo de ellos son
también experiencias como la que expone Barba-Martín, Barba y Martínez (2016),
Córdoba et al. (2016), López-Pastor et al. (2016) y López, Monjas y Manrique (2011).
Además del desarrollo de la I-A en su práctica docente, también se produce aprendizaje
colaborativo entre docentes, al poner en común las reflexiones y experiencias de EFyC
que cada docente desarrolla en su aula. Por tanto, la transferencia de conocimiento se
produce a partir de las dinámicas de I-A que surgen en el seminario y que pueden ser útiles
para los docentes de manera que: (1) los docentes de Educación Infantil, Educación
Primaria y Educación Secundaria aprenden de las prácticas de sus propios compañeros y
mejoran su práctica docente a partir de las dinámicas colaborativas de I-A; (2) los docentes
33
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
3. Método
3.1. Enfoque metodológico
Consideramos el enfoque metodológico desde la perspectiva del estudio de caso, en
concreto, del estudio de caso evaluativo (Pérez, 1994), entendida como la metodología que
nos permite comprender de manera exhaustiva un tema en concreto para generar
conocimientos e informar de ese caso específico, para describir y explicar una realidad para
poder emitir juicios sobre la misma (Álvarez y San Fabián, 2012; Simons, 2011; Stake,
2010). Tomando estos mismos autores de referencia, entendemos que el estudio de caso
se adecúa a la situación de investigación que hemos y estamos desarrollando. A través de
la descripción, documentación e interpretación de lo que sucede en un escenario real. Este
método es flexible, no es dependiente del tiempo ni está limitado por ningún método, por
lo tanto, se adecúa al desarrollo del PID a lo largo de los cursos escolares (2017/2018 y
2018/2019). A través del razonamiento inductivo del estudio de caso, partiremos de lo
más particular a lo más general, conociendo cada contexto real que se vincule al PID, para
llegar a unas generalizaciones que puedan surgir de las aportaciones de los participantes.
34
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
3.3. Participantes
El PID se ha desarrollado durante el curso 2017/2018 con un total de 261 participantes:
205 alumnos y alumnas que han desarrollado sus Proyectos de Aprendizaje Tutorado en
los colegios con prácticas de EFyC; 30 alumnos que han desarrollado prácticas de EFyC
en sus Prácticum; 1 alumna de Trabajo Fin de Grado; 1 alumna de Trabajo Fin de Máster;
2 doctorandas desarrollando su tesis sobre EFyC; 22 docentes de todas las etapas
educativas, participantes en el seminario de formación permanente. Detallamos estos
datos en el cuadro 2.
Cuadro 2. Participantes PID EFyC curso 2017/2018
ESTUDIANTES / DOCENTES ETAPA / ASIGNATURA NÚMERO
Alumna de doble Grado de Maestro en TFG sobre EFyC en la
1
Educación Infantil y Primaria Educación Primaria
Alumna de Máster en Investigación en Ciencias
Sociales, Educación, Comunicación TFM sobre EFyC en la FIP 1
Audiovisual, Economía y Empresa
Alumnas de Doctorado en Investigación Tesis sobre EFyC en la FIP
2
Transdisciplinar en Educación y la FPP
Alumnado de Grado de Maestro en Educación
Infantil, Grado de Maestro en Educación
PATs con EFyC 205
Primaria y Doble Grado de Maestro en
Educación Infantil y Primaria
Alumnado de los Grados de Maestro en
Prácticum I y II 30
Educación Infantil y Educación Primaria
Educación Infantil 1
Docentes participantes en el Seminario de Educación Primaria 9
Formación Permanente Educación Secundaria 2
Educación Universitaria 10
Fuente: Elaboración propia.
35
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
36
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
otro lado, el análisis de los informes de evaluación que cada participante del PID ha
remitido a los coordinadores. A través de la codificación que presentamos en el cuadro 3
hemos analizado dichas actas e informes. Se ha optado por no utilizar programas
informáticos para este análisis. Para la obtención de resultados hemos analizado dichos
datos con las categorías y subcategorías establecidas en el cuadro 1. Los datos recogidos
del desarrollo del PID en el curso 2017/2018 los analizamos a través de las dos categorías
principales y los dividimos en las subcategorías en los cuadros 4 y 5.
4. Resultados
Comenzaremos mostrando los resultados de la línea de intervención en la FIP durante el
curso 2017/2018. Al analizar los datos de los informes de EFyC desarrollados por los 22
docentes participantes en el seminario, hemos recogido en el cuadro 3 las ventajas,
inconvenientes y propuestas de mejora de los mismos que han reflejado en dichos
informes.
Cuadro 4. Resultados de la línea de intervención en la FIP. Ventajas, inconvenientes y propuestas
de mejora
LÍNEA DE INTERVENCIÓN EN LA FORMACIÓN INICIAL DEL PROFESORADO
Ventajas
Buen clima de trabajo en el aula, elevada motivación en las actividades realizadas con
escolares en el Campus Universitario ya que pueden diseñar sus propuestas,
implementarlas y evaluarlas junto a con los maestros implicados en las actividades.
Tasa de éxito elevada. Buena calidad en muchos de los PAT realizados y buena
preparación en gran parte de los grupos.
Los alumnos consideran que se han visto favorecidos en la adquisición de competencias
profesionales que se les exige en su titulación, indicando que se ha conseguido entre
mucho y bastante.
Se favorece la puesta en común y el debate de ideas. En consecuencia, se reafirma el
aprendizaje colaborativo entre iguales y el establecimiento de conclusiones mucho
más válidas.
Hacer copartícipe al alumno de su propio aprendizaje y del proceso de evaluación.
Desarrollar la capacidad de reflexión del alumno para generar un futuro docente
reflexivo y comprometido con la cultura de la EFyC.
Alta implicación del alumno tanto en el trabajo y desarrollo de los PAT como en la
elección de la temática a trabajar.
Inconvenientes Propuestas de mejora
Grupos de PAT con poca iniciativa y Hacer más explícitas las tareas y los
demanda de información y guía para el criterios acordados desde el inicio de las
desarrollo de actividades previstas, actividades.
sobretodo en la organización de
documentos.
Los alumnos de PAT solicitan más tiempo Marcar con más antelación los tiempos y
y muestran cierto agobio con las tareas tareas que se tienen que realizar. Se
solicitadas. puede plantear con mayor selección de
actividades que tienen que entregar.
Los alumnos echan en falta que pueden Se puede dar la posibilidad de mejorar en
mejorar los documentos de PAT una vez las primeras prácticas o en algunas de
revisados en algunas actividades. ellas, en función de la calidad de las
mismas.
Algunos grupos se preparan el trabajo de Utilizar de forma sistemática la plantilla
PAT de forma deficiente. de autoevaluación y autocalificación de
37
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
Podemos observar que las ventajas que destacaron los docentes se orientan hacia la
participación del alumnado, la tasa de éxito que obtuvieron y su desarrollo de la autocrítica
y el rigor profesional como futuros docentes. Unido a estas ventajas señalan la motivación
del alumnado por aprender más y por el trabajo en el proceso de E-A. Al hacer copartícipe
al alumnado de su propio aprendizaje y del proceso de evaluación los docentes encuentran
también una alta implicación en sus alumnos. Como señala uno de los participantes en su
informe de evaluación:
Las ayudas que reciben del profesor han sido muy valoradas, probablemente por los
comentarios que se les realiza al comentar cada una de las tareas y actividades que tienen que
realizar. Sin embargo, aprecian más las de sus propios compañeros, lo cual resulta atractivo
por su componente motivacional y porque las aclaraciones que éstos emiten suelen ser más
perdurables y significativas en el tiempo. (IBP5, página 8)
En cuanto a los inconvenientes, podemos comprobar que valoran las opiniones del
alumnado como su manifestación hacia la carga de trabajo y proponen como solución la
adaptación de dicho trabajo al ritmo del alumnado. Varios de los inconvenientes que han
encontrado los docentes hacen referencia al proceso de elaboración de PAT, como, por
ejemplo: poca iniciativa del alumnado, demanda de mayor tiempo de elaboración,
preparación deficiente… A todos estos inconvenientes se proponen soluciones similares:
hacer más explícitos los criterios de evaluación con diferentes instrumentos de evaluación
formativa y compartida. De esta manera los alumnos serán más conscientes de las “reglas
38
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
de juego” y se podrá dar un paso más: que las asuman como propias si participan en el
establecimiento de las mismas.
En el cuadro 4 vemos los resultados de la otra línea de intervención, referente a la FPP
durante el curso 2017/2018. Tras analizar los datos recogidos en las actas de los
seminarios de formación permanente, los docentes participantes destacaron estas ventajas,
inconvenientes y propuestas de mejora.
Podemos comprobar algunas similitudes entre la tabla 3 y 4, ya que, aunque sean líneas
de intervención diferentes, algunos de los docentes se han encontrado con inconvenientes
similares, como puede ser el caso de la incomprensión de las rúbricas como instrumento
de evaluación., o la desconfianza del alumnado hacia el sistema de EFyC cuando se
desarrolla por primera vez. Ante estas situaciones, los docentes proponen propuestas de
mejora similares: explicar con claridad el cambio educativo y los nuevos instrumentos de
evaluación que se van a utilizar, así como dar valor a los aprendizajes que se van a producir
para atraer a los alumnos hacia el cambio. Una de las participantes al seminario de FPP
aporta como reflexión en su informe de evaluación:
El manejo del Diario al principio de la práctica origina posturas discordantes entre algunos
estudiantes puesto que tienen que hacer una tarea que, tradicionalmente, no se relacionan con
el área. Sin embargo, una vez que han entendido la rutina y el proceso del manejo de estos
instrumentos, deja de ocasionar cualquier tipo de rechazo por su parte. (IBP2, página 6)
También observamos, como ventaja a destacar, que tanto alumnado como docentes le
restan importancia a la calificación, para dar más importancia y poner en valor su
aprendizaje en el desarrollo en el proceso de E-A. Valoran también como aspecto muy
positivo que los alumnos a través de la EFyC son conscientes de su ritmo de aprendizaje,
de los aspectos que han aprendido y lo que queda por aprender.
Otra de las observaciones que destacamos tras el análisis de las actas es que los maestros
valoran el poder reconducir su práctica docente a lo largo del proceso gracias a la EFyC.
Durante el seminario gracias al aprendizaje colaborativo, al feedback que reciben de los
coordinadores y a sus propias observaciones en su praxis mejoran su práctica docente,
reconducen el proceso y, en consecuencia, ayudan a mejorar el aprendizaje del alumnado.
Cuadro 5. Resultados de la línea de intervención en la FPP. Ventajas, inconvenientes y propuestas
de mejora
LÍNEA DE INTERVENCIÓN EN LA FORMACIÓN PERMANENTE DEL PROFESORADO
(ETAPA OBLIGATORIA Y ETAPA UNIVERSITARIA)
Ventajas
Mejora de la praxis docente de manera constante, adecuándose al ritmo de los alumnos
y mejora de las prácticas que no funcionaban.
Mejora de la atención a la diversidad del alumnado en el aula, enseñanza más
individualizada y con mejoras en la relación docente-alumno.
Gracias al feedback continuo e individualizado con el alumnado mejora su participación,
sus diálogos son más justos y consecuentes con su trabajo y tareas.
El proceso de enseñanza mejora porque el maestro puede reconducir el proceso a lo
largo de todo el curso, resolviendo problemas y buscando alternativas a lo que no
funciona en el aula, así como fomentar las prácticas de éxito.
Mejora del aprendizaje colaborativo entre docentes, tanto en el desarrollo del seminario
como en su práctica docente.
Los alumnos a través de la EFyC tienen consciencia de su ritmo de aprendizaje, el punto
del proceso en el que se encuentran y cómo pueden mejorar.
39
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
5. Discusión y conclusiones
Organizamos la discusión de resultados en función del sistema de categorías establecido.
Por lo tanto, la presentaremos acorde a sus respectivas líneas de intervención: Formación
Inicial del Profesorado (FIP) y Formación Permanente del Profesorado (FPP).
Los participantes que forman parte de la línea de intervención de la FIP consideran que
hay más ventajas que inconvenientes en sus prácticas de EFyC, aspecto que podemos ver
en investigaciones similares (Gallardo-Fuentes et al., 2018; Romero-Martín, Castejón-
Oliva, López-Pastor y Fraile-Aranda, 2017). Los participantes destacan que gracias a estas
prácticas se fomenta un clima de trabajo óptimo, la motivación por diseñar propuestas e
implementarlas en el aula es altísima, lo que conlleva a una tasa de éxito elevada, un
trabajo muy enriquecedor y un aprendizaje significativo que los alumnos valoran
(Romero-Martín, Castejón-Oliva y López-Pastor, 2015).
En cuanto a la adquisición de competencias, los participantes valoran como aspecto
positivo la alta adquisición de competencias docentes y que estas prácticas favorecen el
aprendizaje colaborativo, la puesta en común y el debate de ideas (Gallardo-Fuentes et al.,
2018; López-Pastor, Pérez-Pueyo, Barba y Lorente, 2016). Si bien es cierto, consideramos
que este aspecto tendríamos que investigarlo en profundidad atendiendo a qué
competencias específicas se desarrollan en cada propuesta a desarrollar dentro de esta
40
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
41
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
En cuanto al segundo objetivo, realizamos un balance muy positivo tras analizar las
ventajas, inconvenientes y propuestas de mejora que los participantes del PID han
manifestado. El alumnado de FIP ha desarrollado sus PAT, Prácticum, TFG, TFM y
Tesis Doctorales vinculadas a la EFyC en un contexto real, fomentando la adquisición de
competencias y reflexión autocrítica con su docencia gracias al contacto con la realidad de
los centros educativos. Los participantes de la FPP aportan más ventajas que
inconvenientes sobre el desarrollo de prácticas de EFyC en sus aulas y, además, a todos
los inconvenientes que plantean buscan una propuesta de mejora para reconducir su
práctica. Esto nos indica que los sistemas de EFyC suelen favorecer la orientación hacia
el aprendizaje, respetar el ritmo de desarrollo y aprendizaje de los alumnos y atender a la
diversidad del aula. También es importante señalar que todas las prácticas de éxito que
los docentes de etapas obligatorias exponen en el seminario sirven a los docentes
universitarios de FIP para acercar a sus alumnos a la realidad actual de las aulas, y así
aprendizajes reales y de utilidad para su futuro como docentes.
Este trabajo puede ser de interés para los docentes de todas las etapas educativas en las
que estén desarrollando prácticas de EFyC y quieran conocer otras prácticas de éxito o
bien quieran iniciarse en la temática. También puede resultar de utilidad para el
profesorado universitario de FIP interesado en este tipo de evaluación. A priori es posible
que haya pocas experiencias que vinculen universidad y escuela de esta forma.
Como prospectiva de trabajo compararemos los resultados de la realización del seminario
y de las prácticas docentes en la FIP vinculadas al PID tanto en el primer curso 2017/2018
con el presente 2018/2019, para ver la evolución de los aspectos desarrollados. Además,
será interesante ver cómo se amplía la línea de formación del seminario en el resto de
provincias del PID (Soria y Valladolid). La última línea de trabajo consistirá en comprobar
la evolución de los TFG y TFM de este curso 2018/2019 y las dos Tesis Doctorales
vinculadas directamente al PID.
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43
C. Pascual-Arias, V. M. López-Pastor y C. Hamodi Galán
Cv de los autores
Cristina Pascual-Arias
Doctoranda en el Doctorado de Investigación Transdisciplinar en Educación por la
Universidad de Valladolid. Docente contratado predoctoral en la Facultad de Educación
de Segovia (Universidad de Valladolid). Máster en Investigación en Ciencias Sociales,
Educación, Comunicación Audiovisual, Economía y Empresa por la Universidad de
Valladolid. Graduada en Educación Infantil por la Universidad de Valladolid. Es miembro
de la “Red de Evaluación Formativa y Compartida en Educación”. Coordinadora del
Proyecto de Innovación Docente de la Universidad de Valladolid: “Evaluación Formativa
y Compartida, Transferencia de conocimiento entre Universidad y Escuela”. ORCID-ID:
0000-0002-2781-5600. Email: cristina.pascual@uva.es
45
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 47-58.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.003
1. Introducción
La evaluación es uno de los aspectos más controvertidos en las instituciones educativas
debido a las connotaciones éticas e ideológicas que emanan como fenómeno dentro del
proceso de enseñanza aprendizaje (Santos-Guerra, 2006). La prueba de que la evaluación
transciende lo educativo hasta llegar a ámbitos macropolíticos y económicos es la
existencia de organismos internacionales (OCDE) destinados a medir los rendimientos
escolares (Biesta, 2014) y estandarizar pruebas de medición (PISA, TIMMS, PIRLS…)
cuyos resultados orienten las políticas educativas públicas. El auge de la cultura de la
medición ha reducido las acepciones y dimensiones educativas y sociales de la evaluación
al pretender comprender y evaluar el sistema educativo sólo a través de los resultados sin
mirar el proceso. Una verdadera cultura de evaluación educativa “implica conocer cómo
se desarrollan los procesos de formación para mejorar los aspectos más necesarios y
potenciar los positivos” (Díez-Gutiérrez, 2018, p. 57). La evitación del proceso —de lo que
ocurre durante— para centrarse exclusivamente en los resultados y la ignorancia de las
condiciones del aprendizaje a la hora calificar y/o seleccionar discentes o instituciones
educativas es providencialmente conceptualizada por Alcaraz (2015) en su reflexión sobre
el concepto de evaluación educativa: “Decimos que evaluamos para comprobar si el
alumnado está aprendiendo o no y olvidamos que la principal función de la evaluación no
es tanto comprobar el aprendizaje como asegurar las condiciones para que se produzca
dicho aprendizaje”(p.210). En este sentido, no es casual la preponderancia de la función
selectiva (excluyente) de la evaluación en detrimento de la función formadora (inclusiva)
(Pozo, 2016) y, sobre todo, que esa función selectiva recaiga sólo en alumnado y docentes
y no valore recursos, otros agentes y, sobre todo, las políticas educativas del que ejerce el
poder de evaluar (Santos-Guerra, 2006, p. 42).
Además, desde un punto de vista epistemológico, existe un sesgo de hondura a la hora de
afrontar la evaluación educativa. En las ciencias de la educación hemos importado
tradicionalmente los métodos empíricos-analíticos de las ciencias naturales que son
insuficientes e inadecuados por sí solos en nuestro objeto de trabajo: la interacción social
entre los seres humanos en un centro educativo. Sin embargo, las ciencias de la educación
han construido su propio marco de referencia, ya que poseen instrumentos y estrategias
para comprender y transformar los enconados modelos evaluativos del pasado que
sobreviven en el presente. Por el contrario, el enfoque científico-natural busca
explicaciones con perfectas relaciones causa-efecto que difícilmente se manifiestan en los
entornos escolares, pretenden formular leyes infalibles, en definitiva, generalizar, pero
pocos o ningún contexto educativo es generalizable dada su singularidad (López-Pastor,
1999). En cambio, los enfoques interpretativos de las ciencias de la educación intentan
comprender y profundizar en cada contexto. En esa línea es certera la contribución de
Hopkins (1989) cuándo señala que los métodos cuantitativos de investigación (y por ende
de evaluación) nos pueden ayudar a trazar una hipótesis de trabajo en el aula, nos colocan
tras una pista, pero cada investigación sobre educación debe ser comprobada en las
condiciones particulares sin que se pueda generalizar ya que en cada lugar se aprende de
diferente forma. Así lo señala Crobanch (1975) para referirse a los métodos positivistas:
“Cuando sopesamos convenientemente las condiciones particulares, cualquier
generalización es un hipótesis de trabajo, no una conclusión” (p.125).
48
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
49
F. M. Otero-Saborido y F. J. Vázquez-Ramos
las Comunidades Autónomas para la etapa primaria (Julián, Abarca-Sos, Zaragoza y Aibar,
2016; Méndez, Fernández-Río, Méndez-Giménez y Prieto Saborit, 2015; Muñoz, 2014).
Por ello, es objeto general de este trabajo realizar un análisis de los aspectos evaluativos
en Educación Física comparando los 17 currículos autonómicos que emanan del
reglamento estatal preceptuado en el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que
se establece el currículo básico de la Educación Primaria. De forma más operativa,
formulamos los siguientes objetivos:
1. Extraer patrones estadísticos descriptivos que exploren los currículos de EF en
las variables analizadas.
2. Comparar aspectos cuantitativos y cualitativos de la evaluativos en EF entre los
17 currículos autonómicos en Educación Primaria.
2. Método
Para la comparación de los diferentes currículos autonómicos se utilizó el análisis
documental como instrumento de obtención informativa. Para ello, se obtuvo la
información de los 17 reglamentos autonómicos que desarrollan los aspectos evaluativos
en EF. Todos los documentos curriculares circularon por tres expertos en la materia
curricular. Tras la primera circulación se convinieron los aspectos comunes a categorizar
y analizar en los 17 documentos curriculares.
Resultaron un total de 12 variables a comparar y analizar. Por un lado, variables
cualitativas. Un total de 9 variables con la siguiente descripción: existencia de objetivos
de área, criterios y estándares; relación entre criterios y estándares; tipo de secuenciación
de los estándares; relación curricular de los estándares; y existencia de orientaciones
metodológicas evaluativas al margen de los EA y CE. Por otro lado, como resultado del
análisis de las variables cualitativas, resultaron tres indicadores cuantitativos: número de
objetivos, número de criterios y números de estándares.
El procedimiento para la categorización fue a través de una hoja de control con las 12
variables al tiempo que se analizaban los 17 currículos autonómicos que desarrollan el RD
126/2014 por el que se establece el currículo básico. Todos los currículos autonómicos
están publicados en los respectivos boletines oficiales de sus Comunidades Autónomas. Se
encuentran en formato pdf y son de acceso libre y gratuito. Tras una primera
categorización se procedió al análisis en el programa SPSS v. 17. Para las 9 variables
cualitativas se analizaron las Frecuencias y Porcentajes y para las 3 cuantitativas se
analizaron los estadísticos descriptivos.
3. Resultados
Un análisis exploratorio (Cuadro 1) nos muestra que sólo un 30% (29,4%) de las
Comunidades incluyen objetivos propios de la asignatura de EF. Si bien en el caso de los
CE hay unanimidad (el 100% incluye criterios) el caso de los EA hay un 17% que no los
incluye. Para la variable ‘Tipo de secuenciación’ que se hace de EA y CE, mientras que la
gran mayoría (76,5%) secuencia por niveles educativos, un 17,6% los hace por ciclos y
5,9% por etapa. En la variable ‘Relación Curricular’ la mayoría de comunidades (94,1%)
50
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Sobre las variables anteriores, a nivel cuantitativo, el análisis del número de objetivos,
criterios y estándares nos muestra diferencias sustanciales (Cuadro 2). Mientras que en el
‘Número de objetivos’ la baja media aritmética (M=2,59) y la alta desviación estándar
(3,97) se deben al alto número de comunidades que incluyen objetivos en su currículo, en
el caso de los dos referentes evaluativos, existe un elevado promedio en el número de CE
(M=61,53) y de EA (M=200,24). En ambos, y pesar de la que mayoría de Comunidades
los incluyen en su currículo, la heterogeneidad en el número es muy alta como muestran
las desviaciones estándar (DE=61,44 y 144,69 respectivamente)
Cuadro 2. Estadísticos descriptivos variables cuantitativas que analizan los aspectos evaluativos
del currículo de Educación Física en Primaria
DESVIACIÓN
N MÍNIMO MÁXIMO MEDIA
ESTÁNDAR
Número de objetivos 17 0 10 2,59 3,97
Número de criterios 17 8 253 61,53 61,4
Número de estándares 17 0 481 200,24 144,69
Fuente: Elaboración propia.
Otros de los objetivos de este trabajo era comparar aspectos cuantitativos y cualitativos
de la evaluativos en EF entre los 17 currículos autonómicos en Educación Primaria
(Cuadro 3). La codificación que comparaba los currículos de EF en las 17 comunidades
ofrece características diversas en las diferentes variables. Sobre la ‘Existencia de objetivos’
sólo 5 comunidades de las 17 (Andalucía, Aragón, Baleares, Cataluña y País Vasco) optan
por mantener los objetivos de la asignatura de EF que sí contemplaban los desarrollos
curriculares previos a la LOMCE.
El resto de comunidades sólo contempla ‘Criterios de Evaluación’ y ‘Estándares de
Aprendizaje’ como referentes evaluativos. En esas dos variables sí existe uniformidad
cualitativa: todas contemplan CE y la mayoría EA (excepto Cataluña, País Murcia y País
Vasco). Sí existe disparidad en cuanto al número de CE formulados. Mientras hay
51
F. M. Otero-Saborido y F. J. Vázquez-Ramos
Sobre si los documentos curriculares presentan una relación explícita entre CE y EA con
cuadros y/o tablas en donde los más concretos estén contenidos en los más generales
existe uniformidad excepto en las 3 comunidades citadas que no contemplan EA.
Cuestión diferente es lo ocurrido entre el tipo de secuenciación de los EA. Existen tres
casos diferentes: etapa, ciclo o nivel. Mientras País Vasco es la única comunidad que los
contempla por etapa, 3 comunidades (Andalucía, Cataluña y Baleares) que aún conservan
la estructura de ciclo secuencian sus referentes evaluativos (CE y/o EA) por ciclo y el
resto de Comunidades los organiza por nivel.
Sobre si los currículos autonómicos incluían CE y/o EA relacionándolos con otros
elementos curriculares se tuvieron los dos más frecuentes: Competencias clave y
contenidos. En la variable ‘Relación CE y EA’ se comprueba que sólo 9 Comunidades
(Andalucía, Cantabria, Canarias, Cataluña, Galicia, LA Rioja, Comunidad Valenciana)
relacionan sus referentes evaluativos con las competencias clave. Cuestión diferente
ocurre en la variable ‘Relación CE y EA’ cuando hablamos de contenidos pues todas las
Comunidades excepto País Vasco relacionan CE y/o EA con los contenidos de enseñanza.
52
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Por último, la ‘OR. EV’ tenía como pretensión indagar sobre si al margen de la CE y EA
las Comunidades incluían orientaciones metodológicas para la evaluación. En este sentido,
sólo Andalucía, Cataluña y Región de Murcia incluyen orientaciones sobre evaluación.
5. Discusión
Una primera interpretación de los resultados nos muestra que nos hallamos ante el estadio
curricular en España que pone fin a los objetivos de área ya que sólo 5 de las 17
Comunidades los mantienen. Esta situación no puede entenderse de otra forma que como
el acotamiento definitivo del currículo. Los objetivos de área eran formulados en términos
generales de ahí su bajo número tanto en los desarrollos curriculares previos a la LOMCE
como en los descritos en el presente artículos (Andalucía 7; Aragón, 10; Baleares; 10;
Cataluña, 8; País Vasco, 7). Esa ausencia de constricción en su formulación permitía que
los docentes y alumnado fabricaran un currículo en base a sus necesidades. Sobre este
aspecto arroja luz la sentencia de Stenhouse (1987) al formular que el currículo “debe ser
puesto a prueba por estudiantes y profesores” (currículo abierto) “y no estudiantes y
profesores” puesto a pruebas por el currículo (currículo cerrado). En este sentido un
mecanismo para un currículo como Proyecto y Proceso es que docentes y alumnado
formularan sus criterios de evaluación contextualizados en situaciones de aprendizaje
propias, e incardinándose en el primer nivel de concreción en base a objetivos de área y
criterios de evaluación regulados por los respectivos reglamentos.
No obstante, la prueba de que el exterminio de los objetivos de área evoluciona hacia un
cerrazón del currículo es que el otro elemento curricular de este trabajo CE, aún no siendo
un elemento nuevo (ya existía en la etapa pre-LOMCE), la novedad es el desorbitado
promedio (M=61,53) si los comparamos con el reducido número de criterios del desarrollo
reglamentario previo a la LOMCE. En la actualidad nos encontramos picos de CE como
253 en Cantabria, 104 en Castilla y León o 101 en la Comunidad Valenciana. Sobre este
grado de operativización y tecnificación de los aprendizajes llama poderosamente la
atención que la retirada de autonomía al docente y vuelta al rol de técnico aplicador suceda
en los CE, es decir, antes incluso de los EA que son “especificaciones de los criterios de
evaluación”. Valga como ejemplo de la estandarización de los aprendizajes que hace cada
comunidad el caso de autonomías que con un número de CE superior al de los EA de otras,
siendo estos últimos concreciones de los primeros. No ocurre esto tan sólo con las
Comunidades con las frecuencias más altas de CE, sino en algunas cuya frecuencia
(Navarra, 67 CE) se encuentra en el promedio español (M=61,53) y cuyo número de CE
es incluso superior al número de EA de otras (Andalucía, 42, Canarias 44 o Madrid 44).
Como era de esperar, el promedio de EA es más chirriante (M=202,24) que el de los CE,
sobre todos si aterrizamos en las necesidades del aula y estamos ante el supuesto
surrealista que el número de EA a evaluar (o medir) por los maestros y maestras de EF es
superior a las sesiones que tienen durante un curso académico. Este supuesto (en realidad
no es una hipótesis, sino la receta de los 17 legisladores a sus docentes desde hace varios
años) se sale de la lógica aún más cuando con la aritmética más simple se comprueba que
hay comunidades tienen tantos EA como número de sesiones de EF (Asturias 292 EA;
Cantabria 481; Castilla-La Mancha, 410; Extremadura 281; La Rioja, 216). Llegados a este
punto, no estamos ante una única discusión cuantitativa ni tampoco sobre un debate para
53
F. M. Otero-Saborido y F. J. Vázquez-Ramos
Conclusiones
Tras lo expuesto anteriormente podemos concluir que la LOMCE y su concreción en los
currículos autonómicos han supuesto una involución pedagógica en materia de evaluación.
En el caso concreto de la asignatura de EF la regresión tiene una tendencia hacia la
medición, que no evaluación, preponderante de aspectos motrices (Méndez, Fernández-
Río, Méndez Giménez y Prieto Saborit, 2015). Esta tendencia exclusivamente
operativizadora ha retrotraído, además, la evaluación en Educación Física a la antigua
división de las dimensiones en cognitiva, motriz y afectivo-social focalizando lo motriz y
separándolo, en ocasiones, en compartimentos estancos de las otras dimensiones.
Futuros trabajos pudieran abordar el estudio estadístico y taxonómico del más del millar
de CE y los tres millares y medio de EA. Así mismo, y dado que la tendencia de medición
pone en entredicho el derecho del alumnado a ser educado y no adiestrado (Teach to test),
existen mecanismos de autonomía pedagógica que pueden poner a salvo la evaluación
educativa. Entre otras propuestas, entendemos que el tercer nivel de concreción debe
incentivar la construcción de objetivos (aún sin prohibir) y criterios didácticos que
evolucionen hacia un modelo de docente investigador de su propia práctica. Por otra parte,
las Administrativas Educativas autonómicas tienen la posibilidad de legislar orientaciones
de evaluación educativas que dibujen una evaluación más democrática y adaptada a las
necesidades del alumnado y a un currículo no industrializado más propio del siglo XXI.
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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Cv de los autores
Fernando Manuel Otero-Saborido
En la actualidad ejerce como profesor a tiempo completo en la Universidad pública Pablo
de Olavide de Sevilla. Anteriormente, funcionario de carrera del Cuerpo de Maestros y del
Cuerpo de Profesores de Secundaria en Andalucía, ambos en la especialidad de Educación
Física. Formación académica en todas las titulaciones oficiales universitarias en Educación
Física: Doctor; Máster Oficial en Educación Físico-Deportiva; Licenciado en Ciencias de
la Actividad Física y del Deporte; Diplomado en Magisterio (Ed. Física). A lo largo de 25
artículos de revistas, su línea de investigación se centra en procesos de evaluación y
metodología de enseñanza Educación Física y el Deporte así como aspectos relacionados
con el rendimiento físico deportivo en fútbol. ORCID ID: 0000-0002-7016-2414. Email:
fmotero@upo.es
58
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 59-84.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.004
This article presents the results of some educational research about connecting the
academic and professional environments in the education degree within two Catalan
universities (UAB, UdG). The goal of this study is to analyse perceptions of faculty
members, psychomotricity teachers and students about formative assessment in
Project of Oriented Learning (POL) to facilitate the acquisition of psychomotor
professional skills in pre-service education. This research has been developed in two
obligatory subjects in two Spanish university degrees, with a sample of 170 students,
2 lecturers and 7 psychomotricity teachers. Both subjects have developed an
assessment and learning activity called: documentation psychomotor session in
groups, in POL format. This study is conceived within the interpretative approach,
also called qualitative, naturalist or humanist. Two research techniques are used; a
Likert scale questionnaire and two focus groups. Statistical analysis was carried out
through arithmetic mean and the standard deviation. The qualitative analysis of the
focus groups has been done using the categorical analysis. The resulting data and
the conclusions reveal that students: a) are generally satisfied with the assessment
and shared or co-assessment developed in the POL; b) this assessment has benefited
their acquisition of professional skills; c) feedback allows students to be more aware
of their process and their mistakes; and d) students, lecturers and teachers agree on
the need to review the POL assessment instruments and assess them through
rubrics.
Keywords: Higher education; Educational innovations; Formative assessment;
Teacher education; Tutoring.
1. Introducción
Cada vez hay más problemas derivados del sedentarismo en la juventud de nuestra
sociedad. En las ciudades los niños salen menos a jugar al parque o a la calle y, a su vez,
las pantallas están ocupando muchas horas del día de éstos. Cuando los niños de hoy en
día tengan alrededor de 70 años habrán pasado un promedio de entre siete y diez años
frente a una pantalla, siendo esta la segunda actividad más realizada después del dormir
(Trenchi, 2014).
Por otro lado, es sabido que el movimiento y el juego libre son la mejor forma de
aprendizaje y desarrollo de los niños de cero a seis años (Bueno, 2017; Sassano, 2010). Por
lo que las escuelas juegan un papel importante para acoger, respetar y acompañar la
educación por el movimiento en todas las situaciones educativas y en los diferentes
espacios (Cortés y Moya, 2018; Martínez-Mínguez et al., 2017).
En el Estado Español los currículos de Educación Infantil están organizados por áreas y
una de ellas suele estar relacionada con el conocimiento de uno mismo a través del cuerpo
y el movimiento, tanto en actividades de vida cotidiana como en momentos específicos
relacionados con la educación psicomotriz (Martínez-Mínguez, Rota y Anton, 2017). En
el primer ciclo de educación primaria también se muestra desde el área de Educación Física
la importancia de este movimiento y conocimiento corporal de una forma lúdica y
autónoma (Cañabate, Colomer y Oliveras, 2018). Atender a esta área hace necesaria una
formación de maestros capacitados para impartirla en su quehacer profesional tanto a nivel
teórico como práctico.
La experiencia docente de algunos autores de este artículo remite a que parece que no
siempre los maestros de educación infantil y especialistas de educación física, después de
su formación inicial, se sienten suficientemente preparados para realizar la intervención
psicomotriz. Esta problemática adopta diferentes soluciones en los centros educativos. A
veces se pide al maestro especialista de educación física que imparta la psicomotricidad en
los cursos de educación infantil, cuando su formación inicial hace referencia a la etapa de
6 a 12 años. Otras veces es impartida por algún maestro de educación infantil que no
realice tutoría. Otra posibilidad es que la realice algún maestro con formación específica a
través de un postgrado o máster relacionado con la psicomotricidad. No obstante, se
considera que sería conveniente que el maestro de educación infantil fuera el responsable
de la docencia de las tres áreas del currículum de esta etapa expuestas en la Orden
ECI/3960/2007, de 19 de diciembre (Conocimiento de uno mismo y autonomía personal,
Conocimiento del entorno, y Lenguajes: comunicación y representación).
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
2. Revisión de la literatura
El informe de Eurydice (2002) sobre la profesión docente en Europa señalaba cómo
conseguir que el profesorado se capacite y realice una docencia de forma efectiva. Esto
exige aumentar la calidad de la formación inicial de los docentes, con unas mejores
competencias que respondan a las demandas sociales presentes y futuras. La
reorganización del currículo español de Educación Superior de los últimos quince años se
ha visto afectado entre otros, por: La Declaración de Bolonia (1999); los acuerdos del
Comunicado de Berlín (2003); y por el Documento-Marco "La integración del Sistema
Universitario Español en el EEES" (MEC, 2003). El contenido de estos documentos está
todavía determinando que, en los planes de estudio relacionados con educación, no sólo
que se modificara el currículo formativo basado en competencias generales y específicas,
sino también el papel del profesor universitario como desarrollador de competencias que
ayuden a ser un buen docente al estudiante (OCDE, 2002; Perrenoud, 2004).
