Novedad
Huellas
E
n su reciente biografía sobre Freud, Élisabeth
Roudinesco1 afirma, acertadamente, que hoy,
luego de medio siglo intenso de escritos sobre el
fundador del psicoanálisis, de declaraciones abusivas,
trabajos científicos, de rumores, fantasías, pero tam-
bién de retorno a sus textos, nos cuesta mucho saber
quién era Freud verdaderamente.
Desde 2010, la obra de Freud es de dominio público,
lo que ha permitido, en cierto sentido, desmentir al-
gunas falsas afirmaciones sobre su vida personal y
su práctica clínica, sobre todo aquellas críticas que
apuntaban de manera difamatoria a destruir al icono
–no es que esté mal mostrar sus debilidades– a costa
de lo que fuera. Es más interesante para un investiga-
dor seguir al pensador que fue Freud –quien marcó de
manera decisiva la forma de entendernos hoy– en el
curso de la trama compleja de su discurso con el que
construía su época, al mismo tiempo que era moldea-
do, atravesado, por esta.2
Como bien ha puesto de relieve la historiadora, Freud
dedicó la vida a escribir, se entregó con pasión a la
huella, la arqueología, la memoria, bajo la idea de que
todo se conserva de alguna forma. Por eso le fascina-
ba Roma, la ciudad en la que se superponen capas de
civilizaciones y momentos históricos distintos, y que
él podía equiparar con la memoria inconsciente de un
individuo.
Es lógico que esa pasión por escribir lo llevara a una
gran producción que consta, en un inventario aproxi-
mado de la biografía mencionada, de 20 volúmenes
de ensayos, 300 artículos, una cantidad considerable
de notas, dedicatorias, alrededor de 20.000 cartas de
las que solo se conservan la mitad, intervenciones,
entrevistas, y todo de una gran riqueza, no solo por
lo bello, exquisitamente escrito (vale recordar que en
Sigmund Freud
Textos inéditos y documentos
recobrados
Traducción, introducción y notas de
Fernando Gabriel Rodríguez y Mauro Vallejo
Editorial Universidad de Antioquia
y Editorial Universidad del Norte/ 2017
Por Carmen Elisa Escobar María
1930 Freud ganó el premio Goethe de literatura), sino
porque puede seguirse una genética textual, cómo
construía sus hipótesis, qué problema teórico resolvía
y cómo; qué correspondencia había entre lo que en-
contraba en sus casos clínicos y lo que vertía en sus es-
critos y viceversa, sus dudas, su estilo de interrogación
constante, sus ambiciones.
Mauro Vallejo, doctor en Psicología, historiador de la
psicología y uno de los traductores de la presente pu-
blicación, ha venido trabajando en esa arqueología del
texto freudiano del único modo que conduce a hallaz-
gos inesperados, valga la redundancia: con rigor. Hay
varios frutos de ese trabajo, uno de los cuales tiene que
ver con el surgimiento (y construcción) de la teoría de
la seducción en Freud, y un trabajo crítico sobre las
Actas de la afamada Sociedad Psicoanalítica de Viena.3
Vallejo ha señalado la inexplicable ausencia de tra-
ducción a nuestra lengua de un conjunto de textos de
Freud publicados en alemán, que impide que podamos
hablar estrictamente de Obra Completa en español,
aunque haya ediciones que la nombran así. Falta tra-
ducir buena parte del epistolario de Freud: al psicoa-
nalista Max Eitingon, a su esposa Martha Bernays, a
su cuñada Minna Bernays; asimismo, una serie de alo-
cuciones, artículos de revistas, informes, reseñas, his-
torias clínicas de pacientes de sus primeros tiempos,
de inusitado valor.
Es especialmente interesante la introducción de la
publicación que nos convoca. Los traductores señalan
ese pensamiento en ebullición que es Freud: “La pugna
entre lo que Freud piensa y casi de inmediato deja de
pensar”, el hecho de que su teoría se gesta en pugna
con la ciencia de su tiempo, el modo como piensa con-
tra sí mismo, en suma, su “indeclinable efervescencia
espiritual”.
102

En los textos inéditos y recobrados, encontramos do-
cumentos relativos a la gestación de planteamientos
freudianos de la causalidad traumática de la neurosis,
el papel de la sexualidad, pero también de la defensa y
posterior abandono de la hipnosis, el cuestionamien-
to del término “inconsciente” en su obra posterior, su
estilo, su forma de debatir con la comunidad académi-
ca de medicina, pero también con grandes personali-
dades como Biswanger, y cómo muy tempranamente
Freud adopta la posición ética de tomar en serio lo que
un paciente dice y no, como era usual, considerarlo si-
mulación, sobre todo en el caso de la histeria.
En este sentido, quisiera subrayar especialmente el
historial clínico “Nina R.” de 1893 (pp. 32-35), a modo
de ilustración de lo que la mano, pero también la bús-
queda intelectual de Freud, podía hacer con un docu-
mento tan frío como lo puede ser una historia clínica
en un hospital. En esas hojas, y siendo aún un médico
y no un psicoanalista, queda registro del trato especial
concedido a los dichos de la paciente, la consideración
de su padecimiento psíquico, con el ingrediente adi-
cional del estilo de escritura que hace de un caso un
ser vivo, una existencia que merece ser recreada be-
llamente.
Es una publicación que resulta de interés no solo para
los psicoanalistas o para investigadores de la historia
cultural, sino también para psicólogos y psicoanalis-
tas en formación, porque, como señalan sus traducto-
res, el efecto de entrar en contacto con la fragua del
pensamiento quizás nos salva de la inercia que produ-
103
“Hoy, luego de medio
siglo intenso de escritos
sobre el fundador del
psicoanálisis, nos cuesta
mucho saber quién era
Freud verdaderamente”
ce permanecer entre el canon establecido y el Freud de
manual, por ejemplo.
El texto que la Editorial Universidad del Norte aca-
ba de publicar en compañía del Fondo Editorial de
la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad
de Antioquia, cuya traducción, introducción y notas
estuvo a cargo de Mauro Vallejo y Fernando Gabriel
Rodríguez, es un reconocimiento no solo a Freud, sino
a jóvenes investigadores que se dedican a la tarea, en
ocasiones ingrata, de reconstruir la genealogía de un
discurso que nos sigue impactando –que fue escrito
en una lengua tan ajena a la nuestra– y por la vía de
textos que han quedado al margen hasta ahora, pero
en los que podemos encontrar nuevas luces para que
Freud nos diga por qué sigue estando tan vivo a pesar
de todo.
______________
Notas
1 Roudinesco, E. (2015). Freud. En su tiempo y en el nuestro. Bar-
celona: Debate.
2 Preciosa indicación del historiador Jacques Le Goff a Élisa-
beth Roudinesco (p. 13).
3 Vallejo, M. (2008). Los miércoles por la noche, alrededor de
Freud. Buenos Aires: Letra Viva; Vallejo, M. (2012).
La seducción freudiana. Un ensayo de genética textual.
Buenos Aires: Letra Viva.