Según Martínez-Mínguez y Flores (2014), el alumnado y profesorado de Enseñanza
Superior opinan que la conexión entre el mundo académico y el mundo profesional, junto
con la adquisición de competencias de las actuales titulaciones universitarias, no siempre
son suficientemente satisfactorias. En su estudio se apunta que se prima que el
estudiantado durante su formación inicial desarrolla más las capacidades cognitivas como
memorizar y recordar, que las de aplicar o analizar en entornos profesionales auténticos.
En consecuencia, en la formación inicial de maestros es necesaria la utilización de
metodologías docentes que favorezcan la creación de puentes o conexiones entre teoría-
práctica. Se necesitan asignaturas con una metodología activa, participativa y significativa,
tal como expone Cano (2012, p.14-15): “los diseños por competencias obligan a buscar
fórmulas para que los estudiantes integren y apliquen saberes. Eso significa que aumenta
el sentido que poseen los casos, los proyectos, las simulaciones, las prácticas, etc.”
Los PAT son una modalidad de proyectos que conectan bien la relación teoría-práctica.
Algunos autores consideran que los PAT son una “buena práctica” (López y Vicente, 2015;
Martínez-Mínguez, 2015). Meyer (2002) define un PAT como una forma de trabajo en la
que grupos de estudiantes son dirigidos para solucionar problemas que se pueden plantear
en su desempeño profesional. Se basan en el aprendizaje cooperativo para favorecer el
desarrollo de competencias genéricas y profesionales, el liderazgo, la autoeficacia, la
capacidad crítica y de comunicación (Barba, Martínez y Torrego, 2012) y valores como la
justicia, la solidaridad, la responsabilidad y la cooperación (Guilarte, Marbán y Miranda,
2008). Sería interesante comprobar si los PAT pueden contribuir a mejorar la formación
inicial de competencias profesionales psicomotrices de maestros.
Para Álvarez, García, Gil y Romero (2004) en los PAT se concretan tres características:
Ser una propuesta que permita al estudiantado aprender de forma autónoma y en
diferentes escenarios, bajo la supervisión del profesorado; su principal aprendizaje se basa
en el “cómo hacer”, desarrollando así habilidades y competencias profesionales; y el
alumnado es el responsable de su propio aprendizaje, si bien en este proceso tienen la
colaboración del profesor o profesora.
Martínez-Mínguez y Moya (2017) consideran que tiene un buen resultado incorporar
PAT a programas de asignaturas que buscan interacciones entre contenidos bien
seleccionados y organizados con la realización de experiencias y actividades que permitan
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L. Martínez-Mínguez, L. Moya Prados, C. Nieva Boza y D. Cañabate Ortiz
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
2009), e incluso a una evaluación “como aprendizaje” (Torrance, 2007), ya que una buena
evaluación puede ser la mejor actividad de aprendizaje.
Ibarra, Rodríguez y Gómez (2012), definen la evaluación orientada al aprendizaje:
Como un constructo teórico, basado en la práctica universitaria, que hace hincapié en
considerar la evaluación como un proceso interrelacionado con el aprendizaje, a partir del
cual, no sólo se puede extraer información útil para el estudiante, sino que se posibilita la
promoción del desarrollo de competencias valiosas para su presente académico y desarrollo
profesional. (p. 210)
Para Álvarez (2008), la evaluación orientada al aprendizaje debe apoyarse en tres aspectos
fundamentales: plantear las actividades de evaluación como tareas de aprendizaje; implicar
a los estudiantes en la evaluación; ofrecer los resultados de la evaluación a modo de
feedback. Es decir, que la evaluación debe pasar a formar parte del propio proceso de
formación con un feedback continuo que informe al estudiante en qué punto de su proceso
de aprendizaje y adquisición de competencias se encuentra (Cano, 2012; Escudero, 2010;
Ferguson, 2011; Sadler, 2010).
La evaluación de competencias requiere el empleo de distintos instrumentos de recogida
de información complementarios sobre el progreso del alumnado, que nos informen de
forma completa y permitan emitir juicios de valor acertados, precisos y justos (López-
Ruiz, 2011). Según García-Sanz (2014) es necesario que sean instrumentos acordes con
las competencias a mesurar y que atiendan al principio de multivariedad y triangulación
instrumental. Además, deben reflejar aquellos contenidos sujetos a evaluación que son
verdaderamente importantes para el aprendizaje del alumnado, poniendo de manifiesto la
adquisición de competencias. A su vez estos instrumentos han de constituir una
herramienta de mejora para el propio aprendizaje y de apoyo al proceso de enseñanza.
Es aconsejable otorgar una mayor participación a todos los agentes implicados en el
proceso evaluativo utilizando procedimientos de autoevaluación y coevaluación entre
profesorado y alumnado o recíprocamente entre alumnado (Bretones, 2008; Echeberría,
2002; Falchikov, 2005; Lin y Lai, 2013; Medina-Rivilla, Domínguez-Garrido y Sánchez-
Romero, 2013; Rodríguez, Ibarra y Gómez, 2011; Taras, 2002 y 2010; Trevitt, Breman y
Stocks, 2012).
Una vez introducido el tema de investigación y revisada la literatura, se concreta que el
objetivo a desarrollar en este artículo es: Analizar las percepciones de profesorado,
maestros-psicomotricistas y estudiantes sobre la evaluación formativa en PAT para
facilitar la adquisición de competencias profesionales psicomotrices en la formación inicial
de maestros.
3. Método
El enfoque metodológico de este estudio es mixto combinando metodologías de
investigación cuantitativa y cualitativa.
La finalidad de este estudio es interpretar y comprender los fenómenos educativos más
que aportar una explicación de tipo causal. Por lo que esta investigación se encuentra
enmarcada dentro del paradigma interpretativo, el cual también se denomina cualitativo,
naturalista o humanista (Bisquerra, 2014; Albert, 2007).
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La selección de la muestra del primer grupo fue a través de voluntarios. A esta clase de
muestra también se le puede llamar autoseleccionada, ya que las personas responden a una
invitación (Battaglia, 2008b). De 21 voluntarios se seleccionaron 12 a partir de criterios
de homogeneidad (matriculados en las asignaturas de este estudio y heterogeneidad
(universidad, edad, estudios previos, experiencia docente, nota media del expediente
académico, maestro-psicomotricista que ha acompañado la sesión del PAT y sexo).
La selección de la muestra del segundo grupo es de tipo homogénea ya que el propósito
de éste se centra en el estudio de una temática concreta (Hernández et al. 2010, Miles y
Huberman, 1994), es por ello por lo que todos sus componentes participan como docentes
en el PAT. Como características de los participantes de este grupo de discusión se destaca
la universidad de procedencia, tipo de docencia, titulación y sexo:
Cuadro 5. Características de la muestra del segundo grupo de discusión
ATRIBUTO VALOR
UAB
UNIVERSIDAD
UdG
Profesor universidad
TIPO DE DOCENCIA
Maestro-psicomotricista escuela
Grado en Educación Infantil
TITULACIÓN
Grado en Educación Primaria
Hombre
SEXO
Mujer
Fuente: Elaboración propia.
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4. Resultados
A continuación, se muestran los resultados obtenidos en la pregunta 3 y 9 del CPATEBP
que los estudiantes han contestado.
Cuadro 6. Puntuaciones medias y desviación estándar preguntas 3 y 9 CPATEBP
UAB UDG TOTAL SIGN (2-
PREGUNTA CPATEBP
M DT M DT M DT COLAS)
3.- ¿La evaluación que se ha
,011
planteado favorece la adquisición 3,52 ,70 3,23 ,72 3,41 ,72
(p<0,05)
de competencias profesionales?
9.- Señala la satisfacción global en ,517
3,16 ,80 3,12 ,68 3,14 ,75
relación a la evaluación del PAT. (p>0,05)
Fuente: Elaboración propia.
Los estudiantes de ambas universidades están bastante satisfechos de forma global con la
evaluación realizada en el PAT (3,14 sobre 4). También, consideran que la evaluación
realizada favorece bastante la adquisición de competencias profesionales (3,41 sobre 4).
Si analizamos de forma separada a los estudiantes de ambas universidades, se destacan dos
aspectos. Por una parte, respecto a la satisfacción global en relación a la evaluación del
PAT no existen diferencias significativas en las puntuaciones de los estudiantes de ambas
universidades (UAB=3,16 y UdG=3,12). Por otra parte, se puede apreciar una diferencia
respecto a la percepción de la evaluación del PAT como favorecedora de adquisición de
competencias. En este caso, los estudiantes de la UAB se muestran ligeramente más
satisfechos que los de la UdG (M=3,52 y M=3,23, respectivamente) siendo esta diferencia
(dif=,29) estadísticamente significativa (p<0,05).
A continuación, se muestran los resultados cualitativos obtenidos de los grupos de
discusión que amplían, profundizan y matizan la información cuantitativa acabada de
exponer por parte de los estudiantes. Primeramente, se expone el sistema de
categorización y el número de referencias de cada categoría. Posteriormente, se aportan
citas textuales de la transcripción por lo que pueden tener alguna incongruencia
gramatical, que se identifican con números para reservar el anonimato de los participantes.
En referencia al sistema de categorización, se han concretado una dimensión (Evaluación
formativa en el PAT para facilitar la adquisición de competencias profesionales) y cinco
categorías (Cuadro 7), cada una de ellas correspondiente a los tres tipos participantes e
informantes (profesor universidad, maestro-psicomoticista y estudiante).
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Figura 1. Número de referencias para cada categoría e indicador (imagen extraída del
programa Nudist N-Vivo 11)
Fuente: Elaboración propia.
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L. Martínez-Mínguez, L. Moya Prados, C. Nieva Boza y D. Cañabate Ortiz
otros centros. La profesora de la asignatura justificó este hecho por falta de tiempo en el
cronograma de la asignatura:
Como no había suficiente tiempo, que decimos que está todo muy compactado en la
asignatura… (…) Pero al dividirlo, ella (señala a maestro-psicomotricista 1) se encargó de
uno, ella (maestro-psicomotricista 2) de un otro y yo de otro. (Profesora universidad 1)
Los dos maestros-psicomotricistas que se vieron involucrados en esta situación comentan
al respecto que se sintieron incómodos debido a la poca información que tenían al respecto
por parte de la profesora de la asignatura:
Me sentí perdida, pero muy perdida. Porque primero, que no sabía que me tocaría. Yo fui allí
como que iba a ver qué hacia la profesora 1… (…). Y entonces claro, llegas allí y te dicen ‘te
toca este grupo…’’ y claro, no sabias qué tenías que hacer. Entonces, te encuentras que eres tú
la que tenías que llevar a ese grupo, ¡pero no sabía qué hacer! (Maestro-psicomotricista 1)
Frente a esta situación, el estudiantado muestra su desagrado y piden que exista
coherencia entre la persona que les realiza el acompañamiento y la que finalmente les
evalúa su PAT. Destacan que no les parece correcto que lo haga una persona que no ha
podido conocer su proceso:
Me resultó poco agradable encontrarme a una persona allí que no había participado en el
proceso (…). Encontrarte una persona allí que te está evaluando por ejemplo que no sabía de
qué iba. (…). Nos tuvimos que dividir y se notaba que faltaba una persona que había
participado en aquello más directamente. (Estudiante 6)
Los estudiantes agradecen una atención y trato de alguien que conoce y sigue su trabajo
y que lo haga de forma personalizada. De esta forma el profesor puede realizar un
seguimiento más individualizado de su proceso de aprendizaje:
Ya que hemos estado hablando del feedback, pienso que somos muchas alumnas y claro… el
hecho de tener este momento contigo, el profesor también te ayuda a que te conozcas mejor
(…) entonces claro, de ser tantas y a tener este momento más personal, yo pienso que es muy
positivo. (Estudiante 8)
Destacar que frente a esta situación surgió un consenso entre las tres partes donde
consideraban que lo ideal sería que tanto el profesorado de la asignatura (que acompaña
al estudiantado en el diseño de la sesión de psicomotricidad con los adultos) como los
maestros-psicomotricistas (que acompañan al estudiantado en la implementación de la
sesión de psicomotricidad con los niños y niñas) evaluaran también, además de los
diferentes procesos del PAT, la exposición final de éste pero en este caso de manera
conjunta:
Para captar el sentido, yo creo que está clarísimo que deberíamos de haber estado el maestro-
psicomotricista y yo. Esto es lo correcto y esta era la intención, pero llega un momento que el
tiempo… dices… ¡es que no tengo más! (Profesora universidad 1)
Pero que estuviera la profesora de referencia para hacerlo y no solo la maestra de la escuela.
(Estudiante 3)
En el caso de la UdG se produjo una situación completamente diferente ya que tanto el
profesorado de la asignatura como los maestros-psicomotricistas se reunieron
previamente a la exposición final del PAT para comentar impresiones y realizar una
evaluación conjunta que, después, compartieron también con los estudiantes. Profesorado
y maestros-psicomotricistas valoraron positivamente esta coordinación ya que creen que
aportó calidad a la evaluación:
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L. Martínez-Mínguez, L. Moya Prados, C. Nieva Boza y D. Cañabate Ortiz
Nosotros sí que nos habíamos visto un día fuera, nos habíamos encontrado antes y como sería
esta evaluación. Fue una evaluación muy genérica de sus grupos (señala maestro-
psicomotricista 5) y con su grupo (señala a maestro-psicomotricista 7). Y sí que pactamos un
poco como sería. (Profesora asignatura 2)
4.3. Categoría: “Instrumentos de evaluación utilizados”
Por lo que se refiere a los instrumentos utilizados para llevar a cabo la evaluación, durante
los grupos de discusión también se debatió sobre la utilidad de éstos y se destaca que esta
categoría es el más referenciado entre los tres participantes.
En cuanto al instrumento utilizado por el profesorado de la asignatura para evaluar la
práctica docente individual de los estudiantes cuando dirigen la sesión de psicomotricidad
con sus compañeros de la universidad, las profesoras no acaban de sentirse a gusto con él
y proponen revisarlo para su mejora:
Yo creo que el instrumento que nosotras (refiriéndose a la profesora universidad 2 y a ella
misma) hacíamos servir después de la sesión que era más individual y así… Sí que había
como unos apartados que a mí me costaron un poco (profesor universidad 2 asiente) porque
prácticamente es lo mismo todo. Yo creo que este lo deberíamos de revisar un poco más porque
aún no está suficientemente bien. (Profesor universidad 1)
En cuanto al instrumento utilizado por los maestros-psicomotricistas para evaluar la
sesión de psicomotricidad que los estudiantes diseñan y desempeñan en sus escuelas, cabe
destacar que las sensaciones son diferentes a la del profesorado de la universidad. Éstos
se muestran satisfechos con su instrumento y lo consideran muy útil y práctico ya que
incluso les ha permitido revisar su propia práctica:
A mí el instrumento, el que nosotros teníamos que rellenar para poder evaluar, ¿sí? A mi éste
sí que me fue muy bien porque te facilitaba que es aquello que tenías que mirar. Era muy fácil,
¿no? Además, como ponía en negrita las preguntas… (…) ¡Es que estaba todo! Yo creo que
estaba todo, todo lo que tenías que mirar en una sesión, estaba allí. Por eso digo que a mí
también me ha servido como autoevaluación. Yo también me he autoevaluado. (Maestro-
psicomotricista 1)
Aunque la opinión general respecto a este instrumento era muy satisfactoria, los maestros-
psicomotricistas también estaban de acuerdo en que las posibles mejoras que se requerían
para una próxima intervención. En concreto, destacaron que la evaluación cuantitativa
que requería el instrumento les resultó difícil y les causó ciertas incongruencias:
Había la parte numérica que era como difícil, ¿no? ¡O difícil poner todo el grupo un mismo
número! (…) Porque decía es injusto que diga pongo un dos porque aquí ha pasado una cosa
que… (Maestro-psicomotricista 1)
Por su parte, el profesorado de la asignatura de la UdG expone que previamente al uso de
este instrumento se reunió con los maestros-psicomotricistas para compartir qué
significaba la calificación numérica de cada ítem para llegar a un consenso ya que les
parecía que la evaluación resultaría más justa. Además, para los maestros-psicomotricistas
uno de los puntos débiles de la evaluación del PAT precisamente era las diferentes
interpretaciones que podría darse a los ítems cuantitativos de la evaluación y este colectivo
propuso poder elaborar rúbrica para poder solventar esta situación:
Lo que nosotros sí que hicimos es encontrarnos un día y hablarlo. Y dijimos qué es un 2, qué
es un 3 y qué es un 4. (…). Y lo consensuamos. Porque… ¿qué es un 2? Y lo hicimos así. Y
entonces de cada pregunta, nos encontramos los cuatro para tener una evaluación más justa,
¿no?” (Profesora asignatura 2)
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Referente a este instrumento, destaca el contraste de opinión entre los estudiantes y los
maestros-psicomotricistas. Mientras éstos últimos se encontraban satisfechos con su
utilidad, el estudiantado expone que desconocía la existencia de éste y que no lo vieron en
ningún momento.
El siguiente instrumento analizado es el utilizado por los estudiantes para autoevaluar el
desarrollo de las competencias profesionales psicomotrices desarrolladas a través del
PAT. El estudiantado expone que es un instrumento muy útil, que les permite conocerse
mejor a partir de la propia conciencia y que les resultaba muy ventajoso la parte cualitativa
de éste, donde podían reflexionar sobre su propia evolución de manera reflexiva y
autocrítica:
Es muy positivo que se tenga que explicar el porqué de cada cambio a nivel cualitativo (…).
Si antes tenías un ‘nada’ y ahora un ‘mucho’, tiene que haber un porqué, ¿este cambio porqué
se hace? Esta reflexión, esta autocrítica, para ver qué he aprendido o no he aprendido, y tu
darte cuenta. (Estudiante 6)
Por lo que se refiere a la cantidad de veces que los estudiantes debieron contestar la escala
de autoevaluación, cabe decir que éstos tuvieron que hacerlo en tres momentos del
desarrollo del PAT (inicio asignatura, después de la sesión práctica con los compañeros
de universidad y después de la sesión práctica con los niños y niñas en la escuela). Tanto
los estudiantes como el profesorado universitario consideran que contestándola al inicio y
al final de la asignatura es suficiente para poder evaluar la adquisición de competencias
profesionales psicomotrices ya que, contestándola a la mitad de la asignatura, los cambios
producidos no eran muy significativos:
Habíamos pensado también que se lo hacemos rellenar en tres momentos y los importantes
son el primero y el último, quizá el del medio no hace falta hacerlo, ¿no?. (Profesor
universidad 1)
Por último, referente a la hipótesis de la sesión de psicomotricidad que el alumnado tenía
que realizar, las tres categorías coinciden que es una herramienta muy útil para el proceso
de aprendizaje del estudiante dentro del PAT, porque les permite reflexionar previamente
sobre aquello que puede suceder en la sesión. Además, el maestro-psicomotricista
considera que gracias a este instrumento le es más fácil iniciar un feedback, una vez
finalizada la sesión en su centro educativo:
Yo encuentro que sí, que ellos piensen antes de… qué pasará, porque en el retorno tú les dices
¿qué habíais pensado que pasaría? ¿Y qué ha pasado? yo creo que para ellos esto es beneficioso.
(Maestro-psicomotricista 1)
Creo que es muy interesante, porque si tú lees primero qué creen ellos que pasará, después
puedes hacer un retorno. (Maestro-psicomotricista 2)
No obstante, en la práctica hubo algunas discrepancias ya que las hipótesis se presentaron
al profesorado de la universidad (previamente a la sesión impartida con sus compañeros
de la asignatura), pero algún grupo de estudiantes no la presentó a los maestros-
psicomotricistas:
Mis grupos no lo tenían claro. Decían que no le habías dicho (refiriéndose al profesor
universidad 1) que tenían que entregar la hipótesis. (Maestro-psicomotricista 3)
4.4. Categoría: “Participación del estudiante”
El profesorado de la universidad coincide en el papel relevante que tiene la participación
del estudiante para su propia evaluación formativa. Es por ello que en la sesión de
73
L. Martínez-Mínguez, L. Moya Prados, C. Nieva Boza y D. Cañabate Ortiz
5. Discusión y Conclusiones
Retomando el objetivo principal de la presente investigación, que es analizar las
percepciones de profesorado, maestros-psicomotricistas y estudiantes sobre la evaluación
formativa en PAT para facilitar la adquisición de competencias profesionales
psicomotrices en la formación inicial de maestros, se puede concluir que, a partir de los
datos obtenidos, se ha logrado describir dichas percepciones pretendiendo que estas
aporten significatividad para la construcción del conocimiento en el campo educativo,
más concretamente en la educación psicomotriz.
Un aspecto relevante de este estudio se encuentra en la utilización de una metodología
mixta, enmarcada dentro de un paradigma interpretativo, proporcionando una visión más
amplia del estudio. También cabe destacar la presentación de unos resultados a través de
la triangulación entre los resultados cualitativos y cuantitativos y entre los tres
informantes (estudiantes, profesorado universitario y maestros-psicomotricstas de
escuelas).
En los estudiantes, los datos cuantitativos muestran que están bastante satisfechos de
forma global, (3,14 sobre 4) en relación a la evaluación del PAT, y consideran que la
evaluación realizada también favorece bastante la adquisición de competencias
profesionales (3,41 sobre 4). Estos resultados coinciden con los del estudio de Martínez-
Mínguez (2015) en el que el 94% del alumnado consideraba entre bastante y mucho que
existía relación entre PAT y competencias profesionales. Además, en el mismo estudio se
apuntaba una posible relación de este dato con la calificación final en la asignatura (el
80,71% habían obtenido notable, sobresaliente o matrícula de honor).
Respecto a si la evaluación planteada favorece la adquisición de competencias
profesionales, los estudiantes de la UAB puntúan ligeramente por encima de los de la UdG
(M=3,52 y M=3,23, respectivamente) mostrándose como una diferencia estadísticamente
significativa. Esto podría deberse por un lado a que son estudiantes de cuarto curso y no
de segundo, lo que les da un bagaje general más amplio estando ya al final de su formación.
Y por otro lado a que ya han cursado créditos de asignaturas de Practicum, con el
acercamiento al mundo profesional que aportan a modo competencial.
A nivel cualitativo, el alumnado expone que el PAT les permite conocer aspectos a
mantener y mejorar en futuras intervenciones psicomotrices. A revisar apuntan algunos
factores respecto a la coherencia entre el acompañamiento del PAT y su evaluación. Esto
puede deberse a que intervienen diferentes agentes en la evaluación lo que obliga a un
gran conocimiento y coordinación. Por un lado, entre docentes (profesorado y maestros)
y más teniendo en cuenta que era la primera vez que trabajaban y evaluaban juntos a los
mismos estudiantes. Y por otro lado a nivel de coevaluación entre estudiantes, al no ser
una práctica habitual durante su formación inicial. Panadero, Fraile, Fernández, Castilla-
Estévez y Ruiz (2019), en un estudio donde exploraban la evaluación en la Educación
Superior española actual, apuntaban como conclusiones que la evaluación entre iguales y
la autoevaluación son bastante raros, y que las prácticas evaluativas casi no cambian entre
los cuatro cursos de formación inicial.
Los docentes también destacan su satisfacción global sobre la evaluación del PAT porque
consideran como un factor positivo el uso de diferentes tipologías de evaluación como la
coevaluación entre estudiantes o docente-estudiante. A su vez exponen que debería de
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L. Martínez-Mínguez, L. Moya Prados, C. Nieva Boza y D. Cañabate Ortiz
replantearse en un futuro la falta de tiempo para realizar el feedback con los estudiantes y
la dificultad que comporta la parte cuantitativa de los instrumentos de evaluación. De
acuerdo con Colomer, Serra, Cañabate y Serra (2018), vemos la necesidad de incorporar
la reflexión crítica por parte del alumnado en el planteamiento de futuras investigaciones.
Para ello será necesario también tener en cuenta una formación por parte del alumnado y
docentes, para que sea más reflexivos y críticos.
Los resultados obtenidos refuerzan los trabajos realizados por otros autores con estudios
similares. Concretamente en relación a la satisfacción del alumnado, han aparecido
elementos beneficiosos de esta modalidad evaluativa, que han aparecido también señalados
en otros estudios recientes, (Galván y Farías, 2018; Gómez y Quesada 2017; Valvanuz y
Salcines, 2018). Pero debemos tener en cuenta que para que las prácticas innovadoras
tengan unos efectos deseables es necesario que sean sostenibles y continuas. Este es un
aspecto que los autores de este estudio toman el compromiso.
Los estudiantes apuntan a que la mayor potencialidad del aprendizaje proviene de la valía
de la retroalimentación que se ofrece y la posibilidad de ser más conscientes, reflexionar y
aprender de los errores cometidos, aspecto que reafirma los trabajos presentados por Sant
Martín (2012). Los resultados de este estudio coinciden con los realizados por Medina-
Rivilla, Domínguez-Garrido y Sánchez-Romero, (2013) y Rodríguez, Ibarra y Gómez
(2011), que enfatizan y muestran también la necesidad de utilizar en el proceso de
aprendizaje, procedimientos de autoevaluación y coevaluación entre profesorado y
alumnado o recíprocamente entre alumnado, con objeto de poder alcanzar un aprendizaje
más profundo a lo largo del proceso.
La coevaluación realizada a lo largo de la asignatura con sus compañeros/as al evaluar
conjuntamente la sesión de psicomotricidad realizada en la universidad, ha sido valorado
muy satisfactoriamente por considerarlo como un feedback formativo entre iguales que ha
favorecido su proceso de aprendizaje, así como la capacidad de reflexión y autocrítica.
El alumnado valora muy positivamente la continuidad en el trabajo, la distribución de las
tareas a lo largo del proceso y el seguimiento realizado por el profesor de la universidad
ya que le permite establecer un contacto continuado e ir incrementando así su aprendizaje.
Resultados similares pueden encontrarse también en otros trabajos (Fraile, López-Pastor,
Castejón, y Romero, 2013; Hortigüela-Alcalá, Pérez-Pueyo y López-Pastor, 2015).
A lo largo de todo el proceso el alumnado se ha ido implicando más en la evaluación a
medida que ha ido comprobando evidencias de su aprendizaje y ha podido tomar juicios
de valor sobre su trabajo. Esto coincide con el estudio de Martínez-Mínguez (2016) en el
que al inicio el estudiante piensa que no tiene ni idea de lo que implica la psicomotricidad.
Pero al ir avanzando en formación teórica e ir poniendo en práctica las sesiones diseñadas,
surge el cambio y se dan cuenta de lo que se ha aprendido.
Por lo que se refiere a los instrumentos utilizados para llevar a cabo la evaluación, la
opinión general de todos los participantes ha sido satisfactoria, coincidiendo con Vallés,
Martínez-Mínguez y Romero (2018) en que el profesorado universitario español aplica
una amplia gama de herramientas de evaluación que permiten potenciar diferentes
competencias del alumnado. También los docentes consideran que es aconsejable hacer
una revisión para posibles mejoras. Sobre todo, en relación a facilitar la transmisión de los
resultados. Algunos de los maestros-psicomotricistas se sentían más cómodos haciendo
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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L. Martínez-Mínguez, L. Moya Prados, C. Nieva Boza y D. Cañabate Ortiz
Elaborar un instrumento que sirva para poder realizar el diseño de la sesión con
los niños y niñas por parte de los estudiantes y que facilite la implicación del
maestro-psicomotricista en el acompañamiento y realización de ésta.
Que la evaluación general del PAT se realice entre el profesorado de la
universidad y los maestros-psicomotricistas. Por lo tanto, que los dos estén
presentes el día de la exposición final del PAT ya que los dos han formado parte
del proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Para finalizar, debemos resaltar la importancia que tiene la actitud del docente en la puesta
en práctica de experiencias. Si se desea tener posibilidades de éxito será necesario que
exista un diálogo verdadero entre los protagonistas, que se establezca un marco de
confianza y de respeto. Solo así se podrá fomentar una evaluación formativa, critica,
inclusiva y justa, que permita un aprendizaje competencial.
Agradecimientos
Este estudio se ha llevado a cabo dentro de dos proyectos de investigación competitivos:
Mejora e innovación en la formación psicomotriz inicial de maestros. Análisis de
mecanismos de vinculación de aprendizajes teóricos con práctica real en las escuelas
haciendo uso de metodologías activas y evaluación formativa. Convocatoria de Ayudas
de investigación en mejora e innovación en la formación inicial de maestros para
las titulaciones impartidas en las universidades participantes en el Programa de
Mejora e Innovación en la Formación de Maestros (ARMIF 2014), de la Agencia
de Gestión de ayudas Universitarias y de Investigación (AGAUR). Convocatoria
ECO / 2788/2013. Referencia: 2014-ARMIF-00031. Modalidad: 2.
Las competencias docentes en la formación inicial del profesorado de educación física.
Del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e Innovación Orientada a los
Retos de la Sociedad, en el marco del Plan Estatal de Investigación Científica y
Técnica y de Innovación 2013-2016. Referencia: EDU 2013-42024-R.
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Álvarez Rojo, V., García Jiménez, E., Gil Flores, J. y Romero Rodríguez, S. (2004). La enseñanza
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Sacristán (Ed.), Educar por competencias, ¿qué hay de nuevo? (pp. 175-205). Madrid: Morata.
Barba, J. J., Martínez, S. y Torrego, L. (2012). El proyecto de aprendizaje tutorado cooperativo.
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Cv de las autoras
Lurdes Martínez-Mínguez
Profesora Agregada. Departamento Didáctica Expresión Musical, Plástica y Corporal.
Coordinadora de: Grado en Educación Infantil, Grupo de Investigación en Educación
Psicomotriz (2017-SGR-139), especialidad de Arte, Cuerpo y Movimiento Máster
Universitario de Investigación en Educación, Postgrado en Desarrollo Psicomotor de 0 a
82
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
84
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 85-101.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.005
This study analyses to which extent formative and shared assessment experiences
received during their Physical Education Teacher Education (PETE) can influence to
put into practice this type of systems in Physical Education teachers in Primary
Education. A mixed methodology has been used, with a reduced sample. The data
collection techniques are: closed questionnaire with Likert-type scale, semi-structured
interviews and a focus group. In the first place, the questionnaire is applied to the whole
sample, so that the results obtained help us to select a small sample for semi-structured
interviews. The quantitative data are analyzed with the SPSS 20.0 program and the
qualitative ones with the Atlas.ti. The results to indicate that there is some transference
between the assessment systems lived in PTE and those that are later used later when
they are Physical Education teachers in Primary; but it seems that the strongest influence
is In-service Teacher Education, so it seems necessary to conduct more research in this
regard. The physical education teachers of this study are convinced of the advantages of
using formative and shared assessment systems in all educational areas, both for students
and teachers.
Keywords: Formative assessment; Shared assessment; Teacher education; Physical
education, Educational change.
1. Introducción
Este artículo se centra en la temática de la Evaluación Formativa y Compartida (EFyC)
en la formación inicial del profesorado (FIP), así como su posible influencia posterior en
los docentes en su práctica diaria. Para ello, se organiza la revisión de la literatura en tres
grandes apartados: (1) la EFyC en Educación Física; (2) la importancia de las experiencias
de EFyC en FIP y en la FIP de Educación Física; y, (3) la transferencia entre lo vivido en
la FIP y la futura práctica en primaria. Posteriormente se presenta la metodología
utilizada en el estudio, los resultados, la discusión y las conclusiones.
2. Revisión de la literatura
2.1. La Evaluación Formativa y Compartida en Educación Física
Durante las últimas décadas se busca el cambio de una evaluación centrada en la
calificación, a una evaluación centrada en el aprendizaje (formativa y continua). Según
Castejón, Santos y Palacios (2015) “la evaluación debe vincularse con el concepto de
evaluación formativa, así podremos comprobar los resultados del proceso de aprender y
no sólo los resultados que tratan la evaluación como sinónimo de calificación” (p.247).
En López-Pastor y Pérez-Pueyo (2017) encontramos una definición actual de evaluación
formativa: “hace referencia a todo proceso de evaluación cuya finalidad principal es
mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje que tienen lugar” (p.36). Asimismo, López-
Pastor (2009) considera que la EFyC es: “todo proceso de constatación, valoración y toma
de decisiones cuya finalidad es optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje que tiene
lugar, desde una perspectiva humanizadora y no como mero fin calificador” (p.35).
En el cuadro 1 presentamos las ventajas e inconvenientes que presentan los sistemas de
EFyC en la FIP, según la opinión de los estudiantes universitarios.
Según Hamodi y otros (2017), los “maestros noveles” que recibieron EFyC en su FIP
aseguran haber logrado un aprendizaje más profundo. Los “maestros noveles” son
maestros incorporados recientemente a su práctica docente en las aulas. Barrientos,
López-Pastor y Molina (2018) realizan un estudio con maestros de educación física en
primaria y secundaria en el que se resumen tres ventajas principales de utilizar sistemas
de EFyC en sus aulas: (1) los estudiantes son más conscientes de la evaluación y de los
objetivos que deben alcanzar durante su proceso, (2) la participación de los estudiantes en
su evaluación ayuda a su aprendizaje, y (3) la retroalimentación o feedback regular ayuda
a los estudiantes a mejorar su proceso de aprendizaje.
López-Pastor y Pérez-Pueyo (2017) realizan una recopilación de buenas prácticas en
EFyC en todas las etapas educativas, desde educación infantil hasta universidad, en la que
pueden comprobarse las ventajas de este modelo. Los resultados encontrados en todas
estas experiencias parecen apuntar algunas conclusiones: (a) en muchos casos se necesita
al menos un trimestre de funcionamiento para que estos sistemas tengan resultados
positivos; (b) el proceso de EFyC ayuda a la mejora de los aprendizajes de los alumnos; y
(c) en todas las experiencias se han obtenido resultados positivos.
También debemos tener en cuenta los inconvenientes que este tipo de sistemas de
evaluación presentan en la práctica real en las aulas; la principal desventaja es la carga de
86
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
trabajo. Mintah (2003) realizó un estudio en el que el 75% de la muestra de los maestros
pusieron en práctica evaluación auténtica (véase cuadro 2) en sus aulas de educación
primaria, pero el resto de la muestra de los maestros consideraban que estos sistemas
tenían una carga trabajo excesiva y su formación en los ámbitos de evaluación no era
suficiente. Esto coincide con otros estudios, que aseguran que los sistemas de EFyC tienen
una excesiva carga de trabajo, tanto para el alumnado como para el profesorado (Martínez-
Mínguez et al., 2015; Hamodi et al., 2017; López-Pastor y Pérez-Pueyo, 2017), aunque
también aseguran que funcionan mejor si se hace partícipes a los alumnos en su proceso
de aprendizaje, ya que incrementará su interés y motivación, además de mejorar la calidad
del aprendizaje. En el estudio de Ibarra, Rodríguez y Gómez (2012), los profesores y el
alumnado también plantean resistencias al utilizar evaluación compartida (véase tabla 2)
por el cambio metodológico que exige, ya que este tipo de evaluación supone un mayor
esfuerzo por parte de profesorado y alumnado.
Cuadro 1. Ventajas e inconvenientes de la EFyC en la FIP
VENTAJAS
Mejora la motivación e implicación del alumnado en el proceso de aprendizaje.
Ayuda a corregir a tiempo los problemas del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Es una experiencia de aprendizaje en sí misma. Existe una retroalimentación y posibilidad de
corregir y aprender de los errores.
Facilita el desarrollo de competencias personales y profesionales.
Desarrolla la autonomía y la responsabilidad del alumnado. Requiere más responsabilidad.
Mejora el rendimiento académico, gracias al aprendizaje activo del alumnado.
Ofrece alternativas a todos los estudiantes.
Existe un acuerdo previo del sistema de evaluación.
Se centra en el proceso y no en el trabajo final.
La calificación es más justa, gracias al seguimiento más individualizado.
Mejora la calidad de los trabajos exigidos.
El alumnado aprende más y mejor
INCONVENIENTES
Exige continuidad: asistencia obligatoria y activa.
La dinámica de trabajo es poco conocida y existe falta de hábito.
Requiere un mayor esfuerzo.
Se presentan dificultades para trabajar en grupo.
Puede que el proceso de calificación sea poco claro y se genere inseguridad durante el proceso.
La valoración de los trabajos es subjetiva.
Exige una autoevaluación de mi propio proceso.
Se puede acumular mucho trabajo al final del proceso.
Existe una desproporción entre el tiempo de trabajo y los créditos de la asignatura.
Las correcciones pueden ser poco claras.
Fuente: Elaboración propia basado en López-Pastor (2012), Martínez-Mínguez, Vallés y Romero-
Martín (2015) y Hamodi, López-Pastor y López-Pastor (2017).
87
M. Molina y V. M. López-Pastor
89
M. Molina y V. M. López-Pastor
feedback por parte del profesorado; (b) implicación en el propio proceso de aprendizaje y
en el de los compañeros; (c) desarrollo de debates que pongan en evidencia el aprendizaje
del alumnado; y (d) mejora de la responsabilidad, autonomía y la autorregulación del
alumnado.
El profesorado también suele estar más satisfecho con la implicación y los resultados de
su alumnado cuando se utilizan este tipo de sistemas de evaluación (López-Pastor, 2009;
Romero et al, 2015).
2.3. La transferencia entre lo vivido en la Formación Inicial del Profesorado y la
futura práctica en primaria
Parecen existir pocos estudios sobre la transferencia entre la evaluación vivida en la FIP
y la posterior aplicación en el aula. En este apartado realizaremos una pequeña revisión
sobre algunos de los resultados encontrados. Por ejemplo, Lorente y Kirk (2013) aseguran
que es muy importante que los docentes vivan y experimenten sistemas de EFyC durante
su FIP para que sean competentes en dichos métodos de evaluación en las escuelas
actuales. Hamodi et al. (2017) encuentran que parece existir una gran influencia de la
evaluación recibida durante la FIP en la evaluación que aplican posteriormente los
maestros de educación física en su práctica docente en las aulas de primaria. Esto es, la
experiencia de haber vivido sistemas de EFyC durante su FIP ha ayudado al profesorado
novel a aplicar sistemas de EFyC en su práctica actual como maestros, a pesar de haber
encontrado barreras para introducir métodos evaluativos innovadores en educación
primaria.
En el último año se han publicado diferentes estudios sobre la influencia que pueden tener
los sistemas de evaluación vividos durante la FIP y su transferencia posterior a la práctica
real en las aulas de educación obligatoria. Por ejemplo, los resultados encontrados por
Molina, López-Pastor y Barrientos (2018) y Molina y López-Pastor (2017), indican que sí
existe esa trasferencia. Los maestros de educación física entrevistados consideran
imprescindible la experimentación de sistemas de EFyC durante su FIP para su posterior
aplicación en las aulas, en cualquier nivel educativo y de cualquier materia. Sin embargo,
Barrientos et al. (2018) encuentran otros resultados, cuando entrevistan a profesores de
educación física que no tuvieron experiencias de EFyC durante su FIP, ni recibieron
formación sobre este tipo de evaluación. Descubren que los profesores de educación física
de primaria se implican en procesos de formación permanente del profesorado (FPP) que
les ayuda a aprender y avanzar en la aplicación de sistemas de EFyC en su aula cuando se
dan dos condiciones: (a) se hacen conscientes de esa falta de formación, durante sus
primeros años como docentes; y (b) tienen claro que no quieren seguir reproduciendo los
sistemas tradicionales de evaluación en educación física. En estos procesos de desarrollo
profesional, las vías de FPP que parecen haber influido más son: integrarse en grupos de
trabajo con maestros que utilizan sistemas de EFyC, asistencia a cursos sobre la temática,
asistencia a congresos donde conocen la propuesta y/o leer bibliografía relacionada con
este tipo de evaluación.
En definitiva, son muchos los autores que consideran que los sistemas de EFyC deberían
estar presentes en la FIP si queremos que posteriormente el profesorado lo trasfiera a su
aula (Hamodi et al., 2017; Lorente-Catalán y Kirk, 2016; Lorente et al., 2018; Palacios y
López-Pastor, 2013). Además, parece conveniente que formen parte de actividades de FPP
(seminarios, grupos de trabajo, proyectos en centro), donde poder trabajar de forma
90
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
colaborativa con otros docentes que también utilizan sistemas de EFyC, para ir realizando
mejoras progresivas en la aplicación a contextos educativos concretos (Barrientos et al.,
2018; Barrientos, López-Pastor y Pérez-Brunicardi, 2019; Hamodi et al., 2017).
La transferencia de la EFyC en la FIP de EF es un tema poco investigado y del que existen
pocas propuestas prácticas. Por ello, los objetivos que persigue esta investigación son:
1. Examinar en qué medida la EFyC experimentada durante la FIP ha influido en el
tipo de evaluación que realizan actualmente en sus aulas los maestros de educación
física de primaria.
2. Explorar que otros aspectos de la formación inicial o permanente han influido para
que el profesorado de educación física de primaria utilice sistemas de EFyC en sus
aulas.
3. Método
3.1. Enfoque metodológico
El diseño de esta investigación es un estudio de caso en el que se analiza una muestra de
maestros de educación física que utilizan sistemas de EFyC en educación primaria. El
estudio de caso es “el estudio de la particularidad y de la complejidad de un caso singular,
para llegar a comprender su actividad en circunstancias importantes” (Stake, 2005, p.11).
Se trata de estudiar un fenómeno concreto en un contexto real de nuestra sociedad.
3.2. Participantes
En un primer momento se realizaron tres grandes preguntas a una muestra intencionada
de 22 maestros de educación física que sabíamos que utilizaban EFyC en sus aulas, en
mayor o menor medida, y que la mayoría de ellos había vivido este tipo de sistemas de
evaluación en algunas asignaturas durante su FIP. Se les realizaron tres preguntas,
enfocadas a avanzar en los objetivos de investigación. Son las siguientes:
¿Dónde han recibido su FIP?
¿Trabajan como profesores especialistas de educación física en primaria?
¿Utilizan habitualmente sistemas de EFyC en sus clases?
Tras las respuestas recogidas, la muestra definitiva es de 17 maestros de educación física
de educación primaria, de una misma provincia, que son los que utilizaban EFyC en sus
aulas, que realizaron el cuestionario cerrados con escala tipo Likert.
Por otra parte, el grupo focal está formado por 16 egresados, pertenecientes a tres
Facultades de Educación españolas de tres comunidades autónomas diferentes. Su edad
media es de 27, con un margen de +/- 2-3 años, según el caso. En todos los casos se trata
de egresados que estaban trabajando en ese momento como profesores de educación física
y que habían experimentado sistemas de EFyC durante su FIP.
3.3. Instrumentos de obtención de información:
En esta investigación se combinan instrumentos cuantitativos (cuestionarios cerrados con
escala tipo Likert) e instrumentos cualitativos (entrevistas semiestructuradas y un grupo
focal).
91
M. Molina y V. M. López-Pastor
El cuestionario consta de seis ítems en los que se calcula la media aritmética con una escala
1-4 (escala: 1, nada de acuerdo; 2, poco de acuerdo; 3, bastante de acuerdo y, 4, muy de
acuerdo) y la desviación típica (DT). El cuestionario se divide en dos bloques:
Bloque 1: ítems sobre los sistemas de evaluación vividos en su FIP.
Bloque 2: ítems sobre los sistemas de evaluación y calificación que utilizan con el
alumnado.
El cuestionario cerrado con escala tipo Likert fue diseñado por los autores del trabajo y
validado por tres investigadores especializados en la temática. La validación se realizó por
separado y por vía electrónica, anotando los cambios necesarios en el cuestionario. Las
recomendaciones y erratas fueron utilizadas para elaborar la versión definitiva.
Las entrevistas son semiestructuradas y las preguntas son:
1. ¿Por qué comienzas a utilizar la EFyC en tus clases de educación física?
2. ¿Qué formación tienes sobre este tipo de evaluación?
3. ¿Tuviste nuevas experiencias de evaluación formativa o de EFyC durante tu FIP?
4. En caso positivo: ¿Cómo y cuánto crees que ha influido esa experiencia a la hora
de que ahora apliques sistemas o procesos de evaluación formativa en tus clases?
5. ¿Qué importancia crees que tiene el uso de la EFyC con tus alumnos?
Este grupo focal se realizó en una universidad de Madrid, por ser el punto intermedio de
las tres universidades implicadas. El grupo consta de 16 personas, egresados recientes de
tres facultades que han experimentado sistemas de EFyC durante su FIP. El grupo focal
se grabó en vídeo y audio y se realizó una trascripción completa del mismo. El tema
principal del grupo focal es “Las competencias docentes en la formación inicial del
profesorado de EF”, aunque en nuestro estudio nos centraremos en los resultados
obtenidos sólo sobre la evaluación.
3.4. Trabajo de campo
En primer lugar se aplica el cuestionario a la muestra seleccionada de 17 maestros de
educación física de primaria, entre los cuales se eligen tres casos diferentes entre sí
respecto a la FIP recibida en sistemas de EFyC. Posteriormente se realizó la entrevista
semiestructurada con los tres maestros seleccionados. En tercer lugar, se realizó el grupo
focal de egresados que han experimentado sistemas de EFyC durante la FIP.
3.5. Categorías de análisis
Tanto los resultados como la discusión se organizan a partir de los dos objetivos
planteados en este estudio (véase cuadro 3).
Cuadro 3. Categorías de análisis
OBJETIVOS CATEGORÍAS
Examinar en qué medida la EFyC experimentada durante la FIP
Influencia de la FIP
ha influido en el tipo de evaluación que realizan actualmente en
Formación en EFyC
sus aulas los maestros de educación física de primaria.
Explorar que otros aspectos de la formación inicial o permanente Calificación
han influido para que el profesorado de educación física de Participación del alumnado
primaria utilice sistemas de EFyC en sus aulas. en evaluación
Aplicabilidad de EFyC
Fuente: Elaboración propia.
92
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
4. Resultados
Los resultados se analizarán triangulando datos de los cuestionarios, entrevistas y grupo
focal con los objetivos marcados al inicio de esta investigación.
4.1. Objetivo 1: examinar en qué medida la EFyC experimentada durante la FIP ha
influido en el tipo de evaluación que realizan actualmente en sus aulas los maestros
de educación física de primaria
En la tabla 3 podemos comprobar cómo los maestros de educación física encuestados
aportan valores medios en el ítem que pregunta si durante la FIP han vivido sistemas de
EFyC en algunas asignaturas (2,44) y con que los sistemas de EFyC vividos en la FIP han
influido en los sistemas de evaluación que ahora utilizan como maestros (3,39).
Cuadro 4. Resultados de los ítems sobre los sistemas de evaluación vividos por maestros
de educación física en su FIP (escala Likert 1-4)
ÍTEMS. GRADO DE ACUERDO CON MEDIA DT
Durante mi FIP he vivido sistemas de evaluación formativa y/o
2,44 1,097
compartida en algunas asignaturas
Los sistemas de evaluación formativa vividos en mi FIP han influido en
2,39 1,243
los sistemas de evaluación que ahora utilizo como maestro.
Fuente: Elaboración propia.
Las entrevistas realizadas permiten profundizar en estos resultados. Mientras que unos
maestros hacen referencia a que durante la FIP sí han recibido sistemas de EFyC y después
han seguido formándose en el tema; otros, no experimentaron durante su formación este
tipo de sistemas de evaluación, lo que ha provocado una formación autónoma.
Mi formación en evaluación formativa es lo que me hizo continuar investigando y cogiendo
información sobre cómo podía ser la evaluación formativa. (ES-2,5)
Cuando yo estudié magisterio apenas vimos nada de todo esto; nos dieron algunas pinceladas
y algunas pequeñas ideas. Ha sido más autoformación que lo que yo he visto en la universidad.
(ES-1,5)
Uno de los egresados del grupo focal trabaja actualmente como profesor universitario, en
la FIP de educación física, y considera que se ha producido un cambio en la FIP de las
universidades españolas, pero aún queda mucho trabajo por hacer, ya que hay un enorme
93
M. Molina y V. M. López-Pastor
desconocimiento sobre este tipo de sistemas; otros maestros que trabajan en primaria
aportan más comentarios en este mismo sentido:
Todos mis amigos están haciendo evaluación formativa, entonces, mis amigos profesionales
estamos en este rollo. Entonces, mi percepción es que la perspectiva no está tan mal como se
piensa porque todos los que tengo a mi alrededor hacen innovación. Pero si abro un poquito
el campo y miro los que hay, no ya de los de mi departamento si no los de al lado, es que... no
hay nada. (GF-3)
Lo que había era mera educación bancaria. Era dictar apuntes, memorizarlo, repetirlo en un
examen y olvidarlo. Y esa es la universidad en la que hemos crecido todos. Claro, eso es lo que
teníamos […] Frente a esos modelos las competencias lo que nos ofrece, nos recuerda, que
deberíamos educar o formar a nuestros alumnos para que sean profesionales y, por tanto, la
enseñanza o los procesos de aprendizaje que hagamos deben estar más centrados en la
aplicación práctica del conocimiento y en ser buenos profesionales o unos profesionales
competentes, […]. Hay que dejar de hacer tanto examen o basarnos fundamentalmente en los
exámenes para buscar realmente opciones de evaluación y de calificación más ligadas al tema
de las competencias. Y claro, esto lo que hace es complicar las cosas. Porque es más complicado
evaluar así que evaluar cómo se estaba evaluando tradicionalmente. (GF-2)
Uno de los maestros entrevistados hace referencia a que los sistemas vividos durante la
vida escolar y la FIP han influido en su práctica docente actual. Asimismo, ocurre lo mismo
con algunos egresados que han participado en el grupo focal, que afirman que los
profesores de la FIP que han tenido relación con alumnos de educación primaria conocen
mejor los sistemas que deben aplicar durante la formación, para que posteriormente lo
apliquen en su práctica docente futura:
Yo creo que lo que hacen es aplicar esa reproducción de modelos, poner en funcionamiento lo
que han padecido ellos o lo que han sufrido ellos en su etapa escolar: primaria, secundaria o
universidad. Sí hay influencia con lo que han vivido. (ES-3,5)
Mi intuición, y por lo que yo veo, es que el profesor que ha tenido algún tipo de relación en el
caso de formación de profesorado con alumnos de primaria, entiende más o menos qué es lo
que tiene que hacer con sus alumnos durante la carrera para que luego lo apliquen
posteriormente. (GF-5)
4.2. Objetivo 2: explorar que otros aspectos de la formación inicial o permanente
han influido para que el profesorado de educación física de primaria utilice sistemas
de EFyC en sus aulas
Consideramos necesario que para que los futuros maestros hagan partícipes a su alumnado
de educación primaria en el proceso de evaluación y de enseñanza-aprendizaje, deben
utilizar sistemas de EFyC durante su formación inicial. En el cuadro 5 recogemos los
resultados del bloque 2 del cuestionario sobre la utilización de la EFyC.
Cuadro 5. Resultados de los ítems sobre la calificación (escala Likert 1-4)
ÍTEMS. GRADO DE ACUERDO CON: MEDIA DT
El alumno se autocalifica (parcial o totalmente) 2,61 ,916
Se califica de forma dialogada y consensuada, entre profesorado y alumnado
2,94 ,802
(parcial o totalmente)
Se califica a partir de la autoevaluación del alumno (parcial o totalmente) 2,56 ,784
Se califica a partir de la evaluación entre compañeros (coevaluación) (parcial o
2,44 ,705
totalmente)
Fuente: Elaboración propia.
Respecto a la participación del alumnado en la evaluación (véase cuadro 4), los datos
muestran que los maestros encuestados están bastante de acuerdo con que el alumnado
94
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
95
M. Molina y V. M. López-Pastor
Sigo haciendo evaluación formativa, lo que pasa que los grupos de chavales siempre son
diferentes. Empecé haciéndola en educación física en primaria, luego estuve otros 5 años de
secundaria y también lo hice y ahora estoy en otro cole de primaria y también lo hago, ahora
soy tutor de 1º de primaria. Vas un poco cambiando, ajustando el sistema a los alumnos que
tienes. (ES-3,5)
En cambio, los egresados del grupo focal centran más sus discursos en las limitaciones
que establecen las propias universidades para utilizar sistemas de EFyC en FIP:
porcentajes mínimos y máximos para examen final, coherencia y grado de cumplimiento
de lo que aparece reflejado en las guías docentes, etc.
En nuestra universidad lo que es obligatorio es hacer examen final y lo que es potestativo es
hacer continua. Y puedes hacer las dos cosas. Y si haces las dos cosas el alumno puede llegar
a dos resultados porque ha utilizado los dos procedimientos y se queda con el mejor de los dos.
(GF-1)
En nuestro caso, por ejemplo, no puede haber un examen final con más del 40%. (GF-4)
Entonces, a mí me gustaría ver si realmente las estrategias de evaluación que se plantean en
las guías y lo que el profesor hace en el aula. Porque creo que no es así, que al final se evalúa
con un examen el 70% y el 30% las prácticas. (GF-6)
5. Discusión y conclusiones
5.1. Objetivo 1: examinar en qué medida la evaluación formativa y compartida
experimentada durante la FIP ha influido en el tipo de evaluación que realizan
actualmente en sus aulas los maestros de educación física de primaria
Los maestros entrevistados consideran que la FIP recibida ha influido en su práctica
docente, pero que no ha sido la suficiente, por lo que han tenido que formarse
posteriormente. En cambio, en el grupo focal se aprecian algunas diferencias, en función
de la edad de los egresados. Los participantes más jóvenes sí reconocen haber tenido
sistemas de EFyC durante su FIP, y que esta experiencia ha influido positivamente en los
sistemas de evaluación utilizados en su práctica docente actual. Por otra parte, algunos de
los participantes afirman no haber tenido este tipo de experiencias durante su FIP, por lo
que se han formado posteriormente de manera autónoma. Estos resultados coinciden, en
parte, con las hipótesis señaladas por Palacios y López-Pastor (2013) y Hamodi et al.
(2017), en el sentido de que los docentes tienden a realizar la evaluación de manera
semejante a como la vivieron ellos mismos como alumnos; pero también muestra lo
contrario, que a pesar de no haber tenido experiencias de EFyC durante su FIP, su interés
en la temática les lleva a realizar una FPP sobre el tema, para aprender a desarrollar
sistemas de EFyC en su práctica docente actual (Barrientos et al., 2018; Molina y López,
2017; Molina et al., 2018).
Por otra parte, los resultados del grupo focal indican que los maestros que han vivido y
experimentado sistemas de EFyC durante su FIP consideran que ese tipo de experiencias
sí que les ha ayudado a desarrollado la competencia evaluativa, entre otras competencias
profesionales y personales. Estos resultados coinciden con otros estudios (Manrique et al.,
2011; López-Pastor y Pérez-Pueyo, 2017; Ramírez-García et al., 2018) que afirman que es
importante dominar el desarrollo de competencias para el futuro próximo, cuando los
alumnos ejerzan como docentes.
96
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
97
M. Molina y V. M. López-Pastor
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98
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
99
M. Molina y V. M. López-Pastor
100
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Cv de los autores
Miriam Molina Soria
Contratada predoctoral de la Facultad de Educación de Segovia (Universidad de
Valladolid). Ha publicado diversos artículos científicos. Sus principales líneas de
investigación son: Evaluación Formativa y Compartida, y Formación Inicial del
Profesorado. ORCID ID: 0000-0003-2974-5535. Email: miriam.molina@uva.es
101
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 103-120.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.006
Through this study, the intervention of primary school students is evaluated, within
the mention of physical education, in order to check what are the difficulties they
have in relation to kinesthetic behaviors, when they intervene teaching corporal
expression classes. This study aims to make these students aware of their nonverbal
behavior and from there to improve the way of teaching but also to evaluate, trying
to participate actively in their own learning process. A documentary analysis and a
process of coding the information was carried out to discover the communicative
difficulties experienced. The main difficulties observed in these students are related
to kinesthetic behaviors related to emblematic gestures and behaviors, illustrators,
affection samples, regulators and adaptive movements; It is necessary that students
are not only aware of its use, but of its management in the classroom to get a better
communication with their future students.
Keywords: Initial teacher training; Body expression; Nonverbal communication;
Kinesic behavior; Formative assessment.
1. Introducción
A partir de la Declaración de la Sorbona en 1998 y promovido por los órganos de poder
político europeo, surge la voluntad de potenciar una Europa del conocimiento. El objetivo
de este proyecto europeo se dirige a la formación en la educación superior de una
ciudadanía, que ha de competir en el mercado socioeconómico global, pero sin desatender
un modelo de calidad de vida, de bienestar y de convivencia. Uno de los primeros pasos
fue la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) con el que consolidar
este nuevo proyecto europeo. Para ello, se establecieron diversas reuniones entre los
mandatarios europeos de educación de los respectivos Estados miembros (Bolonia, 1999;
Praga, 2001; Berlín, 2003; Bergen, 2005, Londres 2007).
Entre estas iniciativas políticas se destaca la necesidad de indagar sobre el papel a
desempeñar por la universidad y por su profesorado en la sociedad globalizada, así como
revisar cuáles son los objetivos y el proceso a seguir en la formación del profesorado, que
debería liderar dichos cambios. Esto exigió redefinir los planes de estudios universitarios
con los que responder a esas necesidades locales y globales (Palomero y Torrego, 2004).
Uno de los principales acuerdos alcanzados se cristalizó en el Proyecto Tuning (González
y Wagenaar, 2003), a través de organizar los programas formativos en clave competencial.
Por otro lado, se plantea la necesidad de establecer cambios a nivel de los diseños
curriculares para abordar, a su vez, la urgencia de replanteamiento de los sistemas de
evaluación. Lo cual ha supuesto una alternativa al modelo tradicional finalista prestando
mayor valor al carácter procesual, formativo y compartido a la evaluación de los
aprendizajes. En este sentido, ya existen diversos estudios que muestran experiencias de
éxito en evaluación formativa y compartida en la formación superior (Fraile, López-
Pastor, Castejón y Romero, 2013; Gómez y Quesada, 2017; Hamodi, López-Pastor y
López, 2017; López-Pastor, 2009) así como otros estudios, más recientes, sobre la utilidad
de la evaluación formativa y compartida para el desarrollo competencial en la formación
del profesorado (Aparicio y Fraile, 2016; Estevan, Molina-García, García-Masso y
Martos, 2018; Fraile, Aparicio, Asún y Romero, 2018; Gallardo-Fuentes, López-Pastor y
Carter-Tuhillier, 2018).
En estos trabajos, la perspectiva formativa de la evaluación mira al alumnado y a su
aprendizaje, hace uso del feedback para facilitar la toma de conciencia competencial,
evidenciando los éxitos, las limitaciones formativas y la forma de abordarlas entre
estudiantes y docentes, a partir de propuestas didácticas colaborativas (Asún, Romero,
Aparicio y Fraile, 2017). Desde los estudios sobre el feedback, como parte del proceso
comunicativo verbal y no verbal de los docentes al presentar los resultados a los
estudiantes, Andrade y Du (2007) y Rust, Price y O'Donovan (2003) señalan la
importancia sobre cómo que los profesores muestran sus expectativas a los estudiantes,
debiendo ser explícitos y claros en la disposición de los estándares a evaluar.
En este artículo se recoge la experiencia con estudiantes de educación física, en la
asignatura de expresión corporal, a partir de la aplicación de una propuesta de evaluación
formativa, vinculada al desarrollo de competencias transversales. Concretamente sobre el
desarrollo de la competencia comunicativa no verbal, que requiere de la puesta en acción
de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes, para avanzar en la adquisición y
manejo del lenguaje no verbal en el ámbito docente. Para ello se aplican las estrategias de
104
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
105
A. Fraile Aranda, J. L. Aparicio Herguedas, M. R. Romero Martín y S. Asún Dieste
106
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
orientación del cuerpo, sin rigidez, con suave inclinación hacia delante transmite al
alumnado que el docente está abierto y receptivo.
Los movimientos reguladores son actos no verbales que ayudan a moderar la naturaleza de
la conversación (Roldán et al., 2013), facilitando el habla y la escucha entre dos o más
interlocutores. Ayudan a establecer el orden de intervención en la interacción
comunicativa, el comienzo y el final, disponen los turnos conversacionales y ofrecen a los
interlocutores información a cerca del agrado o desagrado sobre el contenido del hecho
comunicativo. Generalmente estos aspectos se disponen de forma gestualizada a través de
miradas, sonrisas y movimientos de cabeza fácilmente perceptibles. Para Shablico (2012),
estos gestos suponen expresiones recurrentes del profesorado, siendo reconocidos y
valorados por el alumnado como verdaderos iconos reguladores del flujo comunicativo
interpersonal. Investigaciones de Ekman, Leverson y Friesen (1983), sobre la
participación kinésica en las interacciones sociales, revelan que las dificultades para
incorporar gestos, posturas y algunos movimientos corporales en la regulación de la
conversación impiden la convergencia comunicativa y, por efecto espejo, no permiten al
interlocutor (inducción emocional) ofrecer efectos similares con los que alimentar y hacer
prosperar la conversación.
Por último, los movimientos denominados adaptadores son conductas no verbales que se
desarrollaron como esfuerzos adaptativos al contexto, bien para cubrir las propias
necesidades, establecer un contacto social o regular el impacto de la vivencia emocional
(Knapp, 1992). Algunos autoadaptadores aparecen casi de forma involuntaria ante
situaciones angustiosas o como plantea Ekman y Friesen (1969) como autocorrectivo ante
situaciones hostiles. En este sentido, investigaciones con estudiantes universitarios de
educación física (Castañer, Camerino, Anguera y Jonsson, 2013) muestran la vinculación
de los gestos autoadaptadores y heteroadaptadores (dirigidos a objetos) a situaciones
sentidas de inseguridad, cuando éstos actúan como docentes; siendo más habitual entre
los noveles que en los experimentados, cuya gestualidad adaptadora es menos explícita.
Por último, los estudios de Rodríguez, Plax y Kearney (1996) demostraron que un buen
uso de la comunicación no verbal del profesor en el aula influye positivamente sobre el
aprendizaje, lo que determina la importancia de la competencia comunicativa no verbal en
la formación del profesorado. El manejo de estos recursos favorece la nonverbal inmediacy,
que hace alusión al nivel de cercanía que transciende lo físico entre las personas. Una
proximidad desde lo no verbal que puede ayudar a reducir la distancia física y psicológica
entre los interactuantes (profesorado-alumnado) que según describen Butland y Beebe
(1992) y Hamann y Mao (2002), si se intensifica el contacto visual, la interacción cara a
cara, la sonrisa y el uso de la gestualidad corporal, se favorece la implicación en el
aprendizaje de los estudiantes y el agrado por el profesor y por los contenidos de la
materia.
3. Objetivo
Es objeto del presente estudio conocer cuáles son las dificultades experimentadas y
reconocidas por los estudiantes desde el punto de vista de su competencia comunicativa
no verbal (comportamiento kinésico), tras la puesta en práctica de un modelo de evaluación
formativa, mediante simulacros prácticos en los que el alumnado asume el rol docente.
107
A. Fraile Aranda, J. L. Aparicio Herguedas, M. R. Romero Martín y S. Asún Dieste
4. Metodología
4.1. Participantes
La experiencia que se recoge en este artículo se realizó con estudiantes (N=104) que
cursan estudios de los grados universitarios de Maestro de Educación Primaria (mención
Educación Física) (54) en la Universidad de Valladolid y de Ciencias de la Actividad Física
y del Deporte (Universidad de Zaragoza) (50), teniendo en común la asignatura de
Expresión Corporal.
El modelo de evaluación formativa ha permitido reflexionar desde una perspectiva
competencial y de forma compartida, entre estudiantes y profesorado, a partir de la puesta
en marcha de simulacros docentes; donde los estudiantes asumen el rol docente,
gestionando los contenidos, dirigiendo la clase, tomando decisiones y responsabilizándose
de la gestión del aprendizaje. Para la evaluación formativa se han empleado estrategias de
coevaluación (evaluación entre iguales) y autoevaluación con objeto de contribuir al
desarrollo de la conciencia competencial de los estudiantes basada en el trabajo en equipo,
la cooperación, la autonomía personal y el compromiso ético (Fraile, López, Castejón y
Romero, 2013).
4.2. Proceso y actividades de aprendizaje
Durante el proceso formativo basado en simulacros, los estudiantes que asumen el rol de
docentes desarrollan sesiones prácticas, activando los contenidos de la asignatura,
diseñando tareas y aprendiendo a gestionar sus competencias en la práctica. Por su parte
el resto del alumnado asume durante las sesiones los roles de participantes y de
observadores de los compañeros que intervienen como docentes.
Ambas estrategias de evaluación se desarrollan a partir de la grabación en video de las
sesiones de los estudiantes docentes y durante el tiempo de discusión con los observadores
(feedback). Igualmente, los propios estudiantes docentes se encargan de grabar esos
conversatorios, donde los observadores revelan sus valoraciones al compañero docente,
en relación a los indicadores competenciales observados en los simulacros, apoyándose en
una rúbrica.
Durante los simulacros docentes se disponen tres parejas de observadores que observan,
analizan y anotan sus impresiones para cada una de las competencias objeto de
investigación sobre las intervenciones docentes de sus compañeros. Los videos y audio-
registros resultantes se consideran favorecedores del análisis de las interacciones en el
aula, en clave de desarrollo competencial reflexivo a partir de la acción. Se estima que la
dimensión interpretativa compartida entre estudiantes, les ayuda a prestar atención no
solo a las acciones realizadas, sino también a sus significados; para a partir de ellas, y
capturados los registros para su continua consulta y análisis (vídeos, audios), establecer
las orientaciones didácticas que de forma reflexiva y compartida permitan acercarle a la
función docente.
La rúbrica de observación es diseñada por los propios autores considerando tres
competencias a observar: planificación y organización docente, comunicación no verbal y
emociones derivadas de las relaciones interpersonales y de la experiencia, permitiendo en
ellas el registro de información y la anotación de observaciones y valoraciones por parte
de los observadores, como referencias de base para trasladar al momento de feedback
108
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Ilustradores
Adaptadores
Reguladores
Actitud/disposición corporal
Muestras emocionales
Emblemas
Características físicas
109
A. Fraile Aranda, J. L. Aparicio Herguedas, M. R. Romero Martín y S. Asún Dieste
estudiante asume el rol de docente y dirige durante 15 minutos una sesión práctica,
teniendo como participantes a sus propios compañeros. Los simulacros docentes se
valoran como herramienta para desarrollar la toma de conciencia competencial, con objeto
de vincular el saber teórico y práctico dentro de la complejidad de la formación docente
(MECD, 2003).
Todos los estudiantes desde su función docente tienen acceso a los videos y audio registros
resultantes de la experiencia, a fin de poderles dedicar un tiempo de reflexión personal,
interiorización y autoevaluación y poder, con todo ello, establecer un discurso propio para
argumentar, compartir y debatir durante el desarrollo de la asignatura.
4.3. Instrumentos de recogida de la información y análisis de los datos
Los videos y audio registros resultantes de la experiencia (estos últimos también
transcritos) han permitido la elaboración de los documentos primarios para el análisis de
la información. Siguiendo a Banks (2010) los datos visuales enriquecen la investigación al
incorporarse como fuente de registro de las interacciones humanas, a partir de la
relevancia sensorial que tienen las imágenes y que no poseen otro tipo de registros; del
mismo modo se considera que las imágenes facilitan la comprensión del fenómeno,
completando de manera más amplia su observación de forma que no se limite el análisis a
una única fuente de datos, sino que se recurre a las imágenes, los audios y el documento
textual.
Se hace uso del software Atlas.ti, con objeto de realizar un análisis textual de las
transcripciones de los conversatorios de los observadores con los estudiantes docentes.
Paralelamente se analizan las grabaciones de video de las intervenciones de los estudiantes
que intervinieron como docentes, a fin de completar una estrategia de codificación a partir
de los datos y establecer una red de códigos y grupos de códigos, que condensen la
significación de las evidencias encontradas (Gibbs, 2012). Las evidencias recogidas y
codificadas fueron debidamente numeradas atendiendo al número dispuesto por el propio
software.
La estrategia de codificación, siguiendo a Miles, Huberman y Saldaña (2014), se realizó en
un primer ciclo de codificación mediante la aplicación de códigos del tipo descriptivo,
analítico y afectivo (conceptos, pensamientos, emociones, valores, actitudes); para en un
segundo ciclo de codificación, crear familias de códigos y categorías a partir de las
características comunes sobre el significado que representan. Se establece así durante los
dos ciclos de codificación, una relación circular constante entre los códigos obtenidos y
los nuevos creados, refinando los conceptos, identificando sus características y relaciones,
agrupándolos en familias, para inferenciar en constructos de mayor nivel a modo de teorías
(Taylor y Bodgan, 2000).
A fin de abordar los aspectos de credibilidad de la investigación en relación a las
dificultades interpretativas del fenómeno objeto de estudio, siguiendo a Guba (1985), se
desarrolló una estructura de experimentación prolongada en el tiempo, con ubicación en
el mismo espacio, manteniendo la misma ordenación metodológica, facilitando la
integración de la figura de los observadores (investigadores) durante el transcurso de la
investigación desarrollada.
Para el análisis de los resultados se realizó un proceso de triangulación desde varias
fuentes de datos, siendo el análisis documental y el videoanálisis los desarrollados para
110
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
5. Resultados
En relación al estudio específico de las dificultades encontradas por los estudiantes
respecto a su comportamiento kinésico (42% de las dificultades recogidas; el resto de
dificultades, no atendidas en este trabajo son de orden paralíngüístico y proxémico), se
aprecian fundamentalmente problemas relacionados con el uso intencionado de los
movimientos ilustradores y adaptadores que complementan la información verbal que se
transmite, los movimientos reguladores durante la interacción comunicativa, y la actitud
y disposición corporal; en menor medida se observan dificultades para el uso de las
muestras emocionales, los movimientos emblemáticos y la influencia de las características
físicas personales, en las relaciones interpersonales generadas (figura 2).
CK-Emblemas; CK-
2% Características
CK-Muestras físicas; 1%
emocionales; 2% CK-Ilustradores;
10%
CK-
Actitud/disposici
ón corporal; 8%
CK-Adaptadores;
CK-Reguladores; 10%
9%
Figura 2. Dificultades en los aspectos que forman parte del comportamiento kinésico mostrado
por los estudiantes durante la experiencia
Fuente: Elaboración propia.
111
A. Fraile Aranda, J. L. Aparicio Herguedas, M. R. Romero Martín y S. Asún Dieste
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
6. Discusión y conclusiones
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A. Fraile Aranda, J. L. Aparicio Herguedas, M. R. Romero Martín y S. Asún Dieste
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
ausencia emocional de sonrisas y miradas por parte del docente, no favorece la interacción,
ya que se reduce solamente a un transvase de información vacío, frio y distante.
Knapp (1992) y Ritts y Stein (2011) consideran que el beneficio de la sonrisa radica en
ofrecer al interlocutor una bienvenida hacia la interacción inmediata, positiva y amistosa;
también facilita la despedida comunicativa ofreciendo la última imagen de la interacción,
expresando la voluntad de cerrar el proceso comunicativo, pero no la relación. La mirada
sincera a cada interlocutor cuando se conecta con él o serena con un lento movimiento de
cabeza a toda la audiencia, muestran la apertura del canal de comunicación y la disposición
amigable para el intercambio (Cestero, 2014; Preston, 2005). Hamann y Mao (2002)
muestran en sus estudios que las miradas y los mensajes amables y agradables activan el
sistema cortical de gratificación, lo que supone un aumento de los niveles de motivación e
implicación en las actividades a realizar.
Por otra parte, la actitud corporal de los docentes puede mostrar cercanía o frialdad
relacional con el alumnado. Por ejemplo, se puede observar la imagen de un profesor que
actúa más como observador pasivo que como actor dinámico del proceso docente; en el
primer caso, se observan posturas y actitudes corporales estáticas, cerradas, rígidas, con
los brazos hacia atrás y cruzados, donde la interacción comunicativa muestra frialdad
emocional; por el contrario, en el segundo caso, la postura corporal es de inclinación hacia
delante, lo que marca un carácter positivo de subordinación del emisor hacia el
interlocutor, estableciéndose flujos de mayor empatía entre ambos (Pease, 2011).
Para conocer la efectividad de la comunicación en situaciones docentes, es necesario que
en los procesos formativos iniciales se experimente y reflexione sobre el comportamiento
kinésico que acompaña al discurso verbal, con la idea de aprender a transmitir mensajes
didácticos más fortalecidos y de mayor significatividad; es por ello, que vale la pena incluir
estrategias formativas de evaluación con las que practicar, analizar, reflexionar y debatir
sobre las formas y el estilo de comunicación no verbal a desarrollar en esos procesos de
interacción profesor-alumno, (Cloes, Denève y Piéron, 1995).
La estrategia de evaluación formativa aplicada, mediante autoevaluación y evaluación
entre iguales, parece facilitar en los estudiantes una mayor toma de conciencia
competencial. Así la totalidad de las evidencias presentadas sobre sus dificultades
comunicativas se entienden como un reconocimiento de los estudiantes tras su
participación en el proceso de evaluación, autoevaluándose a partir de los registros
audiovisuales y de las interacciones e intercambios de información dispuestos entre el
alumnado y entre éste, con el profesorado. Las dificultades vivenciadas y expresadas, no
son sino evidencias de aprendizaje fruto del diálogo, del debate, del esfuerzo crítico y
autocrítico, de la reflexión, de la argumentación y del reconocimiento, sentando las bases
sobre la autorregulación de su propio aprendizaje (Gómez y Quesada, 2017). Coincidiendo
con Andrade y Du (2007) y Rust, Price y O'Donovan (2003), el proceso de
retroalimentación entre profesorado y alumnado debe llevar consigo claridad y
conocimiento mutuo sobre los aprendizajes, aplicando la experimentación y la evaluación,
orientando y centrando la atención y reflexión en ese alumnado.
Por último, las limitaciones encontradas para este estudio responden al tamaño reducido
de la muestra. Sería pertinente continuar con futuros estudios sobre la temática con
muestras más amplias. Como prospecciones futuras, también sería de interés establecer un
estudio más extenso con respecto a otros componentes de la competencia comunicativa no
115
A. Fraile Aranda, J. L. Aparicio Herguedas, M. R. Romero Martín y S. Asún Dieste
Agradecimientos
Apoyo/financiación del trabajo: Este estudio se ha llevado a cabo dentro del proyecto de
I+D+i: “Las competencias docentes en la formación inicial del profesorado de educación física”.
Convocatoria de noviembre de 2013 del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e
Innovación Orientada a los Retos de la Sociedad, en el marco del Plan Estatal de
Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016. Referencia: EDU 2013-
42024-R. Duración: 3 años (2014-2016).
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Cv de los autores
Antonio Fraile Aranda
Catedrático de Didáctica de Expresión Corporal en la Facultad de Educación de la UVA
(España). Dr. Ciencias de la Educación. Licenciado en Educación Física. Participa en la
Red Internacional de Evaluación Formativa y Compartida. IP. del proyecto: La evaluación
en la formación inicial del profesorado de EF”. IP del proyecto “Las competencias docentes
en la formación inicial del profesorado de educación física” (2014-2016) financiados por la
ANEP (Ministerio de Economía y Competitividad). Director Revista Tándem de
Didáctica de la Educación Física (Graó). Líneas de Investigación: Evaluación formativa.
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antonio.fraile@uva.es
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Este es un estudio discursivo sobre las evaluaciones formativas ocurridas en una actividad de
retroalimentación como parte de la Práctica Supervisada de estudiantes de psicología
educativa en una universidad pública de México (UNAM). Aunque se ha reconocido el valor
que tiene la formación en la práctica de los psicólogos, hay pocos estudios que muestren cómo
ocurren las prácticas de evaluación formativa en el aula. Debido a ello, nuestro objetivo es
analizar los procesos de trabajo interaccional involucrados en una actividad de
retroalimentación, cuando los estudiantes se convierten en evaluadores de la competencia o
habilidades psico-educativas, en modalidades de la evaluación formativa como (a) la
coevaluación, (b) la evaluación entre pares y (c) la autoevaluación. Para ello, analizaremos
diversos episodios interaccionales que ocurren en el aula, después que ha ocurrido una primera
sesión de orientación psico-educativa en una cámara de Gesell, y los participantes (maestra,
pasante y estudiantes) se reúnen y evalúan la competencia profesional de una estudiante que
fungió como psicóloga a cargo del caso. Para orientar el análisis, se recurre a un enfoque
analítico discursivo, informado por la etnometodología y el análisis de la conversación, que
permite examinar, momento a momento, las evaluaciones formativas sobre el trabajo de la
psicóloga y los distintos posicionamientos que se hacen públicos alrededor de su desempeño.
Los resultados muestran que en esta práctica supervisada se construye colectivamente una
evaluación formativa en la que tanto la estudiante psicóloga encargada del caso como el
pasante y el resto de las estudiantes que observaron y participaron en la evaluación tienen
oportunidad de mejorar su desempeño profesional a través de la interacción discursiva que se
desarrolla en el proceso. Esto permite reconocer la importancia de este tipo de análisis para
estudiar la evaluación de las prácticas supervisadas y su valor formativo en situaciones reales.
Palabras clave: Evaluación formativa; Práctica educativa; Supervisión; Retroalimentación;
Análisis del discurso; Psicólogos educativos.
This is a discursive study of the formative assessments as feedback activities that take place
as part of the Supervised Practice of undergraduate educational psychologists at a Mexican
public university (UNAM). The formative practice of undergraduate psychologists has been
recognized as very important, however there are few studies that show how are they evaluated
as a formative practice at the classroom. Analyze the processes of interactional work involved
in a feedback activity, when students become evaluators of competence or psycho-educational
skills, in modalities of formative assessment such as (a) co-evaluation, (b) peer evaluation and
(c) self-evaluation, is this work purpose. After the first psycho-educative session at the Gesell
camera several classroom interactional extracts were analysed, where the participants (the
teacher, an intern and undergraduates) evaluate the professional competence of an
undergraduate student that work as the psychologist of a particular case. A discursive
approach informed by the ethnometodology and the conversation analysis perspective orients
the study in order to exam, turn by turn, the formative assessments of the undergraduate
psychologists work and the public positions about her performance. The analysis results show
the collective construction of the formative assessments of the supervised practice realised by
a psychologist student. This psychologist together with a passant are in charge of the case
and the rest of the students observe and participate in the assessment of the supervised
practice. Through these collective discursive processes, all the participants have the
opportunity to improve their professional performance. This results show the important
contribution of this kind of analysis in order to describe and recognize the formative
contribution of the supervised practices evaluated in real settings.
Keywords: Formative assessment; Educational practice; Supervision; Feedback; Discourse
analysis; Undergraduate educational psychologists.
1. Introducción
La investigación sobre la formación de psicólogos educativos en contextos en que los
estudiantes tienen acceso a la práctica profesional supervisada es muy limitada. En México
sólo unos pocos estudios se han centrado en esta parte de la formación de psicólogos en
las universidades y son escasos los que muestran la forma en que ocurren las evaluaciones
en el aula. Esto quiere decir que hay poco conocimiento de las prácticas concretas que
constituyen las actividades (como la retroalimentación) en las que pueda mostrarse parte
del trabajo realizado para formar a los futuros psicólogos educativos.
Este estudio busca mostrar la manera en que el acceso a la práctica profesional supervisada
juega un papel en las prácticas de evaluación formativa que llevaron a cabo un grupo de
estudiantes, su maestra y un pasante, en una clínica universitaria donde se brinda atención
y se forma a estudiantes en el área de psicología educativa en la FES-Z. Así, se pretende
contribuir a mostrar de qué manera ocurre la formación de los psicólogos educativos de
forma detallada, y específicamente, la manera en que llevan a cabo algunas modalidades
de la evaluación formativa, como son la coevaluación, la evaluación entre pares y la
autoevaluación, con respecto al trabajo de orientación que brindan a la comunidad.
2. Fundamentación teórica
2.1. La investigación de la práctica y la evaluación formativa en la formación de
psicólogos educativos en México
Desde hace casi tres décadas, el psicólogo César Coll (1989) había mencionado la
importancia de asegurar el contacto directo de los estudiantes con la práctica profesional
del psicólogo de la educación. Al respecto, hay poca investigación sobre la manera en que
los estudiantes tienen contacto directo con la práctica profesional cuando se encuentran
estudiando.
Guzmán (2005) por ejemplo, destaca que “hay poca información para saber exactamente
cómo se forma tanto al psicólogo general como al educativo” (p. 7). En el caso específico
de la psicología educativa, Díaz, Hernández, Rigo, Saad y Delgado (2006) reiteran la falta
de estudios empíricos y actuales sobre la formación de psicólogos educativos como una
problemática actual:
No disponemos de un corpus de conocimiento empírico y actual, situado en nuestra realidad
respecto a los procesos de aprendizaje profesional y académico mediante los cuales una persona
se convierte en un psicólogo competente en los escenarios educativos. (p. 21)
Estos autores, consideran “que las competencias sólo pueden ser adquiridas en la práctica,
realizando las tareas, responsabilidades y roles requeridos”, “en un proceso de “aprender
haciendo” en la situación actual del trabajo” (p. 16). También, reconocen que, “diversas
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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J. A. Moreno Ruiz, A. Candela Martín y P. Bañuelos Lagunes
3. Metodología
3.1. Enfoque teórico-metodológico
En este apartado, describimos la manera en que el análisis discursivo informado
etnometodológicamente investiga cualitativamente la práctica educativa. La
etnometodología y el análisis de la conversación han logrado generar un cuerpo sustancial
de investigación que usa el video para estudiar el logro práctico e interaccional de las
actividades en los lugares de trabajo que sitúan a la “práctica” en el corazón de la agenda.
A través de este foco, se indaga la manera en la cual los participantes producen, dan sentido
a, y coordinan, las actividades de manera conjunta. Estos compromisos analíticos,
asociados con la gama sustancial de ideas, observaciones y hallazgos sostienen al creciente
corpus de estudios basados en videograbaciones de las prácticas del trabajo profesional
(Heath, Hindmarsh y Luff, 2010).
El análisis discursivo informada etnometodológicamente toma ventaja de la visibilidad de
la acción práctica; es decir, atiende su carácter observable-reportable y describe los campos
públicos en los cuales trabajan los participantes en escenarios educativos. Así, la atención
está puesta en lo que los psicólogos educativos expresan y cómo actúan, para mostrar el
conocimiento técnico con el que trabajan. Macbeth (2003) también se refiere a este enfoque
como uno que permite análisis naturalistas de los escenarios educativos, cuya concepción
de las competencias y habilidades en escenarios educativos es caracterizada por el estudio
de las habilidades y competencias como visibles, públicas, y concretas, en contraste a
considerarlas como ocultas, privadas, y accesibles solamente a través de análisis formales
y conjeturas teóricas. Esta investigación se encuentra más interesada en mostrar cómo se
logra el trabajo a través del cual se forma a los psicólogos educativos ordinariamente en la
práctica, que en cómo debería hacerse idealmente como lo sugieren las teorías y modelos
prescriptivos.
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Desde esta perspectiva, las declaraciones sobre cómo diseñar las prácticas de enseñanza y
aprendizaje pueden tomarse en consideración, pero es prioritario investigar y
recuperar la racionalidad endógena y el carácter naturalmente explicable de la
interacción. Así, más que investigar para diseñar “buenas prácticas”, se tiene en
consideración, que las prácticas no están determinadas por las teorías, modelos o
concomfanciaeptos. Las teorías y modelos son idealizaciones generales, mientras
que las prácticas son llevadas a cabo in situ alterando, en el contexto, tales ideales.
Esta forma de estudiar las prácticas de evaluación formativa hace frente a las múltiples
formas que pueden tomar en la práctica. Como indica Zorrilla (2017), “no hay una forma
única, ni mejor para evaluar en el aula”, debido a que la evaluación se construye “a partir
del contexto particular del docente y de sus estudiantes”, y de este modo, “los mecanismos
de evaluación no pueden ser fijos ni homogéneos porque cada grupo es diferente” (p. 16).
A pesar de esto, a juicio de Ravela, Picaroni y Loureiro (2017), “mientras se invierten
grandes cantidades de tiempo y dinero en la realización de evaluaciones a gran escala, son
casi inexistentes los recursos y la atención destinada a mejorar las evaluaciones que
ocurren cotidianamente dentro del aula” (p. 31).
De acuerdo a lo anterior, proponemos que antes, o al mismo tiempo que se intentan
mejorar las evaluaciones que ocurren en el aula, sería importante estudiarlas directamente,
como sugiere Candela (2018): de forma interactiva.
Con este contexto, partimos de que uno de los aspectos a considerar para estudiar la
manera en que ocurren las evaluaciones formativas en el aula, es atender a la descripción
verbal de los participantes, cuando hacen referencia a personas. Debido a ello, es
importante prestar atención a la manera en que se realizan las formulaciones. Por ejemplo,
según Lerner, Bolden, Hepburn y Mandelbaum (2012), puede indagarse la manera en que
un hablante hace referencia o caracteriza una acción cuando la adscribe a una persona.
Este tipo de indagación es lo que desde el análisis de la conversación se denomina el
estudio de la referencia a personas.
De acuerdo a Schegloff (1996), “la referencia a personas en la conversación implica, como
asunto de relevancia interaccional primaria, consideraciones del ‘diseño del receptor’” (p.
458). La importancia de esto, es que resulta crucial analizar la manera en que al hacer la
referencia a una persona (presente o no) en la interacción, los participantes pueden
orientarse de diversas formas a quién(es) es/son su(s) interlocutor(es) y qué sabe(n) sobre
el referente (si la referencia es conocida o desconocida para él/ellos).
La importancia de esta línea de investigación para este estudio es que, según Clift (2006),
al estudiar el tema de quién produce una evaluación primero y quién después – y así, quién
está llegando a un acuerdo o discrepando con quién – los hablantes están valorando
también referentes.
Para Potter (2012), en esta línea de trabajo, el énfasis analítico se encuentra en la manera
en que la conducta se torna describible y los hechos se tornan factuales tanto en el habla
como en el texto. Estos temas, pueden considerarse como dimensiones epistémicas de la
conversación y son, el acceso epistémico (quién conoce qué), la primacía epistémica (quién
tiene derecho de saber qué y quién sabe más sobre qué) y la responsabilidad epistémica
(quién es responsable de saber qué). A través de su indagación, se ha reconocido que las
asimetrías de conocimiento están imbuidas de una variedad de prácticas diferentes. Por
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J. A. Moreno Ruiz, A. Candela Martín y P. Bañuelos Lagunes
ejemplo, a través de ellas, es posible examinar la manera en que las personas muestran
tener acceso a ciertos estados de asuntos, pero también cómo se está en lo cierto respecto
de lo que se sabe, la autoridad relativa y los diferentes derechos y responsabilidades con
respecto a este conocimiento (Stivers, Mondada y Steensig, 2011).
Esta investigación recurre también a este campo, para mostrar la manera en que los
participantes se involucran y toman posicionamientos en distintas instancias de
evaluaciones formativas, es decir, cuando hacen algo más que hacer referencia: evaluar
aquello a lo que se refieren.
Dada la falta de investigación en el estudio empírico y detallado de las prácticas de
evaluación formativa cuando los estudiantes se involucran en ella, este estudio, entonces,
se propone analizar algunos ejemplos en los que ocurren las evaluaciones formativas en el
aula, justo después de haber brindado orientación psico-educativa a una familia mediante
la entrevista inicial. Se pretende analizar los procesos de trabajo interaccional
involucrados en una actividad de retroalimentación, cuando los estudiantes se convierten
en evaluadores de la competencia o habilidades psico-educativas, en modalidades de la
evaluación formativa como (a) la coevaluación, (b) la evaluación entre pares y (c) la
autoevaluación.
3.2. Trabajo de campo y construcción del procedimiento analítico
Esta investigación se realizó en siete fases en las que puede describirse el proceso
metodológico (Potter, 2012):
Fase uno: Obtener acceso y consentimiento
Para poder videograbar las actividades en el aula se contactó a una profesora del área de
psicología educativa de la FES-Z, UNAM. Con la maestra, se negoció tanto el acceso a
sus clases de Práctica Supervisada en una clínica multidisciplinaria, así como el
consentimiento informado para poder grabar las actividades con sus estudiantes en el aula.
En total, los participantes de este estudio fueron la misma maestra, un pasante y diez
estudiantes de sexto semestre.
Fase dos: Instrumentos de recolección de información
Una vez que se tuvo acceso a las clases, se videograbaron dos sesiones de cinco horas cada
una, durante 4 meses que duró el trabajo de campo. En este artículo, se presenta lo que
ocurrió en un día de trabajo en el aula.
Fase tres: Transcripción y tratamiento de los datos
Se seleccionaron aquellos episodios interaccionales que mostraran el trabajo colectivo de
las evaluaciones formativas (coevaluación, evaluación entre pares y autoevaluación)
alrededor del trabajo de una psicóloga-estudiante que brindó orientación psico-educativa.
Se transcribieron los diferentes intercambios discursivos y se les incorporó, cuando se
consideró necesario, códigos de transcripción como los siguientes: “(())” se usan para hacer
comentarios sobre las características del contexto o el habla, el signo de interrogación “?”
marca una entonación interrogativa, el signo “=” marca un cambio de turno inmediato al
final de la emisión del hablante actual, y, los dos puntos “:::” marcan la prolongación del
sonido inmediatamente anterior.
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
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Cabe comentar que, en la sala de orientación, como su nombre indica, ocurre la orientación
psico-educativa con la familia (N: niña, M: mamá, NM: novio de mamá; véase la elipsis), y
están a cargo de llevarla a cabo el camarógrafo (C), la relatora (R) y la psicóloga (Psi) que
conforman un equipo de estudiantes. Por otra parte, en la sala de observación, la profesora
(Pr), el pasante (Pas) y el resto de estudiantes (E) se encuentran escuchando y observando
lo que ocurre en la sala contigua.
Después de que ha ocurrido la primera sesión de orientación en la cámara de Gesell, la
estudiante que fungió como psicóloga junto con su equipo a cargo del caso, y el resto de
los participantes (maestra, pasante y estudiantes), se reunieron en el aula y se involucraron
en una actividad que llamaron retroalimentación y en la que discutieron sobre el trabajo
profesional de la primera. Así, las estudiantes llegaron con conocimiento de primera mano
sobre lo ocurrido, bien por haber brindado el servicio, o bien por haber observado y
escuchado la manera en que se brindó el servicio.
Con esto en cuenta, a continuación, describiremos la manera en que los participantes
comenzaron a involucrarse en evaluaciones formativas como parte de la actividad de
retroalimentación.
4. Resultados
4.1. La coevaluación: la evaluación del pasante sobre el trabajo de la psicóloga
Ya en el aula, el pasante comienza a brindar retroalimentación al equipo a cargo del caso.
Es importante señalar que esta era una actividad habitual del pasante que, tenía como
consigna evaluar el trabajo de la psicóloga-estudiante con la ayuda de una hoja de
observación que contenía los elementos que se tenían que cubrir en la entrevista inicial.
El siguiente Fragmento 1 muestra lo que ocurre una vez que se comienza a grabar.
El Fragmento 1 comienza cuando el pasante indica al equipo que se cumplió con “todos
los elementos de primer” “sesión” (línea 1). Esto muestra que el pasante cuenta con
información que le permite saber cuáles son “todos los elementos”, y mostrar que dispone
de un conocimiento que le permite valorar si estuvieron presentes o no. Al final de su
intervención, sugiere “que se podría buscar algo” “distinto”, en cuanto a lo que parece ser
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
uno de los elementos que ha valorado, sobre el “uso del lenguaje” (línea 4) y pone como
ejemplo la “duda” de “si la palabra susceptible era la mejor” (línea 5).
Cuadro 1. Fragmento 1: Una retroalimentación informal: Observaciones del pasante
1 Pa: Se cumplió así: todos los, todos los elementos de primer, de primer sesión, eh, es
2 que realmente todas las observaciones que hice fue de, en términos de, de estuvo
3 presente, presente, presente, o sea, todo así. Lo único que, que creo yo que se
4 podría buscar algo, algo distinto, en cuanto al uso del lenguaje, por ejemplo, me
5 quedó duda si la palabra susceptible era la mejor
6 E2: Cuándo?
7 E3: Aja, cuándo?
8 Pa: cuando le dijiste a la señora si le parecía que esto era susceptible para=
9 E2: =Ah, es que era pedagoga
10 Pa: ah sí,
11 E3: Sí, es pedagoga
12 Pa: olvídalo, olvídalo eso entonces
13 E3: Si verdad, muy elevado el nivel
Fuente: Elaboración propia.
Esta primera intervención, es respondida por dos de las estudiantes (E2 antes relatora, y
E3 antes psicóloga, líneas 6 y 7, respectivamente), solicitando mayor especificidad sobre
el momento (cuándo?) en que el pasante pudo hacer su observación. El pasante aclara el
momento (“cuando le dijiste…”) dirigiéndose a la estudiante (E3) que fungió como
psicóloga, pero es interrumpido por E2 con una muestra de reconocimiento (“Ah”, en la
línea 9) y una justificación con base a la atribución de una categoría profesional a la señora
(es decir, la madre): es que era pedagoga. El pasante reconoce a su vez esta respuesta e
interviene nuevamente con la implicación de que no tenga en cuenta su comentario inicial:
olvídalo entonces (línea 12). E3, sin embargo, hace explícita su afiliación con una posible
razón de la sugerencia del pasante: si verdad, muy elevado el nivel.
Siguiendo a Raymond y Heritage (2006), como en otras secuencias de evaluación, ya que
el pasante fue el primero en dar muestras de ofrecer una evaluación, aunque sea con duda
(si el uso de una palabra utilizada por la psicóloga era la mejor), ello traería consigo una
afirmación implícita de quién tiene mayor conocimiento sobre las acciones de la psicóloga.
Sin embargo, como primer evaluador muestra cierta ambigüedad con respecto a su mayor
conocimiento, pues es una evaluación sobre la que también tiene una duda. De hecho, luego
de que se le pide mayor especificidad y se ofrece una razón sobre el uso de la palabra (“es
que era pedagoga”), el pasante modifica su postura al degradar sus afirmaciones indicando
que no las tomen en cuenta. En consecuencia, las estudiantes modifican su postura inicial
de escuchar la evaluación y aclaran algo que el pasante no sabía (“era pedagoga”). Lo
anterior indica que, si bien el pasante y las estudiantes tuvieron acceso a la situación
referente, no contaban con la misma información.
A pesar de que miembros del equipo desafían los derechos epistémicos superiores del
pasante sobre el uso del lenguaje de la psicóloga, no puede considerarse así de un modo
absoluto, pues ella misma termina afiliándose con la posible razón de la duda del pasante:
si verdad, muy elevado el nivel (en línea 13). Esto muestra que para los participantes
supone que la persona así acreditada, cuenta con cierto conocimiento especializado, y en
este sentido, puede tener el nivel para “compartir” el significado de la palabra con ellos.
Por implicación, muestra que puede haber algunos términos técnicos que sería mejor no
emplear con personas que no comparten un cierto nivel (al parecer, educativo).
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Con estas acciones, la maestra no solo muestra que ha monitoreado las observaciones del
pasante en su evaluación del trabajo de la psicóloga, también valora el propio trabajo del
pasante y de la psicóloga al hacer explícitos los términos del acuerdo. Según los analistas
de la conversación Heritage y Raymond (2005), al hacer explícitos los términos del
acuerdo, la maestra está haciendo también equivalentes las observaciones del pasante con
las suyas; y con dichos términos, también está valorando el trabajo de la psicóloga (quien
cumplió con todos puntos que tenía que cumplir y los fue siguiendo con calma) a quien
termina dirigiéndose con “Sí, muy bien” indicando con ello que ha realizado
adecuadamente su función como psicóloga en la entrevista inicial. Esto es reconocido por
la psicóloga afirmativamente y mostrando gratitud (línea 79).
De manera similar a la sección anterior, aquí la docente evalúa las observaciones que el
pasante hizo a la psicóloga, y también, evalúa el desempeño profesional de la psicóloga en
la entrevista inicial. Sin embargo, en esta ocasión, ante sus evaluaciones positivas hacia
ambos, ni el pasante ni la psicóloga-estudiante las desafían, en su lugar, ambos las reciben
sin ningún problema y dejan intacto el estatus epistémico desde el cual, la maestra evalúa
su trabajo.
Después de estas evaluaciones, la maestra abre para el resto de los estudiantes la
posibilidad de que todos puedan participar con algún comentario u observación (línea 83)
sobre el trabajo de la psicóloga. A partir de esta invitación por parte de la maestra, una
estudiante (E5) toma la palabra y enmarca su participación como algo que “estaba en
relación” a una “lectura” que habían “visto”: lo de las preguntas múltiples (líneas 84-85).
A continuación se dirige a la estudiante (que fungió como psicóloga) describiendo un
momento en la sesión de orientación en el que hizo “como tres preguntas” (línea 86), una
después de la otra, “y ya nada más” se le quedaba viendo”, posiblemente la madre, “como
que am::: (mirando hacia arriba). Sin que E5 hubiera terminado de actuar gestualmente,
una de las integrantes del equipo, E2, menciona “¿Cuál le contesto?” (línea 87).
Con estas acciones, E5 establece primero lo que hace la psicóloga (“preguntas múltiples”),
después la reacción de su interlocutora (posiblemente la madre mirando hacia arriba
mientras pronuncia “am:::”), y finalmente, E2 propone “Cuál le contesto?” con lo cual
muestra su interpretación de las acciones previas que la misma E5 confirma. La
interpretación relevante en términos de evaluación, es que se interpreta que las preguntas
múltiples que hizo la psicóloga a la madre, tuvieron el efecto en la madre de no saber cuál
de ellas contestar en la entrevista inicial.
Así, E5 y E2 han emitido una valoración conjunta sobre las acciones de su par, la psicóloga.
Además, E5 ha mostrado una conexión con una “lectura” que usó como fuente autorizada
de conocimiento y que era familiar para todos (pues ya la “habían visto” o estudiado
previamente). De esta forma, las participantes brindan una muestra de conexión entre lo
que han leído (“en relación a la lectura” en la línea 84) y lo que han visto-escuchado desde
la sala de observación, como una instancia de evaluación entre pares sobre lo que hizo la
psicóloga en la sala de orientación. Con estas acciones, se destaca que no sólo la psicóloga
puede beneficiarse de las valoraciones sobre su trabajo, también sus compañeras que
emiten las valoraciones, muestran su proceso formativo al lograr interpretar las acciones
de la psicóloga a la luz de la teoría contenida en una lectura, lo cual muestra el vínculo
entre la teoría y la práctica que se espera que hagan las estudiantes (Díaz, 2006).
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J. A. Moreno Ruiz, A. Candela Martín y P. Bañuelos Lagunes
El fragmento 3 inicia con una pregunta que hace la maestra (líneas 154-157) en la que
distingue dos actividades, y solicita que la psicóloga comente ¿cómo se sintió? Con su
pregunta, la maestra confiere autoridad epistémica a la estudiante, es decir, es algo que
sólo la estudiante puede responder, pues solo ella sabe cómo se sintió.
Nótese también que la pregunta proyecta una respuesta que trate sobre las evaluaciones
(como las alabanzas) hechas por el resto de los participantes (maestra, pasante,
compañeros) sobre el trabajo de la psicóloga en la sala de orientación, señalando que las
segundas trataron “puntos específicos”.
Ante la pregunta, E3, que fungió como psicóloga, ofrece dos versiones de una respuesta
similar. En su primera respuesta, E3 designa lo que le han mencionado como “cosas que a
lo mejor yo hice, ¿no?” (líneas 158-159). Esta primera parte de la respuesta es importante
porque disminuye la factualidad de las declaraciones sobre sus acciones (a lo mejor). Sin
embargo, reiterando que ha prestado atención a lo que le “están diciendo” (línea 159), ella
puede decirse, “ah, entonces lo que hice también puede servir para eso, ¿no?” (línea 160).
Nótese que aquí, E3 distingue lo que le dicen de lo que se dice a sí misma, mostrando que
puede haber dos formas distintas de otorgarle sentido a sus acciones, y esto se ve reforzado
por la incorporación de una exclamación ante lo que le están diciendo como algo novedoso
para ella: ah. No obstante, ambas partes de su respuesta incorporan al final una partícula
de cortesía (no?) que puede indicar que sus declaraciones pueden requerir corroboración
como respuesta. Sin embargo, a continuación, se producen risas por parte de algunos
estudiantes (línea 161).
Aunque no es muy clara la razón de la producción de las risas, sí es posible apreciar que
ellas fueron un incentivo para elaborar una segunda versión de su respuesta inicial.
Siguiendo a Glenn (2003), al hablar en lugar de reír, E3 muestra que, no invitó la
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
producción de la risa y, que no se afilió con ella (pues E3 no se ríe). Al continuar las risas
por parte de sus compañeros en la línea 163, finalmente, E3 las interrumpe con su segunda
respuesta, en la que reitera y expande lo que dijo, primeramente.
En su segunda respuesta, E3 expande sus declaraciones con respecto a las evaluaciones,
tanto propias como ajenas, al incorporar otros términos para elaborarlas. En primer lugar,
reconoce coincidencias en “la mayor parte de las cosas”, pues si “tenían ese objetivo” (línea
164), pero agrega que en “algunas” “no lo hice así” (línea 165). Así, tanto muestra que
pueden interpretarse sus acciones de la misma manera (con los mismos objetivos) pero
también que es posible interpretar sus acciones de un modo distinto. Esto construye a sus
interlocutores y a ella misma como generadores de significados distintos atribuidos a las
acciones que la psicóloga llevó a cabo en el trabajo de orientación. Ello muestra que no
minimiza las contribuciones de sus compañeros. Sin desacreditar ninguna de ellas,
favorece su co-existencia.
La racionalidad de la construcción permite a la hablante proyectarse a sí misma como
“hacer-con-intención”, y ello puede escucharse también como una auto-atribución de
agencia y responsabilidad en las decisiones que tomó. En lugar de reemplazar o anular lo
que la psicóloga se dice a sí misma sobre sus intenciones, lo que le dicen, expande la gama
de opciones que tiene, incorporando las suyas propias, y las que otros proponen: “me ayuda
a obtener más recursos” (línea 167), “cuando quiera hacer eso… también puedo aplicar
esta estrategia” (línea 168).
Finalmente, ella termina señalando que la segunda actividad fue “más completa”, porque
le permitió ver que lo que hizo tuvo implicaciones en “lo que pasó con la gente, que es a la
que está dirigido” su trabajo, reconociendo de este modo, que sus intervenciones
estuvieron dirigidas a la familia y tienen un impacto en ella, y que, según la psicóloga,
funcionaron. Con sus respuestas, la psicóloga muestra una auto-evaluación argumentada
tanto sobre el objetivo curricular de aprender-haciendo una entrevista inicial, así como
otro más profesional, como lo es tener más recursos disponibles cuando que tenga que
aplicar estrategias ante problemáticas semejantes a las que enfrentará cuando actúe sin
supervisión.
En términos generales, en ambas partes de su respuesta, la estudiante expresa sobre las
valoraciones lo que Heritage y Raymond (2005) denominan una “orientación simétrica de
primacía epistémica”. Esto quiere decir que tanto los que hacen las evaluaciones como
quien las recibe tienen la misma autoridad y derechos de otorgar un significado particular
a las acciones. Esto también muestra que, con estas acciones, la estudiante psicóloga se
encuentra valorando las valoraciones de los otros sobre su trabajo, pero ella misma
también lo está valorando. Su posicionamiento ante su conocimiento y el de los otros,
muestra que el conocimiento no necesita ser el mismo, sino que al propio conocimiento
puede sumarse el conocimiento de los otros, co-existiendo como recursos disponibles para
la práctica profesional futura.
5. Discusión
A diferencia de los estudios que investigan las prácticas educativas a través de datos
obtenidos de entrevistas o encuestas aplicadas a estudiantes o maestros por separado
(Martínez y Mercado, 2015), el estudio más cercano al nuestro que analiza los elementos
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J. A. Moreno Ruiz, A. Candela Martín y P. Bañuelos Lagunes
6. Conclusiones
Con base en los resultados del análisis, podemos decir que la evaluación auténtica, como
ocurrió en la clínica donde se forma a estudiantes a través de la práctica, fue analizada a
través de los ejemplos de evaluación formativa cuyas modalidades fueron la coevaluación,
la evaluación entre pares y la autoevaluación.
En términos de la competencia profesional, los participantes tematizaron, principalmente,
el desempeño de la estudiante cuando llevó a cabo la entrevista inicial. Los ejemplos
analizados ilustraron que la coevaluación, la evaluación entre pares y la autoevaluación
ocurrieron como parte de procesos interactivos en los que se abordó de diferentes maneras
este tema principal, sin que la maestra fuera la única evaluadora, sino que ella misma
promovió las valoraciones del resto de los participantes. En este sentido, todos los
participantes tuvieron la oportunidad de atestiguar, acompañar y valorar el trabajo
realizado.
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Agradecimientos
Este trabajo fue realizado con el apoyo de una Beca de Conacyt.
Referencias
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Evaluación de la Educación.
Cv de los autores
Jorge Alberto Moreno Ruiz
Licenciado en Psicología por la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 2010; obtuvo el grado de M. en
C. en la Especialidad en Investigaciones Educativas en el año 2013 y el grado de Dr. en
C. en la misma especialidad en el año 2018, por el Departamento de Investigaciones
Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del
Instituto Politécnico Nacional. El tema de investigación en los estudios tanto de maestría
como de doctorado ha sido y es la formación de psicólogos en escenarios de trabajo
ordinarios como el aula. Particularmente, ha estudiado la manera en que se enseña-
aprende el enfoque de la terapia centrada en soluciones, y más generalmente, la manera
en que se lleva a cabo la formación de psicólogos en la práctica. Email:
psiquea24@yahoo.com.mx
137
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 139-155.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.008
The transition from a traditional model to a competency model has meant a great
paradigm shift in Chilean university education. Replace the teaching staff with the
students at the center of the Teaching-Learning (E-A) process forces us to rethink
many elements that intervene in such processes, including assessment. The objective
of the study is to know the perception of the students after the application of
Formative and shared Assessment in four subjects from a Chilean university. It was
carried out under a quantitative approach in a sample of 111 students (23.2 2.1),
the sample corresponded to students of Initial Teacher Training in Physical
1. Introducción
Las estructuras formativas universitarias del Espacio Chileno de Educación Superior
(ECES) se han adscrito a modelos por competencias, experimentado un claro cambio de
paradigma respecto a los modelos tradicionales. Lo anterior ha generado trasformaciones
importantes en los escenarios educativos nacionales, puesto que los modelos
competenciales estipulan que se debe ubicar en el centro del proceso Enseñanza-
Aprendizaje (E-A) al alumnado, y está sola intención advierte una brecha importante
respecto al enfoque tradicional que reservaba dicho sitial a la figura del profesor (Cabalín-
Silva y Navarro-Hernández, 2008; Tejada, 2009). Por su parte el modelo tradicional
enfrenta en el último tiempo múltiples críticas, puesto que habitualmente transforma el
proceso de E-A en una instancia de instrucción unidireccional (Ayala, Messing, Labbe y
Obando, 2010).
Los modelos competenciales, además, de incorporar al alumnado en el proceso de E-A,
buscan una interacción disciplinar, alejándose de la enseñanza de conocimientos aislados
que no dialogan con otras disciplinas que integran el currículo. Según Cano (2008), las
competencias: “incluyen conjuntos de conocimientos, habilidades y actitudes de carácter
muy diferente, incorporando talentos o inteligencias que tradicionalmente desde los
sistemas educativos reglados no se habían tenido presentes” (p. 3), es así como estas
estructuras curriculares (competenciales), se alejan de “las clásicas divisiones entre
asignaturas o las clasificaciones de los saberes que parecen no servir en el contexto actual”
(Cano, 2008, pp. 2-3).
Pero si el modelo curricular cambia, también deben hacerlo otros elementos que influyen
directamente en el logro del objetivo que el proceso de E-A persigue. Uno de estos
elementos es “La Evaluación”, autores como Gibbs (2003) la consignan como un arma
poderosa a disposición del profesorado, con el potencial de influir significativamente en el
modo que el alumnado orienta su aprendizaje, siempre que se utilice de forma adecuada.
Tras la búsqueda de experiencias evaluativas que reportaran ventajas y que incorporaran al
alumnado como actor principal del proceso, hemos encontrado numerosas referencias de la
propuesta denominada: “Evaluación Formativa y Compartida” (EFyC) (Castejón, López-
Pastor, Julián y Zaragoza, 2011; Gallardo-Fuentes y Carter-Thuillier, 2016; Gallardo-
Fuentes, López-Pastor y Carter-Tuhillier, 2018; González-Calvo, Martínez-Álvarez, 2018;
Hernandez-Elizondo y Salicetti-Fonseca, 2018; López-Pastor, Pérez, Barba y Lorente,
140
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
2016; Martín, 2007). La EFyC es “todo proceso de evaluación cuya finalidad principal es
mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje que tienen lugar. Es todo proceso de
evaluación que sirve para que el alumnado aprenda más (y/o corrija sus errores) y para
que el profesorado aprenda a trabajar mejor (a perfeccionar su práctica docente)” (López-
Pastor, 2009, p. 35). Por otra parte, una de las características del modelo de EFyC es
estar integrada en el proceso de E-A, con las ventajas que esto supone. Este tipo de
evaluación supone “un proceso y una oportunidad de aprendizaje y debe hacer consciente al
alumnado de su nivel competencial actual, pero también debe situar al docente sobre qué
debe mejorar para enfrentarse a situaciones de aprendizaje futuras” (Manrique, Vallés y Gea,
2012, p. 88).
La EFyC tiene dos características complementarias: (a) el proceso de evaluación formativa,
orientado a mejorar el aprendizaje de alumnado y profesorado, así como la mejora del
proceso de enseñanza-aprendizaje llevado a cabo; y (b) el proceso de evaluación compartida,
que supone la implicación del alumnado en los procesos de evaluación, a través de técnicas
como la autoevaluación, la evaluación entre iguales y la evaluación compartida profesor-
alumno (López-Pastor, 2009).
En los procesos de EFyC hay elementos necesarios e indispensables, como el “feedback”,
que opera como un importante catalizador en la mejora continua del proceso de E-A
(Carless, 2016).
Nicol y Macfarlane‐Dick (2006) presentan un listado de siete principios de buenas
prácticas de feedback, así como un análisis de la influencia de la evaluación formativa en
los procesos de auto-regulación del aprendizaje. En trabajos similares también abordan la
relación entre los procesos de evaluación formativa, auto-regulación del aprendizaje y
utilización de tecnologías de aprendizaje (Nicol, 2009). Boud y Molloy (2013) analizan dos
modelos de feedback: (a) donde el profesorado impulsa el feedback; (b) donde el alumnado
adquiere un rol importante, solicitando su propio feedback. El estudio muestra que el
segundo modelo es más efectivo, al generar oportunidades para el alumnado, alejándose
de la creación de expectativas inalcanzables, y al entregar al alumnado la posibilidad de
incidir en su aprendizaje. Por otra parte, Boud y Falchikov (2006, 2007) trabajan sobre el
alineamiento de la evaluación formativa y su relación con el aprendizaje a largo plazo.
Carless (2007, 2015) es un autor que ha generado numerosos trabajos sobre la propuesta
denominada “Learning‐oriented assessment” (LOA). Este autor señala que el LOA debe
tener tres características principales: (1) las tareas de evaluación deben estimular el
aprendizaje del alumnado; (2) implicar al alumnado en su propia evaluación y en la
evaluación de otros compañeros; y (3) el feedback o retroalimentación ha de darse en el
momento adecuado y debe ser útil para el aprendizaje actual y futuro.
El componente de evaluación compartida tiene cierta relación con lo que Aubert, Flecha,
García, Flecha y Racionero (2009) denominan: “dialogo igualitario”, así como la mejora en
la relación alumnado-profesorado que esto propicia. También pueden encontrarse otras
referencias sobre este tipo de procesos, de promoción de la implicación del alumnado en la
evaluación en trabajos de otros autores (Boud, 1995; Carless, 2007, 2015; Carless, Joughin
y Mok, 2006; Gómez y Quesada, 2017).
Tras la declaración de Bolonia (1999), los sistemas por competencias son obligatorios en el
Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). En cambio en el ECES se adopta este tipo
de currículo en 2005 por una universidad y, de manera paulatina, otras universidades
141
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
chilenas lo han ido adoptando (Quezada, 2014). Por su parte, en la realidad Europea se
exhiben una serie de experiencias evaluativas que sitúan a la EFyC como idónea para
implementarse en modelos curriculares por competencias, ya que este tipo de evaluación
coincide con el proceso y no centrarse solo en la etapa final. En este tipo de sistemas cobra
real importancia el alumnado en la evaluación del proceso E-A, así también cobra
importancia sus percepciones tanto a nivel de la valoración que hacen a los sistemas de
evaluación de la que formaron parte, como en el grado de dominio competencial que
alcanzan después de vivenciar sistemas de EFyC, donde además podemos ver que el
alumnado en algunos casos es más exigente que el propio profesorado, indicando una
valoración de sus estados competenciales distinta, auto valorándose en un nivel más bajo vs.
la valoración que le otorga el profesorado (Torelló, 2012), encontrándose incluso
experiencias en donde el alumnado, además de auto percibirse como medianamente
competente, baja esta valoración a medida que avanzan en su proceso formativo (Villamizar,
Becerra y Delgado, 2016).
En el ECES no se encuentran experiencias evaluativas sistemáticas que den cuenta sobre
que sistemas de evaluación resultan idóneos al aplicarse en asignaturas que se imparten en
modelos por competencias, a pesar que la adopción de modelos por competencias lleva ya
más de una década desde que la primera universidad chilena adoptara dicho modelo
(Quezada, 2014).
El objetivo del estudio es conocer la percepción del alumnado sobre la aplicación de sistemas
de Evaluación Formativa y Compartida en una universidad chilena, que se han llevado a
cabo durante cuatro cursos seguidos en cuatro asignaturas diferentes.
2. Método
2.1. Enfoque metodológico
El enfoque metodológico utilizado en el estudio corresponde al enfoque cuantitativo, ya
que como menciona Canales-Cerón (2006) “trabaja con unidades simples y equivalentes.
Tanto en la muestra como en el instrumento, opera con números. Individuos–abstraídos
de sus relaciones sociales, y abstraídos de su complejidad subjetiva” (p. 13), A su vez, la
investigación fue de corte transversal, recolectando datos solo en la instancia final de cada
asignatura, procediendo a analizar y describir las variables.
2.2. Muestra y muestreo
Las experiencias se desarrollaron con alumnado de Formación Inicial del Profesorado de
Educación Física (FIPEF). La muestra correspondió al 100% del alumnado que estaban
cursando las asignaturas en las que se han utilizado sistemas de EFyC, en el momento de
recolección de los datos. Concretamente se trata de 111 estudiantes, de los cuales 82 son
varones y 29 mujeres. La edad media del alumnado es de 23.2 años, con una desviación
típica (dt.) de 2.1. El tipo de muestreo fue no aleatorio y por conveniencia (López, 2004),
quedando la muestra compuesta por alumnado de cuatro asignaturas de FIPEF de una
universidad en la que se han implementado sistemas de EFyC (ver cuadro 1).
142
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
143
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
Permite aprendizajes
11.9. 12.9. El proceso de calificación es más complejo y, a
funcionales y significativos veces, poco claro
12.10. Genera inseguridad e incertidumbre, dudas
11.10. Se aprende mucho más
sobre qué hay que realizar
11.11. Mejora la calidad de los 12.11. Es injusto frente a otros procesos de evaluación
trabajos exigidos
11.12. Hay interrelación entre teoría
12.12. Las correcciones han sido poco claras
y práctica
11.13. Evalúa todos los aspectos
individualizado
11.16. Requiere más responsabilidad
Fuente: Elaboración propia a partir del trabajo de Castejón-Oliva, Santos-Pastor y Palacios (2015).
144
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
4. Resultados
En el cuadro 4 se presentan los resultados correspondientes al bloque de afirmaciones del
“Factor Ventajas del Sistema de Evaluación”.
Como se aprecia en los resultados de la tabla 4, los ítems referentes a las “ventajas del
sistema de evaluación” se presentan en los resultados generales para cada ítem con
valoraciones altas (entre bastante y mucho), lo que indica la existencia de elementos que
pueden considerarse como EFyC en los sistemas evaluativos que se utilizaron en las cuatro
asignaturas. Las medias totales en todos los ítems oscilan entre el 2,6 y el 3.2; por tanto,
dado que la escala es 0-4, pueden considerarse puntuaciones altas y bastante similares,
dado que hay poca disparidad entre unos ítems y otros. Se pueden observar dos bloques
ligeramente diferenciados: (a) los que tienen puntuaciones entre 3,0 y 3,1 (ítems 1, 4, 9,
10, 12, 13, 14 y 16); y (b) los que tienen puntuaciones entre 2,6 y 2,9 (ítems 2, 3, 5, 6, 7, 8,
11 y 15).
Dentro del bloque con las puntuaciones ligeramente más altas, destaca el ítem que afirma
que: “Requiere más responsabilidad”, que obtuvo la valoración general más elevada (3.1
sobre 4), lo que indica que a percepción del alumnado este tipo de evaluaciones les
demanda una dedicación e implicación mayor que en otras asignaturas con modelos más
145
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
tradicionales, donde no hay una exigencia de trabajo continua, sino que suele acumularse
al final de la asignatura. También alcanzan valoraciones muy altas afirmaciones como:
“ofrece alternativas a todos los estudiantes”; “el estudiante realiza un aprendizaje activo”;
“permite aprendizajes funcionales y significativos”; “se aprende mucho mas”; “hay
interrelación entre teoría y práctica”; “evalúa todos los aspectos posibles (saber, saber
hacer, saber estar o ser)”; “hay retroalimentación en documentos y actividades”. La alta
valoración a estas afirmaciones, dejan ver el efecto positivo que la utilización de sistemas
de EFyC parece tener en aspectos como un mayor y mejor aprendizaje, una mayor
adaptación a las diferencias y circunstancias personales en los procesos de aprendizaje del
alumnado y una mejor y más completa evaluación de los diferentes tipos de conocimientos
y competencias.
Cuadro 4. Valoraciones al “Factor Ventajas del Sistema de Evaluación”
PREGUNTAS 2014 2015 2016 2017 TOTAL
11. Señala si estás de acuerdo con las
siguientes afirmaciones relativas al
M y dt. M y dt. M y dt. M y dt. M y dt.
sistema de evaluación de la
asignatura:
11.1. Ofrece alternativas a todos los
3,1 ,083 3,7 ,48 2,5 ,51 3,0 ,98 3,0 ,86
estudiantes
11.2. Hay un contrato previo,
negociado y consensuado del 2,2 1,10 3,7 ,89 2,7 ,90 2,3 1,47 2,6 1,29
sistema de evaluación
11.3. Esta centrado en el proceso,
2,9 ,90 3,6 ,61 2,4 ,49 2,6 ,95 2,8 ,89
importancia del trabajo diario
11.4. El estudiante realiza un
3,4 ,65 3,7 ,48 2,4 ,58 2,8 ,82 3,0 ,82
aprendizaje activo
11.5. Se plantea el trabajo en equipo de
2,7 1,00 3,6 ,51 2,2 ,58 3,2 ,75 2,9 ,88
forma colaborativa
11.6. El alumno está más motivado, el
proceso de aprendizaje es más 2,9 0,85 3,7 ,48 2,0 ,71 2,6 ,83 2,7 ,92
motivador
11.7. La calificación es más justa 2,9 0,95 3,6 ,51 2,3 ,61 2,9 ,70 2,9 ,81
11.8. Mejora la tutela académica
2,7 1,04 3,5 ,77 2,0 ,61 3,0 ,77 2,8 ,94
(seguimiento y ayuda al alumno)
11.9. Permite aprendizajes
3,0 1,10 3,7 ,48 2,3 ,63 3,1 ,66 3,0 ,86
funcionales y significativos
11.10. Se aprende mucho mas 3,0 0,86 3,6 ,60 2,4 ,58 3,0 ,72 3,0 ,80
11.11. Mejora la calidad de los trabajos
2,7 0,69 3,4 ,60 2,3 ,63 2,9 ,71 2,8 ,74
exigidos
11.12. Hay interrelación entre teoría y
3,0 ,081 3,7 ,75 2,4 ,71 3,1 ,99 3,0 ,93
práctica
11.13. Evalúa todos los aspectos
posibles (saber, saber hacer, saber 3,0 0,75 3,8 ,37 2,5 ,59 2,8 ,05 3,0 ,91
estar o ser)
11.14. Hay retroalimentación en
3,1 0,88 3,6 ,50 2,3 ,79 3,1 ,94 3,0 ,93
documentos y actividades
11.15. Se da un seguimiento mas
2,7 1,05 3,4 0,6 1,5 ,77 2,7 ,90 2,6 1,06
individualizado
11.16. Requiere más responsabilidad 3,3 0,81 3,7 ,58 2,2 ,71 3,2 ,75 3,1 ,88
Fuente: Elaboración propia.
Dentro del bloque con las puntuaciones ligeramente más bajas, destacan los dos ítems que
tienen una media inferior (2.6 sobre 4): “Hay un contrato previo, negociado y consensuado
del sistema de evaluación” y “Se da un seguimiento más individualizado”. Esta valoración
está entre “algo” y “bastante”, por lo que, a pesar de ser los valores más bajos, indica que
se cumplen en un alto grado las dos cosas, aunque se perciba como ligeramente menor que
146
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
147
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
desproporción trabajo/créditos” (1,9 sobre 4); “El proceso de calificación es más complejo
y, a veces, poco claro” (1,8 sobre 4); “Genera inseguridad e incertidumbre, dudas sobre qué
hay que realizar” (1,9 sobre 4); “La valoración del trabajo es subjetiva” (1.8 sobre 4). En
estos ítems se observa que, a juicio del alumnado, en sólo en pocas o algunas ocasiones el
sistema de EFyC les pareció complejo e injusto. También se aprecia la presencia de
elementos de evaluación compartida, ya que el alumnado manifiesta que solo en pocas o
algunas veces la valoración de sus trabajos fue subjetiva.
Cuadro 5. Valoraciones al Factor Posibles Inconvenientes del Sistema de Evaluación
PREGUNTAS 2014 2015 2016 2017 TOTAL
12. Señala si estás de acuerdo con las
siguientes afirmaciones relativas al M y dt. M y dt. M y dt. M y dt. M y dt.
sistema de evaluación de la asignatura:
12.1. Exige una asistencia obligatoria y
3,0 0,88 3.7 0,48 2,4 0,58 2,8 1,18 3,9 0,99
activa
12.2. Tiene una dinámica de trabajo poco
2,1 1,23 2.9 1,03 1,6 0,82 2,2 1,10 2,2 1,13
conocida, falta de hábito
12.3. Exige continuidad
3,0 0,83 3.7 0,58 2,3 0,74 2,7 1,08 2,9 0,98
12.4. Hay que comprenderlo
2,8 0,92 3.4 0,77 2,0 0,61 2,7 0,88 2,7 0,93
previamente
12.5. Exige un mayor esfuerzo 2,6 0,97 3.5 0,61 2,0 0,79 3,0 0,87 2,8 0,96
12.6. Existe dificultad para trabajar en
1,5 1,02 2.6 1,22 1,0 1,02 2,7 1,13 2,0 1,29
grupo
12.7. Se puede acumular mucho trabajo
2,1 0,80 2.6 1,30 1,2 0,93 2,4 1,16 2,1 1,16
al final
12.8. Existe una desproporción
1,6 1,10 2.4 1,50 1,2 1,20 2,2 0,99 1,9 1,23
trabajo/créditos
12.9. El proceso de calificación es más
1,5 0,83 2.4 1,50 0,8 0,90 2,2 1,27 1,8 1,29
complejo y, a veces, poco claro
12.10. Genera inseguridad e
incertidumbre, dudas sobre qué hay 1,4 1,02 2.2 1,27 1,0 0,82 2,1 1,04 1,7 1,13
que realizar
12.11. Es injusto frente a otros procesos
1,2 1,17 1.8 1,51 0,7 0,98 1,6 1,26 1,3 1,27
de evaluación
12.12. Las correcciones han sido poco
1,3 1,03 2.0 1,41 0,6 0,87 1,7 1,24 1,4 1,25
claras
12.13. La valoración del trabajo es
1,6 1,18 2.5 1,50 1,1 0,93 1,9 1,32 1,8 1,31
subjetiva
12.14. Exige participar en mi propia
3,3 0,62 2.9 1,22 2,4 0,65 3,2 0,91 3,0 0,92
evaluación (autoevaluarse)
Fuente: Elaboración propia.
En el tercer bloque se aprecian las afirmaciones que obtuvieran valoraciones bajas, por
ejemplo: “Es injusto frente a otros procesos de evaluación” (1,3 sobre 4) y “Las
correcciones han sido poco claras” (1,4 sobre 4). Estos ítems presentan las valoraciones
más bajas en las medias totales, por lo que podrían considerarse como datos positivos, ya
que están indicando que en muy pocas ocasiones consideran que el sistema de evaluación
es injusto o que las correcciones han sido poco claras. También se puede apreciar que en
este último factor (Posibles Inconvenientes del Sistema de Evaluación) las valoraciones
más bajas se encontraron con el alumnado que cursó la asignatura “Gasto Energético y
Antropometría” en el año 2016, con una valoración entre nada y poco para dos ítems: “Es
injusto frente a otros procesos de evaluación” y “Las correcciones han sido poco claras”
(0,7 y 0,6 respectivamente), lo que indica que, a juicio del alumnado, esto no ocurrió
durante la evaluación de la asignatura.
148
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Por otra parte, si comparamos los resultados de los diferentes cursos académicos, vuelven
a observarse resultados muy similares a los ya explicados en la tabla de ventajas. Como
puede comprobarse, de nuevo se comprueba cierta variedad de resultados por ítems y por
cursos. A pesar de ello, las generalidades observadas son muy similares a las de la tabla
anterior, en el sentido de que vuelve a ser el curso 2016 el que tiene las medias globales
más bajas de los cuatro en muchos de los ítems (no en todos); mientras que es el curso
2015 el que tiene las medias más altas en la mayoría de los ítems. Por tanto, otra posible
interpretación es que se trata de generaciones que tienen tendencia a puntuar más bajo o
más alto, según el año.
5. Discusión
En los resultados que se presentan como ventajas del sistema de evaluación, a pesar de la
presencia de dos bloques en función de las medias generales, dejan ver una alta valoración
para todos los ítems de este factor, estos resultados son similares a múltiples estudios
previos que han incorporado sistemas de EFyC en Chile y en España, tanto en el FIP
como en todos los niveles formativos (Atienza, Valencia-Peris, Marts-García, López-
Pastor y Devís-Devís, 2016; Gallardo-Fuentes, López-Pastor y Carter-Tuhillier, 2018;
Hortigüela-Alcala, Pérez-Pueyo y Abella, 2015a; López-Pastor y Pérez-Pueyo, 2017;
Luis-Pascual y Muros, 2018 ).
Se puede apreciar que en el factor “Ventajas del sistema de evaluación” la media general
más elevada corresponde a la afirmación “Requiere más responsabilidad”. Esto también se
puede apreciar en otras investigaciones que utilizaran sistemas de EFyC, y existen
reportes consistentes al respecto, como la revisión que hicieran Hamodi, López y López-
Pastor (2014), quienes analizaron en los últimos diez años de la implementación de EFyC
en el ámbito universitario por la red de EFyC, pudiéndose detectar que el alumnado
manifiesta una percepción de mayor carga de trabajo, al igual que el profesorado. Pero los
datos muestran que con la incorporación de EFyC no se sobreasan los créditos ECTS de
las asignaturas, y aunque la responsabilidad aumenta en el alumnado, esto se debe a que
la carga del trabajo se distribuye en todo el proceso de E-A y no solo en la etapa final.
Referente al ítem de ventajas del sistema de evaluación hay dos afirmaciones (“Hay un
contrato previo, negociado y consensuado del sistema de evaluación” y “Se da un
seguimiento más individualizado”) que a pesar de obtener valoraciones que se ubican entre
“algo y bastante”, son las que obtuvieron medias generales más bajas, por lo que a juicio
del alumnado el componente “compartido” está presente, pero es el que menos destaca en
las experiencias de evaluación en las que participó. Esto requiere de una preocupación
especial para futuras experiencias si se considera que la participación del alumnado es
considerada por autores como Benito, Villaverde, Hortigüela y Abella-García (2016) como
una característica de vital importancia en la evaluación de los procesos de E-A que se
instalan en el nivel universitario, sobre todo si se considera que ayuda a poner acento en
el carácter formativo de la evaluación (Gil y Padilla, 2009). Así, también investigaciones
manifiestan que la implicación del alumnado ayuda a generar mayor vinculación del
mismo alumnado con su propio proceso de E-A (Angelini, 2016; Atienza, Valencia-Peris,
Martos-García, López-Pastor y Devís-Devís, 2016; Zaragoza, Luis-Pascual y Manrique,
2009), aunque se deja ver que a pesar de estas consideraciones se han encontrado
evidencias de poca participación del alumnado posteriormente en los procesos de
149
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
150
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
6. Conclusiones
A modo de conclusión se ha cumplido con el objetivo de investigación previamente
establecido, que hace referencia a “conocer la percepción del alumnado sobre la aplicación
de sistemas de Evaluación Formativa y Compartida en una universidad chilena, que se han
llevado a cabo durante cuatro cursos seguidos en cuatro asignaturas diferentes”. Los datos
muestran que el alumnado de FIPEF suele dar valoraciones más altas a las afirmaciones
que hacen referencia a las ventajas del uso de sistemas de EFyC durante su formación
inicial. A juicio del alumnado participante el ítem que recibe la valoración más elevada de
forma general hace referencia a la mayor responsabilidad que requiere trabaja con estos
sistemas de evaluación, entendiéndose esta elevada responsabilidad como un factor
positivo para su proceso formativo. Aunque con valoraciones casi igual de altas pueden
encontrarse los ítems que hacen referencia a aspectos como ofrecer alternativas a todos
los estudiantes y que ofrece un feedback continuo, lo que ayuda a realizar mejores procesos
de aprendizaje (más aprendizaje, más activo, funcional y significativo) y que realizan una
evaluación más completa, que evalúa los diferentes tipos de aprendizajes y competencias.
Con valoraciones ligeramente más bajas (pero altas en términos generales), pueden
encontrarse los ítems que hacen referencia a aspectos como la existencia de procesos de
negociación curricular sobre el sistema de evaluación a utilizar, la importancia del trabajo
diario y colaborativo para lograr procesos de aprendizaje mejores, más continuos y con
una mayor motivación, el mejor seguimiento del alumnado y la mayor justicia en la
calificación final.
Por su parte las afirmaciones del factor “Posibles Inconvenientes del Sistema de
Evaluación”, que recibieran valoraciones elevadas, lo hacen en aspectos como la asistencia
obligatoria, la continuidad, comprensión previa, el esfuerzo que demanda y otras
exigencias que son más bien consideradas características de todo sistema de EFyC.
Además, cómo ya se ha visto en otros estudios, esta percepción de mayor carga de trabajo
se ve recompensada con un mayor aprendizaje.
El estudio puede ser de interés para el profesorado que trabaja en FIP y FIPEF de
titulaciones que funcionen bajo un modelo de aprendizaje por competencias y que esté
interesado en implementar sistemas de EFyC en sus aulas, como vía para potenciar
mejores procesos de aprendizaje en su alumnado. También puede ser de interés para los
investigadores especializados en este tipo de temáticas, dado que ofrece datos empíricos
de universidades donde existen muy pocas referencias publicadas sobre la temática.
151
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
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153
F. J. Gallardo-Fuentes, B. Carter-Thuillier y V. M. López-Pastor
154
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Cv de los autores
Francisco Javier Gallardo-Fuentes
Profesor Asociado del departamento de Ciencias de la Actividad Física de la Universidad
de los Lagos, Osorno, Chile, integrante del Núcleo de Investigación en Salud, Actividad
Física y Deporte. Sus principales líneas de investigación son: la evaluación formativa y
compartida en educación superior y las ciencias del deporte. ORCID ID: 0000-0002-3985-
157X. Email: fgallardo@ulagos.cl
Bastian Carter-Thuillier
Profesor de la Facultad de Educación, Universidad Católica de Temuco, integrante del
Núcleo de Investigación en Salud, Actividad Física y Deporte de la Universidad de los
Lagos. Sus principales líneas de investigación son: La evaluación de aprendizajes, El
deporte y la escuela, inmigración y deporte, y Las ciencias de la actividad física. ORCID
ID: 0000-0001-7342-4179. Email: bcarter@uct.cl
155
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 137-174.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.009
The assessment of teachers' satisfaction with their careers is one of the parameters that
can be used to measure the quality of teaching and improve access to the teaching
function. The present study tries to analyze the satisfaction of Physical Education
teachers with the career, taking into account three factors are decisive for the diagnosis:
the assessment of the initial training received, access to the world life and professional
experiences. From these axes we evaluate with mixed methodology the differences that
exist between the satisfaction of men and women and those that come from the opinions
of Physical Education Teaching degree graduates and graduates of Sciences of Physical
Activity and Sport. The results show how the variable "sex" leads us to conclude that
there are no significant differences between the satisfaction of men and women with the
career, despite the fact that the motivations and perceptions of each group vary. These
differences are significant considering the variable "studies". The practical skills in the
training received, the problems of access to the teaching function and the negative
sensations perceived in the first destinations are some of the aspects that lead teachers to
feel less satisfied with the career. The study concludes with the need to delve deeper into
the barriers that men and women have in the profession and to know whether the
differences in satisfaction according to studies increase with years of experience.
Keywords. Professional satisfaction; Physical education; Teacher training; Pedagogic
practice; Assessment.
*Contacto: miriam.sonlleva@uva.es
Recibido: 15 de enero de 2019
1ª Evaluación: 04 de febrero de 2019
issn: 1989-0397
2ª Evaluación: 21 de febrero de 2019
www.rinace.net/riee/ Aceptado: 25 de febrero de 2019
https://revistas.uam.es/riee
M. Sonlleva Velasco, S. Martínez Scott y R. Monjas Aguado
1. Introducción
En el panorama actual español, con una gran masificación de estudiantes en el sistema
universitario y una alta tasa de desempleo entre las personas tituladas, se presenta una
gran inquietud por mejorar la calidad docente y el acceso al mundo laboral.
Dentro del ámbito de la educación, desde hace algunos años, son muchos los estudios que
se están haciendo eco sobre esta realidad y que consideran la necesidad de conocer las
opiniones, pensamientos e intereses de los docentes como un elemento crucial para poder
realizar una evaluación de la enseñanza (Edmons, 1982; Jiménez, Terríquez y Robles,
2001; Sander, Stevenson, King y Coates, 2000; Zurita, Viciana, Garofano, Padial y Cepero,
2017). De estos estudios se desprende que la retroalimentación por parte de los estudiantes
y los egresados, tanto durante el proceso de formación como una vez terminada la carrera,
supone una forma de acercamiento a la realidad formativa y profesional desde la óptica de
sus principales beneficiarios y aporta elementos de reflexión útiles para optimizar la
formación ofrecida (Gil-Flores et al., 2009).
Esta línea de trabajo ha sido tenida en cuenta en investigaciones recientes dentro del área
de Educación Física. Así, hemos podido comprobar que existen abundantes estudios en los
últimos años que tratan de recuperar la percepción de los estudiantes en su formación
inicial y la de los egresados, sobre diferentes aspectos del proceso educativo (Herranz y
López, 2017; Hortigüela y Pérez, 2016; Hortigüela, Abella y Pérez, 2015; López y
Palacios, 2012; Martínez, Santos y Castejón, 2017; Sonlleva, Martínez y Monjas, 2018,
entre otros).
Estos estudios desvelan que la especialidad de Educación Física, tanto a nivel académico
como social, muestra ciertos aspectos comunes con otras especialidades de la titulación del
Magisterio, como por ejemplo, el compartir ciertas asignaturas y soportar la presión
descalificadora de la sociedad post moderna; pero también permiten ver cómo el profesor
de Educación Física tiene ciertas características que le diferencian del resto del
profesorado (Moreno, Sicilia y Águila, 2000). Se trata de un profesional que juega un papel
crucial en el desarrollo psicológico, afectivo y psicomotriz del estudiante. Además, la
relación que establece este profesional con su alumnado resulta ser especial, pues a través
de su trabajo es capaz de conocer mejor a sus estudiantes, fomentar sus motivaciones y
aportarles un mayor nivel de bienestar (Iznaola y Gabriel, 2008).
Pero investigaciones como la de Gambau (2015), revelan como el estatus marginal de la
Educación Física, las deficiencias en la formación del profesorado, la falta de incentivos a
los docentes, la dificultad para el desarrollo profesional continuo y la ausencia de recursos
son algunas problemáticas que hacen perder a los docentes de esta área la motivación por
la carrera. Esta perdida de motivación, repercute directamente en la experiencia de
aprendizaje que se ofrece al alumnado a través de las clases de esta materia.
Los aspectos mencionados no solo redundan en la enseñanza, sino que también inciden en
la satisfacción del docente con la carrera realizada. Explican Bimbela et al. (2010), que la
satisfacción profesional es uno de los indicadores más importantes para llegar a descubrir
cuál es la actitud general de los docentes en el aula. La evaluación de este indicador es
fundamental para poder identificar las variables que puedan ser modificadas e incentivar
la motivación, el bienestar y la satisfacción del profesional por el trabajo (Griffin, 2010).
158
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
contrario, entre las dimensiones que producen una baja satisfacción entre los docentes con
relación a la carrera realizada se encontrarían: el bajo prestigio profesional, la falta de
recursos y formación, la baja retribución salarial y las posibilidades de ascenso.
Profundizando en la carrera del profesorado de Educación Física, nos interesa detenernos
en estudios como el de Moreno, Sicilia y Águila (2000), que pretende determinar los
motivos de la elección para la carrera del maestro de Educación Física, analizar las
dificultades encontradas en la carrera y reflexionar sobre la importancia social del
maestro; y el realizado años más tarde por Díaz y Barroso (2008), que trata de conocer la
satisfacción del profesorado de Educación Física en Educación Secundaria desde
cuestiones relacionadas con las condiciones de trabajo y la labor docente. Ambas
investigaciones, contextualizadas en la comunidad autónoma de Andalucía (España),
exponen la necesidad de ampliar los resultados ofrecidos realizando estudios a nivel
nacional y, además, nos llevan a comprender que entre los aspectos más relevantes para
conocer el grado de satisfacción del profesorado de Educación Física con la carrera
realizada se encuentran: la formación inicial recibida (en la que se destacan los motivos
por la elección de la carrera y la percepción de la formación inicial); las posibilidades de
acceso a la función docente; y las vivencias en los centros.
3. Objetivos
De acuerdo con los últimos estudios y las limitaciones reseñadas en los mismos, nos
planteamos como objetivo general de este trabajo conocer cuál es el grado de satisfacción
del profesorado de Educación Física con la carrera realizada. El rasgo diferenciador del
estudio que presentamos en relación a la bibliografía existente es que analiza la
satisfacción de este grupo de profesores atendiendo a tres factores que se consideran clave
para determinar esta variable: la satisfacción con la formación inicial recibida, el acceso a
la labor profesional y la experiencia en el centro. Analizando estos tres factores nos
marcamos como objetivos específicos: a) conocer las diferencias en la satisfacción
profesional de los egresados en Educación Física atendiendo a la variable género; y b)
indagar en las diferencias en relación a la satisfacción profesional de los profesionales de
Magisterio de Educación Física y los de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
4. Metodología
4.1. Fases de la investigación
El estudio realizado se asienta en una metodología de investigación mixta y ha sido
elaborado en cinco fases. La investigación comenzó con la caracterización de los sujetos
que participaron en la muestra y la elaboración de un cuestionario sobre diferentes
aspectos relacionados con la carrera de Educación Física. Uno de ellos pretendía conocer
el grado de satisfacción de los egresados con la carrera realizada. Posteriormente, se
administraron los cuestionarios, por parte del equipo de investigación, en 14 Facultades
de Educación españolas, durante el curso académico 2014/2015. En una fase posterior, y
tras un primer análisis descriptivo de los datos, descubrimos que era necesaria la
ampliación de la información recogida en relación a la pregunta de investigación realizada
desde una mirada cualitativa. Para ello, se confeccionó un guion de entrevista estructurada
y se recogieron datos de 20 participantes de la muestra, entre los meses de febrero y junio
160
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
de 2018. Tras el análisis de los datos cualitativos, procedimos a realizar una discusión de
la información recogida y a confrontarla con los datos de otras investigaciones. La última
fase culminó con la presentación del informe de investigación que mostramos en las
siguientes líneas.
4.2. Participantes
El estudio ha sido realizado con un total de 491 docentes de Educación Física (58,9%
hombres y 41,1% mujeres), que finalizaron sus estudios entre los años 2000 y 2015. De
ellos, 291 participantes son egresados de Facultades de Ciencias de la Actividad Física y
el Deporte y 192 de Facultades de Educación. La mayoría de los encuestados tiene una
edad inferior a 30 años (91,7%) y fueron estudiantes de las localidades de Albacete,
Barcelona, Córdoba, Huesca, La Laguna, León, Lleida, Madrid, Murcia, Segovia, Valencia,
Valladolid, Vitoria y Zamora (Tabla 1).
Tabla 1. Distribución de la muestra por localidades
PORCENTAJE PORCENTAJE
FRECUENCIA PORCENTAJE
VÁLIDO ACUMULADO
Segovia 21 4,3 4,4 4,4
Albacete 62 12,6 12,9 17,3
Granada 1 0,2 0,2 17,5
Madrid 6 1,2 1,3 18,8
Valencia 6 1,2 1,3 20,0
Valladolid 25 5,1 5,2 25,3
Barcelona 66 13,4 13,8 39,0
Vitoria 30 6,1 6,3 45,3
Córdoba 24 4,9 5,0 50,3
León 43 8,8 9,0 59,3
Huesca 59 12,0 12,3 71,6
La Laguna 8 1,6 1,7 73,3
Lleida 60 12,2 12,5 85,8
Murcia- UCAM 49 10,0 10,2 96,0
Zamora 15 3,1 3,1 99,2
Zaragoza 2 0,4 0,4 99,6
Murcia - UMU 2 0,4 0,4 100,0
Total 479 97,6 100,0
Perdidos sistema 12 2,4
Total 491 100,0
Fuente: Elaboración propia.
Deporte. Para su selección, hemos tomado como referencia las diez localidades que tienen
un mayor índice de participación en la muestra cuantitativa (Segovia, Albacete, Valladolid,
Barcelona, Vitoria, Córdoba, León, Huesca, Lleida y Murcia) y hemos seleccionado al
menos una persona de cada una de ellas, siendo más numerosas las entrevistas recogidas
de la localidad de Segovia (5), Valladolid (4), León (2), Lleida (2) y Barcelona (2).
Para elaborar el guion de la entrevista se procedió a reformular la pregunta que guía la
investigación tratando de conocer qué elementos subjetivos condicionaban la respuesta
cuantitativa de los participantes y poder profundizar sobre los mismos (Anexo 1).
Durante todo el proceso de recogida de datos se ha velado por el anonimato de las personas
que colaboran en el estudio y la confidencialidad de informaciones personales que pudieran
perjudicarles, que han sido eliminadas del informe final.
4.4. Análisis de los datos
Los datos cuantitativos fueron analizados mediante el paquete estadístico SPSS 20.0 desde
las variables: sexo y tipo de estudios. Puesto que el objetivo de la investigación era conocer
el grado de satisfacción de los egresados de Educación Física con la carrera realizada y
solo disponíamos de una pregunta en el cuestionario, decidimos realizar un análisis
descriptivo de los datos, a nivel exploratorio, para conocer si existían diferencias iniciales.
Los datos cualitativos, recogidos en las entrevistas individuales, fueron transcritos y
posteriormente analizados a través del programa ATLAS.ti. Para ello, primero realizamos
una lectura de cada entrevista de forma individual y a continuación, buscamos conexiones
entre las veinte entrevistas realizadas. Así, descubrimos tres núcleos de significado, que
aparecían en todas ellas y daban sentido al análisis cualitativo: la satisfacción con la
formación inicial recibida, el acceso a la labor profesional y la experiencia en el centro.
Desde estos núcleos hicimos un análisis de las entrevistas atendiendo a las variables
género y estudios, para poder establecer comparaciones y diferencias. Además, tuvimos en
cuenta los diferentes temas que aparecían bajo los tres núcleos desde estas variables, un
aspecto que nos ha permitido profundizar en cada uno de ellos.
Las citas literales recogidas de las entrevistas serán presentadas en el informe utilizando
las variables: sexo, edad, estudios. Para el sexo utilizaremos las siglas H (hombres), M
(mujeres). Para los estudios recurriremos a las siglas EMEF (Estudiantes de Magisterio
de Educación Física) y ECAFID (Estudiantes de Ciencias de la Actividad Física y el
Deporte). La edad se verá representada a través de su correspondiente dígito.
Los resultados serán presentados en dos apartados coincidentes con los objetivos del
estudio: grado de satisfacción en función de la variable “sexo” y grado de satisfacción en
función de la variable “estudios”. Dentro de cada apartado abordaremos los tres ejes que
hemos tenido en cuenta para el conocimiento de la satisfacción con la carrera realizada,
centrados en la formación inicial recibida, el acceso al mundo laboral y la experiencia
profesional.
162
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
5. Resultados
5.1. Grado de satisfacción en función de la variable “sexo”
El análisis descriptivo de los datos nos permite comprobar como la media del grado de
satisfacción de los hombres es de 6,02, mientras que la de las mujeres es de 6,30 (Tabla 2).
Teniendo en cuenta que las desviaciones típicas de ambos grupos no presentan grandes
diferencias, podemos concluir que no se muestran diferencias entre la satisfacción que
manifiestan los hombres con la carrera realizada y la que presentan las mujeres, estando
en ambos casos en un nivel medio.
Tabla 2. Estadísticos descriptivos del grado de satisfacción según el sexo
HOMBRES MUJERES
Media 6,02 6,30
Mediana 7,00 7,00
Desviación típica 2,415 2,355
Mínimo 0 1
Máximo 10 10
Fuente: Elaboración propia.
Cuando analizamos los datos a través del gráfico de puntuaciones, observamos que un
amplio porcentaje de hombres sitúa sus respuestas por encima de los 7 puntos, pero otro
grupo considerable lo hace por debajo del 5, incluso algunos puntúan su grado de
satisfacción con la carrera realizada con 0 puntos (Figura 1). No ocurre lo mismo en el
caso de las mujeres, que puntúan su satisfacción de 1 a 10 puntos, situándose un mayor
número de respuestas entre los 7 y los 8 puntos.
Sin embargo, las motivaciones que mueven la respuesta de cada uno de los participantes
de acuerdo al sexo, contempla múltiples variables personales que deben ser analizadas.
Em algunos casos, dichas variables están influídas por percepciones que parten de la
educación recibida en espacios formales e informales. Así, si nos adentramos en los datos
163
M. Sonlleva Velasco, S. Martínez Scott y R. Monjas Aguado
recogidos en las entrevistas, veremos cómo las motivaciones de hombres y mujeres por la
elección de la carrera son completamente diferentes. Mientras el grupo masculino admite
que eligió esta profesión porque le gustaba la actividad física y por las experiencias
deportivas previas que había tenido en su trayectoria vital:
Elegí formarme en INEF porque desde siempre he tenido una vinculación especial con el
deporte. Mi familia me lo inculcó desde niño y para mí la actividad física es un modo de vida.
(H, 32 años, ECAFID)
Para la mayoría de las mujeres su elección viene determinada por la referencia de modelos
docentes de Educación Física a lo largo de su trayectoria académica y por la vocación hacia
el Magisterio. Sólo dos de las mujeres entrevistadas admite que eligió esta carrera por
preferencias deportivas y esta decisión es la última de entre sus motivaciones.
Desde que comencé la universidad tenía especial interés en la especialidad de Educación
Física, esta motivación venía precedida por varios maestros que tuve en Educación Primaria
y Secundaria de esta asignatura además de mi vinculación con el deporte. (M, 25 años,
EMEF)
En ambos casos, valoran la formación recibida de forma muy positiva, cumpliendo con sus
expectativas antes de comenzar la carrera. Los factores que condicionan esta respuesta
son la calidad de la formación inicial, la acertada adecuación de los contenidos y la buena
relación con el profesorado universitario.
Como aspectos positivos del grado destaco: la gran profesionalidad de muchos de los profesores
que tuve, así como su manera cercana de enseñarnos y querer transmitirnos sus conocimientos,
con el fin de que les aprendiéramos, les pusiéramos en práctica y a su vez creáramos nuestra
propia manera de enseñar. (H, 28 años, EMEF)
A pesar de ello, cinco hombres y seis mujeres de entre los entrevistados expresan que
hubiera sido necesario aumentar el número de prácticas a lo largo de la carrera y haber
adquirido una mayor formación en lengua extranjera, uno de los aspectos que consideran
fundamentales para el acceso a la función docente.
De la formación recibida echo en falta más asignaturas que se dediquen exclusivamente a la
Educación Física de modo práctico (ya que la E.F. —especialmente en Primaria— se centra
en el juego y en lo práctico más que en la teoría) y menos que se dediquen exclusivamente a la
teoría deportiva. Además, se necesita mayor formación en inglés. Después de terminar la
carrera de Educación Física tuve que estudiar el C1, que es lo que me ha permitido trabajar
a día de hoy como professor. (H, 25 años, EMEF)
En todos los casos, el sistema de oposición al cuerpo docente resulta ser una barrera
importante para tener una satisfacción plena con la carrera elegida.
Antes de estudiar para ser maestro sabemos que tenemos que opositar, pero no siempre se tiene
claro lo difícil que es encontrar trabajo. Las oposiciones son muy duras, da la sensación en
ocasiones de pérdida de tiempo, somos demasiados para pocas plazas. Muchas veces sientes
impotencia, dan ganas de tirar la toalla. (M, 28 años, EMEF)
Una vez superado el acceso a la función docente, hombres y mujeres admiten estar
satisfechos con su elección. Entre los aspectos más destacados en esta satisfacción se
encuentran, para las mujeres, el trato con los niños. Ocho de las entrevistadas convienen
que el Magisterio es una profesión vocacional.
Uno de los aspectos positivos de esta profesión es la gratificación que recibes cada vez que un
niño ha aprendido algo gracias a ti, el cómo evolucionan día a día y sin olvidar que todos los
días aprendes algo nuevo de ellos, un aspecto que nos hace crecer como personas y como
maestros. Es una profesión vocacional. (M, 25 años, EMEF)
164
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Además, las entrevistadas manifiestan que recurren con frecuencia a la pasión que sienten
por la infancia y la educación, ante las dificultades que viven en el día a día, provocadas
principalmente por el continuo cambio de destino.
El Magisterio es una carrera de fondo, sin duda. Yo creo que la gente que seguimos con ello
es porque tenemos verdadera pasión por la educación y por los niños. Desde luego, todo aquel
que cree que los maestros viven bien porque tienen un buen sueldo y muchas vacaciones no
saben nada de la carrera docente. El desgaste que genera encontrar una plaza y vivir a merced
del destino que te dan en septiembre no es nada fácil, pero cuando llegas al aula y estás con
los alumnos, el sufrimiento merece la pena. (M, 28 años, EMEF)
En el caso de los hombres, la satisfacción —cuando ya han accedido al mundo laboral—
viene condicionada por: las posibilidades de formación posteriores, el buen trato con los
compañeros y los recursos económicos.
Desde que estoy trabajando en un centro, mi satisfacción profesional viene condicionada por
el destino, las relaciones con los compañeros del centro y el tiempo libre del que dispongo para
seguir formándome. Nuestra profesión es una carrera de fondo y en ocasiones no está
suficientemente pagada. (H, 31 años, ECAFID)
Hombres y mujeres, además, echan en falta una mayor consideración social de su
profesión, sobre todo por parte de las familias.
Un aspecto negativo de esta carrera es que la sociedad no sabe valorar en muchos casos nuestra
profesión, pues ven al maestro de Educación Física como el menos importante, pues estamos
todo el día en chándal y somos el que juega con sus hijos. Las familias no ven más allá del
estereotipo y realmente no saben todo lo que aprenden y desarrollan con nosotros. (H, 27 años,
EMEF)
Además, los hombres, suelen manifestar su disconformidad con el estatus marginal de la
Educación Física, la falta de recursos en los centros, la ausencia de posibilidades para la
formación continua dentro del área y el limitado número de horas en el que enseñan la
matéria. Este último aspecto, les convierte durante la mayor parte de la jornada en
maestros generalistas, algo para lo que dicen no estar suficientemente formados y que les
lleva a tener insatisfacción con la experiencia laboral.
5.2. Grado de satisfacción en función de la variable “estudios”
Desde la variable “estudios”, observamos en el análisis descriptivo como la media de las
respuestas de los egresados de Magisterio es de 6,04, mientras la de los egresados de
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte es de 6,20 (Tabla 4). A nivel puramente
descriptivo y a la espera de realizar análisis inferenciales, teniendo en cuenta que las
desviaciones típicas son parecidas, podemos concluir que no existen diferencias entre la
percepción de ambos grupos con la carrera realizada.
Tabla 4. Estadísticos descriptivos del grado de satisfacción según los estudios
EMEF ECAFID
Media 6,04 6,20
Mediana 7,00 7,00
Desviación típica 2,591 2,255
Mínimo 1 0
Máximo 10 10
Fuente: Elaboración propia.
Esa misma conclusión podemos extraerla a través del gráfico de puntuaciones de cada uno
de los grupos (Gráfico 2), a pesar de que se observa cómo los egresados de Ciencias de la
165
M. Sonlleva Velasco, S. Martínez Scott y R. Monjas Aguado
Actividad Física y el Deporte tienen un mayor grado de satisfacción con la carrera que los
egresados de Magisterio de Educación Física, ya que un porcentaje amplio de participantes
del primer grupo otorgan puntuaciones de 7 a 10 puntos.
Cuando contrastamos estos datos con las repuestas que los participantes ofrecen en las
entrevistas, distinguimos que existe una correspondencia directa. Adentrándonos en sus
narraciones podemos considerar que la elección de la carrera, en el caso de estudiantes de
Magisterio de Educación Física, viene condicionada por un mayor número de factores
externos, como el no haber podido acceder a otras titulaciones que exigían mayor nota de
corte, la proximidad a la vivienda familiar o por ser el instrumento para acceder a otras
titulaciones vinculadas, como el Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Además, los maestros de Educación Física expresan otras motivaciones internas como,
por ejemplo, el gusto por la docencia y la influencia de modelos familiares y profesionales
vinculados con la misma.
La elección de estudiar Magisterio de Educación Física vino motivada por varios factores:
el primero fue que era la titulación que más me gustaba dentro de las ofrecidas por la
Universidad de Valladolid; el segundo es que no me daba la nota de la selectividad para hacer
INEF y esta carrera me ofrecía una formación parecida para trabajar en algo relacionado
con los niños y el deporte; y la tercera razón es que yo siempre he querido ser maestro, así que
tenía claro que mis estudios universitarios tenían que estar relacionados con la profesión
docente. (H, 31 años, EMEF)
Las motivaciones en el caso de estudiantes de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
tienen un carácter más interno y están relacionadas con el mundo del deporte. Los
participantes expresan que el gusto por la actividad física y su relación con el deporte a lo
largo de su trayectoria biográfica, son dos factores determinantes para la elección de la
carrera.
Tenía muy claro que quería estudiar INEF y que me quería dedicar a la actividad física
profesionalmente, porque desde siempre me ha gustado el deporte. Saqué buena nota en las
pruebas de acceso y mis padres querían que hubiera hecho otra carrera. Mi padre es médico y
166
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
siempre quiso que hiciera Medicina, pero a mí me gustaba INEF y lo hice en Madrid. (M,
29 años, ECAFID)
Tanto los profesionales vinculados con el Magisterio de Educación Física como aquellos
formados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, admiten que la formación inicial
recibida cumplió con sus expectativas, a pesar de que las respuestas ofrecidas por los
participantes muestran una clara diferencia entre las exigencias de una titulación y la de
otra. Mientras los egresados de Magisterio consideran que la carrera no les resultó de
gran dificultad:
La titulación no me resultó difícil. Tiene mucha carga de horas de trabajo en casa, de hacer
proyectos, recensiones, lecturas, preparar prácticas… pero creo que el aprobado no es difícil de
obtener. Lo que hay que tener claro es que, después, en las oposiciones, ese aprobado significa
no tener plaza, por eso hay que intentar ir a por nota (y eso exige constancia, trabajo y mayor
esfuerzo, algo a lo que no estamos acostumbrados). (H, 27 años, EMEF)
Los egresados de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte explican que desde la prueba
de evaluación de las aptitudes físicas —obligatoria para el acceso a la titulación—, vivieron
un proceso de formación exigente que continuó a lo largo de la carrera.
Fueron años duros… tienes que tener una buena aptitud física y eso hay que demostrarlo
desde que entras en la carrera. Además, las materias están vinculadas no solo con el deporte,
sino que también el plan de estudios tiene una buena carga teórica. (H, 29 años, ECAFID)
Este aspecto hace que, en algunos casos, los maestros sientan cierta inferioridad respecto
a los ECAFID, considerando a estos como profesionales con mayores competencias en el
ámbito de la Educación Física y una mayor cualificación para el desarrollo de actividades
profesionales vinculadas con el ámbito deportivo y ajenas a la docencia.
Aunque yo sentía que en la carrera de Magisterio me habían preparado bien para trabajar
en el colegio, cuando hice las prácticas me di cuenta que me faltaban competencias. Además,
yo creo que con Magisterio las salidas profesionales se reducen solo a las oposiciones y esto es
un problema, porque somos muchos para pocas plazas. (M, 29 años EMEF)
Los dos grupos de personas entrevistadas admiten que el momento de mayor
insatisfacción profesional lo vivieron al terminar la carrera e intentar buscar trabajo.
Mientras los maestros de Educación Física recurrieron en su mayoría al sistema de
oposiciones como única salida profesional, un aspecto que critican por la dificultad de
acceso y la masificación de opositores:
En cuanto al proceso de oposición en el que sigo estando inmersa lo he vivido de distintas
maneras pero ninguna buena; siempre dicen que es una montaña rusa y nada más lejos de la
realidad. Es un proceso tedioso con un alto coste a nivel psicológico y social. En mi caso nunca
he llevado bien este proceso, no he sabido encontrar un punto de equilíbrio. (M, 28 años,
EMEF)
Los ECAFID -que tampoco se sienten plenamente satisfechos con el sistema de oposición-
no solo recurren a esta vía para acceder al mundo laboral, sino que exploran otras salidas
como la gestión deportiva, la preparación física, los programas de actividad física y salud
o la promoción de empresas de servicios deportivos.
Me presenté una vez a las oposiciones, pero había pocas plazas y solo entré en listas. Al año
siguiente encontré trabajo como monitor deportivo en una empresa privada y llevo varios años
desempeñando mi trabajo allí (…). Una de las cosas que me gustan de mi trabajo es ganarme
la vida haciendo deporte y enseñando a otros a tener una buena competencia física. (H, 30
años, ECAFID)
167
M. Sonlleva Velasco, S. Martínez Scott y R. Monjas Aguado
Estas salidas profesionales serán condicionantes para que ambos grupos expresen su
satisfacción en el puesto de trabajo. Mientras, los ECAFID, parecen estar satisfechos con
su trabajo, independientemente de la salida profesional elegida.
Cuando terminé la carrera estudié el Master de Formación del Profesorado en Educación
Secundaria y me presenté a oposiciones. Aprobé con una nota baja, pero desde entonces estoy
trabajando (…). No puedo decir nada negativo de esta profesión, me siento afortunada de
poder trabajar en lo que me gusta, además, a la mayoría de los alumnos les gusta la Educación
Física y todos los años he conectado muy bien con ellos. (M, 30 años, ECAFID)
Los maestros y maestras expresan que las dificultades que se presentan en los primeros
destinos (que suelen venir propiciadas por el trabajo en centros con una gran diversidad
de alumnado, escasos recursos y professorado), la inexperiencia para impartir materias no
relacionadas con la Educación Física y las escasas relaciones con compañeros (provocadas
porque cubren bajas de otros docentes y no están mucho tiempo en el centro), son algunos
aspectos que les llevan a tener una percepción negativa de la práctica ordinaria del aula.
Durante el primer curso escolar me planteé varias veces si yo valía para ser profesora e incluso
me planteé dejarlo, porque no me veía capaz. Si bien es cierto que los centros que me encontré
fueron de todo menos fácil, tanto por la situación del alumnado como por la de los compañeros;
a lo que hay que añadir el que fueron sustituciones cortas (de un mes) y a mitad de curso.
Circunstancias que te hacen sentir y actuar no como una profesora sino como la sustituta de
otra profesora, porque te ves condicionada a seguir su línea para perjudicar lo menos posible
a los alunos. (M, 28 años, EMEF)
Ambos grupos de profesionales admiten que el trabajo en los centros educativos de
Primaria y Secundaria, exige también disponer de una serie de competencias para las que
no se sienten suficientemente formados. La resolución de los problemas y conflictos que
se presentan en el aula, la colaboración con compañeros de otras asignaturas y la
colaboración con la administración y otras instituciones para ofrecer al alumnado otras
experiencias físicas, tanto dentro como fuera del horario escolar, son algunas de ellas.
6. Discusión y conclusiones
El estudio realizado avanza en mostrar que la satisfacción que perciben los docentes acerca
de la carrera varía a nivel personal y viene condicionada por una serie de factores como la
sensibilidad individual, las características personales, la trayectoria biográfica y otra serie
de aspectos que configuran formas distintas de percibir la realidad laboral.
A nivel general, podemos decir que el profesorado de Educación Física tiene una
satisfacción general con la carrera realizada media- alta. Entre los aspectos que la mayoría
de participantes destaca como dimensiones que les reportan una alta satisfacción con la
carrera elegida se encuentran: cuestiones vinculadas con la formación inicial recibida, de
la que destacan —igual que lo hacen estudios como los de Pascual (2007), Folgueiras,
Luna y Puig (2013) y Zurita y otros (2017)—: la calidad académica del profesorado
universitario, la disposición para atender consultas, el trato cercano con los estudiantes y
la práctica docente. Por el contrario, entre los aspectos que les llevan a tener una baja
satisfacción con la carrera, los egresados señalan: la falta de un mayor número de
experiencias prácticas en la carrera, la dificultad de acceso a la función docente, la escasa
importancia académica que tiene la Educación Física para las familias y el reconocimiento
social de su labor, aspectos que también han sido señalados en investigaciones como la de
Díaz y Barroso (2008).
168
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Profundizando en los resultados ofrecidos, hacemos constar que si bien la variable “sexo”,
no presenta diferentes en las respuestas ofrecidas por los participantes del estudio a nivel
cuantitativo, sí se hacen notar a nivel cualitativo, un detalle que también se aprecia en
investigaciones como la de Güell (2014). Este hecho nos hace apoyar la teoría de Delgado
y Zurita (2013), que mencionan la importancia que tiene en las investigaciones sobre el
profesorado de Educación Física, tomar el género como categoría de análisis y utilizar
datos cualitativos, ya que estos permiten abrir nuevas líneas de debate y conocer la
influencia que la educación tradicional ha tenido en hombres y mujeres.
Atendiendo a este influjo, hemos podido constatar cómo la vocación y la pasión por la
infancia aparecen como manifestaciones que motivan al género femenino para realizar la
carrera de Educación Física; siendo el gusto por la actividad física y el deporte las
motivaciones que mueven a los hombres a estudiar esta titulación. Estas motivaciones son
en las que se refugian ambos grupos de profesionales para superar las barreras de acceso
al mundo laboral y las que después valoran en su trabajo ordinario en el aula.
Junto a ellas, también apreciamos cómo el rol tradicional de género suele aparecer al
comentar sus impresiones en la experiencia en los centros. Mientras las docentes viven la
lejanía a la vivienda familiar y el continuo cambio de destino como problemas para tener
una satisfacción profesional plena; en el caso de los hombres es la posibilidad de obtener
una mejor formación y mejorar sus recursos económicos los aspectos que desdibujan una
satisfacción con la carrera completa.
Avanzando en la discusión de los datos, en relación a las diferencias presentadas por los
egresados de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y de Magisterio de Educación
Física, hemos comprobado que, a pesar de que en análisis descriptivo no son amplias, sí se
aprecian algunas cuando profundizamos en las los datos de las entrevistas, aceptando las
conclusiones de estudios como los de Herrada y Herrada (2012) y Díaz y Barroso (2008).
Estudios como el de Camina y Salvador (2007), coinciden con el nuestro en que los
estudiantes de Magisterio de Educación Física eligen la carrera por: el gusto por la
docencia, los contenidos específicos de la especialidad y la vocación. Estos profesionales
admiten que después de la formación inicial, optan prioritariamente por el sistema de
oposiciones como medio para acceder al mundo laboral, una experiencia que les genera
sentimientos de estrés, disminución de la motivación y bajo interés por la carrera (Moreno,
Sicilia y Águila, 2000).
Trabajos como el de Iznaola y Gabriel (2008) confirman nuestros resultados y nos llevan
a apreciar cómo en la experiencia profesional, los maestros de Educación Física valoran
como aspectos reseñables de su satisfacción con la carrera realizada: la posibilidad que les
ofrece de enseñar, de ver la evolución física y madurativa de sus alumnos y de observar el
disfrute del alumnado con la asignatura.
En el caso de los titulados de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, los profesionales
admiten haber elegido la carrera por su vinculación con el deporte y explican que las
exigencias en la formación inicial, a pesar de haber sido severas, les sirven tras la
conclusión de la misma para tener mayores competencias profesionales y un abanico
mayor de posibilidades en el mundo laboral, a pesar de que la participación en oposiciones
de Secundaria suele ser la salida profesional más elegida por los participantes.
169
M. Sonlleva Velasco, S. Martínez Scott y R. Monjas Aguado
Concluimos esta discusión dando respuesta a los objetivos que nos proponíamos al
comienzo del artículo. Desde el primer objetivo, constatamos como el profesorado de
Educación Física tiene motivaciones diferentes hacia la carrera en función del género, un
aspecto que hace que valoren su nivel de satisfacción profesional de forma diferente. Para
las mujeres, la vocación que dicen tener por la enseñanza y por la infancia son dos aspectos
en los que se apoyan para superar las barreras que presenta el acceso al mercado laboral y
que les hacen sentirse plenamente satisfechas cuando logran tener una plaza y trabajar en
un centro. Como afirma una de las mujeres entrevistadas “cuando llegas al aula y estás
con los alumnos, el sufrimiento merece la pena”. En el caso de los hombres, el gusto por
el deporte y la actividad física son aspectos que les mueven no solo al elegir esta profesión,
sino también a valorar positivamente esta elección. Su satisfacción con el mundo laboral
está influida por el contacto con la actividad deportiva y la docencia.
En relación al segundo objetivo, constatamos cómo los profesionales que estudiaron
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte tienen una mayor satisfacción con la carrera
realizada que los egresados de Magisterio de Educación Física. La salida profesional más
valorada entre los maestros de Educación Física es el acceso a la función docente en el
sistema público, un aspecto que critican por la masificación de opositores, la subjetividad
en los procesos de oposición y los problemas emocionales y psicológicos que les supone
esta prueba. Además, algunos maestros y maestras de Educación Física parecen no tener
suficientes competencias cuando llegan por primera vez al aula. Como explicaba una de
las participantes “durante el primer curso escolar me planteé varias veces si yo valía para
ser profesora e incluso me planteé dejarlo, porque no me veía capaz”. Estas dudas e
inquietudes vienen motivadas por la situación de itinerancia que viven en los primeros
destinos, que no les permite tener un contacto prolongado con otros docentes ni establecer
relaciones duraderas con el alumnado y las familias; las altas ratios profesor-alumno y los
problemas del aula, pues las plazas ofrecidas se corresponden con los centros más
conflictivos; y el papel de “sustituto”, que les impide llevar sus propias programaciones en
el aula.
Como conclusión general del artículo, podemos decir que el profesorado de Educación
Física tiene un grado aceptable de satisfacción con la carrera realizada, siendo la formación
inicial y el trabajo en el aula con el alumnado los aspectos que destacan como más positivos
de su trayectoria y constituyendo la inserción profesional una fuerte barrera para estar
plenamente satisfechos con el oficio docente.
Entre las limitaciones que presenta el estudio realizado, podemos citar: la información
parcial aportada, la restricción que presenta la pregunta cuantitativa y la ausencia de un
mayor número de datos, que nos lleve a percibir qué aspectos subjetivos y materiales
condicionan a los profesionales de Educación Física para tener un mayor o menor grado
de satisfacción con la carrera realizada. Estas limitaciones ayudan a presentar futuras
líneas de trabajo. Entre ellas destacamos la posibilidad de realizar un análisis inferencial
para conocer si las diferencias entre los grupos analizados son significativas; profundizar
en las diferencias entre hombres y mujeres egresados de la titulación de Educación Física
en relación a las condiciones profesionales experimentadas tras varios años de carrera, así
como las barreras sufridas por su condición sexual; y conocer si las diferencias detectadas
en la satisfacción profesional entre profesionales del Magisterio de Educación Física y
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, aumentan con los años de experiencia, dadas
170
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
las numerosas alusiones que el artículo hace a las oposiciones y a los periodos iniciales en
el ejercicio profesional.
Agradecimientos
Apoyo/ financiación del trabajo: este estudio se ha llevado a cabo dentro del proyecto de
I+D+i: “Las competencias docentes en la formación inicial del profesorado de educación física”.
Convocatoria de noviembre de 2013 del Programa Estatal de Investigación, Desarrollo e
Innovación Orientada a los Retos de la Sociedad, en el marco del Plan Estatal de
Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016. Referencia: EDU 2013-
42024-R. Duración: 3 años (2014-2016).
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Teamwork is one of the most highly valued skills in future professionals who will be
incorporated into the employment context. However, it is recognized how deficient
it is in Higher Education. This article shows the students’ perceptions about a
formative and shared assessment of the teamwork competence produced during the
2016-2017 and 2017-2018 years in the Faculty of Health and Sports Sciences at the
University of Zaragoza. The aim was to improve the teamwork and explore students’
perceptions. After implementing a formative assessment we carried out a qualitative
study in which we asked 120 students by semi-structured interviews. The results
showed the effectiveness of formative and shared assessment to raise the levels of
responsibility, the development of the teamwork and feeling of justice in the marks;
but, it was also suggested the complexity inherent at interpersonal relationship skills
during the team work, the need for greater teaching support in group conflicts, the
creation of a negative climate for learning in particular group profiles and some
inconsistencies in the negotiation of the marks.
Keywords: Higher education; Active learning; Formative assessment; Student
evaluation; Feed-back; Educational cooperation.
1. Introducción
El desarrollo de competencias en los estudiantes de Educación Superior está siendo una
cuestión prioritaria de estudio en todas las universidades con sistemas de calidad en
proceso. En este sentido se ambiciona también la calidad de la competencia de los
estudiantes en el trabajo en equipo, así como, de la valoración que los profesores realizan
de la misma. No resulta extraño encontrar, entre los diseños de asignaturas, actividades
de trabajo en grupo que, normalmente, los profesores someten a evaluaciones finalistas.
Sin embargo, es menos frecuente encontrar literatura versada en cómo acometen la
evaluación del desarrollo de la competencia del trabajo en equipo los profesores de
universidad que priorizan una evaluación formativa con propósitos de aprendizaje y no,
únicamente, de calificación. En este estudio se presentan los resultados de la aplicación de
una evaluación formativa del trabajo en equipo, que fue implementada durante dos cursos
académicos, que priorizó el aprendizaje y que aportó datos sobre las percepciones de los
estudiantes.
2. Revisión de literatura
2.1. Las competencias en la formación universitaria
Como se pone de manifiesto en la numerosa bibliografía actual sobre Educación Superior,
la implantación del sistema ECTS no solo ha supuesto una transformación de la estructura
organizativa universitaria, sino también, de los diseños curriculares y su implementación.
Entre las distintas declaraciones institucionales a propósito de la convergencia europea
sobre Educación Superior, la de Lisboa (Parlamento Europeo, 2000), incide en la necesidad
de una formación integral para el individuo, más allá de la mera formación profesional en
una determinada disciplina. Como consecuencia de ello, en los estudios e informes que se
derivaron para dotar de consistencia teórica al reto que se le planteaba a los países, como
fue el informe Tuning (González y Wagenaar, 2003), queda patente el compromiso de
considerar los títulos universitarios en términos de resultados de aprendizaje y,
particularmente, en términos de competencias, siendo ambos los que constituyen el núcleo
central de la programación docente universitaria en la actualidad. A partir de esta
concepción las competencias para la formación universitaria se organizan en dos grandes
bloques: (1) competencias específicas de cada área temática, definidas como destrezas y
conocimientos relativos a la disciplina concreta; (2) competencias genéricas o transversales,
caracterizadas por ser comunes a cualquier titulación, como la capacidad de aprender, de
tomar decisiones, de diseñar proyectos, etc., y estrechamente ligadas a las actuales
demandas sociales y laborales (Michavila, Martínez, Martín-González, García-Peñalvo y
Cruz-Benito, 2016). A su vez, las competencias genéricas se diferencian en: (1) instrumentales
(habilidades cognoscitivas y capacidades metodológicas de adaptación al entorno,
destrezas tecnológicas y lingüísticas); (2) interpersonales (capacidades individuales relativas
a la capacidad de expresar los propios sentimientos, habilidades críticas y de autocrítica);
y (3) sistémicas (destrezas y habilidades que conciernen a los sistemas como totalidad).
A pesar del escaso desarrollo de estudios relacionados con las competencias transversales
y su evaluación, se han publicado algunos trabajos como el de De Miguel (2005), en el que
las modalidades de enseñanza se desglosan en relación con el desarrollo de competencias
y su evaluación; igualmente, el estudio de Villa y Poblete (2007), en el que se establecen
176
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
177
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
178
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
3. Método
3.1. Enfoque metodológico
Se realizó un estudio de diseño cualitativo (Creswell, 2011) basado en la fenomenología
pues se intentó describir y entender el fenómeno desde las experiencias individuales y
subjetivas de cada uno de los participantes expuestos al proceso de una evaluación
continua formativa y compartida, tomando conciencia no solo de los fenómenos sino
también del modo en que se presentaron y constituyeron los mismos (Aguirre-García y
Jaramillo-Echeverri, 2012).
3.2. Categorías de análisis
Inicialmente se establecieron tres áreas de observación sobre las que se sustentaron las
preguntas de las entrevistas semiestructuradas. La primera fue Percepciones y significados
sobre el trabajo en equipo en la educación superior, la segunda fue Experiencias vivenciadas en la
evaluación formativa del trabajo en equipo y la tercera, Percepciones sobre el sistema de
calificación implementado en el trabajo en equipo. Sobre dichas áreas, que se obtuvieron a
partir de la literatura y anteriores trabajos de campo (Strauss y Corbin, 2002) realizados
por las autoras, surgieron las categorías y datos que se exponen en los resultados.
3.3. Selección de participantes
El estudio tuvo lugar en el tercer curso de Grado de Ciencias de la Actividad Física y el
Deporte de la Universidad de Zaragoza, en el Campus de Huesca, concretamente en la
asignatura de Diseño y Evaluación en la enseñanza de la actividad física y del deporte, durante
los cursos académicos 2016-2017 y 2017-2018.
Participaron un total de 82 estudiantes de los 127 matriculados en la asignatura durante
los dos cursos. Todos ellos se acogieron a la modalidad oficial de evaluación continua, y
aceptaron participar en la evaluación continua formativa y compartida, comprometiéndose
179
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
a involucrarse en una experiencia de buena práctica hasta el final del proceso, y responder
a las entrevistas previstas. Los participantes fueron 62 hombres, y 20 mujeres con edades
comprendidas entre los 20 y 32 años, siendo menores de 22 años el 83% de los alumnos y
mayores de esa edad el 17%.
El estudio se enmarcó en el seno de la Red Nacional de Evaluación Formativa y
Compartida y ha sido reconocida por la Universidad de Zaragoza a través de los proyectos
de innovación (PIDUZ_16_386) y (PIDUZ_17_396), siendo únicamente financiado en su
segundo año de implementación y registro de datos.
3.4. Instrumento
Se utilizaron entrevistas semiestructuras que permitieron obtener flexibilidad en las
respuestas. Durante el primer curso se realizaron de forma escrita y durante el segundo
curso, se realizaron a través de un formulario Google Drive, intentando llegar a un mayor
número de respuestas que recogiesen las experiencias, significado y compresión de los
estudiantes en torno a la evaluación formativa en el trabajo en equipo (Patton, 1990), así
como respuestas dirigidas a la temática concreta que experimentaron.
3.5. Trabajo de campo
Al inicio de la asignatura de cada uno de los cursos se explicó cómo se realizaría la
evaluación continua y formativa de un proyecto, en el que los estudiantes debían trabajar
en equipo cooperando, con el fin de defenderlo al final del proceso ante un tribunal de
profesores y sus propios compañeros de clase. Se presentó el proyecto a los estudiantes,
en el primer día de clase de cada uno de los cursos, y se les planteó la posibilidad de
acogerse al sistema de evaluación continua formativa y compartida propuesto, así como,
participar al final de curso en las entrevistas semiestructuradas para la recopilación de
datos sobre sus percepciones.
Curso 2016-2017
Curso 2016-2017 Curso 2016-2017
Enero
Septiembre Fase 1-2-3-4-5
Entrevista
Estudiantes matriculados Estudiantes voluntarios semiestructurada
(N=64) (N=55) (N=28)
Marzo 2018
Junio 2018 Septiembre 2018
Análisis de datos
(Mujeres N= 20) Resultados y Informe final
conclusiones
(Hombres N=62)
180
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Todos los asistentes aceptaron la propuesta (N=127), por lo que se realizaron actividades
de evaluación continua formativa y compartida orientadas a la mejora y valoración del
trabajo en equipo, durante cinco seminarios y dos tutorías, a los que asistieron los alumnos
con su equipo de trabajo, que previamente habían elegido de forma libre, con la única
condición de que fueran equipos de aproximadamente 14 personas. El proceso se
estructuró en 5 fases que se repitieron en cada uno de los cursos (figura 1).
En la fase 1 se realizó, al inicio de la asignatura de cada uno de los cursos, una
autoevaluación diagnóstica sobre el perfil del grupo en su nivel de competencia de trabajo
en equipo, a partir de una adaptación de las aportaciones de Pastor del Pino et al (2017),
para el establecimiento de niveles de competencia en el trabajo en equipo (figura 2).
181
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
4. Resultados
Los resultados obtenidos del análisis cualitativo de los datos mostraron la emergencia de
tres categorías principales en las percepciones de los estudiantes sobre la aplicación de
una evaluación formativa en el trabajo en equipo. En primer lugar, se hallaron los
significados que de manera general los estudiantes atribuyeron a los trabajos en equipo.
182
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
(1 4) Novedad
(1 4 1) Primera experiencia
(1 2 2) Complejidad dedicación
Comenzando por los significados de tendencia positiva, resaltaremos que una parte de los
estudiantes consideraron que la realización de trabajos en equipo es un acierto en la
Educación Superior, reconociendo su utilidad para el futuro profesional inmediato.
Considero importante el saber trabajar en equipo pues en la mayoría de los trabajos es
imprescindible. (Section 0, Paragraph 142, 101 characters)
Igualmente, aunque de forma aislada, se encontraron estudiantes que no habían tenido
experiencias previas en trabajos en equipo, por lo que el significado que le atribuyeron los
estudiantes al mismo fue el de la novedad. En efecto, esto nos conduce a pensar que el
trabajo en equipo en la educación superior no es una práctica tan extendida como en
realidad nos parece. Bien es cierto, que esta novedad es entendida por los estudiantes como
una referencia positiva; una referencia que parece conferir valor a la formación del
estudiante.
El hecho de trabajar en equipo ha sido bastante nuevo para mí. (Section 0, Paragraph 7,
62 characters)
Por el contrario, las apreciaciones de los estudiantes centradas en significados de
tendencia negativa fueron abundantes y se ciñeron a la complejidad. En su opinión, no
resulta sencillo realizar trabajos en equipo, sino que más bien les parece complejo.
Aludieron a la complejidad organizativa y la complejidad de la dedicación; así como, a la
complejidad por la diversidad de perfiles de responsabilidad, personalidad y liderazgo.
183
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
Creo que hay gente que toma exceso de responsabilidades cuando nadie se lo ha otorgado,
también hay gente que le pone pegas a todo. (Section 0, Paragraph 158, 188 characters)
Y, finalmente, otro significado que otorgaron al trabajo en equipo fue el centrado en la
idea del clima de aprendizaje. Mientras que los estudiantes, en bastantes casos, asocian el
trabajo en equipo a experiencias con buen clima de aprendizaje, en algún caso, se defiende
con rotundidad que el trabajo en equipo es generador de clima negativo y de tensión, nada
favorecedor del aprendizaje.
…hace que los alumnos tengan que tragar gente y trabajo que no quieren, por lo que más que
constructivo es destructivo, creándose tensiones y mal ambiente de trabajo durante 4 meses.
(Section 0, Paragraph 57, 226 characters)
4.2. La experiencia vivenciada con la aplicación de evaluación formativa para
mejorar el trabajo en equipo
Con respecto a la experiencia vivenciada se encontraron tres categorías principales: la
importancia que los estudiantes le atribuyeron al rol del docente, la efectividad de la
evaluación formativa en la evolución de la responsabilidad y la dificultad manifestada con
respecto a la evaluación entre iguales (figura 5).
(2 1) Rol docente
(2 2) Efectividad en la responsabilidad
(2 1 1) Necesidad de apoyo
(2 2 3) Mejoras
(2 1 3 1) No apoyo
(2 1 3 2) No atención
184
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
compromiso con los demás, la atención a las repercusiones, el sentirse parte importante
del grupo y la importancia de la participación de todos para conseguir el éxito.
No obstante, también plantearon algunas posibles mejoras y expresaron que era necesario
que los estudiantes tuviesen ciertos niveles previos de motivación y responsabilidad, ya
que sin ello, la experiencia del trabajo en equipo con evaluación formativa no surtía efecto
alguno en la responsabilidad de los estudiantes.
Destacamos como idea importante y, a considerar en futuros estudios, la exigencia que
plantearon los estudiantes sobre la necesidad del apoyo del profesor. Lo entendieron como
esencial y, curiosamente, las necesidades de los estudiantes ante este asunto fueron
diferentes. Mientras algunos grupos parecieron conformarse con el apoyo realizado por el
profesor, en otros casos, consideraron fundamental que este apoyo fuese más elevado;
sobre todo, cuando los equipos padecieron conflictos serios. Merecería la pena insistir en
el estudio del rol del profesor y sus funciones durante el desarrollo de los trabajos en
equipo con implementación de evaluación formativa, dado que el requerimiento
diferenciado por parte de los estudiantes, queda sin duda patente en este estudio.
…no digo que no sea correcto, pero propongo más apoyo en la gestión del grupo por parte del
professorado. (Section 0, Paragraph 68, 103 characters.)
No fomentan el trabajo en grupo y se lavan las manos cuando un grupo tiene problemas.
(Section 0, Paragraph 16, 85 characters.)
Finalmente, se destacó la idea de que la evaluación formativa había ayudado a la
efectividad para la mejora de responsabilidad, pero la idea de utilizar un instrumento de
evaluación entre iguales como instrumento de evaluación formativa para mejorar el
trabajo en equipo no estuvo exento de dificultad para los estudiantes. Los estudiantes
señalaron dificultades afectivas cuando debieron posicionarse, valorando positiva o
negativamente la conducta de sus compañeros, durante la realización del trabajo en
equipo; por ello, expresaron preferir los instrumentos de autoevaluación.
…Con la coevaluación no me gusta poner nota a mis amigos, me cuesta separar lo afectivo, a
mí me gustaría que las personas fuésemos honestas y reconociésemos lo que ha hecho cada uno.
(Section 0, Paragraph 32, 185 characters)
3. Creencias de los estudiantes sobre el sistema de calificación pactado en equipo
Con respecto a las creencias de los estudiantes sobre el sistema de calificación elegido y
pactado previamente por el equipo (figura 4) quedó claro el posicionamiento mayoritario
de los estudiantes. Consideraron que resultó útil para la responsabilidad y la justicia en la
calificación,
Útil si, ya que cada uno obtendrá la nota que merece en función del trabajo que haya realizado.
(Section 0, Paragraph 202, 32 characters)
Pero, no fueron pocos los que señalaron problemas de desigualdad en el esfuerzo por parte
de los estudiantes y la dificultad extrema de plasmarlo en una calificación; así como, los
que expresaron sensaciones de injusticia en la calificación por las diferentes percepciones
de esfuerzo referidas a uno mismo y a los demás. Destacar también la idea aislada pero
curiosa de un estudiante, que percibió incoherencia en recibir una calificación individual
tras haber realizado un trabajo en equipo en el que se presupone un objetivo y un resultado
común; y, por último, alguna apreciación de mal ambiente o sensación negativa que el
185
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
reparto de la calificación generó entre los miembros del propio grupo, por diferencias de
percepción en la participación.
Sí, pero la gente que menos ha participado, va a seguir calificándose de más, lo que seguirá
afectando positivamente a su nota. (Section 0, Paragraph 192, 81 characters)
(3 1) Incoherencias
(3 3) Injusticia en la calificación
(3 4) Mayor justicia
(3 6) Utilidad en la resposabillidad
5. Discusión y conclusiones
El aprendizaje basado en competencias constituye hoy en día el núcleo central de la
programación docente en Educación Superior. Sin embargo, a pesar de las directrices
europeas sobre la importancia de la formación integral del individuo recogidas en la
Declaración de Lisboa (Parlamento Europeo, 2000), todavía se siguen desarrollando más
las competencias que definen el perfil profesional que las genéricas (Chica, 2011). En este
sentido, para nuestro alumnado, la experiencia realizada para desarrollar la competencia
de trabajo en equipo, considerada competencia transversal o genérica, ha supuesto una
novedad. Siendo que se encuentran en el tercer curso del Grado, es un aspecto que hay
que valorar y reflexionar, ya que si se considera necesario aprender a trabajar en equipo,
tal vez sea interesante empezar a desarrollar esta competencia desde los primeros cursos.
La individualidad laboral ha quedado relegada a un segundo plano frente al trabajo en
equipo. Según Hollenbeck et. al., (2004) desde los años 80 comenzó a tener importancia
esta manera de trabajar, extendiéndose rápidamente a partir de los años noventa (Park et.
al. 2005). Nuestros estudiantes han mostrado estar sensibilizados al respecto ya que han
valorado la importancia de aprender a trabajar en equipo para su futuro laboral, aunque,
inciden en la complejidad a la hora de realizar el trabajo propuesto debido a dificultades
186
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
187
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
Aunque en alguno de los casos no hayan sido capaces de ser justos debido a la amistad, el
simple hecho de haber tenido que reflexionar y valorar, quizás les haya preparado para en
un futuro ser capaces de asumir la responsabilidad personal que les sea requerida.
Por otro lado, ha surgido un interesante debate respecto al papel del profesorado en el
trabajo en equipo. Algunos estudiantes muestran la necesidad de una mayor implicación
del profesorado para poder resolver posibles problemas y conflictos. ¿El docente ha de ser
el guía o tiene que intervenir? Hemos visto que no es sencillo trabajar en equipo. Los
alumnos señalaban la dificultad de tener que realizar un trabajo con compañeros con
diferentes inquietudes y con los que quizás no querían colaborar. Aunque hay que tener
presente que uno de los principales objetivos es desarrollar la responsabilidad personal y
social entre los miembros del equipo, y que para ello tienen que ser ellos los que aprendan
a trabajar de este modo, organizarse y regularse, utilizando para ello las herramientas
aportadas por el docente, tal vez en determinadas ocasiones y en función del grupo, sea
necesario que el profesor intervenga para ayudarles a resolver conflictos.
En base a todo lo comentado anteriormente y a los resultados obtenidos, señalar que nos
encontramos ante una experiencia compleja, de aspectos controvertidos y que atañe a
relaciones esencialmente humanas como son las basadas en habilidades interpersonales e
intrapersonales de muy difícil captación y manejo. La competencia de trabajo en equipo
engloba a la persona en todas sus dimensiones, como ser autónomo y social, y ubica a los
estudiantes en un proceso formativo verdaderamente enriquecedor.
En conclusión, destacar que el desarrollo de la competencia genérica relacionada con el
trabajo en equipo fue reconocido por los estudiantes como útil para su futuro laboral.
Igualmente, a pesar de la complejidad percibida por los universitarios en el trabajo de
equipo realizado durante la “buena práctica”, la satisfacción y el reconocimiento del
aprendizaje, la convivencia y la cooperación en procesos tan importantes como la
organización, la toma de acuerdos, la resolución de conflictos, la responsabilidad, la
asunción de consecuencias y la maduración personal fueron, sin lugar a dudas, cuestiones
altamente formativas para los estudiantes, y efectivamente, esenciales en la formación de
un buen profesional durante el periodo universitario.
Los estudiantes percibieron bastante justicia en la calificación del trabajo en equipo por la
implementación del reparto de la calificación con un sistema previo negociado y pactado
por los propios miembros del equipo, si bien, se vislumbró un atisbo de incoherencia por
la individualización de la calificación en trabajos en los que se presuponen objetivos
cooperativos, solidarios y comunes.
Finalmente, señalar la limitación de los hallazgos de este estudio, al ser contextualizado
en un grupo concreto y una universidad específica, no teniendo por ello la intención de
generalizar ni de inferir dichos resultados a otras poblaciones o contextos. Como
prospectiva para próximas experiencias, exponemos la necesidad de ahondar en la eficacia
o ineficacia de los procesos de evaluación entre iguales, cuando entra en juego una posible
calificación; asimismo, la necesidad de estudiar y determinar el rol del profesor en este tipo
de trabajos, como podría ser, el de identificador de niveles de desarrollo de la competencia
del trabajo en equipo, así como, el de orientador en el progreso de este desarrollo en los
estudiantes universitarios, y mediador en los conflictos difíciles de resolver por los propios
estudiantes.
188
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Agradecimientos
Agradecimientos a la Red Nacional de Evaluación Formativa y Compartida por su apoyo
a la fundamentación de la Buena Práctica y a la Universidad de Zaragoza por su
financiación mediante la convocatoria de Proyectos de Innovación Docente
(PIDUZ_17_396).
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Cv de los autores
Sonia Asún Dieste
Doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de Zaragoza.
Profesora Titular en la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte de la Universidad
191
S. Asún Dieste, M. Rapún López y M. R. Romero Martín
192
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 193-209.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.011
1. Introducción
Uno de los cambios sufridos por la universidad, en lo que a materia educativa se refiere,
ha sido la convergencia hacia el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) para
homogeneizar el sistema universitario (González, 2006). Entre las actuaciones
emprendidas dentro del EEES destaca: a) el establecimiento de titulaciones compatibles y
comparables; b) la adopción de una estructura de los estudios basada en dos ciclos
principales (Grado y Posgrado); c) la definición de sistemas de evaluación de la calidad de
acuerdo a unos estándares internacionales; d) el establecimiento de un sistema de créditos
transferibles; e) la promoción de la cooperación europea en calidad y desarrollo de criterios
y metodologías comparables; y f) la promoción de la movilidad de los estudiantes,
investigadores y profesores (Campbell y Van der Wende, 2000).
Entre las principales líneas de actuación dentro del proceso de convergencia, destaca la
creación del “sistema europeo de transferencia y acumulación de créditos (ECTS)”
(European Communities, 2009). Este sistema tiene como objetivo facilitar el diseño,
planificación y desarrollo de las titulaciones, así como el reconocimiento y convalidación
entre las diferentes unidades de aprendizaje como asignaturas, módulos o materias
(Comisión Europea, 2004, 2011). El ECTS es un sistema basado en el estudiante, centrado
en su carga de trabajo para la consecución de los objetivos de un programa (Espinosa,
Jiménez, Olabe y Basogain, 2006). Dichos objetivos se especifican en términos de
resultados de aprendizaje y de las competencias a adquirir (Comisión Europea, 2004). Por
tanto, con esta nueva perspectiva, no cambia solo la estructura de las enseñanzas
universitarias, sino que también se produce un cambio de mentalidad en el planteamiento
del proceso de enseñanza y aprendizaje centrando el objetivo en el estudiante (RD
1393/2007). También las metodologías docentes deben dejar de lado los planteamientos
clásicos centrados en la transmisión del conocimiento por parte del profesorado, para dar
paso a metodologías activas en las que el alumnado, guiado por los docentes, sea
responsable de sus aprendizajes, centrándose en aprender a aprender (Palomares, 2007).
Uno de los aspectos sobre los que será necesario intervenir para responder a las demandas
del EEES es el tipo de evaluación del alumnado (Delgado, 2005; González, 2006). La
evaluación es uno de los elementos claves del proceso formativo que se vincula
directamente con la calidad de la enseñanza, además de ser una herramienta esencial para
conseguir un aprendizaje efectivo (Biggs y Tang, 2007; Bonsón y Benito, 2007; Brown y
Glasner, 2007).
2. Fundamentación teórica
Tradicionalmente, la evaluación se ha entendido como la valoración del nivel de
consecución de los objetivos previstos al finalizar un periodo de enseñanza y en qué grado
se han conseguido estos. La evaluación tradicional se orienta a la rendición de cuentas,
dirigida por la calificación como certificación de resultados. La calificación es un acto
administrativo donde se trata de “convalidar” entre lo que se aprende y lo que se constata
(Álvarez, 2003); es decir, traduce aprendizajes en marcas, notas, calificaciones. Esta queda
establecida con una prueba final, por lo general un examen, para demostrar lo que sabe o
no un estudiante de una asignatura concreta (Calderón y Escalera, 2008; Trillo y Porto,
194
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
1999). Actualmente, desde el marco del EEES, esta forma de evaluar y calificar no tiene
cabida. Se demanda una evaluación para el aprendizaje (Brown, 2004; Stiggins, 2005).
A nuestro entender, y siguiendo las actuales propuestas, dicha evaluación debe tener un
carácter formativo (Brown y Glasner, 2007; Sambell, McDowell y Montgomery, 2013),
que permita utilizar esta para que el alumnado conozca y pueda planificar sus actividades
de aprendizaje ayudándole a mejorar en los mismos (López-Pastor, 2006). Para que la
evaluación formativa consiga cumplir su función, debe ser un proceso sistemático de
recogida de información sobre el aprendizaje de los estudiantes mientras el proceso de
instrucción está teniendo lugar (Black y Wiliam, 1998, 2009; Heritage, 2007), y debe
utilizarse para proporcionar una retroalimentación al alumnado sobre cómo lo está
haciendo y qué puede hacer para mejorar o aprender más (Crooks, 1988; Sadler, 1989;
Wiliam, 2006; Yorke, 2003). En los procesos de evaluación formativa se utilizan distintos
tipos de instrumentos de evaluación para conseguir una mayor y más variada información
sobre el aprendizaje del alumnado. Otro de los aspectos característicos de la evaluación
formativa es la participación del alumnado en los procesos de evaluación y calificación. Se
fomenta la utilización de la auto-evaluación (el alumnado se evalúa a sí mismo), la
evaluación entre pares o co-evaluación (el alumnado evalúa a sus compañeros y
compañeras) y la evaluación compartida entre el profesorado y el alumnado (Dochy,
Segers y Sluijsmans, 1999; Gessa, 2011; Rodríguez, Ibarra y García, 2013), junto a los
respectivos procesos de calificación que cada una de estas formas de evaluación pueden
llevar asociados: auto-calificación, calificación entre compañeros o a través de una
calificación dialogada entre ambos agentes (Ibarra y Rodríguez, 2014; López-Pastor,
2006, 2017).
Respecto a los aspectos que ayudan a valorar si se está produciendo este cambio en la
forma de plantear la evaluación, se encuentran tanto el tipo como la variedad de
instrumentos de evaluación utilizados, así como las estrategias de participación del
alumnado en los procesos de evaluación y calificación. Los instrumentos de evaluación son
“las herramientas de las que se sirve el profesorado para obtener la información que utiliza
en la evaluación” (Castejón, Capllonch, González y López-Pastor, 2009, p. 65). Según
Padilla y Gil (2008), en este nuevo contexto en el que nos encontramos ya no será
suficiente con la utilización del examen (o del examen y el trabajo escrito) para evaluar al
alumnado, sino que será necesario el uso de una mayor diversidad de instrumentos. Por
otra parte, la calificación entendida como una nota alfanumérica que se asigna a cada
persona (Hamodi, López-Pastor y López, 2015), siempre ha sido considerada como una
tarea única del docente (hetero-calificación), pero bajo este nuevo marco es necesaria la
implicación del alumnado, ya sea interviniendo en su propia calificación o en la de otros
estudiantes (Ibarra, Rodríguez y Gómez, 2012). Hacerles partícipes en el proceso de
calificación fomentará que el alumnado sea consciente de sus aprendizajes, así como que
tome responsabilidad dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Es importante conocer si durante el periodo transcurrido desde la implantación de las
políticas del EEES se ha percibido un cambio en la utilización de una mayor diversidad de
instrumentos de evaluación, así como una mayor participación del alumnado en los
procesos de calificación. Para ello, no es suficiente con conocer qué es lo que el profesorado
universitario dice hacer, sino también qué es lo que piensan quienes han vivido su
formación inicial durante el periodo de implantación de los nuevos Grados, es decir, los
egresados. Los egresados son un grupo formado por personas que ya han terminado sus
195
L. Cañadas, M. L. Santos-Pastor y F. J. Castejón
estudios universitarios y que pueden aportar información sobre las enseñanzas recibidas
durante su formación recordándola con bastante claridad. Además, la visión que estos
tienen sobre las enseñanzas recibidas puede tener relación directa con la visión que tiene
el alumnado (Arribas, Manrique y Tabernero, 2016; Gutiérrez, Pérez y Pérez, 2013).
Las investigaciones que han valorado y comparado la percepción de profesorado y
egresados respecto a la utilización de instrumentos de evaluación y la forma de calificación,
coinciden en la poca variedad de instrumentos de evaluación utilizados, así como en la
discrepancia en la mayoría de los casos entre estos dos grupos respecto a los instrumentos
de evaluación más y menos empleados (Arribas et al., 2016; Cañadas, Santos-Pastor y
Castejón, 2018a; Gutiérrez et al., 2013; Hamodi et al., 2015). Estos estudios concuerdan
en que la participación durante la formación inicial en procesos de auto-calificación,
calificación entre compañeros o calificación dialogada es muy baja predominando para
ambos grupos los procesos de hetero-calificación. Otros estudios se han centrado
únicamente en conocer la percepción de un grupo poblacional (docentes universitarios,
egresados, alumnado) sobre la utilización de los diferentes instrumentos de evaluación y
las formas de calificación empleadas. Por ejemplo, el estudio de Cañadas, Santos-Pastor y
Castejón (2018b) valora la percepción que tiene una muestra de más de 2000 estudiantes
universitarios sobre los instrumentos de evaluación empleados y las formas de calificación
utilizadas, encontrando que, los exámenes tipo test y los trabajos escritos son los
instrumentos más utilizados y predomina la hetero-calificación. Mientras que el estudio
de Martínez, Castejón y Santos-Pastor (2012) encuentra que existe una predominancia en
la utilización de exámenes de preguntas abiertas.
Sin embargo, ninguno de los estudios revisados ha analizado si existe una relación entre
la forma de calificación utilizada y el empleo de instrumentos de evaluación, valorando si
las formas de calificación participativas se asocian con un mayor número de instrumentos
que la forma de calificación tradicional, basada, principalmente, en la utilización única y
exclusiva de un examen final.
Por ello, los objetivos de esta investigación son: a) conocer si existen diferencias entre la
percepción de egresados y profesorado respecto a los instrumentos de evaluación
empleados y la implicación del alumnado en su calificación; y b) conocer si aquellos que
valoran una mayor implicación en los procesos de calificación también perciben una
utilización de instrumentos de evaluación más variada.
3. Método
3.1. Participantes
Para la selección de los participantes de esta investigación se utilizó un muestreo
incidental no probabilístico. Se recogieron datos de: (a) 491 egresados (40,7 % mujeres)
diplomados en Educación Física, Graduados en Primaria con especialidad en Educación
Física, Licenciados y Graduados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y; (b) 344
docentes (43,3 % mujeres) que imparten su docencia en asignaturas de Educación Física
de los Grados de Magisterio en Educación Primaria y Magisterio en Educación Infantil,
y en el Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Los datos de egresados y
profesorado para la presente investigación fueron recogidos en 20 centros de Educación
Superior, entre los que se encuentran Facultades de Educación y de Profesorado y
196
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
3.2. Instrumentos
Para la recogida de información se utilizó un cuestionario validado sobre competencias
docentes y evaluación formativa que se desarrolló para el proyecto “Las competencias
docentes en la formación inicial del profesorado de Educación Física” del cual forma parte
esta investigación (Palacios, López-Pastor y Fraile-Aranda, 2018) y que ha sido
desarrollado por la Red de Evaluación Formativa y Compartida en Educación Superior
(López-Pastor, Castejón, Sicilia, Navarro y Webb, 2011; López-Pastor, Martínez y Julián,
2007; https://redevaluacionformativa.wordpress.com/). A las dos poblaciones
participantes en el estudio se les pasó un cuestionario diferenciado. Ambos cuestionarios
(para egresados y profesorado) incluían las mismas preguntas, pero aludiendo al grupo
poblacional que se iba a estudiar. Para esta investigación se emplearon dos preguntas. Una
referida a los instrumentos de evaluación utilizados durante el desarrollo de las
asignaturas de la carrera y otra a la forma de calificar del profesorado universitario en sus
asignaturas.
Pregunta sobre la frecuencia de utilización de instrumentos de evaluación en las
asignaturas. Esta está formada por ítems que recogen instrumentos de evaluación
que van desde pruebas más tradicionales como diferentes tipologías de exámenes
(tipo test, de preguntas abiertas, de preguntas cerradas, de preguntas cortas,
orales, dejando disponer de documentos) pasando por trabajos escritos,
portafolios, pruebas físicas o proyectos tutelados.
Pregunta referida a cómo se han establecido las calificaciones en las diferentes
asignaturas. Esta recoge cuatro posibilidades: a) calificación decidida únicamente
por el profesor/a o hetero-calificación; b) el alumnado se auto-calificaba; c) la nota
se ponía de forma dialogada entre el profesorado y el alumnado; y d) el alumnado
calificaba entre compañeros.
197
L. Cañadas, M. L. Santos-Pastor y F. J. Castejón
Cada uno de los ítems se valoraba con una escala Likert que iba desde el 0 (Nada) hasta 4
(Mucho).
3.3. Procedimientos
El estudio sigue las directrices éticas de la American Psychological Association (2010) con
respecto a la confidencialidad y anonimato de los participantes, así como al consentimiento
informado de los mismos. Se hizo llegar el cuestionario vía correo electrónico a los posibles
participantes de las diferentes universidades participantes, informándoles de la finalidad
de la investigación, solicitando su participación, y asegurando la confidencialidad de las
respuestas obtenidas.
3.4. Análisis de datos
Los análisis se realizaron con el paquete estadístico SPSS v. 21 para Windows. La
frecuencia de uso de diferentes instrumentos de evaluación y diferentes formas de
calificación se presenta como Media (Desviación típica) y porcentajes. La diferencia de
pensamiento en la utilización de instrumentos de evaluación y en las formas de calificación
entre el profesorado y los egresados se valoró con una t de student. Con el objetivo de
conocer la relación entre procesos de calificación y uso de instrumentos de evaluación, se
tomaron las variables de forma continua y se analizaron los datos a través de una
correlación de Pearson. Estos datos se analizaron de forma independiente para egresados
y profesorado. Se presenta el valor de la correlación (r) y de la p. El nivel de
significatividad se estableció en p<0,05 para todos los análisis.
4. Resultados
El Cuadro 1 muestra la opinión de egresados y profesorado sobre la frecuencia de uso de
una variedad de instrumentos de evaluación y sobre las formas de calificación utilizadas
durante la formación inicial del profesorado, así como la diferencia de percepción entre
ambos grupos en cada una de estas. En cuanto a los instrumentos de evaluación, existen
diferencias entre el pensamiento de profesorado y egresados en todas las variables menos
en “exámenes de preguntas abiertas”, y “ensayos a partir de textos o materiales
audiovisuales”, con una frecuencia de utilización media (entre 2,13 y 2,57), y “exámenes
dejando disponer de documentos”, y “exámenes orales” con una frecuencia media de
utilización baja (<1,15). En la calificación, aunque ambos grupos coinciden en que la forma
de calificación más utilizada es la hetero-calificación, y que las formas de calificación
participativas son poco usadas, los egresados reportan valores medios más altos en la
hetero-calificación y más bajos en las formas de calificación participativas, en comparación
con el profesorado (todos, p<0,001).
Los instrumentos que los egresados perciben que más han sido utilizados durante su
formación inicial son los trabajos escritos (48,8%) y los exámenes tipo test (40,6%). Los
instrumentos que se perciben que no se usan nunca son los exámenes orales (43,2%) y los
exámenes escritos dejando disponer de documentos (38,7%). La hetero-calificación se
presenta como la forma de calificación más utilizada (>80% responden bastante o mucho),
mientras que las formas de calificación que implican la participación del alumnado
obtienen más de un 60% al sumar los grupos de poco y nada utilizada.
198
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Cuadro 1. Medias y porcentajes de utilización de instrumentos de evaluación y tipos de calificación de egresados y profesorado
EGRESADOS PROFESORADO
M (DT) 0 1 2 3 4 M (DT) 0 1 2 3 4 p
n, 488 344
Instrumentos de evaluación
Examen tipo test 2,95 (1,10) 2,3 10,2 18,4 28,5 40,6 1,58 (1,57) 42,2 8,7 14,8 17,2 17,2 <0,001
Examen de preguntas abiertas 2,57 (1,08) 4,1 12,9 26,2 35,9 20,9 2,41 (1,37) 16,6 7,8 17,7 33,4 24,4 0,086
Examen de preguntas cortas 2,63 (0,98) 2,7 10,0 27,5 41,2 18,6 2,27 (1,31) 17,2 9,3 18,3 40,1 15,1 <0,001
Examen de preguntas cerradas 2,01 (1,16) 9,8 25,8 28,7 24,6 11,1 0,97 (1,19) 50,6 19,8 14,5 11,9 3,2 <0,001
Exámenes escritos dejando documentos 0,99 (1,04) 38,7 36,5 15,4 6,4 3,1 1,13 (1,21) 49,1 13,1 21,2 9,3 7,3 0,101
Exámenes orales 0,93 (1,06) 43,2 33,6 13,3 6,6 3,3 1,00 (1,29) 53,8 15,4 14,2 10,2 6,4 0,410
Pruebas prácticas de carácter físico 2,20 (1,22) 10,2 19,7 26,0 28,3 15,8 0,94 (1,40) 63,1 8,4 7,6 12,8 8,1 <0,001
Portafolios 2,12 (1,27) 13,7 17,6 28,3 23,6 16,8 1,77 (1,59) 36,0 11,0 12,5 20,3 20,1 0,001
Cuadernos de campo 2,55 (1,06) 3,1 14,8 25,4 37,5 19,3 1,97 (1,50) 26,7 12,2 19,2 21,2 20,6 <0,001
Informes o trabajos escritos 3,26 (0,89) 0,6 5,1 10,5 35,0 48,8 3,04 (1,03) 4,4 4,1 12,8 40,4 38,4 0,001
Ensayos a partir de textos o materiales
2,13 (1,22) 8,4 20,9 31,1 28,5 11,1 2,22 (1,39) 19,2 10,5 19,5 31,4 19,5 0,342
audiovisuales
Proyectos de aprendizaje tutorados 1,95 (1,21) 12,7 25,6 27,9 21,9 11,9 2,29 (1,40) 17,7 11,0 19,2 28,8 23,3 <0,001
Tipos de calificación utilizados
Hetero-calificación 3,25 (0,82) 1,0 2,3 10,9 42,4 43,4 2,94 (0,90) 2,0 4,7 17,4 48,8 27,0 <0,001
Auto-calificación 1,30 (1,10) 25,4 39,1 19,1 12,5 3,9 1,78 (1,14) 16,9 23,3 28,5 27,3 4,1 <0,001
Calificación dialogada 1,04 (1,13) 39,1 35,0 12,9 8,2 4,7 1,54 (1,22) 22,1 32,8 21,5 15,7 7,8 <0,001
Calificación entre compañeros 1,26 (1,02) 24,6 41,0 20,9 11,3 2,3 1,54 (1,23) 25,6 27,0 20,9 20,9 5,5 <0,001
Nota: En negrita las diferencias significativas.
Fuente: Elaboración propia.
199
L. Cañadas, M. L. Santos-Pastor y F. J. Castejón
Por parte del profesorado, los instrumentos que se consideran muy utilizados son los
trabajos escritos (38,4%) y los exámenes de preguntas abiertas (24,4%). Si tenemos en
cuenta de forma conjunta el porcentaje de bastante y mucho, a estos dos instrumentos se
sumaría como otro de los más utilizados los exámenes de preguntas cortas (55,2%). En
cuanto a los instrumentos que el profesorado considera que no usa nunca aparecen las
pruebas de carácter físico en primer lugar (63,1%), seguido de los exámenes orales (53,8%),
los exámenes de preguntas cerradas (50,6%) y los exámenes escritos dejando disponer de
documentos (49,1%). Similares resultados se obtienen si juntamos la categoría de nada y
poco. En cuanto a la calificación, el profesorado considera que usa bastante la hetero-
calificación (48,8%), que sumada al porcentaje de mucho, supera el 75%. La calificación
dialogada y la calificación entre compañeros obtienen sus mayores porcentajes en la
respuesta de poco, un 32,8% y un 27%, respectivamente. En el caso de la auto-calificación,
el porcentaje más alto se encuentra al sumar los grupos de poco y nada (40,2%).
El Cuadro 2 presenta los resultados de los egresados sobre la correlación entre el tipo de
procesos de calificación aplicados y los instrumentos de evaluación utilizados. La hetero-
calificación muestra una correlación significativa y positiva con el uso de examen de
preguntas abiertas (r=0,126; p=0,005). Los procesos de auto-calificación y calificación
dialogada muestran también una relación significativa y positiva en todas las variables
excepto en los exámenes tipo test y los trabajos escritos (ambos, p>0,05). Lo mismo ocurre
con la calificación entre compañeros, donde aparte de estos dos ítems tampoco aparece
relación en los exámenes de preguntas abiertas (p=0,200).
Cuadro 2. Correlación entre instrumentos de evaluación y tipo de evaluación en egresados
HETERO- AUTO- CALIFICACIÓN
CAL. DIALOGADA
CALIFICACIÓN CALIFICACIÓN ENTRE COMPAÑEROS
r p r p r p r p
Examen tipo test 0,081 0,074 -0,066 0,148 -0,056 0,214 0,004 0,923
Examen de
0,126 0,005 0,109 0,016 0,105 0,021 0,058 0,200
preguntas abiertas
Examen de
0,051 0,259 0,138 0,002 0,147 0,001 0,186 <0,001
preguntas cortas
Examen de
0,010 0,829 0,123 0,007 0,208 <0,001 0,155 0,001
preguntas cerradas
Exámenes escritos
dejando disponer de -0,037 0,414 0,334 <0,001 0,429 <0,001 0,430 <0,001
documentos
Exámenes orales 0,044 0,332 0,296 <0,001 0,319 <0,001 0,335 <0,001
Pruebas prácticas de
0,076 0,091 0,253 <0,001 0,185 <0,001 0,269 <0,001
carácter físico
Portafolios 0,028 0,534 0,209 <0,001 0,192 <0,001 0,235 <0,001
Cuadernos de
campo (o fichas de -0,003 0,948 0,208 <0,001 0,159 <0,001 0,177 <0,001
sesiones prácticas)
Informes o trabajos
0,048 0,287 0,083 0,068 0,026 0,572 0,068 0,131
escritos
Ensayos a partir de
textos o materiales -0,035 0,436 0,305 <0,001 0,288 <0,001 0,345 <0,001
audiovisuales
Proyectos de
aprendizaje -0,049 0,280 0,382 <0,001 0,314 <0,001 0,360 <0,001
tutorados
Nota: En negrita las relaciones significativas.
Fuente: Elaboración propia.
200
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
La Tabla 3 recoge los resultados del profesorado sobre la correlación entre el tipo de
procesos de calificación aplicados y los instrumentos de evaluación utilizados. En cuanto
a la hetero-calificación, aparece una relación significativa y directa con el examen tipo test
(r=0,139; p=0,010) e inversa y significativa con el uso del portafolios (r= -0,238; p<0,001),
el cuaderno de campo (r= -0,148; p=0,006) y los proyectos de aprendizaje (r= -0,255;
p<0,001). En la auto-calificación, existe una relación significativa e inversa con los
exámenes tipo test (r= -0,143; p=0,008). En todos los casos, el resultado de la correlación
es débil (r<0,255). No existe relación entre los exámenes de preguntas abiertas, preguntas
cortas, preguntas cerradas o dejando disponer de documentos y la auto-calificación (todos,
p>0,05). Con el resto de instrumentos, la relación significativa más fuerte se produce con
el portafolios, los proyectos de aprendizaje tutorados y los cuadernos de campo. La
calificación dialogada no presenta relación significativa ni con los exámenes de preguntas
abiertas ni con los de preguntas cerradas (p>0,05). Se relaciona significativa e
inversamente con los exámenes tipo test y de preguntas cortas. Con el resto de los ítems
se relaciona de forma significativa y positiva con todos, siendo el portafolios y los
proyectos de aprendizaje tutorados los que lo hacen con mayor fuerza. En el caso de la
calificación entre compañeros, existe una relación positiva y significativa con los exámenes
orales, pruebas físicas, portafolios, cuadernos de campo, trabajos escritos, ensayos y
proyectos de aprendizaje tutorados (p<0,002), siendo la relación más fuerte con los
proyectos tutorados y el portafolios, aunque en todos los casos el valor de la correlación
es muy bajo (r<0,304).
Cuadro 3. Correlación entre instrumentos de evaluación y forma de calificación en
profesorado
CALIFICACIÓN
HETERO- AUTO- CAL.
ENTRE
CALIFICACIÓN CALIFICACIÓN DIALOGADA
COMPAÑEROS
r p r p r p r p
Examen tipo test 0,139 0,010 -0,143 0,008 -0,107 0,047 0,007 0,891
Examen de
0,048 0,378 -0,066 0,222 -0,056 0,299 -0,059 0,273
preguntas abiertas
Examen de
0,067 0,212 -0,098 0,070 -0,134 0,013 -0,073 0,176
preguntas cortas
Examen de
-0,007 0,899 -0,058 0,285 -0,071 0,191 0,043 0,422
preguntas cerradas
Exámenes escritos
dejando disponer de -0,097 0,071 0,090 0,095 0,131 0,015 0,052 0,335
documentos
Exámenes orales -0,138 0,011 0,154 0,004 0,215 <0,001 0,235 <0,001
Pruebas prácticas de
-0,093 0,086 0,159 0,003 0,127 0,018 0,194 <0,001
carácter físico
Portafolios -0,238 <0,001 0,302 <0,001 0,374 <0,001 0,273 <0,001
Cuadernos de campo
(o fichas de sesiones -0,148 0,006 0,230 <0,001 0,252 <0,001 0,231 <0,001
prácticas)
Informes o trabajos
-0,060 0,268 0,132 0,015 0,116 0,032 0,165 0,002
escritos
Ensayos a partir de
textos o materiales -0,144 0,008 0,192 <0,001 0,204 <0,001 0,216 <0,001
audiovisuales
Proyectos de
aprendizaje -0,255 <0,001 0,296 <0,001 0,290 <0,001 0,304 <0,001
tutorados
Nota: En negrita las relaciones significativas.
Fuente: Elaboración propia.
201
L. Cañadas, M. L. Santos-Pastor y F. J. Castejón
5. Discusión
Los resultados de esta investigación muestran que aparecen diferencias significativas en
la percepción de profesorado universitario y egresados en todos los instrumentos de
evaluación a excepción de los exámenes orales, los exámenes dejando disponer de
documentos y los ensayos siendo los egresados los que obtienen valores medios más altos.
Estudios como el de Gutiérrez et al. (2013) compararon la opinión de profesores (24),
alumnos (43) y egresados (35) de la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el
Deporte de la Universidad de León sobre la utilización de instrumentos de evaluación. En
la comparativa egresados-profesorado, nuestros resultados coinciden con los suyos en lo
referente a los diferentes tipos de exámenes, donde al igual que este estudio no encuentran
diferencias significativas entre egresados y profesorado en los exámenes dejando disponer
de documentos y exámenes orales, y en el resto sí aparecen diferencias significativas
siendo los egresados los que presentan valores más altos. Ellos también encuentran
diferencias significativas en los ensayos a partir de vídeos o textos, siendo el profesorado
el que percibe un mayor uso de este instrumento, mientras que en nuestro estudio no
encontramos diferencias significativas en este ítem. Lo que puede deberse a que la muestra
recogida por estos autores es pequeña y pertenece a un solo centro universitario.
Coincidimos en que todos los grupos piensan que los trabajos escritos se utilizan en
bastantes ocasiones.
En el estudio de Hamodi et al. (2015) también realizan una investigación comparativa
entre profesorado (n=14), alumnado (n=205) y egresados (n=46) en la Escuela
Universitaria de Segovia. Todos los grupos coinciden en que el instrumento más utilizado
de promedio son los exámenes escritos de desarrollo, prueba que en nuestro estudio no ha
mostrado diferencias significativas entre profesorado y egresados, aunque no es la que
valoran de media como la más utilizada. Entre los instrumentos menos utilizados, los
egresados, al igual que en nuestro estudio, plantean que la prueba menos utilizada son los
exámenes orales, que no coincide con el del profesorado en ninguna de las dos
investigaciones.
Por último, en el estudio de Arribas et al. (2016) investigan la utilización de instrumentos
de evaluación en una muestra de alumnado (n=199), profesorado (n=53) y egresados
(n=67) de Magisterio (Educación Física) y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de
las universidades de Valladolid, Salamanca y León. Coincidimos con ellos en que el
instrumento más utilizado son los trabajos escritos; sin embargo, no encontramos el
mismo consenso que ellos en las pruebas menos utilizadas. Mientras ellos encuentran que
para ambos grupos son el examen dejando disponer de materiales, los exámenes orales y
las pruebas físicas, nosotros encontramos que los dos primeros son los instrumentos que
los egresados menos puntúan de media, y el profesorado puntúa menos de media a las
pruebas físicas, pero ambos grupos no coinciden en estos planteamientos.
Si tomamos como referencia investigaciones que hayan focalizado su atención en comparar
la visión del profesorado y el alumnado respecto a los instrumentos de evaluación, vemos,
al igual que pasa con los egresados, que hay diversidad de opiniones. Martínez et al.
(2012), en una muestra de 130 estudiantes y 16 docentes de dos universidades madrileñas
de la titulación de Educación Física, encontraron que los instrumentos valorados como
los más utilizados eran los exámenes, especialmente los exámenes de preguntas cortas.
Estos resultados no coinciden con nuestro estudio donde la prueba más utilizada es el
202
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
trabajo escrito. En el estudio de Ruiz, Ruiz y Ureña (2013), encuentran una coincidencia
para ambos grupos entre los instrumentos valorados como los más utilizados, aunque
existen diferencias significativas en sus opiniones, siendo los estudiantes los que reportan
valores más altos de media en la utilización de los instrumentos.
De forma general, en estos estudios se aprecia que podría haber un uso más variado de los
diferentes instrumentos de evaluación, alejados de la concepción tradicional de examen, y
estudiados en esta investigación, tal y como se ha reclamado en la aplicación de la
evaluación formativa (Dochy et al., 1999). Además, el porcentaje de utilización de los
instrumentos de evaluación aún podría ser más alto. En nuestro estudio los participantes
reportan que de media todos los instrumentos de evaluación se utilizan bastante o mucho
en menos de un 60% de los casos. Por ello, es necesario seguir aumentando ese porcentaje,
así como la variada utilización de instrumentos, de manera que durante la formación inicial
del profesorado se puedan valorar todos los tipos de competencias que deben ser
desarrolladas por el alumnado universitario. El hecho de que los instrumentos de
evaluación más y menos utilizados no coincidan de unos estudios a otros puede deberse a
que la mayoría se han recogido en muestras pequeñas en un número reducido de
universidades.
En lo referente a los procesos de calificación, resulta llamativa la diferente visión que tiene
profesorado y egresados. En nuestro estudio, aunque ambos grupos coinciden en que se
utiliza la hetero-calificación más que los procesos de calificación participativos, sí que
existen diferencias entre el pensamiento de ambos grupos. Por una parte, los egresados
opinan que el profesorado utiliza más la hetero-calificación de lo que ellos piensan, y el
profesorado opine que utiliza más las formas de calificación participativas de lo que
piensan los egresados. Sin embargo, estos resultados no coinciden con los de otros
estudios. Por ejemplo, Gutiérrez et al. (2013), no obtienen diferencias significativas entre
la opinión de egresados y profesorado, aunque ambos grupos coinciden, al igual que en
nuestro estudio, que se usa bastante más la hetero-calificación que las formas de
calificación participativas. Mismos resultados aparecen en el estudio de Hamodi et al.
(2015), que también encuentran una baja participación del alumnado en los procesos de
calificación, ya sea a través de la auto-calificación, la calificación entre compañeros o la
calificación dialogada.
En las investigaciones con profesorado y estudiantes, todas coinciden en la prevalencia de
los procesos de hetero-calificación como forma más utilizada para calificar al alumnado
durante su formación inicial. (Gutiérrez, Pérez, Pérez y Palacios, 2011; Martínez et al.,
2012; Ruiz et al., 2013). Sin embargo, investigaciones como la de Falchikov y Boud (1989)
han mostrado que existe una correlación positiva entre la auto-calificación del alumnado
y la nota asignada por el profesorado (r=0,39), resultados que también obtuvieron López-
Pastor, Fernández, Santos y Fraile (2012). Estos autores, además, encontraron una alta
correlación entre la auto-calificación, la hetero-calificación y la calificación dialogada. La
investigación de Falchikov y Goldfinch (2000) ha mostrado idénticos resultados entre la
calificación entre compañeros y la nota del profesorado (r=0,69). Viendo que la
participación del alumnado en los procesos de calificación no desvirtúa la nota asignada,
parece necesario tomar una mayor conciencia de la importancia que podría tener que el
alumnado participe en de la evaluación y la calificación y en la de sus compañeros, ya que
las propuestas de calificación en las que participa el alumnado han mostrado tener mayores
203
L. Cañadas, M. L. Santos-Pastor y F. J. Castejón
repercusiones para el aprendizaje que cuando la calificación proviene solo del docente
(Boud, 1989).
Por otra parte, no hemos encontrado ninguna investigación previa donde se haya
relacionado la utilización de una forma de calificación concreta con diferentes
instrumentos de evaluación. Nuestra investigación ha mostrado que, los egresados
presentan una relación positiva entre la utilización de las formas de calificación
participativas y la utilización de la mayoría de los instrumentos de evaluación, mientras
que el profesorado relaciona estas formas de calificación inversamente con la utilización
de exámenes.
Para nosotros este es un aspecto importante que debe ser investigado, ya que para que
haya un cambio significativo en la forma de evaluar en la universidad, no son aspectos
aislados los que se deben cambiar, sino que unos cambios deben venir acompañados de
otros y estos llevarse a cabo de forma conjunta. En nuestro estudio se ha visto que, aunque
se percibe que las formas de calificación participativas se asocian con un mayor número de
instrumentos que la hetero-calificación, hay diferencias entre el pensamiento del
profesorado y de los egresados. En los procesos de hetero-calificación los egresados solo
lo relacionan con los exámenes de preguntas abiertas, mientras que el profesorado lo
relaciona de forma directa con los exámenes tipo test e inversamente con el uso de
instrumentos como el portafolios, los cuadernos de campo o los proyectos. Las formas de
calificación participativas son asociadas por los egresados con el uso de una gran variedad
de instrumentos de evaluación, incluyendo desde algunos más tradicionales, como
exámenes de preguntas abiertas, preguntas cortas, preguntas cerradas, etc., a otros con
un perfil más innovador, como son los proyectos o el portafolios. El profesorado, por su
parte, relaciona algunas de estas formas de calificación de forma inversa con exámenes
tipo test (auto-calificación y calificación dialogada), exámenes de preguntas cortas
(calificación dialogada), dando a entender que, para ellos, la utilización de estas formas de
calificación es incompatible con la utilización de instrumentos de evaluación de un tinte
más tradicional como son los exámenes.
Las investigaciones muestran que se va produciendo un avance en la aplicación de
procesos de evaluación formativa en las aulas universitarias, sin embargo, aún predomina
un enfoque tradicional (López-Pastor, Manrique y Vallés, 2011; Panadero, Fraile,
Fernández, Castilla-Esteve y Ruiz, 2019), cuando parece necesaria una mayor aplicación
de la evaluación con más y mejores instrumentos que permitan demostrar los aprendizajes.
Se sigue igualando la evaluación a la calificación con prácticas que buscan principalmente
un objetivo de certificación y rendición de cuentas (Valverde y Ciudad, 2014), y en las que
el alumnado no es un protagonista activo de las prácticas de evaluación y calificación.
Esta investigación presenta ciertas fortalezas, como el amplio número de participantes, el
planteamiento de un objetivo de investigación novedoso, así como la utilización de un
instrumento que ha sido previamente validado por un grupo de expertos en el ámbito de
la evaluación formativa. Sin embargo, también presenta algunas limitaciones en lo
referente, principalmente, al tipo de muestreo empleado, ya que al ser incidental no
permite generalizar los resultados. El diseño transversal de esta investigación también
representa una limitación. Además, también se valora la percepción del profesorado y
egresados del empleo de los instrumentos de evaluación y las formas de calificación, y no
el verdadero grado de empleo de estas.
204
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
6. Conclusiones
Esta investigación pone de manifiesto la diferente percepción existente entre docentes
universitarios y egresados en lo que a utilización de instrumentos de evaluación y formas
de calificación empleadas se refiere, destacando la mejor valoración de los egresados en lo
que a uso de los diferentes instrumentos de evaluación se refiere y el hecho de que el
profesorado considera que utiliza formas de calificación más participativas de lo que
perciben los egresados. Además, a través de este estudio hemos podido valorar que, tanto
docentes universitarios como egresados, perciben una relación entre la utilización de
formas de calificación participativas (auto-calificación, calificación entre compañeros y
calificación compartida) con la utilización de una gran variedad de instrumentos de
evaluación, sugiriendo que, durante la formación inicial, el profesorado que decide emplear
procedimientos de evaluación formativa busca hacerlo a través de todos los elementos que
forman parte del proceso. Mientras que en la utilización de procesos de calificación
tradicionales como es la hetero-calificación no aparece una relación clara con ningún
instrumento de evaluación. Consideramos que es necesario realizar más investigaciones
que profundicen en la forma en que los procesos de evaluación formativa se emplean en el
aula universitaria, analizando no solo que tipo de instrumentos o formas de calificación se
emplean, sino cuáles son las causas para emplear unos y no otros.
Agradecimientos
Proyecto “Las competencias docentes en la formación inicial del profesorado de Educación
Física” financiado por el plan estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación
2013-2016 del Plan I+D+I (REF EDU2013-42024-R).
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208
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
Cv de los autores
Laura Cañadas Martín
Doctora con Mención Internacional en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la
Universidad Autónoma de Madrid con un contrato predoctoral de formación docente e
investigadora. Su trayectoria investigadora se centra en las competencias docentes y la
evaluación formativa en Educación Superior. ORCID ID. 0000-0003-4179-9018. Email:
laura.cannadas@uam.es
209
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 2019, 12(1), 211-228.
https://doi.org/10.15366/riee2019.12.1.012
La acción evaluativa se asume como todas las actividades que realiza el docente en la
fase interactiva de la enseñanza, que están enfocadas en la evaluación y reflejan su
pensamiento práctico. Si bien se entiende que esa acción evaluativa constituye una
globalidad, analizar cada uno de los elementos que componen la evaluación
(momentos, actores, instrumentos y contenidos) permite identificar mejor las tramas
y relaciones de esta acción global. El objetivo del estudio fue analizar la acción
evaluativa durante una unidad didáctica de un grupo de profesores de educación física
de educación secundaria y media de Medellín (Colombia). La investigación se realizó
mediante un diseño cualitativo, específicamente con un enfoque metodológico de
estudio de caso múltiple. La recolección de la información se realizó por medio de la
observación a través de la grabación en audio y video de todas las sesiones de clase
de cada docente (51 en total) y el análisis documental. Entre los principales hallazgos
se encuentran que la tradición sumativa y acreditadora de la evaluación influye
fuertemente en la acción evaluativa del profesorado. Esta postura se ve reflejada en
la recolección de información asistemática, la carencia de instrumentos y criterios
concretos y, especialmente, en el protagonismo otorgando a la calificación y cómo
ella permea todo el proceso evaluativo.
Palabras clave: Evaluación del estudiante; Método de evaluación; Enseñanza
secundaria; Educación física; Investigación pedagógica.
The assessment action is assumed as all the activities carried out by the teacher in
the interactive phase of teaching, focused on the assessment and reflect the practical
thinking of teacher. Although it is understood that this assessment action constitutes
a totality, analyzing each of the elements that makeup the assessment (moments,
actors, instruments and contents) allows to identify the plots and relationships of a
better way. The objective of this study was to analyze the assessment action during
a didactic unit of a group of Physical Education teachers of middle and high school
of Medellin (Colombia). The research was conducted through a qualitative design,
specifically with a methodological approach of multiple case study. The information
was collected through observation using audio and video recording of all class
sessions of every teacher (a total of) and documentary analysis. Among the main
findings are that the summative and accrediting tradition of the assessment strongly
influences the assessment action of the teachers. This position is reflected in the
collection of unsystematic information, the lack of specific instruments and criteria,
especially, in the leading role in awarding the grade and how it permeates the entire
assessment process.
Keyword: Student evaluation; Assessment methods; Secondary education; Physical
education; Pedagogical research.
1. Introducción
En la evaluación confluyen múltiples miradas, funciones, procesos y concepciones, de
forma que lleva a diferentes autores a considerarla como el aspecto más complejo de la
educación (Cabezas, González y Carpintero, 2009; Cerda, 2000; Rosales, 2000) y, en
algunos casos, a describirla bien como una auténtica barrera o como un facilitador de
reformas educativas, en función de si es o no posible transformar las prácticas evaluativas
que se llevan a cabo (Nunziati, 1990).
En la actualidad, la evaluación ha cobrado gran relevancia en el entorno educativo por su
función social en el modelo económico vigente, de ahí que sea uno de los elementos
educativos que más atención acapara de la sociedad por las funciones que le han atribuido
para medir, clasificar y estandarizar el conocimiento. Sin embargo, desde una mirada
pedagógica, la evaluación no sólo cumple con una función acreditativa, sino formativa,
como una fuente de aprendizaje para los actores educativos (Barrientos y López-Pastor,
2017; Carless, 2007).
La evaluación en educación física, como área educativa, no está exenta de estas
contradicciones. Son múltiples los estudios y avances teóricos que apuestan por el valor
de la evaluación en el área desde un enfoque crítico y reflexivo, desde allí se promueve la
participación activa del estudiantado y el profesorado y se cuestionan las prácticas
tradicionales escasamente formativas (Benevides y Santos, 2004; Conte y Moreno, 2000;
López-Pastor, 2005; Ní Chróinín y Cosgrave, 2013; Ureña, Ureña, Velandrino y Alarcón,
2006). Sin embargo, surgen nuevos interrogantes que amplían el marco de investigación
en la búsqueda de una educación física de calidad a partir del análisis y la transformación
de las prácticas evaluativas.
Ahondar en cómo se lleva a cabo la evaluación, puede suponer un avance en el
conocimiento teórico y/o práctico sobre la calidad de la enseñanza en educación física,
específicamente desde las prácticas evaluativas. Entendida la calidad, en los términos de
Velázquez et al. (2007), como una intervención docente que:
… fomente la autonomía, el sentido crítico y participativo, la claridad intelectual, el bienestar
personal, la responsabilidad, y el gusto por el saber y por el saber hacer, promoviendo, por
tanto, la adquisición y el desarrollo de aquellos conocimientos teóricos y prácticos, actitudes y
capacidades que hacen posible a su vez el desarrollo personal y social del alumnado, de manera
coherente con los requerimientos y necesidades de las sociedades democráticas. (p. 451)
Para López, Barba, Monjas, Manrique, Heras y Gómez (2007), la evaluación debe tener
como finalidad principal mejorar los procesos de enseñanza - aprendizaje “tanto en lo
relativo al aprendizaje del alumnado como a la mejora de la práctica docente” (p. 73). En
consecuencia, un adecuado proceso evaluativo aporta elementos claves para conseguir una
educación física de calidad.
De acuerdo a esta intención formativa de la evaluación, este estudio se centró en analizar
cómo actúa un grupo de docentes de educación física sobre la evaluación en la fase
interactiva de la enseñanza propuesta por Jackson (1992). Numerosos estudios se refieren
a la acción interactiva del profesorado en el proceso de enseñanza y aprendizaje, con el
objetivo de descifrar la complejidad de sus comportamientos y discursos (Del Villar,
Ramos, Cervelló, Julián y Jiménez, 2002; Fernández, 2007; Giraldo, Rubio y Fernández,
2009; Pradas, 2010; Tristán, 2010; Velázquez et al., 2007). No obstante, salvo algunas
212
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
2. Revisión de la literatura
Las investigaciones sobre el pensamiento del profesor han intentado descubrir lo que el
profesorado piensa mientras interactúa con el estudiantado, buscando establecer en qué
medida se toman decisiones en la acción educativa que no estaban contempladas en la
planificación y a la vez, si esas decisiones modifican la planificación siguiente y la conducta
(Clark y Peterson, 1990; Hall y Smith, 2006).
Desde un enfoque cognitivo, los primeros estudios conformaron dos líneas de
investigación que pretendían generar conocimiento sobre las decisiones interactivas del
profesorado; una enfocada hacia el procesamiento de la información y otra hacia la toma
de decisiones. No obstante, los resultados de los estudios dejaron en evidencia procesos
cognitivos comunes en ambas líneas, así lo confirman Pérez y Gimeno (1988):
Cuando se estudian los procesos mentales de la fase interactiva de la enseñanza se considera
al profesor como un profesional que continuamente toma decisiones, comprobando las
características de la situación y sus cambios, procesando la información que recibe del contexto,
decidiendo los próximos pasos de cada intervención, orientando la acción en función de las
decisiones tomadas y observando y valorando el efecto de aquellas actuaciones sobre los
alumnos. (p. 41)
Esta visión desde el enfoque cognitivo, centrado exclusivamente en los procesos mentales
del profesorado, pretende ser superada por una mirada más pedagógica que involucra los
contenidos, la escuela, la cultura, el contexto..., otros elementos que influyen en la
enseñanza y el aprendizaje. En este sentido, continúan teniendo vigencia los denominados
modelos alternativos que proponen Pérez y Gimeno desde 1988, donde resaltan la
importancia de “respetar la complejidad del pensamiento que realmente influye en la
actuación del profesor, para que sobre su análisis y valoración reflexiva se articule,
contraste, se estime su potencialidad y, en su caso, se modifique o reformule” (1988, p. 55).
Se propone desde este enfoque, una enseñanza reflexiva en la que el profesorado no sólo
analice cómo aplica en sus clases las teorías generadas en otros lugares, sino que critique
y desarrolle sus propias teorías y prácticas, reflexionando en la acción y sobre ella (Shön,
1998; Zeichner, 1993).
Esta visión del maestro reflexivo, es reflejo de una manera de asumir la investigación del
pensamiento del profesor desde la compleja relación entre cognición y acción, es decir,
conocer tanto sus teorías implícitas (ideas, creencias, concepciones) como el conocimiento
práctico que se genera en la incertidumbre del encuentro educativo, tanto en profesores
noveles como expertos (García, 2003; Jinhong, 2012). En consecuencia, se asume el
pensamiento práctico del profesor como una mezcla de teorías formales y conocimientos
construidos a partir de la experiencia profesional, asimilado de la tradición y la cultura
profesional y extra profesional. Como lo plantea Pradas (2010), indagar sobre el
conocimiento práctico requiere analizar lo que hacen y piensan los docentes cuando están
en la clase, en su práctica educativa.
Cómo se mencionó anteriormente, Jackson (1992) sugiere analizar el proceso de
enseñanza en tres fases (pre-activa, interactiva y postactiva). La fase interactiva, donde
213
B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
3. Método
3.1. Enfoque metodológico
Esta investigación se llevó a cabo a través de la metodología cualitativa, la cual, como
actividad situada, ubica al observador en el mundo particular de los participantes (Denzin
y Lincoln, 2005). Es una interpretación naturalista de las realidades, lo que significa que
las cosas se estudian en su forma o contexto natural, tratando de entender, interpretar y
comprender el fenómeno en términos de lo que significan para los sujetos.
Específicamente se abordó el estudio de caso múltiple (Stake, 2010) y se respetaron los
lineamientos del autor, quien advierte que los casos individuales deben ser estudiados para
aprender acerca de su complejidad y han de entenderse cada uno en profundidad. Luego
de analizarlos individualmente, se retomó la recomendación de Tójar y Mena (2011) de
revisar las convergencias y divergencias entre los casos para lograr una mirada más
amplia del tema investigado.
La investigación optó por un estudio de caso con propósito descriptivo (Yin, 2003) porque
presenta cómo son las acciones sobre la evaluación del profesorado participante durante
una unidad didáctica. A la vez, es instrumental (Stake, 2010), porque el análisis de cada
214
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
215
B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
216
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
En los contactos iniciales con el profesorado se definieron los días y horas en que se
realizarían las observaciones. Es necesario anotar que la investigación no definió con
anterioridad las temáticas de las unidades didácticas, es decir, cada docente eligió
libremente el grado y el tema con el cual quería participar.
El trabajo de campo se llevó a cabo en cada unidad didáctica elegida por los profesores,
para un total de 51 clases grabadas. Esta observación sistemática permitió obtener una
información detallada de los instrumentos/procedimientos que utilizó el profesorado para
evaluar.
La salida del campo (Hammersley y Atkinson, 2001; Taylor y Bogdan, 1987) se dio al
finalizar la unidad didáctica. Sin embargo, se continuó el contacto con el profesorado para
obtener alguna información adicional y presentarles de manera individual los resultados
del estudio.
3.6. Análisis de la información
El análisis de la información se asumió desde los planteamientos de Taylor y Bogdan
(1987), los cuales proponen tres fases: fase de descubrimiento, fase de codificación y fase
relativización de los datos. En la primera fase se realizó una lectura detallada de las fuentes
de información y se identificaron las categorías iniciales.
En la fase de codificación se depuraron, expandieron o suprimieron las interpretaciones
iniciales. La construcción de sentido en los datos se realizó de manera inductiva (Bonilla
y Rodríguez, 1997), de tal forma que las categorías emergieron de la información con base
en los patrones y recurrencias presentes en ellos. La información se codificó de acuerdo al
tipo de fuente suministrada, el número que corresponde y el nombre de los docentes,
ejemplo: C.2.M (Clase 2 de María); P.D (Planilla de seguimiento de Diana), T.E.5L (Texto
del estudiante de Luis)
En la última fase de relativización de los datos (nombrada así por Deutsher y Mills, 1940,
citados por Taylor y Bogdan 1987), se interpretó la información de acuerdo al contexto
de cada participante, con el propósito de comprender la realidad educativa que vive cada
docente y contrastarlo con los elementos teóricos abordados y el estado actual del objeto
de estudio.
Para el tratamiento de la información se utilizó el programa informático Nvivo 10 para
Mac (versión 11.3.2), lo que permitió hacer la refinación y depuración de la información
que proponen Taylor y Bogdan (1987).
4. Resultados y discusión
4.1. Instrumentos, actores y momentos
Para iniciar, se presentan los instrumentos utilizados por el profesorado y su vínculo con
los actores que intervinieron en su realización, así como los momentos en que se llevaron
a cabo. En primer lugar, se encontró que la planilla de seguimiento es el instrumento
principal que utiliza el profesorado para registrar, por medio de calificaciones, la
información procedente de las observaciones no estructuradas de cada sesión. Estas
planillas, son formatos que cada colegio define para registrar la evaluación, la asistencia,
217
B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
entre otros datos, pero no contienen ni reflejan criterios de evaluación que permitan
realizar un seguimiento oportuno al aprendizaje.
218
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
las unidades didácticas observadas. La acción constante entre los profesores fue llamar a
lista al finalizar la clase y emitir su calificación de acuerdo con criterios que no se han
hecho explícitos, algunos con mayor frecuencia que otros, por ejemplo, Luis y Carlos, lo
hicieron en seis de las siete clases observadas. El siguiente ejemplo, en la clase nº 8 de
Luis, ilustra ese procedimiento:
Duvan 3.0; Estefanía 4.5; Dahiana 4.0; Karen 4.0; Michel 4.0 … (C.8.L.)
Este proceder del profesorado evidencia una calificación continua, que no es igual a una
evaluación permanente en términos formativos, por el contrario, esta práctica está más
vinculada a la evaluación sumativa, que como lo señalan Velázquez y Hernández (2004),
pretende conocer los logros o resultados netos del aprendizaje. Sin embargo, como se verá
más adelante, el criterio fundamental para emitir esta calificación no fue el aprendizaje en
sí mismo sino la participación en la clase.
En las pocas ocasiones en que los profesores no calificaban, acudían a la autoevaluación.
Esta participación del estudiantado se presentó de dos maneras: la autocalificación,
entendida como la nota que se asigna el propio estudiante sin criterios concretos y la
autoevaluación, en la que el estudiante se asigna una calificación, teniendo presente unos
criterios establecidos. La primera opción fue la más recurrente, el profesor les preguntaba
de manera individual o colectiva por una calificación.
Los que hicieron el trabajo acá, ¿Qué nota creen que se merecen después del trabajo en clase?
[5, responden todos]. (C.1.P.)
En medio de la autocalificación, Diana y Pedro vieron la oportunidad de confrontar el
juicio del estudiante con su propia opinión. Sin embargo, esta acción no llega a convertirse
en una calificación dialogada en los términos de López et al., (2007), ya que finalmente no
se llega a un consenso, sino que prevalece la nota del estudiante, aunque no se sustente
con argumentos y, por tanto, carente de una función formativa.
Erick ¿Cuánto crees que te mereces hoy?, a conciencia, [4,5]… ¿Eso crees que te mereces? Te
lo puse, pero la próxima clase no voy a permitir la autoevaluación. (C.6.D.)
Es posible pensar que la falta de honestidad (o de objetividad) en el estudiantado en estos
ejercicios, se deba a la poca costumbre de realizar actividades de autorregulación o
reflexión, por tanto, ven en la autocalificación, la oportunidad de mejorar sus notas. A la
vez, la falta de criterios evaluativos por parte del profesorado también permite que la
autocalificación no sea sincera o ajustada a lo que espera el docente, dado que la pregunta
principal hacia el estudiante fue: “¿Qué nota se merece?” y no se presentan elementos
concretos que generen una reflexión en el estudiantado. Este tipo de preguntas, no
promueven que el estudiante se interese en su propio aprendizaje (Trigueros-Cervantes,
Rivera-García y De la Torre-Navarro, 2012), sino que refuerza la concepción de
evaluación tradicional y sumativa. Como lo plantean Brown, Irving y Keegan (2008), la
autoevaluación es un proceso complejo que se facilita cuando existen criterios claros y
definidos al momento de realizarla, algo que no sucede en nuestro estudio.
La segunda forma de autoevaluación fue la que culminaba con una calificación en respuesta
a preguntas o presentación de algunos criterios por parte del docente, para que, a partir
de ahí, el estudiantado emitiera su calificación. Este tipo de autoevaluación fue muy escasa,
sólo se presentaron cuatro autoevaluaciones de este tipo durante todas las clases (4 de 51).
219
B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
… ustedes van a poner la nota de cómo trabajaron hoy, escriben A: creatividad; B: Diálogo…
C: Puesta en escena… Ahora escriben los aprendizajes de la clase¿Qué aprendizajes tuve hoy?
¿Qué dificultades? (C.2.J.)
Estas acciones del profesorado, dejan en evidencia la confusión terminológica y
metodológica que tienen entre la autoevaluación y la calificación. Como lo plantea López-
Pastor (2017), el peso de la tradición y el paso por el sistema escolar genera automatismos
que tienden a que repitamos como docentes las practicas que se han vivido como
estudiantes. Esta tradición sumativa de la evaluación, ejerce una gran influencia en el
profesorado participante y les resulta difícil llevar a cabo acciones evaluativas que no estén
ligadas a la calificación o el control en el aula.
Las calificaciones que se asignaba cada estudiante a sí mismo quedaban registradas en la
planilla de seguimiento, pero las autoevaluaciones tuvieron un lugar especial en el
cuaderno del estudiante. Este fue otro instrumento utilizado por el profesorado.
En general, el cuaderno del estudiante fue utilizado como un instrumento de registro,
donde se plasmaron las tareas teóricas y las autoevaluaciones con una finalidad centrada
en la calificación. Sólo el profesor Juan lo utilizó con una intención más amplia de reflexión
sobre sus aprendizajes.
…vamos a sacar el cuaderno… ¿Qué dificultades tuve en la sesión o en la clase de hoy?…
¿Qué aprendizajes adquirí en la clase de hoy? (C.6.J.)
Para este profesor, el cuaderno también le permitió registrar la heteroevaluación de la
enseñanza, es decir, la evaluación que puede realizar el estudiante hacia el profesor. Juan,
por medio de preguntas, solicitó al grupo que emitiera un concepto sobre su desempeño
docente y finalizara con una calificación. Este profesor fue el único, entre los participantes,
que solicitó esta evaluación en dos oportunidades y no lo hizo al final de la unidad, sino en
clases intermedias.
… van a evaluar a su profesor ¿Listo?, usted va a escribir los aspectos positivos, los negativos
y me pone una nota… Pero ojo, usted debe escribirme si usted siente que tengo algo por
mejorar, qué les gustó, qué no les gustó. (C.2.J.)
Esta heteroevaluación de la enseñanza, también la llevó a cabo Luis en la última sesión.
De manera escrita le solicitó al estudiantado que lo calificaran (escala de 1 a 5) y
justificaran su respuesta.
220
Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
En el caso de María, la profesora realizó una pregunta durante toda la unidad didáctica
que puede acercarse a una evaluación de su enseñanza. Al terminar la primera tarea en la
clase número uno, le preguntó al estudiantado qué era lo que no les había gustado de la
actividad.
Quién me dice qué no le gustó y por qué [Fue muy poquito tiempo], fue muy poquito tiempo...
Qué más no les gustó [Profe los lazos muy corticos]. (C.2.M.)
Ante los comentarios realizados, la profesora presenta sus argumentos y justifica sus
decisiones, pero no profundiza en las inquietudes del estudiantado. Por su parte los
profesores Pedro y Carlos no realizaron ninguna actividad para evaluar su enseñanza.
La evaluación de la enseñanza puede presentarse en las tres fases que configuran la labor
docente. Hernández y López (2004) proponen diversos criterios para realizar esta
evaluación en cada fase, pero, lo encontrado en nuestra investigación, es que la evaluación
de la enseñanza es escasa en la fase interactiva. Esta evaluación sólo se hizo presente
cuando algunos profesores permitieron la participación del estudiantado, ya sea de manera
escrita o verbal; pero, en general, la evaluación del profesorado se centra en el aprendizaje
y desconoce la información que el estudiantado, los compañeros docentes, o ellos mismos
desde la autoevaluación, pueden generar para mejorar su enseñanza.
Esta misma desatención a la evaluación de la enseñanza fue un hallazgo en un estudio
anterior (Chaverra-Fernández, 2014), donde la inexperiencia, la poca motivación, la falta
de tiempo o el desconocimiento de cómo realizar este proceso, son posibles razones para
que el profesorado no realice una evaluación de su enseñanza desde todos los actores (auto,
co y heteroevaluación).
Por otro lado, la coevaluación o evaluación del aprendizaje entre iguales (López-Pastor,
2017) no fue una estrategia muy frecuente entre el profesorado. Sólo Juan y Luis
realizaron alguna actividad al respecto, con criterios y calificación al final.
… ¿Qué van a evaluar ustedes?, el equipo… si realmente lo que concertó el equipo pasó… si
en la explicación les fue bien, les fue mal, si los compañeros trabajaron bien y se ponen la
notica. (C.7.J.)
Otro instrumento común a Juan, Diana y Pedro fue la realización de la prueba teórica que
solicita el colegio en cada periodo. Este examen se realiza al finalizar la unidad didáctica
y es conocido por profesores y estudiantes como “pruebas saber”, ya que las preguntas
siguen el modelo de evaluación nacional colombiana que lleva el mismo nombre.
Para esta prueba, cada docente construye un examen y tiene un valor del 20% sobre
el total de la calificación. Si bien es una obligación institucional, el profesorado lo
asume como una oportunidad para identificar los saberes de los estudiantes y
generar acciones de mejoramiento.
Vean muchachos ojo en las pruebas, yo no voy a preguntar nada raro de lo que ustedes han
visto, ya saben que la recreación genera ¿Qué? [Placer] ¿Qué más? [Alegría, diversión],
sí…hay aprendizaje, favorece el desarrollo humano ¿Qué más? Aprovechamiento de [el
tiempo libre]…no voy a preguntar nada diferente en la prueba. (C.10.J.)
4.2. Contenidos evaluados
Carlos, Pedro, Diana y María, utilizaron talleres o trabajos teóricos para evaluar los
contenidos conceptuales, todos calificables.
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B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
… en la próxima clase les califico la cancha de balonmano y les califico las posiciones de cada
jugador. (C.5.P.)
Adicional a los talleres escritos, Carlos, Pedro y Juan evaluaron constantemente estos
contenidos por medio de preguntas, buscando que el estudiantado expresara sus ideas y
saberes. En algunos momentos lo hicieron durante las tareas o al inicio de cada clase. Por
ejemplo, Carlos, en una tarea de fútbol, para la actividad y les pregunta.
…paren ahí, acérquense un momento ¿Cuál es la estrategia que debemos hacer para lograr
tumbar el cono? [Tirar para otro lado], ¿Cómo se llama eso? [Yo no sé], cambio de perfil,
cambio de sentido de juego. ¿Qué hay que tener para cambiar de lado? [Silencio], lo deben
tener los porteros, los volantes de creación ¿Cómo se llama eso?, [Visión] ¿Visión qué? [Visión
periférica], bien, visión periférica. (C.5.C.)
Como señalan Velázquez, Hernández, Martínez y Martínez (2011), los contenidos de tipo
conceptual se han ido incorporando a los currículos de educación física en diferentes países
con la intención, entre otros aspectos, de lograr el desarrollo de una mayor autonomía y
la adopción de estilos de vida activos del estudiantado.
Por su parte, los contenidos actitudinales fueron tal vez los más evidentes en la evaluación
del profesorado, especialmente al momento de calificar. Por un lado, los criterios
propuestos para realizar las autoevaluaciones y/o calificaciones, estuvieron centrados en
reflexionar sobre la participación, la responsabilidad, la actitud y el comportamiento en la
clase.
… esta vez me van a dar la nota ustedes, de acuerdo al comportamiento que tuvieron en la
clase... la nota es independientemente si sabe hacer el salto o no lo sabe hacer. (C.1.D.)
Por otro lado, el comportamiento y la participación fueron los criterios determinantes que
tuvo el profesorado para emitir la calificación al finalizar las clases. Quienes participaban
activamente de las tareas y no tenían un comportamiento sancionable, obtenían una
calificación positiva; por el contrario, el estudiantado que no llevaba el uniforme, utilizaba
indebidamente los materiales, agredía a sus compañeros o simplemente no participaba de
la clase sin una justificación, obtenía una mala calificación.
En definitiva, cabe afirmar que el profesorado centró su evaluación en aspectos
disciplinarios, pero no se rescatan actitudes como el trabajo en equipo, la disposición para
realizar las tareas, el compañerismo o la autonomía. El marcado interés por evaluar las
actitudes se corresponde con lo encontrado por Foglia (2014), quien asegura que, entre el
profesorado, el componente actitudinal recibe una atención especial, al punto en que la
mayoría reconoce que “el área se pierde especialmente por situaciones de tipo actitudinal,
cuando los estudiantes son irresponsables e indisciplinados” (p. 113).
Asimismo, el estudio de Hein et al. (2007), concluyó que el profesorado centraba su
evaluación en la dimensión comportamental y en la participación en las clases, dejando de
lado otros contenidos. En esta misma línea, los estudios de Sherer (2000) y Chaverra-
Fernández y Hernández-Álvarez (2019) encontraron que, las actitudes del estudiantado
durante las clases y la frecuencia de participación, son el principal referente del
profesorado para evaluar, dado que no hay una planificación de la evaluación o definición
de criterios.
En nuestra investigación se encontró que la evaluación de las actitudes es una acción
informal, basada sólo en la observación del comportamiento que tuvo el estudiantado
durante la clase, una evaluación momentánea, pero carente de criterios e instrumentos que
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Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa
5. Conclusiones
En términos generales, el análisis de la acción evaluativa del profesorado permite concluir
que no se evidencia una recolección de información sistemática y oportuna, que se valga
de instrumentos precisos, con criterios concretos que permitan identificar cómo avanza el
aprendizaje y la enseñanza para proponer acciones de mejora, finalidad fundamental de
una evaluación formativa.
La acción evaluativa demuestra la marcada importancia que le otorga el profesorado a la
calificación, convirtiéndose en la máxima expresión de su evaluación. De esta manera, la
evaluación ligada a la calificación, permea todos los elementos que la constituyen, es decir,
los actores, momentos, instrumentos y contenidos. En el caso de los actores, el
protagonista principal es el docente, asumiendo casi toda la responsabilidad de calificar el
aprendizaje y dejando pocas opciones al estudiantado de participar a través de la
autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación de la enseñanza.
Asimismo, los momentos de la evaluación se asumen como una calificación continua,
ligada a la evaluación sumativa en la que cada nota es determinante para la evaluación
final.
En el caso de los instrumentos, se identificó la planilla de seguimiento como el
instrumento privilegiado para registrar las calificaciones y controlar la participación del
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B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
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B. E. Chaverra Fernández y J. L. Hernández Álvarez
Cv de los autores
Beatriz Elena Chaverra Fernández
Licenciada en Educación Física, Magister en Educación y Desarrollo Humano, Doctora
en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad Autónoma de Madrid
(España), profesora asociada del Instituto de Educación Física de la Universidad de
Antioquia, integrante del grupo de investigación Cultura Somática, participante como
investigadora principal y coinvestigadora en diversos proyectos de investigación
educativos. Miembro de la Red de Evaluación Formativa y Compartida en Educación.
ORCID ID: 0000-0002-1183-8488. Email: beatriz.chaverra@udea.edu.co
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